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Comunicaciones escritas desde que existe la escritura siempre ha habido, aun cuando no se
pudiera, a nivel legal, probar el envío ni la recepción (salvo recurriendo a testigos) La aparición
del correo tampoco solucionó tal necesidad.
En todo caso el envío certificado solamente justifica el hecho de haber sido enviada a un
destinatario y, en caso de utilizar acuse de recibo, haber sido recibido pero ni el correo
ordinario ni el correo certificado permiten justificar el concreto contenido del envío, [únicamente
en el caso de envíos dirigidos a la Administración “en sobre abierto” puede solicitarse sello en
copia para justificar el contenido del escrito enviado]
El requerimiento notarial:
Para suplir esa necesidad de poder justificar el contenido de la comunicación en mensajes
con trascendencia legal, usualmente se recurría a la figura del requerimiento notarial.
Las actas de notificación y actas de requerimiento reguladas en los artículos 202 y
siguientes del Reglamento Notarial acreditan fehacientemente la recepción o rechazo de la
comunicación y su contenido. No obstante, los inconvenientes del requerimiento notarial
radican en su mayor coste y la necesidad de tramitarlo a través de notaría en un determinado
horario, etc aun cuando la Ley indique que ciertas comunicaciones hayan de practicarse
específicamente por este conducto.
Al enviar un burofax, la copia entregada en el momento del envío se conserva firmada por el
empleado quedando dicha copia del contenido depositada en Correos si hubiera de
justificarse ese contenido. También se conserva la firma del destinatario en el momento de
recibirlo. En el documento del burofax enviado que facilita Correos se incluye copia certificada
del contenido y en el aviso de servicio que facilita Correos se indica el destinatario y copia de su
firma en el momento de la recepción, acreditando el hecho de haber recibido la
comunicación.
TEMA 5 LA CORRESPONDENCIA Y EL SERVICIO DE CORREOS CGA_1
CORREO ORDINARIO Y CERTIFICADO.
Ana Isabel Mendoza
El burofax es utilizado por los particulares aun cuando en ocasiones los órganos judiciales utilizan
también este servicio postal para realizar notificaciones, citaciones y emplazamientos a las
partes. Consulte en el aviso de llegada quien es el expedidor del envío y sabrá la identidad del remitente
(particular u órgano judicial)
De igual modo, el remitente de una comunicación por burofax debe extremar al máximo las precauciones
en relación con el contenido de la misma, ya que la eficacia probatoria del escrito también
despliega sus efectos contra su autor, que queda de este modo vinculado por sus propias
palabras.
Es imprescindible analizar los concretos términos del requerimiento, por lo que resulta aconsejable –ya
desde ese momento– contar con asesoramiento por abogado, puesto que en muchas ocasiones el envío
del burofax es paso previo a considerar la iniciación de procedimiento judicial en caso de no ser finalmente
atendido lo que se pida.