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EDNA NATALIA VILLEGAS 2058678

DARLY SINISTERRA 2058484


NATALIA VILLAQUIRAN 2058869
DIEGO FERNANDO DELGADO B. 2059617

Interaccionismo y “Nueva Normalidad”, Soliloquios, en Tiempos De Pandemia.

Introducción

Para introducir las observaciones, es lo mejor sería dejar claro el marco teórico sobre el
cual se realizaron las mismas, por lo cual antes de navegar en la narrativa descriptiva de las
observaciones nos adentraremos en el contexto conceptual que les sostiene para así dar piso a
las ideas implícitas en escrito rico en imágenes extraídas de la vida cotidiana en la “nueva
normalidad”

Interaccionismo 5G.

Sandra Gayol en su obra Sociabilidad en Buenos Aires: hombres, honor y cafés,


1862-1910 da cuentas del interaccionismo en el buenos aires de finales del siglo XIX aporta
una definición que aplicada hoy en la nueva normalidad puede ser diciente pese al
distanciamiento temporal, Gayol (2000) define de entrada interaccionismo como el
“Contacto cara a cara y directo a partir del cual los Partenaires ejercen influencia recíproca
sobre sus acciones apuntando a preservar la convivencia social” (p.11). Esto aplicado al
tema que nos atañe ya no solo implica un elemento físico del Café citadino sino en la era el
híper consumo, amplificado por las tecnologías interactivas, se traza desde hace ya varias
décadas lo social no sólo en torno de la conversación orgánica, sino también, al mensaje de
texto remoto, al audio de una llamada en casi cualquier punto geográfico, al chat del
universo digital, siendo esto, acercamiento, pero un acercamiento dentro de barreras de
seguridad que emergen como potencia de las relaciones de un ser humano ciudadano de la
aldea global, que quiere salir al mundo sin salir de su cuarto, que vive el chat en la palma de
sus manos con la riqueza audiovisual inmensa de las megas de su internet que habita la
cuarentena y la nueva normalidad con la rapidez de escuchar canciones en 30 segundos, y
agranda las jornadas de series televisivas cual maratones sin fin de capítulos y temporadas
enteras en tan solo días o incluso horas. Este es el nuevo partenaire, Gayol (2000) “la
persona que interviene como compañero o pareja de otra en una actividad” (p.11). El tal
puede estar en su cuarto entre sabanas del acompañado, físicamente u a través de una
pantalla al otro lado el mundo, el partenaire emerge como arquetipo llevado a la virtualidad,
en la sociedad de la transparencia, donde el bio-poder a superado los límites de lo íntimo
generando unas variables de interaccionismo, a mi criterio semejantes con las de hace dos
siglos en las grandes ciudades, pero actualmente en formas virtuales que abogan por
favorecer el consumo total de adinerados, pobres y los empobrecidos que amanecen a la
nueva normalidad. Surge la pregunta, ¿se preserva la interacción en esta nueva normalidad
llena de interacciones virtuales no limitadas por lo físico? ¿Sobrevivirá el elemento orgánico
físico a la virtualidad? Por lo pronto este observador seguirá enviando regalos pagados por su
tarjeta pre-pago, no alcanza para una de crédito, a la ruedita de la suerte de la cantante en la
plataforma social de sus afectos, para ver si logra ganar el acceso a otras de sus redes
sociales, que al parecer ofrecen un acercamiento más íntimo a la artista, pero
paradójicamente dentro de la misma virtualidad. En pro de una reflexión abierta se puede
citar textualmente y desde el criterio del presente escrito, La continuidad que desde la
virtualidad sigue generando el interaccionismo, debido a que el tal es tan humano como la
necesidad de cubrirse por el frío; dicho más claramente “En la interacción la gente expresa
conductas pero también tiene experiencias es decir intercambios que le conciernen y agregan
a la vida, (...) quiere decir que los encuentros virtuales también están creando con sus
encuentros un espacio social (…) Esto permite analizar el complejo entramado de relaciones
sociales observadas en su interior.” (Gayol, 2000, (p.99). Y qué tal si en la cita siguiente
cambiáramos la palabra calle y contacto por redes sociales, videos y fotos, “Exhibir el
lenguaje de la apariencia y el de pertenencia (…) en la calle la gente ve y es vista, se conoce,
se contacta, habla con otro, promete, puede ofrecerse en invitación.”(Gayol, 2000, (p.99).

Comunicación:Vacuna contra el deterioro de la interacción en la ‘nueva normalidad’

Cuando se habla de nueva normalidad, cabe la pregunta, ¿debemos acostumbrarnos a ella?


