Está en la página 1de 74

MARÍA LUISA FEMENÍAS

Los ríos subterráneos


VOLUMEN!

Violencias cotidianas
(en las vidas de las mujeres)

e pr�hi,to,ia--
;;¡,¡. ediciones

Rosario, 2013
Femenias, María Luisa Índice
Violencias cotidianas, en la vida de las mujeres
1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones, 2013.
152 p. ; 22,5x15,5 cm. - (Los ríos subterráneos / María Luisa Femenias; 1) Los ríos subterráneos
VOLUMEN!
ISBN 978-987-1855-58-2.
Violencias cotidianas
1. Estudios de Género. 2. Violencia. 3. Mujeres. (en las vidas de las mujeres)
CDD305.42

Fecha de catalogación: 22/07/2013


Palabras preliminares ................................................
........ ....................... 9
Composición y diseño: mbdiseño
Violencia de género:
Edición: Prohistoria Ediciones
fundamentos y modelizaciones .
Diseño de Tapa: Los fantasmas no existen ···················································· 15
Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha Violencia contra las mujeres:
sido recomendada por reconocidos especialistas que asesoran urdimbres que marcan la trama ····················································· 33
a esta editorial en la selección de los materiales.
Violencia de sexo-género:
TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS el espesor de la trama ······························································· 65
HECHO EL D EPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723 <�

Los múltiples niveles de la violencia de género .........


......................... 95
© María Luisa Femenías
© de esta edición: j, P�Jfl.:.�º Raíces y efectos de la violencia contra las mujeres:
Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, Argentina aspectos de una articulación compleja ...........................
..................... 111
Email: prohistoriaediciones@gmail.com - Webstore: www.prohistoria.com.ar/ediciones
Descarga de índices y capítulos sin cargo: www.scribd.com/prohistoria Monsieur Cannibale:
el monstruo invisible de la violencia
················ ···································· 123
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, incluido su diseño tipográfico y
de portada, en cualquier formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico,
sin expresa autorización del editor.
Bibliografía ..................................... ·•················································· 137

Este libro se terminó de imprimir en ART Talleres Gráficos, Rosario, Argentina, Nota sobre el origen de los textos . ················································ 149
en julio de 2013.

Impreso en la Argentina

ISBN 978-987-1855-58-2
Palabras preliminares

L
as organizaciones de DDHH, los/las dentistas políticos/as, las/
los psicólogas/os, las/los trabajadores sociales y los/las abogados/
as reconocen que a nivel mundial, histórica y sistemáticamente,
tanto en tiempos de paz como de guerra, atravesando clases sociales y
culturales, los derechos de las mujeres han �ido desconocidos, ignorados
o transgredidos. Esta situación constante y sostenida incluye el maltrato
físico explícito (violaciones, golpes, incluso la muerte), verbal explícito
(insultos, gritos), psicológico (amedrentamiento, d�sconfirmación, des­
calificación, minusvaloración) y, en general, inequidad, discriminación
y segregación. Incluso un balance apresurado muestra niveles generales
de maltrato, crueldad y penalización social de las mujeres, lo que no re­
conoce fronteras, culturas, posiciones económicas o identitarias y que,
además, puede registrarse históricamente desde tiempos remotos. Con
esta línea de interés, hace años que me propongo escribir un libro sobre
la violencia contra las mujeres. He recopilado mucho material y hasta he
tenido algiinas ideas interesantes que me sirven de hilo conductor para
tratar la cuestión. Sin embargo, el trabajo es lento. Muchos compromisos
asumidos, clases, conferencias, proyectos de investigación, dirección y lec­
tura de tesis de doctorando y trabajos de becarias y becarios, obligaciones
institucionales, entre otros, me restan el tiempo que desearía dedicarle al
tema. Poco a poco algunas partes han visto la luz a manera de conferen­
cias, entrevistas y/ o artículos. Todos ellos interrelacionados y a su vez des­
perdigados en publicaciones dirigidas a diversos públicos, muchas veces
en diferentes países, lo que lleva a inevitables repeticiones y hasta a ciertas
incongruencias.
Más lecturas y más entrevistas con partes interesadas (psi.cólogas/os,
trabajadoras sociales, abogadas/os, .fiscales, penalistas, víetimas y perpe­
tradores), me han llevado a modificar ideas y formatos originales, a recon­
siderar posiciones, a reforzar nociones, a extender conceptos y a promover
analogías. Por premura, necesidad y falta de fuerzas he pospuesto siempre
Violencias cotidianas María lJtisa Femenías 11
10

ente. Sin embar­ de ahondar hacia las r aíces que la sostienen, en un intento que en sus co­
la redacción final de un libro extenso, detallado y consist
ación, de mo�o mienzos fue descriptivo más qu e explicativo ; provisorio más que definiti­
go, se me impone ahora la tarea de reunir en esta compil
relativament e hilvanado, l os
conceptos más v ertebrales de las presentacio ­ vo, claramente teórico más que instrumental u operativo y poco a poco se
o menos organ�z�das fue comprometi endo desde numerosos puntos de mira . Nuestra primera
nes que ya ll evo he chas y de algunas refl exiones más
Por eso, estas p��as dificultad giró en t orno a cómo aislar y hac er visibles l os múltiples facto res
que los textos que he ido le yendo me han suscitado.
s- una amplia dis­ entrecruzados que confluyen en articulaciones vinculares (o estructura­
son -además del producto de mis propias reflexion e
varios años. Algunos les) violentas. Así, nos vimos obligados a concluir que la mayor parte de
cusión en y con el equipo que dirij o ya desde hace
en conjunt o c on algunas inv estigadoras las relaciones activan l a v iolencia por caminos que no son ni fácilmente
ardculo� están rn:cius o firmados
visibles ni transitables, aunque sí recurrentes. En ese sentido, la violencia
jóvenes de mi equ ip o.
dad de
Una gran ventaja qu e qui ero subrayar es la interdisciplinarie se inscribe "con éxito" en "espacios" que previamente han qu edado marca­
ajo. Si b ien en un principio articular dos a tal efecto. Por lo que la mayor parte de las veces, se nec esita un lento
los Proy ectos qu e enmarcan este trab

esa tare a no fu e fácil, c oordinar miradas y


metodologías diversas tiene sus proceso de sensibilización en el problema para ir d es�briendo los niveles
ia de años de violenci as aj enas e, incluso, propias, qu e van des de las más evidentes
complejidades aunque se� altamente productivas, la convivenc
de trab ajo logró generar una dinámica
que se ha mantenido a pesar de las hasta las más sutiles y profundas y que se relacionan en muchos casos con
mpob rece­ los modos en qu e el b ebé efe ctuó su ingreso simbólico al mundo. Por eso,
lógicas incor porac ion es y desvinculaciones. Es muy difícil -y e
dor- man tener un mismo equipo c errado
por años. Las situaciones per­ seguimos investigando el tema, rastreando líneas, profundizando lecturas
alejarse en y obser vaciones de campo, aguzando la vista, el oíd o y l as t eorías. Actual­
sonales -que deben tenerse en cuenta- obligan a algunas/os a
nsecuen­ mente, el e.qu ipo en tanto es más amplio, fluido y diversificado, ha podi­
busca de otros horizontes o simplemente a distanciarse como co
ap roxima do incor pdr ar nuevos niveles conceptuales y una important e diversidad
cia de sus propios ritmos vitales. C on t odo, la misma dinámica
trabaj o de persp ectivas y miradas críticas. Est o nos p ermite ac ercarnos con más
jóvenes graduadas y graduados, que gustan sumarse a un grupo de
an la zona elementos t eóricos al campo de la violenci a que en definitiva es la vida
que , como este, ya está c onsolidado. En algún sentido, conform
del equip o : so n cotidiana de muchas mujeres y cuya complejidad no sub estimamos ni bus­
más "protoplasmática" y activa (aunque a veces fugaz)
camos minimizar en estos textos.
nuestro desafío, motor y estímulo.
-
Ahora bien, por diversos caminos, las investigadoras e investigado Los proyectos que el equipo sigue d esarrollando, tanto a nivel investi­
ocamos en el problema de la gación cuanto a nive l extensión, están actualmente radicados en el Centro
res que confluimos en estos equipos desemb
a línea lnterdisciplinario de Investigacion es en Gén ero (IdIHCS-CONICET)
violencia. En efecto, si en un primer momento la v iolencia fu e un
nt la es­ de la F acultad de Humanidades y Ci enci as de la Educación de la Universi­
colateral de nuestras investigaciones, p oco a poco ocupó el c e ro de

dad Nacional de la Plata y mucho ant es de su fundación directamente en el


cena.1 D esde ahí, comenzamos entonces a desple gar sus matices, trat
ando

Departamento de Filosofía de la misma Facultad. En tal sentido, siempre


han contado con un invalorable respaldo institucional. En.efecto, antes de
1 Así lo muestra la inc lusión de dos artículos so bre violenc ia en una compilac ión cuya
qu e ci rcunstancias contingentes pusieran sobre el tapete las problemáticas
t emática es mucho más ampli a. Cf. Rodríguez-Durán, A. "Armando el romp ecabe­
d e sexo-género, generando una ol eada r ápid a de expert os/as, la Facultad
z as: Factores que intervienen en la violenc ia de género" y Soza Rossi, P. "La herida
estaba ahí antes que el cu c hillo esté ahí" e n M. L. F emenías, Feminismos de París a de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Unive rsidad Naci onal

La Plata, Buenos Aires, Catálogos, 2006.

1i [
12 Violencias cotidianas Maria Luisa Femenías 13

de La Plata respaldó mis líneas de investigación y las de mi equipo. Esto se En cada volumen se ofrecen los datos de aquellos artículos que, con
.
manifestó concretamente en la presentación, aprobación y respaldo a Pro­ ligeras variantes, ya han sido publicados o han surgido de borradores de
yectos de Investigación que recorrieron, desde diversos puntos de mira, conferencias y mesas de debate que sobre el problema de la violencia han
el complejo problema de la violencia tratan do de identificar variables, ge­ organizado diversas instituciones preocupadas por el problema. Al mis­
nerar descripciones minuciosas e intervenir tanto en las prácticas cuanto mo tiempo, agradezco a-todxs sus responsables, que me permiten repro­
en las teorías. Por mi parte, con el objetivo sumado de formar recursos ducir aquí ese material.
humanos, como dicen las plan illas oficiales, cuando se refieren a la for­
mación de investigadores jóvenes, muchas veces estudiantes avanzados de
licenciatura, que se acercan a las que ya hemos caminado un cierto tramo
investigativo, interpelados por diversas inquietudes y curiosidades teóri­ Por último, permítaseme realizar una advertencia que disfrazo de "suge­
cas . Por ello, quiero brindar mi reconocimiento a la institución y, sobre rencia". En virtud de que se trata de un conjunto de trabajos de diverso
todo, a quienes la han estado conduciendo a lo largo de los veinte años origen y objetivos, mi mejor propuesta es que lxs le�torxs no adopten la
que hace que trabajo en ella. Asimismo, quiero agradecer a la Dirección de forma tradicional de leer una colección de libros: no es necesario seguir
Derechos Humanos de la UNLP y a los colegas de diversas competencias el orden de la serie de sus capítulos, empezando por la primera página del
con quienes que recorrido largos tramos de estos años. No sería justa, si primer tomo y siguiendo la ruta física del texto impreso en papel, hasta
no agradeciera también a mis maestro/as Francisco Olivieri, María Isabel llegar al final del tercero. Por el contrario, sugiero fuertemente seguir «el
S anta Cruz y Celia Amorós, en un extremo, y a mis discípulas y discípulos, orden.que el lector desee»; es decir, una lectura personal, saltando y alter­
en el otro, por lo mucho que he aprendido junto a ellxs y con ellxs. nando el orden que le he dado a estos (pseudo) capítulos. De ese modo,
la obra adquirirá el rasgo particular que lxs lectorxs deseen, y por tanto, se
Esta colección no incluye (todavía) a ese libro tan anunciado, que presentará obediente a sus propias necesidades e intereses, pero además,
está aún pendiente, no por falta de interés sino porque mi escasa dispo­ evitarán caer en la desazón de enfrentar repeticiones y cambios de punto
nibilidad de tiempo de escritura así me lo impone. Por ahora, sólo puedo de mira, a los cuales me ha llevado mi propia exploraci6n del problema y
permitirme escritos breves, de pensamiento y respuestas rápidas. Por eso, que se exhiben plenamente de un capítulo al otro. En suma, no hay conti­
en esta ocasión simplemente reúno de modo organizado tres conjuntos nuidad ni coherencia acabada, sino intentos de acercamiento al nudo de
de escritos dispersos, la mayoría de ellos publicados en el exterior y algu­ algún aspecto desbordado por la violencia. C�mo ya he dicho, después
nos inéditos, redactados especialmente para esta colección apoyándome de varios años de elaboradas algunas cuestiones, efectivamente caí en la
sobre notas de conferencias o charlas previas. En primer lugar, entonces, tentación de efectuar cambios, de completar pasajes y de elaborar mati­
he agrupado y ordenado ponencias y artículos ya publicados a los que he ces. Pero fui claramente consciente de los inconvenientes que conllevaba
dado una forma más coherente. En segundo lugar, redacté notas sueltas, hacerlo: la primera modificación me hubiera obligado a la segunda y así
·1
ideas que, al correr del teclado, me sirvieron como germen para artículos las cosas, hubiera tenido que hacer una nueva redacción completa de cada
que nunca llegué a escribir o paneles en los que participé, pero que ahora apartado; es decir, escribir un libro, el tan mentado que está aún en espera.
cobran una suerte de nueva forma para los lectores y las lectoras ocasiona­ Ese no es mi objetivo ahora; he decidido dedicar ese tiempo a otras cosas.
les de estas páginas. De ahí, pues, que la alternativa que aliento invita al lector a constituirse en
14 Violencias cotidianas

una suerte de autor libre de su propia exploración y problematización de Violencia de género:


la violencia de género e, incluso, a inevitablemente encontrar sus propias fundamentos y modelizaciones
estrategias y conclusiones.

S
María Luisa Femenías, iempre parece oportuna una reflexión en general acerca de la vio­
Buenos Aires, mayo de 2013 len�ia y, e� pa�ti::uiar, acere� de 1� violencia de �i�ero'.2 Por cierto,
la v10lenc1a de genero y la v10lenc1a contra las mu1eres (ya veremos
la diferencia) se prodyce..m�diante..complejos..me.c.anismos en�os 9.�
,
la brutalidad cotidiana que sufren muchas personas es sólo el ejemplo
em'érge�:� de un�t"anto _más s_21:istica.9i cuan.t,o dfficilae_ges!11�1;­
tar-ITésde las formas más habituales de violencia doméstica hasta las más
compleps mv1S1bihzaciones y complacencias, los modos en-q��se ha ido �
teJienclo elentraiiíado ideol6gico 'clElaclesigüaldad;l:Có-:Eresi<m,:Jáv�i�;­
cia físi�_el sil5:��!9 �fo_Í11,_9 .1?1.Erº�1:1_�t�- es�i:u�t;:1�al=--��--s!��:1Eterpre­
· - -�
tact0s""y legitimados de diversas maneras.
--�oribien,· para poder ap-;o�ar��; a la violencia como fenómeno
estructural -más que como el problema de uno o de varios individuos- es
necesario t¡abajar desde marcos teóricos y metodológicos que permitan
analizar y poner de manifiesto los modos si stemáticos en que se la pro­
duce, articula y encubre. Su ocultamiento tiene lugar gracias a una densa
trama de conceptualizaciones elaboradas a lo largo de los siglos, de cuya
construcción ni la filosofía ni la ciencia son ajenas. Estos constructos siste­
máticos -que denominamos�elatos de legitÍ1'1!:_f1:!i!__"!J�g._rf�Í-:: han
dado fundamento y legitimidad alas relaciones jerárquicas y de desigual­
dad entre varones y mujeres ; por lo general, interpretándolas como un
subproducto necesario de las características naturales de cada sexo.
Se ha necesitado un trabajo analítico de gran envergadura y la recupe­
ración de la memoria histórica de las mujeres (en un trabajo que ha tras­
cendido las fronteras y las posiciones políticas) a los efec!-os de echar luz

2 Conferencia dictada en el marco del Seminario Internacional de Posgrado "Derechos


Humanos: sistemas de Protección� Ministerio Público Fiscal de la Nación-Univer­
sidad Nacional del Sur, 12 de septiembre de 2003, organizado por el Dr. Hugo Ca­
ñón.
16 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 17

sobre los mecanismos de exclusión y las tramas de la discriminación de l�s cuales se han visibilizado los modos de exclusión de las mujeres, faci­
las cuales la violencia física es -si se quiere- su faz más cruda y descarna­ litando, a su vez, el planteo, la revisión, el análisis y f:l abordaje general de
damente visible. Para desarticular esos mecanismos y los argumentos que aquello que h emos denominado "violencia de género y violencia contra
los sostienen, se han construido un conjunto de teorías que metodológi­ las mujeres� fenómenos que se producen -como se sabe- en todos los
camente permiten el abordaje de un conjunto de fenómenos (más o me­ estamentos socio-culturales y e conómicos.

nos graves) que, por ahora, denominaremos sexismo. El sexismo es, pues,
todo tipo de discriminación que toma como base d sexo de la persona. 1) Algunos conceptos previos
Si bien en principio el sexismo puede producirse respecto de cualquiera Compete a la Teoría de Género investigar los modos
estructurales de in­
de los sexos, históricamente y de modo abrumador se ha llevado a cabo visibil!z�ci�n, ocultamiento y deslegitimación de las
mujeres. Se trata de
contra las mujeres.3 una d 1sc1plina transversal que muestra cómo se prod
uce y se legitima_
Para dar cuenta del sexismo contra las mujeres, podríamos sintética­ muc�as veces por forclusión- la discriminación de �exo-
género: no ne­
mente sugerir que las mujeres que han construido teoría lo han hecho cesariamente en sus manifestaciones más inmediatas, sino
en sus formas
estructurale s, legales, filosóficas, científic
-a veces sin saberlo- siguiendo un método que Edmund Husserl ilustró as, e tc.4 En ese sentido, intenta
con el ejemplo de la balsa. En efecto, si estamos en alta mar y debemos modos de análisis, reparación, modificación, reversión. En
tanto transdis­
:ipli�a, r con ce (i) un plano fáctico, "la experienci
reemplazar los maderos de una balsa está claro que no podemos hacerlo � � a de las mujeres� 0

con todos de una ve z, so pena de ahogamos. Por el contrario, es preciso amb1w V1Ve 1al como fuente de reflexión acerca de SU condi
�� ción pasada
reemplazarlos de uno en uno (o de dos en dos), pero no a todos al mismo Y presente;(�) un p�ano te órico de reflexión y conceptualizac
ión que de­
tiempo pues nos quedaríamos sin punto de apoyo alg uno. En una suerte s�rr�ll� u�st10nes vmculadas a disciplinas que como la psicología
-� 1 O la so­
de apropiación avant la lettre, en casi todas las épocas se desarrollaron c10l �gu1sm:a abren sus análisis a los sesgos de género; (iii) un
, plano ético­
teorías explicativas basadas en las filosofías al uso, en un intento por des­ palmeo en el que circulan los mandatos, los estereotipos, las
normativas,
etc., entretejidos en la trama social y en l
activar presupuestos sexistas o racistas. D e este modo, queremos llamar as prácticas cotidianas; y, por últi­
_
la atención sobre el hecho -repetidamente invisibilizado- de que en casi � \o, 1v) un l 0 m tat órico o filosófico que revisa y genera conceptos y
� '.111 e e

todas las épocas ha habido reivindicaciones vinculadas a los derechos de_ term1nos teoricos explicativos y analiza las interacciones entr
e los planos
_
las mujeres y denuncias de los modos de violencia ejercida sobre ellas. Sin 7 anteriormente señalados. La revisión de nociones como "racional
idad"
embargo, no es sino hasta el siglo XX de la mano del ingre so más o menos )od�r� "sis�em:s de d�mi�ación�, la resignificación de conceptos com�
1 patriarcado o genero , la mvenc10n de nociones como " invisibil
masivo de las mujeres a las universidades que se ha reunido un corpus sig- / ización
1 1

nificativo de trabajos interdisciplinarios. S e trata ciertamente de un con- sistemática" o "acoso sexual" remiten a este plano.s
junto visible de desarrollos explicativos y términos teóricos, que ayudan ¡
a analizar desde otro punto de vista el fenómeno ·de la violencia y de los J
modos y niveles en los que se re produce. -J·
A los efectos de un mejor planteo de la cuestión que nos interesa,
nos referiremos brevemente a algunos de los términos teóricos gracias a 4 Utilizo la noción psicoanalítica de "forclusión» como "olvido del olvido�
como lo
hace Luce lrigaray.
3 Maquieira y Sánchez, 1990: Introducción. 5 Santa Cruz, M. I. et alii, 1994: I, pp. 59-66.
18 Violencias cotidianas Maria úisa Femenías 19

a. Patriarcado propia, privado de mayoría de edad, privado de salario, etc. Conviene no


