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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA MARÍA CANO

PROGRAMA DE FISIOTERAPIA
BIOMECÁNICA Y KINESIOLOGÍA
PROFESOR: Carlos Alberto Muñoz

TALLER DE MOVILIDAD ARTICULAR


Para el fisioterapeuta es indispensable manejar los movimientos del cuerpo humano, los
planos donde se realizan estos movimientos, así como los ejes sobre los cuales se hacen los
movimientos. La valoración funcional de la movilidad articular está completa cuando se
identifican los rangos de movilidad permitidos para cada movimiento, los músculos motores
principales y secundarios y su respectiva inervación. En este taller se reconocerán las
articulaciones y sus posibilidades de movimiento

METODOLOGÍA
Lea cuidadosamente el texto suministrado “Artrocinemática” del libro de anatomía de Grey.
ACTIVIDAD
Realice un mapa conceptual de los temas presentados en el artículo, utilizando la aplicación
cmaps tools
Link de descarga: https://cmap.ihmc.us/cmaptools/
NOTA: si utiliza otra app debe anexar el link de descarga

PARÁMETROS DE CALIFICACIÓN
A. DESCRIBA CON SUS PROPIAS PALABRAS sus respuestas: el cortar y pegar disminuye
al 20% el valor de sus respuestas (es decir de 1 punto, se les vale 0,2).
B. Detalle en la descripción de las estructuras planteadas (entre más elemental sea el
mapa, menor nota).
C. Presente su trabajo organizado y con un solo tipo de letra.
D. Presentación de imágenes que ilustren las estructuras descritas en el mapa
conceptual
E. Bibliografía de las imágenes presentadas, con normas APA.
ARTROCINEMÁTICA

PETER L. Williams y WARWICK Roger,

Anatomía Gray, Tomo I, Salvat Editores

Barcelona (España).
INTRODUCCION

Las estructuras esqueléticas, tinto en las de animales vertebrados como las de

invertebrados, poseen en ocasiones una finalidad puramente protectora. Con

mucho mayor frecuencia, sin embargo, proporcionan inserción y palanca de

movimiento a los músculos; son esenciales en las funciones motoras, afectando

tanto la totalidad del cuerpo como la posición relativa de sus miembros. Dado que

el movimiento de cualquier tipo, por ejemplo, la locomoción se lleva a cabo, casi

siempre, por la flexión o la extensión de los miembros, o del mismo tronco, un

esqueleto de elementos óseos rígidos (a diferencia de una estructura flexible, por

ejemplo la notocorda) debe contener formaciones intermedias que permiten cierto

grado de angulación, torsión o desplazamiento. Esto es aplicable tanto a los exo

como a los endosqueletos. El exosqueleto articulado de crustáceos e insectos

explica el nombre mismo de su filo, los artrópodos. Todos los vertebrados poseen

articulaciones, incluso aquellos en los que el esqueleto es enteramente cartilaginoso

presentan uniones de mayor flexibilidad entre sus componentes individuales.

No todas las articulaciones óseas están construidas principalmente para permitir el

movimiento; por ejemplo, las suturas maduras están formadas de tal manera que

engranan entre ellas a pesar de las discontinuidades óseas que delinean. En

huesos que poseen epífisis, se interponen zonas transitorias de cartílago entre estas

regiones de osificación y sus diáfisis osificantes; esta disposición posee claramente

un propósito de crecimiento más que de movilidad. (Quizá deba advertirse aquí, no

obstante, que las masas cartilaginosas poscraneales, junto con las suturas fibrosas

y cartilaginosas craneales del feto a término, poseen una blandura y una flexibilidad
que permiten un «amoldamiento» ventajoso de las partes blandas durante el parto:

A pesar de ello, puede ser conveniente incluir estas dos formas de uniones

esqueléticas en las articulaciones cuya función es locomotora, pero es poco

informativo; por otra parte, la designación de las diversas formas de unión con

términos fundamentalmente morfológicos no aclara mucho las cosas. Además, las

articulaciones en las que existe movimiento, presentan una variedad de

mecanismos considerable, lo que ha llevado a realizar otra clasificación, basada en

parte en características estructurales, y hasta cierto punto en el tipo de movimiento

que permite la acuñación de diferentes términos para las distintas formas. Esta

variedad de uniones óseas se basa de hecho en un solo criterio: que las

articulaciones son simplemente lugares donde los huesos se encuentran.

El estudio de la artrología, o sindesmología, reúne, por consiguiente, en lo que es

funcionalmente una asociación muy adecuada, disposiciones esqueléticas

relacionadas con el crecimiento, la rigidez y el movimiento. La inconveniencia de

este procedimiento se hace aún más evidente en la clasificación habitual de los

libros de texto.

Las coaptaciones entre los componentes esqueléticos pueden denominarse juntas,

uniones o artrosis, conocerse por términos vernáculos poco discriminativos como

articulaciones. Habitualmente se dividen en tres grupos:

1. Articulaciones fibrosas (articulaciones fijas, uniones fibrosas o sinartrosis).

2. Articulaciones cartilaginosas («articulaciones ligeramente móviles, uniones

cartilaginosas o anfiartrosis, y
3. Articulaciones sinoviales («articulaciones libremente móviles, uniones

sinoviales o diartrosis

La inconsistencia de este sistema de clasificación puede denotarse de forma

inmediata porque las uniones fibrosas incluyen no sólo articulaciones fijas (suturas),

sino también articulaciones ligeramente móviles (Sindesmosis, por ejemplo: La que

existe entre los extremos inferiores de la tibia del peroné y las uniones que hay

mínimamente elásticas entre los dientes y sus alveolos (gónfosis). Por otra parte,

las articulaciones cartilaginosas comprenden no sólo las sínfisis (articulaciones

cartilaginosas secundarias), que permiten un movimiento limitado, sino que también

incluyen las sincondrosis (articulaciones cartilaginosas primarias) donde el

movimiento está ausente o es mínimo. (Debe advertirse igualmente que mientras la

mayoría de las «suturas» de¡ esqueleto facial y la bóveda craneal son fibrosas, las

de la base del cráneo son cartilaginosas; La clasificación convencional tampoco

subraya la diferente base mecánica que existe entre las articulaciones en las que los

elementos esqueléticos rígidos son capaces de moverse entre sí, a través de la

interposición de un tejido deformable (articulaciones fibrosas y cartilaginosas), y

aquellas donde el movimiento depende de superficies móviles opuestas

(articulaciones sinoviales). En la ingeniería práctica esta distinción es obvia, y

parece no existir razón alguna que se oponga a considerarla como el primordial

criterio clasificador de las articulaciones biológicas en dos grupos principales, mejor

que en tres. No hay, sin embargo, hoy día ningún término global que designe las

articulaciones fibrosas y cartilaginosas, aunque Galeno las agrupó como sinartrosis.

