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©Rosa Pedrero / Juan Piquero Literatura griega: Tema 1

TEMA 1
INTRODUCCIÓN A LA ÉPOCA ARCAICA. LA POESÍA ÉPICA

ESQUEMA DE CONTENIDOS
1. La época arcaica: introducción
2. La poesía épica
2.1. Los poemas homéricos: Ilíada y Odisea
2.1.1. Problemas en torno a Ilíada y Odisea
2.1.2. Precedentes de los poemas épicos: la poesía oral
2.1.3. Ilíada
2.1.4. Odisea
2.1.5. El mundo divino y humano de Homero
2.1.6. La poesía homérica y la realidad histórica
2.2. Hesíodo
2.2.1. Obras de Hesíodo

1. LA ÉPOCA ARCAICA (750-500 a.C.): INTRODUCCIÓN.


El objeto de este apartado es enmarcar el llamado «Periodo arcaico» cronológica y
culturalmente. Su importancia radica en que es durante esta fase cuando surgen en Grecia los
primeros géneros literarios. En este período se asientan las bases de lo que hoy
entendemos por Cultura griega.
La situación económica era difícil: había una gran pobreza entre los
pequeños campesinos, que eran la mayoría de la población, como nos lo atestigua el
poeta Hesíodo. A esto se unía un incremento demográfico. Se acudió como solución
a dos medidas: la fundación de colonias por todo el Mediterráneo, en especial en
Occidente (Sicilia, Italia, Francia, España, el norte de África), y el desarrollo de la
industria y el comercio marítimo.
Durante dos siglos (750-550 a.C.) tuvo lugar la llamada «gran colonización
griega». La finalidad principal era buscar nuevas tierras de cultivo para asentar el
excedente de población. Se trasplantaba la estructura política y social de la
metrópoli, pero desde el principio el nuevo asentamiento gozaba de una autonomía
plena. Los vínculos entre ambas comunidades eran únicamente religiosos y culturales.

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Esta colonización afectó sobre todo a Sicilia y al sur de Italia, la llamada Magna
Grecia. Con el tiempo, esta región será núcleo de una intensa actividad intelectual
griega. Es también el momento del asentamiento de colonias griegas por las costas del
Mar Negro.
En relación con la colonización está también el comercio. Un factor favorecedor
del comercio fue la aparición de la moneda, que facilitó la adquisición de productos
frente al sistema anterior de intercambio de mercancías. En este terreno, una vez más,
las colonias griegas de Asia Menor sirvieron de puente entre Grecia y Lidia, de donde
se adopta el sistema de monedas acuñadas conforme a un peso fijo. Otro logro de la
época arcaica fue la codificación de las leyes. Antes, la administración de la
justicia estaba en manos de la aristocracia, que aplicaba según su criterio personal
unas normas tradicionales transmitidas oralmente de generación en generación –el
poeta Hesíodo, a principios del s. VII a.C., deja ver la inquietud de las clases bajas por
la justicia y su oportuna aplicación–. Una salida a esta situación será la puesta por
escrito de estas mismas normas, lo que supondrá un avance importante tanto en la
consolidación de la justicia como en la defensa de las clases sociales más débiles.
Estos hechos socioeconómicos llevan a la aparición de una nueva clase social, la
de los artesanos y comerciantes, intermedia entre la aristocracia y el campesinado. Todo
esto conduce a una progresiva pérdida de derechos de las clases superiores, lo que en
ocasiones dio lugar a revueltas sociales.
Este periodo es también trascendental políticamente. En primer lugar, ahora se
constituye en suelo griego esa realidad política que llamamos la pólis, la ciudad-estado,
que va a ser la base sobre la que se erigirá ese sorprendente mundo que es la Grecia
antigua. La pólis es una zona geográfica –normalmente de no mucha extensión– que
comprende una ciudad y un territorio adyacente en el que puede haber un número
reducido de aldeas, pero toda la población tiene conciencia de formar una unidad
política-social-religiosa. Dentro de esta realidad, en una primera época la aristocracia –
que ha sucedido a la realeza micénica– tiene el poder y la gestión político-
administrativa la ejercen ahora un gobierno de magistrados y un Consejo de
ancianos. Con el auge de l a s nuevas clases urbanas artesanas, ya aludidas, va
produciéndose una nivelación del poder, lo que, tras diversas situaciones de guerras
internas, desemboca, desde la segunda mitad del s. VII a. C., en una nueva forma
política, la tiranía: en un momento dado, y como salida a las tensiones sociales creadas,

