Está en la página 1de 63

Arboleda

—Poemario—

María Alejandra Colmenares León

A mi abuelo César León,


quien se dejaba llorar cuando (le) ponía sus discos de acetato favoritos.
A Miguel Ortiz, nube de calma.

«Rilke wrote: “These trees are magnificent, but even more magnificent is the sublime and
moving space between them, as though with their growth it too increases”»
Gaston Bachelard

I
Membranas
Orgasmo triste
(Jabillo [Hura crepitans])
«Yo no distingo el presente del futuro, y sin embargo esto dura, se realiza poco a poco; la vieja avanza por
la calle desierta, desplaza sus grandes zapatos de hombre. Así es el tiempo, el tiempo desnudo; viene
lentamente a la existencia, se hace esperar y cuando llega, uno siente asco porque cae en la cuenta de que
hacía mucho que estaba allí.»
Jean Paul Sartre

Si perteneces a la nada
a la anagogía de la ausencia: elige
ser la muerte

articular el aliento
ser orfebre de la aurora
en el témpano agudo

el gran tornado te lacere


haga de tus constructos su eje
te conmueva / te aturda / te borre

si te asomas sobre cada segundo


que la furia te devaste
todo tu calcio taladre
derrame toda luz
arranque de ti toda voz

al cuerpo doblegado riña


abriéndose en el escamado suelo
hilado de sangre tierno aliento

si eliges la ausencia | el orgasmo triste


elige ser la muerte.
Ouróboros I
(Semeruco [Malpiguia glabra])
«Y yo reflexioné durante largo tiempo y temblaba,
pero acabé por decir lo que había dicho al comienzo:
“no quiero” »
Friederich Nietzsche

Me adentro en mi útero
para volver a nacer
membrana αrbórea
colmena que anido

Húmedas las voces


hundir ouroboral
serpenteo mis entrañas
viscosa me envuelvo

Desdoblarse es tempestad
túnel vacío:
el encuentro conmigo

Me enfrento a navaja
rayo rojo
viola carne
rasga paredes
declive del espíritu

quiebrω el cáliz.

El éxtasis de Santa Teresa


(Muhlenbergia capillaris)
La cámara de este hotel se nubla
en el techo se cruzan líneas blancas
incisión|reflexión
caleidoscopio de luces
de carros iridiscentes

me revuelvo entre las capas


los cráneos
la carne
el olor a entraña

sumerjo en mí
aprieto mi pecho dilatado
por una inspiración profunda

que borra la línea de mi ser

desgarramiento
(Acebo [Ilex aquifolium])
el estrépito furor
del ave tropical y la birra
groseros pálpitos
en la humedad caliente

me advierten
que en este pogo
de mi pezón han desgarrado un arete de oro
el árbol se asoma desde mis costillas
tu piel sólo germina pura electricidad1

la maldita mierda sigue sonando


relámpago del tiempo eterno quemando mis huesos
tan puta y tan eléctrica
la violenta caída
sobre este suelo de cristal
no me quepo
no me adentro
me derramo roja
sobre mí misma
me trueno
sólo siento
no me nombro

desbordada.

Sujeta
(Olmo [Ulmus glabra])

1
La Puta Eléctrica. Spiral.
Justifico mi ser en este cuerpo
en que escribo
me habito
sempiternamente
—este siempre sensible—
cruelmente sensible
agotadoramente sensible
cuyo fin es el desgaste
su absoluta
devastación

(Tilia [ptilon malvaceae])


«I'm not human at all
I have no heart
It's not my fault»
Sleep party people

Fiesta en la que todos yacen


inmóviles contrarios
tumbas silentes
las luces infra///r/rrojas
incidenr/efle/ctanpu/nzan
masa lumínica
parpadeante
costura sanguinolenta
hilo tibio paranoide
danza que llevan dentro
me aturde
latiente infra///rroja

Arboleda
(Ciprés [Cupressus])
Cuando llegue la hora
en que las sombras me exhalen
y ahuyenten de mí todo aliento
afloraré membranada

inyectarán su tinta
navegará espesa
teñirán de negro las ramas
en que fluyó la sangre

los heraldos negros halarán


de mis pulmones sus almadrabas

se enredarán en mis cabellos

descubrirán mi cuerpo pausadamente


nervioso
arboledo
venario
crepuscular

hallarán la reliquia
celosamente custodiada
por el león de fuego

las sombras que me amaron


la hallarán.

