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Independencia Nacional, Juan de La Cruz.
Independencia Nacional, Juan de La Cruz.
CAMPAÑAS MILITARES
Y PARTICIPACIÓN POPULAR
JUAN DE LA CRUZ
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PRÓLOGO
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La independencia de un pueblo es la consumación de un complejo proceso de
intelección de lo nacional, donde los sectores con mayor conciencia de la necesidad de tener
social e histórico-cultural, pero sin poder ver hecho realidad su más ardiente anhelo de
Franco, Salvador Féliz y Manuel Jimenes, primero contra la dominación francesa y luego
contra el estatus colonial en que envolvió Juan Sánchez Ramírez a la parte oriental de la Isla
de Santo Domingo ante España, así como las luchas encabezadas posteriormente por Manuel
del Monte, Fermín García y José Núñez de Cáceres contra el dominio español, son tan sólo
algunas muestras de la más clara y decidida disposición de los habitantes de Santo Domingo
peculiaridad de que no fue el resultado de una lucha contra una potencia colonialista sino
frente a un pueblo que tan sólo hacía 40 años había superado su condición de esclavo y de
colonia dependiente de Francia, para luego pasar, en principio por legítima defensa y luego
alcanzar plenamente su propósito era aprender el arte de la guerra, para lo cual deciden
El punto más luminoso de ese proceso se produjo cuando uno de esos jóvenes, que
Los Numantinos, del poeta romántico español José Espronceda-, entendió que no era
trascendental. Es así como ese joven con apenas 25 años de edad, de nombre Juan Pablo
Aunque en principio los trinitarios fueron vistos como simples muchachos idealistas
y soñadores, por parte de algunos políticos zorrunos que antes habían servido a diferentes
causas, luego se dieron cuenta de que la vía adoptada por ellos era la más conveniente para
con ese propósito, los trinitarios despliegan múltiples esfuerzos para alcanzar alianzas con
todos los sectores que pudiesen colaborar de forma parcial o total con la causa
independentista. Es así como logran el apoyo del cura peruano Gaspar Hernández en el
ámbito de la formación filosófica, que era de tendencia pro-hispánica; se alían con los
reformistas haitianos para derrocar al dictador haitiano Jean Pierre Boyer, al tiempo que se
integran al gobierno provisional de la parte oriental de la Isla, bajo el nombre de Junta Popular
de Santo Domingo; incorporan a Tomás Bobadilla y a los hermanos gemelos Ramón y Pedro
tiempo de ampliar y profundizar sus contactos con diferentes sectores sociales, políticos y
se ven compelidos a exilarse, algunos con gran experiencia política y militar logran darle
condiciones para tomar el poder político por asalto. El Manifiesto del 16 de Enero de 1844
firmado por figuras prestantes del país, casi un mes antes de la acción decisiva, anunciaba
La noche del 27 de Febrero de 1844 fue el momento escogido para anunciar al mundo
República Dominicana con una bandera integrada por cuartos encarnados y azules, separados
por una cruz blanca. La Puerta de la Misericordia, en la actualidad situada en la calle Palo
Hincado esquina calle Arzobispo Portes, fue el lugar acordado para juntarse aquella noche,
donde el patricio Ramón Matías Mella disparó un trabucazo para templar el ánimo de los
presentes, desde donde se dirigieron a la Puerta del Conde de Peñalba, hoy Altar de la Patria,
Tras izar la bandera tricolor en el Baluarte del Conde, los patriotas se dirigieron a la
Fortaleza Ozama y al Palacio de Gobierno, tomándolos por asalto, para luego dejar
constituida la Junta Gubernativa Provisional, que pasó a dirigir Francisco del Rosario
Sánchez. Pero varios días después los sectores conservadores encabezados por Tomás
Central Gubernativa.
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Los sucesivos presidentes haitianos, desde el general Charles Riviére Hérard en 1844
independiente, sin poder lograr su propósito. Con esas acciones, los dominicanos
Pablo Duarte.
Sin embargo, cinco años después, una facción miserable, constituida por los
indistintamente los denominó Duarte, encabezada por el general Pedro Santana, quien nunca
único que le animaba era un odio desmedido hacia el pueblo haitiano, el 18 de marzo de 1861
llevó a cabo la anexión de nuestro país a España. Todo esto sin contar con el voto aprobatorio
de la mayoría del pueblo dominicano, el cual dos años después iniciaría una guerra popular
vergonzoso de las tropas del Ejército Realista Español y de sus epígonos locales.
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CAPITULO I
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La proclamación de la República Dominicana como nación libre e independiente se
por los elementos más avanzados de nuestro pueblo en pos de lograr la identidad nacional e
independencia total de la parte oriental de la Isla de Santo Domingo, cuyo trayecto histórico
se puede situar desde finales del siglo XV hasta mediados del siglo XIX.
Juan Pablo Duarte, Presidente de la Sociedad Secreta La Trinitaria y Padre Fundador de la República
Dominicana.
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Pero es sólo con la formación de la Sociedad Secreta La Trinitaria, el 16 de julio de
1838, bajo la presidencia de Juan Pablo Duarte, que el ideal de independencia nacional
separatistas cobran una fuerza enorme, lo que le puso en condiciones de hacer alianzas con
los reformistas haitianos para derrocar al dictador haitiano Jean Pierre Boyer, lo que
consiguieron. Pero las cosas no quedaron ahí, sino que los trinitarios tenían claro que ese era
sólo un paso para avanzar hacia una etapa superior, la independencia total, de lo cual se dio
cuenta el presidente provisional de Haití, general Charles Riviére Hérard, quien se planteó
acabar con el movimiento subversivo que crecía como la verdolaga en todos los rincones de
propaganda desplegada entre los habitantes de todos pueblos del Sur, del Cibao y del Este;
asimismo, establecen Juntas Populares en todas las localidades de la parte oriental de la Isla
de Santo Domingo, con lo cual logran un número considerable de adeptos para la causa
nacional.
Constituyente Haitiana, obteniendo en ese proceso una victoria aplastante sobre los sectores
haitianos y pro haitianos. Al decir del historiador José Gabriel García, los trinitarios “se
adueñaron de casi todas las municipalidades”, lo cual “vino a demostrar que la separación
estaba ya hecha y que no faltaba sino darle forma: es decir, proclamarla como lo exigieran
avanzó por entre los principales pueblos del Cibao hasta llegar a la Capital, desplegando allí
precisados a esconderse -como fueron los casos de Francisco del Rosario Sánchez y Vicente
Celestino Duarte-, mientras que los más conocidos tuvieron que disfrazarse y embarcarse
clandestinamente a Curazao, entre ellos Juan Pablo Duarte, Pedro Alejandrino Pina y Juan
separatistas -ahora encabezados por Francisco del Rosario Sánchez, Vicente Celestino
comunicación con Juan Pablo Duarte y los demás iniciadores del movimiento, que se
encontraban tanto dentro como fuera del país, debía concluir por concertar el
Después de concitar el apoyo de casi todos los pueblos del país en favor de la causa
fortuna dejada por don Juan José Duarte y el aporte que hicieron los demás trinitarios
la Puerta del Conde de Peñalba, donde el patricio Francisco del Rosario Sánchez procedió a
Mella, Manuel Jimenes, Vicente Celestino Duarte, Tomás Bobadilla y Briones, José Joaquín
buscar al exterior en la goleta Leonor, dirigida por el almirante Juan Alejandro Acosta,
Patria Dominicana.
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La Puerta de la Misericordia, lugar emblemático de la Cuidad Colonial de Santo
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La Puerta del Conde de Peñalba, entrada principal a la amurallada ciudad de Santo
Domingo, donde fue izada por primera vez la Bandera Tricolor Dominicana
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Una réplica de la goleta Leonor que trajo a Duarte desde Curazao y ondeó la bandera
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El almirante Juan Alejandro Acosta, quien capitaneó la goleta Leonor que
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Sin embargo, el poder tanto económico, político como militar quedó en mano de los
postor. Esta actitud fue combatida por Duarte y los demás trinitarios por distintos medios
de1844, para mostrar su desacuerdo con el intento de protectorado francés que pretendieron
La Junta pasó a ser presidida nuevamente, desde entonces, por el general Francisco
del Rosario Sánchez; la Plaza de Armas de Santo Domingo fue comandada por el general
Juan Pablo Duarte y la Plaza de Armas de Santiago de los Caballeros, por el general Ramón
Matías Mella.
El general Pedro Santana, que se sentía amenazado por la situación conflictiva que se
daba en Santo Domingo, aprovechó que Duarte estaba en el Cibao calmando los ánimos de
quienes lo proclamaban por doquier Presidente de la República y se dirigió hasta Baní, desde
donde envió un emisario por ante el cónsul francés en el país, Eustache de Juchereau de Saint
Denys, para que intercediera por ante el Presidente Sánchez y le permitiera entrar a la ciudad
En principio, Sánchez se resistió, pero ante la amenaza del cónsul francés de que
general Santana, aquel accedió. Una vez en la Ciudad Primada, Santana tomó los puntos
estratégicos de ésta y procedió a dar un golpe de Estado al presidente Sánchez, ante lo cual
no reaccionó el general de brigada José Joaquín Puello, a quien Duarte había dejado al frente
entre dominicanos.
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Al enterarse de la situación, los pueblos del Cibao intentaron sublevarse contra la
nueva Junta Central Gubernativa presidida por el general Santana, pero los resultados fueron
quedó de forma absoluta en las manos del dictador Pedro Santana y de los demás traidores
de la Patria.
Andrés Sánchez, Nicolás de Barias, José del Carmen Figueroa, Feliciano Martínez, Blas
Berroa y Eugenio Contreras- de la que se presume fue mentor el entonces Ministro de Guerra
y Marina, general Manuel Jimenes, al que no quiso delatar la tía de Sánchez, por entender
que éste era más útil que ella a la causa de la República-, cuyo propósito esencial era lograr
Por el retorno de los trinitarios habían intercedido ante el general Santana diferentes
personalidades del país, incluidos el general Manuel Jimenes y María Trinidad Sánchez, pero
esa posibilidad, con quienes debía contar como titular del Poder Ejecutivo para tomar una
1844, y que tal acción sólo podía llevarse a cabo si él tenía en sus manos el poder absoluto
del país.
En esa trampa cayó la heroína de febrero quien, junto al general Manuel Jimenes y
orientada a destituir a Tomás Bobadilla como superministro del gobierno santanista, con el
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propósito de allanarle el camino a Santana para que pudiera implantar su dictadura militar
Nada más ingenuo, ya que era el propio Santana el máximo responsable del destierro de los
trinitarios, lo cual se puso en evidencia, una vez más, cuando se enteró de la trama en contra
Nacional. En ese sentido, es importante ver lo que establece el acta de defunción, que yace
“En la ciudad de Santo Domingo, el día 28 de febrero del corriente año (1845), yo el
General y del Cura de San Carlos, a Nicolás de Barias, María Trinidad Sánchez, José del
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Una imagen que muestra la forma vil en que fueron fusilados los cuatro patriotas febreristas.
manifiesto entre los meses de mayo y julio de 1861, con la acción emprendida por el patricio
Francisco del Rosario Sánchez en la zona de Elías Piña, San Juan de la Maguana y Neiba. Sánchez,
tras retornar del exilio a partir de la amnistía general decretada por el presidente Manuel Jimenes en
1848 y luego de haber colaborado con los gobiernos del general Pedro Santana y Buenaventura Báez
entre 1849 y 1857, se vio compelido a salir nuevamente al exilio a Saint Thomas tras la toma de la
ciudad de Santo Domingo en el marco de la Revolución de Julio de 1857. Desde entonces Sánchez
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se distanció del general Santana de forma definitiva, al enterarse de sus planes anexionistas, los que
Sánchez, después de haber sido herido en las ingles en la comunidad de Juan Santiago,
Juan de la Maguana, al ser traicionado por el general Santiago de Oleo, quien se había unido
días antes al Patricio y posteriormente efectuó una emboscada en su contra. Una vez llevados
a la ciudad de San Juan de la Maguana, los patriotas fueron juzgados por una corte militar
designada por el general Pedro Santana y todos fueron condenados a la pena de muerte.
Es, asimismo, muy importante destacar la lucha llevada a cabo por los restauradores
entre los años 1863-1865 para devolverle al país la independencia perdida a mano de España,
Polanco, entre otros, quienes, junto al pueblo dominicano, lograron hacer que ondeara
trinitario Francisco del Rosario Sánchez por parte de Pedro Santana, Duarte regresó a la patria
con la clara disposición de “luchar con las armas en la mano contra la anexión a España
llevada a cabo a despecho del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y
parricida”, el 25 de marzo del año 1864, teniendo para entonces 51 años de edad.
Posteriormente, los portadores del ideal trinitario han sabido mantener encendida la
esfuerzos desplegados por Buenaventura Báez en procura de incorporar el país a los Estados
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económicos y militares; el enfrentamiento tanto cívico como militar del pueblo dominicano
contra las dos intervenciones militares norteamericanas en 1916 y 1965, siendo los
Gilbert, Américo Lugo, Emiliano Tejera, Félix Evaristo Mejía, Federico García Godoy,
Fabio Fiallo, Rafael Justino Castillo, Francisco Henríquez y Carvajal, Federico Henríquez y
Carvajal, Pedro Henríquez Ureña, Max Henríquez Ureña, Ercilia Pepín, Movimiento
Francisco Alberto Caamaño Deñó, capitán Mario Peña Taveras, contralmirante Manuel
Ramón Montes Arache, mayor Agustín Núñez Nogueras, capitán Quirós Pérez y coronel
sino que contemple también los aspectos económico, social, científico-técnico, militar e
ideológico-cultural.
Esa independencia integral debe ser totalmente incluyente, donde sean tomados/as en
cuenta todos/as los/as dominicanos y dominicanas, pero cuyo soporte fundamental sean los
estarían en capacidad de regir los destinos del país y ejercer el poder político sin
intermediarios. Esto quiere decir que la nueva independencia nacional deberá estar sustentada
en verdaderos poderes populares locales, los cuales a su vez deben servir de base a la
circunstancias, asume la característica singular de Poder Popular: única garantía de que ella
en todas sus expresiones, la justicia social plena, la equidad social y de género, el respeto a
surgimiento de diferentes escuelas de pensamiento, sean tan sólo algunas de sus nuevas
formas de manifestarse.
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CAPITULO II
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Las batallas y acciones bélicas realizadas por el pueblo dominicano y su ejército entre
los años 1844 y 1856, encaminadas a rechazar las constantes incursiones militares de las
el 27 de febrero de 1844, han sido distorsionadas por los sectores dominantes de ambas
naciones, con el claro propósito de enemistar a los dos pueblos que comparten la Isla de Santo
Domingo y al mismo tiempo desarrollar un sentimiento anti haitiano y anti dominicano tanto
(ocupaciones haitianas de 1801, 1805 y 1822), los sectores dominantes dominicanos han
Batlle, Emilio Rodríguez Demorizi, Joaquín Balaguer Ricardo, Manuel Antonio Machado
Báez y Ramón Marrero Aristy, entre otros. De esa manera, rechazaban y obviaban los
partir de un bovarismo artificial, que nada tiene que ver con nuestras verdaderas raíces
antropológicas e histórico-culturales.
Igual actitud han asumido las clases dominantes haitianas, a partir del estudio
prejuiciado de la historia de ambos países y de los distintos hechos históricos ocurridos, como
fueron los casos de las batallas patrióticas de la Primera República, la matanza de haitianos
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realizada por Trujillo en 1937, el antihaitianismo desarrollado por las clases dominantes
dominicanas y el trato recibido por los braceros y trabajadores haitianos en los sectores
para promover entre el pueblo haitiano un antidominicanismo irracional, que nada tiene que
ver con el verdadero y noble sentimiento del pueblo haitiano, quien tuvo el honor de salir de
la esclavitud más vil para pasar a constituirse en el ejemplo vivo de la lucha por la libertad y
el decoro.
Todo esto se hace con el sólo propósito de mantener a los dos pueblos que habitan la
Isla de Santo Domingo separados, para seguir dominándolos, sin mayores dificultades. Sin
permanentemente, hacen negocios, se protegen y son solidarios entre ellos. Una muestra
inequívoca de ello son los “asilos” que diferentes gobiernos dominicanos han dado a políticos
haitianos de diferente catadura, como son los casos del golpista Henry Namphi, el presidente
ilegítimo Leslie François Manigat, el ex alcalde de Puerto Príncipe y líder de los tontons
macoutes, Franck Romain, así como el golpista y líder paramilitar Guy Philippe, entre otros.
Los historiadores que responden a los intereses clasistas de los sectores dominantes
1856, con el único e inconfesable objetivo de hacer aparecer como enemigos a dos pueblos
que comparten la Isla de Santo Domingo, que tienen enemigos poderosos comunes, y, del
mismo modo, también tienen anhelos y destinos comunes. Dos pueblos que se han dado la
mano solidaria en momentos cruciales de sus respectivas historias –como la alianza de los
reformistas haitianos y los trinitarios dominicanos para derrocar al dictador haitiano Jean
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Pierre Boyer en marzo de 1843; el apoyo de varios gobiernos haitianos -muy especialmente
Luperón y a otros patriotas que lucharon contra la anexión del país a España, por la
Abril de 1965 contra la segunda intervención militar norteamericana, como fueron los casos
del poeta Jacques Viau Renaud y del exilado y posteriormente desaparecido antiduvalierista
dominicana ultrajada, no contra el pueblo haitiano, el cual no estaba de acuerdo con esas
incursiones militares a nuestro territorio, sino contra los sectores dominantes haitianos y su
ejército, quienes querían seguir beneficiándose de las riquezas naturales y de los sistemas
que recogieron los lauros de aquellas contiendas bélicas por la dignidad, la libertad y la
soberanía nacional, no fueron necesariamente los que más se esforzaron por obtener la
victoria frente al ejército expedicionario haitiano, sino aquellos que siempre estuvieron
esperando el apoyo militar de una gran potencia, como Francia, para poder dar las batallas
que vendrían a consolidar una independencia nacional mediatizada. Por eso, no sin razón, el
patricio Juan Pablo Duarte nos dice lo siguiente: “Un 19 de marzo triunfó la cruz y los
triunfo del Ejército Dominicano sobre las tropas haitianas que estaban bajo el mando del
Antonio Duvergé y los oficiales Francisco Soñé, José del Carmen García, Feliciano Martínez,
Juan Esteban Roca, Manuel de Regla Mota, Manuel Mora, Juan Esteban Ceara, José Leger,
Vicente Noble, Matías de Vargas, Marcos Medina, Lucas Díaz, Nicolás Mañón, Juan
Contreras y Lorenzo Araujo, así como otros cientos de oficiales, clases y soldados.
Los lauros inmerecidos atribuidos a Santana, les sirvieron para ser proclamado con
República”. Calidad esta última con la que asume la Presidencia de la República, tras
desplazar a los trinitarios del poder y declararlos injustamente traidores a la patria, para poder
cometer impunemente todos sus crímenes y desmanes en contra del país y su gente más
sensata.
Los principales crímenes y desmanes cometidos por el general Pedro Santana contra
la República Dominicana y sus patriotas más fieles al ideal de una nación totalmente libre e
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El general Pedro Santana, hatero del Seibo que colaboró con la Independencia Nacional, luego declaró
traidores a la Patria a los fundadores de la República Dominicana y se alzó con el poder absoluto.
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2. El destierro de los parientes más cercanos de Duarte -su madre Manuela Díez y sus
hermanos y hermanas-, en el mes de marzo de 1845, con lo cual quiso darle una estocada
3. El fusilamiento de los hermanos José Joaquín y Gabino Puello, después de éstos haberle
juzgados por una supuesta conspiración para derrocar al Presidente Santana. Fueron
4. El apresamiento del una y mil veces glorioso defensor de la frontera, General Antonio
Duvergé, el 9 de mayo de 1849 en Azua, por desaprobar las incitaciones del general Pedro
manera: “General: Yo sólo empleo mis armas para pelear contra el haitiano; pero nunca
tomaré parte en discordias civiles; en este caso haré mucho con ser neutral”.
El Seibo, al ser acusado por el General Santana de ser el responsable de la derrota sufrida por
las tropas dominicanas en varias batallas, como fue el caso de la de Azua los días 5 y 6 de
abril de 1849, siendo descargado posteriormente por el tribunal militar de las imputaciones
6. El fusilamiento en el patíbulo del General Antonio Duvergé, sus hijos Alcides y Daniel,
los patriotas coroneles Tomás de la Concha y Juan María Albert, así como también al
ciudadano español Pedro José Dalmau, el 11 de abril de 1855, al ser acusados de planear una
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7. El fusilamiento en el patíbulo de Francisco del Rosario Sánchez y sus compañeros de lucha
Con toda razón, Duarte consideraba a Pedro Santana, Tomás Bobadilla, Buenaventura
Báez y Manuel María Gautier, entre otros, como “ciudadanos del infiernos” y como parte de
la “facción miserable” que “ha sido, es y será siempre todo menos dominicana”. Igualmente,
“representante de todo partido antinacional y enemiga nata por tanto de todas nuestras
revoluciones”.
En cuanto al pueblo haitiano, podemos expresar que este no estuvo de acuerdo con
las incursiones armadas llevadas a cabo por “déspotas y enfermos” del hermano país, tales
como Hérard, Pierrot, Guerrier y Soulouque, entre otros. Decimos esto, porque esas acciones
significaban desangrar el magro presupuesto nacional para invertir los pocos recursos que
percibía la República de Haití en una guerra sin sentido. Esta guerra trajo consigo la
profundización de la miseria y la pobreza, así como una gran inestabilidad política en Haití,
Es por todo lo expuesto, que en este estudio se hace un gran esfuerzo por analizar de
forma objetiva los episodios más importantes escenificados por el pueblo dominicano en su
lucha decidida por defender y reafirmar su soberanía nacional. Asimismo, se busca establecer
con meridiana claridad el rol jugado por cada uno de los actores que participaron en las
diferentes acciones bélicas, con el único propósito de derribar mitos y establecer verdades
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CAPÍTULO III:
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El 27 de febrero de 1844 -al filo de la medianoche-, después que Ramón Matías Mella
la Puerta del Conde, donde el patricio Francisco del Rosario Sánchez procedió a izar la
bandera tricolor. Con esta acción simbólica se dejó sellada formalmente la proclamación de
Mella, Manuel Jimenes, Vicente Celestino Duarte, Tomás Bobadilla y Briones, José Joaquín
Junta Gubernativa Provisional, presidida por el patricio Francisco del Rosario Sánchez e
integrada por Ramón Matías Mella, Manuel Jimenes, José Joaquín Puello, Remigio del
El 28 de febrero fue el día de más intensa y angustiosa agitación para la Junta recién
instalada, ya que el eco del trabucazo disparado por Mella no se había disipado aún entre los
habitantes de la ciudad de Santo Domingo, lo que obligó a tomar medidas perentorias que
conformación y movilización de las tropas dominicanas, para que, sin demora, salieran a
contener la esperada incursión de tropas haitianas por diferentes puntos del territorio
del 16 de Enero de 1844, así como garantizar los pronunciamientos públicos de los diferentes
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pueblos de la parte Este de la Isla de Santo Domingo en favor de la recién creada República
Dominicana.
