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SEMINARIO MAYOR ARQUIDIOCESANO


DE BUCARAMANGA

LIBRO VI
DE LAS SANCIONES EN LA IGLESIA

JULIO ROBERTO MONTAÑEZ RINCON Pbro.


LEIVI LEONARDO GUTIERREZ MOTTA Pbro

TEXTO DE ESTUDIO PARA USO DE LOS SEMINARISTAS


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CONTENIDO

INTRODUCCIÓN

I. BREVE INTRODUCCIÓN AL DERECHO PENAL DE LA IGLESIA


ORIGEN
TEORÍA GENERAL DE LA PENA
FUNDAMENTO TEOLÓGICO DEL DERECHO PENAL
NATURALEZA
FINALIDAD

II. ELEMENTOS FUNDAMENTALES DEL DERECHO PENAL CANÓNICO


EL DELITO
LA IMPUTABILIDAD
Dolo
Culpa
CIRCUNSTANCIAS EXIMENTES DEL DELITO
CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES
CIRCUNSTANCIAS IRRELEVANTES (Can 1325)
CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES (CAN 1326)
EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD

III.CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL DERECHO PENAL

IV. DESARROLLO ACTUAL DEL DERECHO PENAL ECLESIAL

V. MOTOU PROPIO SACRAMENTORUM SANCTITATIS TUTELAM


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INTRODUCCION

La organización de las relaciones sociales exige que se establezcan ciertas normas


para un adecuado desarrollo de la vida comunitaria. La Iglesia, tal como nos lo
recuerda el Concilio Vaticano II, es el Pueblo de Dios, y como tal, es una sociedad
conformada por personas en las que se establecen diversas relaciones y funciones
que han de protegerse a través de las leyes que permitan sancionar aquellos
comportamientos que puedan perjudicar el bien de la Iglesia y el de los propios
fieles.

Por tal motivo existe en la Iglesia un Derecho Penal que tiene como finalidad
advertir y evitar ciertas conductas que desdicen del ser y de la misión de la familia
de dios; además busca asegurar la santidad de la Iglesia y defenderse a sí misma
contra el comportamiento delictivo y criminal que algunos de sus fieles puedan
desarrollar en detrimento de su propia identidad.

No obstante, cualquier ordenamiento jurídico quedaría incompleto si le faltase el


elemento penal, que señala, advierte y castiga aquellas conductas que transgreden
las leyes. El ordenamiento jurídico de la Iglesia, exige, por su misma naturaleza,
unas herramientas legales que permitan reparar el escándalo, castigar el delito y
buscar, ante todo, la enmienda del pecador, por lo que sin un cuerpo penal, la
Iglesia carecería de las herramientas adecuadas para la realización de su misión
salvífica. Es por tal motivo que el derecho señala como fin último del Derecho
Canónico la “salus animarum”.

En el presente texto de estudio, desplegaremos los elementos esenciales y generales


que se requieren para comprender el sentido del Derecho Penal en la Iglesia, sus
principales elementos y conceptos, emanados del Libro VI del CIC, lo mismo que
las últimas disposiciones de la autoridad competente, adaptándolos a la necesidad
académica, espiritual y pastoral de los seminaristas aspirantes al ejercicio del
ministerio sacerdotal, para evitar un acercamiento descontextualizado de los
principios normativos que puedan llevar al estudiante a tener una idea deformada
de tan importantes normas eclesiásticas.

LEIVI LEONARDO GUTIERREZ MOTTA Pbro.


Lic. Filosofía Universidad Santo Tomás
Lic. Teología Universidad San Buenaventura
Lic. Derecho Canónico Universidad Pontificia Javeriana
Magister Derecho Canónico Universidad Pontifica Javeriana
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I. BREVE INTRODUCCIÓN AL DERECHO PENAL DE LA IGLESIA

Dentro del amplio mundo del derecho, se conoce el nombre de derecho penal a la
rama del derecho que estudia los delitos y las penas. Es sabido que en la Iglesia existe
un derecho penal. Lo cual parece que sea contradictorio con el espíritu de caridad y
comprensión que debe caracterizar a la sociedad eclesiástica. Parece, por lo tanto,
legítimo preguntarse por el sentido del derecho penal en la Iglesia, y más aún, la
razón por la que la Iglesia tiene la potestad de imponer penas, que pueden llegar
nada menos que a la expulsión de su seno del delincuente, pues básicamente en eso
consiste la pena de excomunión en el derecho canónico.

ORIGEN
Se puede decir que desde los tiempos apostólicos la Iglesia ha ejercido potestad
penal: así vemos en Hechos 8, 20, que Pedro expulsa de la Iglesia a Simón el Mago,
porque había intentado comprar la potestad de comunicar el Espíritu Santo,
inaugurando por así decirlo el delito de simonía, que por él lleva este nombre. San
Pablo indicó a los corintios que expulsaran de su Iglesia local al incestuoso (cfr. 1 Cor
5, 5 y 5, 13); afortunadamente el delincuente se enmendó y volvió a la Iglesia (cfr. 2
Cor 2, 7-8). También excomulgó a Himeneo y Alejandro "para que aprendan a no
blasfemar" (cfr. 1 Tim 1, 20). Pero ni San Pedro ni San Pablo actuaban por propia
iniciativa: el Señor dio indicaciones a los Apóstoles sobre el modo de expulsar de la
Iglesia (cfr. Mt, 18, 15-17). De modo que no se puede alegar que el derecho penal, o la
pena de excomunión, sea una innovación de la Iglesia Católica en épocas modernas.

TEORIA GENERAL DE LA PENA


El Poder Coactivo es uno de los elementos constitutivos del poder público, necesario
a toda autoridad social perfecta, competente por su naturaleza para conseguir en
modo adecuado, el propio fin jurídico social. En el gobierno de cualquier sociedad
humana es aceptado universalmente el ejercicio de la potestad coactiva. Ningún
derecho puede ser verdaderamente tal, sino se puede imponer con la fuerza, al
menos como principio.
Así encontramos varias teorías en las que se fundamenta el poder punitivo de la
autoridad:

1. Teoría de la justicia absoluta (Platón y Pitagóricos). Según esta teoría, la


justicia exige que cada uno sea castigado o premiado según las propias
acciones; el delito es castigado con una pena; la pena debe ser proporcional al
delito, sea por la gravedad o por la duración. Según esta teoría, la pena es una
exigencia inevitable y necesaria del delito, considerado como negación del
orden metafísico trascendente. Se sostiene la penalización, no del delincuente,
sino del delito y con esto se pretende restaurar la norma jurídica violada.
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2. Teoría de la necesidad ética. (Kant) Este filósofo afirma que la pena es un


imperativo categórico fundada en la necesidad ética. Para él, la norma jurídica
tiene que ver exclusivamente con el orden interno y externo. La obligatoriedad
de la norma jurídica deriva de la imposición de la autoridad pública, la cual
tiene también poder coercitivo; la obligatoriedad de la norma ética es impuesta
por el imperativo categórico, que exige a la persona actuar en modo tal que su
libertad personal pueda coexistir con la de los otros. Así el imperativo
categórico es lo mismo que la necesidad ética, la cual ordena castigar al
delincuente y no castigar al justo.

3. Teoría de la necesidad estética. (Leibniz) en línea con su sistema filosófico de


la armonía pre constituida del universo compuesta por monadas, afirma que el
delito turba esta armonía y la pena reconstituye el orden o la armonía turbada.
El niega en el hombre la existencia del libre arbitrio.

(J.F. Herbart) busca unir el elemento del orden del universo con el elemento
ético. Para él el delito turba el equilibrio del universo, mientras la pena
recompone tal equilibrio.

4. Teoría de la necesidad dialéctica. (Hegel) de acuerdo con su sistema filosófico


de tesis – antítesis – síntesis inserta también la cuestión del derecho penal del
siguiente modo:
Tesis: el delito es una negación de la ley
Antítesis: la pena es una contra el reo;
Síntesis: la intervención punitiva del estado elimina tal contradicción.
Para Hegel el derecho reside solamente en el estado.

5. Teoría de la necesidad de la retribución jurídica, (E. Pessina). El fundamento


de la pena es buscado en el concepto mismo de justicia. La norma violada es
reafirmada solamente cuando el reo es reconducido a la vía de la justicia. Su
enmienda es sólo el medio para reparar la violación de la ley operada por él.
Como finalidad relativa, y por consiguiente secundaria, la pena se propone
también:
- La enmienda del delincuente
- La prevención de ulteriores delitos
- La reparación pública.

6. Teoría de la utilidad, el fundamento del derecho penal no es la justicia, sino un


bien que la sociedad intenta proteger mediante la imposición de las penas,
para separar a los hombres de la posibilidad de hacer el mal. Esta teoría se sub
divide en otras, según la diversidad del bien que la sociedad pretende
alcanzar:
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- Teoría de la unidad individual: El fundamente del derecho penal es la


enmienda del delincuente, porque la sociedad está ordenada al individuo.
Esta teoría fue sostenida por la escuela correccionista alemana y la
humanista italiana.
- Teoría de la necesidad social: Las penas son necesarias y útiles a la
sociedad para apartar a los hombres de la posibilidad de hacer el mal. Ellas
varían según las exigencias de los lugares, del tiempo o de otras
circunstancias, con el propósito de obtener este fin fundamental. La pena
en tales casos tiene su fundamento según Rousseau, en un contrato social;
según otros en la misma naturaleza de las cosas.
- Teoría de la unidad como defensa social: La defensa de la sociedad exige
que a la inclinación del delincuente hacia el mal se ponga remedio con una
contra respuesta, que es la pena. Por consiguiente, la pena es un medio
preventivo respecto de la persona inclinada al mal, la cual es un simple
enfermo, privado del libre arbitrio y por consiguiente, de responsabilidad.
Como consecuencia, quienes sostienen esta teoría (Romagnosi y la escuela
positivista) afirman que los jueces deben ser sustituidos por médicos y las
cárceles con hospitales.

Es de anotar lo que es afirmado por Tomás García Barberena: “el legislador no da


normas para que sean justas, sino que da normas justas para afirmar, favorecer y
tutelar el orden de los actos sociales humanos. La sociedad castiga, no porque la pena
es justa, sino que impone penas justas porque esto es necesario para poder sostener y
tutelar el orden jurídico externo”. Por consiguiente, propiamente hablando el
fundamento y el fin de la pena, más que la justicia, está visto en el alcanzar y tutelar
el orden jurídico, como es también el fin del derecho en general.

FUNDAMENTO TEOLOGICO DEL DERECHO PENAL


Hay quien hubiera querido que en el libro VI del código hubiese sido indicado el
sentido teológico del delito y de la pena, es decir en qué sentido es necesaria en la
Iglesia, de modo que el fiel la pudiera aceptar, no sólo por motivos espirituales y
ascéticos, sino también por una razón sicológica, en cuanto se habría podido entender
mejor que la pena es impuesta, no para degradar la dignidad humana ni mucho
menos sólo como venganza o expiación, sino justamente para realizar el misterio de la
salvación y para salvaguardar la comunión eclesial. Evidentemente hacer esto no es
tarea de un código legal. Se debe deducir de la doctrina. Y la doctrina puede llevar,
desde luego, a hacer sentir al reo la exigencia de la pena, haciéndolo reflexionar sobre
la gravedad del delito que pone un obstáculo a la vitalidad del Cuerpo Místico de
Cristo.

Todas estas consideraciones nos llevan a afirmar que los principios fundamentales
del derecho penal de la Iglesia deben ser buscados sobre todo en la revelación y sólo
instrumentalmente en la filosofía. Por eso ni siquiera el concepto de delito y de pena
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pueden ser identificados con los del derecho civil. El orden público de la Iglesia tiene
que ver con las relaciones entre los fieles y el Cuerpo Místico de Cristo, el pueblo de
Dios, que tiene una finalidad y una función espiritual, aunque trate de cosas
materiales el delito lesiona el orden espiritual manifestado por el legislador en el
ordenamiento socio jurídico.

Por consiguiente ni siquiera la restauración de este orden violado puede consistir en


el hecho puramente externo, sino que exige también un cambio interior, una
conversión. Si el fin de la Iglesia es la gloria de Dios, que se realiza en la perfecta
caridad hacia Dios y de los fieles entre ellos, la restauración del orden lesionado se
realiza en la reincorporación de la caridad vulnerada. La pena eclesiástica está
ordenada a esto y por consiguiente, a la conversión del delincuente. Por otro lado,
para que la conversión sea verdadera, debe ser eficaz. El delincuente debe poner en
acción todos aquellos elementos necesarios para poner remedio inmediato al delito
cometido.

En este sentido podemos decir que en la Iglesia la pena es siempre medicinal por
naturaleza y restauradora del orden, de modo tal que no se pueda dar restauración
del orden lesionado, sin que el delincuente se haya corregido de su actuación errónea,
y no haya corrección de conducta, sin que al mismo tiempo, se de una restauración
del orden lesionado.

NATURALEZA
El Derecho penal constituye uno de los medios de control social existentes en las
sociedades actuales, con un carácter de control jurídico altamente formalizado. Como
todo medio de control social, éste tiende a evitar determinados comportamientos
sociales que se reputan indeseables, acudiendo para ello a la amenaza de la
imposición de distintas sanciones para el caso de que dichas conductas se realicen;
pero el Derecho penal se caracteriza por prever las sanciones más graves (penas y
medidas de seguridad) como forma de evitar los comportamientos que juzga
especialmente peligrosos, los delitos.

Tales normas, que constituyen el Derecho penal, deben determinar con la mayor
precisión posible qué conductas pueden considerarse constitutivas de delito y que
penas pueden sufrir quienes las realicen. Esto es lo que se conoce bajo la expresión de
"principio de legalidad", y en ello consiste el carácter eminentemente formalizado
que distingue al Derecho penal de otras formas de control social.
Respecto del derecho penal canónico podemos decir que, además de ser un medio de
control social, es también, uno de los instrumentos con los que cuenta la Iglesia para
realizar su fin último, la salus animarum.
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FINALIDAD
La Iglesia, como reza el canon 1311 del código vigente, tiene derecho originario y
propio a castigar con sanciones penales a los fieles que comenten algún delito. Este
derecho que en su enunciado es similar al de la justificación del derecho penal de
cualquier estado laico, reviste, sin embargo, desde la perspectiva del ser y el quehacer
de la Iglesia, algunas características particulares que lo diferencian del ordenamiento
penal de cualquier otra sociedad. En efecto, la finalidad del derecho penal de la
Iglesia, más allá de la defensa y salvaguarda del bien común, mediante la constricción
de sus miembros al cumplimento de la ley, busca la tutela de la santidad y de la
pureza de su vida y misión, la defensa de su identidad, la cual se vería afectada si ella
no tuviera control sobre los comportamientos y acciones de sus miembros.

Por eso mismo, más que el castigo del fiel que quebranta las normas o preceptos, la
Iglesia, mediante el derecho penal, se defiende a sí misma de lo que pueda, por la
acción criminal de sus miembros, desfigurar su imagen o desvirtuar su misión.

La imposición de penas o sanciones no está orientada a forzar al fiel a mantener un


comportamiento acorde a la ley, sino a conseguir del mismo una conversión
voluntaria de sus faltas que le permita reinsertarse en la comunidad y disfrutar de
todos sus beneficios. Dicha conversión auténticamente conseguida, satisface en sí
misma la finalidad tanto de las penas medicinales, como de las expiatorias, haciendo
que la reparación del escándalo, el restablecimiento de la justicia y la enmienda del
reo (cf. can. 1341), no sean más que la expresión del fin último del derecho de la
Iglesia, la salus animarum.

II. ELEMENTOS FUNDAMENTALES DEL DERECHO PENAL CANÓNICO

EL DELITO
Según lo dispuesto en el parágrafo uno del canon 1321, el delito es la violación
externa de una ley o precepto. Aunque el texto no haga referencia de modo directo a
la necesidad de violación de una ley o precepto penal, como si lo hacía la legislación
anterior (cf. can. 2195), no por esto podemos afirmar que el delito es la violación de
cualquier ley o precepto; la primera parte del parágrafo hace referencia al castigo
como consecuencia de la violación de la ley o precepto, referencia que nos permite
deducir que se está hablando de la ley o el precepto penal y no de otro tipo de normas
puesto que las únicas leyes por las que se prevé un castigo o pena son las leyes
penales. Si queremos ser aún más precisos en la definición del delito desde el punto
de vista canónico, podemos afirmar, en conformidad con los dispuesto en el canon
1321 y lo que de él se puede deducir, que delito es la violación externa de una ley o
precepto penal gravemente imputable por dolo o culpa.
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Elementos constitutivos del delito


Del mismo parágrafo uno del canon 1321 pueden deducirle los elementos
constitutivos del delito, es decir, aquellos elementos sin los cuales no puede
catalogarse como delictiva la conducta del sujeto, veamos cuáles son:

 El elemento objetivo: Solo puede hablarse de delito cuando la violación de la


ley o precepto penal se registra en el mundo exterior, cuando puede
comprobarse en el mundo físico un nexo de causalidad entre una acción que
coincide con el tipo penal establecido por la norma y un sujeto; el elemento
objetivo del delito es entonces, la violación externa de la ley o precepto penal.
Por violación pude entenderse no solo el hacer cuanto la norma prohíbe, sino
también, el omitir cuanto la norma manda que debe hacerse. Las acciones
meramente internas, son irrelevantes desde el punto de vista penal.

 El elemento subjetivo: Solo la violación externa de la norma penal,


gravemente imputable por dolo o culpa puede ser considerada delito,
canónicamente hablando. La imputabilidad penal canónica exige la
constatación de un nexo estrecho entre la dimensión jurídica y la dimensión
moral; no existe delito si no se da una conducta de la que el sujeto resulte
gravemente culpable en el plano moral. Debe tratarse, en otras palabras, de un
acto realizado por el sujeto con deliberación y voluntariedad, un acto
auténticamente humano del cual él pueda ser considerado dueño, debiendo
responder por este y sus efectos, no solo ante la comunidad eclesial, sino
también ante Dios, puesto que no se trata solo de un delito, sino también de un
pecado grave. El elemento subjetivo del delito está apoyado en el principio
jurídico nulla poena sine culpa, no hay pena sin culpa.

 El elemento legal: No cualquier violación de una norma permite la


configuración del delito, solo la de aquellas a las que ha sido aneja una pena
canónica, es decir, sola la violación de una norma penal constituye delito. Es
necesario, en consecuencia, para que pueda ser imputado un delito a un sujeto,
que exista con anterioridad una norma que tipifique como delictiva la
conducta en la cual este ha incurrido, por ser no solo una conducta prohibida
por la ley, sino, además, gravemente lesiva del orden social y por lo tanto
gravada con una sanción o pena canónica. Este elemento constitutivo del delito
se apoya en el principio de legalidad – nulla poena sine lege poenale previa –
según el cual, nadie debe ser castigado sino en base a criterios objetivos,
previamente establecidos, que garanticen la recta aplicación de la justicia y
eviten cualquier arbitrariedad contra la persona del presunto delincuente, en el
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derecho canónico, este principio hace parte de los derechos fundamentales del
fiel cristiano (cf. can. 221 § 3).

LA IMPUTABILIDAD
Conviene detenernos en uno de los conceptos fundamentales del derecho penal
canónico, la imputabilidad; concepto que nos permite responder a la pregunta de a
quién y bajo qué circunstancias le pueden ser aplicadas las sanciones o penas
previstas por la norma penal, es decir, quién es el sujeto pasivo de las sanciones
penales, a quién, en últimas, se le puede imputar, canónicamente, un acto delictivo.

El canon 1321 en sus tres parágrafos nos presenta los fundamentos para responder a
las preguntas sobre quién es capaz de cometer delitos según el ordenamiento jurídico
de la Iglesia. Una vez puesta la violación externa de la ley o el precepto penal, qué
elementos deben ser considerados antes de la aplicación de la pena, en otras palabras,
qué implica pasar de la imputabilidad como propiedad del acto a la imputación penal
propiamente dicha, qué recorrido hay que hacer entre la constatación en el mundo
físico de una violación grave de la ley o el precepto penal y la individuación y
punición del sujeto que la perpetró.

Sentido y significado del término imputabilidad

En sentido general la imputabilidad es considerada como la propiedad del acto en


virtud de la cual, a través del reconocimiento de un nexo de causalidad, este es
atribuido a un sujeto como su autor.

Una vez verificada la imputabilidad tiene lugar la imputación, que es el juicio


práctico y concreto por el cual, además de la verificación del nexo causal entre un
acto, sus efectos y un agente, se verifica la existencia de todos los requisitos necesarios
para adscribir dicho acto a un individuo cierto y determinado como suyo, es decir,
como un acto del que se puede asegurar que él fue dueño. Como juicio práctico que
es, la imputación supone todos los elementos necesario para los juicios prácticos:
 Conocimiento
 Intención
 Deliberación
 Elección
 Ejecución

Los niveles de la imputabilidad


La imputabilidad puede darse en cuatro niveles conectados entre sí, para que exista
una, debe darse necesariamente la anterior:

 Imputabilidad física, que resulta del nexo de causalidad entre el autor material
de un hecho reprobable y los efectos que este produce.
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 Imputabilidad psicológica, es el resultado de la verificación de que el acto


delictuoso fue un verdadero acto humano del supuesto delincuente, es decir,
un acto en el que la inteligencia y la voluntad dieron paso a la acción
libremente elegida, un acto en el que el sujeto hizo uso pleno del libre albedrío,
un acto del que el sujeto fue dueño.

