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MEXICANAS
Larissa Cantú Macias
14 de diciembre de 2020
Ramón Alvarado
1
como en un nivel comunitario; de ahí que sea éste, el indicado para forjar y
habitar en la polis.2
2
Patricio Lepe-Carrión, «Civilización y barbarie. La instauración de la "diferencia colonial"
durante los debates del siglo XVI y su encubrimiento como "diferencia cultural"», Andamios, vol.9,
no.20, 2012, p. 66.
3
Raúl Barrera Rodríguez, «El asedio, la caída y la destrucción de Tenochtitlan» [ponencia],
XXIV Simposio Román Piña Chan, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, septiembre-
octubre 2019.
2
No sólo era por la diferencia cultural y lingüística de los nativos, sino que había
impedimentos religiosos que, en ojos de los españoles, les impedian tomar la educación
impartida por sus universidades. El español era la lengua con la que se enseñaba y no
hubo movimientos que impulsaran la educación en otros idiomas, las universidades
seguían una tradición muy estricta, inclusive seguían impartiendo clases de Derecho en
latín. Con esto en mente, no es arriesgado afirmar que había un uso de la lengua como
arma de dominación cultural, los indigenas que quisieran formar parte de la ciudadanía
no sólo tenían que olvidar su lengua para darle paso al español, sino que tenían que
cambiar su religión al catolicismo y, pese a eso, seguir experimentando dicriminaciones
por su tono de piel.
La manera en que las instituciones gubernamentales manejaron el plurilingüismo
de su población fue deplorable:
la Gramática Disputada o Curso Latino de Jerónimo de San Agustín (1715), la
Gramática latina escrita con nuevo método y nuevas observaciones en verso
castellano de Juan de Iriarte (1771) y la Gramática de la lengua latina de
Gregorio Mayans y Siscar (1771). Niederehe apunta que estas obras estaban
pensadas para que, quienes accedían a la universidad, se iniciaran en el
conocimiento de la lengua de prestigio, y, agrega, que en ese siglo las raras
gramáticas del castellano estaban concebidas como textos escolares para los
niños.5
4
Isabel Olmos Sánchez, «La universidad de México y los estudios superiores en la Nueva
España durante el período colonial. Bibliografía crítica metodología y estado de la cuestión», Estudios de
Historia Social y Económica de América, num.11, 1994, p. 15.
5
Dora Pellicer, «Lenguas en el México novohispano y decimonónico», Estudios de cultura
Náhuatl, no.44, 2012, p. 322.
6
José G. Moreno de Alba, El español en América, México, Fondo de Cultura Económica, 1988,
p.21.
3
Pese a la dureza con la que se impuso la lengua española en el territorio
americano, hubo espacios en los que el bilingüismo fue necesario y en el que los
más letrados tuvieron que adoptar características de las lenguas indígenas. El primer
caso se dio en los conventos religiosos, cuando los frailes enseñaban la palabra de
Dios. Antes de poder imponer su lengua tenían que hacerse entender con los
naturales por lo que desarrollaron manuales bilingües en los que se traducían ciertos
pasajes bíblicos con el fin de que conocieran la religión.
En este intercambio cultural también se introdujeron vocablos de las lenguas
indígenas a el léxico de los españoles, en gran parte fueron sustantivos que
nombraban cosas propias de la región, por no tener otro nombre para ellas se
adoptaron los nombres que los nativos les daban y así tenemos palabras como
axolotes, atol, barbacoa, coyotes, chía, chicozapote, chili, chocolate, elotes,
hamaca, huracanes, kanlol, maguey, maíz, petate, pinole, pitahaya, xicali, yoca,
zapote, zonotes, entre otros. Hubo ciertas dificultades incluso al introducir estos
vocablos, por las diferencias dialectales de cada comunidad y el problema de la
transcripción, ya que la mayoría de estas lenguas no tenían un alfabeto y si lo tenían
era una simbología distinta a la usada por el español.
Esta misma diversidad estimuló la necesidad de una lengua intermediaria con
la que se pudieran comunicar, tanto entre naturales, como con los europeos, por esta
razón fue indiscutible que la lengua, con el dominio cultural, se posicionara como
una lengua franca,7 no confundirse con una lengua koiné.8
Todos estos fenómenos se dieron en un gran lapso, sin embargo, dejaron
como precedente una actitud de indiferencia hacía las comunidades originarias y sus
dialectos, culturas, etcétera. Hoy en día existen muy pocos hablantes de lenguas que
en su tiempo fueron prolíficas y en los espacios oficiales gubernamentales no
existen las suficientes herramientas para que los habitantes de estas comunidades, en
las que se siguen hablando otras lenguas fuera del español, puedan desenvolverse en
su propia lengua.
A propósito de esto Rebeca Barriga señala: “[Ocurre como] una
respuesta perentoria a la situación histórica y a las demandas de un intempestivo
7
Según el lingüista David Crystal, para que un idioma pueda ser considerado como una lengua
franca debe ser adoptado y oficializado por países que no lo tienen como lengua materna, y debe ser
usado en algunos ámbitos importantes, como la diplomacia, los negocios o la ciencia.
8
Lengua común que resulta de la unificación de ciertas variedades idiomáticas. (Real Academia
de la lengua Española).
4
cambio de política lingüística que ponía al español al centro con la gran fuerza
promisoria del bienestar y el progreso”.9
Las bases de la republica mexicana estaban en el progreso y con ello una
lengua que le diera un estatus internacional, lo que excluía a las lenguas indígenas
de ese proyecto. En cambio, países como Perú adoptaron la lengua con mayor
número de hablantes a parte del español y la nombraron lengua oficial. El caso de
México es complicado por las razones que se han expuesto en este ensayo, sin
embargo, ha crecido el interés por parte de los lingüistas, tanto nacionales como
internacionales, de investigar las lenguas originarias y desarrollar programas para
conservarlas y que los hablantes tengan más oportunidades en las ciudades.
BIBLIOGRAFÍA
BARRERA RODRÍGUEZ, Raúl, «El asedio, la caída y la destrucción de
Tenochtitlan» [ponencia], XXIV Simposio Román Piña Chan, Instituto
Nacional de Antropología e Historia, México, septiembre-octubre 2019.
9
Rebeca Barriga, De Babel a Pentecostés: políticas lingüísticas y lenguas indígenas, entre
historias, discursos, paradojas y testimonios, Secretaría de Educación Pública, México, 2018, pp. 218-
219.
5
BARRIGA, Rebeca, De Babel a Pentecostés: políticas lingüísticas y lenguas
indígenas, entre historias, discursos, paradojas y testimonios, Secretaría de
Educación Pública, México, 2018.
LEPE-CARRIÓN, Patricio, «Civilización y barbarie. La instauración de la
"diferencia colonial" durante los debates del siglo XVI y su encubrimiento
como "diferencia cultural"», Andamios, vol.9, no.20, 2012, p. 63-88.
MORENO DE ALBA, José G., El español en América, México, Fondo de Cultura
Económica, 1988.
OLMOS SÁNCHEZ, Isabel, «La universidad de México y los estudios superiores
en la Nueva España durante el período colonial. Bibliografía crítica
metodología y estado de la cuestión», Estudios de Historia Social y
Económica de América, num.11, 1994, p. 15-50.
PELLICER, Dora, «Lenguas en el México novohispano y decimonónico», Estudios
de cultura Náhuatl, no.44, 2012, p. 321-337.
VALERO GARCÉ, Carmen, «Traductores e interpretes en los primeros encuentros
colombinos. Un nuevo rumbo en el propósito de la Conquista», Hieronymus,
num.3, p.61-74.