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Palti, E. El Tiempo de La Política. Pp. 259-308
Palti, E. El Tiempo de La Política. Pp. 259-308
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(1 rá a la historia político-intelectual local de todo sentido sustan-
(1 tivo, reduciéndola a una serie de malentendidos del sentido de
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(1 las categorías políticas modernas, sino también volverá a la in-
Apéndice. Lugares y no lugares de
e vestigación histórica perfectamente previsible. Lo que habrá de
.hallarse lo sabemos ya d.e antemano: las contaminaciones tra- las ideas en América Latina 1
el dicionalistas que impregnaron e! ideario liberal en su intento
() de aplicación a un contexto que no le era adecuado. La labor del
historiador de ideas cesará, en fin, de ser una empresa verda- Si es necesario desubjetivizar lo más posible la lógica y la
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fJ deramente hermenéutica para reducirse a la tarea rutinaria de
ciencia. no menos indispensable es. como contrapartida.
í;fr comprobación empírica de lo que el propio esquema preesta-
desobjetivar el vocabulario y la sintaxis.
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blece, la recolección de ejemplos reiterados que de manera ine- CLAUDE.lours EST~VE, Études phiJosophiques sur /'expression
littéraire
vitable habrán de verificar la vigencia de la oposición de base,
y ello por e! sencillo motivo de que el propio esquema interpre-
tativo excluye por definición toda otra posibilidad. En definiti-
En 1973 Roberto Schwarz publicó un trabajo que marcó de
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!\t" va, carente de un principio más fuerte de la temporalidad (his-
manera profunda a toda una generación de pensadores en
toricidad) de los conceptos, ciega a la dimensión últimamente
!1i~ América Latina, "As idéias fora do lugar".2 Éste, en un princi,
ti~ contingente inscripta en sus mismos fundamentos, la recaída
r-~,"" de la escuela revisionista en las visiones te!eológicas que busca
:i~l. J Agradezco por sus comentarios a Erika Pani, a los miembros del "Semi-
desmontar resulta inevitable.
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j.,. " Esto sólo muestra que no basta con cuestionar los conteni-
nario de historia de las ideas, los intelectuales y la cultura" del Instituto "Dr.
E. Ravignani" de la UBA, a-los participantes del seminario sobre Historia
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dos de los enfoques tradicionales para librarse de! tipo de teleo- Atlántica dirigido por Bernard Bailyn que, con el título 'Thc Circulation of
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~O logismo sobre el que éstos se fundan. Para hacerlo es necesario Ideas", se realizó en agosto de 2000 en la Universidad de Harvard, así como
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penetrar y minar sus supuestos epistemológicos de base. Y ello del seminario de historia de ideas organizado por Carlos Marichal y Alexan-
dra Pita en El Colegio de México, en todos los cuales tuve oportunidad se dis-
:iA invierte el señalamiento con que iniciamos nuestro estudio. Si
.,IJ.. cutir este trabajo. También a Elisa Pastoriza y Liliana Weinberg, que me invi-
, el esquema de los modelos y de las desviaciones aparecía hasta
taron a dictar seminarios sobre el tema en la Universidad de Ma~ del Plata y
aquí como el único imaginable con e! que podía volverse re!e- el CCyDEL-UNAM, respectivamente. El presente ensayo salió originalmente
vante el estudio de las ideas locales, quebrado ya e! supuesto de publicado por el CCyDEL de la UNAM, con el título de "El problema de 'las
la perfecta transparencia y racionalidad de los "tipos ideales" y, ideas fuera .de lugar' revisitado. Más allá de la 'historia de ideas"', en la serie
al mismo tiempo, minadas las visiones esencialistas implícitas en de Cuadernos 4e los Seminarios Permanentes. Agradezco al CCyDEL'y a Liliana
Weinberg por permitirme reproducirlo.
las referencias a la cultura 10éal, todo intento por devolverle a
"",t 2 Roberto Schwarz, <CA", idéias tora do lugar", r.sludos Ceúrap 3, 1973, reim-
~éste un sentido sustantivo y convertir la historiografia concep-
preso en Aa vencedor {lj balatas. Fonna lilerária e processo social nos iniciós do ro-
tuallatinoamericana en una auténtica empresa hermenéutica. manee brasileiro, San Pablo" Livraria Duas Cidarles, 2000, pp. 9-32 (original-
!~h . pasará de manera ineludible por la dislocación de ese esquema; .. , mente publicado en 1977). La-paginación utilizada corresponde a esta última
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;~C supondrá, en fin, la tarea de socavar críticamente el viejo tópi- . edición. Hay una traducción al español en Adriana Amante y Florencia Ga-
:C éo de "las ideas fuera de 'lugar" en que éste se funda. rramuño (comps.), "Las ideas fuera de lugar", Absurdo Brasil, jJolémica.~en la.
cultura brasileña, Buenos Aires, Biblos, 2000, pp. 45--60.
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260 Elias J. Palti El tiempo de la política 261
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pio, tenía por objeto prcí~eer de bases teóricas a aquellos pen- cisa de niveles de lenguaje permitirá revelar aspectos y proble- Q
sadores que, desde una postura "progresista", intentaban con- mas obliterados por esa perspectiva. Sin embargo, la propues- O
trarrestar la fuerte influencia que en los años sesenta y setenta ta de Schwarz puede aún desglosarse de sus presupuestos lin-
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ejercieron las tendencias nacionalistas en las organizaciones de güísticos y reelaborarse, proveyendo así un marco teórico más
.. izquierda.3 Pero el concepto de "ideas fuera de lugar" pronto adecuado para comprender la complejidad inherente a los pro-
O
cesos de intercambio cultural y, más específicamente, el tipo
t) ,
' expan.dió sus alcances revelándose particularmente producti-
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vo para teorizar el desenvolvimiento problemático de las ideas de dinámica problemática de las ídeas que Schwarz se propu- ),Y'~
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en la historia latinoamericana. A un cuarto de siglo, la contri- so analizar. '
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-'bución de Schwarz en este sentido necesita, no obstante, ser re- r,'
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consíderada. En el curso de los últimos años, la pérdida apa-
rente de centralidad de los Estados nacionales ha ayudado a De lugares y no lugares de las ideas ,O
hacer manifiesta la complejídad inherente a los procesos de in- <e)
tercambio cultural, oculta tras una perspectiva que tendió a Para comprender el sentido del concepto de "las ideas fue-, 'J
concebirlos exclusivamente en términos de relaciones Ínter-na- ra de lugar" de Schwarz es necesarío situarlo en el marco con-
cionales (o inter-regionales). Esto coincide, por otro lado, con ceptual en que éste surgió. Schwarz buscaba mediante ese con-
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la emergencia de una serie de nuevos conceptos, aportados por cepto, básicamente, traducir en clave cultural los postul~dos-
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aquellas disciplinas dedicadas
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de manera específica a analizar . de la llamada "teoría de la dependencia", cuyo núcleo se ges- ~).
esos procesos, que nos obligan a reconsiderar algunos de los tó en ~l "Seminario de Marx" organizado en los años sesenta {:Ji
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supuestos implícitos en su perspectiva y reformularla. en San Pablo (yen el cual él participó).4 Esa teoría, como se
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El objeto de este apéndice es intentar explorar, a la luz de sabe, se orientaba a discutir las tesis "dualistas" del desarrollo (rj"/f;
las realidades producidas en este último fin de siglo, nuevos capitalísta que comprendían a las zonas periféricas como me-
enfoques rehitivos a la dinámica particular de los procesos de ros resabios precapitalistas que tendían históricamente a desa- . (~
intercambio cultural en las zonas periféricas, utilizando para parecer (con lo que, se suponía, en la región habría de repro- ('.~"~'
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ello herramientas conceptuales provistas por los desarrollos re- ducirse, al menos idealmente, el modelo de desarrollo de los ,. ,
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. cien tes producidos en las disciplinas y teorías en el área. Co- países centrales). Los sostenedores de la teoría de la de pen- ,
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. mo se intenta demostrar, el concepto deSci:lwa.rzcontíene al-
i¡-gunas falencias derivadas d;:-':;;"ateoríaj¡;"gúística .d<;III.".siado
dencia postulaban, por el contrario, la existencia de una diná-I
mica compleja entre "centro" y "periferia", constituyendo, am- i O, .'f¡;'
; cruda (inherente a la historia de "ideas") que reduce el lengua- bos, instancias inherentes a un mismo proceso de desarrollo ¡ 0,' .r
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jee, a su función meramente referencial. Una distinción Il)ás pre- capitalista, formando así un único sistema interconectado. Lo (y
"periférico" sería, pues, una creación del propio sistema capi-
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talista; su carácter como tal estaría determinado no por su ori-
3 VéaseRoberto Schwarz, "Cultura e política, 1964--1969", O pai de fami-
gen (precapitalista), sino por su posición actual en el sistema ".' .,
lia e QutTOS esludos, San Pablo, Paz e Terra, 1992. pp. 61-92. Las tendencias
cianalistas en el Partido Comunista Brasileño se traducían, concretamente,
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en un apoyo a una alianza cívico-militar. Véase Daniel Pécaut, Os inte!ectuais 4)"
e a política no Brasil, San Pablo, Ática, 1990, pp. 205-222. 4 Véase D~niel Péc.aut, Os inte!ectuais e a política no Brasil, pp. 217-220, \."j
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••• 262 Elías J. Palti El tiempo de la política 263
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econólnico Illundia1.5 L.a~'consecuencias paradójicas de la mo- El objeto último de este autor era refutar la creencia nacio-
10 f" dernización en la región indicarían así no tanto una "anoma-
nalista de que bastaría a los latinoamericanos con desprender-
(l lía local", sino que harían manifiestas contradicciones propias nos de nuestros "ropajes extranjeros" para encontrar nuestra
e al mismo sistema capitalista. "Desde esta perspectiva", señala-
ría luego Schwarz, "la escena brasileña arroja una luz revelado-
"verdadera esencia interior"7 Siguiendo los postulados de- .