En cualquier caso, la distinción histológica entre ellas es también insatisfactoria no

sólo porque hace desaparecer la agrupación funciona¡, como antes se ha indicado,

sino también porque muchas de estas articulaciones contienen mezclas de tejido


fibroso y cartílago, como se verá después. Cabría dividir más adecuadamente lo que

podríamos llamar articulaciones no sinoviales en mecanismos de crecimiento y

articulaciones móviles verdaderas, si bien esto se opone también a la costumbre

morfológica establecida.

Estas observaciones preliminares están motivadas por los defectos que presentan

las actuales clasificaciones de las articulaciones y por la confusión que acarrean las

variaciones de su terminología. No se trata de aumentar esta confusión

prescindiendo del esquema habitual, pero es necesario, no obstante, comentar lo

que quizá pueda estimular la búsqueda de una ordenación más racional y práctica.
ARTICULACIONES FIBROSAS Y CARTILAGINOSAS

Dado que todos los huesos se osifican a partir de tejido fibroso preexistente o de

cartílago, estos dos tejidos aparecen de forma inevitable en uniones como suturas y

sincondrosis en las que los elementos esqueléticos independientes están todavía en

proceso de crecimiento. Los verdaderos bordes o superficies óseas se aproximan

de forma gradual, y cuando cesa el crecimiento, el tejido conjuntiva desaparece, lo

que produce una continuidad ósea total. Tales uniones son, por tanto, transitorias, y

aunque la obliteración de suturas está retrasada en relación con la fusión de la

epífisis, en última instancia es igualmente completa en la mayoría de los casos.

Las sincondrosis incluyen las numerosas uniones cartilaginosas transitorias, que se

realizan entre la diáfisis y la epífisis en el esqueleto poscraneal inmaduro y también

las regiones de cartílago no osificado que existen entre los componentes craneales

que se están desarrollando en el condrocráneo (por ejemplo, entre los huesos

esfenoides y occipital). Los cartílagos que intervienen son hialinos, pero quizá sea

oportuno advertir que a veces aparecen acumulaciones especiales de fibras

colágenas, alineadas de forma regular, en los cartílagos de crecimiento (Smith,

1962). La mayoría de estos últimos, que se extienden a través del eje de los huesos

largos cerca de sus extremos, se ven así sometidos a fuerzas de compresión

aproximadamente perpendiculares a sus planos transversos. En algunos casos,

sobre todo en el hombre, donde la epífisis superior de la tibia se inclina hacia abajo,

para formar tuberosidad tibial, la dirección del impulso de un músculo (cuádriceps,

femoral, en este ejemplo) es oblicua con respecto al cartílago de crecimiento,


introduciendo así fuerzas de cizallamiento. En tales localizaciones el cartílago

puede estar reemplazado casi por completo por fibras colágenas.

Las suturas se encuentran limitadas al cráneo, Y tienen lugar donde quiera que las

márgenes o las superficies más anchas de los huesos se encuentran y articulan,

separadas sólo por una zona de tejido conjuntivo, el ligamento o membrana sutural

zona del tejido conjuntivo Esta es la porción no osificada que subsiste de la lamina

mesenquimatosa, en la que se desarrollan los huesos dermales. El ligamento

sutural no es simple, pues presenta regiones de diferenciación relacionados con el

crecimiento y unión de las superficies óseas en la posición. La superficie sutural de

cada hueso está cubierta por una capa de células osteogénicas ligeramente

aplanadas (la capa «cambial» de algunos investigadores), que está cubierta, a su

vez, por una lámina de tejido fibroso.

Cuando el crecimiento en las suturas se detiene, las células osteógenas ocasionan

la transformación completa del ligamento sutural en hueso, proceso éste que se

desarrolla con lentitud, pero 'que finalmente lleva a la obliteración y, por supuesto, a

la sinostosis rígida. La fusión sutural no comienza hasta cerca de los 30 años,

continuando lentamente a partir de esa edad; no obstante, es del todo necesario

que las suturas dejen de funcionar como articulaciones móviles lo más rápidamente

posible después del nacimiento, Si bien los ligamentos suturales pueden ser

suficientes para provocar una unión inmóvil entre amplias áreas de hueso, sobre

todo donde éstas muestran irregularidades que se adaptan recíprocamente, aunque

sean tan sutiles como en la unión entre los dos maxilares, no se espera tal

inmovilidad en las estrechas articulaciones de los bordes de los huesos de la

bóveda craneal. En estas suturas. sin embargo, los bordes óseos se vuelven muy

complejos e irregulares, desarrollando picos y recesos que se engranan tan


íntimamente que es difícil separar los huesos, aun cuando estén despojados de todo

tejido conjuntiva. Si los bordes poseen la forma de una sierra, la unión constituye

una sutura aserrada. Una sutura dentada, como su nombre indica, se caracteriza

por pequeñas prolongaciones en forma de diente, que con frecuencia se ensanchan

hacia sus extremos libres, con lo que aportan una unión más eficaz que la que se

consigue con las suturas aserradas, si tales suturas están íntimamente unidas por el

ligamento sutural y el periostio, se produce una inmovilidad completa. La sutura

sagital es aserrada, y gran parte de la lambdoidea es, por lo general, dentada.

Cuando un hueso se superpone con su vecino como acontece en la sutura entre el

temporal y el parietal, se forma una sutura escamosa. En suturas de este tipo las

superficies óseas están recíprocamente biseladas, una interna y la otra

externamente. Las superficies biseladas pueden estar mutuamente rizadas o

aserradas, en cuyo caso la unión se denomina algunas veces sutura limbosa. Si

existe una simple aposición de superficies contrarias, en general ásperas e

irregulares, de forma complementaria, la unión se denomina, sin embargo,

generalmente sutura plana. Un ejemplo de ésta ya se ha citado, siendo otras las

suturas que se establecen entre los huesos palatino y cigomático y el maxilar.

