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Julio Sánchez Ortega

EL CONCILIO DE TRENTO

El Concilio de Trento fue un consejo convocado por el papa Pablo III entre


1545 y 1563, en respuesta a la Reforma protestante. Su propósito inicial fue
condenar y refutar las ideas de los teólogos Martin Lutero y Juan Calvino, que
habían ganado terreno en Europa.
Además, este concilio buscaba reafirmar las creencias católicas
tradicionales y delinear las bases de la Contrarreforma. Por eso se le considera
el movimiento más importante de la Iglesia católica de la Contrarreforma. A
través de sus deliberaciones y documentos, se quiso despejar dudas y hacer
más claros para los católicos los misterios de la fe.
En el concilio participaron inicialmente unos cuarenta clérigos católicos,
principalmente obispos italianos. Las deliberaciones se extendieron durante
veinticinco sesiones de trabajo, distribuidas en tres períodos a lo largo de 18
años.
El Concilio de Trento abrió un amplio debate en la Iglesia católica y el
mundo cristiano. A pesar de las luchas internas que desencadenó en la Iglesia
y las dos largas interrupciones que tuvo, logró su cometido.
Por otro lado, el Concilio de Trento sirvió de cortapisa al auge del
protestantismo en Europa y revitalizó a la Iglesia católica. Los numerosos
abusos y corrupción en el papado y el clero secular fueron ampliamente
debatidos y eliminados, al menos en teoría.
El clérigo alemán Martín Lutero presionó para la celebración de un concilio
que debatiera las ideas de la Reforma. Él estaba convencido que, a causa de
sus tesis “heréticas”, sería condenado por el papa, como en efecto ocurrió.

Antecedentes

Desde el Quinto Concilio de Letrán en 1517, bajo el reinado del papa Julio
II, se comenzaron a proponer reformas en torno a diversos temas, como la
forma de seleccionar los obispos, la predicación, la censura y el cobro de
impuestos.
Sin embargo, no se propusieron reformas sobre los problemas de fondo que
venía padeciendo la Iglesia en Alemania y en otras regiones europeas. Por
esto, el monje agustino Martín Lutero publicó sus 95 tesis, rebatiendo los
dogmas de la fe católica.
Lutero se oponía al papado y propuso a los príncipes alemanes la
celebración de un concilio libre en Alemania.
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El papa León X condenó las tesis de Lutero y las declaró herejías, por lo
cual en Alemania se consideró que lo más prudente era celebrar un concilio
que zanjara las diferencias.

Retrasos al Concilio

El Papa no accedió, porque Lutero planteó que en el consejo se excluyera


al papado. También influyeron las crecientes rivalidades entre Francia y
Alemania y los peligros que representaba el Imperio otomano en el
Mediterráneo. Además, hasta el Concilio de Trento los papas no estuvieron
interesados en debatir acerca de la disminución de su poder.
Durante el reinado del papa Clemente VII, el Vaticano fue invadido y
saqueado por las tropas del emperador español del Sacro Imperio Carlos V. El
emperador era partidario de la celebración de un concilio, pero requería del
apoyo del rey Francisco I de Francia, con quien se había enfrentado.
En 1533 se propuso que el concilio fuera general; que incluyera a los
gobernantes católicos y a los protestantes. Esto complicó aún más las
posibilidades de llegar a un acuerdo, porque no solo se reconoció a los
protestantes, sino que también se puso a los monarcas seculares de Europa por
encima del clero en la discusión de temas de la Iglesia.
Entonces, el papa nuevamente se opuso. El emperador Carlos V continuó
apoyando a los protestantes alemanes luego de un ataque de los turcos, lo cual
retrasó más el Concilio de Trento.
Previo a su convocatoria, el papa Pablo III intentó en 1537 reunir el
Consejo en Mantua y un año más tarde en Vicenza, mientras se negociaba un
tratado de paz entre Carlos V y Francisco I.

