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El Concepto de Validez Juridica en Alf R
El Concepto de Validez Juridica en Alf R
I. Introducción
El profesor danés Alf Ross ha sido considerado uno de los tres grandes juristas del
siglo pasado. Es indudable que junto con Hans Kelsen, uno de sus maestros, y Herbert L.A.
Hart, desde su propia visión del fenómeno jurídico realizó aportes fundamentales a la
filosofía jurídica y a la teoría del derecho. Es, sin hesitación, dentro de esos tres grandes
teóricos del positivismo jurídico el que mayor énfasis puso, no sólo en la eliminación de los
dualismos en la teoría del derecho, sino también en el intento de erradicar toda
especulación metafísica en el pensamiento científico y filosófico del derecho.
1
Como apunta, con acierto, Eugenio Bulygin aquí se advierte la diferencia crucial entre el realismo
americano y el de Alf Ross. Para los realistas americanos las normas mismas eran predicciones acerca de la
conducta futura de los jueces. En Ross la predicción está involucrada exclusivamente en el concepto de
vigencia. Son los científicos del derecho los que al sostener que una norma es vigente, predicen que en el
futuro será aplicada por los tribunales. (Cfr. Eugenio Bulygin. “El concepto de vigencia en Alf Ross” en
Carlos E. Alchourrón y Eugenio Bulygin Análisis lógico y derecho, CEC, Madrid 1991, pag, 344.
2
Cfr. Ross, Alf, Hacia una ciencia realista del derecho. Crítica del dualismo en el derecho. Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1961, pág. 81
2
carecen de fuerza constitutiva, sólo los conceptos normativos pueden emplearse para tal fin.
Pero a los enunciados normativos se los asocia con la idea de derecho, cuya propiedad
esencial sería la validez. Ross intentará encarar como un problema crucial de toda su obra
jurídica filosófica, la antinomia entre realidad y validez.
En Kelsen la validez de una norma sólo puede fundamentarse en otra norma. Por
ende, en algún momento debe terminarse esta fundamentación de manera arbitraria. De ahí
– nos dice – que Kelsen deba presuponer una norma originaria. Esta norma no se
fundamenta en ningún otro orden normativo, como por ejemplo un orden moral. Así Kelsen
– señala- combate severamente el intento de fundamentar el deber ser en el ser, como de
determinar el sustrato del deber ser como un ser. Kelsen, según nuestro autor, no se
propone explicarnos que significa que una norma posea validez. Existe una reconducción
de una norma válida a otra, y ello da respuesta a la pregunta sobre la validez de las normas.
No nos dice en que consiste la validez de la primera norma presupuesta de la cual se deriva
la validez de las normas jerárquicamente inferiores. El concepto es siempre hipotético, nos
dice que si queremos fundar la validez de una norma, eso puede llevarse a cabo
3
Alf Ross, Teorías de las fuentes del Derecho. Una contribución a la teoría del derecho positivo sobre la
base de investigaciones histórico-dogmáticas. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid 1999
4
Alf Ross, Teorías de las fuentes del derecho, ob., cit. pag.55 y sigs.
3
reconduciendo su validez a otra validez. Ross entiende que Kelsen adopta el planteamiento
habitual vinculado a la fundamentación del derecho, quizás por continuismo histórico, pero
deja sin explicación “qué significa y cómo puede conocerse que el derecho es válido”5
En esta obra- la tesis que dedicara a Kelsen- Ross apunta la crítica a quien era su
maestro. La problemática que plantea es que no advierte como puede establecerse una
relación entre la validez del derecho y su relación con las circunstancias empíricas dadas.