Una esquindílesis es una articulación en la que la cresta de un hueso encaja en

una hendidura de otro vecino, como ocurre en la articulación entre el vómer y el pico

del hueso esfenoides.

Una gónfosis, o articulación en enchufe y clavija, es un tipo especializado de

articulación fibrosa restringido a la fijación de los dientes en los maxilares. Parece

más oportuno describirla al hablar de los dientes.


Una sindesmosis es una forma de articulación en la que las superficies óseas, en

íntima aposición, están unidas por un ligamento interóseo que hice posible un

pequeño grado de movimiento entre huesos contiguos. Es poco frecuente en los

mamíferos, al menos la acepción actual del término, y está limitada en el hombre a

la articulación tibioperónea inferior. No obstante, si bien no suele describirse como

tal, la porción dorsal de la articulación entre el ilión y el sacro, a través de la parte

media del ligamento interóseo sacroiliaco, se parece mucho a una sindesmosis. Las

propias articulaciones sacroiliacas, que son principalmente sinoviales, se ven

invadidas con frecuencia por tejido fibroso en las últimas décadas de la vida y

pueden convertirse totalmente en articulaciones fibrosas sin apenas diferenciáis con

las sindesmosis. Sería razonable considerar la sindesmosis tibioperonea inferior

nada más que como un ligamento interóseo adyacente a la articulación del tobillo o

ii la extensión sinovial de ésta si existe, como sucede a veces en el hombre y por lo

general en algunos otros primates. Si esto se acepta, pocas objeciones válidas

podrán hacerse al empleo de la designación de sindesmosis para muchos otros

ligamentos interáseos, como los del carpo y tarso, o a la inclusión en tal

denominación de las membranas interóscas del antebrazo y la pierna, sobre todo

cuando estas últimas ya han sido descritas como articulaciones intermedias en la

serie radiocubital y tibioperonca.

Una sínfisis es una articulación cartilaginosa o, más precisamente,

fibrocartilaginosa de estructura no sinovial en la que es posible una amplitud de

movimiento limitada por deformación de un cojinete conector o disco de

fibrocartílago sincondrosis están relacionadas con las sínfisis por medio de los

términos de articulaciones cartilaginosas primarias y secundarias. que se les aplican


con frecuencia respectivamente, costumbre de valor morfológico dudoso y confuso,

a la vista de su disimilitud funcional. Sin embargo, una sínfisis se parece a una

sincondrosis en una pequeña característica histológica: contiene algo de cartílago

hialino, dispuesto como una delgada película que cubre las superficies articulares, a

cuyo crecimiento contribuye, Sin embargo, el rasgo distintivo de este tipo de

articulación es la resistente ligadura proporcionada por el fibrocartílago, cuyo grosor

es un factor fundamental con respecto a la amplitud de movimiento posible. Hay

que subrayar que todos los estratos de la articulación (hueso, cartílago hialino y

fibrocartílago) están íntimamente unidos, sin que existan superficies internas entre

ningún elemento de la articulación. Sin embargo, en algunas sínfisis, como en las

articulaciones púbica y manubriosternal, existen cavidades llenas de líquido, pero no

hay desarrollo de superficies deslizantes. Aunque estas disposiciones carecen de

las especializaciones características de las articulaciones sinoviales, pueden

representar una fase intermedia en su evolución, como se observará después. Los

ligamentos fibrosos se extienden a través de las sínfisis de un hueso al otro,

fusionándose con la periferia del fibrocartílago y proporcionando así una conexión

adicional flexible; pero tales estructuras no forman una cápsula completa, como lo

hacen en las articulaciones sinoviales, si bien al igual que éstas poseen plexos

terminales de nervios aferentes que invaden también la zona marginal del

fibrocartílago.

A diferencia de las sincondrosis, que son uniones transitorias que desaparecen

después del período de crecimiento, las sínfisis son permanentes y están en

relación con el movimiento. Hay algunas excepciones: la sínfisis manubriosternal se

oblitera por unión ósea (sinostosis) en los últimos años de la vida. Los

fibrocartilagos de las diferentes sínfisis no son de estructura uniforme y sufren con


frecuencia variaciones regionales sobre todo en cuanto a la distribución y alineación

de las fibras colágenas y elásticas. Estas características son muy probablemente

adaptaciones locales a las tensiones impuestas por las actividades específicas de

las articulaciones en cuestión (v., p. ej., «los detalles estructurales de los discos

intervertebrales», ) A veces se señala que todas las sínfisis están situadas en el

plano medio del cuerpo humano. Al estar limitadas al esqueleto axial, salvo la

sínfisis del pubis, cabe esperar que así ocurra La articulación entre las dos mitades

del maxilar inferior se describe generalmente como una sínfisis y tiene algún

parecido con ella en sus características histológicas. Desaparece rápidamente

durante el primer año de vida, y como es improbable que sea asiento de ningún

movimiento funcionalmente importante, no parece muy oportuna su inclusión en

este grupo de articulaciones.

ARTICULACIONES SINOVIALES

Las articulaciones de tipo sinovial utilizan un principio completamente diferente al de

las articulaciones no sinoviales fibrosas y cartilaginosas Si bien los huesos que

intervienen están unidos por una cápsula fibrosa y, a menudo, por ligamentos

accesorios situados dentro o fuera de ésta, la mayor parte de las superficies óseas

relacionadas están en contacto, pero no en continuidad. Están recubiertas por un

estrato relativamente fino de cartílago hialino, y el verdadero contacto tiene lugar

entre estas superficies cartilaginosas, que se caracterizan por poseer un coeficiente

de fricción muy bajo (Charnley, 1959). Este contacto deslizante está facilitado por

un líquido sinovial viscoso (sinovia) que actúa como lubricante en algunos


aspectos y se relaciona también con la conservación de células vivas en los

cartílagos articulares. Las propiedades algo complejas de este líquido se

considerarán más tarde. El bajo nivel de fricción en las articulaciones sinoviales se

ha descrito de forma pintoresca como el equivalente a «hielo sobre hielo».

