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el primer libro Los libros tienen mañas para adueñarse de nuestra vida y en cualquier momento
podemos empezar a ser presas de sus deliciosos poderes.
N
o existe la lectura virgen. No hay ese primer forma de violencia física, intuí que la mejor manera era
libro que nos muestra –de golpe—el milagro suministrarle una sustancia perniciosa. En un vaso
de la literatura. Detrás hay decenas, quizás mezclé todo líquido que encontré en el taller de cos-
cientos, de sucesos que nos han conformado ya como tura y le eché jugo de uva a fin de disimular el color.
lectores: televisión y cuentos antes de dormir, juguetes, Lo que yo no había tomado en cuenta es que el alcohol
regaños, música en el estéreo. Se llega al primer libro quirúrgico apesta y más cuando has añadido aceite de
como se llega al primer amor: con demasiadas cosas máquina de coser. Mi hermana terminó tirando el bre-
aprendidas que necesitamos corroborar por cuenta pro- baje al inodoro, pero no me delató. Primera lección de
pia. Los libros no crecen sino en escenarios propicios, literatura: el lector tiene una imaginación aviesa, y una
de formas inesperadas, por caminos impensables, bajo ejecución torpe, fallida por definición.
cientos de pretextos. Que yo no fuera un delincuente infantil y que mi
Mi niñez no tuvo libros sino hasta los once años hermana tuviera un secreto con qué extorsionarme
en que compré Viaje al centro de la Tierra. Mis provocó que la relación se volviera aún más
padres no terminaron la primaria y eso explica áspera. Eso me obligó a buscar otras formas
que en casa los anaqueles sólo sirvieran para de entretenimiento. Entonces llegaron las his-
almacenar rollos de tela. Sin embargo, nunca torietas de un primo y con ellas, apareció una
carecí de ficción. Papá y mamá confecciona- forma de aventura que no tenía que ver con
ban disfraces, de modo que protagonicé todo tipo de los libros de texto de la escuela. Del mismo modo que
historias con el vestuario adecuado. La creación lite- sucede con la historia universal, los villanos marcaron la
raria entró en mi vida a través del guardarropa. Antes pauta de mi acercamiento a los cómics. El Hombre Ara-
de pergeñar mi primer relato ya había debutado como ña era un pretexto para que gente perversa y con mallas
impostor. entrara y saliera de Nueva York. Eran las fechorías las
En una niñez en donde ni siquiera había diccio- que hacían diferente a cada número. Lo que me llevó a
narios, ¿cómo diablos me volví lector? Lo primero fue una de esas lecciones que uno comprueba con La Di-
que no me convirtiera en un homicida. Pude haber vina Comedia: leer el “Infierno” es más entretenido que
inaugurado una vida criminal a los siete años y posi- leer el “Paraíso”.
blemente ahora sería un tipo esponjoso y despreciable, Aunque las historietas de superhéroes sean un modo
que despachara desde algún penal o una secretaría. En común de crear la emoción lectora, mi aprendizaje de
1986, el año del mundial, yo era un chico pacífico que la necesidad de leer tuvo un elemento extra: las mujeres
un día quiso asesinar a su hermana de nueve. Ella me de curvas imposibles. No había yo entendido del todo
quitaba los juguetes y practicaba la dulce tiranía de la los secretos de la narrativa gráfica cuando supe lo que
edad. Dado que era muy pequeño para ejercer cualquier era la lectura pornográfica.
2 Pa l a b r i j e s 06 primavera 2011