Cómo es posible – se pregunta- sobre las bases kelsenianas derivar la validez de un derecho
determinado aquí y ahora. Piensa que Kelsen, como normativista puro, no podía afirmar
como de hecho sucedió que: “Sería simplemente absurdo pretender acudir, para
comprender hoy la naturaleza del Estado ruso, a la norma originaria que, con anterioridad a
la Revolución, cualquiera que persiguiera ese mismo fin epistémico habría de tener en
cuenta: la que establece que la suprema autoridad es el Zar absoluto. Y la única razón por la
que esto sería absurdo es que el ordenamiento así identificado no ofrecería posibilidad
alguna de interpretar el conocimiento de hecho de los rusos como razonable, esto es, como
ajustado a normas”6
Ross critica, en este punto, la idea vertida por Kelsen para dar solución a esa
cuestión. Kelsen suscribía la tesis que el poder se había convertido en derecho. Al cambiar
la ideología del Estado simultáneamente cambiaba la norma fundamental presupuesta. Esta
nueva norma fundamental presupuesta era la que confería suprema autoridad jurídica a los
factores de poder triunfantes. Para Ross esto era erróneo, un cambio fáctico en la ideología
no podía provocar una alteración de la propia norma fundamental. Admite sí que Kelsen
tiene una explicación para establecer una relación entre la norma fundamental y el mundo
del ser: “La norma fundamental habrá de ser necesariamente arbitraria desde un punto de
vista estrictamente jurídico, pero que no por ello ha de serlo desde otro punto de vista”7 Es
una norma, que funciona como un principio de economía epistémica que se hace extensivo
al conocimiento normativo, y que en el caso exige presuponer como derecho válido un
orden eficaz. De ahí se desprendería para Kelsen la conexión funcional entre la esfera de
validez del derecho y la esfera de los hechos empíricos. Ross considera dudoso la
existencia de este principio atribuido a Mach, y termina remitiéndose a la crítica de
Verdross, la que dice compartir.
5
Alf Ross, Teorías de las fuentes del derecho, ob., cit., pag. 322
6
Alf Ross “Teorías de las fuentes del derecho, ob, cit, pags, 322, 323, cita de la obra de Hans Kelsen,
Soziologischer und juristischer Staatsbegriff.
7
Alf Ross, Teorías de las fuentes del derecho, ob, cit, pág, 323
4
validez ética puramente ideal, esto debe ser rechazado, pues la validez positiva se integra de
dos componentes no jurídicos: “una pura realidad natural y una pura validez ética.”8
Observa Ross que si bien Kelsen en contraposición a las doctrinas del derecho
natural absoluto, no postula un principio jurídico supremo determinado, pues su norma
fundamental es indeterminada, hipotética y formal, esto puede admitirse en cierto sentido
pero no en otro. Aclara que la palabra “absoluto” es ambigua. Cuando se dice que el
derecho natural postula un principio jurídico absoluto, significa que es absolutamente
determinado, que es incondicional, que no permite elección. En ese sentido no puede
sostenerse que la norma de Kelsen sea absoluta. Ello en razón de que es condicional, tiene
carácter hipotético-indeterminado, es accesible a una elección. Pero ello, según Ross, no es
suficiente para afirmar que Kelsen hubiera eliminado el carácter absoluto de la norma
hipotética fundamental. Pues absoluto significa algo opuesto a relativo. Relativo es lo que
está en relación con algo distinto que lo determina (absoluto = estar ligado a la nada),
significado que el jurista danés extrae de Schopenhauer. Afirma, entonces, que en ese
sentido la norma originaria no es relativa, sino absoluta. Rige, aunque de forma
presupuesta, en forma absoluta, no tiene relación con nada y carece de fundamento: “Es la
validez por antonomasia, la norma absoluta, la norma en sí. Por más que se la dote de un
contenido condicional e indeterminado, su forma, su significado, como norma, sigue siendo
absoluto.”10
8
Alf Ross, Teorías de la fuentes del derecho, ob,cit, pág, 327
9
Alf Ross, Teorías de las fuentes del derecho, ob,cit, pág, 329
10
Alf Ross, Teorías de las fuentes del derecho, ob, cit, pag. 329, nota 76
5
que sólo alcanzan a ser ilusiones de objetividad.11 La tesis a la que apunta el jurista danés es
que únicamente comprendiendo las vivencias jurídicas de validez, es posible superar el
dualismo entre dos mundos uno el de los hechos, el otro metafísico el de las ideas eternas o
el reino de la validez.
