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Fe en el Dios uno y trino

Joshep Ratzinger

Erick Ildefonso Manzano Ballesteros


Sus santidad Joshep Ratzinger en este capítulo, toma en cuenta lo que ha afirmado
anteriormente diciendo que la profesión de fe en Dios uno pasa, como por necesidad
interna, a la profesión en el Dios uno y trino. Pero sin olvidar, por otra parte, que entramos
así en un campo en el que la teología cristiana conoce sus propios límites. Muchas veces el
deseo de conocerlo todo inmediatamente y a la perfección puede convertirse en funesta
necedad; aquí solo el humilde reconocimiento de que no se sabe es el único saber
verdadero; la contemplación del misterio incomprensible es la auténtica profesión de fe en
Dios. El amor es siempre mysterium. El Dios increado y eterno, tiene que serlo en sumo
grado: el misterio mismo.

a).- El punto de partida de la fe en el Dios uno y trino.

El primer punto es un análisis de que la doctrina trinitaria no ha nacido de una especulación


sobre Dios ni de una investigación filosófica sobre el origen de todo ser; es más bien el
resultado de una laboriosa elaboración de determinadas experiencias históricas.

La fe veterotestamentaria hablaba de Dios como Padre de Israel y de los pueblos, como


creador y señor del mundo. El Nuevo Testamento narra un acontecimiento inaudito en el
que Dios se revela en una dimensión que durante largo tiempo permaneció oculta: en
Jesucristo nos encontramos con un hombre que es y se califica de Hijo de Dios.
Encontramos a Dios en la figura de su enviado, que no es una esencia intermedia entre Dios
y los hombres sino realmente Dios. Si fuese una esencia intermedia, desaparecería
radicalmente su mediación que se convertiría en separación; entonces no nos llevaría a
Dios, sino que nos alejaría de él.

Sin que podamos comprenderlo, pero al mismo tiempo comprensible en sumo grado, se nos
manifiesta aquí la duplicidad de Dios: Dios como yo y como tú. A esta nueva experiencia
de Dios sigue una tercera: la del espíritu, la de la presencia de Dios en nosotros, en nuestro
ser íntimo; y también se concluye de aquí que este espíritu. No se identifica ni con el Padre
ni con el Hijo, pero tampoco es un tercero entre Dios y nosotros, sino el modo en que Dios
mismo se da a nosotros, en
El que Dios mismo entra en nosotros, de tal manera que está en el hombre y en su ser
íntimo, pero también está infinitamente por encima de él.

b).- Los motivos conductores

Para Ratzinger existen tres caminos, porque se ha formulado la fe en el Dios, trinitario.


Al primero lo podríamos llamar la inmediatez divina del hombre. Afirmar la verdadera
divinidad de Jesús, tiene la misma raíz que su preocupación por afirmar su verdadera
humanidad; sólo si Jesús es realmente hombre como nosotros puede ser nuestro mediador;
sólo si es realmente Dios como Dios, la mediación alcanza su término.
El segundo camino: la inamovible permanencia en la decisión fuertemente monoteísta, en
la profesión de que sólo existe un Dios. En todo caso no puede llegarse, pasando por el
mediador, a una multitud de dioses falsos en los que el hombre adora lo que no es Dios.

El tercer camino es la preocupación por tomar en serio la historia de Dios con el hombre.
Esto quiere decir que Dios, al presentarse como Hijo que dice .tú. al Padre, no representa
ante los hombres una obra de teatro ni se pone una máscara para salir al escenario de la
historia humana; todo esto es, por el contrario, expresión de la realidad.

c).- Soluciones sin salida.

Esto parece resolverse nuevamente por dos senderos que más bien se presentan como:
subordinacionismo y monarquianismo. Ambas soluciones parecen lógicas y ambas
perturban el todo con sus seductoras simplificaciones. Sin embargo la doctrinal eclesial,
afirma una renuncia a este misterio, ya que ninguna categoría, puede ahondar en ella. Per se
presenta aquí como un análisis de como se ha hecho.

El subordinacionismo elimina el dilema al afirmar que Dios mismo es único. Cristo no es


Dios, sino una esencia especialmente cercana a Dios; así se elimina el obstáculo, perose
llega a la conclusión de que el hombre, separado de Dios, queda encerrado en lo
provisional. Dios sería un monarca constitucional y la fe nada tendría que ver con él, sino
con sus ministros

El monarquianismo por su parte, afirma la unidad de Dios, pero dice que Dios al acercarse
a nosotros cambia; se presenta primero como Creador y Padre, luego como Hijo y Redentor
en Cristo y, por fin, como Espíritu; pero estas tres figuras son sólo las máscaras de Dios que
nos habla sobre nosotros mismos, no sobre él.
La solución es seductora pero, al final llega a la conclusión de que el hombre gira siempre
en torno a sí mismo y de que nunca penetra en lo propio de Dios.