Desde la década de los setenta, se llama "ideología patriarcal" o "p atriar­ �lvidar esta_ �e �legitimación. histórica, pues sólo en algunos países y, en
cado" al sistema de dominación sexo-género que expresa y reproduce la tiempos histoncos, muy recientemente, las mujeres occidentales se han
desigualdad, la invisibilización y la imposición de modelos o estereotipos aproximad o a una i
gualdad que siempre ostentan precariamente.

socioculturales naturalizados, delimitando a su vez los espacios jerárqui­


camente significativos c omo espacios de los varones, tanto en la esfera b. Género
simbólica como en la física; en la pública como en la privada. Con un
6 También a partir de la década de los setenta se acuña el concepto "género':
añadido: la ideología patriarcal invisibiliza o fo rcluye la exclusión y la vio­ S�ele enten�erse por género "la forma de los modos posibles de asigna­
lencia, promoviendo la om isión o el silencio de las propias mujeres aún en c10n de propiedades y funciones a los seres humanos, en relaciones duales,
sociedades altamente democratizadas. familiares o sociales, imaginariamente ligadas al sexo."8 En su versión más
El mismo nombre de "patriarcado" se inscribe en una larga tradición canónica, el "sexo" remite a "lo dado" (el dato biológico) y el "género" al
que se remonta cuanto menos hasta el famoso debate entre Sir R obert constructo socio-histórico que cada uno de nosotroias es. En debates más
Filmer y John L ocke (en el siglo XVII) sobre quién confería al Rey su reci�nt�s s� ha soste ido que ya el sex o es un constructo cultural y que
, �
Soberanía, si Dios o los Súbditos. Este concepto resignificado p or el fe­ la disociacion sexo-genero obedece a la distinción decimonónica natura­
minismo n o ha perdido vigencia y remite a organizaciones políticas, eco ­ nurtura. Sea como fuere, lo cier to es que la n oción de "género" se acuñó
nómicas, religiosas o sociales que relacionaron estructurahnente la idea para poner de manifiesto el grado de dependencia cultural de los roles
de autoridad natural y de superioridad jerárquica c on los varones. En sexuales y los modos en que se ocultan los mandatos de género, vinculados
ese sentido, Celia Amarás c onsidera que al menos desde la modernidad por lo ge�eral al disciplinamiento del deseo, y su potencia en los procesos
se lo puede reconocer en términos de pactos entre varones cuyas notas de socialización de los individuos.
características son la metaestabilidad y el interclasismo. 7 �e en buena Ahora ya estamos en c ondiciones de distinguir, como señalamos más
medida esto es así, lo muestra el hecho histórico de la exclusión de las arriba, entre la violencia c ontra l as mujeres y la violencia de género. En
mujeres tanto de las teo�ías del c ontrato (Hobbes, Rousseau, etc.) como otras palabras, si bien t oda vi olencia c ontra las mujeres es violencia de gé­

de su ciudadanía en l os Estados Modernos constituidos sobre tal base. Si nero, n o toda violencia de género es.violencia contra las mujeres/
finalmente las mujeres han accedido en tiemp os relativamente recientes a
los derechos ciudadanos y civiles ha sido sólo por añadidura y tras largas 2) Aproximación a la noción de violencia
luchas frecuentemente olvidadas o menospreciadas (Amorós, 1997). Es sabido que la n oción de "violencia" significa "forzamiento" 0
El patriarcado en tanto que estructura establece los marcos c ompren­ "intimidación': 10 Si bien originariamente se vincula con la fuerza física,
sivos de una cierta fo rma de violencia simbólica: la invisibilización histó­
rica de las mujeres del ámbito público y su confinamiento al privad o. Esta 8 Santa Cruz et alii, 1994: I, p. 51.
estrategia estructural las replegó en el espacio privado: privado de ciudada­ 9 Tomo en cuenta los modos más recientes de conceptualización ,del género que dis­
tancia el término del binarismo masculino/femenino. Cf Butler,J. Gender Trouble,
nía, privado de reconocimiento, privado de derechos, privado de voz legal
New York-London, Routledge, 1989.
10 La palabra "violencia" deriva del latín "vis� "vir" que significa tanto "fuerza" 0 "po­
6 Amossy y Herschberg-Pierrot, 2001, p. 9. der" como "viril". En castellano aparece en el siglo XIII, vinculada a la imposición
7 No podem�s extendernos sobre este punto. A modo de ejemplo, Lerner, 1986; Gol­
por la fuerza física del varón.
deberg, 1994; Pateman, 1995.
20 Violencias cotidianas Maria Luisa Femenías 21

B ourdieu ha distinguido recientemente la violencia simbólica de la física . S obre modos más específicos de violencia Bsica hablaremos más ade­
Donde el poder simbólico literalmente "construye un mundo " imponien­ lante.
do orden a la rea lidad (sin que entremos ahora en la cuestión metafísica
de qué sea la realidad), la violencia simbólica es aquella que se ej erce im­ a. ��' legitimación X,.Yig
lenci a estructural
poniendo formas p or lo gener al bajo el supuesto de que son únicas. En Ya señ�amos que, en princip�k;�i;-�im
bólica se ej erce des�el
efecto, las estrate gia fundante de la imp osición simbólica de formas o de � y no nos referimos a expresiones.m
as o menos triviak.s_�ruÚmi­
categorizaciones e s entenderlas como las únh,as legítimas, apropiadas o nos de ridiculi�i@eSJ.ndivJ.duale.I. Rro
:-
pJasA���.eos <:�����..-��9gicfo.s
convenientes. D e modo que o bien se borra to da huella de las alternativas a
e� .ª aq a_ _�.:�<:_�_:1:\�-ª����=:�os referimb_:_�-�resion es qg_e,
ao uell p

posibles o bien se presenta tales alternativas como inaceptables, ya sea por cat':_.g;����o_estei;�?�ipos msn tuyen una norm a valóráfiva. En ese senti-
cuestiones éticas o vinculadas al gusto. La violencia simbólica se ej erce en do, el �aje_no_�.Q).� J��
- .tala ú,yafo_17'J.4 de ver ·et mUnd� �i�o a l mundo
el ámbito creencia! (o sistema de creencias de un individuo) y su forma isma•. En efecto, los estereotipos constituy��geñeral
� ízac:l(;�����esivas
más pregnante es la "ideología", ya sea la implícita en el lenguaje o la esplí­ fijas� esquern���c_�x sjrn..el�� 9.�e ,rernireri"'asistem
- as�aloradv(:;s"eiirubier�
citam ente manipulada. tos y �m���qn__ales,�
no ex�1;1aclosque'cfari
Esto significa que la violencia simbólica aísla , segrega, recluye, gen era �E��§#:.a��s y 11atura)j�d��- P
_ _ _ or tant o, constituyen "lo obvi
o� no
7

marginalidades, divide , condena y hasta aniquila o extermina, si no direc­ se �uestionan, se aceptan sin más . S on modos prop
ios de los estereotipos
tamente al menos indirectamente en forma de justificación o legitimación ra�µem_:tl�!i.(Q._d�s9,g1 bi?�ción de ambos), g
_ �nsu]üñciññá:
de la violencia física , por lo general en términos pseudo argumentativos. �ª? se!or��fica:. Afirmacion es del tipo �B.?�Ii�
:wúJ����=t_;igr;�,h�:
Todo sistema de dominación (incluyendo el patriarcado) implica violen­ m�sexuales, 1 ua10s, in�os, etc.) son... P� do� :1.(
. ... _ ocup a e l lugar de cual­
cia simbólica descalificando , negando , invisibilizan do , fragmentalizan do qmer predicado agraviante o discriminatorio, se o
yen cotidianamente. y
o utilizando arbitrariament� el poder so bre o tro/as. Incluso , la creación �an p o.rq u�, �<;:,.!!!l�!!!W-CiadQ...u e sal, s
niv. r . �--�igg,e._g_��par� cada
c���ar ���-EE��!fad e
de estereotipos de generalización excesiva que no dan lugar a la manifes­
tación de los caracteres individuales pueden entenderse como formas de
,o,.�_<;HJEE!f: 1iece�ari�me�Ee2 salvo
norm a. Es_ decu::,_salv.o. anorm a lidad -����E.���� · ·a_!�=
violencia simbólica. Se trata de fórmulas rígidas que impiden la mostra­ ' � castellano, es sabido, ei._�� ��? ��.:'-: <:_<:_m
_ - .ª o género no ma rcado,
� que c�ºfü
:.
ción de los cambios, galvanizando o solidificando algún rasgo o caracte­ _ t:1:!!�lo previsible�o lo_��sic� 4e lpe
arcado � _ ngua::§}���§:�_
rísticafunciona l al sistema de poder que lo generó: constituyen en buena 0) s t _ _!1.º:P!"�".l �!e. y_Jo.�e.��io.12·
si
� cf� m11 _ �_:.':1:1 �:�_:l
e r o
1 � m_
me dida la base material para los chistes, las bromas y las persecusiones. Si bien es difícil trazar la línea divisoria entre la
invisibilidad, la falta de
Estas simplificacion es de rasgo fij o, que no se modifican ni admiten cam­ alar �I e lia��� ��� :� d ln �?�
:_enencyia .=_ _:_ -: a o e��<?_sfe�6 e
Ilie:g�-;L�i�-��j er�.su ��;-
bios, funcionan a la manera d� "camisas de fuerza" sobre los individuos. � a la liumanidad, porque -como
_ en la falacia pars pro toto que se-
Es decir, a la maner� en que Foucault lo entiende , invirtiendo la fórmula na1amonnás arriba- �...los _<:_���_d,e. sE���,?. ��
�� la presencia
- __ - g§ístic� &be��te�e - ' '
platónica , los idea les del a lma son l a prisión del cuerp o. 11 Y esos ideales son generajg.�c!c!:_.9,el �';_�smcHn la cultura." i!}
(Suarruaz, 2002: 1 ;r 3 r -- - - - · · · · --- - . t�
por lo general mandatos fu ertes socialmente instituidos.

11 Recordemos que Platón en Fedón afirma que el cuerpo es la cárcel/rumba del alma, 12 �uardiaz, 2002: 152; Simone de Beauvoir, 1949:
I, Introducción; Femenías , M. L.
Fedón, 63e-67e. Las tramas de la hetereodesi ación" en este volum
gn en.
22 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 23

Dividir a los seres humanos en dos (o más) géneros, donde gracias a generan así formas constitutivas de violencia simbólica en la lengua en la
un estereotipo estructuralmente funcional (no ingenuo) uno es conside­ que se �xpresar_i varones y mujeres. A modo de ejemplo, tomaré un pasaje
r ado superior y el/los otro/s inferio r/es, gen er a nor mativa, jer arquiza y de Platon que ilustra lo que acabamos de señalar. Sócrates relata cómo su
excluye. O bien, sólo incluye po r vía de la excepcionalidad. Esto significa madre Fenerete, de profesión partera, ayudaba a las mujeres preñadas a
que podemos reconocer al menos tres modos fundamentales de exclusión d�r .ª luz a sus criaturas.14 "De la misma manera -sostiene el Sócrates pla­
simbólica tanto en el lenguaje coloquial como en el filosófico-científico tomco- los va rones que dan a luz ideas (de las que también deben estar
con consecuencias mat eriales pa ra las mu jeres (i) cuan do se apela a su in­ p�eñados) �ufrir án en el pro�eso d el conocimiento los dolores del parto".
_
ferioridad; contrariamente, (ií) cuando se las distingue por su excelencia; So�rates mismo le adviert e al Joven Te eteto, que dialoga con él, que si bien
po r último (iii) cuando simplemente se las obvia entendiendo lo humano panr con el alma es una función análoga a parir con el cuerpo, parir con el
en términos de lo masculino instituido en universal y, a su ve z, institu­ alma es más valioso, puesto que, como Platón advierte en Fedón el alma es
yendo lo que Amparo Mo reno Sardá ( 1989) denominó: el arquetipo viril si ��pre superio r al cuerpo.15 En efecto, las mujeres sólo puede� concebir
protagonista de la historia., --------,.__ mno � de carn e corruptible y materia perecedera mientras que los varones
---··MargriCEíchler (T988), po r su parte, hace notar que este modo de conciben con el alma racional ideas atempo rales, inmateriales, incorrup­
abo rdar la realidad desde una única dimensión sexual se naturaliza acu­ tibles, absolutas.
ñando no sólo la norma del masculino con las consecuencias de invisibili­ Si examin �os estas afirmaciones, en una primera le ctura ya adver­
.
zación ya señaladas, sino además generando sobreo infra generalizaciones trmos que, segun su campo semántico originario, la utilización que hace
según el caso, de las que el discurso cieñtffic�-fil�s6fic� �st·i:pf�g�c.lp. Más Platón, (y no sólo él) d e palab ras tales como "concebir" o "gestar" suponen
aún,· las ºmánfoorás de-exc::lusió� s�den quedar encul;>ien�� al _solidificar- una apropi�ción encubierta yfarcluida de una función biológica propia­
s,e en un:·1fogyafr --�jperc�cÍifi�ad� q�e fa;;¡;y;)i_est�af�gii��Eigi?.�� mente femenina convertida en clave inteligible de la función propia de
;-¿·c��-�titución histó�i�¡� Ii c�iisé�u���i; ID� habitual son las esencias los varones, entendidos tradicionalmente como po r tadores paradigmáti­
�males o ºgerienzad�, nai�r�Íiz�éión;s q�� al hac��i��¡;¡b/;�¡·p �o;��-;;­ cos de la r acionalidad. Este es un ejemplo simple de violencia simbólica
hi�tÓ�<?��e -���A��-ºrige�_ge���;:;:-��·a=fifsrciddd�l�a;'Jig hipercodificada de modo tal que pasa inadvertida. Más aún, carecemos
tiñc'¿njunto de supu�stc>s· iñ�i:-afisíéos-iñíplícltos--re(�gidos"acrliT�ente muchas veces de otra palab ra para re_emplazarla. En una segunda lectura,
emsmufcfospo r trad.írnSn.-··-.
····- -------------·-----. -- - - . ------- podríamos advertir que no sólo el genérico masculino aparece como más
_. Ano ra,,5Ieii;maüséi'los usos analógicos y metafóricos -incluyendo valioso per se sino que el pasaje presupone que, dada la capacidad natural
los vinculados a la madre/naturaleza- estructuran ciertos aspectos re­ de las mujeres para g esta r y parir hijos, quedan excluidas de la posibilidad
levantes del o rden simbólico occidental, confo rmando y t ransmitiendo de "concebir" ideas, sustrayéndoles una capacidad definida como humana
subrepticiamente estereotipos y valoraciones. 13 Es difícil saber si el len­ en términos universl es. Eichle r d enomina este mecanismo �sobre- especi­

guaje cotidiano puede prescindir de sus usos metafóricos, pero lo cier to ficación':
es que también el lenguaje filosófico, científico, los lib ros escolares, etc.

están plagados de refe rencias sexistas en las qu e se legitiman los estereo­

tipos o simplemente se acepta la inferioridad natural de las mujeres. Se 14 Se trata de Teeteto 148 e-151 d.
15 Cf. Fedón, 66 a ss. (el cuerpo es impuro, corruptible); Crat. 400 b-c (el cuerpo es la
13 Black, "Metaphor" en Black, 1998; Merchant, 1983. cárcel del alma).
24 Violencias cotidianas María &isa Femenías 25

b. Interpelación y heterodesignación mas (Bucle r, 1997). Ahora bien, no son las meras palabr as las que hieren, y
Consideremos otro ejemplo. Un transeúnte de espaldas ay� esto responde a las convenciones de un sitio histórico. El verdadero insulto
gro!" y se da_ vu�!�:.I>ebc;_!!!Q�_.l._LQ!!.!S Afgi����r <::S.!��j!='.mplº grp.�i��.eLgue tiene que ver con el modo, énfasis o entonación con que se dirigen ciertas
ti
'nos h�,<:_.:ep��E��?.)���pa,ciqa4_ in_terpel� �� _qdJwg1tªi��Y��Y._p.t].der..jler,­ palabras más que con l as palabras mismas. Es decir, cierto nombre injurio­
Jorrnativo (Althusser, 1970). En efecto, la apelación al transeúnte se pro- so desacredita y degrad a a partir del énfasis físico con que se emiten tales
�ias a una apelación p revi�?.��:��!qn,d�d-=-qüeJ\Jili�sy�r�e·ñ�eñ'"de pal abras : en este punto lo s�bólico y lo físico se conjugan.
eñfeññmosae _ aüfo_ñc:lacf'cI�tEji:.l.qp- donde la respuesta-presupone no P�:;i·_E1:1es, l': ilus�6n de un lenguaje sexualment� n�tro, creemos
_
sólo que 1;�;:J�;�16�·�- i'�.-�egra".en la-···· coñde¡;�i� ¿�-este i�di�idu�ya y
que �e unpone una cl.oliletarea: a)ex airunar visibilizar las fórmas encU='.
�l��r,::5 cl:'e violencia" siiñbólié:a cuya gárria es extens a y matizacta';" b) e�t;r
...•...--.·r,c-,Co-','<'·'c,·. ·· · ·- .. , --, ......• ---···-··"'··,,=w
ha temao lugaZ"s�Ó "i:ambifn que_ se ��ata. 4e_ una -�peración normativa-
�·

menre·r���d-;�·x;;ii�g���t�,. ���d� histó ricame�t�Tas.apefa.cíoñCsa n<:>


-��:!:�� sj_:s_ que _quer�m?s'fo_rl?�. r�par t lngenÜ:aÍnerú:é
. e ¿�·�;�áyoríá
la?ñru.Jeres'h� sido del tipo "Eh, tu, la fregona / la diosa / la niña frívola / aiscriminatOriá.. C. --- • -- -.- • - • •' • - ' - • -�

la inconsciente / la vulnerable / la incapaz / la quejosa / la loca� etc., es de


suponer que la eficacia apelativa y performativa del discurso también tuvo �-.J)n orden natural
lugar. A esta forma de violencia simbólica la denominamos poder hetero­ E'ii los p�rágiáf�s anteriores hemos mencionado repetidamente la noción
designativo del lenguaje. _ d� ''11aturaleza� De hecho, e�t-a noci6n ha ·sido una de fas-legki.tr1ad��.
Pero existen otras formas paradigmáticas de apelación discrimin ato­ más importantes de discriminaciones símbolicas a ló-láigo de la histÓ�­
ria, por ejemplo el chist� que goza a<i_e�� d� la complacencia con_9E-e ria, ya:·sea que se trate de ·sexismo ·a de raéismo: En -efecto, fo�--��d�io�
deben recibirse 1;;;b�omas casi nunca vistas como �s�tantes o ·dis�rimi- p'�líticos tta1ici6n ales suelen apelar-:::..como·dijiínos� a un 9 r9-��-;�����
.... :::.-,...... ,:_..,.·.;,.e,::,.---·\.·""-...:..�.� .. -� ..•.•,._ ,;�·--.-. • ,.,�

natorias, salvo por quien las padece. En esos casos, si se queja , se la tacha
�.....
•. ·--·..- ._. • • . ·"�.- ·.•-·.· --.•.!-•"• •-., -••-:•º--:.'.K
. .,-,.-,....,.,•.;-� ..�-- .--:,r.-�
���do :etdi�ers?s _súpüestos 'de-tj_R� �etafísico_e�pJÍ�!o,s 9..�plí�i¡�s.
cte1·carec:é;J�"humoi-':sfugti1armente, los·cliistés dé1�iaé?_i�i[¡_íi��;1;� � apelación a "u . orden natur�" que pre-fija lugares sim bólicos y reales,
_: :1
.:'.como lo7'd�1�--��dsta- no reconocen froriteras-·�i idi��as, re�or�n? -también entendidos como naturales- P<!�ª- varones y mujeres, blancos.
- o negros, cristi�o_s o_ ju1íos es el modo más habitual en que se rnanifies­
m�1�y_se muev�11_c�g_c.tji:ri,9��4���n!º_�?s·1as ��r��ses·sacT�i:;:,
º
Otr a forma más sutil aún es el piropo, qúe apéfá a'la exceleric�a (la �����. t:fesfe-�e�anismo de legitímacióp. . Para el caso �specífico de las�ujer�s.
1�;r�as:eré:J""y·�a:�e'}as�y�c_es :ae_í:�ñti'?_�f4of"q�J.jii)-q!JC:'.Jª5.1P11J!,'!J.�� dado-que son todavía socialmente indispensables· para la reproducción del
j�i�!§.��1��- h�<:=�_Il d�tesp��-�o Los ejemplos que acabamos de ¡>��g:.i· cuerpo social, su marginalidad y exclusión adquieren caracte res propios,
pr�sentar constituyen modos ideológicos de incidir en la imagen que el/ si bien son abundantes los estudios que dan cuenta de su sistemática eÍi­
la sujeto tiene de sí mismo/ a, y por ende incide en su sistema de creencias. minación en términos de mayor infanticidio femenino, alimentación más
Un último ejemplo lo constituye el insulto que también supone un ejerci­ precari a y por tanto mayor vulne rabilidad a las enfermedades, rri.enor es­
cio de dominio jerárquico, y el uso excesivo y arbitrario del poder con la colarización, etc. 16
intención de sancionar el traspaso de un límite que el otro considera "ade­
cuado". Así, el insulto marca un límite, señala una transgresión y asume
la dimensión específica de un estereotipo conside rado normativamente.
Insultar es una de las primeras formas de daño lingüístico que aprende- 16 Sólo por dar un ejemplo, véanse los trabajos de Amarcya Sen en los que denuncia
este hecho.
26 Violencias cotidianas Maria Luisa Femenías 27
! .
I•