En esa obra Ross adelanta alguna explicación que considera satisfactoria para el
problema metafísico de la validez, noción que entiende debe ser eliminada o reducida a un
elemento de la realidad. En consecuencia considera razonable entender al orden jurídico
como un todo de significado en donde se entrelazan la compulsión que emana del orden, lo
que genera ciertas conductas interesadas, como también ciertos impulsos desinteresados de
acción que llevan la nota de la validez y ciertas reglas de competencia que establecen la
autoridad. La compulsión y la validez se encuentran necesariamente asociadas. Así la
validez dejaría de ser algo a-priori o de carácter trascendental perteneciente a la esfera
moral.
Llegamos así a la que ha sido considerada, con razón, la obra más relevante del
autor danés. El libro intitulado: “Sobre el derecho y la justicia”12 refleja una clara evolución
de Ross hacia el positivismo lógico, y en su versión metaética al escepticismo moral con
una postura emotivista. Es por cierto que esta postura lo lleva a poner énfasis en el
concepto de “derecho vigente”, limitando el alcance que, en la teoría del derecho, pudiera
tener la noción arraigada de validez.
11
Alf Ross, Hacia una ciencia realista del derecho, ob, cit, pag. 16
12
Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia, Eudeba. 1963
13
Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia, ob,cit, pag, 37
6
considera que la ciencia del derecho se basa en el postulado del principio de verificación.
Pues el principio de verificación corresponde sea, también, aplicado a la ciencia social
empírica. De ahí que exprese: “... Esto significa que no debemos interpretar las
proposiciones acerca del derecho vigente como proposiciones que aluden a una validez
inobservable o “fuerza obligatoria” derivada de principios o postulados a priori, sino como
proposiciones que se refieren a hechos sociales. Es menester poner en claro cuáles son los
procedimientos que permiten verificarlas, o cuáles son las implicaciones verificables de
ellas.”14 La ciencia del derecho para Ross es una ciencia de hechos y las proposiciones de
los juristas son un tipo de aserciones que expresan: “D es derecho vigente” en el país P, y
esto es una predicción que D en el futuro será aplicada por los jueces”15
14
Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia, ob,cit, pag,39
15
Eugenio Bulygin ha vertido una crítica a esta interpretación de la tarea del jurista o dogmático del derecho.
Sostiene, entiendo con razón, que el jurista en su tarea no tiene el propósito de hacer predicciones, sino, más
bien, formular aserciones referidas al presente.(cfr. “ El concepto de vigencia en Alf Ross, en Análisis Lógico
y Derecho, ob,cit, pag, 345)
16
Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia, ob,cit, pag,68
17
Cfr. “El concepto de validez y el conflicto entre el positivismo jurídico y el derecho natural” Revista
Jurídica de Buenos Aires, 1961, IV pag, 47 y ss.
18
Es por ello que Ross hace alusión a la confusión en la que habría incurrido Hart al criticar su obra “On Law
and Justice”. Revista Jurídica de Buenos Aires.
7
Pero existe un tercer sentido de validez. “Validez” en ética y en derecho natural se usa para
significar la cualidad apriorística, específicamente moral, llamada también la “fuerza
obligatoria” del derecho, que da lugar a una obligación moral correspondiente.19
Quien sostiene que el orden jurídico vigente, proveniente de una fuente social, es
válido en el sentido que es acreedor a la obediencia, en el tercer sentido antes citado, no es
genuinamente un positivista, sino desde el punto de vista de Ross un “cuasi-positivista.” En
la terminología moderna un positivista ideológico.20 Por eso aclara Ross que la tolerancia y
un sometimiento no crítico que se atribuye al positivismo frente al régimen de Hitler, solo
puede atribuirse a ese tipo de positivismo – esta escuela del derecho natural- y no al
positivismo conceptual en el sentido de una teoría empirista en el campo de la filosofía
moral.
Como se ve Ross apunta contra una noción de validez en sentido normativo que no
cumple ninguna función en la descripción y explicación de la realidad del fenómeno
jurídico. Su función exclusiva – en sus propias palabras – consiste en reforzar el orden
jurídico, pues cumpliría la función de declarar que las obligaciones jurídicas de ese orden
no son meras obligaciones jurídicas respaldadas por sanciones, sino también deberes
morales.