(l pendentistas, para Schwarz no cabe hablar de una "cultura na-
ra sobre las nociones metropolitanas canónicas de civilización, cional brasileña" preexistente a la cultura occidental. Aquélla
(l progreso, cultura, liberalismo, etcétera"6
no sólo es históricamente un resultado de la expansión de és-
e El aporte específico de,SéI1wa!'-fconsistió en percibir el po- ta, sino que forma parte integral de ella ("en estética como en
el tenci;;[ éOñten1doeñl;;~postufados dependentistas, que hasta política", dice, "el tercer mundo es parte orgánica de la escena
.c entonces sólo se habían aplicado al campo de la historia eco-
nómica y social, para el ámbito de la crítica literaria y la teoría
contemporánea").8 Así, en el ámbito cultural operaría una dia-
..~.(J
~ cultural. Éstos le pemlitirían desmontar los esquemas román-
léctica compleja entre lo "extraño" y lo "propio" análoga al
político-social. Como señala respecto de las ideas liberales en
fíe tico-nacionalistas sobre los que hasta entonces se fundaban to- AméricaLatina (que son las que se encuentran en el fondo de
tlc das las historias de la literatura brasileña y que llevaban a ver a este debate), "de nada sirve insistir en su obvia falsedad"; de lo >
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ésta como la épica del progresivo autodescubrimiento de un
ser nacional oprimido bajo la malla de categorías "importadas",
extrañas a la realidad locaL
que se trata, en canlbio, es de "observar su dinámica, de la cual
su falsedad es un componente verdadero".9 Si bien la adopción
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~c €Esta perspectiva se tradltio en un trabajo de revisión historiográfica que
7 "Más allá de sus diferencias -decía-, ambas tendencias nacionalistas
. ña." Roberto Schwarz, ."Nacional por substra¡;ao", Que horas sao? Ensrúos, San
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las ideas dependentistas se encuentra en Ruy Mauro Marini y Márgara Millán
.(comps.), La leona social latinoamericana. Textos escogidos. Tomo 11: La teona de
la dependencia, México, UNA.i\1, 1994, y Cristobal Kay, Latin American Theories
ofDevelo/nnenl and Underdeuelopment, Londres, Routledge, 1989. Para una re-
tinacional aliada del primero, estaría todo listo para desenvolverse la cultura
nacional verdadera, desnaturalizada./Jor los elementos tn.ecedentes. entendidos como
cuerjJOS extraños" (ilJid., p. 32).
R Roberto Schwarl, "Existe uma estética do terceiro mundo?" (1980), Que
.sei1a crítica de éstas, véase Stúart B. Schwartz, "La conceptualización del ¡toras sao?, p. 128.
Brasil pos-dependentista: la historiografía colonial y la búsqueda de nuevos pa- 9 Roberto Schwarz, "As idéias fora de lugar", Ao vencedoras batatas, p. 26.
radigmas", en Ignacio Sosa y Brian COOllaughton (coords.), Histon.ograjía la- "Conocer Brasil", decía a continuación, "es conocer estos desplaz<lmientos,
tin.oamericana contemporánea, México, CCYDEL-UNAM, 1999, pp. 181-208.
Roberto Schwarz, "A nota específica" (l998), Seqüin.cias brasileiras. En-
experimentados y practicados por todos como una suerte de destino, para el ..1
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cual, sin embargo, no había nombre propio, dado que el uso impropio de ¡¡
saios, San Pablo. Companhia Das Letras, 1999, p. 153. nombres era parte de su naturaleza" (ibid.). 11
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El tiempo de la política
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de conceptos extrailos genera, de hecho, graves distorsiones, vista en el Brasil, Carvalho Franco había rechazado ele manera
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el punto, para él, es que el distorsionar conceptualmente nues- •.J,
sistemática, siguiendo en esto igualmente los postulados de-
tra realidad no es algo que los latinoamericanos podamos evi- '"",
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pendentistas, no sólo la hipótesis de que el esclavismo hubie-
tar. Por el contrario, es precisamente en tales distorsiones, en
el denominar la realidad local con nombres siempre impro-
ra sido contradictorio con el proceso de expansión capitalista, Q
sino también que las ideas liberales hubieran estado "desajus- ,;)
pios, donde radica la especificidad latinoamericana en general tadas" en el Brasil decimonónico.12 Para Carvalho Franco, las
y la brasileña en particular. A los brasileños, dice Schwarz, "se ideas liberales no eran ni luás ni menos extrailas al Brasil, no
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los reconoce como tales en sus distorsiones particulares".lO 'O.:ii
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estaban ni mejor ni peor ajustadas al contexto local que las co- )t;
Este concepto guarda, en realidad, relaciones complejas rrientes esclavistas. Unas Yotras formaban parte integral de la ("'\~t,
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con los postulados dependentistas. Aunque resulta perfecta- .'
compleja realidad brasileña. Ni siquiera se puede decir que. {);;
mente compatible con éstos, no se sigue de manera directa de fueran incompatibles entre sí: al igual que el afán de lucro ca-
ellos. Su solo traslado del plano económico-social al ámbito cul- pitalista y las formas esclavistas de producción, las actitudes in-
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, tual imponía ya una refracción particular a éstos, introducía dividualistas burguesas se imbrican en el Brasil con las cliente-
O,
una cierta torsión dentro de esa teoría. En este caso, su inter- listas y paternalistas volviéndose difícilmente discernibles entre
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\ vención marcadamente antiesencialista y antinacionalista se sí.13Según afirma, con su concepto de "las ideas fuera de lu- ~i
i, sostendría en el argumento de que toda representación de la gar", Schwarz terminaría, de hecho, recayendo en el tipo de .,J.
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! realidad supone siempre un determinado mar.co teórico. )', en dualismo que. intentaba precisamente combatir, esto es, en el
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~AJnéricaLatina, ese nlarco estaría provisto por sistemas de pen- postulado de "los dos Brasiles", al Brasil "':rtificial" de las ideas
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samiento de origen extraño a la realidad nativa. De allí que pa- (y la política), liberal, le opondría el Brasil "real" (social), es- ,.), ; ~
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r ra Schwarz los latinoamericanos estemos condenados a "co-
; piar',',es decir, a pensar de manera equívoca, usando categorías
clavista. rq 1
sentar. y.
Esta última afirmación, sin embargo, no sería de igual mo- 12 Véase Carvalho Franco, H011les livres na ordem escravocrata, San Pablo, (O
do evidente incluso para muchos de los cultores de esa corrien- USP, ]997, originalmente publicado en 1969. En esto Carvalho Franco con- :)
te (en definitiva, la dependentista, como toda otra teoría, se tradice las posturas más tradicionales de los teóricos de la dependencia, quie-
dice de muchos modos). Poco después de la publicación del nes aun hoy insisten' en la existencia de una contradicción, si no entre 'capi- "'J'
talismo y esdavismo, sí entre éste y el ideario liberal. Véase, Ciro F, Cardoso
artículo de Schwarz aparece en Cademos deDebaleun trabajo de Ü
(org.), Escravidiios e abolif/io no Brasil. Novas perspectivas, Río de janeiro,jorge
Maria Sylvia de Carvalho Franco cuyo título es ya ilustrativo:
Zahar, 1988,
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"A:S-¡"iféias
'estao no lugar".lI Como estudiosa del orden escla- W"En esas breves indicaciones sobre la génesis y el significado práctico ,)
deljav01", dice retrospectivamente Carvalho Franco respeclO de su obra an-
tes mencionada, "intenté mostrar cómO el ideario burgués es uno de sus pi-
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.. Tendríamos, por un lado, las razones burguesas europeas ob- De hecho, cabe señalar que la propia formulación de Sch-
sccucntcmente adoptacla~ para nac1a,"y,por el otro, el favor y warz tiene algo de paradójico, y no resulta del todo coherente
el esclavismo brasileii.os incompatibles con ellas. Sostener es- con su propio planteo, El objeto original de Schwarz era, pre-
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ta oposición es, ipso Jacto, separar abstractarncnte sus términos,
del ,modo ya indicado, y perder de vista los procesos reales de
cisamente, rechazar el tópico. Tal como él lo muestra, en tan-'
to que instrumento de lucha política, la acusación de "irrealis-
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:0 producción ideológica en Brasil14 mo político" (que determinadas ideas están en América Latina
e En definitiva, la polémica desatada por Cat:.val~o ~~~[\co
"fuera de lugar") resultaría siempre un expediente sencillo pa-
ra descalificar al adversario, Así, éste no sólo se prestaría a la
ti plantea un problema metodológico más generaL Las iaeas, pa- parodización (de Miguel Macedo, por ejemplo, se decía, en
C'J ra esta autora,jamás están '''fuera de lugar" por el sencillO.-'ll()- México, que se vestía según el pronóstico meteorológico de
() , tlVOde que si éstas pueden eventualmente circularde m,llle.ra Londres), sino que tendría, además, implicaciones conservado-
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I pública en un medio dado es porque sirven a algún propéi~ito ras: los "¡rrealistas" serían, típicamente, los defensores de las
:en él, es decir, porque existen ya en éste condiciones para su ideas consideradas más progresistas en su tiempo, Como dice
:\0 i recepción, La antinomia entre "ideas" y "realidades", en que el Schwarz, "en 1964 los nacionalistas de derecha catalogaban al
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!;, J concepto de Schwarz se sostiene, sería así falsa; ambos térmi- marxismo de ser una influencia exótica, quizás irrlaginando que
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1 nos no serían nunca por completo extraños entre sÍ. el fascismo" era un invento brasileño".l7
<le La crítica de Carvalho Franco apunta, en fin, al núcleo ar- EL!.óf'ico de "las ideas fuera de lugar" es, en verdad, de lar-
~~ , Para una crítica más radical de ambas posturas, véase José Murilo de
'15
~, ' Carvalho, ;'A história intelectual no Brasil: breve rClrospecto", Topoi 1,1999, Roberto Schwarz, "Nacional por substra~ao" (1986), Que horas süo?,
RO pp, 123-152.
