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BLOQUE II:

CIUDADES EN ÉPOCA VISIGODA


Resumen
Con base en la documentación arqueológica, se analizarán conjuntamente los cambios ex-
perimentados por las ciudades peninsulares durante la Antigüedad tardía, así como aquellos
elementos que condicionaron y caracterizaron su paisaje urbano. Se estudiarán los fenóme-
nos que pueden ser considerados comunes al urbanismo hispano, aunque se manifestarán
con dinámicas locales variables. Estos fenómenos (reducción del área habitada, nuevo con-
cepto de los edificios y espacios públicos, la vivienda, así como la materialización del cris-
tianismo como nuevo punto de referencia urbano), serán determinantes en la transformación
de la ciudad clásica y el nacimiento de la ciudad medieval.

Palabras clave: Antigüedad Tardía, ciudad, transformación urbana, cristianismo, paisaje ur-
bano, Hispania.

Abstract
In this papers, with base in the archaeological documentation, the changes experienced by
the peninsular cities will be analyzed jointly during the Late Antiquity, as well as those ele-
ments that conditioned and characterized their urban landscape. The phenomena that can
be considered common to Hispanic urbanism, will be studied. These phenomena (reduction
of the inhabited area, new concept of the buildings and spaces public, the house, etc.), that
is pronounced with the dynamic variable premises, were determining for the transformation
of the classic city and the birth of the medieval city.

Keywords: Late Antiquity, town, urban evolution, christianity, urban landscape, Hispania.
Las ciudades hispanas durante la antigüedad tardía:
una lectura arqueológica

Josep M. Gurt i Esparraguera*, Isabel Sánchez Ramos**

Introducción copada que ofrece la secuencia arqueológica para determi-


Los pilares tangibles del discurso ideológico transmitido por nar, en función de la misma, cuales son los cambios que re-
Roma en sus territorios, como el urbanismo de sus ciudades, almente marcan y caracterizan esta fase que denominamos
las formas plasmadas en los paisajes rurales y la arquitectu- Antigüedad tardía.
ra de sus villae, han ya desaparecido o están en fase de de- Desde el conocimiento arqueológico, sabemos que Hispa-
saparición, dando paso a una nueva situación de cambios y nia durante la Antigüedad tardía continúa siendo un mundo
de pervivencias. El arqueólogo detecta estos cambios y es- urbano, un conjunto de territorios, construidos, reconstrui-
tas pervivencias examinando las formas que adoptan los es- dos, defendidos por y para la ciudad. En este mundo urba-
pacios habitados, así como a través de la dinámica que se no del que hablamos desaparecen progresivamente los mo-
desprende de su cultura material. Será mediante su análisis delos reticulares, se abandonan los grandes edificios
que el arqueólogo intentará explicar un nuevo mundo del que públicos que serán posteriormente reutilizados, el concepto
seguramente se le escapen muchos matices. de vivienda cambia radicalmente, al mismo tiempo que la re-
En los últimos veinte años, el conocimiento sobre la evo- organización del mundo funerario conlleva la de los suburbia.
lución y transformación del mundo clásico en la Península Pero además, surgen los espacios religiosos que proporcio-
Ibérica ha experimentado un cambio espectacular gracias a narán una imagen distinta a la ciudad, la ciudad del espacio
los progresos de la arqueología. En este sentido, la arqueo- discontinuo. Sin duda, la nueva urbe difiere del modelo de la
logía urbana permite observar en aquellos núcleos con una ciuitas clásica, pero a semejanza de su predecesora, inten-
secuencia arqueológica continuada y que han pervivido has- tará crear una imagen que trasmita un mensaje ideológico,
ta el presente, que existe una auténtica evolución y transfor- en este caso el de la ciudad cristiana.
mación del mundo clásico hispánico tanto en estos centros En el nivel actual de investigación empezamos a com-
urbanos como en su territorium. Pero esta evolución y trans- prender su dinámica, la que creará y desarrollará los mode-
formación en la que participa el cristianismo como manifes- los que a través de su lenguaje arquitectónico transmitirán su
tación material es mucho más compleja de lo que podríamos poder y difundirán el cristianismo urbano sobre el territorio.
suponer. Será necesario, por tanto, ajustarse a la lectura sin- Nos referimos a la ciudad episcopal, que pivotará hasta ex-
tremos insospechados en torno al entramado de edificios
que servirán a una liturgia cristiana de carácter estacional y
que como tal, exaltará los distintos lugares “de la memoria”
* Universidad de Barcelona.
en la ciudad. La investigación española relativa a la arqui-
** Universidad de Córdoba. tectura cristiana hispánica se ha sustentado fundamental-
182 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

Figura 1: Distintos niveles de calle recrecidos desde el altoimperio a época visigoda en la zona de Morería. Emerita (Alba Calzado, 2005: 145).

mente en los resultados arqueológicos ofrecidos por las pa- formación de las grandes domus urbanas; los edificios de
rroquias rurales y los conjuntos monacales situados en el te- funcionalidad litúrgica, y el uso de los suburbia. La impor-
rritorio, mientras que los edificios urbanos no han estado lo tancia de esta panorámica general no será otra sino obser-
suficientemente contextualizados en la topografía de la ciu- var si la evidencia arqueológica de estos fenómenos sugie-
dad. El nuevo enfoque que adquiere la literatura científica re la existencia de una dinámica común, o si la variabilidad
consiste por una parte en identificar y definir la arquitectura local es suficientemente fuerte para hablar de dinámicas dis-
que desarrolla en su conjunto el cristianismo urbano, y por tintas.
otra, en comprender el significado de la ubicación de los edi-
ficios –su topografía–. Este cambio de estrategia fracasará si Perviviencia y transformación
se olvida el excelente trabajo realizado por muchos investi- La constitución de la ciudad de la Antigüedad tardía debe
gadores sobre el mundo rural en el cual, tal como se ha de- entenderse como un proceso de larga gestación que, en
mostrado, sus estructuras de funcionalidad litúrgica respon- gran medida, se define a través de la nueva configuración
den a una arquitectura madura pensada tanto en sus formas del espacio urbano. La ordenación urbana se regirá por
como en su contenido, y que copian con fidelidad modelos unos presupuestos distintos a los de la ciudad clásica: ob-
urbanos. No existe ninguna duda de que los artesanos rura- servamos la progresiva desaparición de los modelos reticu-
les que construyen estas iglesias saben perfectamente re- lares y todo lo que su implantación comportaba; el aban-
plantear los planos que tienen a mano y que reproducen es- dono y reutilización de los grandes edificios y espacios
quemas urbanos. El proceso de gestación y consolidación públicos que habían marcado su imagen, y vemos como los
de esta arquitectura de la religión se prolongará por espacio espacios de vivienda, con un nuevo tipo de habitación, sur-
de tres siglos sino más, si nos atenemos a las dataciones ar- girán en torno a los nuevos centros de poder y que serán
queológicas actuales cada vez más precisas y más abun- el reflejo de una sociedad diferente, regida por una escala
dantes, y culminará con la consolidación de los grandes gru- de valores distinta.
pos episcopales. Determinados procesos, como la reducción del perímetro
En las páginas que siguen trataremos fenómenos comu- murario o el abandono de amplios espacios intramuros y la
nes al universo mediterráneo, analizando la desestructura- nueva viabilidad, generan un urbanismo en algunas ciudades,
ción urbana con el abandono de los modelos reticulares ca- y en otras, simplemente un espacio distinto. Además en
racterísticos de épocas precedentes; la nueva configuración otros casos, la conformación de la ciudad tardía comporta-
del espacio urbano con la ocupación de los espacios públi- ría prácticamente la pérdida completa de su antecesora.
cos de la ciudad clásica y cual será la nueva función que La evidencia arqueológica no nos permite saber con total
les es otorgada; las formas de hábitat urbano, con la trans- seguridad, si el modelo urbano, que estamos describiendo
JOSEP M. GURT I ESPARRAGUERA / Las ciudades hispanas durante la antigüedad tardía: una lectura arqueológica 183

para la ciudad tardoantigua, corresponde a un período de 1. La desestructuración urbana y el abandono de los


transformación y gestación de lo que será la ciudad medie- modelos reticulares. Hacia una nueva configuración
val, o más bien a una evolución ya consumada de la propia del espacio urbano
ciudad clásica. En cualquier caso, el registro arqueológico,
nos ayudará a definir aquellos procesos que las ciudades pe- Reducción del perímetro urbano y abandono de amplios
ninsulares experimentan en su tránsito desde el mundo an- espacios intramuros
tiguo al medieval. Dentro de la desestructuración urbana, uno de los fenóme-
A pesar del ya citado cambio en la orientación de la in- nos más característicos entre los observados es el de la con-
vestigación, y, concretamente en el caso hispano, son pocos tracción urbana, testimoniada a partir de los nuevos períme-
los ejemplos de que disponemos para hacer un análisis ex- tros urbanos marcados por la presencia de murallas desde
haustivo de las transformaciones de la ciudad clásica. Ejem- finales del siglo III, si nos atenemos a las escasas dataciones
plos como los que ofrecen Emerita, Tarraco, Valentia, Barci- arqueológicas disponibles. La ciudad tardoantigua tiene uno
no y Carthago Nova no son los más frecuentes. Se trata de de sus elementos definidores en la muralla, que junto a su
ciudades que tienen un papel destacado durante la Antigüe- papel defensivo, se convierte en exponente esencial de mo-
dad tardía y todas llegan a ser sedes episcopales, factor numentalización y delimitador del marco urbano. Incluso las
primordial, como tendremos ocasión de comprobar; pero descripciones de escritores coetáneos, como el hispalense
además, en un determinado momento de su historia con- San Isidoro, califican la muralla como un dispositivo específi-
temporánea, han coincidido en ellas grandes operaciones ur- camente urbano. Uno de los casos más significativos está re-
banísticas. Éstas últimas han permitido estudiar en extensión presentado por Emporiae, puesto que se abandona la ciudad
su secuencia temporal, y al mismo tiempo observar los cam- tardorrepublicana y altoimperial, y desde finales del siglo III o
bios entre la que fuera su primera implantación urbana, en principios del IV, se ocupa un recinto distinto muy reducido.
época romana, y la ciudad tardía. La antigua isla de Sant Martí, con su muralla tardía rodean-

