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Investigación documental sobre el tema

Tal como se estableció en el plan de trabajo, se investigó en las fuentes


documentales los estudios elaborados en el último quinquenio, vinculadas al tema
laboral, especialmente en torno a la discriminación femenina y las mujeres en la
maquila. La documentación encontrada hace referencia, en su mayoría, a los
derechos de las mujeres en su contexto general y a la perspectiva de género en
las políticas públicas, el avance en la aplicación de reformas legislativas y el
marco jurídico nacional e internacional.
De igual manera, se ubicaron informes de organismos como el Instituto Nacional
de la Mujer (INAM), CDM, Colectiva Feminista de Mujeres Universitarias
(COFENUM), Colectiva de 34 Mujeres Hondureñas (CODEMUH), Centro de
Estudios de la Mujer, CODEH, ASEPROLA, entre otros, que abordan temas como
género, derechos laborales y maquila, con la finalidad de conocer el grado de
observancia del marco jurídico-laboral y la tutela del Estado con respecto a los
derechos de las mujeres, reglamentos o convenios y/o declaraciones
internacionales.
En torno a la situación de las mujeres en la industria textil, existen algunas
investigaciones, aunque muy pocas. El informe “Mapeo de la Institucionalidad
Vigente: Honduras”, del Instituto Nacional de la Mujer, considera que existen
vacíos en el estudio del tema por parte de las organizaciones que trabajan en
género y economía (sociedad civil, ONG nacionales e internacionales,
instituciones gubernamentales y académicas), así como limitados recursos
humanos, escasa producción de información, sistematización e investigaciones.
Todo ello dificulta el análisis y la presentación de propuestas de solución.

En Honduras, la participación de las mujeres en el mercado laboral tiene múltiples


características discriminatorias: trabajos temporales, ingresos menores a los
hombres y salarios inferiores en iguales funciones. En el hogar, las mujeres
asumen de forma casi exclusiva las responsabilidades familiares y el trabajo
doméstico, lo que conlleva a la doble o triple jornada, que reduce sus
oportunidades de empleo, de calificación, de promoción y la falta de protección
social
En consecuencia, la mujer entra al mercado laboral formal en un entorno de
subordinación y discriminación, porque su trabajo es percibido como ayuda o
salario secundario, mientras el principal es el del hombre. Sus salarios son
inferiores a los masculinos -aunque realicen la misma actividad- porque los
empleos femeninos son considerados una extensión del trabajo doméstico (Mill et
al., 2001).
En el hogar, las mujeres asumen tareas relacionadas con la salud, nutrición y
cuidados de los miembros de la familia (no remuneradas). Esto último es casi
invariable, y sume a las trabajadoras en un sobre esfuerzo, pues al terminar su
jornada remunerada deben realizar las labores domésticas que, en la mayoría de
casos, limitan su desempeño laboral. Su acceso al mercado tiene como condición
“el impuesto reproductivo”, como lo denomina Ingrid Palmer (1992). Según ella, el
trabajo no remunerado realizado en el hogar es resultado del pacto social no
escrito que convierte a las mujeres en cuidadoras universales, reforzado por la
llamada “disposición moral o natural”, que exime a los hombres de sus
responsabilidades familiares más allá de proveer recursos económicos.

La discriminación indirecta o por resultado


Se trata de acciones que pasan inadvertidas, como las medidas formalmente
neutras que desfavorecen a personas de uno u otro sexo, tales como la
desigualdad de oportunidades o la definición de trabajos exclusivos. Ejemplo de
esta discriminación en la normativa laboral hondureña es el artículo 130 del
Código de Trabajo, que establece “un descanso intermedio de dos horas para las
mujeres y los menores”. Estas medidas afectan de forma negativa y no incentivan
la contratación de mujeres.
Discriminación directa
De igual manera, se encontró discriminación directa en el derecho laboral que rige
las acciones previas a la contratación o durante la misma. Esta puede ser
producto de prohibiciones y restricciones impuestas a las mujeres para ejercer
ciertos oficios, por ejemplo, el trabajo nocturno o subterráneo. Estas medidas de
evidente división sexual del trabajo se justifican jurídicamente, aunque provocan
discriminación.
Prohibiciones y restricciones
Se basan fundamentalmente en el estereotipo de la debilidad femenina y
equiparan el razonamiento de las mujeres al de las personas menores de edad.
El sexismo se configura por medio de un doble parámetro: la prohibición de
realizar trabajos insalubres y peligrosos o contrarios a la moral. Así el artículo 27
del Código señala que el trabajo de las mujeres y menores de edad debe ser
adecuado especialmente a su edad, condiciones o estado físico y a su desarrollo
intelectual y moral. Sin embargo, hay prohibiciones exclusivas para ciertos grupos,
por edad o condición, como la protección especial a las mujeres embarazadas,
que obviamente no constituyen discriminación.

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