Una condición que impida amar con lo mejor de nosotros o al menos intentar hacerlo, no
sería precisamente lo ‘normal’. No debería verse como ‘normal’ una condición que reduce y
oprime, que impide aumentar el conocimiento, la interacción directa con otros, que nos
impide dar y enseñar, que limita interpretaciones al sentido de la visión y audición; ¿cómo
crecerán los niños?, egoístas, la tv será más importante que sus compañeros, los ancianos
están pasando los últimos años de vida sin ver el árbol en el que jugaban de niños, las
familias prefieren la comodidades de sus casa, resolver los problemas entre ellos (a su
criterio), tener vidas perfectas en el internet, pero tras el filtro hematomas en el rostro, el
cuerpo y el corazón. No siempre el peligro está fuera, a veces comienza dentro; Muchos
dirán, el Covid-19 es real!, lo que se plantea aquí también; exageración parece todo, pero al
compartir un poco de lo que no se comentan en redes sociales y medios de comunicación, a
lo mejor el panorama del peligro en salud e integridad humana que padecen los individuos en
una recolección social se cambie, al saber que por cuenta de la cuarentena que se mantiene en
el país por la emergencia sanitaria la violencia intrafamiliar está disparada en Colombia.
Según el Gobierno, entre el 25 de marzo y el 11 de abril la línea 155 atendió 1.674 reportes
de violencia intrafamiliar, 982 más de los que se tuvo en el mismo período el año pasado. Las
cifras indican que la casa es el lugar donde la mujer está corriendo riesgo porque han
aumentado un 163 % las llamadas a la línea de atención nacional entre el 25 de marzo y el 23
de abril del 2020. Durante el aislamiento, el Observatorio Colombiano de las Mujeres, que
inició labores en marzo, ha consolidado las llamadas a la línea 155, incluyendo violencia
intrafamiliar sin especificar cuál es la identidad de género de las víctimas. Se recibieron 3.951
llamadas entre el 25 de marzo y el 23 de abril del 2020; en el mismo periodo en 2019 fueron
1.504. El 71 % de las llamadas se concentran en los departamentos de Bogotá, Valle Del
Cauca, Antioquia, Cundinamarca y Santander; y revelando un aumento de más del 300 % en
La Guajira, Casanare, Chocó, Cesar y Sucre. La cifra más alta durante la cuarentena es la de
violencia intrafamiliar con 2.971 llamadas, si bien en este número se encuentran hombres
víctimas de violencia, más del 90% de las llamadas fueron realizadas por mujeres. Las
amenazas, los delitos sexuales y lesiones personales también aumentaron; pero una de las
cifras más alarmantes es la de “hechos de emergencia”, que registra cuando la vida de la
mujer se encuentra en peligro, la cual ha incrementado un 553 %, pasando de 32 llamadas en
el 2019 a 209 durante el aislamiento. Desde el 20 de marzo al 16 de abril se han registrado 19
feminicidios, de los 52 de todo el 2020, según anunció Marta Mancera, vice fiscal General de
la Nación. Con todo esto cabría la duda como puede ser en muchas ocasiones más peligroso
interactuar con otros seres humanos que con un virus, contra un virus se encuentran barreras
de protección pero contra un ser humano, violento y ensimismado en su ‘yo’ que se siente
con un poder hegemónico o con una ideología de poder ‘absoluto’ (por el simple hecho de ser
él o ella) que considera que tiene el poder para jugar con los derechos del ‘otro’, contra esto
no hay tapabocas ni gel antibacterial que proteja, solo hay alejamiento y cárceles que pueden
guardarle; para esto se necesita tener la libertad de elegir, de salir y de denunciar las
condiciones que viven en sus hogares. Justo aquí, cabe la pregunta por el mayor peligro de
una sociedad que parece estar siendo alienada a la condición de que “no hay un mayor peligro
que salir a la calle”, una sociedad que está siendo controlada por medios de comunicación y
redes sociales. Podría considerar a esta ‘nueva normalidad’ como el suceso más importante a
evaluar y cuestionar, iniciando por “la guerra de los relatos” del virus comprendiendo lo que
éste causa en la interacción de las personas, donde cada uno de acuerdo con su tipo de idea,
de historia diferente, se relaciona con el otro; donde los contextos culturales, sociales,
políticos, económicos etc., juegan papeles sumamente importantes en un tiempo al que se le
resume (por no decir evade) como simplemente ‘nueva normalidad’. ¿Qué es esto? ¿Qué es
una nueva normalidad y porque le llaman así?, ¿nueva normalidad para quienes? Algunos
nunca han podido dejar su ‘normalidad’ de pobreza, de enfermedad, ahora solo se
incrementan las condiciones difíciles para éstos. Éste es un tema con mucha tela para cortar y
llama la atención el deterioro de la interacción social, la comunicación asertiva va decayendo
en una velocidad impresionante, la comunicación, como base de la interacción, dada por los
gestos, el habla, los escritos, el contacto, cualquier manifestación en la cual estén unos roles
de emisor, receptor y mensaje, independientemente de cómo es tomado (el mensaje) en ésta
‘nueva normalidad’ muestra cómo la comunicación interactiva puede variar de acuerdo a los
medios y el tiempo que se lleve utilizando los mismos, cómo estos juega un papel sumamente
importante en cada individuo. La comunicación, se convierte en una especie de vacuna en
contra de la muerte de la interacción social; Por el bienestar individual de seres sociales que
somos la comunicación debiera ser atendida como lo son las vacunas, esta será en el pasar de
los días y semanas la que permitirá salvar muchas vidas en un sentido de salud física y
mental; la comunicación como base de interacción siempre tendrá los riesgos de una
interpretación inexacta imprecisa según el fin con el que ha sido enviada; pero no está de
más recordar que el ‘cómo’ se dicen las cosas puede ser más peligroso del ‘que’ se dice y más
en tiempos en que a veces toca adivinar la intención del ‘otro’. La comunicación es la clave
en este nuevo campo de interacción; mantenerla, será la vacuna contra el deterioro del eros en
una sociedad que se pierde a sí misma; en el que ojalá el cansancio físico y mental (de cada
uno) no anule al ‘otro’.

