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¿Es sostenible —desde el punto de vista de la salida de la crisis— la posición de una parte de la

derecha de este país de no intentar una nueva Constitución, y sí realizar los cambios que demanda
la ciudadanía a través de la simple modificación de leyes?

R: Yo creo que hay un amplio abanico de razones para votar apruebo y promover la elaboración de
una nueva Constitución y de índole contenido, legitimidad de origen, etc. aún cuando la razón
principal o que ofrece más sentido para el mundo liberal de centro es la oportunidad que se
presenta de elaborar un camino de salida de la crisis que si bien no resolverá de la noche a la
mañana los problemas estructurales, es un procedimiento “terapéutico” que ayuda a percibir que el
producto que emane, refleja un mínimo común de todos los chilenos. Tengo incluso la percepción
que incluso al mundo de derecha que le gusta la Constitución actual, si es que tiene convicciones
democráticas, tiene que reconocer que el actual ordenamiento constitucional es como un partido
que se ganó por Walk Over en los 80’s y el problema de esos partidos, en lenguaje futbolero, ese
triunfo adolece de legitimado y el resultado de realizar este plebiscito es que se juegue de verdad
ese partido y una vez finalizado nos demos la mano, nos miremos a la cara y digamos “buen
partido”, independiente del resultado, que muy probablemente no será el 5-0 del ‘80 y capaz que
hasta se pierda. Sin embargo, eso es lo que necesita Chile en este momento. Difícilmente
convenceré a alguien de derecha de votar apruebo diciéndole que la actual carta se originó en la
dictadura, aún cuando ganó legitimidad con las reformas posteriores, o que valida un modelo
neoliberal o un estado subsidiario, pues es algo que les acomoda. No es el argumento. Es el
argumento de lo importante y terapéutico de la oportunidad especialmente de resolver la crisis en
que se encuentra el país. Es fundamental que en este proceso de la nueva constitución no se cometa
el mismo error que la anterior, en el que el otro equipo no participó. Si el equipo que ganó por Walk
Over la vez anterior hoy no se presenta, es cometer el mismo error y deslegitima el resultado. Es
importante que la derecha se presente a jugar. Por eso, más que convencer o persuadir a la gente de
derecha que vote apruebo, yo creo que es importante que el apruebo gane en abril y que sea con
una mayoría holgada, más de 2/3, y para eso hay que salir de las fronteras de la izquierda
tradicional. Que se entienda la nueva constitución como una oportunidad de encuentro y un
eventual camino de salida de la crisis.

¿Verdaderamente el estallido social de octubre de 2019 tomó de sorpresa a la élite que concentra
el poder en nuestro país? Los que toman las grandes decisiones, en la política y en el sector
económico, ¿creían que se podía seguir extremando la concentración de la riqueza, la apropiación
sin contrapeso de los recursos naturales, la desregulación del mercado, frente al prolongado
desconocimiento de los derechos sociales de la población?

