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1 CONCEPTOS
¿Qué es de la familia?
La familia es un grupo de personas unidas por el parentesco, es la organización
más importante de las que puede pertenecer el hombre. Esta unión se puede
conformar por vínculos consanguíneos o por un vínculo constituido y reconocido
legal y socialmente, como es el matrimonio o la adopción.
Salud
La salud (del latín salus, -utis)1 es un estado de bienestar o de equilibrio que
puede ser visto a nivel subjetivo (un ser humano asume como aceptable el estado
general en el que se encuentra) o a nivel objetivo (se constata la ausencia de
enfermedades o de factores dañinos en el sujeto en cuestión). El término salud se
contrapone al de enfermedad, y es objeto de especial atención por parte de
la medicina y de las ciencias de la salud.
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Muchos padres viven con ansiedad el silencio de los hijos; se preocupan si
creen que les ocultan algo. Pero padres y madres tampoco lo cuentan todo,
tienen sus á reas de privacidad. Y las razones de los silencios de ambos no son
muy diferentes
MAYTE RIUS
María considera que tiene una comunicación fluida y una relación de confianza
con sus hijos, pero nunca les ha hablado de la relación estable que mantiene
desde hace siete años y que inició después de separarse. “Es mi vida íntima, que
en nada les afecta”, asegura. Juan despide cada día a sus hijos a la puerta del
colegio como si se marchara a trabajar aunque hace más de un año que está en
paro. “No quiero que se preocupen por un problema que ellos no pueden
resolver”, comenta. Ana alerta a su hija sobre todos los peligros que pueden
acecharla cada vez que sale por la noche, pero no le ha explicado el embarazo no
deseado que interrumpió en su juventud ni el accidente de coche que tuvo cuando
volvía de una fiesta con sus amigos en estado de embriaguez. “No me gustaría
perder autoridad moral o que cuando les regañe me digan que yo también lo
hacía”, justifica.
Como María, Juan y Ana hay muchos padres y madres que no hablan con sus
hijos de sus relaciones sexuales, de sus problemas económicos y laborales o de
sus errores de juventud. Y otros muchos que no les relatan sus miedos, sus
preocupaciones, las tensiones familiares, sus problemas legales o los secretos de
familia. Pero no existen muchos datos al respecto. Hay múltiples investigaciones
sobre la comunicación familiar, pero suelen focalizarse en la capacidad de
diálogo de las familias, en si padres e hijos hablan a menudo y de qué, o sobre
qué cuentan o no cuentan los hijos. Porque, aunque cada chaval y cada entorno
familiar es diferente, lo habitual es abordar la comunicación familiar desde la
preocupación que suscita en padres y madres la aparición de la intimidad, los
silencios o las ocultaciones a medida que los niños crecen y entran en la
adolescencia. “El miedo excesivo de los padres, la desconfianza, ahuyentan la
comunicación; el adolescente detecta la ansiedad de los padres por saber sus
cosas y si lo vive como una intrusión se cierra, provocando más
incomunicación”, explica Jorge Tió, psicólogo clínico y coordinador del equipo
de atención al menor de la Fundació Sant Pere Claver.
Sin embargo, la reserva que muestran la mayoría de hijos tiene que ver con la
aparición de la intimidad al acercarse o llegar a la adolescencia y difiere poco de
las reservas que mantienen los padres sobre lo que consideran su privacidad o sus
secretos personales. Lo constató Javier Urra, doctor en Psicología y también en
Ciencias de la Salud, cuando hace cinco años decidió dar un giro a su libro ¿Qué
ocultan nuestros hijos? (La Esfera de los Libros) y preguntar también a
los padres qué no cuentan ellos. Su investigación puso de manifiesto que un
porcentaje importante de hijos dice que no oculta nada a sus padres y que son
muchos los padres y más las madres que aseguran contar todo a sus hijos. Pero
también detectó que unos y otros se reservan algunos temas y por muy parecidas
motivaciones. Los hijos callan sobre todo con quién van, qué hacen cuando salen
o las malas notas por pudor, por miedo a su reacción o para no preocuparles,
entre otras razones, y los padres eluden conversar sobre sus problemas
económicos, laborales o familiares, sobre su vida sexual o sobre sus gamberradas
de jóvenes para no preocuparles, porque consideran que no son temas adecuados
para ellos o por vergüenza.