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1"
16 Paulo Eduardo Aranles, Sentimento da dialética na exprnenda intelectual
brasileira. Dialética e dualidade .fcguntio Antonio Candido e Roberto Schwan., San
Pablo, Paz e Tcrra, 1992.
p,33.
18 Zea situó su origen en la idea de Hegel de que América era "el eco del
viejo mundo y eheflejo de vida <tiena". Leopoldo Zea, Dos etapas del pensamien-
,.
l.
to en Hispanoamérica, México, El Colegio de México, 1949, p_ 15.
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268 Elías J. Palti
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gión.Está claro que, tomadas literalmente, tales acusaciones re- nacionalistas de la literatura- radicaba; de hecho, en su de- ID'.'I.
sultan insost<'nibles: es obvio que nunca nadie pudo ignorar el nuncia de la ilusión de que los desajustes ideológicos fueran, .'"
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hecho de que las distintas formas constitucionales, por ejem- en las regiones periféricas, evitables. Como dice Schwarz, Ro- , 'D1l1
',' mero pensaba que bastaba con sólo proponérselo "para que los
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plo, no son igualmente viables en todo tiempo y lugar. El pun- Q¡i
to en verdad conflictivo radicaba en determinar qué era lo que efectos del exotismo se,disolvieran como por encanto", y "así"al ,)
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supuestamente estaba, en cada caso, "fuera de lugar" y en qué sugerir que la imitación es evitable, atrapa al lector en un falso
sentido lo estaba (y por cierto que, para los propios actores, las problema".]9 O
que estaban fuera de lugar eran siempre las ideas de los otros). Las propuestas de Carvalho Franco y Schwarz representa-o ')
11 En definitiva, la difusión del tópico no puede comprenderse rían, en última instancia, dos VÍasdiversas"de escapar del tópi- (Q
l desprendido de la función ideológica a la que éste sirvió. co. La de la primera, mediante el énfasis en la realidad de las ()
Lo visto explica la reacción de Carvalho Franco: con su fór- ideas (sus condiciones locales de posibilidad); la del segundo,
mula, Schwarz estaría, justamente, dando pábulo a las afirma- colocando el acento no en los desajustes entre ideas y realida- O
ciones de que las ideas marxistas (al igual que las liberales en des, como sugiere Carvalho Franco, sino en los de la propia rea- O
el siglo' XIX) eran extrañas a la realidad brasileña, importacio- lidad brasileña. Para Schwarz no se trátaba tanto de la existen- 'i')
cia de "dos Brasiles" contrapuestos -uno ficticio (el de las
nes "exóticas", es decir, que éstas estarían en el Brasn "fuera de
ideas) y otro real (el de la sociedad)-, sino que lo propio de la
D'
lugar". En definitiva, dicho autor'volvería'llanamente a caer en
el tópico, con las consecüencias potencialmente reaccionarias sociedad (y, por extensión, de lacultu~'a) brasileña sería su per- Q~
,que éste tendría siempre implícitas. Para CarvaIho Franco, la manente desajuste respecto de sí misma, debido precisamente 'J'>.)\
~,
, búsqueda misma de qué ideas estarían desajustadas respecto de ' a su carácter capitalista-periférico. ' ' ~y
la realidad brasileña, y cuáles no, era sencillamente absurda Para Carvalho Franco, con dicho concepto Schwarz recae- tO
(como vimos, para ella tanto las ideas liberales como las escla- ría una vez más en las perspectivas dualistas, contrabandeando
vistas, las fascistas como las marxistas, estaban en ese país "en con un nuevo nombre la oposición tradicional entre dos lógi-
O
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cas de desarrollo, dos modos de producción contrapuestos: -J'
su lugar", eran parte integral de la realidad brasileña, puesto
que, de no ser así, de no tener condiciones de recepción en la uno propiamente capitalista y otro "capitalista periférico". Pa- ()
propia realidad local, éstas no podrían circular allí). Como ve- ra Schwarz, por el contrario, no se trataría de dos lógicas diver- 'l)
remos, la postura de esta autora resulta, en un sentido, mucho sas, sino de una misma lógica (la búsqueda de beneficio) que IJ)
más consistente que la de Schwarz. Sin embargo, en este pun- opera, sin embargo, de modos diversos en las distintas regio-
to su crítica, aunque justificada, lleva a perder de vista el nú- nes: mientras que en el centro tiende a generar condiciones O
cleo de la argumentación de este último. propias de sociedades capitalistas avanzadas, en la periferia só- (]
Para Schwarz no se trataba tampoco de ponerse a discutir lo perpetúa el subdesarrollo y reproduce patrones precapitalis- 0,
qué ideas estarían desajustadas y cuáles no precisamente, porque,
según afirmaba, todas lo estaban. Tanto las fascistas como las
marxistas, tanto las liberales como las esclavistas, todas eran
tas de relación social.
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"importadas" por igual. El fondo de su crítica a Silvia Romero 19 Roberto Schwarz, "Nacional por substra~ao" (1986), Que horas sao?,
-el mejor representante, para él, de las visiones romántico- pp. 41 Y47. ~;~
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El tiempo de la política 273 ?.:):•. l-
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planteado (en su versión "débil", digamos), el concepto de Sch-
warz no haría más que reactualizar el viejo dilema antropofági-
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Éste es también, en realidad, el punto hacia el cual tienden
. a converger las elaboraciones originales de Schwarz (como vi-
Oí
O.
ca; no representaría ningún aporte conceptual origina1.24 ¡,;"
mos, para él, todas las ideas estarían siempre igualmente "tue-
De todos modos, este plan tea de Schwarz no se concilia con ()
ra de lugar" en la región), pero al que la fórmula de "las ideas
su propio concepto; de hecho, desmonta toda su argumenta- /; fuera de lugar" no alcanzaría, sin embargo, a representar de O
ción precedente. Así reformulada, no habría forma de abordar manera acabada. Ella daría así lugar a interpretaciones algo C)
la cuestión de las "ideas fuera de lugar" sin presuponer la exis- simplistas respecto de su concepto (una llana denuncia de la é)
tencia de alguna suerte de "esencia interior" a la que las ideas "irrealidad" de las ideas, y, más específicamente, de las ideas li-
"extranjeras" no lograrian representar. Más grave aún (y es aquí berales en el siglo XIX en la región). Sin embargo, tales inter- O
donde la postura'de Carvalho Franco aparece como mucho pretaciones, aunque demasiado poco sutiles, no estarían tam- O
más consistente que la de Schwarz), ésta presupone, además,
la posesión de alguna descripción de aquella realidad interior
poco del todo injustificadas. La recaída de Schwarz en el. O
tópico, inducida, en parte, por la propia ambigüedad de su fór- (,J j
no mediada por conceptos, y que permitiría eventualmente mula, no se sigue de modo directo de su propio concepto ori- :') ¡.
evaluar las distorsiones relativas de los diversos marcos concep- ginal, pero encuentra en él fundamentos ciertos; seii.ala, en de-
tuales. La oposición entre "ideas" y "realidades" se revela así co- finitiva, su límite último, al que la crítica de Carvalho Franco 'o ~
mo un mero artilugio retórico por el que sólo se busca velar el termina por desnudar. Ésta, en efecto, cola ca a Schwarl frente 0~
hecho de que lo que se oponen siempre no son sino "ideas" di- 't
a aquello a lo que toda su argumen tación conduce y, sin em- <) 4.,[
versas, descripciones alternativas de la "realidad". bargo, no puede tematizar sin al mismo tiempo desarticular el . ~
En definitiva, nos enfrentamos aquí a aquello que señala el {) 'f
sistema categorial en que su concepto se inscribe. ~~fron-1 ,
límite último en el concepto de Schwarz. La fórmula de "las ta a su punto ciego inherente, a aquella premisa enque sll sis- ;
;0
.,ideas fuera de lugar" lleva necesariamente a instaurar un deter- tema se funda y del que toma su coherencia, siendo a la vez ina- \ p
. minado lugar como el lugar de la Verdad (y a reducir el resto bordabie, por definición, desd~ _dentro de éste: la radical I \)
j al nivel de meras "ideologías"). El planteo de Carvalho Franco, indecidibilidad del tópico; esto es, el hecho de que no se pue-
por el.contrario, si bien diluye la problemática relativa a la na-
{j
de nunca determinar qué ide~ e~tán fuera de lugar y cuáles no
. turaleza periférica de la cultura local, sirve, no obstante, para
poner de manifiesto el carácter eminentemente político de las
! atribuciones de "alteridad" de las ideas.
desJle¡üe'rá de undeiérmi;:;ado ';'a~c~con~'epi;'alj.>~riicula::TaCriti-
ca de Carvalho Franco lleva así a hacer manifiesta aquella pre-
misa que, aunque implícita en el concepto de Schwarz, éste de- ,:.í.