Figura 2: Recrecidos correspondientes al interualum de la ciudad de Barcino. Se puede comparar el nivel de circulación del siglo VI con el que existía en el
siglo I (Beltrán de Heredia, 2001: 103).
184 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

do un espacio que no supera la hectárea y media, se con- no ser zona urbana, aunque contenida dentro del teórico
vierte en el único espacio aparentemente estructurado. La perímetro urbano de la ciudad.
muralla de Egitania (Idanha), de cronología discutida, se cons- La arqueología nos reserva otros casos más complejos en
truye sobre viviendas de época imperial y circunda un nuevo los que aún es difícil saber qué es lo que sucede. Se apre-
espacio que refleja una clara contracción del perímetro urba- cia el abandono de amplios espacios intramuros que supo-
no. El perímetro urbano es muy reducido y, como en muchos ne, a su vez, la aparición de grandes terraplenes que borran
otros casos, grupo episcopal y superficie intramuros no guar- cualquier traza del urbanismo imperial, incluso del bajoimpe-
dan ningún tipo de proporcionalidad. Algo parecido sucede rial, con la clara intención de crear una plataforma base de
en Conimbriga y en Italica; en esta última, la población se nuevas construcciones, y de muy modesta factura, a juzgar
agrupa dentro de un recinto defensivo distinto al hadrianeo por los testimonios conservados. Casos como el de Iluro y
seguramente a partir del siglo V. Baetulo son paradigmáticos en este sentido. Estamos ante
Otro de los fenómenos más recientes en cuanto a cons- un nuevo urbanismo propio de la ciudad tardía que borra las
tatación, es el abandono de amplios espacios intramuros del huellas de toda traza anterior. Una dinámica que se repite en
recinto imperial, sin que pueda comprobarse una reducción el teatro romano de Corduba, donde la construcción de unas
de perimetro urbano. Es decir, las murallas fundacionales de- rampas en el siglo V para facilitar el expolio del edificio, son
finen el mismo espacio urbano durante la Antigüedad tardía, el asiento de una calle posterior creada en época visigoda.
aunque esto implique la existencia de grandes áreas intra- Acciones sin embargo, que no hay que atribuir exclusiva-
muros vacías que no vuelven a desarrollar ninguna actividad. mente a un momento tardío ya que en el caso de Baetulo
Lo vemos en Tarraco, en la zona extendida entre el circo y parece que empiezan a producirse, en parte, a partir del si-
el puerto, y en Caesaraugusta, donde el sector occidental glo II. Pero el solar no se reocupará hasta el siglo V.
permanece desocupado, mientras que la vida gira en torno Se trata de acciones que parecen hechas a gran escala —
al puerto fluvial y a la zona del foro. Pero en otras ciudades dentro de las magnitudes urbanas en las que nos move-
estos espacios son reocupados con una nueva función. En mos—, que se repiten y que, hasta hace muy poco tiempo
Valentia, la contracción urbana había dejado en desuso el desconocíamos. Sin duda, tienen como objetivo facilitar el
sector Norte, que durante la Antigüedad tardía se caracteri- establecimiento de un nuevo asentamiento. Se trata de una
za por la presencia de unos silos. El paso de la ciudad clá- situación que marcará un antes y un después, y que nos de-
sica a la tardía en Carthago Nova se materializa mediante un be hacer reflexionar a cerca de la existencia, o no, de la con-
repliegue urbanístico. La información arqueológica permite tinuidad urbana: ¿una misma ciudad y dos dinámicas distin-
definir el paisaje urbano de los siglos VI y VII de “contrastes”, tas, o dos ciudades distintas sobre un mismo solar?.
determinado por una población hacinada en el barrio por-
tuario –en el teatro romano–, y extensas áreas intramuros Progresiva ocupación de la vía pública. Cambios en
deshabitadas, que son ocupadas por enterramientos. Tam- los tipos de firmes y en la cota de circulación de la red
bién en Corduba, que desde la segunda mitad del siglo III de calles
cae en desuso parte del parcelario de la zona Norte, apare- La progresiva ocupación de la calle, el cambio en la viabili-
cen enterramientos desde mediados del siglo V. dad y la elevación del nivel de circulación, contribuyen igual-
La reducción de perímetro urbano sobre la base de la mente a la desestructuración de los modelos reticulares. La
construcción de nuevas murallas, al igual que el abandono ocupación parcial de la calzada, con la consiguiente com-
de los espacios intramuros, conlleva la concentración de la partimentación de un espacio que hasta entonces había si-
población dentro de un espacio urbano más reducido, e do transitable, es un fenómeno no atribuible a la Antigüedad
implicará cambios muy sustanciales en la dinámica de la tardía, pero será durante este período cuando alcance un
nueva ciudad. Desde un punto de vista organizativo, el pri- mayor desarrollo. En Emerita, a la ocupación de los pórticos,
mer supuesto no presenta problemas interpretativos, pero se une la construcción de estructuras domésticas en plena
si el segundo. No sabemos si el retraimiento de la pobla- calle en el siglo IV, que en algunos puntos llegan a interrum-
ción a un determinado sector de la misma significa que el pir el trazado de las vías. La invasión de las calzadas está
resto del perímetro interno del recinto urbano pasa al con- generando un nuevo urbanismo también en Corduba donde
cepto de suburbium externo, o si para sus habitantes, la un decumano porticado, la cloaca que discurre bajo la calle
ciudad sigue siendo la que fue durante el Alto imperio. De y un lacus de época altoimperial, quedan inutilizados cuan-
ser así, el catastro urbano de alguna manera sigue vigen- do roban el enlosado de la vía a finales del siglo IV. Este es-
te. El registro arqueológico tendrá que demostrar si en to- pacio público está anulado en el siglo V y se amortiza como
dos los casos el espacio catastral de la ciudad imperial se basurero, espacio doméstico en precario, e incluso por un
mantiene –existe memoria del mismo–, o si por el contra- enterramiento. Otro ejemplo recientemente documentado co-
rio, el abandono de una parte como zona habitada ha mo- rresponde a la ciudad de Iesso (Guissona), en la que una in-
dificado su uso, y por tanto, la zona abandonada pasa a dustria dedicada a la elaboración de vino se instala en par-
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Figura 3: Comparti-
mentación de la do-
mus V de Morería
en época visigoda y
la conversión de su
bodega en una nue-
va vivienda. Emerita
(Alba Calzado, 2005:
133 y 135).
186 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

Figura 4: Viviendas instaladas en el teatro de Carthago Nova en los siglos VI y VII (Ramallo y Ruiz, 2005: 23).

