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Nota introductoria

<<Das Unheimlicho>

Ediciones en alemán

L9l9 Imaso,5, ff 5Á, pá'gs. 297-324.


1922 JKSN, 5, páe¡.229-7i.
l9?4 GS, 10, págs; 369408.
1924 Dichtuttg and Kanst, págs. 99-138.
1947 GW, 12, págs. 2?9-68.
1972 SA, 4, págs. 241-74.

Tudacciones en castellano *

1943 <<Lo siniestor>. Eá. 18, págs. 185-212. Ttaduccion


de Ludovico Rosenthal.
1954 Igual tltulo. JR, 18, págs. 151-86. El mismo ua-
ducto¡,
1974 Igual título.8N (9 vols.), 7, págs.24ü-505.

Este rabaio, que se publi«í en el otoúo de 1919, cs


mencionado por Freud en una ca¡ta a Ferenczi del 12 de
mayo de ese año, donde le dice que ha rescatado un antiguo
ma¡usc¡ito del fondo de un caión y lo está tcesc¡ibiendo'
Nada se sabe sob¡e la fecla de su primeta ¡cdactión o sob¡e
la medida en que lo modifícó, pero la nota de Tótcn y tabú
(1912-13) ataáa inlra, pág. 240, Duestra quc ya en 1913
el tema rondaba su pensamiento, y al meoos los pasaies re-
feridos a la «compulsión de repetición» (p,ígs.2]4 y sigs. )
deben de haber sido fruto de la revisión, ya que iacluyen
una síntcsis de gtan patte de Nás ailá del prircipio de phcet
(1)20g), ob¡a a ia que aluden como <<casi conduida». En
la carta a Fcrenczi antes mencionada lc anundaba también
r (ü. la «Advcrtcncia sob¡c l¿ cdición en castcllaro», sapra, pá2-
xtij y n. 6.1

3t+
217
l1
iii;i

G.úc h2.bí3 de didra ob¡l, Ia cual sólo


te¡:¡!¡ado.l bor¡ador rIil
se or¡büca¡la',n año más tarde. Se haiia¡án ¡¡rás rlci,,ilc" ¿i itit
respecto en Di «Nota in¡roducto¡ia» a ese trabaio (cI. áE,
18, páe. 3). itil
La p¡ioe¡a sección del presente esuito plantea, mn su tiil
.*tenr-" .it" de un diccionario alemán, particulares dificul-
tades aI üaductor, Esperamos que los lectores ao sc dcjen [1N
desalentar por este obstáculo inicial, ya que el artículo re-
bosa de un inte¡esante y significativo conteoido, y vá mu- iii
cho más allá de las me¡as disquisiciones lingiísticas. I
ll..::
James Stach:¡' Es muy raro que el psimanalista se sienta proclive a in-
ii.il dagacioná estéticas, Ñr más que a la estética no se la
tffi

;:. ciriunscriba a la ciencia de lo bello, sino que se la designe IH


como doct¡ina de las cuaüdades de nuestro sentir. El psico-
,ár a¡alisk trabaia en ot¡os esÚatos de la vida anlmica y tiene t[t
]G: poco que ver con csas mociones de sentimiento amortigua-
lll d"t, di *eta inhibida, ributarias de muchlsimas constela-
ciones concomitantes, que coDstituyeD casi siempre el mate-
rial de la estética. Sin embargo, aquí y allí sucede que deba if,
interesarsc oo¡ un ámbito determinado de !a estética, pero
en tal iuele t¡atarse de uno marginal, descuidado por
caso
la bibliografía especializada en la materia.
Uno di ellos es el de lo «ominoso». No hay duda de que
pertenece al orden de lo terrorífico, de lo que excita- angus-
ria y horror; y es igualmente cieno que esta palabra no
siempre se usa en un sentido que se pueda definir dc ma'
neraiajante. Pero es lícito csPeral que una palalra-concepto
Darticular contenqa un núclm que iustfique su empleo. Uno
querría conocet áe núcleo, que ecaso permita diferenciar
algo «ominoso» dentro de Io angustioso.
Ahora bien, sob¡e esto hallamos poco y nada en las pro-
li]as exposiciones de la estética, que en general prefieten ocu-
parse de las va¡iedades del sentimicnto arrte 1o bello, gran'
áioso, atractivo (vale deci¡, positivo), de sus condiciones
y los asuntos que lo provocan, y no de lo contrastante, re'
íulsivo, penosó. Dci lado de la bibliografía médico-psico-
iógica, sólo conozco el trabaio de E. Jentsch (1906), rico
i peio no exhaustivo. Por lo demás, dcbo confesar que por
iazones fáciles de co)e¡ir, propias de esta época,r Para este
pequeño cnsayo no he examinado a fondo l¿ bibliogratía,
].,
cn particular la de lengua extranjeta, y Pot eso no sustento
anti e) Iectcr ninguna preiensión de priotidad
É
1 [Une alusidn a la P¡imcr¡ Guen Muodial, que acababa dc
3_ t8 ¿ fin¡lizar.l
3
§§ 2tI
§
zta *F 2t9
lentsch &,qga coa pleno derecho, como una d.ificultad
¡ara cl c=;3c de lo cr¡inosc, que difé¡e¡ter ,nu..I En general, jentsch no pasó más allá de este ne¡o de
tran mu.r érersos grados Cr sensibüdad "".r""a,
ot" * ári ioondnt¡su run lu ¡¡ú!.düsü. iiáa la coad;ión cscaciai
""t. nuevo ensav;
del senticz¿ato. Y ea ve¡da..l, el auto¡ de este para Ia ocutcncia del sentimientó ominoso en l¿-'-irccrti-
tiene que rgvelar su panicular embotamiento * ará,í"- dumbre intelectual. l¡ ominoso sería siempre, en verdad,
teria, dorb Io indic¡do sería poseer un; mryo, algo denüo de Io cual uno no se orierta, por asl deci¡.
sensiriva. llace ya latgo ticmpo que no vivencia ni "guJá
ti".," Mienuas mejor se oriente un hombre dcntm de su medio,
noricia ¿e oada que Ie provoiase ia impresión d. io ;;i: más difícilmente recibirá de las cosas o sucesos que hay en
noso, y p¿,r 60 se ve precisado ante todo a mete¡se dentro él la impresión de lo omiooso.
de ese scaimiento, a despertar su posibilidad d.ot.o J. .i. Fácilmcnte ¿preciamos que esta caftrcterización no es
Por cie¡o que- también en muchos ót¡os ámbitos de l. esá exhaustiva, y por eso intentamos i¡ más allá de Ia ecr¡ación
tica hay *zmdes dificrltades de esta lndole; omi¡oso: no famü¿r. P¡ime¡o nos vohemos a otras len-
ello desc¡peraremos de eDcontrar casos er oue -r, no-po, guas. Pém los diccionarios a que recr¡¡dmos Do nos dicen
ese di"^"u-
tíble catkta sea aceptado sin vacila¡ por la mavoría. nada nuevo, quizá sólo pot el hec-ho dc que somos extterr-
Puedetr €rtonces emp¡enderse dos iaminos: áesoui.a" ul jeros en esas leng¡as. Y hasta tenemos Ia impresión de que
signiÍícaÁo que el desarrollo de la leng;a se¿iÁeoi¿ en l" nucl¡as de ell¿s ca¡ecen de ula palab¡a para este pa¡ticuler
palabra «ominoso», o agrupa_¡ todo aquiüo qu" * p.r.*r, matiz de lo ter¡orffico.
y cotas, i-opresiones sensoriales, vivencias y situaciones. des- Debo expresar mi deuda con el doctor Theodor Reik por
pierta en nosotros el sentimiento de lo oÁinoso, dilucidan- los siguientes extractos:
do el caráte¡-esco¡áido de lo omi¡oso ;;;L d;-rlg;
común a rodos los casos. Revelaré d"rd." ," o". i-uZ. LerÍN (K. E. Georges, Deatsrblatcinircbes 'Vórterbach,
caminos llñ'an al mismo resultado: lo ominlro t 1898): Un lugar ominoso: locas suspectnsi en una noche
va¡iedad de lo te¡¡orífico que se remonta , lo .onráL;do
"qu.ll, ominosat iítempest¿ nocte.
de aatigrro a- lo familiar desde hace largo tiempo.
¿Cómo es
Gntrco (diccionarios de Rost y de Schenkl): lÉuog (es
posible que Io famüa¡ devenga ominJso, t.riorifr-.o. , .n decir, aieno, extraño).
gué condiciones ocu¡¡e? Ello se ha¡á oatente en Io"ou. IruclÉs (de los diccio¡a¡ios de Luces, Bellows, Flügel,
1igue. Punrualizo aúD que esta indagación procedió en reili- Muret-Sanders) : uxcomlortable, unea», glaofl!, ¿isn¿L, url-
dad por eI camlno de ¡eunir casbs sin^ulires v sólo desoués canny, gbastly; (de una casa) baantedi (de un hombrg) ¿
fue cor¡obo¡ada mediante lo qo. .rübI... á ;;; iJiil;. rcpulsiue fellou. ' v
tico. No obstanre, en esta exposición he de seguir el camino FnencrÉs ( Sadrs-Vlllatte) : itzquié t¿nt, sinis tte, ltgubre,
ioverso. mal á sot aise-
Esneñol (Tollhausen, 1889): sospochoso, de mal agüe-
ro, lúgubre, siniestro.
La palabra alema¡a <runheimlicá» * es. evidentemente.
lo op.uesto de «beinlicb» {«Ínrimo»}, .lr¡*irri, t"iiÁéil El italiano y el portugués parecen conformarse con pa-
tico»), <z'ertraul» («familiar»); y puede inf.rirr. qu. es labras que calificaríamos de paráfrasis, micnmas que dn ára-
argo terroritrco..tusramente porque zo es consabidó be y en hebteo, <unbeimlicb» coincide con «dámoníam»,
karnt.) ní familia.r. Desde luego, no rodo lo nuevo y{áe- no
.,horrendo» .
iarnil,Ír- es ter-rorífico; el nexo no es susceprible de i;ve¡- Volvamos entonces a la lengua alemana. En Daniel San-
'lVórterbuch
sión. Sólo.puede decirse que Io novcdoco ,. iu.lr" f¿.iir*. dcrs, der Deutschen Sprocbe (1860, 1, pág.
te te¡ro¡ífico y ominoso; algo de lo novedoso cs on,inoso. 729), se cncuenüan para la palabra .kinlicb» las siguien-
prro no tcCo. A,lo nucvo y no frmiiiar tieire que agregai.se tes indicaciones, que trascribo por extenso y en las quc
argo que lo vuelva ominoso. destaco en bast¿rdillas algunos ¡'asajcs. *

