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Número 14 | Año XIV | Segunda época | 2020 | Santiago de Chile | ISSN 0717-3504

Las nietas de Szymborska


poesía de mujeres polacas
País remoto
muestra de poesía albanesa
Poetæ de TRADUCCIONES
Hepanoamérica {albanés, búlgaro, chino, griego,
Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, inglés, italiano, polaco, portugués}
México, Panamá, Perú, Uruguay
REVISTA HISPANOAMERICANA DE POESÍA

Número 14 • Año XIV • Segunda época • 2020 • Santiago de Chile • ISSN 0717-3504
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Este número cuenta con el auspicio de


SISTEMA
F RO N TA 2
L
E
ntre Kavafis y el Evangelio según San
Juan, estos poemas de Cristián
Gómez Olivares (Santiago, 1971) nos
revelan
algo que no por sabido debemos olvidar a
la hora de leer poesía: que la biografía del
poeta le pertenece en exclusiva al poema, o,
quizás sea más apropiado decir, al
lenguaje del que están hechos esos poemas.
Porque a pesar de que podemos aquí
reconocer elementos de la vida de su

UN POCO DE
autor, es decir, trazos de esa ex- periencia
intransferible que solemos llamar
«existencia», «devenir» o, incluso, «avatares
biográficos», los poemas siempre nos
dirán una cosa pero nos darán a entender,
indefecti- blemente, otra. Así, podemos ver o
entrever en ellos las experiencias que la voz
VOCABULARIO
poética posee como padre de dos hijas,
esposo, lector voraz, habitante extranjero
en el a veces maligno y a veces benigno
MEZCLADO CON
REALIDAD.
monstruo imperial norteameri- cano, viajero,
profesor de literatura, traductor y amigo de
sus colegas poetas. Todo eso lo in- tuimos
(y lo sabemos como dato objetivo de su
vida) pero se queda en la nebulosa cuando
intentamos llegar al centro de sus
poemas, a lo que nos dicen o nos quieren
POESÍA DE
CRISTIÁN GÓMEZ
decir, a lo que nosotros, en suma, estamos
precariamente preparados para entrever. ¿Y
qué es lo que nos dicen estos poemas? O

OLIVARES
mejor será preguntar (porque no me atrevo
a hablar por todos): ¿qué

* Marcelo Pellegrini es un poeta, traductor y ensayista chileno Madison.


nacido en Valparaíso, en 1971. Es autor, entre otros volúmenes, de
El árbol donde envejece la muerte (1997), Ocasión de la ceniza
(2003), Partitura de la eternidad (plaquette, 2004), El sol entre
dos islas (2005), La fuga. Poemas 1992- 2007 (2007) y Ácimo
(plaquette, 2008). También ha publicado los libros de ensayos
Confróntese con la sospecha: ensayos críticos sobre poesía
chilena de los 90 (2006) y La ficción suprema: Gonzalo Rojas
y el viaje a los comienzos (2013). Recibió su doctorado en Poesía
Latinoamericana de los siglos XIX y XX por la Universidad de
California, Berkeley. Actualmente se desempeña como profesor de
poesía hispanoamericana en la Universidad de Wisconsin-
267