 Imputabilidad moral, se da cuando, además de haberse tratado de un acto


humano, la acción es gravemente imputable por dolo o culpa, es decir el sujeto
realiza el acto con la conciencia e intención de violar la ley moral, sabe que es
un acto malo y sin embargo decide llevarlo a cabo, u omitió la debida
diligencia, lo cual da como resultado el acto moralmente reprobable por el cual
el sujeto debe responder ante Dios. No existe – canónicamente hablando –
delito que no sea al mismo tiempo pecado; pueden existir pecados que no sean
delito. La diferencia básica entre uno y otro tipo de imputabilidad radica
fundamentalmente en el fuero ante el cual deba comparecer el sujeto para dar
responder por su acción, mientras que en la imputabilidad moral deberá
responder ante Dios por un acto considerado pecado, en la imputabilidad
penal, deberá responder, además, ante la Iglesia por un acto considerado
delito.

 Imputabilidad jurídica o penal, es el resultado de la comprobación de los


anteriores niveles de imputabilidad, es decir, la consecuencia jurídica de la
efectiva comisión del delito. El sujeto violó la ley penal libre y
conscientemente, y debe responder por su acción ante el ordenamiento jurídico
al que está sujeto. La comprobación de este nivel da paso a la imputación del
delito.

Las fuentes de la imputabilidad


Dos son las obligaciones que respecto de la ley penal tienen los que están sujetos a
ella, por un lado, la obligación de respetarla, evitando cualquier conducta que de
modo consciente y libre la trasgreda y, por otro lado, la obligación de prestar la
debida diligencia en el conocimiento y cumplimiento de la norma, de tal modo que la
conducta personal no sea por la ignorancia, el error o la inadvertencia, causa indirecta
de lesión del bien común. Des estas dos obligaciones se deducen las fuentes de la
imputabilidad penal: el dolo y la culpa, categorías que al poner de manifiesto el
grado de intensidad con que el intelecto y la voluntad pueden influir en el
comportamiento del sujeto, evidencian al mismo tiempo el grado de responsabilidad
de este respecto del acto y sus efectos, categorías que por lo tanto, deberán ser
verificadas cada vez que se quiera juzgar penalmente la conducta de un individuo.
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a) EL DOLO
Aunque, por principio general el código canónico evita dar definiciones, podemos,
sin embargo, a partir del contenido del canon 1321 § 2, deducir lo que el Legislador
considera como dolo en el contexto del derecho penal, distinto de la acepción del
término en otros contextos como el del derecho administrativo (cf. can. 125 § 2), o el
matrimonial (cf. can. 1098) en los que significa básicamente, el engaño deliberado y
fraudulento por el que se induce a una persona a realizar determinado acto jurídico.
El dolo penal, en cambio, es la violación deliberada de una ley o precepto. Como
actuación deliberada, en este tipo de dolo están implicadas de forma directa la
inteligencia y la voluntad del sujeto.

La inteligencia, en cuanto a la necesidad del conocimiento de la existencia de la ley o


precepto penal; quien actúa debe conocer, al menos de modo general, la existencia de
la norma; al respecto el código establece que quién sin culpa ignora que está
infringiendo una ley o precepto no queda sujeto a ninguna pena (cf. can. 1323 2º).

No basta, sin embargo, desde la perspectiva del conocimiento, saber que la acción es
prohibida por una norma, es necesario, además, saber que la ejecución de dicha
acción prohibida es castigada con una pena. El código indica que quien, sin culpa,
desconoce que la norma lleva aneja una pena, no queda sujeto a las penas late
sentensiae y se le debe atenuar la pena prevista por la norma (cf. can. 1324 § 1, 9º y §
3).

La voluntad, por su parte, está implicada en la decisión libre de violar la ley o


precepto previamente conocidos y la previsión de los efectos que tal violación
implica. Para la configuración del dolo por parte de la voluntad, no es necesaria la
intención directa de violar la ley, es decir, no se requiere que el sujeto desprecie de
modo directo la ley, basta que quiera la conducta prohibida por ella y los efectos que
tal conducta produce.

b) LA CULPA
Es la omisión de la debida diligencia que puede ser causada por ignorancia,
imprudencia, impericia o inobservancia de las leyes o preceptos. La culpa supone que
aunque la violación de la ley y los efectos lesivos que de ella se derivan no son
buscados por el sujeto, son, sin embargo, previsibles y evitables haciendo uso de la
debida diligencia.

Grados de la culpa penal:


1. Culpa levísima
Se da cuando a pesar de haber usado la debida diligencia, tal y como sería
usada por personas prudentes en circunstancias similares, de la acción se
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desprenden efectos lesivos que solo podrían haber sido previstos o evitados
por una persona “muy diligente”.
2. Culpa leve
Es el grado de culpa que resulta del uso de la diligencia común en
circunstancias en las que se requería la debida diligencia, es decir, aquella que
sería usada en situaciones similares por una persona prudente y que hubiera
permitido prever o evitar los efectos lesivos de la acción. Este tipo de culpa es
la culpa jurídica propiamente dicha porque se configura por la omisión de la
debida diligencia que es posible exigir al común de las personas en
circunstancias similares a las que se están juzgando.
3. Culpa lata
Es el resultado de la omisión de la diligencia común, que permitiría a cualquier
persona en uso normal de sus facultades prever y evitar los efectos lesivos de
su acción. La omisión de la diligencia común es también llamada negligencia
grave o negligencia culpable. Este tipo de culpa es considerado en la
penalistica canónica el más próximo al dolo, ya que omitir el uso de la
diligencia común, es equiparable al haber previsto los efectos lesivos de la
acción y no haberlos evitado. Por su cráter de gravedad, este tipo de culpa no
exime de la pena, antes bien, en algunas situaciones puede convertirse en
circunstancia agravante.

CIRCUNSTANCIAS EXIMENTES DEL DELITO

Son circunstancias que afectan seriamente la capacidad del sujeto para comprender,
valorar o determinarse espontáneamente a cumplir la norma, es decir, afectan la
imputabilidad. Su concurrencia exime de la grave imputación del delito por dolo o
culpa. Por lo cual el agente no queda sujeto a ninguna pena puesto que falta uno de
los elementos constitutivos del delito, el elemento subjetivo, que, ateniéndonos a la
norma, se da cuando la violación de la ley es gravemente imputable por dolo o culpa
(cf. can. 1323 § 1).

Las circunstancias eximentes son:


 Minoría de edad penal
 La ignorancia inculpable de la infracción de la ley o precepto
 La violencia o el caso fortuito imprevisto o inevitable
 Miedo grave, estado de necesidad o grave incomodo
 La legítima defensa
 Carencia actual de uso de razón
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 Juicio inculpable de actuar cobijado por una de las circunstancias


descritas en los numerales 4º o 5º del canon 1323.

 Minoría de edad penal


El fundamento último de la responsabilidad moral y jurídica del individuo es el uso
de razón (cf. can. 11), sin este atributo psicológico nadie es considerado dueño de sus
actos (cf. can. 99).
Si bien es cierto, que el código reconoce que cumplidos los siete años la persona
adquiere el uso de razón (cf. can. 97 § 2), no por esto podemos decir que sea
plenamente responsable de sus actos. No basta el uso de razón para ser considerado
moral y jurídicamente responsable de los actos cometidos; hace falta además, la
capacidad crítico-valorativa “suficiente” para sopesar, objetivamente, la gravedad de
los actos y sus consecuencias.
La capacidad crítico-valorativa de la que gozan las personas entre los siete y los
dieciséis años ha sido considerada por el Legislador penalmente insuficiente. Antes
de los dieciséis años cumplidos, explican los comentadores, el Legislador ha juzgado
que la persona no cuenta con la capacidad critico-valorativa suficiente para que le
puedan ser imputados los delitos cometidos. Por lo tanto, quienes en esta franja de
edad cometieren algún acto delictivo, son eximidos de su responsabilidad y, en
consecuencia, no quedan sujetos a ninguna pena (cf. can. 1323, 1º).

 La ignorancia inculpable de la infracción de la ley o precepto


Esta circunstancia eximente se da cuando el sujeto desconoce, inculpablemente, que
su conducta viola una ley o precepto, es decir, no es consciente de estar realizando
una acción prohibida por la norma. Falla, en este caso, el elemento intelectivo del
sujeto que desconoce la ley o el precepto y por lo tanto, no procede dolosamente en la
infracción de los mismos.
La voluntad no puede querer nada que no haya sido antes conocido por el intelecto.
El bien captado por el intelecto y presentado a la voluntad como apetecible genera la
volición, el deseo de la voluntad de poseer el bien presentado por la razón práctica.
Sin el concurso del intelecto, sin el conocimiento previo del bien, la voluntad no se
mueve.
Para que pueda ser aplicada esta circunstancia se requiere que la ignorancia sea
inculpable, es decir, que el sujeto no sea responsable de la falta de conocimiento de la
norma.

 La violencia o el caso fortuito imprevisto o inevitable


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La violencia, se da cuando a pesar de verificarse externamente el nexo de causalidad


entre el acto, sus efectos y el sujeto, se puede observar, sin embargo, que la verdadera
causa de la acción u omisión lesiva no fue la voluntad deliberada del sujeto, sino la de
quien ejerciendo violencia sobre su persona genera en ella un efecto irresistible que
anula su voluntad, impidiendo que la acción u omisión realizada pueda catalogarse
como un verdadero acto humano.
Esta circunstancia está afianzada en el principio general establecido en el canon 125 §
1 que declara la inexistencia de los actos jurídicos realizados bajo el efecto de la fuerza
irresistible infligida sobre una persona para obligarla a actuar de un modo
determinado.

 Caso Fortuito
El caso fortuito no previsible o inevitable, se da cuando de una acción u omisión del
sujeto surge un efecto de ninguna manera previsto o buscado por él, un efecto sobre
el cual el sujeto no ha hecho ninguna deliberación, porque no correspondía a la
intención de su acción.

 Miedo grave
El miedo Grave es la violencia que bajo la forma de amenaza de un daño inminente,
presente o futuro se ejerce sobre el ánimo de una persona con el fin de obligarla a
omitir o realizar una acción determinada contra su voluntad.
Es grave cuando se da de modo suficiente para doblegar el ánimo de una persona
normalmente prudente y fuerte. La gravedad del miedo puede medirse:
1. Considerando la gravedad de la amenaza infligida al sujeto, como puede ser,
por ejemplo, la amenaza de muerte contra él mismo o contra alguno de sus
seres queridos, la difamación, el secuestro, etc..
2. También el carácter ineludible de la acción u omisión que se pretende
conseguir del sujeto es un criterio de medida de la gravedad del miedo
infundido, o realiza la acción pretendida o sufre el daño que comporta la
amenaza infligida.
3. Para que el miedo pueda ser considerado grave, es necesario, además, que la
amenaza sea extrínseca, es decir, ejercida por un agente externo.
El miedo grave influye especialmente sobre la capacidad deliberativa del sujeto que
es alterada por la gravedad de las consecuencias de la amenaza perpetrada, haciendo
que su voluntad sea, de alguna manera, reemplazada por la de quien ejerce la
amenaza. La libertad del sujeto, si bien no es eliminada, sufre una considerable
reducción, haciendo que el acto delictuoso no le pueda ser imputado.
19

 Estado de necesidad o grave incomodo


El estado de necesidad se da cuando por alguna situación el sujeto se encuentra ante
el apremio de violar la ley para evitar un daño grave e inminente sobre él o sobre
otros. Se trata de un miedo producido, no por una persona, sino por un hecho.
Para que se configure el estado de necesidad es necesario que se cumplan las
siguientes condiciones:
1. Que el peligro no haya sido causado por la misma persona;
2. El peligro debe ser inminente y la única posibilidad de evitarlo debe ser la
violación de la ley;
3. El mal temido por la observancia de la ley debe ser grave y recaer sobre la
persona que viola la ley, sobre sus familiares, afines o sobre quienes han sido
puestos bajo su protección. Deben estar involucrados bienes significativos
como la vida, la integridad física, la libertad o el honor;
4. Debe haber proporcionalidad entre el acto de violación de la ley y el peligro
que causaría su observancia;
5. Debe tratarse de un peligro que de alguna manera la persona no esté
obligada a afrontar dentro del ejercicio de su función o ministerio.

 La legítima defensa
Se da en la reacción violenta que tiene como finalidad defenderse o defender los
derechos propios o de otros de una agresión física injusta e inesperada o de un
peligro grave e inminente que atente especialmente contra la vida, la integridad física,
la libertad, el honor o cualquier otro bien relacionado con la persona.

Para que pueda hablarse de legítima defensa el canon establece dos condiciones:
1. Que sea una agresión injusta, es decir, que el ataque del agresor atente
contra un bien protegido por la ley, lo cual implica: Que el comportamiento del
agresor sea antijurídico y que el agredido goce legalmente del derecho de
oponerse al agresor. Si el bien que se pretende defender no está protegido por
la ley o la agresión obedece a una acción para contrarrestar un comportamiento
antijurídico del agredido, no se configura la circunstancia de la legítima
defensa.
2. La reacción violenta debe ser proporcional a la agresión en la acción y en los
medios utilizados para la defensa; debe ser, según el canon, moderada, no
debe superar la violencia de la agresión o la gravedad del peligro.
20

 Carencia actual de uso de razón


Aunque el código no habla de carencia “actual” de uso de razón, se comprende del
hecho de ubicarla dentro de las circunstancias, que se trata de una situación que tiene
lugar en el momento de la comisión del acto delictivo. Se trata de una persona
canónicamente considerada capaz de delito, pero que, por alguna causa exógena
(droga, alcohol, hipnosis), realizó el acto delictivo bajo el efecto de la carencia de uso
de razón, sin ser consciente del acto y sus efectos lesivos.

La no imputación del delito en esta circunstancia está fundamentada en la alteración


del momento intelectivo del acto humano. El sujeto adolece, por la carencia de uso de
razón, de la facultad de comprender y hacer una representación adecuada de la
realidad.

 Juicio inculpable de actuar cobijado por una de las circunstancias descritas


en los numerales 4º o 5º del canon 1323.
Tiene lugar cuando el sujeto realiza el acto delictivo juzgando erróneamente que se
encuentra bajo el efecto del temor, la necesidad, el grave incómodo o la legítima
defensa. La representación equivocada de las anteriores circunstancias hace que el
sujeto de buena fe realice el acto delictivo, convencido de estar moralmente
autorizado por alguna de ellas que, aunque efectivamente no concurrieron, en la
valoración de la imputación del acto delictivo se consideran existentes, puesto que
fueron las que movieron a actuar al sujeto. El error de representación de las citadas
circunstancias hace que la acción de la persona no sea dolosa y, por lo tanto, tampoco
gravemente imputable.

Estas circunstancias tienen en común que se trata de circunstancias en las que si bien,
el sujeto cuenta con las condiciones intelectivas y volitivas para conocer, valorar y
determinarse a cumplir la norma penal, la concurrencia de alguna de ellas hace que
este se vea en la obligación de elegir entre cumplir la norma penal o proteger su
integridad física y moral o la de sus seres queridos; entran en conflicto el deber de
cumplir la norma y el deber de proteger la integridad personal o la de otros.

¿Por qué estas circunstancias eximen de la imputación del delito?


Porque se considera que aunque bajo su efecto la libertad no es totalmente eclipsada,
se disminuye notablemente, haciendo que el sujeto no sea plenamente dueño de sus
actos.
21

LAS CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES

Son circunstancias atenuantes todas aquellas en las cuales la capacidad del sujeto para
comprender, valorar y determinarse espontáneamente al cumplimiento de la norma se reduce
por la concurrencia de alguno de los eventos señalados en el canon 1324 § 1. A pesar de que
se conservan las condiciones para la subsistencia e imputación del delito (sus elementos
constitutivos), la capacidad disminuida del sujeto por el influjo de alguna de las circunstancias
mencionadas, hace que este no sea castigado con la pena establecida por la norma para quien
la infringió con plena advertencia y determinación.

Las circunstancias atenuantes de la imputabilidad penal son:


 Uso imperfecto de razón
 Perturbación mental culpable
 Grave impulso pasional
 Minoría de edad
 Miedo grave, estado de necesidad y grave incomodo
 Legítima defensa
 Grave e injusta provocación
 Juicio culpable de actuar cobijado por una de las circunstancias descritas en los
numerales 4º o 5º del canon 1323
 Ignorancia inculpable de la pena

CIRCUNSTANCIAS IRRELEVANTES (Can 1325)

Son algunos estados del sujeto que no pueden ser tenidos en cuenta como circunstancias
eximentes o atenuantes debido a que están precedidos por la decisión libre y voluntaria del
sujeto de mantener o propiciar dicho estado con la finalidad llevar a cabo la acción criminal
amparado en ellos.

Las circunstancias irrelevantes son:


 La ignorancia crasa, supina o afectada.
 La embriaguez u otras perturbaciones mentales provocadas para delinquir.
 La pasión voluntariamente excitada o fomentada.

CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES (CAN 1326)

Son todas aquellas circunstancias que consciente y libremente consentidas por el sujeto
aumentan el carácter reprobable de su acción y hacen que pueda ser castigado con mayor
gravedad que la establecida por el código para la acción tipificada.
22

Las circunstancias agravantesson:


 Reincidencia.
 Dignidad, abuso de autoridad u oficio.
 Negligencia culpable.
 Penas latae sententiae agravadas.

EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD

Es uno de elementos que en el trascurso evolutivo del derecho penal, tanto civil, como
canónico, se han establecido como garantía de justicia respecto del supuesto delincuente,
según el cual, no se pueden imputar como delito aquellos comportamientos que no hayan sido
previamente tipificados como tales por una ley o precepto penal, nullum crimen, nulla poena
sine lege poenali previa.

III CONCEPTOS FUNDAMENTALES DEL DERECHO PENAL

Proceso: Serie o sucesión de actos jurídicos formales celebrados ante un tribunal de


justicia, en virtud de una pretensión formulada en forma, con fumus boni iuris, por un
sujeto frente a otro, y cuyos actos tienden a obtener de modo vinculante la
declaración o reconocimiento, la constitución jurídica o la imposición de conductas,
en relación a materias y personas sometidas al poder jurisdiccional de la Iglesia”.

Ley penal: Norma jurídica, emanada de la autoridad competente, en la que se tipifica


una conducta determinada como delito, cuya transgresión es sancionada con una
pena.

Precepto Penal: Es el imperativo o mandato de una conducta determinada cuyo


incumplimiento implica una sanción o castigo.

Delito: Violación externa y moralmente imputable de una ley a la que va aneja una
pena.

Pena Canónica: es la privación de algún bien, generalmente espiritual, impuesta por


la autoridad legítima para corrección del delincuente y castigo del delito.

Imputabilidad: es la propiedad del acto en virtud de la cual, a través del


reconocimiento de un nexo de causalidad, es atribuido a un sujeto como su autor.

Imputación: juicio práctico y concreto por el cual se verifica la existencia de todos los
requisitos necesarios para atribuir dicho acto como suyo a un individuo cierto y
determinado.
23

Sentencia: Resolución de un juez o un tribunal con la cual, una vez alcanzada la


certeza moral se concluye un juicio o un proceso.

El dolo penal: es la violación deliberada de una ley o precepto.

IV DESARROLLO ACTUAL DEL DERECHO PENAL ECLESIAL

Desde el año 2007, por iniciativa del Papa Benedicto XVI se inició un proceso de
revisión del libro VI del CIC, proceso que en realidad había iniciado mucho tiempo
antes, si no de modo directo, por lo menos si, haciendo notar que poco tiempo
después de la promulgación del código actual, y a pesar de ser una estructura jurídica
nueva, en relación con la codificación precedente, las normas relacionadas con los
delitos y las penas presentaban serias dificultades en su interpretación y aplicación.

Ya en 1988, a solo cinco años de la promulgación del código, siendo todavía prefecto
de la CDF, el entonces Cardenal Ratzinger había solicitado a la PCI, la posibilidad de
modificar, o encausar por la vía justa, algunos procedimientos relacionados con la
concesión de la dispensa de las obligaciones sacerdotales que por tratarse de una
gracia, no estaba bien conceder a quienes en realidad, por haber incurrido en
comportamientos escandalosos contemplados como delitos graves, merecían más una
sanción penal, concretamente la de la dimisión del estado clerical, que la concesión de
la dispensa. La complejidad de la aplicación de la norma para la imposición de la
sanción en los casos en que fuera necesario, parecía estar a la base de dicha situación
que desvirtuaba el recurso a la dispensa de la obligaciones sacerdotales,
convirtiéndolo en la vía más fácil, pero no la más justa, para retirar del ejercicio
ministerial a quienes delinquían gravemente, siendo en cambio más conveniente
revisar la norma y prever un procedimiento penal más rápido y simplificado.
La respuesta a esta petición, a pesar de comprender y compartir los motivos y la
conveniencia de la solicitud planteada, confirmaba la necesidad de atenerse a lo
prescrito en el código recién promulgado.

Poco tiempo después, la constitución apostólica Pastor Bonus (PB), promulgada el 28


de julio de 1988, amplió, a través de su artículo 52, la jurisdicción exclusiva sobre los
delicta graviora a la CDF, incluyendo, además de aquellos contra la fe y la celebración
de los sacramentos, también los cometidos contra la moral.

El citado artículo, que sustraía a los ordinarios la jurisdicción sobre los delicta
graviora, necesitaba, sin embargo, ser mejor explicitado en el plano operativo,
comenzando por definir cuáles eran tales delitos que por ser considerados
especialmente graves, eran reservados a la CDF y cuál la forma de proceder para la
aplicación de las penas correspondientes. La respuesta a estas inquietudes, se dio en
primer lugar con el decreto de la CDF del 23 de septiembre de 1988 por el que se
24

constituía como delito particularmente grave y reservado a la Santa Sede, la captación


de la confesión con medios técnicos y su divulgación a través de los medios de
comunicación social.