Ross entiende que Kelsen, sin proponérselo, al definir el concepto de validez como
fuerza obligatoria, está admitiendo que existe un deber moral de obedecer el derecho. El
autor que comentamos, manifiesta que el pensamiento jurídico está recargado de conceptos
ideológicos que, en todo caso, reflejan experiencias emocionales, pero no tienen ninguna
función en la descripción de la realidad que es lo que constituye el objetivo de la ciencia
jurídica. El analista, pues tiene la misión de rechazar, no aceptar, la idea de validez.
Afirma Ross que la teoría pura del derecho de Kelsen continúa el pensamiento
cuasi-positivista al no superar la idea de que un sistema jurídico vigente posee una validez
normativa. Pues para Kelsen la existencia de una norma es su validez y ello significa que
“los individuos deben comportarse como la norma estipula” y así se pregunta el profesor
dinamarqués, “si la norma en su contenido inmediato, expresa lo que los individuos deben
hacer. ¿Qué significa decir, entonces, que los individuos deben hacer lo que deben
hacer?”21
Si bien Kelsen tenía un programa empirista al parecer ello no armoniza con la idea
de la fuerza obligatoria inherente al derecho, o con el deber de obedecer el derecho que
tiene un fuerte contenido moral. En verdad, Kelsen no admitió que el sentido que él
imprimía a la noción de validez como fuerza obligatoria o como un deber de obediencia al
derecho tuviera un sentido moral o un fundamento metafísico. Entiende, el autor de la
teoría pura del derecho, que el punto de vista de una ciencia del derecho positivo, la validez
19
Cfr. Revista Jurídica de Buenos Aires, 1961,IV, pag, 83
20
En un reciente trabajo Bruno Celano enfoca el concepto de validez en Kelsen y se propone demostrar que
puede ser una herramienta conceptual útil y coherente en la estructura de una explicación no-cognitivista de
las normas y en el discurso normativo. Y finalmente que recurrir a ella es consistente con el positivismo
jurídico. Cfr. Validity as Disquotation en Analisi e diritto 1999, a cura di P.Comanducci e R.Guastini.
21
Cfre Revista Jurídica de Buenos Aires op,cit, pag, 83
8
del derecho positivo o del por qué se debe cumplir con sus exigencias, no puede tener como
respuesta que así lo ordena la naturaleza o Dios. Pues ninguna de esas presuntas fuentes
confiere autoridad a los padres de la constitución, ni a las instancias normativas derivadas
de la voluntad de éstos.
Esta respuesta de Kelsen ya había sido prevista por Alf Ross, como hemos visto, en
su obra de juventud. Si bien la norma básica no es absoluta y es condicionada, para Ross es
absoluta en tanto no es relativa a otra norma. Ross se propone hacer evidente la inutilidad
de la norma fundamental, más cuando ella es presentada en oposición a una concepción
realista del derecho. Ross pretende probar una conexión entre la norma y la realidad social.
Esto excluye toda noción idealista de la validez ya sea material o formal.23 El fenómeno
jurídico es explicado por este autor por el concepto de derecho vigente. Ello implica
reconocer empíricamente una realidad social que consiste en este campo en la aplicación
del derecho por los tribunales, el derecho en acción, y las normas que operan efectivamente
en la conciencia del juez, porque este las vive como socialmente obligatorias. Estas normas
no solo permiten comprender las acciones de los jueces, en tanto esquemas significativos,
sino también predecir sus conductas futuras. Las normas vigentes constituyen una
abstracción de una realidad social empírica y, por lo tanto, la hipótesis de Ross, eliminaría
toda especulación de orden metafísico.
22
Hans Kelsen, Contribuciones a la Teoría Pura del Derecho, Centro Editor de América Latina, 1969, pag,
41-43
23
Cfr.Manuel Atienza, Introducción al Derecho, Barcanova, Barcelona 1985,pag, 242
9
Ross desarrolla una tesis en torno a lo que considera plausible entender por validez
dentro del fenómeno jurídico. En primer lugar rechaza la tesis que sostiene que existe una
relación estrecha entre el derecho y la fuerza. Según esta tesis las normas jurídicas tendrían
como rasgo principal el de estar respaldadas por la fuerza. Ross entiende que el derecho, el
sistema normativo jurídico se refiere a la aplicación de la fuerza. Y en estrecha vinculación
con esto se encuentra la cuestión que puede considerarse sociológico jurídica y que
pretende descubrir cuáles son los motivos que impulsan a los hombres a actuar de una
manera lícita.
