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SITUACIONES QUE OCURREN EN LA ADOLESCENCIA

LA ADOLESCENCIA
Casi siempre que trabajemos como cuidadores de menores y tengamos la
oportunidad de estar con adolescentes va a ser porque principalmente, la
familia tiene un hermano más pequeño al que hay que cuidar. Aunque el
hermano/a pequeña nos requiera más atención es importante, hacer
actividades los tres juntos y compartir tiempo con el hermano/a más
mayor. A continuación, vamos a hablar de esta etapa de cambio y después
os pondremos un ejemplo de una situación que puede ocurrir cuando
estamos trabajando en una casa con un adolescente. 

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA ADOLESCENCIA


La adolescencia, del latín adolescere -crecer, desarrollarse-, no es sólo una
fase en el desarrollo psíquico del individuo hacia una supuesta madurez,
sino también, una transformación en algo nuevo que conlleva en sí lo
antiguo. Nunca desaparece la infancia, así como nunca se accede a una
madurez absoluta.
La adolescencia, como etapa de transición, se caracteriza por una serie
de cambios físicos, psíquicos y sociales, vividos de una forma tan
significativa que incluso algunos autores no han dudado en hablar de la
adolescencia como un periodo diferenciado del ciclo vital humano. Por
esta razón, resulta de vital trascendencia, a la hora de conocer las
características más determinantes del adolescente.
El intervalo temporal en el que transcurre la adolescencia comenzaría a los
11-12 años y se extendería hasta los 18-20. Antes de esta edad de
comienzo, hablamos de pre-adolescencia o pubertad en torno a los 9-10.
Esta experiencia conlleva una elaboración nueva del esquema corporal: se
pasa de un cuerpo infantil a uno adulto y esto provoca gran inquietud en
el adolescente ante la duda de cómo lo verán los demás. Se va formando
la identidad personal, se requiere marcar diferencia con los adultos (ropa,
lenguaje, etc.) y se produce una rebelión ante las normas. Más adelante
veremos cómo podemos abordar dicha rebelión. Asimismo, se producen
cambios con las personas adultas y, en especial, con los padres. En
definitiva; buscar la propia identidad, establecer un sistema de valores
propio, satisfacer la necesidad de pertenecer, conformar la necesidad de
independencia, etc., son algunas de las “tareas” con las que se enfrenta el
adolescente en este momento evolutivo. Los padres podemos estar junto
a ellos, ofreciéndoles las mejores posibilidades, pero es importante tener
muy presente que son ellos los que deciden.
Importancia de los cambios físicos.  Como acabamos de señalar, dentro
del periodo de la adolescencia, el menor pasa por un proceso
especialmente intenso en el que su cuerpo se enfrenta a bruscos cambios
físicos: la pubertad. Estos cambios madurativos, como todos sabemos, no
se producen en todos los adolescentes a la misma edad. El lapso de
tiempo es amplio y dependerá del ritmo biológico de cada persona. Esta
variabilidad provoca que algunas  de las principales características de los
adolescentes por ejemplo, algunas chicas de 12 años tengan un cuerpo de
mujer absolutamente definido y otras con 14 aún estén en proceso de
desarrollo. Dicho proceso se puede alargar en el caso de los chicos incluso
hasta los 15 ó 16 años. Mientras que ellas viven un desarrollo precoz
como algo violento y perturbador, a ellos les encanta la idea de parecer el
más “macho” de la clase o de la pandilla. Como dice Alejandra Vallejo
Nájera en su libro “La edad del pavo”, “Ellos quieren ser como toros, ellas
no quieren ser como vacas”.

Yo quiero ser (como) tú.


 El hecho de que todos estos cambios sean tan visibles a los demás y que
además sean contemporáneos con el momento de la ruptura del fuerte
lazo familiar, provoca que el adolescente viva esta etapa con una gran
dosis de inseguridad. El grupo de iguales le atrae, pero al mismo tiempo
echa de menos la sensación de seguridad que le ofrecía su familia. La
opinión de sus padres se empieza a relativizar dando prevalencia a la
evaluación del grupo. Aparición del acné, dentaduras aprisionadas en
antiestéticos brackets, brazos y piernas de dimensiones
desproporcionadas al resto del cuerpo, son algunos trastornos transitorios
que suelen acompañar al adolescente en este momento y que facilitan la
aparición de una imagen corporal no correspondida con el cuerpo diez
que soñaban para sí mismos.

Cómo convivir con adolescentes.


 Son diversas las estrategias que utilizan los adolescentes para intentar
compensar esta percepción de inseguridad y, en algunos casos, incluso de
infravaloración. Rastas, pelos de colores, piercing, forma de vestir
personalizada, pertenecer a tribus urbanas -punkies, skins, heavys-
transgredir normas por el simple placer de no ajustarse al resto, etc., son
llamadas de atención sobre su persona que ponen de manifiesto su deseo
de sentirse mejor. Evidentemente, cuando uno se siente peor que el resto,
intenta ser mejor siendo diferente. Cómo podemos ayudarles Es mucho lo
que los adultos -padres, hermanos mayores, educadores, etc.- podemos
hacer para que los adolescentes aumenten la seguridad en sí mismos
durante la pubertad. 
En primer lugar, es necesario ser conscientes de que es precisamente en
este momento evolutivo cuando el menor se presenta más vulnerable a
caer en determinadas conductas de riesgo. La obsesión por la delgadez
puede llegar a derivar en un trastorno de la alimentación; una excesiva
timidez puede pretender ser corregida, a falta de otras habilidades,
bebiendo alcohol o tomando algún otro tipo de droga que permita la
desinhibición. Desear ser aceptado por el grupo cuando se tiene poca
confianza en uno mismo, puede empujar a cometer comportamientos
disruptivos impensables en otras circunstancias. 
Mas que alarmarse cuando los hijos llegan a la adolescencia, se trata de
entender el hecho de que, aún siendo ésta una edad en la que la
probabilidad de conducta de riesgo es mayor, esto no significa que
nuestros hijos tengan necesariamente que pasar por ello como si se
tratara de la prueba de acceso a la adolescencia. Ni mucho menos. Es
normal que los adolescentes beban, fumen, o incluso flirteen con algún
tipo de droga ilegal, pero lo habitual es que no lleguen a más.
 Una actitud adecuada de los padres hacia este tipo de comportamiento
pasa por evitar el alarmismo, es decir, tratar con naturalidad los pequeños
altercados que puedan surgir. En cierta ocasión, un educador de un
programa de desintoxicación comentaba que algunas veces se encontraba
con padres de adolescentes que acudían al Centro muy alarmados por
haber encontrado en la habitación de su hijo una libreta de “papelillos”.
Otro aspecto fundamental a tener muy presente con el púber en este
momento tan crucial es el refuerzo de todos los aspectos positivos, tanto
físicos como psicológicos que encontramos en nuestro hijo. 
Búsqueda de la identidad. Pienso con las ideas de otro luego, no existo.
“Comprender a un adolescente no sólo implica reconocerle en lo que no
es sino que, también requiere aceptarle en lo que aún no es.” Marisa
Magaña.
Es importantísimo que en esta época de su vida también aceptemos lo
que no saben. Los adolescentes saben lo que no quieren casi por instinto
pero aún no saben lo que quieren. 
Libertad protegida. Miedo a ser libre.
Él quiere tomar sus propias decisiones pero por otro lado, quiere
permanecer seguro y protegido al amparo de viejos hábitos y que sea el
otro el que tome las decisiones. Buscar su identidad a veces hace que
tengan ideas y valores completamente contrarios a sus padres porque
para ellos, cualquier parecido de sus ideas y valores con la de los padres
puede ser vista como una derrota. Los adultos que conviven con los
adolescentes tienen que ser conscientes de que esa falta de sentido
crítico,  esa actitud oposicionista y desafiante tiene un “por qué”: ir
desarrollando su propia identidad. 
Algunas ideas que pueden ayudarnos:
 Intente no transmitir un mensaje de caos y desconcierto con
comentarios que magnifiquen la falta de estabilidad emocional del
adolescente. 
 Permítale contradicciones y cambios bruscos de opinión. 
 Aunque a veces sus comportamientos no sean los más aceptados,
evite ridiculizarle o dejar patente que no sabe de lo que estamos
hablando. 
 Cuando su hijo cometa errores, aún anunciados por usted, no caiga
en la tentación de reprochárselos. Enséñele a aceptarlos como
forma de aprendizaje. 
 Otórguele pequeñas responsabilidades que sabe que puede llevar a
cabo. 
El egocentrismo adolescente
Según Ekind, el adolescente tiene muchas dificultades para diferenciar
entre lo que los demás están pensando y sus propias preocupaciones. 
Cree que si a él le preocupa  extremadamente su propio aspecto físico,
también los demás estarán muy pendientes de él. Esta forma de entender
su vida le llevará a pasar horas encerrado en el baño o en la habitación,
observar su aspecto físico meticulosamente, etc.  Debido posiblemente a
esta percepción de ser centro y atención de los que le rodean, el
adolescente se siente como un ser único, lo que le lleva a fantasear sobre
sí mismo imaginando que el protagonista de las más inverosímiles
historias.