_-l {Ténc.t. en cuent¡ que «un+> (en <athcinlich») cs prcfijo dc ' (En la t¡¡ducciún dcl fragmcnto dcl dirionrio dc Sandc¡s quc
ncgactón.) si6uc e contiouación sc han omitido algunc dctellcs, tcfcridos prin-
cipalnrcntc a la fucntc dc las citas.)
&2o
2¿J
220
221
«Heimlich, adj.; sust. Heinlichkeit (pI. Heinticbkqiten\
: .1"! c¡e¡ri:¡:lo atish: en tr ce!,]¡". "C:!so :' s¡able',,
,r1. T"q,bién Heinelicb, beimelig, perteneciente a ',¡ casa. heinlich, / el mejor.sitio que podrían desear para el reposo".
no a¡eno, familiar. doméstico, de confianza e íntimo, Io quc "El no se sentía nada beinlicb st eso''. También [en
¡ecuerda al te¡ruño, etc. compuestos]: "El lugar era tan apacible, - tan solitario, tan
»4. (Aaticlado) Pertenecienre a la casa, a la familia, o umbrlobeinlicb." Las ol¿s se alzaban y morían eo la playa,
que se considera perteneciente a ellas; cf.'latín t¿u¡li)¡r' como una canción de sr¡a-beimlicb que mef,icra ensueños".
t3mihat Die Hcinlichen,los que conviven ,n l^'. o, D)) Véase en especial U¡beinlich Íinha\. Sobre todo en auto-
beimlicbe kt (Gen. 41:45; 2-San. 23:2): 1 Crot- Di1, res suabos, suizos, a menudo t¡isílabo: "Cuán heinelicb
\ab-. .8:4)l,* hoy más usual Gebeimer Rai volvió a sentine Ivo al atardecer, de regreso al hogar", "Me
{conse¡em piil
vado). scntl taa beimelicb eri la casa...". 'L¿ cálida habitación,
»á.- De a¡imales: doméstico, que se acerca confiadamen- la heimdige §esta". "Esa, esa es la verdádera Heimelig:
te al hombre; por oposición a ..ialvaie,,; p..i, ilÁoi."i., senti¡ el ho¡ob¡e er¡ su comán c¡án poca cosa es, cuán
que no soD salva,ies ni lteimlicb, etc.,,AliÁales graode es el Señor". t'Fueron mbra¡do confianza y sintién-
salvaies
(...
) cuando se los cría beinlicb y acostumbrados a'la áose beinelig entle ellos". "La lntima Heimeligkeit". "En
gente". "Si estos a¡imalitos so¡ criádos con los hombres ninguna parte esta¡é Eás beinelbh que aqul". "Lo que vie-
desde pequeños se vuelven totalmente b"¡*Ut .-Á**rÁ; ne de leianas tie¡ras (... ) cierumente no üve del todo
ttc. Entonces, también: ,.EI (el cordero ) ,"'^i iiúi¡"i beimelig (como nativo, avecindado) con las gentes". "La
-
y come de mi mano". "Pero la cigüeña ei un pájaro her- cabaña donde ohora solla desca¡sa¡ ent¡e los suyos, tan
moso y beimlich". beimelig, tan iubiloso". "El guadián de la torre hace so-
»c. Confiable, propio de Ia ent¡añable intimidad del te¡¡u- nat heinelig su cuemol*y su .zoz invita, hospitalaria". "Ahí
ño; el bienestar de una satisfacción sosegada, etc,, una calma se duerme envuelto m tanta suavidad y calidez, tan mara-
placentera y_ una protección ,.gur., .orná Im qu.'proao." i, vilTosamente beimelig". Esta acepciór debetía generalizar
casa, el recinto cerrado dt¡ndi se mora. ,,¿§igues sintién-
-
se d lin de que la palabra genuina no calera en desuso a causa
dote beimlicb en la coma¡ca donde los extüñás me¡odean de una xatu¡al cottlusión cox 2 fvéase inlru). Cf.: "'Los
por tus bosques?". "Ella no se sentía muv beimlich co¡ Zecks f:un patronímicol son todos heiolich (en el sentido
2 )'- '¿Heirnlich? ¿Qué entietzde asted por heimlicÁ?'. 'Pues
é-1".
,"Por una alta senda umbúa, beirtlicb, (. . . ) siguieir- ( . . . ) ne ocurre con'ellos lo qae con an mua¡tial sumer-
do el torrente rumoroso que puebÍa el bosque'de ,uru-o*;,.
"Dest¡uida la Heinlicbkeit áel te¡ruño .ntrrñ"bI.,,. ,,No gido o rn lago detecado. No se puede andarl's enc.ma six
fue fácil hallar un lugarcito tan familiar y beinlicb,'.,,La tener la impresión de que er cualqaiel tnorncúo pod.ría ool-
imaginábamos tan cómodo, amable, apacíble v heinticb". uer a surgir el agua'- 'Ab, íosotros lo llamtmos wheimlich;
"En Heinlicbkeit, rod,eaáo de cei¡adas páredes,'. ,,Un
qyiera ustedes lo ll¿mar heimhch. Pero. . ., ¿en qaé le encuentra
usted a esa lamilia algo de ditiírula¿o o sospecboso?' (Gtz-
-casa diligente que con muy poco ,rb. .rat un,
ama de
Heinlicbkeit (calor hogateño ) que iontenta,,. ,,Tanro más kow) ".
beimlicb se le to¡nó aho¡a el hómb¡e que apenas un rato »/. Especialnente en Silesia: lubiloso, despclado; también
antes Ie parecía tan extraño,', ,,t os propietariás protestantes se dice del tiempo-
no se sienten ( . . . I beirulicb ent¡e suJ súbditoi catóüms,,. »2. Mantene¡ algo clandestino, ocultarlo para que otros
"Cuando todo se vuelve beintich y quedo, y sólo la paz
/ no sepan de ello ni ace¡ca de ello, escondérelo. Hacer algo
*^{AIgunas du Ias ¡eferencias beinlicb, o sea a espaldas de alguien; sustaer algo heinlícb;
, bíblicas d¡drs pot el diccionario eocuentros, citas heinlicb; alegrarse beimlicb de la desgracia
de Sanders son c¡róneas. Por cjcmplo, aquí no es <I C¡on. 12:25»
$nc_ «l Cior. 11:2J»: «A csre puso David en su conscio» fvcrsión ajena; suspirar, llorar beimlicb; obtar beinlicb, como si uno
dc (-asjodo¡o de Reina Sociedades Bíblic¡s U¡icias). Eí or¡cs r¡sos orviera algo que ocultar; amor, amorío, pcalo beinlicb;
puede t¡ate¡se de discrepaacias entre la v€rs¡ó
aliman, v l, caste-
llane, como en 2 Rrycr IO:27 (cirado ¡l final de la oápina iioric¡rc):
lugares beimiicb (qúc la decencia impone ocultar) (I Saze.
«lJeúo-trc¡cn Ia casg de Baal (...) y Ia convirrieró ):(.). "El beimlicb gabircte (ei escusado )" (2 Reyes l0:
in cloic, hasi" 27).* También, "la silla beinlicb". "Amoiar en sepulcros
:lq" E".d. lgyf (Sociedades Bíbticas Unidas); "y dcrribaron i¡ casa
Daál, e hrcléront. ¡eces¡tir h¡sr¿ hoy" (Biblia
dc Jerusalén).) r {Véase la trota ¿rtcrior de l. tr¿du.rióo cá.tdlaoa.}
222
2zz
))1
22)
o en Heimlicltkeitez". "Conduio heimlich las yeguas atte si¡o que pertenece a dos círculos de reptesentaciones que,
Laomedón". _ :'Tan -sigüos<.r, hiiuii"i,, astu,,t y ,-,,"i._"""
sin ser oput¡,r", §uú drLüüs entic 3í: 3l dc lo Íl:::lir¡ ;'
hacia los amos crueles (.. . ) c:mo franco, abierto, compa- agradable, y el tl,- lo dandestino, lo que se maoüene oculto.2
sivo y servicial bacia el amigo en apuros". "Todavía debes También nos enteramos de que tnbeimlitb es usu¡l como
conoce¡ lo beinlicb oue es más santo en mí". "El artc ..¡ oDuesto del primer significado únicamente, ao del segundo.
beinticb (la magia)". "En e.l momento en que las cosas ya S'ande¡. no nlos dice náda acelca de un posible vínculo gené-
no pueden ventilarse en público comienzan las maquinaciones
tico entre esos dos significados. En cambio, tomamos nota
heinlicb". "Liberad esia coosigaa cr.rchicheada pbr los con- de una obsewación dá Scheiling, quien enuncia acetca del
iurados beimlicb, y el grito de batalla de los que se levanta- concepto de lo unheimlich algo enteramente nuevo e impre-
¡on en priblica rebelión". "üna acción sa¡ta, heirnlicb". visto. Nos üe que unheimliiá es todo lo que estando des-
"Tengo raíces que son bien beimlich; estoy plaatado hondo tinado a perman-ecer en secreto, en lo oculto, ha saüdo a
en este suelo". "Mis t¡aiciones áeizüci". "Si é1no lo recibe la lt¡2.
abietta y escrupulosamente, acaso lo tome beimticb e n*- Pa¡te de las dudas asl suscitadas se nos esdarecen me-
crupulosamente". "Hizo const¡ui¡ telescopios acromáticos
diante las indicacio¡es del dictíona¡io de los hermanos Grimm
heimlicby seuetamente". "Desde a[ora, qr.iero que no haya (1E77 , 4, parte 2, págs. 873 y sigs.). kemos:
nada beimlich ente nosot¡os". "Descubrir, revelar, delatar
las $eimlicbkeiten de alguien". "Maquinar Heimlicbkeiten «Heímlicb; adi. y adv. aemacalas, occultas; IvIIJD
*
a_ mis espaldas". "En mi tiempo Dos dedicábamos a la
beinelicb, beinlicb.
Heimlicbkeit". "Sólo la mano del intelecto puede desata¡ el
»(Pág. 874:) En sentido algo diverso: "Me siento beh,t'
impotente sortilegio dela Ileimliebkei¿ (de1 á¡o escondido)".
lich,blen, übre de temo¡" . . .
"!í dónde lo esmndes (. .. ) e¡ qué sitio de callada Ilein¡- »13) b. Heinticb s también el sitio libre de fantasmas ' ' '
lichkeit" . " ¡Abejas que destiláis el iello delas Heimlichkcitet
(la cera de sellar)!". "Instr¡rido en ra ras H eimlichheiter (at »(Pág.875: p) Familiar; amistoso, confiable.
tes de encantamiento) ". ,1. óesde la noción de lo entrañdble,lo hogarcño, se desa-
»Pa¡a los courpuestos, véase supra, Ic. Nótese, en parti rrolla el concepto de lo sustraído a los oios oienos,lo ourlto,
culat, el negativo "¿¿-": desasosegante, que provoca horror lo secrcto, plasnado rambién en múkiples coitexros. . ' .
angustiosd. "Le pareció uxbeimlicb, espectral". "Las ho¡as ,(Páe. 8i6: ) "A la orilla izquierda del lago se extiende
' te[¡erosas, unbeinlicb, de la noche". "Desde hacía tiempo r¡ ora{o heimlich en medio del bosque . ' ' " ( Schiller, Gzi
tenía la sensación de afgo atbeimlích y aun homoroso en mi Ite,ito Tett,I, 4). (... ) Licencia poética, inhabitual en el
ánimo". "Aho¡a empieza a volvétseme uxbeirulicb". "Siette uso moderno (. ..) Heinlicb se us¿ asociado con un verbo
$.
un horror anbeimlicb". "Unbeinlicb y deso como una esta- oue desisna la accián de ocultar: "En el secreto de su taber-
¡ua". "La anbeimlicb niebla que vela la cima de Ios montes". ,iá.rlo ,i. oal¡ará heimlicb" (salnos 27:5\. (. .) Par-
"Estas pálidos ióvenes son anbeinlicb y traman Dios sab€ ¡es heimlich del cuerpo h'tmato, pudenda (. - ): "Quie'
qué maldades". " 'Se lldna uñrcimlidt a todo lo que estando nes no morían eran héridos en las partes heinlicb" (7 San'
§
destinado o penndnecer en el secreto, en Io ocslto, (...) ,:'
5:12).. .**
h¿ salido ¿ la luz' ( Scheffing )". "Velar Io divino, rodearlo .l
:
de una cierta U nbeinlicbkeit".- Es inusual Uxheiwlicb ?
É [Sceún el Oxlord En¿tith Dictio¡ary, una aobigücdad similar
la oal¿bra inslcsa «¿¿4rr», quc lanto pucdc slgnutcat «ro¡r»
cúmo opuesto al sentido 2»>.
- oosce
?".o"fortiblco) coÑ ocndoucd uith occult or rndg¡.¿l poucrt' lsdo.
t iado dc po,Jeics mágicos u ocultos»; "Unheinlicb» es traducido al
De esta larga cita, lo más i¡tetesante parl noso[ios es que intlés ¡or <uac¿nnvl.l -"alto
". iÁ¡."uirtura je alemán mcdio», lcngua hzbladz por los
la palabrita bein icb, entre los múltiples matices de su sig- habitames dc la Alu Alcm.rnia entre los años 1100-1)00 aproxima'
nificado, muestra también uno en quc coincide con su opues- 3 damenrc.)
tt uul:einlicit. Pcr consiguiente, lo beinlich deviene ¿z- *' fvársión de Socicdadcs Bfblicas Unirlas: Snlaot 27 5: tPorqr¡c
heinlich. ( cf . la cita de Guekow: <.Nosot¡os lo llamamos .ts
rF él me csconde¡á en su t¡bernlcr.rlo cn el día dcl m¡l; ocult¡táme cn
.r- lo ¡cscrvado dc su ¡abcllón»: 1 San. 5:12: oY los que no morían
u»beinlicbi ustedes lo llamzn heimlicb'>.) En general, quc' c¡an hcridos de hemonoides". (Véasc sn\a, pág.222, la nota de Ia
damos advertidos de que esta palabra bciilich ní., ,niro.., 4 rraducción castcllo¡a.))