Trueno
(Guamache [Pereskia guamacho])
Estoy enfermo:
he encerrado un trueno en esta jaula.

El día que Dios se hizo hombre


(Roble [Quercus robur])
El día que Dios se hizo hombre
anduvo por los bosques desnudo
contemplando venados fugitivos
hormigueo de sombras
intermitentes en el suelo
contando las ramas verdes
ocultas en su piel

el aire grande
la talante del hueso
la formación del callo
la piel de erizo.

Cuando dios se hizo hombre


se masturbó sobre las piedras bajas
no hubo mujer
ni costilla
que comulgase su yermo brebaje.

-10 de marzo de 2019,


día de apagón nacional en Venezuela-
(Viruta)

A través de los troncos


-no puedo ver
si contiguo a un barranco o un sendero-
alumbran con lámparas a la mujer:

trae en brazos un cadáver


una membrana blanca adherida al hueso
es la membrana que nos separa de este mundo

trae en brazos a su hija

la noche del país oscuro


la noche dimensión de la muerte que se hunde en mi carne

Trae en brazos mi rostro seco


púpruras contra la noche
brilla su piel
contra el pecho de una madre sin nombre.

Esta noche morimos todos.

La madre trae en sus brazos de árbol


a una niña de mi edad
pesando diez kilos

su rostro es mi rostro
y me atormenta antes de dormir:
no duermo
muero un poco
esta noche
en que todos lo hacemos
cuando vemos a la madre
traer ante las cámaras a su hija muerta.

(Pomelo [Pampelmusa])
Navaja en mano
arranco sus ojos
muerdo sus membranas
se desparraman granadinos

devoro las formas del quiebre

la hendidura del mundo observado


ahora me recorre
poseo sus figuras
viscosas
sanguinolentas
posibles
llama que dobla
farol en medio del mar
salivo las luces
en las esferas plecriocas

(Ciruelo [Prunus cerasifera])


A mi conejo Abelino
enterrado en la casa de mi abuelo,
quien murió meses más tarde

«Primero león, luego cordero. Ruega a Dios poder volver del desierto, desde que vio la luna roja sobre el
mar negro»
Soda Stereo

Zanja de río bermejo


arroja membranas finas
ojo de conejo albino
sobre mis raíces descarnadas

erotismo del silencio


los flujos calientes
sobre la hierba salvaje
tiñen las pieles herbáceas
nervio de hoja
pulpa dilatada

a sus orillas lejanas camina la gacela


irrumpe su sombra
en la sombra

delinea la herida
despide calor su lengua
quema
su lengua
las voces del río
ojo rojo
luna roja
La peste
[Hantavirus]

Richard, con mirada blanca atraviesa el radio de la mesa. Acerca ligeramente cejas y
ojeras. Cazador, comprende el silencio templado de Rieux.
Orán se despedaza sobre sus hombros.
Una voz maderada se pregunta cómo abordar lo no nombrado, cómo el tiempo se sucede a
la sustancia, cómo se escurre la palabra de la carne.

Centinela
(Salado [Vochysia venezuelana])
Cayó abatido
frente al Panteón el perro Centinela

más negro
que todos los negros

las noches
fueron sobando su carne
pesado concreto
sólo relieve

las moscas
hambrientas celebraban orgías

las estrellas
bajaron a mordisquearle la carne
y dejarlo abierto en rendijas

los fríos
hilvanaron
con hilo de plata
uno a uno sus huesos
recorriéndolos como cuentas de rosario
murmullo sacro
helado aliento.

Comparsa fúnebre
(Caobo [Swietenia macrophylla)]
Una línea áurea
cual flecha se arroja
en la bruma helada de la noche

En La Pastora
los ovejos grises se arremolinan
en el cielo consternados:
un grillo fue aplastado por el camión de la basura

A la mañana vienen de la Baralt


de Los Erazos
todos los perros flacos
se juntan
las taras ocres
las ardillas de la Plaza Bolívar
traen mangos verdes
troquelados a un león de fuego

En el aire tibio
ondinas claman en el reflejo de los capós

La comparsa clama:
¡Ha muerto de pecho abierto el Grillo
destripado en laberintos
que brillan tornasol!