5
(J' ./¡J
..
,¡
,4.
be no obstante negar a fin de poder articularse: la naturaleza (.'"1 <~
.J ~.
eminentemente política de las atribuciones de "alteridad" de las
24 En 1949, Leopoldo Zea, retomando una antigua y ya bien establecida (,
ideas. Tal revelación tendría, sin embargo, su precio. El plan- .
[J"adición. planteaba la cuestión en términos análogos, tiñéndola de matices
hegelianos: "Dentro de una lógica dialéctica", decía, "negar no significa eli- teo de esta autora impediría entonces tematizar las particulari-
dades que derivarían de la condición periférica de la cultura
.'.)'1. I
0'. "~
minar sino asimilar, esto es, conservar ( ... ]. Cuando se asimila plenamente U
local (y,en última instancia, tendelia a ocultar su condición co-
no se siente lo asimilado como algo ajeno, estorboso, molesto, sino como al-
go que le es propio natural. Lo asimilado forma parte del propio ser". Leo-
! mo tal), que es justamente la problemática en torno de la cual
U
poldo Zea. Dos etapas del pensamiento en Hisjmrloamérit:a, pp. ] 5-] 6.
1 (5í
j giran las elaboraciones de Schwarz.
y~
!l..'
('"
(i
G 274 Elías J. Palti
El tiempo de la política 275
(!
(1 . Lo expuesto define, en fin, el objeto en función del cual se literarias más específicas en que su modelo interpretativo bus-
(l ordena el presente estudio. Más adelante intentaremos anali- caba inscribirse.
El punto de referencia fundamental aquí lo constituye la •
j"(1 .
zar cuáles son aquellas limitaciones del concepto de Schwarz,
no tanto de orden ideológico, sino fundamentalmente concep- obra de Antonio Candido. El mérito fundamental de Candido )
"\~ tuales, que le impiden tomar distancia del tópico.y tornarlo radicó, .para él, en haber logrado desarrollar un modelo de
'f"
~i~' efectivamente materia de escrutinio crítico (evitando su recaÍ- aproximación sociológica a la literatura sin por ello obliterar
1,C:f
-..¡
da en éste), buscando, al mismo tiempo, rescatar el núcleo de su dimensión específicamente estética. El método crítico mar-
xista de Schwarz se postula como una elaboración y un desa-
;C1 su teoría que, según entiendo, permanece aún hoy vigente. En
rrollo de aquel modelo, al cual podríamos definir, en forma
definitiva, como veremos, el aporte decisivo de Schwarz radica
(,1 abreviada, conforme a lo que Lucien Goldmann denominó "es-
no tanto en las soluciones que ofrece (las que, según estamos
el viendo, 'no son en verdad tales), sino en la propia formulación tructuralismo genético".25 Éste trata, básicamente, de combi-
e de la problemática original que p¡ant;;~i;;;;toÍ{ia~~~~Qs- sus nar el análisis estético con el histórico-social (vaivén que, para
~j~
1''1
,;~~
'iel
(t
de los críticos más destacados en el subcontinente, a saber:
aquella entre forma artística y contenido social.
contenidos de su obra, sino en el nivel de los procedimientos
constructivos del relato que el entorno 'dado se encuentra re-
presentado, o mejor dicho, reproducido de un modo específica-
mente literario. Pero si esto es así, es porque lo social no es un •
¡
'!ift De lugares y "entrelugares" de la crítica contenido neutro sobre el que la forma literaria viene a so- 1
~~ •Paraabordar esta segunda dimensión en la obra de Schwarz
breimprimirse .
:l
¡Ií'._
,.1 es necesario, sin embargo, desenmarcarla antes del contexto
~ conceptual más general del que surge -las teorías de la depen- 25 Véase Lucicn Goldmann, Marxismo y ciencias humanas, Buenos Aires,
dencia- para situarla en la perspectiva de las corrientes crítico- Amorrorlu, 1975.
1
-~ "'vQ
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¡:J".
Ai
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')i:
276 Elías J. Palti El tiempo de la política 277 Oi
, ~1
().
En definitiva, Schwarz logra trascender la antinomia entre comenzó su labor crítica. "La combinación de estructura e his-
forma literaria y contenido social concibiendo a e'ste último no co-
O
toria", recordaría luego éste, "estaba en' el foco del debate teó-
lno' un mero material a ser elaborado por medios lingüísticos, rico de la época". La Crítica de la razón dialéctica de Sartre dice
D
sino como constituido por totalidades estructuradas. es de'cir, que "hizo de esta combinación la piedra de toque de lacom- !;),
formas objetivas "capaces de pautar tanto una novela como uria prensión del mundo por la izquierda".~8 El aporte particular' '.D,
1;;.
fórmula deprecatoria, un movimiento político o una reflexión de Schwarz consistió, en verdad, en relaciop.ar esta dialéctica ''"\
\J.
teórica, pasibles de confrontarse a través de la reconstrucción de aque- entre fO,rmay contenido, estructura e historia, análisis literario
lla condición práctica mediadora".26 Esto abre las puertas, en fin, !)~
y reflexión social con aquella otra, más específicamente latinoa-
a la posibilidad de hallar homologías estructurales entre ambos mericana, entre "centro" y "periferia". De, este modo se propo- {~
niveles (textual y extra textual ) de realidad, sin por ello reducir nía comprender cómo la realidad local, que define las condi- "j
\'''''''']!
• uno al otro. La "idea social de forma" asegura que "se trata de
un esquema práctico, dotado de una lógica específica ":
ciones históricas particulares de recepción de los géneros y q
formas de expresión artísticas (siempre necesariamente extran- (;j:
jeras debido a nuestra posición marginaren los sistemas de pro-
'01
. Éste se traduce en un interés económico-político,
gí~.un juego verbal, o bien en un enfoque
to a las afinidades,
una ideolo-
narrativo. En cuan-
estamos en el universo del marxismo, para
ducción cultural), determina eventualmente sus mismas for-
mas, trastocándolas. Según señalaba, en las regiones periféricas ~.
"..I'w
el cruce de esta doble dialéctica será siempre al mismo tiempo ;QI
el cual los 'constreñimientos materiales de la reproducción de inevitable y problemático. ' f~i:
la sociedad son ellos mismos formas de base, las cuales se im-
primen, malo bien, en las diferentes áreas de la vida espiri~
La obra de José de AJencar resulta, para él, en especial ilus-
trativa de las contradicciones generadas por el traslado 'al Bra-
;jl:
fi,,1,
tual, en las que circulan reelaboradas en versiones más O me- . sil de una forma literaria (la novela realista, según fue de sarro" ¡Vi.,
nos sublimadas, o falseadas; forma, por lo tan to, trabajando
1 liada en Francia por Balzac) que era típicamente burguesa y, tj'l
formas. En definitiva, las formas que encontramos en las obras por lo tanto, poco adecuada para representar la realidad brasi- :')'\
son la repetición o la transformación, con resultado variable, I leña de esclavitud, patemalismo y dependencia personal. En su
.
,'jI
.~
de formas preexistentes, artísticas o extra-artí,sticas.27 memorable análisis de Senhora (la última de las novelas de AJen-
car) , Schwarz descubre cómo opera en el plano literario aque-
')~
~',.
1 ")'
,j, lla dialéctica ~ntes señalada entre verdad y falsedad: la falsedad I ..
Este concepto "estructuralista genético" formaba ya parte, de la forma, el efecto paródico generado por la transposición o'.ti
en realidad, del saber establecido en los años en que Schwarz 1, al contexto brasileño de situaciones propias de las novelas rea- .,,
(
v~
listas burguesas, desnuda el verdadero contenido de esa reali-
dad social (un sistema en que el afán de lucro individual se en-
G;
. 26 Roberto Schwarz, "Adequa~ao nacional e originalidade critican, Seqüin-
cuentra encastrado en relaciones de tipo paternalista y mediado {).
cias, p. 30.
