Está en la página 1de 3

LOS HABITOS

Ya lo decía el buen Jhon Maxwell “Puedo predecir el resultado a largo plazo de su éxito si me
muestra sus hábitos diarios” pero ¿qué son los hábitos? ¿de dónde surgen? ¿para qué sirven? te
voy a platicar, nuestros pensamientos crean una especie de surcos en el cerebro, todo lo que se va
repitiendo son conductas repetidas, se van arraigando en nuestro día a día.

Es como si fueras caminando todos los días el mismo camino, por ahí por donde pasas dejas
huella, por ahí por donde pasas vas haciendo un lado piedras, hojas, ramas y entonces se va
marcando ese transitar, ese pasar tuyo; de esa manera es como sucede en nuestro cerebro, se van
quedando plasmadas las conductas que ya conocemos o nuestra forma de responder ante
situaciones determinadas, por lo que vamos a llamarle camino mental, conforme vamos
repitiendo ese pensamiento ese camino se va pavimentando, ese camino ya es la vía principal la
avenida principal por la que se transportan tus pensamientos.

Recordemos que los pensamientos crean hábitos los hábitos, crean creencias, y yo te diría qué ese
es un círculo vicioso en el que las creencias vuelven a crear estilos de pensamientos y comenzamos
otra vez, esos pensamientos se vuelven a concretar en actos y así vamos girando entre los hábitos,
ya que partimos desde nuestras creencias para conformar tanto lo que decimos hacemos y
pensamos día con día, plasmando en nuestro inconsciente ideas de lo que somos y de lo que una
persona está habituada a hacer.

Es muy curioso cómo confluyen varios factores para que los hábitos persistan en los lugares
personas, situaciones. Por ejemplo, cuando alguien se siente preocupada, presionada, estresada,
entonces le dan ganas de fumar, de masticar chicle, de comer, le da sueño; adopta conductas qué
le llevan a obtener satisfacción momentánea, tras el estrés se le proporciona una recompensa al
cerebro. Y ¿qué pasa el fin de año? Prometemos, deseamos y queremos cambiar cosas que ya no
nos gustan proponiéndonos nuevas metas, lo cual muchas veces no es cumplido.

Tal vez has escuchado decir es que no quieres salir de tu zona de confort, que no quieres salir de
tu zona conocida y justamente eso se debe a qué a los seres humanos no nos gustan los cambios;
los cambios nos dan miedo nos aferramos aquello que aunque no funciona del todo, ya
conocemos; dar el brinco hacia nuevas formas de hacer las cosas resulta entonces casi una Odisea,
por ello es que no nos decidimos a implementar una nueva conducta que marque un nuevo
camino hasta que la anterior nos ha dolido demasiado; hasta que no llegamos al hartazgo, al
sufrimiento, a la pérdida, es que lamentablemente la mayoría de las personas implementan una
modificación.

Además, pasa algo muy curioso, porque también cuando nos proponemos llevar a cabo cambios
nos fijamos metas muy difíciles, cómo dejar de comer las cantidades industriales de grasa, azúcar,
harina, que habías venido comiendo durante los 5 años anteriores de un día para otro. Por
supuesto que ante metas cómo estas indudablemente vamos a fracasar, y con ello el sentimiento
de frustración. Entonces, adivina. Vas a regresar al camino conocido, al camino ya trazado, porque
él te ofrece la recompensa de volver a comer, de volver a fumar, de levantarte tarde, de no lograr
tus metas; va a volver a aparecer.
Hay una historia muy curiosa que escuché hace tiempo qué es un ejemplo de cómo las creencias
van creando hábitos y hasta la cultura de una familia, de una sociedad y de una empresa; es una
historia muy simple, pero que nos muestra como sucede esta situación. Cuenta la anécdota de una
familia, una vez el esposo, cuando observaba cómo su esposa cocinaba el pavo de fin de año, le
causó curiosidad darse cuenta que cada fin de año hacia lo mismo: antes de meter al horno la
charola del pavo, le cortaba las piernas y se las ponía encima; le preguntó “oye mi amor, ¿por qué
siempre haces lo mismo? ¿a qué se debe que le cortes las piernas al pavo y se las pongas encima?”
a lo que ella le contestó “pues mi mama me enseñó así y me dijo que, si yo lo hacía, el pavo va a
saber más rico, ¿a poco no te gusta cómo me queda?” a lo que el esposo afirmó que sí, pero no se
quedó contento y en cuanto tuvo oportunidad de preguntarle a su suegra le dijo “suegra, dígame
por favor ¿por qué le enseñó a mi esposa a hacer el pavo de fin de año cortándole las patas y
poniéndoselas encima antes de meter la charola al horno?” a lo que la suegra respondió “es una
tradición en mi familia, a mí también me enseñó mi mamá a hacer esa técnica para que el pavo
quedará más rico” el esposo aún inconforme, y cada vez más intrigado, corre con la abuela de su
esposa y le pregunta “señora ¿por qué enseñó a su hija, mi suegra, a cocinar el pavo cortándole las
piernas antes de meterlo al horno?” y la abuelita dijo “¡Ay hijo! es que fíjate que todo el tiempo la
charola que yo usaba para cocinar mi pavo era muy chiquita y mis pavos no cabían, por lo que
tenía que cortarle las piernas para que pudieran entrar en el horno”. Así que, como podrás darte
cuenta, vamos creando hábitos inconscientes a veces sin saber la verdadera razón.