otiva" ·L�� la tutela. D ent ro


d. Eficacia 5imbJÍ.lic4? � del mismo camp o s emántico, se la define
La violencia simbólica resuelve su eficacia en violenciaJ/sic.a.De ahí el si­ com o "fértil" o "ycrma";
- tiene "frut os" de su vientre o es "estéril': 17 C on
nuoso camino emprendido. En efecto, los �dividuos actúan dramática­ 1 n uevas técnicas de reproducción asisti da, cuyo éxit esta
� o dístico es mí­
mente un orden simbólico pre- dado, apropiándoselo resigrtificativamente n o, el cuerp o de las mujeres se convierte en campo p
� ropic io para la ex­
en términ os de con ductas más o men os dis criminatorias, más o menos p erunentación científica a los efectos de dar respue
sta al mandato de la
�ctificar, recogido y elaborado por discursos religios os,
tolerantes. Si, como acabamos de ver, aún la lengua supuestamente neutra n atu�aleza de
_
conlleva niveles de exd�j<:>g_y_sexismo, tant o ma_s__esto e� asíc�e científicos, políticos, et c. Estos u ot ros ideales, contrui
dos históric amente
construyeti cflsruisos;�s;��;�;j"j;�;¡··�s &d�¡;;_Í:�� ci¿�;J�e'�r�: E¡;·ge­
por cierta cultura, disciplinan el deseo de los indi�iduo
s al tie�po que se
nerál:la efiiaéiaae i:ales d1scur��sdep en de de la. valorización y/o el p oder proyectan como nat urales, convirtién dose en mandat
os ineludibles, salvo
que tengan las instit uciones de la que provienen (ciencia, estado, medios por anormalidad.
de comunicación, etc.). También, su eficacia depen de en parte del modo La mayor part e de las veces, los man datos s ociales ape
lan al amor (de
en que un ciert o capital simbólico s e ancla en una realidad social nu eva, madre, de esposa, de hija) a los efect os de sellar rel�ciones
disciplinadas,
para dar cuenta de las expe ctativas y de los deseos de algún grupo emer­ don de la opresión psicológica s e e
nmascarada, invisibilizada, 0 elude.
gente. D e modo que, si n ombrar es hacer existir, también es imposición de Desde las primeras décadas del siglo XVIII, buena parte
de la lit erat ura
sentido: razón por la cual ese tipo de discursos opera como disciplinador que exalta el amor romántico hace uso de l amor como dis
ciplinad or de
social, llegando a imponer -por la fuerza o la persuasión- ciertas prácticas _,.ll.:11. T.<:1el� 4e.. fiTIIJe:r �ab_ne:gaq�);l��se "�!Y�úm�wi:.Y��s...c
�'.? ;r¡:�
en los sujetos. Para que esto sea así, s e promueven asociaciones causales d_�_ t()�º.--?<?r s.u. esppso _e hij<:>s: ��J�qn.,tt���Jón de
,@JJJ.11.j�..4om4tj,
c�J:i, f�_�ia nuclear y el espacio priva
forzosas difíciles de desmontar, inclus o en niveles que parecen triviales do. _C o])1o· s e ha señalado muchas
18

(los anunciantes con ocen mu y bien este tipo de té cnicas). ve�§,..:��pléiopr!Yct�o"�§.ign�':ª "P�!Y�d
Una violencia simbólica que se ejerce directament e sobre el �uerpo lf r . t1.dd�X.l?JYiI<!§.mµj;¿�;:a��d;,
�oJe i� Sllllból�ca la_ �sica Se podía pasta n_q_ J}ac:t:;_JRll<;Jl<\fj�_rf
rr ,�D...in
- ·
de las jóven e�-de 'manera aÍtamenteefi�� �� lá que actiia sobre la repre::­ ...lP!ute:s,:�
senta.ción'del propio cúéryo/eii1añtcnnandato estetic6: eii' fos· probl�¡;;�
'dél:íulímii"y anorexia· e�teasp eci:o)ueg;�--p;peh��eñte-Írnp�rtante 3) Violencia física / violencia en el c:uerpo
·(;�q�e ��--is�[�8o). Poi i:iiviál'qué'parez�a, réé:ordemos que son en­ R��-c�rtar los c�pos de la violen cia simbólica y de la física
es difícil cuan­
d� n o i.tnposible o absur do �arq ue, si
f;;��dá.d.es que matan: -�olencia sutil y poderosa de los medios. de co­ hemos podido seguir co� dete�i­
municación que moldean los cuerpos de la mayoría de las adolescentes y �ient o el_ cami�o recorrido, heiri�s c�mprend�o q�f_
htvi_pl�ctis;i;a
e� el_�� ge e ��ce�_it¿o de una violen
su propia mirada sobre sí mismas. Disciplinamientos de est e tipo sirv en e:- �� ; c ia _e�fr11.ctµralmás pg>fwi4.a,�q�_e:_�1!.
además de anclaje para ot ros, ya que lo q ue se construye y potencia es la P:trt e la_ mv1S1biliza, mientras no s obrepase un ciert o umbral te
nuemente
depen dencia resp ecto de la "mirada" aprobatoria de los otros.
d.elimitad_o por la cultu,!'.a, .fa chse, 1; b'ase· cuÍ rª-1 y religios� efe
��;·rie�=""
la g- �;_� in:iy;rí;·-
t!J
Análogame�, la inscij.E_�?n ,,�e J�s. W.1!J�I<;;��9-e.l!.tJ::Q�deLcampo_.se,,. �rCl�. S ea como fuere, en los casos de violencia material,
mántico de la ��!!.f¿.l��a (como_ º.E�<:g<;> aJa.p1ltura), n o se ag9-�� en. �u, .. - �
�---__,_�----�- "•.c-.-...i.....:._�•..a....l....<.:....,)o.'..::
,�.-. ·· ,.:.�,-.,�o.-. .-:.-:-::- -.:.�-h.. >
-
- --...
- __ ;J,....... -----· "· ,::--o·,-;' ••.-.-.... -.•·-··-.··-···--··

carácter nutricio (madre/tierra), sin o que, al misrrío tiempo que la des-


tac.��
17 Laqueur,_1994; Puleo, 1992..
......-.-=-·--�- .. ''"·-·,, .., ...�, . .. ····-- .. . . . . . p-· • , ___ · .. ' .•.. . .. ··.-... ·.·_· �--.-- . - .
cribe, le pres cribe el rasero nórmativo del control de su "irracio nalidad 18 Armstrong, 1986.
' �···-..�-.'t-•-·•--.i., ·¡'-.�· • '• � ... -·J.
·"""-�--.:-,..._�,-:t..-;,.,,•r.,,.,_-;:.___ .• """•:· , - - ---..-... ··•e•··- 1 .:- · ,.,·"'>�
. ,.,;,._ ,! · · · - 19 Jelín, 1996: 193-212.
28 Violencias cotidianas María hisa Femenías" 29

imas son mujere s mientras que la-·amp lia mayoría de lo�:�..=. del niño, la_111a�r� �tr.c� �� s:i-ieI�_e_�e �olen_�i� necesaria y_subj e_tivadora.
de las víct
va n ·j f s, ·�;p s _ _p �I,_ �s� En t d os los casos , este mo o e Si más allá de es ta p.riJ!1era ,fase, la mai:��ntinúay3stulánd�sec�;1;
---�- - -----------· ·-···--··· -·- .... ----------- d d
ro es e e o os o a r o
tes son

vfofe'��G.tie��por firúlla1�xener el esquema de autorida�,-éitria@,�T: úni�a 5ap� de__cjarle _ am()r, ejgcer á sobre él una violencia secund�ria."La
e

'd�s·��ibiimP..im���rt�.ei.Y��"iP911D�ig��,5)pg)!:Jáffrí#'���-� :"�,:l:._1::.�
- �fa1Enc.����dari;-�;}��RQ�]�ifd�l� �;dr�-d�- �b�d��;;
- �r¡;re;:··
I�.iiL�l �rupo de tr_ ab_aJ() _o f�ilia� (empleada subalterna, esposa, hijas, . s-·-·
'l��-<:M� E? see obre su hij o, y n � p�J�;��pÍ:ar l�s·p��pi;s·¡;�¡;_s�ient;�
- ) y, menos frecuentemente, del niño. - ·---- .. -···-- --·--e -·.e,.,.·--.·-�-------�;-·---------...-.·-�·- -�.
en menor meclida hi jos p equeños o ancianos

de ��;iJ�n3:§.?J.sí�siJJ.C? in111e4iat() Ae.!:i.gr:�scrr� · · --º · ·


· · ••
----D� ��ta simplificación más que esquemática de aspectos psicoanalít i­
.,.... En ese sentido, se considera violencia �l "...todo acto de índole cos, en los que no p uedo entrar, me interesa s ólo subrayar que un
modo
l de ejercer violencia es no aceptar los propios pensamientos del otro.Ia.J;�-
�E��c!_e>_E,� una__E.��5-? na -gener�:�=.: �-��r?_n..-::-_e.� �� de _.,
ntra

deseo y de la voluntad de otra p erson:a·-=gene�alm eI1t e tlila m tlJ_ � r_ �-�� ª 2:i1��acJ��-c-()ii..�t�te:Iikposíci6ñ-éle·opin:í6ñoelsueñéiam1ento:Ia in­
nifi;� que se �an1fie�ta co��-_airie11aia,_ in,trusió11, intimidac.�ón y/�.�� terrup ción, la 'oanalización; la falta aé'reéóno cimiento de las ac tivida
ci�s
_
qg,e;, _y _qiii)µ�.d,�jer expi;esa4a. en forma física verbal o �moc1onal) ._ (Ye.:.� �ir{t�reses y necesidades del_ otro/� et�., son modo� d� �J�rcicio de la violen�
l ázq_uez,2003:7Q) da secundaria. Es decir que antes de que la violenci¡ física �e convier�a e�
,.

---�--· - ¿;�stituy�-una pr áctica de dominación qu e se ejerce en términos de agre sí6nviolenta contra d 'ciiefpodéla mujer� d� la niiia; Ínuy probable ­
ataque y/o daño material que, si e stá tipificado p or la Ley,
constituye de­ meíü:e liayá habido episodios de violenci� s�curiélaria que no fueron· reco ­
·
lito. A corde con lo anterior, se denomina "geo�4í_?.;_del miedo" a las limi- ndci�os como tales, muy probable111ente p or - que constituyen la-n-orma e�
raciones que se imp onen las mujeres de éítcular por eÍespacio público, los mudias relaciones domésticas se desarrollan.
horarios, la vestimenta, etc. como efectos de autocensura física y p sicoló­
gica, vi éndose obligada a auto-limitarse en el e�e�cicio _de �_u� l�be_i:�a�;!.· b. Sobre víÁimas y victimarios
(Ve lázquez,2003:74) -=······-------- -�- --·" · A p rimera vista sorp rende que la mayoría de los abusos, violaciones o ma­
los tratos sean cometidos p or los varones más p róximos (incluyen d
o jefes,
__,__•.._,e,-·· ··v-:·· _ _.,,,. -::·�. ,."-·'"'�

a. Algunas prec��i_:}_!1;.es padres, esposos, t íos, abuelos, hermanastros, etc.) al círculo íntimo de la
No �deb�ci"s:-siri embargo, considerar que toda fo rma de violencia del de- víctima.21 Sin embargo, tiene su explicación: Se debe tener en cuenta ante
seo es de por sí negativa . Como señala Piera Aulagnier, el discurso mater- todo el modelo jerá rq uico y autoritario de la familia patriarcal natu
r ali­
no en tanto s e anticipa a to do p osible entendimiento del niño hgj};J:.P,()r_éL--, zada, la inestabilidad del lugar de autoridad, que ciertas personalidades
y le instiE_t1y5! signifiq1,<,19,,.,� SU;i_ !J . c!-D .�c;>.�.2 De ese mod�}�J?��Tit.e el_;i.<:;�ftQ inestables viven como constantemente amenazado por las libertades
de
°

·;:r�;J�� de lo humano, ínvistiep,_q.q su cuerpo .de.sent:ido; _es)_<1. "pu��t�c-�J:l - los demá s, y la e xistencia p otenci al de indu ci dores materiales o simbólicos
0

hist�;i� de �u vid; �o�áti�a'. G racias a ello el niño se convierte en sujeto y de la violencia.


'\��ior�a �; �ig�Úicativas la�-sensaciones somáticas. E n ese momento, lo Históricamente, tanto el discurso judicial como el médico en to rno
que el infons necesita es lo que la madre desea que él necesite, es su portavoz de la violencia ejercida contra las mujeres, por ejemplo e.B el ámbito do-
primario y la organizadora de su psique, en tanto que portadora de las sig­
.
n ificaciones del mundo e xterior Al mismo tiemp o que disciplina el deseo 21 Velázquez, 2003: cap. S. Recuérdese que Freud desarrolló su teoría de la "seducción
infantil" incrédulo a pesar de la palmaria evidencia de que los miembros varones de
20 Abadi y otros, 1997: Cap. 2. la familia suelen abusar de las niñas.
30 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 31

méstic o, permite r econ ocer niveles importantes de invisibilización (nega­ rompiendo los tácitos "pactos de silencio " y desafiand o -d esde distintos
ción del delito, no r ec onocimient o de su calidad de tal, n o tipificación o ángulos- el lugar de ej ercicio arbitr ario de l a autoridad, y el terror que
tipificación tardía, e tc.) y de encubrimiento (justificación o minim ización ell o produc e.26 L� violenc,ia sexual en lug ares d e trab aj o, l os rituales atá­

de la agresión):22 En nuestr o país, com o es sabido, si b ien la Le y de Ma­ vicos de violación en determina4as . c:lllt11r�, la mutilación genital� o el
trimonio Civil se promulgó en 1889: adoptó como propias las disp osi­ uso áe violacion es sistemáticas (c on su secuel a de embar azos y el riesg o
ciones canónicas y en virtud de ellas mantuvo la supr emací a d e la figur a real d e c ontraer HIV), c om� estrate�ia. concertad� (arma de guerra) a fin
p atern a, la subordinación de las mujeres al espos o y la indisolubilidad del de deshonrar .a los varones consider ados ���migos ;tacando su propiedad
vínculo matrim onial. Es decir, hasta tiempos muy recientes, ac eptó una más preciada -sus esp os as, hijas y hermanas'- s on otr as tantas formas de
concepción naturalizada de f�ilia y, consecuentem ente, de los sex os y vi�lencia sexual, que han sido rec onocidas como-�cdes sólo muy r eciente­
de la autoridad en c ons onancia con los análisis hegelianos s obr e la familia mente y cuyos alcances aún hoy se minimizan gr acias a m ecanism os de
como m omento del Espíritu Natural. L e cabe, por tant o, la definición
23 justificación, legitim<1:ción o invisibilización que continúan op erand o . Sin
emb argo, ha h abid o imp ortant es _a vanc es gr acias a 1� contribuci ones t eó­
de Le vi-Strauss de "... unión más o m enos dur ad er a y socialmente apr o ­
bada de un varón, una mujer y sus hijos." En ese sentido, se entiende a la ricas de . mujeres y de var oiies, las campafi as de concienciación y el mayo�
· -· · ,
familia patriarcal com o un fenóm eno natural universal, presente en t o­ índice de escol aridad d e l as muj eres.
d os los tipos de sociedades, ignorando o co nsider ando com o desviaciones
"primitivas " ciert os mo d os alternativos d e c onstitución de l as rel aciones 4) Conclusiones
humanas prim arias. 4
2 En la JJJa Conferencia de las Naciones Unidas sobre laMujer que se c elebró
En consecuencia, en su papel de r eproducto ra de cuerp os y de r oles, en Nair obi en 1985 se denunció por primera vez el carácter sistemático
est a familia tr ad icional e ducó mayoritariament e a sus hij as en términ os
de la violehcia contr a las muj er es. En 1993, la Asamblea G eneral de l as
id entitarios prim arios de esp osa-madr e y, solo mucho más tarde, com en­ Naciones Unidas apr obó alDeclaracitfñp-:i�dTd:;Itfninació17-adeláJJ.ioleit{ia1
zó a fortalecer (o l o está haciendo) las identidades secundarias, vincula­ c01jtra-laMujer: Como señala Raquel Q�b o_rg_é, sólo a partir de entonces"'
das a la noción de "persona de derechos" y de "ciudada na''. Precisam ente, s� empe zó_.ª r ec onocer qlle l � 1;..�t.l.dQ . g.amhién m�r�onsábles g¿Jgs.:,-1
e:>.
par a muchas muj eres, exigir derechos y gar antías pers onales en el seno vi�J�cio�es �Jp� DD_HH _ ��. Jas ��j�i:es. , se;i "pt1�n:.�� -���ei:a..�.2_.:.I?!!�ta.t.,
ad entro y l es com_p_et e le gisl a r al �espectq ( Osb orne , 2001: 9 ). Hasta e se ·
de sus propias familias sigue siendo un re clamo problemático que viven
con temor no sólo a la pérdida de la propia identidad sino a desafiar su fugm eilt o, ª�.!1.S.Q�,�v.:i9.fa1sl2!!��,.!nª1os tr a,t o�il.aciones ac oso sexual �n
los 1ug ares de_ t�a� aj o�_cUs7�ip�1;:�o�-e� g� ,�o4o . �ip.Q, etc., se invisibiliza-
��-·=".!:::'"·- e -·------ ----- - __ • .--=·-�.,;.;;..r.:_"'";-:;[,.:;;=-�---·�•-..-----...·...��--�..Y"""li"�,..,,�.,.,..=ca.c,f

concepto internaliz ad o de aut oridad patriarcal.25 Por tanto, en el sentido


que estamos re visand o, sól o muy re cientem ente se ha echado luz sobr e la ban__? ajo un paradigma qu� los ignor ah�,co�� dcli�; 11 yq �Jir�ii�-ai
violencia física, el abuso, la violación, el maltrat o en el seno de las familias efe l os t�rminospára IlO!llbrarJ()s.,En 1996, se asirñ1.tt1; viol e�ci¡ d omés-
• .. - . - . . ·.

ti� (físi1:�.Y�Rsi.col.Qg!,�,a.tfi,1*-:_§{�L�,J�EEP-!i
l -��'..:��-•:.:

���'.;!���ÍU-�fü,
22 Femenías,M. L. & Lobato, M. Z. "Violencia y discurso jurídico en la Argentina de pen;iJ.�?-�ª y,. finalmenJ�.$?nJQ9-8, se..c�e� eJ.!J.t��d(!.lE�!!:P.l_1!!,�e_rn�c!on;
_ a(,
fines del siglo xix", en este volumen. c1o ntr a delitos . de gen ocidio, agresión, violación de las c onvenciones de
23 Hegel, W. Enciclopedia§§ 483; 552; Fenomenología del Derecho, Parte Tercera,§§
g{ierra y .é:r�-e��s ��ni:�;1;���#ilcfacl qu� i�ai'.iy6, eTd�ü;;a;-violació;
142-181. �--
- - � _. ·�- --·-;:---- . -- -�--··" --,__ ·-'"•· -.·-------,---
-;.-.-----·- -·-!