La cápsula fibrosa envuelve completamente la articulación, con ciertas

excepciones, como la de la cadera, en la que su continuidad es interrumpida por

protrusiones del estrato sinovial; estas excepciones se describen con cada

articulación individual, La cápsula está tapizada en toda su superficie por una

membrana sinovial, que también se extiende sobre todas las superficies

intraarticulares, excepto por las que realizan verdaderamente un contacto de

compresión durante la actividad articular, incluidas las superficies óseas no

articulares y los tendones y ligamentos que estén parcial o totalmente dentro de la

cápsula fibrosa, como ocurre en el hombro y la rodilla. Cuando un tendón se inserta

en una articulación y sale de ella, una prolongación del estrato sinovial le acompaña

por lo general durante un corto trayecto situado fuera de la cápsula. En algunos

lugares, los tendones extraarticulares están separados de ella por una bolsa sinovial

que se continúa con el interior de la articulación. Estos detalles de disposición

sinovial son importantes, ya que constituyen caminos de propagación de una

infección de los lugares extraarticulares hacia el interior de la propia articulación.

Un tercer tipo de estructura intraarticular no recubierto por membrana sinovial es el

disco articular o menisco. Estas estructuras se interponen entre ciertas

superficies articulares donde el grado de congruencia es bajo, y están constituidas


por fibrocartílago, en el que el elemento fibroso es por lo general el predominante. Si

se extiende de forma global a través de una articulación sinovial, la dividen

efectivamente en dos partes, tanto estructural como funcionalmente, es decir,

existen dos cavidades sinoviales separadas. Periféricamente, los discos articulares

están unidos a la cápsula fibrosa, por lo común por medio de tejido conjuntiva

vascularizado; pero dicha unión es en ocasiones más íntima y resistente, como

sucede en las articulaciones de la rodilla y del maxilar inferior. La zona periférica del

disco está invadida por vasos y por nervios aferentes y motores (simpáticos). La

masa principal del disco contiene pocas células, pero sus superficies presentan un

estrato incompleto de células aplanadas que se continúan en el perímetro de

inserción con la membrana sinovial adyacente. Existe, sin embargo, poca

semejanza estructural entre los dos grupos de células. Estrictamente hablando, el

término menisco debería reservarse para discos incompletos como los que se

encuentran en la articulación de la rodilla y, en ocasiones, en la articulación

acromioclavicular. Se encuentran fibrocartílagos completos en las articulaciones

esternoclavicular y radiocubital inferior, mientras que el disco presente en la

temporomandibular puede ser completo o incompleto con una frecuencia más o

menos similar. Los completos presentan a menudo pequeñas perforaciones, y

donde los meniscos son habituales puede haber discos completos o estar

simplemente un poco perforados. El papel funcional de los fibrocartílagos

intraarticulares incluye actividades como amortiguamiento de fuerzas, aumento de

congruencia entre las superficies articulares, facilitación de movimientos

combinados, limitación de movimientos de traslación en articulaciones como la de la

rodilla, distribución del peso sobre una superficie mayor, protección de los bordes en
las superficies articulares, facilitación de movimientos rodantes y dispersión del

lubricante.

Son también dudosas las funciones de otros dos tipos de estructuras

intraarticulares: los rodetes y los cojinetes de grasa. Un rodete es un labio

(labrum) anular fibrocartilaginoso , por lo general triangular al corte transversal,

como un menisco, que se inserta en el borde de una superficie articular. Son

ejemplos típicos los rodetes glenoideo y acetabular, que hacen más profundas sus

respectivas fosas y aumentan el área de contacto entre las superficies óseas

articulares. Este último hecho lleva a la suposición de que pueden actuar como

dispersores del lubricante y, como los meniscos, reducir el espacio del líquido

sinovial a dimensiones capilares, limitando así la resistencia. Es importante

observar que, a diferencia de los meniscos , los rodetes no están en posición de ser

comprimidos entre superficies articulares. Los cojinetes de grasa están íntimamente

relacionados con la membrana sinovial, por lo que se describen con ella.

ESTRUCTURA DE LAS ARTICULACIONES SINOVIALES

Las superficies articulares de la mayoría de los huesos están formadas por una

variedad especial de cartílago hialino que refleja su preformación como modelos

cartilaginosos en la vida embrionaria (Barnett y cols., 1961; Ghadially y Roy, 1969).

En contraste, la superficie clavicular en la articulación esternoclavicular y ambas

superficies de la articulación temporomandibular, son de tejido fibroso denso, que

contiene sólo grupos aislados de condrocitos con poca matriz a su alrededor,

reflejando, por otra parte, la iniciación de estos huesos por centros


mesenquimatosos de osificación. Sin embargo, es una simplificación excesiva

considerar las superficies articulares cartilaginosas como cartílago hialino no

modificado y simplemente como un sector superficial de modelo primitivo que ha

crecido, pero sin osificar.

El cartílago articular proporciona, esencialmente, una superficie lubricada resistente

al desgaste y de poca fricción, levemente comprimible y elástica, que está muy bien

construida para facilitar el movimiento sobre una superficie similar, capaz de

acomodar las fuerzas relativamente enormes de compresión y cizallamiento

producidas durante el soporte de un peso y la acción muscular. Estas últimas

propiedades son de especial importancia en la fase final de la amplitud del

movimiento más frecuente de la articulación, cuando entra en la llamada posición dé

bloqueo.

El cartílago articular no contiene nervios ni vasos sanguíneos excepto a veces,

vasos en forma de asas. Se considera que su nutrición procede de tres fuentes: la

red vascular de la membrana sinovial cerca de su periferia (el círculo vascular de la

articulación), el líquido sinovial y los vasos sanguíneos de los espacios subyacentes,

pero la importancia relativa de estas fuentes está todavía en discusión.

La cápsula fibrosa consta de haces paralelos y entrelazados de fibras de tejido

conectivo blanco. Forma una cofia o manguito cada uno de cuyos extremos se

inserta en una línea continua alrededor del extremo articular de uno de los huesos

implicados, generalmente en la inmediata vecindad de la periferia de la superficie

auricular, pero esta disposición está sujeta a una considerable variación. Está

perforada por los vasos y nervios articulares y puede presentar una o más aberturas
a través de las cuales sobresale la membrana sinovial para formar una bolsa o saco.