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un aristócrata se desgaja de su grupo y, apoyado por el partido popular, se erige en el


hombre fuerte de la ciudad. Es la situación previa a la llegada de la democracia, pero
para esto tendremos que esperar a la época clásica.
Desde el punto de vista del desarrollo cultural e intelectual de la Grecia arcaica, es
preciso señalar el influjo de las culturas del Oriente Próximo ‒y, en menor medida,
Egipto‒ que llega principalmente a través de las colonias asentadas pocos siglos antes en
la costa de Asia Menor. Esta zona era denominada Jonia por los antiguos y será esta
cultura jonia la que mayor influjo tendrá en Grecia. Esta influencia será de todo tipo
(literaria, mitológica, científica, etc.) y determinará, en principio, la creación del
mundo intelectual griego arcaico, aunque más tarde Grecia terminará imponiendo su
sello particular, como se verá.
La característica más importante de la época arcaica es la toma de conciencia
del hombre como realidad individual y, al tiempo, como miembro activo de la ciudad:
participa en su gobierno (o, al menos, lo pretende) e interviene en su defensa como
soldado. Así es como se entiende bien, por ejemplo, la figura del nuevo poeta de esta
época frente al viejo poeta épico de tipo homérico. Ahora los poetas ya no tratan de
rememorar el pasado con grandes relatos heroicos, sino que son conscientes de que su
papel social es reflexionar y aconsejar sobre la vida humana del momento: es el poeta-
sabio. Así se entiende cómo, a partir de este momento, la «elegía» pasa a ser una
composición poética central a través del cual Solón y tantos otros irán destilando
reflexión sobre la naturaleza humana. En este mismo sentido, en la parte final de la
época arcaica, surge la figura del filósofo al lado de la del poeta lírico. Son los
llamados Presocráticos, que empiezan a hacerse preguntas sobre el origen del mundo.

2. LA POESÍA ÉPICA
El término épica deriva del griego épos ‘palabra hablada, relato’, que hace
referencia al carácter oral del género en su origen. Es una poesía de carácter narrativo, es
decir, está escrita en verso y relata las hazañas de unos héroes, históricos o
legendarios. Estos héroes se caracterizan por tener unas virtudes muy superiores a las
del resto y su conducta y comportamiento constituyen un código de valores que sirven
como modelo para imitar.

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2.1. LOS POEMAS HOMÉRICOS: ILÍADA Y ODISEA


Los poemas épicos más representativos de la literatura griega son la Ilíada y la
Odisea. Ambos poemas son el producto de una tradición anterior de la que apenas se sabe
nada, puesto que se basaba en la transmisión oral. Ambos poemas, Ilíada y Odisea,
constituyen, por un lado, el comienzo de la literatura griega como tal; por otro, el fin de
una larga tradición oral de poesía épica.
Sin duda alguna hubo manifestaciones poéticas en Grecia antes de Homero.
Los mismos poemas homéricos aluden a veces o suponen implícitamente la existencia
de otros cantos. Hubo, pues, formas épicas y líricas de las que, por su carácter oral, no se
conserva testimonio directo. La aparición y difusión de la escritura permitió la fijación
escrita de las creaciones poéticas. Los griegos tomaron el alfabeto de los fenicios en
torno al s. VIII a.C. Aunque en un principio la escritura debió de usarse en contextos
fundamentalmente administrativos, hay constancia de que en la segunda mitad del siglo
se usaba en algunas inscripciones votivas. El s. VIII a.C. es también la fecha que,
generalmente, se admite como el momento en el que los poemas épicos fueron
compuestos, aunque, en realidad, la fijación de los textos y su transmisión también son
objeto de debate (§2.1.1).
La Edad Heroica de Grecia es la fuente de la tradición épica. Corresponde a lo que se
denomina el «Periodo micénico», que abarca, aproximadamente, entre el 1600 a.C. y el
1100 a.C. Aunque en época micénica había escritura, la llamada «Lineal B» (un
silabario, no un alfabeto), esta se utilizaba para anotar asuntos administrativos, por lo
que no hay nada de literatura escrita antes de Homero.

