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NOMBRE:

 GLORIBELL CERVANTES
TORRUCO 

LICENCIATURA: 
LICENCIATURA EN DERECHO 

MATRICULA:
20085002

MATERIA:
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DEL
DERECHO

MAESTRO:
JESÚS CUEVAS ÁVALOS

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INTRODUCCIÓN:

La convivencia humana está impregnada de una multitud de normas y reglas de


orígenes y contenidos muy diferentes. A menudo ni siquiera somos conscientes de
ellas, acostumbrados como estamos a seguirlas desde pequeños (por ejemplo, las
formas de saludar, las maneras de sentarse a la mesa, de vestir, etc.). El derecho
forma parte de este conjunto de normas sociales, pero constituye un subconjunto
con unas características muy específicas.

El trabajo de investigación que a continuación presento tiene por objetivo dar a


conocer y analizar sobre los temas que se abordan en lo largo del parcial
expresado todo lo aprendido por mis investigaciones y por el conocimiento que
adquirí en lo largo de este parcial, su objetivo es el de proporcionar los
instrumentos necesarios para que la indagación sobre los temas que vimos en
clase para ayudar a completar el estudio de los compañeros, por ende, se busca
que produzca resultados sólidos y útiles para su estudio.

El derecho es o puede ser mucho más que todo eso. Es o puede ser el reflejo de
nuestra voluntad de convivir pacíficamente respetando las diferencias y las
libertades personales, y a la vez, el instrumento que lo hace posible; el reflejo, en
definitiva, de un acuerdo alcanzado por canales democráticos con respecto a un
proyecto de futuro –cómo queremos vivir, qué tradiciones queremos continuar...–
que nos afecta a todos, individual y colectivamente.

Sin querer dar una respuesta que tiene el mismo significado a la pregunta
¿Qué es el derecho?, en esta investigación también nos acercaremos a diversas
concepciones del fenómeno jurídico a partir de diferentes perspectivas y
estableceremos unas primeras diferenciaciones que más adelante nos servirán
para empezar a entender el contenido, las estructuras y las funciones del derecho.

Los elementos controvertidos: Hechos y normas

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En la actualidad, la concepción mecánica de la actividad judicial y la visión de las
sentencias como un resultado han sido ya rechazadas por la casi totalidad del
pensamiento jurídico.

Se reconoce de forma generalizada que la obra de los órganos judiciales no


consiste simplemente en englobar bajo una norma general el caso particular
planteado y en sacar seguidamente, a modo de conclusión deductiva, la sentencia
pertinente.

En consecuencia, se piensa hoy más bien que la actividad judicial aporta siempre
algo nuevo, ya que se realiza sobre un terreno (el de los hechos y las normas) que
tiene alto grado de elasticidad, movilidad y ambigüedad, de modo que le resulta
inevitable aclarar y precisar aspectos que no aparecen explicitados ni en las
normas generales ni en los hechos jurídicos.

La tarea esencial de todos los procesos de aplicación judicial del Derecho radica
en determinar el tratamiento jurídico que ha de darse a un hecho concreto de la
vida social. Pero esa tarea obliga al juez a realizar cuatro actividades parcialmente
distintas y aparentemente separadas:

1. Constatación del hecho

2. Búsqueda de la norma aplicable

3. Calificación jurídica del hecho

4. Resolución conforme a Derecho

De estas cuatro actividades, la más importante es sin duda la última. Sin embargo,
no serán abordadas en este momento más que las 3 primeras.

CONSTATACIÓN DEL HECHO

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Se trata de la acción que consiste en verificar o chequear algo. Cuando una
persona busca constatar un determinado suceso, lo que hace es tratar de
determinar su veracidad.

La Búsqueda de la Norma Aplicable:


Una norma es internamente aplicable a todos los casos que regula, sin necesidad
de que ella sea usada (aplicada) por un operador jurídico, un juez.

La tesis de la aplicación posible no identifica a qué casos se aplica una norma sino
que subraya qué es lo que se puede hacer con una norma internamente aplicable

Calificación jurídica del hecho


Las instituciones jurídicas

Planteada la necesidad de encontrar las normas reguladoras de una determinada


situación, el sujeto debe indagar en el conjunto del ordenamiento hasta hallar las
normas pertinentes. Para facilitar la tarea se utilizan una serie de claves que
acotan el ordenamiento por conjuntos de normas. Esas claves se encuentran
insertas en la sistemática del ordenamiento.

Resulta así que las normas, al menos en el Derecho privado, se encuentran


agrupadas por materias. Estas materias vienen dadas por la reiteración y
constancia con las que ciertas situaciones se producen en la vida ordinaria.

El conjunto de normas atinentes a una situación social típica y que la regulan con
afán de coherencia y totalidad componen una institución. A su vez, de las
instituciones se elaboran conceptos y subconceptos que son utilizados, como
instrumentos imprescindibles, para la búsqueda de las normas reguladoras de una
determinada situación.

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El aplicador del Derecho debe decidir en qué categoría de instituciones o
conceptos debe integrar la situación planteada. Esa labor se conoce con el
nombre de calificación.

Con frecuencia la calificación no es problemática: si el legislador ha regulado una


determinada situación social típica, creando ad hoc la institución adecuada y
definiéndola con los rasgos que esa situación posee en la vida real, el aplicador
del Derecho no encontrará graves problemas para acotar el conjunto de normas
reguladoras de esa situación. La tarea se ve facilitada porque, con frecuencia, el
mismo nombre jurídico de las instituciones coincide con el nombre que se da a la
situación planteada en la vida ordinaria. Así, el matrimonio es una institución
jurídica y una realidad social típica bajo el mismo nombre.

Pero también con cierta frecuencia el aplicador del derecho no encuentra una
institución concreta perfectamente adecuada que recoja la regulación de la
situación que se plantea. Así sucede cuando el legislador no se adapta con
presteza a las nuevas necesidades sociales o es insensible a las nuevas
situaciones. Cuando eso sucede, el aplicador del Derecho debe buscar soluciones
sobre la base de las instituciones jurídicas existentes, procediendo por similitudes
y deferencia, y así, a una determinada situación nueva, se le acabarán aplicando
las normas que regulen la institución más parecida y compatible con esa nueva
situación. Esto se conoce con el nombre de analogía.

