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RICARDO SERNA
Conocí a Ricardo Serna, hace años, y aunque la nebulosa de la edad y la memoria no me deja
recodar bien , y la pereza de revolver en los papeles me tiene anclado a la confusión. puedo
decir que atisbé su personalidad en aquel Simposio de Segovia, (entre otros ya que alli estaban
Porset, Combes, Juanjo Morales, M. Scalan, Sánchez Ferré.. ) en cuyo foro de
masonólogos aparecí con un libro debajo del brazo sobre masonería, supongo que de mí
quehacer masónico algo sabría, por aquellos Cuadernos Masónicos, que escribíamos desde las
bárbaras tierras norteñas en el seno de una Obediencia que nos albergaba, que era por aquellos
tiempos la Gran Logia Simbólica Española.
El tiempo de cerezas, que eran nuestros Simposios (CEHME) nos iba uniendo cada dos años, y
aunque cada uno recorría su camino y por tanto labraba la piedra de sus circulo, nunca nos
hemos quitado la vista de encima, el uno del otro, uno tal vez más áspero y más desarrapado, y
el otro muy cuidadoso en las formas, maneras, y como no, en la escritura, a cuya labor lleva
dedicada toda una añada.
No por ellodejó de pujar para que diera una charla en su ciudad natal Zaragoza, donde creo que
desarmé más palos del sombrajo masónico que ayudar a clarificar al personal, que tenía y
quería ver al ―jesuita‖ a Ferrer Benimeli, que era al que yo suplía y hete ahí que allá me invita
Ricardo Serna, para tal feriado.. por ello siempre le estaré agradecido, y ahí conocí de primera
mano a dos personajes uno María José Lacalzada y otro RICARDO SERNA
Foto para el recuerdo: Ricardo Serna. Nieves Bayo, el que suscribe y María José
Lacalzada
Ricardo ha sacado un nuevo libro sobre sus dos pasiones: La Pluma y la Masonería,
como el tiene mejor pluma que yo y mejor gusto, aunque los dos gastemos sombrero,
que es de justicia, no darles a ustedes lectores el coñazo, y será mejor para todos que
sea el propio autor quien se presente y presente su obra
VG
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Me llamo Ricardo Serna y soy escritor. Tengo dicho en algún sitio -no recuerdo
dónde- que cada cual es lo que se siente. Yo me siento escritor porque llevo dentro esta
vocación por la literatura desde antes, incluso, de pergeñar mi primer cuento, cosa que
hice en el invierno de 1967, con trece años de edad. Por cierto que ese relato se me
extravió, lo mismo que una novela de intriga, ambientada en la Francia ocupada de la
segunda guerra mundial, que me dio por escribir al año siguiente en el colegio. Ignoro
dónde fueron a parar aquellos primeros ingenuos manuscritos.
Escribir es también, lo reconozco, una forma de morirse poco a poco sin moverse del
sitio, aunque prefiero pensar que a la vez es una herramienta útil para imaginar eriales
donde alzar luego estructuras nacidas del ensueño o de la voluntad artística.
Cada día con más frecuencia, tiendo a confundir ambos espacios, a identificar mejor y
sin conflicto vida y literatura, de modo que lo literario se instala con firmeza en mi
cotidianidad y ésta, a su vez, en los abrigos y cavernas que la creación ofrece generosa
a mi evidente condición humana.
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Los lectores son para mí, por tanto, los destinatarios del esfuerzo creativo, el último
peldaño en una fatigosa escalera de caracol que conduce, invariablemente, hasta el
Quiero darte mi bienvenida a esta página. Espero que la información que se ofrece en
ella te sea de utilidad. Vaya con mi cordial saludo el deseo de que disfrutes con la
lectura de mis libros tanto como yo gocé al escribirlos.
Ricardo Serna
Adrián Mac Liman es el encargado de abrir el libro con una breve pero interesante
presentación que contribuye a enriquecer aún más, si cabe, los textos. Mac Liman
(Bucarest, 1944), es un reconocido periodista y escritor, analista político de prestigio y
consultor internacional, fue corresponsal de El País en Estados Unidos, y ha sido
también colaborador del diario Informaciones y de la revista Cambio 16.
París de Oriente, a los descendientes del primer pediatra rumano: el doctor Mario
No hace falta señalar que los textos, cuidados al máximo desde el punto de vista del
idioma, y con el decir literario magistral del escritor aragonés, aparecen tal y como
fueron concebidos en origen, y nos transmiten ese calor especial con el que todo buen
artículo de prensa contagia y emociona. El artículo nunca es una pieza literaria menor;
al contrario, se trata de un mensaje sucinto y por ello más intenso, una pieza donde el
buen literato consigue piruetas expresivas donde sólo parecen caber a veces las típicas
frases de periodismo cansino‖.