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El Pasado
El Pasado
Aun recuerdo cuando empecé en esto del Warhammer. Unos amigos me llevaron a sus
partidas. Veía como esos magníficos ejércitos, pintados, relucientes, se enfrentaban en
el campo de batalla. Yo descendía de una infancia rolera: Los mitos de Cthulú, AD&D,
Forgotten Realms... Aquello me apasionó.
Faltaba un ejército en ese grupo de jugadores: Los Elfos Oscuros. Ellos serian mi
ejército. En una tarde, el sueldo de un verano se fue volando .Regimientos, personajes,
blisters, mis compañeros sabiamente me acompañaron y cargaron con un ejército
completo. Quedarían meses hasta que pudiera montar y pintar todas las miniaturas.
Pero llegó el gran día: la primera partida. Como buen novato, aprendí las reglas básicas;
mis compañeros no se cansaban de repetirme una y otra vez los chequeos y el orden de
las partidas.Aquella fue una gran época.
Luego llegaron los torneos: pocas aspiraciones y muchas derrotas, forjaban cada día
más la armadura de este Warhammero. Y entonces llego ella.
Como la tarde da paso a la noche, ella acaparó toda la atención. Fue el principio del fin.
No era momento ni lugar para hablar de odio, de tiradas de salvación por armadura, ni
de cuando un asesino mato a un gigante…. Eran momentos de cafés, de No, hoy no
puedo quedar a jugar, no contéis conmigo para el torneo de Navidades… Ya no se me
veía tanto por los torneos, incluso ya me echaban de menos en la mazmorra para las
partidas.
Oía por las noches el entrechocar de los escudos, inquietos, querían luchar y allí
estaban, encerrados en una vitrina, mirando como el tiempo pasaba a su alrededor.
Y llego la boda. Ya habían pasado años desde que había jugado mi última partida. Poco
a poco, resignados, las miniaturas se habían cansado de protestar y habían asumido su
posición en la casa; relegados a un estante, serian pasto del tiempo, añorando viejos
tiempos, desconchones y caídas.
Todo sucedió en la mudanza. Había cajas, maletas, libros. Se perdieron. Revolví todas
las cajas de cartón vacías, no estaban. Algo se marchito dentro de mí, una época, unas
risas, una alegría, una ilusión.
Habían vuelto.
Ven hijo, te voy a contar una historia, de un rey que fue expulsado de su país, que fue
quemado en una llama sagrada, y que....
Y sonreí.