2a1 $
&
2zs
224 225
*
que. emiten conseios sobre importan tes
_. :.:^I:1.i:i!*
.-".j.""__-,
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.jJ({uv quc úci^,¡ ¡ua¡¡.crrclsc crr ¡cl-rÉrlr son iia- inerte». rnvocando oa¡a cllo la impresión que nos causan
mados - unas tiguras de cera, unas muriecas o áutómátás <ie ingeniosa
beinlicb"; en el usó actual, ese adietivo
conseieros
es-sustrturdo por ¿ebeim {secreto} (.. . ,,El fa¡aón construcción. Menciona a coniinuación lo ominoso del ataque
) iamó :t:lj¡t'ico y de las manifestaciones de la locum, pues despier-
a José 'declarador áe lo
41 45).
oculto, tárilrri ¡"¡r¡iil;; Grl talr .¡ cl espcctador sospcclas de unos p¡ocesos automáticos
»(Pág. 878;) 6. Heinticb para el conocimicnto: mísrico. que se ocultarían quüá ras la familiar figura
- -mecáoicos-
de lo animado. Pues bien; aunque esta puntualización de
alegó¡ico; significado beimlicb: mysticus, diuinas, occal ra
l, Jentsch no nos convence del todo, la tomaremos como punto
liguratus.
»(Pág.-878:) Luego, beinlich es en otro sentido lo de partida de nuestra indagación, porque en lo que sigue
sus- nos remite a un hombre de letras que desco[ó como ninguno
t¡aido del conocimiento, Io incotrciente. (... ) Aho¡a bien.
como consm¡encia es beinlicb taobién lo ¡ese¡vado. lo en el a¡te de producir efcctos ominosos.
inesc¡utable (... ).,¿No ves que no confían en;it-i;;;
el tost¡o beinlicb del dugue de Friedland,, (Schiller,.Vallen.
stetns llget, escena 2). Escribe Jeotsch: «Uno de los a¡tlicios más i-ofalibles para
»9. El signilicado de la escoldido., peliwoso. aue producit efectos omi¡osos en el cuento litera¡io consiste e¡
se d.es_
t(ca ei el paligralo arrteior, se desáriolli todiaia n,is. ie dejar al lector en la i¡ce¡tidumbre sobre si una figura deter-
suerte .qae 'beinlicb" cobra el sentido que suele asigtt'orse minada que tiene ante sí es una persona o un autómata, y
a "azbeimlich". Así: "A veces me ocurre como a ouien de tal suerte, además, que esa futce¡tidumb¡e no ocu¡x el
anda en la nc-i.; y cree en aparecidos: ."¿r-ri*Oi i"'1. centm de su atención, pues de lo contrario se verla llevado
a-ntota beimlicb y espeluznante" (Klinger, Theater, a indagar y adarar al instante el proLlema, y, como hemos
298 ) ».
), pág.
dicho, si tal hiciera desaparecería fácilmente ese particular
rfecto sobre el sentimiento. E. T- A. Hoffmann ha realizado
Entonces, beimlich cs una palabra quc lra desarrollado su con éxito, y repetidas veces, esta maniobra psicológica en sus
. cuentos íantásticos».
significado siguicndo una ambivalencia basta coincidi¡ al fjn
.on su opuesto, s,theimlicb. De algún modo, arbeimtiih es Esta observación, sin duda cotrecta, vale sob¡e todo para
una va¡iedad de beinlicb. Unamos iste ¡esuliado todavía no el cuento .,El Homb¡e de la Areoa», incluido en las N¿cbt-
stücker lPiezas nocturn,rs) de Hoffmann; { de. é1, la figuta
bien escla¡ecido con la delinición.qrc Schc:';¡gr ¿ j.-i" de Ia muñeca Olimpia ha sido tomada por Offenl¡ach para
Vr!r!f!kl.La indagación detallada .l_, lo, .rrJ, d. lo úr-
befirlrcb lomít:,oso) nos permitirá comprender estas indi_ el primer acto de su ópera Los caentoi de Hol!íraru.'No
obstante, debo decir espero que la mayoría de los lecto-
caclones. -y
¡es de la historia estarán de acuerdo conmigG- que el mo-
tivo de la muñeca Oliropia en apariencia animada en modo
alguno es el único a1 que cabe atibuir el efecto incompara-
blemente ominoso de ese telato, y ni siquiera es aquel al que
II correspondcría imputárselo en primer lugar. Por cierto, no
contibuye a este efecto el hecho de que el autor ímprima
. Si aho¡a procedemos a pasa¡ revista a las pe¡sonas y coses,
rmpreslones, proccsos y situaciones caDaces de desoerta¡nos
al episodio de Olimpia un leve giro satírico y lo use para
burla¡se de la sobrestimación amo¡osa del joven. En el
coo parricular intensidad y niridcz el sentimienro de lo omi- cent¡o del ¡elato se sitúa más bicn otro factor, del que por
noso,.es evidente que e[ primer requisito será eleg;r un lo demás aquel tona también su tít'-rlo y que rcto¡na una
ejem¡lo apropiado. E. Jenrsch destacó como caeo nor;blc Ie y ot¡a vez cn los pasajes dccisivos: el motivo del Hombte
«duda sobre si cn verdad es animado un scr en aorriencia de lc Areru, quc arrance los oios a los niños.
vivo, v, a la inversa, si no puede rene¡ alrna .iÉri, coffi El estudiante Nathanicl, de cuyos recuerdos iofantiles par-
te el cuento, no puede destcrrar, a pesar de su dicha pre-
^r.
[En la vctsión origina) de esre rrrbajo [919) se lcí¡ aouí
«)chlclefñachet», noloriamente un error,] r Hoffmaon, Sánrliche Wcrk¿, edición dc Grisebzch, 3.