Las personas designadas por la Junta Gubernativa Provisional para garantizar los
Independencia Nacional, fueron: Tomás Bobadilla y Briones, quien fue enviado a Monte
Plata, Bayaguana y Sabana Grande de Boyá; Manuel Jimenes al Sur; Remigio del Castillo al
similar hicieron los pueblos de Monte Plata, Bayaguana y Sabana Grande de Boyá, quienes
República Dominicana. Igual actitud asumieron los distintos pueblos del Cibao de la naciente
República, con lo cual la causa independentista logró una aplastante victoria frente a las
pretensiones del general Charles Riviére Hérard de mantener su dominio sobre la parte
Mientras tanto, en San Cristóbal, ciudad involucrada desde hacía varios años en los
trabajos revolucionarios, los oficiales Antonio Duvergé, José Esteban Roca y Juan Álvarez
Ejército Dominicano, de manera que estuviera en condiciones de hacer frente a las huestes
había enviado a las autoridades haitianas, donde se les informaba del proceso que habían
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seguido los revolucionarios febreristas y la firme resolución del pueblo dominicano de
Ese ejército fue dividido en tres columnas: la primera, al mando del propio Riviére
Hérard, que salió por el camino de Las Caobas con destino a Azua; la segunda, bajo las
órdenes del general Agustín Souffrant, por el camino de Neiba, la que debía unirse a la
primera en Azua; y la tercera, dirigida por el general Jean Louis Pierrot, marchaba sobre
Santiago y Puerto Plata, con el objetivo de encontrarse con ambas en la ciudad de Santo
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Mapa que representa la ruta seguida por el ejército haitiano durante la
Primera Campaña Militar del Sur que concluyó con su derrota en Azua.
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3.1. ACCIONES DE LA FUENTE DE RODEO, LAS CABEZAS DE LAS MARÍAS Y
LAS HICOTEAS
El primer encuentro entre las tropas dominicanas y las tropas haitianas fue el que se
escenificó en La Fuente del Rodeo, considerado por el historiador José Gabriel García
ejército invasor fue derrotado por las tropas dominicanas capitaneadas por el teniente coronel
Fernando Taveras, quien sufrió una herida de gran consideración, razón por la cual fue
sustituido en el mando por los tenientes Vicente Noble, Dionisio Reyes y Nicolás Mañón.
En el segundo encuentro, que se produjo en Las Cabezas de las Marías, le tocó la peor
parte a las tropas dominicanas, las cuales, al no avanzar inmediatamente sobre Neiba, dieron
tiempo a que el coronel haitiano Louis Auguste Brouard fuera en busca de auxilio y,
encontrando en Las Barbacoas (actual municipio de Villa Jaragua) a los regimientos 20 y 21,
volvió de nuevo a la carga con el objetivo de dominar la situación. Fue así como las tropas
al mando de Brouard lograron derrotar a las tropas dominicanas, teniendo éstas que
18 de marzo, hasta Las Hicoteas, al este de la Sierra Martín García, donde encontró,
cubriendo el camino real, un batallón capitaleño, comandado por el capitán Manuel Mora, y
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otro banilejo, comandado por el teniente coronel Manuel de Regla Mota. La vanguardia
dominicana al mando de los comandantes José María Cabral y Francisco Soñé, derrotó a la
que replegarse al Cuartel General instalado en la ciudad de Azua, del que estaba encargado
el general Pedro Santana, quien había recibido orden de la Junta Central Gubernativa de
días de retardo a causa de las emboscadas dominicanas que debió combatir, casi diariamente,
desde su salida de Neiba. Esos combates y emboscadas fueron las acciones de guerras de
guerrillas libradas por las fuerzas dominicanas de avanzada como parte de la defensa flexible
adoptada por el entonces coronel Antonio Duvergé desde Azua, encargado del Cordón
Defensivo del Sur, que tenía como objetivo desgastar y dilatar las fuerzas enemigas en su
avance, mediante acciones móviles, cediendo terreno, hasta lograr anular el impulso de su
marcha e impedir, tal como sucedió, que la división del general Souffrant llegara a tiempo
integrada por toda la caballería con que contaba Riviére Hérard, llegó retrasada y demasiado
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3.2. LA BATALLA DEL 19 DE MARZO EN AZUA
Riviére Hérard desalojaba de San Juan de la Maguana a las pocas fuerzas con que el
comandante Luis Álvarez había dejado ocupada la Plaza. Después, el general haitiano siguió
su marcha a paso redoblado, incorporando a sus filas de forma obligatoria a todos los
Una carta del general Pedro Santana, enviada a su íntimo amigo don Abraham Cohen,
de fecha 17 de marzo de 1844, cuando se dirigía con sus tropas por el camino de Azua, dos
días antes de la significativa batalla que habría de escenificarse en aquella gloriosa ciudad,
refleja el gran temor y desconcierto que apesadumbraba al Jefe del Ejército del Sur ante la
pronta llegada del ejército haitiano. En ella le solicita interceder por ante el cónsul general
gobierno galo pusiera a disposición del pueblo dominicano tropas que le ayudaran a
todas sus partes un convenio de protección y unión entre ambas naciones, el cual estaba
dispuesto a cumplir a su entera satisfacción, aún en perjuicio de la Patria por la que decía
luchar.
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Veamos los términos de la referida comunicación:
En este momento que serán las cuatro de la mañana, en marcha para Azua, acabo de
recibir un expreso de Azua con la noticia positiva que los haitianos marchan sobre nosotros
y además que los habitantes de San Juan, Las Matas e Hincha se mantienen en inacción y
En esta virtud, mi buen amigo, yo espero de su actividad y patriotismo que sin pérdida
disposición las tropas francesas que necesitamos para contrarrestar los enemigos para
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El 18 de marzo, las avanzadas dominicanas que ocupaban el paso del río Jura, al
mando del teniente Lucas Díaz, las que habían sido enviadas al lugar en una misión de
reconocimiento, hacen una emboscada con varios fusileros a las tropas del presidente Riviére
Hérard. Después de efectuar varias descargas sobre el enemigo, las tropas dominicanas se
repliegan hacia Azua de Compostela, despertando así el interés de las tropas haitianas de
Las tropas dominicanas, desde antes de aparecer el alba, estaban listas para entrar en
combate. Se encontraban situadas en el frente oeste de la ciudad de Azua, formando una línea
de defensa que iba desde el camino del Barro por el norte hasta el camino de Los Conucos
por el sur.
alrededor de 1,000 hateros y monteros que formaban el ejército con que arribó el general
Pedro Santana, los cuales procedían del Seibo, Hato Mayor, El Cuey y Los Llanos, expertos
Antonio Duvergé y Francisco Soñé, en la finca de este último en Las Yayitas; dos compañías,
una de gendarmería y una de caballería, con alrededor de 200 neiberos, comandados por
Vicente Noble y Nicolás Mañón; dos regimientos que arribaron en barco desde la ciudad de
Santo Domingo, al mando del capitán Manuel Mora; la tropa banileja al mando del teniente
coronel Manuel de Regla Mota, ascendente a 300 soldados; una tropa de San Cristóbal, con
alrededor de 300 soldados, comandada por Lorenzo Araujo y José María Cabral, así como
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Una escena de la heroica Batalla del 19 de Marzo de 1844, realizada en la ciudad de Azua.
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La distribución de esas tropas en la línea de defensa era la siguiente: en el flanco
derecho de la línea defensiva, cortando el camino del Barro, estaba la fuerza de fusileros
azuanos al mando del teniente coronel Valentín Alcántara y el capitán Vicente Noble, así
emplazada en el centro una pieza de artillería de 24 libras, dirigida por Francisco Soñé, siendo
jefe de la pieza José del Carmen García. Alrededor de este cañón, se encontraban emboscados
en sus inmediaciones, para protegerlo, tropas de a pie, hateros y monteros, comandados por
las inmediaciones del Convento Viejo, se encontraba otra pieza de artillería de pequeño
calibre, así como una fuerte línea de fusileros al mando de Matías de Vargas, José Leger y
papel de jefe de la línea, por ser el oficial más familiarizado con la plaza de armas y un gran
junto al coronel Buenaventura Báez, Felipe Alfau y Lorenzo Santamaría, quienes estaban en
calidad de asesores, respaldados a su vez, por los hateros de a caballo y por el cuerpo de
caballería de Báez.
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Mapa que presenta los detalles de la Batalla del 19 de Marzo en Azua.
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A las 7:30 de la mañana, el general Riviére Hérard atacó vigorosamente a Azua con
el grueso de sus tropas, ascendente a 8,000 soldados, por el camino que conduce a Puerto
Príncipe. Su columna estaba formada por soldados procedentes de los dragones de la Guardia
sexto, noveno y décimo noveno, así como por otras unidades de la Guardia Nacional de
general Thomás Héctor, secundado por los coroneles Therlonge Perpiñag y Brunet Brise,
entre otros.
ejército en tres columnas: la primera fue enviada por el camino del Barro; la segunda por el
camino de San Juan y la tercera por el camino de Los Conucos. Desprovistos de artillería y
pensando que el general Souffrant se encontraba en posición, las tropas haitianas avanzaron
sobre las posiciones dominicanas. La vanguardia del General Thomás Héctor, encabezada
por los antiguos dragones de la caballería del ex presidente Boyer, fue quien inició el ataque
imprudencia del enemigo, el oficial Francisco Soñé disparó su pieza de artillería sobre
aquella masa enorme de soldados, logrando así crear una gran baja al ejército haitiano. Ante
ese hecho, el coronel Therlonge Perpiñag ordenó abrir las filas, siendo ya demasiado tarde,
ya que los comandantes Lucas Díaz, Juan Esteban Ceara y José del Carmen García,
ordenaron cerradas descargas de fusilería y carga de machetes desde sus posiciones en torno
a la pieza de artillería.
49
El presidente haitiano Charles Hérard Riviére, quien encabezó las tropas haitianas que entraron
50
El ala derecha haitiana, compuesta por los regimientos noveno y décimo noveno, se
izquierda de los patriotas dominicanos, situada en las inmediaciones del antiguo Convento,
con una pieza de pequeño calibre y una certera fusilería al mando de Matías de Vargas, José
Leger y Feliciano Martínez, logró exterminar a los comandantes de los dos regimientos
haitianos, coronel Vincent del noveno y coronel Jean Gilles del décimo noveno. Ante este
desenlace trágico, las tropas de ambos regimientos se replegaron en gran desorden. Mientras
esto ocurría, el general Thomás Héctor ordena al ala izquierda, compuesta por el segundo y
sexto regimientos, que avanzaba por el camino del Barro, a que hiciera un movimiento
envolvente. Pero en ese momento tropieza con los macheteros azuanos de Antonio Duvergé,
quienes apoyados por los fusileros de Nicolás Mañón, que habían bajado del Fuerte Resolí,
en esta ala del ejército del presidente Riviére Hérard. Esta columna se retiró presa del pánico
ante la mortandad ocasionada por las armas blancas, completando así, después de tres horas
de combate, la total retirada del ejército haitiano, que fue perseguido y hostigado en su
retirada, dejando tras de sí un saldo de alrededor de 300 bajas, entre muertos y heridos,
Los patriotas dominicanos que más se destacaron en esta batalla fueron: Antonio
Duvergé, Francisco Soñé, José del Carmen García, Matías de Vargas, Feliciano Martínez,
Lucas Díaz, Vicente Noble, Nicolás Mañón, Marcos Medina, Juan Esteban Ceara, Manuel
Mora, Manuel de Regla Mota, José Leger, Luís Álvarez, Lorenzo Araujo y cientos de
51
bisoños en su mayoría. Sin embargo, quien se arrogó todos los honores y lauros obtenidos
fue el general Pedro Santana, quien opacó con su autocrática personalidad a los verdaderos
Pedro Santana ordenó en horas de la noche de ese mismo día, el retiro de los campos de
batalla de las tropas bajo su mando para instalarse en Sabana Buey, Baní. El general Santana
sólo dejó en las inmediaciones de Azua la retaguardia del ejército dominicano, encabezada
por el coronel Antonio Duvergé, por el temor que le embargaba de que las tropas encabezadas
superioridad numérica.
Las tropas haitianas dirigidas por el presidente Riviére Hérard, reforzadas con las de
la segunda división del general Souffrant y con hombres reclutados a la fuerza en las zonas
de Las Caobas, Las Matas de Farfán, San Juan de la Maguana y Neiba, tras comprobar el
marzo, procediendo así a ocupar la Plaza de Armas, a enterrar sus muertos y hacerle prometer
a sus hombres que no descansarían en su accionar hasta llegar a la ciudad de Santo Domingo.
52
Veamos tan sólo algunos párrafos de la Proclama del presidente Riviére Hérard, tras
su retorno a Azua, en su marcha sobre la parte oriental de la Isla de Santo Domingo, donde
se mofa del ejército dominicano bajo el mando del general Pedro Santana por haberse retirado
de la guerra civil, se han atrevido a amenazar la Patria con envolverla en sus fuegos, en
Rápido como el rayo, volé al encuentro de ellos. En Las Caobas, en Las Matas, en
San Juan, aparecieron las columnas republicanas y su sola presencia bastó para restablecer
detenernos allí, tan pronto como descargaron su artillería, esa artillería que de terrible no
tiene más que el ruido, buscaron despavoridos la salvación en la huida, abandonando sus
provisiones, su pólvora, sus lanzas, sus cañones aún cargados. Ese día del 19 de marzo ha
revelado el delirio que impulsa a esos insensatos a la rebelión. Nos presagia grandes y
prontos éxitos. Unos días más, y el baluarte de la rebelión, ese soberbio Santo Domingo,
verá sus muros abiertos para nuestras columnas victoriosas. ¿Podrá, efectivamente, con sus
53
traidores y sus fugitivos, contener el esfuerzo de un ejército impaciente por alcanzar nuevos
Como se ha podido ver en la Proclama del presidente, general Riviére Hérard, tan
sólo se muestran dos verdades bastantes claras, pero que adornadas de tantas mentiras,
relacionada con los esfuerzos desplegados por los sectores conservadores de la Junta Central
entrega de la Bahía y Península de Samaná, y la segunda verdad está relacionada con el error
cometido por el general Pedro Santana de no perseguir a las tropas haitianas en su retirada
hasta diezmarlas y, por el contrario, haber tomado la decisión de retirarse de Azua, dejándole
Observemos:
“El general Riviére se presentó frente a Azua el 19 de marzo; sus tropas se componían
ejército dominicano, había llegado a Azua la víspera de la aparición de las tropas haitianas
54
frente a esa ciudad. Apenas había tenido tiempo de tomar algunas disposiciones militares;
no tenía bajo sus órdenes sino cerca de mil hombres, la mayor parte del Seibo e Higüey.
Hizo colocar a la entrada del pueblo dos piezas de cañón, una de a 24 y otra de pequeño
calibre, y colocó para protegerlas algunos hombres armados de fusiles. Los haitianos se
entrada estaban perfectamente ocultos los dos cañones. Eran ocho mil hombres. Fueron
retirada un poco en desorden. Los dominicanos lanzaron contra ellos sus escasos fusileros
que los inquietaron hasta una legua de la ciudad. Nuestras tropas perdieron una cincuentena
coronel Vincent del 9º, muerto heroicamente a la cabeza de su regimiento y el coronel Jean
Gilles del 19º, gravemente herido. Las pérdidas de los dominicanos fueron insignificantes.
Juzgando que no podía resistir a la superioridad numérica de los haitianos, bien armados y
municiones de guerra y de boca que pudo acarrear. El no ignoraba que la columna mandada
por el general Souffrant se acercaba a marchas forzadas y podía llegar de repente y asaltarlo
por la parte del Sur. Se retiró a Sabana Buey, a ocho leguas de Azua, y se atrincheró allí. El
día 20 tomó el general Riviére Hérard posesión de Azua. Encontró la Plaza abastecida
todavía de algunas municiones, muchas mercancías secas y de una gran cantidad de azúcar
en serrones. Todos los habitantes la habían evacuado: los haitianos no vieron sino dos
mujeres, de las cuales una era loca y la otra de edad muy avanzada, y algunos animales. El
21 llegó el general Souffrant a la cabeza de su columna, que tenía tres días de retardo a
causa de las emboscadas que se había visto obligado a combatir, casi diariamente, desde su
56
El general Antonio Duvergé, principal héroe de las diferentes batallas que se escenificaron en la
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Encontrándose acorralado por todas partes y abrumado por la superioridad numérica
del enemigo, el coronel Antonio Duvergé secundado por el capitán Vicente Noble,
dominicanas. En esas circunstancias, Duvergé se vio obligado a retirarse hacia las zonas del
Fuerte Resolí y Las Yayitas, desde donde luego pasó a operar con sus guerrillas en las sierras
decisión adoptada por el general Pedro Santana de replegarse a Sabana Buey, Baní, expresa
lo siguiente:
“Si el general en jefe hubiera estado a la altura del papel que representaba, habría
comprendido que para coronar tan espléndida victoria, lo procedente era destacar alguna
posible porque estuvieran escasos los pertrechos, designar una compañía para que
disculpable siendo el primer lance en que se encontraba, lejos de hacerlo así, no pensó,
abrumado con el peso de la responsabilidad que tenía sobre sí, sino en levantar el campo,
sin que hubiera sospechas inminentes de un nuevo ataque, ni falta absoluta de medios de
resistencia, pues que a más de no haber dado el enemigo señales de vida, hubo de
58
las órdenes del coronel Lorenzo Araujo. Este no obstante, consecuente con el fin que se
proponía, convocó a los oficiales superiores a una junta de guerra, y aunque en ella hubo
opiniones contradictorias, la inexplicable retirada se llevó a cabo durante la noche, con tan
poco orden, que los dos panaderos de la tropa, sargentos Jacinto Gatón y Félix Coliet, y
algunos más, entre ellos el sargento Segundo Rodríguez, lo supieron al amanecer, porque se
porque recibiera orden de reunirse a sus banderas. Andando el tiempo, el mismo general
Santana, al hacerle cargos a Báez en 1853, le atribuyó el haber instado a su hermano Ramón
a que le aconsejara la retirada ‘y dejase entrar a los haitianos a la capital’, con cuyo motivo
esta ocasión (después de la batalla de Azua): mentira atroz, puesto que fui de los pocos que
mismo había reunido; y fue por esto que para hacer triunfar en la junta de guerra su
que indica, que la operación no es tan justificable, ni fue correcta, cuando su autor trató de
rehuir la responsabilidad de ella ante la historia, que no puede dejar de reprocharla desde
luego que está comprobado que el ejército haitiano no se acampó en el Jura sino en orden
de marcha, pero que a los tres o más días, al ver que no le iban a atacar, ni le molestaban
desplegadas sobre la plaza abandonada, que ocupó con todas sus existencias, para
59
Esa decisión del general Santana generó contradicciones al interior de la Junta Central
lograr su destitución, sino la adopción de una posición intermedia tendente a reforzarlo con
la presencia del patricio Juan Pablo Duarte. El mismo día en que las tropas haitianas ocuparon
Juan Pablo Duarte en calidad de “oficial superior” que pudiera reemplazar a Santana en caso
REPÚBLICA DOMINICANA
corporación.
60
El General de Brigada y Comandante del Departamento de Santo Domingo, Juan Pablo Duarte.
61
Compañero y amigo: Siendo de necesidad en la armada expedicionaria del Sur, que
además del Jefe expedicionario General Santana, haya otro oficial superior que pueda
agresión que nos han hecho los haitianos, Ud. se dispondrá a marchar inmediatamente para
el cuartel general con la división que sale hoy bajo sus órdenes, y se pondrá de acuerdo con
dicho General Santana para todas las medidas de seguridad y defensa, procurando que sean
en armonía con nuestra resolución de ser libre o morir y según los principios que hemos
proclamado.
Sin embargo, los generales Pedro Santana y Juan Pablo Duarte no lograron ponerse
de acuerdo, ya que tenían posiciones y percepciones totalmente diferentes en torno a qué era
lo más oportuno y favorable para la recién creada República Dominicana, si una postura
defensiva ante un ejército numeroso y bien armado y entrenado, hasta recibir apoyo militar
de una potencia amiga, como Francia (posición que defendía el general Santana) o una
postura ofensiva que permitiera colocar al ejército haitiano de aquel lado de la frontera
dominico-haitiana con las fuerzas con que contaba el país para mantener la soberanía
nacional y lograr la tranquilidad del pueblo dominicano (posición asumida por el patricio
62
Ante el desacuerdo surgido entre ambos generales, el patricio Duarte opta por
avanzar sobre las tropas haitianas al frente de las tropas dominicanas, dispuestas para tales
REPÚBLICA DOMINICANA
Es por la tercera vez que pido se me autorice para obrar solo con la división que,
honrándome con vuestra confianza, el 21 del pasado, pusisteis bajo mi mando para que, en
Patria.
Hace ocho días que llegamos a Baní, y en vano he solicitado del General Santana
que formemos un plan de campaña para atacar al enemigo, que sigue en su depravación
La división que está bajo mi mando sólo espera mis órdenes, como yo espero las
vuestras, para marchar sobre el enemigo, seguro de obtener un triunfo completo, pues se
Dios guarde a Vds. muchos años. Juan Pablo Duarte”. (José Gabriel García, 1890:8).
63
La respuesta recibida por el general Juan Pablo Duarte de parte de la Junta Central
Gubernativa, dominada por los socios del general Pedro Santana no se hizo esperar, la cual
Compañero y amigo: Al recibo de ésta se pondrá Ud. en marcha, con sólo los
oficiales de su estado mayor, para esta ciudad donde su presencia es necesaria, avisándoselo
al General Santana.
Por actitudes y decisiones como esas, fue que, transcurridos varios meses, el general
Pedro Santana se salió con las suyas, al contar con el apoyo mayoritario de la Junta Central
64
Dominicana, Juchereau de Saint Denis, la emprendió contra el patricio Juan Pablo Duarte y
realizadas por la avanzada de las tropas dominicanas dirigidas por el general Francisco
Antonio Salcedo con apenas 500 soldados, permitieron distraer en su camino hacia Santiago
de los Caballeros a la fuerza superior de las tropas haitianas comandadas por el General Jean-
propósito, al conseguir que las tropas haitianas en lugar de llegar en dos o tres días a Santiago
Santiago, se hizo cargo de la misma el general José María Imbert, quien había sido jefe del
la resistencia frente a las numerosas tropas enemigas, ya que en ese momento, los delegados
Francisco Vásquez, se encontraban, junto al capitán José Desiderio Valverde, en San José de
las Matas, reclutando tropas y organizando las defensas en la Sierra (lado norte de la
Cordillera Central), ya que se esperaba que la invasión haitiana se produjera por el camino
de la montaña.