(Sahuario [Carnegiea gigantea])


I
Bueyes negros
sofocan mi piel
prendidos bajo la luna
en la inmensa llanura

II
Termina la tierra.
Diviso desde mis pares
su filoso declive.
Desde el fondo
desde la caída
surge un espejo circular

refleja el brillo de los fuegos


y los árboles nacarados.

III
En este espacio en que existo
sólo escucho
el aire
que no veo.

IV
Un ángel se acerca a mi voluntad
de hombre erguido
susurra palabras a mi oído
las rechazo.
No hablo.

V
árboles negros
árboles blancos.

VI
El árbol verde se oculta debajo.

VII
Profundizo los médanos
el delirio metálico
me permite volar.

VIII
Abro mis piernas
expulso las semillas.

IX
Partir:
abandonar la posibilidad
-partir la historia en dos-.

Feral
(Samán [Pithcellobium saman])
Virgen letra

voz madera

la gacela hunde en tu mejilla su lengua

imprime la calma

revela signos en tu piel

inmerso en el río

dientes brotan burbujas tornasoles

ardid geométrico

despiertas a los pájaros

rasgan tu cara

ojo pantera

cae el trueno

temeroso

abrigas tus manos bajo las axilas

uno con el samán

quizás lloras agazapado

en las ranuras de la cueva

orando con el fuego

orando cuando orinas

orando sin palabra

cada mañana te arrancas de la frente

un pavor del mal sueño


y las bestias del espacio

rasguñan las rocas

confuso hoyo de fuego

restriegas la piel

clamas semen

clamas sangre

clamas semen

el sudor desde la entraña

el mal sueño se repite

la fiebre sube el abdomen crece

hombre hombre hombre

río verde

palabra nonata claridad

sólo piel

solo

Palo maría
(Palo maría [Triplaris caracasana])
A Miguel Ortiz

El trigal danza con tu aliento


somos niños jugando con lombrices

contemplo profundamente
la luz vertida en tus ojos gatunos
soy el perro viejo que te espera
bajo la lluvia de palo maría

continuidad del tiempo sereno


silencio azul
pensamiento virgen de conjeturas
me acomodo en ti

amanerada al miedo me entrego


al beso de nube
cierro los ojos
me sumerjo en la pantalla naranja
me baño de luz
tu luz

II
No
Cobardía
[Eucalyptus gunnii]
Sospecha
(Pino negro [Pinus uncinata])
Estoy por pensar que no existes

(Pleocroísmo: Alejandrita)

«Did you know why the human eye can see more shades of green than any other color? »
Lorne Malvo, en Fargo

Me sé
en los ojos del cazador
me mira
a través del espejo

no soy yo

no es mi nombre

ni posee palabra alguna.

Casa vacía
(Cedro [Cedrela odorata])
La casa blanca es grande
tiene un jardín
en él hay pupú de perro

pero no hay perro alguno en ella.

La casa blanca recibe sol y es gris


a veces naranja
a veces más blanca.

En ella no aguardan fantasmas, ni lagartos, ni polillas.

(esta casa nadie la habita)

Hildegard Von Niemand


(Lavanda [Lavandula antiniae])
A Hildegard Von Bingen
«Y así, Dios mío, son todas las noches;
siempre se despiertan algunos que andan y andan y no te encuentran.
¿Escuchas como pisan con paso de ciego
en la oscuridad? (…)
¿Los escuchas rezar?
¿Los escuchas caer en las piedras negras?
Tienes que oírlos llorar; porque lloran2»
Rainer María Rilke

Un hombre crucificado cuelga de la pared


exhala el día cabizbajo

la habitación austera arropa a Hildegard


corto halo a la luz de una vela
sus pies nobles doblan
frío del quiebre

Diezmada carne blanda


rodillas de rosa
acurrucada en silencio
el clima quieto de un mártir agónico
sudoroso marfil de una pieza

Te asomas al platillo de agua


mojas y frotas tu cara
despeinas tus cejas
enjuagas tu boca y escupes
pececillos de sangre
eterno giro
vórtice de ningún lado
La furia pequeña
el paso
indefectible cruzas la línea
huyes al bosque te internas
todas las sombras son rayas

frente a las raíces exacerbadas


sueños negros te elevan
bestias chapotean en la laguna
no hay salterio que venza ni voz ni oído

Pequeña garza ¿dónde te encuentras?