Aquí un dato curioso: cuando fue encontrado el fósil de una cucaracha descubrieron que estos
bichos han cambiado muy poco en millones de años, y ¿por qué ha sido esto? porque estos
animales casi no tienen depredadores, así que su vida ha sido relativamente fácil; lo mismo pasa
con los seres humanos, valga la comparación. No tengas miedo de soltar, de cambiar, de destruir,
porque entre más cambios implementes, más grande será tu aprendizaje y tú crecimiento. La
valentía que implica dar el primer paso, por pequeño que sea, es más importante que los años de
comodidad sin crecimiento que puedas tener. Y con más razón en este momento, cuando estamos
viviendo una realidad que aún no podemos creer: una pandemia, que nos ha llevado a revisar la
forma en cómo hemos venido haciendo las cosas, nuestras relaciones, nuestros hábitos higiénicos,
nuestras formas de organizarnos como sociedad y como familia. Hoy por hoy se trata de adaptarse
a los nuevos cambios que los tiempos nos exigen; la frase que aquí aplica sería adaptarse o morir.

Así que te voy a dar 4 tips para acabar con esos hábitos tóxicos y no morir en el intento:

Tip número 1: Sustituye.

El ser humano es un animal de costumbres, dice la frase, y efectivamente, no podemos dejarlas a


un lado, lo que sí podemos es sustituirlas por algunas más positivas cada vez; por ejemplo, si te
cuesta trabajo desmaquillarte la cara antes de ir a dormir, sustituye ese mal hábito por dejar una
botellita de aceite de almendras o desmaquillante a un lado de tu cepillo de dientes, así cuándo
por la noche vayas a lavarte los dientes, tendrás a la mano el producto que te recordará qué debes
limpiar tu piel antes de ir a dormir. Otro ejemplo, si quieres dejar de tomar refresco, haz un
pequeño cambio, deja sobre la mesa una gran jarra de agua fresca de sabor con mucho hielo, esto
te ayudará a mitigar tu sed y postergar poco a poco el hábito de tomar refresco.
Tip número 2: Duplica tu hábito.

Entre más nos evitamos algo, provocamos un mayor deseo de ello. ¿Te acuerdas cuando en casa,
tus padres te negaban ir algún paseo, comer pan de dulce o te negaban jugar con el balón de tu
hermano? Pues es justamente lo contrario, si te encanta comer cacahuate en vez de una bolsita,
cómete dos, hártate de comer cacahuate. Si tienes el hábito de estar limpiando y limpiando tu
mesa de la sala, proponte limpiarla el doble de lo que lo haces, esto hará que la situación te
desagrade y por lo tanto la conducta se extinguirá. Un último ejemplo, si te obsesiona cerciorarte
de que has cerrado bien la casa y el coche cuando sales de viaje, revísalo 5 veces más, así llegarás a
confiar que con una vez es suficiente.

Algo muy importante en esta parte, seguramente experimentarás diferentes emociones: alivio,
enojo o te sientas tonto o tonta por hacer las cosas de esta manera, te voy a pedir que escribas lo
que estás sintiendo y pensando, confróntate a ti mismo, de esa manera manejarás valientemente
el conocimiento de la persona que eres y eliminarás esos patrones de conducta

Número 3: Interrumpe.

Cuando te cachas repitiendo los hábitos que no te gustan una y otra vez, si pierdes los estribos con
gran facilidad, si te encuentras postergando tus tareas, si te has cachado siendo apática o apático a
mejorar tu forma de hacer las cosas, si te das cuenta que no organizas bien tu dinero, qué comes
rápido, que no te gusta convivir con tu familia, respira profundo y decide rehacerlo cómo te has
propuesto hacerlo para mejorar; además mete a la razón en la ecuación y piensa si vale la pena
enojarte, reaccionar, postergar, no hacer, y que has estado pagando muy caro hacer las cosas de
esa manera que ya no te funciona.

Número 4: Haz afirmaciones y plantéate metas.

Puedes tomar una libreta, una cartulina y empezar a anotar tus logros, esto te hará sentir
orgulloso de ti, ya que tu cerebro notará que eres capaz. Se han hecho estudios que revelan qué es
más eficaz escribir lo que deseamos alcanzar y crear un programa paso a paso para lograrlo que
nada más pensarlo, así que en esa libreta escribe tus metas, después de leer tus logros escribe una
afirmación, por ejemplo “el día de hoy logré no fumar” la meta escrita es como las de los
alcohólicos de 24 horas “solo por hoy no fumaré” y mi decreto sería “soy capaz de llevar a cabo lo
que me propongo, tengo la fuerza para encontrar, para realizar acciones que le hacen bien a mi
cuerpo” recuerda que las afirmaciones deben ser positivas, dichas en tiempo presente y en
primera persona: “yo soy capaz” “yo puedo lograrlo” “me siento bien cuidándome”.

También podría gustarte