65
Monumento erigido a los héroes y mártires de la Batalla del 30 de Marzo.
66
El general José María Imbert, máximo líder militar del ejército dominicano en la Batalla del 30
de marzo.
67
Desde el 27 de marzo de 1844, el general Imbert había iniciado el proceso de
del ciudadano británico -nacionalizado dominicano-, Teodoro Stanley Heneken, quien había
arribado al país desde Cabo Haitiano con importantes informaciones sobre la disposición de
la ofensiva haitiana y le sugirió que era necesario concentrar la mayor fuerza posible para
resistirla en Santiago a toda costa, ya que las fuerzas dominicanas de Talanquera y Escalante
no habían tenido éxito en aplicar el método de guerra de guerrillas para detener su avance.
marzo de 1844 en la ciudad de Azua frente a las tropas haitianas del presidente Riviére
enviado por la Junta Central Gubernativa -bajo la firma de los sectores conservadores que la
integraban- al Cónsul de Francia en Santo Domingo, Eustache Juchereau Saint Denys, en los
siguientes términos:
Señor:
68
En las actuales circunstancias, estando nuestras fronteras del Sud y del Norte
invadidas por los ejércitos haitianos que no conocen sino el pillaje y la devastación, y
sabiendo que el Almirante(1) se encuentra a bordo de la fragata que ha anclado esta mañana,
nuestra noble causa, dar curso a nuestras iniciadas negociaciones, para detener los
En esta perplejidad, nosotros deseamos tener hoy con Ud. y con el Sr. Almirante
Como puede apreciarse, la situación era muy grave para las autoridades de Santo
Domingo. El general Santana no daba un solo paso, dada su táctica defensiva de repliegue y
de búsqueda de apoyo militar en una potencia extranjera, que en este caso era, sin lugar a
dudas, Francia. En tanto que el presidente haitiano Riviére Hérard se hacía cada vez más
fuerte en Azua. Cuando el Almirante francés Alphonse de Moges visita a Riviére Hérard en
(1).- La Junta Central Gubernativa se refiere al Almirante francés Alphonse de Moges, quien era
la máxima autoridad del gobierno francés para Las Antillas en cuanto a fuerzas marítimas.
69
su Cuartel General de Azua, el primero de abril, y le invita a hacer la paz con los dominicanos,
éste le muestra al militar francés su formidable ejército y le expresa que en cuestión de días
en Santo Domingo, Saint Denys, le expresa que Riviére Hérard se pondría en camino hacia
Santo Domingo para tomarlo con su ejército de 12,000 efectivos entre oficiales y soldados,
que debían ser aumentados con una división de Leogane. Estas son las noticias alarmantes
que llegan a la consternada ciudad de Santo Domingo, en virtud de la desconfianza que cubría
como un gran manto a sus principales líderes políticos y militares, quienes no creían posible
que con el concurso activo del pueblo dominicano en el proceso bélico se pudiera garantizar
El 29 de marzo, el general Jean Louis Pierrot, que venía avanzando hacia el Este por
Santiago, donde divide su ejército en dos columnas de ataque: la izquierda bajo el mando del
general St. Louis y la del Sur comandada por él mismo. Antes del amanecer, las tropas
invasoras se atrincheran en Gurabito. Después de haber cruzado el río Yaque del Norte y
70
El general Jean Louis Pierrot, quien comandaba las tropas haitianas cuando se produjo la
71
De su lado, el general José María Imbert ordena al coronel Pedro Eugenio Pelletier,
salir a la cabeza de 400 hombres de infantería, para establecer una avanzada, apoyada por
fortificación de los Fuertes Dios, Patria y Libertad, la terminación de los fosos de tiradores y
disponía, lo que se hizo en presencia suya. Asimismo, manda a buscar al capitán José María
López que había sido apresado injustamente en la ciudad de La Vega y lo pone al frente de
Bergés para que averiguaran el paradero de las tropas haitianas, al tiempo que intensifica los
trabajos de defensa y dispone un conjunto de medidas que le ganan la confianza del pueblo
y de sus tropas.
encontraba cerca, acampado en el suroeste, en La Otra Banda, cerca del Paso de la Canoa, y
en el noroeste, en Gurabito, a orillas del río Gurabo. La situación era sumamente grave; no
72
Mapa con los detalles de la Batalla del 30 de Marzo de Santiago de los Caballeros
73
Inmediatamente, el general Imbert toma medidas urgentes: designa al coronel
Pelletier, jefe de la línea o recinto; hace bajar los cañones a los fuertes Dios, Patria y Libertad;
nombra al capitán López, jefe de artillería; coloca en los fosos de los fuertes y en las
trincheras a toda la gente de que podía disponer; designa al general Francisco Antonio
Salcedo y a otros oficiales al frente del fuerte de San Luis, como retaguardia; hace cubrir
todos los caminos con cuerpos de guardias, y, al capitán Fernando Valerio con su compañía
de Los Andulleros, lo coloca como avanzada junto al cementerio viejo, siguiendo el camino
presentaron las tropas haitianas en columnas cerradas atacando la ciudad de Santiago. Sin
embargo, lo esencial estaba combinado y las tropas dominicanas estaban muy en sobre aviso.
Alrededor de las once de la mañana, el ala derecha haitiana se puso en movimiento, cruzó el
río Yaque del Norte por el paso de La Otra Banda y escogió la Sabana (lo que es hoy el barrio
de La Joya) para realizar el despliegue de sus fuerzas, formadas como para un desfile, se
dirigió rápidamente, en buen orden y con las armas al hombro, precedida de un cuerpo de
caballería, hacia el flanco izquierdo de las tropas dominicanas, que era su punto más débil.
74
El general Fernando Valerio, quien estuvo al frente de los andulleros de Villa González en la Batalla del
30 de Marzo de 1844.
75
El coronel Pelletier, por órdenes de Imbert, hizo transportar, a la velocidad de un rayo,
la mitad de sus hombres para reforzar el lado izquierdo de las tropas dominicanas, poniendo
al frente al comandante Archille Michell. Fue tanto el entusiasmo de las tropas criollas, que
los hombres que custodiaban la batería del centro, al ver que sus compañeros se iban a la
izquierda, se precipitaron también, dejando esa posición casi sola. Pero al instante, el general
tropas haitianas: inició con una fusilería bastante intensa; ante la respuesta contundente de
haitianos muertos por acción de las lanzas y machetes dominicanos. Sin embargo, las tropas
haitianas volvieron al ataque con mucha mayor intrepidez, a columna cerrada, siendo
detenidas por el fuego de metralla de las piezas de artillería, provocando una mortandad que
a aparecer más en toda la acción. Tiempo después, el enemigo volvió a la carga a columna
cerrada y con el mismo vigor fue recibido por las tropas dominicanas con las piezas de
artillería, las cuales causaron tantas muertes que renunciaron a hacer nuevos esfuerzos de ese
Las tropas haitianas, habiendo reunido todas sus fuerzas, atacaron por el lado derecho
tan furiosamente que una docena de ellos fueron a morir al pie de la batería de la derecha, a
mano de los dominicanos. Esa pieza de artillería le hizo sufrir grandes pérdidas al enemigo,
que, aunque rechazado una y otra vez, se presentó varias veces en buen orden.
76
Por última vez, las tropas haitianas se presentaron en columna cerrada, y la artillería
metralla sobre esa masa compacta, haciendo al centro un claro espantoso. Lo mismo hizo la
que la anterior. Las tropas haitianas fueron diezmadas con esa acción, que los soldados
dominicanos de la batería de la derecha acabaron a tiro de fusil. Fue así como el enemigo
perdió enteramente su ánimo y cesó toda tentativa de ataque. El combate había comenzado
alrededor de las doce del mediodía y concluyó al filo de las cinco de la tarde.
Entonces, las tropas haitianas al mando del general Pierrot enviaron un parlamentario
por ante las tropas dominicanas, que se presentó por ante el coronel Pelletier y varios oficiales
más. El general Pierrot solicitó una suspensión del fuego para recoger a sus muertos y
heridos, al tiempo que pidió garantías para retirarse a su país sin ser asediado por las tropas
dominicanas, momento que aprovecharon éstas para informarles a aquellas que el general
Riviére Hérard había muerto en los combates de Azua. Ante esa información, el general
Pierrot no esperó la respuesta de rigor del general José María Imbert y se retiró en el mayor
desorden, dejando tras de sí a sus muertos y heridos, sus calderos, tambores, víveres y un
conjunto de objetos más, ya que vio en ésta la oportunidad de ser presidente de la República
de Haití. En su retirada, las tropas haitianas fueron atacadas en varios puntos por las tropas
dominicanas de la Sierra que comandaba Ramón Matías Mella, las cuales no tenían
Santiago de los Caballeros fueron: general José María Imbert, general Francisco Antonio
Salcedo, coronel Pedro Eugenio Pelletier, coronel Ángel Reyes, coronel Toribio Ramírez,
77
capitán Fernando Valerio López, capitán José María López, comandante de ingenieros
Archielle Michell, comandante Manuel María Frómeta, así como los oficiales Ciprián Mallol,
Juan Luis Franco Bidó, Ramón Franco Bidó, José Nicolás Gómez, Lorenzo Mieses, Dionisio
Las tropas haitianas intentaron atacar El Maniel (San José de Ocoa) el 13 de abril de
1844 y fueron esperadas por el General Antonio Duvergé y sus tropas en las sierras de El
Memiso, lugar ubicado en el trayecto por donde debía cruzar el ejército invasor en su marcha
hacia el cuartel de Sabana Buey (Baní), donde permanecía el general Pedro Santana inactivo
con sus tropas, a la espera del “socorro de Ultramar” de la gran nación francesa.
Al día siguiente (14 de abril de 1844), el general Pedro Santana, sin tener ninguna
informar, así como una falta de confianza absoluta en las aguerridas tropas dominicanas. Las
mismas que venían de la recién concluida jornada heroica y exitosa, conocida como la batalla
del 19 de marzo en Azua, pero empañada por la decisión del general Santana de abandonar
esa Plaza. Este puso de manifiesto una vez más su impericia en un arte tan complejo como el
arte de la guerra, demostrando con ello que no conocía ni siquiera su ABC. Veamos lo que
78
“DIOS, PATRIA Y LIBERTAD
REPÚBLICA DOMINICANA
Dilectísimo amigo: Por la carta que dirijo a la Junta en esta fecha se impondrá V. de
que los haitianos han atacado ayer El Maniel, y aunque a esta fecha no tengo los detalles
los suponemos hoy posesionados de aquel punto. Ignoro sus intenciones; las velaré y obraré
en consecuencia.
Estoy asegurado que en la fuerza que los siguen hay una multitud de españoles; y
posesionados ellos de seis pueblos españoles, nos harán la guerra con los nuestros y a
nuestras expensas, en tanto que nosotros nos arruinamos, con nuestros trabajos todos
paralizados y con la fatiga de un arte tan penoso como el de la guerra y a que los nuestros
no están acostumbrados; y así es que a mi modo de pensar inter más dure la lucha, más
de Ultramar…V. tiene la capacidad necesaria para juzgar todo lo que yo le puedo querer
decir, y para no hacerse ilusiones y conocer que debemos agitar esas negociaciones con que
al juicio de todo hombre sensato sólo podremos asegurar la victoria. Le estimaré me conteste
dándome una noticia positiva del estado de esos asuntos; y si acaso están paralizados
79
agítelos V. por cuantos medios estén a su alcance, pues a nosotros toca, en circunstancias
tan delicadas, hacer esfuerzos por la felicidad pública y por hacer triunfar nuestra causa.
Como se puede apreciar, esta carta fue escrita bajo una impresión totalmente
aventurada, más bien desventurada, falsa y prematura, partiendo de su visión derrotista y sin
esperar las informaciones confiables y de primera mano que en los próximos días debían
llegarle de parte de los oficiales implicados en la acción, para así ofrecer un panorama real y
80
Un dibujo alegórico a la Batalla de El Memiso, acción militar escenificada en las serranías
81
La realidad era que, lejos de haber caído en el poder de los haitianos- como afirmó el
heroicamente por el general Antonio Duvergé y sus tropas, el día 13 de abril de 1844, con
las ventajas que le ofrecían la orografía accidentada de las sierras y los recursos naturales de
defensa que le proporcionó la agreste zona. Fue así como, ante el empuje de la soldadesca
haitiana que hacía uso de fusiles y de diferentes piezas de artillería, los soldados dominicanos
bajo el mando de Duvergé, a falta de pertrechos militares suficientes, tuvieron que recurrir al
derrumbe de grandes peñascos para detener el avance de las tropas enemigas, al tiempo que
utilizaron armas primitivas como el machete, rocas de gran tamaño, troncos de árboles y
tizones encendidos, lo que puso de manifiesto una vez más la creatividad y el valor
ciudadanos dominicanos y “pueblos españoles” a los pueblos de Neiba, Elías Piña, Las Matas
de Farfán, San Juan de la Maguana, Azua y El Maniel (San José de Ocoa), que habían
febrero de 1844, refleja varias situaciones más: primero, la poca fe que tenía en el triunfo de
la causa nacional, con el abandono de la ciudad de Azua; segundo, que tenía no sólo
anexión o protectorado francés; y tercero, que la idea del golpe de Estado del 12 de julio de
82
1844 contra el ideal de los trinitarios de una patria absolutamente libre e independiente y
contra sus auténticos ideólogos e impulsores, germinó desde muy temprano en su cabeza.
En una comunicación del 5 de mayo de 1844, el propio general Santana tuvo que
tragarse sus palabras derrotistas de su carta anterior, en la que informa a Tomás Bobadilla,
“Compañero y amigo: Noticio a V. que estamos en pacífica posesión del Maniel; que
el enemigo se retiró de allí en desorden; está repuesto el cantón en El Portezuelo; hay una
todas estas precauciones y descalabro que sufrió el enemigo en su empresa sobre estos
puntos, creo imposible repitan sus ataques, pues deben estar desengañados de lo difícil que
le es posesionarse de El Maniel, tanto por lo inaccesible del mismo sitio, cuanto por la
tricolor con su sangre, si fuese preciso. Es por ello que, recibiendo la información de un
prisionero de guerra del combate de El Maniel sobre la disposición del presidente Hérard de
marchar sobre Santo Domingo en cuanto le llegaran unos buques que estaba esperando, el
general Santana se atemoriza y expresa en dicha carta que para “oponerle una resistencia
vigorosa” a los haitianos, requiere de los miembros de la Junta Central Gubernativa “hacer
83
marchar a este cantón cuantas tropas pueda reunir, a fin de no arriesgar la acción y
Asimismo sigue pendiente de todo lo que ocurre a lo largo del territorio nacional y de
la prometida ayuda militar francesa en virtud del anticipado Plan Levasseur que desde antes
de nacer la República Dominicana habían firmado con el Cónsul francés en Haití los
María Gautier, razón por la cual el general Santana, de forma solapada, se refiere nuevamente
al tema del protectorado francés, cuando en esa misma comunicación del 5 de mayo de 1844
“Deme V. cuantas noticias pueda sobre el verdadero estado de las cosas, tanto en el
interior como en el exterior, para saberme gobernar con acierto. Por esta misma ocasión
escribo a mi hermano diciéndole lo mismo. Vds. se comunicarán como siempre para marchar
de acuerdo en lo que debemos obrar, pero yo creo de necesidad que Vds. no me dejen ignorar
nada, teniéndome al corriente de todas las circunstancias que puedan ocurrir, para que mi
cooperación a la perfección de la obra que nos hemos propuesto construir sea justa y
llevadas a cabo por el bando traidor y parricida de que hablaba siempre nuestro patricio Juan
84
Pablo Duarte y que dirigían pérfidamente Pedro Santana, Tomás Bobadilla y Buenaventura
Báez.
combate naval librado por las tropas dominicanas frente a las pretensiones de las tropas
haitianas de intentar recuperar la parte Este de la Isla de Santo Domingo y querer dejar sin
Los detalles de ese combate fueron publicados por la Junta Central Gubernativa en
“Al corriente, poco más o menos, de las fuerzas sutiles que los haitianos podían tener
en el puerto de Azua, resolvimos armar algunos buques, formar la expedición marítima que
marchó sobre ellos con el objeto de atacarlos, y las Playas de Tortuguero se han
la María Chica.
85
Monumento erigido en homenaje a los héroes de la Batalla Naval de Tortuguero, en Azua
86
El 13 por la noche, salieron nuestros buques de Agua de Estancia, y el 14 al amanecer
divisaron fondeados en el Tortuguero un bergantín, una goleta y una balandra a la vela, que
parecía venir al puerto a traer víveres a los enemigos. Al instante emprendieron nuestras
fuerzas sutil marcha sobre ellos, y al anochecer, habiéndola perdido de vista por su ligereza
y la distancia que se hallaba, supusieron que se había aproximado a tierra y bajado sus
velas. Volvieron los nuestros a fondear a Ocoa, y a las ocho del día siguiente, es decir, el
15, se hicieron a la vela, de nuevo, y a las once del día avistaron en el mismo puerto de Azua
el bergantín se hizo a la vela para entrar en combate; pero fue tan activo el fuego de cañón
Las trincheras que nuestros enemigos tenían en tierra con algunos cañones, tiraron
sobre nuestros buques un fuego vivo, pero afortunadamente, no hemos tenido ni un muerto
ni un herido.
La goleta La Separación Dominicana, junta con María Chica, dirigiendo sus bordos
sobre tierra, hicieron con mucha viveza fuego a los enemigos con bala y metralla, y es
probable que haya habido en ellos porción de muertos y heridos, y los dos buques que
donde esperaban órdenes del General en Jefe del Ejército del Sud, Pedro Santana, para
87
Tal ha sido el resultado del primer encuentro por la mar y como nuestra causa es
justa y aceptada a los ojos del Señor, él nos protege, y el triunfo completo sobre nuestros
Dominicana. En tanto que la goleta María Chica tenía como jefe al comandante Juan Bautista
la República Dominicana no sólo su persona, sino también una goleta que poseía el nombre
de María Luisa.
La marcha del presidente haitiano general Riviére Hérard hacia la ciudad de Santo
Domingo fue detenida, en primer lugar, en virtud de las dos derrotas consecutivas sufridas
por las tropas bajo su mando en el cantón de El Maniel y en el Combate Naval de Tortuguero,
a mano de las tropas dominicanas al mando del general Antonio Duvergé y de los
República por una revolución que estalló en Puerto Príncipe el 3 de mayo de 1844, pasando
88
Juan Bautista Maggiolo y Juan Bautista Cambiaso fueron los dos almirantes dominicanos más
89
Cuando el general Riviére Hérard recibió la noticia de su destitución como presidente
de Haití, se vio obligado a retirar sus tropas de Azua el 7 de mayo de ese año, procedió a
incendiar esta ciudad y las demás poblaciones ocupadas por su ejército, al tiempo que se llevó
como prisioneros de guerra al sacerdote Ramón Pichardo, al señor Lucas Gibbes y al valiente
Dominicana, y los sectores conservadores, que se unieron a última hora a la causa nacional,
de controlar la Presidencia de la Junta Central Gubernativa desde los primeros días en que se
o una anexión del país con respecto a la nación francesa, bajo la excusa de buscar apoyo
90
La contradicción se reveló nuevamente cuando el general Pedro Santana en lugar de
perseguir a las tropas haitianas hasta la frontera dominico-haitiana, después del triunfo de la
batalla del 19 de marzo, lo que hizo fue replegarse con sus tropas hasta Sabana Buey, Baní,
permitiendo de esa manera que el presidente haitiano, general Riviére Hérard, se posesionara
dos días después de la ciudad de Azua. Esta polarización de fuerzas se evidenció también en
la designación que hizo la Junta Central Gubernativa del General Juan Pablo Duarte como
oficial superior adjunto al General Pedro Santana en el Ejército Expedicionario del Sur para
calmar los ánimos de los sectores patrióticos allí representados ante la metida de pata del
hatero del Seybo, de retirarse de Azua tras vencer a las tropas haitianas. Pero ante la solicitud
reiterada de autorización por parte de Duarte a la Junta Central Gubernativa para que le
permitiera actuar con la División que comandaba para perseguir a las tropas haitianas hasta
la misma frontera por la negativa del general Santana de diseñar “un plan de campaña para
fue la de mandarlo a buscar bajo la falsa excusa de que “su presencia es necesaria” en la
preocupado por el curso de los acontecimientos tanto en el Sur como en el Cibao, mediante
a Santiago para prestar sus servicios a la Patria en la expedición que debe salir de ese lugar
para San Juan y los demás de esa parte, por el camino de Constanza”, con el propósito de
atacar al general Riviére Hérard y su ejército por la retaguardia, lo cual le fue negado en la
comunicación del 15 de mayo de ese año bajo la excusa de que creían “sus servicios en este
91
designado el general Ramón Matías Mella, quien tomó contacto con Santana y designó al
comandante Durán para hostilizar al enemigo y proteger a las ciudades ocupadas de Azua y
Neiba que estaban en las manos de los oficiales Antonio Duvergé y Fernando Taveras,
respectivamente.
Santo Domingo solicita a la Junta Central Gubernativa, el 31 de mayo de 1844, que lleve a
cabo ascensos militares en beneficio de los patricios Juan Pablo Duarte, Francisco del
Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, así como para el general Toribio Villanueva,
quienes eran Generales de Brigada y se le pedía que fueran ascendidos al grado de Generales
de División. En tanto que para el coronel José Joaquín Puello se pedía que fuera elevado al
grado de General de Brigada. De igual manera, se solicitó la emisión de una corta cantidad
de billetes para pagar a las tropas hasta se produjera la reunión de la Asamblea Constituyente,
que dispondría lo que fuera más conveniente para el país. La carta íntegra de la Oficialidad
Compañeros y amigos:
pedir a la Junta Central: que el primero sea elevado al grado de General de División,
Comandante en Jefe del Ejército, y creemos no ser injusta esta promoción, pues ha sido el
hombre que desde muchos años está constantemente consagrado al bien de la Patria, y por
92
medio de sociedades, adquiriendo prosélitos y públicamente regando las semillas de
independencia en nuestro suelo; en fin, él ha sufrido mucho por la Patria, y su nombre fue
pronunciamiento no estuvo con nosotros, pero eso prueba que más encarnizada fue la
persecución que hubo contra él; el tiempo de su expatriación lo empleó en solicitar auxilios
para la Patria, pero necesario era que antes hubiese un pronunciamiento, y no pudo
vencía todas las dificultades que se presentaban para la consecución de la noble empresa y
que se puso a la cabeza de los bravos del 28 de febrero, junto a los beneméritos Jimenes,
consagración a la causa le ha sido tan favorable, que también sea elevado al grado de
celo en el desempeño del mando de la Plaza merece un ascenso por premio, queremos sea
También pedimos a la Junta: que tome la providencia sobre la emisión de una corta
cantidad de billetes para pagar a las tropas, durante el tiempo que media para la reunión
93
Tal es el voto que la oficialidad somete a la Junta, y cuya aprobación espera.