2.1.1. Problemas en torno a Ilíada y Odisea


Los poemas homéricos han sido objeto de muchos estudios desde la Antigüedad
hasta nuestros días. Estos estudios han dado origen a técnicas de investigación
literaria muy delicadas que han tenido aplicación muy eficaz en otros géneros y en otras
literaturas. Sin embargo, a pesar de tan arduos trabajos, siguen en pie numerosos
problemas en torno a los poemas homéricos en sus diversos aspectos.
a) Personalidad de Homero

Los debates sobre su existencia se han venido planteando desde la época

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alejandrina1 hasta nuestros días. Muchos críticos han llegado incluso a negar la
existencia de Homero, afirmando que sólo es un "nombre". Sin embargo, la presencia
del poeta se deja sentir especialmente en la organización de los poemas (sobre todo la
Ilíada) centrados en torno a un tema. En cuanto a su vida, se cree que
probablemente habría sido un rapsodo2, y como tal, habría conocido algo de mundo,
vinculado a las cortes principescas de su tiempo. Sobre las siete ciudades que se
disputan el honor de ser su cuna, Esmirna tiene mucho a su favor, pero, en todo caso, el
ámbito poético del Asia Menor, de Jonia, parece estar reflejado de algún modo en los
poemas.
Una estancia prolongada en Quíos, así como su muerte en la isla de Ios, pueden
ser datos históricos. Las noticias sobre su ceguera conforman un rasgo típico de
leyenda.
b) La «cuestión homérica».

Las diferencias de composición existentes entre Ilíada y Odisea (desde el punto de


vista formal, dialectal, etc.), así como las propias diferencias entre los cantos dentro de
una misma obra, han planteado el problema histórico-literario conocido como la
«cuestión homérica»: ¿Son Ilíada y Odisea obras de un mismo autor? E n un
p r i n c i p i o , desde la época helenística hasta el siglo XIX, se creyó que sí. Sin
embargo, a partir del siglo XIX, surgieron las llamadas «teorías analíticas», que niegan la unidad
de la obra. Para contrarrestar esta teoría, después de la Primera guerra mundial se comenzó de
nuevo a pensar que las epopeyas homéricas constituían una unidad bajo la autoría de una
sola persona: son las llamadas «teorías unitarias». Hoy tiende a pensarse que Ilíada es
obra de un autor y Odisea de otro; también se cree que algunos cantos dentro de las
obras pueden ser obra de un autor distinto a Homero, posterior a él.
c) Transmisión de los poemas

Hasta la época alejandrina, en que se acometieron estudios cuidadosos de los


poemas y se fijó el texto de estos, la transmisión del legado homérico se realizó de una
forma un tanto incierta. Primero por los rapsodos o recitadores, más tarde por los

1
El término ‘alejandrino’ hace referencia a Alejandría, ciudad que debe su nombre a Alejandro Magno y en
la que floreció una gran cantidad de poetas, filólogos, etc. en torno a su Biblioteca
2
El término ‘rapsodo’ es un compuesto del verbo griego ráptō, ‘coser’, ‘zurcir’, más el vocablo ōdē,
‘canción’, es decir, literalmente es ‘el que zurce canciones’. Designa a individuos que componían poemas
épicos tomando los temas de otros poemas anteriores de tradición oral. Con estos temas ‘zurcían’ poemas
nuevos y los recitaban acompañándose del ritmo que marcaban con un bastón.

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maestros de escuela como texto escolar básico, y sobre todo por las "ediciones
especiales" de cada ciudad con destino a los concursos de recitadores en las fiestas
locales que habían dado lugar a la proliferación de variantes e interpolaciones en los
textos. De todas ellas, se sabe con seguridad que el tirano Pisístrato (607-527 a.C.)
encargó hacer una versión “canónica” que fuera custodiada en Atenas.

Sin embargo, la pregunta sigue viva: ¿cuál fue el texto primero y original de los
poemas? Desgraciadamente, esta pregunta sigue sin poder contestarse por el momento, si
bien, con toda probabilidad, la versión ateniense debió de ejercer cierta influencia sobre el
resto.

d) La lengua homérica

Es una lengua artificial, es decir, que no ha sido hablada en ningún momento


por ningún grupo humano: es una lengua literaria, utilizada con fines estrictamente
poéticos y que se quedó como vehículo de expresión propio de las formas épicas
influyendo poderosamente en la formación de las restantes lenguas literarias.
e) La métrica homérica

La forma métrica de los poemas es el hexámetro dactílico, utilizado en


series indefinidas de versos. La cuestión está en quien elaboró esta forma métrica.
Constituye una creación tan delicada que no puede ser en manera alguna la invención de
un solo poeta, por genial que este fuera. Por otra parte, no se adapta fácilmente al ritmo
natural de la lengua griega. Incluso se defiende la posibilidad de que ya fuera utilizado
por los cantores aqueos en el II milenio a.C., pero en definitiva su origen y elaboración
son todavía inciertos.