24 C. Levi-Strauss, citado por Roudinesco,2003; Héritier, 1996.


25 Cornell, 2001: 153; Roudinesco, 2003: 10. 26 Maladesky y Polo, 1999; Osborne, 2001.
32 Violencias cotidianas

utiliza . da camo arma de guerr no todos


. a, y los embarazos for zosos (si bien.. ...- Violencia contra las mujeres
bajo esta jurisdicción). .
���ñri..fétos armados queda�on . . Urdimbres que marcan la trama
r ec onocrm1 ento y pum-
s:.·-· ·-�-E.......
sto .. s...h..-1.t.. o· s marcan un avance sostenido en el . . . ,
modo de control y lun1t�c 1�n
ción de la violencia contr a las mujeres como
ido, alentar un moder ado opt1m1s-
de sus libertades. Podemos, en ese sent

L
1) Cartografía parcial de una realidad compleja
mo y esper ar qii.f la._ �
ducaci9n ��, .la �f'.�onoc�ie��º: l�- d��oc.raci�!"--�
a paz erradicar an los pr�J� as organizaciones· de PDHH, lo/as dentistas político /as, la/os
igualdad �ntre los sexos, el respeto mu�o y � psicóloga/os, i�Íos tr�bajadore� sociales y lo/as abo·g�do/as reco-
1a.
ciosy las actitudes que conducen a la v10lenc_ nacen que a nivel mundial, histórica y sistemáticamente, tanto en
-e;._.-,,.·_-·----:;..'·-.'..·� ---� --··
tiempos de paz como de guerra, atr avesando clas es sociales y culturales,
los derechos de las mujeres han sido desconocidos, ignorados o transgre­
didos.27 Esta situación constante y sostenida incluye �l maltrato físico ex­
plícito (violaciones, golpes, incluso la muer te), verbal explícito (insultos,
gritos), psicológico (amedrentamiento , desconfirmación, descalificación,
minusvalor ación) y, en gener al, inequidad, discriminación y segregación.
Incluso un balance apresurado muestra niveles generales de maltrato,
crueldad y penalización social de las mujeres que no reconocen fronter as,
culturas, posiciones económicas o identitarias y que; además, s e pueden
registr ar hi1tóricamente des de tiempos remotos.
Inscribimos estas páginas en lo que Ana de· Miguel denominó
proceso{s} de deslegitimación de la violencia contra las mujeres.28 Estos pro­
cesos son fundamentales para desmontar argumentos de distinto nivel
que tienden directa o indirectamente a invisibilizar, restar importancia
o justificar los niveles de violencia so bre las mujeres que, histórica y sis­

temáticamente, se detectan. Esta tarea es fundamental desde múltiples


puntos de vista sea cuales fueren los supuestos sobre los que se la sosten­
ga, incluyendo los constructos teóricos que -como veremos- presuponen
el denominado giro lingüístico. Sea que las mujeres se entiendan como
individuos ontológicamente independientes o como sujetos-sujetados
inscriptos en el espesor de tramas discursi�as que las prec,,eden y que de­
terminan su lugar de emer gencia, detectar y denunciar las modelizaciones

27 Trabajo publicado en Aponte-Sánchez y Femenías, 2008, pp. 13-53.


28 Ana de Miguel, 2005, pp. 231-248.
María Luisa Femenías 35
34 Violencias cotidianas

de la violencia contra las mujeres resulta un trabajo tan complejo como sutiles de esa evasión. Actualmente, se ha rescatado del olvido una extensa
inabarcable, aunque necesario. El primer momento debe ser deconstruc­ bibliografía que muestra cómo las mujeres advirtieron el doble criterio, la
tivo a fin de poder llevar a cabo la segunda de las tarea que propone Ana distinción formal / material y las legislaciones ad hoc que las excluyeron
de Miguel: asumir la elaboración de un nuevo marco interpretativo de la del usufructo de los Derechos que las declaraciones formales y expresas
violencia en términos de violencia patriarcal. Entendemos el patriarcado enunciaban como universales, y que luego signaron sus luchas reivindica­
1

como un sistema o estructura general de dominación, interclasista y me­ tivas. Por no ir más allá de la modernidad, desde por lo menos Fran<rois
taestable, como oportunamente señaló Celia Amorós, que opera, en un Poulain de la Barre en más se puede rastrear una literatura polémica y
nivel estructural ideológico y simbólico. consistente, sostenida por las/los igualitaristas radicales que desde diver­
Algunas preguntas q ue suelen servir de g uía para la fase deconstruc­ sas posiciones filosóficas denunciaron los mecanismos de exclusión. Dos
tiva son: ¿�é factores favorecen que esta violencia no sólo se practique ejemplos son paradigmáticos de la operación de exclusión: el Contrato
cotidianamente sino que, en muchos casos, pase desapercibida en su ex­ Social, fundamento legitimador de las sociedades democráticas contem­
tensión, profundidad y persistencia, tanto en los espacios públicos como poráneas, y la Declaración Universal de los Derech�s del Hombre y del
en los privados? ¿�é hacen los Estados y los organismos internacionales? Ciudadano, consecuencias directas del ideario ilus trado.
¿�é responsabilidad tienen en su propagación ciertas alianzas entre la
cultura, las vanguardias y los medios? ¿�é pueden hacer los grupos de a- El Contrato comofundamento
mujeres para denunciarla y proponer políticas alternativas?29 Del mismo El modelo del Contrato Social se genera a partir de un conjunto de teorías
modo, ¿�é incidencia tiene esa estructura en la personalidad de cada que pueden describirse, en general, como contractualistas, siendo las de
cual ( varones y mujeres) para generar, sostener y perdurar en relaciones Thomas Hobbes,John Locke o Jean-Jacques Rousseau las más conocidas.
violentas ?, ¿ Se trata meramente un rito masculino q ue refuerza su identi­ Para expli&r el origen y fundamento del Estado, estos contractualistas
dad? O bien ¿Es un papel que juegan las instituciones y las relaciones de recurren a una cons�rucción ficcional, punto de partida pre-político, al
poder? Resultará imposible responder a todas estas cuestiones (y a otras que llaman estado de naturaleza. Describen en esta situación a individuos
tantas no formuladas que podrían especificarse). En lo que sigue, exam i­ singulares, libres e iguales, aislados o agrupados en pequeñas sociedades
nemos algunos de los hilos teóricos fundamentales q ue iluminarán nues­ como la familia. Este estado de naturaleza presenta además una serie de
tra búsqueda de resp uestas. características que los llevan a instaurar el Estado civil, a partir dé uno o
varios pactos realizados por individuos, racionales e interesados en salir de
la situación previa. Se afirma así el carácter artificial de la sociedad, surgida
2) El Derecho y sus círculos
(supuestamente) del consenso, como principio legitimador fundamental
Una de las vertientes más exploradas -al menos desde los orígenes mismos
s de la sociedad política. Por razones de extensión, nos ocuparemos sólo de
de la modernidad- es el lenguaje de los Derechos y las teorías y filosofía
la concepción hobbesiana de Contrato.
que los sostienen. Amparadas en formulaciones de cuño ilus trado, que
Dado por supuesto el estado de naturaleza, Hobbes señala una serie
siempre enunciaron de modo expreso defender y garantizar Derechos
de semejanzas entre todos los seres humanos, en tanto poseen las mismas
universales e igualitarios que luego no se aplicaron, desde el inicio las
pasiones y procuran continuamente satisfacer sus deseos, evitando sufrir
mujeres detectaron y denunciaron sistemáticamente los modos falaces y
daños. Por un lado, la búsqueda de la satisfacción (felicidad) y de la su-
29 Alicia Puleo, 2003, pp. 245-251.
36 Violencias cotidianas María hisa Femenías
37

pervivencia los inclina a asegurarse los medios para alcanzar las. Por otro,
ag udo señalamiento J.J. Bachofen (1861) fundamenta la idea de derecho
materno.
las diferencias en fuerza o en inteligencia pueden compensar su fragilidad
Sin embar go, en la posterior so ciedad
y su vulnerabilidad. Todos pueden ser i gualmente asesinados o heridos y civil descr ipta t bién por
Ho bbes se constata la su bordinación de
am

todos son capaces de asesinar o herir a los otros recurriendo a la fuerza, a todas las mujeres respecto de to ­
dos los varo e s
la astucia o a distintos tipos de alianzas entre sí. Incluso todos comparten, � en �ener al. Es necesario en consecuencia -argumenta Pa­
teman- exp licar que motivaría que in divi
hasta cier to punto, los mismos conocimientos como resultado de la expe­ duos mujeres libres
e igualmente
astu t s o vulnerable s ace
r iencia . A simismo, to dos po dr án dec ir "mío" re sp ecto de algo para vivir � ptaran someterse a otros individuos varon
es de
más cómodamente si pueden apropiárselo y conservar lo. Esta suer te de las mismas 'características.32·L1 desc"ripción
de los rasgos pro
pfos - de los
seres h
des crip c ión de los seres humanos en estado de natur aleza habilita - según �anos, así como también de los p eligros, las desventajas y los in­
algunos estudios- a adscribirles capacidad de cálculo racional respecto convementes q e enfrentarían en ausenci
_ �. a de un poder que los p ro
teja, es
de las consecuencias de sus actos . Ahora bien, de es ta i ualdad bá sica de
lo q�e e� principio vuelve razonable al pacto. Sin embargo,
g es to no expli­
facultades humanas, Hobbes concluye que todos pueden tener las mis­ ca o JUst�ca las profundas desi ualdad
es que oper� en la socie
g dad civil

mas expectativas para satisfacer sus deseos y conservar sus vidas . Nótese para mu1 eres que, al menos en aparienci
a, volun tariamente intercam
contrato por protección, como se ha sos bian
e n p rin c ipio que "todos" imp lica tanto a v arones como a mu jeres, co mo tenido repetid ente.
am

sucede con la generalización "hombre" como "ser humano" de esta par te Patem� analiz el problema de las relac
� iones entre varones y mujeres
del libro.
y las estrategias teoncas adoptadas para l
1

egitimar la su bor dinación


30
de las

En una o bra señera de la deconstrucc ión feminista del C ontrato, la se�das concluyendo su insuficiencia.
En efecto, el supuesto de i ualdad
politólo ga australiana Carole Pateman, hizo visible el sub-texto sexista rad ical ent e to�os los seres humanos qu g
_ r eda tr astocado bajo el su
puesto
del mo delo contractuali sta en gener al y del h0bbesiano en par ticular.
sex1Sta de que solo se proclamó la igua
31
ldad de todos o de la mayoría de
Mostró cómo a la igualdad universal del estado de naturaleza que, valga l s varones. L nació de "familia� que
� �_ � absor be a las mujeres adult
as, los
siervos y los mnos, deJa co
la redundanc ia, incluye varones y mujeres se sigue -t ras el Pacto o firma mo único individuo adulto libre e igual al
". J· efee de f: il· ia,,· Como muestra la recon varan
hipotética del Contrato - una sociedad civil que excluye a las mujeres (los am
s trucción de Pateman, las
des -
i guald ades p resentes e n la
pobres, los extranjeros, los individuos "de color") de sus derechos y bene ­ . so cie dad civil p osterior al
. Contr ato sólo pue,.
ficios. Entre otros apor tes, Pate man realiza un análisis crítico minucioso �en e:xphca:se supomendo que todas las mujeres y al unos varo
g nes habían
sido conqmstados y someti
de la te oría hobb es iana del contrato y de su s consec uencias en las p r ácticas dosya en el estad
o de naturaleza, negándose
en c onsecuencia la p osibili
les
políticas de la modernidad . Par tiendo del estado de natur aleza que descri­ dad de "firmar " e
l Contrato y autoarrogándose
be Hobbes, puede legítimamente sostenerse que, en esa situación, no hay algunos varones su "representación': Sólo
así se justifica su exclusión
del

ningún tipo de dominio natural de los varones respectó de las mujeres, Contrato Social y, desde el momento en q
ue Ho bbes acepta la valide
los contratos de sumisión, no hay otros z de
porque las diferencias en fuer za, astucia u ot ras capacidades están repar ­ elementos te ór icos dentro
de s u

tidas indistintamente entre los sexos. Más aún, transitoriamente los hijos m� delo q ue permitan_ cuestionar la exclusión
de al menoS,-el SO
% de los
de ben subordinación a su s madres que han decid ido c riarlos . Sob re e s te
miembros de la sociedad en términos de sum
isión consentida.

30 Femenías y Spadaro, 2005.


31 Pateman, 1988. La traducción castellana, por la que citamos, es de 1994. 32 Pateman, 1994: 67; T. Hobbes, caps. 15 y 20;
Spadaro, 2000.
María Luisa Femenías 39
38 Viokncias cotidianas

Pues bien, sabemos que la Declaración Universal de los Derechos del Hom­
En su prolijo análisis, Pateman pone de manifiesto varios presupues­
bre� del Ciudadano, que data del 28 de agosto de 1789, enuncia y ga­
tos de la teoría del Contrato: la idea de que si un individuo pacta o acepta
rantiza 1?erechos uni�ersales. Incluso, sabemos que "Hombre" (homme)
voluntariamente una situación de sometimiento incluso por una vulnera­ 1
en frances es un termmo general que equivale a "ser humano" e incluye a
bilidad transitoria (el embarazo, p.e.), el acuerdo se legitima de por vida;
var�nes y a mujer:s. Tam bién, que "hombre" (homme) significa "varón� es
la idea de que la individualidad se configura como tal en un grupo de pares
dec�, una "parte _ del universal. Admitido el doble significado de "hom­
que le reconoce tener el carácter de "sujeto del Contrato': que excluye a
br� c.o_mo �oda y como parte es fácil ver. cómo se propduje el desliza­
todas las mujeres (y a algunos varones); la conformación del espacio pú­
y;
blico como espacio "de los varones" por contraposición, del privado (de
miento que excluyó a las mujeres e invisibilizar sus luchas y sus reclamos.
Por eso, poco antes de ser guillotinada, Olympes de Gouges denunció ese
contrato, de igualdad, de derechos, de Ley) o doméstico como el lugar na­
efecto y escribió :n su Declaración de los Derechos de la Mujery de la Ciu­
tural de las mujeres. En palabr�s de Pateman, las mujeres son el objeto del
dadana (1793): Hombre: ¿eres capaz de ser justo? Es una mujer la que te
contrato: "lo sujetado" o "lo atado" por el contrato. Refuerza esta inter­
hace la pregun ta....':33
pretación en numerosos artículos subray ando además que, de ese modo,
�as mujeres se convierten en una constante am enaza para el modelo. En . . Con, todo, debemos a Simone de Beauvoir uno de los primeros an á­
l1S1s filosofi.cos de ese desplazamiento y la identificación de su forma lógi­
efecto, en la medida en que exigen su inclusión, apoyadas en la concep­
ca comofalacia pars pro toto, aún detectable en muchos textos filosóficos
ción universal de la igualdad, fundamento expreso del contractualismo,
actu�es. Se trata de uno de los ejemplos más repetidos en l a historia de la
ponen en evidencia el mecanismo espurio e inconfeso de su exclusión.
No podemos ahora desarrollar todas las implicancias teóricas, para­
33 Ton_i o ef ta cita de la reciente edición de algunos textos de Olympes de G ouges tra­
dojas y contradicciones de lo que acabamos de señalar. Pero, sobre la base _
d�c1dos por J. E. �urucúa y N. Kwiacko wski c on un estudio prelimina r de José S az­
de lo que acabamos de señalar, algunas mujeres vinculadas a la Revolución bon �Cuatr� mu1eres en la �evolución Francesa, Buen os Aires, Biblos, 2007; 113).
"
Francesa desarrollaron la siguiente paradoja: o bien debían (legítimamen­ S azbon sostiene que las mu1 eres recuperan, individual y c o lectivame nte, su función
te) qua humanas detentar todos los Derechos que se les negaban, o bien de sujetos históricos, c on t odo lo·que ello sup one : la incorporación del género co mo
categoría de análisis histórico impone un a reestructuración de las claves del aconte­
no eran humanas. La obviedad del absurdo del segun do cuerno del di­
cimie�t o, �a conside ración más sobria de las gestas que el canon co nsagra y una
lema, destruía la dicotomía excluyente en la que se basaba la paradoja y ate nc10n mas firme a l as relaciones de pode r qu e en el pasado pudie ron o blite rar
habilitaba el pedido de inclusión por derecho propio. Sea como fuere, la ex­ o ne utralizar la contribución.femenina a la hist oria común" (p. 11, el resaltado es

clusión de origen de las mujeres continuó siendo invisibilizada y negada en nuestro) lo que n o le impide obviar casi t oda la bibliogra.Ba de mujeres feministas
los debates teóricos sobre la democracia hasta tiempos muy recientes. De � no que ha_y al res�e cto (incluso e n castellan o) pero "tomando inspiración de ese
ahí las dificultades de las mujeres para acceder al espacio público-político
?
'":Pu�o sm necesulad de suscribir alguna de las posiciones teóricas del feminismo
his��nográjico- n os parece que un a aplicación rele vante a tal enfoqu e es la conside­
de la ciudadanía y de los Derechos. El modelo que dice garantizar univer­ rac1on del p apel de las mujeres en la Re volución Francesa y, más pre cisamente, ya
_ _
salmente la igualdad a todos los seres humanos muestra aún con claridad que tal rol fue dese mpenado en vanos plan os, la intervención política que ejercieron
resistencias a su inclusión. durante ese proceso, tanto en cuanto individualidades como en s� manifestaciones
c olectivas" (p. 11, el resaltado es nuestro). Al respecto, por sól o recordar uno de los
ejemplos. inspiradores a los que refiere S azbón, se puede c onsultar la obra de Alicia
b - Las derivaciones en sus vericuetos Puleo, La Ilustración Olvidada (1993 ), c on extensa bibliogra.Ba. El mis� o texto ci­
Es decir que el lenguaje de los Derechos hizo sus propias jugadas, con los tado de De G ouges está en las pp. 154-155.
dados cargados, como gusta decir Franc¡oise Doltó para otros contextos.
40 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 41

filosofía. Incluso opera como factor de exclusión de las mujeres del usu­ exclusiones aún cuando las leyes ya las hayan abolido. El primer caso es
fructo efectivo de sus derechos en la Declaración Universal de Derechos claramente de orden legal y apunta al lenguaje de los Derechos, también
(votada el 10 de diciembre de 1948), razón por la cuál repetidas conven­ para las mujeres. El segundo, remite al tejido social y se vincula cuanto
ciones y enmiendas los han tenido que especificar al hartazgo. Los térmi­ menos a los modos de aplicación y cumplimiento de las leyes escritas; es
nos "hombre" y "ciudadano" en su doble función gramatical de términos decir, a lo que se ha denominado la cultura del Derecho.
universales y particulares operan al mismo tiempo el "milagro" de la inclu­ Cabe recordar sin embargo que ambos órdenes se encuentran entre­
sión y de la exclusión, invisibilizando por añadidura la maniobra, y dando lazados; la exigencia de Ley (y de su cumplimiento) supone una cierta
lugar a un curioso "universal masculino': tal como lo exhibe nuestra histó­ sensibilización que culmina, por ejemplo, en la modificación misma de la
rica Ley Sáez Peña de voto universal. Ley. Al mismo tiempo, la Ley genera Derecho y se instituye como referen­
El marco general que acabamos de delinear admite que insistamos en te simbólico de los individuos y de su socialización. Pero la trama social es
diferenciaciones necesarias. Dé Hannah Arendt tomamos los conceptos más compleja, se entreteje con actitudes, gestos, valores estéticos, éticos,
de segregación y de discriminación. En 1958, en relación con los distur­ económicos, bromas, chistes, etc. Es decir, los modos· de la convivencia en
bios raciales de Little Rock, Arendt aisló (a) un nivel político (formal, general. Ahora bien, si aceptáramos para el segundo caso la posición de
legal) del problema, que vinculó a leyes segregacionistas (leyes ad hoc in­ Arendt, en tanto que la libre asociación es un Derecho que ejerce cual­
equitativas y excluyentes para las poblaciones "de color "), de (b) un ni­ quier sujeto de Derechos, deberíamos aceptar también, como contrapar­
vel social, fundado en el derecho de libre asociación de los individuos en tida, lo que Susan Moller Okin denominó "la libre desasociación" o el
términos de preferencias personales de agrupamiento (Arendt, 2002: 97- derecho a irse (to exit) o salirse de un cierto grupo (Moller Okin, 2002).
101 ). De acuerdo con esto, romper con la segregación implica suprimir Pero, el prpblema de la discriminación consiste en que precisamente eso
o abolir leyes sancionadas a tal efecto o al menos reformularlas para que es imposible: nadie puede desasociarse de "ser negro': "mujer� "indio" o
guarden estricta equidad para todos los miembros de una sociedad dada. "judío� porque aunque -conjeturemos- pudiera de hecho hacerlo en un
Buen ejemplo de ello fue la abolición de las leyes que negaban los dere­ momento dado, los efectos de la discriminación histórican previa pesan
chos civiles a las poblaciones "negras" de EEUU (o Sudáfrica) o las leyes en la conformación de la propia subjetividad, autoestima, imagen de sí,
de Neurenberg de 1919, que cita Arendt.34 .Consideramos que, por exten­ memoria identitaria, etc. Es decir, deberíamos poder ejercer el derecho a
sión, son segregacionistas las leyes que niegan los derechos de ciudadanía entrar y salir de grupos cuyo estilo no nos gusta, pero en la mayoría de los
(sociales o económicos) a las mujeres. casos no es posible.35
La discriminación se produce, en cambio, a partir de la aplicación y el Sin embargo, este argumento del Derecho a irse se suele aplicar sis­
ejercicio de un caro principio del liberalismo, el Derecho de todos los in­ temáticamente en referencia a la violencia de sexo-género, en su variante
dividuos a la libre asociación: nadie debe ser obligado a asociarse a cierto clasificada como "violencia doméstica': Repetidamente se escuchan afir­
grupo, partido, organización gremial, etc., si no desea hacerlo. Arendt aís­ maciones del tipo: "pueden dejar al marido si quieren /.. ./, si no lo ha­
la los conflictos que genera la institución de la Ley de los que se vinculan cen es porque les debe gustar que les peguen/.. ./, son cómplices/.../': Sin
a las estructuras sociales y a sus miembros. Estas últimas, suelen retener saberlo, estos comentarios apuntan más o menos al tipo de argumento