27 Roberto Schwarz, "Adequa~aonacional e originalidade critica", Seqüin- O.
cías, pp. 30-1. Éste es el concepto, en fin, que se resume en el subtítulo de su
O
. obra clásica Ao vencedor as batatas. Forma literária e processo social nos inicios do
romance brasileiro.
p.SO
28 Roberto Schwarz, "Os se te fólegos de um livro" (1998), Seqüéncias,
o
{)
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r.¿.
~r'-J_,
¡re ~
..
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Q por ellas). Según seiiala, el genio de Machado de Assis consis- Quizás esto sea comparable a lo que ocurría en la literatura ru- _
',.It -tió en tornar este efecto paródico en un principio constructivo
,'l. saoComparadas con estas últimas, inc~usolas más grandes de
~~ del relato. La parodia se vuelve así autoparodia y se troca en la las novelasfrancesas parecen ingenuas. ¿Ypor qué? A pesar de
:;~~;
-'tJ
"~l ,;.",
f01ma de la narración (cuyo modo de articulación es la digre-
sión). Con este concepto Schwarz marca un giro en los estudios
Susreclamos de universalidad, la psicología del egoísmo racio-
nal y la ética de la Ilustración aparecía en el Imperio Ruso co-
~--v_,
."ift..' machadianos (o, según él mismo prefiere decir, continúa la re- mo una ideología "foránea", y por lo tanto, local y relativa. Sos-
llc" volución en la crítica literaria brasileña iniciada por Antonio tenida por su retraso histórico, Rusia forzaba a la novela
~."",-
..''¡'" Candido), aportando una clave fundamental para comprender burguesa a enfrentar una realidad más compleja.'1
'el sentido de la ruptura que produce el autor de las Memorias
'(f póstumas de Bias Cubas en las letras latinoamericanas.29 Median- Schwarz nos descubre, pues, el secreto de la universalidad
() te la digresión, Machado de Assisquebraba el efecto de verosimi- de la obra de Machado de Assis.32En su obra convergerían am-
e litud, volviendo paródico el propio impulso mimético de la no- bas dialécticas: la problemática relativa a cómo lograr una pro-
c vela realista. Retrabajado "desde la periferia" el género hace así
manifiestos aquellos dispositivos discursivos que debe ocultar
ductividad específicamente literaria que fuera a la vez social-
'..f"".-~
~~; que encuentra entre la obra de Machado de Assis y la de sus
pares rusos .
"subvertir" los modelos europeos, los autores locales deberían'
siempre apelar también a modelos importados. Llegado a este
tC1 punto no sólo comienza a disolverse la oposición entre lo "fal-
so" y lo "verdadero" como correspondientes a lo "local" y lo
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el
f
1 .
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,,,..•. 282
Ellas J. Palti El tiempo de la politica ([si)
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definición de las re1acio,n'es entre "centro" y "periferia" en tér- también en origen europeas). Así, frente a Santiago, Schwarz
:il~ minos de "origina!" y "copia".34La obra de Machado de Assis no habría de insistir en la necesidad de plantear la condición pe-
lit
'i'~ sería una mera versión degradada de un "modelo original" eu- riférica como deficiencia, sin caer, no obstante, en la ingenuidad
;"#t
¡'fu ropeo, supuestamente superior y perfectamente acabado. Co- nacionalista de verla sólo en términos de una mera carencia (es-
¡Pe mo vimos, tampoco para Schwarz lo es. Su condición periférica to es, un tipo de inadecuación que no deriva ni indica necesa-
"
. le habría permitido de algún modo "superar" al modelo francés riamente una jalta sino que revela desajustes inherentes a una
b revelando sus limitaciones intrínsecas. Esto resulta, además, per- cierta lógica de desenvolvimiento). En fin, un dilema compli-
fectamente coherente con su lectura (o relectura) reciente de cado, cuya sola formulación representa un aporte fundamen-
los postulados dependentistas, en la que afirma que las contra- tal para la teoría cultural latinoamericana, dado que delimita
: dicciones del desarrollo capitalista en la periferia "arrojan una un horizonte de interrogación definitivamente significativo y
luz reveladora sobre las nociones metropolitanas canónicas de complejo, pero al cual Schwarz no podría ya encontrar solucio-
civilización, progreso, cultura, liberalismo, etcétera".35 nes consistentes con su propio concepto.
Sin embargo, llegado a este punto, surgen en Schwarz re- En una conferencia dictada en abril de 2001 en Buenos Ai-
'servas respecto de sus mismas conclusiones. Para éste, el con- res, Schwarz esquematizó su propuesta al respecto en términos
cepto aquí implícito de "las ventajas del atraso" (un eco, de de un doble "deslinde" (o "desautomatización"). Según seiia-
.nuevo, de las discusiones en la Rusia de 1905) conlleva el ries- la, el gran mérito de Candido habría sido el de "deslindar" la
fe go de convertirse en una suerte de celebración del subdesarro- oposición centro/periferia de la oposición "superior"/"infe-
le 36
1I0. Y ello le plantearía un dilema, a saber: cómo explicar la rior": como lo muestra primero Machado de Assis (y hoy pare-
e universalidad de la obra de un Machado de Assis sin renunciar ce ya innegable; para demostrarlo bastaría con citar sólo algu-
e a hailar en ella vínculos con su condición periférica (que de-
termina su contexto particular de emergencia y la convierte en
nos pocos nombres), el carácter periférico de la producción
(2
e
'), ,
1)
284 Elias J. Palti ] El tiempo de la política 285
\)
01
,
/
!ación de la noción de "copia" permitiría así "ampliar la autoes~ Lo visto explica, en última instancia, Ja paradoja señaladal~ (')
tima y liberar la ansiedad del mundo su.bdesarrolJado" sin, em- en el apartado anterior: la apelación de Schwarz a una fórmu- O
pero, resolver ninguna de las causas que mantienen a la región la, como la de "ideas fuera de lugar", en principio, poco apro-
en el subdesarrollo.38 Tales teorías llevarían así a desconocer piada a su objeto -y que ha dado lugar a las acusaciones (co-
D
llanamente las asimetrías reales existentes en el ámbito mun-
1,')
\. .'
mo vimos, no siempre infundadas) de "dualismo"-, a saber:
dial en cuanto a recursos tanto materiales como simbólicos. precisamente, problematizar el supuesto nacionalista de que r) '.
En definitiva, Schwarz piensa que las nuevas corrientes crí- las ideas europeas 'estarían en América Latina "fuera de Jugar". O:1"
ticas representan sólo una suerte de adecuación al proceso de Esta paradoja se aclara, pues, cuando la situamos en el contex- {í)'
mercantilización de la cultura (cuya falta de tematización con- to particular de debate en que Schwarz elabora su concepto. A
sidera, en formas retrospectiva, uno de los déficits fundamen- comienzos de la década del setenta la problemática relativa a
0',
tales del "Seminario de Marx" de San Pablo),39 proyectado hoy la "periferia" y la crítica a las "desviaciones nacionalistas-popu- ot
a escala mundial. En el contexto de la globalización económi- listas" de la izquierda comunista habían, en realidad, perdido C)
ca, el antiguo formalismo cobraría un nuevo sentido. En su pa- su anterior centralidad y cedjdo su lugar a otra problemática ~,)
so del estructuralismo al posestructuralismo, dice Schwarz, su orientada hacia las repercusiones en la producción crítica y ar-
()
"seudoradicalismo artístico, de subversión cultural en abstrac- tística que tuvo el desarrollo en el Brasil d~ un mercado capi-
to, especialmente en el lenguaje , se convierte en ideología lite- talista avanzado de bienes culturales y su aparente capacidad ,')
.raria general".4o El trastrocamiento simbólico posmodernista para absorber todo intento de transgresión, asimilarlo a su ló- D
de las jerarquías sería sólo la contracara y contraparte necesa- I gica y convertido en instrumento para su propia reproduc,
ria de su reforzamiento efectivo. La revolución permanente en 1 ción42 Schwarz estaba ya escribiendo, en realidad, en un con-
O
DI
I
el plano formal se habría vuelto así funcional a la contrarrevo- texto cada vez más hostil a los postulados dependentistas. La
lución material hoy supuestamente en curso.41 ,;.),
fórmula de las "ideas fuera de lugar" a la que entonces se afe-
rra, aunque poco apropiada, puesto que tiende a allanar las su- ()
I tilezas de su concepto, permitiría al menos preservar la noción ),¡
toriamente inferior al borrador H -ya que no puede haber sino borradores.
El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansan- I de la existencia de asimetrías entre centro y periferia, entre el
"modelo" (europeo) yla "copia" (local).
cio". Jorge Luis Borges, "Las versiones homéricas", Obras completas, Buenos Ai~ ,),'1."
0. .
En los modos de definición de su concepto se combinan, • .
res, Emecé, 1974, p. 2~9.
.!lB Roberto Schwarz, ibid., p. 35. pues, razones de orden tanto teórico como extrateórico. El criti- ,)r
39
40
Roberto Schwarz, "Um seminário de Marx" (1995), Seqüiincias, p. ]03.
