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TEMA 6tutela
TEMA 6tutela
NÚCLEO ORIENTE
FACULTAD DE DERECHO
CÁTEDRA: DERECHO CIVIL II
TEMA 6 - LA TUTELA.
CONCEPTO DE LA TUTELA.
La palabra tutela tiene en Derecho diversas acepciones relacionadas todas con la idea de
protección; aquí nos interesan especialmente las siguientes:
1 ° Entendida como institución, la tutela es la institución de protección de las personas
que no se encuentran bajo la patria potestad de nadie, pero que requieren representación
legal y protección de, por lo menos, algún interés no patrimonial.
2° También se entiende por tutela el cargo, la función o la actividad propia del tutor, y a
veces también cualquier cargo, función o actividad de un órgano cualquiera de la tutela.
A menos que del texto resulte lo contrario, emplearemos siempre la voz "tutela" en el
sentido que le corresponde como institución de protección.
CLASIFICACIÓN DE LA TUTELA.
En nuestro Derecho existen tres clases de tutela: la tutela de menores, la de entredichos
por defecto intelectual y la de entredichos por condena penal. Algunos autores prefieren
adoptar una clasificación bipartita: la tutela de menores y la tutela de mayores que
comprendería a su vez las dos tutelas de entredichos; pero en esa forma se reúnen dos
variedades de tutela (las dos tutelas de entredichos), para contraponerlas a la otra (la
tutela de menores), a pesar que esas dos variedades presentan entre sí mayores
diferencias que las existentes entre una de ellas (la tutela de entredichos por defecto
intelectual) y el término contrapuesto (la tutela de menores).
I. LA TUTELA DE MENORES.
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA TUTELA DE MENORES.
La tutela de menores está dominada por dos principios opuestos: un principio de
analogía con la patria potestad que conduce a regularla a imagen y semejanza de
ésta, precisamente por cuanto la tutela tiene como finalidad prestar a los menores
la misma protección que les prestaría la patria potestad, y un principio de
diferenciación entre tutela de menores y patria potestad, que encuentra su
fundamento en que la tutela no cuenta con el concurso de los padres para la
protección del menor.
Ambos principios pueden a su vez conjugarse en un solo principio fundamental,
así: la regulación jurídica de la tutela y la de la patria potestad sólo difieren en
cuanto que, al no confiarse a los padres la protección del menor, en la tutela: 1)
se ha tenido que suplir con otras la garantía de adecuada protección del menor
que representa al afecto paterno, y 2) no se ha podido exigir de cada uno de los
protectores tutelares una actividad protectora en toda la extensión y en todos los
casos en que se le exige a los padres dentro de la institución de la patria potestad.
Consecuencias.
1 ° Los supuestos de necesidad de la tutela de menores son dos: la existencia de
una persona necesitada de la protección que presta la patria potestad (un menor
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no emancipado) y la falta de quien ejerza la patria potestad de esa persona. El
primer supuesto constituye una aplicación del principio de analogía y el segundo
del principio de diferenciación que no permite que se conciba la tutela sino como
institución suplente de la patria potestad. De lo expuesto se deduce a su vez que:
a) La tutela no se abre sino para los menores no emancipados y eso cuando
ninguno de los padres de ellos tiene el ejercicio de la patria potestad.
b) La tutela cesa cuando el menor entra o vuelve a entrar bajo la patria
potestad.
c) La tutela cesa "a parte pupilli" en los mismos casos en que cesa la patria
potestad "a parte filii" (muerte, mayoridad o emancipación del menor).
d) La patria potestad y tutela no pueden coexistir en la protección de un
mismo menor, si existe un padre que tenga el ejercicio de la patria potestad,
la protección del menor se realiza dentro del régimen de la patria potestad
sin intervención alguna de la protección tutelar.
2° En virtud del principio de analogía, la extensión de la protección que presta la
tutela al menor es igual a la que presta la patria potestad, salvo rigurosas
excepciones. En consecuencia, dentro de la tutela se atiende al gobierno de la
persona (a cuyo efecto existen poderes de guarda y corrección), a la
representación legal del menor y a la administración de su patrimonio. La suma
de los poderes tutelares, además, es igual a la suma de los poderes de la patria
potestad, aunque la suma de los poderes del tutor no sea igual a la suma de los
poderes de los padres en ejercicio de la patria potestad.