»
34 Como se hace habitualmente, utilizo "negro»,"etnia� "de color entrecomillado para 35 Para una extensa discusión sobre este punto, mi El género del multiculturalismo
»
advertir el carácter racista de estas "clasificaciones . (2007),pp.147-165.
42 Violencias cotidianas María Luisa Femenias 43

se instrumenten p olíticas públicas que favorezcan el


de libre desasociación. Sin embargo, aún habiendo di vorcio, "irse" no es cumpl im iento de las
tan fácil y la bre cha entre "querer" y "p o de r fácticamente" hacerlo pue d
e leyes, contribuyan a reparar los daños producidos e insten a las mujeres a
implicar un camino complejo que much as v e c es se ve c o m o "un salto al va­ convertirse en sujetos plen os. Es decir, que se les brinde la posibilidad real
cío': En principi o , p orque se tr ata d e un p ro bl e m a qu e excede largamente del ejercicio pleno de su autonomía dado que se la fortalece en el ejerci­
los límites de lo "doméstico". cio de la equidad ec onómica, so cial, educativa, valorativa, etc. Es decir, la
Las tramas patriarcales son mucho más complejas : ¿En qué sentido se posibilidad de p ermanecer dignamente en los lugares que elijan y se les
puede hablar de "libre aso ciación" y de "libertad de desasoci�rse" cuando garanticen las posibilidades réales de equidad para la torna de decisiones
sobre sus vi das.
no hay -por pon er un ejemplo cotiano- casas de acogida ó economías
sustentables di gnas para mujeres co n varios h ijos, c o n secuelas psicológi­
Se yla B enhabib ha denominado esa tensión dialéctica entre los impe­
cas por los malos tratos permanentes, a ve ces con educación inconclusa? rativos constitucionales y la política real.37 Por un lado, el imperio de la ley,
¿A dónde van? La prem io Nóbel austríaca Elfriede Jelinek da su propia la separación de poderes, el discurso sobre la (in)constitucionalidad. Por
versión del asunto cuando conjetura, dadas las condiciones sociales y le­ otro, la p osibilidad fáctica de la acción de cambio, 1� (im)permeabilidad
gales de las mujeres en esa época, la vida futura de Nora, la protagon ista social, la (auto)censura y la extor sión (en espe cial la
que involucra a los h i­
de Ca sa de Muñeca s de Henrik Ibsen. Nora, tras decidir finalmente dejar a jos, su salud psíquica y su futuro), refor zada desde diferentes lugares corno
36 los me dios más habituales y sostenidos de control. En síntesis, los meca­
su mar ido, c ierra la puer ta de calle y sale para ser libre. Por supuesto, n o

es la única solución posible, aunque ninguna es sencilla. D e jemos abier ta nismos que op eran bajo lo que ha denunciado co mo arte de la separación;
esta cuestión y retomem os nuestr o te ma. es decir, la escisión en un doble discurso d e -nuevam
ente en palabras de
Subrayemos que tanto la segregación (formal-legal) como la discri­ B enhabib -;_ la escandalosa h ip ocresía de las socie dades.
minación (so cial) implican formas de violencia de diferente te nor y n ivel, Un Esdi.do es, sin duda, responsable de sus leyes segregacionistas pero
donde si bien es posible responder a la primera de modo claro y contun­ también l o es -y en esto nos distanciam os de Arend
t- de l os mo dos 0

dente a partir de la reforma o abol i ción de las Ley es segregacion istas, la fornías de la socialización y la e ducación de sus habitantes (sean o n o ciu­
respuesta a la segun da es mucho más compleja. En principio, invo lucra el dadanos), que las políticas públicas fav orecen o cooptan. Esto o bliga a p or
orden m ismo del Estad o, que estructuralmente cuanto menos, es patriar-. lo menos dos n iveles de análisis. Uno es al que h istóricamente han apunta­
cal. Más aún, involucra el modo en que los varones y las mujeres se han do las luchas de las mujeres bajo la convicción de su imperiosa necesidad,
constituido en tanto que tales (es decir, su identidad) y, con ella, su modo pero también bajo el supuesto de que al suprimir, eliminar o enmendar
de "ver" el mundo como un orden objetivo cuando no natural, en el que las legislacion es vigentes, se modificarían las formas de exclusión. Pero, si
se d esarrollan y ll evan a cabo sus activi da des. Po r eso insistimos en que bien hubo re formas (y muchas), las prácticas soc ial
es de discrim inación

para las mujeres es fundamental que los Estados y los Organismos Inter­ se fueron acomodando a l os nue vos tiemp os, mo dific
ándose algunas, tor­
nacionales garanticen sus D erechos. Pero también y al m ismo tiempo, que nándose más sutiles ot ras. Si siglos de luchas fueron necesarios para que
se re cono cie ra a las mujeres c orn o sujetos jurídicos, de ciudadan
ía, 'de co ­
nocimiento, etc., aún advertimos la precarie dad y de la insuficiencia de sus
36 Obra de teatro titulada Lo que ocurrió después de que Nora abandonara a su
marido o Pilares de la sociedad (1979). En Buenos Aires se la representó en
una versión de J. Szuchmacher, traducida por Gabriela Massuh, en el Teatro
Municipal San Martín. Temporada de agosto de 2003. 37 Benhabib, 2006: 214.
44 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 45

logros; por esto tomamos un nuevo punto de partida a fin de adentr�nos embargo, el interés fundamental de Millet no era la construcción de una
en los laberintos de los mecanismos de dominación. teoría política feminista, sino el análisis del modo en que las vanguardias
literarias se hacían cargo (o no) de las luchas de las mujeres de su tiempo.38
3) La teoría de la dominación masculina De todos modos, la re-inscripción del vínculo como una cuestión de
La década de los setenta se caracterizó por un intenso debate entorno a un orden político (tal como ya lo había reconocido Aristóteles muchos siglos
conjunto de cuestiones que se pueden sintetizar en la siguiente pregunta: antes), permitió desarrollar más adelante un conjunto de categorías expli­
¿En qué consiste precisamente la singular relación varón y mujer? Esta cativas que, sin desestimar la variable psicológica individual, abrieron la
pregunta general obliga a la búsqueda de una respuesta tam bién general. cuestión a otros niveles de análisis y comprensión. En sus comienzos, la
Así, ciertos grupos de feministas marxistas y radicales estadounidenses "teoría de la dominación" fue entendida de muy diversos modos, generán­
acuñaron la noción de "relación de opresión� subrayando el eje sexual. En dose múltiples debates, incluso algunos de ellos producto de confusiones
Francia, Christine Delphy la denominó relación de "explotación", sobre y malentendidos aunque igualmente enriquecedores en la medida en que
todo al dirigir la mirada al aspecto estructural económico, desarrollando contribuyeron al desarrollo de la teoría y el feminismo filosófico. Uno de
la noción de "trabajo invisible" (1970). Otras, utilizaron el concepto de los aportes más importantes fue el de la feminista marxista Iris Marion
"dominación masculina"; es decir, la dominación de los varones en general Young, a comienzos de la década de los ochenta.
respecto de las mujeres en general, y la entendieron como un modo de En 1983, Young publica un artículo en el que discute las teorías de
violencia. El debate entorno a la mayor pertinencia de algunos de estos Nancy Chodorow, Nancy Hartsock y Sandra Harding (entre otras) res­
conceptos derivó, luego de una fuerte disputa teórica, en un uso más o pecto.de la incidencia de la gestación, la crianza y el vínculo con la criatu­
menos laxo de los tres, que incluso llegaron a entenderse casi como sinó­ ra, en la identidad y la personalidad de género de las mujeres.39 Se lo co­
nimos, utilizándose indistintamente uno u otro en virtud de la corriente nocía com0 el problema del "mothering" -traducido por lo general como
filosófica a la que se adscribía la autora. "matemaje" -, y que en esa época se inscribía en la dicotomía naturaleza
Actualmente, suele emplearse "dominación masculina" por influen­ - cultura. Sintetizando mucho, con argumentos sobre los que no podemos
cia de Pierre Bourdieu, Sin embargo, hasta donde sabemos, fue mérito extendemos ahora Young sostiene que: 1) Inscribir la relación varón-mu­
de Kate Millet, en Sexual Politics (1969), el primer análisis sistemático y jer en el ámbito psicológico mengua las posibilidades de comprensión del
técnico de ese concepto. También, haber desviado la atención de las rela­ verdadero problema de tal relación; 2) La relación entre varón-mujer es
ciones personales varón-mujer de nivel "privado� a una categoría explica­ política y de dominación (remite a otra obra de Millet, Psychoanalysis and
tiva de nivel teórico político. Lo personal es político fue la famosa frase en Feminism), y por lo tanto supone algún modo de ejercicio del poder; 3)
la que sintetizó su posición y que, luego, se tornó lema del movimiento de En tanto relación política es supraestructural y no depende de individuos
mujeres de los setenta y principios de los ochenta. Tomando el concepto singulares (salvo como variable de ajuste); 4) En tanto supraestructural,
de "dominación" de Max Weber, Millet sostuvo que dicha relación impli­ depende de un nivel material -poco tenido en cuenta- en el que los varo­
ca también un sistema de subordinación social, que oscuramente subyace nes se apropian de beneficios concretos (en términos de bi�nes y servicios)
al denominado "orden social': Ese sistema, social e institucional, ignora­ que toman de las mujeres; 5) Sin desconocer variables individuales, los
do e invisibilizado de diferentes modos, fundaba esa y otras inequidades
del espacio socio-político atravesado además por relaciones de poder. Sin 38 Millet, 1969: 24-25. Hay traducción castellana.
39 Young, 1983.
46 Violencias cotidianas María hisa Femenías 47

grados de concienciación, estilos genéricos, roles y funciones dependen "legitimados a niveles simbólicos, en el marco de una metafísica general de
más de la supraestructura patriarcal que de la experiencia individual; 6) la ideología" (135), que impone normalidad.
Como toda estructura de dominación, la de los varones se asienta en una El análisis de Young pone de manifiesto la densidad del problema. No
ideología (patriarcal); 7) Como toda ideología, implica niveles simbóli­ se trata de rasgos individuales de carácter psicológico, sino de estructuras
cos de legitimación (mitos, conceptos explicativos, cultura, socialización sociales, mantenidas por una ideología metafísica. De modo que la cate­
de los afectos, del deseo, transmisión de los saberes, etc.). En principio, goría de "dominación masculina" se refiere -según Young- a estructuras
subrayemos que Young ha incorporado algun os elementos del marxismo institucionales que incluyen los modos de estructuración de los aspectos
en clave feminista, que ya habían sido explorados por Delphy aunque no sociales de la realidad (136). Para ella, esto implica la necesidad de: a)
tengamos pruebas de que la hubiera leído. Identificar cuáles son las principales instituciones de una sociedad dada,
Es decir que, si bien la teoría psicoanalista feminista (Flax, Dinners­ cómo se diferencian unas de otras, cómo se refuerzan y cómo entran en
tein) había abierto un espacio inexplorado y rico centrado en la experien­ conflicto respecto de la cuestión que nos ocupa; b) �é recursos mate­
cia de las mujeres y en el comportamiento de mujeres y de varones -a riales producen, cómo se distribuyen sus beneficios, ·cómo se proveen de
juicio de Young- la personalidad generizada dependía en mayor medida dlferentes capacidades los patrones de producción y de distribución, y
de la "teoría de la dominación masculina en un sistema de sexo género" los modos de satisfacción de las demandas individuales y grupales; c) Las
(noción que toma de Gayle Rubin (131) que de los individuos involu­ reglas según las cuales las instituciones se organizan, cómo se las refuer­
crados. La noción de "masculinidad abstracta" de Nancy Hartsock (133) za, en especial a las relacionadas a la autoridad y a la subordinación. De
le permitió elaborar en el plano ideológico del patriarcado los elementos modo,que, en palabras de Young, la dominación masculina se refiere a la
simbólicos en los que varones y mujeres estaban aprisionados. Pero, por "organización de una institución particular o de un diseño particular de
sobre todo, pudo subrayar el peso de las instituciones sociales a la hora de sociedad c�mo un todo e implica que los varones [como genérico] tienen
determinar no sólo las relaciones de clase sino también las de género. Des­ hasta cierto punto la autoridad y el control de las mujeres [también como
cubrió además que, intersectadas, clase y género se potencian para marcar colectivo genérico]" (136).
las experiencias de los individuos en términos dicotómicos y excluyentes En pocas palabras, esto quiere decir que los varones tienen mayor con­
. -"mujer" o "varón"; rico o pobre- cerrando cualquier otro camino po­ trol institucional sobre las mujeres que viceversa. Estructuralmente, esto
sible. Más adelante incluiría la intersección étnic.i, como variable de ex­ da lugar a situaciones inequitativas, donde la violencia simbólica queda
clusión.40 Si algunas estudiosas sostuvieron la transferencia de categorías invisibilizada gracias a la naturalidad del orden social ideológico en juego.
psicológicas (de socialización, identidad, o experiencia) al plano de lo po­ Muy sintéticamente, Young sostiene que: 1) Los varones tienen el poder
lítico, Young sostuvo precisamente su inversa: son las categorías políticas institucional de controlar aspectos fundamentales de las vidas de las muje­
las que si no determinan, al menos, modelan fuertemente la conciencia y res, de sus actividades y de los medios para conculcar [in.force] sus volunta­
la identidad de sexo-género (135). No es la naturaleza sino la fuerza de la des mientras que las mujeres no tienen capacidad simétrica de acción sobre
ideología la que da lugar a la identidad maternal natural de las mujeres, o los varones; 2) Los varones ocupan posiciones institucionales de decisión
al deseo de poder, agresividad y superioridad natural de los varones; ambos social sobre las mujeres pero las mujeres no tienen equivalentes esferas de
control y decisión social sobre los varones (ni sobre sí mismas); 3) Los va­
rones se benefician del trabajo (labor) y de otras actividades de las mujeres
40 Young, 1990. Hay traducción castellana.
48 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 49

en mayor medida que las mujeres respecto de los varones (136).41 Todo mayor acceso a los recursos económicos, los resultados y el usufructo de
esto implica -continúa explicitando Young- condiciones de ejercicio de re­ investigaciones, organizaciones estructuradas de control (de información,
laciones asimétricas de poder de los varones como "jefes" padre de familia, de bienes y servicios), etc. Todo ello, para medir grados de dependencia
legitimándolos además en una trama ideológica patriarcal en tanto son y de autonomía concretas a fin de generar una comprensión más amplia
heterosexuales, casados, proveedores, etc. (137). de los niveles estructurales, supraestructurales e ideológicos según los que
Cada situación histórica y cultural específica dará cuenta del grado se sensibiliza, generiza y motiva a los sexos a fin de controlar, explicar y
y nivel de pertinencia de este análisis, y de su capacidad explicativa. Por eventual1:11ente revert�Jos mo1o� de producciqn y.de reproducci<,_n_ dela
nuestra parte, nos interesa llamar la atención sobre dos cuestiones de las dominación. En fin, sólo comprendiendo' bien cómo fun�i�rian las.insti­
muchas merecedoras de análisis. La primera tiene que ver con la impor­ tuciones, se puede luchar contra la dominación masculina (144).
tancia que le da Young al nivel ideológico. Sostiene no obstante que las En nuestro país, la noción de "la dominación masculina" se difundió,
"formas ideacionales no tienen. que desprenderse de las condiciones ma­ como dijimos, a partir de la obra homóloga del sociólogo francés Pierre
teriales del ejercicio de la dominación y de la consecuente subordinación': Bourdieu, publicada en 1998, y traducida casi inmediatamente al castella­
en tanto son las relaciones materiales las que determinan las estructuras no con gran difusión.42 Bourdieu recoge con maestría la mayor parte de
institucionales. Por eso, para explicar las estructuras de dominación mas­ los conceptos acuñados por la teoría feminista de los últimos veinte años,
culina, más allá del sistema de ideas, símbolos y modos de concienciación, tamizados por una red conceptual propia en la que se destaca la noción
hay que explicar las maneras en que los varones [concretos] se apropian de de habitus.43 Deudor de la vieja noción aristotélica de héxis, el habitus im­
beneficios concretos que toman de las mujeres. Las explicaciones psicoló­ plica "grosso modo- los esquemas de obrar, pensar y sentir asociados a
gicas ayudan a comprender el fenómeno, pero no agotan su explicación. la posición social. Homogeniza hasta cierto punto el estilo de vida de las
Es necesario, por tanto, dar cuenta de las condiciones materiales de la de­ personas & un cierto entorno social, a partir del cuál perciben el mundo y
pendencia y de la autonomía; de los modos de coerción tanto como de los actúan en consecuencia. Sobre todo, en la medida en que sea cual fuere su
modos que llevan al cambio. sexo, cada sujeto introyecta, internaliza y aprende con el cuerpo las formas
La segunda cuestión de interés es el énfasis con que Young sostie­ estructuro-sociales en las que se ubica y se "ve':
ne que el problema de la dominación masculina no es impedir que las Nos llama la atención su apelación a "la lucidez de los excluidos" (las
mujeres actúen dentro, en o contra las instituciones. Por el contrario, el excluidas en este caso), en principio porque la exclusión por sí sola no ge­
problema es que los beneficios de "las acciones de las mujeres y sus con­ nera teoría, ni aunque se acepte -morejungiano- la noción de inconsciente
tribuciones se transfieren sistemáticamente al sistema que privilegia a los cultural. Si bien podemos acordar que "La eficacia simbólica del prejuicio
varones" (141). Es decir que, en tanto el patriarcado es funcionalmente un desfavorable socialmente instituido en el orden social se debe en buena
todo anisomóifico, absorbe (o fagocita) las contribuciones de las mujeres medida al hecho de que produce su propia confirmación a modo de una
en su beneficio; incluso las acciones de varones y mujeres que no tuvieran
la intención de reforzarlo. Tras esta conclusión poco alentadora, Young
propone que la teoría feminista se pregunte y analice qué género tiene 42 LaDomination masculine, Paris, Seuil, 1998.
43 Concept.o acuñado y abordado , desde un punto de vista sociológico y sistémico , en
41 So bre este último aspecto, puede aún consultarse el libro señer o de Clara Co ria, El La distinction: critique socia/e dujugement, Paris, Seuil, 1979, cal vez la obra más
sexo oculto del dinero ( 1986), reeditado por Paidós Argentina. importante de B ourdieu.
Maria Luisa Femenías 51
50 Violencias cotidianas

4) Lenguaje: clausura y visibilidad


selfful.filling prophecy", cómo se producen los cambios (y se pro ducen) En otros traba! s y a advertimos sobre la importancia del lenguaje, no
queda poco claro. �
s ol' o como opc1on de clausura sino, fundamentalmente, como factor de
Con todo, resulta de gran utilidad su dis tinc ión entre violencia sim­ apertur a, a la r esignificación, el r econocimiento, el sentido y la toma de
bólica y física. Entiende por "violencia simbólica" la que "extorsiona, ge­
nerando unas formas de sumisión que ni siqu iera se perc iben como tales,
!ª p�a�r a de las mujeres; un modo de ruptura con los pactos de silencio,
implícitos Y efectivos, que suelen encubrir la violencia contra las mujeres.44
y que se apoyan en creencias totalmente inculca das " (Bour dieu, 1994: La toma de la palabra es el lugar de la afirmación de sí en un do ble sentido.
188). Precisamente, la forma por antonomasia de la violencia simbólica es Por un lado, como instrumento de enunciación, comunicación denuncia
la sumisión femenina a la dominación :masculina, "de la cual - advierte­ creación po étic , etc. d e un sujeto hablante. Por o tro, como ; osibilid ad
pue de decirse sin contradicción q ue es a la vez espontánea y "producto de � , _
de, ge�er �:,ru:1gzro tropico que re vierta la violencia invisible de la inscrip­
una extorsión"� La violencia simbólica impone coerc ión e instituye, por _
c ion lmguist1ca d e suje to -sujet ado en violencia expresa denunciada p or
medio del reconocimiento extors ionado de la dominada al dominante, un suje to -a�en�e. En amb os casos, y en todos sus nivel�s, el lenguaje es una
una suerte de cerco de conocimientos y percepciones. Sin embargo, como for�a de vida mtroyectada Y compartida con otros. Por eso es necesario
ya lo mostró Young, esa violencia excede los niveles de una cuestión me­ aplicarle también el método de la so mecha, que Ce'11· a Amoro' s sugiere par a
. -r
ramente psic ológica (consciente o inconsciente) o meramente sociológica, o tr as cuestione s. Nos preguntamos entonces, �· Co' mo se oculta 1a vi· o1enc i· a
basada en formas incorporadas de relaciones de dominio. El habitus sólo e l os liegues del lenguaje y cómo los pliegues del lenguaje ocultan la
se sostiene con un and amiaje id eológico, en términos de Young, que in­
� �
v10lenc ia?
cluye el pod er económico y sus modos de circulación; es dec ir, un nivel

de materialidad que no puede obviarse. En consecuenc ia , los mecanismos a- Sexismo bz la lengua castellana
de exclusión, refuerzo, inculcación, etc. parecen operar según estilos muy Hace años, Álvaro García Meseguer se preguntaba ¿Es sexista la lengua es­
complejos. Efectivamente involucran - como señala Bourdieu- una di­ pañola ? (1�94). Como resp uesta, aportó un cuidadoso estudio gramatical
mensión simbólica, por la que las dominadas adhieren a los domina do ­ sobre el sexismo y el andr ocentrism o de nuestra lengua y de s us usos. B ajo
res. Pero la dimensión simbólica no se resuelve sólo en la "cultura� como
el s upuesto h eideggeriano de que no somos nosotros quienes hablamos a
si ésta pudier a s ep arase sin más de las relac iones de p o der económico y
través del lenguaje, sino que es el lenguaje el que dice a través de nosotros
los marcos metafísicos que los sos tienen. Además, sostener tal como hace
B ourdieu que la adhesión voluntaria a la subordinación "no obe dece a una �ª:cía Meseguer avanza en el análisis de las estructuras del castellano, s�
lexico y sus giros a fin de establecer algunas reglas que nos lle ven a e vi­
decisión deliberada de una conciencia ilustrada sino a la sumisión inme dia­ tar los modos sexistas en el uso de la lengua. Porque -sostiene el autor­
ta y prerreflexiva de los cuerp os socializados" merece revisarse. En princi­
cuand o una lengua es sexis t a, en mayo r o en menor medid a s us hablantes
pio, es ta afirmación p arece no comprender la complejidad de la situación también lo son, se trate de mujeres o de varones porque -e� el sentido ya
en que se encuentran cier t as p ersonas y una forma sutil de descalificar sus
exp esto - la l engua conforma los mod os cotidianos de habla d e varones y
capa cid ades a la hora de tomar de cisione s.