Yo creo que nos tomó a todos por sorpresa, independiente del origen o la chispa que encendió la
pradera, más allá de los actos vandálicos, la rapidez con que se “combustionó la pradera”. El actual
gobierno enfoca mal al preocuparse casi exclusivamente de quien prendió el fósforo y no observar
que mientras tanto atrás se estaba quemando la pradera entera y lo hace porque estaba “seca”. De
hecho llama la atención que gran parte de la población aguantó y aceptó, incluso de buena gana,
estos actos vandálicos y en vez de enojarse con quienes cometieron esos desmanes como la quema
del metro, etc., el foco de esa ira era directamente con el sistema que provocó ese nivel de enojo
que terminó con los actos mencionados. La rabia se reorientó hacia el sistema político y económico.
La élite no lo vio venir porque finalmente la población mastica su propio malestar y ni siquiera los
mismos indignados vieron venir este nivel de virulencia. La élite cree firmemente en un relato de
progreso, prosperidad material, estabilidad política, bienestar económico, disminución de la
desigualdad y paz social únicos en estos últimos 30 años, avalado además por los indicadores
correspondientes de cada uno de ellos que son innegables. El problema con ese relato, ilustrado,
progresista y optimista se contrapone con el relato de progreso alternativo de mucha gente que
señala que en estos últimos 30 años se ha retrocedido. Ambas narrativas de progreso chocan desde
ese 18 de octubre. Similar al contrapunto que se generó, por ejemplo, entre Voltaire y Rousseau.
Voltaire apoyaba la ilustración, la gente cosmopolita, la sociedad comercial, la apertura del mundo,
el individualismo racionalista. En cambio Rousseau planteaba que toda esa sofisticación y el
progresismo importado que no era propio de la sociedad francesa, iba contra las raíces y alteraba los
valores propios de las personas. Ese mismo relato se ve reflejado en la aparición de las banderas
mapuches en las marchas, que reflejan el descontento con lo actual y el deseo de volver a las raíces,
o a través de la bandera negra, que refleja el sentir de “este Chile no me gusta” y lo que unos llaman
progreso, es para ellos un retroceso. A diferencia, por ejemplo, con las manifestaciones de El Líbano,
donde multitudinarias marchas pacíficas, llenas de banderas sin alterar del país que indican un
orgullo patrio que no era incompatible con la manifestación, terminaron con un presidente
destituido en pocos meses. La bandera negra, significa que no hay mucho orgullo de lo que ha hecho
Chile, sino más bien vergüenza. De ahí el origen del eslogan: “No son 30 pesos, son 30 años”. Ese
lema es el mejor ejemplo de la narrativa alternativa de progreso, la rousseauniana, la que explicita el
sentir de la calle y que no le cree a esa modalidad de progreso. A diferencia de la élite, quienes
indicarían que el relato voltariano de progreso fue y es correcto y real y no logran entender que hay
gente que no acepte la verdad que reflejan los indicadores respectivos y viceversa, la parte de la
sociedad que indica no creer en esas cifras porque esconden otras perspectivas, otras precariedades
y otras realidades. Gente que te dice : lo que tu llamas progreso, yo lo llamo retroceso.

Exacto. Sin embargo, ya en redes sociales y otros lugares de reunión, las conversaciones de hace
incluso más de dos años ya se hablaba de una especie de “olla a presión” que se acrecentaba con
cada noticia sobre un nuevo abuso: medidores del luz, alzas de servicios básicos, colusiones y
clases de ética, alza del metro, etc. Entonces, es raro el concepto “sorpresa”.

Más allá de los actos vandálicos, lo que digo es que cuando hablé de sorpresa me refería a que nos
vimos a nosotros mismos avalando actos de violencia que de alguna manera nos hacían daño a
nosotros mismos, pero un porcentaje importante de la población consideraba que era un costo que
había que asumir. Eso es lo más llamativo, pues en condiciones normales la gente rechaza los actos
delictuales o de violencia. Lo interesante es que en algún minuto se hizo bien difícil separar ambos
fenómenos, es decir, la cara violenta versus la cara pacífica de las manifestaciones y el
correspondiente aval de la gente a ello. De hecho, esa justificación es la que llamó la atención y la
confirmación de “si no hubiésemos hecho esto no nos hubiesen escuchado”. Por eso a los liberales
nos tocó recibir cuando decíamos en twitter “esta no es la forma”, pero la gente nos decía que
justamente para que nos escuchen hay que romper la forma. Yo trabajo de hecho en la radio ADN y
veníamos justamente hace 2 años hablando de los abusos, escuchando testimonios de la gente
indignada con cada acto de abuso, pero aún así no logramos venir la explosión gatillada por el
elemento combustionante en la recta final por la impericia política del elenco gobernante, con sus
declaraciones : “levántese más temprano”, “bajaron las flores”, etc. Todas esas declaraciones,
finalmente, lo que hicieron fue demostrar algo que no sabíamos que era tan grave, pero que sí
sabíamos y había visto que Chile no puede seguir siendo gobernado desde 3 colegios capitalinos
ubicados en un radio de cuatro cuadras, con características de hombres, blanco, maduros,
heterosexuales, católicos. Eso ya no se resiste. Y llamó más la atención que Piñera en este segundo
gobierno acentuara esas características en su gabinete. De hecho la gente se cuestiona, ¿si son 30
años por qué no le pasó a Bachelet? y es justamente esa la respuesta, porque son los actuales
elencos los que más hacen contraste con los dolores de la población. Es ese divorcio el que facilita
las condiciones para un antagonismo violento.