te sobre el Kardo maximus. En tal caso, se opera un recre- tiempo, algunas de sus calles serán parcialmente ocupadas
cimiento importante de la cota urbana y, por otra parte, la por la propiedad privada (domus de la calle Bisbe Caçador),
calle no se elimina, sino que se estrecha y se privatiza, pues fundamentalmente el interuallum, pero la vía no dejar de fun-
parece claro que pasa a ser un espacio de circulación inter- cionar como tal. En un momento avanzado del siglo VI, se
no del núcleo industrial. En Valentia, se observan interrup- construyen nuevas calles que dividen interiormente las insu-
ciones parecidas en las calles, en esta ocasión no motivadas lae. Hablamos de las insulae documentadas en la plaza de
por viviendas, sino por la construcción del conjunto episco- Sant Miquel, donde las casas se convierten en un entrama-
pal parcialmente sobre el Kardo maximus y en el antiguo fo- do de pequeñas viviendas organizadas a partir de callejones,
ro. Los dos ejes viarios principales de la antigua ciudad ro- que tampoco rompen la retícula augustea.
mana sufren, por un lado, reducción de su ancho de paso, Otro cambio afectará a los firmes utilizados en las calles
y por otro, mantenimiento del ancho de paso con el añadi- de la Antigüedad tardía y su cota de circulación con rela-
do de nuevos pórticos. Pero además, la interrupción del pa- ción al nivel original o fundacional. Los firmes utilizados en
so con una reconducción de la vía está provocada por la igle- las calles muestran una fase activa patente en los constan-
sia y el tapiado de los pórticos del foro. Una circunstancia tes recrecidos de los mismos. Una circunstancia que se re-
parecida vivirá la ciudad de Barcino con la monumentaliza- pite en Emerita, Valentia, Barcino, Iesso o Baetulo, Cordu-
ción de su conjunto episcopal, cuando una de las calles de ba y donde se generalizan los pavimentos de tierra batida,
la trama imperial se convertirá en un corredor de circulación o tierra y cascotes. Lógicamente, firmes de estas caracte-
privado, y una segunda, pasará a ser un simple callejón. En rísticas estarían sometidos a una constante agresión por su
ciudades como Valentia y Barcino, es evidente que la inter- propio uso y, consecuentemente, a sucesivas reparaciones
vención sobre los espacios públicos está proyectada direc- que acabarían por elevar el nivel de circulación. En algunos
tamente por un poder público, en este caso por la Iglesia. casos, los recrecimientos observados son considerables. Un
A pesar de que la desconfiguración será un fenómeno pro- buen ejemplo se detecta en un determinado punto del in-
gresivo hasta que llegue a ser generalizado, en algunas ciu- tervallum de la muralla de Barcino. Aquí, la variación de co-
dades lo detectamos de forma parcial porque de alguna u ta entre el nivel de circulación atestiguado en el siglo I y el
otra forma pervive su estructura urbana reticular: son las ciu- nivel utilizado en el siglo VI es de tres metros. Variaciones
dades de Emerita y Barcino. En esta última las grandes do- de la misma magnitud han sido constatadas en otros pun-
mus de los siglos IV y V reproducen el modelo urbano de la tos de la ciudad.
ciudad altoimperial. Una ciudad, además, que mantiene la ¿Como entender el fenómeno del recrecido urbano? La
edilicia y la retícula viaria sin grandes alteraciones. Con el progresiva elevación de la cota de circulación en la red de
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calles de una ciudad supondrá, lógicamente, modificaciones hago Nova. La ciudad sufre una fuerte desconfiguración del
en su urbanismo. Pero de igual modo, el fenómeno puede urbanismo augusteo, que conlleva prácticamente el desman-
ser producto de los cambios que está sufriendo el conjunto telamiento de la misma: el área habitada se contrae, se inu-
del solar urbano. Ejemplos de ello serían el circo de Valentia, tilizan los ejes viarios, se abandonan numerosas casas (como
donde se produce un verdadero terraplenamiento del lugar la domus de la Fortuna), y cesa la limpieza del alcantarillado.
antes de construir encima en el siglo VI, y Iluro, donde el Kar- Una situación que afecta también a los edificios lúdicos, co-
do maximus y sus edificios limítrofes son cubiertos por un mo el teatro, que padece ahora su primera destrucción. No
potente estrato que se data entre finales del siglo V y primer es así en Emerita, Barcino y Tarraco, donde los cambios en
tercio del VI. Estos recrecidos urbanos, que aparentemente su urbanismo son más paulatinos. En estas ciudades, la ar-
eliminan todo rastro de la estructura urbanística anterior, in- queología muestra como desde el siglo VI la red de sanea-
dicarían conceptualmente la existencia de una ciudad nueva miento se sustituye con la excavación de pozos ciegos, ca-
después de una verdadera interrupción urbana. Algunos de so de Barcino, y como el abastecimiento de agua se solventa
los ejemplos citados muestran unos añadidos que sólo se mediante su acopio en los pozos domésticos, tal y como se
pueden explicar desde la lógica de una acción de amplio constata en Emerita. Sin embargo, el cese de los acueduc-
abasto, que implicará una nueva dinámica urbana. tos no es definitivo en ciertos casos, pues parece que el acue-
ducto de San Lázaro de Emerita sigue funcionando en el si-
Abandono de la red general de alcantarillado. La gestión glo VI, al menos para suministrar agua a las termas que tiene
del agua la ciudad en época visigoda, entre ellas las termas instaladas
El abandono del alcantarillado es otro fenómeno que incide en la Casa del Anfiteatro. Pero ésta situación no será la más
en la configuración de la ciudad durante la Antigüedad tardía. frecuente, porque la aparición de baños privados durante el
La evacuación de las aguas pluviales y de las aguas fecales Bajo imperio en algunas casas emeritenses, y también en Bar-
constituye uno de elementos definitorios de la ciudad clásica, cino, debe ponerse en relación con la pérdida de la función
y su abandono nos da la medida de la dimensión del cambio social de las termas públicas y la incapacidad para mantener
que experimenta la ciudad de la Antigüedad tardía con res- las grandes infraestructuras termales. Unos baños o termas
pecto a su antecesora. El abandono en la red de saneamiento privados que desaparecerán a partir del siglo VI junto a los
es un proceso tardío, salvo en ciudades como Baetulo y Em- grandes cambios que afectarán a la mayoría de domus ur-
poriae, donde los colectores y la obstrucción de las calles re- banas. El suburbium suroccidental de Tarraco nos ofrece va-
flejan un urbanismo en “crisis” en pleno siglo II d.C. A finales rios ejemplos fechados desde el siglo V: las termas próximas
de este mismo siglo, se detecta un proceso parecido en Cart- a la necrópolis paleocristiana, otras dos recuperadas en la

Figura 5: Hipótesis de restitución del gru-


po episcopal de Barcino en su fase co-
rrespondiente a los siglos VI y VII (planta
M. Bertí y E. Revilla - MHCB) (Bonnet y
Beltrán de Heredia, 2005: 151).
188 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

parcela 32 del PERI-2 y en la residencia del Parc Central, y tas mismas domus, y tras una fase previa de abandono y ex-
los baños privados que proveen algunas viviendas del barrio polio, aparecen en el siglo VI viviendas ocupadas por varias
portuario. En Tarraco se advierte, por tanto, que las canaliza- familias que desarticulan la estructura original de las casas
ciones públicas de época imperial se reemplazan por canali- de peristilo. La novedad reside en la transformación de las
zaciones privadas, el suministro de agua también se solucio- domus en casas de vecinos. El patio actúa como distribui-
na en el siglo VI mediante los pozos ubicados en los patios dor central donde se encuentran las zonas comunes como
de las casas, y la recogida del agua pluvial se solventa con el pozo, pero su estructura se modifica con el cegamiento
cisternas, ampliamente documentadas en esta ciudad. La del porticado original del peristilo para instalar viviendas, o se
aparición de grandes cisternas indica que los sistemas al- anula para ganar espacio vecinal. Los accesos son también
toimperiales de abastecimiento exterior han dejado de fun- distintos, y las casas se reestructuran permitiendo la comu-
cionar, funcionan mal o no se pueden mantener. La gestión nicación entre habitaciones o con su subdivisión mediante
del agua es pues un elemento fundamental para entender el muros. Los espacios más importantes en las viviendas de los
cambio urbanístico, el paso de la ciudad clásica a la ciudad siglos VI y VII están ocupados por el hogar, zonas de pro-
de la Antigüedad tardía. ducción y espacios abiertos para guardar el ganado. El con-
cepto es muy similar al que observamos en Carthago Nova,
2. Hacia nuevas formas de hábitat urbano. donde las casas de una o dos habitaciones, que ocupan el
La transformación de las grandes domus graderío del teatro, se articulan en torno a un patio.
Hemos visto como en el siglo IV existen ciudades que man- A la luz de los datos disponibles podemos afirmar que el
tienen su catastro urbano. En ellas, como en Barcino o Eme- tipo de vivienda que predomina en época visigoda, a pesar
rita, no es extraña la presencia de lujosas domus que son de la disponibilidad de espacios y edificios inutilizados de la
demora de las familias más acomodadas. Será en el siglo VI ciudad clásica, es aquella que aprovecha las casas romanas
cuando estas domus participan de la transformación gene- donde la adaptación de los espacios comporta un esfuerzo
ral de la ciudad. Comenzamos a detectar la reutilización de mínimo. No obstante, y como veremos más adelante, cuan-
espacios y materiales, y una degradación en la técnica edi- do los edificios públicos se reutilizan existe una tendencia sig-
licia, hasta el punto que la arqueología, para los siglos VI y nificativa en su reconversión como espacios habitados. Las
VII, ofrece ejemplos de una arquitectura doméstica construi- casas de nueva planta se caracterizan por su sencillez y por
da con materiales perecederos en Emerita, Valentia y Com- la presencia de una o dos habitaciones. En Emerita apare-
plutum. Muchas de estas casas conservan su función do- cen en el templo de la calle Holguín, en el pórtico del foro de
méstica, pero no su estructura, que ahora se adapta para la Colonia, extramuros sobre espacios funerarios, y de forma
alojar a una población diversa, con unos hábitos distintos, y excepcional se derriba un ala de la domus I de Morería pa-
fundamentalmente más numerosa. Una adaptación que con- ra la construcción de tres viviendas ex novo.
lleva la compartimentación arquitectónica de las antiguas do- La realidad arqueología de Emerita y de otras ciudades tar-
mus para estructurar en su interior un conjunto de viviendas doantiguas no es otra que la de una ciudad densamente po-
en lo que había sido una única casa. blada a intramuros, que solventa la imperiosa necesidad de
A la luz de las excavaciones y de la visión diacrónica de espacio con la invasión de las zonas públicas disponibles (ca-
los estudios más recientes, la dinámica que comporta la apa- lles, foros, etc.), y la compartimentación preferentemente de
rición de nuevas formas de habitación, está perfectamente las antiguas domus unifamiliares. Se pierden, por tanto,
representada para el caso hispano en Emerita. El área ar- aquellas estancias de función específica que caracterizan la
queológica de Morería se presenta como una gran superficie domus romana (triclinium o balneus), y predominan los es-
de suelo urbano (más de 12.000 m2), que con trece vivien- pacios reducidos con funciones totalmente primarias (hogar,
das (domus), locales comerciales y casas menores, ocupan almacén y a veces establo). Una población muy dinámica y
nada menos que seis manzanas del parcelario reticular. En- cambiante, a juzgar por los procesos arqueológicos detec-
tre los siglos II al IV se aprecian, a veces por motivos de sta- tados en la ocupación de las viviendas urbanas de Emerita
tus, cambios en la viabilidad urbana de lento desarrollo: la entre los siglos VI y VII. Parece que esta imagen no se co-
anulación y sustitución de los pórticos de la calle por de- rresponde con las viviendas utilizadas por las élites, una mi-
pendencias domésticas (baños, cuerpos de escalera, etc.), noría que seguramente residiría en otro tipo de inmuebles.
talleres, termopolia y por tabernae. Una dinámica que no de- En Emerita se plantea la posibilidad de que la domus de la
be entenderse en términos de decadencia urbana, sino re- Alcazaba corresponda a una de estas residencias. Sin em-
flejo de una renovación constructiva abanderada por la ini- bargo, es un tema que la arqueología no ha resuelto por el
ciativa privada. Los propietarios de las casas, en la medida momento, ya que sólo ha identificado la arquitectura de po-
de sus posibilidades, acometen también reformas internas der de las élites religiosas concretamente en los grupos epis-
para adecuar sus viviendas a las nuevas modas, como sería copales, en los que se reúnen los espacios estrictamente li-
la incorporación de salones absidados en el siglo IV. En es- túrgicos a los residenciales.
JOSEP M. GURT I ESPARRAGUERA / Las ciudades hispanas durante la antigüedad tardía: una lectura arqueológica 189

