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CARACTERÍSTICAS DEL MENSAJE DEL REINO DE DIOS


Mateo 4:23-25

Mat 4:23 Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el
evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.

Mat 4:24 Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los
afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y
los sanó.

Mat 4:25 Y le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro
lado del Jordán.

Introducción

La semana pasada hablamos de las demandas para entrar al Reino de Dios. ¿Recuerdan cuáles
eran? Venir y seguir, dejarnos hacer y estar dispuestos a perder.

En el texto de hoy vamos a ver algunas características del mensaje del Reino de Dios:

Empecemos por decir que la gran mayoría de personas que siguieron a Jesús, lo hicieron no por
sus palabras, sino por sus obras. La gran mayoría seguía a Jesús por sus milagros, por lo que
podían arrebatar de él. Y esto sucedió porque el mensaje del Reino de Dios, es un mensaje
contra-cultural. Es un mensaje que está en contra de lo que el hombre ha construido desde su
propia cosmovisión con respecto a quién es él y quién es Dios. Sólo en una ocasión, cuando
algunos discípulos no quisieron seguirle, Jesús les respondió que tenían toda la libertad de irse. Y
escuchamos a Pedro decir: ¿A quién iremos si sólo tú tienes palabras de vida eterna?

Veamos entonces cuales fueron algunas características del mensaje que crearon y crean tanto
rechazo hoy:

1. EL MENSAJE DEL REINO COMUNICA UNA ÉTICA DEL ESPÍRITU Vs.23

El mensaje del Reino no promueve una ética normativa. La ética cristiana, o la constitución del
Reino de Dios no es un conjunto de normas y reglas morales estáticas a cumplir, sino una ética
en el Espíritu. Una ética que se vive “en el camino”, una ética dinámica, una ética de superación
que surge de la vida del cristiano, del discernir su diario caminar con Cristo. Son la enseñanza y
la predicación del Reino de Dios la que producen “La ética del Espíritu”.

Es la ética de la segunda milla, es la ética de “aunque me es lícito, no me conviene”, es la ética


de “poner la otra mejilla”, es la ética de renunciar a mis derechos por causa de los débiles”. El
verdadero mensaje del Reino de Dios es la superación de la ética normativa, en otras ocasiones
su complementación y en otras ocasiones su contraposición. Pero en síntesis, nuestra ética
cristiana es un llamado a responder a la gracia de Dios. Por eso:
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a. El mensaje del Reino no usa métodos represivos. No funciona como lo pretendió hacer
la conquista española: con una cruz en una mano y con una espada en la otra. Este
mensaje del Reino promueve una constitución basada en el amor y la misericordia (lo
veremos más adelante en el Sermón del Monte). Es una constitución que se acuña en el
corazón de sus oyentes y que hace que sus motivaciones, que una vez fueron erróneas,
ahora sean las correctas.

Es un mensaje que se enseña y se predica para el corazón, no para los códigos legales de
nuestras mentes. Este mensaje del Reino es para cambiar vidas desde adentro. El Reino
va avanzando en la medida en que seduce y fascina la libertad de los hombres. Es
parecido al progreso de crecimiento de un árbol de mostaza y la fermentación suave que
produce la levadura. Por eso no se hace perceptible ni constatable desde los criterios
humanos. El Reino de Dios se extiende libremente desde la enseñanza y la predicación
de Jesús al corazón sediento del hombre.

b. Y porque es una respuesta a la gracias de Dios tampoco el mensaje del Reino se mide
cuantitativamente. Por causa de sus valores, el Reino no hace énfasis en el éxito
cuantitativo como lo entienden muchos. El Reino de Dios no tiene prisa, no se apresura,
no confía para su éxito en el ánimo proselitista. El éxito del mensaje del Reino se mide
cualitativamente. Crece desde la sencillez de lo cotidiano. «Habiéndole preguntado unos
fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: "La llegada del reinado de Dios
no está sujeta a cálculo,» (Lc. 17,20) NVI99. "La venida del Reino de Dios no es cosa
que se pueda verificar”. BL95.