Si claro. De hecho hay mucha gente a la que no ha tocado el llamado “progreso”.

No nos olvidemos, Eduardo, que la gran mayoría de los chilenos hoy vive mejor que sus padres. Hoy
en día una familia de la clase media baja tiene razonables expectativas de que sus hijos sean
universitarios. Gran parte del alumnado es primera generación. Como dice Carlos Peña, nos encanta
disfrutar esa sensación de autonomía y autoafirmación que nos entrega la experiencia del consumo.
Nos gusta ir al mall con la familia y comprar el último TV y sentir que estamos “mejorando” y eso,
aún pudiendo ser criticable, como un materialismo y consumismo implantado en la dictadura,
acorde a lo que dice Peña, en lo descriptivo tiene razón en cuanto ha generado una percepción de
“mejoría” en las capas medias del país que no existía años atrás. Si bien no suscribo toda la tesis de
Peña de que esto se debe al “malestar del bienestar”, algo de eso se ve hoy. Mucha de la gente que
hoy protesta no se está comparando con el Chile de los 80’s. Cuando la gente dice que son 30 años,
no se refieren a que quieren volver al ‘89, porque Chile no era mejor en ningún sentido.

Sin dudas a muchos nos ha costado enterarnos de la situación aún existente de personas que
hasta sacan avances en efectivo de $30.000 en 12 cuotas con una tasa altísima. Esa realidad a
veces choca con nuestra percepción de la realidad. Hay un grupo no menor de personas a las que
efectivamente este progreso no les ha llegado. Como los casos de las personas que trabajaron
todo el año y una vez jubilado bajan sus ingresos hasta en un 400% y el mundo, con razón, se les
viene abajo.

Exacto, esa es la dimensión de la precariedad y es una de las dimensiones del problema. Quizá fue el
combustionante principal de la primera etapa del estallido social. Sin embargo, tengo la sensación
que eso se complejizó en dos maneras: una es porque el movimiento feminista tomó parte del
protagonismo e intersecciona sus demandas con las del movimiento y así se fueron sumando
demandas al movimiento, el desmedro de las mujeres respecto a los hombres, de los indígenas
respecto a los blancos, de los periféricos respecto a los centralinos, gays respecto a heterosexuales y
así sucesivamente distintas capas de la población que no necesariamente vivían la precariedad
material se conectaron con el ethos igualitario del movimiento y sumaron su “dolor”. La segunda
complejización, dice relación con esa gente con esa situación de no progreso, se les hace creer que
son más libres, sin embargo, obran en base a falsa conciencia y son esclavos de un sistema que les
exprime y “ustedes cree que” teniendo el último plasma o cambiando la educación municipal por la
subvencionada mejorarán su status, sin embargo, lo real es obran en falsa conciencia y en el fondo
tenemos que buscar una forma alternativa de vivir, una forma que no signifique vivir para trabajar.
Ese es el argumento que la narrativa alternativa rousseauniana disputa e indica que eso es mentira.
Que no se puede vivir para trabajar, es un error, porque finalmente esto no tiene que ver con que no
nos alcance para llegar a fin de mes, sino que creo que en el fondo hay un rechazo a la modernidad
capitalista.

Bueno de hecho los trabajadores de los mall se dieron cuenta en la fase álgida del estallido que, al
llegar antes de las 22 hrs. a sus casas, y lograr tener vida de familia, sacar a sus hijos al parque y
darse cuenta, en estricto, rigor que existía vida

A eso me refiero. Hay toda una dimensión de la protesta social que tiene que ver con algo que
supera la precariedad material. Ese famoso dicho “nos costó tanto encontrarnos, ahora que nos
encontramos no nos soltemos” de alguna manera refleja ese anhelo de tejido social y que de alguna
manera culpa al actual modelo económico de incentivar el actual desarraigo e individualismo y eso
creo que tiene que más influencia y peso específico que el saber si llegamos o no a fin de mes.

