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EL FLAMENCO COMO PATRIMONIO CULTURAL DE LA REGIÓN DE


MURCIA.

El Flamenco forma parte del patrimonio cultural y artístico de la Región de Murcia


desde hace, aproximadamente, un siglo y medio. La semilla de ese patrimonio fue
plantada con sudores y fatigas y cultivada con penas y quebrantos por los trabajadores
de las minas de la Sierra de La Unión y Cartagena a mediados del siglo XIX y desde
entonces hasta hoy no ha dejado de crecer y deslumbrarnos con su oscuro fulgor. En esa
tierra desolada, arrancando de sus entrañas la mena del plomo y de la plata, un coro
pobre y desgarrado de mineros, arrieros, tartaneros, taberneros y troveros cantó la
crónica negra de su negra vida, transformó el dolor y la rabia de cada día en los
primeros cantes de madrugá y fandangos mineros, precursores de los que luego
tomarían el nombre genérico de cantes de las minas. Así germinó aquella semilla, no lo
olvidemos, en el principio de nuestros cantes sus alimentos fueron la rabia y el dolor y
la humilde y milagrosa caja de música donde se guardaron la construyó el talento
anónimo de unos sonámbulos habitantes de las oscuras galerías, de los caminos
imposibles, de los tristes chamizos y de las turbias tabernas con su esperanzada
desesperación.
En los años postreros del siglo XIX aparecen los Cafés Cantantes en La Unión,
Murcia y Cartagena y la voz maltratada y elemental de los ancestros se enriquece de
melismas y matices con la levadura de los maestros profesionales: El Rojo el
Alpargatero, Concha la Peñaranda, don Antonio Chacón, Manuel Vallejo, Manuel
Escacena y El Cojo de Málaga, entre otros. Quedan así estructurados, ya entrado el
siglo XX, los estilos propios de nuestra región que hoy conocemos como cantes
mineros: minera, cartagenera, taranta, murciana y levantica. Este patrimonio sonoro fue
transmitiéndose sobre todo de maestros a discípulos, de padres a hijos, de boca en boca,
pues las grabaciones eran escasas y difíciles de conseguir, hasta el punto de que,
mediado el siglo XX, aquella caja de música llena de prodigios se hallaba medio
enterrada y con riesgo de caer en el olvido.
La creación en 1961 del Festival Nacional del Cante de las Minas de La Unión
por un grupo de entusiastas de nuestro arte, entre los que es preciso mencionar a
Asensio Sáez, Esteban Bernal y Antonio Piñana (padre) vino a poner remedio a la
amenaza del tiempo y rescató para siempre el rico legado de nuestra música más
singular y universal. El Festival de La Unión no sólo ha preservado, enriquecido y
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difundido los cantes mineros, sino que ha sido el banderín de enganche de todos los
aficionados al Flamenco de la Región de Murcia, hasta convertirse en la actualidad en la
más importante referencia flamenca a nivel nacional e internacional. Al amparo de ese
árbol mágico y frondoso, poblado de voces profundas e innumerables, hemos vivido y
acrecentado la pasión por el Flamenco todos los que ahora ya no podríamos vivir sin su
consuelo y su compañía.
En los últimos cincuenta años el Flamenco, como un torrente poderoso que
aprovecha todos los cauces y derriba cualquier resistencia labrando su propio camino, se
ha convertido en una seña de identidad imprescindible para la Región de Murcia. Ha
pasado su testigo de mano en mano a través de la familia, su más antiguo y genuino
modo de transmisión, como es el caso de los Fernández en La Unión y los Piñana en
Cartagena. Ha multiplicado la afición mediante peñas y asociaciones, en la actualidad
son más de veinte en toda la Región, que lo cuidan y ahondan en su conocimiento. Atrae
cada año a centenares de jóvenes artistas del cante, del toque y el baile que acuden a los
múltiples concursos de nuestra geografía con la ilusión de levantar su trofeo, siendo los
más prestigiosos de toda España la Lámpara, el Bordón y el Desplante mineros de La
Unión. Ha sido investigado por el poeta Andrés Salom y el profesor José Luis Navarro
y, en el ámbito universitario, mediante tesis doctorales realizadas por los profesores
Génesis García y José Gelardo, además de cultivado y difundido por el Aula de
Flamenco de la Universidad de Murcia y su Asociación Flamenca, así como por la
Universidad Popular de Cartagena y su Cátedra de Flamenco. El baile flamenco es
estudiado como especialidad en el Conservatorio Profesional de Danza de Murcia y el
Ballet Español de Murcia de Carmen y Matilde Rubio muestra su arte en España, Cuba
o China. El Conservatorio Profesional de Música de Cartagena imparte cante y guitarra
flamencos y el Conservatorio Superior de Música de Murcia la licenciatura en Guitarra
Flamenca. El Flamenco es subvencionado por entidades financieras (Cajamurcia y la
CAM) y celebra anualmente la Cumbre Flamenca de la CAM, que es ya una referencia
a nivel nacional. Es publicado por editoriales como Nausicaä o Almuzara con esmero y
calidad y apoyado por Radio Nacional de España en Murcia con excelentes grabaciones.
Es difundido a través de redes electrónicas por páginas web (Murciajonda) y por
revistas universitarias (La Madrugá). Cuenta con jóvenes intérpretes del cante (Miguel
Poveda, Curro Piñana o Antonio Ayala “El Rampa”), del toque (Carlos Piñana o
Antonio Muñoz Fernández) y del baile (Nadia Márquez) que aseguran una espléndida
continuidad. En definitiva, el número de actuaciones, conferencias, debates y cursos
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celebrados en la Región de Murcia que tienen como protagonista al Flamenco es


prácticamente incalculable, pudiéndose afirmar sin hipérbole que vive un momento de
esplendor y que se encuentra más vivo que nunca.
No se plantó, pues, en vano, aquella primera semilla, no gritaron a la nada
nuestros memorables ancestros su pena y su desdicha, porque el eco de ese grito hondo
como un pozo infinito nos besó a todos en la frente, dejando un sabor a gloria revuelta
con manganeso, nos legó un patrimonio de humilde apariencia que escondía en su
interior un tesoro fabuloso, como decía en su entrañable quintilla el gran trovero José
María Marín: “Soy piedra que a la terrera/cualquiera me arroja al verme/, parezco
escombro por fuera/, pero en llegando a romperme/doy un metal de primera”.
A todos lo que hemos recibido en herencia este preciado metal del Flamenco y
de los cantes mineros, nos miran con ojos expectantes todos los antepasados que nos lo
dejaron no en propiedad, sino en usufructo, para ver qué hacemos con él. No podemos
traicionarlos sin traicionarnos. No podemos olvidarlos sin olvidar lo que somos.

JOSÉ MARTÍNEZ HERNÁNDEZ


Doctor en Filosofía y especialista en Flamenco

BREVE CURRICULUM

José Martínez Hernández (Javalí Nuevo, Murcia, 1957) es Doctor en Filosofía,


Catedrático de Bachillerato, Profesor Asociado de la Universidad de Murcia y Profesor
de Teodicea del Instituto Teológico de Murcia. Ha publicado ensayos de filosofía tales
como Monólogos de Narciso, La experiencia trágica de la muerte y El legado de
Sócrates. Como especialista en Flamenco ha sido profesor de Historia y Estética del
Flamenco en el Conservatorio Superior de Música de Murcia y ha publicado Manuel
Básico del Flamenco, Poética del cante jondo y El cante flamenco (la voz honda y
libre). Ha colaborado en revistas literarias y de pensamiento como Anthropos, Postdata,
Daimon y Cuadernos Hispanoamericanos.

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