El mensaje del Reino de Dios es una oferta de gracia que nos permite acercarnos a un Dios que
ya está en nuestra búsqueda con un mensaje de amor no normativo.

Aplicación

No es posible entregar el mensaje del Reino de Dios con una enseñanza o una predicación
basada en una ética normativa (Represiva y cuantitativa). No se puede cambiar la vida de una
persona colocándole normas, así como no es posible cambiar la naturaleza de un cerdo,
lavándolo con Vel-Rosita.

Nuestro mensaje es una ética del Espíritu, un mensaje al corazón, no a las actitudes. Las
actitudes sólo nos dejan ver lo que hay en el corazón. El problema de los fariseos era este. Ellos
lo hacían todo bien. Pensaban que todo lo hacían correcto por cumplir las normas. Pero su
corazón estaba lejos de Dios. Jesús dijo: Mat. 15:8 Este pueblo de labios me honra; Mas su
corazón está lejos de mí.

Nuestras actitudes, nuestras palabras, nuestros gestos, responden a los impulsos del corazón. No
a nuestros pensamientos o conceptos que tengamos de las cosas. Por eso dijo Jesús que lo que
sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre Mat.15:18.

Cuando les enseñamos a nuestros hijos debemos siempre hacerlo desde una ética del Espíritu, y
no desde una ética normativa. En el Redil Junior, con los jóvenes, los universitarios, debemos ir
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a sus corazones si queremos que el Reino de Dios se establezca en ellos. No queremos una
iglesia moralista, queremos una iglesia que viva y ande en el Espíritu, y no en las normas.

2. EL MENSAJE DEL REINO DE DIOS COMUNICA UNA SALVACIÓN INTEGRAL.


Vs. 23

Mateo nos indica que Jesús abandonó Capernaum y comenzó un ministerio itinerante por
Galilea, zona en la que estaba situada aquella población. Jesús fue visitando las sinagogas de
todos los lugares, allí anunciaba la buena noticia del reino de Dios y, además, añade el
evangelista, sanaba a las personas de toda clase de enfermedades y dolencias.

Sin duda, la noticia se extendió por toda la región y las zonas vecinas de Siria y Decápolis,
habitadas por población gentil no judía. Trajeron a Jesús a personas que sufrían todo tipo de
dolencias y a los endemoniados. Jesús curó y ministró a todos ellos.

Vale la pena mencionar que Mateo hace una distinción entre epilépticos y endemoniados.
Contrariamente a lo que muchas personas actualmente creen, las enfermedades mentales no son
posesiones del diablo. Se consideraba una posesión cuando un espíritu maligno tomaba el control
de un individuo y actúa y habla través de la persona por la fuerza. En las Escrituras nunca vemos
que Jesús nos indique que todas las enfermedades son causadas por espíritus. Estas creencias
obedecen más bien a nuestra cultura supersticiosa.

Es importante notar que Jesús llevó a cabo un ministerio integral a las personas. Él no sólo
predicaba, no estaba exclusivamente preocupado por las necesidades espirituales. Jesús tenía un
acercamiento integral a las necesidades de las personas con las que se encontraba.

El reino de Dios realiza actos salvadores (dar de comer al hambriento, curar al enfermo, perdonar
al pecador, reinsertar al marginado, reconciliar a los enemistados, defender al oprimido, devolver
el equilibrio al esquizofrénico, consuela a quien padece. Todos estos milagros son actos
salvadores del Reino de Dios.

