La primera función del mediador es la de escuchar. Es una escucha muy
abarcativa, casi agresiva, una escucha a flor de piel dirigida a descubrir problemas subyacentes, no expresados verbalmente, una escucha interesada no solo en lo que se cuenta , sino como se cuenta, atenta a cada postura y cada ademán. Notar palabras o expresiones repetidas que se registran como palabras clave. Fijarse en actitudes culturalmente importantes. Tiene que saber guiar a las partes hacia pequeñas coincidencias, muchas veces inconscientes, que pueden configurar las bases de posibles concesiones En todo momento debe tener presente su tarea de prevención de que el conflicto se transforme en confrontación y por lo tanto en violencia. Aunque no pueda llegarse a un acuerdo mínimo podrán conseguirse posturas que permitan elaborar proyectos comunes en un futuro. Podrá promover en las partes la sensación del protagonismo que les corresponde tanto en su situación de conflicto como en el manejo positivo del mismo. Brindará a las partes un espacio de contención y comprensión – y pase lo que pase los protagonistas sabrán que de este proceso no saldrán ni como ganadores ni como perdedores. Nuestro mayor problema es conseguir mantener la voluntariedad indispensable. Es muy común que se presente una parte, invitamos a la segunda – sin éxito, o que, una vez iniciado la mediación, una de las partes se borre. Por supuesto que también las diferencias culturales representan serios obstáculos. Una de las finalidades de la mediación es promover la autoestima y evitar una dependencia, una imagen de paternalismo. Voy a dar un ejemplo: se presenta una mujer joven, bien arreglada y, al escuchar su problema, le sugerimos que haga una nota y la entregue a una institución determinada. No la volvemos a ver, y después de un tiempo, por casualidad, nos enteramos que es analfabeta.
Articulando la mediación con la psicol.soc. podríamos afirmar la semejanza
entre el rol del mediador y aquel del co-pensador. Ni el uno ni el otro presentan soluciones, guían hacia la posibilidad, de usar el diálogo para que lo dilemática no se convierta en problemática (psic.soc.) y el conflicto no se transforme en confrontación y violencia (mediador). Este mediador representa”” ël tercero”” en el sistema de la mediación que justamente es necesario para que las partes, convertidas en protagonistas, obtengan recursos propios, para aprender a resolver problemáticas futuras. De este modo el conflicto se transforma en su rol de “motor vital” creando vínculos de prevención al peligro de la violencia.