La cápsula fibrosa muestra, generalmente, dos o más engrosamientos localizados,

en los cuales los haces de fibras integrantes son por lo general paralelos unos a

otros. Estos engrosamientos son los ligamentos capsulares de la articulación y se

denominan de acuerdo con su posición o inserciones. En algunas articulaciones la

cápsula fibrosa está reforzada o reemplazada por los tendones de los músculos

vecinos.

Algunas articulaciones poseen ligamentos accesorios, que destacan claramente de

la cápsula fibrosa. Tales ligamentos accesorios pueden ser extra o intracapsulares.

Todos son resistentes y firmes, pero al mismo tiempo flexibles y blandos, con el fin

de no ofrecer resistencia a los movimientos normales. Están diseñados para impedir

la aparición de movimientos excesivos o anormales, y cada ligamento se pone tenso

en el límite normal de cada movimiento particular. Son elásticos solo dentro de unos

estrechos límites y están protegidos de una tensión excesiva por la contracción

refleja de los músculos apropiados.

La membrana sinovial es un tejido característico, derivado del mesénquima

embrionario, que reviste las partes no articulares de las articulaciones sinoviales, las

bolsas sinoviales y las vainas sinoviales de los tendones; regiones todas ellas donde

la función esencial de los tejidos supone un movimiento entre planos contiguos. En

cada caso, las superficies opuestas están lubricadas por un líquido, que

superficialmente se parece a la clara de huevo (y se llama por tanto, sinovia y es

secretada y absorbida por la membrana sinovial.


En las articulaciones la membrana tapiza la cápsula fibrosa y reviste cualquier

superficie ósea, ligamentosa y tendinosa, cuya situación sea intracapsular. Está

ausente, sin embargo, de las superficies de los discos intraarticulares o meniscos y

acaba en los bordes de los cartílagos articulares. Los escasos milímetros periféricos

de estos últimos constituyen una zona de transición, con grados intermedios de

estructura entre la membrana y la superficie cartilaginosa.

La función de las células sinoviales se considera que está en relación con la

producción y absorción del líquido sinovial y con la eliminación de otras sustancias

de las cavidades articulares.

El líquido sinovial se encuentra en las cavidades de las articulaciones sinoviales y

en las bolsas serosas y vainas de tendones, si bien su composición en estos dos

últimos lugares no ha sido investigada con precisión. El que se obtiene de las

articulaciones es un líquido claro o amarillo pálido, viscoso y brillante, de un pH

ligeramente alcalino en reposo (aunque disminuye en el ejercicio), que contiene una

pequeña población mixta de células y algunas partículas amorfas, que presentan

tinción metacromática. Su viscosidad, volumen y color varían ampliamente entre las

distintas articulaciones y especies y se ha demostrado la dificultad de correlacionar

estas variaciones con una articulación particular o con el tamaño, peso o clase de

ejercicio del animal estudiado. En el hombre su volumen es bajo, y generalmente se

pueden aspirar menos de 0,5 ml de una articulación grande, por ejemplo, la rodilla.
Las propiedades físicas del líquido sinovial son características, y muestra unos

componentes viscosos, elásticos y plásticos. Muchas de las grandes divergencias e

inconsistencias de las primeras investigaciones se deben a los relativamente toscos

métodos técnicos disponibles y a un error en la apreciación de las propiedades no

newtonianas del líquido, por ejemplo, con bajos grados de cizallamiento el líquido es

muy viscoso, pero la viscosidad decae intensamente con el aumento del grado de

cizallamiento. Se propuso, por tanto, que con el movimiento articular lento la

capacidad de soportar peso sería máxima y con el movimiento rápido habría una

impedancia reducida por la resistencia del líquido. Sin embargo, algunos

investigadores más recientes han señalado que el producto de la viscosidad y el

grado de cizallamiento es constante de manera aproximada y también la capacidad

de soporte de peso. Además, se ha demostrado que la viscosidad es muy sensible a

cambios en la dilución y disminuye con el aumento de temperatura y de pH. La

elasticidad del líquido sinovial se afecta de manera similar por cambios en la

dilución, pH y temperatura, pero aumenta al incrementarse el cizallamiento, a

diferencia de los cambios de viscosidad bajo condiciones similares.

La composición del líquido sinovial parece ser un dializado de plasma sanguíneo

que contiene algunas proteínas (alrededor de 0.9 mg/100 ml) y con mucina añadida.

Esta última es principalmente hialuronato, un mucopolisacárido desprovisto de

sulfato que contiene concentraciones equimolares de ácido glucorónico y N-acetil-

glucosamina, y las pruebas realizadas demuestran que las propiedades

viscoelásticas y tixotrópicas (plásticas) del líquido están, en gran parte,

determinadas por su contenido en hialuronato.


El pequeño contenido de células en el líquido sinovial (alrededor de 60 por ml en las

articulaciones humanas en reposo) consiste en monocitos, linfocitos, macrófagos,

células sinoviales libres y leucocitos polimorfonucleares, ocasionalmente.

Se considera que las funciones del líquido sinovial son el suministro de un medio

ambiente líquido, con una escala estrecha de pH para las superficies articulares; ser

una fuente nutritiva para los cartílagos articulares, discos y meniscos, y poseer

claras propiedades lubricantes, que aumentan la eficacia de la articulación y

reducen la erosión de las superficies. No está muy claro hasta qué grado actúa

como fuente de nutrición comparado con la difusión directa desde los plexos

vasculares vecinos. De manera similar, mientras la mayoría de los investigadores

están de acuerdo en lo que se refiere a la significación lubricante general del líquido

y, en particular, en su contenido en hialuronato, el análisis detallado de su acción

está todavía en discusión.

La membrana sinovial interviene íntimamente no sólo en la producción del líquido,

sino también en la eliminación de materiales de la cavidad articular. Pequeñas

moléculas de cristaloides y colorantes solubles pueden atravesar la membrana y

pasar directamente a los capilares y vénulas de la subíntima. La primera, de

acuerdo con Kos, está fenestrada. Dichas sustancias, sin embargo, pasan

preferentemente a los capilares linfáticos de la subíntima y son transportadas a los

ganglios linfáticos regionales. Estudios que utilizan torio, carbono coloidal y ferritina

como marcadores, introducidos en la cavidad articular y seguidos por microscopia

electrónica, han subrayado la importante capacidad fagocitaria de las células A de la


íntima sinovial, que rápidamente encierran las partículas en sus vesículas

micropinocíticas. El origen de los macrófagos de la subíntima no está definido;

algunos pueden entrar en los tejidos articulares desde el torrente sanguíneo, pero

muchos son probablemente células A fagocitarias, que proceden de la íntima y han

pasado a tejidos más profundos.