Marcelo Pellegrini
UN POCO DE VOCABULARIO MEZCLADO CON LA REALIDAD

le dicen a este particular lector? Mi España», un poema sobre un pescador y los se-
respues- ta será, como siempre, parcial y ñuelos que lanza hacia el agua con una pacien- cia
se reducirá a unas cuantas impresiones. que parece de otro mundo. Y resulta que
No solo en estos textos que hoy
publica Ærea, sino en otros que le
conozco, Gómez Olivares desarrolla una
poética basada en expe- riencias cotidianas
que se transforman en dis- paradores
poéticos y hacedores de extrañeza. Entiendo
«extrañeza» como una entidad que se
encuentra más allá de lo que los poemas di-
cen, una imagen o eco de algo que no puede
ser transmitido verbalmente. No creo mucho
en la metafísica a la hora de leer poemas; por
el con- trario, soy un convencido de que los
poemas de todo poeta verdadero son
siempre un más acá de la realidad, una
fuerza que nos lleva, como diría René Char,
a «lo real irrestricto». Pero hay textos, como
los de Gómez Olivares, que alcan- zan una
temperatura poética inusual, algo que no se
puede explicar a pesar de las alusiones a la
realidad y al mundo cuyos referentes nos son
familiares. Llamémoslo, aunque suene
anticua- do, alquimia. Por ejemplo, en el
poema «Súper», un hablante nos cuenta
que va a un supermer- cado, que esa es la
única interacción social que tiene, para luego
especular sobre la vida de esos personajes
anónimos y terminar con una ima- gen,
borrosa pero no menos intensa, de García
Lorca (no es más que un seudónimo) en ese
más que famoso supermercado en
California ima- ginado por Allen Ginsberg,
donde también se encuentra Whitman
entre pilas de tarros de conserva. La
extrañeza nos invade, por ejemplo, en «Una
estación de buses en cualquier lugar de
otro mundo aparece hacia el final, elegíaco, pero la elegía en él no se
bajo la muy cotidiana rutina de unos corresponde del todo con ese antiguo
pasajeros bajándose de un bus. En género poético que conocemos al menos
«Guy Montag», la distopía de Ray desde la antigüedad romana. En la estela de
Bradbury no es la quema de los libros, Enrique Lihn, para nuestro poeta la elegía
sino una reflexión sobre la paternidad, está traspasada de crítica, y va de lo íntimo a
en una especie de tierna censura (si se lo colectivo de manera natural. Así, la épica
me permite el oxímoron) en que el priva- da de los supermercados, las lecturas,
hablante lee los libros que no ha ter- los ami- gos, las hijas, la esposa y los padres,
minado su hija, para después es decir, la vida íntima misma, se une a los
preguntarse sobre qué será de ella en medios de pro- ducción, al presente abyecto
el futuro; ahí la extrañeza nos visita de nuestros días y a la herencia de una
bajo la figura de ese otro padre («mi historia nacional más que dolorosa, aunque a
viejo», dice el poema) que se aparece veces peligrosamente olvi- dada. Somos
para ser el inesperado protagonista de testigos en estos poemas de una batalla
una obra de ficción convertida en libro entre la realidad y el sueño en donde
de historia. ninguno de los dos gana. No hay paradoja
Pero no más spoilers, porque hay que en ello: ya nos enseñaron hace tiempo que
dejar a los lectores sacar sus propias estamos hechos de la misma sustancia con
conclusiones. Me permito, eso sí, que están he- chos los sueños; si el sueño de
agregar una última cosa: Gómez la poesía es el len- guaje, no nos queda otro
Olivares es un poeta hondamente destino que mezclarlo, como dice el poeta,
con la realidad.

268
CRISTIÁN GÓMEZ OLIVARES

«GRAMSCI HA MUERTO»
Y OTROS POEMAS

* Cristián Gómez Olivares es un poeta y traductor chileno nacido en Santiago, en 1971. Entre sus libros publicados se
cuen- tan Inessa Armand (2003), Pie quebrado (2005), Alfabeto para nadie (2008), La casa de Trotsky (2011), Renga (2015),
La nieve es nuestra (2015) y Butterfly (2017), además del libro de ensayos La poesía al poder. De Casa de Las Américas a
McNally Jackson (2018). Tradujo los libros Cosmopolita y Ciudad modelo, de Donna Stonecipher (2014 y 2018,
respectivamente) y compiló y tradujo la antología de Mónica de la Torre, Feliz año nuevo (2017). Fue miembro del
IWP (International Writing Program, de la Universidad de Iowa) y Writer in Residence at Banff Center for the Arts,
en Canadá. Trabaja como editor en Card- board House Press y dirigió la primera serie de la colección «Los poetas
editores», de Ediciones Liliputienses. Es profesor de Literatura Hispanoamericana en Case Western Reserve
269
University. Dirige, junto a Edgardo Mantra y Manuel Illanes, la editorial Siglo XXII, dedicada a la difusión de poesía en
traducción.
™GRAMSCI HA MUERTO™ Y OTROS Cristián Gómez
POEMAS Olivares

Extremely white people

Una profesora de lenguas clásicas recita a


Kavafis en su idioma original. Las ninfas del
bosque trabajan para la forestal Mininco. La
casa cuesta lo mismo que financiar la
colegiatura
de una prole que brilla por su ausencia. Las
palabras del opresor no pueden ser las mismas con
las que nos deseamos feliz cumpleaños cada vez
que volvemos
a reunirnos. Una polera que diga.
Esperando a los bárbaros es un poema que
no podría
ser escuchado con mayor atención que en esta
fiesta: un ejemplo perfecto de la
distancia que separa a las palabras de la realidad.
Cómo te lo explico: cada uno de nosotros

tiene que elegir el ojo de la aguja


por el cual atravesará hacia el
cielo.
Cada uno de nosotros

ha admirado la altura de estos


árboles sin admitir la belleza

de la hierba que crece a ras del piso.


