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A principios del siglo XX, las personas discapacitadas eran consideradas como seres
perturbados, antisociales y obsesos sexuales (Camelo, 2013). El modelo médico era el
que predominaba, ya que el objetivo era considerar las causas de la discapacidad que se
afirmaban en procesos biomédicos. En la segunda mitad del siglo XX, conceptos como
prevención, rehabilitación e inserción comunitaria eran el foco para ayudar a las
personas con discapacidad, favoreciendo el sector de la salud y el servicio comunitario.
Una de las principales barreras que enfrentan las personas con discapacidad en
Colombia para ingresar al mercado laboral formal es su baja formación educativa. La
poca inserción de las personas con discapacidad en los niveles de educación superior se
explica por el difícil acceso a ella y la alta deserción que se presenta en edades
tempranas, lo que se explica en buena parte por la falta de adecuación de las aulas a las
necesidades de aprendizaje de las personas con discapacidad (Cárdenas y Campo,
2017). Aunado a lo anterior, está la sobreprotección familiar y las actitudes negativas
del entorno hacia las personas con discapacidad, lo que en última instancia dificulta su
proceso de desarrollo emocional, educativo y laboral (Cárdenas y Campo, 2017).
Según explican Mercado, Aizpurúa y García (2014), estas barreras pueden solucionarse
de manera efectiva a partir de una buena gestión empresarial. En particular, si a las
personas con discapacidad se les adapta el lugar de trabajo de acuerdo a sus
necesidades, y si se les brindan todas las capacitaciones necesarias para alcanzar de
manera exitosa los objetivos laborales, su rendimiento será igual o mayor que el de
cualquier otro empleado que no sufra ningún tipo de discapacidad. En este sentido, es
necesario, para todas las empresas, diseñar estrategias que les permitan establecer
políticas de inclusión, ofreciendo las posibilidades de acceso al trabajo digno para toda
la población discapacitada. El trabajo decente significa un trabajo productivo, en un
entorno laboral sano, en el cual se manifiesten condiciones de equidad, dignidad y
seguridad para el trabajador (McGlinchey, McCallion, Burke, Carroll & McCarron,
2013).
Entre los beneficios que representa la inclusión laboral para la persona con
discapacidad, se encuentra el hecho de que pueden convertirse, mediante su trabajo, en
un aporte a la economía familiar, autofinanciando sus necesidades y sus tratamientos
médicos. Además, a medida que mejore su desempeño en el trabajo, se convierten en
personas más autónomas, que pueden valerse por sí mismas sin necesidad de estar bajo
la continua atención de su familia. Finalmente, explican Kruse & Shur (2003), las
personas con discapacidad mejoran considerablemente sus niveles de autoestima cuando
sienten que cumplen un papel útil en la sociedad.
CONCLUSION
Bibliografía
Sempertegui, M. M. (2015). Inclusión laboral de personas catalogadas como discapacitadas.
Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas (núm. 25), pp. 405-442.