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SERVICIO NACIONAL DE APRENDIZAJE

SENA

DESARROLLO GRÁFICO DE PROYECTOS DE INGENIERÍA Y


ARQUITECTURA

Ficha: 1504504

Competencia: ÉTICA

Instructor: DAVID ARTEAGA

ETAPAS DEL DESARROLLO DE LA MORAL


Según la teoría de Lawrence Kohlberg

Por:

Julián M Duque.

Medellín, Marzo de 2019.


Kohlberg tuvo la creencia que la moral se desarrolla en cada individuo pasando
por una serie de fases o etapas. Estas etapas son las mismas para todos los seres
humanos y se dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso
a etapas posteriores. Sin embargo, no todas las etapas del desarrollo moral
surgen de la maduración biológica, estando las últimas ligadas a la interacción con
el ambiente. El desarrollo biológico e intelectual es, según esto, una condición
necesaria para el desarrollo moral, pero no suficiente. Además, según Kohlberg,
no todos los individuos llegan a alcanzar las etapas superiores de este desarrollo.
El desarrollo moral comenzaría entonces con la etapa cero, donde se considera
bueno todo aquello que se quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de
que se quiere y que gusta. Una vez superado este nivel anterior a la moral se
producirá el desarrollo de acuerdo a seis etapas agrupadas en tres fases que se
presentan a continuación:

1. fase pre-convencional
En la primera fase del desarrollo moral, que según Kohlberg suele durar hasta los
9 años, la persona juzga los acontecimientos según el modo en el que estos
la afecten a ella.

1.1. Primera etapa: orientación a la obediencia y el castigo

En la primera etapa, el individuo solo piensa en las consecuencias inmediatas de


sus acciones, evitando las experiencias desagradables vinculadas al castigo y
buscando la satisfacción de las propias necesidades. 
Por ejemplo, en esta fase se tiende a considerar que las víctimas inocentes
de un suceso son culpables, por haber sufrido un "castigo", mientras que las
que perjudican a las demás sin ser castigadas no obran mal. Se trata de un estilo
de razonamiento extremadamente egocéntrica en la que el bien y el mal tiene que
ver con lo que experimenta cada individuo por separado.

1.2. Segunda etapa: orientación al interés propio

En la segunda etapa se empieza a pensar más allá del individuo, pero el


egocentrismo sigue presente. Si en la fase anterior no se puede concebir que
exista un dilema moral en sí porque solo existe un punto de vista, en este empieza
a reconocerse la existencia de choques de intereses.
Ante este problema, las personas que se encuentran en esta fase optan por el
relativismo y el individualismo, al no identificarse con valores colectivos: cada uno
defiende lo suyo y obra en consecuencia. Se cree que, si se establecen acuerdos,
estos deben ser respetados para no crear un contexto de inseguridad que
perjudique a los individuos.

2. Fase convencional
La fase convencional suele ser la que define el pensamiento de los adolescentes y
de muchos adultos. En ella, se tiene en cuenta la existencia tanto de una serie
de intereses individuales como de una serie de convenciones sociales
acerca de lo que es bueno y lo que es malo que ayuda a crear un "paraguas" ético
colectivo.

2.1. Tercera etapa: orientación hacia el consenso

En la tercera etapa las acciones buenas están definidas por cómo repercuten
sobre las relaciones que uno tiene con los demás. Por eso, las personas que se
encuentran en la etapa de orientación hacia el consenso tratan de ser aceptadas
por el resto y se esfuerzan por hacer que sus acciones encajen muy bien en el
conjunto de reglas colectivas que definen lo que es bueno. 

Las acciones buenas y malas están definidas por los motivos que hay detrás de
ellos y el modo en el que estas decisiones encajan en una serie de valores
morales compartidos. La atención no se fija en lo bien o mal que puedan sonar
ciertas propuestas, sino por los objetivos que hay detrás de ellas.
2.2. Cuarta etapa: orientación a la autoridad

En esta etapa de desarrollo moral, lo bueno y lo malo emana de una serie de


normas que se perciben como algo separado de los individuos. El bien
consiste en cumplir las normas, y el mal es incumplirlas. 