En esa misma línea, ¿tu crees que para el fortalecimiento de la democracia se hace indispensable
la existencia de partidos políticos renovados, institucionalmente fuertes e imbuidos de un carácter
social. Esto podría significar la necesidad también de una reforma al actual sistema de partidos,
adelantándose a la tendencia internacional de aparición de micropartidos, incluso con apellidos
religiosos, o instrumentales a intereses particulares, oportunistas o demagógicos? Según tu
opinión, ¿se podría proteger al interior de estos la opinión democrática de sus adherentes, la
representación de la voluntad popular, o esta dinámica quedó ya relegada a otra época con el
poder de las RR SS?

Interesante pregunta. Parte de lo que ha ocurrido ha tenido difícil procesamiento, porque las
instituciones que están llamadas a ser mediadoras en este conflicto social. Los partidos, el congreso
y otros representantes de la voluntad popular son los llamados a promover ciertos programas. Eso
es fundamental. En Chile, y de eso he escrito bastante, de un buen tiempo hasta esta parte tenemos
una paradoja. Nuestras estructuras de representación son bastante estables. Los grandes partidos,
no han cambiado mucho desde principios de los ‘90. Por la derecha UDI y RN, por la izquierda PS,
PPD, DC y PR, y un poco más allá el PC. Los primeros son los herederos del “SI”, los otros herederos
del “NO” y básicamente han seguido igual hasta la última elección donde apareció el Frente Amplio.
Pero durante 30 años no hubo cambios, lo que no es malo per se, en la medida que la población
renueve esos votos y sienta que esas instituciones todavía son significativas y representan el anhelo
de los chilenos. Lo que ocurrió en Chile, sin embargo, es que la estructura se petrificó, no hubo
cambios en la oferta, pero la adhesión desde el punto de vista de la demanda, empezó a caer en
picada. Cada vez menos gente se sintió representada por estos partidos y la paradoja es que se
congeló el sistema de partidos, pero la gente se fue alejando de ellos cada vez más, a tal punto, que
los efectos de colusión de estos partidos en el papel antagonistas que constituyeron una especie de
“cartel” que dificultó la entrada de la competencia, tal como lo hacía el binominal, y recién con la
entrada de la inscripción voluntaria, el voto voluntario y el nuevo sistema electoral, se logró oxigenar
un poco la oferta y se concretó la entrada del Frente Amplio. No es menor el dato que desde que
entró ese bloque, desde el 2016 por primera vez el grupo etáreo joven (de 18 a 34) aumentó su
participación en todos los bloques intermedios y si bien, no tenemos cómo saberlo, se puede
interpretar que tiene que ver con la oxigenación de la oferta, pues apareció, además del Frente
Amplio, Evopoli, etc. Yo como cientista político estoy consciente de los riesgos de la fragmentación,
un sistema de partido con miles de partidos no sirve para gobernar, al menos no en un sistema
presidencial como el nuestro. Pero al mismo tiempo, estoy consciente de que los sistemas políticos
de partidos experimentan movimiento de fragmentación e integración cíclicos. Por ejemplo, los
partidos de la Concertación inicialmente eran 14 y luego terminaron en no más de 4 o 5. Ese fue un
proceso de integración. Ahora lo que estamos viendo es un proceso de fragmentación, causado por
la descomposición reputacional de los “tradicionales”, lo cual es normal y no asusta porque la teoría
indica que se volverá a la integración. Otro ejemplo, lo que pasó con el Frente Amplio. Inicialmente
eran 7 movimientos y hoy se agruparon en 5 y 2 que se denominaron Comunes y Convergencia
Social, respectivamente. Eso demuestra que si bien al principio la vocación es la del micropartido
que representa mis motivaciones personales, aún cuando seamos pocos, al poco tiempo te das
cuenta que para ganar elecciones tienes que juntarte con alguien que si bien no piensa exactamente
igual a ti, tienes algunas coincidencias. Finalmente la necesidad electoral te obliga a procesos de
integración.

Hablaste del sistema presidencialista. ¿Tú crees que puede ser parte de la solución pasar a uno
semipresidencial o derechamente parlamentario?