2.1.2. Precedentes de los poemas homéricos: la poesía heroica oral


Si se hace un análisis de los poemas desde el punto de vista de la poesía
oral, se puede percibir que no surgieron por sí solos, sino que suponen la cristalización
de una larguísima tradición épica de carácter oral que se inició probablemente a
mediados del II milenio a.C. Aparte de suponer un largo proceso de creación
poética, estas obras son también el punto de transición desde la antigua poesía de
los aedos o cantores (épica cantada), a la de los rapsodos o recitadores (épica recitada).
En ambas epopeyas se habla de la gloria del héroe a través de la canción, pero
ocurre de manera muy diversa. La Ilíada permite reconocer una etapa más temprana, en
la que los héroes mismos cantaban. La Odisea, en cambio, presenta a cantores

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profesionales y permite reconocer y conocer muchos aspectos acerca de la posición que


ocupaba el cantor y la naturaleza de su exposición. Por lo general, estos aedos se
trasladarían de una población a otra, como se presenta a Homero en relatos posteriores,
pero podían vincularse asimismo a la corte de un príncipe y adquirir allí un
prestigio considerable.

La pregunta decisiva es si se debe imaginar al "aedo" y otros cantores similares


cantando de acuerdo con un texto fijo, o bien improvisando. Sabemos que la Ilíada y
la Odisea, aún en la época en que el libro ya se había desarrollado plenamente, se
conservaban vivas principalmente gracias a la exposición oral de los rapsodos en las
fiestas de los dioses. Estos rapsodos ya hace tiempo que no tañen la lira, sino que
sostienen un bastón en la mano; no cantan, sino que recitan levantando la voz. Tienen una
memoria extraordinaria y se hallan vinculados a un texto determinado; es decir, no
improvisan, mientras que los aedos parece que sí.
Indudablemente esta dependencia del texto no es absoluta. Si volvemos a
remontarnos a los "aedos" prehoméricos, advertimos sin más una diferencia: al recitador
con el bastón se le enfrenta el cantor con su lira. Pero, ¿de dónde toma el "aedo" el
contenido de su canto? La base de estas investigaciones se vio notablemente ampliada
por el libro de Maurice Bowra, Heroic Poetry (1952), que parte de un estudio de la
poesía épica de todas partes del mundo como base de una investigación que se
propone conocer los rasgos distintivos de la poesía épica oral. Una poesía de este tipo
se encuentra en el acervo de mayoría de los pueblos del mundo y en algunos permanece
viva hasta el día de hoy. Siempre encontramos en el núcleo de tales canciones al "héroe"
que se destaca frente a los demás por su valor y fuerza física. Sus acciones se hallan
determinadas únicamente por el concepto del honor.
Esta poesía tiene su origen y cultivo por lo general en una clase alta de
caballeros, que pasan la vida dedicados a la lucha, la caza y los placeres de la mesa,
entre los cuales se cuenta asimismo la canción del cantor. Lo que se canta en tales
círculos se convierte más tarde en patrimonio de la comunidad.
En todos los casos esta poesía heroica tiene la pretensión de narrar hechos
verdaderos y fundamentarlos en la antigüedad de la tradición o en la inspiración divina.
En cuanto la forma, domina la narración en verso, cuya unidad no está
constituida por la estrofa, sino por el verso. Los discursos desempeñan un papel
importante en el relato. Sin embargo, el rasgo principal lo constituye el papel dominante

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de elementos típicos. Entre estos se cuenta el adjetivo tópico, la fórmula, más extensa,
que se repite una y otra vez, y las escenas características, tales como los preparativos, la
partida, la boda y los funerales.