Es ella la que tiene que lidiar
con las hormigas marchando en fila.

Es ella la que tiene que lidiar


con nuestros pasos que
vienen

a segarla. A impedir que siga


creciendo porque entonces habría que
utilizar

otro tipo de adjetivos. Sin embargo


aquí en el bosque los atentados incendiarios

suelen atribuírseles a los únicos


que sabrían vivir de él y así lo habían
Cristián Gómez ™GRAMSCI HA MUERTO™ Y OTROS
Olivares POEMAS
hecho hasta la llegada del cóndor y el
huemul: el escudo patrio deberían ser los
270 camellos
encargados de la salvación de nuestras almas.
Los profesores reunidos en torno a una mesa
sobre la cual no se discute ninguna teoría
literaria

sino un sinfín de recetas de cocina para


combatir la pobreza en el tercer mundo, el
anhelado ahínco
que demuestran las aspirantes a reina de la primavera

y el enconado empeño de las aves por volar, sí: el empeño


de las aves por volar completan el menú de las
conversaciones. En el intermedio algunos se rascan la
cabeza.

Otros se desvisten para prestar más atención.


La gran mayoría disfruta el aire libre. Uno que
otro alza su copa para celebrar este momento.

Yo que no soy blanco escucho en silencio sus palabras.

Una estación de buses en


cualquier lugar de España
Un señuelo para ver si pican. hasta que el anzuelo esté en lo más
El pescador se puede pasar horas profundo. Ya ha pasado por lo
mismo y
(días si las contamos juntas)
a la espera de alguna señal. l
a
Los ve pasar delante
suyo y piensa que ya d
están casi e
c
listos. Sabe, en su interior, i
que algo va a ocurrir, no está s
i
del todo seguro si van a picar ó
con fuerza como para recoger n

la liza a todo lo que den sus e


brazos o si tendrá que ser s
paciente
e
l instinto. La piel es la que
manda. Ni tiene una idea

muy clara del tamaño de los que


están nadando. Sabe, claro, cómo
son

los peces de este río. Sabe la


época del año en que ya están
gordos.

Deja vagar la mente y sigue atento.


Mira a la distancia sin sacarle

la vista al agua. En ese


momento llega un bus y se
bajan todos

los pasajeros.

271
Es la hora.
Un poema para Horacio Warpola

Al fondo de este escenario hay un


video. Ustedes no lo pueden ver
porque están leyendo este poema; en
las imágenes

hay ropa tendida en un cordel


(como la poesía popular de antaño);
la ropa sábanas, fundas de
almohada, ropa

interior, comienza a quemarse a mediados


de la segunda estrofa. A la altura de la
tercera la sábana está prácticamente
consumida:

sobreviven, por ahora, calzoncillos


y otras prendas de primera
necesidad: el público está en silencio,
pero ustedes

no pueden escucharlo porque están


leyendo este poema y el silencio no puede
escucharse.
Hay quienes dicen oírlo, hay quienes

nos vienen con esas paradojas que


quedan muy bien en estas líneas, pero
en el video la ropa se quema en un
silencio absoluto:

incluso el cordel que las sostiene cae


chamuscado sin llamar la atención
sobre sí mismo. Los postes de madera

del cual colgaba permanecen


inmunes: es lo único que se mantiene
en pie porque este poema se está
acabando:

créanme, todavía están allí.


Ustedes no pueden verlos por las
razones antes estipuladas (el
silencio

no se puede ver: el poema es una


imagen proyectada sobre el telón de
fondo.
272 Escúchenla cuando cierren este libro.