La comunicación con adolescentes


Mientras que la falta de habilidades comunicativas durante el desarrollo
del menor puede tener consecuencias en el vínculo que se establece con
el menor, en el caso del adolescente, estas dificultades de comunicación
pueden hacerse aún más notables.
-¿Por qué no me lo has contado antes?
 Ante un problema que nos cuenta y para el que ya es demasiado
tarde para resolver, por ejemplo, que no ha estado yendo al
instituto,  muchas veces le hacemos esa pregunta. Las resistencias
que tiene el adolescente a comunicar algo pueden ser: 
 Por temor a las consecuencias. Puede ser que tenga miedo a que le
castiguemos, le “echemos la charla”  o si somos los cuidadores, sus
padres le castiguen. 
 Si nuestra relación con él es más cercana, es probable que la
preocupación viniese propiciada sobre todo por lo mal que nos hace
sentir saber que vamos a defraudarle; pudiera ser que se sintiera
decepcionado por nuestro comportamiento y pensara que le
estamos fallando.
 Podemos también pensar que la otra persona no va a entender la
situación y que, incluso entendiéndolo,  sus sentimientos de
frustración sean tan fuertes que anulen cualquier atisbo de
comprensión. 
 A veces también podría ocurrirnos que nos albergara un
sentimiento de vergüenza propiciado por la falta de confianza
establecida con los progenitores. 
Para los adolescentes, lo que prima es la recompensa inmediata  hasta el
punto de sentir que cuando las consecuencias son a largo plazo no hay
consecuencias. 
Habilidades básicas para una buena comunicación con los hijos. 
 Un padre o cuidador es competente en la comunicación con el
menor cuando..
 Consigue fomentar su autoestima a través del diálogo, mostrando
interés por sus preocupaciones y necesidades. 
 Escucha atentamente el significado que éste da a sus vivencias sin
intentar confrontarlo con el suyo. 
 Acepta sus discrepancias en formas de sentir y entender los
acontecimientos cotidianos sin juzgarle o inhibirle. 
 Aporta un espacio privado para compartir sentimientos, opiniones o
dudas. 
 Afronta situaciones conflictivas sin agresividad, fomentado
actitudes de serenidad y respeto.  
1. CONSUMO DE SUSTANCIAS.
Una de las cuestiones que más nos preocupan de los menores en la
adolescencia es el consumo de sustancias. En la medida en que van
adquiriendo más autonomía y el grupo va teniendo más peso en la vida
del adolescente, sustancias como el éxtasis, la cocaína, el alcohol o la
marihuana están mucho más a su alcance, con los peligros que ello
entraña. 
En las familias en las que los padres mantienen una actitud
sobreprotectora con su hijo/a y tienden a sobreproteger a su hijo de los
“mil peligros” a los que su hijo está expuesto, puede ocurrir, aunque es
bastante improbable que a su hijo no le ocurra nada de lo que le está
preocupando pero..por la parte negativa es que , el niño no entenderá el
riesgo porque apenas lo ha sentido y por lo tanto, no sabrá evitarlo. 
¿Qué pueden hacer los padres ante conductas  de riesgo?
-Prevención (antes de que ocurra): hay algunos padres que piensan que
no pueden hacer nada ante las conductas de riesgo pero sin embargo,
esto no es así. Podemos  moderar e incluso evitar algunas de esas
conductas
Educar en el valor de la responsabilidad. 
La idea es que los menores aprendan que hay determinadas conductas
que pueden ser dañinas y que la forma más eficaz de evitar las
consecuencias es no realizar los comportamientos que las están
provocando. ¿Cómo podemos involucrarles en la adquisición de algunas
de estas responsabilidades?
 Inclúyale en los problemas que surgen en la familia (adaptándonos a
su edad)
 Platéele distintas alternativas concretas para que el adolescente
pueda elegir entre alguna de ellas. 
 Ayúdele a argumentar los pros y los contras ante circunstancias que
el adolescente no quiera asumir 
 Evite caer en los extremos. A veces es más sensato educar al menor
en la moderación que en la prohibición. Recuerde que “lo prohibido
se desea más.”. 
 Intente que el adolescente salga ganando en algo. A veces es bueno
buscar una alternativa que acepte o el acceso a algún privilegio. 
 En el caso de que la cuidadora conozca el consumo de alguna
sustancia de manera esporádica porque se lo ha comunicado el
menor o  por accidente, deberá negociar con el menor para que sea
él quién lo comunique a los padres y pueda pedirle ayuda a sus
padres;  así el propio menor se responsabilizará más de su
comportamiento. Tenemos que intentar que sea el menor el que
asuma esa responsabilidad.  
Adquirir la formación suficiente para poder educar al menor con una
información correcta y adecuada a su nivel de comprensión,
considerando tanto los aspectos positivos como los negativos, en el caso
de que los hubiera, y evitando caer en el dramatismo. De esta manera, el
adolescente entenderá que cuando a sus padres les preocupa que se fume
un “porro”  no se está dejando llevar por la ignorancia o el alarmismo, sino
que es una preocupación legítima sustentada en sus conocimientos
compartidos de las consecuencias del consumo de cannabis. Por otro lado,
el hecho de que el menor tenga esa información veraz sobre los
determinados aspectos de determinadas condcutas de riesgo, le ayuda a
tomar conciencia de lo “que se juega” y a lo que se expone si “cae en
ello”. Es importante también saber qué es lo que sabe el menor de las
drogas. Para ello, podemos acercarnos  con él también a lugares donde
pueda recibir información sobre las drogas. 
Enséñele las habilidades sociales que necesitará para poder manifestar
sus opiniones haciendo énfasis en estrategias de negociación y en
aprender a decir NO sin sentirse culpable cuando el grupo le presione a
realizar un comportamiento que no quiera realizar. Enseñarle que si hay
un rechazo social por parte del grupo, puede ser porque los compañeros
tengan una falta de seguridad en uno mismo, sentimientos de rabia y
envidia por poner en evidencia su incapacidad por hacer lo que él hace; así
le estaremos evitando que caiga en generalizaciones del tipo: “no caigo
bien a mis amigos”, “me rechazan porque creen que soy un cobarde”. Por
último recordarles que la práctica de esta habilidad requiere práctica. 
Ayudarle a valorarse a sí mismo fomentando su autoestima y su
autoconcepto. Es lógico pensar que cuando un adolescente tiene un
sentimiento de sí mismo de poca valía y de inferioridad con respecto al
resto de sus iguales, ya sea por su aspecto físico, su mayor o menor
capacidad intelectual, hará todo lo posible por demostrar a sus amigos
que él vale tanto como los demás y para ello, si él tiene que beber o fumar
más que ninguno, lo hará. 
Cuando ya ha ocurrido…
-Hay sospecha de abuso cuando…
 Existen problemas de aprendizaje que repercuten gravemente en el
rendimiento escolar.
 Hay problemas serios para levantarse por las mañanas. 
 Incumplimiento de responsabilidades
 Cambios de carácter
 Retraimiento en la familia, ocultación.
 Si el consumo es de cannabis (ojos rojos, locuacidad, risas si están
bajo su efecto)
 Irritabilidad y ánimo decaído (sin han abusado de las pastillas, tras
el fin de semana)
 Problemas económicos o multas por consumo en sitios públicos.
-No ayuda:
 Evitar el tema, ignorarlo y pensar que ya se le pasará. 
 Minimizar el asunto, “es que todos sus amigos toman los mismo”,
con ello colaboramos con la poca percepción de riesgo que existe
en su grupo de amigos. 
 Permitir que consuma en casa, porque queremos ser “sus amigos”.
En casa, en ningún caso, se debe permitir que fuman porros o
consuman pastillas. 
 Ser catastrofistas. Si se trata de un consumo experimental, no
significa que acaben tirados en la calle. Si dramatizamos podemos
provocar más curiosidad, y si nos alarmamos exageradamente,
ocultarán todo lo que pueda preocupar.
 Amenazar y ordenar no sirven para corregir el comportamiento; en
muchos casos provocan la reacción contraria. 
 Humillarle “ya lo sabía, que ibas a acabar así, siempre dando
problemas”
 Vigilarles y espiarles. Evitar establecer una lucha entre ocultar (la
droga que consuma el adolescente) y encontrar (dicha droga por
parte de los progenitores.
-Ayuda:
 Actuar con calma, hablando con serenidad y evitando los
enfrentamientos.  Evitar nuestras conductas de rabia a la hora de
comunicarnos con él. 
 Formarnos y recordar cómo fue nuestra adolescencia. 
 Es importante ver en qué etapa del consumo está (si está
experimentando, si hay consumos habituales o si se trata de una
dependencia)
 Intentar descubrir los motivos por los que consume. A veces se
consume para “evitar” o “escapar” de los problemas. Es importante
que conozcan estrategias de afrontamiento que les ayuden y que
las drogas lo único en lo que pueden ayudar es en crear más
problemas. 
 Establecer unas normas en horarios, abstinencia y convivencia. 
 Ayudarle a establecer un proyecto de vida que sea consecuencia de
su esfuerzo personal con objetivos a medio y largo plazo. 