�� eres, sus categorías de pensamiento y, en sentido es tricto, la cosmovi­
J
sion des de la cual varones y mujeres "ven" instaurad o el mund o.

44 Femenías, 2003, 2006, 2006b y 2007.


52 Violencias cotidianas María úi.ra Femenías 53

Unos veinte años antes, en la Universidad de Washington (Seatle, y hasta los idiomas. Por e jempl o, el apel ativo de "puta" (y sus formas más
EEU U), ba jo la dire cción de S ol Sap ort a, D e lia Esth er Suardiaz de la Uni­ �gares) no como �escripció� o n ombre de una actividad o trabajo, sin o
v ersidad Nacional de la Pamp a le yó su tesis sobre los v erb os asp ectales del s
�plem ente como msulto aplicado a to da mujer en cualquie r circunst an­
castellano (1973). Se tr ata de un tr ab ajo señero que, por diversas circuns­ ci a . D e mod� sem ejante suce de con l as metáforas poéticas h ipercodifica­
t ancias, quedó injust amente ignorado y que solo logró v er la luz después d as que describen d ebilidad o fragilidad de las mujeres tanto como su ca­
de la muerte de su autor a, tal como lo relata José Luis Aliaga en su e dición rácter impre decible o vil en un juego de descripción / prescripción nunca
crític a de la obra de Suardiaz. B ajo el título El sexismo en la lengua españo­ del to do claro.
la (Suardiaz, 2002), su autora muestra meticulosamente cómo operan e l ¿�é aprendemos d el tr ab ajo de Suardiaz? Fund amentalmente una
androcentrismo lingüístico, e l se xi smo y, sobre to do , l a relac ión le ng uaje ­ estr at e gia d e cambi o. Si en el ap a rt ado anterior vimos cómo se re fuerz a

soci e d ad. Es de cir, e n la líne a ya ex:puest a, subr ay a la estre cha vincul ac ión e! a p ecto d e clausur a del l e n uaje e n tanto h oriz ont e de signific ados ins­
� g
e ntre las prácticas so ciales y los mo dos posibles de v isibiliz a r la "ausenci a" titmdos, S �ardiaz apuest a fu �rt emente a la conven.iencia estratégic a de
de las mu jeres en los diversos n iveles del lenguaje, desde las mismas for­ que las mu1 eres �prove ch en la mcompl etitud y l a ambigüe dad propias del
_
mas cult as a prob adas por la Real Ac ademia h ast a los estilos coloquiales y l�nguaJe (�uardia z, 209) p ar a buscar resignificaciones y sostenerlas p o lí­
,
regionales. tica Y teoncamente . Sin ser ingenua o volunt arístic a, abre una importante
Ese piso, op era -según nuestr a estudiosa- de mo do lógicamente pre­ brecha p�rª � l �ambi o lingüístico y l a resignific ación: pensar y actu ar el
_ . ,
vio y a l a maner a de una condición necesaria (aunque suficiente) par a e l cambio linguistico y l a resignificación.
se xismo . En c onsecuenci a, t amb ién p ar a o tros tipos de discrimin ación de Además, si efectiv amente el l eng uaje inscribe los sujetos, aunque des­
l as mujeres, no sólo a nivel de la lengua sino de las actit udes en gene ral. c�no�c��s l a naturalez a exacta de las relaciones entre l eng ua, soci e dad
Nos e ncontramos, entonces, ante dos niveles de discriminación cuya dife­ e mdiv d 0s y n o s resulte imp osibl e a nticip ar cómo y en q ué me did a se
� �
rencia es preciso pon er de man ifiesto: en primer término, el androcentris­ produci�an l os �ambios, todo c ambio del lenguaje implicará un cambio
mo del lenguaj e invisibiliza, obvia, e vita, un conjunto de temas, situacio­ en l os SUJetos y vice versa . �e las mujeres h ayan tomado conciencia de los

nes, puntos de vista, problemas, cuestiones, etc. propios de la condición sesgos del !en uaj e y �e su estrech o vínculo con l as so cied ad es sexist as ya
g
"
de las muje res. En segundo lugar, el lenguaje apela a dichos, giros, léxicos, ha p�o ducido un conJunto de h ech os lingüístico/sociales" signific ativos,
mo dos que son estricta y e videntemente discriminatorios o descalificati­ tendientes a desvel ar z onas de invisibilización de la vio lenci a y a desmon­
vos. Un buen e jemplo del primer caso h a sido l a ne cesidad de acuñar tér­ tar l as estratagemas lingu ísticas que l a ocultan.
minos "nuevos" como, p or ejemplo, "acoso sexual" o "feminicidio" (Sega­ Exi sten buenas razo nes p ara pensar que, si bien la disolución del
to, 2006, 21). Esos términos h acen visibles fenómenos que h abitualmente �exism � de l a l engua, y d e la violencia implic ad a, no parece factible en lo
h an pasado desapercibido s o que, por implicar sólo (o mayormente) a las mme diato, se h a inici ado una import ante tarea en ese sentido. Se están
mujeres, quedab an minimiz ados cuando n o naturalizados: es natural que abriendo nue vos esp acios de configur ación simbólica, des de donde men­

gua r el androcentrismo, minimiz r el s exismo y revertirlo,,L os me dios de


los mach os violen a las h embr as y, por extensión, los váro nes a las mujeres, a

tal co mo sostienen ci ertas justificaciones de tipo socio biologicista (Gold­ �omunicación, si se lo propusier an sist emáticamente, podrí an jugar un
berg, 1973). Otro buen ejemplo, ah or a del segundo caso, son los insultos llilportante papel como ali ados privilegi ados del cambio.
típicos que - aplicados a las mujeres- trascienden las culturas, los tiempos
54 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 55

El ingreso masivo y sostenido de las mujeres a la Academia y la con­ mite es el límite de los significados que constituyen el mundo. En palabras
tinuidad democrática han favore cido la actitud crítica y el desarrollo .de de Wittgenstein, "los límites de mi lenguaje significan los límites de mi
nuevos puntos d e mir a alternativos. Incluso, el acc eso de mu jeres a espa­ mundo" (Tractatus 5.6). Así cerrado, el mundo del discurso es el mundo
cios públicos y d e poder, y el apropiamiento en primera persona del len­ de la: asimetrías simbólicas, de las reglas arbitrarias que impiden identi­
guaj e operan como factor de cambio. No olvidemos que, t radicionalmen­ ficar !os hech�s" c� n s u d escripción, que abren el espacio a la "lucha por
_ .
te, la apropiación de la palabra pública en prim era p ersona, como sujeto l as resignificaciones , corno espacio de poder. Internarse en el laberinto del
de acción, ha sido pre cisamente el crimen de Antígona. Por eso, la visibili­ lenguaje es p enetrar en el intercambio social simbólico donde se plasman
dad de las mujeres implica no sólo que han salido de su rol privado tradi­ los conceptos y los supuestos de las libertades de los individuos, de las
cional, sino que s u presencia -visible en los espacios públicos- quiebra es­ clases, de los movimientos políticos, de las etnias, de las razas, de los sexos

tereotipos y abre nuevas significaciones. Por ello, Suardiaz ya apostaba en y de los grupos humanos en general.
1973 al cambio, sugiriendo un conjunt o de estrategias planificadas -aún �enquiera que defina los códigos o los contextos tiene el control
pertinentes- para la modificación expresa de los usos sexistas del lenguaje : Y quienes los aceptan, renuncian a la posibilidad de ;edefinirlos advierte
por ejemplo, hacer explícitas las asimetrías y los espacios de carencia lin­ Teresa d Laur tis (1984, �1-12). Históricamente hablando, las mujeres
� � .
güística equitativa, las valoraciones jerarquizadas que acompañan el uso no �an _sido su;etos de semtoszs, aunque desde siempre v engan d esafiado

en femenino o en masculino de b uena parte de los términos, la creación los sigmficados, l�s modelos epistemológicos, las jerarquí as implícitas y
de nueva terminología allí donde no la hubiere y fu er a necesaria, el uso los _modos de art:cul ar y representar l a realidad, denunciando los sesgos
explícito de las marcas fe meninas del lenguaje aún cuando ello no fu era sexIStas de las articul aciones tradicionales. Como bien advierte Pateman
forzoso, entre muchas otras. Rescatamos entonces la apuesta al cambio y las mujeres siempre desafían el modelo y generan desorden porque el ar�
:
al lenguaje como espacio de ap ertura, de resignificación y de autoafi.rma­ den e �tatuido es patri arcal. Si las formaciones discursivas (= patriarcales)
ción, como punto de apoyo pa r� instrumentar las estrategias necesarias c onstit u yen un presupuesto, un a priori histórico en tanto sustrato teórico­

para el logro efectivo de la eq uidad y de un mundo más grato y menos co nceptu al, tambié n h a y q ue desar ticularlo y poner en evid encia las estra­

violento... Retomaremos alg unos de estos hilos más adelante. tegi as que generan un orden normal natural, invisibilizando la violencia.
E n su ambigü edad, v aguedad y polisemia, que le son intrínsecas,
el l en
b- Discurso e inscripción de sujeto �:j� se constituye en ab ertura, habilitando la resignificación y la
En L 'Archélogie du savoir (1969), Mic hel Foucault entiende que el "dis­ a ro ac10 n de textos y contextos como sugi ere de Lauretis. Ninguna ins­
� ��
curso" (discourse) es el conjunt o de enunciados q ue provienen d e un mis­ c npc10 n es c er ada, c ompleta o acabada, la labil id ad intrínseca al lenguaje

mo sistema de formación ; así se podría hablar de discurso clínico, eco­ ofrec� a �as m ��eres los intersticios por donde filtrar su punto de mira para
nómico, histórico, psiquiátric o, etc. Por "formación discursiva" supone la r�significacion con.ceptual en vistas a Hacer cosas con palabras (por usar
un conjunto de reglas anónimas, h istóricas, siempre determinadas en el el titulo de la obra de John Austin).
tiempo y en el espacio, que definen para una época dada un área social, ,,.
cultural o económica de significados. Una tal formación discursiva cons­ c- Reivindicacionesy supuestos
tituy e -en tanto nivel simbólico per se- la c o ndición del ejercicio de la Hicimos refere ncia al lenguaje como nivel simbólico en al menos dos
función enunciativa y el lenguaje opera como principio de clausura : su lí- sentidos. Sigamos esos hilos. Vimos que el poder simbólico "construye
56 Violencias cotidianas

mundo"; es decir, en su versión más débil, impone orden a la realidad. D e ­ pu�tamente neutra como la académica co nlle va niveles de exclusión y de
nominamos, en co nsecuencia, "violencia simbólica" a la que impon e un sexismo, tanto más es to es así cuanto que se co ns truy en discursos sexistas
or den b aj o el sup uesto de q ue es único , irreversible, inm odifi cable, incues­ ad hoc; es decir, intencion adamente.
tion able, natural o eterno y que, además, ese orden funda la é ti ca, la moral En gen eral, 1� �ifusión y pre gnanci a de tal es discursos depende, por
o las costumbres de una sociedad dada. un l �do, del pr:s tig�o y/ o el poder q ue tengan las institucion es de las que
En el siglo XVIII0, David Hume lo denunció como falacia naturalis­ proVIenen: la ciencia, el Estado, la religión, los medios de comunicación
ta . Más recie ntemente, Sim one de B eauvoir sostuvo que nada en la natu­ etc. Por otro , también depende, del modo en que un ci ert o capital simbóli�
raleza fonda un orden social discriminatorio; toda discriminación es del co �e ancla en una realidad social concreta , a fin de dar cuenta de las expec­
orden de lo humano y por lo tanto puede ( deb e) revertirse . Sin emb arg o, tativas y de los de seos de algún grup o de poder emerge nt e. En ambos c a­
se siguen borrando las alter nativas_ o se las presenta co mo éticamente in­ sos, el di crus o p atri arc al funcion a c om o disciplinador social, con culcando

aceptables, científicamente erróneas o psic ológic amente psi cotizantes (o en lo su3 etos -m �s por identifi cación/ p ers uasión quf! p or fuerz a- cier tas
, �
perversas). Esta forma de violencia simbólic a, implícita en el lenguaj e e practic as estereotipadas normalizadas y naturalizadas. Estas fórmulas_
inculcada en los individuos ( varones o muj eres) adq uiere su may o r fuerza fl exibles h asta ci erto punto y que generan sus propios mecanismo de au­
en el ámbito creencia!. Es decir, en e l sistema de creencias que un indi­ to regulaci� y abs or ión de la críti ca - tie ne n a galvanizar alg unos rasg os
� �
viduo sostien e, defiende, actúa ...; y que van desde la co nfiguración de la car cten ticas foncionales al si stema de p oder que los g eneró. En tanto
� � �
preferencia estética o del gusto, la hasta la motiv ación de sus actos y su srmplificaci nes �e rasgofijo de fos m odos en q ue op eran varones y muje ­

consiguie nte j ustificación argume ntativ a . S e gún su sistema de creen cias, re s, no - admiten m favorecen cambios n od al es, po do que funcionan como
a prue b a , aísla, se gre ga, recluy e , ge nera m arginalidades, divide, condena ,
" rsets m d lando a l os individuos, en el sentido en que Foucault enten-
�� " � �
elab ora caden as c ausales y hasta mata . En efe cto , la vi o le ncia lle v ada a un dio ue l o hacian l s ideales del alma qua la prisión del cuerpo ( invirtien do
� �
extrem o mata y la vio le ncia extrema co ntra las muj eres mata muj eres, di­ l os di chos de Fedon, 63ª / 67e). El c onj unto de esos "ideales" co nform a
rectamente y en m edida en que j ustific a , le gitim a , naturaliza , minimiza o el cuantum de mandatos implícitos so cialme nte instituidos y naturaliza­
invisibiliza la violencia física . C omo todo sistema de dominación, bas ado dos. La vi ole ncia d el l enguaj e no se refiere sol amente a expresi on es más 0
e n la fuerza ,.las armas o el dinero, la dimensión simbólica de la violencia, men�s t��iales en términos d e ridiculizaciones, insultos, chistes, bromas,
que se pone de manifiesto en muchos discursos, la obtiene la adhesión e tc. md viduales, dirigidas a esta o a aquella muj er en p articular. Por el

voluntaria de las dominadas : "es que me quiere y se preocupa por mí". En c ntrano ; s tr ata de un nivel insti tuy e nte ; es decir, implica un a dime n­
:
_�
eso radic a precis amente su eficacia : legitima las con dicio nes pre vias a la s10n val orativa, hipercodifi cada, n aturalizada y forcluida, com o modo d e
violencia par a q ue esta n o se perciba como tal. constituir "l o o bvio� l o que n o se cues tio na , l o q ue se acepta sin más.
Por eso e s preciso subray ar una y otra ve z que toda violencia simbó­
lica resuelve sie mpre su eficacia en violenciafísica, porque los individuos d- Reincluyendo el ''tercero excluido"
actúan dramáticamente un orden simbólico le gitimado pre-dado, apro­ Diferentes p osicion s teóric as - entre o tras, l
: a de Linda Nich olson, por
piándoselo resigni.ficativamente en términos de conductas más o menos un lado, y la de Judi th Butler o B eatriz Preciado
, por otro- denuncia n
discriminatorias, más o menos tolerantes, más o menos crític as, más o me ­ que forma parte de l a violencia simbólica divi
dir exhaustiv a y excluy e n-
nos sexistas, generan do la ilusión de la normalidad. Si aún una lengua su-
58 - Violencias cotidianas María hisa Femenías 59

temente a los seres humanos en dos sexos y solamente en dos.45 Se trata teoría de género y, por otro, el umbral de la sensibilidad de la ine quidad y
-sostie nen- de un presupuesto metafísico, acríticamente aceptado que es­ de la exclusión en general, ente ndidas como formas de violencia. La deses­
tructura nuestra visión del mundo, nuestras acciones, nuestros cuerpos y tabilización d e conceptos y de relaciones causales pretende ser subversiva
nuestras me ntes e n los términos duales: varón/ mujer. Distinguir binaria­ en la medida e n que intenta cambi ar el orden patriarcal considerado natu­
mente los sexos implica hacer sexos binarios por sobre una exte nsa varia­ ral, objetivo, neutro, etc. La práctica de la desestabilización de conceptos
bilidad que se e ncubre bajo el presupuesto (científicamente legitimado) de tiende a extrapolar l as capacidades de "ver� a de safiar las convenciones de
normal/ anormal: se trata de otro modo de violencia de género. Uno de la sociedad y a exigir nuevas posibilidades y espacios para l as mujeres. No
los caminos de salida posibles lo ofr ece la misma trama discursiva. Traba­ se trata, según Lopes Lauro de un contraconociiniento. Por el contrario, se
jos recientes deudores de la filosofía de Judith Butler, propone n desvelar trata de la producción de lo nuevo, que surge a partir de la no inteligibi­
las redes de relaciones simbólicas naturalizadas que configuran opresión lidad de la sociedad patriarcal presa de sus propias contradicciones. Por
en el sentido mencionado. Propon en favor e cer la utilización de conjun­ tanto, para Lopes Lauro, las mujeres deb en enfrentar. con su propia capa­
tos de categorías y de e nunciados que signifiquen inestablemente, en tanto cidad de poner e n cuestión los estere otipos de ver, conocer y dar sentido.
marcos de inscripción para los "nuevos sujetos". Deben apelar a su imaginación para profundizar las brechas del orden
En Brasil, por ejemplo, Guacira Lopes Lauro sostie ne que "una de las actual, con el objetivo de una mayor democratización, inclusión y detec­
condiciones de lo intolerable es que, para la mayoría, sea lo normal� ha­ ción de la viol encia en la sociedad, haciendo sentidos nuevos con su fuerza
ciéndose eco de esa versión coercitiva de "normalidad" que se invisibiliza crítica. Para Lopes La uro, este proceso de intervenciones, transfiguracio­
po; naturalización.46 La inaceptabilidad de esa normalidad se manifiesta nes, reacomodaciones e invenciones muestra, por desestabilización de los
e n div ersos campos y nive le s y ge nera desorden e n e l orden (patriarcal) im­ vi ejos conc�ptos, las .fisuras simbólicas de la violencia. Sobre todo, en tan­
perante. Para Lopes Lauro, examinar críticame nte las formas habituales to exhibe 1� junturas que atan e invisibilizan la violencia como un rasgo
de convivir y de diseñar modos posible s de intervención a fin de perturbar básico del sentido común y de la vida cotidiana de la socie dad, entendién­
o alterar de algún modo lo normal del estado de cosas es la forma de mani­ dola como inevitabl e. Se trata de cuerpos (vidas ) autoviolentados, en los
festar y visibilizar lo "intolerable" y de denunciar viole ncia. En tal sentido, que se produce una forma de desterritorialización de sí. Sólo haciéndose
la desestabilización de algunos conceptos -como sexo, raza, etnia- de los cargo d e esa situación extrema, l as mujere s pue den construir autonomía;
modos de e nte nder cómo se construyen las posiciones de sujeto que sub­ es decir, su agencia plena.
yacen a los regímenes normales de producción del saber, de la organiza­ Porque, por lo general, la autonomía que ejercen las mujeres está atra­
ción social, de las prácticas cotidianas, del e jercicio del poder, favorece el vesada por el autocontrol, la desconfianza y la inseguridad, siempre a la
propósito político del movimie nto de muje re s en la medida e n que rompe e spera sistemática de un gesto autorizado que aprueb e sus haceres y, en
las junturas (consideradas) naturales de la compre nsión de lo cotidiano. consecuencia, a sí mismas. Ese gesto de aprobación está encarnado, por
Buen ejemplo de ello es -añade- la deslegitimación de pares tales la figura real o simbólica d e un varón: el padre, el marido, el confesor,
como mujer / maternidad; cuidado / intuición; destino/ deber, e tc. Esa etc. Sea como fu ere, sólo una vez socavados los estereotipos de control­
e strate gia permite expandir, por un lado, las pote ncialidades teóricas de la aprobación, se abre una zona d e indecibilidad e n la que cada cual tiene
que resolver(se), decidir, enfrentar, ejecutar, defender; es decir, construir
45 Cf Nicholson, 1992; Butler, 1990, Preciado, 2002. su agencia ejerciéndola.
46 Cf Lopes Louro, 2004, pp. 55-73.
60 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 61