Aguiar, Jacinto Concha.- Marcos Rojas.- Ciriaco Prado.- Salazar.- Carlos García.- José
Echavarría.- Pablo Miniel.- Silvestre García.- Vito Díaz.- Barbarín Martínez.- Jesús Arias.-
Pedro Díaz y Castro.- Juan de Dios Díaz.- J. A. Sanabia.- Hipólito de los Reyes.- Dionisio
Roja.- Juan Erazo.- Jacinto de la Concha.- Pedro Celestino Fajardo.- Santiago Barriento.-
L. Deborde.- M. Moscoso.- Por José Girón, Ventura Gneco.- Hipólito Derravite.- Florencio
Chacón.- Manuel ascensión.- A. Guillot.- Fabián Ríos.- Mauricio Brea.- José Álvarez.-
entendida como una insubordinación de la Oficialidad del Ejército de Santo Domingo contra
predominio del sector conservador tanto en el máximo organismo del poder estatal como en
las filas militares. Ese mismo día, el 31 de mayo de 1844, la Junta Central Gubernativa se
reunión y tomó una decisión orientada a dividir la alta Oficialidad del Ejército de Santo
94
Domingo, con el fin de salirse con la suya y mantener el predominio político y militar.
Veamos:
respecto a que los Generales Sánchez, Mella, Duarte y Villanueva, han sido altamente
circunstancias en que era preciso combatir a nuestros enemigos, habiendo cesado por ahora
las hostilidades, no ha lugar el aumento de grado, que varios oficiales solicitan en su favor,
instalado; pues aquel atenderá a los constantes servicios que hagan a la causa pública, y la
Junta declara que no nombrará en adelante más oficiales generales, para estar en armonía
con los principios del manifiesto del 16 de Enero del presente año.
pública, el Gobierno que se ocupa en las medidas de sustituir otra moneda a la haitiana que
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Santo Domingo, Mayo 31 de 1844 y 1º de la Patria” (Emilio Rodríguez Demorizi,
1957:129-130).
Esta decisión desafiante de la Junta Central Gubernativa no fue del agrado de la alta
Oficialidad del Ejército de Santo Domingo, quien al enterarse de los planes secretos que
venía poniendo en práctica el gobierno para lograr el protectorado con Francia a cambio de
la entrega de la Bahía y Península de Samaná, y que salieron a la luz pública cuando fue
Levasseur, que había sido negociado seis meses antes por los antiguos representantes ante la
Asamblea Constituyente de Puerto Príncipe, Buenaventura Báez y José Joaquín del Monte,
con el auspicio del zorro político Tomás Bobadilla y Briones, con el Cónsul francés en Haití
Monsieur Levasseur el 15 de Diciembre de 1843. Ante este hecho de lesa patria se levantó
en armas junto a los Generales de Brigada, Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario
Sánchez, Ramón Matías Mella, Toribio Villanueva y los hermanos José Joaquín Puello,
Eusebio Puello y Gabino Puello, toda la oficialidad, logrando destituir dicha Junta el 9 de
Junio de 1844.
96
Urnas donde yacen los restos mortales de los Padres de la Patria de la República Dominicana:
Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella.
97
El Altar de la Patria, situado en el Parque Independencia de la Ciudad Colonial, lugar que aloja
98
La nueva Junta Central Gubernativa pasó ser controlada totalmente por los trinitarios,
quienes procedieron a designar a Francisco del Rosario Sánchez como General de División,
Expedicionario del Sur, que hasta ese momento estaba bajo la dirección del General Pedro
Santana; a Juan Pablo Duarte como General de División, Jefe de Estado Mayor del Ejército
como General de División; a José Joaquín Puello como General de Brigada y Oficial
Superior Adjunto de la Plaza de Armas de Santo Domingo y a Manuel Jimenes como General
el mando en el coronel José Esteban Roca hasta tanto llegara el general Francisco del Rosario
Sánchez, quien había sido designado el 23 de junio de 1844 como segundo al mando del
Ejército Expedicionario del Sur. El argumento esgrimido por él era que había solicitado
permiso para retirarse a Santo Domingo por algunos días para restablecerse en su salud y
Sin embargo, en un acto de insubordinación jamás visto, las tropas y sus oficiales
Santana, que con él habían venido y con él debían retirarse, cuando ya hacían cuatro meses
que estaban con las armas en las manos, fuera de sus familias y que la República tenía mucha
99
gente con qué reemplazarlos para ir ellos a descansar, y que estaban firmemente resueltos
Fue así como el General Santana y el coronel Juan Esteban Roca se pusieron de
decisión de las tropas y sus jefes, dirigiéndose así a Santo Domingo, quien -por intermedio
del Cónsul Francés Saint Denys- pidió entrar a la ciudad para supuestamente entregar el
mando militar y deponer las armas, aprovechando que el General Juan Pablo Duarte se
la República. Ante la negativa del Presidente Sánchez de permitir la entrada del General
Santana con su ejército, Saint Denys amenazó con retirar su legación diplomática francesa
del país, si no la Junta no variaba su decisión. Veamos las palabras textuales del Cónsul
Francés en Santo Domingo, Saint Denys, sobre este episodio de nuestra historia en
100
“Santo Domingo, 10 de julio 1844.
Señor Ministro,
Desde mi último despacho, la situación de esta ciudad sigue siendo igual de crítica.
La anarquía nos amenaza por todos lados; estamos a merced y a la discreción de los negros,
que buscan sublevarse contra nosotros y cuyas fuerzas y audacia aumentan cada día.
101
Este dictador improvisado, sin miramientos de las representaciones de sus jefes, puso
inmediatamente en sus manos la Fortaleza (la ciudadela)2, el arsenal y todos los puntos
fortificados de la plaza que el comanda. No se habla más que de masacre y de pillaje. Los
extranjeros, los franceses sobre todo, están cada vez más expuestos a las injurias e insultos
de esos hombres feroces. Yo mismo, si debo dar fe a los informes secretos que
caritativamente me son ofrecidos cada noche, yo debo ser la primera víctima, por haber
dado asilo y protección a aquellos que ellos consideran como sus más implacables enemigos,
porque estos, según afirman, han vendido el país a Francia, alienando la libertad de todos
los antiguos esclavos por la módica suma de tres escaleras por cabeza (alrededor de 75
céntimos). Estas son, Señor Ministro, las sabias combinaciones de algunos anarquistas
ciegos por una ambición desmesurada y sin embargo sus absurdas y ridículas invenciones
bienestar y el porvenir del país descansa hoy día en el patriotismo brillante y la energía
probada del bravo Pedro Santana, el vencedor de los haitianos e ídolo del ejército y del
provisionalmente en la frontera.
102
La consternación y el desaliento reinaban en la ciudad al momento en que se recibió
la noticia que este comandante en jefe del ejército dominicano acaba de salir de la frontera
de las Matas y marchaba con su armada a salvar la capital, que había caído bajo el yugo
más tiránico y humillante que aquél que tan gloriosamente acababa de derrocar. El ejército
no había querido separarse de su verdadero padre, el bravo general que lo había conducido
entusiasmo es tan grande, que, a pesar de haber salido de San Juan con un puñado de
soldados, Santana tenía a su alrededor cuando llegó a Azua, más de tres mil hombres
armados. Al llegar al poblado de San Cristóbal, donde se encuentra ahora, cuenta con unos
5000. San Cristóbal queda apenas a siete leguas de distancia de Santo Domingo.
Central, actuando bajo la influencia del General Puello y herida en su amor propio y en su
dignidad como cuerpo, porque los amigos imprudentes de Santana dijeron públicamente que
él venía a darles una lección, decidió que este general sería recibido si se presentaba solo,
pero que sería rechazado a golpe de cañón, si pretendía entrar en la ciudad con sus tropas.
Grandes preparativos se hicieron secretamente desde hacía varios días con ese objetivo; los
del Conde y los de la muralla apuntaban hacia el camino de Baní y Azua. La alarma era
103
No dudé de intervenir ante la Junta para propiciar la concordia, la unión y el mantenimiento
del orden; amenacé incluso de retirarme junto a mis nacionales si se persistía en recurrir a
la fuerza para rechazar a Santana. Esta acción de mi parte provocó una viva sensación en
la ciudad y no fue poco lo que contribuyó a llevar a la Junta y al mismo General Puello a
Santana, para presentarle sus cumplimientos y llegar con él a acuerdos para los
fue general.
Santana debe hacer su entrada triunfal en la ciudad mañana o pasado mañana. Una
verdadera ovación fue preparada para recibirlo. Sus partidarios se proponen proclamarlo
Jefe Supremo de la República, disolver la Junta y confiar, sin retraso, la dirección de las
elecciones a los municipios existentes. Todo hace creer que el gobierno definitivo no tardará
Nuestro barco de vapor ‘Styx’, llegó hoy mismo desde Puerto Príncipe, está en
nuestra rada con la corbeta la ‘Naïade’ y el ‘Euryale’. La ‘Naïade’ fue llamada a toda prisa
La presencia de los dos barcos que nos quedan, contribuirá, eso espero, al
guarnición africana que nos rodea, podrían arriesgarse de nuevo, antes de la entrada del
General Santana.
104
Con respeto…
PS. El General Duarte, salió de aquí hace algunos días hacia Santiago, y allí se hizo
proclamar Presidente por algunos soldados a quienes ha ganado o engañado. Los delegados
de la Junta Central que llegaron a esta ciudad ayer mismo, me dieron algunos detalles
curiosos sobre este suceso sin importancia, a pesar de que se refiere a una separación entre
La generalidad piensa que con la llegada de Santana a Santo Domingo todas las
desde hace algún tiempo, por el régimen subversivo de los golpes de estado militares”
todos los puntos claves de la ciudad y le propinó un golpe de Estado al Presidente de la Junta
Central Gubernativa, general Francisco del Rosario Sánchez, sin que fuera defendido -como
se esperaba- por el general José Joaquín Puello, a quien Duarte había dejado al frente de la
Plaza de Armas de Santo Domingo, quien para justificar su actitud entreguista y cobarde
argumentó que no quería propiciar un baño de sangre entre hermanos. Su actitud posterior
puso de manifiesto claramente que se plegó más a los dictámenes de un poder pasajero y
intereses de la Patria. Así lo confirma Saint Denys, cuando en comunicación del 29 de julio
105
“El Comandante del distrito (General Jimenes), el comandante de la plaza (el
General Joaquín Puello), a la cabeza de un numeroso estado mayor, salieron por la mañana
a su encuentro, llegando hasta una gran distancia de la ciudad. Una fuerte lluvia, que caía
desde hacía más de dos horas, no hizo que se perdiera el entusiasmo de esta ovación
popular…El General Joaquín Puello, siempre dispuesto y humilde ante la fuerza, se puso
momento. Santana, por política y por necesidad, lo trata con mucho respeto y atención y
parece dispuesto, por lo menos hasta nuevo aviso, a conservarle el comando de la plaza de
De esa manera, el general Pedro Santana se alza con el poder, establece una dictadura
dominicana, apresa a la mayor parte de los trinitarios y a los principales líderes los destierra
fortaleza El Cachimán, fuerte construido por los haitianos sobre los límites entre las
106
poblaciones de Las Caobas y Las Matas de Farfán, lugar donde estaba situada la principal
de la República Dominicana con Haití. La toma de esta fortaleza significó un duro golpe para
el enemigo, ya que en ella guardaba todas las provisiones que les servían para abastecer sus
destacada como comandante el coronel Elías Piña, nombre con que sería honrada
nos dice el propio general Duvergé en una comunicación que envió al Presidente, general
Presidente de la República.
Respetable Presidente.
107
Una escena de la toma de la Fortaleza de Cachimán por parte de Antonio Duvergé y su ejército.
108
Doy conocimiento a usted cómo me resolví a quitar al enemigo una fortaleza en que
encerraba todas sus provisiones, para lo cual nombré una fuerza como de ciento cincuenta
el lugar nombrado ‘El Cachimán’, donde estaba la principal fuerza de Las Caobas, como
llave al fin de su territorio. Conocí a mi llegada que era de toda necesidad el tomar aquel
punto, así por su excelente situación, como por el modo con que estaba fortificado,
amurallado todo su circuito, sin más entrada que tres pequeñas portañolas, que sólo
defendemos y en los valientes que me rodeaban, dispuse dividirlos en tres columnas para
atacar el fuerte por tres puntos diferentes. Comenzó el fuego por todos tres, pero resistido
vigorosamente por los enemigos, estuvo indecisa la victoria de diez a doce minutos; más al
fin los bravos militares, mezclando con el ruido de sus tiros los viva a la Patria y a nuestro
Presidente Santana, redoblaron su ardor, y acometieron a montar el fuerte, lo que visto por
mí, ordené el asalto, a cuya voz volaron los valientes y se apoderaron del espaldón de la
trinchera. Al mismo tiempo los enemigos saltaron los muros, precipitándose a una profunda
cañada, y al cabo de veinticinco o treinta minutos se vio tremolar sobre dicha fortaleza el
pabellón de la cruz blanca. En esta acción se distinguió el tercer batallón azuano, y aunque
perdimos dos de los nuestros, el uno oficial de mi Estado Mayor y el otro que lo era de la
tercera compañía del tercer batallón de Azua, y ocho o nueve heridos, pero no de muerte, la
pérdida del enemigo fue por lo menos triple. Como a las cuatro de la tarde ordené al
comandante Juan Evangelista Batista, al teniente José Soto, que quedasen con la infantería
de guarnición, y hasta la fecha no ha ocurrido novedad” (José Gabriel García, 1890: 24).
109
Esas informaciones reflejan el empeño y denuedo de nuestros oficiales
Expedicionario en la Frontera del Sur, Antonio Duvergé, por mantener a raya al ejército
invasor haitiano en sus mismas fronteras, tal como lo había planteado Duarte cuando fue
designado como General Adjunto de la Armada del Sur, lo que no prosperó por la
complicidad mostrada por la mayoría de los miembros de la Junta Central Gubernativa con
la pasividad y actitud defensiva mostrada por el general Pedro Santana frente a las tropas
¡La gloria del General Antonio Duvergé y sus tropas patrióticas se pusieron de
manifiesto una vez más, lo que no deja lugar a dudas acerca de su entrega total a la causa de
la naciente República Dominicana, bajo las palabras sacrosantas e inmortales de Dios, Patria
y Libertad!
110
CAPÍTULO IV:
111
En el momento mismo en que el Congreso Nacional aprobaba las leyes adjetivas y
tropas haitianas y dominicanas, unas veces entre las avanzadas haitianas y las guerrillas
dominicanas que salían a explorar el campo; y otras, entre las avanzadas dominicanas y las
Jean-Louis Pierrot, mientras que el presidente dominicano en todo ese trayecto histórico lo
Los enfrentamientos más importantes de esa naturaleza fueron los que se produjeron
en Comendador, Bánica, Cachimán, El Puerto, Las Caobas, Hondo Valle, Los Pinos y
Oreganal, entre otros, en los cuales las tropas dominicanas comandadas por el general
Antonio Duvergé obtuvieron sucesivas victorias sobre las tropas haitianas entre el 25 de
En esas acciones también tuvieron roles muy destacados el general Felipe Alfau; los
coroneles Gabino Puello, Elías Piña, Aniceto Martínez, Bernabé Sandoval, Bernardino Pérez,
Francisco Domínguez, Nolasco de Brea, Merced Marcano, José Esteban Roca, Juan
Contreras y Remigio del Castillo; los tenientes coroneles Fernando Taveras, José Tomás
Ramírez, Pascual Ferrer y Francisco Pimentel; los capitanes Mariano del Castillo, Marcos de
Medina y Dionisio Reyes; los comandantes Pedro Florentino, Juan Segundo Félix y Lino
112
Peralta; así como los oficiales Marcos Mercedes, José María Aybar, Celedonio del Castillo,
Pedro de Sena, José Paraboy, Silvestre García, Gabino Simonó, Valentín Marcelino y
combate en la común de Comendador del coronel Augusto Brouard; así como un saldo de
más de mil muertos, miles de heridos y cientos de prisioneros de guerras, entre ellos oficiales,
atacado por las tropas haitianas en un número considerable, al mando del general Lambert
Deschamps, el cual fue rechazado heroicamente por las tropas dominicanas al mando de los
La acción duró tres horas y media de combates, después de las cuales el enemigo
derrotado huyó en el mayor desorden, dejando el campo lleno de cadáveres. Sin embargo, en
su retirada hacia la retaguardia por el camino que conduce hacia Veladero, las tropas haitianas
comenzaron a reorganizarse, al contar con el refuerzo del grueso del ejército que comandaban
los generales Toussaint y Morissette. Es así como el 23 de julio el enemigo realiza un nuevo
ataque de gran envergadura, el cual enfrentan las tropas dominicanas, pero al ser envueltos
completamente, creyeron que lo más conveniente era la retirada. En esa ocasión, las tropas
dominicanas, al mando de los referidos coroneles, abandonan el lugar y se retiran hacia Las
113
Matas. Las tropas haitianas aprovechan la situación y se apoderan de los tres fortines de El
Cachimán.
1ro. y 2do. (antiguos 31 y 32), al mando del general José Joaquín Puello, instala su Cuartel
embestida de las tropas haitianas e impedir su avance hacia Azua y Santo Domingo.
Nacional, que fueron la Batalla de la Estrelleta en Las Matas de Farfán y la Batalla de Beler
Cuando las tropas haitianas avanzaban por la frontera del Suroeste hasta la sabana de
Santomé, el general José Joaquín Puello llegó con una División de Auxilio a la que tenía bajo
su mando el general Antonio Duvergé, Comandante General del Ejército del Sur. Estos se
pusieron de acuerdo para maniobrar en combinación contra el enemigo, que marchaba sobre
la ciudad de San Juan de la Maguana con tropas en las diferentes ramas: infantería, artillería
y caballería.
replegó hacia La Estrelleta, al darse cuenta que los dominicanos instalados en San Juan de la
114
Maguana habían recibido refuerzos, por considerar que era un lugar con una topografía muy
accidentada, a la cual le podría sacarle mayor provecho. Es así como las tropas dominicanas
población de Matayaya, al mando del teniente coronel José María Albert. En igual medida,
el teniente coronel José María Cabral desalojó a las tropas haitianas de Los Jobos, ya que
ellas se encontraban acampadas allí. Es por esa razón, que, teniendo noticias el general José
Joaquín Puello de que las tropas haitianas volverían a avanzar sobre territorio dominicano,
sabana de Santomé, a fin de que tratara de reunirse con él para combinar un plan de acción.
Sin embargo, las demostraciones del enemigo le hicieron entender que no había tiempo para
ver coronado su deseo de que el general Duvergé cooperase con la acción. Esto le lleva a
pasar revista a sus tropas el 16 de septiembre de 1845 a las 6 de la tarde y procede a comunicar
las órdenes necesarias a los oficiales para que éstos a su vez las comunicaran a sus
subalternos.
115
Monumento a la Batalla de La Estrelleta, acción bélica realizada en los actuales
116
El general José Joaquín Puello, militar que lideró la batalla de La Estrelleta.
117
Siendo las dos de la mañana del 17 de septiembre de 1845, el general José Joaquín
Puello con el toque de llamada a las armas puso a sus tropas en pie de guerra, le pasó revista
nuevamente y organizó su ejército en dos columnas, una compuesta por seis batallones al
mando de los coroneles Valentín Alcántara y Bernardino Pérez, la cual avanzaría por el
camino de Bánica, pasando por el Chacahueque y Los Jobos, para luego atacar por el flanco
La otra columna, con seis batallones más, bajo las órdenes directas del general Puello,
compuesta por el 1ro. y 2do. Regimientos de Santo Domingo, mandados respectivamente por
el coronel Bernabé Sandoval y los tenientes coroneles José María Cabral, Juan María Albert,
José María Pérez y Pascual Ferrer, apoyados por dos piezas de artillería, bajo la
responsabilidad de los sargentos Andrés Gatón e Hilario Sánchez, avanzaría hacia la sabana
de La Estrelleta, bañada por las cañadas de La Estrelleta y Mesa de los Guaos, afluentes del
río Matayaya. Este avance se haría por el camino real que iba a Comendador.
Con esa disposición, el general Puello ordenó la marcha del ejército dominicano.
Próximo hacia su objetivo, ya en las alturas de Matayaya, la columna bajo sus órdenes la
subdividió a su vez en dos columnas: una seguiría por el camino para atacar el flanco derecho
del enemigo, al mando del coronel Bernabé Sandoval y los tenientes coroneles José María
Pérez y Pascual Ferrer; mientras que la otra, atacaría el centro, al mando de los tenientes
coroneles José María Cabral y Juan María Albert, avanzando hacia la sabana de La Estrelleta
118
Los haitianos se habían instalado en las colinas que dominan la sabana de La
Estrelleta, con dos piezas de artillería: una emplazada a la entrada sur de la sabana por el
cruce del camino de Comendador, sobre el río Matayaya, y otra hacia la entrada norte, en la
confluencia del río Matayaya con el río de Macasías. Sus cañones estaban protegidos por
regimientos de infantería desde las alturas de los cerros. Su flanco izquierdo estaba limitado
por el río Macasías, mientras que su flanco derecho era cubierto por su caballería, quien se
del río Matayaya. El general José Joaquín Puello, que avanzaba en la columna del centro, vio
al otro lado del río, posesionado de los cerros, al enemigo formado en orden de batalla, razón
por la cual mandó a tocar la generala, y se dispuso a vadear el río convergiendo a la derecha,
A las ochos de la mañana, las tropas haitianas recibieron a las tropas dominicanas a
fuego de metralla con sus dos cañones, concentrando sus tiros sobre la posición izquierda de
la columna que dirigía el coronel Bernabé Sandoval, la cual estaba protegiendo el flanco
izquierdo de las tropas del general Puello, que no se habían lanzado aún al ataque en espera
de que la columna derecha de los coroneles Bernardino Pérez y Valentín Alcántara cayera
sobre el valle, luego de recorrer el trayecto de su accidentado camino. Cuando esta columna
apareció por el norte, rompió el fuego sobre el flanco izquierdo de las tropas haitianas.
muy a pesar de que el fuego de artillería de las tropas enemigas no había podido ser
contrarrestado en igual medida. Esto se debió al hecho de que las dos piezas de artillería
119
dominicanas no habían podido participar en el combate, ya que la crecida de un arroyo le
obstruyó totalmente el camino. Con el propósito de frenar esta maniobra, los haitianos
lanzaron su caballería sobre el avance del centro dominicano, pero los regimientos de Santo
Domingo al mando de José María Cabral y Juan María Albert, formándose en cuadro y
fuga.