 Pedir ayuda. A veces los propios padres se cambian de acera cuando


ven a una persona que tiene el grado de dependencia que su hijo
tiene. Cuanto más tiempo se tarda en pedir ayuda, más grave puede
ser la dependencia.  

ANOREXIA Y/O BULIMIA


Decíamos anteriormente que es en la adolescencia, donde se producen
una serie de cambios físicos importantes y uno de ellos puede ser el
aumento de peso. Además, a lo largo de nuestra vida la tendencia es ir
ganando peso con la edad, con lo que, mujeres y varones de distintas
edades (desde la prepubertad 9-11 años) hasta la edad madura (50 años o
más), deciden hacer dietas y restringen su alimentación de forma
deliberada para perder peso. Buscan salud, belleza, “clase”, éxito social,
etc. Afortunadamente no todas desarrollan un Trastorno de Conducta
Alimentaria. 
Básicamente como ahora veremos pueden ser de dos tipos: anorexia
nerviosa o bulimia. Lo que es común en ambos casos es que los padres y
allegados se sientan culpable de la patología. Por eso, es muy importante
tratar de desculpabilizar a la familia tanto desde los profesionales como
desde el cuidador. Ante sentimientos de culpa y preguntas que puede
hacerse la familia como: ¿qué hemos hecho mal?, ¿cómo es posible que
no nos hayamos dado cuenta de los problemas que tenía nuestro hijo?
¿por qué me empeñé en que adelgazara? 
Aun así, parece que las familias de pacientes con anorexia nerviosa tienen
un funcionamiento muy organizado con tendencia un control rígido; en
tanto que las familias de pacientes con bulimia nerviosa, presentan una
excesiva preocupación por el peso y el aspecto corporal con tendencia a
realizar dietas alimentarias. 
En las familias en las que ambos progenitores animan a sus hijos a
controlar su peso, magnificando la presión cultural hacia el atractivo físico
-delgadez- la probabilidad de patología de dispara. 

ANOREXIA NERVIOSA. 
Quienes padecen este trastorno presentan un miedo intenso a ser obesos 
y un deseo pertinaz de perder peso, por lo que se enrolan en
comportamientos dirigidos a conseguir dicho fin. Estos son, entre otros, la
privación de alimentos o la selección restrictiva de determinados
alimentos o incluso la malnutrición, la práctica de ejercicio extenuante
para quemar calorías, la inducción del vómito o el uso de laxantes. Para
considerar que una persona tiene anorexia, tiene que existir la auto-
imposición de mantener su peso por debajo del 85% del peso esperado
para su edad y su altura o tener un índice de masa corporal igual o inferior
a 17,5. Para hacer el diagnóstico diferencial es preciso descartar que esta
pérdida de peso depende de enfermedades físicas (cáncer y otras
patologías) o psíquicas (depresión, etc)
Claves para detectar la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa.
Anorexia nerviosa. 
Perfección extrema. El miembro de la familia todo lo hace bien, sus
resultados escolares son brillantes y para no perder este refuerzo,
disminuye su tiempo de ocio y descanso. 
Dietas. 
-Diferencias generales entre una persona normal y de una persona con
riesgo de desarrollar una anorexia nerviosa.
POCO PROBABLE MUY PROBABLE
Trata de hacer dieta y abandona a Hace una dieta implacable que no
los pocos días.  rompe ante ningún evento o
situación: cumpleaños, Navidad,
etc. 
Es capaz de descansar y pierde el La dieta se hace más estricta a
tiempo con las amigas. pesar de que ya había perdido los
kilos que se había propuesto al
comenzar a restringir
Sabe exponer sus ideas Al perder peso la admiran por su
discrepantes o protestar ante lo delgadez y ella adquiere un aspecto
que le parece injusto, sin que esto triunfante. 
le ocasione una culpa excesiva. 
Deja de exhibir su delgadez porque
alguien le ha comentado que está
excesivamente delgada y ella se
enfada y lo niega
A partir de ese momento, comienza
a enmascarar su cuerpo vistiendo
ropas anchas y superpuestas. 

Cambios en la forma de comer. 


