Está en la página 1de 212

ElfRI Uf fil1NZIILEZ M'ARTJ

- .. .
....;.;~ ".

--
-- 8_- _

- -==--.
- ::------,.. ,, .
- ...--. ~
" " . __ , J
• I
..

.'. •


La mej or nov8la d e AMADO NER.VO, "h't Dona-
dor de Almas," se publira, conlpleta y con illlstra_
eio nes de Antollio G Óm er. e n e l próximo núm ero
ele LA NOVELA QUINCENAL. 80 páginas, 35 cts. en
Méxiro •y 40 PIl los E s taclo~ .
./

LOS Cl~N M~JORES POEMAS.


OBRAS
DE

ENRIQUE GO~ZÁLEZ MARTÍNEZ.

PRELUDIOS.
LIRISMOS.
,
LA HORA IN UT IL·
SILÉNTER. 2~ Edición.
LOS SENDEROS OCULTOS. --3~ Edición.
LA MUERTE D E L CISNE.

EL LIBRO DE LA FUERZA , DE LA BONDAD Y DEL


ENSUEÑO.
PARÁBOLAS Y OTROS POEMAS ( Cultllra. )
JARDINES DÉ FRANCIA. 2~-EdicióD. ( Cultura.)
PENSAMIENTO DE LOS JARDINES, de Francis Jam-
mes.
LOS CIEN MEJORES POEMAS de E. G· M· ( Cultura. )

En preparación:

LA PALABRA DEL VIENTO.


LOS CIEN MEJORES POEMAS
DE

ENRIQUE GONZALEZ MARTINEZ

[STUOIO DE

MANUEL TOUSSAINT

CVLTVRA
TOMO XI-NQ 6
1920 •
l0 de Febrero de 1920 .
TIP . M U RG UIA .-A ve nl¿. 16 de Septie mbre . 54
TJA POESTA DE ENRIQUE GONZALEZ
MARTINEZ.

En la poesía mexicana moderna , tan varia-


da, tan rica en manifestaciones valiosas, una
de la s f iguras más inter esantes es la de Enri-
qu e González Martínez. Su arte ha r ecorrido
brillant emente una ruta en asc enso, y aquella
labor oscuramente ini ciada en u n rincón d e
provincia" es ahora justo motivo d e orgullo
para nosotros.
Al inten tar recorrer las mismas etapas d e su
poesía, dos cosas admiran a los primeros pa-
sos : d esde luego la integridad artística; es te
poeta no ha escrito nunca un verso que no lle-
vase un fragmento d e su espíritu, ni ha d icho
un concf'pto qu e 110 fuese profun damente su-
yo. Ese arte de malabarismo, mita d concesión
al público o a la moda , mitad ironía o amor
a lo r aro, es aquí completamente desconoci-
do. Sin t rabajo hallaréis detrás d e cada poema
al h omb r e.
La otra característca es su afán por cr ear
una est ética suya. Por encima de todas las in-
flu encias que modificaron su arte, hay el deseo
nunca mitigado de ser original. Y no f'n el pro-
VIIT e VLTVRA

cedimi en t o que es secundario, sino en la esen-


cia· de la poesía, en aquello que d eja un poema
cuando hemos olvidado sus versos. Tarea difí-
cil, llena d e peligros, pero ta r ea noble!
¿ Consigue nuestro poeta este amplio propó-
sito 1 Es a esta pregunta a la que pret enden res-
ponder la" consideraciones d el presente estu-
dio.

El primer libro de Enrique González Martí-


nez, "Preludios," fué publicado en 1903_ Pe-
ro encierra una selección de toda su obra ju-
venil y permite conocer dicha obra y apreciar-
la, o, lo que es más útil, estudiar los elementos
que han persistido posteriormente en el arte
del poeta.
En "Preludios" pueden encontrarse todas
las tendencias que ensayaba la poesía mexica-
na, vistas d esde un rincón de - provincia y se-
guidas con la esperanza recóndita d e hallar en
alguna el carácter propio: es el primer libro
de un poeta normal.
Nada más fácil que señalar influencias en
uno d e estos libros, a modo de espejos que r e-
fl ejan en conjunto abigarrado todas las visio-
nes literarias del poeta novel, todo el cortejo
de emociones que suscitó en su mente la lectu-
K GONZAUtZ Jll~l{l'JNEZ IX

ra d e los autores qu e iban absorbiendo su an-


helo a la par qu e saciaban su sed. Y nada más
engañoso acaso, si tratamos de conocer los orí-
g enes d e SU po esía, porque de ese cortejo sólo
queda, cuando qu eda algo, el espectro dudoso
de seres queridos que vivieron hace mucho tiem-
po y dejaron, no más, la huella de sus miradas
sobre la superficie, deslumbradora en un tiem-
po, hoy amarillecida y borrosa. P ero hay otras
influencias d e ambi ente qu e, unidas al crecer
de la cultura del poeta y a su afán por encon-
trarse a sí mismo, llegan a formarlo.
De unas y otras hay C' H "Preludios". Fun-
damentalmente, aparecen dos tendencias, y aun
yo diría que pugnan por llevarse, cada una a
su bando, el espíritu del poeta. Una es la que
formaba aureola, todavía brillantísima, en tor-
no al recuerdo de Manuel Gutiérrez Nájera;
la otra, más moderna, no menos vigorosa qui-
zás, procedía directamente d e Manuel José
Othóu, en pleno apogeo de su producción y su
gloria. Gutiérrez Náj era ejercía profunda su-
gestión en todos los es píritus, y así lo vemos en
P7'eludios, no sólo en puntos formales de la poe-
sía, mas en el espíritu mismo del arte, en la deli-
cad ez importada y hasta entonces desconocida,
si acaso preludiada por Cuenca, en la elegan-
cia suprema qu e pareció encarnar su litera-
-

x ( . I. l. T l' 1: ./

tura, en rl mundo llu evo dr imá.ge nes que v i-


no a rvoca r con palabra de mago , en d ma-
tiz con qu e' supo envolver , co mo en d or a da n e-
blina, toda s la s asper ezas y mal gusto que des-
lucía n a nu e tro . eg undos rom á.nti cos. El ca n-
sado sell ua lis mo adqu iri ó ba j o s m e jan te~ ve-
ladnras tonos aristocrá.ti cos y, fu é r ecurso llue-
vo e in fati gabl e, r n los po etas de r r novada ma -
n era.
En "Pr elu dio " podéis hallar ej emplo qu e
rep r oducr n casi todas la s modalidades del Du-
qu e Job: la gracia finí sima, el f r anc es i~mo
a caso plll'am entr ext er no, ma . r ehosa nt e d e no-
vedad y fr esc ura , en los poemas titulados A
1ma M (( l ' 9 n. l' i t n. , Mármol, Lejos , Cándida Puel-
1(( . y mu cho~ más; la vo l uptuo~ idac1 , el se n-
nalismo r efinado y elegante en Nívea, j Ríe !
A LVdin., V1'sión, A wnn. Eilquiva.. etc. Al g un as
ve c('s cree rí ais esc uchar al Ma e'stro:

Los cnb ell os, cual v elo de or o,


11' cu br ían la espn lda ma rm ór ea,
." d el a g ua pre n di da en los rizos,
In lun n e\1 dinmnntes t r ocabn In s gotn s.
( Vjsión. )

IJa gra.n' di stinción , la seve ri dad h ora cia-


na , qu e anima todas las Odas Breves t amb i ~ n
ha ll ará aqu í r ep r esentación y r esonancia: A un
"". G O}\' Z.-I L HZ Ji .4 H 1'1 N Wl XI

P o e t n.. Desde lo Alto A un Artisln. A un Soña-
(lor. etc . Y lo mi smo cie rta m elancolía suave y
brumosa, especie d e fil osófi ca r esignación qu c
a veces clama por el bien p erdido, y otras d es-
fall ece silen ciosa bajo su p ropio p eso, y otras
se limita a entintar la pupila qu e acaricia el
paisaj e d e un tono d e vaguedad al parecer
sugerido por Corot o por 'l'urn er. V ed, si no,
, Pensie1'o.~a" V 10 e l v e . Desencanto. er(l S E11im. G1'i_
to n o e t n r n () . etc. Es tan profunda la in-
flu en cia d e Guti érr ez Náj era, qu e parpce impo-
sib le haya toler ado ninguna otra, y menos en
el grado en que aparece la segunda de que h e
hab la.do : la d e Manuel José OthÓn. Yo m e la
explico por su posterioridad y la mi sma fur-r -
za que acusa parece concederme razón .
El poeta de la Noche R ústica de Wnlp1l1'gis
d ebió su éxito al a cento sincero v• origin •
a l en
qu e cantaba nues tros campos f ec undo s y nues -
tros paisajes, nunca tan bien interpretados :
cr eyóse ver en él, y así er a en ci er to sentido
si n o pu ed e as egurarse qu e lo fu era d el to do ,
el poeta · na cional. A m p,yor abundami ento.
cierto casticismo d el qUE' nun ca hi. zo p rofesión
d e f e, mas del que nun ca se apartó , trájol e las
palmas d e todos, hasta de los qu e habían frull-
cido el ceño ante el espíritu r enova clor d e Gn-
tiérr ez Nájera. En es t E' ambi entE' d e triunfo ,
Xl r r; '" /, l' ,. /: .~

Lquién hubiera podido escapar a su influencia?


Hay más; González Martínez, oculto, como
Othón, en el fondo d e la provincia, seguía el
movimien t o literario con el r ecelo de quien só-
lo ha bebido en las fu entes del clasicismo y
hasta cierta prevención contra los modernis-
tas anarece en el prólogo de !'relu dios; na-
da más natural que hallara en Othón, clásico
y moderno a su manera, un precursor acepta-
ble, un ideal de poesía muy digno d e ser imi-
tado y seguido.
Othón, bucólico en el sentido que precisa Al-
fonso Reyes, origina en Prelud10s toda esa se-
rie de cuadros cálidos en que trasciende hasta
el hálito bochornoso del paisaje y que se lla-
man, De Nuche, Sol de Ocaso. En el Peñón. Se-
quía, Re8urgam, etc. En el mejor poema d el li-
bro, Rú.'<tica . figura la misma inspiración, el
sensualismo campesino espumante de fr escor,
que más tarde, unido a un refinamiento euro-
peo y a una dramaticidad vigorosa, había de
producir el 1 l-itio SrLlvaje. N o carecían entera-
ment e de razón quienes esperaban que el poeta
de " Preludios " acabara como digno sucesor del
de los Poemas Hú.~ tic{)s. es decir que continua-
ra nuestra tradición poética, que siguiera en-
castillado en su nacionalismo, sordo a los gri-
tos que clamaban por un arte más amplio, más
E. GOSZdLh'Z MARTINJ,,'Z x [ 11

inquieto, más humano. Y dentro de ese grupo


de estrechos, los más exaltados, aquellos r e-
trógrados intransigentes y orgullosos, deben
haber batido palmas al comprobar que 61'quía
se r ecitaba de coro en las cátedras d e gramá-
tica, y el soneto a J uárez iba de triunfo en
triunfo por todas las escuelas primarias a cada
festividad oficial!
¡, Qué resta de Preludios en la obra sigui ente
del poeta? Nada menos que el dominio de la
técnica, la facilidad de hacer v ersos limpios
'Jin esfuerzo aparente, El poeta qu e se r eve-
la en este libro, un gran poeta futuro, encerra-
ba su inspiración en el molde que habían for-
jado sus maes tros, mientras su gimnasia espi-
ritual le daba vigor para labrar el suyo propio;
si algo recordará con el tiempo de sus precur-
sores, es como signo de fraternidad o de raza:
nunca, d espués de La-'r.ns hubo en México un
arte más distintivamente personal que el de
Lus Senderos Ocultos. .

Lirismos (1907), ofrece a qui en estudia el


desarrollo del arte de nu estro poeta, dos aspec-
tos muy interesantes. En uno se palpa la pro-
longación poética del' libro" primero, como
muestra de una tendencia evoluti.va que va
XIV (; I. /. T I' h' ..t

cambiando por grados, mientras que en el otro


se nota ya una diferencia fundam ental, y tan
marcada que, a no existir como nexo la r eper-
cusión d e qu e hablo, el libro pudiera ser to-
mado por obra d e diverso po eta. , 'l'oda vía halla-
réis en la primera .parte de Lirismo,~ y hasta
en su título, Mit/},~ y Paúajps . los mismos Cil:l -
dros de viva coloración, el mismo deseo d e> en -
cerrar nuestra naturaleza en pequeños paisa-
j es; sólo que ahora va cambiando el modo de
ver, se va refinando ,como la imag en f otográ-
fica aumenta en nitidez al mejorarse la lentc.
Es asimismo continuación de Preludios esa se-
rie de imágenes paganas, ese mundo de cen-
tauros y ninfas, de sátiros que acechan, de dio-
ses caídos y de faunos concupiscentes. Este afá n
arqueológico habrá de prolongarse en las obras
posteriores de nuestro poeta; es el qu e hará de-
cir a Alfonso Reyes en su estu-dio de 1.os Sfm-
dfl' US O/:ul!os: "Sólo le siento un poco d ébil
cuando ensaya . imágen es paganas. N o p erten e-
ce a la clase d e los poetas helenistas. E tá biell
que sólo las toque lo superfluo y siga .c on sus
propias visiones."
,•

El otro aspecto de Lirismos es má s impor-


tante pa ra nuestro intento. Significa la reno-
vación total d el arte: el po eta vuel ve la mirada
anhela n te hacia Europa, bacja Fra l J{; j¡~, y te-
I~· . (; () ., X . I/. F7, 111.·'!.' 'f'I X FZ xv
n emos aquí el cántico qu e entonan sus •
asom-
bros . Su personalidad está aún lejos de formar-
se, p ero ha hallado lluevos y vigorosos elem"l1-
tos, y lo que antes era r efl ejo de Othón y Gu-
ti érrez Nájera, es ahora reflejo d e Baude-
lairc, de Heredia y d e Ve rlaine, pero no más de
r efle jo. Hay d el primero esa suerte de erotis-
mo funesto y esa estética d e lo monstruoso
qu e ha llegado a ser característica, mientras
el segundo, mezcla extraña que sólo un po eta
puede ima-ginar, ayuda al afán arqueológico
de nuestro autor y le da la elega ncia de las
imágen es y el corte parnasiano de sus versos.
Verlaine influye menos, o mejor dicho, su arte
no es tan fácilm ente asimilable; fu era d e hn
luna ríe. visible imitación de Las Fú.sto.s Gn
lar/ tes, hay en dos o tres poemas algo de la
tristeza incurable d el autor de Snga8se . algo
d e la delicia d el sufrimiento en sí mismo. Y
los tres, ya sea por influencia, ya sea porque
nues tro artista se dedique al útil ejercicio de
traducirlos, en el que d espués alcanzará la per-
fección, le darán soltura en la estrofa y en el
verso, haciéndolo dueño completo de su técni -
ca porque le descubren, a él que dominaba ya
los r ecursos de la métrica hispana, todos los
de la ver sificación francesa, en que habían sido
grandes maestros. . .
,.
X\'I V L '1' I j(

Despp.és de Lirismn.~ viene Silénter, sólo


posterior en dos años. Y significa el momento
en que se d esarrolla la personalidad del autor,
qu e afianza en el rápido vuelo de su canto,
una estética inconfundiblemente suya. P ersist en
las influencias d el libro anterior, pero su obra
adquier e homo geneidad y solidez. Para mí, Si·
lén/f'r se compone d e unas cuantas poesías
personales, rodeadas d e otras que son como
sostén de las anteriores, como el armazón de
un ramo en que se clavan las prinferas, verda-
d eras flor es joyantes . Y entre todo ese cortejo
de comparsas, siempre útiles porque revelan el
trabajo asiduo, sin el que no existirían las ge-
mas, podréis hallar resonancias que nunca hu-
bierais sospechado, tal, por ejemplo, la siguien-
t e reminiscencia d e Díaz Mirón, el vigoroso
poeta del empuje:

Trepas escarpas, y estampado huellas


de pies y manos con tu sangre rojos,
subes, y ves al levantar los ojos
tan lejanas como antes las estrellas.

(La-Haut)

0 , d e pronto, sin ser esperado, una vuelta al


ideal clásico castellano, del que tan lejos se ha-
llaba ya al parecer, pero que sigue de cerca.
JJ:. G()NZ.·/ LLC;t lIIA1U1NE:t xvn
como todos los grandes poetas hispanoameri-
canos, y qu e a deshora surge sin sentirlo:
En el solarilJo •

mala hi erba crece;


sobre los tapiales
dond e llueve y llueve
no saltan ya pájaros
ni mil' tos flor ecen.
(Ht V ell{all illo )

,No viene a r ecordarnos a Góngora, aquel


grande poeta cuyo arte, hasta en sus mayores
complicaciones, se halla tan cerca dc nosotros 7
Más que pruebas de flaqueza espiritual, creo
estas reminiscencias signo de vigor; ya ha-
bréis de acostumbraros a ellas en los libros
sucesivos del poeta, porque nunca supo cerrar
oídos al llamado de las Musas, ni es de los •

que huyen por infamante la resonancia que


d espierta en su corazón el canto de sus her-
manos.
El núcleo de bdénter' ~ ira todo al r ededor
de una poesia: Jnís sob7'e la 7}'ida de las cosu..q .
Es ella la que inicia la estética personal de
González Martinez que lo llevó a uno d e los
primeros lugares en la poesía mexi.cana de hoy,
la estética que hizo de él nuestro primer poe-
ta simbolista, la estética que produjo ese libro
admira ble qU E' se llama LOIJ Sende7'os OClllt08.
2
XVIII G JTL l' JT](

Como todos los simbolistas, inicia su arte por


una r efinación de la sensibilidad como si qui-
siera purificarse de humanismo y conocer así
el misterio:

Que esquives lo que ofusca y lo que asombra


al humallo redil que abajo queda,
y que afin es t u alma hast.a que pueda
escuchar el silenc.io y ver la sombra.

Libre de la escoria vulgar, el poeta puede


compr ender ciertas relaciones sutilísimas en-
tre su espíritu y el mundo exterior. Y es por
esto simbolista también, que tales r elaciones
con tituyen la clave de la nueva poesía, como
lo hace ver R ené Doumic en un es tudio algo
displicente en que trata de precisar lo cáno-
n es de las nuevas escuelas: "El idealismo es
la base de la nueva poética. La poesía es cosa
d e sueño; pero hay que dar a la palabra sue-
ño su más amplio sentido e incluir aun la teo-
ría del conocimiento tal como la entienden los
filó ofos: sólo nos conocemos a nosotros mis-
mos: en nosotros estaban los seres a quienes
h emos t endido la mano, y en nosot ros las co-
sas con que hemos trop ezado; en nosotros el
p erfume d e la flor y las espinas qu e nos des-
g arra ron la piel; y los caminos d e oscuras le-
janías en que se extraviaba nuestro destino só-
E. GONZALEZ MARl'lNEZ XIA

lo iban hacia nuestra alma ... Es el sentido de


la leyenda de Narciso." Así nuestro poeta se
sentirá arrastrado por una especie de locura
del espíritu que imaginará llevar en sí todo
el universo:

Que te ames en ti mismo, de tal modo


compendiando tu sér cielo y ab ismo,
que sin desviar lo s ojos de ti mismo
puedan tus ojos con templarlo todo .

y llegará de esta suerte a una especie d e mis-


ticismo, por la prolongación d e este estado de
ánimo, de esta hipertrofia sensitiva, de esta
rep ercusión que originan en él las más delica-
das impresiones d el exterior; y tal misticismo,
combinado con ciertos elementos plásticos y
ciertas influencias poéticas, producirá el li-
ri,mo abstracto,

y en su aplicación Los Sende¡'o8
Owlto8.
La primera edición d e este libro fué publica-
da en 1911. Para entonces el poeta era ya ven-
tajosamente conociao en todos los centros li-
terarios de México; sus versos se habían abun-
dantemente publicado, en diversos periódicos,
sobre t odo en la r enombrada Revista Moder-
na . centro de la más prestigiosa literatura; y
el poeta mismo, en ala.s del gran entusiasmo
literario y secundado por un grupo de Íntimos,

xx e v L T V R

inició la publicación de una pequeña r evista ,


A1'gOS, destinada como tantas otras a d emos-
trar la inutilidad de todo esfuerzo que tienda
a ese fin.

El po eta de Los SeJl,Cle1'us es, antes que na-


da, un contemplativo. Llevará por el mundo
su amor hacia todo porque en todo está difun-
dido su espíritu; y la fineza de su percepción
descubrirá insospechados matices en la rugo-
sidad más leve del paisaj e o en la sombra del
musgo, apenas profunda, apenas visible. Este
retorno a la Naturaleza no ha d e entenderse
en un sentido estricto, porque más bien es ella
la que vuelve al espíritu a d esp ertar las evoca-
ciones que yacían aletargadas en él. La con-
t emplación ser ena del mundo dará al artista
la magnanimidad d e un vidente y la sencillez
d e un iluminado; es a veces tan sencillo en sus
afectos que r ecuerda la dulzura evan gélica de
Francis J ammes, la unción de este culto a la
vida en sus aspectos más humildes:

Cam biaremos sonrisas con la hermana violet.a


que atisba tras la verde y obscura celosia,
y aplaudiremos ambos la célica armonía
del amigo sinsonte, que es músico y poeta.
XXI

Dare mos a las lIuue ' que circundan los flancos


(l e las altas mon t añas, nuestro saludo atento,
y veremos cuál corren al impulso del vi ento
co mo un trope l m erhoso de corderillos blancos ...

( A la que va cowli igo)

y vivirá rod eado del mej or de los optimis-


mos, d el que es conscie nte d el dolor y sabe su-
frirlo, pero no d ej a que le domine todo el sér
y ahogue bajo sus flot es la vida entera; ¿ pudo
darse a lgun a ve z mayor

sabiduría ?

Tri steza s . .. sí las te n go; mas cuando el alma llora,


un inefable go ce con mi dolor se aduna;
román tico trovero de las no ch es de luna,
soy lujurioso amante del sol y de la a uror a .
Yo voy alegremen te por donde va la vida ...

. . . uo turbar el silencio de la vida,


y sosegaclamen te
llorar, si hay que llorar, como la fu ent e
6sconrtida ...

E~ c ojo dos de las infini tas citas que pudiera


al egar; el mismo poeta nos da un símbolo: leed
la h el"mOSa poesía DolO?' si por ((caso, y asegu-
rad qU E' tal es el maravilloso optimismo de este
cantor de la vida humilde y f eliz, tan lejano
de las d eses peranzas románticas como de la fa-
talidad antigua. Y no es que carezca de inquie-
XX!! C /" 1, T /. R

tudes, qu e a las veces surgirán en clamor in-


contenible, mas no pasarán d e el' una divaga-
ción algo triste . Ya es el murmullo del r ecuer-
do, o ya el t errible afán d e surgir d e sí mismo,
o ya la duda por su propio arte, como quien
no qui er e confiarse al presente. E sta duda,
signo d e profunda inteligencia , será, algún
tiempo después, la noble consejera que hará
sea r enovado en esencia el arte del poeta.
Alrededor de los principios mencionados, el
artista crea to do un mundo (' piritual d e vi-
siones y d e ser es . Su poder pictóri co pone a
servicio d e la fantasía rica coloraciones sabia-
mantematizadas y sus r ecuerdos pagano vie-
n en en ayuda de los símbolos nuevos de su
poética; por esto, como observa Alfon o R e-
yes, no hay que tomar a la letra su paganis-
mo ; no e un helenista sino un pintor que r e-
curre a la antigüedad en busca de asuntos qu e
expresen sus inquietudes mod ern as, tal un pre-
rrafaelista menos inexpresivo y más espiritual.
La Mitología dE Los Senderos ·Ocultos es algo
par ecido al do gna d el silencio o a la estética
melancólica d e Jorge Rod enbach, algo propio,
algo qu implica en sí una vigorosa originali-
dad. Si llega a parecers e a algunos poetas
franc eses modernos, principalmente a Régnier
y a Samain , es por que . u pvoll1 ción es muy ~e -
b.'. GOSZAL/!JZ M.1RTINEZ XXIII

mejalltr a la de ellos y todos r econocen ciertos


principios vitales, nada más.
Tal es el aspecto que presen ta la magnífi-
ca perspectiva de este libro. Allí, el poeta apa-
rece tras de los conceptos de sus versos corno
sabio preceptor que formula los consejos más
prof undamente humanos que puedan pedirse
para vivir una vida que es la sa biduría mis~
ma en sus más nobles afanes:
T e en gañas, no has vivido .. . Na basta que tus ojos
se abran como dos fu en tes de piedad, qu e tus manos
se posen sobre todos los dolores humanos
ni que tus planta s crucen por todos los abrojos .

Hay que labrar tu campo, h ay que vivir t u vida,
tener Con m:1no f irm e la lámpara en cendida
sobre la ('te rn a sombra, sobr e el et erno abismo ...
- •
(/1I1/ls )

De todo ello r esulta un ennoblecimiento de


la misma vida y d el conc epto personal qu ~ d e
ella ti ene el poeta. A esta p rofundi dad filosó-
fic a se debe en no pequeña parte el éxito del
libro ; pero ll ay que añadirla a otros factores
estéticos, más importantes en el triunfo: a la
indiscu tible ori ginalidad que brilla hasta en
es trofas secunda rias; a la su t ileza que preside
los principios de la obra, sutileza incomparable
por espontánea; a la homo ge neidad espiritual
XXIV e l' {, " l' '" .eI

que es aq uí signo ya de robustez poética; a.l


dibujo y colorido p eculiar , especie de t eoría
pict órica del canto, digna de ser ilustrada por
la pluma d c Beardsley o las perfectas minia-
turas de Dulac o d e Rackha m. La visión d e
Los Senderu;,; Oenltes como la Légende de
Snint J ul'¿en l' H o.'pi/alie/". pudo acaso surgir
to da en tera de los emplomados vidrios d e sim-
ple dibujo y rug oso colorido d e algún vitral
gótico . Todas estas causas, r eunidas, como una
corona en torno al a rte del gran poeta, motiva-
ron el rápido t riunfo de su poesía y la rápida
adaptación de dicha poesía entre quienes eran
más susc eptibles d e sentirla cerca de ellos : los
espíritus jóven es. Encontraban en ella la mis-
ma curiosidad y el mi mo horror a lo medio-
cre que latían en su vida incipiente. El t ono
velado y discreto se hermanaba bien con su
idea d e la poesía, tan lej ana del m~tl·tilleallte
verbalismo como de los des enfrenos sentimen-
t ales r d el afrodicismo puro . La nueva genera-
ciólI pudo decir orgullosa : la pocsÍa de Gon -
zález l\'lal'tÍllez es n u estra poesía .