Lo mismo ha de hacerse cuando, aun estando recogida en el ordenamiento


jurídico la institución que interesa, su regulación ha quedado anticuada o la
situación que se plantea reviste particularidades que la apartan de la tipicidad que
inspira la regulación de las instituciones jurídicas. Cuando en la práctica se dan
notas atípicas, se hace necesaria una tarea de adaptación del tenor de las

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normas. Éste, junto con la averiguación del sentido de las normas, es el cometido
de la interpretación, en términos generales.

Resolución conforme a Derecho


Las resoluciones son decisiones no normativas por parte de una autoridad ya sea
política, administrativa o judicial que solventa un conflicto o da pautas a seguir en
una materia determinada.

Como se ha dicho, las resoluciones judiciales (entendidas como documento)


poseen tres partes:

1. Expositiva
2. Considerativa
3. Dispositiva.

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Hechos:

Los hechos pueden ser considerados los responsables directos del inicio de los
procesos de aplicación del Derecho. Así, la tarea más apremiante de quienes
intervienen en esos procesos es establecer la calificación jurídica de los
hechos.

Esa calificación es casi siempre enormemente dificultosa y complicada, por


requerir una considerable cantidad de trámites de comprobación y valoración.

Lo primero que tendrán que hacer quienes intervienen en la solución de la


cuestión litigiosa será comprobar y determinar cuál ha sido y cómo se ha
producido realmente ese hecho en su dimensión estrictamente empírica de suceso
o conducta social.

Pero esta tarea es casi siempre complicada debido a las múltiples y, a menudo,
contradictorias versiones que suelen dar los distintos testigos presenciales de un
hecho. De ahí que una de las grandes dificultades en el intento de calificación
jurídica de los hechos sea la búsqueda y valoración de las diferentes pruebas que
permitan establecer de forma precisa los hechos que se trata de juzgar.

Ahora bien, esa tarea no queda resuelta cuando han sido recopilados todos los
datos y circunstancias del hecho. Será necesario seleccionar aquellos datos y
circunstancias del mismo que son verdaderamente relevantes a los efectos de su
calificación jurídica, marginando los que resulten manifiestamente intrascendentes.
Ello supone una escrupulosa labor de ponderación de los aspectos que han de ser
considerados o no como relevantes.

Tampoco será sencilla la calificación jurídica, una vez que ese hecho haya sido
depurado de los rasgos y adherencias que han de considerarse como no
significativos a efectos de la calificación. En efecto, la calificación implica la
determinación de la precisa relación de correspondencia que une al hecho
empírico ya depurado con alguno de los múltiples hechos-tipo (compraventa,
alquiler, homicidio, asesinato, etc.) que están incorporados como modelos a las
normas generales.

Ahora bien, esa delimitación comporta una determinación inicial, al menos


aproximativa, de la norma general que deberá serle aplicada. Por tanto, la
calificación jurídica del hecho conlleva, en principio, para el juez la elección del
marco normativo de referencia al cual se establece la calificación.

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Entonces los hechos jurídicos son aquellos que tienen consecuencias en el ámbito
del Derecho, y podemos clasificarlos de acuerdo a diferentes criterios:

1. Según su agente productor:

Naturales
Cuando son obra de la naturaleza, como un rayo, el granizo o un terremoto, que
para ser jurídicos tienen que engendrar algún derecho u obligación, como en el
caso de un auto deteriorado por el granizo cuyo dueño contrató un seguro que
cubre ese riesgo.

También el hombre puede actuar como agente natural sin participación de su


voluntad, y no acarrear por ello consecuencias jurídicas, por ejemplo, quien
comete un daño estando bajo los efectos del sonambulismo. En este caso es un
hecho natural, pero no jurídico.

Humanos
Cuando son obra del actuar del ser humano con voluntad no viciada. Estos
hechos humanos voluntarios reciben la denominación de actos y pueden ser
lícitos, como por ejemplo un contrato; o ilícitos, como robar, estafar o matar.

2. Según necesiten para concretarse uno o más sucesos

Simples:
Cuando sólo necesitan un acontecimiento, por ejemplo la muerte o el nacimiento
de alguien, para generar en el primer caso derechos sucesorios, o en el segundo,
la patria potestad.

Complejos:
Cuando se necesitan más de un suceso, por ejemplo, para que se adquiera la
posesión se necesita el corpus y el animus.

3. Según si consisten en una acción o en una omisión se clasifican en:

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Positivos:
Por ejemplo: matar a alguien requiere un hacer

Negativos:

El abandono de persona requiere un omitir.

4. Según se necesite un solo suceso o varios, pero que ocurran en un solo


momento; o se necesite que se sucedan los hechos en el tiempo, se
clasifican en:

Simultáneos:
Ocurre en un solo lapso temporal, por ejemplo, un homicidio

Sucesivos:
Por ejemplo, en el caso del agravante que prevé el artículo 142 del Código Penal
argentino, para quien privare a otro de su libertad por más de un mes, supone que
el hecho de privar de la libertad se extiende en el tiempo.

5. De acuerdo a las consecuencias previstas por la ley, podemos dividirlos


en:

Extintivos:

Ejemplo, el pago da por terminada la obligación

Constitutivos:

El contrato hace nacer una obligación

Impeditivos:

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Obstaculizan al nacimiento de los derechos u obligaciones: por ejemplo, un vicio
de la voluntad que hace anulable el acto.

Normas:

La elección de las normas que van a ser utilizadas como medida jurídica para la
valoración de los hechos sometidos a juicio es una tarea crucial en el camino de la
aplicación jurisdiccional del Derecho.

La búsqueda de la norma que puede y debe aplicarse al caso concreto planteado


supone la realización de una amplia y compleja gama de actividades cognoscitivas
y valorativas. Así, no es extraño que, al menos en principio, puedan ser aplicadas
varias normas a la solución del conflicto, sea de forma concurrente, sea de forma
excluyente.

Por otra parte, ninguna norma general se acopla casi nunca del todo al caso
concreto debatido, pues su regulación es por necesidad genérica y abstracta.

La elección de la norma exige, a su vez, la realización de complejas operaciones


de interpretación a través de la maraña de sentidos que pueden ser asignados a la
norma.

