Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
net/publication/299233765
CITATIONS READS
0 6,023
1 author:
Rafael Malpartida
University of Malaga
21 PUBLICATIONS 17 CITATIONS
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
All content following this page was uploaded by Rafael Malpartida on 08 June 2017.
Resumen
La adaptación al cine de la novela de Eduardo Sacheri La pregunta de sus ojos
(2005) ha dado lugar a una de las mejores películas del cine argentino, El secreto
de sus ojos (2009), de Juan José Campanella, que ha obtenido gran reconocimien-
to por parte de público y crítica. Este trabajo analiza la construcción de su
guion, en el que colaboraron tanto el cineasta como el propio Sacheri, para ex-
plicar una serie de brillantes adiciones respecto al texto literario que afectan a la
estructura y a la configuración de los personajes, dotando a la historia contada
en el filme de gran coherencia y solidez narrativa.
Palabras clave: adaptación fílmica, narrativa argentina, cine argentino, Eduardo
Sacheri, Juan José Campanella, El secreto de sus ojos.
Abstract
The film adaptation of the novel La pregunta de sus ojos (2005) by Eduardo
Sacheri has led to one of the best films of Argentine cinema, El secreto de sus ojos
(2009), by Juan José Campanella, who has gained wide recognition by audiences
and critics. This article analyzes the construction of the script, which Sacheri
himself helped to write, in order to explain a series of brilliant additions to the
literary text that affect the structure of the story and character settings, contri-
buting a great narrative coherence and consistency to the story told in the film.
Keywords: film adaptation, Argentine narrative, Argentine cinema, Eduardo Sa-
cheri, Juan José Campanella, The Secret in Their Eyes.
les entre público y crítica, sobre cuál de los dos textos, el literario o
el fílmico, es mejor.
Lo que, en cambio, se debe valorar, es si se ha seleccionado ade-
cuadamente la porción o porciones del argumento original, de
acuerdo con las particularidades del medio nuevo al que se traslada
(y que no sólo gravitan en torno a las duraciones de los relatos, sino
fundamentalmente a los mecanismos de modalización); si las supre-
siones, mantenimientos o adiciones de personajes y sus acciones
contribuyen a dotar al nuevo relato de coherencia y solidez narrati-
va, con “reacción en cadena”, que tasa cada cambio en función de
lo que aporta al conjunto del texto de llegada y no de las caracterís-
ticas propias, con concesiones gratuitas, del texto de partida; si la
decisión de mantener una o varias claves del mensaje de la obra lite-
raria (lo que quiso el autor contar esencialmente) se ajusta a las po-
sibilidades del nuevo medio y a la necesidad de concisión, calibran-
do el modo en que se va a mostrar esa idea o ideas, bien sea me-
diante diálogos, voz en off, mostración simbólica de objetos y moti-
vos, etc., o la solidaria conjunción de todos; ponderar, en definitiva,
si los recursos del lenguaje del cine se han puesto al servicio de crear
una obra que no procede de texto ideado ex profeso para el cine, pero
que lo emplea como un útil venero de inspiración, y no como un
lastre o un mal menor para construir otro texto subsidiario, este sí
hecho para el séptimo arte, que es el guion fílmico.
Cuando la obra literaria emerge como monstruo imponente del
que recela el hombre de cine, bien porque ve en ella más problemas
que inspiraciones –esto se agrava, claro, cuando es un texto muy
conocido o canónico–, o bien porque se trata de un encargo y esa
obra no ha sido escogida por el que será artífice de la adaptación2, el
resultado suele ser poco satisfactorio, por más oficio que ponga el
cineasta. En el caso que propongo examinar, la versión de La pregun-
ta de sus ojos (2005)3 de Eduardo Sacheri que realizó para el cine Juan
2
Ya lo explicaba Claude Chabrol: “Me permito dar un consejo a los reali-
zadores: que elijan por sí mismos el libro que hay que adaptar. Que eviten en-
cargos como: ‘Tome, lea este libro y conviértalo en una película’. Si no tienen el
flechazo y se dicen: ‘Voy a ver qué puedo hacer, voy a tratar de adaptar esto’,
difícilmente tendrán una buena base para realizar un film” (21).
3
Todas las citas de la novela corresponderán a la edición, con cambio par-
cial de título debido a la búsqueda de homonimia con el que recibió la película,
356 RAFAEL MALPARTIDA TIRADO
de El secreto de sus ojos, Madrid: Alfaguara, 2009. He detectado algún cambio leve
respecto a la primera edición (Buenos Aires: Galerna, 2005), como la sustitu-
ción de un término malsonante justo en la primera página: “desde el fin del
mundo” en lugar de “desde el culo del mundo”.