Roberto Schwarz, "Discutindo com Alfredo Bosi" (1993), Seqüencias,
co brasileño enmarcaba así su cuestionamiento de las corrientes
posmodernistas en una perspectiva fundamentalmente ético-
o,~
p.85. <)". f,I~ I
política. Yesto le permitía descartarlas sobre la base de conside- • , I
41 Estas criticas se liganan a las que Gérd.rd Lebrun definió como tenden-
raciones pragmáticas, es decir, de su incapacidad para generar ")1 !
cias amiintelectualistas en Schwarz, esto es, una sospecha hacia toda produc- 1
0 ]:
~
.I.;'
ción intelectual que no sirva a propósitos revolucionarios o no pueda legiti-
marse desde lo político. Véase Gérard Lebrun. "Algumas confusoes num
severo ataque a intelectualidade", Discurso (1980), pp. 145-152, seguido de la 42 Véase al respecto la serie de ensayos reunidos en Amante y Garramu-
respuesta de Schwarz. pp. 153-6.
ño, AbS1trdo Brasil.
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~.'f~,J
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,I,' 286 El tiempo de la política 287
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Jo Elías J. Palti
~
:,~:C
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"
mente más devastador de la oposición entre centro y periferia
que el postulado por Santiago (ante la quiebra de la oposición
:,(j entre lo superior e inferior, la preservación de aquella segun-
43 En última instanci<).. el problema que la definición de Schwarz plantea
~C es ¿cómo trazar, en la práctica, la línea que sepan~. el ámbito en que las ideas da entre el modelo y la copia aparece como apenas un fi'ágil
consuelo). Siendo esto así, medidas ambas según la vara de sus
,~f¡ se encuentran bien situadas de aquel en que éstas estarían "fucra'd~ lugar"?
Para poner un ejemplo tOtTI<ldo de la iiteratura, Noches tristes y día alegrede Fer- supuestos efectos prácticos (que es el contexto en que el pro-
lIJ nández de Lizardi (1818-1819) es una "imitación" de Noches lúgubres (1771) pio Schwarz sitúa la discusión), no quedaría claro ya por qué
deJosé, Cadalso, que es, a su vez, una "imitación" de Night Thoughts (1742-1745)
aceptar aquel primer deslinde pero no este último.
de Edward Young, que es probablemente una "imitación" de alguna obra an-
terior, y así sucesivamente. Por otro lado, los "imitadores" de Fernández de
Lizardi 'en México forman una legión. Ahora bien, ¿cómo podemos distin-
guir, en la serie de sus desplazamientos, el original (ti originales) de la copia ción, abieno siempre, en diversas instancias, a interpretaciones alternativas:
(o copias)? según señala, tanto las teorías "contenidislas" (el concepto mimético de la
4<1 De hecho, Schw<lrz establece relaciones demasiado mecánicas entre producción artística) como las formalistas (el constructivismo estético) pue-
teorías literarias e ideologías políticas, produciendo así una "desdiferencia. dc.n o bien "tener un valor'crítico", o bien "alinearse con el oscurantismo, y
ción de esferas". No obstante, como él mismo observa, entre los postulados pueden incluso tener un efecto crítico gracias a este último alineamiento".
de 'una detemlinada teoría estética y sus posibles derivaciones ideológicas no Roberto Schwarz, "Adequa.-;ao nacional e originalidadc crítica", Seqiiencias,
existe una relación lógica necesaria, sino que media un proceso de traduc- pp. 40-41.
".~"
'D
288 EUas J. Palti
289
,0,
El tiempo !Je la política
O
•
Por otro lado, y esto es quizá más grave desde un punto de
,vistametodológico, la insistencia de Schwarz en preservar el es- con la cultura y tradiciones heredadas45 Lo~ historiadores de y (!'"
~.i.)
(()
-quema de los "modelos" y las "desviaciones", aunque teórica- ideas locales coinciden así en postular que, en el siglo XIX, el
¡uente poco eficaz, no carece, de todas maneras, de consecuen- resultado de la colisión entre la cultura tradicionalista nativa y t}
los principios universales del liberalismo habría sido una suer- ')"
cias (negativas) para la investigación histórico-intelectual. Su
planteo termina, en la práctica, sirviendo para reforzar proble-
mas inherentes a la historia de "ideas" en América Latina.
_te de ideología transaccional, que José Luis Romero definió co-
mo "liberal-conservadora".46 Confrontadas a',un medio que les
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" , Elías J. Palti El tiempo de la política
291
t1
C)
apartado del supuesto ,"tipo ideal" liberal (ellogos) sólo pueda Así, obligada a postularse un objetivo que nunca puede al- I(
interpretarse como sintomático de algún pathos oculto. Los canzar, ésta mina sus propios fundamentos. Como vimos, 5ch-
~,
"modelos" son, en la región, aceptados de manera llana como warz es particularmente lúcido acerca de esta situación (la si-
(¡ i perfectamente consistentes, y su sentido como transparente. A multánea necesidad-imposibilidad de distorsiones en la historia
, i las definiciones de manual, simplistas por naturaleza, aquí se las de ideas local). Sin embargo, toma por una característica de la
(j
.; toma de modo acrítico como puntos de partida válidos; el úni- historia intelectual latinoamericana lo que es, en realidad, un
(¡
; ca problema que la historia de ideas plantearía en América La- problema inherente a las propias aproximaciones a ésta. Si no
G : tina es algo, de hecho, externo a éstas por completo: su aplica- es posible encontrar los supuestos rasgos que especifican a las
e i bilidad o no al específico contexto local. ideas en el contexto local es, en última instancia, porque esas
(j Desde un punto de vista conceptual, la consecuencia más mismas aproximaciones lo impiden: considerado desde el pun- I
el \
,\
grave de! señalamiento anterior es que las aproximaciones tra-
dicionales a la "historia de ideas" necesaria y sistemáticamente
to de vista de su contenido ideológico, todo sistema de pensa- :
miento cae necesariamente dentro de un limitado rango de al. I
"c
;'c
fracasan en su intento de hallar algo "peculiar" a América La-
.tina, como pretenden. A fin de postular el hallazgo de alguna
ternativas, ninguna de las cuales puede pretender aparecer!
como una exclusividad latinoamericana. Las ideas de un autor
Jc "peculiaridad latinoamericana", los historiadores de ideas loca- dado sólo pueden ser, dentro de este esquema, o bien más li-
Pe les no sólo deben simplificar la historia de ideas europea, bo- berales que conservadoras, o bien más conservadoras que libe-
~tc
:'c
rrando todas sus aristas problemáticas y eliminando la comple-
,jidad de su curso efectivo. El punto es que aun así difícilmente
encontrarán algún modo de describir las postuladas "idiosin-
rales, o bien deben ubicarse en algún punto equidistante entre
ambos polos (y él mismo patrón habrá de reproducirse en ca-
da uno de los distintos tópicos en que las historias de ideas tra-
e crasias" latinoamericanas con "categorías no europeas". Como dicionales suelen encontrarse organizadas). En definitiva, cuan- I
i
no hay aún verdadera interpenetración. Y aquí radica también
I centradas en las "ideas": é-;iaSiéne;'~;:¡-{¡"n"'aD.s¡ed~ªpj)i.li:¡~_ la limitación fundamental contra la que choca el enfoque de I
i.'ticularidad"
- que nunca
'. . pueden
__.. _ "_.satisfacer. En síntesis, la historia
f de "ideas" lleva a un callejón sin salida.
o ~. __
Schwarz. En definitiva, si éste no puede dar cuenta de las razo-
nes epistemológicas para la necesidad-imposibilidad de tales
¡
N
"; •.,
i~
'~'C
~'.J,,
:í)r;:
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(~ Elías J. Palti El tiempo de la política
@ r'\!:\
,".I,~
Q
"distorsiones" es porque 'él mismo descansa sobre las premisas de l~s.cuales la de contener y proveer información es la más J 'I")!
, que determinan tal necesidad-imposibilidad. La raíz última de ello
it simple de todas"." (),
se encuentra en una perspectiva lingüística decididaIl1~nte pobre,
! ' inherente a la historia de "ideas", que reduce el ~engttaje.as~ fun-
, En efecto, que Schwarz asocie el que las ideas en América .r-.'
\.1,]
Latina se encuentren "fuera de lugar" con el hecho de que és-
!I dón puramente referencial. Es ésta la gye provee los fundamentos tas resulten descripciones inadecuadas ("representaciones dis-
,,"""
~:
. ./
~
porando a su definición la consideración de aquella dimensión de un discurso dado como "fuera de lugar" conlleva la referen-
\,J,*
pragmática que le es inherente. cia a su dimensión pragmática, a las condiciones de su enuncia-
ción. Algunas distinciones conceptuales nos permitirán, pues,
o
'.)