Dos intervenciones más ayudaron a configurar el cuadro de interpretación de los


delicta graviora, una del PCLTI (Pontificium Concilium de Legum Textibus
Interprentandis) del 9 de enero de 1988 y otra del 9 de julio de 1999, en ellas se daban
respuestas de interpretación auténtica sobre el aborto procurado (cf. Can.1398) y la
profanación de las especies Eucarísticas (cf. Can. 1367) ampliando el campo de
comprensión de las normas y precisando el modo de incurrir en los delitos
respectivos. Sin embargo, a pesar de estas intervenciones, seguía siendo poco
específico el marco de interpretación y ejecución de la ampliación de jurisdicción
concedida a la CDF por el artículo 52 de la PB; el 30 de abril de 2001 llegaría una
respuesta mucho más clara a las inquietudes existentes sobre esta materia, a través de
la carta apostólica en forma de motu proprio Sacramentorum santitatis tutela (SST) de
Juan Pablo II, en la que se exponía claramente el proceso recorrido y la urgente
necesidad de establecer cuáles eran los delitos contra la moral que debían ser
considerados como “particularmente graves” y como tales, reservados a la exclusiva
competencia de la CDF y cuál el procedimiento a seguir en la aplicación de las
sanciones correspondientes.

Junto a la SST se promulgaron las Normae de gravioribus delictis Congregationi pro


Doctrina Fidei reservatis que indicaban en su parte sustancial, cuáles eran los
mencionados delitos y en su parte procesal, cuál el procedimiento para la aplicación
de las sanciones correspondientes. La intención del documento, era resolver las
dificultades existentes en el plano operativo sobre la aplicación de las sanciones para
los delitos más graves y asegurar un procedimiento uniforme respecto de estas causas
en toda la Iglesia.

La CDF ofreció seguidamente a través de la carta ad exequedam ecclesiasticam legem del


18 de mayo de 2001, a los obispos, ordinarios y demás jerarcas de la Iglesia, un
subsidio con el fin de dar una explicación más amplia sobre el particular y promover
su puesta en práctica en toda la Iglesia.

Las normas emanadas en el 2001, fueron sometidas posteriormente a revisión y


ajustes en los años 2002 y 2003; en el primer momento, la CDF recibe del Papa la
facultad de derogar caso por caso los términos de la prescripción a petición motivada
de los obispos.

La última revisión a las normas sobre los delicta graviora, motivada por la situación
particular en la que frente a la multiplicidad de escándalos relacionados con delitos
contra el sexto mandamiento cometidos con menores, fue efectuada en el año 2010
como fruto de un cuidadoso estudio y evaluación de los resultados obtenidos en sus
25

casi diez años de vigencia y fue llevado a cabo por los padres de la misma
congregación. La revisión tenía como finalidad, según explica el Prefecto en la carta
enviada a los ordinarios y demás jerarcas de la Iglesia, mejorar la operatividad
concreta de dichas normas. En esta oportunidad los cambios fueron expuestos en una
breve relación presentada por la CDF y adjunta a la promulgación de las normas el 21
de mayo de 2010. Las normas fueron oficialmente publicadas por la CDF el 15 de julio
de 2010;

Actualmente está en curso por parte de la PCITL, con la colaboración de un grupo de


expertos, la revisión del libro VI del CIC, iniciada por iniciativa del Papa Benedicto
XVI en el año 2007.

V MOTOU PROPRIO SACRAMENTORUM SANCTITATIS TUTELAM


26

SEMINARIO MAYOR QUIDIOCESANO


DE BUCARAMANGA

DERECHO PROCESAL CANONICO

JULIO ROBERTO MONTAÑEZ RINCON Pbro.


LEIVI LEONARDO GUTIERREZ MOTTA Pbro.

TEXTO DE ESTUDIO PARA USO DE LOS SEMINARISTAS


27
28

INTRODUCCION

La importancia del Libro VII, “DE PROCESOS” es de común aceptación y es el medio


necesario para la aplicación de la justicia y la reivindicación de los derechos de las
personas, ya físicas, ya jurídicas.

Por consiguiente, pastoral y caridad no se excluyen en la visión del juez, pues, la


justicia en la Iglesia es pastoral judicial, como una de acciones del pastor, la cual exige
que la justicia se aplique con exactitud, porque eso lo requiere la caridad.
No faltan quienes creen que pastoral es hacer todo lo que pidan los fieles tengan o no
razón y que caridad es declarar lo que se pida porque eso es una forma del amor de
Dios en la Iglesia. Nada más equivocado que pensar de esa manera. Ya el mismo
Pontífice Juan Paulo II había señalado un camino para el juez y una interpretación
para todos.

“En esta perspectiva es oportuno detenerse a reflexionar sobre un equívoco, tal vez
comprensible pero no por esto menos dañoso, que por desgracia condiciona con
frecuencia la visión de la pastoralidad del derecho eclesial. Tal distorsión consiste en
atribuir alcance e intenciones pastorales únicamente a aquellos aspectos de
moderación y de humanidad que se pueden relacionar inmediatamente con la
aequitas canónica; es decir, consiste en sostener que sólo las excepciones a las leyes, el
evitar el recurso a los procesos y a las sanciones canónicas, y el reducir las
formalidades jurídicas, tienen de verdad importancia pastoral. Se olvida así que
también la justicia y el estricto derecho – y, por consiguiente, las normas generales,
los procesos, las sanciones y las demás manifestaciones típicas de la juridicidad,
siempre que resulten necesarias – son exigidas en la Iglesia para el bien de las almas y
son por lo tanto, realidades intrínsecamente pastorales” (Alocución a Rota Roma del
06 de febrero de 1987).

Por tanto, presentamos el siguiente texto de estudio realizado y confeccionado por el


padre Julio Roberto Montañez, catedrático de la UPJ, pero adaptándolo a las
circunstancias y a los conocimientos básicos –pero serios y profundos- que han de ser
adquiridos por un candidato al ministerio sacerdotal.

LEIVI LEONARDO GUTIERREZ MOTTA Pbro.


Lic. Filosofía Universidad Santo Tomás
Lic. Teología Universidad San Buenaventura
Lic. Derecho Canónico Universidad Pontificia Javeriana
Magister Derecho Canónico Universidad Pontifica Javeriana
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CONTENIDO

Este Libro, el VII del Código, “De Procesos”, se divide en 5 partes.

1. Los juicios en general: cánones 1400-1500

2. El juicio contencioso: cánones 1501-1670


Seccion I Del Juicio Contencioso Ordinario: cánones 1501-1655
Sección II: Del Proceso Contencioso Oral: cánones 1656-1670

3. Algunos procesos especiales: cánones 1671-1716


a. Proceso matrimonial: cánones 1671-1707
i. Causas de nulidad del matrimonio: cc. 1671-1691
ii. Causa de separación de cónyuges: cc.1692-1696
iii. Dispensa del rato y no consumado: cc. 1697-1706
iv. Proceso de muerte presunta: c. 1707
b. Causa de nulidad de la Ordenación sacerdotal: cc. 1708-1712
c. Modo de evitar los juicios: cc. 1713-1716

4. El proceso penal: cánones 1717-1731

5. Del Procedimiento en los Recursos Administrativos y en la remoción o el


traslado de los párrocos contra los decretos administrativos: Can. 1732-1752

Con esto podemos señalar que en la legislación canónica existen varios tipos de
procesos:
 Proceso contencioso ordinario
 Proceso contencioso oral
 Procesos especiales:
Causas de nulidad matrimonial
Causas de separación del cónyuge
Dispensa rato y no consumado
Muerte presunta
Proceso de Nulidad de la Ordenación sacerdotal
 Proceso Penal
 Recursos Administrativos
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PRIMERA P A R T E
DE LOS JUICIOS EN GENERAL
CÁNONES 1400 - 1500

CANONES INTRODUCTORIOS (Cann. 1400-1039)

El objeto del juicio eclesiástico

Canon 1400 § 1º Son objeto de juicio:


1º la reclamación o reivindicación de derechos de personas físicas o
jurídicas, o la declaración de hechos jurídicos;
2º los delitos, por lo que se refiere a infligir o declarar una pena.

En forma más precisa se define el juicio eclesiástico, como lo hace el Código de 1917,
canon 1552 § 1: “Se denomina juicio eclesiástico la discusión y decisión legítima ante
un tribunal eclesiástico de una controversia cuyo conocimiento compete a la Iglesia.”

También es objeto de juicio la declaración de hechos jurídicos que deben ser


reconocidos por sentencia judicial. Son hechos de la misma persona por los cuales se
adquiere, se modifica o se pierde un derecho, por ejemplo, un contrato, el
matrimonio, la profesión religiosa, etc.

Advertencia sobre la potestad administrativa

Canon 1400 § 2º Sin embargo las controversias provenientes de un


acto de la potestad administrativa pueden llevarse sólo al superior o
al tribunal administrativo.

Pero no toda controversia es objeto de juicio contencioso 1 ni de juicio penal. En ese


caso puede tratarse de controversias de la potestad administrativa, que pueden
provenir de un acto de esa potestad. Se acude, entonces, ante el Superior o ante el
Tribunal administrativo.

El ámbito de la potestad judicial de la Iglesia

Canon 1401 La iglesia juzga con derecho propio y exclusivo:


1º las causas que se refieren a cosas espirituales o anexas a ellas;

1 Juicio contencioso, es el juicio que tiene por objeto la reivindicación de los derechos de la persona
física o jurídica (c. 1400 § 1)
31

2º la violación de las leyes eclesiásticas y de todo aquello que


contenga razón de pecado, por lo que se refiere a la determinación de
la culpa y a la imposición de penas eclesiásticas.

De ahí se deduce la exclusividad de la Iglesia en sus juicios. Por tanto juzga con
derecho propio y exclusivo:
 Las causas que se refieren a las cosas espirituales o anejas a ellas; 2
 La violación de las leyes eclesiásticas y de todo aquello que contenga razón de
pecado (por lo que se refiere a la determinación de la culpa y a la imposición
de penas eclesiásticas)

La uniformidad de las normas procesales

Canon 1402 Todos los tribunales de la Iglesia se rigen por los


cánones que siguen, quedando a salvo las normas de los tribunales
de la Sede Apostólica.

Las causas de canonización de los santos

Canon 1403 § 1º Las causas de canonización de los Siervos de Dios se


rigen por una ley pontificia peculiar.
§ 2º A esas causas se aplican además las prescripciones de este
Código, cuando esa ley haga remisión al derecho universal o se trate
de normas que, por su misma naturaleza, rigen también esas causas.

TITULO I
DEL FUERO COMPETENTE
Cánones. 1404-1416

EL FUERO COMPETENTE

Canon 1417 § 1º Por razón del primado del Romano Pontífice,


cualquier fiel puede llevar a introducir ante la Santa Sede una causa,
tanto contenciosa como penal, en cualquier instancia del juicio y
cualquiera que sea el estado en el que se encuentre el litigio.

2.“Cosas espirituales” como fe, sacramentos, votos etc. “Anejas a ellas”, lo temporal unido a lo
espiritual como el nacimiento legítimo, la sepultura sagrada
32

Por razón del Primado del Romano Pontífice, él puede avocar a sí mismo cualquier
juicio de los fieles y éstos a su vez pueden recurrir al Romano Pontífice para que su
causa sea juzgada por la Santa Sede.

“El Papa es juez de todos los fieles. Tiene potestad ordinaria, directa y suprema sobre
cualesquiera causas eclesiásticas.”

Canon 1417 § 2º Sin embargo, fuera del caso de apelación, esa


petición interpuesta ante la Sede Apostólica no suspende el ejercicio
de la jurisdicción del juez que ya ha comenzado a tratar la causa; éste
por lo tanto, podrá seguir el juicio hasta la sentencia definitiva, a no
ser que la Sede Apostólica comunique al juez que ha avocado a sí la
causa.

El recurso no es igual a la apelación. El recurso no suspende la jurisdicción del juez,


mientras que la apelación sí suspende la jurisdicción del juez, ya que por la apelación
se pide el traslado de su juicio al Tribunal del Papa.

Una prerrogativa de la Sede Apostólica

Canon 1404 La Primera Sede por nadie puede ser juzgada

“Prima Sede”, “Sede Apostólica” o “Santa Sede” designa al Romano Pontífice, pues
no existe autoridad sobre la del Romano Pontífice.

Causas reservadas a la Sede Apostólica


Se trata de causas reservadas personalmente al Romano Pontífice o al Tribunal de la
Rota Romana.

CAUSAS RESERVADAS AL ROMANO PONTÍFICE

Canon 1405 § 1º Es derecho exclusivo del Romano Pontífice juzgar


en las causas de que trata el can. 1401:
1º a quienes ejercen la autoridad suprema de un Estado;
2º a los Cardenales;
3º a los Legados de la Sede Apostólica y, en las causas penales, a los
Obispos;
4º otras causas que él mismo haya avocado a sí.

El Papa puede reservarse las causas que él quiera. Pero el Papa no acostumbra juzgar
personalmente, sino que elige un grupo de jueces, generalmente Auditores de la Rota
Romana, que juzgarán como Tribunal del Papa.
33

Canon 1405 § 2º Ningún juez puede resolver sobre un acto o


instrumento confirmado en forma específica por el Romano Pontífice,
sin previo mandato del mismo.

Causas reservadas a la Rota Romana

Canon 1405 § 3º Esta reservado a la Rota Romana juzgar:


1° A los Obispos en causas contenciosas, quedando firme lo prescrito
en el Can. 1419 §2;
2° Al Abad primado, al Abad superior de una Congregación
monástica y al Superior General de los Institutos religiosos de derecho
pontificio.
3° A las diócesis o a otras personas eclesiásticas, tanto físicas como
jurídicas, que no tienen superior por debajo del Romano Pontífice.

Consecuencia jurídica

Canon 1406 § 1º En caso de trasgresión del can. 1404, las actas y


decisiones se consideran nulas.
§ 2º Sobre las causas que enumera el can. 1405, la
incompetencia de los demás jueces es absoluta

Como consecuencia del canon 1404, cualquier decisión o juicio contra las decisiones
del Romano Pontífice se tienen por nulas y quien las profiera se ha de considerar
como juez absolutamente incompetente.

El fuero para las causas no reservadas


El juez de primera instancia
Por este canon queda regulada la competencia relativa.

Canon 1407 § 1º Nadie puede ser citado en primera instancia, si no


es ante un juez eclesiástico competente por uno de los títulos que se
determinan en los cann.1408 al 1414.
§ 2º La incompetencia del juez que no goce de ninguno de esos
títulos se llama relativa

Resumiendo el caso, decimos: competencia, es pues, la parte de la jurisdicción


eclesiástica que se atribuye o compete o le corresponde a un juez para conocer
determinadas causas.
34

La incompetencia es relativa si un juez carece de esos títulos, pues todo juez en su


territorio tiene competencia absoluta para todas las causas no reservadas a otros
jueces, pues para esas causas reservadas tiene incompetencia absoluta. Puede ser
competente pero con competencia relativa para las causas vinculadas a su territorio
por algún título jurídico legítimo.

El actor y el demandado

Canon 1407 § 3º El actor sigue el fuero del demandado, y cuando


éste tiene varios fueros, puede el actor elegir entre ellos.

El parágrafo tercero presenta un principio muy importante: “El actor sigue el fuero
del demandado”. Este principio se aplica a primera instancia y el juez es competente
por el fuero del demandado.

Los varios títulos de competencia


-El domicilio o el cuasidomicilio del convento
Canon 1408 Cualquiera puede ser demandado ante el tribunal de su domicilio o
cuasidomicilio

Canon 1409 § 1 El vago tiene su fuero en el lugar donde se encuentra


en ese momento.
§ 2 La persona cuyo domicilio o cuasidomicilio y lugar de residencia
se desconocen, puede ser demandada según el fuero del actor, a no
ser que le corresponda otro fuero legítimo.

Este título de competencia, de criterio territorial, es el más común en las causas de


nulidad matrimonial. Y esta es la razón por la cual algunos autores lo denominan,
título común, es el lugar del domicilio o cuasidomicilio de la parte demandada.
Cualquiera de los dos, domicilio o cuasidomicilio, puede dar lugar a la competencia.
Hoy día por la movilidad de las personas, fácilmente una persona puede tener
domicilio y cuasidomicilio en lugares que corresponden a la competencia de
diferentes tribunales.

El fuero del vago será el lugar donde se encuentre en el momento de presentarse la


demanda. Se alegará la competencia del Tribunal por encontrarse, en ese momento,
en el territorio del Tribunal.

El parágrafo segundo del canon 1409, nos presenta un nuevo fuero el del actor, pero
en el caso de que se desconozca el domicilio o cuasidomicilio del demandado. Este
fuero es posible con la siguiente condición: “de que no le corresponda otra fuero
35

legítimo”, pero desconociéndose el lugar de su residencia. Otro fuero legítimo podría


ser, tratándose de un menor, el fuero de sus padres.

-La ubicación de la cosa

Canon 1410 Por razón del lugar en que se halla la cosa, puede
presentarse demanda ante el tribunal del lugar donde se encuentra el
objeto en litigio, siempre que la acción sea real o se trate de expolio.

La competencia del Tribunal se determina por el lugar donde está localizada la cosa
(sea un objeto mueble o inmueble).

-Por el contrato

Canon 1411 § 1º Por razón de contrato, una parte puede ser


demandada ante el tribunal del lugar donde se realizó el contrato o
donde debe cumplirse, a no ser que las partes, de común acuerdo,
hubieran elegido otro tribunal.
§ 2º Si la causa versa sobre obligaciones que provienen de otro título,
la parte puede ser demandada ante el tribunal del lugar donde la
obligación surgió o ha de cumplirse.

El canon presenta tres maneras de determinar la competencia del Tribunal o el fuero


competente: una por razón del contrato y otra por razón de las obligaciones o un
tercer tribunal elegido por las partes.

El § 2 presenta otra hipótesis y es que las obligaciones provenga de otro título, no


precisamente del contrato, como podría por una herencia, de una sentencia etc.,
entonces se dan dos posibilidades: la causa puede ser demanda o en el tribunal del
lugar donde surgió la obligación o en el tribunal donde la obligación debe cumplirse.

-El lugar del delito

Canon 1412 En las causas penales, el acusado, aunque se halle


ausente, puede ser llevado ante el tribunal del lugar donde se cometió
el delito.

Este es el fuero del delito es otro fuero concurrente con el fuero del domicilio o
cuasidomicilio.
36

-Administración de los bienes, herencias o píos legados

Canon 1413 La parte puede ser demandada:


1º en las causas que tratan acerca de la administración, ante el
tribunal del lugar donde ésta se ha realizado;
2º en las causas que se refieren a herencias o a píos legados, ante el
tribunal del último domicilio o cuasidomicilio o lugar de residencia,
de acuerdo con los cann. 1408 al 1409, de aquel de cuya herencia o pío
legado se trate, a no ser que la cuestión se refiera a la mera ejecución
del legado, que ha de tramitarse según las normas ordinarias de
competencia.

En las causas sobre Administración, la parte puede ser demandada en el lugar donde
está la sede de la Administración. No se puede confundir con el lugar donde se
encuentran los bienes administrados. Si la administración tiene varias sedes, se
entiende que es la principal.

-Por razón de la conexión

Canon 1414 Por razón de la conexión, un mismo tribunal y en el


mismo proceso ha de juzgar las causas conexas entre sí, a no ser que
lo impida un precepto legal

La palabra conexión tiene el sentido de un título de competencia por tener en común o


el mismo título o el mismo objeto, es decir por tener alguno de los elementos
objetivos, que son el título y el objeto. Estas causas deben ser conocidas por el mismo
juez y en el mismo proceso, a no ser que se determine otra cosa, o que alguna norma
lo impida. Es un principio: “conexorum idem est iudicium” (De las causas conexas, el
juicio es el mismo)

-Por razón de la prevención

Canon 1415 Por razón de la prevención, cuando dos o más tribunales


son igualmente competentes, tienen derecho a juzgar la causa el que
primero citó legítimamente al demandado.

En el caso de conflicto de competencia

Canon 1416 Los conflictos de competencia entre tribunales sujetos a


un mismo tribunal de apelación, han de ser resueltos por éste; si no
37

están sujetos al mismo tribunal de apelación, resuelve la Signatura


Apostólica.

TITULO II
DE LOS DISTINTOS GRADOS
Y
CLASES DE TRIBUNALES
Cánones 1417 - 1445

El derecho canónico prevé distintos grados de tribunales y de esta suerte se origina


una jerarquía entre ellos. Esto ayuda y garantizar la mejor defensa de los derechos de
los fieles. Por norma general los ordenamientos jurídicos crean tribunales en
distintos grados, de modo que sea posible tener un sistema de apelación y revisión de
las sentencias y demás decisiones judiciales.

Tribunales de primera instancia o grado: son los tribunales diocesanos, o regionales


(éstos por constitución especial de la Signatura Apostólica) y los tribunales religiosos
de que trata el canon 1427 §§ 1 y 2
Tribunales de Segundo grado o de Apelación
Tribunal de Tercer grado, (y ulterior instancia), La Rota Romana (c. 1444 § 1, n° 2)

CÁNONES INTRODUCTORIOS:
El derecho de todos los fieles

Canon 1417 § 1 Por razón del primado del Romano Pontífice,


cualquier fiel puede llevar a introducir ante la Santa Sede una causa,
tanto contenciosa como penal, en cualquier instancia del juicio y
cualquiera que sea el estado en el que se encuentre el litigio.

Mientras no conste lo anterior, los jueces, como les recordaba a los Obispos una carta
de la Signatura Apostólica, no deben suspender el curso normal de las actuaciones,
pues con la excusa del recurso al Papa se producían a veces maniobras dilatorias al
suspenderse las actuaciones por parte de los jueces (cf. Carta circular de 13 dic. 1977:
AAS 70 [1978] 75). Si el Papa avoca a sí la causa, queda en suspenso la jurisdicción del
juez y su incompetencia es absoluta (cánones 1406 § 2, 1440).