En modo conclusión: Observaciones y experiencias cotidianas.


La invitación sería tratar de conceptualizar y marcar el afianzamiento teórico, llevando a
la práctica, es por ello que a continuación se trata de expresar la construcción de pensamiento
a través de una elaboración de historias cotidianas reales dentro de la nueva normalidad.
Implícitas quedan las conclusiones abiertas del presente trabajo, para que sea el lector quien
pueda mirase como cual espejo y despierten sensibilidad a la realidad que de su propia
cotidianidad, la cual tal vez no diste mucho de lo planteado en estas elaboraciones textuales.

“Reconectando…”

Vamos otra vez, internet pésimo, me deja a mitad de la historia, me corta la risa y deja un
gesto de frustración en mi sonrisa, tuerzo los ojos, suspiro y espero impaciente un simple
“¿alo?” que reconecte mi vida y reintroduce en la conversación, han pasado meses así, la
conexión con amigos y familia hoy se traduce en “reconectando”, “no te escucho” o la más
intensa de todas “se escucha entrecortado” no veo sus gestos, no siento su mirada, me
conformo con el sonido. Me pregunto si este es el futuro que describen las películas utópicas
en las que predomina la tecnología, y sí, sí que lo es. Solo que frívola, una película pos
apocalíptica, la enfermedad, la guerra, un traje de protección, el aire está contaminado, un
virus aterrador quiere cobrar tu vida, el confinamiento es un lugar seguro, las pantallas son tu
sustento, internet, cable, no necesitas nada más, la comida llega hasta tu casa, si así lo deseas,
“todo va estar bien” “tenemos todo bajo control” eso dicen los medios… yo no veo nada
bien, el virus es nuestro menor problema, la conexión de llamada con el mundo no me la
quito el virus, me la arrebataron los prejuicios y discriminaciones, el virus no mató a cinco
jóvenes en Cali, no asesino sin razón nueve más en Samaniego Nariño, sigo “reconectando”,
eso grita la sangre de los que mueren afuera, pero en la pantalla solo hacen un suave susurro,
un comercial molesto más, aquí el problema real es el virus, que peligro, el lamento es un
momento, compartir la imagen en Facebook, que el mundo sepa que lo sentimos, pero que
tal como las efímeras historias de Instagram en 24 horas pasa, sigamos de largo en la barra de
noticias, ¿Qué más hay?, en qué momento se enfrió el espíritu de fuego que levanta su voz,
¿este es el futuro mejor? La pobreza y el clasismo engulle todo, la hegemonía mediática nos
satura de morbo y consumo hoy más que nunca, estamos encerrados, confinados,
“protegidos” el mundo afuera es peligroso, claro que lo es, fuera está la verdad. En esta
analogía entonces ¿Quién es el desprotegido si salimos a la calle? ¿Nosotros? O la oligarquía
que controla el país, esa misma que condena al joven clase baja al estado de supervivencia
diaria, porque necesita pan y la educación no quitará su hambre ni la de su familia en el
instante, esos pocos con el privilegio de estudio superior, generación líquida, del otro no
importa su hambre o estado, a menos, que se un estado de WhatsApp, ¿Que hicieron de
nosotros? ¿Dónde quedó el criollo rebelde que arma todo un plan con el florero de Llorente?,
que paso con la voz del pueblo que despierta y destruye una ciudad entera por la rabia e
impotencia de verse oprimido, cruel reduccionismo, la rabia no pasa de un comentario, no
traspasa la pantalla, irónico es que nos han puesto un tapabocas mediático invisible es real
hoy más que nunca, como sociedad somos un chiste, al asesino más grande de jóvenes en
Soacha, el innombrable, lo confinamos en la finca más grande del país, somos la película
dirigida por alguien que seguramente no tiene ni idea de que se trata, y nosotros actores que
solo siguen un guion patético. Ups se perdió siguió derecho en la barra de notificaciones, este
es nuestro ridículo hoy, un pueblo encerrado, con la boca tapada, las manos lavadas… tal vez
solo necesitábamos de un virus para que a la luz fuese expuesta el oscurantismo del mundo
moderno. Reconectando - ¿Alo?- alo, perdón, estaba pensando en algo, ¿me decías?...red
caída.