Los jueces cuentan, gracias a los conocimientos y la experiencia de la profesión,


con un cierto sentido innato de orientación que les hace dirigir instintivamente la
búsqueda hacia el correspondiente sector normativo, de modo que sólo
situaciones de flagrante ignorancia o inexperiencia pueden llevarle a vagabundear
por el ordenamiento jurídico a la caza y captura del tipo de regulación que
corresponde al hecho planteado. Pero esa ventaja inicial no es suficiente para
enfrentarse con garantía de éxito a la principal dificultad: identificar la norma (o
normas) directamente aplicables, precisando el sentido que tiene en relación con
el caso al que se va a aplicar. Sobre todo, si se da la circunstancia de que existe
más de una norma aplicable o de que, por el contrario, no exista ninguna norma
general que haya previsto la regulación de ese caso (lagunas jurídicas).

Para la elección de la norma que debe ser aplicada al caso sometido a su


jurisdicción resulta siempre imprescindible emitir un juicio sobre la efectiva
adecuación entre el caso y la norma. Y ese juicio no está directamente contenido
en las leyes, sino que ha de ser formulado por el juez.

Así pues, las distintas “operaciones” que el juez lleva a cabo en el proceso de
aplicación del Derecho, no constituyen una mera actividad mecánica. Por el
contrario, su intervención supone siempre la aportación de algún factor nuevo y
propio, siendo inevitablemente innovadora y creativa.

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JURÍDICAS MORALES RELIGIOSAS CONVENCIONALISMOS
SOCIALES
Bilaterales Unilaterales Bilaterales Unilaterales

Exteriores Internas Internas Exteriores

Coercibles Incoercibles Incoercibles Incoercibles

Heterónomas Autónomas Autónomas Autónomas

REGULAR LA CONDUCTA DE LOS INDIVIDUOS

Normas Jurídicas
La generalidad de los estudiosos del derecho expresa que las normas jurídicas son reglas
de conductas exteriores, coercibles y heterónomas. Debido a su carácter bilateral, las
normas jurídicas establecen relaciones en dos diversas personas: el obligado y el activo.
Las modalidades en el ejercicio de los derechos y en el cumplimiento de las obligaciones
varían en cada caso.

Las normas jurídicas son exteriores porque exigen una conducta fundamentalmente
externa. Sin embargo, en muchos casos atribuyen consecuencias jurídicas a los aspectos
íntimos del comportamiento individual.

Las normas jurídicas son coercibles ya que si no son cumplidas voluntariamente por los
obligados, el acreedor puede solicitar al Estado su cumplimiento, incluso haciendo uso de
la fuerza.

Normas morales
Son unilaterales e imperativas porque frente al sujeto a quien obligan no hay otra
persona autorizada para exigirle el cumplimiento de sus deberes. Además, tienen
las siguientes características:

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• Son internas, ya que son una modalidad o atributo de la voluntad. Es el sujeto
quien decide cumplir o no las normas.

• Son incoercibles, debido a que su cumplimiento ha de efectuarse de manera


espontánea. Si el acto del individuo es obligatorio, el sujeto no tendrá ningún
mérito; si aquel se encuentra vedado, no resultará imposible declarar responsable
a éste.

• Son autónomas, puesto que toda conducta moralmente valiosa debe representar
el cumplimiento de una máxima que el sujeto se ha dado a sí mismo. Recaséns
Siches y Del Vecchio coinciden en señalar que la característica central de las
normas morales “es el campo de las intenciones, el ámbito de la conciencia, o
sea, la cara interna del obrar”.

Normas religiosas
Las normas religiosas son aquellas “normas internas que la persona acepta, en las
que cree y tiene fe y, por tanto, esas normas conforman su actuación en todos los
aspectos de su vida.”

Estas normas también son de carácter interno y auxilian al individuo para acercase
a Dios y de esta manera alcanzar la vida eterna. El pensamiento religioso y sus
reglas, refiriéndonos concretamente al cristianismo, han tenido una profunda
influencia en el derecho. Un gran número de sus preceptos fueron incorporados en
el derecho romano a partir de las institutas de Justiniano.

Actualmente, el derecho occidental contiene una parte sustancial del derecho


canónico, especialmente en el campo de la familia.

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Convencionalismos sociales
Son reglas que aparecen basadas en la costumbre. Se trata de una especie de
mandatos que surgen de la colectividad y que son necesarios para llevar a cabo
una buena convivencia dentro de la sociedad.

Ámbitos de validez de las normas


Las normas jurídicas son elaboradas tomando en cuenta una serie de factores
culturales, con el objeto de ser aplicadas en una sociedad determinada.
Fundamentalmente, la norma está constituida por cuatro ámbitos: espacial,
temporal, material y personal.

Ámbito espacial
Las normas jurídicas son elaboradas para aplicarse en una sociedad determinada,
en virtud de ello, se pretende que su aplicación sea especialmente limitada.
Ningún legislador elaborará leyes con la intención de que sean aplicables en el
mundo entero cualquier ley que tratase de regir fuera del territorio nacional
perdería eficacia. La limitación espacial es el principio general que existe en la
expedición y aplicación de las normas jurídicas. Con base en ello, se puede
afirmar que la norma jurídica tiene un ámbito espacial de validez.

Ámbito temporal
Así como la norma tiene validez y eficacia en un ámbito espacial determinado,
también tiene otra limitación, la del tiempo. A diferencia de la costumbre y los usos
mercantiles, que no tienen una fecha de inicio ni una fecha de terminación

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establecida con precisión, las normas jurídicas entran en vigor a partir de cierta
fecha, que puede ser de entrada en vigor de una ley publicada en el Diario Oficial
de la Federación o Gaceta Oficial, o bien, la fecha en que se dicta una
sentencia, o la fecha en que las partes han convenido que entre en vigor su
contrato.

Ámbito material
Se trata de la materia que la norma regula. En este ámbito, tenemos normas
administrativas que regulan la naturaleza y las funciones de los órganos
encargados de la administración pública.

El ámbito material de validez de la norma jurídica puede ser aplicado en diversos


aspectos, ya sea cuando su contenido interesa o no a toda la sociedad, o sólo a
personas determinadas que requieren que dichas normas les sean aplicadas. Por
ejemplo, el ámbito material es de interés de la sociedad cuando la sociedad está
empeñada en que la regulación de las relaciones de trabajo, la protección del
ambiente, etc., sean de interés público, lo que no sucede cuando dos personas
deciden celebrar un contrato de compraventa de un automóvil o han decidido
permutar dos objetos de valor personal.