 Colecciona y almacena toda clase de alimentos 
 Dedicar períodos largos de tiempo a leer libros de comida y dietas. 
 Presta atención o vigila lo que se va a comer en casa. 
 Supervisa la necesidad de alimentos de la casa: despensa o nevera. 
 Programa, decide y realiza la compra de la familia. 
 Preparar la comida familiar. 
 Cocina comidas “especiales” pero nunca las prueba (bizcochos,
tartas, etc)
 Cuida la alimentación de otros miembros de la familia: padre,
hermanos, etc. 
 Elige alimentos bajos en calorías excluyendo cualquier otro. 
 Prefiere comer sola. Evita comer con otros diciendo que lo hará
luego. 
Bulimia nerviosa. 
Estos son algunas  de las claves que pueden indicarnos que el menor
necesita ayuda:
 La comida con otros es normal o incluso excesiva. 
 Come muchas “chucherías”, caramelos y chicles.
 Aparecen envases de laxantes o envoltorios de “chuches” o comidas
preparadas en la basura o en habitación. 
 Sale de forma extemporánea sin razón aparente par los demás, para
comprar comida. 
 Se levanta por la noche a comer 
 Se queja de tener pesadillas y sueños con la comida. 
 Enmascaramiento y soledad: 
 Desaparece sin que la familia sepa a donde se ha ido o se cierra en
su cuarto durante largo tiempo. 
Además: 
 Va al baño nada más comer. 
 Se producen atascos en las tuberías (vómitos en lavabo, bañera,
ducha)
 Abre innecesariamente grifos o tira frecuentemente de la cadena. 
 Uso de laxantes o supresores del apetito. 
 Uso de diuréticos. 
 Dispendio del dinero (propio y ajeno)
 Realiza robos de comida y/o dinero. 
 Empiezan a faltar objetos de valor en casa. 
 Apariencia corporal normal o excelente 
 Cambios muy bruscos en su peso. 
 Tiene una agenda llena de compromisos, pero tiende a cambiar  de
pareja con frecuencia. 
 Surge el caos: descontrol de horarios, empieza cosas que no
termina, etc. 
 Abandona sus responsabilidades. 
 Conductas autolesivas: golpes contra la pared, golpes, etc?
 Dependencia: abuso de alcohol u otras drogas.
-Actitud de la familia ante el descubrimiento de un trastorno alimentario:
Cuando la familia se percata de que existe un problema, se pueden
adoptar diferentes situaciones; unos tenderán a negar que exista el
problema, a minimizarlo o pensarán que se puede arreglar solo y otros
pensarán que el problema se solucionará simplemente cuando gane peso.
En general, las familias en las que hay un miembro con TCA pueden pasar
por diferentes fases: 
Negación. Se minimiza o se niega que existe un problema. Si el cuidador se
da cuenta de que el menor tiene un problema y se lo plantea realmente a
la familia esto puede ocasionar mucho conflicto con la familia a no ser,
que nos acerquemos con pruebas de realidad. 
Enfado. Se vive como una decisión voluntaria cuya razón no aciertan a
comprender: ¿por qué haces esto?
Negociación. Se proponen beneficios si abandonan su determinación: si
dejas de vomitar, te llevo a “Disney”. 
Depresión. Transcurrido un tiempo, surgen emociones de depresión y
fracaso: “¿por qué no se pone bien?”
Aceptación.  Se acepta que no pueden solucionar el problema sin ayuda y
que la decisión de trabajar en ello es de el/la paciente. 
Confrontación con el hijo/a.
Volviendo al tema de estilos educativos y tipo de familia, son el estilo
democrático y el tipo de familia armónica donde más los padres se ponen
de acuerdo a la hora de ver qué y cómo le van a decir lo que observan a su
hijo. Pero, sin embargo, en la mayoría de las ocasiones padre y madre se
enfrentan, piensan cosas distintas e inician ellos mismos una pelea. De
hecho, muchas veces algunos trastornos mentales como en el TCA, el
miembro que desarrolla el trastorno es sólo digamos así, el síntoma de
que el sistema familiar es patológico y ocurre en ocasiones que,  cuando
aparece la función del trastorno es mantener el núcleo familiar unido. A
continuación os expongo algunas de las propuestas para paliar estas
dificultades: 
-Cuando los padres tienen sospechas de un trastorno alimentario deben
mantener una conversación con el menor actuando de manera
coordinada y con un criterio uniforme que previamente han consensuado
(incluso aunque estén separados). Ambos deben transmitir su
preocupación y señalarle que están abiertos a cualquier cosa que  quiera
decirles y mostrar su disposición a ayudarle. Al igual ocurre en el caso de
que sea el cuidador/a el que tenga sospecha de trastorno alimentario.
Sería mucho más interesante que fuera el propio menor el que pidiera
ayuda a sus padres ante su situación. 
-No es recomendable iniciar la conversación a la hora de las comidas. Es
necesario buscar momentos donde el clima emocional no esté
sobrecargado y no estén otras personas presentes, es decir, preservando
su intimidad. Sería interesante si tenemos buena alianza con el menor
buscar momentos donde estemos solos con él para que no se sienta
incómodo o perciba la situación como “una encerrona”. 
-El tema debe ser planteado de forma directa y clara explicando los
síntomas o actitudes que han observado,  por ejemplo: “te hemos
escuchado vomitar después de las comidas” en lugar de “pasas mucho
tiempo en el baño” y sin juzgar sus sentimientos (“debes sentirte muy
infeliz para hacer esto que haces”). 
-Escuchar atentamente su punto de vista sin rebatirlo ni entrar en
confrontaciones directas o discusiones violentas.  Si la conversación sube
de tono e incluso se pasa a cualquier forma de agresión verbal o física, es
aconsejable finalizar la conversación y posponerla para otro momento
cuando se puede hablar con calma. 
-Evitar dejarse manipular o convencer por el paciente así como realizar
acusaciones o insultos, porque necesita el apoyo de su familia. Es
importante no tomarnos sus acusaciones como algo personal.  
-Evitar poner normas (“tienes que comerte lo que mamá te pone”) o tratar
de conseguir promesas que no van a poder cumplirse (“prométeme que
no vas a volver a vomitar”). 
-Proponer la necesidad de ponerse en tratamiento. Se puede darle alguna
aproximación sobre lo que es el TCA. Si lo rechaza se le puede plantear
que acuda a consulta para que todos se queden tranquilos y que sea un
profesional que les asegure que esté bien. El tratamiento, sin embargo, va
a ser más efectivo si ella/él decide por su cuenta, ya que, esto supondría
que es consciente de su problema. La otra opción es que acuden los
miembros de la familia y esto puede despertar en el menor la necesidad
de ir a defender su punto de vista. Hay que tener en cuenta que siempre
que aparezca un menor en una consulta por parte de un psicólogo tiene
que tener el consentimiento de ambos padres. Nosotros podemos
acompañarle pero hace falta el consentimiento por parte de sus padres. 
-En caso de resistencia, también puede negociarse un plan para lograr la
conducta más aceptable.: “vale, hacemos un trato: accedo que no vayas a
consulta si te comprometes a incrementar lo que comes en las próximas
dos semanas, eso sí, si finalizado ese plazo, observamos tu incapacidad
para cumplir el objetivo, acudirás a consulta, ¿de acuerdo?
-Si el riesgo es elevado porque está muy delgado/a y hay mucha
sintomatología activa, como por ejemplo, autolesiones, ideación
autolítica, promiscuidad, es necesario pedir ayuda, incluso tramitar un
ingreso judicial. Si somos los cuidadores, lo primero que haremos será
intentar que pida ayuda a sus padres y como última opción hablaremos
con sus padres. En el caso de que veamos que la situación es de riesgo y
los padres no hacen nada, tendremos que ponernos en contacto con los
profesionales. 

Ajustar roles y límites. 