Figura 6: El grupo episcopal de Valentia en el


siglo VII (Ribera Lacomba, 2005: 232).

3. El devenir de los edificios públicos de la ciudad miento de las instituciones locales incide en el progresivo
clásica. Reocupación de los edificios/complejos abandono de los edificios de espectáculos (pues dejarían de
públicos. financiar los juegos), y en la falta de mantenimiento de los
centros monumentales. La pérdida de la función original de
Construcciones domésticas sobre niveles los niveles estos edificios públicos es un proceso de lento desarrollo que
de saqueo se materializa de manera generalizada en todos los centros
Los espacios y edificios de representación que habían sido hispanos, y se concreta en la ruina, expolio de materiales pa-
el motor de la vida pública en la ciudad durante el periodo ra nuevas construcciones, readaptación y reaprovechamien-
republicano e imperial, experimentan una gran mutación du- to del espacio in situ, fundamentalmente con funciones do-
rante la Antigüedad Tardía. Cronológicamente esta transfor- mésticas, productivas y comerciales, incluso funerarias.
mación, que entendemos como la pérdida de la función pri- Todas estas fases no conllevan forzosamente un desarrollo
maria, se inicia en algunos casos muy tempranamente, ya contemporáneo; es más, salvo casos excepcionales, el
durante el periodo imperial, aunque será concluyente en la abandono y reocupación son fenómenos que se sucederán
imagen urbana de la ciudad en los siglos V y VI. El debilita- a largo plazo.
190 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

Durante la Antigüedad tardía hay una cierta tendencia en cima de su pavimento original. Lo que indica con seguridad
reconvertir los edificios públicos y de espectáculo en espa- dos fases distintas de utilización del espacio. En otro tipo de
cios domésticos. Es el caso del templo de la calle Claudio edificios también se detectan estructuras parecidas para la
Marcelo en Corduba, ya durante el siglo IV; el citado Conci- transformación de productos agrícolas: es el caso de aqué-
lium provinciae en Tarraco, para el siglo V, o el foro provin- llas aparecidas en la zona del Concilium Provinciae, en Ta-
cial de Emerita. En los siglos VI y VII, el circo de Valentia for- rraco; o en el teatro de Malaca, sobre cuyos restos se cons-
ma parte de la propia muralla de la ciudad y su estructura truye una factoría de salazones. A veces la actividad
delimita ahora un espacio habitado. Algo similar acaece con productiva, transformadora y comercial viene marcada sim-
el circo de Toletum. También las cámaras radiales del teatro plemente por la incorporación de zonas de almacén, como
de Caesaraugusta presentan una ocupación doméstica del sucede en el barrio portuario del teatro en Carthago Nova.
siglo VI. Y sobre los niveles de saqueo del teatro de Cordu-
ba aparecerá un barrio nuevo en época visigoda. Pero sin Los vertederos urbanos
duda, la mejor conversión de un espacio público a privado Relacionada con la transformación de los espacios y edifi-
en el siglo VI viene representada por el teatro de Carthago cios públicos de la ciudad clásica, constatamos otro fenó-
Nova donde, sobre su cavea, se instala un conjunto de vi- meno decisivo en la imagen de la ciudad en la Antigüedad
viendas que la cubren completamente. tardía: los vertederos. La aparición de basureros intramuros
de la ciudad tardoantigua no es accidental, antes bien, es
Zonas de producción consecuencia de una intervención totalmente controlada y di-
Los trabajos arqueológicos más recientes nos señalan para rigida por los poderes públicos, como creemos comprobar
la ciudad hispana tardoantigua un dinamismo comercial has- en el basurero que rellena la Torre de la Audiencia en Tarra-
ta hace pocos años desconocido. Un dinamismo quizá po- co, una de las grandes escaleras que salvaban el desnivel
co acorde con la imagen aparentemente decadente que ofre- entre el circo y la plaza de representación correspondiente al
ce su urbanismo y los restos en fase de abandono o templo dedicado a Augusto. En ocasiones, y colmatando es-
reutilización, o simplemente reocupación de su arquitectura tructuras públicas abandonadas, nacen muy próximos a los
monumental imperial. Esta vitalidad la constatamos de forma lugares habitados, como en el circo de Valentia, o en Gijón,
excepcional en la habilitación ex novo de nuevos espacios donde las termas son reocupadas como lugar de vertidos y
para el comercio, como el mercado instalado en el siglo V para vivir. Pero también rellenan intencionadamente aquellas
sobre las estructuras del teatro de Carthago Nova. Pero la zonas que habían sido expoliadas, caso de la curia de Va-
encontramos fundamentalmente en las nuevas zonas de ha- lentia o de la plaza de representación en el Concilium pro-
bitación de las que acabamos de hablar que, en muchas vinciae, de nuevo en Tarraco. Una visión topográfica de es-
ocasiones, aparecen asociadas a zonas de producción y, so- tos basureros junto al material hallado en su interior delata la
bre todo, a la cantidad y cualidad de los materiales arqueo- presencia de una población abundante que usa dos tipos de
lógicos aparecidos en los vertederos, que ahora se empla- espacio para concentrar los desechos que produce: por una
zan junto a las estructuras domésticas urbanas. Todo ello parte, las fosas de expolio o antiguos negativos que han si-
demuestra la frecuencia de un comercio de largo y corto re- do vaciados; y por otra, espacios arquitectónicos cerrados
corrido, casi siempre un “comercio de calidad”, que viene a en desuso. Los testimonios arqueológicos que proporcionan
manifestar el poder adquisitivo o de intercambio de las po- los basureros de corta duración –relleno de fosas de expo-
blaciones que habitaban nuestras ciudades. lio– y los de larga duración –relleno de las antiguas fábricas
Algunos ejemplos bien conocidos certifican la existencia de arquitectónicas no destruidas–, certifican la coexistencia en
estos espacios especializados para la producción, unos rea- un mismo espacio de expolio y hábitat durante un período
provechados y otros de nueva creación. La adaptación de de tiempo que puede alcanzar toda la Antigüedad tardía. Su
los antiguos espacios termales para la instalación de dife- documentación arqueológica es muy interesante porque nos
rentes actividades artesanales o de transformación de pro- permite conocer la movilidad de la población y la variabilidad
ductos agrícolas, se comprueba en las termas de Los Arcos del uso del espacio dentro de la ciudad, y su contenido ce-
I de Clunia, que habrían funcionado parcial -y seguramente- rámico nos muestra que no se trata de una población mar-
en distintos momentos como fragua y taller cerámico; en las ginal. La población establecida en estos espacios y los
de Gijón, una zona pasa a tener un uso doméstico y otra se productos cerámicos que contienen estos basureros, proce-
convierte en un basurero; y en las de Segóbriga, parece que dentes de ultramar, nos enseñan que existe una población
funcionó un taller metalúrgico. En Baetulo se observa la pre- susceptible de consumirlos y que incentiva la llegada de co-
sencia de una base de obra circular asentada directamente merciantes a los centros de consumo. Por tanto, el material
sobre el pavimento del caldarium, que formaría parte de una arqueológico (contenedores y bienes de consumo) que en-
estructura de prensado, mientras que las construcciones que contramos en los basureros, sí es un buen indicador para
se efectúan en el frigidarium aparecen ya 1,50 mts. por en- determinar la dinámica de esta población como consumido-
JOSEP M. GURT I ESPARRAGUERA / Las ciudades hispanas durante la antigüedad tardía: una lectura arqueológica 191