Ámbito personal
La norma jurídica tiene validez para toda sociedad o para parte de ella. Así, se
establece en el 1° artículo de la Constitución, que señala que todas las personas
gozarán de los derechos humanos reconocidos en ella. Esto quiere decir que la
norma es aplicable a todos los individuos que se encuentran dentro del país. Es
importante aclarar que esta norma, al referirse a todos los individuos que se
encuentren dentro del país, alude a un grupo pequeño de individuos, respecto a

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los que se encuentran en el resto del mundo, es decir, en este caso, vemos un
claro ejemplo de la limitante espacial de la norma jurídica.

El Dr. Eduardo García Máynez señala que, desde el punto de vista de ámbito
personal de validez, las normas deben dividirse en genéricas e individualizadas.
Las normas genéricas son las que obligan o facultan a todos los comprendidos
dentro de la clase designada por el concepto-sujeto de la disposición normativa.
Las normas individualizadas son aquellas que obligan o facultan a uno o varios
miembros de la misma clase que se encuentran individualmente determinados,
ejemplo de este tipo de normas son las sentencias, laudos arbitrales y los
contratos.

La necesidad de interpretación de las normas:

Interpretar es desenmarañar el sentido o significado que existe de forma no


inmediatamente aparente en algún hecho de la vida real; es decir o transmitir o
descifrar un mensaje que no es evidente por sí mismo.

La actividad interpretativa ocupa un lugar central en todos los ámbitos de la vida


en que interviene el conocimiento humano.

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La interpretación jurídica es una actividad que han de desarrollar
constantemente todos los sujetos que intervienen en el largo proceso de la
realización del Derecho.

Sin interpretación, ningún Derecho puede ser realmente eficaz y operativo, es


decir, ningún Derecho puede llegar a ser Derecho en sentido pleno, ya que la
función constitutiva del verdadero Derecho es precisamente ser y actuar como
eficaz reglamentación de las relaciones sociales.

La interpretación es también una actividad creadora, ya que el sentido de su


propio ser radica en despertar la existencia significativa de aquello a lo que sirve
como intermediaria o mensajera.

La multiplicidad de datos y puntos de vista que han de ser tomados en


consideración por el intérprete obliga a reconocer que la interpretación jurídica
presenta siempre un alto grado de dificultad.

El objeto de la interpretación:
La intervención de los jueces aporta siempre algún elemento jurídico nuevo, ya
que se produce en el terreno de las normas y los hechos que tiene un alto grado
de elasticidad, movilidad y ambigüedad.

El objeto de la interpretación del Derecho, como se dijo anteriormente, es el


mismo Derecho, o, si se prefiere, las normas jurídicas y otros estándares como
los principios generales del Derecho. Como, a su vez, las normas jurídicas
reconocen múltiples fuentes, la interpretación del Derecho reconoce múltiples
especies:

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Interpretación de la ley
La interpretación de la ley es el proceso interpretativo que consiste en establecer
algún sentido de las normas jurídicas que forman el derecho legislado. Se trata de
un tipo de interpretación jurídica. En particular es realizado por los jueces que
deciden de un caso de acuerdo con la legislación aplicable al mismo. Además de
que solo los legisladores son los que pueden manifestar la oscuridad de una ley
en donde deben recurrir a la historia o en general a los métodos de interpretación
de la ley y determinar su sentido. Y en los casos de que no se utilicen los métodos
para la interpretación de la ley se interpretará del modo en que más parezca.

Clasificaciones de la interpretación de la ley

En cuanto a las clasificaciones más frecuentes de la interpretación de la ley, ellas


se hacen desde el punto de vista del agente que la lleva a cabo, desde el punto de
vista del resultado a que conduce, y desde el punto de vista de si la actividad
interpretativa se encuentra o no reglada por el ordenamiento jurídico.

En cuanto a las clasificaciones más frecuentes de la interpretación de la ley, ellas


se hacen desde el punto de vista del agente que la lleva a cabo, desde el punto de
vista del resultado a que conduce, y desde el punto de vista de si la actividad
interpretativa se encuentra o no reglada por el ordenamiento jurídico.

1. En atención al agente que la lleva a cabo, es posible distinguir entre


interpretación pública e interpretación privada.

La interpretación pública se clasifica en interpretación legal, judicial y


administrativa. En cuanto a la interpretación privada, se trata de la que realizan los

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propios sujetos de derecho, los juristas y las que llevan a cabo los abogados en su
condición de expertos en derecho.

2. Desde la perspectiva del resultado a que conduce, la interpretación legal


se clasifica en estricta, extensiva y restrictiva.

Interpretación estricta es aquella que conduce a la conclusión de que el texto legal


debe ser interpretado únicamente a los casos que él expresamente menciona, sin
extenderse a más casos de los que este contempla ni restringirse a menos de los
señalados por el legislador.

Interpretación extensiva, en cambio, es la que como resultado de la misma se


concluye que la ley debe aplicarse a más casos o situaciones de los que está
expresamente menciona.

Interpretación restrictiva, por último, es aquella en cuya virtud se desprende que la


ley objeto de interpretación debe aplicarse a menos situaciones de las que ella
menciona expresamente.

3. La última clasificación de la interpretación legal es la que distingue entre


interpretación reglada y no reglada.

Interpretación reglada es aquella que en cuanto al método que debe seguir el


intérprete para establecer el o los significados de las normas legales interpretadas
se encuentra normado por el respectivo ordenamiento jurídico.

Interpretación no reglada, en contraste, es aquella que no se encuentra regulada


por el ordenamiento, de modo tal que el intérprete puede atribuir el significado a la
norma legal de una manera más libre que en la anterior interpretación de la ley.

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Métodos o elementos de la interpretación de la ley

Los métodos o elementos de interpretación de la ley son los medios de que


dispone el intérprete para establecer el o los posibles sentidos y alcances de la ley
interpretada. Estos medios son comúnmente aceptados por la doctrina y en
ocasiones consagrados expresamente por los propios ordenamientos jurídicos.
Estos elementos son los gramaticales, históricos, lógicos, sistemáticos y los
teleológicos.

