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EL CONOCIMIENTO
BÍBLICO
UN COMENTARIO EXPOSITIVO
ANTIGUO TESTAMENTO
TOMO 4
Contenido
Dedicatoria de la edición en castellano
Introducción
Editores, autores y traductores de las ediciones en inglés y castellano
Prefacio
Lista de abreviaturas
Gráfica de transliteraciones hebreas y griegas
Comentario de Job
Comentario de Salmos
Comentario de Proverbios
Comentario de Eclesiastés
Comentario de Cantar de los Cantares
Apéndice de mapas, gráficas y tablas
Dedicatoria
El Conocimiento Bíblico, Un Comentario Expositivo se dedica al creciente número de
lectores y estudiosos de la Biblia de habla hispana. Los distintivos de este Comentario son
muchos, pero uno de los más sobresalientes es que comunica en forma concisa y clara el sentido
del texto bíblico. Será muy útil para quienes aman la palabra de Dios, las Sagradas Escrituras,
que nos hacen sabios para conocer “la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”.
Agradecemos por este medio a los numerosos amigos que nos han ayudado a comenzar y
perseverar en la publicación de esta edición en castellano:
▪ A los traductores, hombres y mujeres bien entrenados en el conocimiento de la Biblia y
capacitados para traducir fielmente el texto del Comentario.
▪ Al personal de la casa publicadora, Ediciones Las Américas, A.C., Puebla, México.
▪ A la Junta Directiva y la Administración de CAM Internacional que aprobaron este gran
proyecto con entusiasmo.
▪ A los fieles amigos de CAM Internacional que ofrendaron para realizar la publicación de los
primeros tomos.
▪ A los colegas en el ministerio cristiano que nos animaron con sus palabras de estímulo; en
especial a los editores generales de la edición original en inglés.
Julián Lloret
Jack Matlick
Introducción
La publicación de El Conocimiento Bíblico, Un Comentario Expositivo es fruto de un largo e
histórico enlace fraternal entre varias instituciones: el Seminario Teológico de Dallas, Tex., cuyo
personal docente escribió el comentario original en inglés. Por otro lado, los editores, traductores
y personal técnico de esta publicación en castellano provienen de CAM Internacional (antes
llamada Misión Centroamericana) y de Ediciones Las Américas, A.C. El espíritu de cooperación
entusiasta entre todos para publicar esta obra es motivo de alabanza a Dios.
Editores generales de la edición
John F. Walvoord B.A., M.A., Th. M., Th.D., D.D., Litt.D. Canciller, Ministro Representante y
Profesor Emérito de Teología Sistemática del Seminario Teológico de Dallas.
Roy B. Zuck B.A., Th.M., Th.D. Profesor titular emérito de Exposición Bíblica, Editor de
Bibliotheca Sacra, Seminario Teológico de Dallas.
1. General
a.C. antes de Cristo
a.m. antes meridiano
aprox. aproximadamente
ar. arameo
A.T. Antiguo Testamento
ca. cerca de
cap., (s) capítulo (s)
cf. Confer (compare)
cm., (s) centímetro (s)
d.C. después de Cristo
ed. edición, editado
eds. editores
e.g. por ejemplo
et al y otros
etc. y otras (cosas)
fem. femenino
gr. griego
hebr. hebreo
íbid en el mismo lugar
i.e. esto es
imper. imperativo
imperf. imperfecto
ing. inglés
kg., (s) kilogramo (s)
km., (s) kilómetro (s)
lit. literalmente
m. murió, muerto
mar. margen, lectura marginal
masc. masculino
ms., mss. manuscrito, manuscritos
mt., (s) metro (s)
n., ns. nota, notas
neut. neutro
n.p. no se sabe quién lo publicó
N.T. Nuevo Testamento
núm., (s) número, números
pág.,(s) página, páginas
párr., (s) párrafo, párrafos
part. participio
pas. pasivo
perf. perfecto
pl. plural
p.m. pasado meridiano
pres. presente
pron., (s) pronombre (s)
s. siglo
sem. semítico
s.f. sin fecha
sing. singular
TM texto masorético
trad. traducción, traductor
V. véase
v., vv. versículo, versículos
vb., (s) verbo, (s)
vol., (s). volumen, volúmenes
vs. versus
2. Libros de La Biblia.
Antiguo Testamento
Gn. Génesis
Éx. Éxodo
Lv. Levítico
Nm. Números
Dt. Deuteronomio
Jos. Josué
Jue. Jueces
Rt. Rut
1, 2 S. 1, 2 Samuel
1, 2 R. 1, 2 Reyes
1, 2 Cr. 1, 2 Crónicas
Esd. Esdras
Neh. Nehemías
Est. Ester
Job Job
Sal. Salmos
Pr. Proverbios
Ec. Eclesiastés
Cnt. Cantares
Is. Isaías
Jer. Jeremías
Lm. Lamentaciones
Ez. Ezequiel
Dn. Daniel
Os. Oseas
Jl. Joel
Am. Amós
Abd. Abdías
Jon. Jonás
Mi. Miqueas
Nah. Nahum
Hab. Habacuc
Sof. Sofonías
Hag. Hageo
Zac. Zacarías
Mal. Malaquías
Nuevo Testamento
Mt. Mateo
Mr. Marcos
Lc. Lucas
Jn. Juan
Hch. Hechos
Ro. Romanos
1, 2 Co. 1, 2 Corintios
Gá. Gálatas
Ef. Efesios
Fil. Filipenses
Col. Colosenses
1, 2 Ts. 1, 2 Tesalonicenses
1, 2 Ti. 1, 2 Timoteo
Tit. Tito
Flm. Filemón
He. Hebreos
Stg. Santiago
1, 2 P. 1, 2 Pedro
1, 2, 3 Jn. 1, 2, 3 Juan
Jud. Judas
Ap. Apocalipsis
3. Versiones de La Biblia
BD Biblia al Día
BC Bover Cantera
BLA Biblia de las Américas
BJ Biblia de Jerusalén
HA Hispanoamericana (N.T.)
LA Latinoamericana
LXX Septuaginta
NC Nácar Colunga
NVI95 Nueva Versión Internacional, 1995
NVI99 Nueva Versión Internacional, 1999
RVA Reina Valera Actualizada
RVR09 Reina-Valera Revisión 1909
RVR60 Reina-Valera Revisión 1960
RVR77 Reina-Valera Revisión 1977
RVR95 Reina-Valera Revisión 1995
TA Torres Amat
Taizé Versión Ecuménica
VM Versión Moderna
VP Versión Popular (Dios Habla Hoy)
Vul. Vulgata Latina
Gráfica de transliteraciones hebreas y griegas
Hebreo
Consonantes
א ’
בּ b
ב ḇ
גּ g
ג g̱
דּ d
ד ḏ
ה h
ו w
ז z
ה ḥ
ט ṭ
י y
כ k
כ ḵ
ל l
מ m
נ n
ם s
ע ‘
פּ p
פ p̱
צ ṣ
ק q
ר r
שׂ ś
שׁ š
תּ t
ת ṯ
Dagesh forte se representa por la duplicación de la letra.
Vocalización
בָּ ה bâh
בּוֹ bô
בּוּ bû
בֵּ י bê
בֶּ י bè
בִּ י bî
ָבּ bā
בּ bō
ֻבּ bū
ֵבּ bē
ִבּ bī
ַבּ ba
ָבּ bo
ֻבּ bu
ֶבּ be
ִבּ bi
ֲבּ bă
ֳבּ bŏ
ֱבּ bĕ
ְבּ be
בָּ הּ bāh
בָּ א bā’
בֵּ ה bēh
בֶּ ה beh
Griego
α, ᾳ a
β b
γ g
δ d
ε e
ζ z
η, ῃ ē
θ th
ι i
κ k
λ l
μ m
ν n
ξ x
ο o
π p
ρ r
σ, ς s
τ t
υ y
φ f
χ ̱j
ψ ps
ω, ῳ ō
̔ρ rh
ʼ j
γγ ng
γκ nk
γξ nx
γχ nj̱
αἰ ai
αὐ au
εἰ ei
εὐ eu
ηὐ ēu
οἰ oi
οὐ ou
υἱ jui
JOB
Roy B. Zuck
Traducción: Elizabeth C. de Márquez
INTRODUCCIÓN
Job y el problema del sufrimiento. En el libro de Job se encuentra uno de los mejores ejemplos
de lo que es el sufrimiento inmerecido. En cuestión de minutos, Job, un hombre muy rico y recto,
perdió todas sus posesiones materiales, sus hijos y su salud. En lugar de darle apoyo, su esposa le
sugirió que maldijera a Dios y se quitara la vida para poner fin a sus penas. Después, para añadir
más problemas a su angustia, sus amigos lo censuraron en lugar de consolarlo. Es más, parecía
que Dios estuviera ignorando a Job, al rehusarse por largo tiempo a responderle y defender su
causa.
El intenso sufrimiento de Job fue financiero, emocional, físico y espiritual. Todos estaban en
su contra, incluyendo, o así lo parecía, a Dios, a quien había servido fielmente toda su vida,
aunque era un hombre recto tanto espiritual como moralmente (1:1, 8; 2:3). ¿Puede haber un
sufrimiento menos merecido? ¿No era de esperarse que un hombre como él fuera bendecido, no
apaleado por Dios? El hecho de que Job, un ciudadano ejemplar y sumamente recto, hubiera
adquirido tantos bienes para después perderlo todo, es el ejemplo máximo de la clase de aflicción
que desafía a la comprensión humana.
Muchas personas pueden identificarse con Job porque sus tribulaciones fueron
tremendamente prolongadas y aparentemente injustas. Algunos se preguntan por qué deben sufrir
aflicciones, por qué ellas deben experimentar la tragedia, el dolor y la adversidad. Para
cualquiera, el sufrimiento es difícil de entender, pero lo es más cuando afecta a quien no se lo
merece; es muy confuso observar que la aflicción no parece ser en castigo por faltas cometidas.
El libro de Job trata el misterio del sufrimiento inmerecido y muestra que a través de la
adversidad, Dios puede cumplir otros propósitos aparte de castigar la mala conducta.
Este libro también trata el problema de las actitudes que el ser humano adopta durante la
aflicción. La experiencia de Job demuestra que el creyente, aunque tenga que sufrir intensas
penas, no tiene por qué renunciar a Dios. Puede dudar de él, pero nunca negarlo. Como Job,
puede desear obtener respuestas acerca del motivo de su experiencia, pero aunque sea incapaz de
comprender la causa de su tribulación, no tiene por qué maldecir al Señor. Aunque Job estuvo a
punto de hacerlo, de hecho nunca censuró a Dios por sus problemas, aun cuando Satanás había
profetizado que lo haría.
El libro de Job también nos enseña que no es malo preguntar por qué, como hizo Job
(3:11–12, 16, 20). Pero sí es malo exigir que Dios nos explique los por qué, como hizo Job
(13:22; 19:7; 31:15). Es incorrecto insistir en que Dios nos dé explicaciones acerca de la
adversidad, porque pone al hombre por encima de Dios y además, es un desafío a la soberanía
divina.
Estilo literario. El libro de Job está considerado como una obra maestra sin paralelo en toda la
literatura. Con frecuencia se escucha el comentario de Thomas Carlyle respecto a él: “Considero
que no existe nada que se haya escrito, tanto en la Biblia como fuera de ella, que tenga un mérito
literario tan alto” (The Hero as a Prophet, “El Héroe como profeta” en Our Heroes,
Hero-Worship and the Heroic in History, “Héroes, adoración a los héroes y lo heroico a través
de la historia”. Boston: Ginn, 1901, pág. 56).
El libro de Job tiene una estructura singular. Es una mezcla de prosa y verso, y de monólogos
y diálogos. El prólogo (caps. 1–2) y el epílogo (42:7–17) es prosa narrativa; el extenso material
intermedio está en forma de poesía (a excepción del v. inicial de cada cap., los cuales introducen
un nuevo discurso, y 32:1–6a). Este patrón de prosa-poesía-prosa, aunque se incluye en otras
composiciones del antiguo Cercano Oriente, es único entre los libros de la Biblia. Otra forma de
ver esta estructura del libro se aprecia en “Paralelismos de la estructura del libro de Job” (V. el
Apéndice, pág. 418).
La ironía se usa libremente por todo el libro; algunos de los numerosos ejemplos se
mencionan en este comentario (V. también Gregory W. Parsons, Literary Features of the Book of
Job, “Características literarias del libro de Job”, Bibliotheca Sacra 138. Julio-septiembre,
1981:215–218; y Edwin M. Good, Irony in the Old Testament, “La ironía en el Antiguo
Testamento”. Filadelfia: Westminster Press, 1965, págs. 196–240).
Probablemente la forma literaria del libro de Job sea una mezcla de una demanda legal
(debido a que Job, sus amigos y Dios, utilizan con frecuencia algunos términos legales), con un
diálogo controversial, i.e., una discusión de sabiduría y una lamentación porque Job expresó
muchas quejas contra sí mismo, contra Dios y contra sus enemigos (V. “Job y sus lamentos”, en
el Apéndice, pág. 419, adaptación de The Structure of the Book of Job: A Form-Critical
Analysis, “Estructura del libro de Job: Análisis basado en la crítica de las formas”, de Claus
Westermann).
Job también se considera una producción literaria sobresaliente debido a su rico vocabulario.
Docenas de palabras del libro no aparecen en ningún otro lugar del A.T.
Se emplean cinco diferentes palabras para referirse a los leones (4:10–11), se usan seis
sinónimos para referirse a las trampas (18:8–10) así como para hablar de las tinieblas (3:4–6;
10:21–22). El vocabulario del libro de Job revela que tiene influencia de otros idiomas aparte del
hebr. Entre ellos, el acádico, árabe, arameo, sumerio y ugarítico (cf. R. Laird Harris, The Book of
Job and its Doctrine of God, “El Libro de Job y su Doctrina acerca de Dios”, Grace Journal 13.
Otoño 1976:10–14).
El libro abunda en símiles y metáforas, muchas de ellas tomadas de la naturaleza. Además,
toca muchos temas, incluyendo astronomía, geografía, cacería, minería, viajes, clima, zoología,
así como la terminología de las cortes de justicia.
No es de extrañar que Alfred Tennyson pusiera al libro la siguiente etiqueta: “es el poema
más grande de los tiempos antiguos y modernos” (citado por Victor E. Reichert, Job, pág. xiii).
Autor. Nadie sabe con certeza quién escribió el libro de Job, ni cuándo fue producido, ni cuándo
ocurrieron los acontecimientos que relata, ni dónde vivió Job. Esos hechos están envueltos en el
misterio y hacen que el libro tenga aun mayor gracia y atractivo.
Se ha sugerido que el mismo Job escribió el libro, o que fue Eliú (el cuarto amigo, que habla
hacia el final del libro, en los caps. 32–37), o Moisés, Salomón, Ezequías, Isaías o alguien
después del exilio babilónico, como Esdras. O bien, que lo escribió un autor anónimo unos
doscientos años a.C. La tradición judía dice que fue Moisés quien lo escribió. Otros argumentan
que fue Salomón, debido al interés que tuvo ese rey en la literatura poética (e.g., Pr., Ec. y Cant.)
y a que hay algunas similitudes entre Job y Proverbios (e.g., Job 28 con Pr. 8).
Los detalles de las largas pláticas que se registran en el libro de Job dan la impresión de que
fue escrito por un testigo presencial. Job, al igual que los otros testigos, pudo haber recordado lo
que se dijo en ellas y después lo puso por escrito. En los 140 años que vivió después de haber
sido sanado, el patriarca tuvo suficiente tiempo para preparar su manuscrito. Este punto de vista
parece más plausible que el de que un autor, cientos de años después, recopilara un material que
fue transmitido por tradición oral a través de los siglos.
En los tiempos del A.T., a veces una persona escribía los acontecimientos que le habían
sucedido en tercera persona. Por supuesto que alguien más pudo haber escrito los últimos dos vv.
(Job 42:16–17), que hablan de la edad de Job y de su muerte. Eso no era inusual (e.g., Dt. 1–33
fue escrito por Moisés, pero Dt. 34, que habla de la muerte de ese líder, fue añadido por alguien
más).
Algunos eruditos sugieren que el libro de Job fue recopilado durante muchos años por varios
autores y editores, cada uno de los cuales añadió pequeñas porciones al trabajo inicial. Sin
embargo, muchas características del libro señalan que tuvo un solo autor (cf. e.g., Marvin H.
Pope, Job, pág. xli), y numerosas referencias paralelas dentro de él confirman su unidad.
Fecha. Las opiniones en cuanto a la fecha en que vivió Job van desde la era patriarcal (Abraham,
Isaac y Jacob—aprox. de 2100 a 1900 a.C) hasta el s. VI a.C. Pero varios factores señalan que
vivió en el tiempo de los patriarcas:
1. Job vivió 140 años después de su período de aflicción (42:16), así que en total debe haber
vivido unos 210 años. Esto va muy de acuerdo con la extensión de las vidas de los patriarcas.
Taré, el padre de Abraham, murió a la edad de 205; Abraham vivió hasta los 175; Isaac vivió 180
años; y Jacob murió a la edad de 147.
2. Las riquezas de Job se mencionan en cabezas de ganado (1:3; 42:12), lo cual también
sucede con Abraham (Gn. 12:16; 13:2) y Jacob (Gn. 30:43; 32:5).
3. Los sabeos y caldeos (Job 1:15, 17) eran nómadas en tiempos de Abraham, pero en los
años subsecuentes dejaron de serlo.
4. La palabra hebr. qe śîṭâh, que se trad. “una pieza de dinero” (42:11), se usa en otras partes
sólo dos veces (Gn. 33:19; Jos. 24:32) y en ambas, se refiere a Jacob.
5. Las hijas de Job heredaron sus propiedades junto con sus hermanos (Job 42:15). Sin
embargo, esa práctica no era válida bajo la ley mosaica si los hijos varones todavía vivían (Nm.
27:8).
6. Obras literarias parecidas en algunos aspectos al libro de Job se escribieron en Egipto y
Mesopotamia alrededor del tiempo de los patriarcas.
7. El libro de Job no hace ninguna referencia a las instituciones mosaicas (como el
sacerdocio, las leyes, el tabernáculo, días religiosos o festividades especiales).
8. El nombre šadday se usa 31 veces en Job para referirse a Dios (en comparación con sólo
17 veces en todo el resto del A.T.) y era muy familiar para los patriarcas (V. el comentario de
Gn. 17:1; también cf. Éx. 6:3).
9. Varios nombres de personas y de lugares del libro también se asocian con el período
patriarcal. Algunos ejemplos son (a) Seba, nieto de Abraham (Gn. 25:3) y los sabeos de Sabá
(Job 1:15; 6:19); (b) Tema, otro nieto de Abraham (Gn. 25:15) y Temán, un lugar de Arabia (Job
6:19); (c) Elifaz, hijo de Esaú (Gn. 36:4) y Elifaz, uno de los compañeros de Job (Job 2:11;
aunque estos dos no sean necesariamente la misma persona); (d) Uz, sobrino de Abraham (Gn.
22:21) y Uz, lugar donde vivía Job (Job 1:1). Aunque no se puede afirmar con certeza, es
probable que Job viviera en tiempos de Jacob o poco después.
Job era un nombre muy común entre los semitas occidentales del segundo milenio a.C.
También fue el nombre de un príncipe egipcio del s. XIX a.C. que aparece citado en los textos
egipcios que se conocen como textos de imprecación. Otras menciones del mismo nombre se
encuentran en las cartas de Tell el-Amarna (ca. 1400 a.C.) y en los textos ugaríticos.
BOSQUEJO
I. Prólogo (caps. 1–2)
A. Carácter de Job (1:1–5)
1. La tierra y piedad de Job (1:1)
2. Su prosperidad (1:2–3)
3. Su descendencia (1:4–5)
B. Aflicciones de Job (1:6–2:10)
1. Su primera prueba (1:6–22)
2. La segunda prueba (2:1–10)
C. Los consoladores de Job (2:11–13)
II. Diálogo (3:1–42:6)
A. Deseo de Job de morir (cap. 3)
1. Su deseo de no haber nacido (3:1–10)
2. Su deseo de haber muerto al nacer (3:11–19)
3. Deseo de morir en ese momento (3:20–26)
B. Primera sección de discursos (caps. 4–14)
1. Primer discurso de Elifaz (caps. 4–5)
2. Primera respuesta de Job a Elifaz (caps. 6–7)
3. Primer discurso de Bildad (cap. 8)
4. Primera respuesta de Job a Bildad (caps. 9–10)
5. Primer discurso de Zofar (cap. 11)
6. Primera respuesta de Job a Zofar (caps. 12–14)
C. Segunda sección de discursos (caps. 15–21)
1. Segundo discurso de Elifaz (cap. 15)
2. Segunda respuesta de Job a Elifaz (caps. 16–17)
3. Segundo discurso de Bildad (cap. 18)
4. Segunda respuesta de Job a Bildad (cap. 19)
5. Segundo discurso de Zofar (cap. 20)
6. Segunda respuesta de Job a Zofar (cap. 21)
D. Tercera sección de discursos (caps. 22–31)
1. Tercer discurso de Elifaz (cap. 22)
2. Tercera respuesta de Job a Elifaz (cap. 23–24)
3. Tercer discurso de Bildad (cap. 25)
4. Tercera respuesta de Job a Bildad (caps. 26–31)
E. Los cuatro discursos de Eliú (caps. 32–37)
1. Primer discurso de Eliú (caps. 32–33)
2. Segundo discurso de Eliú (cap. 34)
3. Tercer discurso de Eliú (cap. 35)
4. Cuarto discurso de Eliú (caps. 36–37)
F. Los dos discursos de Dios y las respuestas de Job (38:1–42:6)
1. Primer discurso divino (38:1–40:2)
2. Primera respuesta de Job a Dios (40:3–5)
3. Segundo discurso divino (40:6–41:34)
4. Segunda respuesta de Job a Dios (42:1–6)
III. Epílogo (42:7–17)
A. Dios condena a los amigos de Job (42:7–9)
B. Dios restaura la prosperidad y familia de Job (42:10–17)
COMENTARIO
I. Prólogo (caps. 1–2)
En este prólogo en prosa, en rápida sucesión se presentan al lector el carácter espiritual de
Job, cómo eran su familia y posesiones, las acusaciones y ataques de Satanás contra Job, sus
reacciones iniciales y la llegada de sus amigos. En contraste, la narrativa de los diálogos
subsiguientes es muy lenta (3:1–42:6). El estilo rápido de la narrativa del prólogo hace que el
lector se interne con rapidez en los penosos enfrentamientos de Job con sus amigos y Dios.
c1. Lejanía de las minas (lejos de la vista de las aves y los animales (vv. 7–8)
b1. Explorando el subsuelo (v. 9)
a . Obteniendo metales valiosos de la tierra (sus ojos vieron todo lo preciado; vv. 10–11).
2
28:12–19. A pesar de los avances tecnológicos del hombre, sin ayuda no puede encontrar el
tesoro más grande de todos, la sabiduría. Su valor no ha sido completamente apreciado por el
hombre (’ĕnôš, “hombre débil y mortal”; cf. el comentario de 4:17). Éste puede descubrir
muchos tesoros escondidos bajo la superficie terrestre (28:4, 10), pero no puede encontrar la
sabiduría en la tierra habitada de los vivientes ni en el mar. La sabiduría tampoco se dará por
oro, no se vende en el mercado como los metales valiosos y joyas preciosas que el hombre ha
descubierto (oro …, plata …, ónice precioso, zafiro …, diamante …, alhajas de oro fino …,
coral …, perlas …, piedras preciosas o topacio), porque la sabiduría es muchísimo más
valiosa que todo ello (cf. Pr. 3:13–15; 8:11; 16:16).
28:20–27. Después de repetir las dos preguntas que había hecho antes (v. 20; cf. v. 12),
vuelve a decir que ningún ser viviente puede ver la sabiduría (así como no pueden verse los
metales escondidos en las montañas, vv. 4, 7–8). Y así como tampoco puede el mar saber dónde
se puede obtener sabiduría (v. 14), tampoco lo saben el Abadón (“destructor”; cf. 26:6) ni la
muerte. Dios es el único que entiende el camino de ella, porque es Omnipresente (mira hasta
los fines de la tierra, y … cuanto hay bajo los cielos. Él ve lo que ni los animales, personas o
aves pueden ver, 28:7, 21). Al crear el universo, Dios también creó los elementos; el peso
(“fuerza”) del viento, la medida de las aguas, la ley (i.e., el límite) de la lluvia, y el camino del
relámpago y de los truenos, i.e., el lugar donde cada tempestad se desarrollaría. Utilizando su
genio creativo, veía él la sabiduría y la manifestaba; también la preparó (cf. Pr. 8:27–30), en
contraste con la incapacidad del hombre de hacerlo (cf. Job 28:12–13).
Los vv. 12–27 también tienen un arreglo muy interesante:
a. La sabiduría es inaccesible (vv. 12–14)
b. El valor de la sabiduría es superior al oro, la plata y las joyas (vv. 15–19)
a . La sabiduría es inaccesible (vv. 20–22)
1
INTRODUCCIÓN
De todos los libros del A.T., el de Salmos es el que representa más vívidamente la fe del
individuo en el Señor. Los salmos son la respuesta inspirada del corazón humano a la revelación
que Dios hace de sí mismo en la ley, la historia y la profecía. Los creyentes de todos los tiempos
se han apropiado de esta colección de oraciones y alabanzas para expresar su adoración, tanto en
público, como en sus meditaciones personales.
Título del libro. El título “Salmos” (o “Salterio”) proviene de la LXX, trad. gr. del A.T. En el
Códice Vaticano (del s. IV d.C.) se usa el título Psalmoi con el subtítulo Biblos psalmon (“Libro
de los Salmos”). En el Códice Alejandrino (del s. V) aparece el nombre Psalterion. La palabra
gr. psalmos, que es trad. del vocablo hebr. mizmôr, significa música acompañada de instrumentos
de cuerda. Bajo la influencia de la LXX y del cristianismo, la palabra psalmos llegó a designar
un “himno de alabanza” sin hacer énfasis en el acompañamiento de instrumentos de cuerda
(Christoph Barth, Introduction to the Psalms, “Introducción a los Salmos”, N.Y.: Scribners and
Sons, 1966, pág. 1). Debido a que mizmôr aparece en los títulos de 57 de los salmos, los
traductores griegos utilizaron la trad. de esa palabra para dar título a toda la colección.
En la Biblia hebr., el título de este libro es sēp̱er tehillîm, “Libro de Alabanzas”, refiriéndose
a su contenido y no tanto a su forma. Ese nombre es muy adecuado para referirse a la colección
de himnos que se usaban en la adoración del pueblo de Israel, ya que la mayoría de los salmos
contienen un elemento de alabanza. Claus Westermann, en su estudio de los salmos de lamento
individual, encontró que sin excepción, todos ellos van más allá de la queja y la petición para
expresar alabanzas al Señor (The Praise of God in the Psalms, “La Alabanza a Dios en los
Salmos”, pág. 74). En los títulos, la palabra tehillâh (“alabanza”) sólo aparece una sola vez (Sal.
145), pero se usa unas 28 veces a lo largo del libro. Es posible que tehillîm sea el nombre técnico
del libro, ya que el pl. normal de tehillâh es tehillôṯ.
Su lugar en el canon. En la Biblia hebr., este libro pertenece a la tercera sección, la cual se
llama Escrituras (después de las secciones de la Ley y los Profetas). En los manuscritos hebr.,
generalmente aparece al principio de esa división.
Este arreglo del canon bíblico no se sigue en nuestra versión, donde el orden se basa en las
versiones griegas y latinas. En ellas, parece que el arreglo de los Profetas y las Escrituras es
tópico y cronológico.
Naturaleza de los salmos
1. Poesía lírica religiosa. Salmos es la más grande colección de poesía lírica antigua que
existe, misma que expresa directamente las emociones individuales del poeta. Debido a que
forma parte del A.T., necesariamente esa poesía es religiosa. La poesía lírica religiosa expresa las
emociones y sentimientos que conmueven al poeta al pensar en Dios y al dirigirse a él (A.F.
Kirkpatrick, The Book of Psalms, “El Libro de los Salmos”, pág. x).
Muchos salmos se dirigen a Dios directamente, expresando en forma poética peticiones y
alabanzas. Revelan todos los sentimientos religiosos del creyente—temores, dudas y tragedias,
así como triunfos, alegrías y esperanzas. Con frecuencia, los salmistas tomaban de sus
experiencias para ejemplificar las necesidades de la gente y la bondad y misericordia de Dios. Al
cantar su gratitud por las liberaciones pasadas en forma de poesía didáctica fácil de recordar, los
salmistas proporcionan al creyente apoyo y alivio en sus horas de prueba, y le advierten contra la
incredulidad y desobediencia. En este aspecto, los salmistas entonaban cánticos de gozo al
reconocer que la ley de Dios es la guía de su conducta y la que les dirige para obtener
prosperidad. Varios salmos también incluyen la “sabiduría” o filosofía de la vida de Israel.
Además, reflejan las enseñanzas morales de los Proverbios y otras obras de literatura sapiencial.
Debido a que los salmos formaban el “himnario” del templo, a menudo celebran las
ordenanzas del santuario y se gozan en el privilegio de acercarse a Dios en su santo monte. Este
aspecto de los salmos, combinado con el despliegue de sentimientos religiosos personales que
contienen, hacen de ellos la expresión más poderosa y completa de la adoración del antiguo
Israel. Además, debido a que adoptaron la forma de poesía lírica, se hicieron inolvidables.
Salmos revela que el israelita era un pueblo intensamente religioso, que adoraba a Dios y que
poseía un fuerte sentido del bien y del mal. Debido a que se consideraba el pueblo del pacto de
Dios, se oponía a la impiedad e incredulidad. Sus actividades cotidianas, sus fiestas nacionales y
su esfuerzo militar, se realizaban con entrega religiosa. Debido a que sus cantos reflejan esa
entrega, los hace más que útiles para la edificación de toda la familia de la fe.
2. Lenguaje evocador. La poesía lírica difiere de otras formas literarias en que es una forma
más concentrada de discurso que incluye deliberadamente más elementos artísticos. La
concentración se logra a través del uso de imágenes, símbolos, figuras, vocabulario emotivo y
múltiples significados. Las imágenes utilizadas en los salmos son terrenales, porque
principalmente, Israel era una nación agrícola y pastoril que vivía en el campo, cerca de la
naturaleza. También utiliza figuras militares, porque a menudo se enzarzó en guerras para
conquistar la tierra o para repeler los ataques de otras naciones que a veces Dios utilizaba para
disciplinarlos. Para entender completamente las expresiones poéticas que usaban, debemos
conocer las experiencias culturales de ese pueblo.
El lenguaje evocador que aparece en el discurso poético permitió a los salmistas lograr
simultáneamente varios propósitos. El hecho de que la verdad se presente en cuadros verbales,
evoca en el lector las emociones que el poeta sintió cuando escribió sus líneas; y puede
comprender así la significancia emocional de las palabras junto con su sentido intelectual. Por
ejemplo, el poeta describe la vitalidad y estabilidad de un hombre justo usando la figura de un
árbol plantado junto a arroyos de aguas, o el miedo del cobarde al compararlo con la cera que se
derrite, o los ataques verbales de los impíos, usando la imagen de espadas y flechas. Por eso, una
exposición de Salmos debe ser sensible a esas imágenes si pretende apreciar tanto el significado
intelectual como el emocional de su poesía. En concreto, el libro de los Salmos debe ser tratado
como poesía lírica religiosa.
En el libro aparecen varios encabezados para designar los distintos tipos de salmos que hay
en él. Mizmôr, que se trad. “salmos” aparece en 57 de ellos. Ese término se refiere a un cántico
acompañado de instrumentos de cuerda. “Himno” es trad. de šîr y se aplica a 32 salmos. Un
maśkîl probablemente significa “poema contemplativo” y 13 salmos llevan ese encabezado. La
designación miḵtām se encuentra en 6 salmos. Posteriormente se llegó a creer que significaba
“epigrama” o “poema inscrito”, pero esto es discutible. Cinco salmos se designan como
“oraciones” (tep̱illâh), y uno se llama “de alabanza” (tehillâh, Sal. 145).