En ocasiones hacemos lecturas “espiritualistas” de estos pasajes y damos por sentado, que Jesús,
sin duda, no sólo los sanó, sino que también les predicó el evangelio. Son muchas las evidencias
en los relatos de los evangelistas que nos muestran que en muchas ocasiones no fue así. Que
hubo situaciones en las que Jesús sanó y no predicó y en otras, que predicó y no sanó. Así en
cada momento, en su discernimiento, Jesús ministró a cada persona según su necesidad y cada
uno de ellos fue visto por él como un ser humano integral, no solo un alma que necesitaba ser
salvada. Dios no salva almas, él está interesado en la salvación de personas, y las personas son
cuerpo y alma.

Aplicación

Hay dos aplicaciones importantes que este encuentro tiene para nosotros. En primer lugar, como
en la vida de aquellas personas que sufrían necesidad, Jesús quiere ministrarnos y satisfacer
nuestras carencias de una forma integral. Él está preocupado por nuestra dimensión espiritual,
pero también lo está por nuestras relaciones, nuestras emociones, nuestras necesidades físicas.
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Jesús quiere que nos acerquemos a él como somos y con aquello que necesitemos. La promesa es
que seremos ministrados acorde con nuestra necesidad, lo cual, no necesariamente significa que
lo seremos acorde a nuestros deseos.

En segundo lugar, este pasaje de Mateo nos habla de algo especialmente precioso: Nos cuenta de
aquellos que trajeron a Jesús los enfermos, a los lisiados, a los epilépticos y a los
endemoniados. Nos menciona a personas que tuvieron el suficiente interés y preocupación por
aquellos que, debido a su incapacidad, impotencia o ignorancia, no podían tener aquel encuentro
transformador con Jesús.

Y esto nos reta a pensar en todos aquellos a nuestro alrededor que necesitan de esta oportunidad
transformadora y que sólo podrán venir si nosotros, conscientes de su ignorancia, impotencia y
necesidad, les ayudamos a acercarse a Jesús.

Puede ser que tú estés en uno de estos dos grupos.

Si estás del grupo de los que necesitan de Jesús y quieres que te ministre hoy en tus necesidades.
Toma un tiempo para hablar con él. Piensa que él te ve de forma integral, que todo en ti le
preocupa y le concierne. Habla con Jesús acerca de tus necesidades, pídele que te ministre.
TIEMPO DE ORACIÓN AL FINAL.

Si estás en el otro grupo, pregúntate ¿Qué personas hay a tu alrededor que necesitan acercarse a
Jesús pero no tienen quien les lleve? ¿Cuál es tu responsabilidad hacia ellos? ¿Qué puedes hacer
por ellos?

3. EL MENSAJE DEL REINO DE DIOS COMUNICA UNA INVITACIÓN ABIERTA Vs.


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El ministerio de Jesús hizo que muchos le siguieran Vs.25. Los llamados al Reino eran de
Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, Judea y del otro lado del Jordán. El Reino de Dios es una
voluntad de encuentro y de acogida que rebasa toda barrera. Por eso Jesús come con los
pecadores, acoge y cura a los leprosos, se acerca a samaritanos y paganos, redime a las mujeres y
los niños porque considera que el Reino es para todos los que quieran entrar a la fiesta que el
Rey ha preparado.

Hay otro dato muy interesante. Debemos tener en cuenta que, para los judíos, el hecho de que
una persona estuviera enferma no tenía importancia sólo desde el punto de vista fisiológico, sino
que su limitación era más importante desde el punto de vista religioso.

Para ellos, y para otros hoy esa carencia de salud era signo de que, en el enfermo, las fuerzas del
mal prevalecían sobre las del bien; es decir, que Dios le había abandonado. Y Si Dios lo había
abandonado las instituciones religiosas estaban obligadas a hacer lo mismo.
Eran por lo tanto, personas marginadas de la religión, que en aquella época era la mayor
desgracia que podía recaer sobre una persona, porque inmediatamente quedaba excluida de todos
los ámbitos de la sociedad.
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Pero Jesús, con su actitud ante estas personas, manifiesta que Dios hace precisamente lo
contrario, está más cerca de los marginados, de los que sufren, de los que no cuentan. Y al
acercarse a ellos y sacarlos de esa situación de marginación, está haciendo presente al verdadero
Dios y está dando muestras de que el Reino de Dios que él predica, verdaderamente ha llegado.