 El elemento gramatical es aquel que permite establecer el o los sentidos y


alcances de la ley haciendo uso del tenor de las propias palabras de la ley,
es decir, al significado de los términos y frases de que se valió el legislador
para expresar y comunicar su pensamiento. Este método interpretativo
parte del supuesto que la voluntad e intención del legislador está
impregnada en la ley; y como la ley está escriturada, entonces la mejor
manera de descifrar la verdadera intención legislativa es a través de las
palabras de que hace éste.
 El elemento histórico permite interpretar el derecho legislado aludiendo
para ello a la historia del texto legal que se trata de interpretar. Esta
historia se ve reflejada en cada una de las historias o etapas del proceso de
formación de la ley.
 El elemento lógico es aquel que para establecer el o los sentidos o
alcances de una ley se vale del análisis intelectual de las conexiones
que las normas de una misma ley guardan entre sí o bien, con otras
leyes que versen sobre la misma materia.
 El elemento sistemático permite interpretar la ley atendiendo a las
conexiones de la misma con la totalidad del ordenamiento jurídico del
cual forma parte, incluidos los principios generales del derecho. Así,
este método no es sino un grado más avanzado del método lógico.

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 El elemento teleológico, por último, es aquel que permite establecer el
sentido o alcance de un precepto legal atendiendo al fin de esta, es
decir, a los determinados objetivos que se buscó conseguir mediante su
establecimiento.

Interpretación de contratos
La interpretación del contrato -o de cláusulas contractuales- es la labor de
averiguación y comprensión del sentido y alcance del consentimiento, es decir, de
las declaraciones de voluntad de las partes contratantes.

En todo negocio jurídico surge la necesidad de conocer la voluntad de quien lo ha


realizado, y esa función de conocimiento que se llama interpretación, lo mismo
puede versar sobre textos o conversaciones, verbales o escritas, en que la
voluntad se exteriorice respecto de actos de quienes hayan intervenido en el
negocio, cuyo sentido en el orden jurídico es objeto de controversia, porque
siempre es necesario descubrir la voluntad que dio vida al negocio, para lo que
sirve tanto la averiguación de la intención común de los contratantes a través de
los actos coetáneos o posteriores, como los signos reveladores de la voluntad de
los sujetos que han intervenido en el negocio directamente, atendiendo a los fines
que los mismos debieran perseguir, singularmente los que se refieren al fin
económico.

Por ello aunque el Código Civil habla reiteradamente de la búsqueda de la


intención de los contratantes, no interesa en la interpretación indagar cuál fue la
voluntad individual de cada uno de los contratantes, sino la intención común, sobre
la cual las partes coincidieron, independientemente de que cada una de ellas

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persiguiera finalidades distintas a través del contrato; esta indagación no se puede
encontrar en una cláusula aislada de las demás, sino en el todo orgánico que
constituye el contrato.

Una vez calificada la situación se determinan sus efectos conforme a las normas
imperativas del tipo negocial, es decir, con arreglo al precepto de autonomía
privada o regla negocial que han creado, siendo uno de los principios rectores de
la interpretación del contrato el de la búsqueda de la intención de los contratantes,
con lo que, la intención común es la zona en que concuerdan el querer de las
partes y para que exista consentimiento contractual han de querer el mismo
objeto, es decir, sus estipulaciones y efectos, siendo una declaración unánime de
la jurisprudencia que ha de prevalecer la voluntad declarada sobre la interna, ya
que así lo exige la buena fe y la seguridad del tráfico, a menos que se acredite
evidentemente que fue otra la voluntad de los contratantes. Aquí es donde se
presenta en la práctica la dificultad de precisar esa intención, y se han de
examinar los medios para lograrlo.

Los principios rectores de la interpretación de los


contratos

Las normas o reglas de interpretación de los contratos contenidas en los artículos


1281 a 1289 del Código Civil constituyen un conjunto o cuerpo subordinado y
complementario entre sí, de las cuales, tiene rango preferencial y prioritario la
interpretación literal normada en el párrafo primero del artículo 1281 CC, de tal
manera de que si la claridad de los términos de un contrato no dejan dudas sobre
la intención de las partes, no cabe la posibilidad de que entren en juego las
restantes reglas de los artículos siguientes, que vienen a funcionar con carácter
subsidiario, respecto a la que preconiza la interpretación literal.

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El Código Civil dedica nueve artículos a la interpretación de los contratos,
con reglas que son fruto de la experiencia y de la labor interpretativa de los
Tribunales. Si la interpretación es una actividad dirigida a la determinación del
sentido de una declaración o comportamiento negocial, de sus efectos y
consecuencias en el orden jurídico, que ha de hacerse en conformidad con unas
reglas jurídicas predispuestas, la búsqueda del sentido enfrenta a dos poderosas
corrientes doctrinales. Una de ellas estima que lo que el intérprete ha de indagar
es la voluntad de los contratantes (interpretación subjetiva), o, en otras palabras,
su intención; otra, por el contrario, cree que el intérprete cumple su misión dando a
la declaración el significado que tienen en el tráfico, en la vida social
(interpretación objetiva).

La interpretación negocial es tarea de gran amplitud y sería totalmente arbitrario


fijar el contenido negocial y su relevancia jurídica, de acuerdo con el significado
que adquiere la declaración de voluntad para el ambiente y la conciencia social
(interpretación objetiva), prescindiendo precisamente de la consideración de que el
negocio es regla de una determinada situación entre las partes, normativamente
de sus intereses. Al negocio, en consecuencia, habrá que atribuir el significado
correspondiente a la intención común de aquéllas en el momento en que se
concluyen (interpretación subjetiva), aunque siendo el método de interpretación
objetivo, complementario o subsidiario del subjetivo. Sin embargo, otras veces, la
interpretación objetiva cumple misiones principales: suplir las lagunas de la
declaración, corregirlas para darle eficacia y hasta imponer un significado distinto
del que parece querido cuando lo exige el principio de la responsabilidad negocial.

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Interpretación del tratado internacional

Cualquier interpretación de las disposiciones de un Tratado debe realizarse


conforme a la regla general de interpretación, codificada en el art. 31.1 de la
Convención de Viena, según la cual “un Tratado deberá ser interpretado de
buena fe, conforme al sentido corriente que haya de atribuirse a los
términos del Tratado, en el contexto de éstos y teniendo en cuenta el objeto
y fin.” Esta regla de interpretación contiene tres principios que deben
conjugarse entre sí en la tarea interpretadora. Estos principios son:

 El principio de buena fe
Es un principio básico en el Derecho internacional y, en particular, en el
Derecho de Tratados. Está recogido en el art. 2, párrafo 2, de la Carta de
las Naciones Unidas y en la “Declaración de principios inherentes a
las relaciones de amistad y a la cooperación entre Estados”, preparada
por las Naciones Unidas.