Se trata de un arte artesano que el maestro transmite al discípulo o, como ocurre


con frecuencia, el padre al hijo. El cantor, el aedo, debe estar provisto de dos cosas: del
conocimiento del tesoro de leyendas de su pueblo y del aparato de fórmulas
adecuado. Pero esto es todo; no cuenta con un texto prefijado y crea su canción de
nuevo en cada actuación. Naturalmente, para ello se basa por lo general en lo que él y
otros han cantado, pero nunca se halla atado a un texto que simplemente tendría que
reproducir. Va variando constantemente su texto y, por lo general, esto supone la
ampliación de lo anteriormente cantado. En conclusión: lo que exponían los aedos no
era una poesía prefijada de una vez para siempre, sino un relato oral que cada vez volvía
a configurarse de nuevo. Con el auxilio de numerosas fórmulas, é l elaboraba los
temas tomados de entre un conjunto de leyendas muy desarrollado. Esta poesía
responde por completo a un carácter oral (los norteamericanos hablan de oral
composition), y ello incluso en el caso de que se conociera la escritura en amplios
círculos.

2.1.3. Ilíada
La Ilíada es un poema épico en torno a la legendaria guerra de Troya. Su
fondo histórico es innegable sobre todo tras el hallazgo de las ruinas de la ciudad por
Heinrich Schliemann en la segunda mitad del s. XIX. Hoy día se cree que el
estrato denominado “Troya VIIa” se corresponde con la Troya homérica.
El tema inmediato de la obra es el enfrentamiento entre Agamenón y Aquiles –
dos héroes griegos– y sus consecuencias enmarcado dentro de otra acción más general:
como es la guerra de Troya. Ambas están admirablemente entretejidas y mezcladas
con todo el aparato divino.
En el Canto I se presenta la cólera de Aquiles motivada por la pérdida de la
esclava Briseida, arrebatada por Agamenón. Briseida le había correspondido a Aquiles
en el reparto de un botín y su pérdida lleva al héroe a pedir ayuda a su madre Tetis,
una semidiosa, quién logra de Zeus la promesa de vengar la afrenta que Agamenón
ha infligido a su hijo haciendo que los griegos sufran descalabros. Este plan de Zeus
no se cumplirá hasta el Canto XI. Mientras tanto tienen lugar diversas descripciones,
revistas de tropas, proezas de caudillos griegos y troyanos, escenas en el palacio de

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Troya (por ejemplo la despedida de Héctor y Andrómaca del Canto VI) o en el


campamento griego, disputas entre los dioses favoreciendo a unos u otros, etc.
La retirada de Aquiles de la guerra no supone inmediatamente una derrota de
los griegos, sino que hasta el Canto VI son más bien los troyanos los que pasan apuros.
Tras una serie de alternativas y viéndose la situación insostenible para los griegos, en
el Canto XI deciden enviar una embajada a Aquiles para rogarle que vuelva al
combate, prometiéndole la devolución de su esclava y otros regalos, pero él se niega.

En los Cantos siguientes alternan las victorias griegas y troyanas de acuerdo con
las ayudas de los diferentes dioses. Por fin, en el Canto XVI, Aquiles permite a
Patroclo, su amigo y compañero, que intervenga en la batalla, y logra alejar a los
troyanos de las naves griegas ocasionando una gran matanza de enemigos, pero este cae
a manos de Héctor, hijo de Príamo (rey de Troya) y hermano de Paris, ayudado por
Apolo. Cuando Aquiles se entera de la muerte de Patroclo, en el Canto XVIII,
desesperado decide volver al combate con afán de venganza, y así se llega al punto
culminante de la acción, que es la muerte de Héctor en el Canto XXII. En el Canto XXIII
se narran los funerales de Patroclo y los juegos fúnebres celebrados en su honor. La obra
termina en el Canto XXIV donde el rey Príamo se humilla ante Aquiles suplicándole que
le devuelva el cadáver de su hijo Héctor. No obstante, la guerra continua; la Ilíada no
cuenta su final sino sólo unos cincuenta días de la contienda.
En la Ilíada, la guerra de Troya, que transcurre en su noveno año, se nos presenta
casi con la novedad del primer día: así, la narración de los contingentes de ambos
ejércitos en el Canto II (Catálogo de las naves ); el duelo entre Paris, raptor de Helena, y
Menelao, esposo enamorado de ella, en el Canto III; o bien las intervenciones de otros
caudillos como Diomedes, Áyax, Ulises o Idomeneo, cuyas apariciones constituyen
auténticas «novelitas» o narraciones aparte.
En la narración abundan, además, pasajes descriptivos, por ejemplo el de la «copa
de Néstor» o el del «escudo de Aquiles», que hacen crecer el suspense, por un lado, e
introducen cierto relax en el clima tenso de las luchas, por otro. No obstante, el conjunto
de la obra refleja cierta unidad, por ejemplo, con la idea siempre presente de que Troya
caerá y será arrasada, hecho que coincide con el desmoronamiento y muerte de Héctor.