. P ero en algunos de los rasgos en que estri-


b.aba su excelen cia, vivían en germen las obj e-
};', (; ()XZdU~Z ¡lf ,-,RTI N gZ xxv

eiones que suscitaba este arte, sobre todo en su


exa geración, en su continuación fu era de Los
Senderos, Tachábasele d e cierta monotonía; de-
cíase, y es es t e r eparo más serio, qu e a f u erza
de ver todos los aspectos d e la vida desde un
sit io pr econ cebid o y d e ha blar de ella en el
mismo tono siempre, sí, solemne y profundo,
per o a la postre d entro de cierta rutina, se
iba a pas os gigantescos hacia todo, menos ha-
cia un crit erio humano , menos hacia la v erda-
d era "ida, Olvidaba.n que el poeta mismo ha-
bía sentido d e continuo idéntica inquietud;
olvida ban que desde ilénter exclamaba:

Dices bi cn , " P ero g oza sin r esabios la vida ;


corre al t umul t o anónimo, en sorc1écete y canta
t u ca nci ón como todos", , Ya llevarás tu planta,
si lo quier es más tar de por la sen da escondida,

( V ivere V itam , , , )

Con tod o, algo d e razón había en tal crítica:


cuand o la pa.labra vida d ebe ser escrita con
mayúscula se está al punto de hacer no poesía,
sino Metafísica en v erso; no arte, sino Filoso-
f ía r imada , Por lo que respecta a un criterio
puramen te liter ar io, díjos e que en Los Sende'
1'08 ha bía d emasiada retórica, sin ver qu e toda

la liter a tura moderna no es sino a plicación de


XXVI (; V j, '[' V R A

nuevos principios retóricos, más amplios unos


y mejor disimulados otros, pero retórica al ca-
bo. Ayer Darío d escubrió que todos eran ro-
mánticos; quizás no convenga d~cirlo , peil'O
hoy todos somos retóricos. Lo mismo en la
compilación divinamente embrujada de Leo-
poldo Lugones, que en el Olimpo marmóreo de
Guillermo Valencia, o en el d esgarrado senti-
mentalismo de Gabriela Mistral, tan sabia-
mente salvaje, no hay más que retórica, retó-
rica y retórica. Y ellos lo saben y siguen cul-
tivándola. y unos la esconden y otros no . Y
hacen bien.
y así lo sabía González Martínez. Nunca
murió en él la crítica, como he dicho, ni dejó
de la mano un gran recelo por la obra propia.
La reacción contra ege modo d e considerar la
Vida y contra esa crisis de r etórica, produjo
La Muerte del Cisne (1915 ) . Libro de transi-
ción, encierra ejemplos en que continúa la ma-
n era de su precursor y en su parte más exage-
rada; Almn, en'ante es un poema en que pue-
den verse r ealzados los def ectos del lirismo
abstracto, de modo que resulta casi carente de
poesía . P ero junto a esos raros desfallecimien-
tos aparec e la nota vibrante de un arte más
amplio y por amplio, huma no. Ya lo habréi ..
comprendido, pues hasta el título es simbóli-
E. GONZA LEZ M A R1"J .VEZ XXVII

co: La M uerte del Cúne es la muerte d e todo


lo artificial , d e todo lo externo. Rodin ama al
cisne, porque tien e líneas, yeso basta; este poe-
ta de la vida profunda desdeñará " al cisne de
en gañoso plumaje", porque la gracia d el aman-
te d e L eda no alcanza a justifi carlo todo. Si
hay que buscar un símbolo, el suy o ser á el mis-
mo d e la Sabiduría humana, el buho:
Mira a l sapi en te buho cómo t i en de las a las
desde el Olim po, deja el r egazo de Palas,
y posa en a qu el á rbol su v uelo tacit urn o.

El n o t ien e la gracia d el cisne, mas su inquieta


p upila qu e se clava en la sombra, interpr eta
el misterioso libro del silen cio nocturno.

Cuántos gr a nd es poetas llegan sin sen tirlo a


torc erl e el cu ello al cisne de su r etórica! Tal
Rub én Darío después d e Prosas P1'ofanas tal
L eopoldo Lugones antes de El L ibro de 70S Pai-
sajes. y no es qu e renuncien a ella; sólo que
le dan menos importancia en su obra, y, quizás
con más tra bajo, la disimulan mejor; la t or-
nan, de fin qu e parecía ser de todo esfuerzo,
fin ruidosamente visible, en ayuda eficaz , es-
condidamen te trabajada, que p ermite llegar a
esa inimitable sen cillez, coronamiento al pare-
cer n ecesario d e t oda gran complicación:
xxvnf e v L T F R

E l cerro az ul estaba frag an te de romero,


y en los profundos campos silbaba la perdiz;

maravilloso poema en que Lugones ha hecho


vibrar al fin la más límpida cuerda de su lira.
Más que escondida en el símbolo, el ansia d e
renovación aparece en los nuevos poemas de
L rt Jl1uerte dp.l Cis11e En ellos, como en los del
libro que le sigue, no es posible enc ontra r una
tendencia uniforme que sirva como alma a la
obra; su característica es su amplitud; su hu-
manismo verdadero y profundo radica en su
semejanza con la propia vida, multiforme y
cambiante. No sacar emos ning una teoría, ni
surgirá una tendencia fil'osófica d ecorada por
danzas d e cadencia incomparable. Y es por es-
to más filo sófico quizás, dentro d e la Filosofía
que puede caber en un poema, porque encierra
d el modo sincero la alta emoción del poeta,
hondamente sentida a cada pulsación del ins-
tante.
Claro es que los caracteres distintivos de
este espíritu son unos a través de toda su
obra, y en seguirlos consiste, precisamente,
la tar ea del crítico. El mismo tono discreto
que anima sus anteriores libros hallará aquí
magníficos brillos que velar di scretamente,
cuando no hará por sí propio surgir poemas
de la más profund~ emoción, como Los Días
./!J. UONZ. ILliZ MAlf.l'lNl!-'Z XXIX

Inútiles, verdadera joya de la poesía moderna


mexicana que revela hasta dónde puede lle-
gar la fineza sensitiva, el sentido de lo me-
lancólico r ef inado y discreto:
... y mientras reconstruyo to do el p:.:sado, y pienso
en los instan tes frívolos de mi divagación,
se me va despertando como un afán inmenso
de sollozar a solas y de pedir perdón.

y el mismo optimismo sapiente que antes


he mencionado seguirá impulsando en su ru-
ta l a l a lma del poeta :
. .. aun creo como en antes, y la esperanza anida
en mi pecho más h onda , persistente y fatal.
Voy con el brazo enhiesto, y mi antorcha encendida
simula ntr e las sombras un errante fatal.
( T-res veces he espe1'ado . . . )

Pues el afán vitalista que se inicia desde


8ilénter, no había de desfallecer en este libro
de r eacción contra la retórica y contra el con-
cepto artificial de la vida; es, por el contrario,
de las notas más francas y más espontáneas:
La vida está cantando afuera,
la vi da dice : "ven , acá" .
En el jardín hay un olor de primavera,
himnos de zumbos en el viejo colmenar.

( La Canci61l de la Vida )
xxx e v L 'J' V R

Leed, además, en comprobación de mi acer-


to y para evitar recargo de citas, A 1I1ta al ·
ma ingenurt, Eslancins, A p rt T i e n r. l' rt s suti-
le8. ... ,. a las veces tal afán se torna clamor
angustioso, como en el hondo grito que lan-
za el poeta y que encierra todo un caudal de
inquietudes, subyugadas por su férrea volun-
tad:
A vivir, a vivir ... y que sangre la h erida;
avizor v aya el ojo y el oí do a n hela n te ...
Hay qu e asirse a la v este del efímero instan t e ...
¡A' v ivir, a vivir, que se escapa l a . vida! .. .

(Ib a por el camino )

Otras vece, este mismo anhelo vital se re-


viste d el hábito d e la h ermana Melancolía, en
una expresión d e indefini ble inquietud ; antes
ha citado Los Dírts [n,útile . lec d ahora AII'ima
trémulfl, H orlu8 concl tG'Iu;¡ , E l F m-(Ls!p/, O F:I E8-
p íl' i/11 virrjn y La Cn?lrión. este h erm oso p oe-
ma que evoca no sé qué extraña sugestión d e
arte a la vez popular y r efinado, com o sólo
la p r oduce la literatura escandinava, las le-
yendas y los cuentos d e Selma Lagerl off o
la novelas d e H eidenstam. En todas estas p oe-
sías encontraréis ya las inquietudes que reve-
lan la plenitud espirit ual ; el arti ta es du e-
ño de su ar te, sus emociones y sus cuidados
g G ON h ,HEZ MARTl NEZ XXXI

hallan cabal expresión, su vida, su verdade-


ra vida, está compenetrada de su canto, y
ha podido así llegar a su cúspide:
E l alm a, silenciosa y taciturna,
ha. encendido su lámpara nocturna,
hit cerrado su puerta... y no r espond e.

( H ortlts concl1ts1ts )

Los signos visibles de madur ez que apare-


cen en L ,(, J[/le)-Ie riel Cisne. nos llevan de
modo natural a la obra siguiente, titulada El
ühro de 111 PUNza. de in Bondad y ,I,,/, En-
81Uñl) (1017 ) . Esta es ya la obra de un ·gran
poeta, de un gran poeta que llega a la pleni-
tud d e su vida y de su ~ r te .
Aquí, el artista ha llegado a la plen a segu-
ridad de que antes hablaba; tiene ese dón
que y o ll amaría plenitud de dominio. Se ha
formado verdadero concepto de su espíritu .
Todas sus penas, todos sus r ecuer dos, sus di-
chas y sus ensueños; el candor espe j eante de
su infancia de qu e ap enas queda un miraje,
y los ardor es d e su juventud ampliamente
,
vi-
vidos; todo el bagaje de su existencia, cons-
tituye la unidad de su espíritu. Llega así a
XX XII () V L l' l' JI A

distinguirse un poco d e sus propias vision es ;


no es, como el autor d e Los .'iencle1'os OCld-
tos, u n alucinado que vu elca ante el asombro
de sus oyentes los t esoros que guardaba el
fardo d e su misma vida, en los que iba buena
parte de su espíritu; es más consciente y pue-
d e así r ecorrer todos los se!lderos, sin limitar-
se únicamente a los suyos. Nos habla de sí pro-
pio, en el sentido integral que h e dicho, y es
la ben evolencia misma para tod o su pasad o ;
p ero si no habla d e él, nos cuenta sencillam en- •

t e sus vislumbres d e artista. Unas tienen la


trascendencia d e los grandes misterios huma-
nos como el VI ento Sagrado o La L ecciór¡ de
la Mont({ña . como La D ádim o L n F íen!;
otras encierr an una verdadera situación dramá-
tica, en el sentido maeterliniano del drama,
como una fu erza en potencia qu e mantiene
anhelante la sensibilidad, mientr as los r ecur-
sos d el artista, el paisaje, la d ecoración, el
cuadro en que se mueven los personajes so-
námbulos, completan y vigorizan la obra. Así
me imagino LUIi AZmas Mltej'tas, Los PrCIi(~­
gios, La .lI1'Uchachaque '¡lO ha vi 'lo el 'tlW) '
o El H ijo del R ey , Pues este sentido dramá-
tico adquiere más solemnidad cuando son per-
sonajes los mismos objetos inanimados, cuan-
do La Roca Esté1'il entona su plegaria, o L08
le. GONZALJiZ iJi4iU'1.J.\diZ XXXIII

Clonil/ Ii.' alzan sus voces en resonante bala-


da.
En algunas ocasiones los sueños del poe-
ta expanden sólo el refinamiento y la gracia
que dio a sus sentidos el consorcio con poetas
franc eses, cuando no es anhelo del paisaje el
que anubla sus ojos. Entonces el Pa1'én t.esis
Cam¡iesino, o L a ']'w'de de O/uñn o (-' 1 H ir/lrlO
Mal1'nal surgen como una sencilla meditación
frente al campo f eliz o frente a un crepús-
culo a gónico. En El Jardí n qu e ., ueña, el pai-
saje se torna más refinado aún. E s en ese poe-
ma dond e podéis hallar las mayores d elica-
dezas del libro, como en L a Piellori que PIl,R Il"
verdadera poesía Watteau, o la mayor expre-
sión de franca sencillez :

La cigarra, la vieja cigarra campesina


de las vetustas églogas, zumba com o el bordón
d e un a lira incensan te . . ..

La cigarra, la vieja ci gar ra, no termina


de cantar hace siglos, y en la antigua ca nción
larga estriden te y única , se confunde la fina
son risa de la Grecia con el llo ro de hoy .

Esta constante.
atención hacia las inquiet
.
u-
.
d es de nuestro ti empo asedia al artista de con-
tinuo, como a t odo el que se precia de perte-

necer a su siglo ; nada h ay más miserable que


XXXIV CY.Ll·Y

el deseo tan común de vivir su •vida, no ya


con siglos, sino con años de retraso, renegar
siempre de lo actual para ser de grado una
sombra d e los espíritus muertos. Junto a esa
inquietud aparece otra que no es menos reve-
ladora de madurez intelectual: el cuidado de
la trascendencia de su arte, o la referencia a
la poesía desde el punto de vista de poeta,
es decir ocuparse en ella. Recordad el magní-
fico soneto Mañana los poetas ... de La Muerte del
Oisne; hoy exclama el poeta:
Escribe de la hora, mas no para la hOTA .

en un poema ll eno d e fé en que lo inesperado


dé al artista un segundo de inspiración para
cincelar el verso (mico con el cual, a pesar de
la indifer encia humana, del desdén que" es
ciego a sus visiones y sordo a su dolor ", pue-
da supervivir al olvido:
Quizlts entre la angustia que eolma el universo
por excepción a tines que una nota fiel
y hagas un verso solo ... Mas sabe que ese verso
prolongarlt tu espiritu, y vivirlts en él.

P ero pasará, pocas páginas después, a la


emoción contraria y se conturbará pensando
que llegue el momento en que cese la inquie-
tud de éntonar su poema, ante su propia in-
t;. GONZ.dLEZ M..dRTINEZ xxxv
diferencia por todo lo qu e en un tiempo sus-
citó sus asombros ; y exclamará entonces tris-
temente:
De esta vida de ensueño, de este mundo en que
(arranco
la visión de mis ojos, la canción de mi oído,
quedarán solamente un laúd sin sonido,
un espíritu en sombras y una página en blanco.

(Págit¡a en blanco )

Siempre fué esta inquietud reveladora de la


mayor altura a que puede llegar un poeta ;
aquí se suma a los demás signos que he indi-
cado, como si todos los rasgos distintivos de
esta obra fluyesen en ondas concéntricas al-
rededor de un punto central, impulsadas por
él y retenidas dentro su límite también por
él. La maestría de este libro y su perfección
integral hacen de él uno de los mejores de la
poesía mexicana; con todo, más que en el pre-
sente, su mérito será reconocido y aclamado
en los tiempos futuros; nunca fué su autor
el poeta de las masas, ni siquiera un poeta
popular y me figuro que no se cuida mucho
de ello. La discreción de su arte pide el re-
cogimiento de sombrosas bibliotecas y sus
versos el más suave papel de seda, para que,
al hojearlos, las páginas permanezcan silen-
XXXVI c: V L l' r
ciosas y humildes. Si entonáis vuestro espí-
ritu con el suyo será por fuerza lejo,> del bu-
llicio mundano; entonces comprenderéis que
sus poemas, hechos casi para ser r ecitado;o
mentalmente, son incompatiblei'; con 10da id ea
de poesía popular, d e sentimentalismo ligero.
de sensualismo refinadamente vulgar ; esto,
precisamente, es lo que lo distingue en el mo-
mento presente de nuestra literatura.

En el libro siguiente, Paráhofns y Otros


p l('7nn s ( Hl1S ), acontece exactamente lo mis-
mo que en los demás con r elación a los que
les precedieron: aparecen en él completamen-
te r ealiza das t endencia s que se inician ya en
-
El L ibro de la F ue1'Zrt y se esboza n ot r as ; es
que nuestro poeta nunca supo fo rzar su ins-
piración propia ni concedió gran importan-
cia a ningún momento poético de su época;
desarrolla, eso sí, cada fac eta d el arte que se
va presentando a su espíritu de modo que sea
un conjunto armonioso , y después se entrega
nuevamente a otra alucinación. Y pone en ello
el apasionado fervor que transfunde al hom·
bre en su arte, cuando es un verdadero artis·
ta: •
E. GONZALEZ M.d.RTINRZ XXXVl ~

En cada verso mío, gota a gota,


cor re mi sangr e, .Y en la g ray C' nota
ele mi can ción, m i a li en t o.

( Parábola del H ermano )

Hay del libro anterior el desarrollo de esa


eSRecie de lirismo drámatico de que ya he ha-
blado y que forma el nú cleo de to das las Pa-
rábola', Son verdad eros dramas subj etivos en
los que el poeta sugiere conflictos trasce nden-
talmente humanos. Hay veces en que el tono
d e su voz adquier e cierta rudeza, como la de
un arcángel que fustigas e a la humanidad ;
ta l en la Parábola de lus Viaj eros que recuer-
da tanto a Verhaeren, este infortunado gran
poeta ; habitualmente casi, este tono va r evis-
tiéndose de matices otoñales, que no encierran
d esfallecimiento ni pesimismo, porque tal o-
toño es digno d e la primavera que le prece-
di ó, orgía de vigores y de luces, de pujanza
y de música.
En Pa,.áholas se va acentuando el afán de
halial' nuevos ritmos ind ependizándosE' un ta n-
to del metro. El artista, maestro consumado
ya en todos los secretos de la técnica, se fa-
tiga un poco del martilleo de la rima isócr ona
y hace más flexibles sus versos, les dá más
movimiento, y logra efecto's inusitados. Pa-
XXXVIII crLTVRÁ

ra enriquecer su caudal con estos nuevos te-


soros, ha sido preciso agotar los recursos de
la métrica usada, venciendo todas sus dificul-
tades, llegando a escribir versos de estructu-

ra perfecta. Sabido es, por otra parte, que es


este hoy el único concepto legítimo del versi-
librismo, manía que, como tal, pasó hace tiem-
po a la historia. •
Hay en este libro un poema que se singula-
riza en la obra de nuestro poeta: Iglesia de
Barn·o. NQ por la emoción que es idéntica a
la de tantos otros poemas, antes por cierto
prosaísmo rebuscado; no por la intensidad del
dibujo, casi con técnica de agua-fuerte, sino
por el tono general un poco caricaturesco, se
separa este poema del conjunto: ¿ encierra.
una concesión a cierta modalidad de la poesía
mexicana de hoy? Quiere demostrar el poeta
que tales obras, creaciones más de la cabeza
que del corazón como diría un crítico del año
40, no encierran en sí dificultad alguna 1 Lo
curioso es que el poema ha triunfado, quizás
porque a pesar del aparente artificio, el poe-
ta no pudo esconder su talento.
Figuran ya en esta selección tres poemas
del próximo libro de González Martínez, La
Palabra del Viento, lo cual me obliga a hacer
un juicio sumario acerca de dicha obra, más
E. GONZALEZ MARTINEZ XXXIX

imperfecto aún por su prioridad y por el des-


conocimiento de la impresión que todo libro
causa al aparecer.
Nótase desde luego que la melancolía va en
aumento. Esta grande melancolía goethiana
que desconoce el pesimismo y que es hermana
mayor de la serenidad, encuentra ahora qu€'
en el mundo hay más mal del que ella imagi-
naba. No desfallecerá nunca, pero amortiguará
un poco su canto escogiendo las notas más so-
lemnes de su lira. Y si el mal acrece, antes
qu e conceder nada, se torna un poco agresi -
vo:
A quien toque al enigma tl e mi pu erta ce rrada ,
\e responde una airada
agresión de lebreles.
( Cave A dsum)

Como tod os los poetas otoñales se d electará


ampliamente en la visión del paisaje. Lo ve-
rá ahora sin símbolos, sin intenciones filosó-
ficas, sólo en su poesía ingénita, en sus vislum-
bres arrobadoras. Y cuando le llegue la in-
qui etud que si empre asalta a los grandes p-oe-
tas, el anhelo de soltar a los vientos una can-
ción de vagos contornos; pero sobre todo de
musicalidad melódica, de hechizo sonoro,
asociará su ansia a su amor al paisaje y nos
XL e v L T R

dará una mezcla de color y sonido, de movi-


miento y alborozo, incomparable:
El Sol en agonía bañó de rojo el cielo;
al r efl ejarse el cielo tiñó de rojo el mar ;
y en un lírico rapto de vuelo
el alma encendida
se puso a cantar.

(Crepúsculo Marino)

El versilibrismo discreto halla aquí su más


cabal d esarrollo, p ero también encontrarás-
oh, tú, lector que odias los versos mu y corto.,;.
mezclados sin re gla con los versos muy la r gos--
tambi én encontrarás las bellas estrofa " a <¡lIe'
e te poeta ha sabido habituart e.
Nadip puede r enu nciar de errado a las C01l -
quistas que su anhelo logró en otros tiempos :
sier vo a su vez de ellas, el poeta las tornará a
ver ante él, ahora que las creía olvidadas y sin
quererlo él lo dominarán nu evam en~e. .\:'ií sp
pueden encontrar en este libro p oemas que el
a utor parece haber olvidado en sus libros an-
teriores, tal entre otr os el magnífico poema en
sonetos, Los Siete Pecrtdos, verdadera joya
simbólica en que el artista ha logrado hacer de
cada pecado como la cristalización rlp un po-
d eroso esfuerzo de la humanidad .
Una parte d e este libro está ll ena de no1'e-
¡.: (;()S/.. II, "-'Z ,1/AUTl'\"}':/' \1.1

d a d e int er és : aque lla qu e es nada m enos qu e


una autob iog-rafía o más bi r TI unas m emorias
,

en Ye r so. Natura lm ente que no con la estrec h ez


con que hubi era h echo' tal obra un romántico.
El p oeta ha escogido, ci erto s momentos d e su
exi st enc ia :r les ha dado en palabra s la po esía
d r que ya los había r ev estido el r ec u e r do, Y
s()n po .' ma s a is lados, por d esg ra c ia a pella s
unos cualltos, pe r o uni dos por el mi smo esp í-
ritn q u r los h el r r r arlo (los n'c r s,

X o c r e o qu e pu r da da rse mayor ill teg-ridad a


,

la vez qu e más riqu eza de mati ces qu e las llu e


r llri r lTa la biografía líri ca d e este espíritu,
Po r ta amp lio. c uya cultura ha podido h ?cer d e
él llIl esc ritor europeo, Gonzál e7o Mal'tLJ ez sa-
e li d ió en cn anto pudo la estr ech ez d el regiona -
lism o r n arte para se r se u c illam ente humano .
para 11 0 trll e r más patria que la po esía , Y, sin
embar ro'o , l' c uánto no le d ebe Méx ie o este
:\Il' xi ro a <¡lli (' ll tanto amamos , rOl' más q u e a la s
" ('(' ps ll eg u em os a se lltirll O'l extranj e r os (' 11 él-
por la sabicluría qu e ha es parc ido en s ns cáte-
dra,; , p<, ro so br e todo, por la f ervi en te illt en s i-
ciad qu e ha p ues t o en su vida li t<'1'aria •v e n r l
t1t';;rlrrol lo d r l a.rt e I OOI17o;1le7o Martíl1 p% PS llll rl
XLII e ,. 1, T /. 1: ./

de las figuras universalmente reconocidas co-


mo primeras en la poesía mexicana d e hoy;
pues bi en, creo que aunque no lo fuera por 1'111
arte, su vigor espiritual, su cultura y su inte-
gridad artística, le concederían ampliamentf
el mismo puesto en nuestras letras.

MANUEL TOUSSAINT.
DE «SILENTER»

1

E. G-ONZA.LEZ MA.RTINEZ 3

SILENTER

En mármoles pentélicos, en bloques de obsidiana


o en bronces de Corinto esculpe tu presea,
el orto de Afrodita., el triunfo de Frinea
o un lance cinegético de las ninfas de Diana.

No importa que ante el símbolo de tu visión pagana


se abata o regocije la turba que vocea;
dales forma a tus ansias, cristaliza tu idea
y aguarda altivamente una aurora lejana .

Que un sagrado silencio del bullicio te aparte;


enciérrate en los muros del recinto del arte
~T tu ideal repule titánico o pequeño;

sírvate la belleza de coraza y escudo,


y sordo ante el aplauso y ante la befa mudo,
envuélvete en la nube prestigiosa del sueño.

LA HAUT

Llegas. La cima es alta. La blancura


de las nieves deslumbra. Todo es blanco ...
Cortado a pico el insolente :flanco
da el vértigo espantable de la altura.
e

4 V L T V R A

Trepas escarpas, y estampando huellas


de pies y manos con tu sangre rojos,
subes, y ves al levantar los ojos,
tan lejanas como antes las estrellas.

Inútil obsesión, empeño vano;


el deseo insaciable, siempre el mismo;
inútilmente al borde del abismo
a un divino edelwéis tiendes la mano.

Redoblando tus ímpetus, escalas


cimas y crestas, el dolor te abruma,
y a los copos flotantes de la bruma
demandas fuerzas y les pides alas.

y al fin rendido', con la fr en te mustia,


los ojos tristes y los labios secos,
del monte solo a los sonantes ecos
vas lanzando los ayes de tu angustia.

Baña tu rostro el atrayente vaho


de tu boca siniestra de la hondura ...
I Oh ~ tu piélago azuIr j Oh, la tersura
por donde ayer se deslizó tu nao! ..

y piensa tu cansancio en la serena


mansión de paz al pie de la montaña ...
j Oh, tu plácido alcor! j Oh, tu c;:tbaña
donde la esquila pastoral resuena! ...
E, G ONZALJ<:Z M.JB1'lNEZ 5


COMO LA BARCA ES MIA, , ,

Como la barca es mía, como navego solo,


frívolamente vago donde el azar me inclina,
lo mismo entre los rudos tifones de la China
que entre las moles álgidas del congelado polo,

Arrojo el ancla a veces, y mi pendón tremolo


albo como el plumaje de algún ave marina;

me halagan las sirenas con su canción divina,


Neptuno me adormece y mé acaricia Eolo,

Tú que a lo lejos miras pasar mi carabela ,


y que de pie en la prora me ves que a toda vela

a cielo y mares lanzo mi loco elisafío,

no mi bajel detengas, Tu timidez en vano


iza el pañuelo al viento con temblorosa mano, , ,
Yo gusto ele ir a solas y mi velero es mío.

VISION LUNAR

Bajo la plateada caricia de la luna


que se ' levan ta,
y bajo un rocío mirífico ele estrellas,
cruzan las tres hermanas silenciosas y bellas
y los musgos parecen sonreír a su planta .. ,
y van silentem ente, sin mirar cosa alguna,
bajo la pla teada caricia ele la luna.
6 e V L l' V R

Van blancas y desnudas, cogidas de la mano,


la vista al cielo ... • •

Se tiende solitaria la cinta del camino,


y cuando cruzan ellas, un lampo repentino
la huella de sus pasos dibuja sobre el suelo ...
y yo voy persiguiendo su resplandor lejano, •

y ellas .marchan desnudas, cogidas de la mano.

A la más joven nimba un halo de tristeza;


vívidas rosas
tejidas en guirnaldas ostenta la segunda
y un erótico ambiente de aromas la circunda;
y la tercera virgen de miradas radiosas
ciñe un laurel, y un astro cintila en su cabeza ...
A la más joven ~imba un halo de tristeza .

Bajo la plateada caricia de la luna,

van su cammo;
y en tres
, rutas diversas se divide el sendero,
y cada cual elige distinto derrotero,
y ofrece cada una diferente destino ...
y yo me quedo absorto, sin seguir a ninguna,
bajo la plateada caricia de la luna .

IRAS SOBRE LA VIDA DE LAS COSAS ...