3° En virtud del principio de analogía, los cargos tutelares son oficios (en sentido
técnico) obligatorios, personales e indisponibles, mientras que en virtud del
principio de diferenciación no son necesariamente gratuitos ni privados. En
efecto, los cargos de la tutela de menores:
a) Son oficios porque su titular realiza una actividad determinada en interés de
otro, en razón de un deber y en uso de un poder que constituye el medio para
cumplir ese deber.
b) Son obligatorios, en el sentido de que existe el deber de asumidos y de
continuar en su ejercicio; pero en virtud del principio de diferenciación, la ley
ha establecido en la tutela excusas que no tienen los padres llamados al
ejercicio de la patria potestad.
c) Son personales y por ende intransmisibles porque sólo pueden ser ejercidos
por el propio titular sin que puedan ser transmitidos total o parcialmente por
acto entre vivos ni por causa de muerte. Ello no excluye que el titular del
cargo, al igual que el progenitor en ejercicio de la patria potestad, pueda
valerse del concurso de otras personas para realizar sus funciones, dentro de la
medida en que lo justifique la experiencia ordinaria de la vida (así, p. ej.: el
tutor puede valerse de sirvientes domésticos y de educadores para atender
mejor a la persona del pupilo; de alguna agencia de alquiler para administrar
un inmueble de éste, etc.).
d) Son indisponibles en el sentido de que los cargos tutelares no pueden ser
creados, regulados, transmitidos, modificados o extinguidos por la simple
voluntad de los particulares, sino dentro de la medida en que la ley dé
relevancia a esa voluntad.
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e) Son, en principio, gratuitos, pero en virtud del principio de diferenciación,
conforme al cual no puede exigirse de los protectores tutelares todo cuanto
podría exigirse del padre o de la madre en ejercicio de patria potestad, la ley, a
veces prevé y otras veces permite la remuneración de ciertos cargos tutelares.
f) No son necesariamente públicos ni privados. Los cargos de tutela ordinaria
de menores (salvo el de Juez titular), son privados, mientras que los de la
tutela del Estado son en principio, públicos.
4° En virtud del principio de analogía, la tutela de menores está regulada para
satisfacer intereses individuales del pupilo, intereses individuales de terceros e
intereses colectivos.
a)Aunque no sea exacto afirmar que la tutela protege exclusivamente los
intereses del pupilo, lo cierto es que, en principio, protege todos los intereses
individuales del pupilo salvo: a) que esos intereses no sean legítimos; b) que
puedan ser protegidos por el propio pupilo por tener excepcionalmente
capacidad para ello conforme a la ley; o c) que tales intereses no sean
susceptibles de protección por parte de los órganos tutelares por implicar actos
que no admiten representación o que sólo admiten representación voluntaria.
b) Además, nuestra tutela de menores, al igual que la patria potestad está
reglamentada para proteger un determinado interés individual de los
terceros; el interés de que los menores sean educados y vigilados en
forma que no causen antijurídicamente daños a terceros. De allí, la
llamada responsabilidad del tutor "por el hecho del pupilo", análoga a la
del padre "por el hecho de hijo", y que en realidad es una responsabilidad
por falta de vigilancia o educación del menor (C.C. Art. 1.190).
c) Además nuestra tutela de menores protege intereses colectivos que existen
en relación con la protección del pupilo; pero con la advertencia de que no
existe un interés colectivo protegido por la ley en todos y cada uno de los
casos en que ésta protege al pupilo.
Al igual que en materia de patria potestad, la cuestión ha sido oscurecida al
afirmarse que todas las normas sobre tutela son de orden público y de que, por
lo tanto, siempre están dictadas en protección directa de intereses colectivos.
Pero no es así; si todas las normas tutelares protegieran directamente intereses
colectivos, la violación de las mismas en negocios jurídicos acarrearía siempre
la nulidad absoluta de éstos, mientras que, por lo general, los negocios
jurídicos celebrados en violación de normas tutelares sólo están afectados por
una nulidad relativa.
En realidad, es necesario distinguir nuevamente entre los dos significados de
la expresión" orden público". Por orden público puede entenderse, como
vimos: 1) el conjunto de normas imperativas; o 2) el conjunto de principios
que el legislador considera esenciales a la organización económica, moral,
política y social de la comunidad.
En el primer sentido, todas las normas tutelares serían de orden público, pero
sin que se pudiera deducir de allí que protegen directamente intereses
colectivos porque las normas imperativas se pueden dictar, tanto en protección
directa de intereses colectivos, como de intereses privados. En el segundo
sentido, lo que sería de orden público es la eficacia general de la protección
que se preste a los menores necesitados de tutela. Lo expuesto explica pues
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que los negocios jurídicos violatorios de normas tutelares sólo están viciados
de nulidad absoluta cuando afectan la eficacia general de la protección tutelar,
mientras que en los demás casos la nulidad es relativa, porque no está
directamente en juego más que el interés individual del pupilo.
