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German Daniel Abello Contreras

Iván Camilo Fierro Meléndez


Cristian Camilo Roa Bulla
Laura Camila Rodríguez Serna

El Mundo de las Profesiones y Ética de la Administración Pública

Transformar la vida pública, fue la gran aspiración de aquella generación del sesenta y

ocho (68) que se refería a “bregar por el cambio social hacia algo mejor, implicaba ingresar a un

partido político, luchar por conquistar el poder y transformar desde él la cosa política”,

admitiendo de forma directa que lo público y político era lo mismo. Pero después de tres décadas,

esto ha cambiado, nos hemos percatado que el poder político se sigue persiguiendo el bien

público, pero buscando ante todo su bien privado. 

De lo anterior, se agregan cuatro tipos de instituciones que se comprenden en el ámbito

público, las cuales son: de la sociedad civil, las entidades económicas, la opinión pública, las

asociaciones cívicas y las actividades profesionales. Enmarcando que para cambiar la sociedad

hacia algo mejor es necesario trabajar cada una de estas instituciones y no solo optar por una de

ellas. 

Dentro de la institución de las actividades de las profesiones, se pretende hacer excelente la

vida cotidiana, tomando las palabras de Charles Taylor “ los rasgos de la modernidad consisten

en su afán de revalorizar la vida corriente”. Buscando la excelencia que pretende la ética de las
profesiones. Conviene recordar, que una profesión es un tipo de actividad social, a la que se han

atribuido, según Max Weber varias características, destacando:

1. Es una actividad que presta un servicio específico a la sociedad de institucionalizada. Este

ha de ser indispensable para la producción y reproducción de la actividad humana digna.

2. Cada profesión exige contar con aptitudes determinadas e interés por la meta que esta

actividad concreta persigue.

3. Una persona, al ingresar a una profesión debe comprometerse a perseguir las metas, sin

importar cuales fueron sus móviles privados para incorporarse a ella.

Relacionándose de manera cercana con filósofos de inspiración aristotélica, los cuales decían

que las actividades sociales ya tienen metas precisas, por las que cobran su sentido y legitimidad

social. Pues cada actividad profesional persigue bienes internos a ella, que ninguna otra puede

proporcionar. Y qué sentido tiene a fin de cuentas una profesión, si no proporciona los bienes

sociales que de ella se espera?. Pues quien ingrese a una profesión, debe asumir y recordar cuáles

son los fines y metas que le da sentido.

Cualquier ética presente en una sociedad, deseara presentarse, expresarse y servir al público.

En la década de los noventa se usó este tipo de ética por un primer ministro ingles que

encomendó a un comité, la elaboración de unas normas de conducta para la vida pública que

fueron presentadas en mayo de 1995 con el título estándares en la vida pública. Generándose el

primer problema con quienes desean fortalecer una ética de este tipo, pues inducían

indirectamente a la vida privada de los responsables de la administración, relacionando si vida

doméstica a las acciones relacionadas con la gestión de los bienes públicos.


Pues se dice que una persona que no es fiable en la vida doméstica, tampoco lo será en la

ciudad, quien engaña a su esposa estará dispuesto a engañar a sus conciudadanos. Por esto se

planteó la siguiente pregunta: ¿obliga la ética pública a las personas que tienen responsabilidades

en la vida pública a llevar una vida privada intachable, al menos aparentemente?, a la que de

alguna manera tendría respuesta afirmativa, debido a que entre los aspirantes a obtener puestos

públicos habrá uno o varios que deseosos de destruir a su oponente, puede usar pruebas o

testimonios bochornosos que lo desacrediten.

Previo a esto, se puede decir que la ética de la administración pública consiste también en la

aplicación de la ética cívica que tiene en cuenta cuatro momentos:

1. Momento kantiano: Consistente en señalar que cualquier persona es a fin a sí misma y

no puede ser tratada como un simple medio.

2. Momento aristotélico: Considera la actividad de la administración pública como una

actividad social que precisa sentido y legitimidad social.

3. Momento organizativo: Considera que la administración pública es una organización

precisa que dispone de un sólido grupo de creencias asientan sus políticas y acciones.

4. Momento weberiano: Es propio de una ética de la responsabilidad, pero convencida y

creativa.

La ética de la administración pública hoy se encuentra en el punto de mira de la OCDE

(Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que dedica recursos y energías a

reflexionar sobre ella y elaborar reglamentos, debido a problemas expuestos a continuación:


1. La dificultad de tener que desarrollar tareas propias y a la vez requerimientos del

gobierno y de los ciudadanos.

2. No se distingue entre lo discrecional y lo arbitrario

3. La tentación de utilizar el cargo público en función del beneficio

4. La asimetría que existe entre administración y ciudadanos.

Problemas que han sido tema relevante desde la antigüedad, que se pueden solucionar

entendiendo que el bien común por medio de elementos esenciales que deben proporcionar:

 El respeto a los derechos fundamentales de la persona humana, que se fundamentan y

derivan de su dignidad.

 bienestar material y el bienestar cultural.

 la seguridad y la paz de las personas.

Lo concluyente del texto se puede diferir que crear comités éticos es sin duda una buena

opción para reparar daños sociales, pero es más efectivo introducir en las escuelas de

administración pública reflexiones éticas que se consideren como un componente indispensable

para un buen ejercicio de la profesión.

Referencias

Adela Cortina. (s. f.). El Mundo de las Profesiones y Ética de la Administración Pública.

DR. EUDALDO FORMENT. (2020). Bien personal y común.

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