Irás sobre la vida de las cosas


con noble lentitud; que todo lleve
a tu sensorio luz: blancor de nieve,
azul de lillfas o rubor de rosall.

E. GONZALEZ MARTINEZ •
I

Que todo deje en ti como una huella


misteriosa grabada intensamente;
lo mismo el soliloquio de la fuente
que el flébil parpadeo de la estrella.

Que asciendas a las cumbres solitarias


y allí corno arpa eólica, te azoten
los borrascosos vientos, y que broten
de tus cuerdas rugidos y plegarias.

Que esquives lo que ofusca y lo que asombra


al humano redil que abajo queda,
y que afines tu alma hasta que pueda
escuchar el silencio y ver la sombra.

Que te ames en ti mismo, de tal modo


compendiando tu sér cielo y abismo,
que sin desviar los ojos de ti mismo
puedan tus ojos contemplarlo todo.

y que llegues, por fin, a la escondida


playa con tu minúsculo universo,

y que logres oír tu propio verso


en que palpita el alma de la vida .

• PIEDAD

y bien, es necesario ser orgulloso y fuerte,


pasar sobre las víctimas, y con la faz erguida,
ir peligrosam ente a través de la vida
y ll egar con pie firme al umbral de la muerte.

8 e V L l' v 1t

Dejar a los esclavos la ergástula; ser cumbre


dorada por los rayos del sol de la belleza;
no arrepentirse nunea ... y abajo, en la vileza
del fango, que fermente la humana podredumbre ...

Mas tú, piedad, no puedes abandonar tu asiento,


y con tu sombra ofuscas la luz del pensamiento
y la razón conturbas, y la pupila empañas:

y ante el leproso mustio que se titula hermano,


ante la horrible mueca del sufrimiento humano,
nos muerdes como un cáncer que roe las entrañas.

A VECES UNA HOJA DESPRENDIDA ...

A veces, una hoja .desprendida


de lo alto de los árboles, un lloro •

de las linfas que pasan, un sonoro


trino de ruiseñor, turban mi vida.

Vuelven a mí medrosos y lejanos


suaves deliquios, éxtasis supremos;
aquella estrella y yo nos conocemos,
ese árbol, esa flor son mis hermanos.

En el abismo del dolor penetra


mi espíritu, bucea, va hasta el fondo,
y es como un libro misterioso y hondo
en que puedo leer letra por letra.

Un ambiente sutil, un aura triste


hacen correr mi lIilencioso llanto,
E. GONZALEZ lúARl'LXEZ

y soy como una nota de ese canto


doloroso de todo lo que exis te.

Me cercan en b a ndada los delirios ...


(l es alucinación... locura a c aso ~ )
Me saludan las nubes a su paso
y me besan las almas de los lirios.

¡Divina comunión! ... por un instante!


son mis sentidos de agudeza rara ...
Ya sé lo que murmuras, fuente clara:
ya sé lo que me dices, brisa errante.

De todo me liberto y me desligo


a vivir nueva vida, de tal modo,
que yo no sé si me difundo en todo
o todo me penetra y va conmigo.

Mas todo huye de mí y el alma vuela


con torpes alas por un aura fría,
en una inconsolable lejanía,
por una soledad que espan ta y biela.

Por eso en mis ahogos de tristeza,


mientras duermen en calma mis sentidos,
tendiendo a tus palabras mís oídos
tiem blo a cada rumor, naturaleza;

por eso alguna hoja desprendida


de lo alto de los árboles, un lloro
de las linfas que pasan, un sonoro
trino de ruisefior, turban mi vida.
10 e L T V R A

VIVERE VIT AM ...

Dicen bien... Pero goza sin r esa bios la vida;


corre al tumulto anónimo, ensordécete y canta
tu canción como todos ... Ya lleva rás tu planta,
si lo quieres más tarde, por la senda escondida.

Nunca niegues tus labios a la flor encendida


de una boca sedienta; si un deseo levanta
una rosa de seno, un lirio de garganta,
no los esquives, ámalos ... Al fin, eso es la vida.

N o dejes a los cerdos las margaritas; fuera


insensatez ... Acaso, no tu bajel espera
aparejado y listo sobre el golfo risueño !

Cuando ya hayas probado de todo en el banquete,


sube, despega el ancla, tiende tu vela y vete,
mientras los otros roncan, a tu país de ensueño.

VOCES DE SOLEDAD

Voces de soledad oyó mi oído,


de un eco tan doliente y tan sentido,
que era como un dolor cada sonido.

Vibraban, como el órgano en las naves,


melancólicamente, y eran suaves
sollozos de hojas y quejumbres de aves.
E. GONZLlLEZ AfAIlTlNEZ 11

Cerré los ojos -porque no pudiera


filtrarse un rayo de la azul esfera
entre mi alma y la nota lastimera ...
¡y abrí mi alma y me cerré por fuera!
-
y cantaba el dolor t res veces santo,
y resonaba por mi faz el llanto,
y me creí ser nota de aquel canto.

Era en el bosque inmenso; las remotas


brisas me acariciaban, y las gotas

de mi lloro eran lágrimas y notas. ·

Un divino temblor en la desierta


quietud me conturbaba. " y quedó muerta
a toda sensación la carne yerta ...
Al fin, la vida me gritó: ¡despierta! ...
." o.. ..• ... ... •.• '" '" ..• •.• .••

¡ Voces de soledad que oyó mi oído,


de un eco tan doliente y tan sentido,
que era como un dolor cada sonido!

SOfl'E EN UN VERSO .. •

• • -

Soñé en un verso vibrante y prócer, almo y sonoro,


diáfano y vasto como los mares que agita el viento,
y en cuyas calmas, si duerme dócil, el firmamento
refleja estrellas, lívidas lunas, soles de oro.

El verso púgil, que es como el eco de cien montañas,


que cruza selvas y enciende el alma con nobles iras,
-
12 e JT L l' JT R
que entre las hojas y los ramajes se forma liras
do suenan salmos, lloros inmensos, voces extrañas ...

Mas con crespones veló sus cuerdas la lira mía,


y fué mi verso de una apagada melancolía
como los pasos que se deslizan sobre. la alfombra,

como las linfas quietas y mudas de las cisternas,


como las aguas que lloran dentro de las cavernas,
sin hQrizontes, aprisionadas entre la sombra .

LA CENTA URESA

La centauresa tiene ojos claros y bellos


con iris de esmeralda;
••
sus undosos cabellos
de azafranados tintes, lanzan vivos destellos,
como un casco de bronce, cuando el sol juega en ellos.

La centauresa tiene senos duros y blancos,


piernas firmes y ágiles para nerviosos trancos
y cola fu erte y luenga qu e le azota los flan cos.

La centauresa, airada, eriza la bermeja


cabellera, contrae la colérica ceja
¡y hay quien guarda señales del arco que maneja!

La cootauresa huye de la hípica tropa,


vaso a campo traviesa y saltando galopa,
y a los árboles jóvenes les d esgreña la copa,
y con verdes follajes se enguirnalda y arropa.

y hay un sátiro joven que la espera a que salga


y de súbito salto a sus lomos cabalga,
la espolea en los flancos, la fustiga en la nalga,
E . GONZALEZ MARTINEZ 13

y los rubios cabellos como riendas empuña


y le clava en el pecho acerada la uña
y en los níveos ija r es la aguzada pezuña.

¡Oh, la trémula grupa al sentir el ultraje,


el f eroz alarido y la fuga salvaje
y el volar de las crines al través del ramaje!

Encabrítase en vano; es inútil que siga


su furios a carr era; la rindió la fatiga
y sangra ron sus mi em bros el zarzal y la ortiga ...

Los olores cab ríos y los brazos morenos


que ciñéndola el torso le titilan los senos
la sugier en el ansia de gozar desenfrenos
a la sombra propicia de boscajes serenos .

. y celebran sus híbridos esponsales a solas,


y los cascos uestrozan céspedes y corolas
al rumor d e las selvas y alean tar de las olas ...

y hay r eír d e cantáridas y rubor de amapolas .

EN VOZ BAJA •

Verdad; en el silencip nocturno, en la fiereza


del mar que brama y tiembla, en el fulgor que viste
de oro los crepúsculos, en todo lo que existe •

he oído muchas veces tu voz, naturaleza.


14 e V L T V R.A

Algo de tí murmura la alígera presteza


de las nubes que pasan ... Mas súbito resiste
tu amor a mis antojos, y entonces quedo triste,
con una ina <>abable y medrosa t risteza.

Te sigo y te me escapas; te adoro y es en vano.


Hermética me escondes la clave del arcano
y dejas con sus ansias al corazón inquieto.

,Cuándo será la hora que trémulo ambiciono


en que, rendida amante, con lánguido abandono,
me digas en voz baja tu divino secreto'


,

DIOSES MUERTOS ..
-

Sueño con una


,
selva lujuriosa y ,sombría ,

donde sólo los vientos columpien el ramaj e


y donde no perturben el silencio salvaje
más pasos que mis pasos, más voces que la mía.

Donde enhiestos e incólumes -los t ron cos milenarios


hablen de tiempos idos y de viejas edades
cuando en paz con los hombres las rústicas deidades
poblaban los augustos senderos solitarios.

Donde al conjuro mágico que lance mi d eseo,


resurja Pan bicorne, y la lira de Orfeo
repueble con sus notas las regiones desiertas ...
I

Y aHí, mientras se acoplan fogosos y desnudos .


con ninfas y hamadríades los sátiros velludos,
vivir, vivir un día con mis deidades muertas! ...
E. GO}'Z~ LEZ M ~RTINEZ 15

ELOGIO DE LA VID

Va cabizbajo y trémulo el viejo Pan ... Las lides


de amor ya no le turban, y a una rapaza bella
como la propia Venus, habla, apoyado en ella,
contándole al oído la. gloria de las vides:

1,.8. vid es buena; sabe que la mullida alfombra


del césped es refugio de eróticos arrimos,
y a las sedientas bocas ofrenda sus racimos
y a los amantes besos su pabellón de sombra.

,No miras aquel fauno de picarescos ojos,


rudimentarios cuernos y faz de adolescente
que lleva coronada de pámpanos la frente
y un carricillo endeble entre los labios rojos ~

Pues ése de las viñas conoce los secretos


y cuando en un incendio el sol los campos baña,
-
aprovechar le place, en juvenil compaña,
silencios oportunos y ramajes descretos.

El sabe los encantos de la embriaguez, conoce


tam bién ya de los ósculos furtivos la dulzura ...
Su blanca adolescencia divina e inmatura
probó más de tres veces el inefable goce.

, No ves como a la sombra de los viñedos, entre


las mallas del follaje te atisba y te desea ~
-
,No ves como su lúbrica mirada se pasea
sobre tus blancos senos y tu hoyuelado vientre~
16 e V L T V R

Ah, yo también fuí joven (¡, no ves como me agito


al recordarlo ~) joven, en amorado y bello! ...
! Tuve la piel tan blanca ... tan rubio mi cabello,
éste que ves ahora ya pálido y marchito! ...

j Oh, las lucientes hojas de vid sobre las frentes


de ninfas incansables en la divina hora! ...
j Oh, de las buenas vides de sombra protectora
y los besos sin término de los labios a rdientes! ...

j Oh,mis glorioi:ios triunfos cuyo recuerdo aterra!• ...


Perseguidor ele faunos y 'sátiros cobard es,
risueño y confiado, sin presumir alardes
de valor ostentoso, les declaré la guerra.

Más de una v ez t rabamos descomunal disputa,


y más de alguna ninfa, de las v elludas manos
supo arrancar mi brazo viril a los villanos ...
¡Y de la presa saben laS' sombras de mi gruta! ...

Va cabizbajo y trémulo el viejo Pan ... Las lide!


de amor ya no l e turban, y a la rapaza bella
como la propia Venus, h abla apoyado en ella .
contándole al oído la 2"loria de las vides.


DIVAGACION

En l'a hora solemne de la tarde divina,


un mismo pensamiento nos embargó quizás ...
Teníamos al fr ente la undulan te colina,
arriba el cielo diáfano y la selva detrás.

E. GONZ ,nEZ MI.1RTlNEZ 17

Lo.s recuerdo.s to.caban su vieja so.natina


de bo.rro.sas cadencias e inseguro. co.mpás,
y sentimo.s enj;rambo.s un ansia repen t ina
. ,
de ir en Po.s de esas ho.ras que no. vuelven Jamas.

Desunimo.s a un tiempo. manos y ·co.razo.nes;


,
po.r países de so.mbras y de divagaei>o.nes,
lejo.s uno. del o.tro. no.s lanzamo.s tÚ' y yo.;

te miré, no.s miramo.s. .. Co.mo. do.'s peregrino.s


que vagaro.n, vagaro.n po.r o.puesto.s camino.s
y que un día el acaso. de 1'a vida junt6.

'.

EL ROMANCE DEL ESTOQUE


Tiene el po.mo. del esto.que
una V enus cincelada ,
de m uño.nes cercena do.s, •

to.rso. firme, faz impávida.


En lo.s fuertes gavilanes
repujado.s ele 0.1'0. y plata,
UI! tri t6n y una sirena

co.n las co.las enro.scadas,


y en la aguda y tersa ho.ja .- .

de factura to.ledana,
en ro.mance esta divisa
hecha a fuego.: "Cela y mata."

Tu la has visto en la panoplia


junto de una vieja fldnrga,
18 e V L T V R

escondido el fino hierro


en los oros de la vaina,
bajo un cuadro, nobl e copia
de la escuela veneciana.
Tú la has visto, tú que ostentas
verdes iris de esmeralda
que sembrados de oro fingen
las arenas de la playa.
Tú la has visto, tú que tien es
boca roja y manos sabias
que simulan dos palomas
por lo tersas y lo blancas.
Tú la has visto, y el tesoro
de tu carne sonrosada
que ofrendaste a mis caricias,
que ofrecistes a mis ansias,
no tembló, y ante los fuegos
de la fiebre que me abrasa,
me parece que sonden
tus pupilas enigmáticas ...
No has temblado y yo te adoro'
no has temblado y tú me engañas.

y el estoque sigue quicto


cn el muro de la estancia.
cabe artística panoplia,
junto de una vieja adarga,
escondida la hoja aguda
en los oros de la vaina,
bajo aquella antigua copia
(: ~ l pincel del Viejo Palma.
E. GONZALEZ MJRTINEZ 19

EL EXTASIS DEL SILENCIO

Del viejo parque en el rincón lejano


hecho para el amor, tibio y discreto,
aspiraba el secreto
de la muda caricia de tu mano.
Todo callaba en torno. Solamente
en alas del ambiente
un concierto de aromas ascendía
al redor de tu alma y de la mía ...
Callaban brisas, pájaros y fuent e.

y no fueron entonces ni tus ojos


entornados de elicha, ni los rojos
claveles de tus labios en que abreva
mi inacabable seel que se renueva
a caela beso tuyo;
no tus senos en flor, n{) los hechizos
ele la rubia cascada ele tus rizos;
no tu carne gentil ele adolescente
ni el rosa na carado ele tu frente,
la causa de aquél éxtasis profundo.
Fué tu silencio solo, compañero
de mi muda tristeza, mensajero
ele una vaga ascención fu era del mundo ...

,
Yo te invité acallar, con la mirada
suplicante de amor. Trém ula, nada
me r espondiste, y con el santo miedo
de rom per el enca nto,
sobre tUi;; labios colocaste un dedo ...
20 e v L T V R

La noche vino, desplegó BU manto;


una calma triunfal, un gran reposo
cruzó por el recinto misterioso ...
i Y no has sido jamás como aquel día
tan mía, tan intensamente mía!

PRESAGIO

Tu mano de I)1arfil desfallecía


en suave languidez sobre la mía;

de tus pupilas negras en el fondo,


fulguraba tu amor siniestro y hondo;

en capricbosos rizos tu cabello


jngaba sobre el mármol de tu cuello;

en la alcoba silente y oportuna


se filtraba una ráfaga de luna,

simulando en contraste con la sombra


un caído puñal sobre la alfombra.

En mi éxtasis de amor hubo un mom ento


en que la luz ll enó mi pensamiento,

y adivinando un porveuir de oh7 ido,


palpitó el corazón estremecido;

y bu squ6 1:1 traición obre tus ojos


y ví tus labios húmedos y rojos;
E. GONZALEZ MARTINRZ 21

unos brindaba,n desencanto y muerte,


mas tu beso de amor era más fuerte;

al encanto fatal de tu belleza


olvidé mi presagio y mi tristeza ...

y tu mano sensual se estremecía


con espasmos de amor sobre la mía.
DE ((LOS SENDEROS OCULTOS))
, . , •
É. GONZALEZ MARTINEZ 25

MUSA

Mi musa es una satiresa


de pies velludos y cabrios,
cuyo semblante guarda impl:e!'!!l
señal de ocultos extrav.í'(\~.

Por la llanura, adoles~cnto,


siguió el t ropel de sus hermanos
llevando tirsos en las manos,
cinta de pámpanos la frente.

De locos ímpetus lasCivos


hablan del musgo las alfombras,
y de sus ósculos furtivos
el espionaj e de las sombras.

Presa de erótica demencia,


dócil esclava de su afán,
rindió su blanca adolescencia
al sacro beso del Dios Pan.

(F ué cabe un hilo de agua pura


do verde lama se deslíe.
Barbudo Término sonríe
frente al lugar de la aventura.)

Vió cierta vez en su sendero,


o por su bien o por su daño,
2.6 e V •

L l' v
alforja al hombro a un ermitaño
de rostro rígido y severo.

ÜMovió el asceta con sus graves


frases al joven corazón ~ ...
Hablen las frondas y las aves
de aquella extraña conversión.)

Su refina'do paganismo
negóse a amar el santo leño,
y en :vez del agua del bautismo
recibió el agua del ensueño.

Mas desde entonces la locuela


cambió de rumbos y de fe;
oyó cantar a Filomela
y siguió el vuelo de Progné.

En el umbral de la locura,
extraño símbolo, se aferra
con las pesuñas, a la tierra;
con las pupilas, a la altura.

La desdichada satiresa
de pies velludos y cabríos
cuyo semblante guarda impresa
m arca de viejos extravíos.

De sus impuros pies cautiva,


se cansa en vano de llora r,
y lleva dentro una ansia viva
de tener alas y volar ...
E. GONZALEZ MARTINEZ 27

BUSCA EN

TODAS LAS COSAS ...

Busca en todas las cosas un alma y un sentido


oculto; no te ciñas a la apariencia vana;
husmea, sigue el rastro de la verdad arcana
escudriñante el ojo y aguzado el oído.

No seas como el n ecio que al mirar la virgínea


imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,
queda sordo a la entraña de la piedra que entona
en recóndito ritmo la canción de la línea.

Ama todo lo grácil de la vida, la calma


de la tio"r que se mece, el color, el paisaje;
ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje ...
¡Oh, divino coloquio de las cosas y el alu:a j

Hay en todos los seres una blanda sonrisa,


un dolor inefable o un misterio sombrío .

,Sabes tú si son lágrimas las gotas de ro cío ~
j,Sabes tú qué secretos va contando la brisa ~

Atan hebras sutiles a las cosas distantes;


al acento lejano corresponde otro acento ...
~Sabes tú dónde lleva los suspiros el viento ~
,Sabes tú si son almas las estrellas errantes' .

No desdeñes al pájaro de argentina garganta


que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora;
es un alma que canta y es un alma que llora ...
¡Ya sabrá por qué llora y sabrá por qué canta! ...
, •

28 e V L T V R ;,4:

Busca en todas las cosas el oculto sentido;


lo sabrás cuando logres comprender su lenguaje;
cuando escuches el alma colosal del paisaje
y los ayes lanzados por el árbol herido ...

PSALLE ET SILE

N o turbar el silencio de la vida,


ésa es la ley... y sosegadamente
llorar, si hay que llorar, como la fu ente
escondi da.

Quem::t a solas ( ja solas!) el incienso '


de t u sa nta inqui etud, y sueña, y sube
por la escala rlel sueño... Cada nub e
fué desde el mar has ta el azul inmenso ...

y guarda la mirada
que divisaste en tu send ero .. ; ( una
a manera de riifaga <l e luna
que filtraba el tamiz de la .e nramada ) ;
el perfume sutil de un misterioso
a tardecer, la voz cuyo sonido
t e m urmuró mi 1 cosas al oído,
el rojo lumino so
de una cumbre lejana,
la campana
que daba al viento S l1 gemido vago .. ..


La vida debe ser como un gran lago
cuajado al soplo de invernales brisas,
E. GONZALEZ MARTINEZ 29

que lleva en . su blancura sin rumores


las estelas de todas. las sonrisas
y los surcos de todos los dolores.

Toda emoción sentida,


en lo más hondo de tu sér impresa
debe quedar, porque la leyes ésa;
no turbar el silencio de la vida,
y sosegad a.ro en te
llorar, si hay que llorar, como la fuente
escondida ...

DOLOR, SI POR ACASO ...

Dolor, si por acaso a llamar a mi puerta


llegas, sé bienvenido; de par en par abierta
la dejé para que entres ... No turbarás la santa
placidez de mi espíritu... Al contemplarte, apenas
el juvenil enjambre de mis dichas serenas
apartaráse un punto con temerosa planta ...

Entra, sé bienvenido . .. 'l'e sen taré en el viejo


sitial que ya otras veces ocupaste.. . Un reflejo
de sol vendrá a bañarnos ... y veremos la larga
y polvorosa ruta, la que tú conociste ...
Brota rá de mi alma algún r ecuerdo triste .. .
a somará a mis ojos una lágrima a marga .. .
-
Luego, como al conjuro de algún viento de olvido,
la barbilla en tu báculo, te quedarás dormido.
Regresará la alegre falange bullidora
.-<
30 e V L T V R A

a revolar en torno y a ofrecerme mi parte


en su festín de risas ... y entonces será hora
de posar en tus hombros mi mano y despertarte.

y te veré cruzando la tediosa avenida


que allá de tarde en tarde te trae a mi guarida,
y te me irás perdiendo por la ruta lejana,
mientras bajo la hiedra que trepa a mi ventana
me envuelve la infinita claridad de la vida ...

RENOVACION


A José Enrique Rodó.

y le digo a la vida: no vaciles, golpea,


hunde el cortante filo de tu cincel, transforma
y renueva mi alma, tú que sabes dar forma
al bronce de un impulso y al mármol de una idea.

y sacude mi espíritu si sientes que flaquea,


y dale rumbo fijo cuando pierda su norma,
y pude asperidades, y abrillanta y reforma
sin descansar un solo instante en la tarea.

Quiero ser un destello consciente de ti misma,


purificar mi esencia, profundizar el cisma
entre el nuevo horizonte y el horizonte viejo,

y salir de tus manos como un vaso de oro


que a cada golpe vibre con un clamor sonoro
y a cada sol devuelva otro sol en reflejo.
E. GONZALEZ JL:1BTINEZ :31

EL ALCAZAR

Edifiqué mi alcázar en una soberana


cumbre, de aquellas cumbres en que el águila anida,
dejando una ventana abierta hacia la vida
cuyo rumor me llega como el de mar lejana.

Allí cerré mis sueños, la pobre caravana


ue mis errantes sueños... De nieblas circuída,
contémplase de lejos la insólita guarida
como esas viejas cúspides de cabell era cana.

Mis sueños alli aguardan que cierre ya la puerta,


y han de mirarme un día de la mansión desierta
cruzar, eterno huésped, las silenciosas naves.

Echados los cerrojos, levantaré el rastrillo,


y al foso que circunda los muros del castillo
una noche de orgullo arrojaré las llaves.

~TE ACUERDAS DE LA TARDE~ ...

• •
,Te acuerdas de la tarde en que vieron mlS oJos
de la vida profunda el alma de cristal ~ ...
Yo amaba solamente los crepúsculos rojos,
las nubes y los campos, la ribera y el mar ...
32 e VLl'VRA

Mis ojos eran hechos para formas sensibles;


me embriagaba la línea, adoraba el color;
apartaba mi espíritu de sueños imposibles;
desdeñaba las sombras enemigas del sol.

Del jardín me atraían el jazmín y la rosa,


(la sangre de la rosa, la nieve del jazmín)
sin saber que a mi lado pasaba temblorosa
hablándome en secreto el alma del jardín.

Halagaban mi oído las voces de las aves,


la balada del viento, el canto del pastor,
y yo formaba coro con las notas suaves,
y enmudecían ellas y enmudecía yo ...

Jamás seguir lograba el fugitivo rastro


de lo que ya no existe, de lo que ya se fué ...
Al fenecer la nota, al apagarse el astro,
¡oh, sombras, oh, silencio, dormitabais también!

• •
j, Teacuerdas de la tarde en que vieron mIS oJOS
de la vida profunda el alma de cristal' ...
Yo amaba solamente los crepúsculos rojos,
las nubes y los campos, la ribera y el mar ...

A LA QUE V A OONMIGO

Iremos por la vida como dos pajarillos


que van en pos de rubias espigas, y hablaremos
de sutiles encantos y de goces supremos
con ingenuas palabras y diAlogos sencillos. ,

E. GONZALEZ MARTINEZ :.13

Cam biaremos so n risas co n la he rmana violeta


que a tisba t ras la v erde y obscura celosía,
y aplaudiremos ambos la célica armonía
del amigo sinson te qu e es músi co y poeta.

Daremos a las nub es qu e circundan los flan co s


de las altas montañas, nuestro saludo atento,
y veremos cuá.l co rren al impulso del viento
como un tropel medroso de corderillos blan cos.

Oiremos cómo el bosque se puebla de rumores,


d e mi steriosos can tos y d e voces extrañas;
y veremos cuá l tej en las pacientes arañ as
sus telas impalpab les co n los siete colores.

Iremos por la vida co nfundidos en e lla ,


sin nada qu e co nturb e la sile nciosa calma ,
y el alma d e las cosas será nu est ra propia a lm a,
y nu estro propio salmo el salmo d e la es trella.

y un día, cua ndo el ojo p en et ra nt e e inqui eto


sepa mirar muy hondo, y el anhelante oído
sepa escu char las vo ces d e lo desconocido,
se ab rirá a nu es tras a lma s el profundo sec reto .

,

DOUX PAYS

Sueño co n un a vida bella como un paisaj e


d e Pu vis de Cha van nes . " U n azul esplenden t e
sobre un cielo sin m a n cha; un a ire t r a nspar ent e
susp endido en la noble placid ez d el boscaje.
3
34 e V L l' R

Un divino consorcio entre la vida humana


y la vida del mundo... La fusión apolínea
entre la prodigiosa sencillez de la línea
y el esfuerzo gigante de la visión lejana.

Donde todo parezca un melodioso canto


de serena alegría, un canto primitivo
llevando una alma nueva en vuelo fugitivo
al través de una atmósfera saturada de encanto.

Donde a la luz edénica de una aurora indecisa,


finja tener el paso el silencioso viento ...
y en medio de esa vida, un hondo pensamiento
nimbado por el oro sutil de una sonrisa.

UN A VIEJA TRISTEZA ...

Una vieja tristeza desanduvo el camino ...


Yo podaba mi huerto y libaba mi vino . ..