Concepto de tutela de menores.
Entendida como institución, la tutela de menores es el régimen de protección
aplicable a los menores que no se encuentran bajo patria potestad, pero cuya
protección requiere su representación legal y comprende, por lo menos, algún
interés no patrimonial.
- Clases de tutela de menores.
Nuestra tutela de menores puede clasificarse en tutela ordinaria de menores y
tutela del Estado. La primera constituye el régimen de Derecho común
aplicable a la generalidad de los menores necesitados de tutela y la segunda es
un régimen de excepción creado para los menores declarados en "estado de
abandono", o que se encuentren en circunstancias que a criterio del Juez
indican que no serían protegidos adecuadamente bajo el régimen de la tutela
ordinaria.
La tutela ordinaria de menores sólo comprende un régimen de protección.
La clasificación de la misma en tutela testamentaria, legítima y dativa no es
sino una clasificación de los tutores de acuerdo con la forma de delación del
cargo. La clasificación de la tutela ordinaria de menores en tutela permanente,
interina y "ad hoc", sólo es una clasificación de los tutores de acuerdo con las
funciones que se le atribuyen. Estas dos clasificaciones, insistimos, no
implican distintos regímenes de protección dentro de la tutela ordinaria de
menores, sino distintos tipos de tutores dentro de un régimen siempre idéntico.
La tutela del Estado también comprende un solo régimen de protección de
acuerdo con la L.T.M., a diferencia de lo que ocurría conforme al E.M.
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B) También son inhábiles "los Jueces de Primera Instancia en lo Civil y los
Jueces de Menores, cuando el menor o sus bienes estén en el territorio de
su jurisdicción" (C.C. Art. 339, ord. 7°). Esta norma tiende a evitar
inhibiciones o recusaciones de los jueces y con toda razón fue extendida
por la reforma del 82 a los Jueces de Menores.
C) Además, son inhábiles los expresamente excluidos por los progenitores
en ejercicio de la patria potestad (C.C. Art. 339, ord. 9°), causal expresa
introducida por la reforma del 82; pero que ya se admitía bajo el imperio
del Código derogado con el argumento de que si la ley autoriza al padre o a
la madre que ejerce la patria potestad para designar a los titulares de los
cargos de la tutela de su hijo no puede dudarse de la validez del acto por el
cual el padre se limita a excluir el eventual nombramiento de una persona
como titular de uno de tales cargos ("quien puede lo más, puede lo
menos").
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designado no está en e! deber de excusarse, sino que tiene el derecho de hacerla o no y,
en caso de no querer asumir el cargo, tiene la carga de oponer debidamente su excusa 4.
La ley ha establecido un régimen de excusas para los cargos de tutor, protutor y suplente
de éste, y otro distinto para los cargos de miembro del Consejo de Tutela.
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6° Los que no sepan leer y escribir (CC art. 342, ord. 5°). En 1942 se discutió si tal
hecho debía constituir inhabilidad o excusa. Se optó por esta última conclusión en
atención a la realidad socio-cultural de la época en que se promulgó el Código
Civil de 1942. La reforma del 82 no innovó en la materia, aun cuando priva al
progenitor analfabeta de la representación de sus hijos menores y de la
administración de los bienes de éstos.
7° El tutor o curador de otra persona (CC art. 342, ord. 6°). Esta excusa
corresponde a todo tutor o curador de otra persona (tutor de menores, tutor de
entredichos, curador de emancipados o curador de inhabilitados), que tenga
carácter permanente (no a los tutores o curadores interinos "ad-hoc" o especiales);
pero no alcanza a quien tenga un cargo en la tutela o cura tela de otra persona que
no sea el cargo de tutor o curador (p. ej.: no alcanza a los pro tutores ni a los
miembros del Consejo de Tutela), ni tampoco a quien no sea curador de una
persona (p. ej.: no alcanza al curador de una herencia yacente).
Se observa la circunstancia de que si bien el tutor puede excusarse de asumir una
protutela, quien es protutor no puede excusarse de asumir una tutela.