217
226
227
sente, los recue¡dos que se lc anudan a la enismátic, v
térin- .-illc: !!:¡ne,¡te. i¡-c que serán erhados a los oios del niño:
flr¡ca m¡rq¡te de su arDado padre{ Llertas veladas la i,l
mad¡e
solla. mar¡da¡ a Ios niños temp¡a¡¡o a la cama con
est,
;' en ambos casos, para que los ojos seJe salten. Un ano
tencra: «¡Viene el Homb¡e de la Arena!»; y en efecto, después, tras otra visita del Hombre de la Arcna, el pa&e
"due¡-
" en muere a raíz de una explosión en su gabinete de rabar., el
cada ocasión el niño cscucha Ios pasos ,or";o,
que. requiere a su padre para esa velada. Es cie¡to que
ie;;;;i;;r" abogado Coppelius desaparece del lugar sin dejar rast*,,:
Ia Luego, cl estudiante Nathaniel c¡ee ¡€conocer esta figu¡a
madre, preguntada acerca del Homb¡e de ]a A¡ena.'nieoa
que exista: es sólo una manera de decir; Dero ,n te¡¡orífica de su infancia en un óptico ambulante, un italia-
,"t" no llamado Giuseppe Coppola que en la ciudad universitaria
da¡ noticías más posirivas: oEs un homú¡á ÁA" "u,
a los niños cuando no quieren irse a la cama v "rá-¡"*. donde aquel sc encuentrá le ofrece en venta u!¡os batómc- |il
jes a¡roia
puñados de a¡ena a los ojos hasta que estos. LaAados Jn tros y, cuando declina comprarlos, ag¡ega: «iEh, barómetrbs
no, barómeuos no! ¡Vendo también bellos ojos, bellos ojos!».
sang-re._ se les saltan de Ia cabeza; después meie
los oios en El espanto del estudiante se calma al advertir que los ojoó
una bolsa, y las noches de cuarto creciente ,. lo"il.uá p".,
dárse.los a come¡ a sus hijitos, que están allá, en el nido.
ofrecidos resultan ser unas inocentes gafas; le mmpra a .
v Coppola un prismático de bolsillo con el que espía Ia casa
ttenen uDos piqübs cu¡vos como las lechuzas; con elio;
ptcotean los ojos de l¡s c¡iatu¡as que se portan mal», Iindera del profesor Spalanzani, donde divisa a su hija Olim-
pia, bella pcro enigmáticamente silenciosa e inmóvil. Se ena-
.$,unque el pequeño Nathaniel ya era demasiado crec.ido mota perdidamente de ella, hasta el punto de olvidat a su
e mtelrgente para dar crédito a esos espcluznantes at¡ibutos
inteligente y serena novia. Pero Olimpia es un autómata d ll
a la.figura del Homb¡e a. il ¡."r, f, ,"errti,
"C*C.ri?"
ante que Spalanzani le ha puesto el mecanismo de relojerla y
él lo dominó. Resolvió averiguar el aspecto que ienía.
Coppola Hombre de la ,,funa- los oios. El estuüante
y. un.atardec_er e¡r que orra vez lJespeiaban
,. .rÉon¿J-.i -el
sorprende a los dos maesfos disputando por su obm; el
el gabrnete de rrabajo de su padre. Ál llesar cl visitante. lo
¡econoce. como cl abogado Coppelius, uná personalidad
óptico se lleva a la muñeca de madera, sin ojos, y el mecá-
pelente de quien Ios niños solían ¡ecela¡ en'aqucllas
re_ nico Spalanzani arroja al pecho de Nathaniel los olos de
ocasiá- Olinrpia, quc permanecían en el suelo bañados en sangre;
lls en que se presentaba como convidado a almorzar; iden-
trtrca, entonces, dice que Coppola se los ha hu¡tado a Náthaniel. Este cae
a ese Coppelius con el temido l{omt¡e de presa de un nuevo ahque de locura en oryo d.elirium se
ra A¡ena, ya eD lo que sigue a esta escena el autor
nos hace aúnan la ¡eminiscencia de la mue¡te deI pad¡e con la impre-
v auoar: icstanos l¡eote a un primer deliriuu del niño ¡o-
seído por Ia angustia o a un informe que hubiera sión (¡csca: «¡Uy, uy, uyl ¡Círculo de fuego, círculo .le.fu:
de con'ce-
birse como ¡eal en el universo figurarivo del ¡elato? Su
go! ¡Gira, cí¡culo de fuego, lindo, lindo! ¡Muñi , rita de
padré i elJruésped hacen algo .on ,in U.rr.ro madera, uy, bella muñequita de madera, gira!». Se arroia
á. li;;;"; entonces sobre el profesor, el presunto padre de Olimpia,
carbones..El pequeño espía escucha exclamar a Coooelius:
<(¡U,o, ven aquíl ¡Ojo, ven aquílr,; el niño se con ánimo de esrangularlo.
d.iaia con Recob¡ado de una prolongada y grave enfermedad, Natha-
sus gl|tos_ y es capturado por Coppelius, quien
se ¡rooone niel parcce al fin sano. Ha recuperado a su novia y se pro-
echarte a los ojos unos puñados de carboncillos a¡dientá
to_ pone desposarla. Un día, ella y él pasear por la ciudad, sobre
mados de Ias llamas., para después arrojar aquellos al brase-
cuya plaza mayor la alta torre del Ayuntamiento proyecta su
¡o. -El padre inrercede y salva los o.ios del niño. Un
o¡ofundo sombra gigantesca. La muchacha p¡oponc a su novio subir
desmayo y una larga enfe¡medad son el desenlaie de la a la torle, en tanto el hermano de ella, que acompañaba a
vrvencra- se decida por Ia interpretación ¡acionalista
-Qu;en la pareja, permanece abajo. Ya en Io alto, la curiosa apari-
de <<-Ll Hombrc de Ia Arena» no.lejará de ve¡ en
esr¡ fan- ción dc a)go que sc agita allá, cn la calle, atrae Ia atención
tasír dcl niño h consecuencia d. aquel relaü ü
dc Cla¡a. Nathanicl observa la misma cosa mediante el pris-
lugrr de puñados de arena, son ,h*,
nr¡.¿lr-j. ";;.'-E;
J.rti"- .: mático de Coppola, que e¡cuer¡tra en su bolsilio; de nuevo
t l"D¿, Santlmar:a cac prcsá de la locura y a la voz de «¡Muñequita de made-
.Ios palscs kommt!», un¿ dc las amcnazas h¿.bitu¿les cn :il
ra, giral» prete¡de arrojar desde lo alto a la muchacha. El
de habla alcmana prra inducir l;;;;r';;;;;ir.; ir hermano, que acude a sus gritos de auxilio, la salva y des-
cxpresiones simila¡cs cxisten i" t"fi"
¡"el¿i " S,;i;; ir";i;;;i;i §
¡r en frrncés («Lr narchand de soilt p¿¡¡¿,,¡¡ cicnde rápidamente con ella. Arriba, el loco fu¡ioso corrc
228 22?
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228
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cn torno exclamando «¡Círculo de fuego, gira!», cuyo ori-
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rri¡¡iu¿J L¡i
E:: ccte puf:te !,4 ñ^ .!Fñrá .;^o¡'ne r¡ince¡¡idumh¡e in'
l,!¡J(,¡¡¡o
la criie sobresale el abogado Coppelius, quien ha r.aparecido telectual»: abo¡a sabemos que no se ¡¡os quiere P¡eientar
de pronto. Tenemos derecho ¿ suponcr q.:e la locuri estalló el producto de 1a fantasla de un loco, tras el oral, desde
en Nathaniel cuando vio que se aiercab:. .Alguien quiere su- nuésna superioridad racionalista, pudiéramos discernir el
bir para capturar al fu¡ioso, pero Coppelius -dice d¡riendo, estado de iosas positivo; y sin embargo... ese esclareci-
<<Esperen, que ya baiazá él por suJ propios medios». De miento en nada ha ¡educido la impresión de lo ominoso.
pronto Nathaniel se queda quieto, mira 1 Coppelius y se Por tanto, la ince¡tidumb¡e intelectual no nos ayuda a en-
arroja por encima de Ia baranda dando el esmidénte erito de tender ese efecto ominoso.
« ¡Sí, bellos oios, bellos ojos!». Al quedar sobre el pávimen- En cambio, la experiencia psicoanalítica nos pone sobre
to con la cabeza destrozáda, ya el'Hombre de la Arena sc rl aviso de que dañarse los oios o ¡rrderlos es un¿ angustia
ha perdido entre Ia mulútud. iic. que esDeluzna a los niños' Ella pervive e¡ mucb6 adultos,
Aun esta breve síntcsis no deja subsistir ninguna duda de qu. t.h.n la lesión del oio más que la de cualquier otro
.iÉ
que e[ sentímiento de lo ominoso adhie¡e diritaoente a Ia Srgano. Por otra parte, se suele decir que ulo cuidará
figura. del Hombre de la Arena, vale decir, a l" ,epr.r*ta-
¡i cie-rta msa .omo l" niña de sus oios. Además, el estudio
de los sucños, de "tas fantasías y mitos nos ha eosoiado que
!§i
ción de se¡ despoiado de Ios ojos, y que nada tieoá que ve¡
con este efecto Ia ince¡tidumbre intelectual en el seniido de :,,$
la angustia por los ojos, la angustia de quedar ciego, es
Je tsch. La duda acerca del carácter animado. que debimos ,in
con harta fiecuencia un sustituto de la angustia ante la
admitir respecto de la muñeca Olimpia, no o'n"d" .n .or- casración. Y en verdad, la acción del c¡iminal mitico, Edi-
paración con este otro eiemplo, más intenso, de lo ominoso. n,
Do. de cegars€ a sí mismo no es más que una forma atem-
.L,s cierto que el autor produce al comienzo en nosotlos una p.iada dJ la castración, el único castigo que le habría co-
especie de jnce¡tidumb¡e desde luego-, irespondido según )a ley del talión. Dentro dc una men-
-delibcradamente,
al no de.iarnos colegir de ent¡ada si se propone introduürnoi talidad racionalista, claro está, se puede desautorizar esta
cn el mundo real o en un mundo faniásiico creado por su ¡econducción de la angustia Por los oios a la angustia ante
albedrío. Como es notorio, tiene derecho a hacer lo uno la casración; parece natural que un órgano tan precioso
o lo -otro, y si por eiemplo ha escogido como escena¡io dc como el de la vista esté resguardado po! una a[gustia co-
sus tiguraciones un mundo donde acnian espírirus, demo- rrelativamente grande, y, dando un paso más, hasta puedc
nits,y especuos :talel caso de Shakespeaie en Hamlet, sostenerse que tias lá angustia ante la cast¡ación no se
Macbeth y, en otro sentido, et l-d tenpistad y en Suefro escond"< ningún secreto más arcano ni un sigtrificado- diver-
de.and nocbe de oeruno-, hemos de seguirlo en ello y, so. Sin embárgo, así se deiará sin explicar e[ ncxo de reci
todo el tiempo que dure nuestra entrega a su r.l.to, trrtái proca sustitución que en el sucño, la fantasía y cl mito se
como una realidad objetiva ese unive¡so por él presupues- á, .ono.., €ntre ojo y miembro masculino, y rn se podrá
to. Aho¡a bien, en e[ cu¡so del .r.nto á. Hofimann esa "
contradecir la impresiéa de que t¡as la amenza de se¡
duda desaparece; nos percatamos de que el autor quiere privado del miemb¡o genital se pmduce un s€ntimie¡to
hace¡nos mirar a nosot¡os mismos por las gafas o los pris- particularmente intenso y oscruo, y que e§ ese §e¡tlmlen-
máticos del óptico demoníaco, y hasta que quiaís ha aris- io el qre p¡esta su eco a la representación de perder otros
bado en persona por ese instrumento. La conclusión del órganos. Y en definitiva, toda duda ulterior desaparece
cuento deia en claro que el óptico Coppola es efectivamen- cuándo a pa¡tir de los análisis de neuÚticos,se averigua
te el abogado Gppelius § y, por t"nió, el Hombre de Ia el ncornplejo de cast¡ación» en todos sus detallcs y se to-
A¡ena. ma conocimiento del grandioso paPel que desempeña en str
vida anímica.
i La esposr del docro¡ R¡¡k me ha hecho notar las dcrivacioues dc Además, no aconsejaría a ningún opositor de la concep-
estc nombre: «copcla" (véansr las ooeraciones ouí.r¡i
c¿s ¡ "cr,ppello = ción osicornalítica aducir iustamente e! c¡¡ento de Hoff'
-raíz-de las cualcs halló la muertc el padre); orop¡,r: lo cucnca
del oio. [Exccnto cn la primera edición itgtgi, .r;;"i; ;.;¡i;. mann'sobre «El Homb¡e áe la Arenao Para sustentar la
teba, áparentementc por crror, al áparecer por sc8unda vez el.nbnr. 'tesis de que la angustia por los oios es algo independiente
bre «(¡ppcliui» en cl párrafo anterior.l
del compiejo de cast¡ación. En efecto, ¿por qué la angustia
23o J.
237
§
.s
230 ir.
&
t* DL
t
en torno de los o|os enma aquí en la más íntima relación Por tanto, nos atreveríamos a reconduch lo ominoso del
¡¡ull¡urL uL - r- .--.--..- i^i -^_-i-.-
¡a ¿¡¡¡,u.!¡¿ vlr !e¡¿P¡!.tv --¡--..t
!¡.g^¡Ú It
ná aparece todas las st":es como perturbador del amor? de cast¡aróo. Pero tan pronto surge la idéa de tecrr.dr a
Hace que el desüchado estudianté se malquiste con su un f,ictor: infantil de esa índole para esdarecu la génesis
novia y con el hermano de esta, que es su mejor amigo; ani- de este senrimiento ominoso, nos vemos llevados a ensayar
quila su segundo objeto de amor, la bel.la muñeca Olimpia, esa misma de¡ivación para oftos eiemplos de lo ominoso.
y lo constriñe al suicidio cuando está por consumar un¡r En «El Homb¡e de la Arena» hallamos todavía el motivo,
dichosa unión con su Clara, a quien ha-¡ecuperado. Estos destacado por Jen*dr, de Ia muñeca en apa¡iescia ani¡a-
rasgos del cuento, como oúos muchos, patecen caprichosos da. Según este autor, una condición Paiticulá¡mente favo-
y carentes de significado si uno desautó¡iza el nexo de la rable para que se prduzca el sentimiento ominoso es que
anguslia po¡ los ojos con la castración, pero cobran pleno suria una ince¡tidumb¡e intelectual acelca de si algo es
sentido si se remplaza al Homb¡e de la A¡ena por el padre inanimado o inerte, y que la semeianza de lo i¡erte con 1o
temido, de quieri se es¡rra la casuación.o vivo llegue demasiado lejos. Ahora bien, mn las muñecas,
.i
desde luego, no estrmos muy distantes de lo i¡fantil. Re-
. c De hecho, al dabora¡ Ios elcmetrtos del mrterial, la fa¡tasia cordemos que el niño, en los juegos de sus primetos eños,
del ,uto¡ no los ha t¡¿st¡ocado taD¡o que r¡o ¡odamos 'restautar su Itl
otcienamie¡to o¡isinário. En la hisrorü i¡fanti.l. d oad¡e v C,oooelius no distingue de mane¡a nítida ente lo animado y lo in'
figut¡n la irza¿cpadre ftagmenrada eo dos opucstós por'obri ie la animado, y muest¡a pa¡ticular teDdencia a coDsiderar a sus tti
,Eblv-alencia; uno att¡maze coo dejarlo ciego (casEación), y d ot¡o, muñecas ¿omo seres vivos. Y au¡ en ocasiones escuchamos
el pad¡e bueno, intcrcede para salvar los ojos del niño. La pieza dcl
complejo alcanzada con mayor intensidad oor la reo¡esión- el desco
referir á nuest¡as pacientes que todavía a la edad de ocho tfl
de que muera el padre mi)o, haüa su ficuración Én la Áue¡re del - años estaban convetrcidas de que mirando a sus muñecas
padre bueno, imputada a Coppelius. A cste par de padres corresDon. de cietta manera, con la máxima intensidad Posible, ten-
den, en la uhetior biografía del esrudiante. cl p¡ofeso¡ Soalanzani v drían que hacerles c¡bra¡ vida. Por tanto, también aquí es fll
cl óp_tico Coppola; el piofesor cs en sl una figuia de la seiie patcrná,
y a Coppola se Io disriernc como idéntico al-abo6ado Coppelius. Asi fácil pcsquisar el factor infanti); pero lo notable es que en lI
como aquella vez trabajaban iuntos en un mis¡eiioso briie¡o. aho¡a el crso del Honrb¡e de h A¡ena está en juego el despertar ¡[
han cleado en común a la muñeca Olimoial v además- aI o¡ofesor rc de una antigua angustia infantil, mie_ntr,as gue en el de la
lo Jlama padré de Olimpia. Mediante esü ¡iláción de ¿";i;i¡;l d; muñeca viva no interviene para náda Ia aogustia, Puesto
sa presenla por dos veccs, ambos sc ¡evelan como escisio¡es de-la lt{
,n,aeo.podre, es dccir, tento el mecánico como cl óotico son el ¡zdre
que el niño no tuvo miedo a la animación de sus muñecai,
de Olimpia y el de Nathaniel. En ta escena rcrroríiica de la irflnci¡. y has.a qu-:á.la .deseó.. Entonces, la fuente del sendmiento
Loppelius, rras ¡enuncia¡ a dejar ciego al niño, Ie descoyunta brazoj on.-..cso no se¡ía aquí una angustia infantil, sino un deieo
y prernas a mane¡a de experimento, o sea, trábáiá con él como lo o aun apenas una c¡eencia infantiles. Esto parece una con-
haría un mecánico con un¿ muñec¡. Este cxtráño rasso_ oue se sale
por completo de) marco de la rcprescnteción del Homb;e'd; b Ár;;a, t¡adiccióln, aunque t¿l vez no sea más que una multiplicidad
pone en ,uego un nuevo equivalente de Ia casttación; pcro rambién que pueda ayudrrno. poste¡io¡mente en nuest¡o intento de
apunta a la ínrima idcntidad de Coppelius con su ulic¡ioa conrra- comprensión.
parte,.el mecánico Spalanzani, y nos-prcpara para la interprcáión
de Ulrmpia..Lsta muñcce automítica no puede scr ot¡á cosa ouc la
mate¡ialización de la actirud femenina de Nathaoicl h:rcia su'oadie
en Ia primcra iof¿ncia. Sus padrcs t C";ñ;_-r;;;
mas que reedrclones, ¡eencarnec;oocs, -spalanzani E. T. A. Hoffmann es el maestro inigualado de lo o¡¡ri-
dcl par dc padres dc Nathanici:
la trase de Spalánzani, de ot¡o modo incomprensiblc. scpún la cual noso cn la c¡eación literaria. Su novela Los elixires del dia'
el óp(¡co hurró los ojos a Nathaniel lvéasc ¡uora I oá!.iZg1.t r, álo exhibe todo un haz de motivos a los que cabría ads-
ponérselos a la muñeca, cobra así si¡nificado corni, -oru.b"'¿á
" l,
rdentrd¡d entre Olir:rpia y Nathanicl. Olimpir es. por'así decir. un qu: el iovcncito iijado al padre por el complejo dc cest¡ación sea
comptcjo desprendido de Narhaniel, que ie irle nrso corno oár.* ir:capaz de amar a !a mujer.
n¡; su - sor¡re ti ¡niento a ese complcio halla cxpresión
"i en cl emoi dis- E. T. A. Hoffmann c¡a hiio de ur, ñatrin¡onio <icsdichado. Cua¡do
prrar¿cio y compulsivo por Olimpia. Tenemos derccho a llamar or¿r. tenía tres eños. su padrc sc scpa¡ó de su pequeña familia y nunca más
clsrst.:» a estc amor, y comprenCemos quc su víctima se cnaicne dcl volvió a vivjr'con-ella. Según Ias Prueb¡s quc aporra F. Gtisebach
obJcto reál de_amor. Numcrosos análisis clfnicos, de contcn'ido oor en su intrcdr.rcción biográfiia a las obr:s de Hoffmmo, su rclación
:,^:.,9 --Sno: lantásrico,
oer estudr¿nte
pcro. apenas menos triste quc Ia hisroria
Nathanicl, pruebán cuán cortecto cs psicológicamentc
con el padte sicmpre fue cl punto más sensible cn la vida afectiva
dc estc autor.
&ta i 233 II
)7)
233
iI
cribir el efecto ominoso dc la histo¡ia.7 EI contenido
de la
¡¡uvLl¿ ¿" üc.rasia<l<¡ ricu y crrrcdadg ao*o
,"r"-or"-'^,il vi;t¿ c¡ ¡l cs¡cic .,' son !, :crnbrz, ¡l ¡<t'l{r'1 t¡r"l¡r, la
at¡evamos a ext¡acra¡lo. Al final deflib¡o. doctina del alma y el mie'lo a la muerte, p€ro también se
gcn con posterioridad Ias premisas de Ia
_r"¿" i",".1-.
icci¿n á,,1 ¡,--"'- arroia viva luz sobre la so¡prendente historia genética de
ese momento se habían mantcnido en ese motivo. En efecto, el doble fue en su origen una segu-
rese¡va, .l i"ai*.;.
no cs el cscla¡ecimiento del Iector, p.ül"iijr¿lñi ¡idad cont¡a el sepultamiento del yo, una «enérgica des.
.autor ha acumulado demasiados"iro.,
El ;i;;;^il'il.;;;:; menrída {Dementierungl del poder de la muerteo (O.
Ia impresión d_cl coniunto no amcDgua po, Rank), y es probable que el alma
comprensión. Es preciso confo¡marse .ón
.tto, p.á- ri1,i "inmo¡tal, fuera el pri-
d.rtrcj lo.-_7l mer doble del cuerpo. El recu¡so a csa duplicacidn para
salentes enüe csos motivos de cfecto omiDoso, defenderse del aniquilamiento tiene su cor¡elato en un me-
, fi" d";;-
dagar si también ellos admiren ,.. d.rirrd";"á'.1;;;; dio figurativo dd lenguaie onlrico, que gusta de expresar
fantíles. Helos aqul: Ia presencia d. ;¡"bl;;";r';"d;.i: t- la castración mediante duplicación o multiplicación del slm-
graqaclones y plasmaciones, vale bolo gcnital;o e'r la cultura del antiguo Egipto, impulsó a
decir, Ia aoarición de ¡e¡- ,:,'
sonas quc por su idéntico aspecto deben ,) plasmar la imagen artística del muerto en un mate¡i¿l im-
cóside¡a¡se iáén.
ucas; et acrecentamiento de esra circunstancia perecedero. Ahota bien, estas representacionc"- han nacido
po, .l ,"lto
de procesos anímicos de una de estas personas sob¡e e[ tereno del i¡restricto ámor por sl mísmo, el nar-
a Ia ot¡a _lo ,ii
rque {tamar¡amos _telepatía_, de suerre que una es comsee_
cisismo primario, que gobierna la vida ¿nímica tanto del
oora.del sabér, cl sentir y el vivencia¡ d; la niño como del primitivo; con la superación dc esta fase
oh.a: la ideñti_
rrcacron con ofla persooa hasta el punto cambia el signo dcl doble: de un seguro de supewivencia,
de equjvoi".ra ,oúr"
el p¡opro yo o situa¡ el yo ajeno en el luear-del pasa a ser el ominoso anunciador de la mue¡te.
o¡ooio _o
sea, <iuplicación, división, pernrutación La represcntációr del doble no necJ§a¡ia¡¡:nte es sepulta-
del vo_. v.^oo¡ út-
umo,.el pe¡manente retorno de Io igual,s ,.péii.ión i, da junto con ese narcisismo inicial; en efecto, puede cobrar
de
¡os mlsmos, rasgos laciales, caracteres,
desrinos, hechos cri- un nuevo contenido a partir de los posteriores estadios de
mrnrles, y hasta de los nombres a lo largo de varias desa¡¡ollo del yo. En el interior de este se forma poco a
genera-
ciones sucesivas. poco una instancia particular que puede contraponerse al
EI motivo del «doble» resto del yo, que sirve a la obscrvación de sí y a la auto-
^ ñank en un trabajo guc ha
\-r.
sido esrudiado a londu ¡o¡
lleva ese rírulo ( l9J4¿). E; él crítica, desempeña el nabajo de la censua psíquica y se
se rn¡agan los vínculos del doble con la propia vuelve notoria para nuestra conciencia como «conciencía
imagen
mo¡aL>. En el caso patológico del deli¡io de ser notado, se
7 [En uno de los n úrrr.tos
- de Intüñarionale Zeitrchilt lh Atztli.he rísla, se escinde del yo, se vuelve evidentc para el médic<,.
P¡lchoandltre corresponóenres á l9t9 (S, pás: ;it8;,';á;;';;:1: E[ hecho de que exista una instancia así, que puede tatar
como obleto al ¡esto del yo; vale dccir, el hecho de que
ii:iii;f ,f,:',::lt fl:if; "§fl,T,:"lii,I
i,1,t,3,;yi:ij
ó ¡rc!o, nunque en tetmrnos esl¡ictos Do cortcspondc
¡l te¡n¿ aouí
ffidi el seir humano sea capaz de obse¡vación de sí, posibilita lle-
tratado,.ral lcz justifique
se su inclusión. S. rihi;;t i.'I:ffin: nar la antigua represcntación del doble mn un nuevo con-
tenido y atribuirle dive¡sas cosas, principalmente todo
aquello que aparcce ante lá autocrítica como pe¡terieciente
i
ffa4t*rt'#*¡,':.:*,iffi lq,;;-glí:p;1ffi al viejo narcisismo superado de la época prinordial.lo
tt lCÍ. I¿ hteryrctació¡ ile los sueño¡ (l9(o¿l, AE,5, ú9. )63.)
i:iil::,:;tiiri *,x :t[,,,,u* r:*i*if+i,,fiiÍi
,l-!ll:1o,,,in,p..,o.
lo Crco que cuendo los poeras se qucizn dc quc dos atmes motan
rJ;ñ:;;;;'il;$j,iii, ;,;
Jnu.oiciprl, visra d¿ cn el pccho dcl hombrc, y cuanrlo los adictos a l¿ psicologfa popular
hal¡l¡n de l¡ cscisión del yo en cl hor,rbre, cntrcvén este bifurcació¡
r_lÍi: :ü'l'e;},:1 :,i1,.. jr".,*;
eL páfs, cn cl ¡afs. . ., "r I 3:j;1f trjl :tli..1r,.Ji:T {pe¡teDcci(ntc a ir psicclogía dcl yo} entre ls inst2;rcia y cl rcsto del
R-
yo, y r:o la ¡clación de oposición desctbierta pot el psicoenílfuis cntre
[E¡ csta
irase parec-n
resonar Ia, el yo y lo rcprimido incorrciente. Es lcrdad que Ie difcrcnci¡ sc Lorta
*r",,ir,ima.p"iieii-ti-;":bi;'il",;;,ilt^.\Ifij,\L"'i).r);;,ii; por cl lrccho de quc cntre lo dcses¡imado por la crfrica dd yo sc cn.
cueniran en primer lugat los tctoños dc lo rcprimido. [F¡¿ud ya hahla
íÍ""!'iii,,!,Yi?l¡!*l#1.,, j,,;"rl:il"[l jI;)-;;;;:"],íi:,"{:^ considr¡edo con detallc cstá insrencia crític¿ cn la scccióo III dc «In-