Una constante charla de pájaros decía


las divinas canciones de la franca alegría;

los ajados rosales, los musgos del jardín,


y las fresas regadas, hablaban del f estín

interrumpido; el aire fingía llevar esos


apagados murmullos de los furtivos besos,

y un viejo Pan de mármol en la rústica fuente


de piedra, parecía reir paternalmente ...
E. GONZ~LEZ MARTINEZ 35

y la vieja trillteza se detuvo a mi lado


y la oí levemente decir: ¡has olvidado' ...

De mil!! ojos aun turbios del placer y la fiesta,


una lágrima muda fué la sola re!puesta ...

Mientras tanto, la charla de pájaros seguía


las divinas canciones de la franca alegría,

y la vieja tristeza se fué por donde vino



perdiéndose y perdiéndose por el mismo camIno ...

Yo podaba mi huerto y libaba mi vino ...

y PIENSO QUE LA VIDA ...

A Francisco Vill<lespfsa.

pienso que la vida se m e va con huída


y
inevitable y rápida, y me conturbo, y pienso
en mis horas lejanas, y Di e asalta un inm enso
afán de ser el de antes y desandar la vida.

¡Oh, los pasos sin rumbo por la senda perdida,


los anhelos inútiles, el batallar intenso!
¡ Cómo flotáis ahora, blaucas Hub es de incienso
quemado en los altares de una deidad mentida!

Páginas t.ersas, páginas de los libros, lecturas


de espeJismos enfermos, ue cuestiones obscuras .. .
¡ Ay, lo que yo he leído! ¡Ay, lo que yo he soñado! .. .
36 e r L T V R A

Tristes noch es de esté ril meditación , quimera


que ofu. caste mi espí ritu sin dejarme siquiera
mirar que iba la vida sonriendo a mi lado ...

( ¡Ay, lo que yo h e leído! ¡Ay, lo que yo he soñado!. .. )


EL ALMA EN LA MONTAÑA

Como e Jl aquella tarde gri s y ilesconsolada


el doliente c rep úsc ulo lloraba su agonía,
co mo en el fondo perla del horizon te n ada
ocultaba a mis ojos la Montaña sagrada,
yo le dij e a mi alma: ¡,~o vien es, :lIma mía ' ...
(A leteaha el pájaro elE' In m elan colía. )

y el alma fue co nmigo, presa de un sob resalto


. nti 1. .. Del astro agónico mo straban los reflejos
la se nda serp ean te ... y los árboles viejos
elel borde del camino, n os mirabau p erplejos ...
(Sabían que la senda ll evan siempre muy a lto
y II1U~' lejos ... )

El alma fu e co umi go ... Un sil en cio profundo


IlOS iba acompañando; una muda so nrisa
fingían impalpables los labios d e la brisa;
una paz miste riosa lanzaba sobre el lJlundo
1:1 di vina ag-onía ((pi astro m o rib1lndo.

A Ima le dije al alma ya dueña de la altura-


¿ uo sientes los efluvios de una vida más pura,
E. GONZALEZ lIfARTINEZ

37

la plenituo sin límites, la inalterable call1l<J


de una vida más honda ? .. Verdad me dijo e l alma.-
(La planicie distante se esfumaba a lo lejos ;
los pinos · de la cu,mbr e nos miraban perplejos. )

y yo seg uÍ: ~ 110


sie n t es que te turba •v asom br:l
yer el risu eño valle ya presa de la sombra
mientras el sol poniente
desflora un almo beso de luz sob r e tu frente ~ ...
( El alma quefl6 mnda ... En obsesi ón ex t raña,
se erguía co mo un ampo de ni e \'c C II la montaíi:<. )

~\.ll1la ,
¿qu i c res que alc em os a'luÍ mismo una ti e nd a ~ ...
Muy antes de qu e el astro s u nu eva lu z en cienda
sobre toelas 1;)8 cosas, con t cm pl:l1';'1ll t us ojo s
ele la leja na aurora los l'csplnndor es TOjO S .
&Alznmos 1I11a .ti e nela para l'n S:l r !;¡ s ll ora s
en prolollgar c repú sc ul os y prese ntir auroras! .. .
El almll queeló llluela ... EII placid ez exh'a ñ a
se e rguía co m o un ampo rl e ni.eve en la m on ta ña ...

CU ANDO SEPAS HALLAR UN A SONRISA ...

A R ié(l1'do Are1/o les.

Cuando sepas halla l' una so n ri sn


en la gota sutil que se r ezuma
de las porosas pi edras, en la bruma,
en el sol, en el a ve y en la brisa;

cuando nad a a tus ojos. quede inerte,


ni informe, ni incoloro, ni lejano, •

38 e L l' V R

.,. lJene t.res la vida y el arcano


del silencio, las som bras y la mu erte;

cuando tiendas la vista a los diversos


rumbos del cosmos, y tu esfu erzo propio
sea como potente microscopio
quc va hallando invisibles universos ;

entonces en las flamas de la hoguera


de un amor infinito y sobrehumano,
como el santo de Asís, dirás h ermano
al á.rbol, al celaje y a la fier a .

Sentirás en la inmensa muchedumbre


de seres y de cosas t u sér mismo ;
serás todo pa vor con el abismo
y serás todo orgullo cou la cumbre.

Sacudirá tu amor el polvo infeCto


que mac ula el blancor de la azucena;
b endecirás las má.rgen es de arena
y adorarás el vuelo del insecto;

y besarás el garfio del espino


y el sedeño ropaje de las dalias ...
y quitarás piadoso tus sandalias
por no herir a las piedras del camino.


PORQUE YA MIS TRISTEZAS ...

Porque ya mis tristezas son como los matices


sombríos de los cuadros en que la luz fulgura;
porque ya paladeo la gota de amargura
en el dorado néctar de las horas felices;
R. GONZALEZ MARTINEZ 39
-
porq·ue sé abandonarme, con la santa. inconsciencia
de una tabla que flo ta, sobre el mar de la vida,
y aparté de mis labios la manzana prohibida
con que tentarme quiso el árbol de la ciencia;

porque supe vestirme con el albo ropaje


de mi niñez ingenua, aspirar el salvaje
aroma de los campos, embriagarme de sol,
y ' mirar como enantes el pájaro y la estrella
(el pájaro que un día me contó su qu erella,
la estrella que una noche conmigo sonrió),

y porque ya me diste la calma indeficiente,


vida, y el don supremo de la. sonrisa fran ca,
sobre la piedra blanca voy a posar mi fr ente
y marcaré este día con otra piedra blanca .. .

INTUS

Te engañas no has vivido ... No basta que tus ojos


se abran como dos fuentes de piedad, que tus manos
se posen sobre todos los dolores humanos
ni que tus plantas crucen por todos los abrojos.

T e engañas, no has vivido mientras tu paso incierto


surque las lobregueces de tu interior a tientas,
mientras, en un impulso de introspección, no sientas
fecundado tu espíritu, florecido tu huerto.

Hay que labrar tu campo, hay que vivir tu vida,


tener con mano firme la lámpara encendida
50bTII la eterna sombra, sobre el eterno abismo ... '
40 e V L T V R

y calla r . .. ma s tan hando , co n tan profunda ca lma,


qu e absorto en la infinita soledad de t i mismo,
no escuches sino el vasto silencio d e tu alma.

ESTA 'l'ARDE HE SALIDO AL CAMPO ...

A Frrl1l cis .Iamllles.

Esta tard e he salido al campo jovialmente ...


Voy a sorber aromas, a mirar al poniente
ll eno ele lumbres nu evas y d e nu e vos matices ;
a ver cómo circulan bandadas de p e rdi ces
que sospechan mi falta de instint.os ci ngéticos;
a contemplar la ciénaga, y los a1.res proféticos
ele una garza qu e en cuentr o s iempr e ( no sé por qué )
inmóvil, p e nsativa ~' parada e n un pi e ...
Ll e \'o ell la mallo uu li bro, un libro qu e no leo,
cogido en mi s esta nt es a l aza r. .. U n des eo
vago m e hacc hoj earlo distraído. i Quién es
e l autor l . .. Por en cima d el título e n fran cés,
hay este n omb r e exótico: Francis Jamm es ... y digo:
¡Oh, divino poeta! ¡, quién t e trajo co nmigo ~
Hoj eo .v r em emoro ... Ha ce tiempo que na ela
m e fla conturbado tanto como esa d esm añarla
po esía ele v er so rugoso , sin aliños,
como el rudim en ta ri o balbucir d e los niños ;
ese sentir ingenuo .le formas ~' paisajes,
esa desnud ez úni ca, los olores sa lvaj es
de la naturale za, y las cosas secr e ta s
¡oh, "ida, qu e has contado a t an po cos poe tas ! ...

" Francis J amm es. tu casa a t u faz se parece ;


la r ec ulFe la hi e clra y un pino la ensombrece " ....
• - . -
E.• G ON ZALEZ MARTINEZ 4

Así voy masc ulla udo üe m em ori a la clta


d e G ue rín (due rm e en paz, a lma nobl e y b e ndita,
a lma suave, a lm a t riste a quien duro d estino

y prematur a mu er te ce rr a r on el camino ) ...


"Un pi n l 'omb r age" ... Suen a el ha bla primitiva
y el d esnudo co n cepto, la voz a ler ta y viva
tan fr a n ca, t a n in ge nu a, tan sen cilla, tan pura,
sin inflexion es sa bi as, pero de gr a n h on dura;
la q ue ca n tó los m a n sos b urr os" cuyas or ejas
se sa cud en los pa los, la s m oscas, las abE'jas",
~. el p err o po r quien pide cn sub lim e p iedad
la g lori a de los b uenos po r un a eterni dad . . .
¡Oh , la si nce ra p lá ti ca, las voces mi steri osas
el e qui en CO ll oce e l :-l Im a d e se r es y d e cosas! . . .

" ¡Oh, hi jo d e V irgili o " ... va dicie ndo el pasa.i e'


fin a l de l ~' n, citado y d i vino h om en a;je
del poeta difu nto ...

El t oq ue de ora ción
co m en ta aq ue l apóst r ofe de un n oble corazón ,
y ,si en to en esa h or a el alm a s uspe n di da
com o un jir ón d e b rum a e n t r e el li b ro y In, vida . .

ALAS . . '

A las, t odos pedim os a las, pe r o nin g uno


sabe a rr oj a r el la str e en el tiempo oportuno ...
A t odos n os a qu ej a un ímpetu d e v uelo, ,
un a atr acción de espacio, un a obsesi ón de cielo;
te n clem os nuest r as m an os co di ciosa s de lum b r e

,
e V L T V R

a lA divina llama de la olímpica. cumbre;


pero al hacer impulsos de volar, nos aferra
el misterioso lazo que nos ata a la tierra ...
Un amor, un recuerdo, un dolor es bastante
para apagar las ansias de la pasión erran te .. .
¡Oh, la cruz afrentosa, los afectos humanos! .. .
¿Cuándo desclavaremos nuestros pies, nuestras manos f
,Cuándo sacudiremos la pesadumbre infecta f
,Cuándo revestiremos la desnudez perfecta
de nuestro propio espíritu' ACuándo daremos con
la ruta que nos marque nuestra liberación ' ...
¡y pensar que no es fuerza desandar el camino! . ..
Que sea cada cosa el escalón divino
que nos preste su apoy o para dar aquel salto
de todo lo que es hondo a todo lo que es alto;
sólo que es necesario equivar, lo primero,
todo lo que es instable, lo que es perecedero,
para tomar lo eterno, lo que no se consume,
el alma de la piedra y el alma del perfume,
hasta lograr, por último, que quede confundida
con nuestras propias almas el alma de la vida ...
Alas, todos pedimos alas, pero ninguno
sabe arrojar su lastre en el tiempo oportuno ...
¡Oh, la cruz afrentosa, los afectos humanos!
LCuándo desclavaremos nuestros pies, nuestras manos 9

TIENDO A LA VIDA EL RUEGO ...


Tiendo a la vida el ruego doliente de mi mano


como aquellos que claman: ¡una limosna, hermano! ...
S610 que yo no pido la dádiva incompleta,

E' GONZÁLEZ MARTINEZ 43

sino la integridad de la vida... ( j Poeta,


alma que nunca sacia su sed, hambrienta bo ca
que todo lo desea y que todo lo invoca!)
Siento que son mis ojos una súplica intensa
de visión infinita, y mi pecho una inmensa
aspiración que tiende el ala al universo ...
y hago versos, y el alma se me va en cada verso . . .

No como antaño puedo oír indiferente


musitar a las brisas y llorar a la fuente;
si hay un ave que canta al cruzar mi camino,
quisiera ser a un tiempo e l pájaro y el trino.

Yo soy aquel viajero que ha detenido el paso


para decir al árbol que derrumbó el acaso:
luego, no te faltaba ni el dolor ~ lu ego ~ es cierto
que has vivido y soñado y esperado ~ Tus hojas
~ escuchaban concen tos, murm uraball congoja s!-
,Trémulo te crispaste al horror de ser muerto,
y a las nubes de ocaso flameantes y rojas
tus ramas se tendían como un abrazo a1;¡ierto ' ...
Luego aquellas parejas que buscaban abrigo
bajo el cántico eterno de tu fronda SOllora
¿ se enga iiaban creyendo su pasión sin testigo Y. ••

y una voz inefable rompe de la floresta


la calma silenciosa ... y el árbol me contesta ...

Soy un signo suspenso que interroga y aguarda ...


N o ha llegado la aurora aún; pero no tarda;
hay un fr escol' de aromas, cual si el soplo latente
de la naturaleza se posara en mi frente .. .
Alma mía, prosigue el éxodo divino;
cruza sobre el Pegaso las regiones serenas
y santas del ensueño ... ~No juzgas tu camino

44 e V L rr R

m(¡s bello qu e el d e Ulises qu e escuchó a las Sirenas,


y que los siete via jes de Simbad el Marino ? ..

Pára de trecho en trecho; tira el freno y aguarda ...


No ha llegado la aurora aún ; pero no tarda ...

EL SEMBRADOR DE ESTRELLAS

y pasarás, y a l verte, se dirán: qué camino ~


va siguiendo el sonámhulo ? .. Desat ento al murmullo,
irás, al aire suelta la túnica d e lino,
la túnica albeante de desdén y de orgull o.

[rúll ;l co lll pañ:lll llo l c a pe na s una s pocas


almas hecha s d e ensu eño ... Mas al fin de la selva,
::11 ver ant e sus oj os el murallón d e ro ca s,
dir(¡n a m(' dr cnt a dn s : espe l'(>mos q ue vu elv a.

y treparás tú solo los grietados senderos;


vendrá luego el fantástico desfile de paisajes,
y llegarás tú solo a d escorrer celaj es •

allá donde las cumbr es b esan a los luceros.

Bajarás lenta men te una noch e de luna


enferma , de dolient.es penumbras misteriosas,
sosteniendo tus manos y regando una a una,
con un gesto de c1{tdi va, las lumínicas rosas.

y mirarán abso rt os el cl a r or (le tu s hu ell as,


.Y clamará la jerga d e aquel montón humano:
es un ladrón de estrellas ... y tu pródiga mano
seguirá por la vida desparramando . estr~llas ... .

E. fJONZALEZ lrlARTINEZ 45
,

TUERCELE EL CUELLO AL CISNE.,.

Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje


que da su nota blanca al azul de la fuente;
él pasea su gracia no más, pero no sien te
,
el alma de las cosas ni la. voz del paisaje,

Huye de toda forma y de todo lenguaje


que no vayan acordes con el ritmo latente
de la vida profunda", y ado ra intensamente
la vida, y que la vjr1a compr enda tu homenaje.

Mira a l sapicute bulto cómo tiende las a las


,
desde el Olimpo, deja el r egazo de Palas
y posa en arIlle) :11'1,01 el \'uclo taciturno .. ,

El no tie n e la g racia elel cisn e, mas su inquieta


pupila que se clava en la sombra, interp reta
el misterioso libro del sil encio no cturno.

COMO HERMANA Y HERMANO

Como hermana y hermauo



va mos los (los cogidos de la mano,.,

En la quietud (le I:l. p rad era. hay una


blanca y radiosa clarid:1t1 de luna
y el paisaje nocturno es tan risu eño
que con ser realidad parece suefío.
46 (; J7 T V R A

De prouto, en un recodo del camino,


n08 sorprend e un can tal'. .. Parece el trino
de un ave nunca oída,
un canto de otro mundo y de otra vida ...
,Oyes' me dices y a mi rostro jun tas
tus pupilas preñadas de preguntas.
La dulce calma de la noche es tanta
que se escuchan latir los corazones.
Yo te digo: no temas, hay canciones
que no sab remos nun ca qui en las ca nta ...

Corno hermana y hermano


vamos lo~ dos cogidos de la mano ...

Besado po r el soplo de la brisa,


el estanque cer cano se divisa ...
• Bañándose en las ondas hay un astro;
un cisne ala r ga el cuello lent amen te
como blanca serpiente
que saliera de un huevo de alabastro ...
Mientras miras el agua silenciosa,
como un vuelo fugaz de mariposa
si en tes sobr e la nuca el cosquilleo,
la pasajera onda de un deseo,
el espasmo sutil, el calosfrÍo
de un beso ardiente cual si fuera mío ...
Alzas a mi tu rostro amedrentado
y trémula murmuras: ¡,me has besad01 ...
Tu breve mallO oprim e
mi man o:. y yo a tu oído: ,sabes' Esos
besos nUll cn sab rás qui én los im prime ...
Acaso, ni siqniera si son hesos ...
Como h erm ana y h crmano
vamos los dos cogidos de la mano ...
GONZALEZ MARTINEZ 47

En un desfalleciente desvarío,
tu rostro apoyas en el pecho mío,
y sien tes resbalar sobre tu frente
una lágrima ardiente ...
Me clavas tus pupilas soñadoras
y tiernam ente me preguntas: t lloras , ...
Sec<?s están mis ojos... Hasta el fondo
puedes mirar en ellos.. Pero advierte
que hay lágrimas nocturnas te respondo-
que no sabemos nunca quién las vierte ... .

Como hermana y hermano


vamos los dos cogidos de la mano ...
DE «LA MUERTE DEL CISNE»

E. G OXZA J,EZ ,JI,.j Rl'INRZ fl¡

LA CANCION DE LA VIDA

A Luis G. U/'bina.

La vida está cantando afuera,


la vida dice: " ven acá."
En el jardín hay un olor de primavera,
himnos de zumbos en el viejo colm enar.

La vida dice: "e n el boscaje


palpita el alma universal.
Ven a fundirt e en las pl egarias del paisaje
y en los milagros de la luz c r ep u ~c ul a r. "

Huye el enjambre que semeja


nube que flota , vien e y va .
L a vida dice: " no h ay un a lma en cada abeja:

ma s tiene un alma el sonol'oso colmenar."

Llevando a cuestas su f atiga,


la hormiga cruza el arenal.
La vida dice: " n o hay un alma en cada hOl'm ig:t :
el hormigu ero tiene un. alma es piritual."

La vida dice: "en el profundo


abismo, todo rodará,
hombres y cosas ... El espíritu del mundo
alza en las sombras de la mu ert e su fanal."

La vida está cantando afuera,


la vida dice: "ven acá."
52 e r r R

E n el j:ll'clíll h:I,\' un olor de prilllavera,


him!l OS ll e zu m bos ell e l v iejo col me n a r.

y ,\ '0 le digo: "del paisaje


con ozco e l a lm a colos.11
y sé f un d irm e en las pl eaa ri as d el boscaj e
r en los m i lagros de la luz c rep usc lIlnr."
"Ya m e h e se ntid o se r la gota
de a lg úll oc nl to m a n a nti a l ;
e n la g:ng:l ll ta (l e a l g ún a \'(' h e si do no t a
y h as t a pe rf um p en Ins eflu v ios d el r osn l. "

"Mas en mis r einos ubjetivos


do só lo ~'O sé penet ra r,
se agi ta un a lm a co n su s goces exclu si vos,
su im pul so prop i o ~' su do lor pa r t i c ul a r. "
,

AL ESPIRJ T U DE L ARBOL

¡Oh , t n q ui et u d v i b ra n te, tu m agn á ni ma cn lm a so n o ra .


la qu e e nra í za en el h on do corazón de l::\ t i(' n a benclita,
y tus h ojas q u e fin ge n , en un r apto de sed i n fi ni ta.
la, v is ión i n saciada, la p u pila q ue todo 10 e xp lota !

So mos sig n os f rate m os; es 1:1 mi sm a 1ft, q llej:1 que


( 11 0r n
en tu a 1'l'ullo y lUi c::tnt o; es el mi sm o el ::tf:í n qu e se
( ngi t a
en tu savi a y mi sa ll g r ej y el idé n t i co a nh el o gravi ta
t a n te n az, q u e 11 0 extin g ue ni p erturbn el co rr e r de la
( h ora,
E. GONZALRZ M.JUTlNEZ 5:\

j Ah,ser firme y sc r eno con e l ansia te ndicb a lo


(ignoto,
y afianzado a la vida, ir buscando e n un vuelo r emoto
e l anímico r a st ro dc la s aves, las nota s y el vie nto;

all egarse a lo humild e, asce nu er co n e l ::tla que sube


y ser sombra a la fu c n tc, paz al niño, sonrisa a la nube,
y II la vez se r inm ob le, maj est uoso co mo un pensa·
(miento! ...

ANIMA TREMULA

Hay UJI suav e dolor en mi cspe rauza


que ni adu erm e e l afún ni :lcorta e l vuelo.
¡Ah, mi llorar mi(,Jltra s la no che aV:lnza,
vuelta la faz al cielo
en un sc reno aso m bro sin mudanza;
y aqu e l suavc do lor e n mi espe ranza
qu e ni adn e nn c e l :1fflll ni acort.L e l v uelo!

A lma, so il astt' spr CO l1l0 la fu ent e


r ecatada ell l:l fl'onda:
límpida (' 11 s u c ri s t'al, pe ro lIluy honda.
¡Ah, t u pudor de aparcc(' r deslluda
y cla ra y traspar eut c
a los profanos ojos, a lma muda
que 11;:) s soñado C0 11 ser C0 ll10 la fnente
]'ec:Jtada (' JI la f ronl1:J:
límpidn C' JI sn ·crist:il , J.I('ro tan hon(l::t!
54 c v ú• T V B A

Esta flama de amor siempre encendida ;


este sentir que el musgo se sonríe
al beso de mis miembros, este vago
suspiro que en la vida se deslíe
como en el manso lago
la breve gota matinal caída ...
¡ y esta flama de amor siempre encendida!

A lma, soñaste ser como sedient a


corola inmensurable que perfuma
la extensión de los ámbitos; atenta
a todos los misterios; prevenida
'a todos los temblores de la vida ;
diligente al placer y presta al llanto ;
y ser como un desmayo, como un triste
desmayo de potencias, en el santo
J:egazo ID a te rn al de .10 que existe ...

L uego, ser voz que asorde, y ser el verso


que cante en inflexiones poderosas
todo el vasto gemir del universo,
y todo lo posible de las cosas,
en ritm o sa hio , e nfáti co ~' diverso.

Se r lám pa ra de a mor en la lejana


combusti ón de una estrella cuya lumbre
nunca hab rá ele llegar, y que es hermana
de la fl ama del sol que da en la cumbre.
Se r como el insaciable receptáculo
de toda agitación , de todo empeño,
gra nde e11 lo grande, l eve en lo pequeño,
y ser, al par, vidente y espectáculo,
y ser !>I Aoñador, y ser el sueño.
E. GONZALEZ MARTlNEZ

Sentir el lazo espiritual, el fuerte


nudo que te mantenga constreñida
al divino pavor en que la mu e rte
es un ritmo de tantos de la vida.

Ser la pupila insomn e, ser el ala


trémula siempre en lucha con el viento;
la mano illl perturbable que señala
la ex ce lsitud; y lu ego, en un mom ento,
ceguera, y paz, ~ desfallecimiento.

i Oh, codicia interior que no se calma!


j oh, clamor que no cesa en su porfía!
,Cuándo será aquel día
que llene el ansia de tus ojos, alma,
conturbada alma mía!

A UNA PIEDRA DEL CAMINO


Piedra m usgo sa, cabeza l . peq ueño


en que apo~é la s iell , en que dormida
la ca l'll e frágil, asce ndió la vida ...

Gracias te do~' porque m e diste un su eño .

La hierba gris hum edecida a l lloro


de la reciente lluvia, era de plata,
y un pájaro gemía su sonata
bajo el t enue c repúsculo incoloro.

Seguí en mi afán e l v es peral concierto ;


e l hilo lumino so <le una est rella
56 e ,r L T r" Ir --, .
me dió su escala, y ascendí por ella,
velado el ojo, el corazón despierto.

Yo ví, como Jacob, la maravilla


del profético sueño milagroso;
y en el breve durar de mi r eposo,
bogué en un mar y regresé a la orilla.

Piedra musgosa, cabezal pequeñ<1


en que apoyé la sien, tú recibiste
mi afán sin rumbo y mi cansan cio triste ...
Gracias te doy porque me diste un sueño.

A UN ALMA 1 GENUA

Tú que bajo de un árbol canturreas


vaga canción d el céfiro aprendida,
cuerpo desnudo y alma sin ideas,
dame tus ojos para ver la vida.

Quiero sentirme cerca de las cosas


sin fieras trabas y sin torpes muros,
y dar al sol, al aire y a las rosas
mi ingenuo asombro y mis afectos puros.

Limpia de viejo mal, sin mancha alguna,


en tabla rasa convertir la mente,
como el niño que parla con la luna
repetida en las aguas de la fuent e.
F.. GONZAJ.EZ Jll.HlT1XEZ

Volver a los espantos interiores


que ven duendes y trasgos en la esta ncia,
y vivir otra v ez en los pavores
de una pueril y tímida ignorancia.

Sentirme como brizna arrebatada


por viento manso o por callado río;
temblar, llorar, sin que m e . mueva nada
sino el propio temblor o el llanto mío.

Asomarm e al vivir co mo a un paisaje


extraño, huir el dogma, el viejo modo,
lo marginal, lo escrito, y en un viaje
de azorami entos, contemplarlo todo.

Entrar en e l amor vistiendo alburas


de ropaj e lunar, sin los delitos
de lascivia anterior, sin una impura
reminisce n cia de ósculos malditos.

Sentir qu e el alma ante la vida toma


rara diafanidad e impulso leve,
imp:tlpabl e y su t il co mo un aroma,
de blancura espectral como la nieve.

Por eso clamo a ti que canturreas


vaga can ción del céfiro aprendida,
cuerpo rlesnudo y alma sin ideas ...
i dame tus ojos para ver la vida!

58 e L l' V R

LOS DIAS INUTILES

Sobre el dormido lago está el saúz que llora.


Es el mismo paisaje de mortecina luz.
Un hilo imperceptible ata la vieja hora
con la hora presente.. Un lago y un saúz.

,Con qué llené la ausencia ~ Demente p eregrino


de extraños plenilunios, ví la vida correr ...
,La sangre ~ ... De las zarzas. bEI polvo'? .. Del ca-
(mino ...
Pero yo soy el mismo, soy el mismo de ayer.

y mientras r econstruyo todo el pasado, y pienso


en los instantes frívolos de mi divagación,
se me va despertando como un afán inmenso
d e sollozar a solas y d e pedir perdón.