CLASIFICACION Y MOVIMIENTOS DE LAS ARTICULACIONES SINOVIALES

Se han utilizado diversos criterios para realizar varias clasificaciones de las

articulaciones sinoviales y sus movimientos; difieren considerablemente en su

sofisticación, precisión científica y utilidad práctica. Estos criterios son: la compleja

organización y el número de superficies articulares; el número y distribución de los

ejes principales alrededor de los que tienen lugar los movimientos; la forma

geométrica aproximada de las superficies articulares y los más típicos movimientos

permitidos; finalmente, un intento mucho más preciso para definir la geometría de

las superficies y sus movimientos asociados. Este último estudio constituye las

bases para parte de la ciencia de la cinesiología humana, que ahora está

progresando rápidamente, y aunque este importante tema sólo se examina

brevemente en este volumen, existen varios tratados extensos y excelentes sobre la

materia.

Complejidad de organización. Muchas articulaciones sinoviales poseen sólo dos

superficies que se articulan (macho y hembra) y se denominan articulaciones

simples. En algunas, una superficie es convexa en todas direcciones (macho) y es


siempre más grande en superficie que la cóncava adyacente (hembra). En otras

articulaciones simples, sin embargo, ambas superficies son concavoconvexas y en

estos casos la de área mayor se considera macho.

Una articulación que posea más de un par de superficies articulares se llama

compuesta (por ejemplo. En la articulación del codo, el extremo distal del húmero

presenta dos superficies macho distintas, el cóndilo y la tróclea, que se articulan con

las superficies hembra del radio y el cúbito respectivamente, formando dos pares

que se acoplan. Además, la circunferencia articular convexa, macho de la cabeza

del radio, se articula con la cavidad sigmoidea menor, hembra, del cúbito en la

articulación radiocubital superior. Esto forma un tercer par acoplado, estando

contenidos todos ellos dentro de una cápsula articular común). En todas estas

articulaciones compuestas, el territorio articular de cada par es distinto; la superficie

macho de un par no pasa nunca sobre la superficie hembra de un par adyacente en

ninguna posición de la articulación.

Finalmente, cuando existe un disco intracapsular o un menisco de fibrocartílago, la

articulación se denomina compleja.

Grados de libertad de las articulaciones. Cuando son analizados los principales

cambios de posición de un par de huesos de un miembro que se articulan, es con

frecuencia útil considerarlos como rotaciones del hueso alrededor de uno o más de

tres ejes perpendiculares entre sí. Las direcciones de la serie particular de ejes

escogida pueden, por conveniencia, variar con la articulación objeto de estudio. En


muchos casos están relacionados con los principales planos del cuerpo en posición

anatómica, es decir, un eje vertical, otro transversal y otro anteroposterior. Sin

embargo, ciertas direcciones alternativas pueden ser más apropiadas; por ejemplo,

muchos anatomistas prefieren considerar que los movimientos del húmero sobre la

escápula en la articulación del hombro tienen lugar alrededor de un eje vertical, uno

transverso oblicuamente en el plano del cuerpo de la escápula y otro perpendicular

a los anteriores.

Cuando el movimiento de un hueso en una articulación está sustancialmente

limitado a la rotación sobre un solo eje, la articulación se llama uniaxial y posee un

grado de libertad. De manera similar, si pueden existir movimientos completamente

independientes alrededor de dos ejes, la articulación es clasificada como biaxial y

posee dos grados de libertad. Dado que son tres los ejes sobre los cuales hay

rotaciones independientes, una articulación puede presentar uno, dos o tres ejes de

libertad, pero no más.

Cuando se emplea esta clasificación, aparentemente sencilla, se deberían, sin

embargo, tener siempre presentes varios puntos adicionales.

Ante todo, un hueso que se articule en una articulación llamada esférica puede no

sólo rotar alrededor de tres ejes principales, sino también alrededor de muchos otros

de posición intermedia. Se considera todavía que tal articulación multiaxial posee

sólo tres grados de libertad, ya que todas estas rotaciones intermedias se resuelven

matemáticamente en componentes que implican sólo los tres ejes principales.


En segundo lugar, si el movimiento de un hueso con relación a un plano es

cuidadosamente examinado en toda su extensión, se aprecia que no puede

describirse de manera adecuada un eje oportuno por una simple línea fija en el

espacio, sino más bien por una sucesión de tales líneas que cambian

continuamente de posición según progresa el movimiento. Este cambio supone que

las superficies articulares no son formas geométricas sencillas y que su grado de

curvatura se modifica en cada punto a través de cualquier perfil. Tales cambios

varían mucho con las distintas formas de articulación, pero debería comprenderse

por completo que es una posición media aproximada de tal eje de movimiento, lo

que con frecuencia se menciona como el eje en anatomía convencional. Para

muchos fines, sin embargo, tales ejes comprometidos pueden constituir un concepto

muy útil, particularmente cuando es suficiente un estudio de los aspectos más

típicos del movimiento de una parte.

En tercer lugar, ciertos movimientos que superficialmente parecen simples y

limitados a un único plano, al realizar un examen más minucioso, se ve que son

compuestos. Por ejemplo, lo que inicialmente parece un simple cambio en la

angulación entre dos huesos largos se ve con frecuencia que está acompañado por

algún grado de rotación de uno de los huesos alrededor de su eje longitudinal. Es

una consecuencia obligada de la naturaleza curva de las superficies articulares

biológicas y cuando, como es a veces el caso, tal rotación o angulación puede ser

insignificante. Los movimientos de traslación son también una característica de

muchas articulaciones en relación con grandes cambios en la angulación. Por


ejemplo la del hombro. Se apreciará que tales movimientos no se contemplan en la

clasificación anterior, que incluye sólo tres grados rotatorios de libertad.

CLASIFICACION MORFOLÓGICA MACROSCÓPICA DE LAS ARTICULACIONES

SINOVIALES.