Es una posibilidad, porque pareciera que el modelo de un hombre o mujer fuerte que tome las
decisiones de forma vertical puede que ya no esté a tono con los tiempos. Estsamos demasiado
escépticos de la legitimidad de todas las autoridades. Como dice Moisés Naim, “este es el período
del fin del poder”. Así como hay gente que hoy no le cree a los científicos, hay otros que no le cree a
los políticos, por lo que concentrar ese poder en una sola figura parece problemático, aunque
tampoco estoy seguro que concentrarlo en el parlamento sea solución, pues si el problema es la
élite, es como pasar el problema de un lado a otro. Ahora funcionalmente, me gusta pensar en una
innovación institucional y la Convención Constituyente puede ser el momento idóneo para idear en
una alternativa distinta que no sea presidencialista.

Respecto a la gente ultra, como los que portan banderas nazis o monárquicas en las marchas,
recuerdo una situación que te acaeció en Paraguay, donde te avisé a tiempo de una amenaza de
agresión de un grupo de ultraderecha que te asoció, de manera incorrecta, con la ultraizquierda.
Lo primero es saber si se llegó a concretar y lo segundo, ¿dónde crees que estén los orígenes de tal
nivel de intolerancia?

Si, fue un chileno residente en Paraguay de hace tiempo, que es una especie de Sebastián Izquierdo
de allá, que poseía un programa de radio, el que fue retirado justamente por sus actitudes
desequilibradas. Finalmente no pasó a mayores pero fue una situación muy desagradable pues
celebraba mi cumpleaños juntos a mis dos hermanos y mi familia. Lo que suele suceder en nuestros
tiempos, es que para ambos extremos, tanto ultras de izquierda como de derecha, los hechos son
secundarios. Esta persona y sus seguidores no estaban interesados en conocer si yo realmente era
una especie de importador de revoluciones chileno. Ellos simplemente se creyeron una versión falsa
de mi porque finalmente les permitía tener una figura a la cual odiar.

Lo raro es que te hayan relacionado con la izquierda o la ultraizquierda

Quizá se deba a que a veces tengo juicios que no le gustan a la derecha. De hecho, la gente que
normalmente ha sido más agresiva conmigo ha sido justamente la de ultraderecha. Yo en general,
salvo excepciones, mantengo buenas relaciones con el mundo de izquierda. Con la gente que no
tengo buenas relaciones es justamente esa que ve todo en blanco y negro. Porque como yo no veo
las cosas en esos tonos, probablemente no le voy a gustar a aquellos que lo ven todo en blanco o
todo en negro. Los que estamos en una posición moderada, generalmente somos enemigos de los
dos extremos. Sin embargo, más allá de mi anécdota particular, lo que interesa es ese fenómeno
epistemológico de que a la gente que está en los extremos, realmente la realidad fáctica, es decir,
los hechos son secundarios respecto de sus preconcepciones, respecto de sus posiciones ya tomadas
y que no estás dispuesto a abandonar. Análogo, por ejemplo, a lo que sucedería con un
terraplanista, cuyo grupo cercano tiene la misma visión y que constituye el lugar donde se siente
querido, siente que todo el resto del mundo es su enemigo y su identidad se constituye a partir de
esa pertenencia. Entonces si su identidad se construye siendo un terraplanista, por más que me
junte con esa persona y le explique con hechos científicos que la tierra no es plana, su mecanismo de
supervivencia es rechazar la evidencia que le presento, porque para él es más importante seguir
contando con esas coordenadas de existencia claras que le entrega el terraplanismo. Reconoce cuál
es su grupo, su tribu y entiende quién es el “enemigo”. Saber quien es el adversario le permite saber
quién es él y si el enemigo es el “malo”, entonces él está seguro que es el “bueno”. El problema es
que en los extremos que comentaba, y volviendo a la analogía futbolera, los jugadores así no se van
a dar la mano ni comerse un asado después del partido. Si el día de mañana Gabriel Boric se junta a
comer un churrasco con Jaime Bellolio, la gente extrema no dirá “mira que bien que son capaces de
conversar pese a pensar distinto”. Probablemente los que somos moderados si lo pensaremos. Pero
los ultras de estos dos representantes pensarán y dirán lo peor de ambos. Yo creo que una parte
importante de los chilenos no considera hoy que una vez finalizado el partido, nos demos la mano.
Una parte importante de los chilenos considera que el adversario político es un enemigo. ES una
manera de ver la política inspirada en Carl Schmitt y que creo que mucha gente en ambos extremos
comparte y eso es un problema, creo yo.