 El principio de la primacía del texto

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El texto constituye la expresión más acabada de la voluntad de las Partes.
Para averiguarlo se aplicará el sentido corriente que haya de atribuirse a los
términos. La regla del “sentido claro” significa que no está permitido
interpretar aquello que no necesite interpretación, de modo que las palabras
deben ser interpretadas según el sentido que tengan normalmente en su
contexto, a menos que la interpretación así dada conduzca a resultados
irrazonables o absurdos. Cuando el Tribunal puede dar efecto a la
disposición de un Tratado atribuyendo a las palabras empleadas un sentido
natural y ordinario, no puede interpretar estas palabras intentando darles
otra significación. Ahora bien, si consta que la intención de las Partes fue
conferir a los términos empleados un sentido especial o no usual, se dará
preeminencia a su voluntad.
La determinación del sentido de los términos empleados debe realizarse
teniendo en cuenta no sólo el texto estricto del Tratado, sino su
contexto. Dicho contexto, para los efectos de la interpretación, está
formado por:
o El texto del Tratado en sentido estricto, integrado por tres
elementos que forman un todo a los efectos de interpretación
del Tratado: preámbulo, parte dispositiva y anexos.
o Los Acuerdos que se refieran al Tratado y que hayan sido
concertados entre todas las Partes y todo instrumento
formulado por una o más Partes y aceptado por los demás
como instrumento referente al Tratado.

 El principio que requiere tener en cuenta el objeto y el fin del


Tratado para su interpretación

Según Reuter, el objeto y el fin de un Tratado son los elementos esenciales que
han sido tenidos en cuenta por la voluntad de las Partes.

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En la aplicación de esta regla general de interpretación, formada por los tres
principios señalados, el intérprete debe tener en cuenta también las normas
pertinentes de Derecho internacional aplicables a las relaciones entre las Partes,
dado que el Tratado no es un elemento aislado, sino una pieza integrante del
sistema normativo del Derecho internacional.

Medios complementarios de interpretación


Aunque la interpretación debe basarse ante todo en el texto del Tratado,
puede ser necesario a título complementario acudir a medios de
interpretación tales como los trabajos preparatorios y las circunstancias en
las que el tratado ha sido concluido. Esta es la finalidad del art. 32 de la
Convención, que cita los siguientes medios complementarios:

Los trabajos preparatorios

 Permiten, en muchos casos, determinar con aproximación la intención de


las partes en un Tratado.
 Los Tratados multilaterales son redactados en Conferencias internacionales
en cuyas actas quedan reflejadas las propuestas de los Estados y las
intervenciones de los Delegados que los representan. Otros Tratados,
especialmente los bilaterales, dan ocasión al intercambio de Notas
diplomáticas sobre los mismos entre los Estados contratantes.

Las circunstancias de celebración del Tratado

 Mediante la inclusión de estas circunstancias, la Conferencia consagró la


posibilidad de efectuar una interpretación histórica del Tratado.
 No obstante, en caso de llegar a resultados contradictorios entre la regla
general y los trabajos preparatorios, debe primar la interpretación obtenida
por la aplicación de la regla general si ésta es precisa, clara y su resultado
es razonable. Por este motivo, tanto el Tribunal Permanente de Justicia

25
Internacional como el Tribunal Internacional de Justicia, han rechazado en
sus sentencias y dictámenes la necesidad de estudio de los trabajos
preparatorios, justificándolo en que los textos de los Tratados quedaban
redactados con la suficiente claridad como para ser interpretados.

Interpretación autentica

La interpretación auténtica o legislativa de las normas es la que implica la


definición de la norma en la propia norma y la lleva a cabo el legislador, la cual
puede ser de dos clases:

Contextual: cuando se lleva a cabo en la misma norma o en la ley,

no contextual: cuando se hace en la ley posterior.

Interpretación de la sentencia
La interpretación de la sentencia es la actividad consistente en determinar el o los
sentidos o alcances del contenido de un fallo judicial. Esto por cuanto, una vez
dictado por el respectivo órgano jurisdiccional, puede ofrecer dudas en cuanto a
alguna o algunas de sus partes, esto es, sus fundamentos o normas creadas o

26
citadas, los mandatos u órdenes que contiene, o la forma de ejecutarlas. Hablar de
interpretación de la sentencia, entonces, supone aceptar que es un texto escrito y
que como tal, puede adolecer de vaguedad, ambigüedad, oscuridad o
contradicción.

Por otra parte, la tarea de los jueces presupone la existencia de un marco


referencial objetivo y que ese marco está estructurado en torno a dos elementos:

1. La existencia previa de una regulación general y pública


2. La aparición de un hecho particular nuevo que reclama la intervención
de esa regulación.

En consecuencia, los jueces tienen que realizar, al menos, cuatro actividades


distintas y separadas:

1. Localización de las normas jurídicas aplicables,


2. Comprobación de los hechos
3. Calificación jurídica de tales hechos
4. Resolución conforme a Derecho.

Y todas estas actividades forman parte del complejo proceso de interpretación.

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Relevancia y alcance de la actividad interpretativa:

En múltiples ocasiones se ha afirmado que la interpretación es una actividad innecesaria,


peligrosa y perniciosa para el Derecho, o que es sólo útil en aquellas ocasiones en que
los textos legales registran alguna oscuridad, silencio o insuficiencia en relación con los
casos que se someten a la decisión de los jueces.

En cambio, ahora se tiene la percepción de que todo el ciclo vital del Derecho constituye
un continuo proceso de interpretación.

Sin interpretación, ningún Derecho puede ser realmente eficaz y operativo, ya que la
función constitutiva del verdadero Derecho es precisamente ser y actuar como eficaz
reglamentación de las relaciones sociales. Y esa proyección de la regulación jurídica
sobre las relaciones sociales, en cuanto tránsito desde la generalidad y abstracción de las
normas generales hasta la particularidad y concreción del as normas individualizadas,
implica necesariamente una acción interpretativa.

Esta constatación ha llevado a la mayoría de las doctrinas a situar el debate sobre la


interpretación jurídica dentro del contexto de la actividad jurisdiccional de los jueces y
órganos administrativos. Pero esa reducción es difícilmente asumible, ya que resulta
evidente que la actividad interpretativa está presente en todos los pasos del complejo
proceso de realización del Derecho.