ESTANCIAS

bQué será de mis ojos, ávidos de visiones


de pasmo y de misterio y no saciados nunca 1
b qué de la fiebre viva de sus contemplaciones,
de sus anhelos idos y su esperanza trunca'

~ Quéserá de mis manos hecha s a suavidades


de sedeña tersura, a férvidos cariños,
E. GONZALEZ M.dBl'IN EZ 5!J

a posar en el mundo todas sus caridades


en enfermos y amadas, en débiles y niñoe '

,Qué será de mi boca donde se anida el ruego


sagrado de las preces, la palabra escondida,
la sonrisa in efabl e, el ósculo de fuego,
el resonante salmo del amor y la vida ~

~ y qué de mi s oídos, a liras melodiosas


de musical arrullo cuidadosos y atentos,
a percibir el ritmo eterno de las cosas
frente a toilo~ los rumbos •v hn cia todo~ los vientos ?

¡Ah de mi sér gastado en presentir lo igno to,


en sacudir las alas que desplegar 110 pudo,
en lamenta rse a solas Con su espejismo roto,
con su idea l en ascuas y el {mimo desnudo 1

Tal vez en el instante fatal de la partida,


cuando ateridas clave las manos en el pecho,
",qué has hecho '" me pregunten las voces de la
(vida,-
y les responda el eco del corazón: "j,q ué has hecho f"

IBA POR EL CAMINO ...

Iba por el camino donde todo es ignoto


para el profano, senda que yo sé palmo a palmo . ..
Cada racha de viento jba vibrando un salmo,
cada lucero t·rémulo era 1111 faro remotCl.
60 ,- L T v R

Todo hablaba en la augusta soledad a mi oído;


cada flor era un astro caído de la altura;
y el rítmico galope de mi cabalgadura -
harmonizaba un aire de apagado sonido.

Limpio estaba el paisaje de todo estigma humano,


y era una flora extraña y una p ellum bra leve
que borraba contornos... Una agonía breve
de esfumado crepúsculo tras nubal'l'ón lejano.

Era una luz muy tenue, sin proyección de sombra,


luz difundida en todo, sin foco ni reflejo,
como si el cielo fuera un empañado espejo
sobre el espejo turbio de la terrena alfombra ...

y sentí que la Vida surgió como una extraña


. .,
apanclon ...

Erguía su c1esn udez gloriosa


en la quietud solemne ... Un perfume de rosa
y un hálito de fuerza inundó la campaña.

La ví pujante y prócer como crátera abierta


a los cantos del cielo y a los lloros del mundo;
con los senos henchidos, con el vientre fecundo,
y colmando los ámbitos de la extensión desierta.

En impudor sereno de mujer que amamanta,


brotaba el ]{teteo jugo de los pezones rojos ;
uu amor sin medida fulguraba en sus ojos,
y sus manos se abrían como dádiva santa.

Reciamente sus pl:Jlltas en raizaban al suelo;


cODlpelldiaha Sil gesto la expr rsi.ín y l:J. línea,
-
• Ji:. GONZALEZ .l!.4RTINEZ 61

,- eH su faz ofrend a ba , ma te rn a 1 y . -
vlfglllea,


su S0 111'1 8a a las cosa s y sus ojos al cielo .
-
y me dijo:

sé púgil ; no culpes a la vida


eJ e tu propia flaqu eza; mata la letra y rompe
~r el ritmo y la m es ura , t odo lo q ue co rromp c
las milagrosas aguas d e la fuente esco ndida.

Cr ea , mas co n tu sangre ... Marca tu hu ella hOl1(1::!


y qu e tu intc 1'1la fl a m a ilumin e el send e ro ;
sé tu obra tú mismo: el bloque y el acero ,
la can ción y ('1 poet.a, y la piedra. y la honda.

a vivir, a vivir, .v a ser bU('lIo .r se r fran co;


y
a cnntar en los himnos d e la santa a legría;
a qu emarse en los fuegos de la hogu e ra elel día;
a fundirs e e n las ni eves d el pl enilunio blan co .

y exprimir de las rosas el color y la esencia;


apr esar el sentido de los can t os eolios;
mrdd ecir d el sofisma d e los viejos infolios;
.v ra sgar los papiros y abjurnr el e la e.iencia.

A vivir, a vivir .. y qu c sangre la h('rieln ;


, av izor vaya el ojo y el oído anhelante ...
Ha~r que asirse a la v este del efím ero instant e ...
iA vivir, a vivir, qu e se esca pa la vida! ...

Se borró de mis ojos la aparición extraña ;


su sentido adquiri eron el paisaje y las cosas;
p enetraba en mi sangre el p erfum e d e rosas
y el hálito ele fu crza que impregnó la campaña.
-
,
62 e r ¡, T r Po .-1

y seguí por la senda donde todo es ignoto


para el profano, senda que yo sé palmo a palmo;
cada céfiro errante iba vibrando un salmo,
cada lucero trémulo era un faro remoto .

M[ AMIGO EL SILENCIO


Llegó una vez, al preludiar mi queja
bajo el amparo de la tarde amiga,
y posó su piedad en mi fatiga,
y desde aquel entonces no me deja.

Con blanda mano, de mi labio aleja •

el decidor afán y lo mitiga,


y a la prom esa del callar obliga
la fácil voz de la canción añeja.

Vamos por el huír de los senderos,


y nuestro mudo paso fle viajero s

no despi ert a a los pájaros... Pasamos

solos por la región desconocida;


y en la vasta quietud, no más la. vida
sale a escuchar el verso que ca llam os.

HORTUS CO JCLUSUS

Sobre mi propio corazón que f' SP'] 1':1,


ll egada.s del futuro O del olvido,
voces que fueron, almas que no han sido,
como en viejo portón llaman a.fuera :

1'.'. G{j}'~ZALEZ MAUTINEZ 63

el murmullo sut.il de la primera


noche de amor, el canto desvaído
en luz lunar, el ideal seguido
con ansia inútil por la vida entera ...

Ya sé de ese llamar; antes de ahora,


despertaba la fiebre abrasadora
que hoy, en nobl e pudor, la vida esconde.

El alma, silenciosa y taciturna,


ha encendido su lámpara no cturna,
ha cerrado su puerta... y no respond e .

BAJO EL HUERTO SOLEMNE ...

Bajo el huerto solemne de emblemática flora,


se han posado tres aves en la fuente que llora;
no han turbado sus alas la quietud de la hora;
fué su paso de ensueño, su volar de ilusión.
Una lleva el plumaje de sangre purpurina, •

otra tiene d el cisne la blancura divina,


y la tercera es negra, negra .como la endrj.na ...
A las tres las cono ces ha tiempo, corazón.

El aye roj a canta las ca nciones que oyera


e n una prestigiosa, joyante primavera,
cuando era una lujuria de besos la pradera',
el cielo todo luces, t.odo amor el pensil;
y sus cantos vibrantes por las callejas solas
saben a los nectarios de las frescas corolas,
a claveles de púrpura, a sangre de amapolas,
a las brisas de mayo y a I~s flores de abril.
t.i4 e v L T v Po A

El ave blan ca dice un canto d esleído


en ULl halo de luna, unas notas que han sido
como el eco d e UII eco, un rlulce son oído
en las cumbres de nieve de la serenidad.
Esa voz supo un día convertir en serenas
las horas agitadas, en piedades las penas,
los claveles purpúreos en blancas azucenas,
mi lascivia d e espíritu en alba castidad .

El ave negra calla ... Enigmática y muda,


tal parece el espe ctro silente de la duda ...
Yo sient.o que su inmóvil pupila me saluda
desde el profundo abismo de su meditación.
¡Ya conozco hace mucho tn silueta sombría
ave callada y negra de la sabiduría,
p{ljaro esquivo y noble, av e que eres la mía! ...
¡Ha ce tiempo que cantas para mí tu can ción!

EL FORASTERO

Este otoño de grises cabellos,


de miradas hondas y de faz tranquila,
se llegó tan despacio a mi v era ,
qu e no me dí cuenta de que ya v('nÍ:J.
con la frente preñada de ensueños,
COII aquella su vaga sonri sa
llena de añoranzas
y melancolías.

Yo charlaba con la primavera,


COIl la primavera de boca encendida,
65

1:1 qu e sab¡> a panal es hibleos,


a aromas de 11ardos y a mieles de guindas.
Tal v ez de mi lado se alejó en sil encio,
se alejó en silen cio mientras que dormía ...
Cuando abrí los ojos
era ya partida.

Desde entonces, aquel forast ero


de miradas hondas, m e hace compañía.
¡y qué viejas historias me cu enta,
olvidadas de puro sabidas!
¡Cómo sabe endulzar el r elato
con néetares suav es de melan colías,
y qué paz austera
hay en su s pupilas!

Cómo m e habla de cosas p equeñas,


¡le seres humildes que crucé en la vida,
(le anh elos informes qu e no alcancé nunca,
,l e amores difunt.os, de penas exiguas ;

cómo v a t endiendo sob¡'e lo pasado


s u m iSl'ri <, or <lía como una canCla ,
• •

¡e\l:'IIlt.as <, osa s sal)('


qu e yo )] 0 sabía!

Qu é bit' n qll e m e tr ae del camino largo "


lo s fuga ces b esos, lu s cosas perdidas,
los afan es rotos y la paz aquella
qu e m e deja el alma sosegada y limpia.
Cómo ll eva las manos cargadas
el e mall SOS p erdon es para las insidias,
y de añ ejos odios
¡efJlllO es tflll v a eías!

5
66 e L T 17 J-'l .

Buen otoño de grises cabellos,


de miradas hondas y de faz tranquila
que tan paso llegaste a mi vera
que no me dí cuenta de que ya venías:
no me dejes solo, tiende en mi pasado
tu misericordia como una caricia,
y pou en mi alma
tu sabiduría.

EL ESPIRITU V lAJA ...

El espíritu viaja por una lejanía


hecha d e forma tenu es y de tintas borrosas
como si almas en pena de fene cidas cosas
flotaran en ln s brumas d e la m elan colía.

Aqu el ca mino guarda impresiones y rast ro s


de marchas fatigosas en éxodo sangriento.
¡Cuántos ayes perdidos en la risa del viento,
la esq ui vez de las rocas y el cautaJ' al' los astrosl

Un alma tuvo aque lla casuca delTuÍt~n;


un espíritu atisba detrás de la vidri era;
jovial y tembloro sa, como llovia que espe)'n'
cabe el umbral d esierto se ha se n tado la vidl\ .
..
Se despiertan las cosas de la niñez lejana ,
indistintas, confusas, c'omo vistas en su eño:
un rosal que crecía junto de la ventana,
un patio luminoso, un perrillo pequeño ...
E. GONZA LHZ MAWl'lNEZ

Aquel primer po ema hilvanado a hurtadillas


con pudores que ogaho el espíritu siente;
la noche en que mi madre sorprendió las cuartillas
y las leyó en silencio, y me besó en la frente ...


Hay he chos que se aclaran como por sortilegio,
y otros que apenas surgen imprecisos y extraños;
más conservo el perfume del aula d el colegio
que el rostro de una novia que adoré a los diez años .

Rcuerdo de una tarde que sent.í contristado


el corazón, sin causa, y el dolor excesivo,
hizo explosión en llanto ... Tal vez nunca he llorado
como en aquella tarde que lloré sin motivo.

Lo preciso se esfuma, se borra lo concreto;


van tomando un ambiente de vaguedad las cosas;
y los pasados días son urna,.s misteriosas
que eR gotas al oído destilan su secreto.

Excursión milagrosa por un mundo que es ido;


viejo y sutil perfume que la' vida evapora;
luz que es sólo un reflejo; cadencia vibradora
que en el aire dilata el eco de un sonido ...

,Quién pudiera librarse de la prisión obscura


de la presente forma con su brutal estigma,
;r vivir descifrando el pretérito enigma,
absorto ante el mist erio de la visión futura!
I. /. ,{ ¡: /: I

TRES VECES HE ESPERADO ...

Tres veces he esperado en la vida, y la vida


m e ha h url a do tre veces con sus frutos de mal,
y aun creo como e na ntes, y la esperanza anida
en mi p ech o mii s honda, persistente y fatal.

Voy con el hrazo enhi esto, y mi antorcha encendida


simula en tre las 'ominas un enante fanal.
¡No hay qu e seguirlo, parias que en la senda perdida
os debatís! Es faro ele mi propio ideal.

Alguna v('z ti c tantas, e l clamor <l e un hermauo


m e hizo bajar los ojos, y con piadosa mano
ungí su abierta llaga o su lloro enjugué;

pero una yez curad a la pena qu e no es mía,


sigo la v ieja marcha po r la doli ent e vía
a olas CO II mi 'ue iío y a sola s con mi f e.

~ A PE~ A HONDA

( enero ll e 1914 )

" He aquí que e sto~' a la pue rta y llamo"

En el fondo rlel a lma se ac urru ca mi pena


como niñ o en las blondas del lecho fami liar,
y mis ojos aguardan con mirada se re na
qu e r l corazó n les ¡liga: es preciso llora \' .
E. GONZ.,JU¡'Z JIUH'l'INEZ 69

En la mansión que habitan íntimos pensamientos,


hay estancias d e luto cabe patios con sol;
cuando llama la muerte, abro los aposentos
en donde se anda paso y se baja la voz.

Llevo en el alma duelo por seres que no h e visto


y guirnaldas de triunfo para quien no vendrá.
Las antorchas se encienden al placer imprevisto,
~. si mis muertos llegan, pongo un cr espón de más.

No r echinan los go nces de la puerta sombría;


sólo yo sé quién entra en la augusta mansión.
Hace poco han llamado ... Sal a abrir, alma mía,
." en la sa la más lóbr ega cuelga un nuevo crespón.

MAÑANA
, LOS POETAS

Mañana, los poel'as cantarán un divino


yerRO que no logramos entonar los de hoy;
nuevas constelaciones darán otro destino
a sus almas inquietas con un llu ev o t emblor.

Mañaua , los poetas seguirán su camino


absortos en ignota y extraña floración ,
y al oír nues tro canto, con desdén rep entino
echarán a lo s viento s nuestra vieja ilusión.

y t.odo será. inútil, y todo será en va no ;


será el afá n de siempre y el idéntico arcano -
y la misma tiniebla dentro del corazón.

y ante la etern a somb ra qu e surge :v se r etira,


]'ecog'erft n del polvo la a b lmdonada lira
y c.ant:n;Ín con ella nu estra mi sma cfln ci ón .

DE «EL LIBRO DE LA FUERZA DE
LA BONDAI) y DEL ENSUE~O»
73

V lESTO f.!AGR,A.DO

A ,.¡ !jUI/ SO N eyes .

Sobre el ansia mar chita,


sobre la indiferencia que dormita,
h ay un sagrado v ien t o que se agita;

un milagroso viento,
de fuerte s alas y ele firm e acento
qu e a cada corazón infuncl e aliento.

Vien e elel ma r lejano,


y en su bronco rugir hay un arcano
qu e flota en medio el el silencio hum a n o.

Viento de profecía
.. ,
qu e a la s tiniebla s el el VIVIr enVla
la eVH ngélica luz ele un nuevo dÍ;¡ ;

vien to que en su ca rr er a
sopla sob r e el amor, y hace IIn :t hoguera
que en ciende en cariclad la v id a pnt era;

ViCJIto que es una Hurora


en la no ch e del mal, y da la h ora
de la con solación paril el qu c 11 0r;J ...

Lo s ímpetus dormidos
despiertan al pasar, y en los oído::;

h a~' un:1 YOZ que turba los sen tielos .



i4 ( . I. L I. 1:

Irá desde el profundo
abismo hasta la altura, y su f ecundo
soplo de redención llenará el mundo.

P.roducirá el espanto
en el pecho rebelde , y en el santo,
un himno de piedad será Sil canto.


Vendrá como un divino
hálito de espe ranza en el camino,
y ] narcará su rumbo al peregrino.

Dejará en la conciencia
la flor azul d e perdurable esencia
que 'disipa el dolor con la presen cia.

Hará que los humanos


en solemne perdón, unan las mano s
y el herm a no conozca a sus h ermanos,

N o cejará en su vuelo
hasta lograr unir, en un consu elo
inefable, la tielTa con el cielo;

hasta que e l hOI1l bre, en celes tial arrobo,


hable a las aves y convenza al lobo;

hasta que deje impreso


, en las llagas de Lázaro su beso',

hasta que sepa darse, en ardorosas


ofrendas, a los hombres y a las cosas,
y en su lecho de espinas sienta. rosas;
E. GOSZ.-II, EZ MAHTINI,,'Z

--
/0


hasta qu e la escondida
en traña, vuelta manan tia 1 de vida ,
sangre de caridad como una h erida ...

j Ay de aquel que eN. la senda


cierre el oído ante la voz tremenda!
j Ay del que oiga la voz y no com prenda!

LA LECCION DE LA :MONTAÑA

A Pedro H ellríqll e= ( -,.eiía.

Vigorizante ritmo viene de la montaña


que en fácil holocausto su corazón entrega ...
Un saludabl e enigma desde la!' cumbres llega
y en fraternal consorcio mi espÍl'itu acompaña.

El monte, sobre el muell e tapiz de la ca mpaña,


sumerge sus raigambres en la f ec unda v ega,
y en un azu l impulso de ensoñación , anega
su cima en un a atmósfe ra polícroma y extraña.

Va mi obsesión antigua r ememoria ndo asombros;


fardos de viejas lides no pesan en mis hombros
más que la leve bruma que desbarata el viente.

- Ante la tarde augusta mi corazón inmol a


sus años vacilantes, y el alma, limpia y sola,
se baña en la inefable qui et ud de un pensamiento.
76 ( . I. /. 'J' I. /:

JI

U n corazón inlll r ll So hajo la ro ca viva


late en sigil o Il obl e. R,evist e de la falda
el hllmus ge rllliua nte su veste d e esmeralda,
y es símbolo de fuerza la mole pensativa.

En a lt o, calm a eterna; abajo, selva activa


que la mañana hiela y que la siesta escalda,
y que, t it án que lleva cien mundos a la espalda,

soporta 1:1 absoluta serenidad de arriba.

Así, tras el pesado bregar de la tarea


que la montaña emprende, la cima que blanquea
llega a b esar lo s ci elos por sendas milagrosas,
y a. presentir, en pleno dominio de la altu ra,
la muer te de la no ch e, y el alba qu e fulgur a
n.dorm ec i nno est rell aR ~' drspertan clo r osas.

III

¡,Qué afá n omn ipo te n te, qué im p ul so n ecesario


hinchó las escon clirlas entra ñas d el pla neta 1
Sobre la cim a narra la congelada gri eta
las igni scentrs hora s el el cráte r m il (' na rio.

La brasa del a nh elo formaba el in ce nsario


que r evelaba en nubes el ansia mal suj eta,
hasta q ue a l fin en tregua, crist.alizó en la quieta
serenidad inm óvil del monte visionario.
77

Manos de lucha tej en la victoriosa 'palma;


fraguas de duelo forjan la ple nitud del alma,
y el éxt.asis del sue ño se fund e e n sobresalto.

Espíritu que aguardas: ya ti en es a tu vista


la múxima del monte ; esfuérzate y conquista
la gloria d e esta l' solo y el premio d e ser alto.

LAS ALMAS MUERTA S

A JJfa1weL T 0 1tsS II illt .

Bajo la bruma gri s, fr ente a un ocaso


d e fatídica luz, por las siniestra s
rutas d el mal, en un crujir d e ramas
y un vol a r d e .hojas secas,
silen cioso, fantÍlsti co,
cruza el d esfile d e las almas mu e rt a s.

Apagaron su lámpara
, .
como vll'genes n ecIas;

no se abri eron sus ojo s al anuncIo
de la hor a snprema;
y el beso elel esposo
las en contró dormidas en la senda,
sin una bi e nv enida e n tl' e los labios,
sin un soplo d e amor en la con cien cia ...
Así cruzan parvada s il enciosa-
en la d esolación d e la s prad eras.

Ni un impe tu fe cundo,
ni un a nsia nobl e d e pasión r e vu ela
íd e r l' V R

en torno de esa grey; un a ire frío


sobre el desfile de las a lm as nieva,
y sonámbulas huyen
por la penumbra inci erta,
sin un himno en los labio s,
sin una voz interna,
sin un rayo de luz en lon tan anza,
so rd as, mudas y ciegas ...

En vano a mor en la distante cumbr e


encenderá su hoguera;
en vano el id eal sobre la cim a
prenderá el vaticinio de una estrell a;
en vano las aug ustias de los hombres
.v las desespe ra nzas de la tierra
piden ~iedad; la turba sigu.:.; I) l yiaje ...
La misma voz que mumuró "despierta"
en la t um ba d e Lázaro, serí a
inútil voz ante la calma etern a
y el mu t ismo implaca bl e

qu e e n lo más hondo de esas a lmas re ma.
As í va la parvada sil en ciosa
en la deso lac ión de la s pradera s.

"\lm 3 mía, a lm a mía,


a lm a vibrante y t rémula
que difun des tus himnos d e espera nza
pO I" la faz de la tierra;

q ur a fl or de labio tienes la sonrisa


pa ra e I con cierto de las cosas buenas;
que car a al sol y con la mano en alto
agitas tu bandera,
y frente al desen canto de los hombres

.
am as, vIves y suenas;-

E' GUNZAI,EZ M../IU"J.\'EZ 79

alma 111 ia , alma mía,


a lm a vibrante y t rémula,
tú co nse rvast e e l óleo de tu lámpara
y la no ch e de amor te halló despierta.
Sabes llorar co n el dolor humano,
ac r eces el t esoro de tu fu erza,
y a cada rumbo t u pupila insomne
escudriña y espera.
Ray una a nun ciación en t u esperanza;
apercibida al bien , oras y velas,
y e res como un a a uror a
prendida e n el Ul1l bral d e la ti niebla.

Allá, fre n te a l ocaso


d e fatídica luz, por las siniestras
rutas d el mal, en un crujir de ram as
y un volar d e hojas secas,
en Ulla paz d e tumba,
cruzan las a lma s mu ertas,
s in un himn o e n los la bios,
sin una voz inter na,
sin un rayo de luz en lon tanan za,
Bordas, mudas y ciegas . ..
j Parvada silen ciosa '
en la desola ción de las pred er as! . ..

VOZ DEL VIENTO

A GellarO Estrada.

La can ción que no clave


en la 'mitad del pecho
80 (,
.' V J. I. 1: .1

corno dardo flamígero


un estremecimiento,
déjala que se vaya
en la fuga de un vuelo
com o pájaro errante
q ue se mira de lejos;
déjala que se extinga,
sin el vibrar de un eco,
en la bruma, en la sombra
v cl sil encio .

En el fondo del alma


hay un lag o de tersos
cristales, que simula
un misterioso espejo.
En la quietud del la g o,
el milagroso verso,
cual davídica honda,
lanza el tiro certero,
y se agitan las aguas
en círculos concéntricos,
,v muéstranse un instante

desde el profundo seno


todas las viejas cosas
guardadas por el t iempo:
a nsias, lloro s, sonri sas
y recuerdos,

Deja al can tal' fecundo


el espíritu abierto;
quiebre las limpias oIHlas
la g uija del hondero ;
mas la voz que no claye
C II la mit ad del preho .
B . GONZr1 CEZ ,11 r1RTJN/~Z 81

como dardo flamígero


un estremecimiento,
déjala que se vaya
en la fuga de un vuelo,
déjala que se extinga
sin el vibrar de un eco ...

De la hora infecunda
an te el paso siniestro
en que la voz del alma
sólo es la voz del viento,
de ,tu morada íntima
cierra los aposentos
y oye no más el ritmo
del silencio.

IJA PLEGARIA DE LA ROCA ESTERIL


A Mariallo Silva .

Señor, yo soy apenas una roca desnuda


que azota el vi en to y quema el sol;

la nube, cuando pasa, de lejos me saluda


y tiende el ala a otra región.

Soy en la, cumbre signo de un esperar eterno,


vuelvo los ojos al zafir
y entre lluvias de agosto y ráfagas de invierno
no hay primavera para mí.

Ignoro los follajes; yo nunca de la fuente


tuve la limpida canción,
6
e ,. [.
,.
1:

ni musgos frat e rnal es que brindar a la frente


del fatigado viajador.

Yo soy como un espectro que se alzara insepulto,


ángel proscri to de un edén;
en el fondo del alma llevo un afán oculto,

en las entrañas, vieja sed.

T engo mi planta inmóvil hundida en la montaña


y una esperanza en el azur,
y me ignoran los hombres, y nadie me acompaña
en estas cá rc eles de luz .
...
Señor, ya qu e no tengo ni musgo florecido
ni un arroyuelo bullidor,
haz que en mis abras forjen las águilas su nido
y hagan su tálamo de amor.

Mas si ha de ser forzoso qu e m e aparte del n~uudo


y del cop.ci erto universal,
hazme símbolo ete rno, inmutabl e y profundo
de la más alta soledad. .

.JORNADA ESPIRITUAL

A Sa/l/r1/i1/o H errán.


Alma dormida, ya es la hora
de abrir los ojos; sale el sol,
y entre las tintas de la aurora
se oye ' un clarín despertador.
l,; r;ONZALEZ MdllTINI';Z

Fund e su s ni eves la montaña,


alza la selva su clamor,
y un torrente de vida baña
la pradera y el' corazón.

L as im paciencias in t ranqui las


salen al mundo, y un a voz
en el volar de las esq uilas
lanza una f é rvida can ción!

Haz que el t rop el de tus deseos


salga e inunde la extensión .. .
Alma, r evist e tus a rr eos .. .
Monta el pegaso volador.

(E n su corcel, espada a l flan co,


flotando al aire leve airón,
el a lma va de punta en blan co,
.v su yelmo dupli ca el sol.)

* **
R eina la calma: en los desi ertos
, , ,
paramos; vesper asomo.
Esta es la hora de los muerto s,

de la plegaria y del amor .

Surge el r ecu erdo de otras vidas . . .


j Fuera del tuyo, h ay uu dolor! .. .
Unge con óleos las heridas
que con su dardo el mal abrió.

Lim pia tu seno de impureza;


fúnd ete en noble compasión;
81 e r L l' V R A

• cierra tus párpados, y reza


por la llorosa creación,

Hay que ser bueno; que tu mano


encienda hogueras de perdón.
Con lo divino y con lo humano,
fúndete en mágico crisol.

(J un to a las flamas resinosas


que lanzan vivo resplandor,
atento el ritmo de las cosas,
se purifica el corazón. )

* ,. '*'
Sobre la cima de los montes
tien ele la noche su crespón.
Los indecisos horizontes
borra una mano de pavor.

Alma que vas sobre la cumbre,


tiende la vista en derredor,
y en la divina incertidumbre
haz que se bañe tu emoción,

AIDla viajera, ya estás sola ...


Hay un silencio d e oración.
Abierta al cielo tu corola,
eres como tina inmensa flor.

Ya nada es débil ni pequeño;


todo es un vasto corazón.
Abre los ojos de tu sueño
y no salgas de tu interior.
h'. GOXZAI,/ih J1I·AUl'IN/:Z

De un astro e rrant e va la hu ella


dibujada por la extensión... .
(Entre el espíritu y la est rella
se ti ende un hilo co nductor. )

MI TRISTEZA ES COMO UN R,OSAL FLOR,IDO ...

Mi tristeza es como un rosa l florido.


Si h elado cierzo o ráfaga ardorosa
lo sacud en, el pétalo caído
se trueca en savia y se convierte en ro sa ...
Mi trist eza es como un rosal florido .