Respecto a los temas que padres e hijos no se cuentan, Urra detecta que se están
produciendo cambios. “Creo que en los últimos años los hijos silencian mucho
todo lo relacionado con el uso que hacen de las nuevas tecnologías: con quién se
comunican, qué páginas ven, qué consumos hacen…; y los padres ahora callan
sobre todo los problemas económicos acuciantes, sus relaciones fuera de la pareja
y los consumos y adicciones, como la ludopatía”, señala.
El sociólogo Javier Elzo opina que en las actuales circunstancias los padres
también dejan en zona de sombra muchos temas politicoeconómicos. “En mi
generación, las cosas que no contaban los padres eran las historias familiares
escabrosas, como las aventuras de juventud de una tía o el maltrato de algún
familiar; ahora muchos padres han de ocultar otro tipo de trapos sucios, como los
pelotazos que les han llevado de ser hijos de campesinos en un pueblo a vivir en
un gran chalé en las inmediaciones de una gran ciudad; y en el País Vasco hace
años que se ocultan temas políticos y esa sombra se irá ampliando a medida que
se produzcan excarcelaciones”, explica. Y añade que hay dos grandes temas
sobre los que muchos padres tampoco suelen hablar demasiado con los hijos,
como no lo hicieron en su día anteriores generaciones: su propia sexualidad y los
conflictos entre madres e hijas.
Urra coincide en que hay muchas familias donde de temas de política, religión y
orientación sexual no se habla porque se sabe que existen diferentes
posicionamientos y evidenciarlos supondría un conflicto emocional que afectaría
a las relaciones. “En general, lo que parece bochornoso o se sale de la regla se
tiende a callar; conozco padres que están en la cárcel y no lo cuentan, o madres
que ocultan esa realidad a los hijos y les explican que el padre se ha ido a trabajar
al extranjero para que no lo vean como un ladrón”, comenta. Y explica que
aunque padres y madres no soportan que los hijos oculten cosas porque lo
perciben como un riesgo, se preocupan y quieren supervisar sus vidas, sí se
sienten en el derecho de callar ellos las cuestiones que puedan preocupar a sus
vástagos o hacerles sufrir, o aquellas que consideran que no tienen edad de
entender adecuadamente.
Sin embargo, el psicólogo Jorge Tió advierte que los adolescentes son muy
sensibles a las actitudes para con ellos y que una forma de reconocer sus aspectos
adultos e ir construyendo una nueva relación adulta con ellos es haciéndoles más
partícipes de los asuntos de la familia. Y explica a los padres que a veces esos
silencios de su hijo que tanto les preocupan sólo significan que no tiene nada qué
decir, que todo está todavía demasiado desordenado y mezclado en su cabeza.
Otras veces, callan por vergüenza, “por el temor a ser ridiculizados en las
incipientes capacidades de adulto o descubiertos todavía como un niño, o por la
culpa y el miedo a decepcionar o a ser agredidos por ello”, arguye Tió.
Por lo que respecta a los padres, aunque los temas silenciados con más frecuencia
son los relacionados con la economía familiar y los problemas familiares y de
pareja, Urra apunta que durante la elaboración del estudio le sorprendió el
elevado número de padres que calla todo lo relacionado con gamberradas y
travesuras hechas de pequeño o de adolescente para no dar ideas y para no perder
la autoridad. “Si los padres compartieran con sus hijos los detalles de su infancia
y adolescencia, las situaciones embarazosas que vivieron y los amores no
confesados, las decepciones, las frustraciones… serían más aceptados,
comprendidos y queridos, porque sólo desde la confianza compartida con sentido
del humor y el diálogo puedes comunicarte con los adolescentes”, asegura.