Por tanto, la interpretación jurídica es una actividad que han de desarrollar


constantemente todos los sujetos que intervienen en el largo proceso de la realización del
Derecho (Interpreta, en primer lugar, el creador de las normas generales y abstractas en
cuanto que éstas surgen en aplicación de normas o principios de rango superior.
Interpreta el destinatario que cumple o incumple esas normas. Interpreta el funcionario o
agente que vigila y exige el cumplimiento. Interpreta el abogado cuando asesora a sus

28
clientes o cuando esgrime en juicio la fuerza de dichas normas y la relevancia jurídica que
ha de ser atribuida a los hechos sometidos a litigio. E interpreta también, obviamente, el
juez que pronuncia sentencia y el órgano administrativo que dicta resoluciones).

Asimismo, la necesidad de interpretación afecta, sin excepción alguna, a todos los


sectores o tipos de normas jurídicas.

La gran mayoría de las normas jurídicas, por ser generales y abstractas, se expresan en
forma muy genérica e indeterminada, con un alcance regulativo muy amplio y muy poco
preciso. En cambio, las relaciones sociales sobre las que se proyecta la eficacia directiva
de esas normas son siempre particulares y concretas. Será necesario, por tanto,
encontrar dentro de la norma general la correspondiente regla particular, será preciso
transformar los términos abstractos en preceptos concretos, es decir, será imprescindible
“traducir” o interpretar.

En consecuencia, ha de reconocerse que la necesidad de interpretación no afecta sólo a


las normas especialmente oscuras, imprecisas o difícilmente inteligibles. Cualquier texto
normativo, incluso el mejor formulado y el más claro, necesitará ser desentrañado en su
sentido, pues no existen nunca textos normativos lo suficientemente claros como para que
sea del todo innecesaria la interpretación.

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Tipos de interpretación jurídica
Las teorías sobre la interpretación jurídica, no sólo son muy numerosas, sino que
adoptan con frecuencia puntos de vista o propósitos marcados por las distintas
concepciones políticas.

1. Según su eficacia
Teniendo en cuenta que la interpretación jurídica consiste en la aclaración del
sentido o significado que corresponde a las respectivas normas, la eficacia de la
interpretación ha de cifrarse en el mayor o menor acierto con que descubre ese
significado.

Podría hablarse, pues, desde el punto de vista de la eficacia, de interpretaciones


correctas (o acertadas, o verdaderas) y de interpretación incorrectas (o desviadas,
o falsas). Y podría hablarse también de interpretaciones “reproductivas” y de
interpretaciones “productivas”.

Sin embargo, vamos a hablar de la “interpretación privada” y de la “interpretación


pública” como si fueran los dos tipos más representativos desde la perspectiva de
la eficacia.

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Interpretación privada

Es llevada a cabo por los mismos destinatarios de la regulación jurídica, que son
los que ponen en conexión los supuestos de hecho o fácticos en que se
encuentran inmersos con las normas jurídicas que los regulan.

Momentos donde puede aparecer la aplicación:

 De forma voluntaria el sujeto realiza la conducta establecida en la norma,


se trata del "cumplimiento" como realización del Derecho por el propio
obligado (ya sea sujeto privado o público).
 Tras haber incumplido el sujeto la norma, adaptación de la sanción
correspondiente impuesta por el órgano competente, se trata de la
"ejecución" o "aplicación" como realización o concreción del Derecho por el
órgano competente (diferente del sujeto).
 Los órganos que tienen competencia para dictar disposiciones jurídicas de
desarrollo (aplicación) de una ley o norma superior.

Interpretación pública

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Es interpretación pública la que realizan los sujetos jurídicos públicos, es decir, los
sujetos que actúan en los procesos de creación y aplicación de las normas como
órganos del Estado, estando, en consecuencia, investidos del poder de decir o
decidir en cada caso lo que es Derecho.

Por ejemplo, los legisladores, los órganos administrativos, los jueces, los
funcionarios públicos, Esta interpretación pública no constituye un bloque
unitario y monolítico, sino que refleja el principio de división de poderes, que
condiciona la existencia del Estado de Derecho.

Así, la doctrina suele distinguir entre la interpretación que corresponde a los


creadores de las normas generales, y la que realizan los órganos encargados de
aplicar esas normas a los casos singulares que se presentan en el normal
desarrollo de la vida jurídica.

Por tanto, el campo de la interpretación pública está formado por dos sectores:

1. El sector de la interpretación legislativa (o interpretación que realizan los


órganos legisladores en el desarrollo de los respectivos procesos de
creación de normas generales)
2. El sector de la interpretación jurisdiccional (o interpretación que llevan a
cabo los órganos encargados de aplicar esas normas generales a los
concretos casos de la vida real).

Es la manifestación básica de la aplicación por "ejecución" del órgano


jurisprudencial competente. Cuando el sujeto obligado no sabe, no quiere o no
puede dar cumplimiento a la norma, la aplicación del Derecho la ejercerán las
autoridades u órganos competentes.

32
2. Según su incidencia sobre la sistemática del
ordenamiento

Interpretación armonizada

Algunos autores hablan de “interpretación armonizadora” para designar a la


interpretación que se realiza cuando, en el proceso de aplicación del Derecho, los
jueces se encuentran con normas que, pudiendo (o debiendo) ser tomadas en
consideración para decidir el tratamiento del supuesto fáctico, establecen
regulaciones que entran en conflicto o contradicción.

En efecto, a pesar de la generalizada afirmación de la coherencia sistemática de


los ordenamientos jurídicos, es frecuente que dentro de los mismos coexistan
disposiciones cuya regulación se opone de forma más o menos directa y
completa.

Sin embargo, la ficción de la coherencia sistemática del ordenamiento sigue


estando plenamente operativa y, por consiguiente, también el deber general del
juez de resolver conforme a Derecho.

Si la incompatibilidad de la normas en conflicto es real, el juez no podrá aplicarlas


todas a la solución del caso, puesto que le conducirían a resultados
contradictorios. Tendrá que elegir, por tanto, aquella o aquellas normas que mejor
reflejen la regulación que ha previsto el ordenamiento para ese caso particular.

Para garantizar el éxito de la elección, ningún camino mejor que el trazado por el
propio ordenamiento cuando ha fijado expresamente el orden de las fuentes del
Derecho, cuando ha proclamado los valores y principios que lo informan o cuando
se ha mostrado receptivo a las aportaciones de la tradición jurídica en la que
entronca. Ese camino llevará al juez a la aplicación armonizadora de unas normas
que se presentan como incompatibles.