La forma aproximada de las articulaciones sinoviales ha constituido la base para la

realización de una clasificación muy utilizada, y aunque oficialmente han sido

reconocidas siete variedades y pueden tener realmente alguna utilidad práctica, un

examen más detallado muestra que no hay ninguna base exclusiva para su

clasificación separada. Existen, como veremos, simplemente variaciones (si bien a

veces extremas) de dos formas geométricas básicas.

Las articulaciones planas (artrodias) están formadas por la aposición de superficies

articulares completamente planas (por ejemplo, las intermetatarsianas y algunas de

las intercarpianas), pero aun aquí un examen más detallado demuestra que tienen

algún grado de curvatura. Para muchos fines este último no se tiene en cuenta y se

considera que los movimientos son traslaciones puras o deslizamientos de un hueso

sobre su vecino. Con una visión más avanzada de dinámica articular, sin embargo,

las consecuencias de estas insignificantes curvaturas asumen una mayor

importancia.
Las articulaciones en bisagra (ginglimos) se parecen más o menos a las bisagras de

una puerta, donde las superficies están así moldeadas para limitar en gran parte el

movimiento de vaivén a un plano; son, pues, uniaxiales. Los lados de la articulación

están provistos típicamente de fuertes ligamentos laterales, siendo las articulaciones

interfalángicas y humerocubital buenos ejemplos. Sin embargo, las superficies de

una bisagra biológica difieren de los cilindros regulares mecánicos, y en sección sus

perfiles no son arcos de círculos sino variedades de espiral. Por consiguiente, el

movimiento principal del hueso está acompañado inevitablemente de alguna

rotación alrededor de su propio eje longitudinal.

Las articulaciones en pivote (trocoides) son también uniaxiales y comprenden un

pivote óseo rodeado por un anillo osteoligamentoso. El movimiento está limitado a la

rotación alrededor de un eje longitudinal que pasa por el centro del pivote. Este rota

habitualmente dentro del anillo, como en el caso de la articulación radiocubital

proximal, en la que la cabeza del radio rota dentro del anillo formado por el

ligamento anular y la escotadura sigmoidea menor delcúbito. A la inversa, el anillo

puede rotar alrededor del pivote, como en la articulación existente entre la apófisis

odontoides del axis y el anillo formado por el arco anterior del atlas y su ligamento

transverso.

Las articulaciones bicondíleas están aliadas con las otras uniaxiales y poseen un

movimiento principal que tiene lugar en gran parte, en un plano, pero además es

posible la realización de una rotación limitada alrededor de un segundo eje,

colocado a 90º del primero. Estas articulaciones tienen una superficie macho
formada por dos cóndilos distintos, convexos, con forma de nudillo, que se articulan

con dos superficies hembra cóncavas (en algunos casos conocidas también, menos

adecuadamente, como cóndilos. Los cóndilos pueden ser casi paralelos, como en la

articulación de las rodillas, donde están encerrados en una cápsula fibrosa común.

Otras veces, pueden estar alineados e incluso encerrados en cápsulas separadas.

Un ejemplo lo constituyen las dos articulaciones temporomandibulares, que

cooperan nece3sariamente en todos los movimientos mandibulares y forman juntas

un verdadero mecanismo condíleo (y se debería estudiar siempre como tal).

Las articulaciones elipsoidales son biaxiales y están formadas por la recepción de

una superficie macho, oval y convexa, en una concavidad elíptica, hembra. Sirven

de ejemplo la articulación radiocarpiana y las metacarpofalángicas. Los principales

movimientos son posibles alrededor de dos ejes perpendiculares. (por ejemplo,

flexión – extensión y abducción-aducción). Aunque se combinan como un

movimiento de circunducción, existe una rotación apenas apreciable alrededor del

tercer eje, debido a la forma en conjunto de las superficies articulares.

Las articulaciones por encaje recíproco (en silla de montar) son también biaxiales y

sus superficies en aposición son concavoconvexas. Si se examina cualquiera de las

dos superficies se observa que tienen una dirección particular en la cual es

completamente convexa, mientras que perpendicularmente a ésta, es

completamente cóncava. En la articulación, desde luego, la convexidad dela

superficie mayor (macho) se opone a la concavidad de la hembra y viceversa. Los

principales movimientos tienen lugar en dos planos perpendiculares, pero, a causa

de la geometría articular, están acompañados por un grado de rotación axial del


hueso en movimiento. Estas rotaciones conjuntas no ocurren de manera

independiente, pero no se deben considerar simplemente como consecuencia de

mecanismos “imperfectos”. Como veremos son de una considerable significación

funcional durante la disposición habitual de los huesos y en la limitación de

movimientos articulares.

Quizá la articulación en silla de montar mejor conocida y más investigada sea la

carpometacarpiana del pulgar; también se incluyen la tibioastragalina (tobillo) y la

calcaneocuboidea.

Las articulaciones esforeoideas (con frecuencia laxas, denominadas de bola-

alveolo) están formadas por la recepción de una “cabeza” globular, macho, de un

hueso, en una concavidad en forma de copa; excelentes ejemplos son las de la

cadera y el hombro. Son, por supuesto, multiaxiales y poseen tres grados de

libertad. Sin embargo, es importante reconocer que sus superficies articulares,

aunque superficialmente parecen porciones de esferas, de hecho no son esféricas,

sino un poco ovaladas (para su denominación oficial se ha propuesto el término muy

apropiado de articulación ovoidea). Por consiguiente, ene la mayoría de las

posiciones no se da un perfecto encaje (o congruencia) entre las superficies en

aposición. Sólo sucede al final de la amplitud de su movimiento más común.

MOVIMIENTOS Y MECANISMOS DE LAS ARTICULACIONES


En la siguiente sección el tema del movimiento articular se estudiará primero

utilizando los términos y conceptos que se encuentran habitualmente en los libros

de texto de anatomía. A continuación, hacemos una breve revisión de los más

importantes métodos e ideas que surgen en los textos modernos de cinesiología.

Los movimientos permitidos en las articulaciones se consideran,

convencionalmente, que son de cuatro clases: movimientos de deslizamiento y

angulación, circunducción y rotación. Casi siempre se combinan para producir

una infinita variedad de movimiento. Donde posean una amplitud limitada, las

superficies articulares recíprocas se parecen la una a la otra en lo que al tamaño se

refiere, pero donde el movimiento es libre, el hueso que habitualmente es más móvil

tiene la superficie mayor.