Existen, para él, dos clases de motivos humanos principales: 1) impulsos fundados
en necesidades que se originan en mecanismos biológicos y que son vividos como
“intereses”; e 2) “impulsos incubados en el individuo por el medio social, que son vividos
como un imperativo categórico que lo “obliga”, sin referencia a sus “intereses” o incluso en
conflicto directo con éstos.25 Esta clasificación de Ross tiene aplicación actual en lo que se
distingue entre las razones prudenciales y morales. A esta últimas se les atribuye una
interpretación metafísica, pues se entiende, erróneamente, que existiría una conciencia de
una “validez” superior, la que en tanto que “deber” es contrapuesta a la naturaleza sensual
del hombre y a los intereses que surgen de ésta.
En el plano relativo a las normas jurídicas en cuanto ellas se dirigen a los jueces y
que, además, funcionan como pautas de decisión, da por sentado que los jueces se mueven
por impulsos desinteresados, por un puro sentimiento de deber y no por el temor a las
sanciones o por intereses. Ross considera y da por sentado que sería imposible edificar un
sistema jurídico eficaz si no existiera dentro de la magistratura un sentimiento vivo y
desinteresado de respeto y obediencia hacia la ideología jurídica en vigor.26
El sentimiento vivo y desinteresado, del que nos habla Ross, introduce en el debate
el problema del punto visto interno y externo del fenómeno presentado por la existencia de
reglas. Una clara crítica de Hart se advierte en la recensión de la obra On Law and Justice
de Ross27. De acuerdo con Hart es atinado considerar estos dos aspectos cuando está en
24
Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia, op, cit, pag, 69
25
Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia, op, cit, pag, 81
26
Alf Ross, Sobre el derecho y la justicia, op, cit, pag, 81
27
H.L.A.Hart, Realismo escandinavo, en El ámbito de lo jurídico, Pompeu Casanova y Juan José Moreso Eds.
Crítica. Barcelona. 1994
10
juego el discurso de reglas o normativo. Entiende, sin embargo, que Ross incurre en un
error al asimilar el aspecto interno a una “emoción” o “sentimiento”, como si todo se
redujera a una particular experiencia psicológica. Para Hart el aspecto interno de todo
discurso normativo requiere de proposiciones, y éstas no serían metafísicas, aunque su
lógica y estructura sea diferente a los enunciados de hecho o a las expresiones de
sentimientos.28
El vocabulario que se utiliza es, para Hart, indicativo del punto de vista interno.
Expresiones como ‘yo (tu, él, ellos) debo/ben hacer esto’, o como ‘debe’, ‘tiene que’,
‘correcto’ o ´incorrecto’, no describen, desempeñan una función normativa crítica y tiene
un significado. Estas expresiones internas no predicen comportamientos probables,
consisten en una reacción frente a desviaciones que se consideran injustificadas. Estos
enunciados internos manifiestan la aceptación de esos estándares y los constituyen en
razones para las reacciones que se consideran justificadas. Dice Hart que este tipo de
enunciados internos no pueden ser confundidos, sin más, con “sentimientos de
compulsión”, pues aunque puedan existir no son condiciones necesarias ni suficientes para
su uso normativo.29
Ross, señala, en su respuesta a Hart, que las reglas jurídicas no pueden ser
identificadas por métodos conductistas. Que él rechazó el conductismo como una forma de
explicar el aspecto normativo del fenómeno jurídico.30 Una práctica uniforme de conducta
no es suficiente para afirmar que una regla existe. Pero el jurista danés no puede entender el
sentimiento de obligatoriedad, como un acto reflexivo de aceptación, tal como lo entiende
Hart. El sentimiento de obligatoriedad, o que la regla sea socialmente entendida como
28
Recordemos que Alf Ross en “On Law and Justice”, mantenía una posición afín con la del positivismo
lógico y, en consecuencia, adscribía a la tesis de que los términos morales carecían de sentido.