4
Cercas y Trueba, Diálogos de Salamina (2003); Silva y Martín Cuenca, La fla-
queza del bolchevique (2008). El último es el guion de la película acompañado de la
transcripción de sus conversaciones entre las páginas 157-189.
EL SECRETO DE SUS OJOS O CÓMO VIVIR UNA VIDA VACÍA 357
Este juego funciona muy bien, pues hay una hábil identificación
entre el protagonista y los dos hombres con los que fatalmente unió
su destino (todos enamorados, con manifestaciones diferentes), y
hasta que no los recupera mediante la memoria, en la que incide la
dedicatoria inicial de Sacheri, y su plasmación por escrito, para así
otorgarles categoría fictiva y separarse de ellos como ser real, no se
decide a acometer su gran reto: declararse a Irene. Incluirla en el re-
lato retrospectivo, en cuya trama ella no tuvo incidencia alguna
–aunque sí muchísima en los sentimientos de su narrador–, supon-
dría precisamente esa declaración, y en el momento de la escritura,
que seguimos progresivamente los lectores, aún no se ha decidido a
hacerlo porque ha de deslindarse de aquella historia criminal. Resul-
ta así que, de manera coherente con ese planteamiento, el narrador
Benjamín Chaparro excluye de su novela a Irene, “una mujer acerca
de la cual me he propuesto no decir una palabra en estas páginas”
(221), y se produce de este modo una admirable tensión entre lo que
decide contar, un caso criminal que determinó su vida por implicar-
se en él, y lo que le hurta a dicho relato, su auténtico amor, justa-
mente por no haberse decidido a afrontarlo.
Funciona así como cornice de la novela de Benjamín el nivel na-
rrativo 1, que se inicia con las dudas, la crisis de identidad (fijación
por mirarse en los espejos, “otro intento de aprender a saber quién
carajos es él mismo”, 10) y la soledad de un personaje ante el abis-
mo de su jubilación, y culmina con ese mismo personaje que ya ha
dado fin al proceso de rememoración que tributa a Irene –la novela
la escribe para ella– y se encamina a llenar ese deliberado vacío de
su relato. Es, por tanto, la jueza el catalizador de la novela de Ben-
jamín, y por su escritura logra el arrojo que le había faltado durante
tantos años.
Si el protagonista de la novela es espíritu de contradicción, quin-
taesencia de la duda, ejemplo de arrojo en la historia criminal y de
pusilanimidad en la amorosa, no es de extrañar que Campanella vie-
ra en él a su criatura para el cine, y además a su predilecto Ricardo
Darín para encarnarlo, pues preguntado por Carlos Alfieri sobre el
supuesto “costumbrismo” de sus películas –reproche habitual de la
crítica–, aseguraba que
5
Que el epicentro del relato fílmico es el amoroso queda confirmado por el
propio realizador en su audiocomentario de la edición de Cameo para DVD y
Blu-ray, donde indica que la historia principal es la de amor, que “motoriza” el
desarrollo, en tanto que la criminal es la que “gatilla”; o en la citada entrevista a
Carlos Alfieri, donde declara que “la tónica de la película es la historia de amor:
empieza con ellos separándose en la estación de tren, y termina con ellos em-
pezando algo que ellos mismos prevén complicado” (134-135).
360 RAFAEL MALPARTIDA TIRADO
6
Esto es, sin duda alguna, un giro hacia el romanticismo, en el sentido más
noble del término, y que, como es sabido, no ha de asociarse exclusivamente,
en el curso de la historia literaria, a una franja del siglo XIX, ya que cobra gran
vigor en textos como Carta de una desconocida (1927) de Stefan Zweig, por citar
un caso de novela también de disposición enmarcada y con procesos de adap-
tación (Ophüls, 1948/Jinglei, 2004) muy interesantes por dispares, ni a un ne-
cesario final trágico, pues las extremadas dificultades en el transcurso ya alimen-
tan suficientemente el sentido de lucha individual contra unas circunstancias
adversas que impiden el desarrollo de la libertad. Menciono esto último porque
se le ha afeado a Campanella su tendencia al happy end tanto en su previa filmo-
grafía como en El secreto de sus ojos (véase, por ejemplo, Gustavo Rojas 21). Me
parece que el de El secreto de sus ojos es un final plenamente consecuente con la
historia desarrollada, y de una extremada sutileza elíptica, que por fortuna está
aflorando en el cine argentino más reciente, como sucede en los remates de Ca-
rancho (Pablo Trapero, 2010) o Sin retorno (Miguel Cohan, 2010), este último in-
cidiendo también en el tema de la justicia particular.