e- Violencia, ¿estás ahí? he chos, hemos trazado -en continuidad con cierto
s trabajos anteriore s­
Sin embargo, liberales y marxistas sostienen que e l nive l de l lenguaje y su algunas líne as comprensivas del problema para dar
cuenta de que sólo so ­
valor simbólico no son suficientes para explicar la violencia. Por eje mplo lemos avistar la punta del iceberg.
Nancy Fraser (1989) discute que los sujetos hablante s sólo pue dan repro­ Si el universalismo y el igualitarismo son criterio
s consistentes a la
ducir e l orde n simbólico existente , lo que implicaría una suerte de deter­ hora de reivindicar los Dere chos de las mujeres y
de asegurar su autono ­
minismo lingüístico (nivel simbólico incluido) al que se opon e. Prime ro, mía y su calidad de ciu dadanas plenas, no podemo
s ingenuamente supo -
porque la misma.ambigüe dad de l lenguaje y la arbitrariedad de los signos ner que d� su valor simbólico y legitimad_or se sigu
e su cumplimiento re al
y los símbolos hacen imposible pensar un cierre de terminista. Segundo Y efe ctivo. D e ahí que hayamos puesto ei acento
�n niveles subterráneos·
porque el ser humano es algo más que lo que se le inculca y sus modos de de violencia que con frecuencia pasan inadvertid
os. Esto re sponde a un
procesar, incorporar y aceptar o no los modos de la hegemonía cultural -sea doble interés: Por un lado, porque ciertos conjun
tos poblacionales no sa­
cual fuere - siempre son cuestionados. Por eso, Fraser ( 1991) discut e tam­ ben, no pueden o, simplemente, no identifican
la vi9lencia que pade cen
bién que las únicas innovacion es sean las que se sostienen exclusivamente como tal. Por otro, porque el valor de la educació
n y del re cono cimiento
sobre prácticas transgresoras. no de be sub estimarse.
En efe cto, llevada a su extre mo, la práctica transgresora (o desestabi­ Según venimos diciendo hasta ahora, nos intere
sa cerrar este trabajo
lizadora), en tanto pluralidad indefinida de puntos de fuga y creadora de incorporando tres conceptos que entendemos que
son solidarios y clave
un espacio de indeterminación de variabilidad considerable, podría llegar que acuñamos para la comprensión de las posiciones
e xploradas, y que
a impedir la comunicación misma y hasta todo parámetro de referencia. apuntan a los modos en que se (in)visibiliza y/ o se
percibe y denuncia la
Fraser entiende que las identidades sociales son construcciones discursi­ violencia:
vas, comple jas y cambiantes pero que no se agotan ni en la constitución de
los sujetos ni en la de terminación sin más de las prácticas. Como Young, 1) �ensibilidad ante cualquier tipo de violencia: a)
_ en el lenguaje
sostiene que hay bases materiales que tomar en cuenta y que implican no (insultos, gntos, falacias, amenazas, en sus múltiples
modalidades,
sólo niveles simbólicos sino e l no abandono de los viejos principios de la e tc.); b) negación/ ocultamiento
de información sobre l os DDHH
justicia distributiva. Por eso, propone, desde una perspe ctiva pragmática, de las mujeres (y de los individuos en general). Aún
cuando no se
reconocer y valorar e l potencial emancipatorio de la práctica cotidiana, los pudiera e ventualmente ejercer mate rialmente,
las muj eres (y
incluida la reformulación de l lenguaje, siempre colectiva, y la denuncia de todo humano) deben saber que existen porque esto
l as obliga a
los espacios de discriminación/ invisibilización e ine quidad. pensar sobre los impe dimentos de su cumplimient
o y a pensarse
como sujeto de D ere chos, lo que re dunda en autoco
nocimiento,
5) Un cierre provisorio autoestima, t oma informada de de dsiones, estru
cturación de
Hemos señalado que uno de los problemas más agudos de nuestras socie­ la personalidad, etc.; c) física (golpes, empujon es,
tratamientos
dades actuale s es el de la violencia, tanto en términos de violencia física cruentos e inne ce sarios, etc.); d) material-laboral (meno
r salario, más
cuanto de violencia moral, psicológica, material o simbólica. Entre sus carga de resp onsabilidades, más exigencia, menor reco
nocimiento
múltiples formas destacamos la que se ejerce institucionalmente contra s ocial_ de necesidades, etc.). Y una larga lista que se hac
e imp osible
las muje res en general y contra los grupos de opción sexual minoritaria e xplicitar. Es tarea obligatoria d el Estad
o sensibilizar a las muj eres e n
en particular. En tanto que el le nguaj e es sustrato simbólico de sujetos y
62 Violencias cotidianas María LJlisa Femenías 63

ralización de la agresividad, de legitimación impl


particular y a la sociedad en general respecto de estos y otros modos ícita de las estructuras
de domm · ac10n
· , , que se internalizan inconscientemente en
de violencia promoviendo su desnaturalización y su visibilidad. la socia
- lizac1o
·,n
en la subo d·mac1·,on. S1. las contrastáramos sistemát
2) Umbral remite a niveles de tolerancia a la violencia. Se trata del � icam ente con la varia-
ble sexo-genero, se iluminarían muchos reductos
cuantum de violencia que una sociedad o un individuo toleran . de viole ncia no expl'i-
c1ta.
. A'un as1, , e1 sostenido avance en el reconocimiento, la denunc1a ·
como "normal". En sociedades que, como la nuestra, han padecido · . . y la
pun 1c10n
· ' de la v10lenc1a contra las mujeres permite alent
largos años de violencia de Estado, los umbrales de tolerancia suelen . . ar un moderado ·
optrm1smo; su capacidad de agenciación y de lucha
ser muy altos, por naturalización de la violencia; demasiado altos. largamente sostenida'
lo refuerza.
Asimismo, muchas son las circunstancias que llevan a las mujeres
a tolerar altos grados de violencia;· pero cuanto más intolerable
se les haga, tanto más contribuirán a cambiar ellas mismas y a
buscar soluciones o vías de salida de esas situaciones, individuales
y estructurales, exigiendo cumplimiento de sus Derechos y reforma
de los aspectos violentos de las instituciones.
3) Urgencia se refiere a cuándo y cómo se producen los cambios
estructurales, institucionales y / o simbólicos. Ni en lo social
ni en lo individual el poder de cambio es inmediato y conjunto.
Lleva tiempo, y la resignificación de quienes quieren desvelar los
andariveles por los que circula la violencia confrontan con los
modelos estereotipados que la ratifican cotidianamente de un
modo u otro. Por tanto, se suele consciente o inconscientemente
priorizar unos cambios y posponer otros en virtud de su urgencia,
sea para una sociedad; sea para una persona dada.
Porque toda violencia (física, moral, simbólica, etc.) está delimitada por
la cultura, la estructura social, la base cultural y religiosa de sus miembros,
es que queda (o no) buena parte de ella sumergida en la invisibilidad y / o
justificada de alguna manera. Las estrategias de su visibilización apuntan
siempre a diversos niveles de acción individual y conjunta, en virtud de
la urgencia de las situaciones, su intolerabilidad y, ciertamente, gracias a
niveles en aumento de sensibilización.
Ahora bien, hay aún zonas de opacidad a la violencia, donde la Ley
no llega, llega tarde o no existe. Además, como bien señala Young, los De­
rechos que se reconocen habitualmente están fuertemente ma�cados por
la impronta liberal. Por otro, las instituciones mantienen sitios de natu-
Violencia de sexo-género:
el espesor de la trama

L
1) Segregación, discriminación y violencia
os DDHH de las mujeres, según algunos autores, pertenecen :-al
igual que el derecho a la paz, al rriedio ambiente, a la jú.stic1.a: ·);..¡ª
identidad cultural- a la tercerageneración de Derechos Humanos.47
Aparentemente, estos derechos -que, en principio, se sancionan y se re­
conocen como fundamentales en los países occidentales- han resultado,
aún con todas las complejidades del caso, más fácilmente enunciables que
aplicables y explicables. En efecto, en un mundo de por sí violento, la vio­
lencia de género y la violencia contra las mujeres se produce mediante una
compleja trama de mecanismos de diverso orden que se potencian entre sí
y que es preciso desarticular.48.
Desde las formas más habituales de violencia doméstica hasta las más
complejas invisibilizaciones, complacencias y exclusiones, los modos en
que se ha igo tejiendo el entramado ideológico de la segregación, la des­
igualdad, la opresión, la violencia física y psicológica y el silencio -como
un producto tanto individual como estructural- han sido interpretados y
legitimados desde una pluralidad de puntos de mira.
Históricamente, las más diversas formas de violencia y segregación se
vieron fundadas en alguna caracterí�tica considerada natural e inferiori­
zante, el sexo (donde el femenino soporta la marca), el color de la piel, el
lugar de nacimiento, la religión, la opción sexual minoritaria, etc., marcas
que se han potenciado de diverso modo. Respecto del sexo-género, si bien
el feminismo ha denunciado desde hace muchos años violencia y discri­
minación, sólo desde tiempos relativamente recientes los organismos de
DDHH se han hecho eco de tal denuncia y, en consecuencia, han promo­
vido su investigación, visibilización y algunos paliativos. .,.

47 Artículo publicado en Laurenzo etallii, 2008, pp. 61-88 y reeditado en Laurenzo et


alii, 2009, pp. 41-64.
48 Reelaboración de Femenías 2003 y 2006.
66 Violencias cotidianas María Luisa Femenías
67

A partir de este marco general, nos interesa sentar algunas distincio­ leyes que eliminen la segregación? Asim
· ismo' -;no ti ene obligaci"on' de ges-
nes. En primer término, tomaremos prestada de Hannah Arendt la distin­ t��nar P lítlca · s p ,
ub .
lica s q ue favore zcan la eq uidad de trato y
� la integra-
ción entre segregación y discriminación.49 En 1958, en vinculación con c10n social? ¿No debe esto ser así tam
bién para la discriminación
en 1� a erenci. a sexo-género y su entrecruzamie
b�a d
los disturbios raciales de Little Rock, Arendt distinguió un nivel político nto con la etnia?
(formal) del problema, que relacionó a leyes seg regacionistas (leyes ad hoc La CEDAW ha definido la"discrimina
., ción� en sentido amplio, corno
t;oda ¿ .· cion,
istin exc1,.,usión o r estricción basada en el s exo que
inequitativas), y un nivel social (fundado en la libre asociación en térmi­ tenga por objeto
nos de prefer enci a personal de agrupamiento) o el pro ble ma de la exclu­
oPº: r esultado menoscabar o anular el r
econocimi ento, goce o ejercici
mu�e:' de los 1er chos humanos y las liber o por la
sión, del racismo o del sexismo como discru:ninadón . D e acuerdo con esta � tad esfundamentales en las esfer
· distinción, romper co n la seg regación implica suprimir o abolir leyes san­ politzca e onomica, soci_al, cultural y civi as
: � l o en cualquier otra esfera. s1 Como
cionadas a tal efecto. Buen ejemplo.de ello son las leyes que impedían los no se dist gue entre segregación y disc
� riminación se mezclan cuestiones
derechos civiles a las poblaciones de color en EEUU o Sudáfrica, o las que de 0_ rden J urídi o, psicológico, económ
� ico, etc. Esto sin duda desemboca
en erra confusión de nive
negaban derechos de ciudadanía a las mujeres en tantos países hasta por �� les de acción y, en consecu�ncia, de inst
tacion de políticas públicas. Con tod rumen­
lo menos mediados del siglo XX. Por su parte, la discriminación, en tanto o, rescatamos que la definición q ue
que social, se funda para A rendt en lo que se esgrime como el derecho a nos ocupa pone el acento en la univer
salidad, la igualdad, la ·JUstici
· a y· la
eqm.dad. Por tanto, la pr
la li bre asociación de los individuos. Es decir, nadie debe ser obligado a e
�ta en pi e es ¿cómo se puede hacer para que
asociarse a aq uél grupo, partido u organización, si no desea hacerlo. Esto to�as y cada a de las IDUJ eres goce e
� l ejercicio del reconocimiento y de
ti ene como contr apartida, lo q ue Susan Moller Okin denominó la "libre la hbert�d mas all de su enunciación? ¿Có
� mo visibilizar y revertir los di­
desasociación" (o el derecho a irse (to exit) de un grupo. 50 Tanto la se­ versos mveles de v10lencia q ue s u no cum
, plimi ento implica?
gregación (formal-legal) como la discr iminación (social) pueden implicar
formas de violencia, aunque lo sean en diferente sentido y nivel. 2) Primera aproximación a la noción de
violencia
S abemos que en los países considerados Occidentales, aún actual­ Es sabido que la noción de "violencia"
significa "forzami ento" o "·mtrm·i- ·
mente existen casos de segregación, aunque en menor medida que de d_acio· , n" En esa línea, la convención de B
: elém do Pará (Brasil) de
v10l�ncia contra las mujeres como cualq fin e la
discriminación, la que está mucho más extendida. Un Estado es sin duda uier acción O conducta, bas
ada en
responsable de sus leyes segregacionistas. Paralelamente, si bien es cier to su gen �ro, que cause muerte, daño o sufrim
ientofisico, sexual O psicológico a
que nadie puede ser obligado a (des)asociarse a grupo alguno, también la mu1er, t nto en el á bito público como e
� n el privado. si Si bien originaria­
�ente se vmcula la v10lencia a la fu erza física, r ecientemente, debemos a
r_n
es cierto q ue la discriminación adqu ier e múltiples fo rmas, algunas más o

menos encubiertas. Esto obliga a, por lo menos, dos niveles diferentes de Pierre Bo urdi eu la distinción entre viol
. enci a srm·bo'lica y física· . B
entiende P º:
ourd"ieu
análisis. En principio, mientras que el primer caso es obvio y se revierte ��iolenci� s��ólica" la que extorsiona, generando unasfor-
suprimiendo, eliminando o enmendando la legislación vigente ; en el se­ mas d� sumiszon que nz siquiera s e percib e
n como tales, y que s e apoya en
gundo, la trama social misma es la que mantiene, sosti ene y re produce la creencias totalmen te inculcadás. 53 La form
a por antonomasia de la
violen-
discriminación. Pero, ¿acaso un Estado no es responsable de instrumentar
51 Argibay, 2,007: 22.
49 Arendt, 1957: 97 y ss. 52 Argibay, 2007: 23.
SO Moller Okin, 2002; Arendt, 1957: 101. 53 Bourdieu, 1994: 188.

1:
';
¡11;
lil 1
68' Violencias cotidianas María hi.ra Femenía.r 69

cia simbólica es la sumi si ón femenina a la dominac i ón masculina, de la s !�bó �i :a tiene una efica�ia �ue supera�� mucho la vi ol enci a político-po­
1
_
cual -advierte- puede decirse sin contradicción que es a la vez espontánea y licial-física, que accua ba10 ciertas condiciones previamente legitimadas .
"producto de una extorsión". El nivel simbólico será, pues, nuestro primer La creación de estereotipos de género ah istóricos y de generalización
tema de anális is. excesi va que se aplican s in dar l ugar a la manifestación de caracteres in­
Partimos de la afirmac ión de que el poder simbólico "construye mun­ di viduales, puede encenderse como formas de violencia simbólica. Son
do"; es decir, literalmente impone un orden a la realidad (en sentido tri­ fórmulas rígidas que impiden la mostración de los cambios, galv aniz ando
vial). De modo que denominamos "v iolencia simbólica'' a la que impo­ o solidificando algún rasgo o característicafuncional al sistema de poder
ne un orden bajo el supuesto de que es único, irreversible, inmodificable, que los generó. Constituyen, en buena medida, la base material de los
incuestionable y eterno. En otras palabras, es una estrategia fundante de chiste s, las bromas y, a otro ni vel, d e las persecuci ones. Son simplificacio­
imposición simbólica de formas o de categorías únicas, legitimadas por y nes de rasgo.fi.jo, que ni se modific an ni admiten cambios, y que funcion an
conv enientes a un cierto grupo o s istema (en este caso el patriarcal) que a la manera de "camisas de fuerza" sobre los individuos.
borra toda huella de alternativas posibles o que las presenta como ética­ La est ereoti pia de género d e rasgo fijo n iega, por un lado, las sim i­
mente inaceptables o científicamente erróneas. litud es entre mujeres y varones y, por el otro, destaca la polaridad des­
La violencia simbólica adquiere su mayor fuerza en ·el ámbito creen­ conociendo diferen cias en el interior mismo de cada colectivo genérico.
ci a!; es d ecir, en el si stema de creencias de un ind i v i duo (varón o mujer) Según algunas autoras, esta escisión puede vincularse con mecan ismos
y muchas veces configura además su gusto (dimens ión estética). Su for­ de defensa, ampliamente estudiados por Melanie Klein: la escisión es un
ma más pregn ante es la ideológica (y el patriarcado, como lo ha señalado mecanismo primitivo que nos remite a una lógica infantil de oposiciones di­
Amorós, es una ideología); ya sea que esté implícita en los usos del lengua­ cotómicas dualistas, al modo de "los buenos y los malós".s4 Ese mecanismo
je o que se la mani pule explícitamente. Como consecuencia, la violencia permi te categorizar u ordenar el mundo de una manera accesi ble, clara,
simbólica aísla, segrega, recluye, genera marginalidades, divide, condena, s in fisuras o matices; simpl emente reduccionista. La persistencia de esa
elabora cadenas causales y hasta aniquila o extermina, si no directa al me­ lógica de oposiciones binarias se prolonga en otras dicotomías bien cono­
nos indirectamente, en tanto justifica o legitima argumentativamente cidas como acti vo-pasivo, racionali dad-emotivi dad, proveedor-asi stida,
otras formas de violencia incluyendo la física. Todo sistema de domina­ fuerce-vulnerable, gener ando estereotipos que ponen a las mujeres del
ción -y el patriarcado no e s una excepción- inclu ye violencia simbólica lado menos favorecido a l;,i. vez que socavan las posibilidades de desarrollo
desconfirm ando, descalificando, negando, inv is ibilizando, fragmentali- personal y social de todas las personas involucradas.
. zando o utilizando arbitrariamente el poder sobre otro/as.
Como sostiene en Méditations pascaliennes el m ismo Bourdieu, la 3) Segunda aproximación a la violencia
dominación, incluso cuando se asienta en la pura fuerza, la de las armas El lengullje como clausura: la violencia simbólica y sus grietas
o la del dinero, tiene siempre una dimensión simbólica perceptible en los En L 'Archélogie du savoir, como ya se dijo, Michel Foucault entiende el
di scursos de legitimación a través de los cuales los dominadores intent an "discurso" (discourse) como el conjunto de enunciados queJfrovienen de un
obtener la adhesión voluntaria de los dominados. De modo que el poder mismo sistema deformación; así se podría hablar de discurso clínico, eco-
simbólico constituye el mundo al enunciarlo y actúa sobre él al instituir
una cierta representaci ón de ese mundo. Dicho de otro modo, la violencia
54 Rodríguez-Durán, 2006: 147-161.
70 Violencias cotidianas
María Litisa Femenías 71

nómico, histórico, psiquiátrico, etc. Por su parte, la noción de "formación lingüístico deben entenderse como un nftqo de la presencia generalizada del
6
discursiva" supone un conjunto de reglas anónimas, históricas, siempre sexismo en la cultura.s

determinadas en el tiempo y en el espac io, que definen una época dada Y Forma parte de ese conjunto de supuestos di vidir a los seres humanos
un área social o econ ómica. Lo importante es que esa formación discursi­ en dos géneros históricamente jerarquizados, con consecuencias p ara las

va constituye - en tanto nivel s imbólico per se- las condiciones del qercicio mujeres por todos conocidas, tanto en lo cotidiano, los DDHH como en
de lafunción enunciativa, donde la materialidad es una de sus hipótesis las afirmaciones científicas. Incluso, muchas maniobras de exclusión sue­
explicativas. As í, lasposibilidades de reinscripción y de transcripción, de l s len quedar invisibilizadas al soldarse en un lenguaje hipercodificado un