Canon 1417 § 2 Sin embargo, fuera del caso de apelación, esa


petición interpuesta ante la Sede Apostólica no suspende el ejercicio
de la jurisdicción del juez que ya ha comenzado a tratar la causa; éste
por lo tanto, podrá seguir el juicio hasta la sentencia definitiva, a no
38

ser que la Sede Apostólica comunique al juez que ha avocado a sí la


causa.

Cooperación recíproca de los tribunales

Canon 1418 Todo tribunal tiene derecho a pedir la ayuda de otro


tribunal para la instrucción de la causa o para hacer intimaciones
judiciales.

CAPITULO I
DEL TRIBUNAL DE PRIMERA INSTANCIA

Art. 1
EL JUEZ DE PRIMERA INSTANCIA
Cánones 1419 - 1427

El Juez eclesiástico en general


El juez es la persona, que con la autoridad judicial, que la Iglesia le ha conferido,
juzga en las causas contenciosas o penales, de competencia de la Iglesia, de acuerdo al
mismo derecho dado por el legislador eclesiástico.

Los jueces pueden ser:


 Diocesano o interdiocesano,
 De primera instancia o de apelación,
 Jueces clérigos, religiosos o laicos,
 Ordinario (el Obispo y Vicario Judicial)
 y delegado (c. 1427 § 2)

EL JUEZ DIOCESANO
El Obispo diocesano

Canon 1419 § 1 En cada diócesis, y para todas las causas no


exceptuadas expresamente por el derecho, el juez de primera
instancia es el Obispo diocesano, que puede ejercer la potestad
judicial por sí mismo o por medio de otros, de acuerdo con los
cánones que siguen.
§ 2 Sin embargo, cuando se trata de derechos o de bienes
temporales de una persona jurídica representada por el Obispo,
juzga en primer grado el tribunal de apelación.
39

El Vicario judicial

Canon 1420 § 1 Todo Obispo diocesano debe nombrar un Vicario


judicial u Oficial con potestad ordinaria de juzgar, distinto del Vicario
general, a no ser que lo reducido de la diócesis o la escasez de causas
aconsejen otra cosa.
§2 El Vicario Judicial constituye un solo Tribunal con el
Obispo, pero no puede juzgar las causas que el Obispo se haya
reservado.
§3 Al Vicario judicial pueden designársele unos ayudantes
denominados Vicarios judiciales adjuntos o Viceoficiales.
§4 Tanto el Vicario judicial como los Vicarios judiciales
adjuntos han de ser sacerdotes, de buena fama, doctores o al menos
licenciados en derecho canónico y con no menos de treinta años de
edad.
§ 5 Al quedar vacante la sede, tales Vicarios judiciales no cesan en
su cargo ni pueden ser removidos por el Administrador diocesano;
pero necesitan ser confirmados cuando toma posesión el nuevo
Obispo.

El Obispo debe nombrar un Vicario judicial con potestad ordinaria, distinto del
Vicario general para el ejercicio de la justicia. Es obligación su nombramiento, para
que ejerza la justicia y de esta manera el Obispo constituye un tribunal con su Vicario.
Naturalmente que las causas que él se reserve quedan fuera de la competencia del
Vicario judicial.

Los jueces

Canon 1421 § 1 Obispo debe nombrar en la diócesis jueces


diocesanos que sean clérigos.
§2 La Conferencia Episcopal puede permitir que también los
laicos sean nombrados jueces, uno de los cuales, en caso de necesidad,
puede integrar el tribunal colegiado.
§3 Los jueces han de ser de buena fama, doctores o al menos
licenciados en derecho canónico.

Nombramiento

Canon 1422 El Vicario judicial, los Vicarios judiciales adjuntos y


los demás jueces se nombran para un tiempo determinado, quedando
en pie lo que prescribe el can. 1420 § 5, y no pueden ser removidos si
no es por causa legítima y grave.
40

En los Tribunales eclesiásticos de Colombia el nombramiento es por tres años.

Jueces interdiocesanos

Canon 1423 § 1 En sustitución de los tribunales diocesanos,


mencionados en los cann. 1419 a 1421, varios Obispos diocesanos, con
la aprobación de la Sede Apostólica, pueden constituir de común
acuerdo un tribunal único de primera instancia para sus diócesis; en
ese caso, el grupo de Obispos o el Obispo designado por ellos tienen
todas las potestades que corresponden al Obispo diocesano sobre su
tribunal.
§2 Los tribunales de que se trata en el § 1º pueden constituirse
para todas las causas o sólo para una clase determinada de ellas.

El juez único y los asesores

Canon 1424 En cualquier juicio, el juez único puede servirse de


dos asesores, clérigos o laicos de vida íntegra, que le ayuden con sus
consejos.

Se trata de asesores para el juez único, no para el Tribual colegiado. Este juez único,
autorizado por la Conferencia Episcopal ante la imposibilidad de tener un Tribunal
colegiado y por el tiempo que dure la dificultad. El oficio de asesores no tiene carácter
judicial, pues son solamente consultores.

El Tribunal colegial

Canon 1425 § 1 Quedando reprobada la costumbre contraria, se


reservan a un tribunal colegial de tres jueces:
1°.- las causas contenciosas: a) sobre el vinculo de la sagrada
ordenación; b) sobre el vinculo del matrimonio, quedando en vigor lo
que prescriben los cann. 1586 y 1688.
2°.- las causas penales: a) sobre delitos que puedan castigarse con la
expulsión del estado clerical; b) si se trata de infligir o declarar una
excomunión.
§2 Puede el Obispo encomendar a un colegio de tres o de cinco
jueces las causas más difíciles o de mayor importancia.
§3 Para juzgar cada causa, el Vicario judicial llamará por turno
a los jueces, a no ser que en un caso determinado el Obispo establezca
otra cosa.
§4 Si no es posible constituir tribunal colegial en el primer
grado del juicio, la Conferencia Episcopal puede permitir que,
mientras dure esa imposibilidad, el Obispo encomiende las causas a
41

un único juez clérigo, el cual, donde sea posible, se valga de la


colaboración de un asesor y de un auditor.
§5 Una vez designados los jueces, el Vicario judicial no debe
cambiarlos, si no es por causa gravísima que ha de hacer constar el
decreto.

El Tribunal colegiado de tres jueces es obligatorio y por esto se reprueba cualquier


costumbre contraria, que sería una corruptela.

Está reservado a un Tribunal Colegial de tres jueces:


Las causas contenciosas de:
 Del vínculo de la sagrada ordenación,
 Del vínculo matrimonial, permaneciendo lo referente al proceso documental
de los cánones 1686 y 1688
Las causas penales de:
 De delitos que pueden castigarse con la expulsión del estado clerical
Infligir o declarar una excomunión

Las causas de mayor importancia o más difíciles, las puede el Obispo, no el Vicario
Judicial a menos que esté facultado para ello, encomendad a un Tribunal colegiado de
cinco jueces

El § 4 establece una excepción, cuando no es posible constituir un Tribunal colegiado


de Primera Instancia, la conferencia Episcopal puede permitir que las causas sean
tratada por un juez único. El permiso es mientras dura la emergencia.

Modo de proceder

Canon 1426 § 1 El tribunal colegial debe proceder colegialmente, y


dictar sentencia por mayoría de votos.
§2 En la medida de lo posible ha de presidirlo el Vicario
judicial o un Vicario judicial adjunto.

Juicio de los religiosos

Canon 1427 § 1 A no ser que las constituciones dispongan


otra cosa, cuando surge una controversia entre religiosos o casas del
mismo instituto religioso clerical de derecho pontificio, el juez de
primera instancia es el Superior provincial o, si se trata de un
monasterio autónomo, el Abad local.
§2 Salvo que las constituciones prescriban otra cosa, si el
conflicto se produce entre dos provincias, lo juzgar en primera
instancia el Superior General, personalmente o por medio de un
42

delegado; y el Abad superior de la Congregación monástica, si el


litigio es entre dos monasterios.
§3 Finalmente, el tribunal diocesano juzga en primera instancia
las controversias entre personas religiosas físicas o jurídicas de
diversos Institutos religiosos, o también del mismo Instituto Clerical o
laical de derecho diocesano, o entre una persona religiosa y un clérigo
secular o un laico o una persona jurídica no religiosa.

El canon distingue los siguientes casos de controversia:


 La controversia entre religiosos o casas de un mismo Instituto religioso clerical
de derecho pontificio, el juez de 1ª instancia es el Superior Provincial. Si es
Monasterio sui iuris, es el Abad local.
 La controversia es entre dos provincias del mismo instituto, el juez de 1ª
instancia es el Superior general;
 si la controversia es entre dos monasterios sui iuris, en 1ª instancia juzga el
Abad superior.

El Tribunal diocesano juzga en Primera Instancia la controversia:


 Entre personas religiosas físicas o jurídicas de diversos institutos religiosos;
 Entre personas religiosas físicas o jurídica de un mismo instituto clerical o
laical de derecho diocesano;
 Entre una persona religiosa y un clérigo secular.
 Entre una persona religiosa y un laico.
 Entre una persona religiosa y una persona jurídica no religiosa

Art. 2
DE LOS AUDITORIES Y POENTES
Cánones 1428 - 1429

Los Auditores y Ponentes


El nombramiento y el encargo del auditor

Canon 1428 § 1 El juez, o el presidente del tribunal colegial, puede


designar un auditor para que realice la instrucción de la causa,
eligiéndole entre los jueces del tribunal o entre las personas
aprobadas por el Obispo para esta función.
§ 2 Para el cargo de auditor, el Obispo puede aprobar a clérigos o a
laicos, que destaquen por sus buenas costumbres, prudencia y
doctrina.
§3 Al auditor corresponde únicamente recoger las pruebas y
entregárselas al juez según el mandato de éste; y si no se le prohíbe
en el mandato, puede provisionalmente decidir qué pruebas han de
43

recogerse y de qué manera, en el caso de que se discutan estas


cuestiones mientras desempeña su tarea.

El auditor es el instructor de la causa y su oficio es recibir las declaraciones de los que


intervienen en el juicio. El instructor puede ser clérigo o laico, no se especifica sexo
alguno, entonces puede ser varón o mujer. Sus poderes se limitan a las facultades que
se le otorgan.

El nombramiento y el encargo del ponente

Canon 1429 El presidente del tribunal colegial debe nombrar un


ponente o relator entre los jueces del colegio, el cual informará en la
reunión del tribunal acerca de la causa y redactará por escrito la
sentencia; el presidente podrá sustituirlo por otro, cuando haya justa
causa.

El ponente, es el relator del causa (c. 1609 § 3) y es uno de los jueces del turno o
colegio, nombrado por el Presidente, quien informará acerca de la causa y redactará
por escrito la ponencia.

Art. 3
DEL PROMOTOR DE JUSTICIA,
DEL DEFENSOR DEL VINCULO
Y DEL NOTARIO
Cánones 1430 - 1437

El Promotor de Justicia

Canon 1430 Para las causas contenciosas en que está implicado el


bien público, y para las causas penales, ha de constituirse en la
diócesis un promotor de justicia, quien por oficio está obligado a velar
por el bien público.

El bien público y el bien privado

Canon 1431 § 1 En las causas contenciosas, compete al Obispo


diocesano juzgar si está o no en juego el bien público, a no ser que la
intervención del promotor de justicia este prescrita por la ley o sea
evidentemente necesaria por la naturaleza del asunto.
44

Norma de coherencia

Canon 1431 § 2 Si el promotor de justicia hubiera intervenido en la


instancia precedente, se presume que es necesaria su intervención en
el grado siguiente.

El Defensor del Vínculo

Canon 1432 Para las causas en que se discute la nulidad de la sagrada


ordenación o la nulidad o disolución de un matrimonio, ha de
nombrarse en la diócesis un defensor del vínculo, el cual, por oficio,
debe proponer y manifestar todo aquello que debe aducirse
razonablemente contra la nulidad o disolución.

Citación al Promotor de Justicia y Defensor del Vínculo

Canon 1433 En aquellas causas que requieran la presencia del


promotor de justicia o del defensor del vínculo, si no han sido citados
son nulos los actos, salvo que, no obstante, se hagan presentes de
hecho o, al menos hayan podido cumplir su misión antes de la
sentencia, mediante el examen de las actas.

Les corresponde igual derecho que a las partes

Canon 1434 A no ser que se establezca expresamente otra cosa:


1°.- cuando la ley manda que el juez oiga a las partes o a una de ellas
también han de ser oídos el promotor de justicia y el defensor de
vínculo, si intervienen en el juicio;
2°.- cuando se requiere instancia de parte para que el juez pueda
decidir algo, tiene idéntico valor la instancia del promotor de justicia
o del defensor del vínculo, si intervienen en el juicio.

Este canon presenta dos principios: que al Defensor del Vínculo o Promotor de
Justicia, si intervienen en el juicio, se les equipare en derecho a las partes, pese a que
ellos intervienen, no por interés particular, como el abogado y procurador, sino en
tutela del bien público y por mandato de la ley. Tienen igual derecho que las partes:

El nombramiento

Canon 1435 Corresponde al Obispo nombrar al promotor de


justicia y al defensor del vínculo, que han de ser clérigos o laicos de
45

buena fama, doctores o licenciados en derecho canónico y de probada


prudencia y celo para la justicia.

Modalidad del nombramiento

Canon 1436 § 1 La misma persona puede desempeñar el oficio de


promotor de justicia y el defensor de vínculo, pero no en la misma
causa.
§2 El promotor y el defensor pueden constituirse para todas
las causas en general o para cada una de ellas en particular; y pueden
ser removidos por el Obispo con causa justa.

El Notario

Canon 1437 § 1 En todo proceso debe intervenir un notario, de


manera que las actas son nulas si no están firmadas por él.
§2 Las actas redactadas por un notario hacen fe pública.

CAPITULO II
DEL TRIBUNAL DE SEGUNDA INSTANCIA
Cánones 1438 - 1441

Normas para la apelación

Canon 1438 Quedando en pie lo prescrito en el can. 1444 § 1º, n.1:


1°.- del tribunal de un Obispo sufragáneo se apela al del
Metropolitano, salvo lo que indica el can. 1439;
2°.- cuando la causa se conoce en primera instancia ante el
Metropolitano, la apelación se interpone ante el tribunal que él mismo
haya designado de modo estable, con aprobación de la Sede
Apostólica;
3°.- para las causas tratadas ante el Superior provincial, el tribunal de
segunda instancia es el del Superior General; para las causas seguidas
ante el Abad local, lo es el tribunal del Abad superior de la
Congregación monástica.

Los Tribunales diocesanos

Canon 1439 § 1 Si, de acuerdo con el can. 1423, hay un solo tribunal
de primera instancia para varias diócesis, la Conferencia Episcopal
con la aprobación de la sede Apostólica, debe establecer un tribunal
46

de segunda instancia, a no ser que todas aquellas diócesis sean


sufragáneas de la misma arquidiócesis
§2 La Conferencia Episcopal puede constituir uno o más
tribunales de segunda instancia, con la aprobación de la Sede
Apostólica, aun fuera de los casos previstos en el § 1º.
§3 Respecto a los tribunales de segunda instancia de que tratan
los §§ 1-2, la Conferencia Episcopal o el Obispo designado por ésta
tienen todas las potestades que competen al Obispo diocesano sobre
su tribunal.

Otras normas
Principio de competencia

Canon 1440 Si no se observa la competencia por razón del grado, a


tenor de los Cann. 1438 y 1439, la incompetencia del juez es absoluta.

Este canon es nuevo y establece la competencia por razón del grado del Tribunal. La
violación de este criterio produce la incompetencia absoluta. Es decir que un tribunal
de primera instancia es absolutamente incompetente para conocer una causa en
segunda instancia.

Constitución del tribunal de segunda instancia

Canon 1441 El Tribunal de segunda instancia debe constituirse


de la misma manera que el de primera instancia. Pero si en el primer
grado del juicio dictó sentencia un juez único, según el c. 1425 § 4º, el
tribunal de segunda instancia debe actuar colegialmente.

CAPITULO III
DE LOS TRIBUNALES DE LA SEDE APOSTÓLICA
Cánones 1442 - 1445

El Romano Pontífice juez supremo

Canon 1442 Romano Pontífice es juez supremo para todo el orbe


católico, y dicta sentencia o personalmente, o mediante los tribunales
ordinarios de la Sede Apostólica, o por jueces en los cuales delega.

Relacionando este canon con el principio visto en el canon 1417: “por razón del
Primado del Romano Pontífice”, es decir “en virtud de su oficio, el Romano Pontífice
no solo tiene potestad sobre toda la Iglesia, sino que ostenta también la primacía de
47

potestad ordinaria” (c. 333 § 1), razón por la cual “es juez supremo para todo el orbe
católico” para juzgar por sí mismo o por medio de los Tribunales Pontificios o por los
jueces que él elija y delegue.

LA ROTA ROMANA
Su función

Canon 1443 La Rota Romana es el tribunal ordinario constituido


por el Romano Pontífice para recibir apelaciones.

“Este Tribunal cumple de ordinario la función de instancia superior en grado de


apelación ante la Sede Apostólica para tutelar los derechos en la Iglesia; vela por la
unidad de la jurisprudencia y, mediante sus sentencias, constituye una ayuda para los
tribunales inferiores” (Pastor Bonus 126).

Su competencia

Canon 1444 § 1 La Rota Romana juzga:


1°.- en segunda instancia, las causas sentenciadas por tribunales
ordinarios de primera instancia y que hayan sido elevadas a la Santa
Sede por apelación legítima;
2°.- en tercera o ulterior instancia, las causas ya juzgadas por la misma
Rota Romana o por cualquier otro tribunal, a no ser que hayan pasado
a cosa juzgada.
§2 Este tribunal juzga también en primera instancia las causas
previstas en el can. 1405 § 3º, así como otras que el Romano Pontífice,
tanto motu proprio, como a instancia de parte, hubiera avocado a su
tribunal y encomendado a la Rota Romana; y, si en el rescripto de
comisión no se indica otra cosa, la Rota juzga esas causas también en
segunda y ulterior instancia.

La Rota Romana juzga en Primera Instancia :


Las causas reservadas a la Rota Romana, enumeradas en el canon 1405 § 3
Las causas que el mismo Romano Pontífice ha avocado a sí mismo o por petición de
las partes y que el mismo Pontífice ha confiado a la Rota Romana

Están excluidas de la competencia de la Rota Romana, las causas:


Reservadas personalmente al Romano Pontífice, (c. 1405 § 1)
Las causas reservadas a la Congregación de la Doctrina de la fe
Las controversias de carácter administrativo (c. 1400 § 2)
Las causas de foro interno reservadas a la Penitenciaría Apostólica
48

LA SIGNATURA APOSTÓLICA

Canon 1445 § 1 El Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica


juzga:
1°.- Las querellas de nulidad y peticiones de restitución in integrum y
otros recursos contra las sentencias rotales;
2°.- Los recursos en las causas sobre el estado de las personas que la
Rota Romana se niega a admitir a nuevo examen.
3°.- Las excepciones de sospecha y demás causas contra los Auditores
de la Rota Romana por los actos realizados en el ejercicio de su
función.
4°.- Los conflictos de competencia a que se refiere el c. 1416.

En materia contencioso-administrativa el § 2 señala lo que otra Sección de la misma


Signatura resuelve.

Canon 1445 § 2 Este mismo Tribunal dirime los litigios


provenientes de un acto de la potestad administrativa eclesiástica que
se lleven a él legítimamente, así como otras controversias
administrativas que le hayan sido remitidas por el Romano Pontífice o
por los dicasterios de la Curia Romana, y los conflictos de
competencia entre dichos dicasterios.

La tercera Sección resuelve las causas de materia administrativa disciplinar. Como se


detalla en este parágrafo.

Canon 1445 § 3 Corresponde también a este Supremo Tribunal:


1°.- vigilar sobre la recta administración de la justicia y determinar
que se proceda contra los abogados o procuradores, si es necesario;
2°.- prorrogar la competencia de los tribunales;
3°.- fomentar y aprobar la erección de los tribunales a los que se
refieren en los cann. 1423 y 1439.
49

TITULO III
DE LA DISCIPLINA QUE HA DE OBSERVARSE
EN LOS TRIBUNALES

CAPITULO I
DEL OFICIO DE LOS JUECES Y DE LOS MINISTROS DEL TRIBUNAL
Cánones 1446 - 1475

DE LAS OBLIGACIONES DE LOS JUECES Y MINISTROS DEL TRIBUNAL


Obligación de procurar evitar los litigios

Canon 1446 § 1 Todos los fieles, y en primer lugar los Obispos, han
de procurar con diligencia que, sin perjuicio de la justicia, se eviten en
lo posible los litigios en el pueblo de Dios y se arreglen pacíficamente
cuanto antes.
§2 Al comenzar el litigio, y en cualquier otro momento,
siempre que abrigue alguna esperanza de éxito, el juez no dejar de
exhortar y ayudar a las partes, para que procuren de común acuerdo
buscar una solución equitativa de su controversia, y les indicar los
medios oportunos para lograr este fin, recurriendo incluso a personas
serias como mediadoras.
§3 Pero cuando el litigio versa sobre el bien particular de las
partes, considere el juez si puede concluirse útilmente por transacción
o por juicio arbitral, de acuerdo con los cann. 1717-1720.

Cautela para la administración imparcial


No deben intervenir las mismas personas en ambas instancias

Canon 1447 Quien ha intervenido en una causa como juez,


promotor de justicia, defensor del vínculo, procurador, abogado,
testigo o perito, no puede después válidamente definir como juez la
misma causa en otra instancia o desempeñar el oficio de asesor.