En mi dulce penumbra sin ruído,


la propia vida con mi llanto ri ego,
y las horas dolientes que h e vivido
impregnan de perfum e mi sosiego ...
Mi tristeza es co m o un rosa 1 florido.

Tú qu e colgaste en mi dolor tu nido,


sabes que a ca da mal brota un a ye ma '
y revi enta un botón a cada olvido .
¡Perenne flora ción y eterno emblema ! .. .
Mi trist eza es como un rosal florido.
r: /. .,.

P AREN TESIS CAMPESINO

A. 1/(1/ncio GI1Sté/lIl11.

Hoy guardaré mis sueños; echaré los cerrojos


a inquietudes sutiles, y esparciaré mis ojos
en la divina calma del divino paisaje
donde un pájaro trina y se mece un celaje,
donde puedo una hora dejar pasivamente
que el aire ent.re en mi pecho y el sol bañe mi frente.

Ni tedio ni fatiga; bosque solemne y santo


que en sus viejos rumores lleva su propio canto;
en donde cada brisa es una voz que reza
su oración al oído de la naturaleza,
y en cuyo seno fértil el deseo se aviva
(le una existencia joven, audaz y sensitiva.

Dos árboles augustos que su copa entretejen,


con su paterno toldo de fronda me protejen;
son dos viejos patriarcas que pasar han sentido
dentos de hace mil años. Un aire sin ruído
cruza bajo las hojas ... Una infinita calma
mis párpados entorna y me refresca el alma.

Ni un pensamiento turba mi quietud; los latido~


de la tierra triunfan te aclaran mis sen t.idos;
luces en la campiña, selváticos olores,
cantos de la montaña, efluvios de las flores
brindan vigor al cuerpo que se torna más fuert e
para cruzar la vida y esperar a la muerte.
g (J o .\'ZA I. I'; Z JII.J 1: 1I \" /<:/. Si

Este sano paré nt es is, es te i (l eal d p!;t :t nru


forma en el torb ellino del vivir un r emanso
de cristalinas ondas en cuya linfa pura
se r efl eja la nobl e placidez de la altura ,
y comi enza en el alma el desfil e ser eno
,l e to do lo salubre y de todo lo bu eno.

R.ecostado en el musgo, por entre los ramaj es,


miro un jirón de cielo que me envía mensajes

de paz; "una esperanza desconocida lleva


el a lm a de la mano hacia una vida llu eva
y nos trae de lejos el olor campesino
las cosas que dejamos al bord e del camino.

Can t o de las montañas, ventalle de las frondas,


susurrar de los vientos y correr de las ondas,
césped mullido y grá.cil cuya blandura amiga
abrió frate rnos brazos a la rural fatiga;
cobijadoras selvas y prados de esm eralda., .
j Todo !lOS habló un dia ... y vo lvimos ln espalda!

H oy guarda ré mis su eño s. Erharé los cerrojos


a. em ocion es sutiles; espaciaré mis ojo s
por el cielo sol emne y la ti erra f ecunda;
y bañaré mis horas en la calma profunda
de una iuconsciencia virgen .. , mientras a campo l'asO

pa ce tranquilament.e el divino P egaso ,


e V ], l' A

LA DADIVA

A jorge De/arme y Campos.

• Cuando vaya a otro mundo silen.cioso y l ejano


donde

una voz m e llama y el corazón m e lleva,
ofreceré a los hombres de aquella patria nueva,
cual dádiva piadosa, mis ósculos de hermano .

Contemplaré el divino y exótico paisaje


como un a tierra en sueños ha mucho presen ti da,
y pensaré que es una etapa de la vida ...
¡oh, viejo afán insomne que siempre está de via j e !

Allí tal v ez los hombres, en un a t enue flama


de paz, mira n absortos la mortecina a urora;
quizás nadie sonrí e, acaso n adie ll ora,
~cas o nadie muere, a caso n ad ie ama .

Yo apo r t aré al mu tismo de su vivir inerte


la agi tación sin tregua de mis terr enos mun dos,
y sembra ré en sus a lmas los gérmenes f ec un dos
d el ll a n t o y de la dicha, del amor y la muer te .

Yo mira ré su asombro cuando en el air e espeso


que form a de aqu el astro la atmósfera indecisa,
brote el prístino r ayo de la prim er sonrisa,
corra la prim er lágrim a y estalle el prim er b eso.

Veré el prim er cadáver inmoble en los nativos


y mate rn ales campos del lívido plan eta,
I~' . G ().Y7. .~ LgZ JI d H 1'1 -" HZ

y a lzarse de la mu erte la trágica si Iu e~ a


ante el in enarrabl e espanto de los vi"o ~ .

Veré cómo la turba demanda a los despojos


la clave d el enigma qu e a compr end er no alca nza,
y un hálito de duda y un rayo de esperanza
ferm entará en su seno y alentarÍL en sus ojos.

Yo 110 p ediré nada a camb io de mis don es,


y dejaré la s lindes del apartado imperio
ll evándom e en el alma un poco de misterio
para acrecer mi antiguo caudal de en soñaciones.

y seguiré los rumbos de mi visión ar cana,


en excursión sin término por la celeste esfera,
hac ia otros nu evo s astros dond e un a raza espera
b dádiva piadosa d e mi inquiet ud humana.

LA ESFINGE

Mi entra s que confundidas nuestras sombras en una,


vamos bajo el doliente amparo de la lun a
por aque llos paraj es dond e tu alma y la mí::!
han ll orado sus du elos en ma nsa compañía ;
mi entras en un ambiente de sol edad dis creta
di ces" yo soy la amada y tú er es el po eta,"
y sientes qu e, buscándose por ca mino s div ersos,
revu elnn tus suspiros por dond e van mis v ersos,
me clav as fij ame n te tus pupilas extrañas
.y me ofreces en ellas tu es píritu . . . T e engañn s :
mil veces has qu e rid o, por esta mi sma senda ,
90 ( , ,. 1,
,.
.r

renovar en tus ojos la espiritual ofrenda;


mil veces de mi seno la pavorosa duda
interrogó; mil veces la esfing e quedó muda.
El alma humana, sola, tenebrosa y ambigua,
se eseonde y escabull e; es eomo un arca antigua
forjada en los talleres del misterio; quién sabe
en qué lejanos tiempos se ha perdido la llave;
quién sabe a dónde ha ido a parar; en el mundo
nadie aclaró del alma el enigma profundo.
Nuestros euerpos amantes se fundirán en una
ca ri cia que proteje el claror de la luna;
nuestros ojos sedientos se buscarán en vano ...
¡Serán siem pre un arcano enfrente de otro arcano [
La ingenuidad se esq uiva por sendas engañosas
y un antifaz encubre las almas y las cosas.
Yo, como tú, pretendo allegarme a la vida
<'on un amor sin límites; penetrar la escondida
entraña de los seres; quebrantar el obstáculo
qu e oculta a nu estros ojos el divino espectáculo
de la verdad augusta ... y es inútil empeño;
siempre estarán distantes la vida y nuestro sueño.
Tu s ojos que m e besan y tu voz que me nombra
110 po«rún ofrecerme sino la vana sombra
(le un alma que tú misma desconoces; y un día
sabrás que no soy tuyo ni tú puedes ser mía.
'fras anhelo imposible, nuestras almas errantes
se verán desde lejos como dos caminantes.
En su vaivén eterno, juegan al escondite
las almas de los hombres; y la vida permite
tan sólo que la luna, en su piedad secreta,
hal!:a de nuestras sombras una sola silueta ...
/;', G o .\'Z.-II.I!.:Z M A f( TI.\' HZ !JI

LA HILANDERA

A A ,¡{orlÍo Caso,
,

,
Mi hilandera, en las tardes, hila, canta y espe ra:
hila copos de en sueños al fulgor mortecino;
canta viejas can cion es, y contempla el camino
a través de In s brumas de empañ ada vidriera,

Hace ya muchos años se quedó prisionera


en el lúgubre alcázar de su propio destino,
y no sabe qué aguarda cuando vuelve al cam ino
los ext áticos ojos mi piadosa hila ndera,
,

R ecluída en su torr e, co n el hu so en Ins manos.


devanando las horas de sus tiempos lejanos,
guarda el leve perfume de enga ñosa quimera;

y en el Íntimo olvido de pa.sadas congojas,


al silbar de los cierzos y al cael' de las hojas,
en la s t a rd es de otoño, hila , ca nta y espe ra,

MEDITA CION BAJO LA LUNA


A l lfaril/I/ O B1'ItI¡ ,

En el silencio del jardín, en una


noch e de, opalescencias misteriosas,
busco ser''C nidad bajo la luna.
e 17 L l' A

El agua se desliza en las baldosas


verdinegras de musgo de la fuente
y el viento lleva el a lma de las rosas.

Pido serenidad al indulgente


t rino del ruiseñor que se querella
en tre las frondas sigilosam ente.

Una rama, al caer, pasa su huella.


de sombra en fuga por mi faz que envía
mensajes al enigma de una estrella¡
,

y m e pongo a soñar como solía


ouando era el alma, en la niñez lejana,
más pura, más ingenua y menos mía.

Su rosario de lágrimas desgrana


vieja inquietud, romántica amargura
que desde el pecho hasta los ojos mana.

Oigo, rasgando el aire, la insegura


voz olvidada que retorna, y digo :
¡lo muerto vive, lo pasado dura ~

,la flama qu e extinguí lleyo conmigo


y, con mi dardo de ilusión clavado,
la misma ruta, cual enantes, sigo~

,será fuerza llorar lo que he llorado ~ •

• nuevo mártir seré de mi creencia,


y en la cruz que rompí, crucificado'

¡Oh, nunca, nunca más! . .. y la conciencia



clama liberación ... Por eso, en una
1/;. GONZALHZ J/AUTINliX 93

noche de misteriosa opalescencia,


pido serenidad bajo la luna.

* * '*'
Una antigua canción de incierto día,

una canción ~ dolescente y loca
llora en la soledad su melodía;

pero el lírico verso no provoca


el erótico afán, el vivo fuego
que iba del corazón hasta la boca;

el espíritu en paz, queda en sosiego,


y aqu el pobre cantar es un extraño
viador que pasa y desparece luego. -

En balde busco repetir su engaño,


en balde con monó t ona cadencia
torna a decir los cármenes de antaño.

¡.Verso d e incomprensiva adol escencia,


d e petulante ritmo, forma vana,
fingido amor y artificial dolencia!

Ya te vas perdi~ndo en la cercana


penumbra del jardín; inútilmente
vuelves ahora y tornarás mañana ...
-
,Qué sabes de las ansias del presente'
"qué del afán de entonces, si estuviste
lejos del alma y de la vida ausente~
!H e ,. L l'

¡ Ni lo que fui ni lo que soy .. N o existe


en ti ni rastro de mi sér; m e d ejas
-
ni más regocijado ni más triste.

Oigo sin duelo tus vetustas qu ejas,


te miro huÍr sin emoción alguna,
y me pongo a pedir cuando t e al ejas
noble serenidad bajo la luna.

* * ..
y pienso: ayer no más, era mi lloro
el llanto universal; iba fundida
mi a legre risa en el eterno coro;

como antorcha de amor ll evé encendida


en Rl edio de los hombres mi quim era . . .
Mas una tarde se trocó mi vida.

y vi mi sol edad. Torre sev era


me invitaba a subir por sus extrañ os
senderos interiores. ¡Oh, primera

escala espiritual! En los peldaños


puse mi pie cobarde e inseguro
e squivando la lepra de los años;

hinqué mi mano en el grietado muro


y comencé a ascender sin una sola
vacilación por el camino obscuro.

Como rumor de embravecida ola,


allá lejos sonaba la . marea
humana. .. y una voz me dijo: inmola
f.'. (! ONZJ L h'Z -lfA U 1'1 N I~ Z 0-
u<)

el vetusto ideal; que todo sea


triunfo y r es urr ección; el espejismo
desaparece al fin. Medita y crea .

y se encendió una luz sobre el abismo,


y tomó nuevas formas el paisaje,
.v vi que aquella luz era yo mismo .

Sólo que al aplacarse el oleaje,


un dolor torturaba mi exis te n cia.
• •
LA dónde voy, grité qué largo


voy a emprended .. . l'tecóndita dolencia
sentí al hallarm e en soledad conmigo,
y el alma en lloro lam entó la ausencia . ..

.
Acabó la ascensión. Me da su abrigo
mi torre de silencio doonde mora .
inmoble buho como ete rno amigo.

Oigo la multitud que canta y llora


sill que turbe mi paz. Y la oportuna
campana de los tiempos, da la hora
de la serenidad bajo la luna.
e I' L I. .,t

, OFRENDA

A JuLio TOl'l'i,

Este ramo con tien e :

La sensual opulencia
de una rosa que espande su color y su esencia".
(roja como la sangre, en insana pasión,
la lujuria de antaño canta en mi corazón;)

un mirífi co nardo de blancores vestido


qu e dobl ega su cuello como un cisn e dormido" ,
,

(en la nub e viaj era que se al eja a distancia


pa sa como un ensueño de éastidad mi infancia'; )

un haz d e pensamientos que se aprietan y apiñan


como rostros humanos que la sombra escudriña"""
(tétricas y calladas, en largas procesiones,
van las horas austeras de mis medita ciones; )

Ulla camelia fatua que entre el follaje asoma


su ostentosa belleza sin alma y sin aroma., ,
(perseguidos de lejos por mi duelo profundo
van las horas perdidas y el instante infecundo;

una triste viol eta que romántica y sola


-
bajo un clav el de fuego esconde su corola. , ,
(alegres o llorosas, en penumbra discreta,

a mis ojos desfilan mis ansias de poeta.)
E. GO .V ZALEZ M ..lftl'fNJtZ 97

D e mi b lnn ca in oce nc i n, d e mi vi ejo p ecado,


d e t odo lo sufrido y d e todo lo amado,
d el m editar p rofun do, de la hora pe rdid a,
'hago un ramo d e flor es y lo ofrezco a la vida .. .


LOS PRESAGIOS

Can ta la m a dr e junto al niño;


canta la madre s u ca nción ...
.
Para pr end e r un bro ch e d e luz sobre el armlno, -
en t ra e l oro d el sol.

En la s aladas notas h a y una profecía:


"yo t e daré en la lu cha la espada y el broquel ;
infundir é e n tus v enas un soplo d e en e rgía;
har é brotar un triunfo donde pongas el pie."

V en los maternos ojos una visión que augura


glo ri as para la vida ... Sobre la blanca sien
del infante qu e du e rm e, asocian su verdura
un a rama d e en cino y un gajo d e laurel.

Calla e l f eliz augurio, y la visión deslíe


sus formas en un rayo del matu tino sol;
y lu madre sonrie
y sigu e su ca n ción.

Hay una voz qu e dice: "yo dejaré en tu mano


para las llagas mirra, para los labios miel;
se rás co mo la fu ent e donde el dolor humano
v enga a calmar sus ansias y a mitigar su sed.' ,.
7
98 e r L l' V R A

.El aire de la alcoba se perfuma de rosa s


y la madre se inclina sobre la cuna, y ve
cómo se va t ejiendo con hebras lumiuosas
un halo t ransparente sobre la blanca sien.

Ca l1a el divino augurio, y la visión deslíe


¡¡US formas en un rayo d el mat utino sol,

y la madre sonríe
• • •
y slgu e su canClOn.

, , Yo ence rraré una gota de misterio en la urna


sagrada de tu espíritu; sentirás el cruel
aguijón del ensueño, y tu faz taciturna
se volverá a la sombra que mirarás doquier,"
dice la voz. El niño, con ansias repentinas,
ha extendido los brazos, ha cruzado los pies.
Tiene sobre la frente la corona de espinas
y hay un hilo de sangre que le mancha la sien.

Calla el augurio; canta la madre junto al niño..


y es nn sollozo la canción ...
Para prender un broche de luz sobre el armiño,
entra el oro del sol.

LA MUCHACHA QUE NO HA VISTO EL MAR.

Rosa, la pobre Rosa, no ha visto nunca. el mar.

Echa a volar sus sueños en el campo v ecino,


a la alondra d emanda el secreto del trino
cuando lanza a los vientos su canción matinal;
E- (;ONZ ~~ ¡;EZ M.:JLll'l NEZ

sabe d e dónd e n ace la fue n te rumorosa,


distingue con s u nombr e a cada mariposa
y oy e co rrer el ag ua, y se pon e a soñar ...

Yo le pregunto: Rosa
6 no has visto nunca el mar ~
En infantil asomb r o m en ea du lcem en te
la cabecita rubia; sob re la blanca frente,
cr uza por v ez primera un a so mb ra fugaz,
y se sacian sus ojos e n el b re ve h orizonte
qu e a dos paso s limitan la verdura de l monte,
el a rroyo de p lata y el t upido .jun cal.
Oye hab la r a la selva cuya voz escondi da
guarda a ún su mi st erio. .. i Es tan co r ta la vida
para saberl o todo ! ... Sie n te la i nm en sidad
de lo brev e y humilde e n e l ri tmo diverso
qu e palpita en el a lm a d e s u pobre univ e rso,
y ante lo ignoto sie n te un a nsia ele ll orar.
Del in stan te que pasa, la virtud milagrosa
le r evela el espíritu que viv e en cada cosa
y su blan ca ino ce n cia pugn a por a lcanzar

un recóndito elll gm a .. .

y yo pie nso qu e Rosa


n o ha v~sto nun ca el mar ... •

EL HIJO DEL REY

En un claro del bosque, e l hij o del r ey sueña .. .


P asan co r celes raudos, a úll a la jauría;
al tropel, huye el cierv o, tiembla la serranía,
y el eco de las tro mpas sa lta d e peña en peña.
lOO e 17 L

l' V 1l .:l

La enard eci da turba los úrbol cs desgreña


como un alud que pasa ... Cuando el ast ro del día
va apaga ndo sus f uegos, cesa la cacería ...
De r eto rno al castillo, el hijo del r ey sueña .

Sob re el pu en te que sal va los abismos de l foso,


cru zan r ey y monteros en r eír jubiloso
comen tan do sus la nces de valor y fortuna.

Vino. .. cena. . . des canso ...

En la enhi esta ventana,


ante el hosco mi sterio de la vega lej ana,
sólo el prin cipe sueña a la luz d e la lun a .

EL VERSO UNI CO

Tú vas po r el camino y huellas un a a lfom bra


de flor es y h ojas mustias, de espinas y laurel,
y piensas que tu ca nto se irá como una sombra
y t ú, como un a sombra, te perd erá s en él.


Presumes que no vale ca n tar si sólo vibra
la es t rofa con el grito de tu ín t im a emoción,
y es vano en cada verso dejar fibra por fibra
el alma, si t.ú solo escuchas la canción.

Quién sabe si en el ti empo se aclarará el sentido


impenetrabl e al mundo: quién sab e si a tu afán
se aguzará más ta rde el inatent o oído
y los esquivos ojos a ti se volverán;
E . GONZd L h'Z .JLJ RTLV t'Z 101

si t ornará el q ue a h ora tr a nsi ta indifere nte


cab e el raud a l ele llo ro qu e vue lca t u inqui etud , ..
Un d ía se de ~c ub re b milagr osa fue nt e
y la i g norada linfa revela su vi r tud.

No t.i em b les, no va cil es porque el d es dé n hum ano


es ciego a tu s vi sion es y sordo a tu do lor;
tú siem bra t u esp e ra nza com o qui en siembra un grano .. .
L os soles y las ll uv ias dan fin a la la b or.

Escribe d e la h ora, llI a 110 pa r a la h ora ;


coge el i ns ta n t e a l vLl elo pa ra h a ce rl o vi vir,
y cláv::11 0 en la lum bre p ere nn e d e una aurorn
o en la cons tante est r ell a d e un cielo d e zafi r.

'l'u ca n to se rá inútil, estéril e infec undo


si no h a lla en ot ra s nImas un eco frat ernal, .
si va d e puer t a en p uer t a llamando por el mun do
y, r echazado hu ésp erl, desmaya e n el 1lmb ra l.

Quizás en t re la aug ustia que colma el univ er so


por excep ción a tin es co n un a n ota fi el
y hagas un v er so solo ... Mas sab e qu e ese v er so
prel onga r á t u espíritu, y v ivirá s en él.


PAGINA EN BLANCO

Un día, no m uy ta rd e, la inq ui e tud que Ill e acosa


para qu e diga el can t o qu e co n t urb a mi v ida,
cesará, como fl a ma por el vi ento extinguid a .
y la voz se r ú m uela y el a lma silenciosa.
102 v L v n

To do lo que un tie mpo suscitó mi s asombros


y lo que fué codicia del pensamiento mí o,
desper tará a su paso un "qué sé ~·o" de hastío,
un desdeii.oso y leve encogimien to de h ombros.

Trémulu. ya la malla que oprimi ó los bordones


de la con stan te lira, se ll evará el pasado

lo s ecos ·im preci sos de todo lo can tado
y el lívido fantas ma de las medita cion es.

R ecogidas las a la s, el afán tacitur no


no sab rá de las cosas penetrar cl acento:
será viento t an sólo la palabra del viento
y rum or sin sentid o el m en saj e nocturno.

De esta vida de ensueño, de este mundo en que ananc.


la visión de mis ojos, la canción de mi oído,
quedarán solamente un laúd sin sonido,
un espíri tu e n sombras y un a página en bl a nco .

EL SILEN CIO DEL A VE

A mi hermana Jaufilla.

Trazó una huella blanca en el divino


azul de los espacios ; desde el cielo
bajó ha sta el á rbol, y posó su vu elo
como quien ha ce un a Ita en el ca mino.

Era un ave sin nombre ; de plumaje


sedoso y ní veo como r egio ma nto ;
E. GONZdU~Z MAf(TIN I~Z 103

de cu ell o prócer, para un nobl e canto;


• •
y de alas firm es, para HU largo v lnJ e.

Clavó en la ti el'l'a su mirar profundo


preña do de inljuiet ud. Era el mom en t o
en qu e calla la vida y pára el vi ento
po r esc uch:lf t' l cún t ico del mun do .

y la ti E'l'J'a esperó, con esa gra v e


expectación d e los sol emnes días,
,
y un cor o de impacientes agomas
v olvió su anh elo hn cia la voz del a v e.

6 Qué anun ciación, qué nu evas jubil osas


guardaba el trino de la audaz viaje ra ~ .. .
En sus y er t as entrañas, la pradera
pidió un augusto flor ecer de rosas.

D el humano dolor las intranquilas


manos se irguieron implorando calma,
y era un reflejo del pavor d el alm a
la desesperación de las pupila s.

La vi eja angust ia se po stró de hin oj os,


en cada seno se alb ergó un latido ,
y la desolación abrió el oído,
y un ansia nu eva r ebosó en los ojos . . .

Mas el ave calló. Desde el ramaj e


miró otra v ez los ámbitos del cielo,
abrió las alas, r ecobró su vu elo,
y muda y sola prosiguió su viaj e.
104 l' L '/' /" 1: .1

"
lli en tras pide consue lo catla h eri da,
mient ras clama piedad cada tortura ,
y un a chispa de sol cada negrura
va im petran do en la no ch e 'lle la vida;

mien t ras co rr e la f uen te tl e mi llant o


y e n m e(lio de los hombres can t o y dud o,
m e ll ego i1 p reg unta r, pája ro mudo,
si es m ejo r t u sil en cio qu m i ca n to .

L.\ C.'\.K CION DE LAS HOR AS

A JI! a 1/ /tel de la Parra .

En las tar des sonoras


cuyos ecos d estil a n un piadoso leta rgo
qu e r eviv e quim eras, miro pa sa r e l largo
desfil e de las horas.

Es eomo si una danza de i dea l a r g umento


que la, vida construye y qu e a compasa el v ien to,
desarrollara un ciclo de escenas mi steriosa
en el vasto escen a rio de las cosas.

Un preludio divino
prepara el co razó n. Un r ep eutin o
asombro mueve el a lm a y dispone la m en te ...

y surge un a inocente
forma qu e adelanta co n ri t mos co ncertados,
E ' GOXZALEZ ilI ..lJUINEZ 10.)

ambas m a nos al pecho y los ojos vendados.


bD e qué abismo profundo
viene, solemne y g rave, en la gloria del mundo ~
Sobre la frente bella
la lu z solar dilny e un despuntar de estrell a .. .
Es la h ora en que el alma fu é tan sólo gemi do
eni g mát i co y breve. Y pasa sin rui do
con un a nd a r sonámbulo por la te rr ena a lfomb ra.
En pI en:) luz, p ar ece que camina en la somb ra .

U n dulce són a nun c ia la p rese n ci a


de otra fi g ura blan ca. Brota como una ese n cia
de candor a sn paso. Va ves t ida de ni ev e,
y cua ndo toca al m undo, a su p isada leve,
las sendas son jardines
e n tloraci óD de lirios y j azmines.
i H ora de la blancura!
¡Hora d e la fragancia!
El ambiente se puebla de besos de temura
y de risas de infancia.
S ol In atina 1 inicia
un h a lo d e virtud y de cari cia.

H ay un lá n g ui do org ullo
bajo el palio sin mancha de la cOlllba d el ci elo,
y ha y en cada capullo
un despliegue de ala y un a u gurio d e v u elo.
b Quién es aquella virgen co ron ada de r osas
del color de su v este~ ,Qué célica armonía
va siguiendo sus pasos e n la calma del día ~
A la tierra so nrí e, y su risa es un canto,
y se yerguen sus se n os bajo el virgíneo m a nto
e n loca r ebeldía.
La acomp a ñ a uIJ a t urb a de alados y pequeños
,
106 e V L R

niños que son la imagen de los primeros sueilos.


y va la adol escencia triunfadora,
y el sol pone en la s cumbr es pinceladas d e aurora _

Una a ug usta visión vi en e má s tard e . ..


El sol domina y ard e
co n sus más claras lumbres: los follajes espesos
d e la s elva en cant a da lli ce n cantos y b esos.
y el sob erbio hom enaj e d e las a lm as saluda
a una blonda doncella qu e camina desnuda
con los brazos abi ertos por el campo sonoro,
cuatro veces man cha da con estigmas ele oro .
Un zumbo de ca ntári das
aturd e y enl oq uece. .. En l as arenas áridas
hay un brote sa n gri ento de rojas amapolas
que in stalan el lascivo rubor ele s us corola s.
E l vi ento, en la en cendida
fulguraci ón del sol, qu ema la vida.

y sigue la serena
hora <le los cr epúsculos. Un rumor d e colm ena
insinúa d e lejos un m editar profundo,
y la pi edad humana, ante el dolor del mundo,
llueve sobre la ti erra al caer de las hojas ...
En un volar risu eño
de nub ecillas rojas,
más a lto qu e la vida va el en sueñ o.
Sobre la enhi esta cim a :lpa l'ece la nobl e
hora otoñal y santa: .
ciñe en la fr ente el lauro, ll eva en la mano el ro t>l ~r
y el abrojo en la pl a nta.
y la fuerza se a fianza sobre el temblor rIel su elo
como llU himno solemn e d e reposado vuelo.
E. GONZALEZ M.dR'J'ISEZ l Oi

Un rumor d e ca mpa na s
vibra como un anun cio en las tones leja na s.
Una estrella furtiva
lucha cou la p en um bra p en sa ti va.
Hay un compás de esp era
en la alu cinación de la pradera,
y el espiritu augura
la llegada impreci sa ele la hora fu(.ura ...