No cabe la posibilidad de actuar más allá de estas reglas, y la separación entre lo


bueno y lo malo es tan definida como concretas sean las normas. Si en la etapa
anterior el interés está puesto más bien en aquellas personas que se conocen y
que pueden mostrar aprobación o rechazo por lo que hace uno, aquí el círculo
ético es más amplio y engloba a todas aquellas personas sujetas a la ley.

3. Fase post-convencional
Las personas que se encuentran en esta fase tienen como referencia
principios morales propios que, a pesar de no tener por qué coincidir con las
normas establecidas, se apoyan tanto en valores colectivos como en libertades
individuales, no en exclusivamente en el propio interés.

3.1. Quinta etapa: orientación hacia el contrato social

La manera de razonamiento moral propia de esta etapa surge de una reflexión


acerca de si las leyes y las normas son acertadas o no, es decir, si dan forma a
una buena sociedad. 

Se piensa en el modo en el que la sociedad puede afectar a la calidad de vida


de las personas, y se piensa también en el modo en el que las personas pueden
cambiar las normas y las leyes cuando estas son disfuncionales. 

Es decir, que existe una visión muy global de los dilemas morales, al irse más allá
de las reglas existentes y adoptar una posición teórica distanciada. El hecho de
plantearse, por ejemplo, que la esclavitud fue legal pero ilegítima y que a pesar de
eso existía como si fuese algo totalmente normal entraría dentro de esta etapa del
desarrollo moral.

3.2. Sexta etapa: orientación hacia los principios universales

El razonamiento moral que caracteriza a esta fase es muy abstracto, y se


basa en la creación de principios morales universales que son diferentes a las
leyes en sí mismas. Por ejemplo, se considera que cuando una ley es injusta,
cambiarla debe ser una prioridad. Además, las decisiones no emanan de
suposiciones acerca del contexto, sino de consideraciones categóricas basadas
en los principios morales universales.

Para dar ejemplos a cada una de las anteriores etapas, a continuación argumento
dos casos de la vida real, uno para las primeras cuatro etapas y otro para las dos
últimas:

Un empresario contrata a un trabajador, con el cual acuerda pagarle una suma de


dinero para realizar un trabajo específico y por un tiempo determinado. Después
de que el trabajador comienza el trabajo, el empresario decide encargarle otras
labores que no estaban pactadas en el contrato inicial, por lo que el trabajador
pregunta si se le va a pagar un dinero extra al acordado y el empresario responde
que no.

Primera etapa: orientación a la obediencia y el castigo.

El trabajador debe hacer lo que el empresario le pide en condición de jefe, ya que


de no hacerlo podría perder el trabajo y ganar una mala reputación para trabajos
posteriores.
¿El trabajador debe hacer siempre lo que el jefe le pide? Sí, porque es el jefe
quien tiene la autoridad para decidir lo que se hace en la empresa.

Segunda etapa: orientación al interés propio.

El trabajador debe hacer sólo el trabajo para el cual fue contratado. Si el


empresario quiere necesita otros trabajos extra debe pagar un excedente o
contratar más personal.

Tercera etapa: orientación hacia el consenso.

El trabajador debe hacer las labores extra sin pago adicional para demostrar que
es un buen trabajador y además porque siendo un pedido de su jefe, si no lo hace,
lo defraudaría.

Lo que hizo el empresario no está bien, por lo que el trabajador no debería realizar
el trabajo extra. Pero como se lo encargó, el trabajador debería hacerlo y así, tal
vez, el empresario terminaría dándose cuenta que no hizo las cosas bien.

Cuarta etapa: orientación a la autoridad.

El trabajador debe negarse a hacer el trabajo extra porque el empresario en su


condición de jefe está abusando de su autoridad. El empresario había estipulado
inicialmente unas condiciones de trabajo y debe mantenerlas.