\
f'
;"f"
1$~ 294
1
[ir Elras J. Palti
I
El tiempo de la politica 295\
el enunciado (utterance), no la pmposición (statement). Lo que im- ras o falsas (representaciones correctas o erradas de la realidad),
porta en el enunciado no es el significado (meaning), sino el sen- pero nunca están "fuera de lugar"; sólo los enunciados lo están:
tido (significance). Este último, a diferencia del anterior, no pue- el estar "fuera de lugar" es necesariamente una condición prag-
de establecerse independientemente de su contexto particular de mática; indica que alguien dijo algo de un modo incorrecto, o
elocución. Éste refiere no sólo a "qué se dijo" (el contenido se- que fue dicho por la persona equivocada o en un lugar inapro-
mántico de las ideas), sino también a "cómo se dijo", "quién lo
dijo", "dónde", "a quién", "en qué circunstancias", etc. La COffi-
p.iada o en un momento inoportuno, etc. A la inversa, los enun-¡
;{ , prensión del sentido supone un entendimiento del significado; sin
aados, como tales, pueden eventualmente estar "fuera de lugar",
pero no ser falsos o verdaderos. Sólo las proposiciones lo son. Un
( '. embargo, ambos son de naturaleza muy distinta. El segundo enunciado particular puede quizá contener proposiciones fal-
( pertenece al orden de la lengua, describe hechos o situaciones; sas, pero aun así es "verdadero" ("real") como taL Los enUncia-¡
el primero, en cambio, pertenece al orden del habla, implica la dos, de hecho, trascienden la distinción entre "ideas" y "reali-
(
realización de una acción. Lo visto hasta aquí puede represen- dad": ellos son siempre "reales" como actos de habln. (para decirl0.J
{ tarse como sigue:48
con los términos de Austin). Esto explica una de las paradojas
( que señala Schwarz: que un enunciado contenga proposiciones
.( falsas ("representaciones distorsionadas de la realidad") y que
Enunciado E (utterance) en situación x
( aun así sea "verdadero". Pero ésta no remite a ninguna particu- l1
(
laridad brasileña o latinoamericana, sino a una facultad inhe- ¡:,.
~
rente al lenguaje.
( Componente lingüístico (statements)
Podemos sintetizar ahora el postulado fundamental que Of- :.
{
~
ganiza este trabajo: la definición de un modelo que permita dar I
( cuenta de la dinámica problemática de las ideas en América La-
Significado de E
( (meaning)
Componente retórico tina, en la medida en que involucra una consideración de la di- I
mensión pragmática del lenguaje, no se puede realizar con el i
( tipo de herramientas conceptuales que Schwarz maneja (que ¡
( ~ ~ son, en definitiva, las tradicionales de la "historia de ideas"). I
Sentido de E en situación x
( Sólo a partir de una consideración simultánea de las diversas:
(significance)
instancias de lenguaje se pueden establecer relaciones signifi-I
(
cativas entre los textos y sus contextos particnlares de enuncia-¡
t. ción, hallar un VÍnculo que conecte los dos canales de la "visión I
l En el marco de nuestra discusión presente el punto crítico
es que las "ideas" (en tanto proposiciones o statements) son verdade-
estereoscópica" ("análisis literario" y "reflexión social") que I
<. propone Schwarz,49 y convertir así a la historia intelectual en
(.
el 48 Fuente: Oswald Ducrot, El deciry lo dicho, Buenos Aires, Hachettc, 1984, 49 Roberto Schwarz, "Adequa~ao nacional e originalidade crítica", Seqüén-
;,~ p.31.
0-"-" cías, p. 28.
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297
Elias J. Palti El tiempo de la política
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una verdadera empresa.chermenéutica. Si enfocamos nuestro . trando al mismo tiempo la naturaleza de las limitaciones que 'r)~
análisis exclusivamente en la dimensión referencial de los dis- le imponía su inscripción dentro de los marcos tradicionales D::~
cursos, no hay modo de trazar las marcas lingüísticas de su con- de la historia de "ideas".
La semiótica, como se sabe, es la disciplina que ha venido a
O
texto de enunciación, puesto que, en efecto, éstas no radican
ocupar en nuestros días el lugar que dejó vacante el eclipse de
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en este nivel. De allí que, siguiendo los procedimientos habi- .
¡ tuales de la historia de ideas, no pueda hallarse en las "ideas la retórica clásica. Ésta ha tratado de analizar sistemáticamente O
! latinoamericanas" ningún rasgo que las particularice e identi- los procesos de intercambio simbólico. Su piedra de toque fue <:..)
! fique como tales: sólo la consideración de la dimensión prag- la definición de la unidad comunicativa elemental representa-
')
! mática de los discursos permite comprenderlos como eventos da por el esquema "emisor -> mensaje -> receptor". Sin embar-
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i (actos de habla) singulares. En definitiva, hLbúsquedade las go, para Lotman, ese esquema monolingüe deriva en un mode-
¡determinaciones contextuales que condicionan los modos de lo abstracto, estilizado y estático, de los procesos de generación r)
y transmisión de sentidos. Como él muestra, ningún "código", ,D',
I !~propiación, circulación y articulación de los discursos públi-
cos nos conduce más allá de la historia de "ideas". "texto" o "lenguaje" (términos que usa en forma intercambia-
ble) existe aislado; todo proceso comunicativo supone, dice, la
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presencia de al menos dos códigos y un operador de traduc- .oí
--)Y De las "ideas" al "lenguaje" ción. El concepto de "semiosfera" señala, precisamente, la coe- (.)1..
xistencia y superposición de infinidad de códigos en el espacio j.') '1
I El paso'.l~_u_na.!listoria de las"id~as" <l_un
••}¡jstOIiE,_li~L'1,.,n-
\ guaje" ofrece, en efecto, una nueva base para abordar el tipo
semiótico (lo qúe, en última instancia, determina su dinámica).
Éste, como señalamos, representa una alternativa posible para
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(3 298
(¡ Elías J. Palti El tiempo de la política 299
e ción de aquellos elclue.rítos simbólicos "extrasistémicos": una po? La única forma de salvar la noción de los "desajustes loca-
(,(¡ • "idea" correspondiente a un código que le es extraño no pue- les" sería v91ver atrás en sus argumentos y postular la existen-
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de introducirse en él sin antes sufrir un proceso de asimilación
'. a éste. Esto muestra que, en definitiva, el "canibalismo" semió-
cia de un cierto sustrato más auténtico de nacionalidad a la que
su propia cultura "superficial" fallaría en expresar o represen-
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tico no es una particularidad brasileña, y mucho menos una he- tar, que es precisamente lo que sostiene el discurso nacionalis-
, .rencia cultural tupí, como imaginaba Oswald de Andrade,5!
ta. Reencontramos aquí, pues, aquella alternativa en apariencia
En este marco se comprende mejor la crítica primera de ineludible: o bien disolver la problemática relativa a la condi-
'Schwarz al rechazo por parte de los nacionalistas a la "imita- ción periférica de la cultura local, o bien volver a los marcos
•ción" de los modelos "foráneos", cuando señala que la imitación dualistas propios del nacionalismo. Existe, sin embargo, una
no'a1canza a explicarse por sí misma, sino que deben buscarse tercera opción, que Schwarz esboza sin alcanzar aún a desarro-
en la propia realidad brasileña las condiciones que explican esa llar de modo consistente.
tendencia a adoptar conceptos extraños para describir (siempre La piedra de toque de su concepto radica en un giro fun-
de manera impropia) a la realidad locaL En definitiva, decía damental que él introduce en los modos de abordar la cues"
Schwarz, es en el mismo acto de "imitar" que la cultura brasile- tión. Su interrogación original ya no referiría en verdad a la su-
ña hace manifiesta su naturaleza inherente. Pero ello también puesta <'extrañeza" de las ideas y la cultura brasileña sino, más
muestra que, como señalaba Carvalho Franco, nunca las "ideas" bien, a cómo es que éstas vienen eventualmente a ser percibi-
..~stán realmente "fuera de lugar", esto es, que nunca los inter- das como tales por determinados sectores de la población lo-
cambios comunicativos suponen meras recepciones pasivas de caL La referencia a las ideas de Lotrnan puede sernas de utili-
. elementos "extraños". Para ser asimilados, éstos deben ser (o dad para aclarar también este punto, Como éste señala, si bien •
• volverse) "legibles" por la cultura que los ha'de incorporar (de los procesos de intercambio cultural no involucran nunca una
lo contrario, resultarían "irrelevantes" para ésta, "invisibles" des- mera recepción pasiva de elementos "extraños", y precisamen-
de su horizonte particular). La pregunta a que esta comproba- te por ello, es inherente a éstos la ambivalencia semiótica, la
ción enfrenta a Schwarz puede formularse así: ¿cómo pueden que tiene dos orígenes. En primer lugar, las equivocidades re-
'las ideas ser asimilables como propias y extrañas al mismo tiem- sultantes del hecho de que los códigos (al igual que la semios-
fera, considerada en su conjunto) no son internamente homo-
.~ géneos: en su interior coexisten y se superponen (se encuentra
~~ cruzado por) infinidad de subcódigos que tienden, a su vez, a
SI En Die Nalionaliliitenjrage und die Sozialdemokratie (1924), el líder socia-
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!,~' 'lista Otto Bauer sintetizó esta idea en su concepto de "apercepción nacional". su propia autoclausura, haciendo no siempre posible la mutua
'el Su definición de éste resulta sugestivamente similar a la idea de Oswald de traductil:>ilidad. Por otro lado, esa misma apertura de los códi-
¡e Andrade del "canibalismo cultura!". Según afirma, la "apercepción nacional"
indica que "ninguna nación adopta elementos foráneos en forma inalterada;
gos a su entorno semiótico tiende también a producir siempre
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~ada una los adapta a su ser total, y los somete al cambio en su proceso de
adopción, de digestión mental". Bauer, "The Nation ", en Copal Balakrishnan
nuevos desequilibrios internos, A fin de volver asimilable un
. elemento externo, los sistemas deben adecuar su-estructura in-
¡,"', (éomp.), Mapping the Nalion, Londres, Verso, 1996, p. 68. Al respecto, véase terna a éste, reacomodar sus componentes. desestabilizando así
~q Elías J. Palti, La nación como problema. Los historiadores y la "cuestión. nacional", de modo constante su configuración presente. Esto se ligaría a
~c Buenos Alres, FCE, 2003. lo que Jean Piaget estudió bajo la rúbrica de procesos de asimi-
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un estado en el que éstas estuvieran encajadas a la perfección
En ~gund9/¡ugar, los desajustes semióticos no se sitúan
equivaldría a suponer un sistema completamente orgánico, un
aquí en eT';;¡;el del componente semántico. No se trata de que
orden totalmente regimentado que ha logrado eliminar todas
las ideas "representen inadecuadamente la realidad"; los dese-
Ii
sus fIsuras y contradicciones internas (f~ar su metalenguaje),
quilibrios no remiten, en este contexto, a la relación entre
algo que 'no es nunca tampoco posible en sociedades relativa-
ti "ideas" y "realidades" -concepto que tiene siempre implícito mente complejas,
(al menos como contrafáctico) el ideal de una sociedad com-
fJ pletamente orgánica, en la que "ideas" y "realidades" conver-
La percepción de la "extrañeza" de la cultura brasileña res-
yO jan-, sino a la de las ideas respecto de sí mismas. Y este tipo
pecto de su sociedad, señalada por Schwarz, se explicaría así
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las ideas e instituciones extrañas no puedan eventualmente
sajustadas respecto de la realidad local (dando lugar a repre.