En las tardes so nora s


cuyos ecos d es tilan un piadoso letargo
constelado de sueños, miro pasar el la rgo
clcsfile de las horas.

ORACTON A LA8 ESTRELLAS

A Ra1llói/ L ópez Velal'de .


Porqu e sois lejanía,


silen cio y luz, mi espíri t u os envía
una cordial sa lu tac ión , h ermanas
mudas, resplan decientes y lejanas .

Porque sois como rosas


abieItas a las auras misteriosa s
de un gran v ergel, el alma se co nsum e
en ansias de aspirar v uestro perfume
h echo de emanacion es luminosas.

bQué divino m ensaje


desde la ex celsitud mandái s de viaje
10 e /" L J7 R
o qué enigma profundo
al alma de l os hombr es ~ ... Cada nueva
lumbre del sol lo trunca, y lo r enueva
la grave no ch e cuando baja a l mund o.

En la sut il fraga ncia


del nocturno silen cio, las remotas
señales enigmáti cas son gotas
de un fil tro azul que el univ ers o escancia ...
¡Y el s ueño se depu ra en la distancia!

U n lazo no s suj eta •

y nos un e al través d el infinito ;


hay un augurio escrito
en vuestro s parpadeos, y el poeta
una patria dista nte
mira en vosotras... ~ Qué pareja a ma n te,
en su dulce qu erella,
lJO h:1 concertado cit a en una estr ella 9

T a l vez en el arcano
del h ondo ci elo, os apagó la mano
h ela da d e los siglos; mas perdura
vuestro fulgor. La eternidad se asila
en v uestra luz, y a la visión f u tura
de otros pl an etas, surgirá tra nquila
en otra edad... Vuestra vislumbre pura
a rderá mientras ha ya una pupila . "

Pues g ua rdáis un teso ro


de p urificac ión en vu estro fu ego, •

purificad mi sé r, caed en lloro


lustral, h aced que lu ego
se lim pie mi pa lab ra
E. GONZd L EZ J¡[AHTLYFZ 109

para que n ada empañe su tersura ,


para qu e salga de mi verso pura
como la gota de cristal del abra
v isibl e ap enas en la ro ca dura.

Ha ced mi pensamiento
sen cill o y a ócil como el m a nso viento
que col um pia los trigos y las rosas ...
Yo lo daré a los hombres y a las cosas
sin fr ase oculta ni intención extraña,
como da sus aromas la mo nt aña .

Sólo mi afá n secreto


guardaré en vu estras lu ces escondido,
l ejos del vano ruido,
del mirar indiscr eto
y de la s asechanzas d el oído.

¡Oh, divinas h ermanaa s


mudas, resplandecientes y lejanas!

• •
Seguid en vuestro lmpeflo

distan t.e, con elllgmas de misterio.

Brillad eternamente
dando besos de luz a nu estra fr ente.

Bajad, gemas floridas,


en lluvia de silencio a nu estras vidail.
DE «PARÁBOLAS Y OTROS POEMAS»
-
t:. GONZALEZ iJ1ARTLVII'Z 113

LA P ARABOLA DEL CAMINO

A Esteban Flores.

La vida es un camino ...

Sobre rií pido tr en, va un per egrino


salvando mont es; otro va despacio
y a pie; siente la hi crba, ve el espa cio ...
y ambos siguen idénti co d estino.


A los frívo lo s ojos del pl'lm ero
pasa el d esfi le raudo de las cosa s
que se v elan y esfuman . El viajero
segundo be b e el alma de las rosas
y escucha las palabras elel sendero.
De noche, el uno dnerme en inconsci ente
e infecundo sopor; el tren resbala
fácil sobre el taluel de la p endiente,
y el viajero 110 siente
que en la campiña próviela se exhala
un concierto ele aromas ...

El prudente
que marcha a pie, reposa bajo el a la
ele un gran ensueño, y trepa por la escala
excelsa' ele J acob, Cuando el Ori ente
clarea, se echa a anda r, pero señala
el sitio aqu cl en que posó la fr ente.
8

¡.
114 e L T V lí

Ambos llegan al término postrero;


mas no sabe el primero
qué vió, qué oy ó; su espíritu desnudo
dc toda adoraci ón , se en cuentra mudo.
El otro prercgrino
r ec uerda cada voz, cada celaje,
y g uarda lo s encantos del paisaje.
y los hombres lo cercan, porque vino
a tra er una nuenl en su leng uaj e
y hay en su acento un hálito divino ....
Es como Ulises: hizo un bello viaje
y lo cuenta al final d e su d estino ...

Porqu e la vida humana es un camino.

P ARABO LA DEL VINO AÑEJO

Ya lejos de las turbas, en la quieta


hora crepuscular, dijo el poeta:

"El verso es como el vino: siempre aguarda


la eficacia del tiempo que depura
su alta virtud ... ¡Dichoso quien apura
vino en sazón, y nobl e quien lo guarda!

"C uando en el mes de la vendimia yerra


de jugo en jugo la avidez del labio,
.e l más dulce licor elige el sabio
y en los odres herméticos lo cierra.

, , Mien tras en insellsa tos r egocijos


libando sigue el inconsciente coro,
K (; OSZ .·/Lli Z JI J I! [I.V HZ 115

él consa g ra a sus hi jos el teso ro,


o tal vez a los hijos de sus hi jos .

.. Yo desp r endí de l (Irbo l de mi vida


mi fec undo ca n tar, hoj a por h oja,
por si h ay un corazón que lo re coj:l
en el r umor de la p al abra oída .

.• Di mi v en dimi a espiritua l a l loco


y {¡viLlo a nh elo d e embriaguez estul t a;
m as m i vino mej or, mi voz oculta,
~ro In voy r ecogien do poco a p oco .. . "

y co n 'ig n ó en un li b ro los más b ellos


son es de su can ción, sones extra ño s
qu e en t r egó a la custodia de los años . . .
i Y su lib r o sell ó con siete sell os !

PAR.\BOLA DEL M AR, DEL V I E N T O Y DE LA


LU A

Aqu el viej o de barba flu via l en la que h ab ía


un t ra sun to de ni-eve de los A l pes, t enía
el sonre ír a mbiguo y la v oz mis te ri osa ...
(El cam po h echo colores pa r ecía
el a la inm ensa de un a m arip osa. )

Así dijo el a nciano, el de la voz ex t r a ña,


mi pn t ras iba su m a uo lev e y pa usada men te
de In barba a la f rent e
con la sab ia ca u t ela de un:! ara ña :
116 V L T TI

" Os doy mi corazón; es la colmena


en que acendr é las mieles de la vida.
L a palabra salida
de mis labios, es próvida y es buena.
Con r eligioso espíritu yo recogí la nota
recóndita del santo
silen cio de las cim as, y de mi lengua brota
h echa proverbio y canto.
Ya lograron mis ojos la visión estupenda
d el alma del pa isa je,
y las nub es en viaje
con taron a mi oí do su leyenda.
Mi palabra no esconde
• •
nlllgun veneno; pura
y lim pia como el agua que murmura,
sa le del a lm a sin saber a dónde;
siembra su paz, augura
consuelos para toda desventura,
y al que llama r esponde.
Pero en mi corazón hay un abismo
en el que suelo p en etrar y o mismo;
al que no ha de ll egar, en las tranquilas
n oches, m ás luz que la de mis pupilas.
Al recinto discreto
de brumas mis teriosas
en que guardo mi enigm a, sola mente tres cosas
han hajado atrevi das a violar mi secr eto. "

"Una f ué el mar ...


Yo había sentido el incesante
vaivén, mas la pasmosa
visión ll en ó mis ojos, sin dejar otra cosa
q ue un an sia pasajera y desl umbrante,
un rumor que per ece,
Ji; G U.\"Z.d [,f~Z .1/./ ¡u/ N/<'"7, 117

y un color que la sombra d esvanece ...


Sólo una v ez, el hálito f ec undo
que en ca brita las aguas sobre el mundo,
entró en mi corazón! Sangre de vida
honda y universal, una luz roja
de aqu ella tarde en grana reteñida,
se m e clavó en el p echo, cnal la hoja
aguda d e un puñal; purpúreo manto
cubri ó mi sé r; en inaudito canto,
una voz v ino a mi ... y el mar amigo,
por la primera v ez habl ó co nmigo.
(A di stan cia remota,
iba y ve nía un v uelo de gaviota. ) "

"Otra tarde, fué el vien to ...


Me h a !laba en m edio d e una selva huraña,
frent e a la e,x celsitud de una montaña,
y oí vago lam ento
sobre la expect.ación de la campaña,
y el aire sac udió mi pensamiento.
y sen tí que la ira
desm el enad a y bronca, sonó como una lira
de estupendo cordaje ...
(Yo estaba solo y t.rémulo en m edio d el paisaje ... )"

" D espués, en una no ch e alucinante, en una


hora solemne y bl a n ca al ideal abierta,
el umbral de mi puerta
cruzó un rayo de luna ;
se m e filtró en el fondo en que dormita
la milagrosa fu ente de mi inquietud b endita,
y sentí que al pequeño
r ecinto de mi sér entraba un sueño
118 e " J7 ,:

"
(U n ave nocturnal , en el divino
asomb ro de la n oche, lanzó un trino.)"

, 'Así en mi corazón hay una nota


del viento, una r emota
trepidación de mar, junto con una
ensoña ción de luna ... "

Esto dijo el anciano, el de la voz extraña,


mien t ras pausadamente,
con la sabia cautela de Ulla araña,
su mano iba y venía de la barba a la frente.

P AR.'BOLA DEL HERMANO


Yo sé quién es mi hermano:
el que ti en e mi angustia y va conmigo
por idéntica ruta , no el m endigo
que m e tiende la mano.

Contigo va mi corazón, contigo


que oyes la mismll voz bajo el do liente
signo de las estrellas en la augusta
majestad de la noche; que la fr ente
bajas a la combusta
prad era en pleno sol, y que en la fuente
de la serenidad hundes la mano
para beber en paz. .. Tú eres mi herm a no .

Pídeme sangre y alma, que yo siento


un caudal infinito que no agota
ningú!l afán sedient o.
E. GONZA 1,EZ M.JlITI NEZ ll!.)

En carl a verso mío, gota a gota


corre mi sa ngr e, y en la grave no ta
d e la ca n ción, mi a liento.

Tú q ue en la en sombreci da callejuela
olúdada elel so l, tiendes la ma no,
toma la mía y toma mi escarcela . ..
P ero mi corazón es de mi h erm ano.

PARABOLA DE LA CIEGA


Por la orilla del ma r, la virgen cIega
en la fr escura vesperal camina.
Ha y una risotada cri stalina
en cada ola que a b esa rl a ll ega,
y la ciega se inclina
y pic's y manos a la mar entr ega ...

La luz qu e llllilca vi'o, sa lta en la b londa


mata de su cabe llo,
y se en treteje el úl timo destell o
solar con el zafiro de la onda .

y aque l azul que se negó a sus ojos,


y los cambiantes roj os
ve dados a su inánime p upila,
son como una canción que adentro canta
d e su inocente juven t ud ... La santa
placidez Y C peral deja en su oído •
,
120 () v L, J' R

el a lm a milagrosa del sonido;


el sonido en su vuelo la levanta,
y su Yida se m ece
dond e la luz estorba y obscurece ...

Quien di visa el celaj e


flot a udo sobre el lírico
y en los incendios rojos
d el sol, fija ·los ojos,
en \, ¡1ll0 au sculta la callad a vega
por oír la ca nci ón .. . Todo está mudo
para aquel qu e no pudo

abjurar d e la luz como la ci ega .


P ARABOLA DE LA CARNE FIEL
-
A A m odo .1Vervo.

Aquel que celeb ra ba sus nupcias en la hora


de la otoñ al cordura , ceñido de laurel,
baj ó la vista al suelo .. La ca rn e pecadora
se acurrucó a su s plantas como una bestia fiel.

Posó en ella los oj os y dij o: " Bi en venida


¡oh, sangre de mi san g re ! ... Yo te ofrezco un sitial
cerca del mío; siéntate, pobre carne dolida
que hu eles a mi sa nta noche p rim aver al.

"Cuando mis sueños iban a la estelar techumbre


y en fuga aventurera se embriagaban de añil,
tú fijaba s mis pa sos a la ti erra hecha lumbre
pujante y lujurio sa bajo el soplo de abril.
E. (J aSJ,ALEZ JIAB1'1 KHZ 121

(" ¡Oh, fenecidas horas que vivís en presente!


¡La bios de miel y grana como fr esco botón!
¡Sen os de nardo y rosas en que po é la frente!
¡Brazos que erais guirnaldas para mi co razón! )

, . . le diste el sabo r íntegro de la virtud completa;


la dualidad que mira de frent e al porvenir
fUlldi te en tus crisol es : al hombre ~' al poeta,
('11 Ull afúu de ca nto v un ansia de vivir .

"Tú morirás un día ¡oh, carne pecadora!


cuando en silencio el alma no sepa ya cantar,
cuan d o la esfinge muda , cogiendo l:1 sonora
lira de nuestras manos, la precipite al mar.

"~Iashoy, ven a mi lado y goza de mi fi esta ;


bebe en mi propio vaso la ola de carmín
en que f ermenta el ósculo... ¡Acaso será ésta
la po ' trimer3 eopa del último fest.ín!"

P ARABOLA DE LOS VIAJEROS

Por la esca rpada se nda. pedregosa


se oye la voz,
y repe rcut e el eco en las montañas
con mezcla de esperanza y de pavor,
y camina la turba, y la voz dice:
"¡Al sol! ¡al sol!"

La se nda es agria; el fatigoso viaje


dura ha ce siglos ... Cánt.i co y dolor
1:22 G /" [, T /" R d

van rimando los hombres, y no acaba


la peregrinación .

Aquel viejo que enreda mil centurias


en las barbas de niev e, cono ció
la infancia de la t i erra; sus pupilas
refl ejaron la trágica visión
de t odos los pasados ca taclism os . " "
Desde enton ces oyó
el supremo mandato, y va sin tregua
sigui en do el eco de la misma voz.
De pronto, desfallece" . " Mil centurias
bCjuéson 7 ...
y contempla la fi la interminabl e
de blanqueados huesos que dejó
el éxodo infinito, y para siempre
cierra los ojos a l lej a no sol.

Aquel otro qu e tuvo


músculos fu e rt es y viril ardor,
si en te la sangre juvenil cU:J jacla,
y en su desil usión,
se ti en de al borde del camin o, d ej a
pa sar la gigantesca pro cesi ón,
y du erm e a sola s, esperando el sueno-
lib er ta dor.
y la voz ya di ciendo a la distan cia:
" i Al so 11 i a l so 11 "

Aque ll a "iI'gc n d esgarr ó su m a n to


con un gesto f éb riL En impu dor
firme y r esue lto, se par ó desn uda
co mo un a ofl¿llda, y el pr eciado c1ón
E. GúSZLlLHX .l/.:JJ:.f1 X /·:Z 123

de su regazo lo cedió a la vida,


yuelta la espalda hacia la etel'l1a voz .
Con el ansia im placable de un <teseo,
un ma ncebo salió
ele la viajera turba, y en un óscul o
se confundi eron ... Al caer los dos
en el supremo abrazo, ni una sola
pupila de los hombr es se volvió
a l nudo humano que e ra sólo un cuerpo
informe y espasmóclico. El turbión
hecho pol vo, hecho sangre, sobre el beso
,
paso.

y así fueron callendo uno tras otro ...


El infante, del seno qu e agotó
el frío de la muerte, ]) 2nde inm óvil
como el fruto marchi to de un dolor.
Aquel que alzó los bra zos codicio sos
al mágico verdor
de un laurel en la orilla de bruta,
en las manos guard ó la cri spación
de su codicia, y en la abi erta boca,
su úHima i mpre cación .
y la serpiente de o amenta s bla nca s
iba creciendo. El grito que movió
aquella multitud , sobre las ro cas
de la montaña enh iesta se pren lió;
mas ya nadie e cu chaba; ya los últimos
queda ban a 11:1. ab!ljo, en la feroz
y cruel ansiedad de la f a t iga;
ni un grito, ni un adi ós ;
y murió el postrer homb re, "Y la postrera
ilu ión.
124 C' T F R
Tan ólo el que guió :a caravana
subió a la cumbre y contempló el pavor
del horizont e sumergido en nieblas,
y ab ri ó los ojos; pero nada vio
de aquella eternidad de las auroras ...
Se tendia del sur al septe ntrión
la cinta de esqueletos que antes era
un anhelo ne sol.

y co rrieron los años y los años,


y aquella apocalíptica visión
aun dura: con los brazos a los cielos,
.
como un et erno simbolo, se lrgUlO
. ,

sobre la excelsitud de la montaña


el úl timo viador.
y reper cut e el eco entre las cima s,
y no asoma la a urora ; mas la voz, '
sola ya por los siglos d e los siglos,
sigue clamando: " ¡al sol! ¡al sol! ¡al sol!"

P ARABOLA DE LOS OJOS

A J ose Jua1t T ablada.

Iba toda desnuda la visión estupenda


con blan co res de nardo, atrayente y fatal,
:v su voz era flama, y su vientre e ra ofrenda
eH que el sexo fulgía como un áureo trigal.

E n unánim e angustia se apiñaba en la senda


el humano deseo con rugidos de m al,
E. GONZ~ Lh'Z .1lAHTlN I~ Z 125

-:' los ojos, ¿ uñ ales de lasciva contientla,


dardeaban sus puntas como un solo puñal.

Era un co ro de aullidos, era un lúbrico asalto,


.v los ojos de fi ebre y las manos en alto
eran siervos sumisos de la extraña visión;

y la forma desnuda, bajo el fiero destino


qu e ni esc ucha ni aguarda, prosiguió su camino
de cometa que arrastra una estela de horror .

Sólo un hombre pugnaba por asirse a la vida


a nte el hondo presagio de la noche estelar,
y quedarse a la zaga, mientras era impelid a
la fantástica turba por un viento de mar.

Mas sintió qu e era inútil... Un afán sin medida


lo em pujaba al espectro . .. i Y era nobl e cegar
las pupilas obsesas a la luz maldecida
por no ser el esclavo de su propio mi rn r!


y en las pávidas cu en cas qu e a lb ergaban sus oJos
sepultó las diez uñas, y caye ron dos rojo s
y sangrientos claveles de la turba a los pi es ...

y sumido en su no ch e, emblemático y fuert e,


como el ángel que triunfa del amor y la muerte,
lo mira ron los hombres qu e pasaron después,
126 e 1- L T J' R

P ARABOLA DE LOS DESEOS

A la ventana en que el clavel revienta,


bajo un prístino sol, deshecho el nudo
del traje matinal, con el desnudo
torso de niev e, una muj er se ostenta,

y echa a volar, en alas del destino,


una interrogaci ón hacia el camino .

Pasa un infa n te rubio que reposa


en la cesta amorosa
de los maternos brazos. Sus serenos
ojos, tienele a la virgen luminosa ...
y dice la muj er: quiere mis senos.

Cruza un mancebo y dice a la mañana


limpia canción; mas bajo la ventana,
pára el cantar y prende sus antojos.
y piensa la mujer : busca mis ojos_

Un hombre pasa en plenitud de viela,


v• clava la encendiela
flama ele su eleseo en la amorosa
visión de nieve y rosa . ..
y la virgen murmura:
quiere mi carn e y quiere mi blancura.

D espués cruza un anciano


ele pie inseguro y ele temblosa mano,
y a los rizos '(le oro
E GONZ'ALEZ JlIdRl'lNJ';Z 1~7

alza un mira r que se humedece en lloro ...


Piensa la virgen: quiere mis cabellos,
que juzga sol, por calentarse en ellos.

y cierra la vidriera,
y ve que en un rincón la madre espe ra
el beso mat ina l, mientras desata
y peina la marchita cabellera
de plata ...

P ARABOLA DEL HUESPED SIN NOMBRE

Han llamado a mi puerta


que siempre está de par en par abierta,
y que esta vez, la ráfaga nocturu a
cerró de un golpe ...
Sola y taciturua,
en el umbral detiénese la extraña
silueta del viador. Lívida baña
su faz la luna; tiene el peregrino
sangre en los pies cansados de l camino;
ojos en que retrátase y fulgura
una vasta visión que ha tiempo dura
en in cesant e asombro;
y con la gruesa alforja, la insegura
mano sust.enta un báculo en el hombro.

- ~ Quién eres tú ~ ~ de dónde


vienes, y a dónde vas ~ ...
y me r esponde :
128 T r R
-Nunca supe quién soy, y no sé nada
del principio y el fin de mi jornada.
Yo sólo sé que en la llanura in cierta
de mi peregrinar, llegué a tu puerta;
que mi cansancio pide tu hospedaje,
y que a la aurora seguiré mi viaje.
Destino, patria, nombr e ...
~ No t e basta saber que soy un hombre ,

-
A sus palabras, pienso que mi vida
es como una pregunta suspendida
en el arcano mudo, y digo:
Pasa;
sea la paz contigo en esta casa .
y entra el viador, y nos quedamos luego
al amparo del fuego.
Nuestro mutismo sobrecoge y pasma,
y cual doble fantasma


que evocara un conJuro, '
se alargan nuestras sombras en el muro ...

LA PUERTA

Los dos llamamos a la misma puerta


para saber un día lo que esconde
la lóbrega mansión ... En la desierta
inmensidad, el eco nos r espon de .

Largo llamar... Los maltratados nudos
de la s manos ya sangran. Han corrido
E. GONZALEZ MARTINEZ 129

con el tiempo las lágrimas ... Oh, mudos


huéspedes sin piedad y sin oído!

A veces, un rumor de la lejana


extensión nos anima; el ansia crece ...
¡Oh, triste golpear! .•. En la mañana,
la ilusión de la noche desparece .

Mas llegará la hora en que la herida


mano rompa el orín de los cerrojos,
y al último rincón ele la guarida
penetre la codicia ele los ojos.

y cuando ceela al fin el oxidado


gonce que afianza la cerrada puerta,
sabrá nuesto dolor que hemos llamado
ante el umbral de una mansión elesierta.

LA MAi'í AN A FRESCA

A Sa IVIl d01' Cordero.

El virginal azul de la mañana


se me entra en el espíritu y sacude
mi indecisión .. , ¡Las cosas que hacer pude
en la hora pretérita y lejana!

Hundir en las entrañas de la gleba


la reja fecundan te cuya herida
da paso franco al germen de la vida
centuplicado en la simiente nueva;
9
e ,
.
1, T V R

tostar al sol y al aire campesino


la erguida frente que dobló más tarde
vana meditación, en la cobarde
oblicuidad de un rayo v espertino;

aceptar sin resa bios la t:uea


de una amplia vida en plena luz, sin otro
sutil afán que domeñar un potro
que in dócil piafa y la llanura otea ;

tener hijos, mujer y servidumbre


que en sana paz mientras susUlra el viento,
narraran por la noche el mismo cuento
bos tezando a la vera de la lumbre;

y aferrarme al recinto del pequeño


y seguro ideal, lim pio y humano,
los ojos en vigor, firme la mano,
ágil el pie, y encadenado el su eño ...

Yo no puedo sab er si erré el camino


ni si es la imagen de la di cha cier ta

esta ru (l a vis' ón que me despierta
el 'azul virginal y ma tulillo .

, •
• •

POR EL CAMINO GRIS ...

Por el camino gris huyen mis horn~


en un ambiente ae quietud ser ena ...
Tú la iPa l'cha ple ~ i (l (' s, hora bu ena,
hora de níis ·románticas auroras.
•. GONZALEZ MARTlNEZ ]31

Os miro en pos, hermanas pecadoras


de sangre joven y d e vida pl ena, •

y a ti, la incauta a qui en hirió la pena,


que lenta cruzas y en silencio lloras.

Mi espíritu os llamó; pero insegura


se disipó mi voz en la pavura
(' el solemne mutismo del ocaso ...

Apenas tú, la desolada y triste


hora de mis crepúsculos, quisiste
volver los ojos y tener el paso.

UNA QUIETUD AMBIGUA ...

Una qui etud ambigua, un claro plenilunio,


\ID desmedrado huerto con ansias de jardín;

en el alma un rebelde aroma de infor t unio,


mezclado al penetrante perfume de un jazmín.

Un b eso ya marchito sobre una faz h elada,


una voz que en un tiempo fué chorro de cristal,
\lnas manos ya trém ulas sobre la enmarañada
m elena en que la vida desparramó su sal.

Una arruga que narra una historia en la frente,


una brasa extinguida bajo e l cabello gris ...
Un repasar de cartas del hijo que está ausente
y devana sus sueños en lejano país.

Un afán de estar solo ,con aquella que ha sido


en la dicha, con~taI1te, en el dolor, leal,
132 e V L l' V B

-que cruzó con nosotros la senda, y ha sabido


de la

risa y el llanto, y del bien y del mal.

Una tenue fragancia de la gloria que pudo


ceñir a nuestras sienes un gajo de laurel ...
y Ber como un guerrero que levantó su escudo
y que a la postre vuelve recostado sobre él.

IY sentir que la vida febril desencadena


muy lejos de nosotros su colosal turbión,
y pensar que la amamos, y que ahora resuena
como un toque de ánimas dentro del corazón! ...

LA CAUTIVA

Caut iva qu e entre cerrojos,



frente a la angosta ventana
dejas espaciar los ojos
por la campiña lejana,

,de qué te sirve tener


en el pecho un ansia viva,
si eres libre para ver,
y para volar cautiva '

Siento mayor la amargura


de tu mal cuando te veo
con las alas en tortura,
y en libertad el deseo.

Preso el pie y el alma a.lerta ...


¡Qué morir frente a la vida!
E. GONZALEZ M.1RTINEJ:

,Para qué 'Ventana abierta


si no hay puerta de salida'

Alma. cautiva y hermana


que en la campiña lejana
dejas espaciar los ojos,
¡ que te quiten los cerrojos

o te cierren la ventana!

COMO UN SUSPIRO DE CRISTAL

Al borde llego de la fuente


-¡qué mansamente el agua vat-
y oigo el rumor de la corriente
COD:lO un suspiro de cristal.

Guardo las dudas en mi seno


bajo el sereno ataTdecer,
y abrigo un ansia de ser buello
como en la hora que se fué.

¡Oh, ser el agua qu e murmura


. . .,
SIn una Impura sensaclOn;
ir en un lecho de verdura
bajo la noche o fr ente al sol!

j Oh,ser arroyo que camina


en argentina castidad
sobre la arena blanca •v fina
y sin saber a dónde va!
134 e V L V R

Suena en la torre la campana


con su lejana y t ris te voz
mien t ras un pájaro desgrana
para mi vida su canción.
-
Cogen mis dedos de la orilla

una sencilla viola azul


en que él ro cío t iembla y brilla
como una lágrima de luz.

Sobre las linfas las deshojo,


y aquel despojo funeral
se va alejando fren te al rojo
de la agonía vesperal.

y mientras huye la corriente


y mansamen te el agua va,
oigo el murmullo de la fu ente
como un suspiro de cristal.

EL RETORNO IMPOSIBLE

Yo sueño con un viaje que nun ca empr enderé,


un viaje de retorno, grave y reminiscen te ...