Otro capítulo amplio de zonas privadas de los padres tiene que ver con sus
miedos, dudas y preocupaciones sobre la muerte, la enfermedad, el dolor, las
amistades… Unas veces es por no preocuparles, pero a menudo ocurre que para
los padres no es fácil sincerarse ni hablar de sentimientos con los hijos. Según el
informe Comunicación y conflictos entre hijos y padres, editado por la Fundación
de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), apenas la mitad de los padres dice que
le resulta fácil hablar de los problemas a sus hijos y una cuarta parte reconoce
que a veces no se atreve a perdirles lo que quiere. “Aunque la intimidad es
irrenunciable, quizá los padres, además de desvivirse por sus hijos, deberían
comentar sus sentimientos y aconteceres, abrirse más a sus hijos desde la
sinceridad, explicarles algunos sinsabores, miedos, dudas… y dar un primer paso
que facilite posteriormente el de los hijos” hacia una relación de confianza,
reflexiona Urra. Y para aquellos que temen desmontar su imagen de referente o
perder autoridad recuerda que “todos los padres defraudan a los hijos en algo, y
viceversa; es así, debe de ser así; de esta forma las nuevas generaciones han de
andar su propio camino”.
“No me entienden”
Muchos adolescentes están convencidos de que sus padres son incapaces de
ponerse en su piel y no entenderían lo que pasa por su cabeza o lo que sienten. En
realidad, dicen algunos psicólogos, lo que ocurre es que el adolescente a veces no
se entiende ni él mismo y precisa sentirse incomprendido para compararse y
valorarse.
“Se enfadan”
Con frecuencia los hijos no cuentan cosas porque piensan que serán sancionados
por ello o que les impondrán prohibiciones y les recortarán libertades. Muchos
ven en el silencio una salida para no tener que escuchar broncas ni sermones o ser
sometidos a un interrogatorio.
“Por vergüenza”
Algunos chavales prefieren no compartir conductas o sentimientos con sus padres
por temor a ser ridiculizados, por pudor y falta de confianza, o porque no quieren
ser juzgados por ellos.
“Para no preocuparles”
A veces los silencios de los hijos son un intento de proteger a los padres de un
disgusto, bien porque se sienten culpables de haber hecho algo que no debían,
bien porque los ven frágiles o estresados. Esta es la razón aducida a menudo para
no hablar sobre las nuevas parejas de los padres separados. A veces también
ocultan sus propias tristezas o las discusiones con los amigos “para no causarles
pena”.
“Para no decepcionarles”
Hay jóvenes que no cuentan a sus padres todos aquellos aspectos de su vida que
puedan enturbiar el concepto que tienen de ellos, la imagen de hijo idílico,
responsable o decidido.
“Para no preocuparles”
El sentido de protección lleva a muchos padres a silenciar todos aquellos
problemas, deudas, enfermedades o asuntos que consideran que pueden causar
sufrimiento a los hijos.
“Es mi intimidad”
Muchos padres no hablan a sus hijos de la parte de su vida que no comparten con
ellos o que no les atañe directamente. Pueden ser cuestiones laborales,
sentimentales, enfermedades…
“Por su indiscreción”
A veces los padres callan algunas cuestiones porque temen que los hijos hablen
de ello fuera de casa y quieren proteger su imagen o la de la familia.
Una de las problemáticas sociales que afecta más a un individuo son los
conflictos familiares. Recordemos que la familia es la célula fundamental de la
sociedad, es el espacio donde el individuo se forma y adquiere grandes rasgos de
su personalidad, cultura y estilo de vida por medio de la orientación familiar.
Cuando el individuo enfrenta conflictos de índole familiar se ve afectado en los
diferentes ámbitos de su vida.