Círculos de colores

Son las 8 de la mañana, hora de iniciar las clases, dispongo entrar al salón de clases, veo
que mis compañeros ya están aquí, ahora estudio con círculos de colores parlantes, escucho
sus voces salir por los audífonos, son de diferentes matices, diferentes tonos, algunos
nerviosos otros seguros, unos hablan muy despacio, otros a mil por hora, me pregunto ¿cómo
serán físicamente?, ¿qué edad podrán tener?, ¿cómo serán fuera de este salón de clases? Trato
de escuchar atenta ignorando la incomodidad de la silla en la que estoy, no es nada apta para
esto, me duele el cuello, la espalda, las piernas… me distrae constantemente el vendedor de la
calle, mi madre decide preguntarme algo y me elevo totalmente de la clase, ya no estoy
presente, pero mi circulito en el salón de clases dice que sí, trato fuertemente de no elevarme
pero me cuesta escuchar lo que dice el maestro por encima del canto exagerado de mi
hermano que decide disfrutar la serenata que mi vecina amablemente pone para todo el
barrio. Después de unos minutos logró coger el hilo de la sesión de hoy, me sobresalta los
gritos que mi perra hace a otros de su especie en la calle, ¿qué les estará diciendo? Y empiezo
a distraerme de nuevo, reacciono, escuchó atenta y tomo apuntes y de repente, todo se queda
mudo, se fue el internet, la vía por la cual puedo ser un circulito más y estar en el salón de
clases con mis compañeros. Me frustro demasiado, realmente odio esto, es agotador, decido
subir a la terraza y tomar un poco de aire fresco para calmarme y esperar aquello que me
permite seguir con mi educación desde casa.