29
H.L.Hart, Realismo escandinavo, op,cit, pag, 462
30
Eugenio Bulygin entiende que Ross mantiene una tesis conductista aunque diferente a la del realismo
americano. La tesis de Ross podría calificarse de conductista en la medida que admite que la vigencia del
derecho depende de la conducta del juez. Una norma es aplicada (vigente) cuando es usada por el juez para
justificar su decisión. Cfr. El concepto de vigencia en Alf Ross, en Análisis Lógico y Derecho, pags, 352 y ss.
C.E.C.Madrid.1991.
11
obligatoria por las personas, no es otra cosa que una actitud, y ella es el resultado de una
intención en la mayoría de los casos inconsciente. Ross afirma que Hart decanta demasiado
este sentimiento psicológico para transformarlo en un acto reflexivo y deliberado.31
Creo conveniente tratar de esclarecer por qué Ross rechaza que el sentimiento de
obligatoriedad, salvo en casos excepcionales, pueda convertirse en un acto reflexivo y
deliberado. Para ello debemos tener en cuenta los aportes que el autor que comentamos
hiciera en su obra de la madurez.32 En el análisis del discurso que encara en esta etapa,
alejándose parcialmente de su adhesión al empirismo lógico, nos propone considerar el
discurso directivo. Así señala que un enunciado en discurso directivo es una forma
lingüística que expresa un directivo, esto es, una idea acción concebida como forma de
conducta. El uso directivo del lenguaje puede ser analizado semánticamente y se distingue
por el operador que se utiliza. La expresión: ‘Pedro, cierra la puerta’ y ‘Pedro está cerrando
la puerta’, se distinguen por la diferencia en el operador. En el primer caso, nos dice Ross,
el enunciado es un directivo cuyo elemento representativo puede ser caracterizado con la
expresión ‘(El cerrar la puerta por Pedro) así debe ser’, que nos señala su contenido
significativo. En el segundo ejemplo estamos ante una proposición en la cual el contenido
significativo emana del operador ‘(El cerrar la puerta por Pedro) así es’. Ross aclara,
consecuente con su postura empirista, que no puede comprender lo que significa, no que el
tema es real, sino que debería ser real, en el enunciado directivo. Asevera que es un hecho
empírico que las expresiones directivas se usan para influir en la conducta, y que en gran
medida tienen éxito, sin mediar transmisión de información. Considera que la fuerza
motivadora del directivo no está en la expresión misma, sino en las circunstancias en el que
el directivo se usa.33 El operador aludido para los directivos no expresa un elemento
semántico común para todos los directivos. Su función, expresa, consiste en indicar que la
idea acción que es su tema, está presentada como forma de conducta, y no pensada como
real. La idea acción no es por si misma motivadora, pero si el agente a quién se dirige el
directivo resulta motivado, la idea-acción le dice cómo actuar.
Es por ello que las palabras de la ley carecen en sí mismas de fuerza motivadora,
sólo cuando esas palabras son usadas de manera tal que implican un acatamiento a las leyes
o a la constitución, determinan nuestra dirección. Las expresiones con significado directivo
o también denominadas deónticas, expresiones verbales tales como ‘debes’, ‘estás
obligado’, ‘está permitido’ etc., tanto pueden aparecer con significado indicativo o
directivo. El primer caso se da cuando la dogmática jurídica describe el derecho existente,
pero cuando un policía dice “Está prohibido estacionar aquí” debe tomarse como un
directivo. La distinción que antecede muestra la distinción que hace Hart entre los aspectos
internos y externos de las reglas. En consecuencia la característica de un directivo es que
describe una forma de conducta y, en circunstancias apropiadas, evoca en la persona a la
que se dirige la respuesta de realizar esa forma de conducta. Entre los directivos que
integran la clase de los personales, puede establecerse una diferencia entre los mandatos e
31
Alf Ross, Hart sobre el concepto del derecho, op, cit, nota 23, pag, 466
32
Alf Ross, Lógica de las normas, Editorial Tecnos Madrid. 1971
33
Alf Ross, Lógica de las normas, op, cit, pag.42.