3. Metro. El hecho de que los salmos sean medios artísticos, despliegan en mayor medida y
frecuencia los componentes de la expresión artística, incluyendo patrón, diseño, unidad,
equilibrio, armonía y variación. Los salmistas eran muy creativos y poseían una gran
imaginación. Por eso, consideraban que su arte era crucial para expresar el significado del
contenido.
Un elemento básico de la poesía es el metro. La poesía hebr. ciertamente tiene metro y ritmo,
pero todavía no es posible identificar y determinar su metro con algún grado de certidumbre. La
mayoría de los comentaristas quedan satisfechos con contar el número de palabras hebr.
acentuadas o unidades de palabras que hay en una línea como base para hacer su análisis poético.
Debido a que sólo unos cuantos salmos siguen en forma consistente un patrón métrico o
contienen palabras acentuadas, son poco convincentes los intentos que se han hecho para
reconstruir el texto siguiendo ideas preconcebidas o novedosas para encontrar la métrica.
4. Paralelismo. La característica predominante de la estructura poética hebr. es la repetición
de un significado en expresiones paralelas—el llamado paralelismo poético. Generalmente, la
estrofa poética bíblica tiene dos o más de esas unidades paralelas. La relación entre ellas debe
estudiarse para determinar el énfasis que tiene cada verso como un todo. Se han hecho comunes
las siguientes categorías de paralelismos, y pueden usarse para analizar las relaciones que hay
entre las distintas unidades paralelas (V. A.A. Anderson, The Book of Psalms, “El Libro de los
Salmos”, 1:40–42; y James L. Kugel, The Idea of Biblical Poetry: Parallelism and Its History,
“El concepto de la poesía bíblica: el paralelismo y su historia”. New Haven, Conn.: Yale
University Press, 1981.
Paralelismo sinónimo. Describe la similitud más cercana entre cada una de las dos líneas
consecutivas. El término o unidad de pensamiento que aparece en una parte se compara con un
término o unidad de pensamiento equivalente en la otra. En los siguientes ejemplos, los
elementos paralelos se han dividido según las palabras que aparecen acentuadas en el verso
hebr.:
“Después entró / Israel / en Egipto;//
Y Jacob / moró / en la tierra de Cam” (Sal. 105:23).
Paralelismo antitético. Equilibra los elementos paralelos a través de la oposición o contraste
de pensamientos:
“En la mañana / florece / y se renueva;//
a la tarde / es cortada / y se seca (90:6).
Paralelismo emblemático. Aparece cuando una de las unidades paralelas es una ampliación
metafórica de la otra:
“Como el padre / se compadece / de sus hijos,//
“se compadece / Jehová / de los que le temen” (103:13).
El orden de las palabras no necesariamente debe ser igual en las expresiones paralelas del
verso. De hecho, algunas veces se invierte el orden de las palabras de la segunda parte para
formar un quiasmo poético. Además, con frecuencia el paralelismo está incompleto. Dentro de
esto, se pueden distinguir dos tipos:
Paralelismo incompleto con compensado. Se refiere a un verso donde sólo algunos de los
términos son paralelos, aunque cada parte tiene el mismo número de términos:
“Su fruto / destruirás / de la tierra,//
y su descendencia / de entre / los hijos de los hombres” (21:10).
Este tipo también puede aparecer en expresiones repetidas en un paralelismo escalonado
conocido como paralelismo de clímax:
“Tributad / a Jehová / oh hijos de los poderosos,//
Dad / a Jehová/ la gloria y el poder,//
Dad / a Jehová / la gloria debida a su nombre;
Adorad / a Jehová / en la hermosura de su santidad” (29:1–2).
Paralelismo incompleto sin compensación. Se refiere a un verso en el que una de las líneas
tiene menos términos:
“Jehová, / no me reprendas / en tu enojo,//
ni me castigues / con tu ira” (6:1).
Cuando la segunda expresión paralela es de compensación (i.e., cuando sencillamente
continúa el pensamiento de la primera), el paralelismo se describe como formal (y por lo tanto,
en realidad no es un paralelismo):
“Pero yo he puesto / mi rey//
sobre Sion, / mi santo monte” (2:6).
Algunos estudiosos encuentran que es conveniente usar la categoría general llamada
“paralelismo sintético” de Lowth en vez de “paralelismo incompleto”. En el paralelismo
sintético, la segunda línea amplía la idea de la primera.
El paralelismo describe la relación que hay entre las expresiones de los versos (paralelismo
interno); a veces también refleja la relación que hay entre los versos (paralelismo externo).
5. Arreglos estilísticos. Con excepción de algunos salmos, no es común el arreglo de líneas
poéticas para formar estrofas. Quizá el mejor ejemplo de esto es el salmo 119, porque se divide
en 22 estrofas de ocho versos cada una. Pero pocos salmos contienen un refrán para marcar el
arreglo por estrofas (e.g., 42:5, 11; 43:5; 57:5, 11; 80:3, 7, 19).
Algunos salmos están compuestos en forma alfabética a manera de acróstico, i.e., cada verso
empieza con una letra diferente del alfabeto hebr. siguiendo su orden consecutivo (Sal. 9–10
[juntos, estos dos salmos son un poema acróstico]; 25; 34; 37; 111–112; 145). Este arreglo
también se utiliza en el salmo 119, donde cada uno de los ocho versos de cada una de las 22
estrofas empieza con la misma letra. Entre otros, esa estructuración debe haber tenido como
propósito que sirviera como ayuda mnemotécnica.
6. Música y melodía. En las alabanzas de Israel se menciona el uso de la música e
instrumentos musicales. Se nombran címbalos, tamboriles, instrumentos de viento, así como
instrumentos de cuerdas de varios tipos, indicando que debe haber existido el acompañamiento
musical en gran escala.
Además, muchas de las instrucciones que aparecen en los encabezados de los salmos indican
qué clase de actividades musicales se realizaban. Principalmente, están las instrucciones “al
músico principal” (lamnaṣṣēaḥ, “al director musical”, NVI99) que aparecen en 55 salmos.
Aunque existen muchas especulaciones acerca de ese título, quizá se refiere al director principal
encargado de la música del templo. Es probable que los salmos que llevan esa designación
formaran en algún tiempo una colección de himnos usados en el servicio del templo.
La frase “de los hijos de Coré”, que se encuentra en Salmos 42; 44–49; 84–85; 87–88,
probablemente se refiere a los ejecutantes musicales que pertenecían a esa familia porque de otro
modo, se requeriría de una autoría múltiple o de una autoría doble para el salmo 88. Yeḏûṯûn (“a
Jedutún”, Sal. 39; 62; 77) probablemente también se refiere a una cofradía de músicos, porque
Jedutún fue uno de los jefes musicales de David (1 Cr. 16:41).
Otros títulos también proporcionan indicaciones musicales. Neg̱înôṯ (Sal. 4; 6; 54–55; 67; 76)
significa “con instrumentos de cuerda” (NVI99). En hebr., el salmo 61 dice neg̱înaṯ (sing.), “con
un instrumento de cuerda”, aunque la RVR60 lo trad. como pl. Šemînîṯ (Sal. 6; 12)
probablemente significa “con un laúd de ocho cuerdas” (“con instrumentos de cuerda. Sobre la
octava”, NVI99). Se desconoce el significado de neḥîlôṯ (Sal. 5; aunque la NVI99 lo trad.
“acompáñese con flautas”); tal vez se refiere a las flautas que se usaban para expresar un
lamento. Gittîṯ (Sal. 8; 81; 84) también es difícil de interpretar, porque puede significar tanto
“canción del vino” como “instrumento de Gat” (la NVI99 dice: “sígase la tonada de ‘la canción
del lagar’ ”). ’Ălāmôṯ (Sal. 46) probablemente significa “doncellas” y puede referirse a un canto
que era entonado por voces femeninas.
Selâh, que se encuentra en muchos salmos, pero no en los encabezados, puede indicar el
momento en que los adoradores debían “levantar” sus voces (porque es probable que selâh se
relacione con sālal, “levantar o elevar”). En total, se usa 71 veces en Salmos. Originalmente,
selâh no aparecía en el libro, sino que se añadió posteriormente. Aun así, su inclusión es bastante
antigua.
Varios salmos también incluyen indicaciones para las melodías. “Sobre [con la tonada de]
Lirios” se encuentra en Salmos 45, 60, 69 y 80. “Sobre Ajelet-sahar” (lit. en hebr. “sígase la
tonada de ‘la cierva de la aurora’ ”, NVI99) aparece en el salmo 22. El encabezado del salmo 56
es: “sobre la paloma silenciosa en paraje muy distante” (lit. en hebr. “la tonada de ‘la tórtola en
los robles lejanos’ ”, NVI99). La indicación “no destruyas” aparece en Salmos 57–59 y 75. Se
han discutido mucho, y todavía son inciertos, los significados de Mut-labén del encabezado del
salmo 9 (trad. por la NVI99 “la tonada de ‘la muerte del hijo’ ”), y Mahalat, de Salmos 53 y 88.
Esas notas que se añadieron a los títulos de los salmos en hebr., pueden haberse referido a las
melodías correspondientes, o tal vez a alguna idea litúrgica.
Autoría y notas históricas. Los comentaristas han debatido intensamente la trad. de la
preposición lāmeḏ, que tradicionalmente se creía designaba la autoría de los salmos (e.g. leḏāwiḏ,
“de David”). Pero los eruditos modernos han dudado de esas notas basándose en razones
históricas, gramaticales y teológicas. Muchos creen que David escribió cierto número de salmos,
pero no es posible decir cuáles, si es que en realidad escribió alguno.
Las Escrituras aseguran que David fue cantor de himnos y el principal organizador de las
cofradías de músicos del santuario (1 Cr. 15:3–28; 16:4–43; 23:1–5; 25; 2 S. 6:5; también cf. 1
Cr. 13:8). Además, las tradiciones de Israel recuerdan a David como escritor de poesía sagrada.
Por otro lado, la construcción gramatical de la preposición lāmeḏ junto con el nombre de
“David” (leḏāwiḏ) ciertamente puede referirse a la autoría del salmo. La preposición puede trad.
como “a”, “para”, o “de”, o aun de otras formas. Su uso para distinguir la autoría ha sido bien
comprobado en las inscripciones semíticas del noroeste, por otros dialectos semitas como el
árabe, y otros pasajes bíblicos como Habacuc 3:1 (“de Habacuc”). Aunque un traductor podría
interpretar esa preposición de otra manera, hay suficiente evidencia para apoyar su uso al
designar al autor de los salmos.
No obstante, cada salmo debe estudiarse individualmente, y los encabezados que utilizan la
preposición lāmeḏ deben trad. según su evidencia interna, porque ésta se usa en una gran
variedad de formas. La reacción demasiado negativa a esos encabezados como indicadores de
quién es su autor, es parte del escepticismo general en cuanto a la antigüedad de los salmos.
Aunque algunos eruditos críticos han sugerido que muchos de los salmos se escribieron en el
período posexílico o el de los macabeos, hay evidencias obtenidas de las tablas ugaríticas de Ras
Shamra que prueban la antigüedad de ese tipo de expresión poética. Por lo tanto, los expositores
de Salmos deben investigar cuidadosamente las evidencias relativas a las inscripciones que
parecen indicar de qué autor se trata. También debemos recordar que Cristo y sus apóstoles
consideraban que éstas eran testimonio de la autoría individual de los salmos.
Si aceptamos las indicaciones de autoría como ciertas, la siguiente tabulación puede ser útil
para el estudio de los 90 salmos que las tienen: el salmo 90 se atribuye a Moisés; 73 de los
salmos a David; Salmos 50, 73–83 son de Asaf; Hemán ezraíta escribió el salmo 88; Etán ezraíta
(cf. 1 R. 4:31) escribió el 89; y se indica que Salomón es autor de Salmos 72 y 127. (Asaf,
Hemán y Etán eran músicos levitas; 1 Cr. 15:17, 19; cf. 1 Cr. 6:39; 2 Cr. 5:12).
Entonces, la escritura de los salmos abarca el período desde Moisés hasta el regreso de la
cautividad, porque algunos de los salmos, como indica su contenido, claramente son del período
posexílico.
Además de la preposición lāmeḏ unida a un nombre para designar a su autor, varios salmos
contienen pequeños apuntes informativos acerca de la vida de David. Es difícil decir cuándo se
escribieron esas inscripciones, pero no hay razón para dudar de su antigüedad. Catorce salmos
contienen notas históricas.
Salmos 59 está relacionado con 1 Samuel 19:11.
El salmo 56 se relaciona con 1 Samuel 21:10–15.
Salmos 34 está conectado con 1 Samuel 21:10–22:2.
El salmo 52 se relaciona con 1 Samuel 22:9.
Salmos 54 está relacionado con 1 Samuel 23:15–23.
Salmos 7 puede tener relación con 1 Samuel 23:24–29 (aunque esto es dudoso).
El salmo 57 se relaciona con el incidente de Adulam (1 S. 22:1–2) o de Engadi (1 S. 24).
Salmos 142, otro de los pasajes que relata la estancia de David en una cueva, podría referirse
también a cualquiera de las instancias mencionadas antes.
El salmo 60 procede de 2 Samuel 8:8, 13; y 1 Crónicas 18:9–12.
Salmos 18 es casi idéntico a 2 Samuel 22.
El salmo 51 se basa en el incidente del pecado de David que se menciona en 2 Samuel
11–12.
El salmo 3 parece relacionarse con 2 Samuel 15–18.
Salmos 63 puede estar relacionado con 2 Samuel 15:23.
Salmos 30 puede estar conectado con 1 Crónicas 21:1–22:1. (El contenido del salmo 30
sugiere que David lo escribió para la dedicación el templo después que pecó al censar al pueblo y
compró los terrenos para construir el santuario.)
Así que esas anotaciones dan fe de que muchos de los salmos fueron escritos por David
mismo, y que varios se relacionaron con acontecimientos de su juventud.
Formación del salterio. Puesto que la composición de los salmos abarcó un período tan extenso,
deben haber habido varias etapas en su formación. Ya se ha mencionado que David organizó la
música para la adoración en el templo. Salmos 72:20 contiene la anotación: “Aquí terminan las
oraciones de David, hijo de Isaí”. Algunos de los salmos anteriores al 72 no se adjudican a ese
rey, y 17 después de ese salmo sí se le acreditan. Entonces, esa nota se refiere a una colección
temprana de salmos.
Durante sus reformas, otros reyes también reorganizaron los gremios musicales y a los
músicos del templo. Salomón organizó los cantos en el santuario (2 Cr. 5:11–14; 7:6; 9:11; Ec.
2:8). Josafat lo hizo también (2 Cr. 20:21–22), así como Joiada (2 Cr. 23:18). Una de las
reformas de Ezequías consistió en restablecer los gremios de músicos (2 Cr. 29:25–28, 30; 30:21;
31:2). Ezequías instruyó a los levitas para que cantaran alabanzas usando las palabras de David y
Asaf (2 Cr. 29:30), lo cual sugiere que había dos colecciones de salmos. Posteriormente, Josías
reinstaló la música en el templo así como a las cofradías de músicos (2 Cr. 35:15, 25).
Entonces, el desarrollo del salterio pudo haber sido gradual, siendo revisado y reorganizado
con frecuencia. La primera etapa pudo haber sido la composición de salmos individuales,
algunos de los cuales se recolectaban para usarse en la adoración. Pero no todos los antiguos
salmos hebreos se tomaron en cuenta para ese himnario. No se consideraron los cánticos de
Moisés (Éx. 15:1–18; Dt. 32:1–42), María (Éx. 15:21), Débora (Jue. 5), Jonás (Jon. 2) y aun
algunos himnos de David (2 S. 1). En tiempos de ese rey, los levitas también compusieron
salmos para los servicios del templo (1 Cr. 16:4).
Tal vez la siguiente etapa fue formar la colección de salmos. Es posible que se incluyeran
algunos cánticos de David, así como los de Asaf. También se reunieron otras colecciones, como
los cánticos graduales o de los peregrinos (Sal. 120–134).
Esas colecciones más pequeñas entonces se incluyeron en los libros que ahora existen. El
Libro I está formado de Salmos 1–41; el Libro II incluye Salmos 42–72; el libro III abarca
Salmos 73–89; el libro IV está compuesto de Salmos 90–106; y el Libro V incluye Salmos
107–150. Cada una de esas secciones concluye con una doxología, y la totalidad del Salterio
concluye con el salmo 150, que es una doxología grandiosa. La evidencia más antigua de esas
cinco divisiones proviene de los rollos de Qumrán (encontrados cerca del mar Muerto) que
fueron copiados poco después del comienzo de la era cristiana.
La etapa final en la formación del salterio pudo haberse realizado con la intervención del
editor final. El orden actual muestra la influencia de un solo individuo. Aun así, la colección no
parece incluir el desarrollo de un solo argumento a través de toda ella.
Así que para cuando se cerró el canon del A.T., las colecciones de cánticos y salmos ya se
encontraban en su forma actual.
El texto de Salmos. En los mss. de Salmos, cuando menos se encuentran tres tipos de textos. La
Biblia hebr.; i.e., el Texto Masorético (TM), ciertamente representa el mejor texto. Los
manuscritos de esa familia preservaron las mejores lecturas, aun cuando a veces eran arcaicas,
raras, o difíciles. Esa preservación demuestra la alta estima que los escribas tenían por el texto
que recibieron. Sin embargo, los traductores y comentaristas ocasionalmente se han tomado
algunas libertades para enmendar el texto en su afán de resolver algunas de esas dificultades. Los
cambios sugeridos por ellos deben estudiarse con cuidado.
En la LXX en gr., el texto de los salmos se basa en una tradición textual distinta e inferior al
TM. En los casos en que el hebr. era especialmente raro o difícil, y los trad. griegos encontraban
alguna dificultad, a menudo emparejaban el texto para hacerlo más fluido. Jerónimo y los
traductores de otras Biblias dependieron grandemente de los textos gr.
La numeración de los salmos en gr. difiere del hebr. Es importante recordar esto cuando se
consultan los comentarios católicorromanos o los mismos textos latinos o gr. Lo siguiente ilustra
esto:
TM LXX
9–10 9
11–113 10–112
114–115 113
116:1–9 114
116:10–19 115
117–146 116–145
147:1–11 146
147:12–20 147
148–150 148–150
Es más, las versiones gr., inglesas y españolas no incluyen las notas como parte de la
numeración de los vv. como hace la hebr. Con frecuencia, entonces, los números de los vv. del
texto hebr. (y las referencias en otros libros que hacen alusión a ellos) son siempre uno o más vv.
arriba.
Un tercer tipo de textos aparece en el libro correspondiente a Salmos de los rollos
encontrados en el mar Muerto. Ese texto también es inferior al TM.
Tendencias al estudiar Salmos. Con el paso de los siglos, han prevalecido distintos
acercamientos para estudiar esta colección. La mayoría de estudiosos conservadores
probablemente confían en los antiguos pero útiles comentarios históricos, algunos de los cuales
proceden del s. XIX. Los comentarios de J.A. Alexander, Franz Delitzsch, Alexander Maclaren y
J.J.S. Perowne proveen interpretaciones históricas y gramaticales del texto. Sin embargo, cuando
reconstruyen las circunstancias de los salmos, en ocasiones van más allá de las evidencias
visibles.
El método literario-analítico de estudiar la Escritura puede observarse en el comentario de
C.A. Briggs. Basándose en las ideas teológicas, estructura poética y filología de Salmos, supuso
que la mayoría de ellos habían sido escritos en el período de los macabeos (ca. 150 a.C.)
Una serie de estudios más provechosa procede del método de crítica de las formas de Salmos.
Hermann Gunkel fue el pionero de ese acercamiento y se encuentra en su libro Einleitung in die
Psalmen, Introduction to the Psalms, “Introducción a Salmos”, trad. por Thomas Horner.
Filadelfia: Fortress Press, 1967). El método considera que los salmos debían cantarse en los actos
rituales de adoración de Israel. Primero Samuel 1:24–2:10 y 1 Crónicas 16:1–37 dan evidencia
de ese acercamiento a la salmodia. Entonces, la tarea era determinar las circunstancias que
rodearon la formación de cada salmo.
La crítica de las formas también determinó que los salmos que se usaban en las mismas
actividades rituales del templo tenían características comunes, tales como vocabulario, ideas y
modos, y formas de expresión. Al comparar éstas, se podrían agrupar los diferentes tipos de
salmos.
Desde este acercamiento, se pudieron reconocer algunas categorías de los distintos tipos de
salmos. Éstos incluyen lamentos individuales y nacionales, acciones de gracias de individuos, e
himnos. También existen subtipos, como salmos reales, de los peregrinos, de victoria, cánticos a
Sion, salmos de entronización, de la tôrâh (la ley) y de sabiduría.
Muchos críticos de las formas creyeron que podrían trazar el desarrollo de esos tipos de
salmos. Como resultado, la mayoría de los salmos fueron considerados composiciones
sacerdotales con fines litúrgicos, no como poemas de santos independientes que escribieron
acerca de sus experiencias con Dios. Ese esfuerzo de la crítica de formas ha hecho que muchos
expositores rechacen todo el sistema. Esto es infortunado, porque se han producido muchas cosas
buenas de ese método.
Las siguientes clasificaciones de tipos de salmos se han usado para gran beneficio y
comprensión de ellos.
1. Lamentos individuales. Esos salmos se consideran oraciones pidiendo ayuda en la
aflicción. Constan de las siguientes partes:
a. Clamor introductorio a Dios. El salmista se vuelve a Dios de inmediato y derrama su
corazón en un breve discurso (con frecuencia es un resumen del tema del salmo).
b. Lamento. Enseguida, el salmista expresa su estado lamentable. Al describir sus
dificultades, declara lo que le han hecho sus enemigos, las estrecheces por las que está pasando,
y lo que Dios había o no había hecho.
c. Confesión de confianza en Dios. Dejando su queja, el salmista declara su confianza
absoluta en el Señor. Algunas de esas secciones se amplían para convertirse en salmos completos
de seguridad y confianza.
d. Petición. A continuación, el salmista pide la intervención divina a favor de él para
rescatarlo.
e. Promesa de alabarlo o expresión de alabanza. El salmista concluye su lamento con una
expresión llena de alabanza a Dios por responder a su oración. Debido a que esa sección forma
parte de la oración provocada por la aflicción, se ha descrito como un juramento—que es lo que
el poeta diría delante de la congregación cuando el Señor hubiera contestado su petición. Estando
seguro de que el Señor le contestaría, el salmista empieza a adorarlo dentro de su oración. Claus
Westermann sugiere que en medio de la oración del salmista, Dios escuchaba y se inclinaba
hacia el sufriente (The Praise of God in the Psalms, “La Adoración a Dios en los Salmos”, pág.
79). La repentina seguridad de la respuesta divina llevaba al salmista a expresar una grandiosa
muestra de alabanza.
2. Lamentos nacionales. Estos salmos siguen el mismo patrón de los lamentos individuales,
pero generalmente son más cortos. Incluyen un discurso introductorio y una petición, un
lamento, la confesión de seguridad, una petición y una promesa de alabar al Señor. En cada uno
de esos salmos, la nación enfrentaba alguna dificultad, y todo el pueblo unido se acercaba a Dios
con su queja.
3. Salmos de acción de gracias Estos salmos, también llamados salmos de adoración
declarativa, adoptan una forma diferente. Incluyen cinco elementos:
a. Proclamación de alabanza a Dios. Generalmente, el salmista empieza con una expresión
parecida a: “Te alabaré mi Dios”, porque ese poema era el medio por el que decía a otros lo que
Dios había hecho por él.
b. Resumen introductorio. Con frecuencia, el salmista ofrece una breve explicación de lo que
Dios ha hecho por él.
c. Informe de la liberación. A continuación, el salmista expresa en forma detallada su
liberación. Generalmente explica que había clamado al Señor, que él le había escuchado, y que lo
había librado.
d. Renovación de la promesa de alabarlo. Aquí, de hecho el salmista le da a Dios la alabanza
que le había prometido.
e. Alabanza o instrucción. El salmo termina con una alabanza directa a Dios, o bien,
incorpora una sección adicional de instrucciones para otros.
Los salmos 21, 30, 32, 34, 40 y 66 son ejemplos de salmos de acción de gracias o de
adoración declarativa.
4. Salmos (himnos) de alabanza descriptiva. No hablan principalmente de alguna liberación
personal. Más bien, ofrecen una alabanza directa a Dios y siguen un arreglo distinto:
a. Llamado a la alabanza. El salmista invita a otros a que alaben a Dios.
b. Motivo de la alabanza. El salmista expresa las razones para hacerlo. Esta sección
generalmente incluye un resumen y después un desarrollo completo de los motivos para alabar al
Señor. Usualmente, la razón era la grandeza y gracia de Dios, explicada con ilustraciones
específicas.
c. Conclusión. El salmista termina su himno con una nueva exhortación a alabar al Señor.
Los salmos 33, 36, 105, 111, 113, 117 y 135 son ejemplos de salmos de alabanza descriptiva.
Otras clases de salmos se discutirán a lo largo de este Comentario. Entre los más
importantes, están: salmos sapienciales, de los peregrinos, de la realeza y de entronización. Los
salmos sapienciales están relacionados muy de cerca con los patrones que sigue la literatura de
sabiduría del A.T. (e.g., Pr.). Entre las características que pueden contener están los dichos
“mejor es” (Sal. 119:72), dichos numéricos (62:11–12a), amonestaciones a los “hijos” (34:11),
fórmulas de bendición (1:1), énfasis en la ley (119), y contrastes entre los justos y los impíos
(1:6; 49).
Los salmos 120–134 han sido llamados cánticos de los peregrinos. Todos ellos tienen el
título “cántico gradual”. Aunque se han ofrecido gran cantidad de interpretaciones para esas
inscripciones, es más posible que se refieran a los viajes en que Israel “subía” a Jerusalén para
participar en las tres fiestas anuales (cf. 1 S. 1:3; Sal. 122:4; Is. 30:29; también cf. Éx. 23:17; Sal.
42:4). El contenido de muchos de esos salmos se adaptan bien a la posibilidad de realizar un
viaje a Jerusalén.
Los salmos en que se menciona al rey ungido como protagonista se llaman salmos reales. Su
contenido se refiere a los hitos de la carrera del monarca, tales como la coronación (Sal. 2), su
boda (Sal. 45), o su salida a la batalla (Sal. 20; 144). El pacto davídico se consigna poéticamente
en el salmo 89. Salmos 110 anticipa la venida del rey conquistador, y Salmos 72 prevé su
reinado glorioso. Para estudiar la relación entre esos salmos y el Rey Mesías, V. el comentario de
esos salmos.
Los salmos de entronización se caracterizan por las expresiones “Jehová reina” (Sal. 93;
96–97; 99), Jehová “es Rey grande sobre toda la tierra” (Sal. 47; 95), o “vino a juzgar la tierra”
(Sal. 98). Los comentaristas interpretan esas expresiones en distintas formas. Algunos dicen que
se refieren a una fiesta anual que celebraba el reinado de Dios sobre la tierra. No obstante, no hay
evidencias concluyentes que prueben que se llevara a cabo un festival de esa índole. Otros
entienden la frase como que se refiere al reinado del Señor sobre Israel. Esto es congruente con
el salmo 99, pero no le hace justicia al contenido de los demás. También se ha interpretado como
una alusión al reinado universal de Dios (Alva J. McClain, The Greatness of the Kingdom, “La
grandeza del reino”. Grand Rapids: Zondervan Publishing House, 1959, pág. 22). El salmo 93
podría interpretarse de esta manera, pero es evidente que las ideas de los salmos de entronización
incluyen algo más dramático.
Aunque puede decirse que los salmos de entronización incluyen características del reino de
Dios en varias instancias (i.e., en sus grandes actos salvíficos en que se desplegaba su soberanía),
el significado más completo de la terminología utilizada en ellos alude al reino mesiánico. El
lenguaje que se usa en ellos, reminiscente de la teofanía de Sinaí, armoniza bien con los oráculos
proféticos del esperado reino mesiánico. De hecho, la expresión “Jehová reina” se encuentra en
Isaías 52:7 y se refiere al futuro reino del Siervo sufriente.
El estudio de los salmos de entronización ha conducido a muchos eruditos modernos a
adoptar un acercamiento “cúltico” a ellos. Ese acercamiento es una evolución del método de la
crítica de formas y argumenta que el festival anual de otoño era el centro de la adoración o
“culto” de Israel. Un adepto a ese punto de vista es Sigmund Mowinckel (The Psalms of Israel’s
Worship, “Los Salmos de la adoración de Israel”). Él afirma que en la época otoñal, Israel
realizaba una fiesta en que el Señor era entronizado en el templo, asegurando así su reinado
sobre el universo por un año más. La evidencia de Mowinckel se basa en las referencias bíblicas
al reinado o justicia de Dios (Sal. 47; 93; 95–99), a su victoria sobre la naturaleza y al pueblo que
participa en un festival en que se regocija en el prospecto de que su Dios reine. El material que
toma como base es insuficiente, así que apoya su idea tomando como ejemplo algunas fiestas
parecidas de las naciones del antiguo Cercano Oriente que rodeaban a Israel, en especial
Babilonia y su festival llamado Akitu.
Otros han interpretado ese festival en forma distinta. Artur Weiser (The Psalms: A
Commentary, “Los Salmos, un Comentario”) concuerda en que se realizaba un festival otoñal y
que en él se usaban los salmos de entronización, pero sugiere que se hacía una renovación del
pacto en vez de una entronización de facto del Señor. Para ello, describe algunas similitudes con
Josué 24.
Hans-Joachim Kraus (Worship in Israel, “La adoración en Israel”. Richmond, Va.: John
Knox Press, 1966) ve un cuadro más complejo del festival de otoño. Lo considera como un
recordatorio del éxodo, del peregrinaje por el desierto, la celebración de la renovación del pacto,
aunado con la tradición y conceptos cananeos del reinado que surgieron durante el gobierno de
David y Salomón.
Si en verdad existía ese festival, y constituye la clave de todo el Salterio, es sorprendente que
no se mencione en ningún lugar de las Escrituras. Es probable que algunos de los salmos se
usaran en relación con los festivales de otoño, pero es improbable que la mayoría de los salmos
formara parte de una fiesta diseñada siguiendo ideas mitológicas paganas. Ese acercamiento
también ha sido criticado con base en la evidencia procedente de los festivales del antiguo
Cercano Oriente. (V. Kenneth A. Kitchen, Ancient Orient and Old Testament, “El antiguo
oriente y el A.T.”. Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1966, pág. 102).
No obstante, ese enfoque para estudiar los salmos proporciona un énfasis necesario. Es
probable que muchos de los salmos se relacionaran con el ritual y la adoración del tabernáculo de
David y/o con el templo de Salomón. Con demasiada frecuencia, los comentaristas
conservadores muestran indiferencia al escenario de adoración del tabernáculo y del templo.
Aparte de las numerosas referencias a la adoración en el ritual del templo dentro de los
salmos, hay indicadores litúrgicos que se dan en algunos de los títulos. Salmos 30 dice: “Salmo
cantado en la dedicación de la Casa”, el 92 se designa como “Salmo. Cántico para el día de
reposo” y el 100: “Salmo de alabanza”, y se usaba durante el ofrecimiento del sacrificio de
acción de gracias (Lv. 7). “Salmo de David, para recordar o conmemorar” es la inscripción que
aparece en Salmos 38 y 70, y es evidente que era un recordatorio para que el Señor se acordara
del que hacía la petición. Se desconoce el significado de šiggāyôn, “sigaión”, del salmo 7. A las
anteriores, se puede añadir el título “cántico gradual” (Sal. 120–134), que se entonaba cuando los
israelitas iban de camino hacia los grandes festivales que se celebraban en Jerusalén.
El calendario religioso judío (V. “Calendario de Israel” en el Apéndice, pág. 424) es muy
importante para entender los antecedentes de algunos salmos. Las tres grandes fiestas anuales se
explican en Éxodo 23:14–19 y Levítico 23:4–44. Durante la pascua y los panes sin levadura que
se conmemoraban en la primavera, la fiesta de las semanas o Pentecostés (también llamada de las
primicias) que se realizaba al principio del verano, y la de la expiación o de los tabernáculos que
se celebraba en el otoño, la gente debía ir a Jerusalén a celebrar la abundancia provista por Dios
en las cosechas. En todas esas convocaciones, el pueblo participaba en el ritual del templo y
cantaba los salmos para expresar su alabanza.