Viendo hacia la calle, observo a mis vecinos y el pequeño ritual que logro apreciar de
camino a sus trabajos. La chica que labora en una oficina en Cali, se calza fuera de su casa, se
pone su bozal, el cual interpretó como símbolo de silencio obligatorio, de represión y de
deterioro en la comunicación entre individuos, se aplica antibacterial en las manos, alista los
guantes de látex que usará para sentirse más segura mientras viaja en el bus. Me pongo a
pensar cómo ha cambiado el interior del bolso de aquella chica, antes su cara estaba adornada
por vibrantes colores, su sonrisa resplandecía cuando se despedía de su madre en el jardín de
su casa, sacaba un poco de perfume y se lo ponía en las manos, ahora, ese artefacto en su cara
le roba la sonrisa, le tapa sus colores, ya su madre no la despide en el jardín y ha cambiado el
perfume por el alcohol en gel. Me percato de cómo la interacción ha cambiado drásticamente
en el área laboral, especialmente en aquellos trabajos en donde es necesario el compartir un
espacio con el otro, logro ver como las personas hacen uso de las medidas de bioseguridad
quizá con una exageración descomunal, haciendo de estos breves encuentros algo muy fugaz,
con el miedo constante de algún contacto por pequeño que este sea. Aquellos negocios que no
logran seguir en un espacio físico, se trasladan a un espacio virtual, adaptándose a las
exigencias de esta nueva normalidad tan anormal, generando una distancia muy marcada y
una frialdad entre los sujetos que intervienen en estos escenarios, cambiando la interacción de
todos como lectores y receptores de símbolos. Hoy logro ver la dependencia que se tiene con
el otro y como este infinito espacio virtual queda corto, reducido y la necesidad de contacto,
de relación cara a cara, aumenta dejando una sanción de intercambio ficticio y frío totalmente
impersonal. Hoy dependemos de estos espacios para “compartir”, así, entre comillas, porque
la sensación que queda, es fantasmal. En un cambio de escena, en cualquier momento del
mismo día voy de camino al supermercado, logro divisar la enorme fila que me espera, estas
filas de personas, ahora tan comunes y recurrentes, solían representar un escenario apto para
el intercambio de ideas, un acompañamiento rápido mientras avanza esta línea hacia la
entrada del lugar predeterminado. Solían haber vendedores ambulantes ofreciendo tintos,
agua, dulces, mujeres acompañadas de sus hijos, jóvenes con sus ancianos padres,
compartiendo anécdotas con la persona que tienen en frente, mostrando interés, riendo y
haciendo de este espacio y tiempo algo agradable. Ahora que me encuentro de pie en uno de
estos escenarios, puedo notar el gran cambio que se vive, las personas se encuentran
separadas cada una sobre una demarcación en el suelo que nos dice que es nuestro lugar, veo
la cara de estas personas y solo veo la resignación con la que están aquí, aunque es poco lo
que logro percibir porque sus caras están cubiertas, aun así, todos los presentes se preparan
para la espera bajo el ardiente sol cada un inmerso en sus pensamientos. Adelante diviso a
una mujer que con gran nerviosismo se mueve entre línea y línea, mira a su alrededor muchas
veces como si alguien la persiguiera, tiene tapabocas y además una enorme careta sobre su
cara, de seguro que si algún conocido estuviera cerca no la reconocería, sus manos cubiertas
con unos guantes de látex sostienen su identificación, ahora más necesaria que nunca porque
representa que se le es permitido estar aquí. La persona de atrás distraída en su celular, se
pasa de la demarcación de su lugar quedando muy cerca de aquella mujer, quien totalmente
asustada se sobresalta y se mueve hacia un lado, sin querer toca un carrito del súper mercado
y de ipso facto se aplica gran cantidad de anti bacterial sobre sus guantes, decide hablar
fuerte, casi a los gritos, para lograr ser oída sobre aquel artefacto que le cubre su boca y
exigirle a esa persona que vuelva a su punto. Se hace completamente notorio la forma como
nuestra interacción ha cambiado, como este conjunto nuevo de caracteres se expresan y se
agrupan cambiando la forma de sociabilidad tan natural en las personas limitándose a
expresarse por otros medios donde la distancia es el principal representante. A mi alrededor
ya no hay niños ni ancianos, estos han pasado a ser los personajes excluidos – incluidos, no
están presentes, pero se tienen en cuenta en las compras del hogar, para escoger sus artículos
favoritos y para recordar su compañía en épocas anteriores en escenarios como estos. Los
niños y los ancianos, nuestra población vulnerable, pasan a ser entes ausentes en la sociedad,
los no sujetos de la nueva normalidad, los oprimidos, los carentes de voz, de presencia, los
subyugados ante un agente microscópico e insignificante en singular, pero en conjunto
extremadamente fuerte, atacando y destruyendo al mínimo descuido.

Lista de Referencias
Gayol,S.(2000), (p.99). Sociabilidad en Buenos Aires: hombres, honor y cafés, 1862-1910
Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2000 - Dialnet.

https://www.eltiempo.com/colombia/cali/estas-son-las-hipotesis-por-masacre-de-cinco-
menores-en-cali-528466

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-53801935

” En Colombia los medios están emparentados con el poder y eso parece no molestarle a
nadie. Asistimos a unos medios de comunicación que funcionan como caja de resonancia del
político de turno.” Hegemonía mediática + Hegemonía gubernamental = - Democracia Por
LASILLAVACIA.COM · 22 DE SEPTIEMBRE DE 2010

“Nos hallamos en una situación en la que, de modo constante, se nos incentiva y predispone a
actuar de manera egocéntrica y materialista.” Zygmunt Bauman, MODERNIDAD LIQUIDA
1999

https://www.elespectador.com/noticias/politica/violencia-intrafamiliar-en-cuarentena/

https://news.un.org/es/story/2020/04/1473082

https://www.iprofesional.com/actualidad/321585-facundo-manes-efectos-psicologicos-de-la-
cuarentena-y-como-revertirlos

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