No puede ser juez en una causa si tiene algún interés

Canon 1448 § 1 No acepte el juez conocer una causa en que tenga


interés por razón de consanguinidad o afinidad en cualquier grado
de línea recta y hasta el cuarto grado de línea colateral, o por razón de
tutela o curatela, amistad íntima, aversión grande, obtención de un
lucro o prevención de un daño.
§2 En las mismas circunstancias, deben abstenerse de
desempeñar su oficio el promotor de justicia, el defensor del vínculo,
el asesor y el auditor.
50

La duración del proceso

Canon 1453 Los jueces y los tribunales han de cuidar de que, sin
merma de la justicia, todas las causas se terminen cuanto antes, y de
que en el tribunal de primera instancia no duren más de un año, ni
más de seis meses en el de segunda instancia.

El juramento para los miembros del tribunal

Canon 1454 Todos los que forman parte del tribunal o colaboran
con él han de prestar juramento de que cumplirán recta y fielmente su
tarea.

La obligación del secreto

Canon 1455 §1 Los jueces y ayudantes del tribunal están


obligados a guardar secreto de oficio en todo juicio penal, y también en
el contencioso cuando puede seguirse algún perjuicio para las partes de
divulgación de algún acto procesal.
§2 Sin perjuicio de lo prescrito en el can. 1609 § 4, también están
obligados siempre a guardar secreto sobre la discusión que tiene lugar
entre los jueces del tribunal colegial antes de dictar sentencia, así como
los distintos votos y opiniones que se hayan manifestado en ella.
§3 Más aún, siempre que, por la naturaleza de la causa o de las
pruebas, pueda ponerse en peligro la fama de otros por la divulgación
de las actas o de las pruebas, o se dé pie a rencillas o vaya a provocarse
escándalo u otro inconveniente semejante, el juez puede obligar a
guardar secreto bajo juramento a los testigos y peritos, así como a las
partes y a sus abogados o procuradores.

Prohibición de recibir dádivas o regalos

Canon 1456 Está prohibido al juez y a todos los ministros del


tribunal aceptar regalos de cualquier tipo con ocasión de las
actuaciones judiciales.
51

Diversas sanciones

Canon 1457 § 1 Los jueces que rehúsen administrar justicia aun


siendo cierta y evidentemente competentes sin ningún titulo jurídico
que legitime esa competencia, y conozcan y decidan las causas, o
violen la ley del secreto, o por dolo o negligencia grave causen otro
daño a las partes, pueden ser castigados con penas adecuadas por la
autoridad competente, incluso con la privación del oficio.
§2 A las mismas sanciones están sometidos los ministros y
ayudantes del tribunal, si faltan a su deber, como se indica más arriba;
a todos éstos pueden castigarlos también el juez.

CAPITULO II
DEL ORDEN EN QUE SE HAN DE CONOCER
LAS CAUSAS
Cánones 1458 - 1463

Del orden en que se han de tratar las causas


Norma general

Canon 1458 Las causas se han de conocer siguiendo el mismo


orden en que fueron propuestas y registradas, a no ser que alguna de
ellas exija una expedición más rápida que las demás, lo que se ha de
determinar por decreto especial motivado.

CAPITULO III
DE LOS PLAZOS Y PRORROGAS
Cánones 1465 - 1467

Los plazos y prórrogas


Estos plazos son:
 Por razón del origen
 Legales: establecidos por la ley ( plazos fatales)
 Judiciales: fijados por el juez “oídas las partes”
 Convencionales: concordados por las partes y admitidos por el juez
 Por razón de la estabilidad
 Prorrogables se puede prolongar por más tiempo o abreviar a petición de las
partes;
 Improrrogables: está prohibida la mayor dilación del tiempo
 Por razón de la eficacia
 Perentorios: se establecen bajo pena de perención de los actos;
 Simple: si transcurre el término, el derecho no perece.
52

Norma

Canon 1465 § 1 Los llamados plazos fatales, es decir, los plazos


determinados por la ley para la perención de los derechos, no pueden
prorrogarse, ni pueden válidamente abreviarse, si no es a petición de
las partes.

Los términos judiciales y convencionales

Canon 1465 § 2 Sin embargo, los plazos judiciales y convencionales,


antes de su vencimiento, pueden ser prorrogados por el juez cuando
hay una causa justa, habiendo oído a las partes o a petición de éstas,
pero nunca pueden abreviarse válidamente, si no es con el
consentimiento de las partes.

Una norma para el juez

Canon 1465 § 3 Cuide el juez, no obstante, de que el litigio no se


prolongue demasiado a causa de la prórroga.

Términos judiciales

Canon 1466 Cuando la ley no señala plazos para la realización de


actos procesales, los debe determinar el juez, teniendo en cuenta la
naturaleza de cada acto.

Una prórroga innecesaria

Canon 1467 Si el día señalado para un acto judicial estuviera


cerrado el tribunal, el plazo se entiende prorrogado para el primer día
hábil.
53

CAPITULO IV
DE L LUGAR DEL JUICIO
Cánones 1468 - 1469

El lugar del juicio


La Sede del Tribunal

Canon 1468 Todo tribunal ha de tener, en lo posible, una sede fija,


que estará abierta a horas determinadas.

Casos de excepción

Canon 1469 § 1 El juez expulsado por la fuerza de su territorio o


impedido para ejercer en él su jurisdicción, puede ejercerla fuera del
territorio y dictar sentencia, pero informando al Obispo diocesano.
§2 Además de lo dicho en el § 1º, el juez, por causa justa y
oídas las partes, puede salir de su propio territorio para recoger
pruebas, pero con licencia del Obispo diocesano del lugar al que va y
en la sede que éste determine.

CAPITULO V
DE LAS PERSONAS QUE HAN DE SER ADMITIDAS
EN LA SEDE DEL TRIBUNAL
Y
DEL MODO DE REDACTAR Y CONSERVAR LAS ACTAS
Cánones 1470 - 1475

De las personas que se deben admitir en la Sede

Canon 1470 § 1 Si una ley particular no dispone otra cosa, mientras


se trata la causa ante el tribunal sólo deben estar presentes en el aulas
aquellos que la ley o el juez determinen que son necesarios para
realizar el proceso.

Una posible sanción

Canon 1470 § 2 Puede el juez obligar con penas proporcionadas a


observar una conducta debida a quienes asisten al juicio y falten
gravemente al respeto y obediencia debidos al tribunal; y, además, a
los abogados procuradores puede suspenderlos del ejercicio de su
función ante tribunales eclesiásticos.
54

La intervención del intérprete

Canon 1471 Si una persona a la que se ha de interrogar emplea


una lengua desconocida para el juez, o las partes, han de recurrirse a
un intérprete jurado, designado por el juez. Sin embargo, las
declaraciones han de consignarse por escrito en la lengua original,
añadiendo la traducción. También se empleará intérprete cuando
deba ser interrogado un sordo o mudo, salvo que el juez prefiera
que responda por escrito a las preguntas que se le presenten.

La redacción de las actas judiciales

Canon 1472 § 1 Los actos judiciales deben redactarse por escrito,


tanto si se refieren a la causa del litigio, o actos de la causa, como
a la forma de proceder, o actos del proceso.

Numeración y autenticación de las páginas

Canon 1472 § 2 Debe numerarse y autenticarse cada hoja de las


actas.

Firmas de las partes y de los testigos

Canon 1473 Cuando en las actas judiciales se requiere de la


firma de las partes o de los testigos, si la parte o el testigo no pueden o
no quieren firmar, ha de consignarse esto en las mismas actas, y a la
vez el juez y el notario darán fe de que esa acta se ha leído
íntegramente en la parte o al testigo y de que ni de la parte ni el
testigo pudieron o quisieron firmar.

Remitir al Tribunal de Apelación copia de los autos

Canon 1474 § 1 En caso de apelación, se ha de remitir el tribunal


superior copia de los autos, dando fe el notario de su autenticidad.
§ 2 Si los autos están redactados en una lengua desconocida por
el tribunal superior, han de traducirse a otro idioma conocido por él,
tomando precauciones para que conste la fidelidad de la traducción.
55

La devolución de algunos autos

Canon 1475 § 1 Al terminar el juicio, deben devolverse a los


particulares los documentos que les pertenecen, conservando sin
embargo copia de los mismos.
§2 Sin mandato del juez, está prohibido a los notarios y al
canciller proporcionar copia de las actas judiciales y de los
documentos que forman parte del proceso.

TITULO IV
DE LAS PARTES EN LA CAUSA

CAPITULO I
DEL ACTOR Y DEL DEMANDADO

Nociones
El Actor: es quien provoca el ejercicio de la acción, es el que primero pide la
intervención del juez en la causa. En el juicio contencioso, el que pide se llama Actor.
En proceso penal, puede ser el Promotor de Justicia quien se hace parte o el mismo
obispo que juzga, en tal caso solamente hay un reo.

El convento o demandado, que en el juicio contencioso, ya no se llama reo, nombre


que se sigue usando en el proceso penal, debido a que es culpable de la violación de
la ley, o sea reato de violar la ley.

Un principio general

Canon 1476 Cualquier persona, esté o no bautizada, puede


demandar en juicio; y la parte legítimamente demandada tiene
obligación de responder.

Presencia de las partes

Canon 1477 Aunque el actor o el demandado nombren


procurador o abogado, tienen obligación de acudir personalmente al
juicio siempre que lo prescriban el derecho o el juez.
56

Tutores o curadores

Canon 1478 §1 Los menores y aquellos que carecen del uso


de razón sólo pueden comparecer en juicio por medio de sus padres,
tutores o curadores, salvo lo prescrito en el § 3º.
§2 Si el juez considera que los derechos de los menores están
en conflicto con los de sus padres, tutores o curadores, o que éstos no
pueden tutelar suficientemente los derechos de los mismos, se
personarán en juicio por medio de un tutor o curador que designe el
juez.

Una excepción al principio anterior

Canon 1478 § 3 Sin embargo, en las causas espirituales y en las


conexas con ellas, los menores que hayan alcanzado el uso de razón
pueden demandar y contestar por sí mismos, sin el consentimiento de
los padres y del tutor, si hubieran cumplido catorce años; de no ser así
deberán hacerlo mediante un curador nombrado por el juez.

Los interdictos

Canon 1478 § 4 Los que sufren interdicción de bienes o algún


trastorno mental sólo pueden comparecer en juicio para responder de
sus propios delitos o por mandato del juez; en los demás casos deben
demandar y contestar por medio de sus curadores.

Los interdictos, aquellos que les han prohibido la administración de sus bienes, por
determinación judicial, o que presentan un trastorno mental, por mandato del juez se
pueden citar para responder sobre sus propios delitos.

Tutores y curadores constituidos por la autoridad civil

Canon 1479 Cuando la autoridad civil ya ha designado tutor o


curador, éste puede ser admitido por el juez eclesiástico, después de
oír, si es posible al Obispo diocesano de aquel a quien se dio; pero si
no esta designado o si se considera que no debe ser admitido, el juez
designará un tutor o curador para la causa.

Las personas jurídicas

Canon 1480 § 1 Las personas jurídicas actúan en el juicio por medio


de sus legítimos representantes.
57

§2 Pero si no tuvieran representantes o éste fuera negligente,


puede el Ordinario actuar en juicio, por sí o por otro, en nombre de las
personas jurídicas que están bajo su jurisdicción.

CAPITULO II
DE LOS PROCURADORES JUDICIALES Y ABOGADOS

Los procuradores judiciales y los Abogados

Canon 1481 § 1 La parte puede designar libremente su abogado y


procurador; pero, salvo en los casos indicados en los §§ 2-3, puede
también demandar y contestar personalmente, a no ser que el juez
considere necesaria la ayuda del procurador o del abogado.
§2 En el juicio penal, el acusado debe tener siempre un
abogado, elegido por él mismo o nombrado por el juez.
§3 En el juicio contencioso, si se trata de menores o de un juicio
o en el cual entra en juego el bien público, con excepción de las causas
matrimoniales, el juez ha de designar de oficio un defensor a la parte
que no lo tiene.

Un solo procurador, muchos abogados

Canon 1482 § 1 Cada litigante puede designar sólo un procurador, el


cual no puede hacerse sustituir por otro, si no se le concede
expresamente esa facultad.
§2 Sin embargo, cuando por justa causa una persona designa
varios procuradores lo hará de manera que se dé entre ellos lugar a la
prevención.
§3 Pueden nombrarse varios abogados a la vez.

Las funciones del abogado y procurador por ser bien diferentes, el canon las
distingue por razón de su cometido en la causa. El procurador, cuya función es
representativa, hace las veces de la parte y cumple el oficio recibiendo citaciones o
haciendo solicitudes. Por su naturaleza de ser como el otro yo de la parte, no puede
ser sino uno solo, por la unicidad del oficio. Representa a la parte, aunque no la
sustituye del todo, como vimos en el canon 1677, pues deben recibir citaciones etc.
Pero no tiene potestad para nombrar él mismo su reemplazo.

El abogado o defensor, puede ser uno solo o varios para trabajar in solidum, y se
constituyen en asesores técnicos, consejeros, pues al orientar la causa están indicado
lo conveniente.
58

Requisitos

Canon 1483 El procurador y el abogado han de ser mayores de edad y


de buena fama; además, el abogado debe ser católico, a no ser que el
Obispo diocesano permita otra cosa, y doctor, o al menos,
verdaderamente perito en el derecho canónico, y contar con la
aprobación del mismo Obispo.

El mandato

Canon 1484 § 1 El procurador y el abogado, antes de iniciar su


función, deben presentar su mandato auténtico al tribunal.
§2 Sin embargo, para impedir la extinción de un derecho, el
juez puede admitir a un procurador aunque no presente el mandato,
exigiéndole la debida garantía, si lo cree oportuno; pero el acto carece
absolutamente de eficacia en caso de que el procurador no presente el
mandato legítimo dentro del plazo perentorio fijado por el juez.

Sin mandato especial no puede renunciar a la acción

Canon 1485 Sin mandato especial, el procurador no puede


válidamente renunciar a la acción, a la instancia o a los actos
judiciales; ni realizar transacción, pacto o compromiso arbitral, ni, en
general, aquello para lo que el derecho requiere mandato especial.

Revocación y renuncia

Canon 1486 § 1 Para que produzca efecto la remoción del


procurador o del abogado, es necesario que se le intime y, si ya ha
tenido lugar la contestación de la demanda, que se notifique la
remoción al juez y a la parte contraria.
§2 Después de la sentencia definitiva, el procurador sigue
teniendo derecho y obligación de apelar, mientras el mandante no se
oponga.

Rechazo de los abogados

Canon 1487 Tanto el procurador como el abogado pueden ser


rechazados por el juez mediante decreto, tanto de oficio como a
instancia de parte, pero siempre por causa grave.
59

Emolumentos

Canon 1488 § 1 Se prohíbe a ambos comprar el pleito, o pactar


emolumentos excesivos o sobre una parte reclamada de la cosa
litigiosa. Si hicieran eso, el pacto es nulo, y pueden ser multados por
el juez. Además, el abogado puede ser suspendido de su oficio o, si es
reincidente, eliminado del elenco de abogados por el Obispo que
preside el tribunal.
§2 Del mismo modo pueden ser castigados los abogados y
procuradores que, con fraude de la ley, sustraen causas a los
tribunales competentes para que sean sentenciadas por otros de modo
más favorable.

Patronos estables

Canon 1490 En la medida de lo posible, en todo tribunal ha de haber


patronos estables, que reciban sus honorarios del mismo tribunal, y
que ejerzan la función de abogado o de procurador, sobre todo en las
causas matrimoniales, en favor de las partes que libremente prefieran
designarlos.

El Patrono estable es un abogado de reconocida competencia y probidad profesional


que el Tribunal contrata y paga para ofrecer, a quienes no pueden pagar un
profesional, la posibilidad de elegir uno de esos patronos estables de modo gratuito.

PARTE II
DEL JUICIO CONTENCIOSO
c. 1501 – 1670

Sección I
Del Juicio Contencioso Ordinario
c. 1501 - 1655

El Proceso tiene cinco fases o momentos:


 La fase introductoria
 La fase instructoria
 la fase discusoria
 La fase decisoria
 La fase ejecutoria
60

TITULO I
DE LA INTRODUCCIÓN DE LA CAUSA

CAPITULO I
DEL ESCRITO DE DEMANDA

1.1.- EL LIBELO INTRODUCTORIO DE LA DEMANDA


1.1.1.- Principio Normativo

Canon 1501 El juez no pude juzgar causa alguna, si el interesado o el


promotor de justicia no han formulado una petición a tenor de los
cánones.

El canon es nuevo y contiene un principio, ya tradicional: “Nemo iudex sine actore” 3

La demanda debe ser escrita u oral

Canon 1502 Quien desea demandar a alguien, debe presentar un


escrito al juez competente en el que se indique el objeto de la
controversia y se pida el ministerio del juez.

Canon 1503 § 1 El juez puede admitir una petición oral, cuando el


actor tenga un impedimento para presentarla por escrito, o si se trata
de una causa de fácil investigación y de poca importancia.
§2 Sin embargo, en ambos casos el juez mandará al notario que
levante acta, que ha de ser leída al actor y aprobada por éste, y que
sustituye al escrito del actor a todos los efectos jurídicos.

El contenido del libelo


La exposición del objeto de la controversia, elemento esencial de la demanda (c. 1502),
exige fundamentalmente la descripción de los elementos esenciales de la acción con
objeto de individualizarla y es lo que se prescribe en el canon como contenido
esencial de la demanda, junto con la indicación del juez ante el que se ejercita la
acción.

Canon 1504 El escrito de demanda debe:


1°.- especificar ante qué juez se introduce la causa, qué se pide y
contra quién;

3
“No hay juez sin actor”, es decir que no puede haber juez que actúe si no hay actor que pida su intervención.
61

2°.- indicar en qué derechos se funda el actor y, al menos de modo


general, en qué hechos y pruebas se apoya para demostrar lo que
afirma;
3°.- estar firmado por el actor o por su procurador, con indicación del
día, mes y año, así como también del lugar donde habitan o dijeran
tener su residencia a efectos de recibir documentos;
4°.- indicar el domicilio o cuasidomicilio del demandado.

EJEMPLO DE LIBELO

Bogotá, septiembre 04 del 2002

Reverendo Padre
DARIO ALVAREZ BOTERO
Vicario Judicial
Tribunal Eclesiástico Regional de Bogotá
Ciudad

Reverendo Padre:
Yo, PACIFLORITO AGUAYO DE LA OCCA, hijo de Sandalio
Aguayo y Petronila de la Occa, nacido y bautizado en Chía e identificado con c.c. 36.888.334
de Siachoque y domiciliado en esta ciudad, calle 123 Sur nº 4 Este-123, Teléfono 623 45 12,
demando la nulidad del matrimonio que contraje en la parroquia de San Simeón de esta
ciudad, el día 02 de febrero de 1978, con LASTENIA ROJAS FEO, por la causal de “grave
defecto de discreción de juicio en ambos contrayentes acerca de los derechos y deberes
esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar” en base a los siguientes

H E C H O S

1º.- Lastenia y yo nos conocimos siendo ella estudiante en el Colegio del barrio donde yo
vivía. La veía pasar al Colegio y me prendé de ella. Fueron pocas las conversaciones que
tuvimos antes de iniciar nuestro noviazgo, el que estaba encaminado a divertirnos y no al
matrimonio. Infortunadamente llegamos pronto a intimidad y se dio el embarazo, que por el
impacto que le produjo, se lo comunicó a su madre y ella a toda su familia.

2º.- La angustia de ella y la presión de su familia, la llevaron a preguntarme lo que pensaba.


Ví el problema tan grave como nunca lo había soñado. Le dije que no estaba dispuesto a
casarse por carecer de medios y que en la actualidad no estaba trabajando. Ella se llenó de
angustia y de cólera por la irresponsabilidad mía y aun cuando ella tampoco quería casarse
conmigo no veía otra salida. Sus padres intervinieron. El padre de Lastenia me llamó y
violentamente me exigió que respondiera por lo que había hecho, pero al ver que estaba
frente a un insolvente, me ofreció una finca para ir a trabajar. Yo me entusiasmé por pensar
que podía ser hasta dueño de la finca y acepté el matrimonio, y me preocupé para que se
62

celebrara. Quizá el padre de ella no sabía la clase de persona que era yo. Conversó con María
y ésta vió la oportunidad para salir de su casa, donde no se encontraba bien, y entonces
aceptó casarse conmigo.

En mi familia había opinión muy diferente. A nadie le gustó la idea del matrimonio por
muchas razones y una de ellas fue la irresponsabilidad mía y que todos veían el fracaso de
ese matrimonio.

3º La convivencia la iniciamos en la casa de los padres de ella. Pronto el padre de Lastenia nos
dio la orden de viajar a la finca y hacernos cargo de ella y entonces María dijo que no viajaría
y que no iría a vivir allá. Le lloró a la mamá y a los hermanos y todos la secundaron. Entonces
nos quedamos a vivir en casa de don Sandalio. Yo no tenía nada que hacer y tampoco
buscaba trabajo. Allí estaba bien. Pero ella salía sin consultarme, visitaba sus amistades y yo
no le podía preguntar nada porque se volvía altanera y así comenzaron los problemas que
eran de todos los días.

Yo aburrido me salía de la casa y me iba a tomar con mis amigos y al regresar venía la pelea
con ella. Así pasaron unos 8 meses y viendo que yo nada tenía que hacer y tampoco tenía
ninguna autoridad, resolví hacerme sentir y tuvimos una discusión y ella me ultrajó y yo le
pegué y a la mañana siguiente me despacharon. No nos hemos vuelto a tratar.

Lastenia se unió con Pericles y de él tiene un hijo y yo me fui vivir con Eleonora y ella espera
mi segundo hijo.