W
Súper

Mi vida social se reduce a hablar con los


cajeros del supermercado. A contarle a mis
amigos
que los cajeros regresan a sus casas
a prender el televisor para
escucharlo mientras cocinan, y
después se plantan frente al aparato
porque les gusta quedarse dormidos
con el ruido
que sale de la pantalla cuando
terminan las transmisiones. Ruido
blanco, les digo que se dice, ruido
blanco se le llama
a las líneas de la pantalla
emitiendo ese sonido. Whatever,
me dicen
los cajeros y cambian el tema,
desconcertados ante mis conocimientos de
electrónica.
Y cómo se llama, me preguntan, el
horizonte cuando está plagado de antenas
en las azoteas.
Y cómo se dice, quieren saber, cuando el
protagonista de una serie de televisión después es
el malvado
en una telenovela. «En alemán debe
haber un nombre para esto», decía un
poeta cuyo apelllido quisiera recordar,
pero tal vez una sesión de sicoanálisis
podría explicarme por qué lo he
olvidado:
Inge Christensen de seguro sabría la respuesta.
Inge Christensen podría hacer un poema de ese olvido.
Yo puedo solamente de mis conversaciones con los cajeros.
De la forma en que colocan los pies sobre la mesa del comedor
cuando están pegados viendo el último capítulo de Los
Simpsons. Y las palomitas de maíz constituyen el centro de su
dieta.
Y las palomitas de maíz no serán palomas mensajeras.
Y las palomitas de maíz ensuciarán los asientos del cine.
Y su alto contenido en grasas saturadas. Y los medios
de producción a la espera de que se produzca lo inevitable
mientras pasan los créditos por una pantalla que todavía sigue a oscuras.
Federico García Lorca era un seudónimo. Mi vida social se
reduce a hablar con su verdadero yo detrás de la caja
registradora.

273
Contra la escuela nominalista

A Carlos Cardani Parra, a Carlos Soto Román

¿Leeré el último poema de Ezra Pound?


¿Dejaré de lado los adjetivos?
¿Proyectaré slides sobre la nuca

de mis mejores amigos de la infancia?


¿Recuperaremos el idioma como un
niño caído al agua, al que hay que
rescatar

antes que los efectos de la hipotermia


comiencen a sentirse? Con 35°, el
cuerpo comienza a experimentar los
primeros

síntomas: trastornos cardiovasculares,


respiratorios, del sistema nervioso
central
y de la coagulación, taquicardia, hipoventilación,

temblores y confusión, entre otros,


pudiendo llegar hasta la bradicardia,
arritmias, rigidez,
acidosis respiratoria, coma y muerte por debajo de 28 °C.

¿Seremos capaces de posar cerca al helicóptero?


¿arrojará su hélice un viento que destruirá las ramas
de los árboles colindantes?, ¿y anhelaremos una Arcadia

en la que tanto hombres y mujeres digan río


pardo y todos piensen en lo mismo, un cauce de
agua moviéndose en la misma dirección cuyo
tono

viene de la cantidad peces ovíparos que


depositan sus huevos en él?, ¿la relación entre la
palabra
y la realidad, afianzada por las correas con

que los rescatistas se acerquen hasta el


niño nos hará dignos de hablar de una
274 historia donde todo lo que ocurra sea
heroico
y a por temor de que nadie nos entienda?
La utopía de la transparencia universal.
l
Y una manzana roja cayendo a nuestros pies.
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u
Gramsci ha muerto

Estuve yendo a unas charlas


motivacionales. El tipo venía saliendo de
la cárcel. Y eso era lo primero que te
decía, no hay mejor lugar en el cual
concentrarte en tus objetivos.
Cuando terminó la charla de la tarde
lo vi tomándose un Martini. Me senté
a su lado y le conté del negocio que
estoy tratando de empezar. Venta on-
line
de ropa para hacer meditación. Siguió
tomándose su Martini, pero no fue
suficiente para desanimarme. Una vez
crucé el Gran Cañón entero caminando.
Hace quince años, cuando todavía estaba
con mi primera mujer, llegamos a la
cumbre más alta del estado de Colorado.
Seis meses después estábamos firmando
los papeles
del divorcio. Así que pedí mi segundo
Martini y le dije cuál era mi sueño. Entonces
me miró y dijo que si le pagaba el próximo
trago
me daría la parte que no se dice en las
charlas motivacionales, los verdaderos
secretos
que lo habían llevado al éxito. Había
pedido de una marca que yo no conocía.
Ya no llevaba puesta la corbata con la que se
había dirigido al auditorio. El barman
estaba al otro extremo de la barra.
Le pedí que nos trajera dos

copas. Pero que no nos sirviera

nada.