Js7 l¡ trodu(ción d:l natcisismo» (1914.), y pronto le empliatía hasta con-

!, 2zs
234 5.
á 235
Pero no sólo este contenido chocante para Ia crítica del laba oor las calles vacías, para mí desconocidas, de una Pe-
.,^ ^,...i- ;,.^^--^----- -i .:^:-i^. ec
i^ :-,.-¡ _--- t- r .,.l:--^ 4.,i ; ,{". -- ,.:l: certo¡ acerca de cuvo
¡6e¡r ¡!wv,
-^l-
serlo todis las posibilidadel in:,riñplidas de plasmación del
Puaqu¡
;;:;;iJ'," ,,'j.'i;¡* ;ffi; i,.*" v¡: por
se veían mu'
v-entanas de
destino, a que la fantasía sigue aferrada, y tüas las aspi¡a- ie¡es ointarraieadas que s:" asomaban -las
la estrecha calle,uela do-
ciones del yo quc no pudieron realizarse a cor¡secuéncia irr."ii,"t, v me ai¡¡esu:é a dejar 'pe¡o
de unas ci¡cunstancias externas desfavorables, así como to ;i;J;; í, p¡Á'.t" .te,'n" tras.vagar sin rumbo
das las decisiones voluntarias sofocad¿,s que han producido durante un raio, de pronto me encont¡é de nuevo en la
la ilusión del libre albed¡ío.lr H;;-."'ii; dorá. vr^.,pt"ua a llamar Ia atención' v mi
que fuera
Ahola bien, tras conside¡a¡ la motivación manifiesta de ,"r."i" ,i.i"Ái.trJ sólo'tuvo por consecuencia
la figura del doble, debemos decirnos que nada de eso nos nuevo rdeo' Entonces
;";;; rhr ;;i;rcera vez tra;unque
permitc compren<iet el grado ext¡aordinariamente alto de ;.';;;; il;a;; sentimiento sólo-puedo calificar
renu-nc¡aldo a ulterlo-
ominosidad a él adherido; y a pattit del conocimiento que de orai¡oso, y sentí alegría cuando,
tenemos sobre los procesos anlmicos patológicos, estamos res viaies de'descub¡imiento, volví a hallar la Ptuua que
-l-br,
auto¡izados a agregar que nada de ese conienido podría ;;;;;t abandonado. otras situaciones' que tienen
.omún con que acabo de desc¡ibi¡ d ¡etorno
'"n la no oe-
explicar el empeño defensivo que lo proyecta fuera del yo '.lif.r.n.i.n
como algo ajeno. Entonces, el ca¡áctei de lo ominoso sólo itñ;;:'oli; ," radicalmente de ella- en los
el mismo se¡t¡mrento oe
pugde estribar en que el doble es una formación o¡iunda demás ountos, engendran emPelo ^po' eiem-plo, cuando, uno se
de )as épocas primórdiales del alma ya superadas, que en ;:r*it#;;;; ñ;l""'id.d la Dlebla' y a
aquel tiempo poseyó sin duda un sentido más benieno. El extravía en el Losque, acaso sorPrendido Por
oesa¡ de todos sui esfuerzos Por hallar un c2mtno
demar-
doble ha devenido una figura terrorífica del mismó modo
cielto sitio
como los dioses, üas la ruina de su religión, se convierten ;;á; ;ir;lti* rePetiaas
retorna ^"tpttto' veces a .ca¡ac-
en demonios.l3 i"Ijj;;;'e...,-io.do o cuando uno anda pcr
Siguiendo el paradigma del motivo del doble, resulta ,r" lriii*i¿" ¿.tconocida,^oscura, en busca de la Puerta
fácil-apreciar las otras perturbaciones del yo utilizadas por o de la oe¡illa de la luz, y por enésima vez ttoPleza con et
Hoffmann. En ellas se trata de un ¡etroceso a fases sincu- mismo mueble, situación que Ir{ark Twain' exagerá¡dola
lares de'la historia de desarrollo del sentimiento yoico,ie hasta lo groteico, ha trasmudado en la de una comtodad
una regresión a épocas en que el yo no se había deslildado "'i;tét
irresistible.ls
a'in ne'rmente del mundo exterior, ni del Ot¡o. Creo que en otra serie de . experiencias discer¡úmos sin
trabaio que es'sólo el factor de la repetición no
itos motivos conÚibuyen a la impresión de Io ominoso, si dellberaóa
algo en sí mismo inotenstvo nos
bien no ¡esulta fácil aislar su participación. oue vuelve ominoso
"ift;Já;'io -y
El factor de la repedción de lo igual como fuenre del "l
i},];;. lot'i, intuit"ble, donde de ordinario
iiur.¿" á-é "casu"lidád"' Así' es unarecl' vi-
sentimiento ominoso acaso no sea aceotado oor todas las
pe¡sonas. Según mis observaciones, bájo cieitas condicio- 'ól""td;#;'
,"nci" sin duda indife¡ente que en un guardarropas
nes y en combinación con dete¡minadas circunstancias se ;il;' ;;*;;;'.i.rto nú..,o.(p' ei.- 62) o hallemos
produce inequívocamente un sentimiento de esa índole, ou. .l cr."rot. asignado en el barco lleva ese numero'
que, además, ¡ecuerda al desvalimiento de muchos estados ill'.t""T-iil-tr;'?ttnui' ti ambos tiempo: en uno
episodios sí t¡i-
oníricos. Cie¡ta vez que en una calu¡osa tarde yo deambu- ;i"üt t; t;;J; .on poca diferencia de .si
se

;.*".;;;i;,il.;o 6) u,'i,' el mismo día v se.ve


'"1'.1*ii,'. ';ItÑr; q"t todo cuanto lleva designación
veces
ve¡¡irla en el «idcal del yo» y en el «supcryó» en d capítulo Xl de su
Psicologia fu los wasas y onÁlisis d:l'yo (1921c) v'cl caoirulo III
de El yo 1 el eilo íl9Db), rcs¡ectivamcnic.l ' Il"i?¡ii " a1i..;ii-,.,, l" pi"'vdel h"tel' el vagón del
otra vez el mlsmo nlr'
rI Enlaob¡adcH. lI. Ewcrs, DerJtudcnt io¡P¡¿o lEl estrátl¡¡rte ferrocarril, ctc.- Pres3nta ulla
de Praga), quc sirle dc punro dc pa¡tida al esrudio di ilank sob;e cl mero, aunquc sea como to'npt'nántt Uno Io halla «cmi-
ñ.rsñs v ouien no sea tmDe¡meablc a las tentaciones de
doble, el héroe ha prometido a su amad¿ no marar ¿ su desafi¡ntc en Ia
cl duelo_. Pcro cn camino al canrpo del honor se chcuanlm con el doble, a pertinaz retorno
q_r:c-ya ha matado a su ¡iral. [So5¡e Ia «ilusión dcl lib¡e albedrío,,
,"p.ttt'Ai" i. inclina¡á a atribuir ese
cÍ. patología dc la oid¿ -cotidiana (lgllbJ, A8,6, págs. 2a6.7.J I
r! Heinc, Die C¿i¡t$ in Exil {Los dioses e'n cl exjliol
.Psic-o r. [Ma¡k Tvein, ATtanP Abroad'l

33C '.') 23+


A
236 2)7
'i3.
del mismo número un significado secreto, acaso una ¡efe- saber, que los demasiado dichosos tienen que temer la en-
-^-^i- . :- -:-; )^ 1^..¡;^ ^..- ;- ^ .; ;^^.i^^;^ -i---_-- r.
vru¡¿ uL ¡ur --.^-^
y4!!! .^..'^.,:^
rve¡i_- ;-----r,.Li- ",.
O si rmo se ha deáicado últimamente ¿ estudia¡ ios escritos sentido se oEülta t¡as u¡ yglq nirológico. Tomemos, por
del gran fisióiogo E. Hering y con diferencia de unos Do- eso, un eiemplo de ci¡cunsta¡cias mucho más- -simples: en
cos días recil,r cartas de dos persouas de ese nombre'de ls
el Áisto¡iál .iíni- d" un neu¡ótico obsesivo teferí que
diversos países, cúando hasta entonces nunca había tenido este enfe¡mo habla tomado una cura de agua§, y durante
relación con pe¡sonas que se llamaran así, Un ingenioso su pe¡manencia en el sanato¡io había experimentado una
invesrigador de la naturaleza ha intentado hace póco su. sra; meioría. Pe¡o tuvo suficiente persPicacia para no atri-
bo¡dinar a ciertas leyes sucesos de esa índole, lo- cual no Éui¡ ese'resultado a la vi¡tud cu¡ativa del agua, sino a la
podría menos que cancelar Ia impresióa de lo ominoso.ls ubicación de su pieza, en la inmediata vecindad de la de
No me ahevo a pronunciarme sobie si lo ha logrado. una amable enfeimera. Llegado pot segu¡da vez al sana'
Sólo de pasada puedo indicar aquí eI modñ en que lo :.j, torio, pidió la misma habitación, pero le diieron que yá
ominoso del ¡eto¡no de lo igual puede deduci¡se de lá vida t:ü estaba ocupada por un señor anciano; entonces dio ¡ienda
anímica infantil; remito al lebtor. Dues. a una exoosición de i' .r"lta a su dissusto con estas palabras: «Oja[í le dé un
detalle,yaterminada,quesedeiairolla.not,o^.ont.*to.,o Cato¡cl días después á a¡ciano murió efectiva-
En lo inconcie¡te anímico, en efecto, se discierne el im- "t"or.r.
m:nte de un ataque de apóplejía' Pa¡a mi paciente fut -un-a
perio de una compalsión de repetición que probablemente -impresión
vivencia <<ominosa». La de lo omi¡oso hab¡ía
de|ende,a'uvez,delanaturálezamáslntimadeiaspuI. sido todavía más intensa de uascanri¡ un lapso menor -en-
siones; tiene suficiente poder para doblegar al principio tre su manifestación v el hecho fatal, o si el paciente hubie-
de placer, confie¡e carácter demoníaco a ciertos aspectos ra oodido ioformar- sob¡e ot¡ás muchas vivencias de la
de la vida anímica, se exterioriza todavla con mucbá niti- misilra índole. En ¡ealidad, no le faltaban tales corrobora'
dez en las aspiraciones del niño pequeño y gobierna el ciones: oero no sólo a él: todos los neurótims obsesivos
psicoanálisis de los neu¡óticos en una parte de iu decu¡so. ou" ,o'h. estudiado sabían rele¡i¡ cosas análogas de sí
Todas las elucidrciones anteriores no; hacen esperar que
se sienta corno ominoso justamente aquello capaz de re-
Áirrár. En modo ,,lguno les sorprendía enconrrarse re-
gularmente con la periorra en la que acababan por
co¡dar a esa compulsión interio¡ de repetición. -acaso
iri-e¡a vez t¡as larso tiempo- de pensar; Por Ia§ ma-
i"nas solían recibir iarta de un amigo de quien Ia rarde
Sin einbargo, creo que ya 'es tiempo de dejar estas cons- antcrior habí^n di:'ro: .,Hace muóo que no sé nada -de
te)aciones, sobre las cuales siempre es difícil emitir juicio, él», y, cn p..":icular, era ra¡o que sucedieran muertes o des-
y buscar casos inequívocos de lo ominoso cuyo análisis nos g.rcírt tii que un rato antes se les P¡§aran Por b cabez.a'
permita obtener una decisión definitiva ace¡ca de la vali- §olí", ."prÉsu tales situaciones, con la mayor. modestia,
dez de nuest¡a hipótesis. asevelando tr¡e¡ «presentimientos» que <(casl slemPre» se
En «F,l anillo de Polícrates»,r7 el rey de Egipto se apar- cumplían.
ra con ho¡ror de su huésped po¡que nota qui-todo disco Ú'", a. lrt fo¡mas más ominosas y difundidas de la su-
de su amigo le es cumplido en el acto y el desrino Ie avenra Derstición es la ansustia ante el <.mal de ojo», esrudiado a
enseguida cada una de sus preocupaciones. Su amigo se le io,,do po, el oculÉta de Hamburgo, S' Seligmann (19i0'
ha vuelto <,ominoso». La explicación que él mismo da, l1 ). La fuente de quc nace esta angustia parece haber.sido
reconocida siempre. Quien Posee algo valioso y al mismo
a