Como decíamos antes, en la mayoría de las familias en las que existe un
miembro con un trastorno alimentario,  se presenta algún tipo de conflicto
en los límites y roles entre sus miembros. No se le pide a la madre que lo
haga todo perfecto, sino que dé cercanía, apoyo, amistad, confort,
protección, modelo, dirección y aceptación. Y a veces la madre no puede
hacerse cargo o nos pide que la ayudemos en esta tarea. Y a la vez que
considere que cada pelea, pregunta, fallo o victoria es una oportunidad 
de transformación para la madre y el menor y es una tarea ardua de
realizar.  Para ello, tendremos que observarla y situarla en una de esas
cuatro posiciones.  Son los profesionales los que la ayudarán a tomar
conciencia de sus dificultades de relación con la menor pero, nosotros
podemos observarnos como figura de referencia también para la menor y
darnos cuenta de en qué posición estamos. Es importante apoyarla en el
hecho de que  tiene que creer que es una madre adecuada para su hija y
aprender a relajarse, a escuchar. 
A continuación en una tabla se exponen las cuatro posiciones que pueden
ser positivas o negativas según la edad del hijo y del extremismo con el
que se ejerce. 

1ª posición: por encima de (Sé lo que 2ª posición: por debajo de


es mejor para ti) (Haz que me sienta orgullosa
Esta postura impide que la autonomía y de ti)
la independencia del menor.  Se siente bien cuando sirve a los
Anulación de las emociones del menor.  demás y se pone en ella en
Reglamenta, prohíbe, da consejos, último término
castiga.  La meta es proporcionar a su
Ideal para los primeros años de vida hija/o una vida de mejor que la
que ella ha vivido. 
La emoción la desborda
La hija sentirá que tiene que
triunfar a toda costa y el TCA es
el intento de conseguir el
triunfo que necesita.
3ª posición: la madre que se distancia 4ª posición: la madre que
de la hija agobia a su hija
(Compórtate cómo corresponde a tu (Por favor no te enfades)
edad) Su rol es eliminar todas sus
La madre que se distancia de su hijo/a. desdichas, resolver sus
Se siente bien cuando observa que su  problemas y mantenerle
hijo/a realiza sus propias actividades. contento. Anulación de las
Existe cierta distancia afectiva que emociones negativas y negación
puede percibirse como abandono, de los problemas. El menor
dejando al hijo sin sentir el apoyo que nunca podrá hacerse cargo de
necesita. Tiene miedo de que su sus problemas. 
implicación sea perjudicial para su hijo

La forma mejor de plantearse la relación con un hijo/a con TCA es


combinar equilibradamente las cuatro posiciones. 
El establecimiento de límites
-No permitir que el menor determine lo que se come o lo que no se come
en la casa o cómo se deben preparar los alimentos. 
-No implicar a los hijos en conflictos de pareja ni responsabilizar a los
hermanos del cuidado del paciente. 
-Las normas las ponen los padres y deben ser flexibles, no excesivas y
adaptadas a la edad de los hijos/as. 
-La posición de control o rol policial resulta desagradable para los padres y
además provoca conflictos y tensiones en la familia. 
-Enseñar que la clave del funcionamiento “normal” está en la moderación
en todo lo que uno hace, no en el “todo” o “nada”. 
-Respetar la privacidad: no leer su diario, respetar sus espacios…y no
hablar de él o ella con otros familiares sin su permiso. Los padres deben
plantearse tanto a sí mismos como al resto de familiares y amigos, la
inconveniencia en realizar comentarios sobre la comida o apariencia del/la
paciente.

ACTITUDES QUE FACILITAN EL ACTITUDES QUE DIFICULTAN EL


TRATAMIENTO  TRATAMIENTO 
Los padres y cuidadores deben ser un Negociar o usar tácticas para
modelo para sus hijos en lo que asustarle. 
respecta al cuidado de sus propia
salud y sus necesidades
Entender que el hecho de su hijo/a Avergonzarle por su conducta
tenga un trastorno no significa que
ello son malos padres o que han
fracasado. 
Hacerse cargo de los propios Tenerle pena. La contrapartida
problemas.  sería darle más responsabilidades
y ser más independiente. 
Valorar los pequeños cambios.  Usar el dinero para intentar
controlar su conducta alimentaria
No culparse. El TCA es resultado de Manipular diciendo que se hace
muchos factores, la culpa nos algo por él o ella, cuando en
paraliza, hay que poner la energía en realidad se está haciendo para uno
acciones positivas.  mismo. 
Cuando los padres se sientan Decirle lo delgado que está o
desbordados es conveniente que elogiarle cuando coge peso
pidan ayuda a un terapeuta distinto
al que trata a su hija. 
Intentar ser su terapeuta. 
 
3. QUIERO LLEGAR MÁS TARDE
Aunque normalmente el querer traspasar los límites que negociamos con
los adolescentes no es problemático y forma parte de lo que se considera
el síndrome de adolescencia normal, no deja de ser para algunos padres y
cuidadores una situación incómoda que les cuesta afrontar. No podemos
olvidar que son los padres los que deben poner los límites a sus hijos/as y
nosotros como cuidadores, sólo debemos responder acorde a lo
propuesto. Sin embargo, puede que entendamos mucho mejor el miedo
que pueden sentir los padres al dejar más tiempo a su hijo en la calle si lo
hemos sido pero en muchos casos es conveniente repasarlos para estar
muy atentos a no juzgar a los padres si se muestran sobreprotectores para
no destruir la alianza que hemos creado con ellos.
 Para algunos padres, es el miedo a la noche, la idea de que por la noche
hay más delincuencia; para otros es la violencia; para otros son el acceso a
las drogas, las conductas de riesgo están relacionadas con la sexualidad, el
miedo a no ser competentes como padres y finalmente, y no menos
importante, el miedo a perderlos.  
“Podrán volverse a unirse a nosotros cuando previamente se hayan
separado”
Siempre que podamos debemos evitar responder desde nuestros
miedos. 
Decía Aristóteles que “en el punto medio está la virtud”, lo ideal es ni
acceder a las peticiones de nuestros hijos sin más ni prohibir y que
nuestros hijos/as acaten nuestra voluntad. 
Nosotros como profesionales que estamos al cuidado de los menores,
podremos darle el poder al menor para que transmita esta pregunta a sus
padres pero,  ¿qué pueden hacer ellos?
He aquí varias cinco claves que les servirán de ayuda:
-Escúchele. Mantenga los miedos bajo control, haga uso de su
autocontrol, no respondiendo de forma impulsiva, evite los gritos. 
-Únanse en la respuesta. Tanto cuidador, padres y abuelos, deben unirse
en su respuesta. Las posturas divididas desconciertan a nuestros hijos y 
nos desautorizan. 
-Separe la petición de las fantasías temidas. En el tiempo que
seguramente ha pedido nuestro  hijo, se incluirán algunas transgresiones,
pero serán normales. Su hijo es el niño que estuvo muchos años a su lado,
no es un extraño,  piense en todo lo que le ha enseñado de la vida
-Evaluar con racionalidad. No de forma impulsiva, no es lo mismo unas
horas fuera de casa que salir tres días sin regresar a casa. 
-Negociar siempre. Mientras que ceder desde la resignación es malo para
todos, negociar supone conseguir algo que tenga beneficios para ambas
partes. 
-Exigir el cumplimento de acuerdos. Cumplir lo prometido es un ejercicio
de responsabilidad y la falta de compromiso es una falta de respeto donde
no se tiene en cuenta la perspectiva del otro.