2.1.4. Odisea
El tema central de la Odisea es el accidentado regreso de Odiseo desde Troya,

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perseguido por Posidón, su llegada a Ítaca y la venganza de los pretendientes ávidos


de ocupar su puesto en el trono y en el corazón de su esposa. Es un tema típico de
relatos populares en muchas literaturas. En el caso de la Odisea, parece que el personaje
de Ulises, como protagonista de la leyenda del héroe que regresa, es muy antiguo,
conocido sin duda antes de la guerra de Troya. Este tema se iría ampliando con material
folklórico de distintas procedencias: así, se han encontrado semejanzas con la epopeya
babilónica o con las leyendas hititas y egipcias. Esta historia del retorno y venganza
de un héroe y sus aventuras fabulosas se integra dentro del ciclo troyano, haciendo que
su protagonista, Odiseo o Ulises, fuese uno de los héroes aqueos que vuelven a su patria
tras la toma de Troya.
La Odisea, bajo su forma actual, se compone de tres conjuntos épicos:

1) La Telemaquia (Cantos I-IV): especie de prólogo donde se narra la leyenda del


regreso de los aqueos de la guerra de Troya, la tardanza de Odiseo, la difícil situación
creada en Ítaca, y los viajes de Telémaco en busca de noticias sobre su padre.
2) Los relatos en la corte de Alcínoo (Cantos V-XIII), adonde Odiseo ha llegado
en su largo peregrinar. Aquí relata Odiseo todas las aventuras de su viaje desde la caída
de Troya y tiene lugar la decisión de los dioses de acabar con las penalidades del héroe y
dejarle arribar a su patria. En esta narración se encuentran los elementos más antiguos
del folklore primitivo y está llena de evocaciones legendarias: los cíclopes, las sirenas, la
bajada al Hades, las vacas del Sol devoradas por los compañeros de Odiseo, etc.
3) La matanza de los pretendientes (Cantos XIII- XXIV): antes de esta se produce
la vuelta de Odiseo a Ítaca, el regreso de Telémaco, el progresivo reconocimiento del
héroe por sus leales (anagnórisis), la actitud insolente de los pretendientes, hasta que se
llega, en el Canto XXII, al punto culminante de la acción con la victoria de Odiseo, como
un mendigo, en la prueba del arco y la posterior matanza de los que asediaban a su
esposa y su patrimonio. En el Canto XXIII se produce el reconocimiento del héroe por
su esposa, y en el XXIV se describe la llegada de los pretendientes al Hades, la visita de
Odiseo a su padre Laertes, y la pacificación de Ítaca cuando Odiseo asume de nuevo el
mando.
2.1.5. El mundo humano y divino en Homero
El mundo de Homero es un mundo de aristócratas movidos por los ideales
del heroísmo y del honor. En la Ilíada los seres humanos son más impenetrables y
cerrados, pero en la Odisea hay nuevos tonos de una mayor hondura psicológica, por

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ejemplo, la delicadeza con la que es sugerida la naciente simpatía de Nausicaa por el


forastero; que Ulises ocupe el mismo asiento que un poco antes había ocupado el dios
Hermes en la caverna de la ninfa Calipso; o la tendencia a acentuar la ironía cuando,
en el Canto XVII, el porquerizo conduce a su señor, con aspecto de un mísero mendigo,
a la ciudad.
A la cuestión de la conciencia personal se vincula otra que plantea hasta qué
punto estos hombres toman decisiones propias y son responsables de ellas. La
intervención de los dioses se halla tan ligada a la acción humana, es tan frecuente, que se
ha querido negar toda existencia de decisiones propias a los personajes homéricos.
También se puede ver una diferencia entre Ilíada y Odisea en este tema, pues en la
segunda no solo el ser humano se ha vuelto más autónomo, sino también los dioses, y
es el hombre mismo quién decide su proceder y es responsable de él: es el hombre quien
se atrae la desgracia con sus insensateces.