Jesús sabía que el mensaje del Reino tenía que ser llevado y entregado como una encomienda de
Dios para el mundo. Por esta razón vemos que el ministerio de Jesús era un ministerio itinerante,
no estático. Había que recorrer todos los lugares posibles buscando las ovejas perdidas: en
Galilea, Decápolis, Judea y las naciones al otro lado del Jordán.

Aplicación

La señal de que el Reino de Dios ha llegado, es que los sordos oyen, los cojos andan, los ciegos
ven, los presos son libres. O sea que los marginados de la religión (por estar enfermos) son
restaurados. Por eso Jesús, con esa actitud para con los excluidos, está haciendo presente a Dios.

El objetivo de Jesús no es erradicar la miseria, sino hacer ver que hay algo más importante que la
salud y que la satisfacción de las necesidades más urgentes. Sanar al que sufre de su enfermedad
no garantiza que haya sido introducido en el Reino. Pero salir de nuestro egoísmo y
preocuparnos por los que sufren, sí puede hacer que ellos encuentren el Reino de Dios.

Si el reino de Dios no se manifiesta en nuestra relación con los más pecadores, es porque no ha
llegado a nosotros todavía. Con el evangelio en la mano, no podemos pensar en un Reino de
Dios puramente espiritual.

Una relación de amor auténtico con Dios es imposible al margen de una preocupación por los
demás. Creer que amamos a Dios sin amar al prójimo es una mentira. Y creo que los cristianos
no hemos aprendido la lección, ni como individuos ni como iglesia.

Este episodio de hoy nos debe hacer reflexionar. Todos tenemos que abrirnos a la verdad y tratar
de ir a todos, llevándoles el mensaje del Reino de Dios.

Jesús dijo: “Yo soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo; y entrará y saldrá y hallara
pastos” (Jn.10, 9). Pero, “puerta” se puede entender como el hueco que permite el acceso a un
lugar o el elemento material que girando sobre unas bisagras, puede permitir o impedir el paso.
En este contexto de la cita deja claro que se trata de la apertura para entrar y salir. Jesús es una
entrada sin puerta.

Pero por desgracia, muchas veces estamos utilizando a Jesús como el elemento que impide el
paso no sólo a nuestro interior y a la intimidad de Dios. Sino que hemos cerrado la puerta y nos
hemos guardado la llave para que otros no entren.

Así lo advirtió Jesús: ¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los demás las
puertas del Reino de los Cielos! Ni entráis vosotros ni dejáis pasar a los que quieren entrar (Mt
23, 13). Algún día hablaremos de esto.
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Aquí hay una lección para nosotros. Si nuestro mensaje está bien y si seguimos el ejemplo de
Jesús, no solamente los cristianos nos escucharán. Si nos dirigimos hacia seres humanos como
tales y somos relevantes a sus necesidades”, también el mundo escuchará.

¿Pero por qué se congregaron esas personas de lejos y de cerca para escuchar a Jesús?
Nuevamente, se nos dice que vinieron al principio porque escucharon que sanaba (Mateo 4:23-
25).

¿Qué podemos aprender de esto? No está en nuestra capacidad sanar a las personas al instante y
milagrosamente como lo hacía Jesús. No, pero sí podemos encontrarnos con las personas en el
lugar preciso de su necesidad. Podemos acercarnos a ellas en sus dolencias y temores.

Podemos mostrarles que nos importan, y que nos preocupamos por ellos como seres humanos.
Frente a Jesús las personas sentían que allí estuvo alguien que les amaba. Así ellos más tarde
gritaran ¡Crucifíquenle!

En eso consiste el Reino: en que los que excluyen o cierran la puerta, dejen de hacerlo, y que los
excluidos dejen de sentirse excluidos a pesar de sus limitaciones.

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