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TEMA 4
LA PROSA: HISTORIOGRAFÍA
ESQUEMA DE CONTENIDOS
1. Origen del género historiográfico
2. Historiadores
2.1. Heródoto
2.1.1. Naturaleza y génesis de la obra
2.1.2. El método historiográfico
2.2. Tucídides
2.2.1. El método historiográfico
2.3. Jenofonte
2.3.1. La obra de Jenofonte
2.3.2. Ideología
2.3.3. El método historiográfico
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2. HISTORIADORES
2.1.1. Heródoto
Heródoto (c. 484 a.C. – c. 425 a.C.) nació en Halicarnaso, ciudad doria situada en
Asia Menor, en vísperas de la campaña de Jerjes contra Grecia. Los años anteriores al
447 a.C., fecha en que llega a Atenas, los pasó en continuos viajes por Egipto y Escitia
‒al menos‒ con el objetivo de contemplar e investigar. Su estancia en Atenas fue
esencial para su formación como historiador, pues vivió el despertar a la razón de la
sofística. Pero, más que esta corriente filosófica, influyó en el sentido histórico de su
obra el pensamiento tradicional y conservador de las tragedias de Esquilo: el exceso
atrae el castigo divino.
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características de los pueblos que se anexiona Persia durante sus conquistas (Egipto,
Escitia, Tracia), hasta llegar a las Guerras Médicas, entre griegos y persas, como punto
final. Sin embargo, la estancia del escritor en Atenas y su conocimiento del ambiente
espiritual respirado en dicha ciudad modificó la narración hasta convertir su obra en un
relato sobre cómo la libertad de los griegos triunfó sobre el despotismo de los persas: la
democracia contra la tiranía; Occidente contra Oriente.
Desde el punto de vista formal, la Historia tiene abundantes digresiones sin
relación orgánica con el tema nuclear de la obra. Estas narraciones emparentan a
Heródoto con sus antecesores logógrafos y constituyen uno de los rasgos distintivos del
estilo de Heródoto. La línea de la narración no es cronológica, sino que se articula sobre
un principio asociativo: los distintos personajes de la narración (países, personas) van
apareciendo en el libro en la medida en que estos tienen relación con los persas. Los
últimos con los que los persas tienen contacto son los griegos y la obra termina con la
victoria de estos sobre los persas en la segunda guerra médica (480 – 478 a.C.).
Por lo que respecta a su estilo, destacan los discursos, donde resalta el
comportamiento general de los hombres, y el diálogo, que es característico de muchos
pasajes.
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antiguas que él (sobre todo, Hecateo de Mileto, un logógrafo del s. VI a.C.). Es decir, su
método es fundamentalmente crítico; no acepta las fuentes ciegamente, sino que las
somete a su parecer mostrándose escéptico con frecuencia. Se mueve en un mundo entre
el mito y la historia, y su mérito consiste en querer introducir su capacidad de
comprensión, su razón.
2.2. Tucídides
Tucídides (c. 455 a.C.-c. 400 a.C.) era aristócrata de nacimiento y recibió una
educación acorde a su rango asimilando las enseñanzas de los movimientos filosóficos y
retóricos de su tiempo. No es un historiador por azar ya que, por tradición familiar,
estaba muy entrenado en la vida pública. Su niñez y juventud coinciden con la época de
mayor esplendor de Atenas.
La Historia de la Guerra del Peloponeso está dividida en ocho libros y su
finalidad es contar el conflicto bélico que tuvo lugar en el siglo V a.C. entre Esparta y
Atenas.
A diferencia de Heródoto, cuya concepción de la historia es eminentemente
religiosa, Tucídides explica los hechos desde un punto de vista humano. Para él la
fuerza motriz de la historia es la inteligencia (gnōme), cuyas decisiones están
determinadas por cuestiones políticas, económicas y militares, manteniéndose al margen
de las normas religiosas. Junto a ella está la fortuna (týche), considerada no como
potencia divina, sino como lo imprevisible que surge en el acontecer histórico.
Tucídides considera la naturaleza humana un elemento constante del proceso
histórico. Se caracteriza por su aspiración a la libertad. Estos deseos, elevados a un nivel
general, se manifiestan en el odio del pueblo sometido hacia su opresor; en la ambición
de poder; en la imposición de la ley del más fuerte sobre el débil para el que de nada
sirven las apelaciones a la justicia, ya que por encima de todo se imponen razones de
conveniencia y utilidad; en la envidia del éxito, etc. La inteligencia, pues, rige los
destinos de los pueblos y actúa por móviles no sometidos a la moral y a la religión, pero
eso no implica que todas las decisiones humanas procedan de un razonamiento
equilibrado, sino que a veces actúan el apasionamiento, la imprudencia o la
precipitación.
El pensamiento del historiador coincide con el modo de actuación política de
Pericles, a quién considera idóneo para realizar la guerra, mantener el imperio ateniense
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2.3. Jenofonte
Jenofonte (c.430 a.C.-c.355 a.C.) se formó junto al sofista Pródico y más tarde
pasó a ser discípulo de Sócrates. Sus ideas políticas eran contrarias a la democracia y se
alineaba con los oligarcas, colaborando con el régimen de los Treinta tiranos (404 a.C.)
que, bajo el mandato de Esparta, se instauró en Atenas después de que esta perdiera la
Guerra del Peloponeso.
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cosas desde su perspectiva, no tanto por tener interés en ser parcial debido a la simpatía
que sentía por los espartanos, que tanto se le ha reprochado, como por su característica
ingenuidad, que más se parecía a la improvisación sin examinar ni contrastar de forma
crítica los datos de sus escritos, como tendría que haber hecho un fiel continuador de la
obra de Tucídides. En realidad, Jenofonte es mucho mejor como reportero de guerra.
Sus escritos son un reportaje de sus propias experiencias en el ejército, perfectamente
contadas. Su escritura es fresca, precisa, rápida, no ajena a la ironía en ocasiones, tan
solo alterada por la longitud de algunos discursos, que aparecen cargados de tópicos
retóricos y distan mucho de la hondura psicológica de los de Tucídides. A veces prefiere
remodelar la historia, silenciando algunos hechos y embelleciendo sus testimonios con
figuras retóricas. Es mejor narrador que crítico.
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