sentaciones distorsionadas de ésta). Los desajustes serían, más
adecuarse a la realidad local (de hecho, siempre están, en un
bien, una expresión del hecho de que toda asimilación es siem-
b sentido, "bien adecuadas"), sino porque dicho proceso de asi-
milación es siempre conflictivo debido a la presencia, en el in-
pre contradictoria, Y esto nos conduce al tercer aspecto, que
constituye, en realidad, aquel en verdad problemático, puesto
terior de cada cultura, de pluralidad de agentes y modos anta-
que escapa ya defInitivamente a las posibilidades de tematiza-
gónicos de apropiación ("una sociedad plural y compleja", dice
ción implícitas en el concepto del brasileño,
Pocock, "habla un lenguaje plural y complejo; o, más bien, una
El témJ:)aspecto
~ .. que la introducción de la consideración
,:.
.~ pluralidad de lenguajes especializados, cada uno de los cuales
porta sus propias pautas para la definición y diStribución de au-
de la dimensión pragmática del lenguaje nos obliga a revisar
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¡'C) toridad").56 En este marco, pensar que las ideas pudieran en-
del concepto de Schwarz radica en el hecho de que, como se
sigue de las consideraciones anteriores, no sólo las "ideas" no
'l" contrarse por completo desencajadas implicaría afirmar un es--
están nunca completamente desencajadas o "fuera de lugar"
~IJ -pues en ese caso, carentes de condiciones apropiadas de re-
re
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c 56 J. G. A. Pocock, Politics, Language, and Time, p. 22.
cepción, se tornarían irrelevantes (invisibles) para el código da-
do-, que es, en defInitiva, lo que el propio Schwarz señala, si-
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Elías J. Palti El tiempo de la política 305
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no que, además, el sentido'de sus desajustes no podría tampo- tud. Éste es tal sólo bajo el supuesto de que los esclavos son sujetos de
co definirse sino sólo en función de un código particular. Esto derecho, que era, precisamente, lo que el discurso esclavista ne- D
es, que la determinación de las ambivalencias, para un sistema gaba.57 El que esa declaración nos resulte contradictoria con la ,)
dado, es ella misma equívoca, una función de un contexto prag- existencia de la esclavitud, en definitiva, sólo revela nuestras} ,
mático particular de enunciación. No existe un "lugar de la rea- propias creencias presentes al respecto (es decir, refleja el he- ).;.
lidad" en el que se pueda determin~;---':'taxativa y ';bjetivamen- cho de que para nosotros todos los seres humanos, incluidos los ".Ii
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qué "ideas" se encuentran "fuera de lugar" y cuáles no.. En esclavos, son sujetos de derecho; en fin, que no participamos t)
definitiva, la definición de qué está "fuera de lugar" y qué está del discurso esclavista) ,5810 que no es relevante desde un pun- ,)!
"ensu lugar apropiado" es ella misma parte ya del juego delos to de vista historiográfico. (Yj
eqllívocos (como vimos, para los propios actores, los "irreaiis- Sin embargo, Schwarz está aún en lo cierto cuando afirma, cj
t"s" son siempre los "otros")..Yesto redefine el objeto de la his- en contra de Carvalho Franco, que tal declaración estaba "fue- .)
toria intelectual local. De lo que se trataría entonces es de com- ra de lugar". Por supuesto, no importa aquí qué pensamos ~o- 1.'\
i prender qué es lo que se encuentra "fuera de lugar" en cada SOtrOSal respecto. El punto es que ésta en efecto pareció así pa-' .,()f
contexto discursivo particular: cÓlno es que ciertas ideas o n:t0- ra los propios actores (o al menos, para algunos de ellos), y que "~Ji" ,
( delos y no otros vienen a aparecer como "extraños" o inap~o- en el curso del siglo XIX esta percepción se difundió rápidamen- () 1
piados para representar la realidad local;. cómo, ideas y mode- te (en especial, en la segunda mitad del siglo). Las que se con-;V/);
los que resultan "apropiados" para ciertos sujetos, aparecen como trapusieron. entonces no fueron "ideas" con "realidades", sino "" ~
"e~traños"pára otro.s; cómo, finalmente, ideas o modelos que, dos discursos opuestos (como señala Lotman, la generación de 0'
en determinadas circunstancias y para ciertos actores, apare<;:ie- contradicciones o ambivalencias semióticas supone sienlpre la '.l) ,
ron como "extraños" se revelan eventualmente como "apropia-
dos" para esos mismos actores (ya la inversa, cómo' ideas y mo-
~o+
( ...•,~
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delos que parecieron "apropiados" se tornan "extraños" para 57 "El azúcar sería demasiado cara si no se emplearan esclavos en el tra- .' ji;
ellos). El ejemplo clásico de Schwarz, el de la Constitución bra- b~o que requiere el cultivo de la planta que lo produce. Estos seres de quie- ')'ll
sileña de 1824, resulta aquí también ilustrativo. nes hablamos son negros de los pies a la cabeza y tienen además una nariz ()t
Siguiendo el texto de la Declaración de los Derechos del Hom/;re
y el Ciudadano, ésta afirmaría que todos los hombres nacidos en
tan aplastada que es casi imposible compadecernos de ellos. No puede cabeT-
nos en la cabeza que siendo Dios un ser infinitamente sabio haya dado un al- \?~
",1:
ma, y, sobre todo, un alma buen;, a un cuerpo totalmente negro." Esto lo de- ...1'1.'
suelo brasileño serían libres e iguales. Como señala Schwarz,
cía nada menos que Montesquieu (El espiritu de las leyes, libro xv, cap. v). Se {~)
tal declaración, repetida en un país en que aproximadamente puede alegar que tal afirmación no era propia al liberalismo, sino que refle-
un tercio de la población era esclava, generaba evidentes con- ja sus propios prejuicios personales, o un clima de época, etc. (algo contra lo O
tradicciones. En todo caso, representaba una grosera distorsión cual, éste, sin embargo, advierte en el prefacio: "no he sacado mis principios
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de la realidad. Se trataría, en fin, de una expresión más de la de mis prejuicios", asegura allí, "sino de la 'naturaleza de las cosas"). Sea co-
serie de desajustes producidos por la introducción de las ideas mo fuere, resulta claro que la conjunción liberalismo-esclavismo -aunque, :0
liberales en un contexto en que no existían las condiciones so-
por razones obvi<l::s,en el Brasil se hará sentir de manera más notoria- no ;)
fue una "particularidad brasileña".
ciales que le dieron origen. Sin embargo, dicho principio no ( '" .
~8,.parala distinción entre "persona" y "cosa", véase Jacob Gorender, O es-
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era necesariamenlecontradictorio con la existencia de la esdavi- cmvismo colonial, San Pablo, Ática, 1978, p. 73. C)
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~C' 30G Elías J. Paltí 307
" .•.. El tiempo de la política
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308
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Elías J. Palti
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~&.,
comprende a todos los países del continente, en cada uno de ~";'f
, 1
los estadios de su historia, lo cual sería un defecto: ¿Qué nos 7 O~
puede decir acerca del Brasil de 1964 una fórmula igualmente .),1lJilt,
aplicable, digamos, al siglo XIX argentino?".59 Bibliografía citada
J,
,)
j1
01
,»:1•
0'\,
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Periódicos'
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