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El Ser Humano Como Misterio 1
El Ser Humano Como Misterio 1
01 La especie humana
01.1 En el principio
En el principio de los tiempos. En el comienzo de la conciencia del tiempo. En el origen de aquel
que se dio cuenta del paso de la luz a la oscuridad, de la vida a la muerte. Entonces surgió la especie
humana.
No se sabe muy bien cómo fue. Los estudiosos calculan que el primer individuo vivió hace unos
2 400 000 años.
En la segunda mitad del siglo XIX Thomas Huxley, Charles Darwin y Erns Haeckel argumentaron
que el ser humano procedía de la especie animal antropoide después de un progreso evolutivo.
Hasta llegar al Homo sapiens. A este proceso se le llama hominización. El sapiens sería el antecesor
directo de la especie humana. Detrás quedaron australopitecus, esgastery antecesor. Por cierto,
este último es el del yacimiento burgalés de Atapuerca.
Según todos los indicios, el Homo sapiens apareció hace unos 100 000 años en territorios de
África y Asia y hace unos 40 000 en la región europea. Desde entonces recorrió un largo proceso
de humanización en el que logró crear y recrear el medio en el que vivía dando origen a la cultura.
El mundo comenzó a tener conciencia de sí mismo gracias a la especie humana.
02 Identidad humana
02.1. Cuerpo y alma
La Biblia llama Ruah al aliento de Dios sobre la vida cuando es inspirado sobre el hombre (Gn
2,7). Bashar es el término contrapuesto a Ruah y significa 'carne en el sentido de aquello de mí
que se puede tocar'.
En el ámbito de la filosofía griega, Sócrates (469-399 a.C.) pensaba que lo esencial del ser
humano era su razón. Su discípulo Platón (427-347 a.C.) admitía que el alma humana era un complejo
de tres facultades en la que el «logos» o razón trataba de controlar a las otras dos, la pasión y el
deseo. De este modo Platón explica por qué al ser humano le cuesta tanto vivir solamente según la
razón. Las necesidades del cuerpo dan lugar a las pasiones y deseos, actuando, por tanto, como
cárcel para el alma. Para Platón el ser humano es esencialmente alma. Aristóteles (384-322 a.C.)
después mantendrá esta distinción pero solo como dos conceptos no divisibles en la realidad.
Los evangelios trataron de narrar la experiencia que sus autores y las primeras comunidades
de seguidores tuvieron de Jesús de Nazaret. Posteriormente el cristianismo se empapó de
platonismo con San Agustín, quedando marcada la concepción del ser humano por la división cuerpo-
alma. Más tarde Santo Tomás hablará del cuerpo y del alma como principios o aspectos del ser
humano y no como realidades separables. El Concilio Vaticano II, al referirse al ser humano, habla
de persona «uno en cuerpo y alma» (Gaudium et Spes 14).
02.3.Dignidad humana
La dignidad del ser humano se fundamenta en su libertad. La conducta humana es escasamente
instintiva y mayoritariamente aprendida. Esto significa que, con el paso del tiempo, cada uno se va
configurando de una manera determinada. Dependiendo del ambiente en el que se crece la
socialización será de una u otra forma. Los esquemas de comportamiento y la adaptación al medio
variarán de una a otra persona.
En todas, la libertad es un factor fundamental de desarrollo. En todos y cada uno de los seres
humanos la libertad establece la obligación de respetar al otro, porque los demás son dignos en sí
mismos por el hecho de ser personas.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) proclama en su artículo primero:
«Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros».
Diálogo desde la fe
La persona no depende de sí misma para ser. Somos con los otros, nos construye el encuentro
con otros, no nuestra voluntad soberana. De hecho, esta voluntad, si no se encauza desde Dios-
amor, destruye. El centro que hace feliz y da vida a la persona no es la voluntad de poder, sino la
«voluntad de querer».
Es cierto que el sentido de la existencia es una opción personal e intransferible, que ya no viene
dada por la sociedad como antes. Pero lo que define al ser humano no es el «superhombre» movido
por su voluntad, sino el amor que nos humaniza y nos permite aprender, convivir y disfrutar. La
compasión no solo no es de débiles, sino que requiere más valentía y entrega que imponerse a los
demás.