ra de dichos productos. Una población que define un mo- basílica del posible monasterio, ambas en la zona más cer-
delo de habitación muy diferente del establecido en la ciu- cana al puerto, la basílica-memoria del anfiteatro, más la ne-
dad clásica y que, al contrario de lo que pueda creerse, no crópolis a cielo abierto de Mas Rimbau, de localización pró-
sería de baja densidad, sino que probablemente registraría xima al área urbana intramuros de la parte alta de la ciudad,
un volumen de población superior al de la ciudad anterior. y en una zona en la que no hay que desestimar la presencia
de algún edifico de culto.
La ciudad policéntrica Emporiae es una ciudad marcada por un urbanismo dis-
Llegados a este punto, hemos observado como la ciudad de perso, pero que presenta fuertes polos de atracción espe-
la Antigüedad tardía se caracteriza por un urbanismo dis- cialmente extramuros. La muralla tardía de Emporiae delimi-
continuo y por distintos polos de atracción intramurarios y ta una nueva zona habitada que se localiza en el actual
extraurbanos. Una imagen que ha llevado a definir un cierto núcleo de la antigua isla de Sant Martí, un espacio que no
tipo de ciudad tardoantigua como policéntrica, articulada en supera la hectárea y media, ya que todos los indicios apun-
función de enclaves urbanos opuestos acentuados por una tan a que la ciudad romana está absolutamente abandona-
topografía cristiana. Este esquema urbano comporta el aban- da en estas fechas. La aparición de algunas tumbas intra-
dono de los modelos reticulares y su sustitución por el itine- muros junto a la iglesia medieval de la que formaban parte
rario, encargado de unir los nuevos referentes topográficos. las dos mensae recuperadas hasta el presente, podría ayu-
Fruto de la desestructuración urbana y del nacimiento de la dar a la localización de un complejo cristiano en este sector
ciuitas cristiana, se definen durante la Antigüedad tardía es- tal como sería de esperar. La necrópolis del puerto asenta-
pacios urbanos distintos a los de la ciudad romana. En His- da sobre las estructuras de la antigua ciudad helenística, con
pania existen ciudades que ejemplifican perfectamente la di- una cronología inicial de la segunda mitad del siglo III, con-
námica de los centros policéntricos: los casos de Tarraco y tará con un templo edificado sobre una memoria-martyrium.
Emporiae constituyen un buen referente. Su construcción, con el tiempo, modificaría el aspecto de la
En Tarraco, el abandono de espacios y edificios públicos necrópolis a partir de las tumbas ad santos. A poniente y a
tan importantes para la ciuitas clásica como el Concilium sur de la antigua ciudad romana se localizan otras zonas de
provinciae, o el circo, permiten el asentamiento y concentra- necrópolis relacionadas con iglesias altomedievales –super-
ción de la población en la parte alta de la ciudad, segura- puestas a estructuras anteriores–, entre las que destaca la
mente en torno al grupo episcopal. Esta nueva organización iglesia de Santa Margarida, el único baptisterio conocido pa-
urbana dejaría despobladas las antiguas zonas residenciales ra Emporiae que, a su vez, se construye sobre una zona fu-
intramuros en la parte baja de Tarraco, donde subsiste una neraria tardía. El pavimento de signinum que la rodea indica
ocupación habitacional dispersa. Las transformaciones no la inserción de la misma dentro de una sala de grandes di-
afectarán sólo al espacio intramuros, sino que a extramuros mensiones que, lógicamente, debe responder a un comple-
se establece un “barrio marítimo” que estuvo habitado du- jo arquitectónico importante. Su constatación en una zona
rante toda la Antigüedad tardía. Desde el siglo V nace en Ta- funeraria no descarta su posible adscripción al primer grupo
rraco un nuevo tipo de ciudad con dos núcleos de asenta- episcopal de Emporiae, pues disponemos de otros ejemplos
miento preferentes, y un urbanismo marcado por la presencia en las necrópolis de Cerdeña e Italia. No es excluyente, pues,
de un poder eclesial muy influyente. Sumando la información que nos encontremos ante el primer complejo episcopal na-
arqueológica y la textual de que disponemos, podemos ob- cido en una zona de necrópolis y que con posterioridad a su
servar que en Tarraco, como en todas las capitales del mun- traslado a Sant Martí, el conjunto continuara siendo utilizado
do de la Antigüedad tardía, existe una proliferación de luga- como un suburbium cristiano con funciones funerarias y de
res de culto. Conocemos un mínimo de seis iglesias –dos monasterio.
dentro de la ciudad, tres fuera y una, San Hipólito, de ubi-
cación desconocida–, a las que probablemente haya que 1. El uso de los suburbia. La presencia de necrópolis
añadir una séptima en la parte alta del interior de la ciudad, sobre antiguos espacios de hábitat
situada entre el antiguo recinto del foro provincial y la mura- La información arqueológica actual también nos ayuda a co-
lla, aunque ésta bien podría corresponder a la anteriormen- nocer los cambios experimentados en la estructura y función
te citada. Son justamente estos lugares de culto, y su dis- del espacio suburbano durante la Antigüedad tardía. La ima-
persión en el espacio, los que marcarán la nueva dinámica gen que caracteriza el paisaje extramuros viene determinada
urbana de la ciudad. La arqueología nos muestra una ima- por una topografía cristiana y por las necrópolis.
gen de la ciudad en el siglo VI que girará en torno al grupo Desde el siglo III se constata el abandono de las villae y
episcopal ubicado en la parte alta de la ciudad, uno de los de los barrios periféricos, o vici, que habían crecido fuera de
puntos habitados de la misma, y a cuatro puntos más en- las murallas de la ciudad romana. Las grandes domus su-
clavados en la periferia de la antigua ciudad romana. Nos re- burbanas parecen igualmente abandonas ya en el siglo V, co-
ferimos a la basílica sede del posible primer episcopio y la mo la casa del Anfiteatro y del Mitreo, en Emerita. El trasla-
192 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

Figura 7: El grupo episcopal de Egara a media-


dos del siglo VI (García i Llinares; Moro i García
y Tuset i Bertran, 2003: 50).

do y hacinamiento de la población a intramuros, indicaría la tos funerarios. Pero lo normal en Corduba, será el abando-
disponibilidad de espacios liberados y una preferencia por re- no de los espacios habitados extramuros a partir de siglo IV,
sidir dentro de lienzo murario. De este modo, la reducción de y su sustitución por nuevos sectores funerarios. Los casos
la superficie habitada favorece la amortización de las estruc- más significativos vienen representados por dos núcleos ce-
turas domésticas, por nuevas necrópolis y, por tanto, la apro- menteriales, posiblemente cristianos, que amortizan dos do-
ximación de los enterramientos a la ciudad. Se trata de una mus suburbanas. En la calle Lucano 7-9, los enterramientos
dinámica bien estudiada y documentada prácticamente en y una mensa funeraria ocupan los niveles de abandono que
todas las ciudades hispanas a lo largo de la tardoantigüe- colmatan una de las habitaciones de la vivienda altoimperial.
dad: Barcino, Tarraco, Emerita, Hispalis, Corduba, etc. En Mientras que en el Parque Infantil de Tráfico se realiza sobre
Barcino, por ejemplo, una villa suburbana situada junto al án- una domus, ya en desuso, un recinto ex novo a cielo abier-
gulo norte es reemplazada por una necrópolis en los siglos to que albergará varias sepulturas. El uso funerario de estos
IV-V. En Corduba, se construye una lujosa villa en el subur- dos espacios, así como el de todos aquéllos detectados en
bium septentrional a principios del siglo IV; una cronología zonas de hábitat anteriores, desaparecerá a partir del siglo
por el momento provisional, ya que se sustenta básicamen- VI cuando las necrópolis se concentren en torno a la arqui-
te en los pavimentos de sectilia y musivos recuperados, y tectura religiosa del suburbio.
que podría ser más antigua de lo que pensamos. Indepen- Desde el punto de vista de la topografía funeraria, la des-
dientemente de su datación, parece que esta amplia zona centralización de las necrópolis supone también el parcial o
residencial se mantendrá en uso hasta principios del siglo V, total abandono de las áreas cementeriales altoimperiales, la
y también podría estar asociada a una necrópolis coetánea multiplicación de nuevos sectores funerarios, y un paisaje ex-
muy próxima, donde se detectan al menos tres monumen- traurbano diferente al de época altoimperial, en el cual, las
JOSEP M. GURT I ESPARRAGUERA / Las ciudades hispanas durante la antigüedad tardía: una lectura arqueológica 193