Con tus garras raspas la tierra


adentras tu puño tu ombligo tu sexo
escurridiza vara de luz
sólo miras vitrales a través de las ramas

¡Ah!
Que te comulguen las lombrices
que uñas de tus pies retoñen flores

Los ángeles te buscan


te escondiste de ellos en lo más profundo

Preguntas cómo morir sin que Dios te vea


Dios golpea
hematoma celestial
el ocaso te silba a lo lejos
ya no oyes

enterrada en el claustro.

Cristóbal
(Eucalipto [ευκάλυπτος: Efkályptos])
Cristóbal
Voy a encerrarte en esta jaula
Cristóbal
a aunarte al blanco

Cristóbal

Cristóbal
calla

Cristóbal
oye

Cristóbal
dios

Cristóbal
casa vacía

no me calmas

Cristóbal
nada

inunda

Cristóbal signado
Cristóbal herida
Cristóbal no te hallo
Cristóbal

Cristóbal apiádate
O
(Olivero [Olea pallida])

Voy a morirlo todos los días

a clavarme esta vara de olivo

rayo de fuego

y a atravesar el centro del aire

:voy a quebrar la esfera

y reunir los accidentes de la forma


(Enebro [Juniperus communis])

Todos los días están volviendo


se vienen eyaculados sobre mí
caen vueltos dagas
me abren
los días que vienen
—vueltos volverán—
vueltos con el peso del sueño.
(Aldrovanda [Aldrovanda vesiculosa])

todos mis años


predican la muerte

:
sí balbuceo las ondas invisibles

:
graznido agudo

:
chicharra de lago

:
y alguna emulación del mundo

sólo vivo : la pre|digo


la pre|dico
Acelerador de partículas
(Obsidiana [Mineraloide ígneo])
A Pierre Silva Calani

Esta madriguera en el costillar


—habitada por anfibios
de ojos blancos
saliva de hiel—
es abismo

la gravedad de este hoyo


los traga junto al polvo
dinámicos,
estela fugaz sempiterna
ejerce palanca en el declive

palestra molecular:
al ojo nada
en la caverna todo.

Curioso erotismo
de la boca negra inhalando
es su deseo de muerte
acercarse al filo del destiempo
no haya cálculo ni atadura
sustancia acaso
ontología y suicidio
en siempre contenido
en nunca palabra.

Su magnitud
quebrada del frío
cayendo en placas
sin letra cosmos

la gravedad de este hoyo


es la absorción violenta
absoluta
final
de cada partícula de luz.
Lengua de humo
(Mirra [myrrha, μύῤῥα])

Soy el mismo aún, que temeroso,


te preguntaba a veces quién eras.
Después de cada ocaso
estoy herido y huérfano
pálido, desligado de todo3
puedo lejanamente mirar mis pies rasgados
reducir mi pecho bordeando el abismo

confieso
—frente al fuego de un cigarro
emulaciones oscuras de palabra
lengua de tierra
impedida y angustiada—
que estoy rendido
tras estos párpados

insomne
soy el dios de mis dioses

ante la copa del cielo


su piel es mi piel
arrojado a las manos arboledas
quinéticas por el humo de los tiempos
devuelto al fuego
me vuelvo a la calada

confieso

3
Rilke, Rainer Maria. El libro de horas.
reducido
fuego en cara
un aliento nervioso
que estoy rendido
ante la sospecha
de sentir la herida
y no verla.
La gran roca
(Abedul [Betulaceae nigra])