12
34
Alf Ross, Lógica de las normas, op,cit, pag, 45
35
Alf Ross, Lógica de las normas, op,cit, pag,46
13
estudiado y explicado por la psicología. Una explicación posible de este fenómeno consiste
en verlo como un proceso de condicionamiento. Este condicionamiento es el que genera
actitudes espontáneas de aceptación u obediencia a la autoridad, como puede advertirse
tanto en la práctica militar como en la relación de padres a hijos. Una autoridad de facto
como una de jure puede explicarse por medio de estos condicionamientos espontáneos.
Todo régimen de facto tiende a convertirse en un régimen de jure. 36 Toda obediencia a la
ley, en consecuencia depende de una combinación de motivos interesados y
desinteresados.37
Ross señala que las reglas legales constituyen cuasi-mandatos que entran en la
clasificación más amplia de directivos impersonales. Ellos se caracterizan porque su
autoridad se deriva no de una persona en particular sino de un sistema de normas. En una
breve explicación Ross pretende mostrar que la autoridad y el poder coactivo que sostienen
las reglas legales no pueden localizarse en ningún individuo o grupo de individuos, sino
que ha de adscribirse únicamente al sistema al orden legal como tal. “Una orden para
circular de un policía no deriva de una cualidad propia del hombre en tanto policía, sino de
su cargo que a su vez depende del orden legal que lo ha creado”38 De esa manera clasifica a
los cuasi-mandatos como heterónomos, que están dados en servicio del interés de la
sociedad. Su fuente de efectividad es el miedo a las sanciones y respeto a la autoridad
personal.
36
El concepto de autoridad, como puede advertirse, en Ross es puramente descriptivo y no normativo.
37
Alf Ross, Lógica de las normas, op, cit, pag,48
38
Alf Ross, Lógica de las normas, op, cit, pag.55
14
que existiría una intuición racional que tiene su raíz en la naturaleza humana o que es una
manifestación de la voz de Dios, la que nos permitiría descubrir la objetividad moral. Esta
última posición, como se puede observar, y así lo asevera Ross, no hace otra cosa que hacer
afirmaciones metafísicas vacías con el propósito de defender una creencia en la objetividad
moral que es una mera ilusión.
Ross adhiere a la tesis de que para que una norma sea considera establecida es
necesario que se encuentre en correspondencia con los hechos sociales. Ello significa que la
forma de conducta presentada en la regla sea seguida por los miembros de la sociedad en la
mayoría de los casos. Se requiere una regularidad externa de conducta que no es otra cosa
que una conformidad observable. Pero esto no es suficiente, entiende, como Hart, que la
existencia de una regla legal para distinguirse de la existencia de los meros hábitos de
conducta no obligatorios, supone un punto de vista interno a la regla, que es la conciencia
de seguirla y la obligación de hacerlo así. El problema pendiente es comprender en que
consiste esa interiorización que genera un sentimiento de obligación.
La crítica tenaz al concepto de validez que Ross iniciara desde sus obras de
juventud, pareció encontrar eco en lo que reconoce como una apertura mental de Kelsen al
revisar sus ideas sobre la norma básica. Kelsen afirma: “... mi norma básica es una norma
ficticia basada en un acto de volición ficticio... En la norma básica se concibe un acto de
volición ficticio, que realmente no existe”. Ross asevera categóricamente: “ ...Una vez que
está claro que la idea de norma básica no puede mantenerse como prerrequisito
cognoscitivo necesario como postulado del pensamiento jurídico, y que no corresponde
tampoco a ninguna realidad, hay que ir hasta el final: debe abandonarse la doctrina de la
norma básica”41
VIII. CONCLUSIONES
39
Alf Ross, Lógica de las normas, op, cti, pag.85
40
Alf Ross, Lógica de las normas, op,cit, pag,87-89
41
Alf Ross, Lógica de las normas, op, cit, pag.147
15
Se entiende que Hart puso de resalto este problema de la normatividad del derecho,
supo advertirlo y desarrolló la tesis de que la existencia de reglas de derecho no puede
explicarse satisfactoriamente si no se tienen en cuenta una clase de enunciados jurídicos
que no son descriptivos, y son los que se utilizan para exigir, justificar o criticar acciones.