sepulturas se disponían a lo largo de las vías de comunica- mártires a través de los enterramientos ad sanctos. En tor-
ción, y alejándose de la ciudad. En este contexto, un condi- no a los loca sanctorum, nacen auténticos barrios extramu-
cionante de capital importancia para la transformación de la rarios y toda una serie de dispositivos que solventan las ne-
topografía suburbana a partir del siglo IV, será el cristianis- cesidades de la creciente afluencia de fieles y del culto
mo. Las áreas cristianas se configuran a partir de la progre- martirial. Se construyen monasterios, hospitales, baptisterios,
siva conversión de los miembros de una familia, y de la in- etc., al servicio de los peregrinos, y el suburbio se transfor-
humación de un personaje afamado (de un mártir u obispo), ma en un auténtico barrio o arrabal en medio de “espacios
que sería venerado por la comunidad. de muertos”. Un paisaje que, incluso las fuentes escritas -
Durante la Antigüedad tardía ya podemos hablar de una como Isidoro de Sevilla-, califican característico de la ciudad
completa cristianización de la topografía de la ciudad, por- tardoantigua.
que el cristianismo se convierte en un fenómeno urbano to- Las transformaciones topográficas de los suburbia -deri-
talmente consolidado. En este sentido, la epigrafía funeraria vadas del culto martirial- son comunes a todo el orbe cris-
de los siglos VI y VII, con un claro formulario cristiano, es tiano, y es en Roma donde alcanzan unas cotas inimagina-
buen indicio de ello. bles. Pero en Hispania, la arqueología también nos ofrece
muy buenos ejemplos.
La fuerza del culto martirial Desde su descubrimiento en 1923, la necrópolis cristiana
Una de las principales manifestaciones de la cristianización de la Tabacalera, en Tarraco, es el caso más espectacular y
lo constituye el culto martirial, cuyo desarrollo será determi- uno de los que mejor conocemos. Al oeste de la vía que co-
nante en la ordenación de un nuevo paisaje extramuros. Po- municaba el puerto con la Via Augusta y en relación a la ci-
dríamos decir que este culto se materializa “topográficamen- tada necrópolis, se genera un extenso complejo arquitectó-
te” en la monumentalización de los suburbia, con la nico cristiano que gira en torno a una iglesia/memoria de gran
construcción de edificios destinados a la veneración ya sea tamaño dedicado al obispo Fructuoso y sus diáconos, mar-
del cuerpo del santo, sus reliquias o simplemente la memo- tirizados en el anfiteatro de la ciudad en el año 259. El con-
ria de su martirio. El culto a los mártires es una permutación junto se completa con un baptisterio así como con estruc-
del tradicional culto pagano a los difuntos, sólo cambia el turas anexas de considerables dimensiones, aunque de difícil
sentido espiritual del ritual que ahora adquiere un carácter definición. Con el tiempo, la necrópolis cristiana crece, y se
comunitario. Su origen debe buscarse en las primeras pere- monumentaliza, con la incorporación de una basílica martirial
grinaciones a los lugares santos de Palestina y su enorme en pleno siglo V. El edificio es una memoria que atrae las se-
desarrollo durante la Antigüedad tardía será aprovechado y pulturas ad sanctos. Sin embargo, desde mediados del siglo
potenciado por la jerarquía eclesiástica como elemento de V, la necrópolis se ciñe topográficamente sólo a los enterra-
persuasión. Desde una perspectiva material, su desarrollo se- mientos practicados al interior de la basílica y a los mauso-
rá básico en la definición de los espacios de referencia de la leos que se le adosan. ¿Habría que pensar en un espacio
ciudad tardía. El fervor popular por los personajes locales que reservado a un determinado sector de la población?. ¿Je-
sufrieron martirio por la defensa de la nueva fe multiplicará rarquía eclesiástica?. Seguramente sí, ya que sabemos por
los espacios de veneración y, en consecuencia, la aparición las fuentes escritas, y por las evidencias arqueológicas, que
de nuevos edificios que quedarán interrelacionados por una enterrarse en las iglesias era todo un privilegio del que sólo
liturgia de carácter estacional. Las principales expresiones de algunos gozaban. El suburbio suroccidental de Tarraco, en el
este fenómeno son los actos litúrgicos celebrados en honor que también se enmarca la basílica -con una amplia prácti-
a las reliquias, y el deseo de la comunidad por enterrarse lo ca funeraria en su interior- documentada en el actual Parc
más cerca posible de las sepulturas veneradas, dos aspec- Central, se abandona, o al menos creemos que el uso de
tos que ayudarán a definir y a acrecentar el volumen de los estas necrópolis declina considerablemente, desde el siglo
edificios dedicados al culto martirial. VI, a favor de otros polos de atracción más fuertes. Nos re-
El recuerdo del lugar donde los mártires defendieron su fe, ferimos a la basílica dedicada al obispo Fructuoso, in loco
normalmente simbolizado con memoriae, es objeto de de- martirio, en la propia arena del anfiteatro. Su construcción
voción por la comunidad cristiana. También las sepulturas de conmemora el triunfo del cristianismo sobre los persecutores
los mártires se convierten en loca sacra y en centros de pe- y, por tanto, comporta una significativa sacralización del es-
regrinación. Como anunciábamos, el culto a los mártires tie- pacio pagano. La nueva basílica genera un traslado de los
ne su reflejo topográfico más fiel en la tumulatio ad sanctos, enterramientos ad sanctos que, en esta ocasión, se dispo-
que consiste en la concentración masiva de las sepulturas nen fuera del edificio.
de los fieles en los lugares más próximos a la tumba de un Otro centro martirial de gran importancia nace sobre una
mártir, o al lugar que custodiaba sus reliquias. Los fieles, atra- antigua zona de hábitat y en torno al martyrium de Santa Eu-
ídos por la sacralidad de las basílicas y su capacidad para la lalia en Emerita. Arqueológicamente, y durante el transcurso
sinaxis eucarística, buscan la protección e intersección de los de las excavaciones en la actual parroquia de la santa eme-
194 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

ritense, se ha querido identificar el martyrium/ tumulus de Eu- 2. El grupo episcopal como referente urbano
lalia con una estructura de planta rectangular rematada en El cristianismo es uno de los fenómenos urbanos de mayor
ábside. Este pequeño edificio funerario forma parte de una trascendencia durante el proceso de transformación de la
extensa necrópolis cristiana constituida por ricos contenedo- ciudad clásica a la medieval. Tal es así, que se habla de una
res funerarios y mausoleos. Muy importante para la transfor- auténtica “topografía cristiana” caracterizada por las activi-
mación del suburbio norte de la ciudad, será la construcción dades evergéticas de la Iglesia, que actúa sobre la trama ur-
de una basílica a principios del siglo VI, que englobará en el bana, y por una arquitectura religiosa que se impone a las
ábside el posible tumulus de la mártir. Una construcción, ade- estructuras monumentales existentes. Esta cristianización no
más, que conocemos gracias a las vitae patrum emeriten- entraña sólo una nueva sacralización del espacio, sino que
sium, un opúsculo anónimo que narra la vida de los obispos significa también la aparición de nuevos núcleos de poder
emeritenses en época visigoda. Durante la Antigüedad tar- que aglutinan la vida urbana. Todos los edificios de la ciudad
día, Emerita, ya transformada en urbe cristiana, se convierte cristiana se conectan entre sí mediante una liturgia estacio-
en una poderosa sede episcopal dotada de nuevos barrios, nal, siendo lógicamente el grupo episcopal el más importan-
iglesias y monasterios. En esta realidad será determinante la te de ellos. El episcopium, junto con la residencia de las éli-
basílica de Santa Eulalia, que pasa a ser uno de los princi- tes civiles (palatium), sustituye ahora la función del foro
pales polos de atracción extramuros. La basílica da origen a romano como centro neurálgico de la ciudad. Lo componen
todo un conjunto suburbano con funciones martiriales, fune- varias construcciones destinadas a la celebración eucarísti-
rarias y asistenciales, pues no debemos olvidar su vincula- ca (ecclesia), la administración de bautismo (baptisterium), re-
ción con un monasterio y con un xenodochium (hospital), re- sidencia y salas de recepción del obispo. En la actualidad, la
cuperado en la actual barriada de Santa Catalina. arqueología permite situar en Barcino, Valentia y Egara, los
Por último, citaremos el caso de Corduba, otra de las ciu- grupos episcopales del panorama peninsular más sobresa-
dades peninsulares donde la arqueología ha puesto de re- lientes por su secuencia histórica, estado de conservación y
lieve un centro martirial, un tanto peculiar, pero de gran va- calidad de estudio.
lor para comprender la dinámica del suburbio noroccidental En Barcino, el grupo episcopal nacerá justo en el mismo
cordubense. Gran parte de las sepulturas de los siglos VI y emplazamiento de la actual catedral, en un ángulo al interior
VII se concentran en el actual Yacimiento Arqueológico de del recinto fortificado bajoimperial. A juzgar por las últimas in-
Cercadilla. Un lugar donde los enterramientos ad sanctos se vestigaciones, la ciudad dispondría ya en el siglo IV de una
realizan al interior y exterior de los edificios cristianos reutili- basílica no constatada arqueológicamente, y de un baptiste-
zados de un antiguo palatium tetrárquico. La propia cons- rio. Las competencias cada vez mayores del obispo obligan
trucción del palatium a finales del siglo III conferiría una ima- a ampliar la superficie destinada a episcopium y se constru-
gen distinta al suburbium, y también una nueva concepción ye un aula de representación, al nordeste del baptisterio, y el
de éste, pues se piensa que el complejo asume las funcio- palacio episcopal. El conjunto catedralicio del siglo V ocupa
nes de nuevo praetorium de la ciudad. No existe constancia una insula del catastro urbano imperial. En concreto, la resi-
arqueológica para saber si en época constantiniana, siendo dencia episcopal se instala sobre una gran domus, junto al
Osio obispo, se transforma el conjunto en sede cristiana; foro, coexistiendo en la misma insula con instalaciones in-
aunque la implicación de Osio en la reordenación del pala- dustriales y productivas. Su ubicación en este lugar podría
tium parece una idea lógica y, además, muy sugerente. Una explicarse con la donación que el propietario de la domus re-
transformación que sí es indudable a partir del siglo VI, y que alizaría a la Iglesia barcinonense en un acto de evergetismo,
consiste en la conformación de una de las necrópolis más pasando a formar parte de un patrimonio eclesiástico cada
importantes de la ciudad durante la Antigüedad tardía, que vez más importante. En el siglo VI, se acomete una impor-
utiliza la jerarquía eclesiástica hasta época mozárabe. La re- tante reforma y monumentalización de las estructuras del
ocupación de ciertos edificios y la constatación de la tumu- grupo episcopal. La sede episcopal de Barcino se esfuerza
latio ad sanctos podría relacionarse con la sacralización del en expresar una imagen de poder y prestigio a través de un
espacio. Un espacio donde se llevarían a término algunos ambicioso proyecto edilicio. Se construye una nueva iglesia
episodios martiriales, como el encarcelamiento de los per- de planta cruciforme, probablemente martirial, que vendrá a
sonajes locales -a los que más tarde se les rendirá culto- completar el conjunto eclesiástico ya existente, y a la que se
(¿Acisclo, Zoilo, Tres Coronas?), o incluso su propio ajusti- adscribirá una pequeña necrópolis. Es decir, una obra a gran
ciamiento. escala que se materializa, además, en una nueva residencia
El culto martirial con el tiempo dejará de estar relacionado para el obispo, el porticado de las principales vías, la refor-
de forma exclusiva con el suburbio y entrará a formar parte ma de las antiguas estructuras del siglo IV, pero especial-
también del complejo episcopal. Y los obispos, aprovecha- mente en la monumentalización de su baptisterio. La arqui-
rán el fervor de los fieles hacia los mártires locales para atra- tectura del nuevo palacio episcopal reflejará la imagen de
erlos a la iglesia episcopal. poder que los obispos adquirirán durante la Antigüedad tar-
JOSEP M. GURT I ESPARRAGUERA / Las ciudades hispanas durante la antigüedad tardía: una lectura arqueológica 195