La traslación es la clase más simple de movimiento que tiene lugar en una

articulación, deslizándose una superficie sobre otra sin ningún movimiento angular

o rotatorio apreciable. Se produce como un componente importante combinado con

movimientos de otro tipo en muchas articulaciones, si bien en algunas carpianas y

tarsianas se considera, con frecuencia, como el único movimiento permitido. Sin

embargo, aun aquí, el examen de cambio angular en las posiciones relativas de los

huesos pequeños, durante casi todos los movimientos del carpo y el tarso.

El movimiento angular implica disminución o aumento en el ángulo formado entre

los huesos adyacentes. Hay dos tipos tan comunes, especialmente en los

miembros, que se debe intentar definirlos. Tienen lugar alrededor de ejes situados
perpendicularmente entre sí y se llaman: a) flexión o doblamiento y su opuesto,

extensión o enderezamiento y b) abducción y su opuesto, aducción.

La flexión, si bien es un término muy usado, es difícil definirlo con precisión. Tiene

lugar con frecuencia alrededor de un eje transversal y produce las aproximaciones

de dos superficies ventrales morfológicamente. El pulgar, sin embargo, está en un

plano situado casi perpendicularmente con el de los dedos. Su cara dorsal está

orientada lateralmente y, por consiguiente, la flexión alrededor de un eje

anteroposterior. En la articulación del hombro se considera que la flexión ocurre

alrededor de une je transverso oblicuamente, que cruza el centro de la cabeza del

húmero y coincide con el plano del cuerpo de la escápula. Así, el brazo es llevado

hacia delante, medialmente y no más cerca de la cara ventral del tronco. Por otra

parte, en la articulación de la cadera, la flexión, que aquí ocurre alrededor de un eje

transversal, aproxima la cara morfológicamente dorsal del muslo, a la cara ventral

del tronco; así refleja la rotación característica del esbozo del miembro posterior en

la temprana vida embrionaria.

El rango de los movimientos en la articulación tibioastragalina (tobillo) se complica,

por otra parte, por la postura del pie, que está situado en ángulo recto con la pierna.

La elevación del pie produce una disminución de este ángulo y a veces se le llama

flexión, pero también produce la aproximación de dos superficies morfológicamente

dorsales y podría, con igual justificación, llamarse extensión.


La flexión ha sido definida, asimismo como la postura del feto in útero, lo cual

implica que la elevación del pie en la articulación del tobillo eso flexión. Tal opinión

se configura también por un examen de los reflejos de retirada, en los que la

elevación del pie está siempre asociada con la flexión en la rodilla y la cadera,

mientras que sucede lo contrario en los reflejos extensores cruzados. Así, las

definiciones de flexión basadas en fundamentos morfológicos y fisiológicos son

contradictorias. Para evitar confusión, los términos dorsiflexión y flexión plantar, que

se explican por sí mismos, serán utilizados a lo largo de este volumen, cuando se

estudien los movimientos del tobillo.

La abducción y aducción tienen lugar alrededor de un eje anteroposterior, excepto

en el caso de la articulación carpometacarpiana del pulgar y de la del hombro, por

razones y a expuestas. Los términos, generalmente, implican movimiento de

alejamiento y acercamiento hacia la línea media del cuerpo, excepto en el caso de

los dedos, donde los planos arbitrarios de referencia escogidos son la línea media

del dedo medio en la mano y la línea media del segundo dedo en el pie, que son

menos móviles por lo que a esto se refiere. La abducción del pulgar tiene lugar

alrededor de un eje transversal y aleja el pulgar de la palma, produciéndose el

movimiento en un plano que está en ángulo recto con aquella. De forma similar, la

abducción del húmero sobre la escápula en la articulación del hombro tiene lugar en

el plano de la escápula alrededor de un eje oblicuo situado en alguno recto a este

plano.
La circunducción se produce cuando un hueso largo circunscribe un espacio

cónico: la base del cono se describe por el extremo distal del hueso, mientras que

su vértice está en la cavidad articular; donde mejor se ve es en los movimientos de

las articulaciones del hombro y la cadera. Es, por supuesto, un movimiento

derivado, en el que se mezclan componentes de flexión, extensión, abducción y

aducción.

La rotación es otro término muy utilizado, pero de modo impreciso, ene muchos

libros de texto de anatomía. En sentido estricto, se utiliza con frecuencia para indicar

una forma de movimiento en la cual un hueso se mueve alrededor de algún eje

“longitudinal”. Puede producirse en un hueso independiente, como con el eje

formado por las apófisis odontoides del axis puede coincidir más o menos con el

cuerpo de un hueso largo, como en la rotación interna y externa del húmero.

Asimismo, el eje puede no ser paralelo al longitudinal del hueso, como en el

movimiento del radio alrededor del cúbito durante la pronación y la supinación,

donde el eje pasa por el centro de la cabeza del radio y por la base de la apófisis

estiloides del cúbito. Otro ejemplo es la rotación interna y externa del fémur, donde

el eje une el centro de la cabeza femoral y el cóndilo femoral lateral.

En los ejemplos citados, las rotaciones se llevan a cabo como movimientos

independientes; se llaman rotaciones adjuntas y proporcionan un grado adicional de

libertad. Se deben distinguir cuidadosamente de las rotaciones conjuntas, que

tienen lugar en muchas articulaciones como acompañamiento inevitable de algunos

otros movimientos principales y se deben a la geometría de las superficies


articulares. Como podrá comprobarse más adelante, en ciertos tipos de articulación

se combinan las rotaciones de conjunto con cierto grado adicional de rotación

adjunta, y en diferentes circunstancias, esta última aumenta o disminuye,

relativamente, el efecto de la primera.

Además, debe observarse que con excepción de los movimientos simples de

traslación, todos los demás son, de hecho, rotaciones. Por ejemplo, como hemos

visto, las rotaciones interna y externa del húmero tienen lugar alrededor de su propio

eje longitudinal (que es vertical, con el cuerpo en posición anatómica). Sin embargo,

los movimientos de oscilación angular, llamados flexión-extensión y abducción-

aducción, son claramente rotaciones del hueso alrededor de los otros dos ejes.

BIBLIOGRAFÍA

PETER L. Williams y WARWICK Roger, Anatomía Gray, Tomo I, Salvat Editores ,

Barcelona (España). Pág 465 - 486.

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