Con frecuencia, los salmos hablan de instrumentos musicales, de cantos, y de que el pueblo
aplaudía durante las actividades religiosas. Salmos 5:7 menciona el acto de entrar en el templo
para adorar a Dios. (Sal. 68:24–27 se refiere a una procesión hacia el santuario acompañada por
cantantes; cf. 42:4.) Salmos 122:1 relata la alegría de participar en una peregrinación hacia el
templo.
En muchas ocasiones, Israel adoraba en el templo. El día de reposo, la nueva luna, los años
sabáticos y el jubileo, proporcionaban oportunidades de adorar a Dios en el santuario.
Los adoradores también podían venir en forma espontánea. Había ofrendas voluntarias que se
traían para expresar gratitud (tôḏâh; cf. Lv. 7:12–18; Sal. 50:14–15), por haber recibido
respuesta a la oración (1 S. 2:1–10), para purificación de impureza ritual o de enfermedades (Lv.
13–15), por la reivindicación de la persona involucrada en conflictos legales, para la expiación
de pecados (Sal. 51:13–17), o para cumplir votos especiales. En tales ocasiones, el adorador traía
su ofrenda para ser compartida con los otros asistentes, y daba a conocer su alabanza
(probablemente en la forma de un salmo de adoración declarativa) para edificación de la
congregación.
Sin duda, las oraciones del salterio también eran usadas ampliamente por aquellos que venían
a pedir perdón, salud, protección, liberación, y consuelo, como han sido usados a través de toda
la historia de la iglesia.
Así que con toda seguridad, ya fuera individual o congregacionalmente, los salmos se
cantaban o repetían con frecuencia cerca del santuario. Sus mensajes y cómo se usaban son muy
instructivos para los creyentes de hoy, como pretende mostrar la exposición que sigue. Las
oraciones de los salmistas denotan la gran confianza que tenían en el Señor, ésta era tan grande
que a veces se dedicaban a adorar al Señor aun antes de que fueran respondidas sus peticiones.
Un estudio cuidadoso de los Salmos muestra cómo se desarrollaba esa confianza en el Señor.
Además, las alabanzas de los salmistas muestran un gozo genuino y espontáneo por los
beneficios recibidos de Dios. Para ellos, era pecado recibir algo del Señor y no adorarlo. La
declaración de los beneficios divinos era la parte final del proceso. También era parte del disfrute
de Dios, porque en forma natural, uno menciona las cosas que más disfruta (C.S. Lewis,
Reflections in the Psalms, “Reflexiones en los Salmos”. Nueva York: Harcourt, Brace and
World, 1958). Entonces, cuando las Escrituras llaman a los creyentes a adorar a Dios, los llaman
a disfrutar de Dios y sus beneficios. Y cuando Dios bendice a alguien, ese hecho debe
compartirse con la congregación para que todos puedan unirse a la alabanza y disfrutar de Dios y
sus beneficios.
En Israel, lo anterior generalmente involucraba participar en la comida sacrificial presentada
por el adorador que venía a alabar a Dios. Su sacrificio, que era una muestra de la abundancia
recibida, acompañaba a su alabanza. De esa manera, Dios era disfrutado por su pueblo, y como
consecuencia éste era inspirado a orar y a adorarlo aún más.
Teología de los salmos. Debido a que los salmos registran una muy amplia gama de ideas e
impresiones religiosas, es difícil descubrir una teología específica de toda la colección, aunque es
evidente que aquí afloran casi todas las ideas teológicas del A.T. No obstante, se nota un énfasis
predominante y recurrente a través de toda la colección. Los salmistas creían o expresaban la
creencia de que Dios, que soberanamente gobierna el universo, algún día establecerá su reino en
la tierra, dentro y a través de su pueblo. Cuando su pueblo enfrentaba oposición por parte de los
impíos o dificultades físicas, oraba para que el reino fuera una realidad en sus vidas y confiaba
en que el Juez de toda la tierra los reivindicaría. Cuando la justicia triunfaba, alababan a Dios
porque la causa justa del Señor había salido victoriosa.
La participación de los salmistas en la adoración y aceptación de la ley demuestra su
confianza en el gobierno divino. A veces, veían más allá de sus experiencias, hacia el reino justo
y real de Dios en la tierra cuando viniera el Mesías. Es imposible decir cuán clara era su
comprensión de los detalles relacionados con la revelación de Dios. No obstante, sí es claro que
confiadamente esperaban que Dios pusiera las cosas en orden.
Los salmistas no dudaban en expresar su lealtad a Dios y su pacto. En su celo por defender su
justicia, con frecuencia sus palabras expresan imprecaciones o maldiciones. Oraban pidiendo que
Dios quebrantara los brazos de los impíos (Sal. 10:15), que quebrara sus dientes (58:6), y que
derramara su ira contra ellos (69:22–28). Debe recordarse que los salmistas estaban llenos de
celo por defender el gobierno de Dios sobre su pueblo. Por eso, esas expresiones no indicaban
una venganza personal. De hecho, los salmistas afirmaban que su amabilidad con tales personas
había sido traicionada porque incluso, les devolvían odio por amor (109:4–5). Sus oraciones
representan su anhelo de que la causa divina fuera reivindicada en la tierra, y que el pecado fuera
castigado—lo que al final, Dios haría de todos modos.
Por supuesto que el creyente del N.T. eleva una oración distinta, porque comprende la
revelación total de Dios. Aun así, cuando pedimos que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra,
o que Cristo venga pronto, también estamos pidiendo la reivindicación de los justos y el castigo
de los impíos.
Los salmistas también aborrecían las ideas y costumbres paganas, porque sabían que
amenazaban la fe de su nación. Se atacan de manera sutil muchos aspectos de las creencias
politeístas extranjeras (menos sutilmente que los oráculos proféticos). Tales polémicas pueden a
veces ser una referencia casual (como la descripción que hacen del Señor como el “que cabalga
sobre los cielos”; 68:4, en lugar del Baal cananeo que se describe de manera semejante). En otras
ocasiones, la polémica constituye la sustancia de todo el salmo (como en Salmos 29, que
atribuye una tormenta sobre el territorio cananeo al Señor en vez de atribuirla a Baal, el dios
cananeo de las tormentas).
Muchos eruditos dicen que esas referencias son préstamos mitológicos del mundo semítico.
Sin embargo, aunque los israelitas compartían el vocabulario e imágenes comunes con sus
vecinos, estas porciones polémicas muestran una separación espiritual de sus caminos. El hecho
de que muchos israelitas siguieran a otros dioses hacía más urgente esa crítica. Si querían
asegurar y perpetuar la verdad de generación en generación, las creencias falsas y corruptoras
debían ser destruidas. Por ello, los estudiantes de Salmos deben estar conscientes de las
amenazas politeístas que pendían sobre la fe de Israel, así como las luchas históricas que
peleaban los justos.
La lucha con las fuerzas del mal, ya fueran las creencias paganas o los israelitas apóstatas,
forzaban a los creyentes sinceros a contender vigorosamente por la fe, a dar testimonio de su
integridad y lealtad abiertamente, y a esperar la liberación de Dios. Los salmistas esperaban que
esa liberación viniera durante su vida. Uno esperaría que esos poetas, que padecían
persecuciones, aflicciones y desaliento, se desesperaran con la vida y buscaran el contentamiento
en la vida por venir. Pero ese no es el caso. Más bien, sentían que la muerte terminaría con su
servicio y alabanza de Dios (aunque otros pasajes de las Escrituras registrados posteriormente,
indican que esto no era así). Es en esta vida que se puede experimentar el amor leal de Dios, su
fidelidad, y su justicia (Sal. 6:5; 30:9; 88:4–5, 10–12; 115:17).
En ninguno de los salmos se encuentra una expresión directa y clara de esperanza en la
resurrección, la clase de declaración que hicieron los profetas (Is. 26:19; Ez. 37:1–14; Dn. 12:2).
Sin embargo, algunos pasajes de este libro parecen interrumpir ese patrón para expresar
esperanza en un compañerismo continuo con Dios después de la muerte (Sal. 16–17; 49; 73).
Aun así, las expresiones que aparecen en ellos se usan en otros lugares para hablar de
experiencias temporales y terrenas. Por ejemplo, los salmistas usaron la palabra hebr. še ’ôl
(Seol) para designar al mundo de los muertos, pero también para referirse a la tumba y (en forma
figurada) a peligros extremos. Salmos 49:15 expresa esperanza en la liberación del Seol y
entrada a la presencia de Dios. Para el salmista, esto debe haber sido el equivalente de“una
esperanza de gloria”, pero también puede haber significado liberación temporal y continuación
en el servicio, porque Salmos 30:3 también menciona una liberación del Seol experimentada por
David.
A.F. Kirkpatrick destaca la forma tan sencilla en que esos pasajes se adaptan a una esperanza
en la vida futura, como se indica en la revelación bíblica posterior. “Es incuestionable que esos
salmos (Sal. 16–17; 49; 73) contienen un atisbo y la base para la doctrina de la vida eterna,
porque ésta estaba presente en la mente del Espíritu que inspiró a sus autores. El compañerismo
íntimo con Dios del cual hablan como siendo la felicidad más alta y verdadera, a la luz de la
naturaleza y destino del hombre en relación con Dios, sigue siendo considerada como limitada a
esta vida y sujeta a ser interrumpida de forma abrupta y definitiva. Se requería dar un paso más
adelante para darse cuenta de la verdad de su permanencia, pero es dudoso que los salmistas
hayan dado ese paso adicional” (The Book of Psalms, “El Libro de los Salmos”, págs. xxv–xxvi).
En caso de que hubieran dado ese paso, sería por fe.
La misma ambigüedad se aplica a los salmos mesiánicos. Con el conocimiento de la
revelación completa hecha en Jesucristo, uno puede mirar hacia atrás a los Salmos, y de hecho a
todo el A.T., y ver que con frecuencia hablan de Cristo (cf. Lc. 24:27). Aún así, para los
creyentes del A.T., no era muy claro el significado completo de esos pasajes. Por un lado, un
salmista describió su propio sufrimiento o victoria, y por el otro, esas expresiones, que pueden
haber parecido exageradas para describir la experiencia real del salmista, posteriormente se
hicieron verdad en Cristo Jesús. Mirando hacia atrás, alguien podría decir como Delitzsch: “Así
como Dios el Padre moldeó la historia de Jesucristo según su sabiduría, así su Espíritu moldeó
las palabras de David relacionadas consigo mismo, ya que fue un tipo del que había de venir,
teniendo en mente la historia” (“Salmos”, en el Commentary on the Old Testament in Ten
Volumes, “Comentario del A.T. en Diez Volúmenes”. 5:307).
La tipología es una forma de declaración profética. Difiere de la profecía formal en que
puede discernirse como tipológica sólo después de que se realiza su cumplimiento. Una vez que
se comprueba el antitipo, se puede ver hacia atrás y descubrir que algunas expresiones e
imágenes tienen otros significados aparte de la experiencia histórica del autor. Los escritores del
N.T. citaron con frecuencia los salmos para describir muchos aspectos de la persona y obra de
Jesús, el Mesías. Como el Ungido rey davídico por excelencia, Jesús es el gran antitipo de los
salmos mesiánicos; los cuales presentan al rey en primer plano. Sin embargo, los expositores
deben tomar precauciones y reconocer que no todo el contenido de los salmos mesiánicos es
aplicable a Cristo (i.e., no todas sus partes son tipológicas) y recordar que esos salmos tuvieron
su significado primario en la vida de los autores. El análisis del significado histórico, contextual
y gramatical del texto debe preceder al análisis de la aplicación hecha a Jesús en el N.T.
Muchos comentaristas han utilizado de alguna manera el arreglo que hizo Delitzsch de los
cinco tipos de salmos mesiánicos (“Salmos”, págs. 68–71).
1. Salmos puramente proféticos. Esta categoría probablemente se aplica al salmo 110, el cual
se refiere al futuro rey davídico que sería el Señor. El N.T. (Mt. 22:44) identifica a ese rey con
Jesucristo, no con otro rey davídico.
2. Salmos escatológicos. Salmos 96–99, llamados salmos de entronización junto con otros,
describen la venida del Señor y la consumación de su reino. Aunque no se refieren al rey
davídico, las Escrituras indican que se cumplirán en la segunda venida de Cristo.
3. Salmos tipológico-proféticos. En ellos, el escritor describe su propia experiencia usando un
lenguaje que va más allá de ella y se cumple históricamente en Jesús (e.g., Sal. 22).
4. Salmos indirectamente mesiánicos. Estos se escribieron para aplicarse a un rey
contemporáneo o para actividades monárquicas en general. Pero su cumplimiento definitivo se
realiza en Jesús (Sal. 2; 45; 72).
5. Salmos típicamente mesiánicos. Estos son menos evidentemente mesiánicos. De alguna
forma, el salmista es un tipo de Cristo (cf. 34:20), pero no se pueden aplicar a él otros aspectos
del pasaje. Quizá, en este caso, Jesús y los apóstoles estaban aplicando expresiones sálmicas
familiares a sus experiencias (e.g., 109:8 en Hch. 1:20).
Sin duda, el lenguaje de los Salmos expresa esperanza y las verdades de la fe en una forma
muy memorable, no sólo porque apuntan a Cristo, sino porque reflejan las luchas de los fieles.
Los Salmos han servido a los creyentes a través de todas las edades, como inspiración, y a
menudo, como instrumento de alabanza a Dios. Pero también han traído consuelo y esperanza a
las almas que pasan por épocas de grande necesidad, enseñándoles cómo deben orar,
asegurándoles que las oraciones son contestadas, así como para darles una confianza renovada en
su Señor. A menudo, los salmos cambian dramáticamente de estar expresando un lamento a
describir la contestación divina como si ya se hubiera realizado, lo cual es una expresión de la
confianza que tenía el salmista de que Dios iba a responder a sus peticiones. Tan seguros estaban
que las recibirían, que alababan al Señor con todo detalle, como anticipo de sus triunfos. Sólo a
través de una fe genuina puede el creyente encontrar seguridad en que Dios contesta cuando aún
se está orando. Los salmistas tenían esa certeza, porque su alabanza acompañaba a sus oraciones.
BOSQUEJO
I. Libro primero (Sal. 1–41)
II. Libro segundo (Sal. 42–72)
III. Libro tercero (Sal. 73–89)
IV. Libro cuarto (Sal. 90–106)
V. Libro quinto (Sal. 107–150)
COMENTARIO
I. Libro primero (Sal. 1–41)
Salmo 1
Este salmo es una introducción muy adecuada del salterio, porque resume los dos caminos
que están frente a la humanidad, el camino del justo y el del impío. Puede clasificarse como un
salmo sapiencial, porque hace hincapié en esas dos alternativas de vida, usa símiles, y anuncia la
bendición y la centralidad de la ley para tener una vida plena. Las características dominantes de
este salmo vuelven a aparecer una y otra vez a través de toda la colección.
El pasaje describe a un hombre bienaventurado que lleva una vida intachable y próspera
obedeciendo la palabra del Señor, y lo contrasta con los malos, los cuales perecerán.
Salmo 2
Este salmo es muy conocido de los estudiantes del N.T. en virtud de su relevancia en cuanto
a Cristo. Sin embargo, el pasaje era un salmo real del A.T., y por ello, fue usado por los reyes de
la dinastía davídica. (Otros salmos reales son 18, 20–21, 45, 72, 89, 101, 110, 132, 144.) Su
contenido describe la celebración que se hacía durante la coronación a pesar de la oposición de la
gente rebelde de los territorios aledaños. En una palabra, el salmista exhorta a las naciones
paganas a que abandonen sus planes contrarios al Señor y su rey ungido y se sometan a la
autoridad del Hijo, a quien Dios ha ordenado que reine sobre las naciones con vara de hierro.
(Como se indica en Hch. 4:25, Sal. 2 fue escrito por David.)
Salmo 3
El título de este salmo dice que fue escrito por David. En el Primer Libro (Sal. 1–41), 37 de
los 41 salmos (todos, excepto 1–2; 10; 33) se atribuyen a ese rey. Se dice que el salmo 3 fue
escrito cuando huía de su hijo Absalón (cf. 2 S. 15–18) y consta de una oración de confianza del
rey que había huido de su palacio y estaba rodeado de enemigos. A pesar de que sus incontables
adversarios estaban seguros de que él no tenía escapatoria, David, el elegido de Dios, contó con
la seguridad y protección divinas durante la noche, lo cual le produjo confianza en su liberación
final.
Salmo 4
Los estudiosos de la Biblia han reconocido ampliamente que este salmo está íntimamente
relacionado con el salmo 3. Debido a las similitudes que hay en su expresión y estructura, ambos
deben haber sido resultado de la misma crisis. Si esto es así, entonces David debe haber escrito el
salmo 4 después de que pasó una noche en medio del peligro (cf. 3:1, 5–6). La relación entre
ambos salmos es incierta. Sin embargo, el contenido de Salmos 4 es como sigue: habiendo
clamado pidiendo la ayuda de Dios, el salmista advirtió a sus enemigos que no pecaran contra
Dios ni le hicieran daño a su siervo, porque el Señor lo había separado para darle su cuidado
protector, hecho que le hacía regocijarse aunque encaraba la oposición. (Para estudiar los títulos
y encabezados de este salmo y muchos otros, V. el comentario “Autoría y Notas Históricas” en la
Introducción.)
Salmo 5
Este salmo es una plegaria de David elevada al Señor cuando enfrentaba la amenaza de
enemigos inescrupulosos. Se ha argumentado que debido a que el v. 7 menciona al templo (que
fue construido por Salomón), David no pudo haber escrito este salmo. Pero la palabra hebr.
usada aquí para trad. templo (hêḵāl) también se aplica al tabernáculo (cf. 1 S. 1:9; 3:3). Además,
el vocablo “casa” de Salmos 5:7 puede referirse al tabernáculo (cf. “casa de Jehová” en 23:6; Jos.
6:24; 1 S. 1:24) al igual que al templo.
Al suplicar a Dios que escuchara su oración matinal, David expresó su confianza al acercarse
a Dios (quien odia la iniquidad) y oró para que Dios dirigiera y bendijera a los justos y
destruyera a los impíos.
Salmo 6
Habiendo sido reprendido por la vara correctiva del Señor, su siervo pidió liberación.
Teniendo la seguridad de que su oración había sido escuchada, advirtió a sus perseguidores que
se alejaran de él, porque estaban a punto de ser avergonzados.
Este es uno de los salmos penitenciales. David había estado sufriendo de alguna enfermedad
que casi le causó la muerte. Sin embargo, es difícil relacionar este salmo con algún
acontecimiento conocido de su vida.
Salmo 7
Al orar pidiendo liberación de sus enemigos calumniadores, el salmista solemnemente afirmó
que era inocente y solicitó al juez justo de la tierra que lo reivindicara y castigara a los impíos.
El título de este salmo se refiere a la experiencia de David con “Cus hijo de Benjamín” que
es la única referencia que se hace a él en la Biblia. Este himno procede del tiempo en que David
estaba siendo perseguido por los hombres de Saúl (1 S. 22:8; 24:9; 26:19). Sigaión (šiggāyôn)
puede referirse a un poema escrito con emoción intensa.
Salmo 8
En este salmo, David se maravilla de que el glorioso Dios de los cielos, cuyo nombre es
excelente, misericordiosamente use a las personas para sojuzgar a la tierra. El pasaje alude a la
dignidad que tiene el ser humano como representante de Dios en la tierra, sin detenerse a
considerar la consecuencia caótica y rebelde que provocó la caída del hombre.
Salmo 9
Es posible que los salmos 9 y 10 originalmente hayan formado un solo himno, como los
presenta la LXX. Están relacionados por su forma hebr., porque casi todas las estrofas (aprox. un
verso sí y uno no), comienzan con una letra sucesiva de su alfabeto. Asimismo, ambos contienen
vocabulario parecido. Por ejemplo, la frase “en el tiempo de la angustia” o “de la tribulación”
aparece tanto en 9:9 como en 10:1, aunque sólo en otros dos pasajes del libro. Asimismo, cada
uno de los salmos termina haciendo hincapié en el hombre mortal (9:20; 10:18) y por último,
ambos salmos mencionan a “las naciones” (9:5, 15, 17 “las gentes”, 19–20; 10:16).
Sin embargo, hay buenas razones para que estén separados, porque el salmo 9 es un cántico
triunfal de acción de gracias, mientras que el 10, es una queja y plegaria relacionada con los
hombres malvados de la nación. Debido a que el salmo 9 está completo en sí mismo, es mejor
considerar el 10 como un salmo relacionado.
El salmo 9 es una canción de gratitud por la reivindicación. Se atribuye a David y está
dedicado “al músico principal; sobre Mutlabén”. La trad. de la NVI99 dice: “Sígase la tonada de
‘la muerte del hijo’ ”. Se desconoce qué significa esto. En su himno, David, alabó al Señor por
manifestar su justicia al juzgar a las naciones impías, y por ser un Juez verdadero y eterno en
quien pueden confiar los afligidos. A continuación, pidió que Dios le diera motivos adicionales
para alabarlo al ver su aflicción y quitarla de él.
Salmo 10
En el salmo 10 es menos enfática la idea de alabar a Dios por la reivindicación del justo, tan
evidente en el salmo 9. El 10 contiene una oración pidiendo que Dios no retrase su ayuda para el
afligido. El salmista describió el asombroso poder que tienen los malvados, mismo que
manifiestan con su gran impiedad contra Dios y por sus asechanzas contra los desvalidos.
Después, vuelve a pedir que el Señor se levante y tome venganza por los oprimidos y destruya a
los impíos.
Salmo 11
Aunque se desconoce el antecedente histórico de este salmo, es evidente que David estaba
pasando por graves dificultades y que su vida estaba en peligro. La tentación de huir de esa
amenaza era un reto a su confianza en Dios. El mensaje del salmo es como sigue: tentado a
escapar en un tiempo en que la autoridad establecida estaba desapareciendo, el salmista se aferró
a su fe en el Señor, quien finalmente destruirá a los malvados, a quienes odia, y librará a los
justos, a quienes ama.
Salmo 12
Este cántico expresa la confianza que David tenía en las intachables palabras de Dios que
aseguran que él libra a los que buscan su salvación. Esta expresión de confianza surgió en medio
de una cultura que oprimía a los débiles con el engaño. Se desconoce el escenario en que se dio
este salmo, pero hubo muchos incidentes en la vida del rey que pudieron inspirarlo (cf. 1 S.
23:11, 19; 26:19). No obstante, el lenguaje que utiliza es lo suficientemente general como para
adaptarse a varias situaciones.
Salmo 13
Este salmo registra el clamor del afligido y por lo tanto, armoniza bien con varios de los
salmos que le anteceden. Aquí, David descansa confiadamente en el amor leal del Señor (v. 5), a
pesar de que no veía que estuviera cerca su liberación de la opresión de su adversario, que
también era enemigo de Dios.
Salmo 14
Sabiendo que el ser humano es necio y corrupto, y que Dios destruirá a la gente por sus
acciones, el salmista añoraba que se estableciera el reino de Dios en la tierra. (V. el comentario
del salmo 53, que es casi idéntico a este salmo.)
Salmo 15
Este salmo explica quién es digno de ser “huésped” del Señor. El poeta describe el carácter
impecable de alguien que está capacitado para adorar en el santuario de Dios.
Salmo 16
Este salmo es una celebración del gozo que trae el compañerismo con el Señor, el cual David
se daba cuenta procedía de la fe en Dios. El salmo pudo haber sido compuesto cuando David
enfrentaba grandes peligros en el desierto o bien, cuando surgió oposición en su reinado.
Cualquiera que haya sido la ocasión, David estaba seguro de que debido a que había llegado a
conocer y confiar en el Señor como su herencia en esta vida, y que podía confiar en él aunque
enfrentara la muerte.
Salmo 17
En este salmo, David estaba consciente de su integridad a pesar de que estaba rodeado de
enemigos para quienes su herencia no pasaba de esta vida. Él oraba pidiendo que Dios lo librara
del mundo impío que lo oprimía a medida que veía el futuro glorioso en la presencia del Señor.
Este poema es parecido en muchas formas al salmo 16, pero con una diferencia importante.
En Salmos 16, David estaba consciente del peligro latente que lo amenazaba, pero su fe lo
animaba a no tener temor. Sin embargo, en el salmo 17, el peligro era más inminente, así que
necesitaba urgentemente de la ayuda del Señor.
Salmo 18
El título atribuye este salmo a David, quien lo compuso después de que el Señor lo libró de la
mano de todos sus enemigos, incluyendo a Saúl. Después de repasar todo lo que el Señor era
para él, David documentó su liberación por mano del Señor y se regocijó en las misericordias
que le había mostrado. Este salmo es un cántico de gratitud por la victoria alcanzada por ese rey
guerrero, que por fin estaba en paz. Con algunas variantes, este salmo también se registra en 2
Samuel 22. Es probable que algunas palabras del poema de 2 Samuel 22 se hayan cambiado en el
salmo para que pudiera ser usado en el culto público, pero esto no puede probarse.
Salmo 19
David estaba conmovido al observar que los cielos, bajo la influencia dominante del sol,
declaran el esplendor de la obra de Dios. Por comparación, describe la influencia dominante de
la ley de Dios, la cual alumbraba su camino. Después, oró pidiendo ser completamente limpio,
de tal modo que su vida fuera aceptable ante Dios. Por lo tanto, este salmo examina tanto la
revelación natural de Dios como su revelación especial, la cual induce a hacerse un autoexamen.
Con frecuencia, el A.T. une la descripción de Dios como dador de la ley con la de Creador.
Por ello, en la primera parte de este salmo, ’ēl, (“Dios”) se usa (v. 1) para indicar su poder como
creador y en la segunda parte usa Jehová (“Yahweh”; vv. 7–9, 14), que es su nombre personal
por medio del cual se dio a conocer a Israel como Dios del pacto.
Este salmo también puede considerarse como una polémica contra las creencias paganas. En
los centros politeístas, el dios sol era el dios de la justicia. En este salmo, el Señor Dios es el
Creador de los cielos, incluyendo al sol que adoraban los paganos y también es el dador de la ley,
por medio de la cual establece la justicia en la tierra.
Salmo 20
Este breve cap. es un salmo real. El rey estaba a punto de ir a la guerra, pero antes de hacerlo,
se detuvo a orar en el santuario, donde lo alcanzó la congregación para interceder por él. Después
de repasar la oración intercesora del pueblo por su monarca, que estaba pidiendo un triunfo, el
rey expresó que Dios le había dado la seguridad de que obtendría una aplastante victoria.
Salmo 21
El salmo 21 está estrechamente relacionado en su estructura y contenido con el 20. Este
puede ser el salmo de acción de gracias escrito después de la batalla que se menciona en el salmo
20. En este cántico, David se regocija en el poder de Dios porque respondió a su fe dándole una
victoria contundente. Asimismo, el salmista estaba animado al ver que los fieles anticipaban una
victoria futura gracias al poder divino.
Salmo 22
Es obvio que en este pasaje, el salmista se sentía desamparado por Dios al verse rodeado por
sus enemigos, que lo perseguían y escarnecían. Lamentó su terrible sufrimiento y lucha
desesperada con la muerte, rogando a Dios que lo librara de tan terrible fin. Parece que su
oración fue contestada, porque pudo declarar a los escogidos y al mundo entero que Dios había
respondido a su clamor.
No hay ningún incidente en la vida de David que coincida con los detalles de este salmo. Las
expresiones describen una ejecución, no una enfermedad. Esa ejecución se parece más a la
crucifixión de Jesús que a una experiencia de David. También los escritores de los evangelios
encontraron relación entre las palabras de este salmo (vv. 8, 16, 18) con los eventos de la pasión
de Cristo. Es interesante notar que en Hebreos 2:12 se cita el salmo 22:22. Por tanto, la iglesia ha
entendido que este salmo es tipológico de la muerte de Jesucristo. David usó numerosas
expresiones poéticas para describir su intenso sufrimiento. Sin embargo, sus palabras poéticas se
cumplieron lit. en Jesucristo, cuando sufrió a manos de sus enemigos. La característica
interesante de este salmo es que no incluye ninguna palabra de confesión de pecado y tampoco
contiene oraciones imprecatorias contra sus enemigos. Principalmente es el relato de un hombre
justo siendo ejecutado por hombres perversos.
Salmo 23
Usando las imágenes de un pastor y de un buen anfitrión, David reflexionó acerca de las
abundantes bendiciones que Dios le daba aun en medio de los peligros que enfrentaba. Concluyó
diciendo que la protección continua y amorosa de Dios le restauraría a la comunión completa con
él.
C. La respuesta de fe (23:6)
23:6. David se dio cuenta de que el amor leal (misericordia, ḥeseḏ) de Dios lo seguiría todos
los días de su vida y por dondequiera que fuera. Las bendiciones del Señor sobre su pueblo
permanecen firmes a pesar de las circunstancias. (Cf. el bien; i.e., la bondad de Dios en 27:13;
31:19; 69:16; 86:17; 109:21; 116:12; 142:7; 145:7.) Así, concluyó diciendo: en la casa de
Jehová moraré por largos días. La casa de Jehová se refiere al santuario (tabernáculo),
indicando que disfrutaría de una comunión completa con el Señor por el resto de su vida (lit.
“largura de días”). Es más, el vb. hebr. que se trad. “moraré” comunica la idea de regresar, y se
trad. “confortará” en 23:3. Quizá el salmista, por alguna razón, estaba alejado del santuario y, por
tanto, no podía disfrutar plenamente de las bendiciones espirituales. Meditar en el amoroso
liderazgo y provisión del Señor, le hicieron recordar su comunión con él y anhelar estar delante
de su presencia en el santuario.
Salmo 24
En preparación para la entrada triunfal del gran Rey de gloria, el salmista declaró que
aquellos que tuvieran las manos limpias y un corazón puro serían los que podrían presentarse en
el lugar santo.
Muchos piensan que este salmo fue escrito cuando David llevó el arca del pacto a Jerusalén
(2 S. 6). Sin embargo, esto no se puede comprobar. Pero si tal suposición fuere cierta, entonces
las “puertas eternas” (Sal. 24:7) se refieren a la vieja fortaleza que recibió el arca, que era
símbolo de la presencia de Dios. O quizá el salmo habla de algún otro regreso a Jerusalén
después de una victoria obtenida en alguna batalla.
Salmo 25
David buscó confiadamente al Señor para pedirle instrucción y perdón por su iniquidad
basándose en su misericordia hacia Israel. Este salmo es una meditación acerca del carácter del
Señor que invita a los humildes a confesar sus faltas y a orar. El salmo es un acróstico, y cada v.
comienza con una letra sucesiva del alfabeto hebr.
Salmo 26
El salmo 26 es una afirmación clara de integridad personal e incluye una oración pidiendo
que esa cualidad sea aceptada por Dios. No hay ningún acontecimiento en la vida de David que
se pueda relacionar con este pasaje a la letra. En muchos aspectos, este salmo es muy similar al
25. Sin embargo, el 26 no incluye una petición de perdón. El salmista declaró que permanecía
alejado de los pecadores, y se identificó como adorador de Dios. Con base en esto, oró con
confianza pidiendo que el Señor lo librara del destino que espera a los pecadores.
Salmo 27
Al principio de este salmo, David expresa su confianza gozosa en el Señor a pesar de la
multitud de enemigos que lo amenazaban de muerte. Sin embargo, repentinamente su ánimo
cambió: oró con desesperación pidiendo que no lo abandonara, sino que lo ayudara y consolara
durante esa situación de necesidad. Sabiendo que el Señor era la fuente de su consuelo y
esperanza, se fortaleció y esperó en él. Este salmo refleja gran confianza y valor.
Salmo 28
El salmista estaba convencido de que el Señor haría una distinción entre él y sus enemigos.
Rechazaría a estos y lo preservaría a él de su angustia. Así, oró pidiendo que el Señor pastoreara
y salvara a su pueblo. Este salmo acompaña al 26; sin embargo, aquí el peligro es inminente.
Salmo 29
David fue testigo de una aterradora tormenta que pasaba por la tierra de los cananeos
originada por el poder de Dios. Aquí, invita a los ángeles a glorificarle porque él es el rey eterno
de la naturaleza. El salmo 29 es una polémica contra las creencias paganas que atribuían las
tormentas a los ídolos.