Las consecuencias a las que lleva el monarquianismo, pues, eliminan, lo mismo que el
subordinacionismo, el camino de la fe, ya que en tal intuición se excluye la contra-posición
de libertades tan esencial en la fe; se excluye también el diálogo del amor y su
imprevisibilidad, la estructura personalista de la inteligencia con su mezcla de lo mayor y
de lo menor, de inteligencia que lleva al mundo y de criatura que busca la inteligencia.

d).- La doctrina sobre la Trinidad como doctrina negativa.

La doctrina trinitaria sería, pues, esencialmente negativa; Si la laboriosa historia de la lucha


humana y cristiana por Dios prueba algo, es que todo intento de aprender a Dios en
conceptos humanos lleva al absurdo. En rigor sólo podemos hablar de él cuando
renunciamos a querer comprender y lo dejamos tranquilo como lo incomprensible.
La doctrina de la Trinidad no pretende, pues, haber comprendido a Dios. Es expresión de
los límites, gesto reprimido que indica algo más allá; no es una definición que lo encierra
en la pantalla de nuestro saber humano; no es un concepto que lo expresaría en las
intervenciones del espíritu humano.
Lo ilustra con el discurso de un jansenista Saint-Cyran cuando este dijo: Que la fe está
constituida por una serie de contrarios unidos por la gracia; con ello dio expresión en el
campo de la teología a la idea que hoy en la física se llama ley de la integridad del pensar
científico-natural. El físico moderno está convencido de que no podemos expresar las
realidades dadas, por ejemplo la estructura de la luz o de la materia, en una forma de
experiencia o en una forma de expresión; cada expresión nuestra sólo revela un único
aspecto entre muchos que no podemos relacionar con los demás.

e).- Aspecto positivo.

Por otro lado la doctrina trinitaria, no significa que sus fórmulas sean formas gramaticales
impenetrables y vacías. Hemos de entenderlas como expresiones llenas de sentido que
aluden a lo inexpresable, pero no dicen que esto entre en nuestro mundo conceptual, y
explica en tres tesis el carácter alusivo de las fórmulas de fe.

Tesis Primera: La paradoja una essentia, tres personae, .una esencia en tres personas.
Los antiguos creían que sólo la unidad era divina; la multiplicidad, en cambio, les parecía
algo secundario, el desmoronamiento de la unidad. Para el cristianismo la multiplicidad no
es puro desmoronamiento; también ella cae dentro de lo divino; no nace por el puro
entrometerse del dyas, de la disgregación. Sino que responde a la plenitud creadora de Dios
que supera y comprende la unidad y la multiplicidad.

Tesis Segunda: La paradoja una essentia, tres personae, está en función del concepto de
persona, y ha de comprenderse como íntima implicación del mismo.
La fe cristiana profesa que Dios, la inteligencia creadora, es persona, conocimiento, palabra
y amor.

Tesis Tercera: La paradoja una essentia, tres personae está subordinada al problema de lo
absoluto y de lo relativo, y manifiesta lo absoluto de lo relativo.

El dogma como regulación terminológica.


Cuando a partir del siglo IV la fe expresó la unidad trina de Dios con la fórmula una
essentia, tres personae, tuvo lugar una división de conceptos que se convirtió en adelante en
regulación terminológica, es decir hablar de la Trinidad.

El concepto de persona.
El concepto y la idea de persona surgieron en el espíritu humano cuando buscó la imagen
cristiana de Dios y explicó la figura de Jesús de Nazaret. De Dios sin embargo se habla de
lo Absoluto pero, cuando se revisa la Sagrada escritura se da una hay un diálogo en el ser
íntimo de Dios nos lleva a admitir en Dios un yo y un tú, un elemento de relación, de
diferencia y de afinidad. Por su forma, el concepto persona parece apto para expresar tal
elemento. Sin embargo el hablar de Dios como persona no se trata de algo como meramente
humano sino como algo superior pero que para nosotros es comprensible.

La relación retrospectiva con lo bíblico y el problema de la existencia cristiana.


El hablar de la trinidad, parece que se ha elaborado una teología, especulativa que se centra
solo en el aspecto filosófico, pero su santidad, toma muchos de estos conceptos para
decirnos que, estos están ya en la Sagrada Escritura y lo que se ha hecho es solamente
explicitarlos más por medio de esta ciencia, pone énfasis especial en el evangelio de San
juan, donde encontramos más esta relación con los conceptos que se usan para hablar del
misterio de la trinidad.

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