Causas

Las vacilaciones para su convocatoria por parte de los papas León X y


Clemente VII no impidieron la convocatoria del Concilio de Trento. Sus
causas fueron estas:
– El emperador Carlos V y el papa Clemente VII se encontraron en 1530 en
Bolonia. El papa aceptó convocar un concilio de ser necesario para debatir los
cuestionamientos de Lutero a los dogmas católicos. La condición del papa fue
que los protestantes volvieran a obedecer a la Iglesia católica.
– El papa Pablo III, quien sucedió a Clemente VII, estaba convencido de
que solo a través de un concilio era posible lograr la unidad del cristianismo,
así como el logro de una reforma efectiva de la Iglesia. Después de varios
intentos frustrados, finalmente pudo convocarlo en Trento (norte de Italia), el
13 de diciembre de 1545.
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– No era posible seguir dilatando la convocatoria del Consejo debido al


rápido avance de las ideas del protestantismo en Europa. Para ello era urgente
condenar los principios y doctrinas protestantes y aclarar las propias doctrinas
de la Iglesia católica.
– La imagen de la Iglesia estaba empañada por la evidente corrupción
existente en su administración. Algunos antecesores del papa Pablo III
sumieron a la Iglesia en diversos escándalos, problemas financieros y hasta
asesinatos, particularmente en los papados de Benedicto IX, Urbano VI,
Alejandro VI (Rodrigo Borgia) y León X (Giovanni de Medici).

Consecuencias

– Fueron abolidos por el consejo los abusos más evidentes de la Iglesia. En


consecuencia, se recomendó ejecutar reformas disciplinarias. Estas reformas
afectaron algunas prácticas contrarias a la fe cristiana, como la venta de
indulgencias, la prohibición de los duelos, la moral de los conventos, la
educación del clero, la no residencia de obispos y la censura.
– El clero mantuvo su postura de ser el último intérprete de las Sagradas
Escrituras. Así, la Biblia y la tradición de la Iglesia (como parte de la fe
católica) quedaron al mismo nivel de autoridad e independencia.
– Las Sagradas Escrituras deben ser interpretadas por la Iglesia y no tener
interpretación libre como decía Lutero, negando el magisterio eclesial.

– Quedó definida la relación entre la fe y las obras en la salvación, en


oposición a la doctrina protestante que rezaba “justificación solo por la fe”.
– Se reafirmaron las prácticas católicas de las peregrinaciones, las
indulgencias, la veneración de santos y reliquias y, muy particularmente, el
culto a la Virgen María.
– El concilio también tuvo consecuencias significativas en la liturgia y
otras prácticas religiosas de la Iglesia. El Credo tridentino fue incorporado a
las oraciones católicas y se hicieron revisiones al Breviario y al Misal en los
años posteriores. Todo esto condujo a la estructuración de la misa tridentina,
que perdura hasta hoy.
– Reafirmó que la fe es necesaria para la salvación, pero también lo son las
buenas obras. Lutero decía que con la fe solamente se bastaba para ir al Cielo.
"Si alguno dijere, que el pecador se justifica con sola la fe, entendiendo que
no se requiere otra cosa alguna que coopere a conseguir la gracia de la
justificación; y que de ningún modo es necesario que se prepare y disponga
con el movimiento de su voluntad; sea excomulgado"
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– Se volvió a ratificar que el pan y el vino consagrados son el Cuerpo y la