:{ habír cumplido 62 años de ed¿d cl año anrerior, 1918.] tiemoo frácil teme la envidia de los otros, pues les proyecta
li _[_Freud
Kammerer, 1919. l. ori" él riismo h¡b¡ía scntido en el caso inverso Uno deja
r0 [Se ¡efiere a lÍá¡ ¿ilá dci printi¡ic dc ¡larcr (19]0r), oublicad¡
un ¡ño más ratde, en o-ryos capírulos ll y III se explava iob¡e las
,.rllu.¡i ol., mociones m.diante la mirada' aunque les de-
dive¡sas ma¡ifestaciol':es de I¿ niisu. ir.rpr..ión en palabras; y cuando.alguien se difcrcn-
mcradas. Como fcnómLno clínico, "compulsión dc rcoeliciónl zouí cnu- cir"de Ios demás por unos tcsgos ilannativos, en particular
lÁ ocompulsión de rcpcrición, ya
había sido rratada por Fteud cn un tral.nio dado e conoccr c¡nco añás
an¡cs: «Rccordar, repctir y reclrborar" ( t9l4g).1 rr «A propósito dc un c¡so dc ncu¡osis obsesiva* (19091) ['4E,
ti [El poema de Schillir basado en Fi..odoio.i 10, págs. 182-3I.
'i

239 23F
,,:
&
238 ;* 239
,ri
si son de naturdeza desagradablc, se le atribuye
dc --oa¡tinr!o' irre¡:i.l1C ,i l^ -^^"^:,¡^¡ l^ .---'- - - - - . --'-
una envidia
eÍ."¡n | .a segrnda. Si e(t. e< .lc hec!:o .l.r nat, r¡slezr :-retg
esa rn ren-si dad p.; ; ; ;, ;,,. ;;r-,', "*.;1ü'j; de lo ominoso, comprendemos gué los usos de Ia lengua
I Jürii"
nacer dano, y por ciertos signos se supone que hagan pasar-lo «Heinlicbe» {lo «familiar»} a su opuesto, 1o
ese Droñ,
srto posee también Ia fueza de realizarse. - <Unbeinlicbe» (págs. 224-6), pues esto ominoso no es efec-
, Los,eiemplos de Io ominoso .itrdm á último término
oependen del principio que yo, siguiendo la sugerencia
tivam€nte algo nuevo o aieno, sino algo familiar de antiguo
a Ia vida anímica, sólo enaienado de ella por el proceso de
de
un paciente,,u he llamado «omniporencia dcl penlsamientor. la represión. Ese nexo con la represión nos ilumina aho¡a
.¡rnora blen, estamos en terreno conocido y ya también la definición de Schelling, según la cual lo ominoso
no podemos
ignorarlo..El a¡álisis de los casos de l"'"il;;r.";;;'ñ; es algo que, destinacio a permanecer en lo oculto, ha salido
reconducido a Ia antigua concepción d.l .rnd;d; a la lvz-
mo, que se ca¡acterizaba por llenar d universo con esoí-
;;;l:
Sólo nos resta sometet a prueba Ia intelección que hemos
ntus humanos, por la sobrestimación ¡arcisista de los oio_ obtenido, ensayando explicar con ella algunos oros cilsos
pros ptocesos anímicos, Ia omnipotencia del pensamiÉnm de lo ominoso.
_
y. Ia tecruca de la magia basada en ella, Ia A muchos seres humanos les parece ominoso en grado
airibución de
vlrtudes ensalmado¡as __dentro de una gradación cuidado- supremo lo que se relaciona de manera íntima con la muer-
samente establecida- a
trxrsonás q* l v Ár , t iiiil. te, con cadáveres y con el retorno de lm muertos, con es-
at como po¡ todas Jas c¡eaciones mn que el narcisismo píritus y aparecidos. En efecto, dijimos que numerosas len-
[¡estrrcto de aquel período evolutivo se ponía en pua¡dia guas modernas no pueden ra<iucir Ia expresión alemana
t¡ente al inequívoco veto de Ia ¡ealidad. paiece que <(una casa unbeinzlicb» comono sea mediante la paráfrasis
ei nues-
tro desa-¡rollo individual todos atavesáramo, ,rin, irr. <(una casa poblada de fantasmas».* En ve¡dad hab¡íamos
rrespondiente a ese animismo d" Io, priritiuor. -- debido empezar nuestra indagación pór este ejemplo, quizás
,-or.
ninguno de nosot¡os hubiera pasado sii d.r.; ;;;á
unos,restos y i¡ucllas cxpaces de exteriorizarse; y
;;.1;", el más rotundo, dc lo ominoso, pero no [o hicimos porque
es corno aquí lo ominoso está demasiado contaminado con lo espe-
sr. toclo cuan¡o hoy nos parcce <<ominoso»
cumpliáta la con_ luznante y en parte tapado por esto último. Empero, difi
dlclon de tocar esros rcstos de actividad animista cilmente haya otro ámbito en que nuestlo pensar y sentir
e incirar
su exteriorización.10 hayan variado tan poco desde las épocas primordiales, y en
, En este punto hc dc hace¡ dos señalamientos cn Ios cu¡-
res_ querria asentar cl contcnido
'. que Io antiguo se haya conservado tan bien bajo una delga-
da cubierta, como en el de nuestra relación con la mue¡ie.
csencial de Ít¡ oeoueñ¡
indagación. [.a primera: Si Ia teoiía;;i;;"ü;;."";H;; Dos facto¡es son buenos testigos de esa permanencia: la
cuando asevera que todo afe«o de ,;, ;;i¿;;.-;;;; intensidad de nuest¡as ¡eacciones afectivas originarias y la
mientos, de cualquier clase quc sea, se t¡asmuda incertidumb¡e de nuest¡o conocimiento científico. Nuest¡a
cn ans,.rsti¡
ob.ra dc. t1 r,epresión, entre los casos de Io que püvoca biología no ha podido decidír aún si la mue¡te es el destino
l:l
angustra exrsttrá por fuerza un grupo., ¡ecesa¡io de todo se¡ vivo o sólo una conti¡gencia regula¡,
que pu"d, d.- ,:
que, pero acaso evitable, en el ¡eino de la vida.:r Es cierto que
l-o111...r,¡anedadeso. angusrioso es algo reprimido qr" ."tor.
de lo quc provoca angustia sería el enunciado .<<Todos los hombres son mo¡talesr» se exhibe
:l-3i
re lo -r,sta iustamen- I
omrnoso, ¡esulrando indiferente que en su en los manuales de lógice. como el arquetipo de una afirma.
origen fuera
a su vez algo angustioso o tuviese como portrd";;L;¡;;;;; ción universal; pero no ilumina a ningún ser humano, y
,:
nuestro inconciente concede aho¡a ran poco espacio como
,r,.j Lui"lrr:11:: i;rli, ^.,,,". a quicn aebaha dc referirsc; cf. otrora a la rcpresentación de la propia mo¡talidad.r Las
r,¡ Vdasc mi iibío Ió,ot.¡ i,tb,i (I9l2.t)),
_ cnsryo III,«Animi.mo.
'nagra y omnipotencie de los pensamienro.,, doná. ." ]i"ii;;; i;;;:
" {Lludc al eiemplo dado supn,pág.221, para cl inglés: ad haunte¿l
bouse".i
lule
n'9 nora al pic: oParcce que confcrimcs .l;;f.,.;ffi
;i;:; rr [Este problema ccnpa un \rgar prominente cn Más alü d"J prit-
¡ .ris ¡mprcsjones quc corroborarÍan J,r or,niporcncm
n)r(nros.)'.et motlo rlc l,cns¡r animisra cn gÁ"r;i:-;; ¡; t; ;;;;..
cipio de placer (19208), obrá que Frcud estaba pteparaodo cuando
i;ri;""il':; cscribió el prescntc ar¡ículo. Cf. lE, 18, págs. 4) y sigs.J
nues¡ro iuicio ye nos hcmos errrrñ,,{o de á;b;;;;cc;l¡,,,'i
¡H ij] 9 [La actitud del scr humano haci¡ la mucrte fue trat¿da más ex-
p:i8s.89.901.
tens¿mcote por Frcud en la segunda panc dc su ensayo «De guerra
y {l9l5r), ,4E, 14, págs. 290 y sigs.l
)-?o mu€rre»

210
2//
24t
--:;-i^,.-" -i,;¡,-¡ ,:;¡¿¡:;¡anCc J'r siÍ:ficr¿! ¡l he¡!'¡ in. vo al terreno d"! animismo. Es el presentimiento de esas
.áiiirrirllet¿. l, muerieiindividual y prolongrn Ia oxisten- iue¡zas secreras io que vueive tatr urrriuu-st¡ i,iciliji¿lis
para la piadosa .l,iargarita
"
cia después de ella; los poderes del Estado creen que no r

Dodría; mantener el orden mo¡al entre los vivos si debiera


ienunciatsc a corregir la vída te¡renal en un más allá me- uElla sospecha que sÉbJralDente soy un genio
jor; en nuestras grandes ciudades sc anuncian confe¡encias y hasta quizás el mismo Diablo».s
á,l" oretenden cnseñar cómo entrar en contacto con el alma
áe lás difuntos, y es innegable que muchas de las mejores I¡ ominoso de la epilepsia, de la locura, tiene cl mismo
cabezas y de los pensadores más perspicaces ent¡e los hom- origen. El lego asiste aquí a la exteriorización de unas fuer-
bres de cieacia, sobre todo hacia el final de su vida, han zal que ni hÁía sospechado en su prójimo, pero de cuya
juzgado que no er¿n i¡existentes las posibüdades de seme- moción se siente capaz en algrin rcmoto tincón de su per-
janie comercio con los espí¡itus. Puesto que casi todos nos- sonalidad, De una manera consecuente y casi corecta en lo
otros seguimm pensando en este punto todavía como los psicológico, la Edad Media at¡ibufa todas estas exte¡io¡i-
salvajes, no cabe ma¡avillarse de que la angustia primitiva zaciones patológicas a la acción de demonios. Y hesta no
frente aI mue¡to siga siendo tan potente y esté ptesta a exte- me asomb¡aría [egar a saber que el psimanálisis, que se
¡io¡izarse no bien algo la solicite. Es probable que eonserve ocupa de poner en descubierto tales fuer¿as sec¡etas, se ha
su adtiguo se¡rtido: el muerto ha devenido enemigo del so- vuelto ominoso para mudras petsonas iustaxoente Por eso.
breviviente y pretende ilevá¡selo consigo para que lo acom- En un caso en que Iogré restablecer bien no muy rápi
pañe en su nueva existetsia. Dada esta inmutabilidad de la
-si
damente- a uoa muchacha inv,álida desde hacla varios
actitud ante Ia muerte, cabtía preguntar dónde ha quedado años, mucho tiempo después escuché eso ¡¡ismo de labios
la co¡dición de la represión, necesaria para que lo pdmitivo de su mad¡e.
pueda retornar como algo ominoso. Empero, ella subsiste; Miembros seccionados, una cabeza cortada, una mano se'
oficialmente, las personas llamadas cultas ya no creen rnás parada del brazo, como en un cuento de Hauff; !6 pies que
en la presencia visible de las ánimas de los difuntos, han danzan solos, como en el citado libro de Schaeffer, contie-
asociado su aparición con unas condicíooes ¡emotas y que 4i. nen algo enormemente ominoso, eD partio¡lar cuando se les
rara vez se realizan, y la actitud frente al muerto, ambiva. $: atribuye todavía (así en el último ejemPlo) uua actividad
lente y en extemo ambigua en su origen, se ha atemperado ? autónoma. Ya sabemos que esa ominosidad se debe a su
en la actitud unívoca'de la piedad.:3 . cercanía respecto del complejo de castración. MucJ.ras i:r'
Ahora hacen falta unos pocos complementos, pues con el sonas concederían las palmas de lo ominoso a la represen-
animismo, la magia y el ensalmo, la omnipotencia de los tación de se¡ enterrados t¡as r¡¡ur m¡rerte aParente, Slo que
pensamientos, el nexo con la muerte, Ia repetición no deli- ei psicoanálisis nos ha enseñado que esa fantasía te¡¡o¡ífica
berada y el compl€io de castración, hemos agotado prácti no es más que la tasmudación de ot¡a quc en su origen no
camente la gama de factores que vuelven ominoso lo an- presentaba en modo alguno esa cualidad, sioo qu€ tenía Po!
gustiante. portadora una cierta concupiscencia: Ia fantasla de vivir en
También llamamos ominosa a una persona viviente, y sin el seno materno.:?
duda cuando Ie at¡ibuimos malos propósitos. Pero esto no
basta; debemos agrega¡ que ¡ealizará esos propósitos de
hacetnos daño con el auxilio de unas fuezas particuia¡es. Agreguemos aún algo general que, en senrido estricto,
Buen e.jemplo de ello es el Eettatorc,* csa figura omincsa .rt.ba v" contenido en las afirmaciones hechas sob¡e el
de la superstición románica que Albrecht Schacffer, con in- animismo y los modos de trabajo superados del aparato
tuición poética y prcfunda comprensió:r osicoanalítica, ha ? anímico, si bien parece dtgno d€ seI destacado exPresameDte:
trasformado en un personaje simpático en su libro Joref E
Montlort.za Pero esas fue¿as sec¡etas nos t¡asladan de nue' f¡ 25 [(;oerh., Fa sto,Dattc I, escen¡ 16,]
10 i"Di! Geschich¡e von dcr abgch¡ucncn Hendr {te histoti¡ dc
u Cf. Tótcn r tabí ( t9r2-tt) [.48, 13, pág. it]. ü, Ia rnano cortada).]
27 lvéase el :nálisis del «Hombrc dc los Lobos» (1918b\, sap¡a,
* (Lite¡almente, «cl que artojr» (la mala sucrtc, cl mal de oio).)
3. [La ¡ovcl¡ dc S:h¿ctfe¡ se publicó en 1918.) *" págs. 92 y s;gs.l

