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El Escondite de Pablo

Hace mucho tiempo, en una pequeña aldea, vivían tres hermanitos, junto a su madre, que
había quedado viuda a causa de un accidente que había sufrido su esposo cuando viajaba del
trabajo a su casa, uno de los chicos era Pablo, él era un niño que le gustaba mucho pasar
tiempo a solas, y reflexionar sobre las cosas que él veía a su alrededor, además de que se
sentía solo, y nadie lo comprendía, eso pensaba el, tenía el pelo crespo, de color negro, piel
morena, y en sus ojos el reflejo de no estar tranquilo.

Uno de sus hermanitos, Daniel era su nombre, le gustaba hacerle la vida imposible, sabía que
él amaba pasar rato tranquilo y solo, pero este cada vez iba y lo molestaba e interrumpía su
tranquilidad, Daniel era un niño con mucha energía, de cabello mono, estaba aquí y allí, para él
no había cansancio.

Mary, su hermanita, de cabello largo, color negro, ojos claros, contextura delgada, no lo
molestaba, pero trataba de ayudarlo, y motivarlo a hacer algo diferente, y no estuviera cada vez
tan solo.

Su madre, Lucia, de cabello largo, crespo, piel morena, solo observaba desde lejos, y sabía
que debía hacer algo, pero no sabía qué hacer, estaba dolida por la reciente muerte de su
esposo, y se consolaba a si misma por las noches con su llanto.

Cuando se vive en una casa, de tamaño pequeño, con tres hermanos, es imposible tener cierta
privacidad y poder estar solo, pero para suerte de Pablito, detrás de la casa había un
bosquecito, que le encantaba explorar.

En una ocasión, salió a caminar, entre el bosque, y encontró un espacio abierto, cubierto por
arbustos de todo tipo, era el lugar perfecto para él, pensó. Al día siguiente, hizo rápido sus
labores escolares y pregunto a su madre si podía salir.

Está bien, -dijo la mamá- pero no demores en regresar, se dirigió a ese lugar secreto que había
encontrado, pero se detuvo por un instante, había varios niños jugando en los alrededores,
entre ellos, sus hermanos, así que se acercó lentamente, que nadie se diera cuenta, hasta
llegar a la orilla del bosque, y se mezcló entre los árboles y plantas.

Una ardilla empezó a parlotear, y un azulejo lanzo su graznido, pero el quedó inmóvil por un
momento y los animales siguieron su trabajo normal, y ahora se sentía mucha frescura
comparado con el calor de afuera, acostumbro sus ojos a la sombra y siguió su camino a su
escondite preferido.

Ahora, aliviado, nadie lo había visto, pero aun así temía por que alguien se diera cuenta y
echara todo a perder, saco un papel que tenía en su bolsillo cuidadosamente doblado, se
deslizo sobre un roble, y empezó a recordar lo que había pasado hace una semana en su
escuela, que le llamo mucho la atención.

Había llegado un líder de un club de boy scouts, al cual muchos niños y jóvenes se unían cada
año, y anunció una ceremonia de iniciación para los nuevos miembros, todo aquel que hubiera
cumplido 10 años o estuviera cursando quinto grado.

Este club, era muy beneficioso para los chicos, se hacían muchas actividades, se les enseñaba
muchas cosas, entre esos, hacer nudos, nadar, primeros auxilios, fogatas, acampar, en fin…
además de las varias caminatas que programaban.

A Pablito le caía muy bien el señor Díaz, era muy amable, bromeaba y jugaba con los
muchachos, les hacía sentir importantes. Solo debían aprenderse de memoria un voto para
recitarlo junto a todos en la ceremonia.

Pablito salto de alegría haciendo que tres pajarillos salieran volando y se sintió muy feliz saber
que ahora podría pertenecer a este grupo, sintió en su mano el papel arrugado, y recordó que
ahí estaba el voto que debía aprenderse, y sabía que no era tan bueno para memorizar, y por
eso lo había pasado tan solo últimamente, pero, aun así, nada lo detendría, pensó que debía
repetirlo varias veces y ya estaba.

Se recostó nuevamente en el árbol, y empezó a ver ese voto, y a leerlo detenidamente, frase
por frase, algunas más fáciles que otras, estando mirando su papel, miro su reloj y vio que era
hora de la cena, y decidió que era mejor regresar a la casa.

Llegando a su casa le esperaba algo que no sabía, su madre y hermanitos, habían pensado
mucho mientras él no estaba y decidieron hacerle una pequeña sorpresa, para hacerlo sentir
mejor, tan pronto él entró, todos gritaron: ¡sorpresa!, él se asombró y la expresión de su rostro
se tornó alegre, y compartieron todos del pastel, y le hicieron saber que querían ayudarle.
Pablito les contó que quería entrar al club de boy scouts de la escuela, pero que debía
aprenderse algo, y para él no era tan fácil hacerlo. Sus hermanitos y su madre lo abrazaron, y
todos juntos empezaron la tarea de ayudarlo a aprender el voto y así él pudiera entrar.

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