2.1.6. La poesía épica y la realidad histórica


El contenido y la forma de los poemas homéricos fueron fijados probablemente en
el s. VIII a.C., al menos su ‘texto’ oral. Más dudas plantea la fijación de estos por escrito:
el único dato que está claro es que bajo la tiranía de Pisístrato, el tirano de Atenas (c. 561-
527 a.C.), se instituyó una comisión para buscar los poemas de Homero que pudieran
estar dispersos por Grecia en la idea de elaborar una versión canónica del texto.
Ya en el s. VIII a.C., tanto por su contenido como por su temática, la poesía
homérica no pretende ser una poesía contemporánea, sino una poesía histórica. Hay un
contraste entre el mundo contemporáneo y aquello a lo que el autor quiere referirse. No
obstante, este mundo contemporáneo irrumpe en la poesía homérica aun en contra de la
intención del autor (armas de hierro, tipos de escudos que aparecen juntos y pertenecen
a épocas distintas, etc.).
El poeta quiere referir un pasado que es la Grecia de mediados del II milenio a.C.,
cuando se había forjado una parte importante de la mitología griega, pero,
¿constituye esta un recuerdo histórico concreto?, ¿Es histórica la referencia de los
poemas a la guerra de Troya y las peripecias de sus héroes? A finales del s. XIX, H .
Schliemann sostuvo que la poesía homérica comportaba al menos un fondo de
veracidad histórica y, tras diversas excavaciones, encontró en la colina de Hisarlik, al
noroeste de la actual Turquía, restos identificables con la Troya homérica. Tras él, Carl

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W. Blegen concluyó que un estrato arqueológico llamado VII A, datado en 1200 a.C.,
coincidía con la Troya homérica.
También se ha intentado buscar un testimonio escrito, contemporáneo de la
guerra de Troya, que pudiera aclarar de alguna forma el contexto de Anatolia en torno al
1200 a.C. Unos textos en los que figura el nombre de Ahhiyawa, un reino al occidente de
la actual Turquía con el que los hititas tenían relaciones (en general, belicosas), parece
designar la Grecia micénica o alguno de sus reinos (Micenas, Tebas). Se cree que este
nombre Ahhiyawa podría tener relación etimológica con el término ‘aqueo’, que es
como Homero designa a los griegos micénicos. El hallazgo de las ruinas de Troya, la
información de los textos hititas y la leyenda narrada en la Ilíada, parecen apuntar
claramente a que la Guerra de Troya fue un acontecimiento histórico.

2.2. HESÍODO
Se suele situar cronológicamente a Hesíodo como posterior a Homero, hacia la
segunda mitad del siglo VIII a.C. o la primera del siglo VII a.C. Hesíodo era natural de
Jonia, de donde se trasladó a la Grecia continental, radicándose en Beocia, donde las
circunstancias de la vida eran duras y donde el glorioso pasado resultaba ya muy
remoto. Hesíodo pertenece al mundo de los pequeños campesinos beocios que lucha por
la vida en un suelo poco fértil y bajo el dominio de una nobleza arbitraria. Pertenecía
a la clase de los labradores en pequeña escala y poco o nada le importaban los
nobles y cortesanos para quienes Homero componía sus poemas. Para él los reyes no son
"hijos de Zeus", sino "devoradores del pueblo", y su interés primordial está en la diaria
lucha por la vida.
Si observamos el mundo de Hesíodo, se puede destacar como hecho más
importante en esa época la consolidación de la polis griega como forma de convivencia,
que sustituye a la de parentesco, predominante en los poemas homéricos. Esta
consolidación se debe a tres causas principalmente:
1) La aparición del comercio y del artesanado como actividades
normales, frente a la agricultura.
2) El paso del régimen monárquico de los reinos micénicos a un predominio
de las familias aristocráticas y a un incipiente sistema electivo.
3) Los nuevos métodos de producción estimulados por la actividad
colonizadora introducen nuevas formas de enriquecimiento económico.