2 r/2 *l 2?7
242 t!lr
24)
.r-::.rJ¿:éi
:qf.áJ:

-:1;
a menudo y con facilidad se tiene un efecto ominoso cuando .:1EA
JC :Ciii; .:Ji i;u¡ilr u,¡i,c i.,riasía y rcaüriad, cuan<io apa-
TTI :

¡ccc f¡ente a nosq.!:-'s como ¡eal qre hrúí"mos i.nfuo


' "lgl la Ya en el cu¡so de las preccdentes elucidaciones se hab¡án '.: ,
por_ fantá:tir... ¡., inrio un símbolo-aiume pl.- ,p.r;¿i;; agitado en el lector unas dudas a las que dcbemos pe¡miti¡ .:'j
y.rl significaCo dc .o simbolizado, y .orr. po, el;tito. E; -l '
ello estriba buena parre del carácter omi¡oso adherido a
aho¡a ¡eunirse y expresarse en voz alta.
Acaso sea cierto que lo ominoso {Unlteinliche) sca lo fa-
Ias.prácticas mágicas. Ahí lo infantil, que gobierna también la
miliat-entrañable {Heinlicbe-Heiniscbe) que ha expetimen
vida anlmica de los neuróticos, conrirt.- en otorg"a
-ryo,
peso a la realidad psíquica por comparación con la- mate¡ial,
tado una represión y retoma dcsde ella, y que todo lo omi-
noso cumpla esa condición. Pero el enigma de lo ominoso ,.
lasgo este emparentado_ con la omni¡»tencia de los pensa- oo pa¡ece resuelto con la elección de & material. Nuestr¿
-En medio del bloqum impuesto por I" Gucrra
mientos-
tesis, evidentemente, no ád-oite ser inve¡tida. No todo lo
Mundial Llegó a mis manos un núm eó dela Siraul túagazine
donde, eotre ot¡os artículos bastante miviales,,e r.Lt"ba
que recuerda a mocio¡res de daeo reprimidas y a modoi de I :

pensamiento superados de Ia prehistoria individual y de la


que una ioven parela había alquilado una vivieoda amue-
blada en la que había uo"
época primordial de la huma¡idad es ominoso por eso solo. .

m.!" de fo¡ma ¡ara con unos . Tampoco calla¡ernos el hecho de que para casi todos los -.t
cocodrilos tallados. Al atardecer suele difundirse '
¡nr la casa
u1 hedor insoportable, característico, se tmpieza Ln dguna
eiemplos capaces de probar nuest¡o enunciado pueden ha- .

llarse ot¡os análogos que Io contradicto. En el cuento de


co'sa en la oscuridad, se cree ver cómo also'indefi¡ible "Dasa Hauff «La historia de la mano cortada», la mano seccionada
rápidamente por Ia escalera; en sr*r, áebe colegirse'que produce sin duda un cfecto oqlnoso, que nosot¡os he¡oos
a ruíz de la prcsencia de esa mesa las ániuas de ,-no, .o'ao- reconducido aI compleio de casuación. Pero en el relato de
drilos espectrales f¡ecr¡enta¡ la casa, o que los mo¡stuos de
made¡a cobran vida en la oscuridad,
-o Herodoto sobre el tesoro de Rhampsenit, el maese lad¡ón a
alguna otra cosa quien la princesa quiere tener agarrado por la mano deja tras
parecida. Era una histo¡ia muy ingcnua, pcró se sentía rnuy sí la mano cortada de su hcrmano, y es probable que otras
grande su etecto ominoso. personas coincidan conmigo en iuzgar que ese rasgo no pro-
Para dar por concluida esta selección de ejemplos, sin duda voca ningún efecro ominoso. la prortitud con que se c1rm.
todavía incompléta, debemos citar una experiáciá exraída plen los deseos en <,E[ anillo de Po[crateso sin duda nos
dcl trabajo psicoanalítico, que, si no se bása en una coinci- ¡esulta tan ominosa a nosot¡os como ¡] propio rey de Egipto;
d;ncia accidental, conLlsva la más cabal corroboració¡r dc pero en nuestlo§ cuentos tadicionales son abundantís¡mos , ..
nuesfta concepción de 1o ominoso, Con f¡ecuencia homb¡es esos cumplimientos instantáoeos del deseo, y lo ominoso .:...
neu¡óticos declaran que los genitales femeninos son para brilla por su ausencia. En el cr¡ento de los tres deseos, la
ellos algo ominoso. Ahora bien, eso ominoso es la puert" de mujer se deia seducir po¡ el olo¡cillo de unas salchichas, y
acceso.al antiguo s,olar de la ciatura, al lugar enlue cada dice que le gustaría tener ella tsmbiéo una salchichita asl. Y
quien ha morado al comienzo. <<Amo¡ es noitalgiao, se dice aI punto Ia tieoe sobre el plato. El marido, en su enoio,
en broma, y el soñante, todavía .n ariñor, pi.nu desea que se le cuelgue de la ¡aiz ala indisc¡eta. Y volando
-cuando
acerca de uo-lugar o de un paisaje: nMe es familiar, ya rrna la tiene ella balanceándosele en su nariz. Esto es muy im-
a
vez. estuve ahí», Ia_interpretación est,á autorizada a rimpla- ¿-
presionante, pero po¡ nada del muodo ominoso. El cüento
zarlo por los genitales o e[ vientre de la madre.lÁ por trnto, tadicional se pcne por entero y abiertamente en el puntb
también en este caso Io ominoso es Io otrora doméstico, lá de vista de la omnipotencia del persar y desear, y yo no
familia¡ de antiguo. Ahora bien, el prefiio ozz» de la oalabra sabría indicar ningún cuento genuino en que ocurla algo
uttbeinlich es Ia ma¡ca de la reprisión.3r ominoso. Se nos ha dicho que tiene un efccto en alto gra-
do ominoso la animación de cosas inanimadas, como imáge-
.al lues, muñecas, pero en los cuentos de Andersen viven los
fl enseres domésticos, Ios muóles, el soldadito de plomo, y ,