Para explotar el éxito de esa acción, el batallón que dirigía José María Pérez asaltó la
pieza de artillería del flanco derecho haitiano, saltando él mismo sobre el cañón enemigo,
exponiéndose a perder la vida en ese hecho temerario. Las tropas de Valentín Alcántara y
Bernardino Pérez, por el lado derecho, le arrebataron de igual manera la pieza de artillería de
su flanco izquierdo, quedando así los regimientos haitianos casi aislados en las colinas de la
sabana de La Estrelleta.
al toque de corneta, ordenó el asalto general sobre las posiciones haitianas, causando de esa
manera gran baja a las fuerzas enemigas. Fue así como, bajo un intenso tiroteo y sin la ventaja
de sus dos piezas de artillería, los haitianos abandonaron sus posiciones y se dieron a la huida,
retirándose hacia el oeste por el camino que conduce al fuerte de Cachimán, que fungía como
su Cuartel General, dejando en el campo una gran cantidad de pertrechos militares, sus dos
piezas de artillerías, así como una gran cantidad de muertos, heridos y prisioneros.
República, general Pedro Santana, narra los hechos relativos a la batalla de La Estrelleta del
modo siguiente:
120
“Cuartel General de Las Matas,
Señor Presidente:
Tengo el honor de comunicaros: que habiendo sido informado ayer por los espías y
prácticos que el enemigo se hallaba acampado en la ribera derecha del río Mata-Yaya, como
tiempo oficié al General Duvergé, que se encontraba en Santomé, a fin de que tratase de
reunirse conmigo para combinar el plan de acción; pero las demostraciones del enemigo me
hicieron conocer que no había tiempo para efectuar mi deseo de que ese digno general
cooperase a la acción. A las seis de la tarde pasé revista a mis tropas y comuniqué las
órdenes necesarias a los oficiales. A las dos de la mañana de este día, al toque de llamada,
Hice dividir nuestro ejército en dos divisiones, formando el ala derecha seis
batallones bajo el mando de los coroneles Bernardino Pérez y Valentín Alcántara, que
destaqué en el camino de ‘Los Jobos’ a caer a Estrelleta, por donde se decía que debía
dirigirse la columna enemiga a ocupar el camino de Bánica: la división que formaba el ala
izquierda, compuesta igualmente por seis batallones, y cuyo mando me reservé, se dirigió
121
Al llegar a las alturas de Mata-Yaya percibimos al enemigo en la ribera opuesta al
Estrelleta, cubierta sus dos únicas entradas con piezas de artillería y un trozo de caballería
y me preparé a entrar en acción, que era todo mi anhelo, esperando sólo que el ala derecha
hiciese la señal concertada. En efecto, al cuarto de hora de mi llegada rompió ésta el fuego,
siendo las ocho en punto de la mañana, y la columna bajo mi mando, volando con la rapidez
del rayo, se lanzó sobre los enemigos, burlándose de sus balas y metralla. En un instante se
ala izquierda; y después de dos horas de un vivo combate, derrotamos a los haitianos,
quedando en nuestro poder las dos piezas de artillería, pertrechos, cajas de guerra, algunos
Por esta acción verá usted que la Divina Providencia nos ha manifestado hoy más
que nunca cuán dispuesta está a obrar milagros en nuestro favor, pues teniendo el enemigo
más ventajosa posición, triple fuerza a la nuestra y dos piezas de artillería, ha sido derrotado
por nosotros, que, entre otras desventajas, tuvimos la de que nuestra artillería no pudo
No podré en esta acción señalar a usted los que más se distinguieron, porque todo el
sus esfuerzos.
122
A mí me queda el placer de haber derrotado al ejército y a los tres generales haitianos
Quedé tan satisfecho de las tropas, que a nombre del Gobierno les ofrecí una paga
Intertanto, ruego a Dios conserve largos años su existencia.- Firmado: Puello” (Emilio
A pesar de que el general José Joaquín Puello en el parte oficial asegura que todos
los oficiales y soldados dominicanos se destacaron con igual disposición y arrojo en la Batalla
de La Estrelleta, lo cierto es que hubo algunos que se destacaron más claramente que otros.
Entre los oficiales que más se distinguieron en esta acción están: el propio general Puello,
quien tuvo a su cargo la elaboración y puesta en marcha del plan de acción de guerra y
Bernardino Pérez, quienes estaban a cargo del flanco del ala derecha; los coroneles José
María Cabral y Juan María Albert, quienes iban en el centro con el 1er. Regimiento
apoyándose en el ala izquierda; el coronel Bernabé Sandoval, quien estaba a cargo del flanco
del ala izquierda; el comandante Pascual Ferrer, quien prestó grandes servicios con su pericia
en el combate; el comandante José María Pérez Contreras, quien se cayó del caballo al tomar
con su batallón una pieza de artillería y casi se asfixia por una bala de fusil que le cortó la
respiración.
123
Entre los clases y soldados se destacaron: el sargento primero Florencio Soler,
abanderado del batallón de Higüey, quien amenazado de muerte por un soldado haitiano
partió en dos de un solo golpe; el sargento primero Lorenzo Deogracia Martí, abanderado del
1er. Regimiento, a quien tuvo que llamar la atención personalmente del general Puello, por
la impetuosidad con que obligaba a avanzar el batallón a que pertenecía, rodeado siempre de
su guardia de bandera, formada por los cabos furrieles Leo Polanco, Clemente Yépez, Juan
Soto, quien trabó un combate singular con un haitiano de tantos bríos que, probablemente
habría perecido en sus manos, si el valiente Juan Valera, posteriormente teniente general del
donde los integrantes del ejército dominicano pusieron de manifiesto una vez más su clara
La Batalla de Beller estuvo precedida por dos acciones muy reñidas: una en Las
las órdenes del comandante Marcelo Gonzalo Carrasco, donde trató de disputar el paso a las
fuerzas haitianas del norte, las que pasaron el río limítrofe entre ambos países y ocuparon a
Dajabón.
124
A las siete de la mañana del 27 de octubre de 1845 las tropas dominicanas afrontaron
principio a las fuerzas de los patriotas dominicanos con certeros tiros. Sin embargo, éstos
contestaron con las tres piezas de artillería que poseían y avanzaron a paso de carga hacia el
Fuerte El Invencible. A pesar de lo pesado del terreno por las copiosas lluvias que habían
caído el día anterior para rodar las armas de gran calibre, los dominicanos vencieron el fuego
El enemigo perdió casi todo el regimiento 28 que guarnecía el Fuerte con su jefe
Seraphin, a pesar de los grandes sacrificios que implicó esto para el ejército dominicano.
Dueños del campo, los patriotas criollos pasaron a dominar la común de Dajabón, huyendo
hacia la frontera los generales haitianos Denis, Hilaire y Mitil, con fuerzas a su mando,
quienes no se atrevieron a venir en auxilio de los suyos que sucumbían en Beler. Los
dominicanos tampoco permitieron que el enemigo le hiciera daño con su gruesa artillería, ya
que la mayor parte de ella fue llevada a la costa por temor a un desembarco de la fuerza naval
dominicana que estaba situada frente al pueblo de Mari-Barú, bajo la comandancia de Juan
Bautista Cambiaso.
Del ataque feroz del ejército dominicano, se logró hacer 10 prisioneros y se tomaron
como trofeos de esa victoria: banderas, fusiles, cañones, instrumentos de música, cajas de
municiones de guerra, hachas y otros artefactos. Asimismo, fueron destruidos los fosos y
atrincheramientos del Fuerte Invencible y quemados los obstáculos puestos por los haitianos
125
Monumento erigido en conmemoración de la heroica Batalla de Beler .
126
Luego de enterrar a sus muertos, así como recoger y auxiliar a los heridos, el ejército
contra el ejército haitiano, lo fue el General de División Francisco Antonio Salcedo, quien
era Comandante en Jefe de las Fronteras del Nord-Este y Jefe Político de la Provincia de
Santiago.
la República, General Pedro Santana, reporta los detalles de la distribución de las fuerzas en
la lucha contra el enemigo, relata los pormenores de los combates y el saldo para las tropas
tanto dominicanas como haitianas. Veamos lo que nos dice al respecto el General Salcedo:
Al presidente de la República.
Señor Presidente: El viernes 24 de corriente salí de este cantón con las tropas de
infantería y caballería y tres piezas de artillería dirigidas por el comandante José María López
y Lorenzo Mieses. Hice alto en Escalante para racionar la tropa, y a causa de las lluvias
127
permanecí en aquel lugar hasta el domingo 26 después del mediodía, que continué la marcha;
a las ocho de la noche acampamos en Macabón; a las tres de la madrugada del lunes 27
volvimos a emprender la marcha; a las seis de la mañana hicimos alto en Sabana Santiago,
donde dividí la infantería en tres columnas: la de la derecha, con una pieza de artillería, al
mando del coronel Pelletier; la de la izquierda, con otra pieza, al mando de los comandantes
José Silva y Andrés Tolentino; y la del centro, con la tercera pieza, al mando del coronel José
Nicolás Gómez y del comandante Gonzalo Carrasco. Asimismo dividí la caballería en dos
columnas, una para la derecha, al mando del comandante Juan Gómez Mayor, y otra para la
izquierda, al mando del comandante Juan Luís Richard, marchando yo con el general Imbert
y nuestros Estados Mayores en la columna del centro. En este intervalo fuimos percibidos
por una guardia avanzada que tenía el enemigo en las márgenes de Guajaba, tiró tres
cañonazos de alarma e hice contestar con un golpe general de los tambores y trompetas a mi
Beler, cuando percibimos que el enemigo se hallaba posesionado de la altura del Coco de
Beler, donde tenía un castillo perfectamente construido, amurallado y fosado, dos piezas de
izquierda lanzó nuestra tropa un ¡Viva la República! ¡Viva el general Salcedo!, y apenas fue
oído este viva, el enemigo rompió el fuego disparando una culebrina de a 12 sobre el mismo
hora y media, y de una resistencia tenaz de parte del enemigo, entramos en el dicho castillo
128
el mismo lugar que se hallaba la bandera enemiga; quedando en el fuerte y su recinto más de
diez prisioneros, algunos de estos gravemente heridos y que se encuentran en este cantón.
ahínco con que fueron perseguidos por los nuestros, que mataban cuanto lograban alcanzar,
En dicho castillo del Coco de Beler cogimos una culebrina de a 12, que por estar muy
vieja y maltratada por nuestra artillería, la hice tumbar, clavar y tapar; un famoso cañón de
bronce de a 4, perfectamente montado, que hice conducir a este cantón; más de doscientos
fusiles, tres banderas, de las cuales le remito dos y dejo una para memoria; ocho cajas de
diferentes calidades.
Dajabón fue reducido a cenizas; nuestra bandera fue enarbolada en nuestros límites,
con imponderable regocijo y entusiasmo del ejército, y después de haber contemplado más
enemigos, dispuse replegarme al cantón general, sin pasar a Juana Méndez, para no
comprometer mi gente, que ciega de coraje sólo quería volar en pos de combates y victorias,
Por nuestra parte tuvimos 16 muertos y 25 ó 30 heridos, pero la mayor parte muy
levemente.
129
He dado gracias al Dios de los ejércitos por la victoria de nuestras armas, pues estando
y la pérdida del enemigo, pues en el castillo corría la sangre como arroyos y toda la espaciosa
sin distinción, cumplieron con su deber; todos merecen mi gratitud y a todos los recomiendo
a la Nación.
esta acción, dirá a usted verbalmente los pormenores que usted crea conveniente informarse.
Dios guarde a usted muchos años.- Francisco A. Salcedo” (José Gabriel García, 1890:
33).
La Batalla de Beler contó con el apoyo desde el mar de la flotilla nacional que dirigía
con gran acierto el coronel Juan Bautista Cambiaso, integrada por la fragata Cibao, bajo las
órdenes del comandante José Naar; la goleta General Santana, dirigida por el comandante
Juan Alejandro Acosta; el bergantín San José comandada por Juan Evertsz; el bergantín
Libertad, bajo las órdenes del comandante Ramón González; la goleta Merced, al mando del
comandante Juan Bautista Maggiolo; de la goleta 27 de Febrero, bajo las órdenes del
comandante José Antonio Sanabia; la goleta María Luisa, bajo la dirección del comandante
Joaquín Orta; la goleta 30 de Marzo, comandada por Alejandro Belén; y la goleta Esperanza,
130
Dibujo que representa una escena de la Batalla de Beler.
Batalla de Beler fue de suma trascendencia para la victoria de las tropas dominicanas el 27
de octubre de 1845. Es importante destacar que aunque el coronel Cambiaso tenía órdenes
Manzanillo convocó una junta de guerra con todos los comandantes de fragatas, goletas y
bergantines, en la que propuso recorrer la costa norte hasta llegar frente a Cabo Haitiano, lo
131
que fue aceptado por unanimidad. Terminada la junta levantaron ancla, incursionaron en
territorio haitiano y atacaron durante la noche a Fort Liberté, antigua Bayajá. Con el objetivo
cuyo motivo les respondieron con fuego desde la tierra, lo que contestaron descargando su
columna que iba a reforzar la guarnición del fuerte de Beler, denominado por el general
haitiano Morissette bajo el nombre de El Invencible. Al día siguiente fue que se produjo el
ataque del general Salcedo al fuerte de Beler, razón por la cual el triunfo se consiguió con
tropas enemigas que venían desde Fort Liberté en auxilio de los haitianos que estaban
siguientes oficiales: el general José María Imbert, lugarteniente del general Salcedo; el
coronel Nicolás Gómez, al mando del Batallón de La Vega; el coronel Pedro Eugenio
Pelletier, quien dirigía la columna de la derecha integrada por tropas de Puerto Plata y
Montecristi, tenía como jefe de artillería al capitán Benito Martínez; el teniente coronel
Marcelo Gonzalo Carrasco, al mando del Batallón de Dajabón; el teniente coronel Lorenzo
Mieses, dirigía la pieza de artillería de la columna del centro; los comandantes José Silva y
Andrés Tolentino, dirigían la columna de la izquierda, con otra pieza de artillería, dirigida
132
por el teniente coronel José María López; los comandantes José Gómez Mayor y Juan Luis
Batalla de Beler fueron: coronel José Díaz, comandante Casimiro Díaz, Santiago Bobadilla,
Santiago Pichardo, José Peña, Estanislao Aranda, Manuel de Jesús Carabana, Nepomuceno
Abreu, José Jiménez, Francisco Rodríguez, Ramón de Peña, Mateo del Rosario, Diego Pérez,
Ramón Castro, José Aybar, Juan Capellán, Pedro Santos, José Gutiérrez, Joaquín Gutiérrez,
Francisco Santiago, José García, Pedro Rodríguez, Manuel María Abreu, Benedicto Rosario,
Ramón Tavárez, Domingo Pacheco, Bruno del Rosario y Lorenzo Fermín, entre otros.
133
134
CAPÍTULO V:
135
El 4 de agosto de 1848, el general Pedro Santana, Jefe del Ejército y Presidente de la
República, renuncia del Poder Ejecutivo aduciendo problemas de salud. Pasa a dirigir los
de las diferentes provincias del país, que sumaban unos dieciséis, el presidente del Colegio
Elector declaró abierta la sesión extraordinaria y una vez concluida la elección dio lectura a
los resultados de las elecciones celebradas, resultando electo como nuevo presidente de la
República, el general Manuel José Jimenes y González, quien hasta entonces había ocupado
El proceso de votación puede resumirse del siguiente modo: dieciséis votos a favor
del general Manuel Jimenes, procedente de la provincia de Santo Domingo, un voto por cada
uno de los señores representantes Damián Ortiz, José María Pérez, Francisco Ortiz, Domingo
Santiago; José Bernal, José Portes, Ildefonso Mella y José Taveras, de la provincia de La
Vega; así como Vicente del Pozo, Juan Rijo y Juan Rosa Herrera, de la provincia de El Seibo.
136
extraordinaria. Jimenes mantuvo, sin variación, el mismo gabinete de que se había rodeado
el general Pedro Santana, el cual estaba constituido por Félix Mercenario como Ministro de
para que continúe ejerciendo sus tareas legislativas y para que dentro de sus prioridades
agricultura, auxiliada de una adecuada policía rural, y una restructuración del ejército
nacional.
decreto-ley, mediante el cual se declara una amnistía general para todos los exiliados
políticos, el cual especificaba los nombres de los fundadores de la República Juan Pablo
Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella, así como el de los patriotas,
Vicente Celestino Duarte, padre e hijo, Pedro Alejandrino Pina, Juan Isidro Pérez y Juan
137
El general Manuel Jimenes, Presidente de la República entre 1848 y 1849, quien emitió un decreto-ley de
amnistía general para los trinitarios y otros políticos deportados por el general Santana.
138
Ahora se procede a transcribir textualmente el Decreto-Ley de Amnistía General,
Considerando: Que todos los Gobiernos civilizados del orbe han contemplado la
amnistía, no sólo como una medida eminentemente filantrópica, sino como el medio
saludable de cubrir con el velo impenetrable del olvido toda especie de encono y
Considerando: Que la Patria no es una Deidad feroz a quien deleitan los acentos del
dolor y la agonía, y sí una madre tierna en cuyo regazo deben agruparse todos los
Considerando: Que una fusión sincera y generosa entre todos los dominicanos, y la
Representación Nacional.
139
HA VENIDO EN DECRETAR Y DECRETA:
Sánchez, Ramón Mella, Juan Pablo y Vicente Celestino Duarte, padre e hijo, Pedro A. Pina,
Art. 3ro. Todos los dominicanos que se hallan fuera del territorio, sin que pese sobre
país natal, podrán hacerlo, previo el salvo conducto del Poder Ejecutivo.
Artículo 4to. El presente decreto será comunicado cuanto antes a los agraciados a
Esta disposición, que permitía el retorno al país de los patricios Juan Pablo Duarte,
Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino
Pina y Juan Evangelista Jiménez, trajo gran regocijo entre las diferentes clases sociales y
sectores con elevados sentimientos patrióticos, por el amplio alcance que tenía para todos los
140
Ramón Matías Mella, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina y Juan Evangelista Jiménez,
quienes encontraban exiliados en islas del Caribe próximas a la República Dominicana, como
Curazao y Saint Thomas, lo que no ocurrió con el patricio Juan Pablo Duarte, quien estaba
exiliado en Venezuela y que, por encontrarse trabajando en lugares próximos a las selvas
un inminente peligro, movilizar las guardias cívicas y ponerlas en pie de guerra, bajo el
imperio de las leyes penales, según la gravedad de las circunstancias por las que atravesara
el Estado, debe preverse el caso de que se turbe y comprometa el orden público: que todos
los ciudadanos están obligados a defender la Patria con las armas cuando sean llamados a
sostenerla.
prontas, enérgicas, tanto en economía como en agricultura, y que existiendo leyes que
141
arreglan el servicio civil y militar, y el ejercicio de toda clase de industria en el país,
necesidad.
DECRETAN:
peligro, movilizar las guardias cívicas o ponerlas en el pie de guerra, bajo el imperio de las
leyes penales militares, según la gravedad de las circunstancias, tanto para las exigencias
de aquella, como para el servicio interior de las comunes. En el primer caso, serán pagadas
y racionadas; en el segundo, tendrán derecho a ración. Así mismo está facultado a tomar
todas aquellas medidas que sean necesarias para la defensa y seguridad de la República, y
Art. 2do. En caso de conmoción interior a mano armada, de conspiración u otro plan
subversivo del orden, dará las órdenes, providencias y decretos que estime indispensables
para mantener o restablecer la tranquilidad pública, y que el grande interés social exija,
respetando, en cuanto sea posible, los derechos y garantías de los dominicanos y las formas
de los juicios.
Art. 3ro. Se faculta al Poder Ejecutivo para que tome y ponga en práctica todas las
medidas de economía que exige el Estado actual del país: en consecuencia, hará en el
almacenes del Estado, arsenales u otro establecimiento remunerado por la Nación, las
142
supresiones, reemplazos y demás modificaciones que estime convenientes, dictando los
Art. 4to. El Poder Ejecutivo establecerá el sistema de agricultura que juzgue más
medidas más coercitivas, pudiendo al efecto crear una policía urbana y rural que promuevan
Armas y Ayuntamientos respectivos las facultades que a bien tenga: dictando las
UNICO. La ley de 23 de Junio sobre agricultura, quedará sin efecto en cuanto sea
Ejecutivo.
Art. 5to. Se faculta al Poder Ejecutivo para disponer el canje o extrañar del país, o
darle la ocupación y destino que a bien tenga, a los prisioneros de guerra actualmente en el
Art. 6to. Las facultades extraordinarias que por el presente le confiere el Congreso
Colegisladores, en cuya época dará cuenta detallada del uso que de ellas ha hecho.
143
Colegisladores, que le será enviado para su promulgación dentro del término
Constitucional.
Dado en la ciudad de Santo Domingo, Capital de la República, a los 24 días del mes
Márquez.-José M. Morales.
Dado en el Palacio Nacional de Santo Domingo, a los 24 días del mes de Octubre de
2001:159-161).
decisión de eliminar los cuerpos de infantería de línea, refundiéndolos en los de artillería que
tenían menor dotación, con el propósito de enviar una gran cantidad de hombres al campo
con el propósito de hacer renacer la agricultura, que había caído en una virtual ruina como
consecuencia de las constantes guerras que libraba el país contra las recurrentes incursiones
militares haitianas a territorio dominicano. Esta medida trajo consigo grandes disgustos y
desavenencias entre los hombres de armas, lo que se reflejaría en las posteriores luchas contra
144
las invasiones del ejército haitiano, donde las tropas dominicanas sufrieron significativas
derrotas.
que le decía: “El presidente Jimenes pasaba todo el tiempo peleando, acicalando, ‘topando’
y jugando gallos, al extremo de que más de una vez fue necesario llevarle a la gallera
Hernández, 2001:162).