ESTÁ TODO EL DÍA EN LA TELEVISIÓN, CON EL INTERNET O LA


VIDEOCONSOLA. 
Vivimos ineludiblemente en un mundo en el que la tecnología está a
nuestro servicio; rodeados de pantallas ya sea, por ocio o por trabajo. El
problema aparece cuando hacemos un mal uso de estas tecnologías
interfiriendo en nuestra vida laboral, estudiantil, en nuestras relaciones
sociales o incluso en nuestro descanso. Por ello, aquí se exponen algunas
herramientas específicas que pueden ayudarnos a padres y cuidadores a
colocar las nuevas tecnologías en su lugar: 
 Es necesario interesarnos por todo lo que rodea el mundo de las
pantallas y ACOMPAÑAR a nuestros hijos en algunos momentos. 
 También es importante hacer propuestas alternativas de ocio y para
ello, padres y cuidadores deben ser modelos de alternativas de ocio
saludables.
 Es imprescindible que los padres y cuidadores controlen el tiempo
que sus hijos pasan delante de las pantallas. Los expertos hablan de
que los niños no deben dedicar más de una hora de televisión al día
y, en cambio advierten que no deben de dedicar más de tres o
cuatro horas a la semana a la videoconsola. 
 Ni el televisor ni el ordenador deben de estar colocados en la
habitación de los hijos. Es importante colocarlos en algún lugar de
paso para que los padres puedan ver los lugares por los que están
navegando. 
 No deberíamos usarlos como premio o castigo ya que, aumenta más
su valor; lo que a su vez hace que aumente la ansiedad. 

Recomendaciones concretas para el uso de internet


 Existen programas de control parental que no permiten contenidos
inapropiados y restringen el uso del chat. También hay programas
para controlar el tiempo que el ordenador se está usando. 
 Establecer un acuerdo mutuo de unas “reglas de seguridad”: no
proporcionar datos personales sin el permiso de los padres, no
mandar fotos, no planear un encuentro con una persona que hayan
conocido por la red sin consentimiento de los padres, no mandar
fotos, etc. 
 Por último, debido al salto generacional, los padres tienen la
obligación de formarse para que puedan supervisar lo que los hijos
hacen.
Recomendaciones concretas para el uso de la televisión.
 La televisión sólo deberá estar encendida para programas
específicos, nunca la dejaremos encendida como ruido de fondo.
Una vez acabado el programa, la televisión será apagada porque si
no habrá muchas posibilidades de que nuestro hijo se interese por
el programa siguiente. 
 Es importante no encender la televisión durante el horario de
comidas, porque es este momento en el que está toda la familia
unida en el que se puede establecer un diálogo, compartir vivencias
y mejorar vínculos.
 Por último, es interesante, aprovechar las oportunidades que ofrece
las nuevas tecnologías para ver programas con los menores y poder
discutir, debatir y opinar sobre los contenidos de dichos programas.
No debemos olvidar que nosotros como adultos tenemos capacidad
crítica para cuestionarnos lo que vemos pero los menores, que se
están desarrollando  no la han adquirido. 

Recomendaciones concretas para el uso de los videojuegos. 


 Es importante saber elegir el contenido del juego y que esté
adaptado a su edad, descartando juegos con tintes sexistas,
violentos o insolidarios. 
 Los juegos deben permitir grabar la parte del juego que ha sido
realizada. 
 Son mejores aquellos en los que intervienen varios jugadores
puesto que al menos evitan el aislamiento social. 
 Si tienen muchas pantallas, generan mucha más ansiedad.

SITUACIONES QUE ESTÁN RELACIONADAS CON EL TIPO DE


FAMILIA
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HERMANOS NUEVOS. LA  NUEVA MUJER DE PAPÁ Y EL NUEVO MARIDO


DE MAMÁ.
Ya hemos hablado de los tipos de familia en la parte de “Habilidades
psicosociales para el cuidado de menores” y como comentamos, la alta
tasa de divorcios conlleva en algunos casos compartir tiempo y normas
con otras familias derivadas de nuevas parejas.  Las llamadas familias
reconstituidas conllevan que los hijos e hijastros pueden ir alternando
entre distintos hogares lo que conlleva cambios  en los miembros
familiares, de un periodo a otro. 
Además, en ocasiones se requiere que el “excónyuge” participe en las
relaciones familiares en mayor o menor grado. Muchas de las dificultades
con las que se encuentra el “excónyuge” son también encontradas cuando
se establece la cuidadora y pueden extrapolarse a ello. 
Pero, ¿cuáles son dificultades más comunes en estas familias?
 El desconocimiento e incertidumbre entre los miembros de la
familia sobre cómo deben comportarse y qué esperan los unos de
los otros. A veces es por qué el padrastro o madrastra dudan sobre
cómo debería actuar frente a su hijastro o cuál debería ser su nivel
de implicación y responsabilidad en cuanto a su educación. En otras
ocasiones las discrepancias ocurren porque el padre o la madre
puede esperar una mayor implicación de la que desea asumir. Lo
que está claro que es un error excluir al excónyuge de la educación
de los hijos. 
 Los cuentos infantiles han contribuido a una imagen negativa del
padrastro o madrastra que ha sido compensada por la tendencia de
ésta o éste para complacer a toda costa a su hijastro/a. 
 La relación entre el padre/madre biológico es más duradera o
intensa frente a la relación marital.
 Es frecuente el rechazo inicial de sus hijastros hacia sus padrastros,
o madrastras ya sea, incentivado por uno de los progenitores y
siendo difícil que se le otorgue cierta autoridad en la situación
familiar. 
 Como los hijos van cambiando muchas veces de domicilio, las
consecuencias generadas de estos cambios pueden ser: problemas
en la organización familiar así como, en la toma de decisiones
cotidianas. 
 Los hijos en ocasiones viven como una traición hacia uno de los
progenitores tener una buena relación con el padrastro o madrastra
 Las dificultades económicas también pueden ser comunes en la
manutención de hijos y ex cónyuges, lo que puede ocasionar
discrepancia en la pareja. 
Sugerencias y orientaciones para las parejas que conforman familias
constituidas
-Si eres un padrastro o  madrastra recuerda que…
 Es muy común que en los primeros momentos trates de complacer
a tu hijastro. Conviene recordar que necesitamos tiempo para
establecer el vínculo siendo recomendable no excederse en esta
complacencia. 
 No siempre es lo más adecuado adoptar el papel de una figura
parental sustitutoria. Para valorar esto es importante saber la edad
de tu hijo, el tiempo con el que convives, el grado de implicación y
responsabilidad asumida por sus padres biológicos, la actitud inicial
del hijastro hacia tu figura. 
 Un tipo de actuación eficaz en los inicios es tratar de mantener una
relación cordial y amistosa con tu hijastro manteniéndote al margen
en las cuestiones referentes a la disciplina, dejando que sean los
padres quienes asuman esa responsabilidad. Muchos padrastros y/o
madrastras sólo consiguen implicarse en las tareas relacionadas con
la disciplina de sus hijastros pero de forma progresiva. 
 De todas maneras es importante que el hijo sepa que no pretendes
suplantar a su padre o madre y esto también es muy importante
que sea así en el caso de la cuidadora. Coméntale que en un hogar
hace falta unas normas y que como adulto vas a tratar de que las
normas se cumplan.
 Es importante no tomarnos el rechazo inicial de tu hijastro
exclusivamente como un asunto personal.
 Es fundamental tener un diálogo fluido con tu pareja; existiendo
unas normas comunes, apoyando a tu pareja cuando tome la
iniciativa en las normas. 
 Por supuesto no dediques únicamente tu tiempo a la relación con tu
hijastro porque la relación de pareja también tiene que afianzarse. 