Atrás quedó la fuente


cantarina y jocunda, y aquella tarde fué
esquivo el torpe labio a la dulce corriente.
¡Ah, si tornar pudiera! Mas sé que inú t ilmente
sueño eon ese viaje que nunca emprenderé.
Un pájaro en la frond a can taba para mí ...
Yo cru cé por la senda de prisa, y no lo oí.

Un árbol m e brindaba su paz ... A la vcntul'fl,


pasé cabe la sombra sin probar su fl'escma.
Una pied ra le dijo a mi dolor: d escan sa;
y d esdeñé las voces de aquella piedra mansa.

Un sol rev erb erant. e brillaba para mí;


pe ro bajé los ojos al suelo, y no lo ví.

En el follaje espeso
Be insinuaba el co nvite de un ósculo divino ...
Yo seguí mi camino
y no recibí el beso.

Hay una voz que dice: retorna, todavía


el ocaso está lejos; vuelve tu rostro, guía
tus pasos al sendero qu e r em emoras; tentc
y refresca tus labios en la sagrada fu ente;
v e, d escansa al abrigo
de aquel follaj e amigo;
oye la serenata del ave m elodiosa,
y en la piedra que alivia de cansancios reposa;
ve qu e la noch e tarda
y oculto entr e las hojas h ay un beso que aguarda ...

Mas ¡, para qué, si al fin de la carrera


hay un beso más hondo que m e espera,
y una fu en te más pura
y una ave m[Ls h ermosa que canta en la espesura

y ot ra piedra clemen te
en que posa r mañana la angust.ia de mi frent e
y un nu evo sol que lanza
desde la altiva cum bre su rayo de esperanza ~
"

136 e V L l' V R

y mi afán repentino
s e pára vacilante en mitad del camino,
y vuelvo atrás los ojos, y sin saber por qué,
entre lo que recuerdo y entre lo que adivino,
bajo el alucinan te misterio vespertino,
sueño con ese viaje que nunca emprenderé.

ALMA NUEVA

"
Ya refrené mis ansias de conocerlo todo ...
Hoy gusto "de ir sin brújula, extraviado el camino,
con la frente a los cierzos y los pies en el lodo ;
sin brújula y a tientas,
sin rumbo ni destino,
ignorando qué auroras, sin saber qué tormentas
me depara el misterio vespertino.

Mas quiero sentir todo a manera de un vasto


co razón en mitad del universo,
mientras allá en el fondo de mi vida, en el casto
silencio de la noche, se oye la voz de un verso .. .
Y sentir que mi pecho donde caben
tantas contradicciones misteriosas,
palpita de emoción ... Como las rosas "

que a todo tiemblan, y que nada saben.


E' GONZALEZ J!fdR1'lNEZ 137

CLAUSTRO

Pues el necio" turbión corre al asalto,


guarda tu noble obscuridad en alto
recluídn en tu torre de basalto.

Quede el afán incomprensivo fuera


v• aúlle al viento como herida fiera
o atisbe al pie su cautelosa espera.

Tú 110 dirás más cifra que el divino


cantar qu e derramaste en el camino
cuando ibas de tus ansias peregrino.

Al blindado portón echa la llave


con siete vueltas, y enmudece grave
ante el que pugna por hallar la clave.

La exégesis sutil sólo es leída


al qu e lleva en las manos encendida
una lámpara fiel sobre la vida.

N o todo al santo luminar r espo nde;


a quien no ve, la ruta se l e esco nde
y march a a tientas sin saber a dónde.

El Bol alumbra roca y sementera;


pero la piedra calla y reverbera,
y contesta en panojas la pradera.
, 138
e V L '1' JT R

b Tu hermética mansión baña la aurora



o hipnotiza la no che ~" . ¡Calla y ora
mientras que suena en el confín la hora!

Sólo a quien llame con seg ura mano


y convenido són, saldrás ufano
a abrir la puerta, y le dirás h ermano ;

porque llegó con alas de querub e


a dónde viven águilas y sub e
el vuelo silencioso de la nub e,

Abrele el corazón en hospedaje,


ya que su voz descifrará el mensaje
que tú le des, al regresar del viaje,


y de tu enigma la palabra obscura
será en sus labios fu en te qu e murmura
alegre y fácil, transparente y pura ...

Mas tú. ,. sigue en la paz d e tu clausura .

MENSAJE TRU NCO

Un ala de presagio vuela por el recinto,


y tu alma y mi alma muy juntas, y muy lejos
del vulgar sobresalto, son como dos espejos
con una misma imagen en un cristal dis t.int6.

Hondas afinidades escribi eron el prólogo


de estas aug ustas páginas que un ideal resumen;
R. GONZLlLEZ MLlRTINEZ 138

cQn llantos y sonrisas forjamos el volumen,


y los diálogos nuestros parecen un monólogo.

En un fervor unánime la vida se sustenta,


y de la brasa cae idéntica ceniza;
en la amorosa ruta, la barca se desliza
igual sobre la calma que bajo la tormenta.

y ha de encallar la nave en la arenosa sirte,


y tú, superviviente del proceloso viaje,
has de pensar que guardas mi lírico mensaje ...
No obstante, yo tenía algo niás que decirte.
DE «LA PALABRA DEL VIENTO ll
E. GOVZALEZ MART1NEZ 143

CASA CON DOS PUERTAS

i Oh, casa con dos puertas que es la mía,


easa ,le! corazón vasta y sombría
-que he visto en el desfile de los años
llena a veces de huéspedes extraños,
y 'o tras veces las más casi vacía! ...

Casa que en los risueños


instantes de la vida, miró absorta
la fila interminable de los sueños
de arribo fácil y de estancia corta ...

I Cuán raro fué el viado!' que en la partida


dejó para los tránsitos futuros
una h()guera encendida
en la piadosa puerta de salida
() una noble inscripción sobre los muros!

Los más dejaron al fulgor incierto


de un prematuro ocaso,
.algún jirón en el umbral desierto,
el alma errante de algún himno muerto
o un desgaste de piedras a su paso. •

Sólo al silencio de la paz nocturna


prende su lamparilla taciturna •

huésped desconocido ...


y se pregunta mi inquietud cobarde
si es un cansado amor qué llegó tarde
() es mi viejo dolor que no ha salido.
144 e V L l' l' R .&•

LA CIUDAD ABSORTA

Soplaba un manso viento de aquel lado del mar .. •


La turba era una sola alma para escuchar.

Se concentraba todo en el vago sonido


que venía de lejos ... La tarde era tan pura
y la emoción tan honcl<\, que el alma hubiera oído
el vuelo de un celaje cruzando por la altura,
el vuelo de un celaje
en la paz infinita de un misterioso viaje.

Sólo el mar prolongaba su angustioso tormento


mientras la turba oía la palabra del viento .
.
Ciudad que vi una tarde y cuyo nombre ignoro.
ciudad de vida unánime y silencios de oro;
ciudad absorta y muda, ciudad cuyo sentido
único es la insaciable codicia del oído;
ciudad a quien la llama de crepúsculos rojos
no despierta una sola inquietud en los ojos;
ciudad que nada mira, ciudad que a nada atiende
porque escucha y comprende;
urbe de cuyos hombres, al pasar a su lado,
no podré decir nunca que me hubiesen mirado;
'vieja ciudad fantástica de quien decir no acierto
si la crucé dormido o la soñé despierto ...
i He perdido tu rumbo! ~ Quién me dirá si existes,
codicia de mis horas infecundas y tristes'
j Quién sabe si entre sueños te volveré a escuchar,
oh, viento que soplabas de aquel lado del mar! ...
LA CAMPANA MIS'l' ICA.

Tañía la campana,
tañía la campana
dilatando en los aires el profético son ;
y en un munno vacío, de sol edad arcana ,
estábamos tan sólo la voz d e la ,r~"'lpana
y yo. .JI

Enmud eció la vida, y . _ calló el estl'ue udo


del mar,
y el son d e la campa na fué Cl'eci endo y creci en do,
y llena ba los ámbitos el clamor estup endo,

-v e / a .1'0 d e /us 1101Jtbres el L/a mado (! e.lnttlza r .

An t e la voz aq uella desfalleció el sen ti rlo;


en ceg uedad los ojos cerráronse a la lu z,
y apenas en mi oído
aleteaba el a lma sec reta d el sonido
en concéntri cas ondas d e una rara virtud.

y la voz r epob laba los silen cios elel mun do,


y el hermé t i co origen del inaudito son •

me parecía, a veces, que estaba en el profundo


abismo de mi propio corazón.

Tañía la campana, y el son iba dicien do


las cosas de h ace siglos y las que han de pasar;
y enm udeció la vida, y se calló el estruendo
del mar. .
El son de la campana fué creciendo y creciendo .. .
j y era yo de los hombres el llamado a escuchar! ... .

lu

INDICE.
,
ÍNDICE
P ágs
La poesía de Enrique Gonzál ez Martinez • • • VII

DE " SILENTER "

Silénte r • • • • • • • • • • • • • • • • 3
La-Haut • • • • • • • • • • • • • • • • • 3
,
Como la barca es nua • • • • • • • • • • • • 5
Visión lunar • • • • • • • • • • • • • • • 5
Irás sobre la vid a de las cosas • • • • • • 6
Piedad • • • • • • • • • • • • • • • • 7 •
• • •

A veces una hoja desprendida • • • • • • • 8


Vivere vitam • • • • • • • • • • • • • • • • 10
Voces ele soledad • • • • • • • • • • • • • • 10
Soñé en un verso • • • • • • • • • • • • • 11
La Centauresa • • • • • • • • • • • • • • 12
En voz baja • • • • • • • • • • • • • • • 13
Dioses muertos • • • • • • • • • • • • • • 14
Elogio de la vid • • • • • • • • •• • • • • 15
Divagación • • • • • • • • • • • • • • • • 16
El romance del estoqu e • • • • • • • • • • • 17
El éxtasis del silencio • • • • • • • • • • • 19
Presagio • • • • • • • • • • • • • • • • • 20

DE " LOS SENDEROS OCULTOS."

Musa • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 25
Busca en todas las cosas • • • • • • • • • 27
Psall e et sile • • • • •
• • • • • • • • • • 28
150 e v L T V R

Pá gs'
Do lo!', si p or a caso . . . . . . . . . . . . 29
R eno va ción . . . . . . . . . . . . . . . . 30
El al cázar . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
• •
, Te acuerdas de la t a rde Y . . . . . . . . 31
A lo que va conmigo . . . . . . . . . . . 32
Doux Pay s . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Una vieja tristeza . . . . . . . . . . . . 34
y pienso que la vid a . . . . . . . . . . . . 35
E l a lm a en la m on ta ña . . . . . . . . . . 36
Cuando sepas halla r una sonri sa . . . . . . 37
P orqu e ya mis t rist ezas . . . . . . . . . . 38
In tus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Est a t ar de h e salido al campo . . . . . . 40
Alas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Tiend o a la vi da el ruego . . . . . . . . 42
El sembrador d e estr ellas . . . . . . . . . 44
Tuércele el cuell o al cisn e . . . . . . . . 45
Como h er mana y h erm a n o . . . . . . . . 46

DE " LA MUERT E DEL CISNE. "


-
L a can ción de la vida . . . . . . . . . . . 51
Al espíritu del á rbol . . . . . . . . . . . 52
Anima t r émula . . . . . . • • • • • • • • • 53
A una piedra del camino '. . . . . . . . . 55
A U D. alm a i ngenua . . . . . . . . . . . . 56
L os días inú til es . . . . . . . . . . . . . . 58
Esta n cias . . . . . . . . . • • • • • • • 58
I ba por el camino . . . . . • • • • • • • • 59
Mi amigo el silen cio . . . . . . . . . . . 62
Hortu s Con clusus . . • • • • • • • • • 62
Bajo el h uer to solemne . . . . • • • • • • 63
E. GONZA LEZ MAR1'TNEZ ¡5 1

Págs.
El forastero • • • • • • • • • • • • • • • • 64
• •
El espíritu vlaJa • • • • • • • • • • • • • 66
Tres v eces he esperado • • • • • • • • • • • 68
Bajo una pena honda • • • • • • •

• • • • 68

Mañana los poetas • • • • • • • • • • • • 69

DE "EL LIBRO DE LA FUERZA, DE LA


BONDAD Y DEL ENSUEÑO."

Viento sagrado • • • • • • • • • • • • • • 73
La lección de la montaña • • • • • • • • • 75
Las almas muertas • • • • • • • • • • • • 77
Voz del vien t o • • • • • • • • • • • • • • 79
La plegaria de la. roca estéril • • • • • • • 81
Jornada espiritual • • • • • • • • • • • • • 82
Mi tristeza es como un rosal florido • • • 85

Paréntesis campeslDo • • • • • • • • • • • 86
La D:ídiva • • • • • • • • • • • • • • • 88
La Esfinge • • • • • • • • • • • • • • • 89
La Hilandera • • • • • • • • • • • • • • 91
M edi tación bajo la luna • • • • • • • • • 91
Ofrenda • • • • • • • • • • • • • • • • • • 96
Los Presagios • • • • • • • • • • • • • • 97
La muchacha que no ha visto el mnr • • • 98
El hi j o del r ey • • • • • • • • • • • • • • 99
, •
El v e rso UDlCO • • • • • • • • • • • • • • • ] 00
P:lg ill a en blanco • • • • • • • • • • • • • • ] 01
El si lencio del ave • • • • • • • • • • • • ]02
La canción de las horas • • • • • • • • • 10·1
Oración a las est rell as • • • • • • • • • • 107
152 e v L l' V R A

DE "P ARABO LAS y OTROS POEMAS."

o '
I ag s.

Parábola d el cam JllO • • • • • • • • • • • • 113
• - •
Paráb ola del VIno aneJo. • • • • • • • • • • 114
Parábola del mar, del viento y de la lU Da . 115
Parábola d el hermano • • • • • • • • • • • 118

Parábola de la cIega • • • • • • • • • • • • 119
Parábola de la carne fiel • • • • • • • • • 120
• •
Parábola de los vIaJeros • • • • • • • • • 121

Parábola de los oJos • • • • • • • • • • • • 124
Parábola de los deseos • • • • • • • • • • 126

Parábola el e1 huésped Sin nombre • • • • • 127
La Puerta. • • • • • • • • • • • • • • • • 128
-
La manana fresca • • • • • • • • • • • • 129
• •
Por el camlllO gns • • • • • • • • • • • • • ] 30
Una quietud ambigua • • • • • • • • • • • 131
La Cautiva. • • • • • • • • • • • • • • • 132

Como un SUSpll'O de cristal • • • • • • • • 133
El retorno imposible • • • • • • • • • • • 134
Alma nueva • • • • • • • • • • • • • • • • 136
Claustro • • • • • • • • • • • • • • • • • 137
Mensaje trunco • • • • • • • • • • • • • • • 138

DE "LA P A T~A BRA DEL VIEN TO. "

Casa con dos puertas • • • • • • • • • • • H3


La ciurla d absorta • • • • • • • • • • • • • 144
La cal!1 p<l na místi ca • • • • • • • • • • • • H5

EDITORIAL MEXICO
MODERNO, S. rl.
PRESIDENTE, Enrique González Martínez. DIRi\éTÓR
GERENTE, Agustín Loera y Chávez. lER. VICRPRESI-
DgNTB:, Antonio Caso. 2? VICEPRESIDE NTE, Ram ó n Ló-
,
I
pezVelarde. VOCALES: 10 Luis Castillo L edó n. 20 Carlos
Gon zález Peña. 30 Alherto Garduño. 4? Je sú s B. Gom.á-
l ez. COMISARIO, Al ejaIldro Quijano. SE CRETARIO, Ma-
nuel A. Chávez.
DIRECTORES DE PUBLICACIONES.
DE LA BIBT.IOTECA na AUTORES MEXICANOS MODER-
NOS: el Comité Directivo. CULTURA: Agustín Loera y
ClJávez. LA NOVELA QUINCENAL: Manuel Tou ssaint.
R RV ISTA MUSIcAr.: Manuel M. Ponce. For.LETIN SE-
MANAL: el Comité Directivo. REVISTA DE LIBROS:
Manuel Toussaint.

Oficinas: 3$ Donce les NO 79. Correspondencia al apar-


tado postal 4527. MEXICO, D. F.

CVL TVRA ANTOLOGÍA MENSUAL


DE BUENOS AUTORES, PUBLICADA BAJO LA
DIRECCIÓN DE AGUSTÍN LOERA y CHÁVEZ.
Re g is trada como artículo de 2a. clase con fecha 13 de
febrero de 1920 .

'TOMO 1.
1. y S"~IA.NAS Ar.KGltlCs de Miel'ó", prólog() de Lui. G.
CUJ.:NT()S
Urbina. (Ag()tado.)
2. ESCRITOS de Jose E. Rodó, estudio de P edro Henríquez
Ureila.
fL CUI':NTOS de Mrln"el G"ti¿?TU NáJera, prólogo de Margo,ri-
ta Gutierrez Nájem.
4 y 5. EL P ÁJ. RO AZUL d e M. Made?"linck, trad ucción de
R. Brenes Mesen.
~ _ _ _ _ _ __ _ _ _ ,_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ~ _ _ _- 4_ _ _ _ _ _ _ _ _ __

6. POBsi.t.s de SO?' Juana ln é.9 de la Cruz, e"luoio dO' M Rnue!


'foussaint.

'l'OMO n.
1. VKRSOS S~LECTOB de Ruo én Darío.
~. PROSAS de Igna cio Altam.irano. (A gotado.)
3. CUKM 'j"OS de Andersen. (Agotado.)
4. PORMAS KSCOGID"S de lIfanuel Jo sé Othón, ilustraciones de
Julio Ruellls. (Agotado.)
15. ESCRITOS d e Enrique José Var ona. prólogo de Antonio Ca-
so. (~. ~otlldo. )
6. POEMAS de Gtlillermo Val'-71cia, prólogo d e M. Toussaint·
(Agota d ;.)

TOMO III.
1. EL CANTAlt DI! 1.0S CA.NTA.RES, traducción y notas de Ra-
fae! Cabrera. (Agotado.)
2. POESÍA.S SRLKCTAS de S alvado?' Rueda, pórtico de Ruben
Darío. (Agotado. )
3. PROSAS y V I<nsos de G1tillenl1o Prieto, selección y estudio
de Luis U-on zál ez Obregón. (A gotado.)
4. PO¡;sÍAs de Leopoldo Lugones, prólogo y selección de An-
\onio Cas t r o L eal. (Agotado.)
5. PROSAS de Jus to Sierr'l , selección y estudio de Agu stín
Loara y Chávez. (Agotado.)
6. LA. VmGI!N URSULA de Gao1'iel D'Annunzio, traducción y
estudio de Carlos U-ollzález Peña. (A gotado.)

TOMO IV.
1. SALOMK ne 01lea1' Wilde, traducción y prólogo de.Efren
Reb o ll ed o . (Agotad o.)
2. 'f ¡';ATRO de Juan Ruiz d e A.la·/"cón, estud io de Julio Jime-
nez Rueda.
3. CUENTOS DE PKRRAULT, nueva traducción.
4. EscnlToB y COMPOSICIONES MUSICALES de M. 111, Ponce, pró-
logo de Ruben M. Campos .
5. HlClnu.NN y D OROTli:A de Goethe. (Agotado . )
6. CARTONES DE MADRID . En sayos de Alfo11so Reyes.

TOMO V.
1. L OR EXTASIS IlE L \ MONTAÑA de J1Ilio Hen·t -r a y Reis_~ig.
selección y es tudio de F, U-onzález Guerrero, (Agotado)
• ,,
2. DISCURSOS y ARTkUI.OS d e Ig11ac1o Ramú'u , selec ción y
prólogo de A. L oe ra y Chávez.
3. POlUtAS d e Antonio y M anuel Ma ch ado, selección de C.
Pe llice r.
4 . LIT KRATURA lNDiG "NA MEXICANA, estudio y arreglo de
Luis Ca still o L edón .
5. Los MK.JO KICS POI'MAS d e Jo sé A""?lc1Ón Silva, !Selecci ón y
Pl'ólogo de M . T oussaint.
ü. ENsA vos J e R f) be.rto LuÍ8 Stev t1l.fon. tradu cción de Fran-
cisco J osé Ca ste llall os .
TOMO VI.
1. TRATRO de G. Bn'nanl Shaw, traducción y estudio d e A.
Ca str o Leal.
2. ESCItITOS y COMP"8I CIONKS M USICALJ<S de G. E. Campa, pró-
logo de M . M. Ponce.
3. MUlos. CllUZAllA DI·: 1.08 NIÑOS, por M m·r.e l Schwob, t ra-
ducci ón de .i{atael Cab rera.
4. POh:SÍA y PROSA S ICI.ECT.lS d e Ga.1·ducci, traducciones de E.
Fern linde z G ramt.! os y F. Canale.
5. CUENTO, DI( VOL'rAIMK, e8tudi o de Enrique Gon zález Mar'

tmez.
tl . D IÁLOGOS llK SU 'I'IEMPO, por el " Pensado?' lIfexi cano", selec-
cion y pró logo de Lui s GonEález Obregón .
'fOMO VII.
L R'::MY DIe GOlJltM ON'l', tradu cción y prólogo de Genaro
Femándl'z M ac- G r ego l'.
2 . 'l'ltF.S G ,tA~D KS PUliTAS BIlLGAS . R ndenba ,;h, Maetedülck y
Verhatren . es tudi o y selecció n de Enrique GonzRle z Mar.-

tlnez.
S . LA8 NocH lca FI.ORKNTlNAS. d e En riqlle Hetne, traducción
d e Juli o T orri.
4 . P OKeÍu ESCOG ID AS de Manllel Gut i é1Tez NáJera. estu di o y
se lección de Luis G . Urbina. NÚMKRO DORLR. (Ago ta do.)
5. CU KN'fOS de A n afole Fra11 ce. tradu cción y est.udi o de
Al fo ns o Cravi oto .
6, ANTOLOG ÍA. DRL AMOlt ASIÁTI CO. Traducción y pró logo de
Rafael Cabrera. NÚMERO DOBLE. (Agotado .)
T OMO VIII.
l. EL P aoMETKO EN CADENADO de E squilo; tradu cción de
Brieva S alvati erra,estudio de Carl08 Otfrido Müller. (Ag. )
• •• •
• -
.¿. LA. CIUDAD Dh: MÉxICO segúlJ relatos de antaño y de oga
fio. Pnílogo de A. de Valle Arillpe. (Agotado.)
H. Pm:MA6 J?,SCOOIllOS de Salvador Díaz 1I1ú 'ón, selección y
estudio de Hafael L ópez. NÚ14"RO DODL •.. (Agotado.)
4. CUENTOS y LKYI!NDA6 de Selma Lagerlüf. traducción y
prólogo de A gustin L oera y Chavez.
1) . PARÁB(lL AS y OTII OS POImAS. de Em'iq1Le González lIfartí-
n a . órti co de Alllado Nervo. NÚM~: II " ," 0111.1<.
ti. RunÁI y ÁT de Omar - o l- Kh ayyum , trad u c e l" " Y e~ tudio
de Carlos 1\1 uzzio Sáenz Peña.
TO :VIO lX.
1. EL MONISllO ESTÉTICO. Ensayos de Jo sl Vu.rCOltCel oR. Nú-
MERO DUIlI,E. (Agotado.)
2. ROMAN CES VIKJOS. Prólogo de Julio Torri. (Agotado.)
3. EL TI!SOBO ()I! AmOCL Selección de "Ei Diario Intimo"
y prólogo de Manuel T o ussaint.
4. 'l'ORNICOS, M..\SCABADAS y FIKS'f..\S RIULES, EN LA. NUEVA
ESPAÑA.. Selección y Prólogo del Marqués de San Fran-

CISCO .

5. E«A DO( QUIl.IHOZ. -- ANALECTA s . Traducción y Estudio
de Alejandro Quijano.
ti. CONnmEN clAs y DISCURS03 LITERARIOS por Jest's U,·ueta.-
Nuana:n DOBI.E.
TOMO X. NÚMltROS DOBLES.
1 FKDERICO NmTzsclIR. traducción y prólogo de Javier Icaza
2 ANTOLOGIA DIl LA V ÉRSIFICACIÓN RíTMICA. Selección y es-
tudio de Pedro Henríquez Ureña.
3. MA.RK 'l'w UN. Traducción y estudio de Genaro Fernán-
dez Mac Gregor.
4. ANT Or.OG ÍI. DR POETAS MUKRTOS li:N LA GURUllA, traduccio·
nes de Ped,'o R equena y notas de Antonio Castro Leal.-
5. L os DIOSF.S VE LA MONTAÑA de Lord Dultsany. traducción
y prólogo de Rafael Nieto.
6. L os MÁ S B"'LI_OS POR~IA.S de Amado Nervo. Selección y es-
tudio de Enrique Gonzálf'z M8.rtínez. (Agotado:,!
--------------~-~-,.~ ...-,----_.------------------------------
TOMO XI. NUMEROS DORLI':S.
r. LA POKSIA R¡';LIGIOSA EN l\<IKXICO (siglo XVI a XIX.)
SelE'('cción y notas del P. Jesús Garda Gutiérrez.-
(Publir·ado.)

2. CUGN'l'OS, ESTKTICA y POEMAS de Don Ramón del Valle In·


clán. Selección y nota de Guillermo Jim e n ez. (Publi-
I
cado.)
i'l. J A. R1>1 NES DE FRANCIA, por E m 'i quf Gonzál f.z 11fartínn.
Nueva edición considerablemente aum entada. (Publi ·
cado. )
4. POEMo\S ES CO GJD(\~ VE LUIS G. URBINA. Splección y es·
tudio de Manuel 'foussaint. (Public.ado.)
5. Jur,KS RF:NAHD. traduc c ión, sel ección y estudio de Gena-
ro Estrada. (Publi r:ad o .)

6. Los CII<:N :'IIE.rOIU:S PO K\!AS de Enrique G011 zález Ma1·tínez.


Prólogo d e Mauuel T o ussaint. (Publi(·adu.)
TOYIO XII. (En publj (' ación.) NÚMKR08 D OBLES.
J. LAS N OVELAS EJF:~(PLAnES de Cervantes .
2. LA M.ODERN \ LínwA :Vh:XICANA. Antología de Jos poetas
mod ernos de México.
3. TI<:ATRO DE [nSf:N. 'l'raduci ón <lincta de l Norllego y estu-
dio el .. C arlo~ Barrera.
4. CUENTOS DI-: HO~' ''MANN,

!l, L .. s MAS nf:LLOS P08MAS d e Rica?'do J aime:; F reir e.


6, PROSAS Y VERSOS d e Edgar P oe.

OFICINAS: 3~ CALLE DE DONC E LES NUM, 79.


ADMINISTRADOR GENERAL: ~1ARTIN CARDRNAS.
AGENTES GENERALES: LIBHEHIA y PAPhLl!RIA CVLTV-
RA, 1~ JES(]S CARHANZA NUM. 5. COl{RESPONI'ENC1A Al.
APARTAD04527. MÍ;:X1CO. D. F . Pl<l!C10 DIi ES·
TR NÚMliliO: $1.00. SUSCRICIONUS POR 6 MIi-
SB.S $ 6.25. Los NÚMRl<OS ATHASADOS VALKN
" O 50 SI SON SENCILl.OS y S 1.00 LOS DOBUtS.

También podría gustarte