En primer lugar, es importante destacar que el Agente Especial Green fue nombrado
los rumores de que la República Dominicana había cedido la Península de Samaná a Francia
o a Inglaterra y que a cambio de ello se había producido una especie de protectorado. Esto
significa que cuando Green escribió esa comunicación apenas tenía un mes en el país, lo cual
veces por semana con el Consejo de Ministros y tenía audiencia particular un día a la semana
con cada uno de los titulares de los diferentes ministerios. A esto hay que agregar las
145
diferentes actividades en que debía participar diariamente en su calidad de Presidente de la
República, lo que nos lleva a colegir que las responsabilidades cotidianas que se derivaban
del cargo que ostentaba muy difícilmente les permitieran a Jimenes visitar regularmente sus
Ahora bien, esto no quiere decir que como ser humano y como buen dominicano de
la época, a Jimenes no le gustaran las trabas de gallos y que ocasionalmente asistiera a las
galleras a disfrutar de las peleas de gallo, que, sin lugar a dudas, era por entonces el deporte
nacional. Pero afirmar de manera irresponsable que desatendía sus obligaciones palaciegas y
que “más de una vez fue necesario llevarle a la gallera documentos oficiales que requerían
su aprobación y firma”, es, sin duda alguna, una calumnia que no debe ser tolerada ni repetida
desconsideradas las afirmaciones del comisionado Green, ya que las múltiples ocupaciones
en que estaba inmerso el presidente Jimenes, no les permitían estar “todo el tiempo” ligado
146
5.1. LA INVASIÓN DE SOULOUQUE Y LAS PRIMERAS ACCIONES MILITARES
El 1º. de febrero de 1949 las tropas haitianas atacan la guarnición dominicana de Las
Matas de Farfán y son rechazadas por las tropas al mando del general Antonio Duvergé. El
6 de marzo de 1849 el Presidente de Haití, general Faustino Soulouque, inicia una nueva
Otro ejército numeroso, comandado por el general Bobo, penetró por Hincha a territorio
dominicano. El 9 de marzo, las tropas haitianas llegan a Las Caobas. Soulouque divide su
ejército en columnas, bajo la dirección de los generales Thomás Héctor, Louis Michel, Fabré
Duvergé se repliega a Azua e instala en esta ciudad su Cuartel General, para hacerle frente a
dominicanas, después del poderoso ataque de que fueron objeto por parte de las tropas al
147
El general Faustino Soulouque, quien era presidente de Haití en 1849, cuando invadió la
148
El 20 de marzo el presidente haitiano Faustino Soulouque instala su Cuartel General
salen de San Juan y se dirigen a la ciudad de Azua. El 31 de marzo, el ejército haitiano fue
emboscado por una avanzada de las tropas dominicanas a orillas del río Yaque del Sur, a la
altura de la actual comunidad de Los Bancos, entre San Juan y Azua. Al día siguiente, la
vanguardia haitiana comandada por los generales Geannot Jean François y Fabré Geffrard,
fue emboscada nuevamente en las inmediaciones del río Tábara por una tropa dominicana
Franco Bidó, envía un oficio al general Pedro Santana, donde le ordena, por disposición del
Congreso Nacional, ponerse bajo las órdenes del presidente Manuel Jimenes, trayendo del
Seybo la mayor cantidad de tropas que pudiese reunir y definiendo un plan de guerra que
permitiese detener el avance de las tropas invasoras haitianas. Ese mismo día, después de
ingentes esfuerzos por restablecer, con su presencia, el orden de las tropas dominicanas, el
presidente Jimenes abandona la plaza tras organizar la defensa de Azua, donde el General
Duvergé, ayudado por el patricio Ramón Matías Mella, quedó a cargo de una defensa
El 3 de abril el Congreso Nacional llama a todos los dominicanos a tomar las armas
para hacer frente a la invasión del general Soulouque. Ese mismo día el general Pedro
Santana llega a Santo Domingo, procedente del Seybo con tropas de su región, atendiendo el
llamado del Congreso de la República. Ese día, las tropas haitianas llegan a las inmediaciones
149
5.2. LA BATALLA DE AZUA DEL 5 Y 6 DE ABRIL DE 1849
general Fabré Geffrard avanzaría por el centro, por el camino de Los Jovillos hasta Azua; la
columna de los generales Geannot Jean François, C. Vicent y Luis Michel avanzaron por el
sureste para atacar el flanco izquierdo de las tropas dominicanas. El 4 de marzo el Ministro
haitiano, organizada por el presidente Jimenes fue la siguiente: utilizar un total de 5 mil
hombres para la defensa de Azua, apoyados por dos brigadas de artillería con doce cañones
de diferentes calibres, comandadas por los generales siguientes: Antonio Duvergé, Jefe del
Ejército del Sur; Juan Contreras, comandante de la Plaza; así como por Ramón Matías Mella,
En el flanco sur, en la ribera oeste del Arroyo Salado había una tropa de 1,000
reforzado a su vez por 300 hombres de San Cristóbal, bajo las órdenes de los tenientes
coroneles Juan María Albert y Eusebio Pereyra. Estas tropas tenían como misión contener el
impulso del ataque haitiano en esa zona y replegarse hacia Los Conucos, donde debían hacer
150
En el flanco derecho, en el Cerro de Resolí, se encontraba el general Juan Contreras,
quien era a la vez comandante de la Plaza. Al frente de una avanzada móvil, en el mismo
flanco derecho, se encontraba el coronel Santiago Basora al mando del Batallón Higüeyano,
por el coronel Buenaventura Báez, con la misión de machacar el flanco izquierdo del invasor.
retaguardia la constituía la Loma de Los Cacheos, al mando del teniente coronel Emilio
Palmentier.
Después de cinco días de operaciones, las tropas haitianas habían logrado ocupar, por
el noroeste, los parajes de El Higüerito y La Altagracia; por el sur, las secciones de Jura,
por el sur las posiciones defendidas por el coronel Juan Batista, quien se vio forzado a
retirarse ante el ímpetu del ataque de los haitianos, quienes procedieron a ocupar Los
Conucos.
La defensa dominicana, a pesar de su magnitud, se había tornado débil por las pugnas
y los desacuerdos que se expresaban entre sus jefes. Para el 5 de abril, día del ataque, cinco
de los siete generales habían tomado criterios diferentes, insubordinándose las tropas que
destacaron por su valor y entrega a la causa de la Patria, quienes, muchas veces abandonados
151
a sus propios esfuerzos y con escasa dirección, salían voluntariamente a enfrentarse con las
tropas enemigas.
Las tropas haitianas ganaron terreno, pero en virtud de los grandes sacrificios
realizados por las tropas dominicanas, el propio general Fabré Geffrard resultó herido en la
Al día siguiente, a las seis de la mañana, los dominicanos realizaron una desesperada
contraofensiva, saliendo a batirse al pie de las trincheras. Esta acción la efectuaron el coronel
Santiago Basora con las compañías de Monte Grande, el coronel Eusebio Pereyra con su
Batallón de San Cristóbal, el capitán Matías de Vargas con parte del Batallón Azuano y el
coronel Wenceslao Guerrero con la Guardia Cívica de Santo Domingo, a parte del Batallón
tanto que el general Antonio Duvergé, acudió con sus hombres al camino de El Barro para
atajar una columna haitiana que intentó hacer un envolvimiento por ese lado. Mientras que
las tropas de Neiba se disputaron palmo a palmo el camino de la Playa, por Los Conuquitos,
Entrado el día, las tropas haitianas que habían desalojado los batallones de los
coroneles Juan Batista, Juan María Albert y Eusebio Pereyra, avanzaron hasta tomar la falda
del Cerro de Los Cacheos, movimiento que envolvió a las tropas dominicanas. Ante estas
circunstancias atenuantes, el general Antonio Duvergé se vio compelido, como Jefe del
Ejército Dominicano del Sur, a convocar una Junta de Guerra para decidir el destino de la
defensa. En dicha reunión las posiciones no podían ser más disímiles: los generales Duvergé
y Alcántara eran de opinión que no se podía abandonar la plaza; los generales Mella y Sosa
152
coincidían en la idea de preservar el Ejército para futuros combates más favorables; el general
Contreras era del parecer que las tropas dominicanas debían abrirse paso por entre las tropas
haitianas a sangre y fuego; en tanto que el general Bernardino Pérez y los demás oficiales
coincidían en la idea de que mantener la defensa no tenía objeto, que era necesario retirarse
de la ciudad de Azua para un lugar más seguro. Este último parecer se generalizó en las
tropas, quedando en espera del día siguiente para organizar la retirada. Pero era tal el
desorden y la falta de coordinación, que la mayoría de los miembros del ejército dominicano
se retiró por su cuenta y riesgo, sin esperar las órdenes de sus superiores: unos tomaron la
dirección noroeste, hacia el Maniel (San José de Ocoa), mientras que otros se dirigieron por
No se produjo el descalabro total del ejército, ya que las tropas azuanas, neiberas y
barahoneras no abandonaron el lugar, sino que se quedaron en los alrededores reuniendo las
reliquias del ejército al mando de los generales Antonio Duvergé, Juan Contreras y Santiago
Sosa, así como de los coroneles Francisco Domínguez y Feliciano Martínez, quienes se
aprestaron a hacer un nuevo cordón que iba desde el mar, en Boca de la Palmita, al sur de
Hatillo, hasta el paso de Portezuelo, al sur del Memiso, para defender los caminos que
atravesaban esos lugares y dificultar el avance de las tropas enemigas, en caso de que
Así las cosas, las tropas del general Geffrard se limitaron a tomar la ciudad de Azua,
estableciendo allí su Cuartel General, donde esperaban ser abastecidos por mar, para de esa
forma continuar su avance hacia Santo Domingo. Sin embargo, la flotilla dominicana, al
mando del general Juan Bautista Cambiaso, integrada por la fragata Cibao, buque insignia
153
capitaneado por el coronel Juan Alejandro Acosta, con cinco cañones; la goleta General
Santana, comandada por Simón Vicioso, y la goleta Constitución, comandada por Ramón
González, armada cada una con doce cañones, se encargaron de dificultar ese abastecimiento,
terrestre por el camino de Playa Grande. Para evitar la posibilidad de ser fulminado en la
ejército por las zonas montañosas de Estebanía que conducen a los desfiladeros de El
Número.
envió al general Bernabé Sandoval el oficio No. 108, donde se le ordenaba, con aprobación
Domingo, de manera provisional, en virtud de que el general Francisco del Rosario Sánchez,
titular de la misma, había salido para Baní. Ese mismo día, el general Faustino Soulouque
dirigió a sus soldados una efusiva proclama donde expresaba su satisfacción por la toma de
oficios a los generales Pedro Santana y Antonio Duvergé, donde al primero le ordenaba
dirigirse a las fronteras del Sur para que, de acuerdo con el segundo, obrara en todas las
instalando el general Antonio Duvergé su Cuartel General en Sabana Buey, Baní, el cual
154
estaba resguardado por los generales Ramón Matías Mella, Manuel de Regla Mota y
Francisco Sosa junto a otros 300 soldados. El general Bernardino Pérez se estableció en la
Número con 300 hombres; el coronel Francisco Domínguez con 300 fusileros en el Paso de
las Carreras; el general Juan Contreras en el Portezuelo de El Maniel con 300 veteranos. En
Las Lagunas, sobre las montanas inmediatas a los desfiladeros de El Número, estaba el propio
general Antonio Duvergé con el grueso de las tropas, las que procedió a distribuir por donde
esperaba pasaría el ejército haitiano en su intento de abrirse camino por las laderas y los
Ese mismo día el general Pedro Santana salió de Santo Domingo con una fuerza de
600 hombres, a pie y de a caballo, con destino a Sabana Buey, cuya avanzada de 300 hombres
la comandaba el general Antonio Abad Alfau. Al día siguiente, llegó Santana y su ejército a
Sabana Buey, donde se entrevistó con el presidente Manuel Jimenes y el general Antonio
Duvergé para coordinar las operaciones de la defensa dominicana frente al avance de las tres
El 12 de abril salió el general Duvergé con destino a las lomas de El Número, ya que
el general Santana le había ordenado la defensa de esa posición mediante el método de guerra
de guerrillas, para que hostigara a las tropas haitianas en los desfiladeros de ese lugar, para
impedir su avance hacia Santo Domingo. Luego de hacer una evaluación exhaustiva de la
155
situación en los días siguientes, envía un oficio al Cuartel General de Sabana Buey, en el que
Expedicionario del Sur, se formó en orden de batalla frente al camino de la playa, por donde
se supone debían avanzar las tropas haitianas, para con sus baterías hostigar fuertemente al
enemigo y retrasar su avance hacia Santo Domingo, siguiendo las disposiciones que al
respecto había dado el presidente Manuel Jimenes, quien había instruido al almirante Juan
Bautista Cambiaso establecer un bloqueo desde el Puerto de Azua hasta la Bahía de Ocoa,
para impedir que el ejército haitiano se pudiera abastecer por vía marítima y pudiera auxiliar
preparó una emboscada con los comandantes Santiago Sosa, José María Cabral y el teniente
coronel Francisco Domínguez. De su lado, el general Juan Contreras cumplía igual cometido
en los cerros de Portezuelo y el general Bernardino Pérez ocupaba con sus hombres la defensa
de Boca de la Palmita. Según los cálculos de los estrategas dominicanos, por cualquiera de
esos tres puntos podrían avanzar las tres columnas del ejército haitiano, comandadas por los
generales Thomás Héctor, Luis Michel, Fabré Geffrard y Geannot Jean François. Sin
línea de batalla frente al camino de la playa, a tiro de cañón, hizo que éstos se desviaran,
156
Monumento erigido en honor a los héroes de la Batalla de El Número, del 17 de abril de 1849.
157
El 17 de abril, la vanguardia del general Duvergé avistó las tropas que comandaba el
general Geffrard, las cuales ascendían lentamente por las sierras y los desfiladeros de El
Número, donde los esperaban muy bien posicionados y con una emboscada hábilmente
planeada con los 300 fusileros del general Santiago Sosa, quienes desde la altura batieron a
Protegidos por los árboles y los pliegues rocosos de las serranías, las tropas del
general Duvergé ocasionaron enormes pérdidas al ejército haitiano, que, al verse sangrado
por la fusilería dominicana, se dispersó con el mayor desorden. Esto fue aprovechado por los
duchos macheteros dominicanos para arrollarlos con sucesivas descargas de armas blancas.
manera el ascenso de aquellos que se proponían avanzar para sustituir a los que caían en
combate. La confusión fue tan grande que el general Geffrard abandonó el campo de batalla
sin tiempo para recoger a sus muertos y heridos y organizar la retirada. Ese combate se
produjo a la once de la mañana del 17 de abril. La derrota fue de tal magnitud que el general
Juan Contreras, que se encontraba en los cerros de Portezuelo, informó que vio pasar ese día,
desde las alturas que ocupaba, muchas tropas haitianas en precipitada fuga. Las bajas del
158
Una escena de la Batalla del Número, efectuada en los desfiladeros de El Número, Azua.
159
Varias filas de soldados haitianos se precipitaban cuesta abajo, impidiendo de esa
manera el ascenso de aquellos que se proponían avanzar para sustituir a los que caían en
combate. La confusión fue tan grande que el general Geffrard abandonó el campo de batalla
sin tiempo para recoger a sus muertos y heridos y organizar la retirada. Ese combate se
produjo a la once de la mañana del 17 de abril. La derrota fue de tal magnitud que el general
Juan Contreras, que se encontraba en los cerros de Portezuelo, informó que vio pasar ese día,
desde las alturas que ocupaba, muchas tropas haitianas en precipitada fuga. Las bajas del
victoria en El Número, donde decía no saber cuál era la determinación del enemigo y donde
expresaba que se mantendría firme en la defensa de aquel punto. Así reza el parte enviado
Sr. General:
En este momento, como a las once del día, hemos hecho replegar al enemigo, que
160
Hasta ahora no sabemos la determinación del enemigo, pero nosotros nos
ladera occidental de las serranías de ese macizo montañoso, quien compelido por la necesidad
de abastecer de agua a sus soldados y asegurar su retirada hacia la ciudad de Azua, dispuso
una parte de sus efectivos en las colinas que bordean el río Ocoa.
El Número una guarnición de 300 hombres al mando del teniente coronel José María Cabral,
acorde con lo expresado en el parte del 17 de abril de que conservaría firmemente aquel punto
dedica a inspeccionar los demás puntos que estaban bajo el control de las tropas dominicanas
en la extensa línea de batalla que anteriormente había definido para asegurarse de que todo
estaba en orden. Entre los lugares que visitó estaba el Paso de Las Carreras, el cual había sido
reforzado por orden del general Pedro Santana con tropas recién llegadas, bajo las órdenes
del general Merced Marcano. En horas de la tarde, Duvergé hizo entrega del mando del
161
Cayendo la tarde retorna a Las Lagunas, lugar donde había establecido su centro de
dejó disposiciones de acudir al día siguiente con sus tropas al primer lugar en que escuchara
ordenó al coronel Marcelo Carrasco que se instalara con cincuenta fusileros en uno de los
cerros situados en las proximidades de los que ocupaban las tropas haitianas.
golpe demoledor a los focos de resistencia que aún mantenía el general Geffrard en las
parte seca del lecho del río Ocoa, en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo, donde las fuerzas
contra el enemigo en una mortal carga de machetes. La acción tuvo tal efecto en las tropas
apoderó de sus huestes, se vio precisado a abandonar el campo de batalla por encima de los
cadáveres de los granaderos de su regimiento que habían caído ante el empuje de los
dominicanos. El oficial José María Cabral fue quien mostró más pericia en el manejo del
machete y al mismo tiempo puso de manifiesto un valor que rayaba en la temeridad, causando
162
5.4. LA BATALLA DE LAS CARRERAS
Domínguez y a los tenientes coroneles Blas Maldonado, Marcos Evangelista y Antonio Sosa,
respectivamente. Asimismo, encarga a los generales Antonio Abad Alfau y Bernardino Pérez
del mando superior de las tropas, al general Merced Marcano lo nombró Comandante de
A las tres de la tarde, la avanzada de las tropas haitianas se presenta al cantón de Las
encontrándose a su paso con la división que estaba al mando del coronel Domínguez, la cual
Sabana Buey un parte oficial del coronel Domínguez, donde le informa sobre las
particularidades del combate sostenido el día anterior. El general Santana se pone en marcha
163
de inmediato, llegando al amanecer a Las Carreras, situando su puesto de mando al norte de
esa posición.
del río Ocoa, frente al paso de Las Carreras, formadas en orden de batalla y alertadas por el
ataque que había hecho el ejército haitiano a esa posición dos días atrás. El ejército
dominicano estaba compuesto por tropas de infantería y caballería, pero no contaba con
ningún apoyo de artillería. En cambio, las tropas haitianas formadas por numerosas unidades
Siendo alrededor de las cuatro de las tarde, los haitianos comenzaron a cañonear las
posiciones dominicanas con una pieza de a doce emplazada en el cerro. Después de un surtido
fuego de ablandamiento, el enemigo bajó de las estribaciones tres piezas de campaña, dos de
bronce y una de hierro, que emplazaron frente al paso del río, para con su fuego sistemático
apoyar el avance de sus tropas de infantería y caballería que intentaban forzar el paso. Sin
mantuvo de ambas partes por espacio de una hora, no pudiendo la ofensiva enemiga alcanzar
de arma blanca y una carga de la caballería que comandaba el coronel Pascual Ferrer. Viendo
ataque, los haitianos abandonaron el campo en precipitada fuga. Dos regimientos del
164
enemigo, el 2do. y el 30mo., sucumbieron casi por completo, bajo la embestida de las tropas
dominicanas, dejando allí sus banderas y dos de las tres piezas de artillería le fueron
Una escena de la Batalla de Las Carreras, dirigida por el general Pedro Santana.
165
El general Santana en los dos partes oficiales que envió al Ministro de Guerra y
Marina, general Ramón Franco Bidó, sobre la batalla del 21 de abril informa que los haitianos
perdieron tres generales, dos de División y uno de Brigada, así como una infinidad de
oficiales, según las insignias que llevaban y que lograron recoger las tropas dominicanas.
Frente a ese desastre, las tropas haitianas se retiraron, buscando refugio en las alturas de las
lomas, ya que la oscuridad de la noche impidió que los dominicanos persiguieran al enemigo
Veamos los detalles de los dos partes oficiales enviados por el general Pedro Santana
Pedro Santana, General de División y Comandante en Jefe del Ejército del Sur.
Al Ministro de Guerra.
Sr. Ministro:
En el mismo momento que son las cinco y media de la tarde, hemos principiado el
ataque y de tres piezas que tenía el enemigo le quitamos dos, las más grandes, y lo
heridos.
166
Firmado: Santana” (Emilio Rodríguez Demorizi, 1957: 232).
El otro parte oficial de guerra, fechado el 22 de abril de 1849, reza del modo siguiente:
Pedro Santana, General de División y Comandante en Jefe del Ejército del Sur.
Al Ministro de Guerra.
Sr. Ministro:
Ayer, a las cinco y media de la tarde, di parte muy sucintamente del ataque que tuvo
lugar, porque en aquel momento no se había aún explorado el campo y quise adelantarle la
noticia de nuestra victoria, pero ahora daré a usted los detalles siguientes:
En primer lugar el enemigo principió por cañonear con una pieza de a 12 que tienen
montada en una altura, el puesto que ocupamos para descubrir el campo, y después de haber
echado una porción de balas sobre nosotros bajaron las otras tres piezas, dos de bronce y
una de hierro, y puestas en batería, principiaron por atacar el ejército que estaba apostado
a las márgenes del río, y que había yo arreglado y dividido el día 18 en la tarde en cuatro
divisiones, mandadas una por el coronel Francisco Domínguez, otra por el teniente coronel
Blas Maldonado, otra por el teniente coronel M. Evangelista y la cuarta por el teniente
coronel Antonio Sosa; los generales de brigada A. Alfau, B. Pérez y M. Marcano, a quienes
167
el mismo día 18 entregué este puesto, los dos primeros como encargados del ejército en
el ataque.
Después de cerca de una hora de un combate tan desigual, nuestras tropas, con sus
arma blanca se apoderan de ella al mismo tiempo que llegué yo con la caballería que estaba
tengo que hacer sino elogios de su patriotismo y valor, pues todos me han acompañado con
La pérdida del enemigo ha sido considerable, y dentro de los muertos hemos cogido
y enterrado, en el hato La Carrera, de la propiedad del Dr. Caminero, lugar del ataque, dos
generales, uno de división y otro de brigada, según las insignias que tenían; y otro que murió,
también de división, por ser cerca de noche, se quedó en el campo y se lo llevó el enemigo;
también perecieron infinidad de oficiales, según todas las insignias que ha cogido la tropa,
las que remito a usted junto con las de los generales, y dos banderas, una del regimiento 2 y
la otra del 30, para que las vean y me las conserven ahí, a fin de devolvérselas a los que las
cogieron, según se lo he ofrecido. Los fusiles y demás despojos de que se apoderó la tropa,
168
Como se puede observar, en el primer parte se dieron informaciones parciales sobre
el enfrentamiento del 21 de abril, mientras que en el parte siguiente se dieron todos los
detalles sobre el ataque enemigo, sobre la disposición de las fuerzas de defensa del ejército
dominicano y sobre los resultados finales del combate armado, donde, sin duda alguna, las
En lo que concierne a los resultados del combate del 22 de abril entre las tropas
haitianas y dominicanas, el parte enviado por el general Santana al general Franco Bidó el
Pedro Santana, General de División y Comandante en Jefe del Ejército del Sur.