C. Conclusión (29:10–11)
29:10. El salmista concluyó diciendo que Jehová gobierna como rey para siempre y que él
desea bendecir a su pueblo. El diluvio probablemente se refiere a la inundación universal de los
días de Noé. La palabra preside debe trad. “se sentó” (BLA, BJ, VM). Quizá David recordó este
hecho para apoyar su tesis de que la tormenta que presenciaba era obra de Dios. Si existiera
alguna duda de que Dios controla la naturaleza, ese meteoro la disipó. Él es Jehová, el Señor y
dueño de la creación.
29:11. Esa demostración de poder sirvió para alentar al pueblo, ya que ese mismo poder
(fuerza) estaba disponible para ellos. La fuerza que está a su alcance (v. 11) es divina (v. 1). En
estos dos vv. se usa la misma palabra hebr. (‘ōz) para enfatizar que el poder que puede provocar
una tormenta de esa magnitud es el que está disponible para aquellos que confían en Dios. Y de
la misma manera que el Señor puede calmar una tempestad, también puede traer paz a su
pueblo. Los milagros de Jesús sobre la naturaleza, especialmente cuando calmó la tempestad en
el mar de Galilea (Mr. 4:37–39), demostraron que le había sido otorgado todo el poder.
Salmo 30
El título de este salmo escrito por David dice que es un “Salmo cantado en la dedicación de
la Casa” y puede referirse a la consagración que hizo David del sitio donde se iba a edificar el
templo (1 Cr. 21:26; 22:1) después de censar al pueblo. (La palabra “casa” podría referirse al
tabernáculo [tienda] donde David colocó el arca, 2 S. 6:17.) El problema con esa interpretación
es que el salmo menciona el castigo que Dios envió a David (cf. Sal. 30:7) por su orgullo (v. 6),
quizá por medio de algún padecimiento físico (v. 3). Puede ser que el malestar haya sido
figurado, no literal, y que se refiriera al remordimiento interno que sentía (1 Cr. 21:13) por su
soberbia, ya que ocasionó la muerte de 70,000 israelitas (1 Cr. 21:2, 8, 14). Algunos interpretan
el título como una designación litúrgica para utilizarlo cuando se dedicaran edificios construidos
en el futuro (e.g., Esd. 6:16; Neh. 12:27).
David alabó al Señor cuando experimentó la liberación del castigo divino por su pecado.
Aprendió que la ira divina es temporal, pero su favor es permanente.
A. Liberación del castigo (30:1–5)
David agradeció la liberación de Dios e invitó a la congregación a alabarle.
30:1. Juró adorar a Jehová porque lo había sacado de la angustia y lo había exaltado,
evitando así que sus enemigos se alegraran, porque no les dio oportunidad para ello.
30:2–3. Aquí David describe la respuesta a su oración. Dios lo sanó y preservó su vida. Por
eso dijo en forma figurada: hiciste subir mi alma del Seol (v. 3a, que es igual a sepultura del v.
3b), lo que indica que estuvo muy cerca de la muerte (cf. 71:20; 130:1), tal vez por algún
padecimiento físico. Sin embargo, Jehová lo sanó evitando su muerte.
30:4–5. El salmista invitó al pueblo a cantar y a celebrar a Jehová por su liberación. El
motivo de alabarlo es que su ira es temporal. Sólo dura un momento, sólo una noche … pero su
favor dura para toda la vida. Por la mañana, podemos experimentar nuevamente la alegría de
ser sus hijos.
Salmo 31
El salmo 31 es otro “salmo de David” escrito en tiempo de gran aflicción. Es la oración de
alguien que está sufriendo persecución, que ha sido despreciado y difamado. David estuvo bajo
esas circunstancias durante gran parte de su vida, y el libro de Salmos incluye varias de sus
oraciones que surgieron por el sufrimiento. En este pasaje se exhorta a los afligidos a amar a
Dios y a ser fuertes porque él los protege de los planes malvados de los hombres. David dijo que
aprendió esa verdad cuando puso su vida en las manos de Dios al ver que sus enemigos querían
matarlo.
A. Clamor pidiendo ser rescatado (31:1–2)
31:1–2. Estos vv. registran la primera parte del clamor de David a Jehová, a quien
consideraba su refugio (cf. vv. 2, 4). Oró pidiendo al Señor que lo librara pronto (cf. 69:17;
70:1, 5; 71:12; 79:8; 102:2; 141:1; 143:7) y que fuera su roca y su fortaleza (cf. 31:3 y el
comentario de 18:2). Su única protección y seguridad provenían del Señor.
Salmo 32
Habiendo experimentado el castigo y perdón divinos (posiblemente por los pecados de
adulterio y homicidio registrados en 2 S. 11), David animó a otros a buscar al Señor, porque él
trata con misericordia a los pecadores, pero si no se humillaban, recibirían el castigo.
Este salmo puede ser complemento del 51, que se refiere al pecado de David con Betsabé.
Durante un año, David rehusó admitir su falta. El salmo 51 es una oración pidiendo perdón; el 32
es la continuación de la historia, donde se enfatiza el perdón de Dios y la lección que aprendió el
cantor de Israel.
Salmo 34
Este canto de alabanza se atribuye a David. Lo escribió cuando escapó de Abimelec
fingiendo estar loco (1 S. 21:11). En este salmo, David invita a la congregación a alabar a Dios
por su salvación. Y después de afirmar que él es bueno con aquellos que confían en él, instruye
al pueblo acerca de cómo tener una larga vida.
Salmo 35
Este cántico es una combinación de tres lamentos por la oposición de los enemigos de David.
En cada uno de ellos se desarrolla la petición de ser librado de sus opresores, quienes lo odiaban
sin razón.
Salmo 36
En este salmo David recibió una profecía relativa a la filosofía y estilo de vida de los
incrédulos que continuamente fraguan iniquidades. Gracias al conocimiento que por experiencia
tenía de la naturaleza gloriosa de Dios, que derrama abundantes bendiciones sobre los creyentes,
David encontró alivio a sus aflicciones. Por ello, oró para que el Señor siguiera mostrando su
amor leal y justicia para evitar que los malos destruyeran su integridad.
Salmo 37
Este salmo de David parece estar basado en el anterior. Aquí exhorta a los justos a no
impacientarse cuando vean la prosperidad de los impíos, ya que los tales rechazan a Dios y tarde
o temprano recibirán el castigo divino. Usando una serie de expresiones proverbiales, el salmista
anima a los justos a confiar en el Señor continuamente y a no impacientarse por los malos, pues
ellos serán desechados. El mensaje es similar al de Salmos 49 y 73, y al del libro de Job.
Salmo 38
El salmo 38 es un canto de duelo. Se titula “para recordar” (cf. el comentario del título del
salmo 70). Debido a su pecado, el salmista fue castigado severamente por el Señor y oprimido en
gran manera por sus enemigos. En el momento más duro de su lucha, suplicó al Señor que lo
librara y tuviera compasión de él. Puso su esperanza en Dios y confesó su iniquidad.
Salmo 39
David reconoció que Dios había hecho breve la vida del hombre. Así que se entregó a él
como su única esperanza, orando para que hiciera cesar su castigo sobre él y pudiera disfrutar del
resto de sus días.
El salmo continúa el tema del 38, pero aquí, los ataques de sus enemigos habían menguado.
Parece que el salmista padeció de una enfermedad prolongada en la que casi pierde la vida.
Salmo 40
Este salmo incluye una acción de gracias (vv. 1–10) y una petición (vv. 11–17). En la
primera parte, David se ofreció gustosamente en sacrificio a Dios por la salvación tan grande que
le había concedido. En la segunda, lamentó su angustia y oró pidiendo ser librado de sus males.
Salmo 41
En éste, David instruyó al pueblo acerca de los que ayudan a los necesitados diciendo que
ellos recibirían ayuda y liberación para sí mismos. En relación a esto, recordó su oración
pidiendo venganza sobre los que no tenían misericordia de él, y que se aprovechaban de su
enfermedad. El salmo 41 es una enseñanza basada en la oración, donde se pide ayuda contra los
malos.
Salmo 42
Es evidente que Salmos 42 y 43 estuvieron unidos en el pasado, ya que en muchos mss. hebr.
aparecen como uno solo. Esto puede comprobarse al observar el coro (vv. 5, 11), que se repite
dos veces en el salmo 42 y al final del 43 (v. 5). El 42 es la expresión del anhelo que el salmista
sentía por su Dios, y el 43 es su alabanza por la esperanza que tenía en que disfrutaría de una
comunión perfecta con él.
Salmo 43
Este salmo completa el canto que comenzó en el 42. Aunque el salmo 42 y el 43 son
considerados como uno solo en muchos mss. hebr., el 43 también es un cántico independiente de
alabanza. En él, el salmista pidió al Señor que lo llevara de regreso a Jerusalén, donde anhelaba
servirle y adorarle.
Salmo 44
El salmo 44 es un lamento nacional que se originó en un tiempo de desastre sin precedentes.
Los israelitas clamaron con intensidad al Señor pidiendo que les concediera victoria y liberación.
Basaron su clamor en la misericordia de Dios hacia sus padres y en la fe del pueblo en ese
momento. Elevaron su oración porque estaban experimentando derrotas inexplicables. El salmo
es único en que confirma la fidelidad de toda la nación (contraste Lm. 3).
Salmo 45
Este es un salmo real escrito para celebrar la boda de un rey poderoso. Comienza con una
alabanza desbordante hacia el novio real por su esplendor, majestad y justicia. Enseguida,
aparece una sección de consejos dados a la novia antes de ser llevada en toda su gloria, al palacio
del rey. Después, el salmista predice que el nombre de ese rey será un memorial universal y
eterno a través de toda su descendencia.
El salmo tiene un título e introducción largos que describen su naturaleza. El canto se dedica
“al músico principal: sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Canción de amores”, i.e.,
celebra una boda.
Salmo 46
El salmista exaltó a Dios como defensor infalible de los santos en todo tiempo. Explicó que
la presencia del Señor hace de Sion un lugar seguro contra el enemigo. Por tanto, por el
contenido de su mensaje, este salmo está incluido en los cantos acerca de Sion, que se centra en
Jerusalén.
Salmo 47
Este salmo es un canto acerca de Dios, el gran Rey (cf. vv. 2, 6–7). Se ha clasificado como
salmo de entronización, en el que se celebra su reinado universal. Otros salmos de entronización
son: 93, 95–99 y deben entenderse proféticamente, ya que anticipan el reino futuro de Dios, de
cuyas manifestaciones disfrutó Israel anticipadamente. En este salmo, el poeta invitó a todos los
pueblos de la tierra a rendir homenaje al santo monarca de Israel—Jehová—cuando en efecto
comience a reinar sobre todos ellos.
Salmo 48
El salmo 48 es un cántico acerca de Sion, la ciudad de Dios, el gran rey. En reconocimiento a
él, que ama a Jerusalén, el salmista elevó un canto que describe la gloria y fortaleza de la ciudad,
porque Dios la había librado de sus enemigos. Sobre esta base, ofreció su alabanza a Jehová.
Salmo 49
Este salmo es un poema de sabiduría que analiza el añejo problema de la prosperidad de los
impíos (cf. Sal. 73). El poeta describe esto como un enigma (49:4) que merece ser analizado; él
había observado que los impíos gozaban de riqueza y prosperidad, que eran orgullosos y que
disfrutaban de cierta seguridad. Sin embargo, el sabio salmista declaró que no son mejores que
las bestias del campo. En análisis final, la esperanza de los justos es mucho mejor que la falsa
seguridad de los impíos.
Salmo 50
Este salmo didáctico, escrito por Asaf, un músico principal de los levitas (1 Cr. 16:4–5) y
autor de los salmos 73–83, habla acerca de la adoración a Dios por parte del hombre y de las
obligaciones hacia el prójimo. Estas dos secciones se encuentran en el Decálogo (los diez
mandamientos). Asaf describió una escena en una corte celestial en la cual el Señor examinó a su
pueblo y declaró que él tiene dos querellas contra el pueblo: el ritualismo en la adoración y la
hipocresía en su manera de vivir. Para agradar a Dios es necesario ofrecer sacrificios de alabanza
que provengan de un corazón obediente y lleno de fe.
Salmo 51
Pocos salmos han sido tan utilizados como éste por los santos de todas las edades, lo cual
pone en evidencia las necesidades espirituales del pueblo de Dios. El salmo 51 es un modelo de
oración en la que se pide perdón por los pecados. El título menciona que fue escrito cuando el
profeta Natán fue a ver al rey “por haber cometido David adulterio con Betsabé” (NVI99; 2 S.
11), incidente en el que el rey transgredió varios de los diez mandamientos. Los creyentes han
sido consolados porque si Dios pudo perdonar los pecados de David, también puede perdonar los
suyos.
Con frecuencia, la poesía acentúa la intensidad de un momento. David experimentó un
instante de esos al ser confrontado con su pecado y tenerlo que confesar (2 S. 12:13a). Debido a
que este salmo habla solamente de confesión y no menciona el perdón (el cual sucedió
inmediatamente después, según el relato histórico de 2 S. 12:13b), debe tomarse como una
reflexión completa acerca de la importancia que tiene la confesión. Después de que un creyente
peca, debe obtener el perdón para disfrutar de una comunión plena y poder servir a Dios.
El mensaje de este salmo es que aun el más vil pecador de los hijos de Dios puede acudir a él
para obtener perdón, ser restaurado moralmente y reanudar su vida de felicidad, comunión y
servicio. La condición es que llegue delante de él con un espíritu humilde y que sustente su ruego
en la compasión y gracia de Dios.
B. Confesión (51:3–6)
David confesó que había pecado contra Dios (vv. 3–4), y después se lamentó por su
incapacidad de vivir rectamente (vv. 5–6).
51:3–4. Al leer la expresión de que su pecado estaba siempre delante de él, debemos
recordar que su confesión ocurrió aprox. un año después de haber pecado (su hijo murió una
semana después de su confesión; cf. 2 S. 12:13–18). Quizá David había tratado de justificar tanto
sus acciones, que no había sentido culpa sino hasta que Natán lo confrontó con su falta.
Finalmente, confesó que había pecado contra el Señor. Se sometió a la voluntad divina,
afirmando que cualquier cosa que él decidiera sería justa.
51:5–6. David reconoció que era incapaz de vivir rectamente. Había nacido siendo pecador;
i.e., en ningún momento de su vida había estado exento de pecado. Esto era contrario a las
demandas morales de Dios para su vida. Desde su más temprana edad había enfrentado una lucha
interna, sabiendo que el Señor desea la verdad y la sabiduría; i.e., una vida digna de confianza
y productiva.
C. Petición (51:7–12)
Unida a su confesión estaba la petición de David para que Dios lo perdonara (vv. 7–9), y para
que lo renovara internamente (vv. 10–12).
51:7–9. En su oración pidiendo perdón, el salmista solicitó las mismas cosas que había
pedido antes (cf. vv. 1b–2) pero en orden inverso: Purifícame … lávame … y borra. Cuando
David habló de que Dios lo limpiara con hisopo, se estaba refiriendo al uso de éste en las
ceremonias religiosas en que se rociaba la sangre de los sacrificios sobre el altar. Esto
representaba la remoción de pecado a través de la sangre derramada (cf. He. 9:22). A
continuación, David pidió a Dios que le permitiera otra vez regocijarse al saber que estaba en paz
con él. (Acerca de la asociación de huesos con la angustia emocional, V. el comentario de Sal.
6:2.) El rey pidió a Dios que eliminara sus pecados judicialmente.
51:10–12. Como un correctivo para su naturaleza pecaminosa, David pidió a Dios que
renovara la actitud de su corazón (v. 10), que lo preservara en su servicio (v. 11), y que
restaurara su gozo (v. 12). Él estaba consciente de que había sido indiferente a sus malas
actitudes y que necesitaba ser renovado. También sabía que a Saúl se le había quitado su reinado
por su pecado (descrito en el A.T. como que el Espíritu abandona a una persona). Por esa razón,
David pidió a Dios que no quitara de él su Espíritu y por lo tanto, que no lo destituyera. En el
N.T., el Espíritu de Dios no abandona a los creyentes; más bien, en el momento de la salvación,
él viene a morar en ellos (cf. Jn. 14:16; Ro. 8:9). Pero un cristiano puede ser retirado de su
servicio a Dios por causa del pecado (cf. 1 Co. 9:27). David también estaba consciente que para
poder experimentar el gozo que había sentido en el pasado por su salvación, necesitaba ser
renovado internamente por Dios.
Salmo 52
Este salmo se atribuye a David y fue escrito cuando fue traicionado por Doeg (1 S. 21–22),
ya que el personaje que describe aquí corresponde a un retrato de un hombre como él. David, que
confiaba en el Señor, contrastó su fe con el comportamiento del hombre traicionero que sigue el
camino de la iniquidad.
Salmo 53
Este pasaje es otra versión del Salmo 14, que fue adaptado para el segundo libro (’ĕlōhîm,
“Dios”, se sustituye por Jehová). Este salmo es de David, arreglado para māḥălaṯ, que
posiblemente era una tonada muy conocida. El salmo expresa que toda la raza humana es impía y
que el Señor triunfará sobre los pecadores. Por tanto, el salmista anhela que se establezca pronto
el reino de Dios.
Salmo 54
Esta es una oración de confianza que David compuso cuando era perseguido por Saúl y fue
traicionado por los habitantes de Zif (cf. 1 S. 23:19). Aunque el salmista estaba siendo
perseguido por hombres sin temor de Dios que querían asesinarlo, confiaba plenamente en el
poder divino para librarlo.
Salmo 55
En este salmo se describe el sufrimiento de David por la traición de un amigo íntimo. Los
comentaristas especulan que el incidente ocurrió cuando Ahitofel le fue desleal (2 S. 15:31). Sin
embargo, no es nada seguro.
En su poema, David invocó al Señor para pedirle que lo ayudara a escapar de tan terrible
aflicción. Se lamentó por el dolor que le ocasionó la traición de su amigo cercano. Aun así,
expresó la confianza que tenía en Dios, el único que podía redimirlo.
Salmo 56
El salmo 56 es un cántico de confianza escrito durante la estancia de David en Gat (V. 1 S.
21:10; Sal. 34). Está adaptado para la tonada de “la paloma silenciosa en paraje muy distante”.
David afirmó que aunque sus enemigos lo acechaban para destruirlo, él confiaba plenamente en
que el Señor conocía su sufrimiento. Su confianza lo llevó a anticipar el privilegio de alabar a
Dios por su liberación del peligro.
Salmo 57
El salmo 57 es similar al 56 en su mensaje y estructura, excepto que éste tiene una nota
triunfante. El título atribuye esta obra a David, misma que escribió mientras huía de Saúl y se
escondía en una cueva (cf. el título de Sal. 142), pero no se sabe con seguridad a qué cueva se
refiere (cf. 1 S. 22; 24). El salmo contiene dos secciones, cada una terminando con un coro (Sal.
57:5, 11) en el que el salmista expresa su deseo de que Dios fuera exaltado. David oró pidiendo
liberación de sus enemigos y después cantó un himno de victoria reconociendo el amor fiel de
Dios y deseando que los impíos cayeran en sus propias trampas.
Salmo 58
David levantó una denuncia contra los jueces injustos que actuaban impíamente y
ocasionaban destrucción. Rogó a Dios que los castigara de manera rápida e irrevocable. Así, los
justos se verían fortalecidos en sus propósitos.
Salmo 59
Esta es una oración de David pidiendo protección de los hombres sanguinarios. Al igual que
en otras plegarias, se puede apreciar una inamovible confianza en el Señor. David oró solicitando
al Señor que lo librara de sus enemigos y que los humillara de tal forma, que todo el mundo
reconociera su soberanía divina.
El evento en que se desarrolla este salmo es cuando Saúl envió a sus soldados a que
“vigilaran la casa para matarlo” (1 S. 19:8–11a). Sin embargo, Mical lo ayudó a escapar por la
ventana (1 S. 19:11b–14).
Salmo 60
Este es un salmo didáctico (“para enseñar”) basado en las victorias militares de David. Es
una oración pidiendo victoria. Al mismo tiempo que estaba en guerra contra los sirios del norte,
Edom invadió Judá. Este cántico pudo haber sido escrito durante, o poco tiempo después, de que
David, Joab y Abisai aplastaron a Edom (2 S. 8:13; 1 R. 11:15–16; 1 Cr. 18:12). (V. el
comentario de 1 Cr. 18:12 donde el número de los edomitas que murieron fue de 18,000,
mientras que el título de este salmo dice que fueron “doce mil”.)
David sabía que tanto la victoria como la derrota venían del Señor, por lo que oró pidiendo la
ayuda divina y la victoria sobre los enemigos de Israel. Él tenía la certeza de que Dios los
ayudaría a triunfar.
Salmo 61
David se sentía incapaz de seguir adelante y estaba a punto de desmayar. Pero encontró
seguridad en el poder de Dios. Él era su roca y encontró aliento en sus promesas que nunca
fallan. Muchos han sugerido que este salmo describe una de las ocasiones en que David realizó
uno de sus arriesgadas escapatorias en el desierto rocoso, pero el salmo no señala nada acerca de
su trasfondo histórico.
Salmo 62
Este salmo refleja la confianza y fe que David tenía en el Señor a pesar de la oposición.
Esperaba en él y guardaba silencio delante de él. Lo consideraba su fortaleza y estaba seguro de
que tenía el poder para librarlo de sus perversos enemigos. El salmo contrasta la confianza en
Dios que proporciona seguridad con la necedad de confiar en filosofías humanas que sólo
producen incertidumbre. El salmo contiene tres estrofas de cuatro vv. cada una.
Salmo 63
La fe que se expresa en Salmos 61 y 62 llega a un clímax y así surge este himno de David,
escrito “cuando estaba en el desierto de Judá”. Se refiere al tiempo en que siendo rey, fue
apartado del arca, el lugar formal de adoración (2 S. 15:25). El salmista satisfizo el anhelo de su
alma de adorar a Dios alabando su misericordia, i.e., amor fiel, en medio de la angustia. Como
resultado, pudo anticipar que vendría un tiempo de gozo cuando quedaran frustrados los planes
de sus enemigos.
Salmo 64
Este es otra oración de David pidiendo el castigo divino sobre los enemigos de los justos. El
salmista pidió protección porque muchos conspiraban en su contra. A continuación ofrece una
descripción de los planes que los malos fabrican en contra de los justos. Estaba convencido de
que Dios podía hacer que esas maquinaciones se revirtieran y cayeran sobre ellos mismos.
Salmo 65
Es posible que David escribiera este salmo para cantarlo cada año cuando se presentaran al
Señor las primicias de la cosecha de cebada y cuando el sacerdote ofreciera la ofrenda mecida de
dedicación (V. Lv. 23:9–14 y el comentario ahí). Es una canción de gratitud por la siega y de
celebración por la bondad de Dios hacia su pueblo. En este cántico, David declara que Dios,
quien escucha las oraciones, también provee un sacrificio expiatorio por los pecados y que esto
resulta en la prosperidad que Dios proporciona. También anuncia que el Señor se vale de su
poder sobrenatural para ayudar a sus hijos. Inspirado en ese despliegue de generosidad de parte
de Dios, el compositor pudo ver con anticipación la bendición de su parte sobre la tierra, lo cual
traería prosperidad al pueblo.
Salmo 66
Este es otro salmo de acción de gracias al Señor. Al igual que Salmos 65, pudo haber sido
escrito para celebrar una fiesta, pero se desconoce la ocasión precisa. En la primera sección (vv.
1–12), el salmista (no se especifica que sea David) escribió en primera persona pl. (“nosotros”,
“nuestro”, V. especialmente los vv. 7, 8–12), y en la segunda parte (vv. 13–20) escribió en
primera persona sing. (“yo”, “mí”). En este salmo, la nación reconoció la salvación de Dios e
invitó a las naciones a unirse en su alabanza.
Salmo 67
Una vez que el salmista oró pidiendo la misericordia y bendición de Dios para que su plan de
salvación fuera manifestado (Sal. 66), invitó al pueblo a alabar a Dios por sus juicios justos. De
esta manera, ellos podrían disfrutar de su generosidad.
Salmo 68
Este es un “cántico” que celebra el ascenso triunfal de Dios al monte Sion. Si este salmo fue
compuesto por David como dice el título, la ocasión puede haber sido la conquista de la ciudad
bajo el liderazgo de David (2 S. 5:6–8), el traslado del arca a Sion (2 S. 6), o alguna marcha
triunfal después de una victoria o serie de victorias en la guerra. Algunos estudiosos desechan el
título y relacionan este salmo con los eventos acaecidos durante el regreso de los judíos del
exilio. Sin embargo, en el poema no hay referencias históricas claras a esto. Su lenguaje figurado
permite adaptarlo a varios eventos. Si fue escrito por David, sin duda lo utilizaron en victorias
posteriores. La victoria más espectacular a la que este salmo puede hacer referencia es a la
ascensión de Cristo. Pablo lo utilizó de manera parafraseada (Sal. 68:18) y lo aplicó al Señor
Jesús (Ef. 4:8).
El salmista hizo un recuento de la historia de Israel desde su peregrinación por el desierto
hasta la conquista y ocupación de la tierra. Enfatizó que Sion era el lugar escogido por Dios. Por
eso, los israelitas tomaron cautivos a muchos cananeos y recibieron regalos y riquezas de sus
prisioneros. Esta es la razón por la que cantó alabanzas: Dios marcha triunfante a favor de los
oprimidos. David invitó a todos a unirse a él para alabar a su poderoso Dios.
Salmo 69
David rogó a Dios que lo rescatara de la destrucción, ya que estaba sufriendo el reproche y
rechazo de sus hermanos por causa de su nombre. Oró que Dios pagara con la misma moneda a
aquellos que querían hacerle daño. Además, esperaba ver la alabanza y restauración universales.
Salmo 70
Este breve salmo registra una oración de David pidiendo un rescate rápido porque enfrentaba
una terrible lucha. También anticipa el gozo que resulta de tal liberación. El título dice: “para
conmemorar” (lit., “para traer a la memoria”; cf. el título de Sal. 38). La NVI99 dice: “petición
de David”. Quizá esta nota indica que este salmo debía acompañar a los sacrificios (cf. 1 Cr.
16:4), para “recordar” a Dios la petición que le estaban haciendo.
Salmo 71
El salmo 71 es una combinación de elementos tomados de otros salmos (22; 31; 35; 40). Sin
embargo, es una unidad en sí mismo y expresa la fe que tuvo una persona anciana durante la
mayor parte de su vida. Como respuesta a su oración, el salmista, quien no se identifica, anticipa
el mismo resultado maravilloso que ha tenido durante toda su vida. Así que comprometiéndose a
alabar a su Dios, tal y como acostumbraba, pidió ser librado de aquellos que buscaban hacerle
daño y que se burlaban de su fe. Tenía la seguridad de que sería escuchado.
Salmo 72
Dos salmos (72; 127) se atribuyen a “Salomón”. Si el salmo 72 es de él, puede ser que en él
describa su reinado. También habla del reinado milenial del Mesías. El poema describe las
bendiciones que fluyen de la justicia del rey que Dios pondrá, i.e., el Mesías. El salmista
esperaba que el soberano reinara con justicia y paz a favor de los oprimidos, y que su dominio se
extendiera sobre muchos reyes, de mar a mar. El salmista oró pidiendo las bendiciones de paz y
prosperidad, basando su petición en el hecho de que el rey es el salvador de los oprimidos y que
por lo tanto, es digno de recibir el honor, el poder y el dominio.
Salmo 73
Este salmo trata el mismo tema del 49, por lo tanto, puede ser clasificado como un salmo de
sabiduría o por lo menos, debe ser estudiado por su género sapiencial. “Asaf” habló de las dudas
que casi lo abrumaban cuando comparaba la vida de un hombre inicuo con la de él. Confesó su
pecado al pensar de esa manera y explicó que el contraste entre sus diferentes destinos lo
animaba a mantener la perspectiva correcta.
Salmo 74
Asaf pidió a Dios que se acordara de su pueblo, pues el santuario había quedado devastado
por el enemigo. Oró suplicando que de la manera en que había destruido a sus enemigos, actuara
a su favor y no permitiera que fuera avergonzado.
Salmo 75
Este salmo celebra con anticipación la victoria. El salmista reconoció que Dios enviaría su
juicio en el tiempo señalado, y que destruiría a los impíos para exaltar a los justos. Sobre esta
base, advirtió a los malos que se sometieran bajo la mano de Dios, ya que él es el único que
puede salvar.
Salmo 76
Este es un cántico alabando el poder del Dios de Jacob. El salmista declara que el Señor se
dio a conocer en Jerusalén cuando ejecutó su juicio. Aquí Asaf describe la forma en que el Señor
destruyó a los impíos y libró a los justos. Por tanto, exhortó a los líderes a jurar lealtad al
Altísimo.
Salmo 77
El salmista Asaf clamó con vehemencia una noche desde lo más profundo de su espíritu,
escudriñando su alma para encontrar alivio a su angustia. Encontró consuelo al meditar en la
liberación maravillosa de Dios durante el éxodo. Esa reflexión le levantó el ánimo e hizo que
nuevamente deseara constatar el gran poder de Dios.
A. El problema (77:1–9)
77:1–3. Asaf relata que clamó en su angustia toda la noche a Dios para que lo escuchara. Su
espíritu estaba intranquilo y confuso cuando se acordaba de Dios (cf. vv. 6–7). Es evidente que
fracasaron sus esfuerzos para encontrar consuelo a través de la oración.
77:4–6. A continuación, el salmista contó la forma en que escudriñó su espíritu para
encontrar consuelo. El Señor lo mantenía despierto y en su insomnio meditaba en él acerca de los
días en que pudo elevar sus cánticos de liberación durante la noche. Sin embargo, ahora, estaba
perplejo (mi espíritu inquiría; cf. v. 3), ya que no hallaba un motivo para alabarle.
77:7–9. Asaf estaba confuso porque se sentía abandonado por el Señor. Se preguntaba si el
Señor había desechado a Israel y quitado su favor, su misericordia (ḥeseḏ, “amor leal”) y su
promesa, deteniendo su compasión y misericordia a causa de su ira.
Es evidente que la nación estaba afligida. Dios no había contestado sus oraciones y esto
turbaba sobremanera el espíritu del salmista.
B. La solución (77:10–20)
El consuelo y esperanza del salmista surgieron de su meditación en cuanto a la grandiosa
liberación de Israel en el éxodo.
77:10–15. Asaf se propuso recordar (me acordaré, haré … memoria, meditaré, vv. 11–12)
las maravillas que Dios (v. 11) había realizado en el pasado por su diestra (v. 10; i.e., con
poder; cf. su “brazo”, v. 15). Asaf basó su apelación en tales obras y hechos. Su reflexión
inmediata lo llevó a alabar al Dios incomparablemente santo y grande como su redentor (vv.
13–15). Dios no puede ser comparado ya que hace maravillas. Un ejemplo de tales hechos es la
redención (liberación) del pueblo de Egipto con su brazo (i.e., fuerza). La pregunta: ¿Qué dios
es grande como nuestro Dios? no está sugiriendo que existan otros dioses; más bien, se refiere
a que Dios sobrepasa a todo dios falso que es adorado por los hombres (cf. una pregunta similar
aparece en 35:10; 71:19; 89:6; 113:5; Éx. 15:11; Mi. 7:18).
77:16–18. Asaf describe vívidamente el fenómeno natural que acompañó a la manifestación
del poder de Dios cuando redimió a su pueblo de Egipto. Las aguas obedecieron a su voz
(cuando cruzaron el mar Rojo), y las nubes, truenos, relámpagos, y temblores revelaron su gran
poder (cf. 68:7–9; 97:2–5).
77:19–20. Dios utilizó a Moisés y a Aarón para llevar de forma milagrosa (como se conduce
a un rebaño de ovejas; cf. 78:52; 79:13; 100:3) a su pueblo fuera de peligro a través del mar
Rojo.
Por tanto, la conclusión de esta reflexión llena de alabanza es que Dios rescatará otra vez de
manera milagrosa a su pueblo, a quien él ha redimido para sí.