Principios de Derecho

El consentimiento matrimonial, necesario para que el matrimonio se produzca (c.1057 §1),


como quiera que es la única causa eficiente del matrimonio, definido como "el acto de la
voluntad por el cual el varón y la mujer se entregan y aceptan mutuamente en alianza
irrevocable", es acto humano, producto del entendimiento y la voluntad.

No basta la facultad cognoscitiva sino que es necesaria la facultad crítica para valorar y
ponderar el matrimonio mismo y el oficio de cónyuge, para que exista la discreción de juicio
proporcionada al matrimonio.

En mi caso, la discreción de juicio nos faltó a ambos, pues ni pensamos en la responsabilidad


que asumíamos, ni estábamos en capacidad de valorar lo que es el matrimonio y tampoco
valoramos el oficio que asumimos. Yo no quería casarme y lo pensé cuando me ofrecieron la
finca. Esa alegría de que podía ser dueño llenó todo mi pensamiento y en ello únicamente
pensaba.

Documentos

Presento la partida de nuestro matrimonio y las partidas de bautismo de ella y la mía.


El matrimonio lo registramos y por esto presento el registro civil de nuestro matrimonio.
Testigos
63

1. Remigio Álvarez, calle 64B bis nº 13C-120 teléfono 987 12 37 Bogotá


2. Rosendo Siachoque, carrera 190 nº 1C-64 Bogotá
3. Margarita Cobo, carrera 12 Sur transversal 20-34 Teléfono 213 78 12 Bogotá
4. Teresa Mendivelso, Diagonal 3 A nº 4C-12 Teléfono 567 23 45 Bogotá
5. Anselmo Pongutá, Transversal 18 nº 14B-46 Bogotá
6. Pepita Gómez, calle 13 nº 7-13, Almacén La Esperanza, Bogotá

Abogado

Nombro abogado al Dr. Nicolás Cienfuegos, a quien concedo amplio y suficiente poder para
que me represente y adelante mi juicio de nulidad matrimonial

Direcciones

Yo recibo citaciones en la calle 123 Sur nº 4 Este-123; Teléfono 623 45 12


Lastenia Rojas Feo vive en la calle 40 Sur nº 23A-67

Costas Judiciales

Pido que se me reduzcan a la mitad y me concedan cancelarlas en cómodas mensualidades,


que personalmente llevaré al Tribunal.

Peticiones

Que se declare nulo mi matrimonio


Que se anulen las notas marginales de las partidas de bautismo ;
Que se anule la partida de matrimonio
Que se disponga lo conveniente con respecto a la partida del Registro
Civil.

______________________________
PACIFLORITO AGUAYO DE LA OCCA
64

La aceptación o el rechazo del libelo

Canon 1505 § 1 El juez único o el presidente del tribunal colegial,


tras comprobar que el asunto es de su competencia y que el actor tiene
capacidad legal para actuar en juicio, debe admitir o rechazar cuanto
antes el escrito de demanda, mediante decreto.
§ 2 Únicamente puede rechazarse el escrito de demanda:
1°.- si el juez o el tribunal son incompetentes;
2°.- si consta con certeza que el actor carece de capacidad procesal;
3°.- si no se ha cumplido lo que manda el can. 1504,nn. 1º-3º;
4°.-si del mismo escrito de demanda se deduce con certeza que la
petición carece de todo fundamento y que no cabe esperar que del
proceso aparezca fundamento alguno.
§ 3 Si el escrito ha sido rechazado por defectos que es posible
subsanar, el actor puede presentar ante el mismo juez uno nuevo
correctamente redactado.
§4 En el plazo útil de diez días, la parte puede interponer
recurso motivado contra el rechazo del escrito ante el tribunal de
apelación, o ante el colegio si fue rechazado por el presidente; y la
cuestión sobre el rechazo ha de decidirse con la mayor rapidez.

Lo primero que debe hacer es:


 Comprobar que el asunto es de su competencia y
 Que el actor tenga capacidad legal para actuar en juicio

La aceptación “ipso iure”

Canon 1506 Si, en el plazo de un mes desde que se presentó el escrito


de demanda, el juez no emite decreto admitiéndolo o rechazándolo de
acuerdo con el can. 1505, la parte interesada puede instar al juez a que
cumpla su obligación; y si, a pesar de todo, el juez guarda silencio,
pasados inútilmente diez días desde la presentación de la instancia, el
escrito de demanda se considera admitido.
65

CAPITULO II
DE LA CITACIÓN Y NOTIFICACIÓN DE LOS ACTOS JUDICIALES

La citación de la parte

Canon 1507 § 1 En el decreto por el que se admite el escrito de


demanda del actor, el juez o el presidente debe llamar a juicio o citar a
las demás partes, para la contestación de la demanda, determinando si
deben responder por escrito o comparecer ante él para concordar las
dudas. Y si, ante las respuestas escritas deduce la necesidad de
convocar a las partes, puede mandarlo así mediante un nuevo decreto.
§2 Si la demanda se considera admitida a tenor del can. 1506,
el decreto de citación a juicio debe darse dentro del plazo de veinte
días desde que se presentó la instancia mencionada en ese canon.
§3 Cuando los litigantes comparecen de hecho ante el juez
para tratar de la causa, no es necesaria la citación; pero el actuario
debe hacer constar en las actas que las partes estaban presentes.

Notificación del decreto de citación

Canon 1508 § 1 El decreto de citación judicial debe notificarse en


seguida al demandado, y al mismo tiempo a aquellos otros que deban
comparecer.
§2 Debe unirse a la citación el escrito de demanda, a no ser
que, por motivos graves, el juez considere que éste no debe darse a
conocer a la parte antes de que declare en el juicio.
§3 Si se demanda a quien no tiene el libre ejercicio de sus
derechos o la libre administración de las cosas sobre las que se litiga,
la citación se ha de hacer, según los casos, al tutor, curador,
procurador especial o a aquel que, según el derecho, está obligado a
asumir en su nombre el juicio.

Notificación de los actos judiciales

Canon 1509 §1 La notificación de las citaciones, decretos, sentencias y


otros actos judiciales ha de hacerse por medio del servicio público de
correos o por otro procedimiento muy seguro, observando las normas
establecidas por ley particular.
§2 Debe constar en las actas la notificación y el modo en que se
ha hecho.
66

El rechazo de la citación

Canon 1510 El demandado que rehúse recibir la cédula de citación, o


que impida que ésta llegue a sus manos, ha de tenerse por legítimamente
citado.

El juicio no se suspende, por tanto la citación le asegura al juicio su carácter de


contencioso, porque es en controversia.

La falta de citación legítima

Canon 1511 Si la citación no fuera legítimamente notificada son


nulos los actos del proceso, salvo lo que prescribe el can. 1507 § 3º.

Efectos de la citación
La relación jurídico procesal entre el actor, el demandado y el juez se inicia con la
legítima citación “o si los litigantes comparecen de hecho ante el juez para tratar de la
causa” (c. 1557 § 3)

Canon 1512 Una vez que haya sido notificada legítimamente la


citación o que las partes hayan comparecido ante el juez para tratar la
causa:
1°.- la cosa deja de estar íntegra;
2°.- la causa se hace propia de aquel juez o del tribunal ante el cual se
ha entablado la acción, con tal de que sean competentes;
3°.- se consolida la jurisdicción del juez delegado, de tal manera que
no extingue al cesar el derecho del que delegó;
4°.- se interrumpe la prescripción, si no se ha establecido otra cosa;
5°.- comienza la litispendencia, y, por tanto, se aplica inmediatamente
el principio "mientras esté pendiente el litigio, nada debe innovarse".

T I T U L O II
DE LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA
Cánones 1513 – 1516

Concepto

Canon 1513 § 1 Se da la litiscontestación cuando, por decreto del


juez, quedan fijados los límites de la controversia, tomados de las
peticiones y respuestas de las partes.
67

§2 Las peticiones y respuestas de las partes pueden hacerse no


sólo en el escrito de demanda, sino también en la respuesta a la
citación o en las declaraciones orales hechas ente el juez; pero, en las
causas más difíciles, las partes han de ser convocadas por el juez, para
concordar la duda o las dudas a las que se ha de dar respuesta en la
sentencia.
§3 Se ha de notificar a las partes el decreto del juez; y, si no
están de acuerdo, pueden recurrir en el plazo de diez días, para que lo
modifique, ante el mismo juez, el cual debe decidir la cuestión por
decreto con toda rapidez.

El posible cambio de los términos del Dubio

Canon 1514 Los términos de la controversia, una vez definidos, no


pueden modificarse válidamente, si no es mediante nuevo decreto, por
causa grave, a instancia de parte y habiendo oído a las restantes,
cuyas razones han de ser debidamente ponderadas.

Efectos sustanciales y procesales

Canon 1515 La litiscontestación interrumpe la buena fe del


poseedor de cosa ajena; por tanto, si se le condena a la restitución,
debe devolver asimismo los frutos y resarcir los daños producidos
desde aquel momento.

Tiempo de preparación

Canon 1516 Después de la litiscontestación, el juez fijará a las partes


un tiempo conveniente, para que puedan proponer y realizar las
pruebas.

T I T U L O III
DE LA INSTANCIA JUDICIAL
Cánones 1517 - 1525

El comienzo y fin de la instancia judicial

Canon 1517 La instancia comienza por la citación; concluye no sólo


por la sentencia definitiva, sino también de otros modos establecidos
por el derecho.

La suspensión de la instancia
68

Por causa del litigante

Canon 1518 Cuando un litigante muere, o cambia de estado, o cesa


en el oficio por razón del cual actúa:
1º.- si la causa aún no hubiera concluido, la instancia se suspende
hasta que la reanude el heredero del difunto o su sucesor o el
legítimamente interesado;
2º.- si estuviera concluida la causa, el juez debe proseguirla, citando al
procurador; y si no lo hay, al heredero del difunto o a su sucesor.

Cesa por causa del tutor, curador o procurador

Canon 1519 § 1 Si cesan en su cargo el tutor o curador o el


procurador requerido por el can. 1481, 1 y 3, la instancia queda
entretanto suspendida.
§2 El juez debe designar cuanto antes otro tutor o curador; y
puede también constituir un procurador para la causa, si la parte no lo
hace dentro del breve plazo que determinará el mismo juez.

La perención por inactividad de las partes


Los términos de la inactividad

Canon 1520 La instancia caduca cuando, sin que exista un


impedimento, las partes no realizan ningún acto procesal durante seis
meses. Por ley particular pueden establecerse otros plazos de
caducidad.

Eficacia de la perención

Canon 1521 La caducidad tiene lugar ipso iure y frente a todos,


incluso frente a los menores y a los equiparados a ellos, y debe
asimismo declararse de oficio, quedando a salvo el derecho a pedir
indemnización a los tutores, curadores, administradores o
procuradores que no prueben estar libres de culpa.

Efectos de la perención

Canon 1522 La caducidad extingue las actas del proceso, pero no las
de la causa; más aún, éstas pueden tener eficacia también en otra
instancia, con tal de que el litigio tenga lugar entre las mismas
69

personas y sobre el mismo objeto; pero, en relación a los extraños, sólo


tienen el valor de documentos.

Costas judiciales

Canon 1523 Si el juicio caduca, cada uno de los litigantes habrá de


hacerse cargo de los gastos que haya realizado.

La renuncia

Canon 1524 § 1 El actor puede renunciar a la instancia en cualquier


estado y grado del juicio; asimismo, tanto el actor como el demandado
pueden renunciar a los actos del proceso, ya sea a todos ya sólo a
alguno de ellos.

Los tutores y administradores de la persona jurídica

Canon 1524 §2 Para poder renunciar a la instancia, los


tutores y administradores de las personas jurídicas necesitan el consejo
o el consentimiento de aquellos cuyo concurso es necesario para realizar
actos que sobrepasan los límites de la administración ordinaria.

Condiciones para la validez de la renuncia

Canon 1524 § 3 Para que la renuncia sea válida, ha de hacerse por


escrito, que firmará la parte misma, o su procurador dotado de
mandato especial; debe notificarse a la otra parte, y ser aceptada, o al
menos no impugnada por ésta, y admitida por el juez.

Los efectos jurídicos

Canon 1525 La renuncia admitida por el juez produce sobre los


actos renunciados los mismos efectos que la caducidad de la instancia;
y además obliga al renunciante a correr con las costas de los actos a
los que haya renunciado.
70

T I T U L O IV
DE LAS PRUEBAS
Cánones 1526 - 1586

Este Título, que comprende 60 cánones, se puede decir que es la parte principal y
central del proceso, pues por ella, el actor pretende demostrar su pretensión o su
acción y por ella también el juez adquiere la certeza moral para pronunciar sentencia.

PRINCIPIOS Y NORMAS DE CARÁCTER GENERAL


Estos principios generales, que los presenta en cuatro cánones introductorios se
aplican tanto al juicio contencioso ordinario como a todo juicio eclesiástico.

La prueba es la demostración que la parte actora hace al juez para afirmar su acción.

La carga de la prueba

Canon 1526 § 1 La carga de la prueba incumbe al que afirma.

Condiciones de la prueba

Canon 1526 § 2 No necesitan prueba:


1°.- Aquellas cosas que la misma ley presume;
2°.- Los hechos afirmados por uno de los contendientes y admitidos
por el otro, salvo que, pese a ello, el derecho o el juez exijan su prueba.

La legalidad de la prueba

Canon 1527 §1 Pueden aportarse cualesquiera pruebas que


se consideren útiles para dilucidar la causa y que sean lícitas.
§2 Si una parte insiste en que se admita una prueba rechazada
por el juez, el mismo juez ha de decidir la cuestión con toda rapidez.

Examen de la parte renuente

Canon 1528 Si una parte o un testigo rehúsan comparecer ante el


juez para responder, pueden ser oídos también por medio de un laico
que el juez designe, o puede requerirse su declaración ante un notario
público o por otro modo legítimo.
71

Una norma para el juez

1529 Si no es por causa grave, el juez no proceda a recoger


pruebas antes de la litiscontestación.

CAPITULO I
DE LAS DECLARACIONES DE LAS PARTES
Cánones 1530 - 1538

INTERROGATORIO DE LAS PARTES


Facultad y obligación del juez

Canon 1530 Para mejor descubrir la verdad, el juez puede


interrogar a las partes, en cualquier momento, e incluso debe hacerlo a
instancia de parte o para probar un hecho que interesa públicamente
dejar fuera de toda duda.

Deber del interrogado

Canon 1532 § 1 La parte legítimamente interrogada debe


responder y decir toda la verdad.
§2 Si rehúsa responder, corresponde al juez valorar esa actitud
en orden a la prueba de los hechos.

El juramento

Canon 1532 Cuando en una causa entre en juego el bien


público, el juez ha de pedir a las partes juramento de que dirán la verdad,
o al menos, de que es verdad lo que han dicho, a no ser que una causa
grave aconseje otra cosa; en los demás casos, puede hacerlo, según su
prudencia.

Artículos o preguntas para el interrogatorio

Canon 1533 Las partes, el promotor de justicia y el defensor del


vínculo pueden presentar al juez artículos o preguntas sobre los que
ha de interrogarse a la parte.
72

La modalidad del interrogatorio

Canon 1534 Para el interrogatorio de las partes se han de observar,


análogamente, las normas que se establecen acerca de los testigos en
los cann. 1548, § 2º, n.1; 1552 y 1558-1565.

LA CONFESIÓN DE LAS PARTES


El Código considera la confesión judicial, la que se hace ante el juez competente y la
confesión extrajudicial hecha ante otra persona, sea ante un Notario Público, ante el
Párroco u otra persona, por eso se llama la confesión que se hace fuera del juicio.

LA CONFESIÓN JUDICIAL
No acostumbra el Código a dar definiciones, pero cuando el caso lo requiere, como sobre la
confesión judicial, la ofrece, para distinguirla de la declaración judicial de las partes.

Canon 1535 Confesión judicial es la afirmación escrita u oral


sobre algún hecho ante el juez competente, manifestada por una de las
partes acerca de la materia del juicio y contra sí misma, tanto
espontáneamente como a preguntas del juez.

Valor y efectos de la confesión judicial

Canon 1536 § 1 La confesión judicial de una de las partes, cuando se


trata de un asunto privado y no entra en juego el bien público, releva
a las demás de la carga de la prueba.
§ 2 Sin embargo, en las causas que afectan al bien público, la
confesión judicial y las declaraciones de las partes que no sean
confesiones pueden tener fuerza probatoria, que habrá de valorar el
juez juntamente con las demás circunstancias de la causa, pero no se
les puede atribuir fuerza de prueba plena, a no ser que otros
elementos las corroboren totalmente.

La confesión extrajudicial

Canon 1537 Respecto a la confesión extrajudicial aportada al juicio,


corresponde al juez, sopesadas todas las circunstancias, estimar qué
valor debe atribuírsele.
73

Condiciones para la validez

Canon 1538 La confesión o cualquier otra declaración de una


parte carece de todo valor si consta que la ha emitido por error de
hecho o arrancada por violencia o miedo grave.

CAPITULO II
DE LA PRUEBA DOCUMENTAL
Cánones 1539-1546

PRINCIPIO NORMATIVO

Canon 1539 En toda clase de juicios se admite la prueba por


documentos, tanto públicos como privados.

Documentos públicos eclesiásticos

Canon 1540 §1 Son documentos públicos eclesiásticos


aquellos que han sido redactados por una persona pública en el
ejercicio de su función en la Iglesia y observando las solemnidades
prescritas por el derecho.

Como ejemplo de documento público eclesiástico son las partidas de bautismo,


matrimonio, confirmación, defunción, de ordenación sacerdotal, los documentos de la
Santa Sede o de las Congregaciones Romanas etc.

Documentos públicos civiles

Canon 1540 § 2 Son documentos públicos civiles los que, según las
leyes de cada lugar, se reconocen como tales.

Los documentos privados

Canon 1540 § 3 Los demás documentos son privados.

El valor del documento

Canon 1541 A no ser que conste otra cosa por argumentos


contrarios y evidentes, los documentos públicos hacen fe de todo aquello
que directa y principalmente se afirma en ellos.
74

Canon 1542 El documento privado, tanto el admitido por la parte


como el reconocido por el juez, tiene la misma fuerza probatoria que la
confesión extrajudicial contra su autor o quien lo firmó o sus
causahabientes; contra los extraños, tiene la misma fuerza que las
declaraciones de las partes que no sean confesiones, de acuerdo con el can.
1536, § 2 º

De por sí un documento privado no hace fe, a menos que sea reconocido por la parte
contra la cual se presenta y admitido por el juez, tiene la misma fuerza probatoria que
la confesión extrajudicial contra su autor. (c. 1537)

Del documento defectuoso

Canon 1543 Si se demuestra que los documentos están raspados,


corregidos, interpolados o afectados por otro vicio, corresponde al
juez valorar si pueden tenerse en cuenta y en qué medida.

ART. 2
DE LA PRESENTACIÓN DE LOS DOCUMENTOS

DE LA PRESENTACIÓN DEL DOCUMENTO EN EL JUICIO


MODO DE PRESENTARLO

Canon 1544 Los documentos carecen de fuerza probatoria en el juicio


si no se presenta su original o copia auténtica, y se depositan en la
cancillería del tribunal, para que puedan ser examinados por el juez y
por el adversario.

Documento común a ambas partes

Canon 1545 El juez puede mandar que se presente en el proceso un


documento común a ambas partes.

Puede suceder que exista un documento común a ambas partes, como una separación
conyugal, un testamento, una escritura de compra-venta, etc. El juez puede decretar
que la parte que posea el documento lo presente.

Documentos que no deben presentarse

Canon 1546 § 1 Nadie está obligado a presentar documentos, aunque


sean comunes, que no pueden mostrarse sin peligro de daño, de
75

acuerdo con el can. 1548, § 2,º n. 2º, o sin peligro de violar la


obligación de guardar secreto.
§2 Sin embargo, si es posible transcribir al menos una parte del
documento y mostrarla sin los inconvenientes mencionados, el juez
puede mandar que se presente.

CAPITULO III
DE LOS TESTIGOS Y SUS TESTIMONIOS
Cánones 1547 - 1573

La prueba testimonial ha sido considerada de mucha importancia en el juicio. Su


complejidad requiere ser tratada con amplitud señalándole al tribunal su parte muy
importante en la consecución de la verdad con la técnica del interrogatorio.

NORMAS PREVIAS
Principio normativo

Canon 1547 En todas las causas se admite la prueba testifical bajo la


dirección del juez.

Deberes del testigo

Canon 1548 § 1 Los testigos deben declarar la verdad al juez que los
interroga de manera legítima.

Personas que no tienen obligación de responder

Canon 1548 § 2 Quedando a salvo lo que se prescribe en el can. 1550,


§ 2º n. 2, están exentos de la obligación a responder:
1º.- los clérigos, en lo que se les haya confiado por razón del
ministerio sagrado; los magistrados civiles, médicos, comadronas,
abogados, notarios y otros que están obligados a guardar secreto de
oficio incluso por razón del consejo dado, en lo que se refiere a los
asuntos que caen bajo ese secreto.
2º.- Quienes temen que de su testimonio les sobrevendrán infamia,
vejaciones peligrosas u otros males graves para sí mismos, para el
cónyuge, o para consanguíneos o afines próximos.
76

ART. 1
QUIENES PUEDEN SER TESTIGOS

LA CAPACIDAD TESTIMONIAL
PRINCIPIO GENERAL

Canon 1549 Todos pueden ser testigos, a no ser que en todo o


en parte estén rechazados expresamente por el derecho.