Al Ministro de Guerra
Sr. Ministro:
Ayer como a las dos de la tarde, viendo la pertinacia del enemigo, después del
sangriento ataque que tuvo lugar el día 21 a las cinco y media de la tarde, y de la
sepulturas de los que pudieron enterrar, bajo el fuego que incesantemente nos hacían sobre
nuestro puesto con las dos piezas de cañones que les quedaban en las alturas de que estaban
despachar guerrillas sobre las montañas a derecha e izquierda de su puesto, según que ellos
169
pretendieron hacerme, para atacarlos en los puestos avanzados de guarniciones que tenían
en ambas salas, y conseguir por este medio no solamente inquietarlos, sino también
las cuatro y media principiaron a hacerles un fuego tan vivo por ambos lados que la guerrilla
del ala derecha, mandada por el comandante Aniceto Martínez, llegó hasta las piezas de
cañón de tal modo, que a su vuelta y sin pérdida de ningún hombre y sólo un herido, a pesar
del cañoneo tesonero con que los batían, sostuvo el fuego y consiguió coger dos potes de
metralla y no las piezas de cañón porque las fuerzas no eran suficientes; la del ala izquierda,
mandada y dirigida por el capitán Bruno Aquino y Bruno del Rosario, como prácticos del
lugar, le hizo tanto estragos sobre las alturas, que a nuestra vista misma les veíamos cargar
los muertos.
Estas guerrillas, según las órdenes que tenían, así que vieron que el enemigo quedó
según se ha visto, para efectuar su retirada, que la ha hecho tan lleno de terror, que dejó las
dos piezas de artillería con que nos batían y hasta los caballos de sus dragones no podían
En esa virtud, hoy, a las seis de la mañana, he tomado posesión del puesto del
Evangelista, habiendo mandado espías que sigan los pasos de los haitianos para saber su
paradero; por consiguiente, me ocupo en este momento en dar mis órdenes para dejar una
170
guarnición aquí, que auxilie al comandante Evangelista en caso necesario, y marchar con
el resto del ejército por el lado de Sabana-Buey para las playas, en donde por las pocas
tropas que tenía, sólo se encontraba una fuerza de 150 hombres, reservándome dar cuenta
Este parte de guerra pone de manifiesto que no hubo un choque frontal el día 22 de
abril entre las tropas haitianas y las tropas dominicanas, sino tan sólo una escaramuza con un
saldo a favor de las fuerzas patrióticas, donde las guerrillas que hostilizaban al enemigo
defendía una causa justa y que sus soldados y oficiales la veían, a todas luces, perdida, ya
En lo que al general Santana concierne, es importante destacar que no hubo tal toma
de posesión del puesto de El Número, ya que éste estaba en manos de las tropas dominicanas
desde el momento mismo de la victoria obtenida por el general Antonio Duvergé y su ejército
el 17 de abril recién pasado. Lo único que hizo el general Santana fue sustituir a los oficiales
171
Otro aspecto importante de este parte oficial a resaltar es el siguiente: sin haber tenido
aún noticias fidedignas sobre el paradero del enemigo de parte de los supuestos “espías” que
había enviado, se retira una vez más al Cuartel General de Sabana-Buey, permitiendo así que
nuevamente las tropas haitianas incendiaran la varias veces heroica y no menos trágica ciudad
de Azua.
Así lo confirma el propio general Santana en su parte del 24 de abril de 1849, cuando
informa al general Franco Bidó sobre el incendio de que fue objeto la ciudad de Azua ese
Pedro Santana, General de División y Comandante en Jefe del Ejército del Sur.
Al Ministro de Guerra
Sr. Ministro:
de dar allí mismo la disposición de desembarcar las dos piezas que me remitieron de Santo
Domingo que aún permanecen a bordo; pero como a la media hora después de nuestra
llegada tuvimos el dolor de ver aparecer las llamas que brotaba del desgraciado pueblo de
Azua, pues parece que el enemigo, al sentir que nuestras avanzadas se acercaban,
de ellas, de incendiar, con desprecio del derecho de gentes; por consiguiente, allí mismo se
determinó que las tropas de Palma se embarcaran inmediatamente para llegar a Azua
172
mañana temprano, y que las de otros cantones hicieran lo mismo por tierra, como también
que el general Duvergé pasara a Azua a encargarse del ejército hasta mi llegada, que será
mañana en la tarde.
Aunque el general Santana trata de buscar una justificación sobre las razones que
tuvieron las tropas haitianas para incendiar la ciudad de Azua, lo cierto es que hubo un
descuido olímpico de su parte en tanto Comandante en Jefe del Ejército del Sur, porque él en
lugar de perseguir junto a sus tropas al ejército haitiano en retirada hasta colocarlas de aquel
lado de las fronteras, lo que hizo fue retirarse a su Cuartel General de Sabana-Buey, sin pensar
Pero no conforme con ello, cuando ve las llamas en que ardía la ciudad de Azua, en
lugar de tomar la iniciativa de ponerse al frente de sus tropas y de las del cantón de Boca de
la Palmita, lo que hace es enviar al general Duvergé como encargado del ejército hasta que
él llegara al día siguiente en la tarde, ya que él tenía probablemente cosas más urgentes que
hacer y no podía posponerlas para otra ocasión para ir en auxilio de los azuanos y perseguir
de la que tanto se ufanaron Pedro Santana y sus participantes, no pasó de ser una serie de tres
173
golpes certeros que había recibido en los desfiladeros de El Número, bajo la conducción del
general Antonio Duvergé, tal como aseveran historiadores del talante de José Gabriel García,
El historiador nacional, José Gabriel García, expresa que el general Santana adquirió
preponderancia política en el país, no por las victorias militares obtenidas en las Batallas del
19 de Marzo y Las Carreras, sino por las asonadas militares que urdió contra todos los
gobiernos que tenían como principal divisa la institucionalidad del país, con el único fin de
Veamos:
victorias de Azua y Las Carreras, sino el movimiento reaccionario del 12 de julio de 1844;
de Estado del 18 de Marzo de 1861; hechos inauditos de que se derivaron las hecatombes
del 27 de febrero de 1845, del 23 de diciembre de 1847, del 11 de abril de 1855, del 12 y 18
de otras causas, por la imposición al congreso constituyente de San Cristóbal del artículo
Febrero de 1854 con la del 24 de diciembre del mismo año; por el desconocimiento
arbitrarias y crueles de 1844, 1849, 1857 y 1858, y en última, por la funesta anexión de la
174
República a España” (“Controversia histórica entre José Gabriel García y Manuel de Jesús
En tan sólo unas palabras está sintetizada la biografía política del déspota Pedro
Santana, quien tomó siempre la patria como pedestal para lucrarse de ella, más no como ara
El historiador Emiliano Tejera, en una nota al pie de la carta que envió el general
Pedro Santana al sitiado presidente general Manuel Jimenes, de fecha 25 de mayo de 1849,
la Batalla de Las Carreras, en cuanto al retiro de las tropas haitianas que dirigía en persona
el presidente Faustino Soulouque. Sobre este asunto Tejera se expresa en los términos
siguientes:
“El Gral. Santana falta a la verdad en todo lo que dice del Gral. Duvergé. Este, en
unión del Coronel Francisco Domínguez, peleó heroicamente en El Número i quizás esta
resistencia fue la causa de la orden de retroceso del Ejército haitiano. El General Duvergé
desde el 44 hasta 49 peleó infinidad de veces contra los haitianos, i casi siempre triunfó.
Puso su pie victorioso en donde nunca lo puso Santana: En el territorio que Haití retuvo
13 años de guerra activa contra Haití sólo oyó los tiros del enemigo dos veces: En Azua, de
175
República, i en Las Carreras, en donde peleó con la retaguardia de un ejército que se
El doctor Joaquín Balaguer se identifica con este punto de vista, cuando califica la
Batalla de Las Carreras de “mito” y de “una serie de tres escaramuzas”. Veamos en detalle
“‘Las Carreras’ no fue una batalla campal sino una serie de tres escaramuzas cuya
Soulouque, cuando se posesionó de los cerros que rodean las llanuras inmediatas al río
Ocoa, se hallaba semidestruido por los golpes que recibió en El Número, y se batía en plena
retirada. El propio Santana ha descrito, en los partes de guerra que dirigió al General
Ramón Franco Bidó, Ministro de Guerra y Marina, las tres escaramuzas que los
existió, pues, si no mienten los partes oficiales firmados por Santana, la batalla de Las
Carreras. Las tres escaramuzas conocidas con ese nombre fueron después abultadas, con
triunfo espectacular, el premio que siempre persiguió en sus campañas militares: poder,
176
En esa misma perspectiva se inscribe el historiador Juan Daniel Balcácer cuando nos
dice que los méritos del triunfo de la Batalla de Las Carreras no corresponden exclusivamente
al general Pedro Santana, sino también al general Antonio Duvergé. En ese sentido expresa
aunque muchos historiadores afirman que Santana es el héroe de esa contienda, lo cierto es
que el mérito del triunfo no sólo le pertenece a él sino a Duvergé, quien derrotó las tropas
obstante, se echó sobre sí toda la victoria y se empeñó en restarle brillo a la obtenida por
Antonio Duvergé en el paso de ‘El Número’. La controversia que luego se originó en torno
a quién pertenecía el mérito suscitó en Santana y sus prosélitos mucha ambición; y puede
afirmarse, sin temor a equivocarnos, que el triunfo de Duvergé y su negativa para luego
tornar sus armas contra el presidente Jiménez (como se lo había sugerido el mismo Santana),
se convirtieron en los elementos necesarios para que el futuro Marqués de Las Carreras lo
antagonizara; antagonismo éste que como es sabido culminó con el fusilamiento del valiente
Duvergé…El ejército haitiano en retirada con que se batió Santana ya había sido
previamente derrotado por Duvergé. De manera que el futuro Marqués peleó con tropas
exhaustas, vencidas, y lo que es más sorprendente: ni siquiera logró batirse con el ejército
entero, sino con su retaguardia. Como se ve, la victoria de Las Carreras fue un mito creado
para glorificar al caudillo Santana. Porque parece ser ley infalible de los caudillos el
177
erigirse en héroes sobre bases falsas, sobre acciones libradas por otros, sobre victorias
ganadas por mejores soldados. Y ese fue el caso del Santana militar” (Juan Daniel Balcácer,
1974: 113-114).
de los criterios esbozados por los demás historiadores, el investigador Roberto Cassá expresa
lo siguiente:
no cabe duda de que Las Carreras no hubiera sido posible sin la acción previa en El Número,
relación que ha sido objeto de manipulación con el fin de enaltecer a Santana. Tan es así
que el primer encuentro en Las Carreras, el día 19, antes de que apersonara Santana, lo
mando de la tropa cuando decidió retirarse a descansar a Baní. Domínguez se había situado
en Las Carreras, a orillas del río Ocoa, a fin de aprovisionar de agua a la tropa. Existe la
versión, recogida por García Lluberes, de que en Baní se produjo una tensa entrevista entre
Santana y Duvergé, en que el primero le expresó a éste: ‘Usted es más valiente que yo; pero
Es más que evidente, que la saña desarrollada por el general Pedro Santana contra el
insigne guerrero Duvergé, defensor permanente de la frontera sur, tiene su razón de ser en el
178
prestigio que éste había acumulado al interior del ejército y en toda la República, debido a
sus constantes triunfos frente al ejército invasor haitiano -y que logró una vez más en los
desfiladeros de El Número-. Santana temía que ese liderazgo indiscutible pudiera opacarle la
gloria, el poder y el dinero que pretendía alcanzar con el desteñido triunfo de las tres
participar en las disputas civiles en contra el presidente Manuel Jimenes, en que quiso
involucrarlo el general Santana. Es por esa razón que, pretendiendo inhabilitarlo y quitarlo
de su camino, lo apresa y lo somete a un juicio militar bajo la acusación de ser cómplice del
presidente Soulouque cuando fue hecho prisionero por tropas haitianas en la frontera y
acciones de guerra en Las Matas de Farfán y San Juan de la Maguana, para terminar con la
Santana, descargan al general Duvergé de toda sospecha de traición, saliendo impoluto ante
los ojos de toda la República Dominicana, que siguió con atención los resultados de ese
proceso.
Seis años más tarde, tras sufrir todo tipo de vejámenes y escarnios por parte de los
gobiernos de los caudillos Pedro Santana y Buenaventura Báez, hacia el 11 de abril de 1855
fueron fusilados el general Duvergé y sus dos hijos, Alcides y Daniel, por su firme actitud de
independencia y su indeclinable decisión de no postrarse ante los pies del caudillo seibano.
179
180
CAPÍTULO VI:
181
Tras asumir la presidencia de la República el 24 de septiembre de 1849, Buenaventura
Báez instruye a la flota marítima dominicana a desarrollar una guerra ofensiva contra las
tropas haitianas para “ir a buscarles a su propia casa y hacerles sentir el peso de la guerra
en sus personas y propiedades”. Asimismo, con ello se da por concluido el período que vivió
la República de seis años de guerra defensiva, que había inspirado en los enemigos una falsa
idea de la fuerza con que contaba el país, además de la inmensa ventaja que se le otorgaba de
operaciones en que escenificarían los combates. De igual manera, con esta guerra ofensiva
se buscaba no tener que agotar los recursos de la Patria en continuos preparativos para repeler
Al dar a conocer los resultados de la acción militar llevada a cabo por la flota
Sal Trou, el presidente Báez en un mensaje del 15 de noviembre informa al país de los
REPÚBLICA DOMINICANA
182
BUENAVENTURA BÁEZ
Presidente de la República
Dominicanos! Seis años de guerra defensiva han inspirado a nuestros enemigos una
dignidad nacional agotar nuestros recursos en continuos preparativos para repeler a los
haitianos, cuando podemos ir con tanta facilidad a buscarles a su propia casa y hacerles
legara la pasada administración, dispuso la salida de los buques del Estado, bergantín 27
de Febrero y goleta Constitución al mando del comandante J.C. Fagalde, con el fin de cruzar
sobre las costas del Sur de la Isla, y hostilizar al enemigo por mar y tierra. Esta pequeña
con pérdida, en ambos puntos, de algunos hombres y ganados; la goleta haitiana cargada
de provisiones, apresada a su salida de los Cayos; una balandra y seis barquichuelos más,
tomados y echados a pique; veinticinco muertos y diez y ocho prisioneros que acaban de
entrar en esta Capital: tal es el resultado de nuestros primeros pasos en la guerra ofensiva.
conoce toda la extensión de sus deberes, y está dispuesto a cumplirlo a todo trance.
183
Viva la República!
Viva la Religión!
Viva la Libertad!
Dado en el Palacio Nacional de Santo Domingo, a los 15 días del mes de Noviembre
Buenaventura Báez.
1853:7).
una Proclama al Pueblo Haitiano, en la que expresa que hace seis años que los dominicanos
se separaron de los haitianos, recuperando su independencia, y que a pesar de las falacias que
se han propalado a través de proclamas deben estar persuadidos al presente de que esa
separación es eterna.
Al mismo tiempo le manifiesta que ambos pueblos permaneciendo libres cada uno
bajo su bandera, podrían convivir perfectamente como buenos vecinos, razón por la cual los
invita a buscar la paz que reclaman sus vidas, su reposo y sus intereses. En ese sentido les
recuerda que quienes los gobiernan han preferido arrancarlos de sus hogares, de sus
contra los dominicanos los mandan a recibir la muerte en Azua, en Santiago y en Las
Carreras. Aprovecha la ocasión para recordarle la última campaña en que el general Pedro
184
Santana terminó de un modo tan glorioso, al tiempo que le dice: “ved la confianza que podéis
tener en los hombres que os presentaron vuestra cruel derrota como una victoria” (Emilio
moderación del pueblo dominicano, ya que nunca se ha querido atacarlos en su propia casa,
limitándose hasta ahora a repeler sus agresiones, pero toda paciencia se agota y como no han
querido la paz, le toca ahora su turno de soportar todo el peso de la guerra tanto en sus
Luego les recuerda que cuando los dominicanos se decidan a atacarlos conocerán muy
bien cuáles son sus ventajas y sus debilidades. En ese orden le dice que “por mar y en vuestras
playas podemos haceros cuanto mal nos convenga” (Emilio Rodríguez Demorizi, 1957:
241). En tal virtud les recuerda que la República Dominicana tan sólo tenía tres ciudades en
la costa: Santo Domingo, Puerto Plata y Samaná, que sus fortalezas y murallas las protegen
de cualquier ataque. En tanto que sus costas, por el contrario, están cubiertas de innumerables
haciendas, aldeas, villas y ciudades, construidas de madera, sin defensa y expuestas al pillaje
y al incendio, sin ningún tipo de riesgos para quien lo hiciere. Al respecto, pone de ejemplo
Asquin y Los Cayos, al tiempo que les advierte que no está lejos el día de ver realizada la
amenaza que tantas veces habían hecho a los dominicanos sin llegar a cumplirla: “vuestras
ciudades van a desaparecer y la Nación irá a refugiarse en las selvas” (Emilio Rodríguez
185
El presidente Buenaventura Báez desarrolló varias acciones marítimas ofensivas contra Haití en
186
El presidente Báez les informa a los haitianos que la flota dominicana está bien
armada y equipada, al tiempo que bien mandada, con un número de tropa de desembarco, la
cual ha salido para tomar sus costas y destruir su marina, razón por lo cual le advierte que en
lo adelante deben velar día y noche en el Norte, en el Oeste y en el Sur. De igual manera, le
pide que retiren a sus mujeres e hijos a los montes, abandonen las labores para hacer centinela
con armas en los brazos en la inclemencia y que al retornar a sus casas las hallarán
incendiadas, todo lo cual sintetiza con la frase lapidaria: “Una vez que os dejáis imponer la
guerra por los que os gobiernan, tiempo es que sepáis lo que cuesta la guerra” (Emilio
Al mismo tiempo le recuerda que es a causa de la guerra que sus hijos sufren, que sus
mujeres lloran y que no hay ningún bienestar entre ellos. Sostiene, en fin, que es por culpa
de la guerra que tantos desgraciados de los suyos han venido, como si no tuvieran bastante
terreno, a buscar su tumba en territorio dominicano. Pero le dice que en lo adelante tendrán
que sufrir el nuevo género de guerra que ha comenzado, donde en la medida en que la flota
dominicana captura sus caboteros, aumentará la miseria que los devora cruelmente, con la
En igual sentido les advierte que, si para vengar los ataques, los gobernantes haitianos
quieren arrastrarlos a una nueva expedición por tierra, deben decirles que en la parte Este no
hay más que una sola familia, unidos por la sola resolución tanto de defenderse a todo trance
como atacar decididamente al enemigo. En tal virtud le pide encargarle a sus gobernantes
187
De igual manera le recuerda que ambos pueblos que componen la Isla de Santo
Domingo, podrían vivir mejor intercambiando, con recíproco beneficio, el ganado y el tabaco
dominicanos por su café. En ese orden les dice: “Del mismo modo podíamos navegar
tranquilamente y sin temor alguno por los mares tan hermosos que no diera la DIVINA
PROVIDENCIA, los que os gobiernan no han querido dejarnos gozar de estas ventajas y
han preferido la guerra. Pues bien que los males de la guerra recaigan sobre su cabeza y
sobre vosotros que no sabéis obligarlos a hacer la paz” (Emilio Rodríguez Demorizi,
1957:242).
llevado a cabo el 1ro. de enero contra los poblados de Petit Riviére, Dame Marié y Le Cayé,
REPÚBLICA DOMINICANA
BUENAVENTURA BÁEZ
Presidente de la República
PROCLAMA
188
Dominicanos: Días ha que anhelaba por dar cuenta a la opinión pública de la
segunda expedición marítima sobre las costas de Haití; días ha que para el Gobierno, el
éxito no era dudoso; pero esperaba la llegada del corsario 27 de febrero que aún se mantenía
acechando las velas enemigas. Desde ayer está reunido en este puerto con los demás
La Flotilla dominicana, mandada por el Comandante Fagalde, fue por segunda vez
a las costas de Haití, se fondeó en la Petit Riviére; desembarcó su gente poniendo en fuga la
los habitantes de Dame –Marie; a su retorno, los tres corsarios, el Santana, la Constitución
y el 27 de Febrero, dieron un combate desigual en las aguas de los Cayos: pero el valor es
siempre más fuerte que el número; pues ni de éste pudo aprovecharse el enemigo: cinco de
sus buques sufrieron la vergüenza de verse acosados por dos más, y su pérdida hubiera sido
Sus fuerzas eran dobles; con todo, muy maltratados algunos de sus buques, y con
Ya lo veis, dominicanos, tanto error inspira el que ataca sin contar el número de sus
enemigos; tanto puede el que tiene el sentido del sentimiento de su honor, de la justicia de
Así lo comprendió el Gobierno cuando desde sus primeros pasos pensó en tomar la
ofensiva. Que los valientes hagan el último esfuerzo, que la unión reine entre nosotros, y
salvaremos la República.
189
Viva la Religión!
Viva la libertad!
Buenaventura Báez
La guerra ofensiva que desarrolló Buenaventura Báez contra Haití con varias
embarcaciones de combate, no fueron más que varias escaramuzas para diferenciarse de los
gobiernos que habían encabezado Pedro Santana y Manuel Jimenes, en cuanto al tipo de
guerra defensiva que habían implementado. De esa forma se planteó intimidar a los haitianos
y a su emperador Faustino I, lo que consiguió, al lograr que las grandes potencias sirvieran
de mediadoras en la firma de un acuerdo de paz que duró alrededor de seis años, tras emitir
caudillista frente al del general Pedro Santana y diferenciar sus prácticas políticas con ciertos
tintes liberales de las prácticas políticas conservadoras y autocráticas del caudillo del Seibo.
190
CAPÍTULO VII:
191
Entre los años 1850 y 1855 el gobierno dominicano, con la mediación de las tres
(Inglaterra, Estados Unidos y Francia) logra imponer al gobierno haitiano un “Tratado de paz
definitiva o sino una tregua de diez años entre el Imperio de Haití y la República
guerra entre ambas naciones, sin mengua de la soberanía nacional, se logró que durante cinco
maroteadores haitianos en territorio dominicano, lo que fue rechazo tenazmente por las tropas
contingente de 30,000 hombres, que divide en cuatro columnas: la primera por el Norte, al
mando del general Decayette, quien había sido nombrado por el gobernante haitiano Conde
de Jimaní; la segunda, por el centro, a cargo del propio emperador Soulouque; y la tercera,
es dividida en cuatro brigadas al mando de los generales Miltón, Therlongue, Víctor Joseph
192
y Antoine Pierre, la cual desalojó, después de un fuerte tiroteo, a las avanzadas dominicanas
poder resistir el empuje de los invasores se ve obligado a replegarse bajo fuego sobre Las
Matas de Farfán.
En los últimos días del mes de diciembre de 1855, el general José María Cabral había
sido designado por el presidente de la República, general Pedro Santana, como Jefe Superior
de la Línea Fronteriza Sur, siendo segundo al mando el coronel Eusebio Puello y estando
bajo sus órdenes el también coronel Aniceto Martínez. La carta entregada por el general
Santana al general Cabral rezaba así: “Desgraciado de usted, General, si los haitianos beben
el agua del río San Juan”. Esto significaba, para el general Cabral, una clara sentencia de
muerte.