Salmo 78
El salmo 78 continúa la tradición de transmitir el mensaje de los hechos poderosos de Dios
de generación en generación. El salmista Asaf suplicó a sus contemporáneos que guardaran la
ley, que no olvidaran las obras de Dios y que no se rebelaran contra él. No debían seguir los
pasos de sus antepasados durante su peregrinación en el desierto. Ellos habían sufrido las
consecuencias de su error y habían sido objeto de la ira de Dios. Tampoco debían imitar a una
generación posterior que se olvidó del Señor cuando el santuario en Silo fue saqueado antes de
que él escogiera a David. Este poema se caracteriza por su tristeza. Relata la forma en que las
generaciones anteriores se habían olvidado de las obras de Dios. Sin embargo, también describe
cómo el Señor los libró en su gracia.
Salmo 79
Aquí, el salmista se queja amargamente por la devastación de Jerusalén, la matanza de los
santos, y la burla de los enemigos, ruega a Dios que no se acuerde de sus pecados, y que los libre
por amor de su nombre. Este salmo es similar en muchos aspectos al 74.
Salmo 80
En su oración pidiendo que el Señor restaurara y salvara a Israel, el salmista lamentó la
terrible calamidad que habían sufrido a causa de sus enemigos. Describió la bendición y la
maldición de la nación, y la comparó con una viña que había florecido y que después fue
destruida. Repitió el coro (vv. 3, 7, 19) solicitando a Dios que se volviera a ellos y que los
salvara.
Salmo 81
Este cántico es una celebración en memoria de la liberación de Dios. Tradicionalmente, esa
fiesta se ha identificado con la de los tabernáculos (Lv. 23:33–36, 39–43; Dt. 16:13–15).
Algunos han argumentado, con base en lo que dice Salmos 81:5, que la pascua fue la ocasión en
la que Asaf escribió este salmo, ya que esa fiesta se celebró por primera vez en Egipto. Sin
embargo, el júbilo que demuestra este salmo concuerda mejor con la fiesta de los tabernáculos.
En este cántico, Asaf invitó al pueblo al festival que Dios había instituido como memorial de la
gran liberación de la esclavitud de Egipto. Echando mano de la historia como testigo, el escritor
declaró que el Señor cambiaría su aflicción en gozo si ellos obedecían.
Salmo 82
Habiendo declarado que Dios juzga a los jueces humanos, Asaf lo invoca para que actúe con
base en su justicia. El salmista advierte que perecerán los jueces sin entendimiento, aquellos que
ignoran que Dios los nombró.
Salmo 83
El salmista lamentó el gran peligro que representaban los muchos enemigos que rodeaban a
Judá y que tenían como meta aplastarlo. Oró para que Dios mostrara su poder y los destruyera,
tal como había hecho en ocasiones anteriores.
Salmo 84
Este pasaje es un complemento de los salmos 42 y 43, porque expresa el mismo anhelo de
estar en el lugar formal de adoración a Dios. Técnicamente es un canto de peregrinaje, aunque no
se encuentra en la colección de salmos alusivos a ese tema (Sal. 120–134). En el salmo 84, el
peregrino declara la bendición de un creyente que viaja al templo en fe para orar al Señor. El
autor de este salmo es desconocido, aunque debían cantarlo los coreítas.
Salmo 85
El salmista reconoció la bondad de Dios al restaurar a su pueblo y perdonar sus pecados.
Luego oró pidiendo que el Señor apartara su ira de su pueblo. La confianza del salmista en el
Señor surge de la promesa divina de salvación.
Salmo 86
Debido a que Dios es bueno y perdonador, y porque es incomparablemente suficiente para
hacer cosas grandiosas, el salmista le suplicó que mostrara su poder ante la oposición de los
soberbios.
Este salmo se atribuye a David. Parece que es un mosaico de expresiones provenientes de
otros salmos. A pesar de ello, hace una contribución muy singular a la enseñanza del libro de
Salmos.
A. Oración pidiendo protección (86:1–5)
86:1–5. En su oración, David sinceramente pidió a Jehová que lo escuchara, le contestara, lo
guardara, salvara, tuviera misericordia de él y lo alegrara debido a que se encontraba afligido y
menesteroso (V. el comentario de 37:14). En esencia, en su petición, el salmista deseaba que
Dios lo preservara (cf. 25:20) por su misericordia. David se considera a sí mismo un siervo que
confía en el Señor, y que levanta su alma a él (cf. 25:1).
Esta oración se basa en el hecho de que Dios es bueno, perdonador y grande en
misericordia (cf. 86:15; Éx. 34:6).
Salmo 87
Este salmo amplía la idea que aparece en Salmos 86:9: que las naciones adorarán algún día al
Señor. El salmo 87 es un canto acerca de las cosas gloriosas que se dicen acerca de Sion, la
ciudad de Dios. Después de describir a Sion como la gloriosa ciudad del Señor, el salmista
explica cómo será que los distintos pueblos se reunirán en ella como niños, y cuán gozosos
estarán los que moren allí.
Salmo 88
El salmo 88, escrito por Hemán (cf. 1 Cr. 15:19; 16:41–42; 25:1, 6) el ezraíta (una persona
sabia, 1 R. 4:31), se considera como uno de los salmos más tristes del salterio. Expresa la oración
diligente de alguien que sufre constantemente. El salmista lamenta la terrible y feroz aflicción
que lo ha llevado hasta el punto de morir. Con todo, él ora al Señor constantemente, de día y de
noche, basando su petición en el hecho de que, en la tumba, él sería inútil para Dios.
C. Su fe constante (88:13–18)
88:13–18. Por tercera vez, el salmista expresa su fe clamando a Dios que lo ayude (v. 13; cf.
vv. 1–2). Luego, cuestionando el aparente hecho de que Dios lo ha abandonado (v. 14), afirma de
nuevo que su aflicción es terrible (vv. 15–18). Como Job, en alguna manera, este salmista sufrió
lo que parecía ser la ira de Dios, separado de sus amigos y seres queridos y se encontraba casi en
la angustia total (tinieblas). Con todo, continuó orando porque sabía que Dios era su única
esperanza.
Salmo 89
Este salmo real es una oración pidiendo que Dios cumpla su pacto davídico (2 S. 7:5–16). El
salmo es atribuido a “Etán” (un levita, 1 Cr. 15:17–18, y persona sabia, 1 R. 4:31) pero se
desconoce la ocasión exacta de este escrito. Como contestación a esta interrogante se han
sugerido varias derrotas militares, como la invasión de Judá por Sisac de Egipto (1 R. 14:25) y el
exilio babilónico. Confrontado por el turbador problema de la aflicción y la derrota del rey
davídico ungido, el salmista imploraba al Señor que recordara su juramento a David y pusiera fin
a este desastre. Etán procuró inducir al Señor a que respondiera su oración, repitiendo las
promesas pactales y los atributos divinos en los que éstas descansaban. Así que el salmo es un
estudio del antiquísimo conflicto entre las promesas del Dios fiel y amante, y las catástrofes que
ocurren con frecuencia.
Varias palabras clave que se usan repetidamente en este pasaje, muestran algo del énfasis del
salmo: “misericordia” (ḥesed vv. 1–2, 14, 24, 28, 33, 49), “fidelidad” (vv. 1, 8), “verdad” (vv. 2,
5, 33, 49) “trono” (de David; vv. 4, 14, 29, 36, 44), “David mi siervo” (vv. 3, 20; cf. v. 50),
“ungido” (vv. 20, 38, 51), “pacto” (vv. 3, 28, 34, 39). Este salmo, debido a sus varias referencias
al pacto davídico (vv. 3–4, 27–29, 35–37, 49), afirma que el Mesías, un descendiente de David,
se sentará en el trono de David y reinará sobre Israel. Esto, tomado de manera literal, apoya el
punto de vista de que Cristo no está ahora sentado en el trono de David en los cielos, pero
reinará en su trono sobre la tierra (cf. el comentario de 2 S. 7:5–16).
Salmo 91
Debido a que el salmista estaba convencido de que hay una completa seguridad cuando se
confía en el Altísimo, encontró ánimo para percatarse de que Dios lo libraría de los diversos y
amenazadores ataques de los impíos. Sabía que él había comisionado a sus ángeles para que le
brindaran protección.
Este salmo es un bello testimonio de la seguridad que se puede obtener en la vida. Varios
temas vinculan a los salmos 90–92, sugiriendo que conforman una unidad. El término “refugio”
sinónimo en el hebr. de “habitación” aparece en 90:1 y 91:9; “hierba” en 90:5 y 92:7;
“florece(n)” en 90:6 y 92:7; “alégranos” en 90:15 y 92:4; “tus obras” en 90:16 y 92:4; “Altísimo”
en 91:1, 9 y 92:1.También se menciona el juicio de los impíos en 91:8 y 92:11.
Salmo 92
Salmo 93
Este es uno de los salmos de “entronización” (o “salmos teocráticos” como a veces se les
llama), que celebra el reinado de Dios sobre la tierra. Otros salmos de entronización son: 47,
95–99. Sin duda, fueron usados en el culto israelita para alabar la soberanía de Dios; pero a la
vez son imágenes proféticas de la consumación de los tiempos, en que el Señor establecerá su
justo gobierno milenial sobre la tierra por medio del Mesías.
En el salmo 93, el salmista exalta el reino del Señor, quien ha establecido su trono muy arriba
de los océanos y mora en su santo templo.
Salmo 94
Este salmo reconoce el hecho de que la venganza pertenece a Dios. El salmista invocó al
Señor para que descargara su venganza sobre los orgullosos que de manera insolente oprimen a
los justos. El escritor confiaba en que el Altísimo no desampararía a su pueblo, sino lo libraría,
porque los impíos no tienen parte en el reino de Dios.
Salmo 95
Este “salmo de entronización” invoca al pueblo para que reconozca que el Señor es un gran
rey sobre los dioses. (Otros salmos de entronización son: 47; 93; 96–99.) Pero tras exhortar a la
congregación para que adore a su Creador, el salmista le advierte contra el pecado de manifestar
incredulidad, como en los días del peregrinaje por el desierto, cuando no pudieron experimentar
el reposo de Dios.
Salmo 96
En este salmo, que trata del reino del Señor, el salmista invocó al pueblo en todo lugar y a
todos los elementos de la naturaleza, para que alabaran a Dios, debido a que él es más grande que
todos los dioses paganos y porque reinará con justicia y verdad.
Salmo 97
Este es un salmo didáctico basado en una visión del Señor. El salmista tuvo un vislumbre de
la magnificente venida de Dios en todo su esplendor. Mediante la descripción de la venida del
Todopoderoso para reinar y castigar con justicia a sus enemigos, el salmista exhortó a los santos
a que odiaran el mal y se regocijaran en el Señor (cf. 2 P. 3:10–11, 14).
Salmo 98
En este salmo, el escritor exhorta a toda la tierra a que cante y alabe al Señor, quien reina,
porque ha hecho cosas maravillosas al salvar con su poder a Israel y porque juzgará al mundo
con justicia.
Salmo 99
El salmista animó a todos a que exaltaran al Señor con alabanzas por dos razones: porque él
es santo y por sus misericordiosas respuestas a las oraciones de su pueblo.
Salmo 100
El título afirma que el salmo (o cántico) es de “alabanza” (“de acción de gracias”, NVI99).
Se usaba en el templo al presentar los sacrificios de alabanza (“ofrendas de paz”, Lv. 3). Las
expresiones en este salmo son un reflejo de los salmos de entronización que le antecedieron (Sal.
47; 93; 95–99), los cuales celebran el gobierno divino.
El salmista exhorta a la congregación a servir al Señor con alegría porque él es el Creador, y
la anima a entrar en su templo con muchas acciones de gracias, porque él es bueno y fiel.
Salmo 101
Al hablar al Señor, el rey David afirmó que estaba decidido a mantener la pureza en su reino
aun a costa de quitar la maldad de sí mismo, su corte y su capital. Cuando la justicia
prevaleciera, el Señor se complacería de habitar en medio de su pueblo. Así que, en un sentido,
este salmo es como la carta magna por la que David gobernaba bajo el escrutinio de Dios.
Salmo 102
El título singular de este salmo señala un uso privado y devocional del mismo por los santos
sufrientes. Las ideas que aparecen aquí evocan las que ya se expresaron en los salmos 22, 69, 79.
El salmo 102 también presenta similitudes con algunas declaraciones de Isaías 40–66.
Con la esperanza de que Dios contestara rápidamente su oración, el salmista lamentó que se
encontraba abrumado y en gran apremio debido al hostigamiento del enemigo. Sin embargo,
encontró consuelo en el hecho de que Dios permanecería con él y no lo abandonaría, verdad que
ha llevado a muchas generaciones de santos a rendir alabanza a Dios.
A. Respóndeme pronto (102:1–2)
102:1–2. El salmista oró sinceramente para que Dios lo oyera y no escondiera su rostro de él
(cf. 27:9; 143:7). En su aflicción, clamó al Señor para que le contestara con rapidez (cf. el
comentario de 31:2).
B. Desvanezco (102:3–11)
102:3–7. El salmista describió al Señor su lamentable condición. Sus días se consumían
como humo, sus huesos (cf. el comentario de 6:2) ardían (i.e., se sentía interiormente exhausto),
su corazón se secaba como la hierba (cf. 102:11; 37:2; 103:15–16; Is. 40:6–8). Sin apetito,
gemía en su agonía física. Se veía demacrado (cf. Job 19:20), se sentía abatido, como un búho
que canta lastimosamente o un pájaro que se posa solitario en una rama. Ya no tenía fuerzas, se
sentía deprimido y había perdido todo deseo de vivir.
102:8–9. El dilema del salmista se intensifica cuando escucha que sus enemigos se burlan de
su situación lamentable. Comer ceniza (cf. Is. 44:20) significa tener ceniza sobre la cabeza como
símbolo de lamento. El lamento y el llanto (lágrimas; cf. Sal. 80:5) eran tan continuos, que
parecían ser su dieta diaria.
102:10–11. Además, estaba convencido de que la ira de Dios lo había consumido. Por lo
cual, debido a que Dios había permitido esto, sentía que su vida estaba a punto de extinguirse,
como la sombra que se va, expresión que indica que el día está a punto de terminar (cf. 144:4) y
como la hierba que se seca (cf. 102:4).
Salmo 103
Después de revisar las misericordias recibidas de Dios, David encontró esperanza en la
relación pactal de su pueblo con el Señor, a pesar de que era pecaminoso y débil. Con esa
confianza, el salmista invocó a toda la creación pidiéndole que bendijera a su Señor.
Este salmo, que es una celebración de la liberación divina, parece hablar de la respuesta de
Dios a la oración del salmo 102.
Salmo 104
El salmo 104 comienza de la misma manera que el 103, con las palabras “Bendice, alma mía,
a Jehová”. Este salmo es una gloriosa alabanza a la maravillosa creación divina y al sostén de
ella. Mientras que el salmo 103 alaba la misericordia hacia su pueblo a través de la historia, éste
describe el poder, sabiduría y bondad divinos hacia toda la creación. El salmista habla de que
Dios extiende los cielos como la luz, de su control soberano sobre las profundidades, de que
adorna a la tierra para que sea morada del hombre, de que ordena la sucesión del día y la noche
para propiciar la vida, y de que prepara a los mares para que preserven la vida marítima.
Enseguida, alaba a Dios, quien gloriosamente reina sobre la creación y la renueva por su
Espíritu. Con base en lo anterior, el salmista suplica a Dios que quite a los pecadores que no
están en armonía con la creación.
A. Prólogo (104:1a)
104:1a. El salmista se animó a sí mismo para alabar a Jehová (cf. v. 35; 103:1, 22).
Salmo 105
Describiendo algunos aspectos de la historia de Israel (de Abraham a la peregrinación por el
desierto), al ir conduciendo el Señor de manera milagrosa a su pueblo en cumplimiento de sus
promesas pactales, el salmista alaba la grandeza del amor de Dios por los suyos.
Salmo 106
A pesar de la fidelidad de Dios hacia Israel (Sal. 105) su historia está llena de actos de
infidelidad e ingratitud. El salmo 106 es un salmo confesional que describe algunas de las
experiencias de rebelión de los israelitas y los juicios de Dios sobre ellos. Enseguida, el salmista
eleva una oración pidiendo al Señor que libre a su pueblo de su cautividad. En Nehemías 9 se
encuentra una confesión similar. Además, este salmo presenta similitudes con Isaías 63 y
Ezequiel 20.
Salmo 107
Este es un llamado a la alabanza y está dirigido a los redimidos del Señor. El salmista los
motiva a rendir su alabanza a Dios describiendo cómo preservó a su pueblo en el desierto,
quebrantó las cadenas de su esclavitud, sanó a los enfermos, mostró su poder a los marineros en
el mar, y ejerce providencialmente su gobierno sobre la naturaleza y los asuntos humanos.
Salmo 108
Este es un canto de victoria que alaba el amor leal del Señor, el cual se entona con la
expectativa segura de que todos los enemigos de Dios serán destruidos con sus propias
maquinaciones. Debido a que David estaba convencido de que Dios se gozaría en subyugar a las
naciones, oró pidiendo que se manifestara el liderazgo divino. Los vv. 1–5 son prácticamente
iguales a 57:7–11, y 108:6–13 son casi idénticos a 60:5–12. Sin duda que estas partes estaban
unidas con algún propósito litúrgico.
Salmo 109
El salmista oró pidiendo que el Señor se vengara de sus enemigos, quienes se le oponían con
maquinaciones perversas. El salmista también lanzó maldiciones contra los malvados. El título
atribuye el salmo a David, pero no es claro si las referencias en el texto se refieren a su tiempo
como rey o a una época anterior. El salmo está lleno de imprecaciones (V. “Teología de los
salmos” en la Introducción). Estas son las oraciones fervientes de los justos que apoyan la causa
divina en la tierra. El sentimiento que expresa es áspero, pero esto es así porque el trato de los
impíos a los justos era cruel.
Salmo 110
Las palabras de este salmo están dirigidas al “Señor” del salmista. Las expresiones de este
pasaje son las de un profeta que ha recibido una revelación divina. El rey era también un
sacerdote, hecho que iba más allá de los lineamientos del sacerdocio aarónico, que no era un
orden regio. Esta es una razón por la que este salmo se clasifica como profético. Jesús cita
Salmos 110:1 en Marcos 12:36 (cf. Mt. 22:44; Lc. 20:42) para demostrar que él, como el Mesías,
debía ser Señor de David y no simplemente un descendiente suyo (Mr. 12:35, 37). Por el uso que
Jesús hace de este pasaje, se advierte que David escribió el salmo 110, que fue inspirado por el
Espíritu Santo y que se refiere al Mesías. Salmos 110:1 se cita también en Hechos 2:34–35 y
Hebreos 1:13. Por lo tanto, son inútiles los intentos de algunos por fechar el salmo 110 en el
período macabeo, cuando algunos sacerdotes tuvieron poder temporal. Esos líderes eran primero
sacerdotes y, en segundo término, ejercían poder civil, pero en el salmo 110 el rey es sacerdote.
La unión de los oficios de sacerdote y rey en el Mesías fue profetizada en otros pasajes (e.g.,
Zac. 6:12–13). Es difícil establecer si el salmo 110 tiene que ver con algún incidente de la vida
de David. Quizá fue escrito por el tiempo en que David supo que el ungido de Dios iba a tener un
reino justo (2 S. 23:2–4). Al final de su vida, David supo que él no era tal persona, sino que uno
mayor que él vendría, y tendría ese dominio, poder y gloria sempiternos. En el salmo 110, David
recibió un oráculo acerca de la exaltación de su Señor. Enseguida, describe el ejército santo de
ese Rey-Sacerdote-Mesías y la forma en que derrotará a todas las naciones.
Salmo 111
El salmista prometió alabar al Señor en la asamblea por sus grandiosas y maravillosas obras
de redención que hicieron que el pueblo tuviera temor de él. Este salmo es similar en su
estructura y mensaje al 112. El 111 alaba la justicia del Señor; el 112 ensalza las bendiciones que
recibe una persona que llega a temerlo. Ambos poemas recurren al uso de expresiones que se
encuentran en otros lugares de Salmos y Proverbios. Además, ambos son cantos que tienen la
estructura alfabética llamada acróstico. Algunas versiones antiguas sugieren que el salmo 111
fue escrito en el tiempo de Hageo y Zacarías.
Salmo 112
Este salmo enumera algunas de las bendiciones que disfruta una persona que teme al Señor.
Enseguida prevé la exaltación de los justos y la vergonzosa destrucción de los impíos.
Salmo 114
Este salmo celebra la liberación del pueblo de Dios en el éxodo—un cántico que era
apropiado al tema y que se cantaba en la pascua, fiesta instituida en esa época (Éx. 12). El
salmista evoca cómo el mar huyó y las montañas se cimbraron cuando Israel escapó de Egipto.
En una notable expresión poética, interroga a las montañas y el mar por qué reaccionaron así, y
enseguida invoca a la tierra para que tiemble ante la presencia del Señor, quien hizo fluir agua de
la roca.
Salmo 115
El salmista invocó al Señor para que reivindicara su honor entre las naciones. Después de
demostrar la soberanía de Dios y mostrar su desprecio por los ídolos paganos, invitó a todos a
confiar en el Señor, quien los bendeciría abundantemente.
Este salmo pudo escribirse en una época en que la nación estaba siendo humillada por los
idólatras. El salmo enseña al pueblo a confiar en el Altísimo, no en los ídolos inútiles.
C. Llamado a la fe (115:9–11)
115:9–11. El salmista exhortó a Israel a confiar en el Señor, no en los ídolos, porque sólo él
los puede proteger—ya que es su ayuda (cf. el comentario de 30:10) y escudo (cf. el comentario
de 3:3). Todos en Israel—incluyendo a los sacerdotes (casa de Aarón) y otros adoradores (los
que teméis a Jehová; cf. 115:12–13; 118:2–4)—deben confiar en Dios.
Salmo 116
El salmista evoca cómo fue que Dios lo libró de una muerte inminente y lo capacitó para
tener una dilatada vida de servicio. Por ello, el autor se comprometió a reconocer al Señor en el
templo. Si el salmo 115 es un cántico congregacional, el 116 es una canción personal de acción
de gracias por haber sido librado de una muerte segura.
Salmo 117
Este salmo es una invitación al pueblo de todo lugar para que alabe al Señor por su amor leal
y fidelidad.
Salmo 118
Este salmo completa el grupo de cánticos llamado Hallel (Sal. 113–118). Posiblemente fue
escrito para la primera ocasión en que se celebró la fiesta de los tabernáculos después que el
pueblo regresó del exilio. Su contenido seguramente sugiere que Dios, al restaurar a su nación,
triunfó sobre sus enemigos y sus planes. Por lo menos se puede decir que su contenido describe
una procesión festiva hacia el santuario para ofrecer sacrificios y alabanzas al Señor. Debido a
que el cántico era entonado en las fiestas, las expresiones que contiene estuvieron en labios del
pueblo cuando Jesús entró a Jerusalén al inicio de la semana de la pasión (118:25–26; Mt. 21:9).
Además, este salmo pudo haberse cantado en el aposento alto después de la última cena (Mt.
26:30).
No obstante, en su ambiente original, este fue un cántico para alabar el amor leal del Señor.
El salmista relata la forma en que Dios triunfó sobre las naciones que rodeaban a Israel. Después,
exultó en alabanza por el hecho de que su salvación es una obra maravillosa de Dios y que la
piedra que los edificadores desecharon llegó a ser la parte principal de la obra del Señor.
Salmo 119
El salmista estaba siendo perseguido por hombres poderosos y con autoridad, que
ridiculizaron sus creencias, procurando avergonzarlo y hacer que renunciara a su fe. Sin
embargo, se fortaleció a sí mismo meditando en la palabra de Dios, que para él era su consuelo,
su posesión más preciada, su regla de vida, y su fuente de poder, todo lo cual le conducía a
desearla cada vez más.
Este salmo fue escrito en forma de acróstico (orden alfabético). En cada párrafo (estrofa) de
ocho vv., cada línea comienza con la misma letra del alfabeto hebr. (Las 22 estrofas
corresponden a las 22 letras de ese alfabeto.) De manera que cada uno de los vv. 1–8 comienza
con la primera letra hebr., los vv. 9–16 comienzan cada uno con la segunda letra y así por el
estilo.
El salmo es principalmente una colección de oraciones y meditaciones en la palabra de Dios,
a la que se hace referencia usando diez sinónimos.
“Ley” (tôrâh), aparece 25 veces en el salmo y tiene el significado de dirigir o instruir. Más a
menudo se refiere a un cuerpo de enseñanza, quizá Deuteronomio y Levítico, si no es que a todo
el Pentateuco. De hecho, en Juan 10:34 la correspondiente palabra gr. para “ley” parece incluir
todo el A.T.
“Palabra” (dāḇār) aparece 20 veces en el salmo. Es un término general que se refiere a la
revelación divina, aunque a los “diez mandamientos” se les llama “diez palabras” (lit. en hebr. en
Dt. 4:13).
“Dichos” (’imrâh, que se trad. con frecuencia “promesa” en la NVI99) aparece 19 veces. Es,
a menudo, un sinónimo poético de dāḇār.
“Mandamiento” (miṣwâh) aparece 21 veces (en hebr.) en pl. (normalmente se trad.
“mandamientos” en la NVI99) y una vez como sustantivo sing. colectivo. Connota un mandato
definitivo y autoritativo. Frecuentemente va unido a las dos palabras siguientes.
“Estatutos” (ḥūqqîm) aparece 21 veces. En el libro de Salmos siempre aparece en pl. y lit.
significa “las cosas grabadas”. Así que se refiere a las leyes promulgadas (y se trad. “decretos”
en la NVI99).
“Juicio” (mišpoṭ) aparece 19 veces en pl. (trad. frecuentemente “leyes” en la NVI99), y
cuatro veces en sing. Connota una decisión judicial que sienta un precedente, una ley obligatoria.
En el Pentateuco se refiere a las leyes que siguen a los diez mandamientos. Esa palabra también
puede significar el castigo divino sobre los impíos.
“Preceptos” (piqqûḏîm) aparece 21 veces en el TM. Es un término poético sinónimo de
mandamientos y se encuentra sólo en el salterio (siempre en pl.).
“Testimonio” (‘ēḏâh) aparece 22 veces en pl. y una vez en sing. Es una afirmación solemne,
una declaración de la voluntad de Dios. Es una palabra que en general se usa para referirse a las
ordenanzas que llegaron a ser norma divina de conducta. Normalmente se trad. “estatutos” en la
NVI99.
“Camino” (derek), usada sólo cinco veces en pl. y seis en sing., es un término metafórico que
describe el patrón de vida que la ley de Dios requiere.
“Senda” (’ōraḥ), se usa cinco veces en Salmos, y es sinónimo de “camino”.
Con frecuencia, el salmista habla de las varias respuestas que daba a Dios y su palabra:
“delicia”—que puede trad. “regocijarse”—(Sal. 119:16, 24, 47, 70, 77, 92, 143, 174), “voluntad”
(v. 35), “amar” (vv. 47–48, 97, 113, 119, 127, 132, 159, 163, 165, 167), “guardar” (vv. 8, 17, 34,
44, 56–57, 60, 67, 88, 100–101, 129, 134, 145, 158, 167–168; cf. “guardados” en vv. 4, 136 y
“guardar” en v. 5), “meditar” (vv. 15, 23, 27, 48, 78, 97, 99, 148), y “regocijo” (vv. 14, 74, 162).
También escribió que quería que Dios y su palabra lo “renovaran” (vv. 25, 37, 40, 107, 149, 154,
156; cf. vv. 50, 93) y “preservaran” (vv. 88, 159). Doce veces el salmista se refirió a sí mismo
como siervo de Dios (vv. 17, 23, 38, 49, 65, 76, 84, 124–125, 135, 140, 176).
Salmo 120
El título “cántico gradual” (“cántico de ascenso gradual”, BLA) identifica a cada uno de los
salmos 120–134 como canciones de peregrinos que debían entonarse cuando los israelitas
“ascendieran” a Jerusalén para las fiestas anuales. Cuatro de esos quince salmos se atribuyen a
David (Sal. 122; 124; 131; 133), uno a Salomón (Sal. 127), y los diez restantes son anónimos.
En el salmo 120, el autor pide que lo librara de la gente traidora que quería hacer la guerra
cuando él favorecía la paz.
Salmo 121
El peregrino, previendo su viaje por las colinas hacia Jerusalén, encontraba la seguridad de
que el Señor, el que guarda a Israel, lo protegería siempre en su camino.
Salmo 122
El salmista peregrino, designado en el título como David, evoca su deleite por ir a Jerusalén,
que era el centro cívico y espiritual de la nación. A continuación, llamó a todos a orar por la paz
y seguridad de Jerusalén, por el bien de los piadosos y por amor al nombre de Dios.
Salmo 123
Levantando sus ojos al Dios de los cielos, el esclavo peregrino imploró misericordia porque
el pueblo estaba siendo despreciado por los escarnios de los soberbios.
Salmo 124
Los peregrinos bendijeron al Señor, quien les permitió escapar, dándose cuenta de que si él
no hubiera estado de su lado, las naciones los habrían destruido.
A. Protección del Señor (124:1–5)
124:1–5. En esta parte del salmo el escritor dio testimonio de la protección del Señor. Llamó
a la nación para que se diera cuenta de que su victoria se debía a que Dios había estado con ellos
(vv. 1–2). Enseguida, explicó lo que hubiera sucedido si Dios no hubiera estado con ellos: Las
naciones los habrían destruido en su ira (vv. 3–5). Aquí usa las imágenes de ser tragado por
alguien (cf. Nm. 16:30; Jer. 51:34), y de una inundación (cf. Lm. 3:54). La expresión las aguas
impetuosas de manera idónea sugieren el tema de la soberbia (cf. Sal. 123:4) de sus enemigos.
Esto se puede aplicar a varias épocas de la historia de Israel, pero puede simplemente referirse a
la liberación divina del cautiverio babilónico. Si aquí se hace referencia al regreso del exilio,
entonces David no fue el autor del salmo como afirma el título que se le añadió después. Más
bien, “David”, en este caso, podría referirse a un rey davídico posterior (i.e., un posible ocupante
del trono de David).
Salmo 125
Los justos están seguros en el Señor, porque él no permite que sean probados hasta el punto
de perder su integridad. Sin embargo, quienes se apartan por incredulidad, serán excluidos de sus
bendiciones junto con los impíos.
Salmo 126
Este salmo de peregrinaje parece reflejar la lucha de los exiliados que regresaban. El salmista
estaba alegre porque el Señor los había devuelto a su tierra, pero también oraba pidiendo la
restauración completa de los cautivos. Al meditar en ello, encontró consuelo en el principio de la
siembra y la cosecha.
Salmo 127
Este salmo de peregrinación se atribuye a Salomón. Registra y describe la bendición del
Señor en la vida doméstica. El salmista reconoce que la dependencia en la providencia divina
asegura el éxito de los proyectos y medidas de seguridad hogareñas más importantes. Enseguida,
el escritor menciona que la expresión más grande de la generosidad divina son los hijos, quienes
en aquellos días ayudaban a defender a la familia.
Salmo 128
Tras declarar la bienaventuranza de quienes temen al Señor, el salmista enumera algunas de
las bendiciones otorgadas a los que viven bien e intensifica su oración para obtener mayores
bendiciones.
Salmo 129
Hablando por Israel, el salmista declaró que el Señor lo libró del pillaje de los impíos. Luego
oró pidiendo que el Señor avergonzara a quienes aborrecían a Sion.
Salmo 130
El salmo 130 es un clamor sincero al Señor para que manifieste su misericordia al pueblo. El
salmista, seguro de que Dios perdona los pecados, exhorta a la nación a unírsele en la esperanza
del tiempo futuro, cuando el Señor los redima de todos sus pecados.
Salmo 131
Afirmando que él no había sido soberbio ni había seguido proyectos orgullosos, el peregrino
David habló de su confianza primordial, su esperanza en el Señor.
A. Humildad (131:1–2)
131:1. David afirmó que él no había sido arrogante. El orgullo es esencialmente querer vivir
independientemente de Dios y desobedecerlo. El salmista sabía que él dependía del Señor. No
había buscado ni la ambición orgullosa (ojos enaltecidos; cf. 18:27; 101:5; Pr. 6:17; 30:13), ni
proyectos ambiciosos y egoístas (grandezas).
131:2. Enseguida, David testificó de su humildad. Su alma no se perturbaba con ambiciones
y pasiones egoístas. Había acallado su alma. Como un niño destetado, que ya no quiere la leche
materna, se contentaba sin tener aquellas cosas que otrora parecían indispensables. El creyente
maduro abandona el clamor de la orgullosa ambición y descansa en el Señor.