EL SECRETO DE SUS OJOS O CÓMO VIVIR UNA VIDA VACÍA 361
Despedida Archivo 23 35
1 Sastre Abstinencia 36
2 Fojas 24 37
Cine 12 25 38
3 13 Café 39
4 14 26 Más dudas
5 15 27 40
6 16 28 41
7 Nombre y 29 42
8 apellido 30 43
9 17 Más café 44
10 18 Dudas 45
11 19 31 Devolución
Teléfono 20 32
Coartadas y 21 33
partidas 22 34
paso del tiempo desde el rictus, el gesto y la postura, más allá de los efectos ex-
ternos de maquillaje y vestuario” (Ivachow 18).
EL SECRETO DE SUS OJOS O CÓMO VIVIR UNA VIDA VACÍA 363
8
El procedimiento se emparenta así con la solución narrativa de Roma
(Adolfo Aristarain, 2004), donde, como en El secreto de sus ojos, la novela que se
está gestando puede aparecer, en las vueltas al marco, como acto de lectura y
no de escritura, o simplemente como flash back que recrea el pasado. Ambos
filmes, que son el fondo muy dispares, comparten una precisa idea sobre la im-
portancia de la memoria, aunque en este sentido Roma se parece más a La pre-
gunta de sus ojos de Sacheri que a su versión fílmica, ya que incide en la actividad
literaria y la presenta finalmente como modo de exorcismo. Además, en el filme
de Campanella hay un proceso enunciativo más complejo, porque “los recuer-
dos que aparecen en la película, en forma de flashbacks, a menudo resultan ser
falsos (la ejecución realizada por Morales), exagerados (la despedida en la esta-
ción) o puras suposiciones (el último gesto heroico de Sandoval)” (16).
9
También los encuadres dislocados, sobre todo en los interiores del juzga-
do, contribuyen a esa despersonalización de la enunciación: parece que entra-
mos a hurtadillas en esos despachos, lo que facilita la inmersión en la historia.
Campanella subrayaba este aspecto en su audiocomentario, indicando que el
efecto perseguido era el tono casi documental, y llama la atención que también
Sacheri había insistido en su nota final en su antiguo trabajo en un juzgado y
cómo ello le había inspirado y le había permitido “precisar un sinnúmero de
detalles jurídicos y procedimentales que resultaron necesarios para dar solidez y
verosimilitud a esta historia” (El secreto de sus ojos 317).
10
Téngase en cuenta, por ejemplo, que las marcas de primera persona na-
rrativa (las del segundo nivel del texto de Sacheri) no pueden mantenerse en el
cine durante gran porción del relato sin causar extrañamiento –y por ende, ge-
neralmente, distanciamiento o agotamiento–, como ilustran las tentativas de
Robert Montgomery para La dama del lago (1947) en cuanto a lo visual –cámara
subjetiva u “ocularización interna” hasta sus máximas consecuencias– o de
Martin Scorsese para Casino (1995) en lo verbal –abuso de la voz en off–, ejem-
364 RAFAEL MALPARTIDATIRADO
-IRENE: ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que me vuelva a hablar?
-BENJAMÍN: Yo le hablo todos los días [Irene hace un gesto de increduli-
dad].
-IRENE: No soy intocable. Tampoco soy de otro mundo.
-BENJAMÍN: Ojalá… pero sí… Irene, dejémoslo ahí.
-IRENE: ¿Qué dejemos ahí?
-BENJAMÍN: Usted se va a casar con el ingeniero Zapiola Menéndez Ur-
tubiea y Martínez […].
-IRENE: ¿No estará celoso?
-BENJAMÍN: No, por Dios. Que sean felices y que coman perdices.
-IRENE: ¿Algo para objetar?
-BENJAMÍN: No, no.
-IRENE: Dele, objete. […]
[El “pinche” del Juzgado los interrumpe, y ella lo despacha y se lleva a Ben-
jamín aún más aparte].
-IRENE: ¿Adónde nos vemos?
-BENJAMÍN: ¿Para qué?