Nietzsche opone Dios y ser humano. Si existe Dios, el ser humano no es libre para ser él mismo
de forma totalmente libre. Pero no dice por qué. Los cristianos proponemos que Dios, siendo amor,
nos impulsa a una libertad total. Depende de nosotros aceptar su propuesta o negarnos.
02.2.Sigmund Freud
Médico y psiquiatra austriaco (1856-1939). Algunas de sus obras son: El porvenir de una ilusión,
Tótem y tabú... Freud es uno de los creadores del psicoanálisis. Para él, el ser humano está marcado
por su psique, la mayor parte de la cual es inconsciente, no racional.
Para Freud nuestra personalidad tiene tres partes:
El «ello», donde están el verdadero motor de nuestras acciones, las pulsiones instintivas
inconscientes, sobre todo sexuales y agresivas. El «ello», donde están el verdadero
motor de nuestras acciones, las pulsiones instintivas inconscientes, sobre todo sexuales
y agresivas.
El «super-yo», que son los ideales por los que nos regimos y según los que nos juzgamos
a nosotros mismos.
El «yo», el espacio consciente que intenta armonizar el ello y el super-yo desde el
principio de realidad (útil-inútil).
Freud enraíza las enfermedades mentales en el desequilibrio de estos factores. Hace una
interpretación de la religión limitada a una lectura reduccionista.
Para él la religión es una neurosis obsesivo-compulsiva, que nace de un teórico enfrentamiento
padre-hijo en la infancia. Cuando el niño descubre que su padre no es omnipotente, proyecta esta
imagen hacia fuera, a un Dios omnipotente que le protege y así evita la angustia de una existencia
que depende de él mismo. Por tanto, la religión no es más que un mecanismo de defensa.
Freud también hace una lectura histórica del origen de la religión. Piensa que surge del asesinato
del líder original del grupo tribal por los mismos miembros de la tribu, hartos de su poder. Pero,
una vez asesinado, sienten su ausencia y se sienten culpables. Por eso proyectan en un tótem su
imagen y la adoran.
Diálogo desde la fe
Freud reduce el hecho religioso a una serie de casos de enfermos. No es cierto que todas las
personas religiosas sean en absoluto neuróticas obsesivas. Además el hecho religioso no tiene que
ver con un padre todopoderoso. El cristianismo no cree que Dios proteja al ser humano del mal,
sino que es libre para luchar con él y para aceptar el sufrimiento.
Freud convierte su propio esquema psicoanalítico en la única vara de medir y adecua todo a esa
vara de medir. Con lo que, desconoce la experiencia religiosa personal (que es el centro de toda
religión) y no se da cuenta de que el hecho religioso no evita en absoluto la angustia de la libertad
y de la toma de decisiones. De hecho la hace más consciente. No pocos autores han señalado cómo
el mismo Freud podría haber proyectado en sus ideas sus experiencias religiosas negativas vividas
en la infancia.
También es verdad que algunas veces los términos religiosos sirven a algunas personas para
justificar desórdenes psicológicos serios que deben ser tratados.
Su lectura histórica del origen de la religión no tiene ninguna base científica. Ni el tótem es una
realidad universal, ni siempre representa a un antepasado realmente existente, ni tiene que ver
con la mayoría de las formas religiosas antiguas ni modernas.
03 El positivismo cientificista
Otra de las posiciones que se quiere reclamar «humanista» encontró sus fuentes en el avance
de la ciencia. Desde el siglo XVII se generaliza una nueva forma de concebir el método científico:
ya no hay que aceptar lo dicho por los antiguos ni por tesis filosóficas, sino que el punto de partida
de la ciencia es el experimento, el análisis directo de la realidad.
El éxito de esta metodología experimental hace que Occidente desarrolle una técnica
impresionante, que ha hecho que nos paseemos por el espacio, que venzamos antiguas
enfermedades mortales o que seamos capaces de comunicarnos inmediatamente con cualquier
parte del planeta.
Esta fuerza de la ciencia hizo que una serie de autores propusiera que la ciencia ocupara el
lugar que antes ocupó la religión.