33
Así pues, ante una situación de concurrencia de normas jurídicas contradictorias,
la tarea de aplicación que ha de llevar a cabo el juez encontrará una gran ayuda
en esas “reglas de solución de las contradicciones”. Ahora bien, su elección no
podrá ser llevada a cabo sin una intensa labor de interpretación de todas y cada
una de esas normas.

Interpretación integradora

Cuando los jueces se encuentran con que el ordenamiento jurídico no contiene


ninguna norma general que haya previsto de forma específica el tratamiento
jurídico que ha de darse al caso litigioso sobre el que tienen que resolver, su
habitual labor de búsqueda de las normas que sirven de modelo y fundamento a
las resoluciones que dictan se torna especialmente complicada. Ante la obligación
general que el ordenamiento les impone de resolver conforme a Derecho, se ven
forzados a realizar una serie de operaciones inusuales que les permitan encontrar
alguna norma conforme a la que formular la solución jurídica que se espera de
ellos y se les exige.

Esas complejas operaciones dirigidas a superar las situaciones en que el


ordenamiento parece tener huecos o vacíos normativos constituyen lo que algunos
autores llaman “interpretación integradora”.

Para la aplicación de una norma jurídica es necesario interpretarla, esto es realizar


un acto valorativo contemplando el carácter histórico o circunstanciado de la
norma que se aplica, atendiendo a criterios de justicia y de adecuación al fin que
se persigue. Esto es integrar la norma en la situación real en la que debe de
aplicarse.

34
Las teorías convencionales sobre la interpretación de las
normas
La mejor manera de encontrar el “verdadero” sentido de las normas jurídicas es la
contraposición entre la interpretación subjetiva, orientada al descubrimiento del
sentido que le dio a la norma, en el momento de establecerla, el sujeto jurídico que
la creó, y la interpretación objetiva, orientada al descubrimiento del sentido que
esa norma tiene ya en sí misma, dentro del ordenamiento, en el momento de
aplicarla.

La teoría subjetiva

Los defensores de esta teoría dan por supuesto que el contenido de las normas
jurídicas sigue definiéndose siempre por el mandato originario que estableció en
ellas su autor al promulgarlas. Consecuentemente, propugnan la aplicación de la
siguiente regla o criterio interpretativo básico: el intérprete ha de colocarse en
cierta medida en la posición del legislador originario, asumiendo todas sus ideas y
proyectos e intentando saber cuáles fueron los propósitos concretos que el
legislador tuvo a la vista y cuál fue el espíritu que presidió la redacción de la ley. Y
ese será el contenido normativo que habrá que aplicarse, porque ese es también
el contenido propio y genuino de las normas.

Sin embargo, lo que sucede más bien es que el contenido del Derecho, por el
connatural carácter dinámico de éste, no queda nunca congelado dentro de los
límites que tenía cuando los preceptos jurídicos fueron creados. Junto al sentido
originario, y por encima de él, está el sentido actual de las normas.

Así pues, la teoría subjetiva ha ido perdiendo terreno dentro del campo doctrinal
de la interpretación jurídica a favor de la teoría objetiva.

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La teoría objetiva

Esta teoría considera que la interpretación jurídica ha de orientarse al


descubrimiento del sentido que tienen las propias normas en el momento de ser
aplicadas.

Es, pues, fruto de la apuesta por una interpretación dinámica en lugar de la


defensa de la interpretación estática.

La defensa de este método arranca de la creencia en que la ley, una vez


promulgada y en vigor, adquiere vida propia, va conformando su contenido
normativo en función de las circunstancias y necesidades sociales.

Consecuentemente, la interpretación objetiva obliga al intérprete a perseguir el


sentido o significado que radica en la propia ley en sus ideas y en las
consecuencias por ella implicadas, y no en la voluntad del legislador.

Conclusión
En este trabajo vimos como resultado de las investigaciones hechas que el derecho, se
divide en diferentes ramas, cada una le corresponde un tema diferente e importante.

Esta división del derecho resulta muy efectiva, porque así el derecho no se concentra en
un solo ámbito, sino que al ampliarse a diferentes sectores, hace que muchos temas
puedan ser tratados con sus propias reglas y procedimientos, para que así exista un
orden entre los asuntos, que nuestra sociedad trata día a día.

Cada rama ha ido evolucionando al paso del tiempo, se va perfeccionando, mejora, para
el bien común. Es muy importante que exista un orden, un equilibrio entre los diferentes
ámbitos, para que no haya un abuso del poder que atente al bien común e integridad de
los habitantes de un país. La existencia de normas que regulen estas conductas y
relaciones humanas hacen que la sociedad viva en un ambiente de orden, y "tranquilidad"
lo cual es muy importante para un Estado.

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La división del derecho es de vital importancia para efectos de su estudio pero no para su
aplicación porque todas las ramas del derecho se relacionan con otras ramas del derecho
por ejemplo el derecho comercial se relaciona con el derecho civil, incluso es necesario
precisar que una rama del derecho privado puede relacionarse con una rama del derecho
público (por ejemplo el derecho cartular o derecho cambiario se relaciona con el derecho
penal en el supuesto del delito de libramiento indebido), al igual que una rama del derecho
público puede relacionarse con ramas del derecho privado (por ejemplo el derecho
constitucional se relaciona con el derecho civil.

BIOGRAFIAS

(Julián Pérez Porto y Maria Merino, 2008. Definiciones, link https://definicion.de/derecho/)

(Kelsen Hans -Teoría pura del derecho - 4ª ed. Buenos Aires: Eudeba 2009) (Enrique
Cáceres Nieto – Que es el derecho – 1ª ed. Ciudad de México: UNAM 2000) (Fausto

Vallado Berron – Teoría General del derecho – 1ª ed. Ciudad de México: UNAM 1972)

(Biblioteca Jurídica Virtual – UNAM,

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/10/ 663/7.pdf)

Teoría del Derecho Carlos Muñoz


https://www.academia.edu/38362895/Teoria_del_derecho_Carlos_I_Munoz_Rocha

Introducción al Estudio del Derecho Ángel Latorre


https://www.academia.edu/37716780/Introducci%C3%B3n_al_Estudio_del_Derecho

Introducción al derecho Álvarez Ledesma Segunda edición

https://www.academia.edu/35997575/INTRODUCCION_AL_DERECHO_Segunda_edici
%C3%B3n

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