Articulos de Opinion y Periodistico

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Angy Lizeth Mayor Yonda

Lengua castellana

Institución Educativa Don Quijote


San José del fragua
Grado 8B
2020
Artículo de opinión, artículo periodístico
Angy Lizeth Mayor Yonda

Lenguaje castellano

Institución Educativa Don Quijote


San José del fragua
Grado 8B
2020
Artículo de Periodístico, social
Alcohol, drogas y violencia de género. ¿Cómo contarlo?

Hace unos años podíamos encontrar titulares del tipo Mata a puñaladas a su pareja tras
una noche de copas en Jijona. Por suerte, asociar el consumo de alcohol y otras drogas con
la violencia de género es cada vez menos habitual en los medios de comunicación, aunque
todavía encontramos casos, a pesar de que los protocolos lo desaconsejan por tratarse de
una causa ajena al problema y por su efecto exculpatorio.

En el último Estudio sobre sentencias de homicidio y asesinato por violencia de género en


el ámbito de la pareja o ex pareja el Consejo General del Poder Judicial insiste en que, en
la mayor parte de la violencia criminal con resultado de muerte, los hechos se han
ejecutado por el autor sin guardar vinculación, de forma significativa, con la afectación o
influencia del alcohol, las drogas, una enfermedad o alteración mental. La confirmación
del carácter de violencia de género de estos hechos criminales “permite desactivar ciertos
mitos instalados en la sociedad, como que las agresiones mortales vienen condicionadas,
mayoritariamente, por la ingesta de bebidas alcohólicas o drogas,” sostiene el informe.

Sin embargo, ciertas instituciones socio-sanitarias advierten de que el consumo de


alcohol, drogas o psicofármacos sí está presente, aunque no de forma causal, en la
violencia de género. Para la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, el uso nocivo
de alcohol es uno de los principales factores de riesgo en la violencia contra las mujeres.
Por su parte, la Asociación Española de Centros de Día de Drogodependencias (ASECEDI)
ha llegado a afirmar que el 80% de los casos están relacionados con el consumo de
alcohol o drogas. En esta misma línea, el Proyecto Malva, de la Fundación Salud y
Comunidad, señala que el exceso de alcohol es determinante en algunos casos, por lo
que  considera necesario hacer visible este elemento en los casos de violencia.

En los últimos años, al trabajar sobre el tratamiento informativo de la violencia machista,


me he plantado a menudo el dilema de si podemos/debemos no informar sobre la
relación violencia de género y abuso de alcohol y otras drogas. Creo que nuestra labor
como periodistas pasa por abordar las problemáticas sociales desde su propia
complejidad. Y de hacerlo, ¿cómo contarlo? Nunca, nunca podemos perder de vista lo
siguiente: la violencia contra las mujeres es de carácter estructural (la ONU la califica
de pandemia global), por lo que el consumo de sustancias puede influir como
intensificador pero nunca es el origen, como advierte la psicóloga feminista Miriam
Vázquez de Santiago. Por tanto, en ningún caso debemos justificarla o minimizarla.

“Los medios de comunicación deben evitar ser correa de transmisión de la población


menos informada que achaca la explicación del crimen a estereotipos como el alcohol, las
drogas o a una discusión: la idea del “crimen pasional” justifica la actuación criminal”,
sostiene la experta en comunicación y género Pilar López Díez. Y la profesora de la
Universidad Complutense de Madrid Asunción Bernárdez Rodal, añade: “Estos
estereotipos desvirtúan por completo las raíces socio-culturales de este tipo de violencia y
esconden que es un problema social, normalizado y hasta hace poco legitimado.”

Uno de los retos del periodismo social pasa por transformar el discurso informativo de la
violencia de género, para lo que es necesario, entre otras cuestiones, superar el
planteamiento de noticia-suceso e incorporar nuevos enfoques y voces más creativos y
mejor situados, que permitan a la sociedad reflexionar acerca de las causas del problema y
sus posibles soluciones, tanto individuales como colectivas. Este proceso de innovación
periodística nos exige como profesionales un ejercicio de reflexión acerca de cómo
incorporar ciertos elementos a los relatos, por ejemplo el factor alcohol y drogas, porque
considero necesario visibilizar los efectos negativos del abuso de sustancias para los
individuos y la sociedad.

¿Cómo hacerlo? Por una cuestión de rigor, deontología profesional y sentido de la


responsabilidad social, debemos evitar siempre las relaciones causa-efecto que
desenfocan, desinforman y exculpan a los agresores. Como dice la filósofa Victoria
Camps, nuestra tarea consiste en contribuir a formar y no deformar la percepción
social de la violencia contra las mujeres.

Artículo de Opinión
Las redes sociales digitales: ¿necesidad o vicio?

Con la llegada de los dispositivos móviles y la expansión de la telefonía, la


propagación de Internet se está produciendo de una manera aterradora. Esta
evolución está cambiando el comportamiento de la sociedad, muchas veces
afectándola con la llamada "adicción electrónica".

Hoy en día, la situación es cada vez más compleja y alarmante. Basta con
mirar alrededor: personas que caminan y usan teléfonos móviles; personas en
bares y restaurantes que no interactúan con otras personas. Niños y
adolescentes conectados todo el tiempo. Adultos que usan dispositivos de
comunicación en fiestas y ceremonias formales.

Las personas ahora pueden acceder a su información en cualquier lugar y en


cualquier momento porque llevan consigo sus dispositivos.

Junto con los innumerables beneficios que esto conlleva, cada vez son más
frecuentes los problemas psicológicos de adicción y aislamiento social.
Además de otros temas de salud debido a la radiación y al contacto directo con
los dispositivos, que traen problemas como disminución de la visión, tendinitis,
dolor de espalda, mala postura, ansiedad, entre otros.

Es por este motivo que debemos aprender a dosificar el uso de las nuevas
tecnologías de la comunicación para que sus beneficios puedan ser utilizados
con libertad y no con esclavitud y dominación.

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