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temperamentales
Durante esta “pausa reflexiva mundial” tal vez muchas personas han realizado todo tipo
de postres, han invertido su energía en la cocina, una manera de pasar el tiempo, y han canalizado
la energía realizando una tarea sencilla pero que requiere concentración, planificación, paciencia y
cariño. Si no son de los que han descubierto sus artes culinarias, seguramente hayan realizado más
ejercicio que en toda su vida. Y de lo más variado. Han sido demasiadas horas en casa y, en
muchas ocasiones, hay que cansarse, buscar un lugar donde la mente no piense. Y el ejercicio ha
sido ese lugar canalizador de energía, desestresante y hasta calmante.
Nada mejor que ver una buena clase de boxeo, de fitness, o de CrossFit. Como no se
quiere se desperdicie ese nuevo hábito que se ha iniciado, sería interesante que continuaras
practicando deporte, a cualquier hora del día, para cuidar la salud.
De allí que a continuación se presentan algunos Beneficios para la salud al hacer deportes:
A cada estado del alma le corresponde una actividad física que ayudará a controlarlo con
suavidad. Por ejemplo, la cólera nos da ganas de golpear con el puño, el miedo corta la
respiración, la tristeza provoca las lágrimas, la amargura hace pensar…
Toda agitación del alma modifica el ritmo cardíaco, la respiración, la actividad muscular y
cerebral, exactamente como el deporte. Razón por la cual, cuando una persona se ve sumergida
en cierta negatividad, el ejercicio físico puede ayudar a encontrar el equilibrio.
Una emoción es algo bastante fugaz. Sin embargo, cuando se instala de forma
permanente, deja de jugar su papel de alarma y se convierte en un estado de humor, y luego en
algo temperamental. Muchos de los comportamientos, ya sea que se trate de tomar una decisión
o de hablar con desconocidos, están regidos por la tristeza, la cólera, el miedo o la amargura,
estados del alma que es importante saber canalizar.
El interés por el deporte es ante todo fisiológico. La actividad física consume cortisol, la
hormona del estrés, evitando que esta no consuma a la propia persona. A su vez, produce
endorfinas, las hormonas del bienestar que nos permiten sentirnos bien y evitar que las
emociones negativas tomen el control de nuestras vidas. Igualmente, la actividad física ofrece
valores que se deben adoptar para mejorar el estado del espíritu. Hacer pasar la energía de la
emoción por el cuerpo permite dejarle expresarse sin buscar forzosamente tener que dominarla.
Después, se puede observar desde otro ángulo y darle sentido.
Conviene moverse con un espíritu "de plena conciencia": desarrollando una cierta acuidad
gestual se abre otro canal de expresión para transformar la vida emocional. Conviene identificar la
emoción dominante que controla el temperamento y disfrutar del buen tiempo para probar una
actividad física bien adaptada: la que empuja más allá de los límites para alcanzar la realización
personal.
Tampoco conviene olvidar de estar atentos al placer que esta puesta en movimiento
ofrece: buen humor, bienestar físico, estima de uno mismo, creatividad, sociabilidad.
La Tristeza
Forzarse a no estar tristes es indispensable para recuperar el sabor de la vida, pero más
vale estar acompañados por alguien de confianza para no sentirse desfasados en una atmósfera
lúdica, puesto que podría causar hastío.
Sin duda alguna, la práctica del deporte es una buena forma de aliviar las emociones. Por
eso, ante cualquier malestar emocional estás a tiempo de salir a correr, nadar, bailar... en pocas
palabras: la actividad mejora tu salud, no solo física sino también emocional.
La Ira
La ira es un estado emocional que varía en intensidad desde la irritación leve, a la furia y la
rabia intensa. Al igual que otras emociones, se acompaña de cambios fisiológicos y
biológicos. Cuando nos enfadamos, nuestro ritmo cardíaco y presión arterial suben, al igual que
nuestros niveles hormonales como el de la adrenalina y la noradrenalina.
La ira puede ser causada tanto por eventos externos como internos. Podemos estar
enfadados con una persona específica (como un compañero de trabajo o un supervisor) o por una
situación (un atasco de tráfico, un vuelo cancelado), pero nuestra ira también puede ser causada
por preocupaciones de nuestros problemas personales. Los recuerdos de acontecimientos
traumáticos también pueden desencadenar sentimientos de ira en cualquier momento.
La ira puede ser suprimida y luego convertida o redirigida. Esto sucede cuando dejamos de
pensar en ella y nos centramos en aquello positivo. El objetivo es inhibir o suprimir la ira y
convertirla en un comportamiento más constructivo .
Agresividad
Dice en el documento, que Bandura argumenta que si las personas son sometidas a
situaciones de frustración, se obtiene cada vez una respuesta diferente, entonces: “los sujetos
aprenden, se someten, son creativos, evasivos, depresivos, etc. No todos responden de forma
agresiva ante una frustración, por lo que se tiene que aprenden de algún modo” (pág. 21).
Con eso, y teniendo en cuenta lo indicado en las teóricas activas, es posible aventurarse a
decir que la agresividad se presenta en el hombre como una consecuencia de la combinación de
conductas innatas, y sistemas aprendidos del exterior, partiendo de la posición inicial de que la
agresividad se encuentra inmersa en el genoma humano, teniendo un gran efecto en la forma de
relacionarse con los demás seres.
Sobre las ventajas del ejercicio físico para combatir las diferentes alteraciones
emocionales, es necesario considera que, a nivel de conducta, en un proceso depresivo cualquier
actividad que supone un cambio, empieza con un esfuerzo inmenso y un nivel de satisfacción muy
bajo, por lo que se tiende a evitarlas. “No soy capaz de ir a cenar con mis amigos. Me cuesta un
trabajo enorme ir a la ducha, arreglarme y saber que tengo que ir allí y poner buena cara. Es mejor
que no vaya. Al fin y al cabo a nadie le apetece cenar con alguien como yo en este estado. Ya he
llamado poniendo una excusa, ahora me siento mejor.
Emocionalmente se siente tristes, sin energía, apáticos. –Me siento indefensa, no quiero
seguir estando triste, quiero recuperar mi vida, pero no sé cómo hacerlo.
En esto el deporte se convierte en agente fundamental facilitador del cambio en la
depresión. Hacer ejercicio fuera de casa, algo distinto a seguir aislado, algo que por otro lado está
bien visto social y personalmente, que hace romper el círculo vicioso del no puedo y me quedo en
la cama o en el sofá, que saca del “encierro depresivo”. –No tengo ningunas ganas, pero si falto
perjudico a mi grupo. Iré y haré lo que pueda.
Asignación 2.-
Balagué, G., Blasco, T., Capdevila, L., Cruz, J., García-Mas, A., Palmi, J., Portero, P., Riera, J.
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