Sin dudas esos niveles de intolerancia son difíciles de imaginar. Son tiempos en que no se respeta
a la persona más allá de las ideas

Lo que pasa es que la respuesta que se encontrará en los sectores mas “duros” es que toda la idea
de amistad cívica es un lujo casi liberal, debido a que piensan que el otro no sufre de verdad la
opresión ni la vulnerabilidad como ellos dicen sentirla y en esa condición ya no se puede ser tan
relajado respecto de lo importante que está en juego y es una discusión muy válida el día de hoy.
Quizás yo tengo esta visión más de “fair play” porque no me ha tocado justamente sufrir la opresión
de manera tan violenta como otros la han sufrido. Quizá si me hubiese tocado sufrirla o, por
ejemplo, de haber nacido hace 200 años como hijo de esclavo, quizá no estaría pensando en
juntarme con los hijos de mis dueños en un marco de amistad cívica y por eso yo lo entiendo y
empatizo. Muchas veces reviso mi propia posición desde arriba para saber que no es la única válida.

Lamentablemente las multitudinarias movilizaciones y protestas ocurridas a partir de octubre han


sido enfrentadas por la autoridad sin evitar graves violaciones a los derechos humanos, como lo
han acreditado informes de prácticamente todos los organismos internacionales. La expresidenta
Bachelet llegó a exigir una “rendición de cuentas” por estas violaciones, evitando que queden en
la impunidad quienes hayan actuado contra la ley en el resguardo del orden público. ¿Significa
esto un grave fracaso también de nuestra democracia, en materia de formación en doctrina y
filosofía de los derechos humanos, en las policías e institutos armados?

Si. Ha sido un fracaso monumental. La pregunta que yo siempre hago y que aún no tengo respuesta
es si acaso todo este proceso que se desencadenó desde el 18O, hubiese sido distinto si nuestras
policías hubiesen estado a la altura y mi percepción es que lo que ha hecho Carabineros es echarle
más leña al fuego. Por un lado el presidente hablando de guerra y por otro la policía causando daño
a la población civil de manera injustificada ha sido una combinación que ha provocado que mucha
gente sienta ahora que el gobierno , el estado y la fuerzas de orden son su adversario. Ha creado un
antagonismo que, no estoy seguro, haya estado antes. Dicho de otra manera, ha obligado a gente
que antes miraba esto desde “fuera” a tomar posición y lo ha hecho contra el gobierno y
Carabineros. Esto ha sido un desastre en todo sentido, desde el punto de vista de DDHH,
manteniendo eso si la perspectiva de que no estamos en una dictadura - en cuanto a que las
violaciones a los DDHH están siendo documentadas y denunciadas, hay organismos del estado que
están permanentemente monitoreando, los casos están siendo investigados por tribunales, etc. el
que crea que esto es una dictadura no sabe lo que si es una dictadura - y desde el punto de vista
político para una derecha cuya nueva generación no tenía vinculación alguna con la dictadura de
Pinochet, y de alguna manera hoy la gente no les cree que sean “tan nueva” porque participan de un
gobierno que hoy ha amparado las violaciones a los DD.HH. Ha sido sin dudas un desastre
reputacional para Chile y ha sido un condimento que ha “calentado” más el conflicto, desde la óptica
que se lo mire. Con mucha mayor razón desde el punto de vista de lo importante que es tener una
fuerza de orden legitimada por la ciudadanía. Yo creo que de esto Carabineros no va a salir. No me
extrañaría que el próximo paso sea refundar Carabineros. En eso también estoy abierto a distintas
posibilidades, pese a la serie de consideraciones más contingente que superan el análisis político que
tiene que ver con el pasado descabezamiento del alto mando y el poco tiempo que tuvieron como
institución para prepararse. Hay otras variables que complejizan la situación.

Quienes se oponen a una nueva Constitución temen por las consecuencias no previstas que este
proceso pudiera originar. ¿Visualizas tú riesgos catastróficos inherentes a este contexto o esto es
parte de una estrategia del miedo, como antaño en la campaña del SI?