Si eres padre y/o madre…


 Anuncia tu hijo/a con tiempo la entrada en el hogar de tu nueva
pareja. Permítele que exprese cómo se siente. Explícale cuáles son
las consecuencias más directas y asegúrale que tu cariño hacia él no
cambiará. No le obligues a querer de entrada a ese nuevo miembro
familiar. 
 Aunque compartáis actividades tu pareja, tu hijo y tú, reserva un
tiempo para que tú hijo y tú realicéis algunas actividades a solas.
Paralelamente, incentiva actividades que realicen tu pareja y tu
hijo. 
 Si no convives de forma continua con tu hijo, puedes experimentar
sentimientos de culpabilidad por no poder dedicarle más tiempo.
No compenses  tu culpabilidad con objetos materiales.
 Aunque tu hijo solo pase temporadas contigo, demuéstrale que es
un miembro más de la unidad familiar, si es posible resérvale un
espacio propio. 
 Intenta mantener una buena relación con tu ex pareja; pero si esto
no es posible, evita el enfrentamiento  con tu ex pareja delante de
tu hijo.
EL PRINCIPITO DESTRONADO 

Escena de la película “El príncipe destronado” basado en la novela de Miguel Delibes

Cuando nace el hermano pequeño es normal que el hijo mayor eche de


menos muchas cosas, sobre todo el tiempo; reclame protagonismo; se
queje y diga que ya no le quieren; se sienta desplazado; tenga arrebatos
incontrolados; presente un retroceso en aquello que había conseguido;
reniegue de ser el mayor y quiera ocupar el lugar de su hermano menor. 
No es conveniente…
Echarnos la culpa, pensar que no es normal lo que está ocurriendo, dejar
que pase el tiempo, enfadarnos por cómo habla a su hermanos..
Apartarle del bebé para evitar que le ensucie. 
Reprochar el hijo, castigarlo, etc.
Alabar solo al hijo pequeño.
No hacer comparaciones entre ellos. 
Compensar al mayor únicamente con regalos.  
Es conveniente…
 Reflexionar sobre de qué manera puedo hacer que se sienta
importante. 
 Darle su tiempo. 
 Buscarle alternativas de actividad que sirvan de distracción para
cuando  estemos con el bebé.
 Darle un lugar también y respetar ese lugar. Tratarle como al hijo
mayor. 
 Hacerle sentir que es importante. Por ejemplo, pidiéndole que nos
ayude con el bebé.
 Propiciar momentos de juego con el bebé. 
 Valorar lo que hace y lo que va a aprendiendo
 Hablar con él y comentarle la suerte que tiene su hermano de
tenerle y viceversa. 
 Demostrarle que confiamos en él porque ha crecido y por eso le
damos responsabilidades. 
 Hacerle ver que a los dos se les quiere por igual aunque el pequeño
requiera más cuidados. 

LA FAMILIA SE SEPARA
En muchos casos, es mejor una separación acordada que el
mantenimiento de una situación conflictiva y negativa para todos los
miembros de la familia. 
¿Cómo decirles a los niños lo que está pasando?
La separación no tiene por qué ser perjudicial por sí misma sino que,
depende más bien de las decisiones que se tomen a partir de ese
momento. 
-Recomendaciones
 Es aconsejable informar conjuntamente a los hijos en un clima de
confianza, afecto y tranquilidad sobre la nueva situación que va a
desarrollarse, siempre teniendo en cuenta su edad y dejándoles
expresar cómo se sienten. 
 No es necesario dar demasiadas explicaciones de cómo se ha
llegado a esta decisión, pero sí dejar claro el cambio y que es con
carácter permanente. 
 Se debe evitar que los niños tomen partido y dejarles bien claro que
ellos no tienen ninguna culpa. Ciertos comentarios como “tu padre
nos deja”, “tu madre tiene una nueva pareja”, les obligan a los hijos
a tomar partido. 
 Es importante no introducir más cambios de los que sean
necesarios. Aunque el divorcio se lleve en las mejores condiciones
posibles, el período más crítico para los niños es el año siguiente a
la separación de sus padres. Resulta vital no introducir más cambios
de lo absolutamente necesario. Intentar que vivan en el mismo
domicilio, tengan los mismos amigos y vayan al mismo colegio. 
 Es primordial que se respete el programa de visitas y pasen días
enteros con ese progenitor no custodia y que no se use ese tiempo
para utilizar a los niños y conocer qué hace su excónyuge. 
 El que los hermanos estén juntos para apoyarse puede ayudarles a
superar la situación y es conveniente que los niños y niñas
mantengan contacto con todos los abuelos. 
 Informar a los profesores puede ser clave para que desde el centro
educativo están más atentos a posibles cambios del menor. 
 Es importante que el padre o madre separado establezca una
relación con sus hijos sin inicialmente interponer la presencia de
terceros. 
SITUACIONES QUE ESTÁN RELACIONADAS CON EL ÁMBITO
ESCOLAR
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EL PRIMER SUSPENSO
Aunque no todas las familias viven igual la llegada del primer suspenso
hay algunas consideraciones que hay que tener en cuenta para evitar
descalificar al menor o culpabilizarlo. 
En algunos casos hay una tendencia a magnificar la importancia del primer
suspenso hasta tal punto que es visto como una deshonra o una desgracia
familiar. Pero lo cierto es, que un hijo no debería ser medido por sus
padres sólo por las calificaciones que obtiene. Éstas son solo un aspecto,
siempre parcial, que manifiesta algunas de las características del niño pero
siempre en continua evolución.
-El fracaso como aprendizaje. 
Es primordial ver primero los motivos de este primer suspenso y que esa
calificación no anule los aspectos positivos del menor, prestar atención a
las cualidades positivas del menor que son las que le van ayudar a superar
ese suspenso. También los padres pueden hacer una toma de conciencia
sobre si tienen que supervisar más las tareas de los hijos o quizás si
necesitan tener alguna tutoría con el profesor o contratar a un profesor
particular que pueda ayudar al menor o propiciar un clima de estudio
favorable. 
Es elemental entender y asimilar que tanto los exámenes como las tareas
son responsabilidad de los menores y no de la familia. Esto significa que la
familia debe adaptar la supervisión en el área escolar a la edad del menor
y que no debe hacerse responsable de tareas escolares o de exámenes. 
Algunos padres quitan las vacaciones a sus hijos totalmente para castigar
el bajo rendimiento; esto no es recomendable puesto que, los alumnos
también necesitan descansar y esto no quiere decir que no sea necesario
reservar un tiempo en el verano para repasar o para estudiar. 