Sangre de Cristo y no como Lutero decía, una representación.
– Se proclamó que se podía rendir culto a los santos como ejemplos y
testimonio de vida cristiana.
– Se define el pecado original que se borra con el Bautismo. Se había
discutido la necesidad de bautizar a los recién nacido .
– Se dispone que los obispos debían vivir en sus diócesis y debían hacer
visitas a sus parroquias de un modo frecuente
– Se dictan normas contra el concubinato de los clérigos.
– Se prohíben los duelos, con gravísimas penas.
– Se mandan construir seminarios para formar bien al clero.
– A los religiosos se les urge la vida en común y a las monjas la clausura.
– Se reafirma la existencia del Purgatorio.
– Se prohíbe la misa en lengua vernácula, pero se recomienda la homilía en
dicha lengua: "Aunque la Misa incluya mucha instrucción para el pueblo fiel;
sin embargo no ha parecido conveniente a los Padres que se celebre en todas
partes en lengua vulgar"
– Se establece la Vulgata latina como la única Biblia reconocida por la
Iglesia.
Esta era la primera traducción de la Biblia del griego al latín y fue hecha
por San Jerónimo en el año 383.
Se decide la publicación de un catecismo que recoja toda la doctrina del
Concilio y se manda hacer una nueva edición corregida del Misal y del
Breviario
– Se ampliaron los decretos sobre la música y el arte sacro, condenando
algunos estilos renacentistas y medievales. Esto provocó un gran impacto en
el desarrollo posterior de la pintura, la escultura y la literatura.

Clausura

Durante la celebración de la vigésima quinta y última sesión del Consejo (3


y 4 de diciembre de 1563) se aprobaron y promulgaron varios decretos:

– Un decreto dogmático acerca de la veneración e invocación de los santos


y el culto a las reliquias e imágenes. Otro sobre monjes y monjas que consta
de veintidós capítulos.
– Un decreto que trata sobre el modo de vida de los cardenales y obispos,
los certificados de aptitud para los sacerdotes y los legados para misas. En
este se incluye la supresión del concubinato entre el clero así como en la vida
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del clero en general. También versa sobre la administración de los beneficios


eclesiásticos.
– Otros decretos dogmáticos sobre las indulgencias, los ayunos y días
festivos, y la preparación por el papa de las ediciones del Misal y el Breviario.
Así mismo, la creación de un catecismo y una lista de libros prohibidos.
– Los decretos aprobados por el concilio durante los pontificados de los
papas Pablo III y Julio III finalmente fueron leídos y proclamados como
vinculantes.
Fueron suscritos por 215 sacerdotes del concilio, 4 legados cardenales, 2
cardenales, 3 patriarcas, 25 arzobispos, 177 obispos, 7 abades, 7 generales de
órdenes y 19 representantes de 33 prelados ausentes.
– La mayoría de los prelados de la Iglesia eran italianos, lo que le dio una
ventaja al papa Julio III en las deliberaciones finales y decretos aprobados. El
26 de enero de 1564 el papa Pío IV confirmó los decretos mediante la
bula Benedictus Deus.
Al finalizar el concilio, los gobernantes seculares fueron llamados a aceptar
las decisiones adoptadas y ejecutarlas. Estas fueron aceptadas por los países
católicos, aunque algunos de estos lo hicieron con reservas.

Reflexión

El Concilio de Trento, con sus declaraciones dogmáticas y de reforma


disciplinar, puede estar marcado por dos leyendas contrapuestas: una dorada
de exaltación y reafirmación católica frente al «enemigo» protestante, y otra
oscura o negra por haber causado la pobreza moral, cultural y económica de
los países católicos.
En realidad pasó mucho tiempo, incluso siglos, hasta el conocimiento,
aplicación y universalización de los decretos tridentinos, y prevaleció en casi
todas partes el humanismo cristiano (en el terreno protestante y en el católico)
como cultura dominante, según ha demostrado Jacques Le Goff. Por otro
lado, hay una tensión interna entre quienes tenían al Concilio como una
realidad viva y lo que ha llegado hasta nosotros por vía documental y de
tradición, porque fue más lo que siguió al Concilio que lo que pasó durante su
celebración.
Había fuerzas superiores anteriores al Concilio y que sobrevivieron sin él,
corrientes espirituales que ni participaron en Trento ni recibieron su legado
inmediatamente después. Esta cultura había echado raíces en Europa y fuera
de ella, formando una corriente espiritual, especialmente en España y
América, que sobrevivió a las restricciones de la Inquisición gracias al
ingenio de mujeres y hombres como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
Julio Sánchez Ortega

Fuente bibliográfica: Egido López,Teófanes. Las Reformas Protestantes. (Madrid


1992).

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