Huesos dolientes
soportan este mundo desahuciado
crujen
traen consigo
pesados cuerpos grises

lamentan cada paso

reúnen todas las fibras


para andar
apenas
bajo los últimos rayos del arrebol

el chirrido de los huesos ancianos


me aguardan
y como un niño miro dejar sus huellas

no pronuncian palabra alguna


me arrullan como un padre
mientras finjo profundo sueño

sé que al llegar a la cima


estos huesos se partirán como ramas

y al caer
no podré
volver a subir
no podré.
III

El declive
«That which stands will have to fall. Everything which man has fought for will have to be
relinquished before he can begin to live as a man. Up till now he has been a sick beast an even his
divinity stinks. He is a man of many worlds, and in his own, he is a slave. What rules the world is
the heart, not the brain, in very realm our conquests bring only death. We have turned our backs
on the one realm where in freedom lies.
At Epidaurus, in the stillness, in the great peace that came over me, I heard the heart of the world
beat.
I know what the cure is: it is to give up, to surrender, so that our little hearts may beat in unison
with the great heart of the world.»
Henry Miller
¿Puede esta sombra arroparme?
¿Puede esta noche devorarme?
¿Pueden sus verdugos amarme?
Poema para mi hermano muerto Poema del niño muerto

No he nacido y soy muerto

bajo la pantalla naranja me abraza la saliva del sol

todos los días son domingo

ligera esfera de carne mis dedos apenas se estiran


giro recodo

trompetas y bongos y voces y silencio

el eco es la ola donde me sumo


///
el día que esta puerta se abra será un año
será un día y muchos
y será un año de muerte
en que me vuelco sobre el mundo con los colores del ocaso
el brazo flojo
desprendido
del aro sanguíneo

sé que la noche es negra o cobalto

ojos negros niño muerto


Caída
(Drago [Dracaena cinnabari])

Hilo de sangre
espeso corroe la superficie
de él no puedo sujetarme
ni evitar el vacío

caer sobre la fosa gris


donde yacen los cuerpos inflados
heridos en la gran herida
que aguarda
como peces muertos
el vaho de la tierra

cae el hilo sobre las pieles


y el gran valle es un jardín

de las mucosas secas nace la yerba


y sus bocas moscadas
aguardan un trueno lento
ese trueno de boca
en mi cuerpo muerto
nada dice

sólo funda una eternidad caduca


aguarda el trueno en mi boca
moscada negra que todo hila
sanguinolenta
y a todo sujeta
menos a mí
porque pertenezco a los cuerpos
fríos
mudos
(Granado [Punica granatum])

sangre negra
brota de mi nariz
sangre negra
brota de mis ojos
sangre negra que me hace
negranegrasangrenegra
escurre de mi uretra
sangrenegraquemehace

sangrenegra qu e me ahog a
me aho g aho ga menvuel v e m eabruma me aniquil la
sangrenegraheridabierta
sangrenegraojodevenado
sangrenegraluna
sangrenegramatricida
sangrenegralagunaespesa
sangrenegracómodueles
sangrenegrameinundacorrenríosdesangrenegra
El nocturno
(Ícaro [Sequoia])

Mis pies se curvan


acariciando la amura de babor:
he decidido el abandono

esta torre de arena


se arroja contra las aguas oscuras
ha traído consigo tantas voces antiguas
pesa un peso de mundo
agrede las formas de espacio
dobla un espejo de obsidiana

las bestias me halan


se in|corporan
violando mis recodos
susurran cantos de ahogo
lengua muerta de habitantes nocturnos

medusas pulmones de agua palpitan


alejan tenues las palabras de mi niñez
y me entrego al mar
peso un peso de mundo
me hunde como un imán
hacia la cámara hermética

siempre proa
nunca nombre
sé llegar a mi origen
abro las puertas que no podré volver a cerrar
soy pájaro surcando la niebla
abrazo el hostil vientre
arde el delirio

cómo arden
los ojos de vidrio
en la lejanía
sus óculos fruncidos
se rinden cansados ante el mito
mito de ser

escasas luces de la cúpula regente


este mar obsidiano las ha cautivado
las aguardo todas en mi sustancia
las aguardo en el fondo del mundo
las aguardo en mi peso
un peso de mundo rendido

en la frágil llama de agua


en el doliente pliegue de tiempo
me doy a los dioses
sólo así -solo-.
A Hamid El Sayegh Comentario [MA1]: Árbol

.
Aguardas el trueno blanco
luz contra el plasma resquicio bronquial

he visto el grito rojo


he oído las voces en la tormenta
las bestias abren sus hocicos crudos
separan meridionales la extensión del vacío
acaso entibian un quiebre de tiempo
someten sus pechos al fuego
lamen los huesos sobre la tierra

sólo tienen por cierto la duda


doblez de la forma
elevación del punto
línea aislada círculo áureo
fragmentados
quedan en la muerte

permites mi estancia en su éxodo


dibujando contornos vanos
habito la suspensión:

tu
palabra
no
podrá
salvarme
no podrá
tu fuego
quemarme
tu aliento
herirme
no

sólo tienes por cierto la duda


y yo la caída
.
Ouróboros ll
[Argán (Argania spinosa)]

A Friedrich Nietzsche, en su última etapa de vida,


dilatada fuera del tiempo y la palabra.