B. Esperanza (131:3)
131:3. David invitó a Israel a esperar en el Señor siempre. Confiar en él es la antítesis del
orgullo.
Salmo 132
Este salmo es una oración de la congregación, pidiendo que el Señor recordara el juramento
de David acerca del lugar de residencia del arca. La congregación encontró la respuesta a su
oración cuando decidió adorar en el templo. Se le recordaron las promesas de Dios acerca de que
el linaje de David continuaría, que Sion sería su lugar de residencia, y que se manifestaría el
Mesías.
Es difícil saber el trasfondo u ocasión del salmo. Quizá era una oración de los exiliados que
retornaban, quienes se preguntaban cuándo sería el cumplimiento de las promesas de Dios a
David, primordialmente las que se referían al dominio eterno de la familia de David y la
adoración de los justos en Sion.
B. Adoremos (132:6–10)
Aquí el tono del salmo cambia, porque la congregación comenzó a sentir la confianza de que
su oración recibiría respuesta.
132:6–8. En su canto, la congregación recordó que Israel sabía que el arca (v. 8) del pacto
estaba en Efrata y que se había hallado. Había permanecido en los campos del bosque
(“Yagar”, NVI99; i.e., Quiriat-jearim, 1 S. 7:1–2) por veinte años hasta que David la trasladó a
Sion (2 S. 6). (Efrata, Gn. 35:16, 19; 48:7, era el nombre antiguo de Belén o del área aledaña a
éste.)
El pueblo se propuso adorar en el lugar que David había designado para el arca (cf. Sal. 74:7;
76:2; 84:1; 132:5, 13, del Señor y estrado de sus pies). Era la morada de Dios en el sentido de
que era su trono terrenal. Se llamaba el arca del poder de Dios, porque en la batalla simbolizaba
la fuerza y victoria divinas.
132:9–10. La petición del pueblo de que el Señor lo visitara se acompañó de una oración de
que los sacerdotes se vistieran de justicia (cf. v. 16; Zac. 3:1–7), que los santos cantaran alegres
y que el Señor no rechazara a David, su rey ungido. Estos vv. fueron todos parte de la oración
del pueblo cuando David estableció en Sion la sede del reinado divino. Aquí, el salmista se
apropió de la plegaria en favor de los que retornaban del exilio para que de esta manera, Dios
diera cumplimiento también a sus promesas hechas a los descendientes de David. Así como la
comunidad anterior había seguido el arca a su lugar de reposo y allí oró pidiendo que Dios
bendijera a los sacerdotes y a David, así también esta comunidad oró en su día por los
sacerdotes, quienes eran descendientes de los anteriores ministros del pacto.
Salmo 133
Aquí el salmista David describe la hermosura de la unidad que existe entre los hermanos.
Salmo 134
Dirigiéndose a los levitas y sacerdotes que hacían guardia en el templo, el peregrino implora
que las bendiciones celestiales les sean dadas desde Sion.
Salmo 135
Este cántico de alabanza es un caleidoscopio de la ley, los profetas, y Salmos. En él, el poeta
llama a los sacerdotes a que alaben a Dios, complementando así el mensaje del salmo 134. Este
es un cántico que alaba la grandeza del Señor y su fidelidad hacia su pueblo.
C. Conclusión (135:19–21)
135:19–21. El salmista reitera su llamado a Israel, sus sacerdotes (casa de Aarón) y los
levitas (casa de Leví) a que alaben a Dios desde Sion. El salmo concluye con la misma palabra
con la que comenzó, aleluya (“alabad a Jehová”, es trad. de esta palabra hebr.; cf. vv. 1, 3 y el
comentario de 104:35).
Salmo 136
Este salmo es similar al 135, excepto porque tiene un refrán que remarca el tema del mismo.
El tema es “alabad al Señor, quien hace grandes maravillas”, y el estribillo es “porque para
siempre es su misericordia” (“su gran amor perdura para siempre”, NVI99). La estructura del
salmo 136 sugiere que se entonaba en el culto de manera antifonal, i.e., una parte de la
congregación repetía una afirmación o frase y la otra parte respondía con el estribillo (cf. Esd.
3:11; 2 Cr. 7:3, 6). El amor leal de Dios (ḥeseḏ), mencionado en cada uno de los 26 estribillos,
describe su fidelidad pactal hacia el pueblo que ama. La celebración del amor de Dios en este
salmo litúrgico proporcionó a Israel una canción favorita para los festivales. A este salmo se le
conoce como el “Gran Hallel” (cf. Sal. 111–113; 115–117).
C. Conclusión (136:26)
136:26. El autor, al concluir este salmo, de nuevo convocó a todos a expresar su gratitud (cf.
vv. 1–3) al Dios de los cielos por su amor perdurable (misericordia). Este es el único lugar del
libro de los Salmos, donde se utiliza este título divino (cf. el comentario de Esd. 1:2).
Salmo 137
En un lenguaje doliente pero hermoso, el salmista exiliado lamentó el estado lastimoso de los
que lloraban en tierra extraña y no podían entonar sus cánticos en Sion. Su odio por los
destructores de Sion es marcadamente opuesto a su intenso amor por ella; así que pasó a lanzar
imprecaciones contra Edom y Babilonia que habían destruido la ciudad de Dios.
Este salmo, que refleja el período del exilio, pudo ser escrito hacia finales del cautiverio
babilónico. Quizá el salmista pensaba que los babilonios, que habían devastado a Israel,
merecían un trato más severo que el que les daban los persas.
Salmo 138
David juró alabar el amor leal de Dios y su bondad al contestar su oración. Dio a conocer su
deseo de que todos los reyes reconocieran el favor de Dios a los humildes, y luego expresó su
confianza de que Dios lo libraría por su amor leal.
Salmo 139
Los temas de la meditación de David en este bello salmo son la omnisciencia, omnipresencia,
y omnipotencia de Dios. En este poema, David pidió al Señor que lo examinara minuciosamente
para confirmar su inocencia. El salmo tiene cuatro estrofas de seis vv. cada una. El significado
del mensaje progresa de un tema a otro. Su primera meditación se centra en el conocimiento de
Dios, por el cual cada aspecto de su vida es revisado y controlado. Luego se percata de que es
imposible escapar de ese control omnisciente. Sin importar cuán lejos o rápido pueda irse, Dios
está en todo lugar. David luego declara que el Altísimo tiene ese control sobre su vida porque en
su poder él lo creó en secreto y planeó su vida con sumo cuidado. Con base en estas
meditaciones, David enseguida afirmó su lealtad a Dios y pidió que lo examinara y lo probara.
Salmo 140
El salmista expresó ásperas imprecaciones contra los impíos que buscaban envenenarlo y
atraparlo con sus perversas maquinaciones. Externó estas imprecaciones con la completa
confianza de que el Señor seguramente haría justicia a favor de los afligidos, e impediría los
ataques de los malvados. Esta es la esencia de su oración inicial.
A. Petición (140:1–8)
140:1–5. David imploró a Dios que lo librara de los impíos que planeaban destruirlo. Los vv.
1–2 incluyen este clamor introductorio y los vv. 3–5 expresan su lamento. Él quería que Dios lo
rescatara y protegiera (cf. v. 4) de los hombres violentos (cf. vv. 4, 11), de gente que urde y
lleva a cabo planes perversos cada día (cf. v. 8). El lenguaje figurado de este lamento muestra
que sus adversarios eran crueles. Su habla era cortante y destructiva, como veneno de serpiente
(v. 3). El impío planeaba trastornar sus acciones, por lo que necesitaba la ayuda de Dios (v. 4).
Como los cazadores que usan lazos, habían tendido red para atraparlo (v. 5; cf. 141:9–10;
142:3). Sus enemigos, aparte de ser peligrosos y crueles (140:3), estaban tratando matarlo de
manera deliberada (vv. 4–5).
140:6–8. David reiteró su clamor inicial pidiendo ayuda, suplicando que el impío no
consiguiera realizar sus planes perversos (cf. v. 2) ni se sintiera orgulloso de su éxito. En su
oración, el salmista describió al Señor como su potente salvador que protege su cabeza … en
batalla. Esta imagen militar remarca la protección divina de los santos cuando enfrentan a los
impíos.
B. Imprecaciones (140:9–11)
140:9–11. David externó varias imprecaciones severas sobre los inicuos, designadas para
confrontarlos con su maldad. Esperaba que sus palabras malintencionadas (cf. v. 3) les
acarrearan problemas. También esperaba que cayeran sobre ellos brasas de fuego (cf. 11:6) que
eran reminiscencia del castigo que Dios envió sobre Sodoma y Gomorra (cf. Gn. 19:24).
También esperaba que el mal alcanzara al hombre deslenguado (cf. su “veneno”, Sal. 140:3).
De nuevo llamó a sus enemigos “gente que practica la violencia” (NVI99, cf. vv. 1, 4).
C. Confianza (140:12–13)
140:12–13. David estaba convencido de que el Señor iba a apoyar su causa porque estaba
afligido y necesitado (cf. 40:17; 70:5; 86:1; 109:22) y que los justos iban a alabar a Dios, quien
los defiende. Ellos habitarían en su presencia, en paz (cf. 102:28).
Salmo 141
Los títulos de los salmos 141–145 los atribuyen a David. El 141 es una oración vespertina
pidiendo santificación y protección. David solicitó ayuda para no hablar mal contra Dios, o caer
en las seductoras tentaciones de los impíos. Pidió ser guardado de las maquinaciones de los
malvados que escucharían su cántico de testimonio.
Salmo 142
Este salmo, también atribuido a David, se escribió“cuando estaba en la cueva”, huyendo de
Saúl (cf. el título del salmo 57). El salmista clamó al Señor pidiendo que lo ayudara, porque Dios
era el único de quien podía depender. David estaba totalmente indefenso delante de sus enemigos
y a nadie parecía importarle su vida.
B. Lamento (142:3–4)
142:3–4. Dirigiéndose al Señor, David afirma que, cuando su espíritu se debilitaba (cf.
77:3; 143:4, 7), Dios conocía su senda (cf. 139:2–3). Evidentemente, al estar bajo presión había
perdido la batalla, porque su resistencia había flaqueado. El problema surgió de una trampa
(lazo) preparada para él por un enemigo (cf. 140:5; 141:9–10).
Luego, pidió a Dios que mirara su diestra (donde normalmente alguien estaría cuidándolo)
porque se encontraba sin refugio y apoyo—¡nadie se preocupaba por su vida! Su única
esperanza era el Señor a quien oraba.
C. Petición (142:5–7)
142:5. Cuando David clamó a Dios (cf. v. 1), él afirmó su confianza en él: en él estaba su
seguridad (esperanza; cf. 141:8) y vida. Dios era su porción, su heredad, todo cuanto poseía (cf.
16:5; 73:26; 119:57).
142:6–7. En su desesperada situación (cf. 79:8), parecida a una cárcel, pidió que el Señor lo
rescatara de sus fuertes enemigos (cf. 18:17) para luego poder alabar el nombre de Dios (sus
atributos revelados) por lo que había hecho. Además, los justos podrían reunirse gozosamente
alrededor de él (lit., “coronándose ellos mismos”, i.e., regocijarse por el triunfo) por la bondad
del Señor (cf. 13:6; 116:12) al contestar su oración.
Salmo 143
En este pasaje el tema de que el espíritu de David desfallecía (vv. 4, 7) proviene del salmo
anterior (142:3). Salmos 143 es una súplica de liberación y dirección. Cuando el salmista pidió
un misericordioso alivio del asedio de los impíos que lo oprimían, reconoció que entre los vivos
no hay hombre que sea justo. Él deseaba la liberación y dirección para su vida y encontró ánimo
al recordar los caminos de Dios.
A. Queja (143:1–6)
143:1–4. David suplicó al Señor que tuviera misericordia de él y aliviara su pesar, en virtud
de la verdad (“fidelidad”, NVI99) y justicia divinas (cf. v. 11). En contraste, ningún ser humano
es justo (cf. Ec. 7:20). David estaba reconociendo así que su sufrimiento en parte se debía a sus
pecados, aunque quería que Dios no lo juzgara.
Su queja se expresa específicamente en Salmos 143:3–4. El enemigo había atacado y echado
a David, por lo que se encontraba en tinieblas (cf. 88:6, i.e., en abatimiento emocional) y bien
pudo haber muerto. Su espíritu desmayaba (cf. 142:3; 143:7) por causa de esta opresión.
143:5–6. A pesar de lo anterior, David había recobrado la confianza al recordar los días
pasados. Su fe se reavivó y su espíritu se fortaleció cuando evocó las poderosas obras del Señor
en el pasado. Así que pidió intensamente al Señor que saciara el hambre y sed (cf. 42:2) de su
corazón. La imagen de la tierra sedienta retrata la gran necesidad espiritual de su corazón que
en ese momento había, por lo que Dios iría en su rescate.
B. Petición (143:7–12)
143:7. Su confianza en Dios (v. 5) dirigió su petición de ser librado; suplicó una liberación
rápida (cf. el comentario de 31:2), no fuera que él, por estar debilitado de espíritu (cf. 142:3;
143:4) cayera en el hoyo (sinónimo de sepultura). Suplicar a Dios que no esconda su rostro (cf.
27:9; 102:2) es una expresión que significa que no quiere que lo pase por alto.
143:8–12. La oración del v. 7 se detalla en los vv. 8–12. Primero, deseaba que la
misericordia (amor leal, ḥeseḏ; cf. v. 11) de Dios le dirigiera por el camino que debía seguir (v.
8). Segundo, quería que Dios le rescatara de sus enemigos (v. 9; cf. 140:1; 142:6). Tercero,
quería que el Espíritu de Dios (143:10) le enseñara. Y cuarto, David quería salir con vida por la
justicia (cf. v. 1) y amor de Dios (cf. v. 8), del acoso de sus enemigos (vv. 11–12). Cada una de
estas oraciones se basaba sólidamente en su confianza en el Señor. Como siervo de Dios, David
confiaba en él. A pesar de que había pecado y se encontraba en problemas, confiaba en que Dios
lo pondría a salvo.
Salmo 144
Después de bendecir al Señor por sus gloriosas liberaciones en batallas pretéritas, y
maravillándose de que Dios no se olvida de la gente que está en peligro de perecer, el rey David
oró para que se diera una intervención divina en combate. Él expresó su confianza de que debido
a que Dios da la victoria, la nación experimentaría paz y prosperidad.
Salmo 145
Este salmo de David lleva por título:“salmo de alabanza”—el único del salterio con ese
título. Aquí comienza la gran doxología de toda la colección de salmos, porque el tema de la
alabanza es parte muy importante de los salmos 145–150, más que en la mayoría del resto del
salterio. La palabra “alabar” aparece 46 veces en estos seis salmos.
En el salmo 145 David alaba al Señor por sus portentosas obras que se relatan de generación
en generación, por su bondadosa provisión de un reino perpetuo y por la manera en que responde
a aquellos que lo aman.
Salmo 146
El tema de este salmo, al igual que el 145 y otros, es la grandeza y la gracia de Dios. Aquí el
salmista juró alabar a Dios toda la vida porque quien hizo los cielos y la tierra es fiel y justo con
los oprimidos de la tierra.
Salmo 147
El salmista alaba al Señor por su grandeza manifestada al sustentar toda la creación y por su
gracia al sanar a los creyentes afligidos y darles su palabra. Llamó a la congregación a unirse a él
en alabanza porque también sus miembros recibieron muchos beneficios. Dios debe ser alabado
por su gracia (vv. 2–3, 6, 10–14, 19–20) y grandeza (vv. 4–5, 8–9, 15–18).
Salmo 148
El salmista convocó a los cielos y sus huestes a alabar al Señor porque él los estableció en su
decreto. Y llamó a la tierra a alabar su glorioso nombre porque él ha exaltado a Israel.
Salmo 149
El salmista invita a Israel a entonar alabanzas al Señor quien da la salvación a los mansos y
capacita a su pueblo para ejecutar venganza sobre las naciones.
C. Conclusión (149:6–9)
149:6–9. Enseguida, el salmista, convocó a Israel a poner la alabanza a Dios en sus
gargantas y espadas en sus manos para ejecutar la justicia de Dios sobre los impíos. Israel
estaba siendo animado para evitar todo tipo de antagonismo contra el Señor y sus ungidos. Luego
les invitó de nuevo a alabar al Señor (aleluya; halelû-yāh; cf. v. 1).
Salmo 150
Debido a la majestuosa excelencia de las obras de Dios, el salmista invocó a todos a que lo
alabaran, lo cual debía darse en el santuario con todo tipo de instrumentos musicales.
Obras introductorias
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PROVERBIOS
Sid S. Buzzell
Traducción: Elizabeth M. de Carpinteyro
INTRODUCCIÓN
El libro de Proverbios contiene instrucciones morales y éticas que tratan con muchos aspectos de
la vida. Las enseñanzas de este libro muestran a los lectores cómo llevar una vida sabia y piadosa
y cómo evitar las consecuencias de llevar una conducta insensata y carnal.
Contiene un mensaje amplio y siempre pertinente por la gran variedad de temas que trata y es
de gran relevancia para la vida cotidiana. Se aluden con frecuencia y de manera sucinta y
penetrante las actitudes, conducta y características correctas e incorrectas de la gente. El libro de
Proverbios es el libro de Dios acerca de “cómo vivir sabiamente”. Es el tesoro de la sabiduría
divina.
Si los israelitas obedecían los decretos y leyes de Dios, se les consideraría un pueblo sabio y
entendido (Dt. 4:5–6). Lo mismo sucede con todos los creyentes, porque “el testimonio de
Jehová” hace “sabio al sencillo” (Sal. 19:7). Los proverbios mostraban a los israelitas cómo
debían afectar a su diario vivir la fe en el Señor y su palabra. También enseña cómo los creyentes
de todos los tiempos pueden ser sabios a los ojos de Dios y de los demás.
El libro de Proverbios completa la enseñanza del A.T., agregándole un énfasis muy
importante. Los israelitas debían guardar la ley y escuchar y obedecer a los profetas, pero
también debían aplicar las verdades de la ley y de los profetas a todos los aspectos de su vida.
Aun sin quebrantar los mandamientos de la ley mosaica y sin ofender a ningún profeta, a lo
mejor el israelita no estaba viviendo plenamente. Los proverbios advierten contra lo ilegal e
inmoral, pero también se centran en cómo llevar una vida dinámica y activa.
Autoría y fecha. La autoría y fecha de Proverbios no se deben considerar aparte de la estructura
del libro, el cual está compuesto de 8 secciones (V. el Bosquejo) escritas en diferentes épocas
con la intervención de varios autores o editores. El título “Los proverbios de Salomón” de 1:1
introduce los caps. 1–9 (secciones I y II). Salomón reinó de 971 a 931 a.C. así que los proverbios
que escribió pueden fecharse en el s. X a.C. De acuerdo con 10:1, la sección III (10:1–22:16)
también es obra de Salomón.
La sección IV (22:17–24:34) es conocida como “dichos de los sabios” (22:17; 24:23). No se
sabe la identidad de esos hombres sabios, así que tampoco se puede determinar la fecha de sus
dichos. Quizá vivieron antes del tiempo de Salomón, y él compiló los dichos y los añadió a su
repertorio. O tal vez vivieron durante el tiempo de ese rey y un editor anónimo los anexó a los de
Salomón.
El rey Salomón escribió los proverbios de la sección V (caps. 25–29), pero fueron
compilados por los varones de Ezequías (25:1). Este último monarca reinó de 729 a 686 a.C., así
que esos caps. se añadieron durante esos años.
Agur y el rey Lemuel escribieron las secciones VI (cap. 30) y VII (31:1–9), respectivamente.
Ellos no eran israelitas, y probablemente eran árabes, aunque su identidad y origen no son muy
claros.
Puede ser que la sección VIII (31:10–31) sea una continuación de las palabras que se
atribuyen a Lemuel (31:1), pero su composición como poema en forma de acróstico y las
diferencias en estilo con 31:1–9, la señalan como una pieza literaria independiente. Si así fuera,
se desconoce el autor.
El libro tomó su forma final al menos durante el tiempo de Ezequías (por el 25:1), pero no se
sabe si sus hombres compilaron todo el libro. La fecha final de la compilación se considera
generalmente ca. 700 a.C., asumiendo que Agur y Lemuel escribieron antes de ese año. Por
supuesto que la escritura y compilación se hizo bajo la supervisión del Espíritu Santo, el autor
divino de todas las Escrituras (2 Ti. 3:16).
Es muy apropiado pensar que Salomón escribió la mayoría del libro, pues fue la persona más
sabia de sus días (1 R. 4:29–31, 34) y escribió 3,000 proverbios (1 R. 4:32; cf. Ec. 12:9). El
Espíritu Santo lo dirigió para que seleccionara solamente unos centenares para incluirlos en las
Escrituras.
Se ha sugerido que Salomón escribió Cantar de los Cantares en sus primeros años de edad
adulta, Proverbios en su mediana edad y Eclesiastés al final de su existencia, cuando
reflexionaba sobre sus experiencias pasadas.
Propósito. El propósito de Proverbios consta de 5 aspectos y se presenta en la introducción del
mismo libro (Pr. 1:2–4, 6): (a) “para entender sabiduría y doctrina”, (b) “para conocer razones
prudentes”, (c) “para recibir el consejo de prudencia”, (d) “para dar sagacidad a los simples”, y
(e) “para entender proverbio y declaración, palabras de sabios, y sus dichos profundos”. Estos
propósitos son para ayudar a los lectores a vivir sabia y sagazmente.
Los padres y maestros utilizaban los proverbios para impartir sabiduría, de manera que el
aprendizaje se convertía en aventura y reto. El propósito de usar los proverbios era para ayudar a
los jóvenes a adquirir habilidades mentales que promovieran una vida sabia. El contenido y
estructura de los dichos ayudaban a que los lectores se desenvolvieran mejor. El proceso era un
reto, y el resultado, una recompensa.
En Proverbios se encuentran varias palabras y sinónimos utilizados para “sabiduría”, pero la
más importante y más frecuente es ḥokmâh, la cual se repite 45 veces en el libro. En el A.T., el
vocablo ḥokmâh se utiliza para referirse a la habilidad de los artesanos, marineros, cantores,
plañideros, administradores y consejeros. A éstos y a otros se les consideraba llenos de habilidad;
i.e., “sabios” por su conocimiento, experiencia y eficiencia en las áreas en que eran expertos. De
la misma manera en el ámbito espiritual, una persona que posee ḥokmâh con respecto a Dios es
alguien que tiene conocimiento y experiencia en andar por los caminos divinos. Así que en la
literatura de la sabiduría bíblica ser sabio significa ser hábil para vivir una vida piadosa. Tener la
sabiduría de Dios implica tener la habilidad de lidiar con la vida honrando a Dios. Crawford H.
Toy escribió que “la sabiduría es … aplicar el conocimiento para vivir correctamente en el más
alto de los sentidos” (A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Proverbs,
“Comentario crítico y exegético del libro de Proverbios”, pág. 5).
Muchas culturas del antiguo Cercano Oriente poseen escritos de sabiduría (V. la sección
“Relación de Proverbios con la demás literatura antigua de sabiduría”). A pesar de que este libro
es similar en alguna forma a esa literatura, la sabiduría que se promueve en Proverbios contiene
un elemento que no se encuentra en ella. Este libro trata de la sabiduría que se manifiesta en una
sagacidad práctica, perspicacia mental y habilidades funcionales. También incluye instrucciones
para llevar una vida moral y recta, que es resultado de tener una relación correcta con Dios. La
declaración:“el temor de Jehová es el principio de la sabiduría” (9:10) hace que el concepto hebr.
de sabiduría sea único (cf. 14:16, “el sabio teme [al Señor].” También V. 1:7; 15:33; Job 28:28;
Sal. 111:10.) Para ser sabio en el sentido bíblico, uno debe empezar teniendo una correcta
relación con Dios. Temer al Señor significa respetarlo por lo que él es y responder en confianza,
adoración, obediencia y servicio. Los sabios hebreos insistían en que si no se honra a Dios y se
sigue su palabra, nunca puede adquirirse sabiduría.
El propósito del libro de Proverbios es inculcar en las personas, especialmente en los jóvenes,
una perspectiva sabia y correcta de la vida, la cual comienza cuando se establece una relación
correcta con el Señor.
Destinatarios. La repetición frecuente del destinatario como “hijo mío” e “hijos míos” de este
libro ha provocado algunas preguntas acerca de la relación que había entre Salomón y su
“audiencia”. Salomón escribió la expresión “hijo mío” 15 veces en los caps. 1–7 y dos veces en
otros lados (19:27; 27:11). Los otros sabios la usaron 5 veces en sus dichos (23:15, 19, 26; 24:13,
21) y la madre de Lemuel la usó una vez (31:2). Salomón repitió la palabra “hijos” 4 veces (4:1;
5:7; 7:24; 8:32). Originalmente, los vv. que dicen “hijo” o “hijos” pudieron haberse dirigido
oralmente a los alumnos de Salomón y de otros maestros de la corte real, o a sus hijos en sus
hogares. A favor del ambiente escolar está el hecho de que los aprendices a veces eran llamados
“hijos” por sus maestros. A favor del ambiente hogareño está el hecho de que tanto las madres
como los padres eran quienes daban la instrucción (1:8; 6:20; también V. 23:19, 22–26).
Además, la madre de Lemuel enseñó a su hijo un oráculo (31:1–2). La forma en que está escrito
el libro de Proverbios es de gran ayuda para los progenitores que quieren instruir bien a sus hijos
e hijas, asimismo, es obvio que es de gran ayuda para el estudio personal de la Biblia. El hecho
de que el libro sea una colección de dichos sugiere que los proverbios se compilaron en
diferentes situaciones y con diferentes audiencias. De cualquier modo, el libro fue—y es—un
excelente manual para que los jóvenes (y adultos también) aprendan cómo llevar una vida sabia
y piadosa.
Estilo literario
1. Significado de la palabra “proverbio”. La palabra “proverbio” es trad. del hebr. māšāl,
que con toda probabilidad proviene de un vb. que significa “ser como, compararse con”. Un
proverbio, entonces, es una declaración que hace una comparación o resume una experiencia
común (i.e., la oración gramatical es “parecida a” y se compara con la realidad). Cada uno de los
proverbios medulares que contiene la mayor parte del libro es un māšāl (cf. 1:1; 10:1; 25:1), pero
en otros lugares del A.T. también se encuentran algunos dichos proverbiales (e.g., Gn. 10:9; 1 S.
10:12; 24:13; 1 R. 20:11; Jer. 31:29; Ez. 12:22; 16:44; 18:2).
Māšāl también significa “refrán” (e.g., Dt. 28:37, “objeto de burla”; 1 R. 9:7; 2 Cr. 7:20; Jer.
24:9; Ez. 14:8). Parece que el sentido de esto es que una persona o nación aludida como refrán es
una lección objetiva para otros. Māšāl también puede usarse para describir un oráculo profético
(Nm. 23:7, 18; 24:3, 15, 20–21, 23) o una provocación (Is. 14:4) larga, que abarca varios vv.
Quizá la idea es que el dicho muestre lo que el orador desearía que fuera la gente. El “discurso”
de Job (Job 29–31) es un māšāl en el sentido de que resume lo que estaba experimentando.
“Parábola” es otra manera de trad. māšāl (Ez. 20:49); en ese caso, la historia de la parábola se
parece a un incidente de la vida real. Eso es similar a cuando māšāl se trad. como “alegoría” (Ez.
17:2). A los proverbios también se les identifica como enigmas (Sal. 49:4; Prov. 1:6).
Junto con sus máximas que solamente ocupan un v., el libro de Proverbios también incluye
unos cuantos discursos largos (e.g., 6:12–14, 16–19; 7:6–23; 30:11–14, 18–19, 21–23; 31:4–5).
2. Paralelismo. En su totalidad, el libro de Proverbios está escrito en estilo poético. El
elemento estructural predominante de la poesía hebr. es el llamado paralelismo poético. Lo
común es que las dos líneas poéticas que conforman un verso tengan una relación paralela.
En el paralelismo sinónimo, los términos o unidades de pensamiento que hay en una línea se
colocan en forma paralela en la segunda línea, usando términos o unidades similares de
pensamiento. Algunas veces, cada unidad de una línea se relaciona con cada una de la siguiente
(e.g., 1:2; 2:11). A eso se le llama paralelismo sinónimo completo. En otras, sólo algunas
unidades de la primera línea corresponden a las de la siguiente (e.g., en 1:9 la palabra “serán” no
tiene paralelo en la segunda). A eso se le llama paralelismo sinónimo incompleto.
En el paralelismo antitético una línea es lo opuesto de, o el contraste de, la que sigue (e.g.,
10:1; 11:1). La mayoría de los vv. de los caps. 10–15 son antitéticos.
En el paralelismo emblemático, una línea arroja luz sobre la otra por medio de un símil o de
una metáfora (e.g., 10:26; 25:12, 23).
En el paralelismo sintético, la segunda línea simplemente continúa el concepto expresado en
la primera. Algunas veces la segunda da el resultado de la primera (3:6; 16:3) y otras veces
describe algo de la primera (6:12; 15:3). En ocasiones, una línea da la preferencia a lo que se
dice en la otra línea. Hay 19 vv. del tipo “mejor es … que” (12:9; 15:16–17; 16:8, 16, 19, 32;
17:1, 12; 19:1, 22; 21:9, 19; 22:1; 25:7, 24; 27:5, 10; 28:6). Otra forma de paralelismo sintético
es el que utiliza las frases “cuánto más” (11:31; 15:11; 19:7; 21:27) o “cuánto menos” (17:7;
19:10). La mayoría de los vv. de 16:1–22:16 contienen el paralelismo sinónimo o sintético.
No todos los vv. de Proverbios tienen dos líneas. Algunos tienen tres (e.g., 1:27; 6:13, 17;
27:22; 30:20, 32–33; 31:4), pocos tienen cuatro (e.g., 30:9, 14–15, 17, 19) y uno contiene seis
(30:4). Por lo regular, en los vv. de tres líneas las primeras dos se relacionan de alguna manera y
la segunda y tercera son paralelas de otra (e. g., en 27:27 la segunda contiene un paralelismo
sintético con la primera, completando así el pensamiento, y la tercera es un paralelismo sinónimo
con la segunda). Sin embargo, las tres líneas del 1:27 contienen el paralelismo sinónimo. El libro
Walking in Wisdom: Studying the Proverbs of Solomon “Andando en sabiduría: un estudio de los
Proverbios de Salomón”, escrito por William E. Mouser, Jr., es una buena ayuda para saber
cómo analizar la intención de los varios tipos de paralelismos en el libro de Proverbios.
Por lo regular, aunque no siempre, la segunda línea de un paralelismo de dos, tiene una
intención mayor que meramente repetir las palabras o conceptos de la primera. La segunda
podría abundar sobre la primera, o completarla, definirla, puntualizarla, ser más significativa que
ella, engrandecerla, ser lo opuesto a ella, ser una alternativa o una contraparte. Ese patrón en el
cual la segunda línea se subraya es lo que James L. Kugel llama “A, y además, B” (The Idea of
Biblical Poetry: Parallelism and Its History “La idea de la poesía bíblica: el paralelismo y su
historia”, New Haven, Conn.: Yale University Press, 1981, págs. 7–27, esp. pág. 13).
Debido a que son máximas breves, los proverbios son declaraciones condensadas y directas
acerca de la vida que resumen, cristalizan y condensan las experiencias y observaciones de los
escritores. La naturaleza breve y concisa de las máximas provoca que los lectores reflexionen en
su significado, ya que declaran cómo es la vida y cómo debe vivirse. En forma abrupta y sin usar
muchas palabras, algunos proverbios relatan lo que se observa comúnmente en la vida, mientras
que otros recomiendan o exhortan cómo debe vivirse. Por lo general, cuando se da un consejo se
expone la razón por la cual se da.
Muchas de las máximas proverbiales deben reconocerse como guías, no como observaciones
absolutas, ni como promesas inalterables. Lo que se dice es una verdad en general y
regularmente, pero en ocasiones se señalan excepciones (e.g., cf. Pr. 10:27 con Sal. 73:12).