Los espías enviados por el ejército dominicano a la frontera sur daban cuenta de la
aglomeración de tropas haitianas en las comunes de Hincha y Las Caobas. Ante lo cual, el
general Cabral comprendió que se trataba de una invasión poderosa del ejército haitiano, por
lo cual se apresuró a tomar las medidas que demandaban las circunstancias del momento,
procediendo a concentrar las pocas fuerzas de que disponía en los puntos por donde suponía
el enemigo podría atacar y las tropas dominicanas estaban en capacidad de defender. Esto le
193
Monumento erigido en honor de los héroes y mártires de la Batalla de Santomé.
194
El Gobierno Dominicano no perdió tiempo, procediendo a embarcar para Azua los
regimientos de infantería al mando de los coroneles José María Pérez Contreras y Juan
Ciriaco Fafá; puso a la media brigada de artillería bajo las órdenes del coronel José Leger.
También hizo un llamado a las armas a todo el país, para que estuviera presto a defender a la
del general Faustino Soulouque. De igual manera, las tropas de la provincia del Este y los
batallones de San Cristóbal y Baní desfilaban también en aquellos momentos hacia las
El ejército dominicano hostigado por el gran número de soldados del ejército haitiano
venía retrocediendo. Luego del combate de Las Matas de Farfán, sostenido por las tropas
dominicanas, bajo las órdenes del general Juan Contreras, el mando fue tomado directamente
por el general Cabral, quien escogió el campo de batalla que le pareció más propicio para la
defensa de aquella llanura: el ala derecha estaba cubierta con el fundo de Pepe Herrera; el ala
izquierda estaba situada en el camino que conduce a Chalona; mientras que su centro se
Tres mil hombres del ejército dominicano debían resistir el ataque de doce mil
quinientos que integraban el contingente de las tropas haitianas, al mando del emperador de
Haití, general Faustino Soulouque. A las ocho de la mañana del 22 de diciembre de 1855, las
tiempo después. Los cañones haitianos tronaban furiosos sin interrupción, al tiempo que doce
mil quinientos fusiles descargaban su metralla sobre los defensores de la patria, quienes
195
El general José María Cabral, principal líder militar de la Batalla de Santomé.
196
El general Cabral, atento a las emergencias de aquel combate decisivo, va en auxilio
de su ala derecha, que flanqueaba ante la embestida continua del enemigo, llevando como
refuerzo el batallón de San Cristóbal. Cabral desalojó tres veces a los haitianos del fundo de
Pepe Herrera y tres veces éstos volvieron a ocuparlo, y siguió combatiendo, dejando a los
orden, haciendo acto de heroísmo donde quiera que la oscilación del terreno lo permitiera,
aunque fuera una débil defensa. A pesar del heroísmo de los jefes Juan Contreras, José María
Pérez, Blas Maldonado, José Leger, Bernardino Sandoval, Eusebio Puello, Santiago Suero,
Aniceto Martínez y el general José María Cabral, así como muchos otros que se disputaron
palmo a palmo el terreno, era imposible resistir aquella avalancha de fuego que los diezmaba
Puello y le dice: “Se aproxima la hora de morir; si tú sobrevives, cumple lo que te voy a
guareciéndose en el borde del monte que separa la sabana de Santomé del río San Juan,
El general Cabral había enviado a un ayudante suyo horas antes a buscar el batallón
de Baní, que ese mismo día había despachado para Neiba a dar refuerzo al general Santiago
San Juan de la Maguana. Eran las dos y media de la tarde cuando el batallón de Baní llegó,
197
momento en que entraban las tropas haitianas por los distintos caminos que conducen a la
sabana de Santomé.
recibe al ejército haitiano con una lluvia de fuego, procediendo a encenderse el pajón de la
sabana, al tiempo que el viento arrojaba el humo y la candela sobre las tropas haitianas. Y
Cabral, que había jurado triunfar o morir en aquella jornada, teniendo muy fija la idea de que
“no estoy aquí para cuidar mi vida, sino para salvar la independencia nacional”, empuña una
bandera y le grita a sus soldados: “¡Adelante, amigos míos, la Virgen de las Mercedes está
delante de Cabral y clava su bandera casi entre los pies del enemigo. El batallón se lanza en
pos de su bandera, y el ejército entero, como movido por un resorte, sale del bosque, entra en
la ceniza candente de la paja quemada y se arroja sobre los haitianos con una fiereza jamás
vista.
Las tropas haitianas retroceden ante el primer empuje, pero vuelven a rehacerse y a
combatir. Sin embargo, los dominicanos, que tienen más confianza en el filo de sus machetes
que en las balas de sus fusiles, avanzan siempre, con el propósito de entrar al arma blanca y
sembrar el terror en las filas enemigas, lo que logran de buena gana, segando vidas haitianas
al terrible golpe de sus aceros. Los haitianos intentaron resistir el ímpetu furioso con que se
les atacaba, pero fue totalmente imposible, ya que allí todo era confusión, estrago, sangre y
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cansancio le impidió ir más lejos en la persecución. Entonces, el general Cabral, viendo que
la noche se le venía encima, persigue a los derrotados con algunos oficiales de su Estado
Como en su trayecto, el general Cabral hacía prisionero a todos los soldados haitianos
que encontraba y los enviaba con algún oficial de su Estado Mayor al campamento, se fue
quedando casi solo y al llegar al arroyo de Lora se encontró con el Conde de Tiburón, general
Antoine Pierre, que era el jefe de las tropas haitianas, empeñado en contener la derrota de los
suyos. En ese momento el general Pierre descarga su carabina sobre el general Cabral y éste
a su vez descarga la suya sobre la cabeza del general haitiano, quien cae bañado en sangre,
desmontándose Cabral inmediatamente del caballo para hacerle prisionero. Pero Pierre,
valiente y astuto oficial, se hace el muerto y le echa mano a la espada del general Cabral ante
cabeza del general haitiano con la culata de su carabina. Gracias al estupor de los soldados
haitianos aglomerados frente al cadáver del general Pierre, el general Cabral pudo montar a
caballo y arrastrarle consigo hacia la sabana de Santomé, lugar en el que posteriormente sería
al poblado de Pedro Corto, donde se fortificó con una gran trinchera, teniendo que retirarse
Fue así como el 22 de diciembre de 1855 las tropas dominicanas, al mando del general
José María Cabral, lograron un triunfo completo sobre el ejército haitiano, el cual fue
199
derrotado y puesto en vergonzosa fuga en la sabana de Santomé. En esta batalla el ejército
invasor pierde 695 efectivos, entre ellos el general Antoine Pierre, oficiales, clases y
soldados, así como también 85 cajas de tiros y un abundante equipo militar. Entretanto, las
Los oficiales, clases y soldados que más se destacaron en la Batalla de Santomé fueron
el general José María Cabral, que tenía a su cargo la jefatura y la vanguardia del ejército
dominicano; el general Juan Contreras, quien iba en el centro de las tropas que se enfrentaron
en esta acción bélica; el general Bernardino Pérez, que, aunque mandó a tocar retirada en un
momento del combate creyendo que las fuerzas dominicanas habían sido derrotadas, luego
se reintegró con gran arrojo en la etapa final del combate; el coronel Santiago Suero, quien
estaba al mando de los cuerpos de Las Matas y San Juan de la Maguana; el coronel José
María Pérez, quien estaba al mando del 2do. regimiento del Ozama; el comandante Miguel
Suberví, quien estaba al mando del batallón de Higüey; el comandante Juan Ciriaco Fafá,
jefe del 1er. regimiento dominicano; el oficial Pedro Contreras, encargado de llevar el parte
oficial del triunfo; el sargento de granaderos Marcos Jimenes, encargado de hacer las
exploraciones del terreno y el sargento de tambores Julián Belis, quien tocó fuego y ataque,
haciendo caso a su jefe inmediato, en lugar de tocar retirada, como había ordenado el jefe
superior.
200
7.2. LA BATALLA DE CAMBRONAL
El ejército haitiano que marchaba sobre Neiba estaba dividido en tres columnas
fuertes, cada una compuesta de dos mil hombres. La primera estaba dirigida por el Duque de
Jacmel, general Toussaint Pierre, que operaba del lado de Petitrou para caer al Rincón; la
segunda, estaba bajo las órdenes del Conde de Roseaux, general Pierre Riviere Garat, quien
venía del lado de Jimaní, y la tercera, al mando del general Rebecca, marchaba por la
Descubierta.
Las instrucciones que tenían los generales haitianos era atacar simultáneamente a
Neiba, ocuparla, y allí el general Toussaint Pierre tomaría el mando en jefe hasta llegar a
Azua, donde se pondrían nuevamente bajo las órdenes del emperador Faustino Soulouque.
Baitoa y Las Damas, sin poder resistir el primer empuje de las numerosas fuerzas enemigas,
y temiendo ser envueltas por la columna que venía por la Descubierta, el jefe del regimiento
de los Neiberos, coronel Lorenzo de Sena, tomó la decisión de replegarse hacia la ciudad de
Neiba, salvar las familias y abandonar la población, para bloquearla después de ocupada por
las fuerzas enemigas. Así se produjo, y en la tarde del 19 de diciembre de 1855, las tres
Recibiendo el general Santana informaciones sobre estos sucesos, envió tropas desde
su Cuartel General de Azua para auxiliar al regimiento de los Neiberos, con los siguientes
201
refuerzos: un batallón seibano, al mando del coronel Eugenio Miches; un batallón azuano, al
mando del comandante Elías Jimenes; un batallón de Llaneros, al mando del comandante
Elías Flores. Estas fuerzas llegaron el día 21 de diciembre de 1855 a Barranca, lugar ubicado
entre Azua y Neiba, donde tenía su centro de operaciones el general Francisco Sosa.
Una vez el general Sosa tomó la decisión de atacar las tropas haitianas, el comandante
del regimiento Neiberos, coronel Lorenzo de Sena, se acercó al oficial y le dijo: “General
Sosa, nosotros bastamos para defender nuestro pueblo contra Haití. Aguárdese aquí con los
refuerzos que manda el Presidente; pues queremos que la primera tajada sea de los Neiberos”.
Esa misma noche, 400 neiberos marcharon sobre el pueblo, y al amanecer el 22 de diciembre
se presentaron frente a las trincheras, desafiando a los 6,000 haitianos que las defendían.
Como a las ocho de la mañana, salió a atacarlos la división que dirigía el general
Garat: los Neiberos fingieron estar derrotados para atraer el enemigo a Cambronal, espacio
angosto ubicado a dos leguas al Este de Neiba, lo que consiguieron. Eran las once de la
mañana cuando se produjo el combate y con los primeros tiros cayó muerto el general Garat,
de una bala que le atravesó las sienes. El soldado que lo mató era un joven de apenas 18 años,
quien se apoderó del caballo y de la carabina que Garat siempre llevaba consigo y con la
cual, según la historia, había asesinado al Emperador Dessalines en 1806, con tan sólo 17
años de edad.
202
El mayor general Senneville fue quien reemplazó a Garat, quien apenas salió al frente,
animando a sus soldados ya desmoralizados, cayó herido de una bala en el pecho que le
atravesó la placa de condecoración que llevaba. Eran alrededor de la dos de la tarde, cuando
las primeras líneas haitianas acometidas por el machete de los dominicanos, comenzaron a
retirarse, siendo tal la confusión que se creó a causa de la estrechez del terreno, que
Los valientes de Neiba quedaron dueños del campo de batalla, que cubrían más de
trescientos muertos y heridos del ejército haitiano, quedando en su poder 27 prisioneros, gran
dominicana, tan sólo hubo la pérdida lamentable de cinco personas y trece heridos, la mayoría
de los cuales muy levemente. Esa misma noche las fuerzas auxiliares, engrosadas con las de
Barranca, Rincón y Fundación, marcharon para unirse al regimiento de los Neiberos, que
Sena, destrozaron dos compañías haitianas que cubrían la entrada de la población por el lugar
de Manason, y allí se instaló la avanzada del ejército dominicano. Esa tarde se supo en el
como a eso de las once de la noche, mientras el general Francisco Sosa instruía que al
amanecer se ocupara el cementerio para cortar la retirada del enemigo, los espías informaron
que éste ya comenzaba a desalojar la plaza en completo desorden. Fue entonces cuando
salieron 200 hombres de Barbacoa al mando del comandante José Perdomo a picarle la
203
retaguardia. Esos hombres regresaron al día siguiente en la tarde cargados del botín, llevando
entre otros objetos uno de los baúles del Duque de Jacmel y conduciendo hacia el
En el parte informativo enviado por el coronel Aniceto Martínez a los generales Juan
Contreras y Bernardino Pérez, jefes de las operaciones del Sur, el 24 de diciembre, expresa
lo siguiente:
“Participo a ustedes que anoche hemos llegado frente al pueblo de Las Matas, donde
se hallaba posesionado el enemigo; nos hemos apoderado del fuerte, le hicimos fuego con
una pieza de artillería, y al momento desocupó la población de Las Matas en una completa
derrota, sin haber tiempo de incendiarla, como acostumbra. Nuestras tropas van en su
persecución, hasta ponerlo fuera de nuestros límites” (Emilio Rodríguez Demorizi, 1957:
308).
Esto pone de manifiesto una vez más la clara disposición de las tropas dominicanas a
expulsar del territorio nacional a todas aquellas tropas del ejército expedicionario haitiano
que pretendiera mancillar nuestra soberanía, para despejar la más mínima duda en torno a la
204
7.4. LA ACCIÓN DE SABANA MULA
Sabana Mula, Bánica, en vista de lo cual el emperador, general Faustino Soulouque, se dirige
pretexto de que abandonaron el campo de batalla. Entre los generales y oficiales fusilados en
el poblado fronterizo de Bánica estuvieron los generales Voltaire Castor y Alexis Toussaint,
El 24 de enero de 1856 se llevan a cabo las batallas de Sabana Larga y Jácuba, en las
emperador, general Faustino Soulouque, recibió por premio sendas derrotas vergonzantes
Tanto en Jácuba como en Sabana Larga el comandante en jefe de las tropas haitianas
era el general Paul Decayette y tenía como segundo en el mando al general Prophette. El
primero era del parecer que el ejército haitiano no debía empeñarse en la acción y el segundo
205
era partidario de ese mismo sentir; sin embargo, el general Cayemite era de opinión contraria.
Las opiniones de aquellos no influyeron tanto en el emperador Faustino Soulouque como las
de éste, razón por la cual la noche anterior a las batallas les dio severas órdenes para se
un lado y el general Cayemite por el otro; pero cuando el primero vino a romper el fuego, ya
el segundo estaba desbaratado y en derrota completa, habiendo perdido, junto con la artillería,
mucha gente.
dominicano los esperaba dividido en dos cuerpos: uno acampado en Talanquera, al mando
del general Fernando Valerio, y otro en El Llano, punto más avanzado a las órdenes de los
coroneles José Hungría y Antonio Batista. De manera que al anunciarse la marcha del ejército
Los coroneles Hungría y Batista llegaron a ocupar el Paso de Macabón, pero atacados
por una columna haitiana, se vieron precisados a replegarse. Así lo comprendió el general
Juan Luís Franco Bidó por la aproximación del fuego; y, aunque otra columna haitiana
amenazaba la división del general Valerio, tomó la decisión de sacar de ella una columna
para mandarla en auxilio de los coroneles empeñados, operación arriesgada que encomendó
al capitán José Antonio Salcedo, asignándole como práctico del lugar al teniente Benito
Monción, quienes obraron con tanta actividad, que llegando antes de que la retirada de los
defensores del Paso de Macabón se convirtiera en derrota, los pusieron en actitud, no sólo de
tomar de nuevo la ofensiva atacando con vigor al enemigo, que derrotaron y persiguieron
hasta Guajabo, quitándole una pieza de artillería, sino también de contribuir al triunfo
206
Al darse cuenta los coroneles Hungría y Batista que la división que dirigía el general
Valerio estaba empeñada en una batalla, dispusieron marchar con todas las fuerzas hacia el
lugar en que oían fuego, procurando atacar al enemigo por la retaguardia. Así lo hicieron,
coincidiendo su llegada con el inicio de la retirada del ejército invasor haitiano, que al verse
envuelto por todas partes, se declaró en confusa derrota, dejando abandonada una culebrina
operación militar referida, en la que cooperó también el capellán del ejército, presbítero
Dionisio Moya, fueron ascendidos en el acto, el capitán José Antonio Salcedo a comandante
una compañía, y los batallones que estaban bajo las órdenes de los comandantes Juan Suero
y Juan Rodríguez. En esta batalla también se destacó por su bravura y arrojo una mujer de
nombre Petronila Grau, natural de Monte Llano, jurisdicción de Sabaneta. Esta heroína se
distinguió por su patriotismo a toda prueba en la guerra contra el ejército haitiano, del mismo
modo que lo había hecho Juana Saltitopa, natural de La Vega, en la heroica batalla del 30 de
marzo de 1844 en Santiago de los Caballeros, por cuya destacada participación recibió el
207
Monumento a la Batalla de Sabana Larga, erigido en la provincia de Dajabón.
208
La alocución dirigida por el general Juan Luís Franco Bidó a sus soldados, después
de la batalla del 24 de enero en los campos de Jácuba, nos da una idea de lo ocurrido en la
que las armas de la República han obtenido un triunfo tan completo sobre las huestes
enemigas, que buscando nuevos escarmientos, osó invadir estas provincias, cumplo con los
deseos del Gobierno y los impulsos más sinceros de mi corazón en deciros que habéis
merecido bien de la Patria y que tanto los jefes que habéis tenido en la cabeza como yo,
Soldados: Siete horas de rudo combate en que habéis tenido que reñir con un enemigo
obstinado y fuerte, de 8,000 hombres, disputándoos el terreno palmo a palmo, con toda clase
de armas, debe probaros las ventajas del valor y la disciplina. Dos piezas de artillería,
muertos sin cuento, varias banderas, todo el equipaje del ejército invasor y la total
memoria como momento imperecedero de los laureles que recogen los que luchan por la
libertad y el premio que reciben los que obedecen los ciegos dictados de un déspota.
en este cantón, os felicita por tan brillante suceso. Recibid, pues, esta felicitación y la mía
como la más pública aprobación de vuestra conducta y el justo premio de vuestros esfuerzos.
209
La Patria agradecida se enorgullecerá de llamaros sus hijos y de haber visto nacer
Ejército Dominicano!
El General en Jefe,
De igual modo, el parte preliminar enviado por el General Juan Luis Franco Bidó,
General en Jefe del Ejército del Cantón de Talanquera, nos informa parcialmente sobre lo
“En este momento, que son las ochos de la noche, acabamos de llegar de terminar la
campaña de hoy, y me apresuro a participarle cómo nuestras armas han sido coronadas en
Aunque el enemigo atacó nuestro flanco izquierdo y el frente, por ambas partes fue
desde las siete y media hasta las cuatro de la tarde, dejando por resultado el campo
sembrado de cadáveres enemigos desde Sabana Larga hasta la sabana de Dajabón, en tan
gran número, que me parece imposible contarlos. En nuestro poder se encuentran dos piezas
210
de grueso calibre, muchos prisioneros, oficiales y soldados, cajas de guerras, banderas,
caballos, fusiles y otros bagajes militares. Mañana daré a usted un parte lo más
que todo el ejército bajo mi mando se han comportado con el mayor valor y decisión.-
una al mando de los coroneles José Hungría y Antonio Batista, por el flanco izquierdo; otra
por el flanco derecho, bajo las órdenes de los generales Pedro Florentino y Lucas de Peña; y
división de los coroneles Hungría y Batista, quienes estuvieron batiéndose por dos horas y al
fin el enemigo tuvo que salir en retirada por el mortífero fuego de las tropas dominicanas,
que fueron reforzadas con una columna dirigida por el capitán José Antonio Salcedo.
En esta jornada, los dominicanos le quitaron a las tropas haitianas una pieza de a 4 de
Tan pronto cesó el fuego en esa parte, los integrantes de esta división se presentaron
a Sabana Larga, donde las tropas dominicanas rompieron el fuego y las tropas haitianas en
Jácuba, quedó el campo sembrado de cadáveres, desde Sabana Larga hasta la ceja de
211
Guajaba, próximo a Dajabón. Allí se les quitó otra pieza de artillería de hierro de a 8. La
cantidad de muertos era tan grande que sobrepasaba el millar, entre los cuales había varios
coroneles y oficiales de distintos rangos; se tomaron varias banderas, algunas de ellas con el
águila imperial; muchas cajas de guerras y una gran cantidad de fusiles, así como caballos,
sabana de Jácuba y la mortandad fue terrible. A las cuatro de la tarde cesó el fuego y entonces
el general Valerio llevó al ejército haitiano hasta sus límites, el río de Dajabón. El saldo
lamentable de las tropas dominicanas, aunque parece increíble, fue de apenas 25 soldados,
Las acciones de Cachimán y El Puerto, efectuadas en los primeros días del mes de
febrero de 1856, constituyen los últimos intentos del ejército haitiano por ocupar territorios
Ministro de Guerra, anuncia que encontrándose los haitianos entre El Puerto y Las Caobas,
no tan sólo ocupando esos puntos, sino con sus avanzadas posesionadas del Fuerte de
212
En efecto, las tropas dominicanas marcharon con su acostumbrada decisión de atacar
esos puntos en los cuales se encontraban atrincherados los haitianos, quienes de haberlo
querido habrían podido ofrecer alguna resistencia, por las ventajas en número que llevaban.
Pero bajo la impresión del miedo que le habían causado en el pasado reciente las derrotas
sufridas a mano de los dominicanos, el enemigo, sin esperar ser atacado, emprendió
se apoderaron del fuerte, pusieron fuego a las barracas, cuarteles y trincheras, y continuaron
posición, pero después de un corto tiroteo, los soldados dominicanos le asaltaron, y los
haitianos emprendieron de nuevo la fuga. Allí también se les destruyó todo lo que habían
construido: trincheras, cuarteles, ranchos…, y una vez concluido el objeto del destacamento
expedicionario, se hizo contramarcha, hasta llegar las tropas al cantón de Las Matas de Farfán
El general Pedro Santana dispuso a partir del 6 de febrero de 1856 que las tropas
dominicanas realizaran rondas periódicas sobre las comunidades de Bánica, Hincha y Las
Caobas, de manera que no hubiese la más mínima oportunidad de que las tropas haitianas
pudieran asediar algún punto del territorio nacional o intentaran invadir nuevamente la
República Dominicana.
213
expansionistas. Muy al contrario, en lo adelante se desplegarían esfuerzos conciliatorios de
paz o niveles de apoyo a causas nobles como aquellas desarrolladas por el patricio, general
Francisco del Rosario Sánchez entre mayo y julio de 1861 y los patriotas restauradores de la
anexión a España, llevada a cabo por el entreguista general Pedro Santana el 18 de marzo de
1861, a despecho del sentimiento nacionalista de la mayor parte de los sectores que
de las tropas realistas españolas y su posterior retiro del territorio dominicano el 11 de julio
de 1865.
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