NO QUIERO ESTUDIAR
La educación en España es obligatoria hasta los 16 años, edad en la que,
con la autorización de los padres y con unas condiciones determinadas, se
puede trabajar. Sin embargo, antes de esa edad nos encontramos con
varios problemas: algunos de nuestros menores postergan el momento de
estudiar lo que provoca, en las etapas educativas más altas suspensos
generalizados en todas las asignaturas. Así, alumnos que han ido a
aprobando debido a sus capacidades, estudiando todo en el último
momento, empiezan a suspender de manera generalizada. Responden a
sus progenitores con evasivas cuando ellos preguntan por sus exámenes o
por sus deberes. Entonces, las consecuencias no se hacen esperar: llegan
las evaluaciones y se confirman los suspensos. A veces, la preocupación de
los padres va en aumento y sólo hace falta suspender algunas asignaturas
de una evaluación para que el menor cambie; a veces con el miedo a
repetir y no compartir con sus amigos de clase o con el sentimiento de
haber fracasado. Otras veces, no se quieren hacer responsables de esas
consecuencias alegando que la culpa es del profesor o que ha tenido mala
suerte en los exámenes. A veces lo que hace que un menor suspenda es
que no tiene unas expectativas realistas sobre sus capacidades, por
ejemplo, hay quién piensa que puede en una semana prepararse cuatro
asignaturas pero los contenidos y su dificultad son muy diferentes. 
Algunos empezarán a faltar a las clases particulares y a las clases en el
instituto y puede que al principio lo nieguen. Insistir no servirá de nada ni
imponer nuestra ayuda. Más bien es necesario sentarnos con la menor y
explicarle que tiene una edad en la cual ellos poco pueden hacer en los
estudios, si ella no quiere; aunque nos ofrecemos a escuchar cualquier
propuesta que puede hacerles. Es importante que ambos progenitores no
saquen el tema de los estudios sin el permiso de la menor. Cuando en
alguna ocasión se plantea el tema, es importante no plantearlo como una
obligación de la menor sino, como una necesidad de ambos padres para
estar más tranquilos. 
Puede que estas estrategias provoquen que las notas no mejoren con
rapidez pero en muchos de los casos, conllevan que los menores se hacen
más responsables de sus estudios. 
EN CLASE ME RECHAZAN. ME AMENAZAN EN EL INSTITUTO
Para definir qué sería maltrato en el ámbito escolar hablamos de
diferentes  tipos: 
 Verbales: insultos, humillaciones o amenazas. 
 Físico: golpes, zancadillas, pinchazos, patadas o bien hurtos o
destrozos de los objetos propiedad de la víctima. 
 Sociales: exclusión activa (no dejar participar) o pasiva (ignorar),
difusión de rumores y calumnias contra la víctima. 
 Psicológicas: acecho, o gestos de asco, desprecio o agresividad
dirigidos hacia la víctima. 
Una de las grandes dificultades con la que nos encontramos a la hora de
detectar el maltrato entre iguales, es que los menores guardan silencio
sobre lo que les ocurre por eso, hay que estar muy atentos sobre las
señales o los indicios que nos indican que algo puede estar ocurriendo en
el ámbito escolar:
 Síntomas físicos: moratones o rasguños cuyo origen el niño o el
adolescente no alcanza a explicar; dolores de cabeza, de estómago
o de otro tipo cuya causa no está clara. 
 Ropa rasgada o estropeada. 
 Cambios de ánimo sin motivo aparente (llanto, accesos  de rabia)
 Renuncia a ir al colegio o al instituto
 Aislamiento (pocos amigos, no querer jugar con ellos). 
 Empeoramiento del rendimiento escolar. 
 Cambiar el camino o la forma habitual de ir al colegio (no podemos
olvidar que el maltrato también se produce fuera del centro escolar
en muchas ocasiones). 
¿Qué pueden hacer los padres/cuidador/a por su hijo o menor?
 Saber que es escuchado y que sus padres o el cuidador/a le creen.
 Tener confianza en que sus padres se ocuparán del problema. 
 Hablar con ellos de lo que le sucede con más frecuencia. 
 Aprender a dominar hasta cierto punto su propia situación. 
 Aprender algunas técnicas o estrategias para protegerse. 
 Recuperar la confianza en sí mismo. 

Es importantísimo que el niño participe en las decisiones sobre lo que hay


que hacer. No ayuda para nada una respuestas unilateral, donde los
padres sean los que se encarguen de resolver el problema o tener una cita
con los padres del agresor. Tampoco es de ayuda buscar culpables en esta
situación o que los propios padres se sientan culpables. No es
recomendable ni que los padres se alteren en demasía ni tampoco
minimizar lo que está ocurriendo. 
¿Qué podemos hacer?

 Lo primero sería ayudar a que el menor explique, a su propio ritmo,


todo lo que ha sucedido. Para preguntar podemos tratar de resolver
las preguntas qué ocurrió, quién estuvo implicado, dónde ocurrió,
cuándo, y si hubo testigos, quiénes fueron.
 Es importante comunicarse con el colegio o con el instituto; una vez
que se haya tenido una idea clara de la situación y tanto su hijo
como usted hayan decidido afrontar el problema. 
 Preséntese con el tutor o la persona más adecuada con cita previa
en el instituto. 
 Haga saber que desean colaborar en la búsqueda de una solución e
indique lo que han pensado hacer tanto usted como su hijo.
Recopile la opinión del representante del colegio o del instituto. 
 Pregunte sobre los protocolos que hay en el centro para resolver
este tipo de problemas. 
 El centro escolar tiene la obligación de saber qué es lo que ha
pasado e investigar y eso puede llevar algo de tiempo. 
 Tomen nota de las medidas que la escuela puede adoptar y pida
otra cita para ver si se han llevado a cabo dichas medidas. 
 También puede informar de la situación de su hijo al Consejo
Escolar y a la Asociación de Madres y Padres de Alumnos. 
 Como último recurso, siempre que todas las acciones llevadas a
cabo no consigan avanzar en la solución del problema, acuda a
Fiscalía de Menores y denuncie el caso de su hijo.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a hacer frente al problema? 
Algunas recomendaciones generales pueden ser fingir que no oye
comentarios hirientes, repetirse en voz baja consejos para animarse “es
problema suyo”, “yo estoy bien”; aprender a portarse de manera más
firme, serena y enérgica, para que pueda enfrentarse a su agresor, sin
sentir miedo o angustia ni ponerse nervioso o violento. También explicarle
que, en el caso de malos tratos, en ningún caso constituye un acto de
acusación contárselo a otro  porque en muchos casos les pueden juzgar
llamándoles “chivato”.
 

SITUACIÓN “CONSUMO DE DROGAS EN UN ADOLESCENTE”


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Estás trabajando en una casa como cuidadora de dos menores de edad
Pablo (15) y Virginia (9) mientras que ambos padres están trabajando.
Como has hecho el taller “Situaciones difíciles para cuidadores en el
ámbito familiar”, tienes una buena relación con los dos menores,
compartiendo tiempo tanto con cada uno de ellos como con ellos por
separado. También tienes muy buena relación con los progenitores, a la
que conoces de hace tiempo.  Sin embargo, Pablo tiende a recurrir menos
a ti porque necesita más su privacidad y para él está cobrando mucha más
importancia  la opinión de sus amigos y está saliendo con alguna chica.
Pablo es un menor tímido al que le cuesta marcar los límites al otro,
dejándose llevar muy fácilmente; siempre ha sido un niño al que le ha
costado valorarse y ha necesitado la aprobación de los demás. Además,
sus padres siempre han intentando quitarle “obstáculos”  por lo que, tiene
dificultades  para asumir las consecuencias de sus actos. 
Una tarde, Pablo te confiesa que ha probado los “porros” y sus padres no
lo saben. Pablo no quiere decepcionar a sus padres pero tampoco quiere
decepcionar a sus amigos. Hay una parte de él que le gustaría seguir
consumiendo para poder pertenecer al grupo y ser como los demás y por
otro lado, intuye que no es bueno para su salud, ya que es asmático. 
Contesta las siguientes preguntas: 

1. ¿Qué debería hacer la cuidadora?


En mi opinion seria que la cuidadora  junto con plablo hablaran con sus
padres de lo ocurrido ya que es un niño inteligente solo se deja llevar por
la influencia de sus amigos , es algo que no quiere sólo lo hace para
centirce importante delante de otras personas .
2. Si volviéramos hacia atrás en el tiempo, ¿qué podrían haber hecho los
padres para prevenir esta conducta de riesgo?
Si volvieramos el tiempo atras yo creo que los padres en vez de quitarle
obstáculos debieron ayudarlo a superar los obstaculos que se le presente
en la vida .
3. ¿Qué pueden hacer ahora los padres
Lo mejor es dialogar de lo ocurrido de la mejor manera ,ya que el lo iso
solo para complacer a sus amigos .No es algo que el le agrade hacer
porque sabe que no es bueno para su salud por su condision de asma ,
estaría a tiempo con ayuda tanto de sus padres como de la cuidadora . de
enmendar sus actos y reflexionar .

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