No son admitidos

Canon 1550 § 1 No se admitan como testigos los menores de catorce


años y los débiles mentales, pero podrán ser oídos si el juez por
decreto manifiesta que es conveniente.
§2 Se consideran incapaces:
1. Los que son partes en la causa o comparecen en juicio en nombre
de las partes, el juez y sus ayudantes, el abogado y auqellos
otros que prestan o han prestado asistencia a las partes en la
misma causa.
2. Los sacerdotes, respecto a todo lo que conocen por confesión
sacramental, aunque el penitente pida que lo manifieste; más aún,
lo que de cualquier modo haya oído alguien con motivo de
confesión no puede ser aceptado ni siquiera como indicio de
verdad.

ART. 2
DE LOS TESTIGOS QUE HAN DE SER LLAMADOS Y EXCLUIDOS

La presentación y exclusión de los testigos

Canon 1551 La parte que presentó un testigo puede renunciar a


su examen; pero la parte contraria puede pedir que, no obstante, el
testigo sea oído.

La presentación de testigos

Canon 1552 § 1 Cuando se pide la prueba de testigos, deben


indicarse al tribunal sus nombres y domicilios.
77

Los artículos del interrogatorio

Canon 1552 § 2 Dentro del plazo determinado por el juez,


deben presentarse los artículos sobre los que se pide el interrogatorio
de los testigos; de no hacerlo así, se considera que se desiste de la petición.

La lectura de este parágrafo deja entender que se trata de la obligación de las partes y
que por la norma del canon 1533, también el Promotor de Justicia y el Defensor del
Vínculo pueden presentar artículos o preguntas, lo cual ha de hacerse dentro del plazo
citado. La advertencia de este canon es necesario que la conozcan partes, pues la
inobservancia se considera que desiste de la petición, es decir que es una tácita
renuncia para que se oigan los testigos presentados.

El número excesivo de testigos

Canon 1553 Corresponde al juez evitar un número excesivo de


testigos.

Notificación del nombre de los testigos

Canon 1554 Antes de interrogar a los testigos, deben notificarse


sus nombres a las partes; pero si, según la prudente apreciación del juez,
no pudiera hacerse esto sin grave dificultad, efectúese al menos antes
de la publicación de los testimonios.

Exclusión de algún testigo

Canon 1555 Quedando a salvo lo que prescribe el can. 1550, la parte


puede pedir que se excluya a un testigo, si antes de su interrogatorio se
prueba que hay causa justa para la exclusión.

La citación de un testigo

Canon 556 La citación de un testigo se hace mediante decreto


del juez legítimamente notificado al mismo.

Obligación del testigo

Canon 1557 El testigo debidamente citado debe comparecer o


comunicar al juez el motivo de su ausencia.
78

ART. 3
DEL EXAMEN DE LOS TESTIGOS
Norma común

Canon 1558 § 1 Los testigos han de ser examinados en la sede del


tribunal, a no ser que el juez considere oportuna otra cosa.

Testimonios especiales

Canon 1558 § 2 Los Cardenales, Patriarcas, Obispos y aquellos que


según el derecho de su nación gozan de ese favor, han de ser oídos en
el lugar por ellos elegido.

Testimonios de impedidos por varias razones

Canon 1558 §3 El juez ha de decidir dónde deben ser oídos


aquellos a quienes, por la distancia, enfermedad u otro impedimento,
sea imposible o difícil acudir a la sede del tribunal, sin perjuicio de lo
que prescriben los cann. 1418 y 1469, § 2.º.

La asistencia de otras personas

Canon 1559 Las partes no pueden asistir al examen de los testigos, a


no ser que el juez, sobre todo cuando esté en causa el bien privado,
considere que han de ser admitidas. Pueden sin embargo asistir sus
abogados o procuradores, a no ser que, por las circunstancias del
asunto y de las personas, el juez estime que debe procederse en forma
secreta.

Una norma de prudencia

Canon 1560 § 1 Cada testigo ha de ser examinado por separad o

El careo de los testigos

Canon 1560 § 2 Si los testigos discrepan entre sí o con la parte en una


cuestión grave, el juez puede realizar un careo entre ellos, evitando,
en la medida de lo posible, las disensiones y el escándalo
79

El examen del testigo

Canon 1561 El juez, su delegado o un auditor hacen el examen


del testigo, al que debe asistir un notario; por tanto, si las partes, el
promotor de justicia, el defensor del vínculo, o los abogados que
asisten al interrogatorio, quieren formular otras preguntas al testigo,
no han de hacérselas directamente a él, sino que deben proponerlas al
juez o a quien hace sus veces, para que sea él quien las formule, a no
ser que la ley particular establezca otra cosa.

La prestación del juramento

Canon 1562 §1 El juez debe recordar al testigo su obligación


grave de decir toda la verdad y sólo la verdad.
§ 2 El juez ha de pedir juramento al testigo según el can. 1532; y
si el testigo se niega, ha de ser oído sin juramento.

ART. 4
DEL VALOR DE LOS TESTIMONIOS

Esta parte, de mucha importancia, es el gran trabajo del juez, pues el examen de los
testimonios y la valoración de los mismos queda a la conciencia del juez. El debe
conseguir por “lo alegado y probado la certeza”, de ahí la gran importancia de la
recta valoración.

Criterios para la valoración

Canon 1572 Al valorar los testimonios, el juez debe considerar los


siguientes aspectos, solicitando cartas testimoniales, si es necesario:
1°.- cuál sea la condición de la persona y su honradez;
2°.- si declara de ciencia propia principalmente de lo que ha visto u
oído, o si manifiesta su opinión, o lo que es sentir común o ha oído a
otros;
3°.- si el testigo es constante y firmemente coherente consigo mismo, o
si es variable, inseguro o vacilante;
4°.- si hay testimonios contestes, o si la declaración se confirma o no
con otros elementos de prueba.

Valor del testigo único

Canon 1573 La declaración de un solo testigo no tiene fuerza


probatoria plena, a no ser que se trate de un testigo cualificado que
80

deponga sobre lo que ha realizado en razón de su oficio, o que las


circunstancias objetivas o subjetivas persuadan de otra cosa.

CAPITULO IV
DE LOS PERITOS
Cánones 1574 - 1586

EL PERITO Y LA PERITACIÓN
Podemos decir que el perito judicial, es la persona que por sus estudios en
determinada materia, el juez requiere sus servicios para la calificación de
determinados hechos o las condiciones de las partes.

Principio general

Canon 1574 Se ha de acudir al auxilio de peritos siempre que, por


prescripción del derecho o del juez, se requiera su estudio y dictamen,
basado en las reglas de una técnica o ciencia, para comprobar un
hecho o determinar la verdadera naturaleza de una cosa.

El nombramiento de los peritos

Canon 1575 Corresponde al juez nombrar a los peritos, después de oír a


las partes o a propuesta de ellas; y, si fuese oportuno asumir los
dictámenes ya elaborados por otros peritos.

Exclusión o recusación de los peritos

Canon 1576 Los peritos quedan excluidos o pueden ser recusados por
las mismas causas que los testigos.

CAPITULO I
DE LA NO PRESENCIA DE LAS PARTES

5.2.- LA FALTA DE COMPARECENCIA DE LAS PARTES


5.2.1.- LA AUSENCIA O EL SILENCIO DEL DEMANDADO

Canon 1592 § 1 Si el demandado no comparece cuando se le cita ni


da una excusa razonable de su ausencia, ni responde a tenor del can.
1507, § 1º, el juez ha de declararlo ausente del juicio y mandar que la
causa, observando lo que está mandado, prosiga hasta la sentencia
definitiva y su ejecución.
81

§2 Antes de dar el decreto de que trata el § 1º, debe constar,


reiterando si es necesario, la citación, que la legítimamente hecha llegó
al demandado en tiempo útil.

La posibilidad de que el demandado comparezca

Canon 1593 § 1 Si el demandado comparece después en el juicio o


responde antes de la definición de la causa, puede aducir conclusiones
y pruebas, quedando en pie lo que prescribe el can. 1600; pero ha de
procurar el juez que no se prolonguen intencionalmente el juicio con
largas e innecesarias demoras.
§2 Aunque no hubiera comparecido o respondido antes de la
definición de la causa, puede impugnar la sentencia; y puede entablar
querella de nulidad, si prueba que no compareció por legítimo
impedimento, que, sin culpa por su parte, no le fue posible demostrar
antes.

La falta de presencia del actor

Canon 1594 Si en el día y hora señalados para la litiscontestación no


comparece el actor ni aduce una excusa adecuada:
1º.- el juez lo citar de nuevo;
2º.- si el actor no obedece a esta nueva citación, se presume que
renuncia a la instancia, según los cann. 1524-1525.
3º.- si más tarde desea intervenir en el proceso, cúmplase
lo establecido en el can. 1593.

Las costas procesales

Canon 1595 § 1 La parte ausente del juicio, sea el actor o el


demandado, que no demuestre tener un justo impedimento, debe
pagar las costas judiciales que se hayan ocasionado por su ausencia y,
si es necesario, indemnizar también a la otra parte.
§2 Si no comparecen ni el actor ni el demandado, tienen
obligación solidaria de pagar las costas judiciales.
82

T I T U L O VI
DE LA PUBLICACIÓN DE LAS ACTAS
Y DE LA CONCLUSIÓN
Y DISCUSIÓN DE LA CAUSA
Cánones 1598 - 1606

CONCEPTO Y FORMA

Canon 1598 § 1 Una vez recibidas las pruebas, el juez, mediante


decreto, debe permitir bajo pena de nulidad, que las partes y sus
abogados examinen en la cancillería del tribunal las actas que aún no
conocen; e incluso se puede entregar copia de las actas a los abogados
que la pidan; no obstante, en las causas que afectan al bien público, el
juez, para evitar peligros gravísimos puede decretar que algún acto no
sea manifestado a nadie, teniendo cuidado de que siempre quede a
salvo el derecho de defensa.
§2 Para completar las pruebas, las partes pueden presentar
otras al juez; y, después de recibir éstas, si el juez lo considera
necesario, ha de dictarse nuevamente el decreto al que hace referencia
el § 1º.

LA CONCLUSIÓN DE LA CAUSA
Concepto y condición

Canon 1599 §1 Una vez terminado todo lo que se refiere a la


presentación de las pruebas, se llega a la conclusión de la causa.
§2 Esta conclusión tiene lugar cuando las partes declaran que
no tienen más que aducir, o ha transcurrido el plazo útil establecido
por el juez para presentar las pruebas, o el juez manifiesta que la
causa está suficientemente instruida.
§3 El juez dictará el decreto de conclusión de la causa,
cualquiera que sea el modo en el que ésta se ha producido.

LA DISCUSIÓN DE LA CAUSA
Presentación de la defensa

Canon 1601 Una vez realizada la conclusión de la causa, el juez


establecerá un plazo conveniente para que se presenten las defensas o
alegatos.
83

T I T U L O VII
DE LOS PRONUNCIAMIENTOS DEL JUEZ
Cánones 1607 - 1618

SENTENCIA DEFINITIVA E INTERLOCUTORIA

Canon 1607 Una causa tratada judicialmente, si es principal, se


decide por el juez mediante sentencia definitiva; si es incidental,
mediante sentencia interlocutoria, sin perjuicio de lo que establece el
can. 1589, § 1.

Sentencia es la pronunciación legítima por la que el juez resuelve la causa propuesta


por los litigantes y tratada judicialmente; se llama interlocutoria si dirime una causa
incidental; definitiva, si la principal.”

Principio directivo

Canon 1608 § 1 Para dictar cualquier sentencia, se requiere en el


ánimo del juez certeza moral sobre el asunto que debe dirimir.
§2 El juez ha de conseguir esta certeza de lo alegado y probado.
§3 El juez debe valorar las pruebas según su conciencia,
respetando las normas sobre la eficacia de ciertas pruebas.
§4 Si no hubiera alcanzado esa certeza, el juez ha de sentenciar
que no consta el derecho del actor y ha de absolver al demandado, a
no ser que se trate de una causa que goza del favor del derecho, en
cuyo caso debe pronunciarse en pro de ésta.

Para el juez debe quedar claro un principio: que la valoración la ha de hacer sobre lo
alegado y probado, con la rectitud de su conciencia, la cual lo es cuando el juez tiene
certeza moral de la definición que va a dar.

Normas para el tribunal colegiado

Canon 1609 §1 Cuando el tribunal es colegial, el presidente


establecerá el día y hora en que los jueces deben reunirse para
deliberar; y, salvo que una causa especial aconseje otra cosa, la
reunión se tendrá en la misma sede del tribunal.
§2 El día señalado, cada juez presentará sus conclusiones
escritas sobre el objeto del litigio, con las razones en que se apoyan,
tanto de derecho como de hecho; y esas conclusiones, que deben
guardarse bajo secreto, se añadirán a las actas de la causa.
§3 Después de invocar el Nombre de Dios, leídas por orden de
precedencia las conclusiones de cada uno, pero de modo que siempre
comience por el ponente o relator de la causa, téngase una discusión,
84

bajo la dirección del presidente del tribunal, sobre todo para


determinar qué debe establecerse en la parte dispositiva de la
sentencia.
§4 En la discusión cualquier juez puede modificar su anterior
conclusión. Pero el juez que no quiera sumarse a la decisión de los
demás, puede exigir que, si hubiera apelación, se transmitan sus
conclusiones al tribunal superior.
§ 5 Si los jueces no quieren o no pueden dictar sentencia en la primera
discusión, puede diferirse la decisión hasta una nueva reunión, pero no
por más de una semana, a no ser que haya de completarse la instrucción
de la causa a tenor del can. 1600.

LA ESTRUCTURA DE LA SENTENCIA
El ponente de la sentencia

Canon 1610 § 1 Si el juez es único, redactará él mismo la sentencia.


§2 En el tribunal colegial, corresponde al ponente o relator
redactar la sentencia, tomando los motivos de entre aquellos que los
jueces expusieron en la discusión a no ser que la mayoría de los jueces
determine expresamente los motivos que han de preferirse; la
sentencia debe someterse después a la aprobación de cada uno de
ellos.

El término de la sentencia

Canon 1610 § 3 La sentencia debe darse antes de un mes a partir del


día en que se definió la causa, a no ser que, por una razón grave, los
jueces de un tribunal colegial establezcan un plazo más largo.

El contenido de la sentencia

Canon 1611 La sentencia debe:


1º.- dirimir la controversia discutida ante el tribunal, dando a cada
duda la respuesta conveniente;
2º.- determinar cuáles son las obligaciones de las partes derivadas del
juicio, y cómo han de cumplirse;
3º.- exponer las razones o motivos, tanto de derecho como de hecho,
en los que se funda la parte dispositiva de la sentencia;
4º.- determinar lo referente a las costas del litigio.

Dirimir o definir la controversia. Este es un elemento esencial, pues de no realizarse la


sentencia sería nula con nulidad insanable como lo indica el canon 1620, n. 8. La
85

definición consiste en la repuesta clara y precisa a cada uno de los términos de la


controversia o sea los términos del Dubio. (cf. c. 1513-1514)
Determinación de las obligaciones. Tales obligaciones se relaciones con el punto anterior.
Se dice a quien le corresponde pagar las costas judiciales, que obligaciones se le
imponen a las partes, etc.
Motivaciones en los hechos y en el Derecho. La parte dispositiva de la sentencia se funda
en los principios de derecho con los cuales se ilustran los hechos. Si faltaren estas
motivaciones, la sentencia sería nula, con nulidad sanable, a tenor del canon 1622, n.
2.
Deliberación sobre costas judiciales. Esta parte se rige por lo dispuesto en el canon 1649.

Los elementos formales de la sentencia

Canon 1612 §1 Después de invocar el Nombre de Dios, la sentencia debe


exponer, por orden, quién es el juez o el tribunal; quiénes son el actor, el
demandado y el procurador, indicando sus nombres y domicilios; así como el
promotor de justicia y el defensor del vínculo, si tomaron parte en el juicio.
§2 Después debe exponer brevemente el hecho del que se trata, las
conclusiones de las partes y la fórmula de las dudas.
§3 A continuación seguirá la parte dispositiva de la sentencia, precedida
de las razones en que se fundamenta.
§4 Se concluye con la indicación del día y del lugar en que se ha dictado,
con la firma del juez o de todos los jueces, si el tribunal es colegial, y del notario.

La sentencia interlocutoria

Canon 1613 Las reglas arriba expuestas sobre la sentencia


definitiva han de acomodarse también a la sentencia interlocutoria.

La publicación de la sentencia

Canon 1614 La sentencia debe publicarse cuanto antes, indicando


de qué modos puede impugnarse; y no produce efecto alguno antes
de su publicación, aun cuando la parte dispositiva se haya notificado
a las partes, con permiso del juez.

Forma de publicación de la sentencia

Canon 1615 La publicación o intimación de la sentencia puede


hacerse bien entregando una copia de la misma a las partes o a sus
procuradores, bien remitiéndosela de acuerdo con el can. 1509.
86

TITULO VIII
DE LA IMPUGNACIÓN DE LA SENTENCIA
Cánones 1619 - 1640

CAPITULO I
DE LA QUERELLA DE NULIDAD
CONTRA LA SENTENCIA

LA QUERELLA DE NULIDAD
La manera de impugnar la sentencia que estuviere viciada de nulidad ya sea por un
grave defecto en cuanto a la sustancia o en cuanto a la forma, el Derecho presenta la
querella de nulidad.

CANON INTRODUCTORIO

Canon 1619 Siempre que se trate de una causa que se refiera al


bien de las personas privadas, quedan sanadas por la sentencia las
nulidades de los actos establecidas por el derecho positivo que, siendo
conocidas por la parte que propone la querella, no hayan sido
denunciadas al juez antes de la sentencia, quedando en pie lo que
prescriben los cann. 1622 y 1623.

El juez competente

Canon 1624 Examina la querella de nulidad el mismo juez que dictó


la sentencia; pero si la parte teme que dicho juez tenga prejuicios y,
por tanto, lo considera sospechoso, puede exigir que sea sustituido
por otro juez, de acuerdo con el can. 1450.

CAPITULO II
DE LA APELACIÓN

LA APELACIÓN
La apelación es el remedio ordinario que las partes tienen para invocar la
intervención del juez superior contra la sentencia válida sí, pero considerada injusta o
perjudicial. No se puede confundir una sentencia negativa con una sentencia
inválida.

Canon 1628 La parte que se considera perjudicada por una sentencia,


así como el promotor de justicia y el defensor del vínculo en las causas
87

que requieren su presencia, tienen derecho a apelar al juez superior contra


la sentencia, quedando a salvo lo que prescribe el can. 1629.

SENTENCIA Y DECRETO INAPELABLES

Canon 1629 No cabe apelación:


1°.- contra la sentencia del mismo Sumo Pontífice o de la Signatura
Apostólica;
2°.- contra la sentencia que adolece de vicio de nulidad, a no ser que la
apelación se acumule con la querella de nulidad, de acuerdo con el
can.1625;
3°.- contra la sentencia que ha pasado a cosa juzgada;
4°.- contra el decreto del juez o sentencia interlocutoria que no tenga
fuerza de sentencia definitiva, a no ser que se acumule con la
apelación contra la sentencia definitiva.
5°.- contra la sentencia o decreto en una causa que según el derecho
debe dirimirse con la mayor rapidez posible.

La presentación de la apelación

Canon 1630 § 1 La apelación debe interponerse ante el juez que dictó


la sentencia, dentro del plazo perentorio de quince días útiles desde
que se tuvo conocimiento de la publicación de la sentencia.
§2 Si se interpone oralmente, el notario la redactará por escrito
en presencia del apelante.

Efecto de la apelación

Canon 1638 La apelación suspende la ejecución de la sentencia.

La apelación tiene dos efectos: devolutivo, porque la sentencia se remite al juez


superior y suspensivo, porque la sentencia no se puede ejecutar, pues se espera la
definición del juez superior.
88

TITULO IX
DE LA COSA JUZGADA
Y
DE LA RESTITUCIÓN “IN INTEGRUM”
Cánones 1641 - 1648

CAPITULO I
DE LA COSA JUZGADA

LA COSA JUZGADA (RES IUDICATA)

Canon 1641 Quedando a salvo lo que prescribe el c. 1643, se


produce la cosa juzgada:
1°.- si hay dos sentencias conformes entre los mismos litigantes, sobre
la misma petición hecha por los mismos motivos;
2°.- si no se hubiera interpuesto apelación contra la sentencia dentro
del plazo útil;
3°.- si, en grado de apelación, hubiera caducado la instancia o se
hubiera renunciado a ella;
4°.- si se dictó sentencia definitiva, contra el cual no cabe apelación,
de acuerdo con el can.1629.

CAPITULO II
DE LA RESTITUCIÓN IN “IN INTEGRUM”

9.2.- NOCIÓN GENERAL:


La “Restitutio in integrum” es una impugnación de la sentencia que ha pasado a cosa
juzgada, y es un recurso extraordinario, por medio del cual, solamente es posible
hacer tal impugnación. Una cosa es clara y es que la sentencia debe ser válida. Pero si
la sentencia fuere nula, los cánones 1621 y 1623 señalan los términos para la querella
de nulidad.

Se debe advertir, que “la Restitutio in integrum” no es posible para las causas que no
han pasado a cosa juzgada, porque para ellas siempre es posible una revisión.

CONDICIONES ESENCIALES
Para que pueda aplicarse la “Restitutio in integrum” se requieren determinadas
condiciones, las cuales, la ley las ha señalado de modo taxativo.
89

Canon 1645 § 1 Contra la sentencia que haya pasado a cosa juzgada


cabe la restitución in integrum, con tal de que conste manifiestamente su
injusticia.
§2 Sólo se considera manifiesta la injusticia1º.-si la
sentencia de tal manera se basa en pruebas, que posteriormente se han
descubierto ser falsas, que sin tales pruebas la parte dispositiva de la
sentencia resulte insostenible.
2º.- si se descubren posteriormente documentos que prueban sin lugar a
duda hechos nuevos que exigen una decisión contraria;
3º.- si la sentencia ha sido originada por el dolo de una parte y en daño
de la otra;
4º.- si es evidente que se ha menospreciado la prescripción de una ley no
meramente procesal;
5º.- si la sentencia contradice una decisión precedente que haya pasado a
cosa juzgada.