al acaso nada haya más distanciado de lo ominoso. Difícilmente


l!{ [Cf. kola oegación» (1925á).]
ih,erprctación dc los ¡aeños (t901a), AE, i, pág.401.1 se sentirá ominosa, po¡ otra parte, la animación de la bella
10
it estatua de Pigrsalión.
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245
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La mue¡te apa¡ente v la reanimsción de los mr¡erto< se
nos dieron a conocer como unas representaoones harto omi- micnros, oei inmcorato cumplrmiento de los deseos, de las
nosas, Pero cosas parecidas son muy co¡¡ientes en los cuentos fuerzas que procu^an daño en sec¡eto, del rcto¡¡o de los
.tradicionales; ¿quién osaría califica¡ de ominoso el hecho.'r muertos. La condición bajo la cual nace aquí el sentir¡iento
que Blancanieves vuelva a ab¡ir los olos? Tanrbién el cirs' de lo ominoso es inequfvoca. Nosotros, o nuestfos ancestros
pertar de los mue¡tos en las histo¡ias de milagros, por ejem- primitivos, conside¡amos alguna vez esas posibiü&des como
plo las del Nuevo Testamento, provoca sentim¡cntos que u¡a ¡calidad de hecho, cstuvimos convencidos de Ia obieti-
nada tienen que ver con lo ominoso. El ¡etorno no delibc- vidad de esos procesos. Hoy ya no creemos cn ello, hemos
¡ado de lo igual, que nos produio unos efectos tan induda- superado er,os modos de pensar, pero no nos sentimos del
blemente ominosos, en toda una serie de casos mncurre todo s€guros de estas nuevas convicciones; las antiguas per-
empero a otros efectos, ¡»r cierto muy diversos. Ya seña- viven en nosotios y acechan la oportunidad de cor¡obora¡se.
lamos uno en que se lo usó para provocar el sentimiento Y tan pronto coolo en nuestta vida ocurte algo que parece
cómico [pág. 237], y podríamos acumulai ejemplos de esa aporur confirmación a esas antiguas y abandonadas convic-
índole, Otras veces opera como refuerzo, etc. Además; ¿de ciones, tenemos el sentimiento de lo ominoso, que podemos
dónde provieóe lo ominoso de la calma, de la soledad, de la .completar con este luicío: <rEntonces es cieto que uno puede
osc'¡ridad? ¿No apuntan estos factores al papel del peligro matar a otro por el mero deseo, que los muertos sigucn vi
en la génesis de Io ominoso, si bien se trata de las mismas viendo y se vuelven visibles en los sitios de su anterior acti-
conáiciones baio las cuales vemos a los niños, las más dc las vidad», y cosas semeiantes. Por el contrario, falta¡á lo omi
veces, exteriorizar [en cambio] angustia? ¿Y acaso podemos nóso de esta clase en quien haya liquidado en sí mismo de
descuidar por entero el factor de la incertidumbre intelec- una manera radical y definitiva esas convicciones animistas.
tual, cuando hemos reconocido su significatividad para lo I¿ mís asomb¡osá coincidencia de deseo y cu$pliniento, la
ominoso de Ia mue¡te fpágs. 241-2)? repetición más enigmática de vivencias parecidas en un mismo
Debemos entonces admitir la hipótesis de que para la lugar o para una misma fecha, las más engañosas visiones
emergencia del sentimicnto ominoso son dccisivos ot¡os fac' y Ios ruidos más sospechosos no 1o ha¡án equivocarse, no
tores que las condiciones por nosotros ptoPuestas y que se despertatán en é1 ninguna angustia que pudie¡a califica¡se de
refie¡en al mate¡ial. Y hasta podría decirse quc con esta pri- arigustia ante lo <.ominoso,r. Por tanto, aquí se t¡ata pura-
mera comprobación queda .ttamitado el interés psicoánalítico mente de un asunto del examen de realidad, de una cuestión
por e. problema de lo orninoso; el rc§to probablcmente cxiir ¿. ¡, ¡¿alrjad mate¡ial.so
una indagación estética. Pero asi abriríamos las puertas a Otra cosa sucede con lo ominoso que pa¡te de complejos
la duda sobre el valor que puedc pretender nuest¡a intelec'
ción del origen de lo omino* desd" lo cntrañable reprimido. ¡0 Como también lo ominoso del doblc cs dc cstc género, scrá inte-
rcsante avcriguat cl efecto que nos ptoduce topamos cotr Ia iolgen
Una observación acaso nos indique e[ camino para resolvcr dc nucstra propia pcrsona sin habc¡l¿ invocado c insospecüadamente,
estas ince¡tidumbres. Casi todos los ejemplos quc conra' E. M¡ch comunica dos de ralcs cbservaciones cn st Aaalyc dtEmy
dicen nuest¡as expectativas están to'mados del campo de.la liadu4 11900, páe. l). Una vez sc espzntó ao poco al advertir quc
ficción, de la c¡eación literaria. Ello nos señala que debería' el ¡ostro que veí¡ cra el suyo propio, y otra vcz pronunció un iuicio
hano negativo sobrc alguicn co quien <tcyó ler un exerño quc subía
mos establecer un distingo enrre lo ominoso que uno livencia al ómnibus dondc se cnconr¡¡ba á: «¡Vaya quc cstá deardpito cl
y lo ominoso qra uno i,arr*"nte se representa o sobre lo m¡e¡tro dc escrela quc sube ahí!». Yo pucdo rcferir una avenlula
cual lee. parccide: Mc encontraba solo en mi -cao¡¡otc cu¿¡do un srudón algo
Lo o,ninoso del sivenciar resDonde r condiciones mucho más viclcnto del trcn hizo quc se abricra la puerta de comunic¡ción con
cl toilctlc, y aparcció antc mi un anciano s&o¡ en ropr de cama y que
más simp)es, pcro abarca rrn número mcnor de c¡sos. Crco llevaba puesto un gorro de viaje. Supuse que al salir del baño, situado
que adrnite sin excepciones ni¡estra soluciór¡ tentativa: siem' ent¡e dos cama¡otes, habla eq':ivocrdo la dir.rción y ¡o, error sc había
pre se lo puede reconduci¡ a lo reprimido familiar de anl¡guo. introducido en cl rrío; mc puse de pic pata advenírsclo, pcm me quedé
Empero, también aquí correspondc cmprendcr una impor' aóni¡o ¿l dármc cucntá dc quc el intruso era rni pro¡iz imagcn pre
yccttda en cl cspcjo sobrc Ia pucrta de comunicaciún. Arl¡ ¡ecur¡do cl
tante y psicológicanente susrantiva scpareción dcl matcrial; profuodo disgusto que Ia aparición me produjo. Por tento, cn vcz de
lo mejor será disce¡ni¡la a raíz de ejemplos apropiados. itcrrotizatDos antc el doble, ¡mbos y yo- simplcoentc no lo
Tomemos lo ominoso de la omnipotcncia de los pcnsa- rcconocioos. ¿Y cl disgusto no scrfa -Mach
un rcsto de aquella :tacción ¿¡-
clca quc sicnt: ¡l Coblr como elgo ominoso?
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i;l¡;trlc: :¡:ij;idc:. rl:l :cg:!::r' A'' de l" fa"'
r""*"'i^^', también la de escoser a su albed¡ío:u unive¡so fieu¡ativo
tasía de sen3 mate¡¡o, etc.; sólo que no puedeo ssr muy de suerte que comcrda con la tealldad que nos es taDr.llat o se
f¡ecuentés las vivencias obietivas que despierten esta vüie' üstancie de ella de algún modo. 'r' ¡t somos lo seguimos en
dad de lo ominoso. lo ominoso del vivenciar pertenec€ las ctalquiera de esos casos. !,:,t e;emplo, el universo del cuento
,{;
más de las veces al primer gruPo [eI tatado en el párafo tradicional ha abandonado de anternano el terreno de la ¡ea-
anteriorl ; ahora bien, el distjngo entre ambos es mly impo¡- lidad y profesa abiertamente el supuesto de las convicciones
tante para la teoría. En Io ominoso que proviene de mmple- animistas. Cumplimientos de desm, fuerzas seoetas, omni-
ios iniantiles no entra en cucnta el problema de la realidad potencia de los pensamientos, animación de lo inanim¿do,
material, remplazada aquí por la realidad psíquica. Se trata de sobra comunes en los cuentos, no pueden ejercer en ellos
de una áfectiva represián (desaloio) de uÁ contenido y del efecto omi¡oso alguno, pues ya sabemos que pata la génesis
retorno de lo reprimido, no de la cancdación de la cteencia de ese sentimiento se requiere la pcrple.iidad en el iuicio
et la realidad. de ese contenido. Podrla deci¡se que c¡ un acerc¡ de si lo increíble superado no seríá empe¡o realmente
caso es reprirnido {suplantado} un cierto contenido de rcpre' posible, p¡oblema este que las premisas mismas dd univeso
sentación. i/ en el ottó la creencia en su realidad (material) ' de los cr]errtot excluyen por ómpleto. Asl, el oento -tladi-
P.ro ,."á'.rt, última mane¡a de decir extienda el término cional, que ncs ha b¡indado la mayoría de los eiemplos que
<<¡epresión» {esfuer¿o de desalojo o suplantación} más allá contradicen ¡'ruestra solución de lo ominoso, ilustra el caso
de iut límires lesítimos. Más cor¡ecto será dar raán de la antes mencionado de que en el teino de Ia ficción no son
dife¡encia psicoló-gica aquí rasreable diciendo que las,conv'f- ominosas muchas cosai que, de ocurrir en la vida teal, pro-
ciones animistas dcl homb¡e cr¡lto se encuentran en el e§tado ducirían ese efecto. Y a esto se suman, tespecto de los cuen-
de lo saperado lÜberuundenseinJ --en fo¡ma más o menos tos tradicionales, otros factores todavía, que luego tocaremos
-
total-. Entonces nuestro resultado ¡eza: Lo ominoso del de pasada.
vivenciar se pro,luce cuando unos compleios infantiles rep¡i- E[ autor literario puede umbién crear un univetso que,
midos sol ¡eanimados por una impresión, o cuando parecen menos fantástico que el de los cuer.ios tradicionales, se
ser rcfi¡madas unas convicciones primitivas superadas. Por separe del universo real por la aceptación de unos seres espi'
último, la predilección por las soluciones tersas y las expo- riiuales superiores, demónios o espíritus de difuntos. En tal
siciones irasprrentcs no nos impedirá confcsar que estas dos caso, todo'lo omiíoso que habría ádherido a estas figur-as- se
va¡iedadés de lo ominoso en el vivenciar, PCr nosoros pro- disipa, en tahto constiluyen las premisas de esta realidad
poética. --as ánrmas eo el Infierno de Dante o las apariciones
Duestas, no siemp¡e se pueden separar con nitidez. No nos
l.o-b."¡á muchó esta borradura di los deslindes si ¡eflexio- áe esp..,ros en Hamlet, lvlacbetb, lulio Cés¿¡, de Shake-
nárnos en oue las convicciones primitivas se relacionan de Ia spearé, pueden ser ha¡to somb¡ías y terroríficas, pero -en- el
manera má's íntima con Ios complc¡os infantiles y, en verdad, fondo son tan poco ominosas como el festivo universo de los
tienen su raíz en ellos. dioses homéricós. Adecuamos nuestro juicio a las condiciones
Lo ominoso de la ficción --de la fantasía, de la c¡eación de esa realidad forjada por el autor y tratamos a ánlnas, esPl-
literaria- merece de hecho ser mnside¡ado aparte. Ante ritus y espectros como si fue¡an existencias de pleno derecho,
todo, es mucho más rico que lo ominoso del vivenciar: lo como-nosottor mismos lo somos de¡to de la realidad mate-
abarca en su totalidad y comprende por añadidura otras cosas rial. También en este caso está ausente la ominosidad.
que no se presentan bajo Ias condiciones del vivenciar. La La situación es dive¡sa cuando el autor se sitúa en aparien-
óposición entre reprimido y superado no puede ttasferirse e cia en el te¡reno de la ¡ealidad cotidiana. Entonces acePta
1o ominoso de la crchción liteiaria sin modificarla profun- todas las condiciones para la génesis del sentimiento ominoso
damente, pucs el ¡eino de la fantasía tiene por premisa de válidas en el vivenciar', y todo cuanto en la vida provoca ese
validez qui su contenido se sustraiga del examen de realidad. efecto lo produce asitnismo en la c¡eación lite¡aria. Pero
E[ resultado, que suena paradóiico, es que mucbas cosos que también en este caso puede el autor aoecenta¡ y multiPlicar
si ocurrieran en la uid¿ seria¡¡ omitosas no lo sott en h erea- lo ominoso mucho r,rás allá de lo que es posibie en el viven-
ción literaria, y en esta exitleÍ r¡lucbas posibilidades de alcan' ciar, haciendo que ocurran cosas que no se exPedmentatían
----o sólo muy raramente- en la realidad efectiva. En alguna
zar electos ominosos que están d senles en la vidt real-
Ent¡e l¿s muchas libe¡tades del c¡eador Iiterario se cuente medida nos descubre entonces en nuestrás supersticiones, que

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c¡eíamos supe¡ad¿s; ¡ros engaña, pues habiéndonos prometido
ra lsar¡uau Luuu¡a¡¡a §e sate oe ella. ñeacclonamos aDte sus
ficciones como lo hubiéramos hecho a¡te u.i", virencias pro llos pí:,rce áora más sustantiva, pues hemos rliscernido que
pias; cuando repsramos en el engaño ya es demasiado t"id" !.. u;ninoso proveniente de la fuente de compleios reprimidós
ya el autor ha logrado su propóiito, óe¡o me veo precisadJ lJrrs3nta la ;ayor r.iii .".ir. rr f¿á ¿*I rérprár.i¿" ' .,
a sostener que oO ha alcanzado ur efecto puro. permanece aqul: En ese relato no nos acomdamos a los sqntimientos ' - r

en nosoEos un se¡timierlo de i¡satisfacción, una suerte de de la princesa, sino a la superior astucia de «maese ladrón». . ;
inquina Acaso la princesa no dejó de experimentar el sentimie¡rto
.por el espejismo intentado, co-o yo -irmo lo he ominoso, y hasta creemos verosftnil que haya sufrido un
registrado con particulal nitidez t¡as Ia lectuia del cuento de
Schnitzler «La profecía» y parecidas prcducciones eue cooue- desmayo; pero nosokos no registramos nada ominoso pues
tean con lo-milagroso. Empero, el escrito¡ disponi de ótro no nos ponemos en el lugar de ella, si.uo en el del otro. Me-
recurso mediante el cual puede susrrae¡se d-- esta rebelión diante una constelación dives¿ se nos ahoma la impresión de
nuestra y al mismo tiempo mejorar Ias condiciones para el lo ominoso en la farsa de Nestroy «El despedazado», ctandó
logfo de.sus proEísitos. Consiste en oculta¡nos larso tiemoo el fugitivo, que se tiene pot un asesiao, ve alzarse frente a
las premisas_que en ve¡dad ha escogido para el ñundo iu_ sí el presunto espectro de su víctima tras cada esmtillón ctyo
puesto po¡ é1, o en ir dejando para él fual. con habilidad v tapiz lcvanta, y exclama deses¡rrado: «¡Pero si yc he matado
ast¿:.cia, ese esdarecimiento deiisivo. pero, en general, sá a uno solo! ¿A qué viene está atmz multiplicación?». Nose
co¡ifirma lo gntes dicho: que la ficción ab¡e al s"entimiánto tms conocemos Ias condiciohes previas de esta escena, no
ominoso nuevas posibilidades, que faltan en el vivenciar. compartimos e1 ertor de <<El despedazado», y por eso lo que
Todas estas va¡iantes sólo se refie¡en en sentido estricto para él no puede me¡os que ser or i*-oso nos prduce u;r
a lo,ominoso que nacc de_ lo superado. ln ominoro gen.i"Jo efqtto i¡¡esistiblemente cómico. Y hasta un fantasma ..real»,
'§7ilde
desde complejos rcprimidos es más resistente, sigui sicndo como el del cuento de Oscar «El fantasma de Cante¡-
tan ominoso en la c¡eación iiteraria prescindiños de un¡
ville», tiene que pe¡der todos sus poderes, al menos el de
-si
condición-. como e¡ el vivencia¡. Lo otro ominoso, que vie- provocar horror, cuando el autor se..¡rermite dive¡tirse ironi-
ne de Io superado, muestra ese carácter en el vivenciar v en zando sobre é[y tomándole el pelo. Tanta es la indepeodencia
la creacíón Iitcraria que se sitúa en el tc¡¡eno de la ¡ealidad que en el mundo de la ficción puede alcanzar ei efcrto sob¡e
material, pero puede perder parte de su cfecto en las ¡eali- el sentimiento respecto de la elección del material. En el
dades fi¿icias creadas por el escritor. unive¡so de los cuentos t¡adicionales no se provocan. senti-
Es evidente que las puntualizaciones ante¡io¡es no han mientos de angustia y tampoco, por tanto, ominosos. l,o coc"
pasado revista exhausriva a las libertades del c¡eador titera- prendemos, y por eso nos despreocupamos de las ocasiones a
rio y, con ellas, a .ros privilegios de la ficción en cuanto a raíz de las cuales sería posible algo de esta índolc.
provocar e inhibir el sentimiento ominoso. Frente al vivenciar Ace¡ca de la soledad, el silencio y la oscuridad [cf. pág.
nos compo¡_tamos en cie¡to modo pasivamente y nos some_ 2461, todo lo que podemos decir es que son efectivamente
temos al influio del mate¡ial. En cambio, el creaáor literario los facto¡es a los que se anudó la angustia infantil, en la
puede orientarnos de una mane¡a particula¡: a t¡avés del mayoría de los hombres aún no extinguida por completo. La
talante que nos instila, de las expitativas que excita en investigación psicoanalítica ha abordado en ot¡o lugar el
nosotros, puede desviar nucsuos piocesos de sintimiento de problema que plantean.3r
cie¡to. resultado para acomodarlol a otro, y con un mismo
mate¡ial a nrenudo puedc obtcner los mái va¡iados efectos.
Todo esto es archisabido, y probablemente Ios especialisras
en esrérica Io Layan rrrtadc a fondo. Hemos invadido sin
quererlo esc campo de invcstigación, ce<iiendo a Ie tentación
dc esclarece. ciertos ejempl,.rs que cont¡adccían nuestras de.
duccioues. Volvamos a considc¡cr algunos de ellos,
Nos preguntamos rnrcs por quó Ia mano cortada de 3r [V¿ase cl cxamen del temot de los nii'ios e la oscuridad c¡ d
teso¡o de Rhampsenit» no produce un efecto ominoso como "El tcrccro <lc los Ttet cnsoyos de lcorío ¡cxual (1905¿'), AE, 1, págs.
20a-5, n. 24.)
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