«Por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le


dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es un
pecador.
Entonces él les contestó: Si es pecador, no lo sé; una cosa
sé: que yo era ciego y ahora veo.»
Juan X, 25-26

Alhamdulilah, Alhamdulilah: alabado sea el Señor.

275
Guy montag

Leo los libros que no ha terminado mi hija.


Farenheit 451, El segundo sexo, La otra historia
de los Estados Unidos. Busco hasta qué página
llegó, me detengo en las frases subrayadas.
Me pregunto a cada instante por qué no los habrá
terminado. Y de ahí me largo: qué va a hacer
cuando salga del colegio, de qué va a vivir, con
quién va
a vivir, voy a ser abuelo algún día,
tendré que pagarle el arriendo de una
casa cuando sea ya una mujer adulta
(como lo han hecho, más de alguna vez
mis padres conmigo. Doy vuelta la página
y veo que Ray Bradbury dice que hay un
tiempo de echar abajo y un tiempo de
construir.
Un tiempo de guardar silencio. Un tiempo de hablar.
Vuelvo a colocar los libros en su repisa. Salió
con su madre a comprarse ropa para una
fiesta.
Hace poco mis padres nos visitaron
después de catorce horas de vuelo. Mi viejo
me regaló
una chaqueta y un pantalón porque –según
dijo– lo primero en que se fijan los alumnos,
etc.
Este es un tiempo de guardar silencio.
De sacudir el polvo del lomo de esos
libros. Echar abajo es lo mismo que
construir.
Una novela de ciencia ficción.
Convertida en un libro de historia.
276
EN ESTE NÚMERO

≈ Luisa Aedo Ambrosetti


≈ Ivonne Gordon ≈ Małgorzata Oczak
≈ Prisca Agustoni
≈ María Elena Hernández ≈ Carolina Olguín
≈ Javier Alvarado
≈ Elvira Hernández ≈ Joanna Oparek
≈ María Auxiliadora
≈ Raúl Hernández ≈ Daniel Oronó
Álvarez
≈ Victoria Herreros ≈ Julio Ortega
≈ Rossana Arenas
Schenke ≈ Vjollca Osja
≈ Luis Armenta Malpica
≈ Paula Ilabaca ≈ Marcelo Pellegrini
≈ Alexis Baros
≈ Reynaldo Jiménez ≈ Patricia Péndola
≈ Guillermo Bianchi
≈ Barbara Klicka ≈ Patricia Peterle
≈ Maria Borio
≈ Gazmend Krasniqi ≈ Sergio Pizarro Roberts
≈ Fanny Campos Espinoza
≈ Francisco Larios ≈ Giannis Plachouris
≈ Horacio Cavallo
≈ Javier Llaxacondor ≈ Víctor Rivera
≈ Ben Clark
≈ Edwin Madrid ≈ Antonio Rivero Taravillo
≈ Luis Correa-Díaz
≈ Natalia Malek ≈ Juan Felipe Robledo
≈ Ricardo Costa
≈ María Malusardi ≈ Sergio Rodríguez Saavedra
≈ Francesca Cricelli
≈ Nina Manel ≈ Cecilia Romana
≈ Krystyna Dąbrowska
≈ Lucas Margarit ≈ Frederik Rreshpja
≈ Luis Vicente De
≈ Jamarbër Marko ≈ Óscar Saavedra Villarroel
Aguinaga
≈ Marisa Martínez Pérsico ≈ Adalber Salas Hernández
≈ María De El Puig Andrés
≈ Kelly Martínez-Grandall ≈ Fabio Scotto
≈ Radina Dimitrova
≈ Shara McCallum ≈ Oseku Shqiptar
≈ Marta Eloy Cichocka
≈ Vanderley Mendonça ≈ Stefano Simoncelli
≈ Santiago Espinosa
≈ Néstor Mendoza ≈ Entela Tabaku
≈ Julia Fiedorczuk
≈ Ming Di ≈ Juan Carlos Tajes Baddouh
≈ Guadalupe Flores Liera
≈ Gentiana Minga ≈ Iván Teófilov
≈ Daniel Freidemberg
≈ Augusto Munaro ≈ Jean Turpy
≈ Alßedo Fressia
≈ Antonio Nazzaro
≈ Cristián Gómez Olivares
≈ Klara Nowakowska
≈ Felipe González Alfonso
≈ Giulia Nuzzo
≈ Ernesto González Barnert

Este número cuenta con el aepicio de

ISSN 0717-3504
9 770717 350149

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