ciona manifestar su privilegiada situación sobre su ciudad y


sus habitantes, y probablemente ante otras sedes episcopa-
les vecinas.

Centro episcopal sin ciudad?


La realidad arqueológica nos muestra como no hay una cla-
ra correspondencia entre la jerarquía urbana y el control del
territorio existente, dos ámbitos establecidos por Roma du-
rante los primeros siglos de colonización de la Península, y
que estarán presentes más tarde con la progresiva instala-
ción y estructuración del poder eclesiástico sobre el mismo
territorio. Algunos ejemplos reflejan la complejidad del des-
plegamiento de las estructuras de poder de la nueva fe pa-
ra el reparto y control del territorio, y como la antigua red ur-
bana no es suficiente para ello.
La reexcavación del conjunto de Egara (Tarrasa), ha reve-
lado la complejidad de este yacimiento y al mismo tiempo
Figura 8: Basílica en el anfiteatro de Tarraco (Godoy, 1995).
confirma la existencia de un grupo episcopal de grandes di-
mensiones correspondiente a la Antigüedad tardía. Estamos
día, al mismo tiempo que su estructura articulará todo el con- ante el tercer conjunto episcopal identificado con claridad en
junto urbanístico eclesial. Hispania. Los testimonios arqueológicos obtenidos aún no
Las excavaciones en la plaza de la Almoina han sido fun- son suficientes para plantear con exactitud la dinámica ur-
damentales para conocer la cristianización de Valentia. La banística y territorial que se genera en torno al episcopium,
ubicación del episcopium sobre el foro romano ya desde el ni tampoco especular sobre su relación con el centro urba-
siglo V, muestra una intencionada sustitución ideológica que no. Las recientes interpretaciones emplazan el grupo epis-
se plasma en una reurbanización de la zona y en una ar- copal sobre una zona anteriormente ocupada que no alcan-
quitectura de poder. La más importante remodelación ur- zamos a definir. Si el núcleo de la antigua Egara, con el que
banística, impulsada por las élites religiosas, se lleva a ca- se relaciona las estructuras episcopales, es en realidad lo que
bo en la primera mitad del siglo VI, cuando se reutilizan y muestran los sondeos arqueológicos, se hace evidente que
adaptan las últimas estructuras del antiguo foro a las ne- estamos ante una estructura episcopal sin ciudad, o que por
cesidades episcopales. Junto al grupo episcopal nace un el contrario, debemos considerar que el solar que ocupaba
cementerio cristiano que podría estar relacionado con un la ciudad se halla topográficamente separado de donde se
episodio martirial in situ. Entre las estructuras más signifi- levanta el grupo episcopal. Esta última casuística también se-
cativas se encuentran la propia iglesia episcopal de planta ría una excepción a la norma si nos situamos cronológica-
basilical, un baptisterio y un edificio, quizá de culto marti- mente a finales del siglo V o principios del siguiente. Sea co-
rial; estos dos últimos edificios de planta cruciforme y ane- mo fuere, la nueva sede episcopal controla un territorio que
xos a ambos lados de la cabecera de la basílica. En Va- debería corresponder al antiguo municipium flavio. En ámbi-
lentia es conocida la intervención del obispo Iustinianus tos estrictamente urbanos, caso de Valentia o Barcino, la se-
como gran promotor asociado a la figura del mártir San Vi- de espiscopal es en sí misma la principal estructura urbana,
cente. La promoción del culto a los mártires locales por par- una estructura de poder que minimiza todo aquello que la
te de la Iglesia encaja perfectamente con la actividad de los rodea y que no forme parte de la dinámica desarrollada por
obispos de la Antigüedad tardía, que encuentran en la ma- la liturgia estacional. En Egara, su situación topográfica y la
nipulación de la devoción popular una fórmula para adqui- magnitud de las edificaciones, no hay duda de que el dise-
rir prestigio y poder frente a otras sedes episcopales. En el ño de la construcción episcopal no es otra cosa que una au-
siglo VII, el episcopium se completa con una nueva estruc- téntica arquitectura de poder pensada y ejecutada por las
tura que presenta otra necrópolis asociada: se piensa en autoridades religiosas. En este sentido, el grupo episcopal de
una iglesia de la que sólo se conocería con garantías un Egara en su fase de mayor prosperidad nos permite com-
ábside de herradura. prender hasta qué punto la iglesia piensa y produce una ar-
Al final de la Antigüedad tardía, los episcopia de las ciu- quitectura de poder. El conjunto esta perfectamente ordena-
dades hispanas, si consideramos los ejemplos que mejor co- do desarrollando una verdadera escenografía compuesta por
nocemos –Barcino o Valentia–, alcanzan una imagen que se la fachada del edificio de culto martirial, en el centro, y las
impondría sobre el paisaje urbano. Nos encontramos ante fachadas de las dos iglesias del conjunto a ambos lados del
una “arquitectura de poder” dirigida por la Iglesia que ambi- mismo. Todo ello se completa con la residencia del obispo
196 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

en un extremo, junto a la iglesia episcopal. Una sola mirada


permitía al visitante o al peregrino leer y entender el mensa-
je que el poder religioso mandaba a través del lenguaje ar-
quitectónico. La posibilidad de que todo el conjunto estuvie-
ra rodeado por un recinto le confiere aún más un sentido de
exclusividad como espacio de poder.

Ciudades o estructuras estratégicas de control


del territorio?.
Si lográsemos confirmar en el futuro la correspondencia del
episcopio de Elo con la antigua Ilunum, en el solar del Tolmo
de Minateda (Hellín, Albacete), quedaría identificada la iglesia
principal del grupo episcopal. Conocemos una única estruc-
tura arquitectónica conformada por iglesia de planta basilical
y baptisterio a sus pies. La novedad de este logro reside que,
con una cronología de la primera mitad del siglo VII, estruc-
turas de dichas características se comprueban en contextos
Figura 9: Aula triconque de Cercadilla. Corduba (Hidalgo y Fuentes, 2005: 42).
rurales, pero no urbanos. No obstante, los baptisterios de
Barcino y quizá el de Conimbriga fortalezcan la hipótesis de
un modelo creado en medio urbano y posteriormente trans-
ferido al ámbito rural. Efectivamente, si bien el modelo es el Sepulturas intramuros
mismo, las características estructurales difieren, y ello permi- Como vemos, dentro de la ciudad conviven espacios de ha-
te hablar de la potencialidad de los distintos centros episco- bitación, zonas productivas, basureros, y también los ente-
pales, independientemente del soporte urbano y/o territorial rramientos, que amortizan niveles de abandono y colmata-
que los contiene. ¿Qué nos permite distinguir arqueológica- ción en los espacios y edificios públicos. La práctica de
mente la estructura litúrgica de un episcopado, como la del inhumar intramuros supone una sustancial mutación ideoló-
Tolmo, de otra estructura de igual funcionalidad y práctica- gica de la sociedad tardoantigua, que había superado la ra-
mente idéntica, como la posible parroquia rural de El Bova- dical separación entre la zona habitada (intramuros) y aque-
lar (Serós, Lleida)?. Seguramente, y a la espera de nuevas lla destinada a necrópolis (extramuros). La investigación ha
evidencias arqueológicas, el dimensionado del edificio sea intentado explicar este fenómeno con el despoblamiento de
uno de los pilares fundamentales para considerar la cons- las ciudades y la disponibilidad de áreas vacías intramuros.
trucción como perteneciente a un grupo episcopal. En ver- Ahora bien, en el estado actual de conocimiento esta idea
dad, tanto el edificio basilical como el conjunto de la basíli- comienza a estar ya superada: por un lado, hay ciudades en
ca y baptisterio ofrecen unas dimensiones poco comunes las que a pesar de la existencia de grandes áreas deshabi-
dentro del panorama peninsular. Las estructuras del Tolmo tadas, los enterramientos nunca se trasladan a su interior (Ta-
se acercan a los ejemplos urbanos conocidos, aunque las rraco o Carthago Nova); y por otro, en los centros urbanos
construcciones basilicales urbanas se adscriben principal- donde sí se documentan sepulturas, sabemos que están re-
mente al mundo funerario no al episcopal. Por tanto, ¿di- lacionadas con construcciones cristinas, o bien con zonas de
mensiones y cronología son dos variables combinables?. Es habitación y producción. Por tanto, se constatan inhumacio-
posible, y al igual que observamos como los grandes con- nes en torno a las iglesias parroquiales y al grupo episcopal,
juntos episcopales de Valentia y Barcino alcanzan su mo- que son calificadas de “privilegiadas” por los mismos textos
mento álgido en el siglo VI, en el caso del Tolmo, su avan- del siglo VI. En Hispania, encontramos los ejemplos más re-
zada cronología comporta unas dimensiones mayores del presentativos en las necrópolis de los siglos VI y VII exhu-
edificio de culto. madas en los grupos episcopales de Valentia y Barcino. En
Por otro lado, es importante relacionar el conjunto del Tol- algunas ciudades norteafricanas, como Carthago, pequeños
mo y la sede episcopal de Eio con la revitalización de un lu- grupos de sepulturas conviven con los espacios de hábitat y
gar ya abandonado, pero emplazado en un solar de gran va- de producción durante los siglos VI y VII. Un dato que la ar-
lor estratégico que domina el valle del Vinalopó y el camino queología comienza a corroborar también en los centros ur-
hacia Carthago Nova. Y es más, enmarcarlo dentro de las banos hispanos. Se confirma en una vivienda de Emerita, en
fundaciones regias, como la de Recopolis, que con un claro Morería, que acoge en su última fase de ocupación cuatro en-
deseo de racionalizar la administración de un gran espacio terramientos infantiles, que son compatibles con el uso do-
crean nuevas ciudades y sedes episcopales de posición es- méstico de otras estancias. Y en Corduba, donde estructuras
tratégica en el territorio. domésticas y enterramientos coexisten en el siglo VII sólo so-
JOSEP M. GURT I ESPARRAGUERA / Las ciudades hispanas durante la antigüedad tardía: una lectura arqueológica 197