8° Los "impedidos" (CC art. 342, ord. 7°), término impreciso en la materia porque
no se concibe que éste pueda conceder derecho a excusarse a todos los que se
consideren "impedidos" en el lenguaje de las ciencias sociales o del mundo
laboral.
b) Procedimiento. El interesado en no asumir la tutela o protutela, debe proponer su
excusa ante el Juez competente para constituir la correspondiente tutela (CC art. 344),
antes de aceptar su cargo (CC art. 343) y dentro del tiempo útil señalado por la ley
(CC art. 345).
Si el interesado no hace valer la excusa, queda obligado a asumir el cargo; si acepta la
tutela o protutela a pesar de tener excusa, se entiende que renuncia a la exención que
le concede la ley (CC art. 343).
El plazo útil para proponer la excusa es de tres días, más el término de la distancia 6.
El plazo se computa a partir de la notificación del nombramiento al tutor o protutor
correspondiente, salvo cuando se trata de tutor legítimo, caso en el cual, los tres días
correrán desde que el interesado tenga conocimiento del hecho que motiva su encargo
(C.c. arto 345). Vencido el plazo indicado, la oposición de la excusa sería inoperante,
salvo que se demuestre la imposibilidad en que estuvo el interesado de proponerla
oportunamente. El plazo es único para todas las excusas que tenga una persona, de
modo que si tiene más de una debe oponerlas todas dentro de los tres días señalados.
Propuesta la excusa, el Tribunal nombrará al pupilo un tutor interino para que
defienda los intereses del menor en el procedimiento. Por su parte, quien se excusa
deberá comprobar la causa que alegue.
Para que el Juez acepte la excusa es necesario que se haya comprobado la causal
alegada y que la causal sea una de las mencionadas por la ley. Pero, por lo demás, el
Juez de Primera Instancia no puede aceptarla si el Consejo de Tutela emite dictamen
desfavorable (como se observa, en este caso la opinión del Consejo no es meramente
consultiva).
Si el fallo de Primera Instancia es negativo, el interesado podrá apelar; pero contra
decisión del Superior no habrá recurso (C.c. art. 346, ap. único).
Hay quien opina que aun cuando la causal sea legítima y esté comprobada y el
Consejo haya dictaminado favorablemente, el Juez tiene la facultad discrecional de
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aceptar o negar la excusa. Se señala, en efecto, que el Código Civil establece que: "El
Juez de Primera Instancia, previa comprobación de la causal alegada, con
intervención del tutor interino que nombrará, y previo dictamen favorable del
Consejo de Tutela, podrá aceptar la excusa presentada por el tutor o protutor o
suplente de éste; y con los mismos requisitos podrá aceptar en todo tiempo la
renuncia de ellos" (C.C. art. 346, encab.). En realidad el texto no es definitivo porque
en el supuesto regulado (que se haya comprobado la causal alegada con la
intervención y dictamen establecidos), todavía puede resultar que la causal alegada no
sea una de las establecidas por la ley, que la excusa haya sido propuesta
extemporáneamente, o que el Juez considere que quien la invoca había aceptado el
cargo, casos en los cuales no procede la aceptación de la excusa. Por lo demás, la idea
de que la excusa debidamente opuesta conforme a la ley da un verdadero derecho a
negarse a asumir el cargo, derecho que no puede cercenar discrecionalmente el Juez,
resulta claramente del texto del Código Civil que califica a la excusa de "exención
que concede la ley" (C.C. Art. 343).
III. Sanciones: El incumplimiento del deber de asumir los cargos de la tutela ordinaria de
menores puede originar diversas sanciones:
A) Por una parte, todo tutor, pro tutor o suplente de éste, que apareciese moroso para entrar
en ejercicio de su cargo, deberá ser compelido por el Juez, con multa de cien bolívares, por
cada intimación después de la primera, sin perjuicio de las demás responsabilidades en que
incurra (CC arto 317). Respecto de los miembros del Consejo de Tutela, dispone el artículo
332 del Código Civil, que cuando tales miembros contravinieren a sus deberes legales, se
penarán con multas de hasta cien bolívares que les impondrá el Juez, de modo que, como
sus cargos son obligatorios (CC arto 327), si no los asumen oportunamente, podrán ser
objeto de la sanción indicada.
B) Por lo demás, quienes no asuman sus cargos tutelares se encuentran incursos en la causal
de remoción del cargo, prevista genéricamente en el ordinal 3° del artículo 340 del Código
Civil (conducirse mal en la tutela respecto de la persona del menor o en la administración
de sus bienes). Y, C) De igual manera las personas indicadas serán condenadas a la
indemnización de los daños y perjuicios que hayan ocasionado con su conducta (CC arto
340, encab. y ord. 3°).
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