Tema y asunto. El libro de Proverbios se enfoca en el carácter humano y su conducta. Las
observaciones y amonestaciones del libro acerca de la vida se dirigen a individuos, no a la nación
entera de Israel. Como ya se dijo en el “Propósito”, el libro de Proverbios se enfoca en la vida
sabia la cual es igual a una vida piadosa, puesto que una persona piadosa o justa es sabia delante
de los ojos de Dios. En contraste, el malo o injusto es insensato. Proverbios se refiere
repetidamente a las características y consecuencias de esos dos estilos de vida que se resumen en
Salmos 1:6:“Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá”.
En el libro de Proverbios se habla de muchas de las emociones, actitudes y relaciones
humanas, y con frecuencia se ponen en contraste. Muchos de esos temas se enumeran en el
cuadro “Temas positivos, negativos y otros en Proverbios” en el Apéndice, pág. 425). Un método
común para estudiar Proverbios es compilar los vv. que tratan un tema y analizar todo lo que se
dice acerca de él. Por ejemplo, V. el cuadro “Las palabras y el hablar en Proverbios”, en el
Apéndice, pág. 426). Varios vv. de Proverbios tienen que ver con la vida en el campo y en la
ciudad; con la ética en los negocios, las relaciones sociales, la justicia civil; las relaciones
familiares, los estándares morales, así como las actitudes e intenciones internas.¡No es de
sorprender que el libro tenga tanta relevancia universal!
En Proverbios se dice poco acerca de la vida después de la muerte porque más bien, su
énfasis recae en la vida presente. Se dice que las recompensas por llevar una vida piadosa se
reciben en el presente y que una vida impía resultará en problemas en esta vida (cf. el comentario
de Ec. 2:24–26; 11:9). También afirma que las decisiones de la vida están bien definidas.
El libro de Proverbios también se enfoca en Dios: su carácter (soberanía, fidelidad, santidad,
omnisciencia, omnipotencia, justicia, etc.), sus palabras y sus bendiciones. El nombre Jehová
(“Señor”) aparece 87 veces en el libro.
También se hace énfasis en la relación del hombre con él. Sólo se puede llevar una vida
piadosa y sabia si se vive en el temor y confianza en el Todopoderoso. Este libro señala la
importancia que tiene estar en una correcta relación con Dios y en consecuencia, con los demás.
Relación de Proverbios con otra literatura de sabiduría antigua. A pesar de que la sabiduría
de Salomón excedía a la de todos los demás (1 R. 4:30–31), no fue el único sabio de su época.
Egipto contaba con sabios (Gn. 41:8; Éx. 7:11; 1 R. 4:30; Is. 19:11–12) y la nación de Edom fue
conocida por su sabiduría (Jer. 49:7; Abd. 8). También Babilonia tuvo sus sabios (Is. 47:1, 10;
Jer. 50:35; 51:57; Dn. 1:4, 20; 2:13–14; 5:8).
En la literatura sapiencial de Egipto y Babilonia algunas obras son colecciones de proverbios
o cuando menos incluyen dichos proverbiales. Algunos ejemplos de Egipto son: The Instruction
of the Vizier Ptah-Hotep, “La instrucción del Visir Ptah-Hotep” (ca. 2450 a.C.), que contiene
consejos de cómo ser un oficial de estado exitoso; The Instruction of Amen-em-Het, “La
instrucción de Amen-em-Het” (ca. 2000 a.C.), que contiene las palabras de un padre a su hijo
acerca de cómo lo defraudó la gente a quien había favorecido. The Instruction of Amen-em-Ope,
“La instrucción de Amen-em-Ope” (ca. 1300–900 a.C.), que son enseñanzas de un rey a su hijo
acerca de la vida, utilizando algunas palabras similares a las de Proverbios (e.g., “escucha, hijo
mío”, “camino de vida”, “el camino”). El hecho de que algunos dichos de “La instrucción de
Amen-em-Ope” tengan similitudes con Proverbios (e.g., Pr. 22:17–24:22) ha provocado la
pregunta de si Proverbios tomó prestado algún material de ese escrito egipcio, o si el escritor
egipcio tomó algo de Proverbios, o si ambos escribieron independientemente acerca de asuntos
comunes. En relación con esta cuestión, V. el comentario de 22:17–24:22.
Algunos ejemplos de la literatura sapiencial de Babilonia que incluye proverbios son
Counsels of Wisdom, “Consejos de sabiduría” (ca. 1500–1000 a.C.), Akkadian Proverbs,
“Proverbios de Acadia” (ca. 1800–1600 a.C.) y The Words of Aḥiqar, “Las palabras de Aiqar”
(700–400 a.C.).
El hecho de que algunas máximas del libro de Proverbios sean similares a los escritos
egipcios y mesopotámicos no afecta a la inspiración divina de las Escrituras. Dios dirigió a los
escritores del libro de Proverbios para que sus palabras escritas, inspiradas por el Espíritu Santo,
registraran exactamente lo que él quería que se incluyera en el canon bíblico. Además, la
mayoría de los escritos no bíblicos son más seculares que el libro de Proverbios y a veces son
muy crasos en su moralidad. El énfasis de Proverbios en el temor a Jehová obviamente le hace
falta a esas obras. A pesar de que hay ciertas similitudes en estilo y contenido con esas obras,
Proverbios es único porque forma parte de la revelación escrita de Dios.
BOSQUEJO
I. Prefacio (1:1–7)
A. Autor y forma literaria (1:1)
B. Propósito del libro (1:2–6)
C. Tema del libro (1:7)
II. Las palabras de Salomón respecto al valor de la sabiduría (1:8–9:18)
A. Valor de la sabiduría al dar honor (1:8–9)
B. Valor de la sabiduría para evitar el desastre (1:10–33)
C. Valor moral de la sabiduría (cap. 2)
D. Bendiciones de la sabiduría (3:1–12)
E. El alto valor de la sabiduría (3:13–20)
F. Valor de la sabiduría al construir relaciones interpersonales (3:21–35)
G. Exhortación a adquirir sabiduría (4:1–9)
H. Valor de la sabiduría para evitar los problemas (4:10–19)
I. Valor de la sabiduría para producir salud (4:20–27)
J. Valor de la sabiduría para evitar el adulterio (cap. 5)
K. Valor de la sabiduría para evitar la pobreza (6:1–11)
L. Valor de la sabiduría para evitar la disensión (6:12–19)
M. Valor de la sabiduría para prevenir la inmoralidad sexual (6:20–7:27)
N. Valor de la sabiduría demostrada en sus virtudes y recompensas (8:1–21)
Ñ. Valor de la sabiduría para el Señor en la creación (8:22–36)
O. Valor de la sabiduría resumida al contrastar su invitación con la de la insensatez (cap.
9)
III. Los proverbios de Salomón (10:1–22:16)
A. Proverbios que contrastan la vida justa y la malvada (caps. 10–15)
B. Proverbios que exaltan la vida justa (16:1–22:16)
IV. Los dichos de los hombres sabios (22:17–24:34)
A. Treinta dichos de los sabios (22:17–24:22)
B. Otros dichos de los sabios (24:23–34)
V. Los proverbios de Salomón compilados por los hombres de Ezequías (caps. 25–29)
VI. Las palabras de Agur (cap. 30)
A. Introducción (30:1)
B. El conocimiento de Dios (30:2–9)
C. Observaciones acerca de la vida (30:10–33)
VII. Las palabras de Lemuel (31:1–9)
VIII. La esposa virtuosa (31:10–31)
COMENTARIO
I. Prefacio (1:1–7)
En estos vv. el autor se presenta a sí mismo y su forma literaria (v. 1), da una larga
explicación de porqué se registraron los proverbios (vv. 2–6) y establece la razón teológica de
porqué sus lectores deberían ser el tipo de persona que él quería que fueran (v. 7).
“consejo”; 8:12, “consejos”). En 12:2 “malos pensamientos” y 14:17 “perverso”, se usa la misma
palabra mezimmâh en un sentido negativo, para señalar un plan engañoso o malévolo. El
experimentado (el sabio, ḥāḵom, y el entendido, 1:5; cf. v. 2) también debe recordar su
necesidad de crecer en sabiduría (en aumentar el saber y en adquirir consejo). “Consejo” (v. 3,
taḥbūlôṯ) significa lit. “dirección” (como el mecanismo que dirige a un barco), y señala la
necesidad de llevar nuestra vida en la dirección correcta. Ese vocablo hebr. se utiliza solamente
en Job 37:12 (“designios”); Pr. 11:14 (“dirección”); 12:5; 20:18 (“pensamientos”); 24:6
(“ingenio”).
1:6 El que entiende de “razones prudentes” (v. 2), conoce el significado de un proverbio y
declaración, así como de las palabras de sabios y sus dichos profundos. La frase “dichos
profundos” (NVI99, “enigmas”, ḥîḏâh) se refiere a un establecido indirecto, oblicuo o
enigmático (como figura del lenguaje) que necesita interpretarse. En otras partes, se utiliza para
referirse al enigma de Sansón (Jue. 14:12–19) y a las “preguntas difíciles” que la reina de Sabá le
hizo a Salomón (1 R. 10:1; 2 Cr. 9:1).
Sólo 11 de los 30 dichos de Proverbios tienen similitudes con 9 de los cap. de Amen-em-ope.
Esto no podría considerarse como una copia de la obra egipcia. Entonces, o Amen-em-ope copió
de Proverbios, o cada uno se escribió independientemente del otro. El hecho de que se utiliza el
número 30 puede haber sido simplemente un recurso literario común. Que existan algunas
similitudes entre la obra secular de los egipcios y la Biblia no anula la inspiración verbal de las
Escrituras, pues Dios el Espíritu Santo guió a hombres sabios a escribir exactamente lo que él
quería que se registrara en Proverbios, aun cuando algunos de los dichos sean similares a los
dichos proverbiales de Egipto.
A. Introducción (30:1)
30:1. No se sabe a ciencia cierta quién era Agur. Parece que fue un hombre humilde (vv.
2–4), observador e inquisitivo (vv. 5–33). La profecía es trad. de maśśā’, que significa un
mensaje de peso (V. el comentario de Zac. 9:1). Las palabras de Agur se dirigieron a Itiel y a
Ucal, cuyas identidades también son desconocidas.
INTRODUCCIÓN
Autor y fecha. En hebr., el autor de Eclesiastés se identifica a sí mismo como el Qōheleṯ (1:1–2,
cf. 1:12; 7:27; 12:8–10). Algunas veces ese título se usa como nombre propio y se translitera,
pero la presencia del artículo en el vocablo hebr. de 12:8 (y con toda probabilidad también de
7:27), demuestra que es un epíteto. El A.T. no utiliza ese título para ningún otro personaje. La
forma verbal de la cual se deriva tampoco aparece en ningún otro lado. Por lo tanto, es incierto el
significado exacto de ese término. En general, las sugerencias en cuanto a su significado se
derivan del sustantivo relativo hebr. “asamblea”. Por ejemplo, la LXX titula el libro Ekklēsiastēs
(“uno que convoca a una asamblea”), de donde viene la palabra castellana “Eclesiastés”. Algunas
versiones inglesas de la Biblia trad. Qōheleṯ en relación con la función que supuestamente esa
persona tenía en la asamblea (e.g., “el Maestro”, NVI99; “el Predicador”, RVR60; otra posible
trad. es“el líder de la asamblea”).
El autor también se identifica a sí mismo como “hijo de David” (1:1), “rey en Jerusalén”
(1:1), y “rey sobre Israel en Jerusalén” (1:12). Además, en la sección autobiográfica (1:12–2:26)
dice que había sido más sabio que “todos los que fueron antes de [él] en Jerusalén” (1:16), que
era constructor de grandes obras (2:4–6) y que había poseído numerosos siervos (2:7), una gran
cantidad de rebaños de ovejas y ganado (2:7), una gran fortuna (2:8) y un gran harén (2:8; cf. 1
R. 11:1–3). En pocas palabras, había sido el más grande de todos los que vivieron en Jerusalén
antes que él (2:9). Tales descripciones han llevado a muchos intérpretes judíos y cristianos a
identificar al autor con Salomón, aunque su nombre nunca se menciona explícitamente en el
libro.
Que Salomón fue el autor de Eclesiastés fue generalmente aceptado hasta el Siglo de las
Luces (s. XVIII), cuando el uso de la crítica literaria e histórica y el análisis lingüístico llevó a
muchos eruditos de todas las tendencias a cambiar su postura. Entre ellos están notables
comentaristas conservadores como E.W. Hengstenberg, F. Delitzsch, E. J. Young y H.C.
Leupold. La razón principal para negarlo ha sido la lingüística. Algunos han señalado que el
hebr. de Eclesiastés difiere de los demás escritos del período de Salomón tanto en vocabulario
como en sintaxis, y que es mucho más parecido a una etapa tardía de ese idioma como
ejemplifica la Mishná (ca. 200 d.C.). Además, algunas palabras arameas y persas del libro han
hecho que los eruditos lleguen a la conclusión de que se escribió tiempo después de la vida de
Salomón. Con base en esas características, se le atribuye a Eclesiastés una fecha alrededor del
período posexílico (ca. 350–250 a.C.), a pesar de que Hengstenberg, Delitzsh, Leupold y Young
apoyan una fecha durante el período persa tardío (ca. 450–350 a.C.). El descubrimiento de
algunos fragmentos de mss. de Eclesiastés en Qumrán escritos en las postrimerías del s. II a.C. y
su conocida influencia sobre el libro apócrifo Eclesiástico (ca. 190 a.C.) excluyen cualquier
fecha después de 250–200 a.c.
Por lo general, los eruditos que fechan el libro más tarde y niegan que Salomón lo escribió,
explican las referencias autobiográficas diciendo que son métodos literarios para validar los
argumentos del autor. Se dice que el autor de la Sabiduría de Salomón, que es un libro
seudoepigráfico (ca. 150–50 a.C.), también utiliza ese estilo literario. Sin embargo, estudios
recientes han demostrado que algunas de las singularidades que se toman por características del
arameo y/o del hebr. tardío, también están presentes en la literatura cananea-fenicia de la era
presalomónica. Gleason L. Archer ha resumido algunas de esas características y ha ido más allá,
para decir que el hebr. de Eclesiastés es singular y que no se parece a ninguna obra literaria hebr.
ni del período preexílico ni del posexílico (Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible
“Enciclopedia Ilustrada de la Biblia de Zondervan”. Grand Rapids: Zondervan Publishing House,
1975, “Eclesiastés”, 2:184–187). Así que el argumento lingüístico contra Salomón como autor
no es muy convincente.
Las discrepancias que se dice existen entre las condiciones sociales y políticas que menciona
el libro y las que prevalecían en el tiempo de Salomón—e.g., la opresión (4:1; 8:9), la injusticia
(5:8) y la corrupción del gobierno (5:8–9; 10:16–20)—tampoco son argumentos convincentes
para eliminar a Salomón como autor del libro. A pesar de que podrían aplicarse a las condiciones
que vivían los judíos bajo el dominio de los persas o griegos (como afirman los que niegan que
Salomón es el autor), también podrían referirse a la problemática social de los años finales del
reinado del sabio rey, en que sus súbditos se rebelaron por la dura mano con que gobernaba (cf.,
e.g., 1 R. 12:4, 9–11). También se aduce que hay contradicciones entre las alusiones
autobiográficas de Eclesiastés 1:12, 16 y la historia real de Salomón. Pero éstas tampoco son
concluyentes. Los que están en contra de que Salomón es el autor de este libro, dicen que el vb.
“fui” de 1:12 significa “Yo … he sido (pero ya no soy) rey”. Sin embargo, el vb. podría de igual
manera trad. “Yo … fui (y sigo siendo) rey”. La mención de aquellos que reinaron “antes” que él
“en Jerusalén” (1:16) podría referirse a los reyes no israelitas, o bien a los que sí lo fueron. Así
que no hay incongruencias internas concluyentes para eliminar a Salomón como autor de este
libro.
En resumen, a pesar de que muchos eruditos niegan que Salom ón escribió el libro por lo
supuestamente tardío del idioma que usa Eclesiastés, estudios más recientes han cuestionado la
validez de esa evidencia lingüística y se ha abierto la posibilidad de identificar al autor, que no se
nombra, como Salomón. Ya que la evidencia no es convincente, el siguiente comentario se basa
en el punto de vista tradicional de que Salomón fue su autor humano. Sin embargo, sin importar
quién lo haya escrito, él, o un escriba judío de tiempos posteriores, la presencia de este libro en la
Biblia indica que es palabra de Dios.
Tema y propósito. Casi no hay duda acerca del tema de Eclesiastés porque se menciona al
principio (1:2) y al final (12:8) del libro, y con frecuencia se vuelve a citar a través de sus
páginas (e.g., 1:14; 2:11, 17, 26; etc.). El autor (“El maestro”) declaró que todo “es absurdo”
(NVI99) o “vanidad”, lo cual incluye las obras (1:14; 2:11, 17; 4:4, 7–8), la sabiduría (2:15), la
justicia (8:14), las riquezas (2:26; 5:10; 6:2), el prestigio (4:16), el placer (2:1–2), la juventud y
el vigor (11:10), la vida (6:12; 7:15; 9:9) y aun lo que sigue después de la muerte (11:8). La
palabra heḇel, que se trad. “vanidad”, en otros lados se refiere concretamente a un suspiro, un
viento o un vapor (e.g., Pr. 21:6; Is. 57:13). En Eclesiastés hay varias frases que se usan en forma
paralela con heḇel: “aflicción de espíritu” (Ec. 1:14; 2:11, 17, 26; 4:4, 16; 6:9) “tener” en el
sentido de tener ventaja (2:22; 3:19; 5:11; 6:8, 11) y “sin provecho” (2:11; cf. 3:9; 5:16). Así que
metafóricamente, esa palabra hebr. significa algo que carece de sustancia o de valor real. En
ocasiones también se refiere en forma figurada a otras características del viento o del vapor: (a)
lo que es breve o transitorio (cf. 6:12 donde es paralelo a “los días de la vida” [“esta breve y
absurda vida suya”, NVI99] “los cuales él pasa como sombra”, 3:19; 7:15; 9:9; 11:10); (b) lo que
es enigmático o inexplicable (cf. 6:2; 8:10, 14); o (c) lo que no se ve y está oculto (cf. 11:8).
¿Por qué expresó Salomón ese veredicto acerca de la obra del hombre? Porque él creía que el
trabajo no produce nada de valor que sea duradero. Además, el trabajo del hombre a veces está
incentivado por motivaciones que acarrean su propia insatisfacción—e.g., la rivalidad (4:4, 6) y
el insaciable deseo de acumular riquezas (4:8; 5:10; 6:9). Pero el placer perdurable (2:10–11) no
se obtiene por medio de las obras, sin importar cuán grandes sean los logros (2:4–6), o cuán
grande sea la recompensa de ello (2:7–8). Además, siempre se corre el riesgo de perder el fruto
del trabajo; ya sea por causa de la opresión o injusticia (5:8–9), por alguna desgracia sorpresiva
(5:14), o a través del juicio de Dios (2:26; cf. 5:6). Aun si una persona logra retener a través de
toda su vida el fruto de su trabajo, no puede llevárselo consigo, sino que deberá dejarlo a alguien
más (2:18; 5:15). Es más, ya que al beneficiario no le ha costado nada (2:21) y podría ser un
necio (2:19), todos los resultados del trabajo del hombre podrían ser despilfarrados y sus grandes
esfuerzos serán como nada.
Salomón vio una deficiencia similar en la sabiduría y la justicia del hombre, porque no
proveen garantía absoluta de éxito. La sabiduría tiene una ventaja decisiva sobre la necedad
(2:13–14), sobre la riqueza (7:11–12) y sobre el poder y la fortaleza física o militar (9:16, 18;
7:19). La sabiduría facilita el éxito aun en las labores difíciles (10:8–10, en especial v. 10b; cf.
8:1–6, en especial v. 5; 10:2–4, en especial v. 2). Sin embargo, los resultados de la sabiduría
pueden corromperse por un pequeño pecado (9:18; cf. 7:7–9), por un poco de insensatez (10:1),
por el tiempo inapropiado (10:11), o aun por no recordar los logros de otros (9:15). Es más, la
sabiduría no siempre recibe su recompensa (9:11); el sabio está sujeto a los mismos desastres
sorpresivos que el necio (9:1–2, 12). Finalmente, cualquier ventaja real de la sabiduría será
destruida por la muerte; un sabio muere y queda en el olvido, al igual que el necio (2:14–16).
La justicia tampoco proporciona una recompensa segura. A pesar de que Salomón afirmó que
la justicia recibe su recompensa y la impiedad su castigo (8:12–13), en algunas ocasiones había
presenciado exactamente lo contrario (8:14; cf. 7:15; 8:10) y observado que aun en las cortes se
practicaba la impiedad (3:16), que no se había hecho justicia y que a la gente se le habían negado
sus derechos (5:8). A pesar de que esas injusticias podrían explicarse por el hecho de que es
imposible lograr una justicia absoluta (7:20, 28–29), la verdad es que los justos están sujetos a
las mismas desgracias sorpresivas que los impíos (9:1–2) y que, a fin de cuentas, mueren igual
que los malos (9:3).
Los abusos que Salomón observó en la impartición de la justicia y las fatalidades
imprevisibles, hicieron que considerara que toda la vida es un riesgo. A pesar de que creía que
Dios tiene el control providencial de todas las cosas (3:11; 6:10; 7:14; 9:1) y que todo sucede en
su tiempo propicio (3:1–8), los tratos divinos de Dios son inescrutables aun para la gente más
sabia (3:11; 8:17). Por lo tanto, Salomón afirma una y otra vez que nadie puede predecir el futuro
(7:14; 8:7; 9:1; 10:14) ni tomar las mejores decisiones (6:12; 11:6). Es más, lo inescrutable del
destino no se limita a esta vida; aun la vida después de la muerte no ofrecía esperanza para
Salomón, al contrario de lo que afirman otros expositores.
A pesar de que creía que Dios juzgará las obras de la gente (3:17; 11:9; 12:14), en ningún
lugar establece explícita o implícitamente que eso va a suceder después que la persona muera.
Salomón limitó a esta vida su disertación acerca de las recompensas y oportunidades de gozar
del favor de Dios (9:4–7, esp. v. 5, “los muertos … [no] tienen más paga”, y en el v. 7, “tus obras
ya son agradables a Dios”). Así que para el sabio rey la vida después de la muerte era un misterio
(11:8) y no ofrecía ninguna esperanza para corregir todas las injusticias y enigmas que señala.
Su renuencia a especular acerca de la vida después de la muerte (cf. 3:19–22) va de acuerdo
con el método que utilizó para demostrar sus temas, que es la prueba empírica (e.g., “Miré, vi”;
1:14; 3:16; etc.). Su propósito, a pesar de que no se establece en ningún lugar, puede inferirse por
su conclusión (12:13–14) y por otras sugerencias que aparecen en el libro (2:24–26; 3:14; 7:18).
Su intención era demostrar empíricamente a sus lectores la inseguridad que hay en todo esfuerzo
humano por proveer de un significado verdadero, valor o importancia a sus vidas mientras
estuvieran “debajo del sol” y llevarlos a confiar solamente en Dios.
Aun el tema del gozo (2:24–26; 3:12, 22; 5:18–20; 8:15; 9:7–9; 11:7–10), que con frecuencia
se interpreta mal equiparándolo con el consejo epicúreo de una completa desesperanza, está
íntimamente relacionado con su propósito. Por ello, disfrutar de la vida—gozar del trabajo y de
sus frutos—solamente viene como regalo de Dios (2:24–26, en especial v. 25; 3:13; 5:19–20; cf.
9:7). Y sólo llega a aquellos que agradan al Señor (2:26), que le temen (8:12) y para quienes
gozan de la vida recordando siempre que Dios juzgará sus obras (11:9). Así que, el tono
predominante del libro es el pesimismo, pero el autor, Salomón, no era un pesimista, cínico o
escéptico, como han afirmado algunos críticos. Fue un creyente sincero cuyo propósito fue
erradicar la confianza de la gente en sus propios esfuerzos, habilidades y justicia y exhortarla a
que ejerciera la fe en Dios como la única base inamovible de obtener significado, valor e
importancia mientras vivimos “debajo del sol”.
Sin embargo, Salomón no dijo que los esfuerzos de las personas carecían de valor. El trabajo
puede llevarlas a lograr grandes cosas y proveer ciertos placeres (2:10). La habilidad de una
persona puede llevarla al éxito con mayor facilidad (10:10). La justicia provee mayor seguridad
que la maldad (8:12–13). Pero a la luz de la caída (7:29), de la providencia divina e inescrutable
(6:12), de la inminencia de la muerte (12:1–7) y del desconocimiento de lo que sucederá después
de la muerte (3:19–21; 11:8), el trabajo, las habilidades y la justicia no suponen grandes
promesas de seguridad o de valor real.
A pesar de que Salomón escribió para combatir la creciente secularización de la religión de
su época, sus palabras proveen una crítica válida hacia el humanismo secular moderno.
Ciertamente la vida es corta; está llena de muchos enigmas e injusticias. Si no poseyéramos la
seguridad de un juicio futuro y de la vida después de la muerte apoyados en los eventos
históricos de la crucifixión y resurrección de Cristo (cf., e.g., Hch. 17:30–31), el futuro después
de la muerte sería incierto y misterioso. Sin embargo y a pesar de ello, la vida no debe
abandonarse o llenarse de desesperación. Por el contrario, debemos vivir confiando
completamente en el Señor, debemos recibirla y disfrutarla como un regalo que viene de su
buena mano y vivir a la luz del juicio futuro.
Unidad y estructura. El punto de vista de que Eclesiastés consiste de una recopilación de las
contradicciones de tres hombres (un escéptico, un escritor sapiencial y un creyente)—punto de
vista común entre los críticos de principios del s. XX—ha sido abandonado por muchos
académicos, y se ha confirmado la unidad del libro, al menos respecto a su temática. Sin
embargo, no hay un consenso general en cuanto a que el libro sigue un desarrollo o
argumentación lógica. Muchos eruditos lo consideran como una simple colección de dichos
sabios parecido al libro de Proverbios. Otros ven un argumento lógico solamente en la primera
parte del libro (Ec. 1–6) y una colección de exhortaciones prácticas en la segunda (caps. 7–12).
Entre los muchos intentos de demostrar que hay un argumento detallado a través de todo el
libro, hay dos que han ganado cierta popularidad. Uno de ellos, que ha estado en boga por mucho
tiempo, considera la repetición del tema del gozo en 2:24–26; 5:18–20; 8:15–17; 11:7–10 y lo
presenta como la conclusión de los argumentos de las cuatro secciones principales del libro.
El segundo método para encontrar el argumento del texto, sugerido por la crítica retórica que
involucra la repetición de ciertas fórmulas, está ganando popularidad actualmente y es la base del
bosquejo de este comentario. Por lo tanto, el cuerpo del libro puede dividirse en dos secciones:
(a) 1:12–6:9 pone énfasis en las limitaciones de todos los esfuerzos humanos (es tan inútil como
perseguir al viento) y (b) 6:10–11:6 subraya las limitaciones de la sabiduría humana (el hombre
no sabe y no puede saber; no halla ni puede descubrir). El material que queda fuera de esta
estructura (1:3–11) es un poema que apoya el tema que se anticipa en 1:2, la vanidad o futilidad
de los intentos humanos. El pasaje de 11:7–12:14 contiene un poema que recomienda que
disfrutemos de la vida como administradores de Dios (11:7–12:7). A este último poema le sigue
una repetición del tema (12:8) y la conclusión final (12:13–14) de temer “a Dios y guardar sus
mandamientos”. Tal como Robert K. Johnston lo ha notado (“Confessions of a Workaholic: A
Reappraisal of Qohelet” Catholic Biblical Quarterly. “Confesiones de un adicto al trabajo: Una
nueva apreciación del Qohelet. Edición católica bíblica trimestral”. 38, enero-marzo 1976:18),
los materiales introductorio y concluyente resumen bellamente el argumento de Salomón: todos
los intentos humanos carecen de verdadero valor; la vida debe gozarse en el temor de Dios, y
considerarla como un regalo que viene de su mano.
BOSQUEJO
I. Introducción: Futilidad de todo esfuerzo humano (1:1–11)
A. Título (1:1)
B. Tema: Futilidad del esfuerzo humano (1:2)
C. Argumento general: La futilidad del esfuerzo humano demostrada en la naturaleza
(1:3–11)
1. Tesis: No hay verdadera ganancia en la labor humana (1:3)
2. Prueba: Un ciclo incesante y agotador (1:4–11)
II. La futilidad de los logros humanos demostrada empíricamente (1:12–6:9)
A. Observaciones personales acerca de la futilidad de los logros humanos (1:12–2:17)
1. La futilidad del logro humano demostrada por la investigación personal (1:12–15)
2. La futilidad de la sabiduría humana demostrada por la reflexión personal
(1:16–18)
3. La futilidad en la búsqueda del placer demostrada por la experiencia personal
(2:1–11)
4. La futilidad de llevar un estilo de vida sabio demostrada por la reflexión sobre la
muerte (2:12–17)
B. La futilidad del trabajo humano demostrada empíricamente (2:18–6:9)
1. El fruto del trabajo puede ser despilfarrado por alguien más (2:18–26)
2. El trabajo no puede cambiar la inmutable e inescrutable providencia de Dios
(3:1–4:3)
3. Con frecuencia el trabajo está motivado por incentivos incorrectos (4:4–16)
4. El fruto del trabajo en ocasiones podría no disfrutarse (5:1–6:9)
III.Las limitaciones de la sabiduría humana demostradas empíricamente (6:10–11:6)
A. Introducción: Todo está inmutable e inescrutablemente predeterminado (6:10–12)
B. El hombre no puede comprender el plan de Dios (caps. 7–8)
1. El hombre desconoce el significado de la adversidad y la prosperidad (7:1–14)
2. El hombre desconoce elb significado de la justicia y de la sabiduría (7:15–29)
3. El hombre desconoce la enigmática retribución divina (cap. 8)
C. El hombre no sabe lo que sucederá (9:1–11:6)
1. Nadie sabe lo que le sucederá (9:1–10)
2. Nadie sabe si su sabiduría tendrá éxito (9:11–10:11)
3. Criticar es un gran riesgo en vista de que se ignora el futuro (10:12–20)
4. Se debe trabajar con diligencia a pesar de ignorar el futuro (11:1–6)
IV. Conclusión: Se debe vivir gozosa y responsablemente en el temor de Dios (11:7–12:14)
A. Llamado a vivir gozosa y responsablemente (11:7–12:7)
1. Se debe gozar de la vida porque la oscuridad de la muerte está por venir (11:7–8)
2. Se debe gozar de la vida en la juventud, recordando que Dios juzgará (11:9–10)
3. Se debe vivir responsablemente en la juventud pues la vejez y la muerte están por
venir (12:1–7)
B. Consejo final en vista de la futilidad de todo esfuerzo humano (12:8–14)
1. El tema se reitera: Todo esfuerzo humano es fútil (12:8)
2. La autoridad peculiar de este libro (12:9–12)
3. Consejo final: temer a Dios y guardar sus mandamientos (12:13–14)
COMENTARIO
I. Introducción: Futilidad de todo esfuerzo humano (1:1–11)
En esta sección introductoria el autor se identifica a sí mismo (v. 1), establece su tema (v. 2)
y lo defiende en términos generales (vv. 3–11).
A. Título (1:1)
1:1. Como en la demás literatura sapiencial del A.T. (e.g., Pr. 30:1; 31:1; cf. Pr. 1:6; 22:17;
24:23), el escritor de Eclesiastés se identifica a sí mismo como el autor de su libro. Sin embargo,
en otro lugar (Ec. 12:11), también reconoce la autoridad divina sobre el escrito. El escritor se
identifica a sí mismo por medio de sus títulos: Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
Tal como se menciona en la Introducción bajo el párrafo “Autor y fecha”, esos títulos aunados a
otra información del libro (cf. 1:12, 16; 2:4–9), sugieren que el autor fue Salomón.