-IRENE: Para manifestarme sus objeciones a mi vida, a mi novio, a mi
casamiento y demás constancias que obran en la causa.
13
Resulta de gran interés, por ejemplo, la incorporación del trasfondo his-
tórico a la trama, donde se altera cronológicamente el texto de Sacheri –véase
en especial el artículo de Javier Porta Fouz, “Perseguidos por el pasado”, en El
Amante 208 (2009): 21–, o la eliminación o traslación actancial de los capítulos
de Sacheri en los que Benjamín no cobra protagonismo, como el 13 (el suegro
de Morales en busca de Gómez), el 19 (captura del sospechoso por parte de un
revisor de tren enojado porque su equipo de fútbol ha perdido) o el 24 y el 25
(Gómez en prisión), como resultado de una brillante síntesis y reconversión de
acciones y personajes.
370 RAFAEL MALPARTIDATIRADO
15
No por casualidad una de las mejores adaptaciones de la última década, la
ya citada La flaqueza del bolchevique, convierte –en palabras del novelista y co-
guionista, Lorenzo Silva– la “construcción monstruosamente subjetiva” de la
novela en una “construcción muy dramática”, donde destacan –explica ahora el
realizador, Manuel Martín Cuenca– “las relaciones silenciosas que se crean en-
tre los actores como personajes cuando no hablan, las secuencias en las que se
miran. Ayer, viendo la película de nuevo, pensé: ‘qué bien mira Luis [Tosar] a
María [Valverde], cómo soy capaz de verla a través de la mirada de Pablo’. Son
esos momentos en los que, simplemente, están” (Silva y Martín Cuenca 167 y
181). A eso que ha venido a llamarse “química” entre actores se encomienda
también Campanella, que pensó inmediatamente en Ricardo Darín y Soledad
Villamil, diseñando un nuevo personaje para ella que en el texto de Sacheri
prácticamente se confinaba a la mente de Benjamín, como he explicado.
372 RAFAEL MALPARTIDATIRADO
secreto de sus ojos como una clara ruptura con su previa filmografía16.
Me parece, sin embargo, y ya lo insinué al referirme a sus otras tres
películas con Darín, que hay en su último filme una continuidad en
muchos aspectos. Tenía en las manos un estupendo relato negro en
la novela de Sacheri y, sin desdeñarlo, lo ha puesto al servicio de
una historia de amor, que ha armado con el extremado mimo –y
con notoria habilidad para contrapesar el dramatismo romántico
con el humor– con que construyó el guion de la aceptable El mismo
amor, la misma lluvia, donde ya destilaron esencias Darín y Villamil, o
la espléndida El hijo de la novia. Pero es más, si nos preguntamos por
qué el protagonista de esta última se decide finalmente a ir en busca
de su amada –con la que había obrado con suma torpeza, como el
Benjamín de El secreto de sus ojos–, es por el entrañable ejemplo de
amor, y francamente obstinado también, que observa en su padre.
Pero incluso entronca el filme con la suerte de Vidas paralelas que
ideó Campanella, la serie televisiva Vientos de agua (2005), donde se
desarrolla un precioso romance entre dos personajes secundarios,
Gemma y Julius (interpretado por el Morales de El secreto de sus ojos,
Pablo Rago), al que bien podría aplicarse lo que el realizador argen-
tino consideraba en uno de los extras de la edición en DVD y Blu-
ray el leit motiv de su último filme: “las cosas que nos revelan los ojos
y que no se dicen”. En la culminación de esta historia en el sexto
capítulo, a mi juicio el mejor del conjunto, que no sólo escribe, sino
que dirige él personalmente, Gemma es la que ha de arrancar, como
la Irene de El secreto de sus ojos, la declaración del timorato Julius, y en
el proceso amoroso no podía faltar el sentido del humor, como el
momento en que se crea un equívoco lingüístico entre el enamorado
16
Citaré sólo dos ejemplos de ambos lados del Océano: Antonio José Na-
varro, que bajo el título de “La amada muerta” había encauzado una tesis suge-
rente, aunque tal vez apartada de las verdaderas motivaciones del personaje
–esto es, que Benjamín “en realidad a quien ama desesperadamente es a la
muerta: Irene se convierte en un fantasma, en una imagen especular viva de la
difunta”–, termina señalando que “poco, más bien nada, esperábamos de Juan
José Campanella, cineasta blando, retórico, aburrido, sentimentaloide, trampo-
so”, de modo que el filme fue para él una auténtica sorpresa en el Festival de
San Sebastián (Navarro 17); y Gustavo Noriega finaliza su crítica afirmando lo
siguiente: “Al dejar de idealizar el pasado, de utilizarlo como una fuente de nos-
talgia, como lo hacía notoriamente en Luna de Avellaneda, el director ha dado un
fabuloso salto adelante, tan rico y promisorio como el de Irene y Benjamín”
(Noriega 17).