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2.2.1. Obras de Hesíodo


Tres son las obras que nos han llegado de Hesíodo a través de manuscritos
medievales: la Teogonía, los Trabajos y Días, y el Escudo de Heracles. Además, un
buen número de fragmentos papiráceos han aportado otras once a él atribuidas.
La Teogonía es una relación de los dioses de Grecia, sus descendencias y sus
respectivas atribuciones. El poeta, en un solemne exordio, comienza diciendo que las
Musas se le han aparecido y le han ordenado que declare la verdad, comunicándole el don
de «expresar las cosas que han sido y las que serán». El autor trata de sistematizar y hacer
más razonable el mundo divino a través de una línea genealógica que comienza con el
Caos, el vacío primordial. Tras él surgen tres dioses primigenios: Gea (Tierra), Tártaro (la
base en la que se asienta la tierra) y Eros, una fuerza cosmogónica que permite que la
generación siga adelante. Gea da a luz a Urano (el Cielo), las Montañas y el Ponto. Una
vez configurado el ‘mundo’, Gea y Urano se unen y traen al mundo a los Titanes, a los
monstruosos Centímanos y a los Cíclopes.

Con el nacimiento de los Titanes comienza en la Teogonía el centro de la obra: el


mito de la sucesión. Hesíodo cuenta el destronamiento de Urano por Cronos y de este por
Zeus, que, tras su lucha con los Titanes, se convierte en patrocinador del orden y la
justicia y amo del mundo. Desde los años 50 del pasado siglo XX se ha visto que este
mito encuentra su paralelo en textos hititas datados a mediados del II milenio a.C.
Parece que los motivos mitológicos fueron tomados, sin embargo, de la civilización
hurrita que, a su vez, podría haberlos tomado de la sumeria. Los mitos son el Mito
del Reino Celeste y la Canción de Ullikummi, que presentan sucesiones de dioses de
manera violenta.
Este núcleo temático se entremezcla con las sucesivas uniones y descendencias
entre las primitivas fuerzas de la naturaleza hasta llegar a Zeus y los Dioses olímpicos.
Todo ofrece una gran variedad de contenido que hace difícil, a veces, seguir el
argumento. Entre los mitos que se tratan, destaca el de Prometeo. Este, un Titán, pretende
engañar a Zeus en el reparto de las víctimas de los sacrificios dejando para los hombres
las partes más jugosas de la carne de los animales inmolados. Zeus, en consecuencia,
priva a los hombres del fuego, pero Prometeo se lo roba y se lo entrega a los humanos.
Esto acto lleva a Zeus a castigar a los hombres creando la primera mujer, Pandora, un
mito que se tratará más extensamente en la otra gran obra de Hesíodo: Trabajos y días.

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©Rosa Pedrero / Juan Piquero Literatura griega: Tema 1

En Trabajos y Días el punto de partida lo constituye la disputa de Hesíodo con


su hermano Perses, que le ha desposeído de su patrimonio y logra sobornar a los jueces
para que fallen a su favor cuando Hesíodo le lleva a juicio. Este hecho inicial es el
pretexto para preguntarse en la obra por las fuerzas que rigen la existencia humana.
Aparece también Zeus como ordenador del mundo y valedor de la justicia (dikē), lo
cual es contradictorio con la injusticia que Hesíodo tiene alrededor. Aconseja también a
su hermano que se deje de juicios y se busque el sustento con el trabajo honrado, y pone
como ejemplo el mito de las dos Eris (dos diosas, una buena, que ayuda a los hombres a
superarse, y otra mala, que los conduce a la guerra). Está escrito por un hombre que
muestra conocer bien el oficio, que se ha enfrentado con la áspera lucha para ganar el
sustento diario y que sabe aceptar las realidades con tanto valor como prudencia. El
poema describe el año del labrador en Beocia, situándolo en su escenario natural; nos
cuenta sus imaginaciones y nos pinta su desesperanza. Con respecto a los infortunios del
mundo, habla del mito de las Edades en las que la humanidad ha ido sucesivamente
decayendo hasta su postración actual. Hace también unas consideraciones sobre los
distintos tipos de trabajos y la forma de hacerlos más productivos.
La posteridad ha tratado a Hesíodo de forma diferente: los griegos lo valoran
como forjador de su mitología; en la Edad Media se copiaron abundantemente sus
dos obras principales; en la Edad Moderna se le consideró un precedente importante de
los primeros filósofos griegos. Hoy se vuelve a Hesíodo para contrastar la mitología de
algunos pueblos orientales.
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Lecturas de la Antología de la literatura griega:
I. Épica
Homero
- Ilíada: Frs. 1-2 y 4
- Odisea: Frs. 5-10
Hesíodo
- Teogonía: Frs. 11-12
- Trabajos y días: Frs. 13-14

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