2:12–16. La razón por la que Salomón dio ese veredicto acerca del valor absoluto de sus
logros es el triste hecho de la universalidad de la muerte. Al señalar que su experimento respecto
al valor del placer podría duplicarse de alguna manera, pero no superarse (¿qué podrá hacer el
hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho, v. 12b), Salomón
reflexionó sobre la relación que hay entre la sabiduría y la necedad, i.e., la sabiduría le permitió
gozar juiciosamente de los placeres y del fruto de su trabajo (cf. vv. 3, 9), contrario a lo que
sucede con el hedonismo desenfrenado (los desvaríos y la necedad, v. 12; cf. 1:17). Llegó a la
conclusión de que había cierta ventaja en la sabiduría. (Sobrepasa es trad. de la palabra yiṯrôn,
trad. como “provecho” en 1:3 [V. el comentario ahí] y se refiere a algo que supera a otra cosa).
El sabio puede prever el peligro y así evitarlo mientras que el necio se mete en problemas
como si anduviera a tientas en la oscuridad (2:14; cf. Pr. 4:18–19 para un uso metafórico similar
de la luz y de las tinieblas).
Sin embargo, ya que ambos comparten un mismo suceso (Ec. 2:14)—ambos morirán y a la
larga no habrá memoria de ellos (v. 16; cf. 9:5)—Salomón concluye diciendo que ser sabio,
i.e., vivir con sabiduría en contraste con vivir neciamente (2:15), no es una ventaja real.
2:17. Esto llevó a Salomón a ver la vida en forma negativa y amarga. Dijo que aborrecía la
vida porque la obra … era fastidiosa para él. (La palabra que se trad. “fastidiosa” [rā‘] es el
antónimo de la palabra que se trad. como “bienes” o “bien” en los vv. 1, 3). Concluye el autor
diciendo que si a fin de cuentas no hay diferencia alguna respecto a cómo vive una persona y no
hay nada de absoluto valor en qué ocuparse, entonces toda la vida y sus logros son fútiles o
vanidad y aflicción de espíritu (“correr tras el viento”, NVI99; cf. 1:14, 17; 2:11, 17, 26; 4:6,
16; 6:9).
B. La futilidad del trabajo humano demostrada empíricamente (2:18–6:9)
Habiendo tratado el tema de la futilidad de los logros humanos en general (1:12–15) y la
futilidad de sus propios logros (2:1–11) a la luz de la muerte (2:12–17), Salomón pasó a
considerar el valor del esfuerzo que había invertido en alcanzarlos (2:18–20) y el valor del
esfuerzo humano en general (2:21–6:9). Pasó de la expresión “yo” y “mi” en 2:1–18 a “él”, “un
hombre” y “su” en 2:19–20. Veintitrés de las treinta y cuatro menciones de la palabra hebr. que
se trad. “esfuerzo” y “trabajo” en Eclesiastés aparecen en esta sección. Con base en la expresión
“también esto es vanidad y aflicción de Espíritu”, este segmento puede dividirse en cuatro
párrafos (2:18–26; 3:1–4:3; 4:4–16; 5:1–6:9).
1. EL FRUTO DEL TRABAJO PUEDE SER DESPILFARRADO POR ALGUIEN MÁS (2:18–26)
a. El heredero puede despilfarrar el fruto del trabajo (2:18–21)
2:18–21. Para Salomón no solamente la vida era aborrecible; también veía todo su trabajo
con desagrado. Asimismo aborrecí todo mi trabajo. Consideraba que todos los afanes que
había tenido debajo del sol eran inútiles (2:20) porque las cosas que lograba, i.e., sus frutos, no
habían sido permanentes. Pero a pesar de que perdurara lo que había logrado (vv. 4–6) y
acumulado (vv. 7–8), no tendría control sobre él y su uso después de morir (v. 19; cf. Sal. 49:10).
La persona que lo heredara no había trabajado en ello (Ec. 2:21) y por lo tanto, no lo apreciaría
en su justo valor. Además, podría ser un necio (v. 19) y despilfarrarlo todo. Por lo tanto,
Salomón declara que el trabajo es fútil o vanidad (vv. 19, 21) y que la pérdida de sus frutos era
un mal grande (v. 21).
b. Por tanto, no vale la pena invertir tanto esfuerzo en el trabajo (2:22–23)
2:22–23. Visto a la luz de lo pasajero de sus frutos, Salomón preguntó: ¿qué tiene el
hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón con que se afana debajo del sol? i.e.,
en realidad, ¿vale la pena? Respondiendo, declaró que todos sus días no son sino dolores, y sus
trabajos molestias, a fin de cuentas, el único resultado de invertir tanto esfuerzo en la faena
humana también es vanidad.
c. Lo mejor es disfrutar de los frutos del trabajo mientras Dios así lo permita (2:24–26)
2:24–26. En vista de la temporalidad de los frutos del trabajo del hombre, Salomón
recomienda que se disfrute de sus resultados (comer y beber son solamente palabras metafóricas
que denotan disfrutar de todos sus frutos) y que su alma se alegre en su trabajo (cf. 3:13; 5:18;
8:15), como él lo había hecho (2:10). Sin embargo, advierte que eso era posible solamente si
Dios lo permitía: También he visto que esto es de la mano de Dios. Además, señala que el
Señor solamente da esa gracia a quienes le agradan. Con frecuencia, los pecadores amasan
fortunas que en última instancia las disfruta el hombre que agrada a Dios, un hecho que
Salomón identifica como fútil o vanidad y aflicción de espíritu (“correr tras el viento”, NVI99;
cf. 1:14, 17; 2:11, 17; 4:4, 6, 16; 6:9).
Hay dos puntos importantes que deben observarse en 2:24–26. En primer lugar, Salomón
establece que la disposición divina respecto a la riqueza y el deleite del trabajo y sus frutos
depende de que el hombre sea agradable a Dios o que sea un pecador. El uso de las palabras “el
hombre que le agrada” y el “pecador” en otros lados de Eclesiastés (7:26; cf. 8:12), claramente
sugiere que la persona será juzgada con base en su comportamiento ético y su confianza o falta
de ella en Dios. En segundo lugar, Salomón escribe que ese juicio se llevará a cabo en esta vida
(no en la vida después de la muerte) y que involucrará recompensas temporales, no eternas. Estos
dos factores (disfrutar de la vida y el juicio), que solamente aquí aparecen juntas, son cruciales
para el desarrollo del libro. El tema del gozo se menciona solamente en lugares muy importantes
(3:12–13, 22; 5:18–20; 8:15; 9:7–10), y aquí específicamente se relaciona con el tema del juicio
(11:9; 12:14) y con el consejo de temer a Dios y guardar sus mandamientos (12:13).
2. EL TRABAJO NO PUEDE CAMBIAR LA INMUTABLE E INESCRUTABLE PROVIDENCIA DE DIOS
(3:1–4:3)
El argumento de esta sección gira alrededor de la repetición de la palabra “tiempo” en 3:1–8,
11, 17 y otras frases que se repiten tales como “he visto” o“vi” (3:10, 16; 4:1) “he conocido”
(3:12, 14) y “dije en mi corazón” (3:17–18). Salomón aduce que Dios ha determinado un tiempo
para todo (3:11), aun para la injusticia (3:16–17) y opresión (4:1–3). Todo ello es parte de la
eterna (3:14), inmutable (3:14) e inescrutable (3:11) providencia divina, lo cual hace que todo el
trabajo de una persona sea inútil (3:9).
a. Tesis: todo tiene su tiempo (3:1–8)
(1) Presentación de la tesis. 3:1. Salomón dice: Todo tiene su tiempo … todo lo que se
quiere debajo del cielo (cf. 8:6). Al usar las palabras “lo que se quiere” se refiere a todos los
actos deliberados y voluntarios de la gente. La frase hebr. “lo que se quiere” siempre se usa para
hablar de la gente, y lit. significa “desea”; por medio de la metonimia significa “lo que uno
desea” (cf. Is. 58:13). La gente es responsable de sus actos voluntarios (cf. Ec. 3:17). Salomón
afirma que cada actividad tiene su “tiempo” preciso (un punto en el tiempo) y una hora
(duración).
(2) Ilustración de la tesis (3:2–8). Después de su afirmación general, Salomón escribe un
poema donde incluye 14 contrastes que suceden a su propio tiempo. Es muy significativo el
hecho de que Salomón haya utilizado el múltiplo de siete en sus opuestos diametrales y que
empezara la lista con el nacimiento y la muerte. El número siete sugiere la idea de lo completo, y
el uso de antónimos—un estilo poético bien conocido que se llama merismo—sugiere la
totalidad de las cosas (cf. Sal. 139:2–3). A pesar de que el significado exacto de algunas de estas
“actividades” no está muy claro, Salomón tenía la intención de afirmar que todas las labores de
una persona, sean constructivas o no, y que todas sus reacciones hacia la gente, objetos y eventos
suceden en su propio tiempo.
3:2–3. La lista comienza con la referencia al principio y final de la vida, dos acontecimientos
sobre los que una persona no tiene control alguno. Salomón siguió refiriéndose a las acciones
deliberadas de alguien que comienza y termina con la vida vegetal (tiempo de plantar, y tiempo
de arrancar lo plantado), de uno que toma y salva vidas humanas y construye y destruye
edificios. Quizá todo esto fue originado por el concepto del nacimiento y la muerte.
3:4. A continuación escribe de las reacciones humanas a los conceptos de la muerte y la
destrucción. La gente experimenta tiempo de llorar durante el luto y también lo contrario,
tiempo de reír … y tiempo de bailar, actividades por medio de las cuales expresa el gozo.
3:5–6. No está muy claro cómo se relacionan entre sí y con los vv. 2–4 los dos antónimos del
v. 5. Se han sugerido muchas interpretaciones para explicar el significado de las frases tiempo
de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras. Posiblemente lo mejor es verlos como una
referencia a reunir y rechazar los materiales de construcción. Eso vincularía estos dos antónimos
con la idea de construir (v. 3), y de guardar y desechar del v. 6.
Salomón pasa a hablar de la demostración de afectos (v. 5b), probablemente de un hombre a
una mujer y quizá también vice-versa. Luego escribe acerca de buscar una cosa o perderla, y de
guardar algo o desecharlo (v. 6). Todos los contrastes de los vv. 5–6 parecen sugerir el interés del
hombre por las cosas o su afecto por las personas.
3:7. Este v. puede referirse a acciones que se asocian con el luto (romper los vestidos y
callar cf. Job 2:12–13) y cuando éste termina (coser la ropa y hablar). Si este es el caso, se
refieren al luto citado en Eclesiastés 3:4.
3:8. Salomón termina su lista de contrastes hablando de las dos emociones básicas de la vida;
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer, y la expresión más hostil de esto último, la guerra y
su antónimo, la paz. Es de gran significado que esta lista termine de alguna manera como
empezó, hablando de dos antónimos (la guerra y la paz) sobre los cuales la persona no tiene
control.
b. Valor del trabajo: es inútil (3:9)
3:9. Después de presentar la tesis de que toda actividad tiene su tiempo, una vez más
Salomón levanta la polémica acerca del valor del trabajo por medio de la misma pregunta
retórica (cf. 1:3; 2:11): ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?
Esperaba recibir la misma respuesta sombría de antes de que no hay ningún provecho en ello
(“ganancia”, yiṯrôn; cf. el comentario de 1:3).
c. Razón por la que el trabajo no puede cambiar la providencia de Dios: el designio divino es
inescrutable (3:10–11)
3:10–11. Para apoyar la respuesta negativa implícita en su pregunta del v. 9, Salomón relata
tres observaciones (yo he visto) que había hecho cuando meditaba respecto a toda la actividad
humana representada por los antónimos de los vv. 2–8. Esa actividad se sugiere con la palabra
trabajo (‘inyan) que se trad. “tarea” en la NVI99. (1) Salomón observó que Dios todo lo hizo
hermoso (o, “apropiado”; la misma palabra se trad. “lo bueno” en 5:18) en su tiempo, i.e., el
Señor tiene un tiempo adecuado para cada actividad dentro de sus planes providenciales que
están bajo su control. (2) Salomón también observó que Dios ha puesto eternidad en el corazón
de ellos. La gente tiene un anhelo innato de conocer el valor eterno de sí misma y de sus obras o
actividades. (3) Salomón añadió que la gente no puede conocer la obra que ha hecho Dios
desde el principio hasta el fin, i.e., no puede conocer el plan eterno y soberano de Dios. Por
eso, el trabajo humano carece de valor, porque la gente ignora el plan eterno del Altísimo, por
medio del cual él evalúa si toda la actividad del hombre es apropiada y si tiene significancia
eterna. Es por causa de ese desconocimiento que siempre existe la incertidumbre y la
temporalidad latente en todo el trabajo de la gente.
d. Recomendación acerca del trabajo: gozar de la vida si Dios lo permite (3:12–13)
3:12–13. El hombre ignora los planes de Dios y no puede estar seguro de la relevancia o
significado duradero de su trabajo. Por tanto, Salomón una vez más recomienda gozar de la vida
en el presente (cf. 2:24), diciendo que no hay … cosa mejor para el hombre que alegrarse …
en su vida (cf. 5:18; 8:15). Las palabras hacer bien deberían trad. “disfrutar de la vida” (VP).
Aquí no hay indicios de que se ponga algún requisito de calidad moral para recibir el regalo de
Dios del gozo (como en 2:26). Muchos comentaristas sin duda alguna están en lo correcto
cuando subrayan el paralelismo que hay entre las palabras “hacer bien” (v. 12) con goce el bien
(lit., “vean el bien”) de 3:13, porque ahí se usa la palabra “bien” en un sentido no ético (cf. 2:24;
5:18 donde se halla el mismo modismo).
Nuevamente Salomón indica que la habilidad de disfrutar de la vida es don de Dios (cf.
2:25). Christian D. Ginsburg trad. correctamente 3:13 como una oración condicional: “Si un
hombre come y bebe y encuentra satisfacción en todo su trabajo, es porque recibió ese don de
Dios” (The Song of Songs and Qoheleth, “El Cantar de los Cantares y el Qohelet”, págs.
311–312).
e. Propósito del trabajo: que el hombre tema a Dios (3:14–15)
3:14–15. Previendo que la gente que no entiende el plan de Dios lo acusa de arbitrario,
Salomón describió la naturaleza del plan divino y la respuesta que debe producir. El rey declaró
que la obra de Dios es eterna (todo lo que Dios hace será perpetuo), perfecta e inmutable (no
se añadirá, ni de ello se disminuirá; cf. 7:13). Para apoyar su declaración, reiteró lo que dijo en
1:9 respecto a la repetición de los eventos naturales: aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser,
fue ya y añadió que eso forma parte del plan de Dios. Las palabras Dios restaura lo que pasó
podría trad. también “Dios llama de nuevo el pasado” (V, nota mar. de la NVI99) o “Dios busca
lo que ha pasado” (BLA). Algunos comentaristas sugieren la paráfrasis: “Dios desea repetir lo
que ha pasado”. Franz Delitzsch resume el pensamiento que hay detrás de esta declaración
diciendo: “El gobierno de Dios … no cambia; su orden creativo y moral del mundo produce con
las mismas leyes los mismos fenómenos … su gobierno permanece para siempre y repite lo que
ya ha sido” (“Ecclesiastes” en Commentary on the Old Testament in Ten Volumes, “Eclesiastés
en el Comentario del Antiguo Testamento en diez vols.”, 6:264). La respuesta que Dios espera de
la gente respecto a su plan inmutable e inescrutable es temor, reverencia y sumisión humilde:
que delante de él teman los hombres.
INTRODUCCIÓN
Interpretación y propósito. El libro de Cantar de los cantares quizá el más difícil y misterioso
de toda la Biblia. Un vistazo superficial a la historia de las interpretaciones de Cantar de los
cantares revela la mayor diversidad de opiniones que ningún estudio de cualquier otro libro
bíblico. Ha sido interpretado como: (a) una alegoría, (b) una interpretación típica extendida, (c)
un drama que involucra dos o tres personajes principales, (d) una colección de canciones
matrimoniales asirias (punto de vista sostenido por E. Renan, J. Wetzstein, Umberto Cassuto y
otros) en la que el novio jugaba el papel del rey y la novia el de la reina, (e) una colección de
liturgias religiosas paganas de la fertilidad (sostenido por Theophile Meek) y (f) una antología de
canciones sin relación alguna exaltando el amor humano (sostenido por Robert Gordis).
Si se interpreta como alegoría, los detalles del libro tienen la intención de comunicar
significados espirituales escondidos. Este método le da poca o ninguna importancia al sentido
normal de las palabras. La tradición judía (el Mishná, el Talmud y el Targum) consideraban al
libro como una ilustración alegórica del amor de Dios hacia Israel. Líderes de la iglesia como
Hipólito, Orígenes, Jerónimo, Atanasio, Agustín y Bernardo de Claraval entendieron el libro
como una alegórica del amor de Cristo hacia su novia, la iglesia. Por ejemplo, Orígenes escribió
que la referencia a que la amada era de piel oscura (Cnt. 1:5–6) significa que la iglesia está
manchada por el pecado, pero el que encanto que posee (1:5) se refiere a su belleza espiritual
después de la conversión. Otros dicen que el susurro de las palomas (2:12) significa la
predicación de los apóstoles y otros más han sugerido que 5:1 se refiere a la santa cena. Estos
ejemplos demuestran que la interpretación alegórica es subjetiva y que no se puede verificar si
alguna de las interpretaciones es correcta. En ningún lugar del Cantares se sugiere que el
intérprete debe entender el libro como una alegoría.
Algunos eruditos hablan del libro como una representación tipológica muy amplia, i.e., que
Salomón es un tipo de Cristo y que la amada, de la iglesia. Difiere del método alegórico en que
considera que Salomón sí fue un personaje histórico y no trata de descubrir un significado
místico para cada detalle del libro. Sin embargo, las Sagradas Escrituras no dan indicios de que
algunos aspectos de la vida de Salomón tengan la intención divina de ser tipos divinos de Cristo.
Los que entienden el libro como un drama (e.g., Franz Delitzsch, H. Ewald y S.R. Driver), no
se percatan de que ese desarrollado género literario todavía no se conocía entre los israelitas.
Tampoco es posible analizar el libro en actos y escenas como en un drama.
Los eruditos difieren ampliamente en la estructura del Cantares, en su unidad o falta de ella,
en la naturaleza de sus metáforas y de la exaltación del amor que se hace en Cantares. En pocas
palabras, casi todos los vv. han sido tema de nutridos debates entre los intérpretes. Es probable
que ningún otro libro de la Biblia tenga tal despliegue de tan variadas interpretaciones.
Muchos eruditos evangélicos interpretan este libro como un poema lírico que posee unidad y
progresión lógica. Las principales secciones tratan del cortejo o noviazgo (1:2–3:5), la boda
(3:6–5:1) y la maduración del matrimonio (5:2–8:4). Cantares concluye con un clímax que
presenta la naturaleza del amor (8:5–7) y un epílogo que explica cómo comenzó la relación entre
los protagonistas (8:8–14).
Otros dicen que el libro involucra a tres personajes y no dos. Estos son: la amada, su
amante-pastor y Salomón, quien la enamora y separa del pastor. Sin embargo, no hay
inconveniente en considerar que Salomón también es el pastor (el punto de vista de dos
personajes) puesto que él poseía muchos rebaños (Ec. 2:7).
El propósito del libro es exaltar el amor humano y el matrimonio. Aunque al principio podría
parecer extraño, después de reflexionar en ello no es de sorprendente que Dios incluyera en el
canon bíblico un libro que apoye la belleza y pureza del amor marital. El Señor creó al hombre y
a la mujer (Gn. 1:27; 2:20–23) y estableció y sancionó el matrimonio (Gn. 2:24). Puesto que el
mundo considera al sexo de manera tan sórdida, lo pervierte y explota con tanta frecuencia y que
hay tantos matrimonios que se derrumban por falta de amor, compromiso y devoción, es muy
provechoso contar con un libro en la Biblia que tenga el sello de aprobación divino sobre el amor
matrimonial, diciendo que es algo saludable y puro.
Autor y fecha. Cantar de los Cantares 1:1 atribuye la autoría de este libro a Salomón. Otros seis
vv. del libro se refieren a él por nombre (1:5; 3:7, 9, 11; 8:11–12). También se menciona como el
“rey” (1:4, 12; 3:9, 11; 7:5). Está confirmado que el monarca es el amado del que habla el libro
por la alusión a su costosa carroza (3:7–10) y a los carros reales (6:12). Salomón era amante de
la naturaleza (1 R. 4:33) y las abundantes menciones de Cantares respecto a la flora, la fauna y
otros aspectos de la naturaleza muestran la consistencia de que es el autoría del libro. Por lo
tanto, se debe haber escrito durante su reinado, entre 971 y 931 a.C. Algunos se preguntan cómo
podría Salomón ser el autor de un libro que exalta la fidelidad en el matrimonio cuando él fue tan
infiel pues tuvo 700 esposas y 300 concubinas (1 R. 11:3). Quizá la respuesta es que la “amada”
de Cantares fue su primera esposa. Si esto es cierto, entonces el libro puede haberse escrito poco
después de su boda, antes de que cometiera el pecado de la poligamia.
Algunos intérpretes han sugerido que la muchacha del libro era hija del faraón egipcio (1 R.
3:1). Pero a la amada de Cantares nunca se le llama reina. Quizá era una mujer del Líbano (Cnt.
4:8), no de Egipto.
Unidad. Muchos expertos dicen que el libro es una antología, una colección de canciones
románticas que no tienen relación entre sí y que no enseñan nada. Sin embargo, hay varios
argumentos que favorecen la unidad del libro: (1) Los mismos personajes intervienen en todo él
(la amada, el amado y las doncellas de Jerusalén). (2) Hay expresiones similares y figuras del
lenguaje que se usan consistentemente en todo él. Algunos ejemplos son: el amor es mejor que el
vino (1:2; 4:10), los ungüentos suaves (1:3, 12; 3:6; 4:10), las mejillas de la amada (1:10; 5:13),
sus ojos como palomas (1:15; 4:1), sus dientes como ovejas (4:2; 6:6), ella hace un ruego a las
doncellas de Jerusalén (2:7; 3:5; 8:4), el amado es como gacela (2:9, 17; 8:14), Líbano (3:9; 4:8,
11, 15; 7:4) y las muchas referencias a la naturaleza. (3) Las peculiaridades gramaticales del
hebr. usadas solamente en este libro son evidencia de un solo autor. (4) La progresión del tema
señala una sola obra y no una antología. Como se dijo con anterioridad, el libro presenta
lógicamente la historia desde el cortejo o noviazgo (1:2–3:5) hasta la noche de bodas (3:6–5:1) y
de ahí a la madurez en el matrimonio (5:2–8:4).
BOSQUEJO
I. Título (1:1)
II. El cortejo o noviazgo (1:2–3:5)
A. Introducción: Las expresiones del anhelo, inseguridad y alabanza (1:2–11)
1. El tema del anhelo (1:2–4)
2. El tema de la inseguridad (1:5–8)
3. El tema de la alabanza (1:9–11)
B. El amor crece en intensidad (1:12–3:5)
1. Alabanza mutua (1:12–2:6)
2. El ruego (2:7)
3. Visita al campo (2:8–17)
4. Temor de la amada de perder a su amado (3:1–4)
5. El ruego (3:5)
III. La boda (3:6–5:1)
A. La procesión de la boda (3:6–11)
B. La noche de bodas (4:1–5:1)
1. La belleza de la amada (4:1–7)
2. La petición del rey (4:8)
3. El rey alaba el amor de su esposa (4:9–11)
4. El rey alaba la pureza de su esposa (4:12–15)
5. La consumación del matrimonio (4:16–5:1)
IV. Madurez en el matrimonio (5:2–8:4)
A. Indiferencia y su solución (5:2–6:13)
1. El problema: La indiferencia de la esposa y la ausencia del esposo (5:2–8)
2. El amado atractivo (5:9–16)
3. El amado en su jardín (6:1–3)
4. La reconciliación: el amado alaba a su amada (6:4–13)
B. Alabanza de la amada y su amor (7:1–10)
1. Los encantos de la amada (7:1–6)
2. El deseo del amando (7:7–9)
3. Repetición del tema del deseo de poseerse mutuamente (7:10)
C. Invitación de la amada (7:11–13)
D. El deseo de la amada de tener mayor intimidad (8:1–4)
V. Conclusión: La naturaleza y poder del amor (8:5–7)
A. Una ilustración del amor (8:5)
B. Explicación del amor (8:6–7)
VI. Epílogo: Cómo comenzó el amor (8:8–14)
COMENTARIO
I. Título (1:1)
1:1. Este v. identifica a Salomón como el autor de Cantares. Fue el tercer rey de Israel y
reinó del 971 al 931 a.C. Probablemente fue el monarca más dotado de habilidades literarias que
cualquier otro rey de Israel, pues escribió 3,000 proverbios y 1,005 cantares (1 R. 4:32). Es
apropiado que un tema tan maravilloso como el amor romántico se describa en lenguaje sublime
por la pluma de un autor humano competente. Por supuesto, también escribió bajo la inspiración
del Espíritu Santo. Es interesante que de los más de 1,000 cantares que compuso, solamente éste
fue elegido por Dios para que se incluyera en el canon bíblico. Se menciona a Salomón por
nombre en otros 6 vv.: Cantares 1:5; 3:7, 9, 11; 8:11–12.
El título Cantar de los cantares ofrece un indicio para la interpretación de la obra. Es un
cantar entre muchos. Por lo tanto, el lector no debe considerar la obra como una colección de
canciones, sino como uno solo y unificado cantar. Las palabras “Cantar de los cantares” sugieren
el superlativo, como la expresión “lugar santísimo” (Éx. 29:37) que lit. es “santo de los santos”.
El título superlativo podría significar que este es el mejor de los 1,005 cantares de Salomón, o
con mayor probabilidad, que es el mejor de todos los cantares. En cualquiera de los casos, el
Cantar presenta ante sus lectores un paradigma del amor romántico en el noviazgo y el
matrimonio.
II. El cortejo o noviazgo (1:2–3:5)
Esta sección contrasta grandemente con las otras dos porciones principales de la obra
(3:5–5:1; 5:2–8:4). Ésta (1:2–3:5) abunda en expresiones de deseo sexual y de igual manera se
percibe que los amantes. Sin embargo, después de la procesión de bodas (3:6–11) hay una
notable ausencia de abstinencia en el Cantar. Así que esta sección señala el hecho de que en el
cortejo romántico debe ejercerse auto control.
Carr, G. Lloyd. The Song of Solomon: An Introduction and Commentary. The Tyndale Old
Testament Commentaries. “El Cantar de dos cantares de Salomón: Introducción y comentario.
Comentario del A.T. de Tyndale”. Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1984.
Dillow, Joseph C. Solomon on Sex. “Salomón escribe acerca del sexo”. Nashville: Thomas
Nelson, 1977.
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Gordis, Robert. The Song of Songs and Lamentations. “El Cantar de los cantares y
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Other Essays on the Old Testament. “La interpretación del cantar de los Cantares”. En el Siervo
del Señor y otros ensayos acerca del A.T.” Londres: Lutterworth Press, 1952.
APÉNDICE
Paralelismos en la estructura del libro de Job
Job y sus lamentos
Temas repetidos en las respuestas de Job
Receptores de los discursos de Eliú
Temas de los discursos de Eliú
Citas de Eliú de las palabras de Job
Calendario de Israel
Temas positivos, negativos y otros en Proverbios
Las palabras y el hablar en Proverbios
Personajes del Cantar de los cantares
PARALELISMOS EN LA ESTRUCTURA DEL LIBRO DE JOB
a. Narración inicial (caps. 1–2)
Job
(cap. 3)
Job 7:1–10
(caps. 6–7)
Job 10:8–17
(caps. 9–10)
Job 23–27
(caps. 12–14)
Job
(caps. 16–17)
Job
(cap. 19)
(cap. 21)
Job
(caps. 23–24)
(caps. 26–31)
TEMAS REPETIDOS EN LAS RESPUESTAS DE JOB
Primer discurso Segundo discurso Tercer discurso
caps 29–30
Segundo discurso
A Job (34:16–37)
Tercer discurso
Cuarto discurso
A Job (36:1–37:1)
A Job (37:14–24)
TEMAS DE LOS DISCURSOS DE ELIÚ
Quejas de Job Respuestas de Eliú
2. Dios es injusto; no me quita este Segundo discurso: Dios es justo (cap. 34).
sufrimiento (19:6–7; 27:2; cf. 34:5–6).
3. Dios es indiferente; no me premia por miTercer discurso: Dios es soberano (cap. 35).
inocencia (10:7; cf. 35:3).
CITAS DE ELIÚ DE LAS PALABRAS DE JOB
En el primer discurso de Eliú
33:9a “Yo soy limpio” (cf. 6:10; 9:21; 10:7; 12:4; 16:17; 31:6).
33:9c “Soy inocente y no hay maldad en mí” (cf. 9:20–21; 10:7; 27:6).
34:5a “Yo soy justo”, i.e., “inocente” (cf. 9:15, 20; 27:6).
34:5b “Dios me ha quitado mi derecho”, i.e., “se niega a hacerme justicia”, NVI99
(cf. 19:6–7; 27:2).
34:6b “Dolorosa es mi herida”, i.e., “sus flechas me hieren de muerte”, NVI99 (cf.
6:4; 16:13).
34:6c “… sin haber hecho yo transgresión”, i.e., “no he pecado” (NVI99) (cf. 10:7;
cap. 31).
34:9 “De nada servirá al hombre el conformar su voluntad a Dios” (cf. 21:15).
36:23 “¿Y quién le dirá [a Dios]: Has hecho mal?” (cf. 19:6–7)
CALENDARIO DE ISRAEL
Calendario Calendario Judío Año agrícola Días especiales
Gregoriano
marzo–abril Primer mes: Nisán Lluvias tardías Cosecha 1. Nisán 14: Pascua
(Nombre anterior: de la cebada Cosecha de (Éx. 12:1–11; Lv. 23:5)
Abib) lino
mayo–junio Tercer mes: Siván Los primeros higos se 4. Siván 6: (50 días
maduran Se preparan después de los primeros
los viñe-dos frutos): Pentecostés (Lv.
23:15–22)
7. Tishri
15–21:Tabernáculos
(Lv. 23:33–36)
Justo Malo
Vida Muerte
Conocimiento Ignorancia
Orden Desorden
Éxito Fracaso
Auto-control Enojo
Fidelidad Infidelidad
Obediencia Rebelión
Honor Deshonor
Confiabilidad Crítica
Humildad Orgullo
Pureza Impureza
Ánimo Desánimo
Amor Odio
Generosidad Egoísmo
Gozo Tristeza
Esperanza Ansiedad
Amistad Enemistad
Riqueza Pobreza
Virtud Vergüenza
Sobriedad Embriaguez
Confianza Preocupación
Placer Miseria
Quietud Chisme
Contentamiento Egoísmo
Otros temas
Esposos
Esposas
Padres
Madres
Hijos
Reyes, regidores
Amos
Esclavos
Prostitutas
Hipocresía
Robo
Reprensión
Glotonería, comida
LAS PALABRAS Y EL HABLAR EN PROVERBIOS
I. USOS INCORRECTOS DE LAS II. USOS CORRECTOS DE LAS
PALABRAS PALABRAS
6:16–17a; 10:18a; 12:19, 22a; 17:4b, 7; 10:11a, 20a, 21a; 12:14a, 18b; 15:4a; 18:4,
19:5b, 9b, 22b; 21:6; 20–21
11:13; 16:28b; 17:9b; 18:8; 20:19; 26:20, 22 10:19; 11:12b; 13:3a; 17:27a
10:8, 10b, 19; 17:28; 18:2; 20:19b 10:32a; 12:25; 15:1a, 4a, 23; 16:24;
12:17b; 14:5b, 25b; 19:5a, 28a; 21:28; 25:18 12:17a, 19a, 22b; 14:5a, 25a
12:1b; 14:6a; 15:12; 17:5a; 19:19a; 21:11a; 13:3a; 15:28; 16:23a; 21:23
22:10; 24:9b; 30:17
I. Contendiendo
13:10; 15:18; 17:14, 19; 19:13; 20:3; 21:9; 19; 22:10; 25:24; 26:17, 20–21; 27:15
J. Engañando
K. Seduciendo
1:2–4a 1:4b
1:4c–7 1:8
1:9–10
1:11
1:12–14 1:15
1:16–2:1 2:2
2:3–13 2:14
2:15–3:11 4:1–15
5:2–8 5:9
5:10–16 6:1
6:2–3 6:4–9
6:10
7:9b–8:4 8:5a
8:5b–7 8:8–9
8:10–12 8:13
8:1