Este tipo de enunciados ha sido caracterizado por Hart como enunciados internos, son
genuinos enunciados normativos que expresan juicios prácticos en los que se ponen de
manifiesto la aceptación de normas y se usan éstas como criterios de evaluación de las
conductas.
Entiendo que, en este sentido, queda en claro que Ross cuando habla de la vivencia de
obligatoriedad que experimentan los jueces, ante las normas del sistema jurídico que
aplican, no la entiende con el carácter de un juicio reflexivo de aceptación. La experiencia
de validez admite la descripción de un observador externo de ese hecho y desde el punto
de vista interno no supone un juicio práctico de aceptación. Recordemos que el enunciado
directivo no impulsa por sí mismo a la acción o decisión, sino que requiere - en la hipótesis
de Ross - un contexto particular y un condicionamiento que provoca o causa acciones
espontáneas. Los jueces condicionados por sentimientos de validez de carácter ideológico
se encontrarían motivados para tomar las decisiones de aplicar lo que el derecho dispone.
42
Es menester dejar en claro que Ross no se propuso traducir las normas a enunciados o aserciones fácticas.
Ross ha sido consecuente con la tesis de que las normas son directivos de los cuales no se puede predicar que
sean verdaderos o falsos. Por ende no se los puede asimilar a enunciados teóricos y no tienen contenido
cognoscitivo.
43
Juan Carlos Bayón Mohino, La normatividad del derecho: deber jurídico y razones para la acción, pag, 21,
nota 8.CEC, 1991.
44
Juan Carlos Bayón Mohino, La normatividad del derecho: deber jurídico y razones para la acción, pag, 24.
CEC, 1991
16
La conducta de los jueces no se explica mediante una interpretación conductista. Incluso los
cambios en la conducta del juez pueden entenderse y predecirse si se toman en
consideración hechos ideológicos. Las decisiones judiciales se ven como regularidades
constituidas por una ideología.
Esta tesis de Ross le sirve para fundamentar en que consiste la vigencia del derecho
y cómo, en consecuencia, la aplicación del mismo por los jueces le permite a la ciencia del
derecho verificar ese dato. Sin embargo, se ha entendido que el sentimiento de
obligatoriedad que, para Ross, sería el aspecto interno de las reglas jurídicas, es superfluo.
La solución la habría encontrado el propio Ross, aunque no la advirtió integralmente,
cuando afirmara: “En segundo lugar, se requiere una definición más precisa de lo que
significa que la regla es aplicada por los tribunales... Su aplicación práctica, en
consecuencia, solo puede significar que en las decisiones en que se dan por probados los
hechos condicionantes de dicha regla, ésta forma parte esencial del razonamiento que funda
la sentencia y que, por lo tanto, la regla en cuestión es uno de los factores decisivos que
determinan la conclusión a que el tribunal arriba.”45 Entiendo que esta interpretación de
Ross del aspecto interno de las reglas como impulso psicológico, entraña una presentación
acorde con el reduccionismo semántico en el sentido descripto por Raz, que es, por
supuesto, poco proficua como se ha señalado.
Si bien Ross mantuvo su tesis realista y en consecuencia trató de evitar los conceptos
normativos en la mayor parte de su obra, no ha sido consistente cuando trata la solución del
problema de la paradoja auto-referencia de la norma que establece el procedimiento para la
reforma constitucional. Su solución introduce un criterio normativo de validez que no se
compadece con la crítica que, en ese sentido, dirigiera contra Kelsen y de la que se
congratulara por la renuncia de éste. Así nos dice: “ Ahora bien, mi idea es que la paradoja
constitucional queda solucionada si admitimos la existencia de una norma básica de este
tipo como fundamento último de la validez de un orden jurídico que contenga reglas para la
reforma de la constitución tales como el art. 88 de la Constitución danesa.”
45
Esta respuesta de Ross, Eugenio Bulygin la considera la alternativa correcta y la denomina la variante
lógica. Serviría para eliminar el planteo psicologista, la vigencia de las normas sólo consistiría en que ellas
son usadas, sin que importe que sentimientos acompañan a tal uso. Ese uso explicaría el aspecto interno de las
reglas de Hart que permite distinguir entre los meros hábitos y lo que se considera reglas jurídicas. Esto daría
lugar al lenguaje típicamente normativo.