bre el antiguo teatro romano, un edificio que llevaba siglos tos en los que eclosionará muy rápido–, en su conjunto, se-
abandonado y que se encontraba prácticamente expoliado. rá determinante para caracterizar la ciudad durante la Anti-
güedad tardía.
Recapitulación Se perfila un nuevo concepto del espacio. Se constata la
Parece claro que la estructura urbana de la ciudad clásica reducción de los perímetros urbanos de algunas ciudades y
empieza su transformación en el mismo momento o poco la contracción del espacio habitado sin reducción del perí-
después de que alcance su eclosión. En el caso hispano es metro urbano, en otras. Ambas situaciones conducen a la
un fenómeno común de largo alcance, pero con amplia va- concentración de la población y a una densificación que ja-
riabilidad local. A pesar de tratarse de un fenómeno que más había tenido la ciudad clásica, comportando un nuevo
arranca de lejos y que mayoritariamente se mostrará en for- concepto de vida que se refleja en los nuevos tipos de vi-
ma de lenta transformación –excepto en casos muy concre- vienda. Probablemente, este hacinamiento de la población en

Figura 10: Tarraco. Planta general del


conjunto paleocristiano del Francolí con
la basílica cercana a la Fábrica de Ta-
bacos y, más al norte, la basílica del
Parc Central (planta Ò. Curulla) (Amo
Guinovart, del, 1999: 174).
198 Recópolis y el mundo urbano en la época visigoda

los núcleos urbanos sería a la vez causa y efecto de la de- probable reurbanización se producirá tan solo durante la An-
sertización del territorio. tigüedad tardía, no antes de principios del siglo V si nos ate-
La red de saneamiento y el suministro de agua mediante nemos a las cronologías arqueológicas disponibles. Será a
los acueductos y las fuentes públicas, ahora en desuso, se partir de este momento cuando la ciudad hispana entra en
reemplazan en la ciudad tardía con unas insfraestructuras una nueva fase edilicia que se concretará en el siglo si-
muy básicas. Aparecerán los pozos ciegos, y el agua se re- guiente. Un nuevo concepto de vivienda, que romperá con
coge de los pozos instalados en las casas. Las grandes cis- la arquitectura clásica anterior, se impone en la ciudad y afec-
ternas constituyen un dispositivo fundamental para entender tará por igual a los antiguos edificios públicos y a las gran-
la imagen de la ciudad tardía frente a la imperial, porque im- des domus urbanas. Viviendas que, en su construcción, uti-
plicarán un cambio importante en el uso del agua y, por tan- lizan materiales pobres y gran cantidad de elementos
to, de las costumbres urbanas en las que hasta ahora había pertenecientes a antiguas construcciones, de espacio muy
tenido un papel muy destacado. reducido con ámbitos polivalentes y en las que los límites en-
En este momento avanzado de la Antigüedad tardía esta- tre el hogar y las actividades productivas son difusos. En
mos asistiendo a la progresiva sustitución de un urbanismo ellas, la convivencia directa entre el grupo humano y los ani-
antiguo por otro, en el que prima el itinerario por encima de males domésticos para su subsistencia se hace patente. La
la retícula. Mientras ésta daría uniformidad a la ciudad, el iti- transformación de las domus romanas en casas vecinales or-
nerario une los distintos polos de atracción de la nueva ciu- ganizadas en torno a zonas comunes será uno de los pro-
dad. ¿Debemos plantearnos si estamos hablando de la mis- cesos que contribuirán a la progresiva ruralización de la ima-
ma ciudad o de una ciudad nueva?. La respuesta por el gen de la ciudad.
momento es ambigua. En la mayoría de los casos hay un La ciudad de la Antigüedad tardía nos ofrece una imagen
concepto nuevo de urbanismo, pero la ciudad es la misma. de “contrastes”, un término que empleamos para definir la
El replanteo implica siempre la existencia de la retícula anti- contracción urbana así como la ciudad discontinua en torno
gua, que de alguna manera sigue viva. Pero en otros casos, a los centros religiosos. La verdadera transformación se pro-
la transformación será tan brutal que probablemente tenga- duce en el siglo VI coincidiendo con el cambio en el tipo de
mos que hablar de una nueva ciudad sobre el solar que ocu- vivienda y la construcción de los grandes grupos episcopa-
paba la clásica. Los recrecidos urbanos hechos con el pro- les. La nueva fase edilicia de la ciudad hispana se manifies-
pio escombro de la ciudad parecen eliminar todo rastro de ta mediante una “arquitectura de poder” proyectada por y
la estructura urbanística anterior, y podrían indicar concep- para la Iglesia y que, intramuros, se materializa en la poten-
tualmente la existencia de una ciudad nueva después de una cialización de los conjuntos episcopales, punto neurálgico de
verdadera interrupción urbana. la vida ciudadana en la que predomina el itinerario estacio-
En la ciudad tardoantigua se mantienen, en líneas genera- nal sobre el esquema reticular. Es decir, estamos ante la ciu-
les, los “continentes” romanos, pero ahora serán subdividi- dad policéntrica en la cual la bipolarización urbana en torno
dos y ocupados por viviendas plurifamiliares, centros de pro- al episcopium-martyrium fortalece el poder civil-religioso en
ducción, vertederos, e incluso enterramientos. El uso de los primer lugar y canaliza la devoción popular, en el segundo.
antiguos espacios y edificios públicos, y el distinto sentido Por otro lado, aún son escasos los datos que la arqueológi-
funcional de la vivienda, permiten observar una ciudad que ca aporta sobre la arquitectura utilizada por las élites civiles,
se articula de muy distinto modo de como sucedía en la ciu- excepción hecha de Recopolis. En ciudades como Emerita
dad clásica. Y además, ayudan a intuir sobre una misma su- o Barcino, conocemos la existencia de lujosas domus y vi-
perficie, incluso sobre una superficie menor, una concentra- llae donde residirían los altos dirigentes locales en el siglo IV,
ción de población que nunca llegó a tener la ciudad clásica. incluso V. Unos espacios que no alcanzamos a identificar con
Quizás los basureros urbanos sean un buen exponente di- igual exactitud para los siglos siguientes. Tan sólo en Barci-
námico de esta población. Una población, que tendría unas no se ha recuperado junto al grupo episcopal un edificio que
características muy distintas de la anterior, y que no pode- se articula alrededor de un patio central y que se define co-
mos definir en términos de precariedad. mo palatino. Se trataría probablemente de la residencia del
La contracción urbana implica la existencia de grandes gobernador local.
áreas intramuros abandonadas, que pueden o no ser reocu- Los suburbia participarán de una transformación paralela.
padas con una nueva función. El abandono de los edificios El cristianismo a través de sus manifestaciones, como el cul-
públicos se realizará de forma escalonada, produciéndose el to martirial, se materializa en la topografía funeraria median-
expolio como consecuencia de una reocupación y no por un te la conformación de importantes conjuntos martiriales que
abandono continuado. Este hecho permite pensar en la per- aúnan construcciones y necrópolis ad sanctos. Aunque la
petuación de una imagen urbana en la que se yerguen edi- posición topográfica de estos centros es extraurbana esta-
ficios altivos absolutamente silenciosos durante un largo pe- rán sometidos al poder de los obispos que controlarán la
ríodo de tiempo, puesto que la reocupación y la más que devoción martirial local para mantener y fortalecer su poder.
JOSEP M. GURT I ESPARRAGUERA / Las ciudades hispanas durante la antigüedad tardía: una lectura arqueológica 199

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