El empresario no debe poner a sus trabajadores a hacer trabajos para los que no
fueron contratados y el trabajador puede negarse a hacerlos como forma de
hacerse respetar.
Un conductor de un vehículo particular se detiene en un semáforo en rojo, en un
cruce que está vigilado por una cámara de fotodetección. Un momento después
viene una ambulancia con la sirena encendida indicando que está atendiendo una
emergencia y que necesita que le despejen la vía. El conductor del vehículo
particular para darle vía a la ambulancia, se pasa el semáforo en rojo y la cámara
de fotodetección le genera un comparendo.

Quinta etapa: orientación hacia el contrato social.

El vehículo particular debe pasarse el semáforo en rojo porque la emergencia que


está atendiendo la ambulancia es mas importante que el incumplimiento de una
norma de tránsito. Pero la cámara no está programada para identificar por qué se
pasa el semáforo en rojo sino, solamente si lo pasa, generar automáticamente el
comparendo.

El conflicto está en que el vehículo particular al desobedecer la ley escrita del


tránsito de no pasarse el semáforo en rojo, esta obedeciendo a una ley moral
mayor de primar el bienestar y la salud de la persona a la que la ambulancia le
está atendiendo la emergencia.

Sexta etapa: orientación hacia los principios universales.

Lo que hizo el conductor del vehículo particular al pasarse el semáforo en rojo, en


este caso, no está mal. Pero al saber que esto le podía generar una multa, él
podía tomar la decisión de no darle vía a la ambulancia para no salir perjudicado.
Es decir que, aunque pasarse el semáforo en rojo no estuvo mal, no era su
obligación hacerlo.
¿Qué se conoce como dilema ético?

Un dilema ético, por lo tanto, se produce cuando una persona se encuentra


forzada a elegir entre alternativas que, de alguna forma, pueden provocar una falta
moral. Por lo general este tipo de dilemas están vinculados a la aceptación, o no,
de un medio cuestionable desde el punto de vista ético con un fin altruista o
benévolo.

Supongamos que un hombre no logra conseguir trabajo y, por lo tanto, no


tiene dinero para comprar comida a sus hijos. Esta persona lleva meses tratando
de acceder a un empleo y pidió ayuda a mucha gente, sin tener una respuesta. En
este contexto, una mañana observa que a un vecino se le cae dinero de un
bolsillo sin que se dé cuenta. Al hombre se le presenta entonces un dilema ético:
¿debería recoger el dinero y devolvérselo a su vecino, o tendría que aprovechar
ese descuido para apropiarse de los billetes y comprarle comida a sus hijos? La
primera opción resultaría justa con el propietario legítimo del dinero, pero haría
que sus propios hijos sigan sin comer. La segunda alternativa, en cambio, le
permitiría alimentar a sus descendientes, aunque sabiendo que el dinero usado le
pertenecía a otro sujeto.

¿qué cree usted que se debe hacer para prevenir los actos de corrupción en
empresas del sector de la construcción?

La corrupción es un tema casi cultural en el país. Y esto se complica más cuando


no hay reglamentación clara, pues los huecos legales sirven para que los
servidores públicos pidan sobornos. Una de las primeras cosas que se debe hacer
para evitar la corrupción en la construcción, es revisar las obras en curso en los
distintos departamentos, para ubicar a los funcionarios y oficinas de gobierno
donde se piden sobornos a causa de la falta de transparencia, de la regulación de
usos de suelo, tiempos de tramites, entre otros.
En cuanto a las medidas de mitigación, es necesario transparentarlas, lo que
implica hacer público el valor de los terrenos, su uso de suelo y cómo se dan los
cambios de uso de suelo, así como también la forma en que se otorgan los
contratos pues de eso dependen los controles que se piden a las empresas.

Antes de comenzar una construcción se deben realizar demasiados trámites, que


van desde licencias de uso de suelo hasta medidas ambientales. Ahí se realizan
buena parte de los pagos por corrupción. Para evitarlo, hay que simplificar los
trámites y transparentar la información de tiempos y procesos. Al no existir
tiempos claros y transparentes para dar permisos, hoy se piden sobornos. 

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