Volviendo a la metáfora futbolista, obvio que si llegas a un partido mal preparado, asustado, te
pueden meter cinco goles. El riesgo desde el punto de vista ideológico para la derecha es perder este
partido con ese marcador. Ahora cuán posible es ese riesgo? Yo creo que si la derecha se organiza y
compite en buena lid con lo mejor que tienen en la elecciones de constituyentes, imaginando que
gana el aprueba y la Convención Constituyente, tal como lo hace para las parlamentarias en los 28
distritos de Chile, va a obtener un porcentaje relevante de esa convención y va a evitar que “le
metan 5 goles”, entonces, mi pregunta es si realmente la derecha está convencida de que sus ideas
son las correctas, si tienen gente preparada para promover esas ideas en el debate público y si cree
que la gente en la calle rechaza sistemas como el cubano y el venezolano entonces debieran obtener
una porción relevante y así debería ser, pues mucha gente creo yo comulga con las ideas de la
derecha, por lo que ese riesgo que nos transformemos en Cuba o Venezuela es muy bajo. No puedo
asegurar que cero, pero sería casi como jugar contra el Corinthians contra puros palitroques. La
metáfora es que hay que prepararse para jugar de igual a igual. Los recursos la derecha los tiene:
tiene centros de estudio, partidos desplegados por todo Chile, etc. Yo creo que es un miedo
infundado, aunque si creo que hay que se empáticos con algunos de los temores que tiene la
derecha. Por ejemplo, el temor que sus delegados no puedan salir a la calle porque serán agredidos
o se mantenga un clima de violencia que no permita un desarrollo sano de un proceso constituyente.
La izquierda, por así decirlo, tiene que confiar también en la buena fe del rival. Eso es lo que nos
permitirá terminar el partido y darnos la mano independiente del resultado. A lo que debiésemos
aspirar al final de este proceso es que, si bien es cierto que es poco probable que la derecha obtenga
una Constitución igual a la actual, es decir, va a perder algo. La idea es que al cuando pierda se
pueda estrechar la mano y decir “buen partido”.
¿Podrá liderar el proceso constituyente dentro de los cauces institucionales un gobierno que
muestra una aprobación inédita inferior a dos dígitos?

A ver, tiene que liderarlo, es decir, tiene que hacerlo. Yo no creo que el presidente tenga que
renunciar. No es bueno para Chile que en un período de tanta incertidumbre como es nada menos
que discutir la arquitectura institucional y la distribución del poder en Chile a través de un Proceso
Constituyente, que ya genera la suficiente incertidumbre, no es muy inteligente añadirle otras
variables de incertidumbre más. Creo que el mensaje que se envía, sin embargo, tampoco es muy
positivo, pues si el día de mañana, por ejemplo, Jadue está gobernando y baja a 15 puntos de
aprobación, la derecha podría salir diciendo “no esto es imposible y tiene que irse”. Eso de andar
apurando los procesos es contraproducente. Le pasó a Andrade cuando dijo en el primer período de
Piñera “Chile no se merece un gobierno con este nivel de aprobación”, al gobierno siguiente de
Bachelet bajó ese nivel de aprobación y le sacaron en cara esa frase. Allamand en ese mismo
gobierno alegó que no era posible una presidenta con 70% de rechazo y el actual gobierno ostentó
un 85% de rechazo. Eso de andar diciendo que el que está gobernando no debería estar haciéndolo
porque lo está haciendo mal es desconocer la esencia de un proceso democrático y en eso creo que
Guillier anda muy perdido y es muy mal perdedor. Yo creo que hay que “soportar” a Piñera y quizá
esa misma debilidad, le da espacio político para que la constituyente, donde estará concentrada la
discusión en los próximos dos años, permite que ésta sea fecunda y el gobierno sea solamente una
especie de árbitro imparcial y ojalá liderazgos como el de Briones, Blumel y otros puedan ayudar a
conducir este proceso. Ahora, en la vida no hay nada inevitable y si mañana lo de Piñera se torna
insostenible, se tendrá que enfrentar este proceso sin él, bueno, habrá que hacerlo y ver las
alternativas posibles dentro de la institucionalidad, aunque no me parece que sea lo idóneo y me
parece que no es tomarse en serio la democracia y sienta un muy mal precedente.

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