TITULO X
DE LAS COSTAS JUDICIALES
Y DEL
PATROCINIO GRATUITO
Canon 1649

EL OBISPO MODERADOR DEL TRIBUNAL

Canon 1649 § 1 El Obispo, a quien competa moderar el tribunal, ha


de dictar normas acerca de:
1°.- la condena de las partes al pago o compensación de las costas
judiciales;
2°.- los honorarios de los procuradores, abogados, peritos e intérprete,
así como la indemnización de testigos;
3°.- la concesión del patrocinio gratuito o de la reducción de costas;.
4°.- el resarcimiento de daños que debe aquel que no sólo perdió el
pleito, sino que litigó temerariamente;
5°.- el depósito de dinero o garantía que se ha de prestar sobre el
pago de costas y el resarcimiento de daños.
§2 Contra el pronunciamiento sobre las costas, honorarios y
resarcimiento de daños no se da apelación por separado, pero la parte
puede recurrir en el plazo de quince días, ante el mismo juez, quien
podrá modificar la tasación.
90

TITULO XI
DE LA EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA
Cánones 1650 - 1655

Principio normativo

Canon 1650 § 1 Puede ejecutarse una sentencia que haya pasado a


cosa juzgada, salvo lo previsto en el can. 1647.

La ejecución provisoria

Canon 1650 § 2 El juez que dictó la sentencia, y también el juez de


apelación, en su caso, pueden ordenar de oficio a instancia de parte la
ejecución provisional de una sentencia que aún no haya pasado a cosa
juzgada, cuando se trate de provisiones o prestaciones ordenadas al
necesario sustento, o cuando surja otra causa, estableciendo las
oportunas garantías, si es preciso.

Decreto ejecutivo del juez

Canon 1651 No puede procederse a la ejecución antes de obtener


el decreto ejecutorio del juez, por el que manda que la sentencia se
ejecute; y, según sea la naturaleza de la causa, ese decreto puede
incluirse en la misma sentencia o darse por separado.
91

QUINTA PARTE
DE LOS PROCEDIMIENTOSEN LOS
RECURSOS ADMINISTRATIVOS
Y EN LA REMOCION O EL TRASLADO DE LOS
PARROCOS
Cánones 1732 - 1739

SECCION I Del Recurso contra los Decretos Administrativos Can. 1732-1739

SECCION II
DEL PROCEDIMIENTO
PARA LA REMOCIÓN Y TRASLADO DE LOS PARROCOS
Can 1740 - 1752

CAPITULO I
DEL MODO DE PROCEDER
EN LA REMOCIÓN DE LOS PÁRROCOS
Cánones 1740 - 1747

INTRODUCCION
El canon 145 § 1 define el Oficio eclesiástico así: “Oficio eclesiástico es cualquier
cargo, constituido establemente por disposición divina o eclesiástica, que haya de
ejercerse para un fin espiritual.” Doctrina fundada en Presbyterorum Ordinis, 20 b.

El oficio eclesiástico se confiere por la provisión canónica, que es como la misión


canónica que confiere un título a ese oficio erigido. Quien lo confiere es la autoridad
que puede erigir, innovar o suprimir el oficio eclesiástico. (c. 148)

La parroquia es un oficio eclesiástico que se confiere a un presbítero. Lo confiere


libremente el Obispo diocesano y debe gozar de estabilidad. El Concilio así lo
determinó: “cada párroco ha de tener en su parroquia la estabilidad que exija el bien de
las almas.

Por tanto, abrogada la distinción entre párrocos movibles e inamovibles, hay que
revisar y simplificar el proceso en el traslado y separación de los párrocos, para que el
Obispo, salvo siempre la equidad natural y canónica, pueda proveer mejor a las
exigencias del bien de las almas” (Christus Dominus 31. c)
92

De una parte se exige la estabilidad para el bien de las almas y de otra parte, el
traslado y separación de los párrocos que se facilita para el bien de las almas.

Pero el traslado y la remisión de los párrocos, en esta parte, no tiene carácter penal sino
sentido pastoral. En efecto la remoción penal tratada como “privación” es una pena por
un delito, cualquiera sea el oficio (c. 196 § 1 y 1336 § 1, n. 2).

EL PROCEDIMIENTO PARA LA REMOCIÓN

Canon 1740 Cuando, por cualquier causa, aun sin culpa grave
del interesado, el ministerio de un párroco resulta perjudicial o
al menos ineficaz, éste puede ser removido de su parroquia por
el Obispo diocesano.

LA CAUSA CANÓNICA Y LA AUTORIDAD COMPETENTE


La autoridad competente es el Obispo diocesano, por tanto, sin mandato especial, ni
el Vicario General, ni el Vicario Episcopal pueden remover de la parroquia a un
párroco. El Administrador diocesano, transcurrido un año de la sede vacante puede
nombrar párrocos y de conformidad con el canon 148 si puede proveer al oficio de
párroco, también lo puede innovar.

LAS CAUSAS

Canon 1741 Las causas por las que un párroco puede ser
legítimamente removido de su parroquia son principalmente las
siguientes:
1º. un modo de actuar que produzca grave detrimento o
perturbación a la comunión eclesiástica;
2º. la impericia o una enfermedad permanente mental o
corporal, que haga al párroco incapaz de desempeñar útilmente
sus funciones;
3º. la pérdida de la buena fama a los ojos de los feligreses
honrados y prudentes o la aversión contra el párroco, si se prevé
que no cesarán en breve;
4º. la grave negligencia o trasgresión de los deberes
parroquiales, si persiste después de una amonestación;
5º. la mala administración de los bienes temporales con daño
grave para la Iglesia, cuando no quepa otro remedio para este
mal.
93

PRIMERA CAUSA

1ª.- un modo de actuar que produzca grave detrimento o


perturbación a la comunión eclesiástica;

El “Modo de Actuar”, no especificado, comprende todas las actuaciones del párroco,


tanto las ministeriales como las no ministeriales. Naturalmente que tales actuaciones
sean notorias y por tanto produzcan perturbación o escándalo a la comunidad eclesial

Segunda causa

2ª.- la impericia o una enfermedad permanente mental o corporal, que


haga al párroco incapaz de desempeñar útilmente sus funciones;

La impericia o falta de pericia, esta se define como “Sabiduría, práctica, experiencia y


habilidad en una ciencia o arte.” (DRAE). La impericia se la define como la “falta de
dotes naturales. Grave inexperiencia, que no se puede remediar en tiempo breve”.
Esto estaría indicando un problema de formación en el Seminario. Tal ineptitud
puede ser absoluta si es para todas las parroquias, y relativa para la que desempeña.

La enfermedad permanente, puede ser física (parálisis, ceguera, sordera, afonía etc.),
o de orden psíquico (demencia senil, neurosis, etc.). La enfermedad, además de ser
grave, debe ser de carácter permanente, que es la que impide el buen ejercicio
pastoral. Enfermedades graves pero de carácter transitorio no se consideran, porque
tienen mejoría.

Tercera causa

3ª.- la pérdida de la buena fama a los ojos de los feligreses


honrados y prudentes o la aversión contra el párroco, si se prevé
que no cesarán en breve;

La persona del párroco que resulta negativa para los fieles, es decir que lo rechazan a
él y a su ministerio. En otras palabras, como lo trae el canon existe aversión contra el
párroco.
La pérdida de la buena fama ante los feligreses, es una causa objetiva porque se
origina de una condición negativa del párroco. En cambio la “aversión al párroco” es
más de origen subjetivo que objetivo. Será objetiva si se funda en una condición del
párroco y será subjetiva si la aversión se funda en opinión pública sin fundamento.
94

El Canon advierte que esa pérdida de estima entre los feligreses honrados y
prudentes, que son aquellos que no se signen a comentarios mentirosos, como
tampoco aceptan versiones carentes de fundamento.

Cuarta causa

4ª.- la grave negligencia o trasgresión de los deberes


parroquiales, si persiste después de una amonestación;

Esta cuarta causal tiene dos aspectos: Grave negligencia, que consiste en la omisión de
las acciones positivas del ministerio del párroco que debía hacer y la Trasgresión que
consiste en la realización de las acciones negativas que debía omitir.

El párroco debe ser amonestado y de tal monición debe quedar constancia, por tanto
debe ser escrita. Se supone que por ella el párroco se corrige de lo contrario es causa
para su remoción.

Quinta causa

5ª.- La mala administración de los bienes temporales con daño


grave para la Iglesia, cuando no quepa otro remedio para este
mal

La mala administración de los bienes parroquiales puede provenir de varias causas:


Unas de su propia culpabilidad, como la omisión de normas prescritas, como la
enajenación sin la debida licencia (c. 1291 ss). También por omisión, al no vigilar para
que los bienes de la parroquia no sufran detrimento (c. 1284 § 2). Otra causa es la
ineptitud como la señala el canon 1284 § 2, n. 7).

ACTOS PREVIO QUE DEBE REALIZAR EL OBISPO

Elaboración del expediente


La remoción de un párroco supone la existencia de alguna o algunas de las causas de
las que trata el canon 1740. Para proceder a la remoción se necesita que consten esas
causas, para ello procederá el Obispo -sin que signifique proceso penal- de
conformidad con el canon 1717, “a investigar con cautela, personalmente o por medio
de una persona idónea sobre los hechos y circunstancias” que configuren la causal.
Las diligencias y documentos necesarios para proceder al análisis del caso, es lo que
forma el expediente. Este expediente es como la instrucción, que se ha de llevar
cuidadosamente, el cual conocerá el párroco.
95

Canon 1742 § 1 Si por el expediente realizado constase la


existencia de una de las causas indicadas en el can. 1740, el
Obispo tratará el asunto con dos párrocos pertenecientes al
grupo establemente designado con esta finalidad por el Consejo
presbiteral, a propuesta del Obispo; y si después juzga que debe
procederse a la remoción, aconsejará paternalmente al párroco
que renuncie en el plazo de quince días, pero para la validez es
necesario que indique la causa y los argumentos.

Concluido el expediente o en otras palabras, finalizada la instrucción, si se ha llegado


a la confirmación de la existencia de la causal, el Obispo “tratará el asunto con dos
párrocos” del Consejo Presbiteral. Es decir, que de modo semejante a la sesión de
fallo, después de haber leído cada párroco el expediente, expondrá sus conclusiones
sobre el caso, de todo lo cual se levantará acta de esta sesión. El voto de los párrocos
no es deliberativo sino consultivo. La decisión corresponde al Obispo, “que si lo
juzga que debe procederse a la remoción, aconsejará paternalmente al párroco que
renuncie”, naturalmente dando a conocer al párroco las razones que lo mueven para
sugerirle la renuncia, para lo cual le dará un plazo de 15 días. Esta medida se sugiere
para evitar el proceso. Si acepta la renuncia se archivará el expediente.

Remoción de un párroco religioso


Por “Religioso” el canon entiende que el párroco sea miembro de un Instituto
Religioso o Sociedad de vida apostólica.

Canon 1742 § 2 Sobre los párrocos que son miembros de un


Instituto religioso o sociedad de vida apostólica, guárdese lo
prescrito en el can. 682, §.2º.

El procedimiento lo señala el canon 682 § 2. Por tanto:


 La remoción por parte del Obispo “advirtiéndole al Superior religioso”. No
se requiere el consentimiento.
 La remoción por parte del Superior religioso, “advirtiéndolo a quien lo
nombró” No se requiere el consentimiento.

EL PROCEDIMIENTO A SEGUIR
En caso que acepta la sugerencia y renuncia

Canon 1743 El párroco puede renunciar, no sólo pura y


simplemente, sino también bajo condición con tal de que ésta
pueda ser legítimamente aceptada por el Obispo, y realmente la
acepte.
96

Para la validez de la renuncia se requiere determinada forma canónica: debe


presentarse por escrito, o de palabra pero ante dos testigos, ante la autoridad
competente. La autoridad competente es solamente el Obispo, pues es quien puede
nombrar párrocos.
La renuncia puede ser :
 Pura y simplemente. Esta renuncia no requiere aceptación, porque se hace por
invitación del Obispo
 Condicionada: Esta requiere aceptación. Antes de la comunicación de la
aceptación, el párroco puede revocar su renuncia, pero si ha sido aceptada, ya
no puede revocar la renuncia.

En el caso que el párroco no responde o no tiene intención de renunciar

Canon 1744 § 1 Si el párroco no responde dentro del plazo


establecido, el Obispo reiterará la invitación, prorrogando el
plazo útil para responder.
§2 Si consta al Obispo que el párroco recibió la segunda
invitación y que no respondió sin estar afectado por
impedimento, o si el párroco se niega a renunciar sin aducir
ningún motivo, el Obispo dará el decreto de remoción.

El plazo de quince días que el canon 1742 § 1 le concedió al párroco para presentar su
renuncia, puede ser ampliado al repetirle la invitación, por no haber dado respuesta.
Tal invitación se hace por escrito, cuya copia queda en el expediente. Los días de
prórroga para que el párroco responda, dependen del Obispo, pero deben darse de
manera que le sea posible consultar y madurar su actitud.

El parágrafo segundo señala la conducta que se debe seguir respecto de la actitud del
párroco. Debe constar que recibió la nueva invitación y que sin motivo alguno no
respondió o que se niega a renunciar sin manifestar las razones de su negativa.

El Obispo puede proceder a dar su decreto de remoción y la parroquia quedará


vacante. El decreto debe ser motivado de conformidad con el canon 51 y debe ser
“notificado mediante documento legítimo conforme a derecho” (c. 54 § 2).
97

El párroco impugna la causa aducida y sus razones

Canon 1745 Pero si el párroco impugna la causa aducida y sus


razones, alegando motivos que el Obispo considera
insuficientes, éste, para actuar válidamente:
1º. -invitará al párroco para que, una vez examinado el
expediente, presente por escrito sus impugnaciones y aporte
pruebas en contrario, si las tiene;
2º. -después de esto y de completar el expediente, si es necesario,
estudiará el asunto con los párrocos a que se refiere el can. 1742,
§ 1º, a no ser que, por imposibilidad de éstos, hayan de
designarse otros;
3º. -finalmente decidirá si el párroco ha de ser removido o no, y
dará en seguida el decreto pertinente.

Puede suceder que el párroco, presente razones para demostrar que la causa alegada
no se fundamenta bien. Sea que el Obispo considere que los motivos aducidos sean
suficientes o insuficientes, para no denegar el derecho de defensa y proceder
válidamente:
 Invitará al párroco para conozca el expediente y presente sus alegatos por
escrito. Para esto se le fijará un plazo suficiente. El expediente lo leerá en lugar
conveniente y no podrá sacarlo. Estará debidamente foliado y con el índice
correspondiente.
 Con la defensa del párroco se completará el expediente y ahora sigue el
estudio del expediente con los dos párrocos. Si los anteriores presentan alguna
dificultad se pueden nombrar otros, del Consejo Presbiteral o fuera d él, pero
han de ser párrocos.
 La decisión final puede ser: de remoción del párroco o de dejarlo en su
parroquia. Esta decisión se hará por decreto. El expediente debe quedar
archivado para evitar que se divulgue algo que debe ser secreto.

El deber del Obispo

Canon 1746 El Obispo ha de proveer a las necesidades del


párroco removido, bien confiándole otro oficio, si es idóneo, o
mediante una pensión, según lo aconseje el caso y lo permitan
las circunstancias.
98

Como consecuencia de lo establecido en el canon 195 y como una actitud caritativa,


el Obispo debe proveer a las necesidades del párroco removido. Pero más que
caridad es de justicia.
 Dándole otro oficio, si para él es idóneo
 Mediante una pensión
 Otra forma, según las circunstancias económicas de la Diócesis

Obligaciónes y deber del párroco removido

Canon 1747 § 1 El párroco removido debe abstenerse de


ejercer la función parroquial, dejar libre cuanto antes la casa
parroquial y entregar todas las pertenencias de la parroquia a
aquel a quien el Obispo la haya encomendado.
§2 Pero si se trata de un enfermo, que no puede
trasladarse sin dificultad de la casa parroquial a otro sitio, el
Obispo le dejará su uso, que puede ser exclusivo, mientras dure
esa necesidad.
§3 Mientras esté pendiente el recurso contra el decreto de
remoción, el Obispo no puede nombrar nuevo párroco, sino que
debe proveer interinamente por medio de un administrador
parroquial.

El canon presenta dos soluciones diferentes, porque las causas no siempre


son por culpa del párroco, pueden existir sin su culpabilidad.

Se precisa que la ejecución del Decreto sea de inmediato, sea que el párroco
removido haya interpuesto apelación al Decreto o no la haya puesto.

El primer procedimiento u obligación del párroco removido:


 Debe abstener de ejercer la función parroquial, pues “la potestad
ordinaria se extingue por la pérdida del oficio a que va aneja” (c.
143 § 1) Si se interpuso apelación, la potestad queda suspendida (c.
143 § 2)
 Debe dejar libre cuanto antes la casa parroquial, entregar todas
las pertenencias, según inventario.
 Si el párroco estaba enfermo y por tanto no era culpable por las
causas que dieron lugar a la remoción, el Obispo le permitirá que
permanezca en la Casa Cural hasta su recuperación.
 Si se interpuso recurso contra el decreto, no se ha producido la
vacancia del oficio, pero el párroco no puede ejercer funciones
parroquiales y el Obispo no puede nombrar párroco, solamente
un Administrador parroquial.
99

CAPITULO II
DEL MODO DE PROCEDER EN EL TRASLADO
DE LOS PÁRROCOS

La causa justa

Canon 1748 Cuando el bien de las almas o la necesidad o la


utilidad de la Iglesia requieren que un párroco sea trasladado de
la parroquia que rige con fruto a otra parroquia o a otro oficio, el
Obispo le propondrá por escrito el traslado, aconsejándole que
acceda por amor a Dios y a las almas.

El procedimiento administrativo del traslado de los párrocos tiene como finalidad “El
bien de las almas o la necesidad o utilidad de la Iglesia”, es por tanto una finalidad de
carácter pastoral.

Tal finalidad puede requerir que “un párroco que rige con fruto” la parroquia sea
trasladado a otra parroquia o a otro oficio, que en concepto del Obispo requiere su
dinamismo y celo pastoral.
El procedimiento, lo dice en pocas palabras el canon: “el Obispo le propondrá por
escrito el traslado”. El motivo que le hacer es del todo pastoral: “Amor a Dios y a las
almas”.

El canon evita proponer que el traslado se haga “contra la voluntad del titular de la
parroquia”. La actuación del Obispo debe corresponder a la propuesta para el
traslado.

El párroco no acepta el consejo del Obispo

Canon 1748 Si el párroco no está dispuesto a seguir el consejo y


las exhortaciones del Obispo, ha de exponer por escrito las
razones que tiene para ello.

La propuesta no es de obligatoria aceptación, por eso se tiene la consulta.


Así como el Obispo le comunicó por escrito al párroco el consejo o exhortación para
su traslado, el párroco que rehúsa tal ofrecimiento, también debe por escrito exponer
los motivos por los cuales no quiere el traslado que le propone el Obispo. El Obispo le
dirá qué tiempo se debe tomar para responder.
100

La propuesta se repite

Canon 1750 Si, a pesar de los motivos alegados, el Obispo


juzga que no debe modificar su decisión, examinará con dos
párrocos elegidos según el can. 1742, § 1º, las razones en pro y
en contra del traslado; y si aún entonces estima que dicho
traslado debe llevarse a efecto, reiterará las exhortaciones
paternales al párroco.

El Obispo debe examinar las razones expuestas por el párroco para rehusar la
propuesta de suya. Esta se fundó en motivos pastorales o necesidad de la Iglesia o el
bien de las almas.
Los argumentos pueden ser valederos, pero si el Obispo ve que necesidad pastoral la
soluciona con el traslado de ese párroco, entonces le puede insistir de nuevo.
A esa convicción llegó habiendo consultado con dos párrocos, los nombrados del
Consejo Presbiteral. La ponderación de las razones, se hace mirando el pro y el
contra. Pero en todo se ha de tener en cuenta la equidad canónica. No se trata de una
imposición sino de una necesidad pastoral.

El traslado del párroco

Canon 1751 § 1 Concluidos los trámites, si el párroco


continúa negándose y el Obispo estima que debe hacerse el
traslado, emitirá el decreto correspondiente, disponiendo que la
parroquia quedará vacante al término del plazo que determine.
§2 Transcurrido inútilmente ese plazo, declarará vacante
la parroquia.

Dos cosas suceden:


 El párroco continúa negándose al traslado, porque las razones expuestas no
las quiere o no puede cambiarlas.
 El Obispo sigue considerando que debe hacerse el traslado, es decir que las
razones no las considera graves.

Ante estas dos situaciones, en que ninguno cede, el Obispo goza del derecho de
trasladar al párroco y esto porque la razones o motivos que tiene el Obispo deben ser
graves (c. 190 § 2). Entonces da el Decreto declarando vacante la parroquia.
101

La causa del traslado

Canon 1752 En las causas de traslado es de aplicación el can.


1747, guardando la equidad canónica y teniendo en cuenta la
salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema en
la Iglesia.

Con la mirada pues en “la salvación de las almas, el Concilio Vaticano II, determinó:
“hay que revisar y simplificar el proceso en el traslado y separación de los párrocos,
para que el Obispo, salvando siempre la equidad natural y canónica, pueda proveer
mejor a las exigencias del bien de las almas.” (Christus Dominus, 31 c)

Siendo la “salvación de las almas” la suprema ley de la Iglesia, en el servicio


pastoral, ese principio prima sobre cualquier otra razón.

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