EL SECRETO DE SUS OJOS O CÓMO VIVIR UNA VIDA VACÍA 373
17
En la serie se presentan también dos ejes temporales, aunque tal vez, en
el global de la historia, de modo un tanto vertiginoso, que abruma por insistir,
con alternancias demasiado breves y abruptas mediante montaje paralelo, en las
vidas especulares de los dos inmigrantes, padre e hijo. Creo que Campanella
dibuja una vez más con mayor maestría las historias amorosas, tanto las de los
dos protagonistas, en especial los muchos romances de José Olaya, como la
más conmovedora de todas, la citada entre los secundarios Gemma y Julius.
18
No sorprende que en su filmografía previa fueran un guion ajeno (El niño
que gritó puta, 1991, con argumento de Catherine May Levin) y uno adaptado (Ni
el tiro del final, 1997, basado en un relato de José Pablo Feinmann) los que die-
ron como resultado, respectivamente, un drama y un thriller, ambos trabajando
en Estados Unidos, y en cambio sus guiones originales hayan discurrido más
por la línea de la comedia sentimental, más o menos agridulce, por la que Cam-
panella siente auténtica predilección también como espectador (una de sus pelí-
culas favoritas, como ha declarado en múltiples ocasiones, es Nos habíamos ama-
do tanto de Scola). Su temprano ideario, con distinción de lo sentimental frente a
lo sentimentaloide, se encuentra en el texto que a modo de apéndice de una entre-
vista se ofreció en El Amante 46 (diciembre de 1995): 14-17, donde el realizador
argentino realizaba una apasionada defensa de El cartero (Michael Radford,
1994), duramente atacada en las páginas de esa revista.
374 RAFAEL MALPARTIDATIRADO
SELECCIÓN DE IMÁGENES
(Fig. 1)
(Fig. 2)
(Fig. 3)
EL SECRETO DE SUS OJOS O CÓMO VIVIR UNA VIDA VACÍA 375
(Fig. 4)
(Fig. 5)
(Fig. 6)
376 RAFAEL MALPARTIDATIRADO
BIBLIOGRAFÍA
Alfieri, Carlos. “Juan José Campanella: el secreto del éxito” (entrevista). Revista
de Occidente 346 (marzo de 2010): 128-140.
Brega, Nazareno. “Poné a Francella”. El Amante 208 (septiembre de 2009): 23.
Cercas, Javier, y David Trueba. Diálogos de Salamina. Barcelona: Tusquets, 2003.
Chabrol, Claude (con la colaboración de François Guérif). Cómo se hace una pelí-
cula. Madrid: Alianza Editorial, 2004.
Ivachow, Lilian Laura. “Pesos de ley”. El Amante 208 (septiembre de 2009): 18.
Marsé, Juan. “El paladar exquisito de la cabra”. El País (13/11/1994):
http://www.elpais.com/articulo/cultura/paladar/exquisito/cabra/elpepicu
l/19941113elpepicul_9/Tes.
Navarro, Antonio José. “El secreto de sus ojos. La amada muerta”. Dirigido por 393
(octubre de 2009): 17.
Noriega, Gustavo. “Pretérito imperfecto, futuro perfecto”. El Amante 208 (sep-
tiembre de 2009): 16-17.
Repar, Matías. Entrevista a Eduardo Sacheri. Ñ. Revista de Cultura
(18/08/2009): http://edant.revistaenie.clarin.com/notas/2009/08/18/_-
01980156.htm
Rojas, Gustavo. “Espejos del alma”. El Amante 208 (septiembre de 2009): 20-
21.
Sacheri, Eduardo. El secreto de sus ojos [2005]. Madrid: Alfaguara, 2009.
Silva, Lorenzo, y Manuel Martín Cuenca. La flaqueza del bolchevique. Almería: La-
garto Editores, 2008.
Truffaut, François. El cine según Hitchcock. Madrid: Alianza Editorial, 1974.
Wolf, Sergio. Cine/Literatura. Ritos de pasaje. Buenos Aires: Paidós, 2001.