.esta casa es un ataúd


me ahogo en el sudor del ojo perdido
carne de fuego

brotan los árboles


violáceos sobre tu nariz
aceitosa huerta
brota
la soledad
de largo aliento
tierno halo

esquina quieta
pubis nocturno
afónico:
:

esta casa es jaula


hiede a cuerpo anciano
a palabra caduca
a labios secos de venado/

|Tu castigo, Federico / es /


el naufragio|
tus verdugos incautos
sedentes
desparraman sus capas sobre nosotros
nos arrojan en este espacio
tacto exacerbado
en que nos place el excremento
hedonistas de devorar
lo devorado
lo devorado
lo devorado

retorno vegetal
en este concreto calcinado por los años
re/suelven al Hombre
humedece los lirios dormidos

|Tu castigo te salva|


en el vientre del oikos
palabra no nata:
signo que ate
sujete

impida tu caída
lengua lápida
oikos retina
ello que te abraza
ello de saliva y lágrima
gemido gutural
muerdes tus heces
ello de flujo
reflujo de ser
reflujorregresa
norrecuerda

no

no/mina no/nada
nada

fruto de la entrega
sólo carne sólo casa
sólo luz

no palabra no
santidad
no.
Resquicio
[Mangle rojo (Rhizophora mangle)]
A Emmanuel Ferreira Puigmartí
І
«Divisé al pisar la frontera, la lumbre del asilo, y corrí a agazaparme a los pies de mi dios.
Su imagen sedente escucha con los ojos bajos y sonríe con dulzura»
José Antonio Ramos Sucre

La criatura sangrante nace aturdida


es el primer hombre
el único que se sabe

expulsado por la cúpula regente


frágil atado
hilo del resquicio
su primera palabra se desparrama como flor marchita

Todos los días están volviendo


se contemplan resquebrajados unos a otros
y duelen
en la resaca del sueño

hunde surge de una laguna antigua


en la gloria de un eco
donde todos los hombres han muerto
y donde el añil acalla angustias
sin algún remordimiento
la convicción irredimible en la vida

El Uno herético se siembra insinuando el movimiento


oculta las sospechas
clama a su dios y llora
Rasga la tierra el primer hombre
fugitivo de su sombra
deslizado entre los pájaros sólo se oye y sólo se mira orando con la carne
sólo se invoca
apenas nomina qué dios, qué origen, qué quién
y sólo se abrasa
el primer hombre se arranca de la tierra y aja sus manos que lloran
lloran lloran

La lágrima de fuego sólo se apaga en el hundimiento


cuando todo caiga
en el deshilachado vientre del mundo
y cuando todo esté libre del frágil párpado y de la blanda carne
uno es cien y mil y nada
y el Uno sabe que cuando hubo la muerte:

todo era.
ІІ

Tras los arcos


fríos están los pozos de sangre
que un día enardecieron
al punzar aquellas ciruelas
blandiendo en vano las dagas como cuernos de ciervo anciano

El sigilo
abre de a poco esta zanja

se desparrama sobre todas estas manos que lloran


lloran lloran

Se dilata un ahogo
perpetuo en la laguna tibia
donde estas ruinas se sostienen solas y el eco
es una O que se repite

Nos hendimos en el vino


del cuerpo desconocido
la putrefacción del herético
y en la piel que se devela

Silentes damos cara a la respuesta


y mordisqueamos la última palabra
antes que fugue

Entonces la furia no resiste:


ya está todo dado
y en todo, el presente que se desliza

blando proteico

Hemos de acallar protestas bajo los párpados


hundir nuestra estirpe
el quiebre de los cráneos
en la gloria de nada.

La suplencia de la altivez
es entregar el nombre la letra la hora.

El secreto es la no-cura
comerse hasta ya no quedar:
la salvación es rendirse
y caer suavemente tras el resquicio .

También podría gustarte