· límitesy las condiciones, de los otros enunciados que coexisten con él determi­ modo natural de ver; queforcluye la estrategia original de exclusión como
nan la materialidad de un enunciado. Es fácil entender que esaformación construcción histórica. En otras palabr as, la hipercodificaci ón l os vuelve

constituye una suerte de presupuesto de tipo metafísico que hace las veces invisibles por sobresaturación. De este modo, la adjudicación de esencias
de sustrato teórico-conceptual o punto de partida ineludible de los me­ tanto como las naturalizaciones hacen invisible el proc:eso histórico que les

canismos subsigu ientes de exclusión. C on todo, es preciso subrayar que dio origen, generándose una falsa ahistoricidad. Un conjunto de supues­
la invisibilizaci ón de las mujeres, su exc lusión o su disc riminación (cua­ tos metafísicos acríticamente instituidos por tradición funda , en muchos

lesquiera sea su definición) no opera (ni actual ni históricamente) de la casos, usos analógicos y metafóricos, que una vez lexic aliz ados estructuran

misma manera en que lo hacen otros mec anismos de exclusión, si bien se nuestra visión del mundo y, en consecuencia, nuestras acciones.s7 Por que,
modeliza en e l a priori simbólico mencionado. no hay discontinuidad entre el decir y el hacer rutinar10 o, más técnica­
De acuerdo con lo dicho, queda c laro que la violencia simbólica, que mente, porque en un lenguaje performativo decir es hacer.
se ejerc e desde el lenguaje, no se refiere a exp resiones más o menos triviales Claros ejemplos de violencia simbólica son· las transcripciones
como rid iculizaciones individuales, dirigidas a esta o a aquella p ersona en a lenguaj e legal de los relatos de las mujeres víctimas de violencia física

. particular. Por el con trario, nos refer imos a expresiones que instituyen una (muchas veces denominada doméstica), donde en la mayoría de los ca­
norma; es decir una dimensión valorativa, hipercodificada, naturalizada Y sos se "pierden datos" o se "distorsionan descripciones': Los u sos mismos

forclu ida que constituye "lo obvio", lo que no se cuestiona , lo que se acep­ del lenguaje cotidi ano y técnico -que ignoran a las mujeres como sujetos
ta sin más.ss Estos son los mo dos propios de los estereotip os sexuales y narrativos- carecen de las formas apropiadas para recoger, transcribir o
raciales (0 de una co mbinac ión de ambos), que en su fundonalidad se for­ represent ar sus desc ripciones. Un dato adicional es que, p or lo gener al

tifican . Afirmacione s del tipo "Todas las muj ere s (n egros, homosexuales, sólo se tienen en cuenta los modos masculinos -en t érminos de modos

ju díos, indios , etc.) son... p ", donde "p " ocupa el lugar de cualquier predi­ normativos- de reconocimiento, de entender la sexualidad, de ejercer la
cado agraviante o discr iminatorio, se oyen c otidianamente. Y discriminan ofensa sexual, de reconocer grados de brutalidad, etc. Las formas mismas

por que, de un enunc ia do un iversal, se sigue que para cada caso singular del lenguaje invisibilizan un conjunto importante de "datos" que "pasan
es e predicado se cumple necesariamente, s alvo excepción a la norma; es desapercibidos". Por lo general, aún las transcripciones mejor in tenciona-
decir, salvo anormalidad o excepc ión. Por supuesto, tales casos de sexismo das son sesgadas. ,.

56 Suardíaz, 2002: 143.


SS Ver notas 4 y 45, ut sup ra. 57 Bachetalii, 1994: 184-193.
María hisa Femenías 73
72 Violencias cotidianas

de sentido de l humor qui en no se haga eco y s e ría de ciertos chistes. Sin­


Sin embargo, si bien a primera vista el lengua je en su nivel simbóli­
gularmente, los de i deolo gía patriarcal - tal como los racistas- no re cono­
co puede parecer un espac io de clausura, debemos tener en cuenta que la
cen fronteras ni idiomas, r ecorren el mundo y se mue ven con comodidad
am bigüedad misma intrínseca al lenguaje abre brechas, mo strando que

una inscripción nunca es co mpleta, acabada o clausurada. La misma la­ �n �o�os los �hit os y clases sociales; constituyen modos ideológicos de
bilidad del lengua je o frece intersticios por donde filtrar otros puntos de �cid 1r �n la rmagen q ue la mujer intro yecta de sí misma , y por ende in­
siden d ectamente en su sist ema de creencias y en su identidad personal.
mira, basados en la resignificac ión conce ptual. Esa ambigüedad habilita �
Esos chistes -tal como los insultos- sup onen un ejercicio de dominación
a hac e r cosa s con pa labras (p o r usa r el título de la o bra de Jo hn Austin),
un uso excesivo y arbitrario del p oder con la intención de sancionar ei
ro mpie n do los mismos estereotip o s q ue contribuyó a ge nerar; e s decir,
trasp aso de un límite simbólico instituido. En otros términos, censuran el
desmontándo los para a brir espacios nuevo s de co mpre nsión.
a bandono de un "lugar" c onsiderado par a las muj er es propio, ade cuado,

co r e to o natural. U buen ej emplo de lo que estamo.s dicie ndo es que es­


Inte rpelación y h ete ro d esignación : : �
tadisticamente las muJeres te_ngan menos accidentes automovilísticos que
Consideremos un ejemplo. Un transeúnte oye gritar a sus espaldas: Eh, .
los var on es y, sm e mbargo, en muchas circunstancias, al verlas la volante,
usser est e e jemplo que nos
tú, n egro !y se da vuelta . D e be mos a Louis Alth
muchos varones las mand en a "fregar a la cocina"; es decir, a su lugar na­
hace reparar en la capacidad interpelativa del lenguaje y su po d e r p erfor-
· mativo.58 En efecto, la respuesta del transeúnte (darse vuelta) se produce
tural..

l insulto marca un límite explíci to, que señala el lugar de una trans­
gracias a una apelación pre via a la autoridad -según Alt husser, la autori­ -�
gresion y asume la d imensión específica de un estereotipo normativizado.
ne no sólo que tuvo lugar la
dad del Estado - donde la respuesta presupo
bién Insultar es una de las primeras formas de daño lingüístico explí cito que
inculcación Tu = n egro en la conciencia de ese individuo, sino tam aprendemos. Sin emba rgo , no son las meras palabras las que hi er en . el
,
que se trata de una o peración normativamente regulada. Análogamente verdadero insulto tie ne que ver con el modo, el én fasis O la entonación ;on
m j r han
· podemos pe nsa r en que si históricamente las apelac iones a las u e es
q�e se emiten ciertas palabras, más que con las palabras mismas . Es decir
sido del tipo: Eh, ·tú,fregona/diosa/niñafrívola/inconsci ente/vuln
e ra­
c ierto nombre injurioso desacred ita y degrada a par tir del énfasis físic�
bl e/incapaz/quejosa/loca, etc., es de supo ner que la eficacia inte rpelativ
a
con q e se emi ten tales pala bras : punto en el que lo simbólico y lo físico
y el poder performativo de esos discursos ha tenido algún efecto. A �
esta
se conJ�an en tanto responden a un sitio histórico designado y asumido
forma de violencia simbólica la denominamos poder hete ro d esignativo
d el
convenc on�ent Pero -como subra yaJudith B utler- ese l ocus se pue­
jo m - � ::
_le nguaje. Y en la mayoría de los casos se intro yecta (por comp le s eca
de const1 1r tambien en el lu ar del gi.r o trópico ; es decir, el punto en el
a jo )
nismos de asignación y aceptación de roles, que escapan a este trab � _ g
que es posible que el signo del insulto se resignifique y se invie rta.s9
ese luga r co mo natural - en términos de "Yo s
oy "eso" que me dicen que
E n síntes�s, �n lengua je sexualmente neutro es ilusorio porque los es­
soy" - lo que resulta singularmente difícil de de
smontar. .
pac10s de s�m10sis se construyen en espacios de poder y el poder histórica­
Existen además otr as formas paradigmáticas de apelación discrimi­ mente ha sido (es) mas culino. En consecuen cia, se nos impone al menos
ste . Las bromas d eb en re ­
nato ria, por e je mplo, como dijimos antes, el chi
una doble tarea: a) examinar y visibilizar -a fin de resignificarlas- l as for­
o insultantes o discri­
cibirse complaciente me nte; n o se las de be ver co m
mas encubiertas de violencia simból ica cuya gama es extensa y matizada;
minatorias, salvo -claro - por quien las padece. A o jos de todos, carecerá
59 Femenías, 2003b: 131-132.
58 Altlmsser, 1970: 43 y ss.
María Luisa Femenías 75
74 Violencias cotidianas

problema de que el deseo siempre -como el sujeto para Luce Irigaray- ha


b) estar alertas y promover la sensibilización entorno a ci, e.rtos usos del
sido masculino . E n síntesis , desde Plató n a L ac an, pasando por Freud, el
lenguaje, si es que no queremos formar parte de una mayona mgenuamen-
tema del deseo ocultó su dimensión política : es decir, la división sexual
te discriminatoria .
del deseo y del goce, como imposición del imaginario masculino y hete ­
rosexual. E n principio, si esto fuera así, habrí a mucho que recorrer antes
Deseo de ley y eficacia simbólica . ., de que las mujeres pudieran incorporar como uno de sus DDHH un goce
Volvamos a nuestro primer apartado. Cuando retomamos la defimc1on
que, al menos en Lacan, sólo tiene lugar a partir de una exclusión origina ­
de "discriminación" de la CEDAW, transcribimos "anular o men� scabar
de ria instituida por el lenguaje nacido del orden simbólico del padre o Ley
e1 goce" de las muJ· e res . El reconocimiento de las mu je res co mo suJ etos
' · del Padre, q ue rompe el vínculo originario madre-hijo.
" oce" nos lleva a otra dimensión de la inculcación de la 1ey, en term1�? s
o . Históricamen e, la re�ac10
En palabras de Rolando Casale, en el punto de partida de l a teorí a de
cfel lugar natural de las mujeres como- pasiv _ � � Lacan hay una exclusión y una inferiorización de lo femenino, que B utler
de las mujeres con el goce ha sido complep y tormo��- Podna m� s s�ntetl
señala con agude za . ¿Por qué situar como punto de p�rtida de la historia
zar esta preocupación con la siguiente pregunta ¿que �portanc1a nene la
del sujeto una escena en donde justamente lofemenino simbolizado por la
distinción sexo-gé nero en el establecimiento de los obJ etos de deseo ? O,
madre queda excluido e inferiorizado inaugurando así la posibilidad de la
aún mejor, ¿qu é papel cumple el lenguaj e en el deseo y su goce?
heterosexualidad?'52 No es este el momento de profundizar el tema, baste
Al respecto, uno de los análisis más lúcidos que conozco es el de Ju­
s ólo indicar cómo h asta las afirmaciones de DDHH de las mujeres, uná­
dith Butler (1987), q uien se remonta a Platón a lo� efe�tos de rastrear
nimemente recon oc idas y aceptada s (el d ere cho al propio goce) generan
la noc ión de "deseo" en la filosofía de Occidente. Smtenzando much�,
co mplicaciones adic ional es que se instalan en el ord en de la violenci a sim­
Butler -siguiendo a Gilles Deleuze- intenta mostrar que no hay dese_o _s�n
bólica con elaras consecuencias vivenciales y di scursivas . Incluso sin que
lenguaje ; es decir, que el lenguaje es en sí mismo una suert� de cond1c1on
tampoco podamos entrar ahora con detalle en el tema -tambié n apun­
· de posibilidad del deseo.60 Esto no sign ifica que el lenguaJ e es un� ,mera
tado por B utler- de que todo deseo y goce son tematizados como natu­
fábrica de deseos ; por el contrario, sitúa al deseo fuera de la :ens1�n de
ralmente heterosexuales como marca de normalidad. Toda otra forma de
que exista previamente a la palabra o q ue la palabra lo de:ern�me, smo �
deseo y de goce consistentemente no masculino y heterosexual cae dentro
filo de la paradoja . Ni el deseo es producido por el l�nguaJ_e; m el lenguaJ e
de l a categorí a freudiana y trivial de "lo perverso':
es producido por el deseo : está justo en el filo con 1�tenc10 n ��p�radora .
_ El examen qµe acabamos de realizar puede parecer irrelevante o exce­
Butler induce a pensar el deseo y el lenguaJ e en una mterrelac1on irreduc­
sivo. Sin emb argo, nos lle va a qué se considera o no l egalment e una viola­
. tible, constante y continua , de modo tal que más bien puede hablarse de
una inter-determinación. ción . E n muchas legislaciones, debido al modelo patriarc al implí cito, sólo
el para digma masculino d e l a penetració n define una violació n . A sí, toda
E n el núcleo de su artículo "Des ire': Butler pretende dejar en claro
otra activida d sexual obligad a que no invol ucre penetr ació n vaginal (el
que, a lo largo de la filosofía, no ha existido n ingu a concepció� �,e deseo
� sexo oral, por eje mplo), en Argentina , l egalmente no implica violación .
que no esté marcada de manera explícita o implícita por la pos1c10 n mas ­
_ Con claridad, lo que para una mujer es una "viol ació n': no lo es para un
culina .61 Es decir, el pro blema de conceptualizar el deseo es, en realidad, el
varón n i para el paradigma q ue sustenta su estereotipo y su legalidad.
60 Deleuze, 1994: 59�65. 62 Casale, 2006: 67- 96.
61 Butler, 1995: 369-386.
76 Violencias cotidianas María L.uisa Femenías 77

En síntesis, con eficacia simbólica se ins tituyen, por un lado, l as tra­ compar tidas" nadie se ve libre de ell as, aunque se generan excepciones,
mas de la normalidad y de la anormalidad y, por otro, el par adigma mas­ afortun adamente en aumento, vincul adas precis amente a los concep tos
culino de identificación del deseo, del goce normal y de la violencia sexual. desestabilizados.
Esto es fácil de comprender sobre todo si -con Gilles Deleuze- acepta­ Nos interesa recordar especialmente que las conexiones necesarias que
mos que el lenguaje es -o sigue siendo, a pesar de l as resignificaciones nos ordenan el mundo se han construido en base a un conjunto de repre­
más recientes- falogocéntrico. Según,Judith Butler en su crítica a Jacques sentaciones estabilizad as. Ahora bien, gracias a la mencionada desestabi­
Lacan, no todo "deseo de ley" es equivalente a "deseo de ley del padre".63 lización de conceptos, se han visto favorecidos ciertos conjuntos de ideas
que conforman una reciente regi.ón en aumento de códigosfundamentales
Orden natural y conceptos desestabilizados de la cultura socialmente compartidos, y que se han plasmado en nuevas
En los parágrafos anteriores hemos mencionado repetidamente la noción legisl aciones al respec to. Es ta región de supuestos y subtextos de género se
"orden natural" o de "orden de la naturaleza". De hecho, apelar a "la na­ está organizando de algún modo diverso, según nive�es empírico-teóricos
turaleza" ha sido uno de los modos más impor tantes de legitimación de que se implican mutuamente. Si esto es así, es te nuevo orden ofrece otros
discriminación simbólica y real (sexista o r acista), a lo largo de la historia. tan tos nuevos des afíos, sobre los que será necesario trab aja r. En principio

Esa apelación a un orden que prefij a lugares nat urales par a varones y muje­ es auspicioso que se develen redes o grill as de relaciones simbólicas que,
res, blancos o negros, cris tianos, judíos o musulmanes debe deses tabilizar­ en buena medida, configuran la opresión simbólica y real de las mujeres,
se. Trabajar con conceptos desestabilizados (contra-normativizados) no a la vez que insti tuyen sus mecanismos de invisibilización. 65 Despejar esos

implica pre tender re-estabilizarlos en un nuevo modelo rígido y acrí tico. supuestos favorece discursos o conjuntos de enunciados que si ifican lo
gn
Por el contrario, implica trabajar con los conceptos desestabilizadamente inestable, l?s nuevos sujetos y sus derechos.
"'
y, en ese juego, abrir l a posibilidad de emergencia de nuevos sujetos.64 Si
hasta hace pocos años esta posición era impensable, actualmente, remite a 4) Tercer a aproximación a la violencia
la posibilidad de que sean las mismas mujeres (o los excluidos en general) Cuerpos autoviolentados
los que cons truy an y definan su propuesta discursiv a autogener ada para La violencia simbólica resuelve su eficacia en violenciafísica. De ahí el si­
someterla a confrontación. nuoso camino que hemos emprendido hasta lleg ar a ella. En efec to, los in­
· Si hay desnaturalización y des-es tabilidad de conceptos, hay reversibi- dividuos actúan dramáticamente un orden simbólico pre-d ado, apropián­
· lidad. Si el patriarcado es el marco más general al que se puede apelar, es te doselo resignificativamente en términos de conductas más o menos discri­
· aunque sea me taestable e interclasista no implica un conjunto coherente minatorias, más o menos tolerantes. Si, como afirmamos, aún una lengua
de reglas. Siempre es posible que se abran intersticios en l a compleja tra­ supuestamente neutra conlleva niveles de exclusión y de sexismo; tanto
ma que sostiene la ideologí a patriarcal, que -con Celia Amorós- vamos a más es to es así cuanto que se construyen discursos sexistas ad hoc; es decir,
. entender como el conjunto de r epr esentaciones socialmente compartidas que intencionadamente. En general, la eficacia de tales discursos depende de la
cumplen una función importante como condición de conservación y repro­ valorización y/o el poder que tengan las ins tituciones de-las que provie­
ducción de la misma sociedad que representan. En tanto que "socialmente nen (ciencia, Estado, religión, medios de comunicación, e tc.). También,
su eficaci a depende en par te del modo en que un cier to capital simbólico se
63 Butler (1987), 186 ss.
64 De la Cadena (2006); Lopes Louro (2004), SSss. 65 Femenías (2006), 39-65.
78 Violencias cotidianas
María Luisa Femenías 79

ancla en una realidad social nueva, para dar cuenta de las expectativas y de De modo que el primer ejemplo nos lleva a las operaciones de cirugía
los deseos de algún grupo emergente. De modo que, si nombrar es hacer estética, a veces llamada "reparadora". En la mayoría de los casos lo que
existir, también es imposición de sentido; razón por la cual ese tipo de dis­ se intenta no es "reparar" sino invertir o detener la flecha del tiempo. En
cursos opera como disciplinador social, llegando a imponer en los sujetos otras palabras, negar la inmersión en la temporalidad de los seres huma­
-por la fuerza o la persuasión- ciertas prácticas normalizadas. Para que nos y, obviamente, de las mujeres. Esto parece constituir una nueva forma
esto sea así, se promueven asociaciones causales como si fueran forzosas
dramatizada del viejo constructo de la a-historicidad femenina (el eterno
difíciles de desmontar porque invisibilizan por naturalización cualquier femenino del que hablaba Simone de Beauvoir), ya no en términos de la
otro modo de vinculación posible, incluso en niveles que parecen triviales esencia "Mujer", sino-in te; es decir, en cada una de las mujeres particula-
(los anunciantes conocen muy bien este tipo de técnicas).
res. Todo esto tiene derivaciones económicas, psicológicas y sociales rele­
Un buen ejemplo de lo que acabamos de decir es la violencia sim­ vantes, y las que no actuamos " bien" el mandato quedamos descalificadas.
bólica que se ejerce directamente sobre el cuerpo de las mujeres y de las El segundo, por su parte, nos lleva a los trastor�os alimenticios, que
jóvenes de manera altamente eficaz en tanto éstas mismas introyectan una en realidad lo son de la imagen corporal; es decir, de la introyección, en
imagen de sí que las hace dependientes de la aprobación externa. Es ha­ términos psicológicos e identitarios, de la imagen del propio cuerpo.
bitual oír nadie las obliga a ... , por ejemplo, a ejercer tal presión sobre sí Esta imagen habilita, en definitiva, a la bulimia y la anorexia.66 El con­
mismas, a controlarse, a dejar de comer, etc. Sin embargo, respecto de la trol alimenticio juega un papel sumamente importante (aunque no es el
representación del propio cuerpo no sólo actúan mandatos explícitos. Sus único) respecto del comportamiento general de las mujeres (y de modo
conductas hacen propias ciertas conductas a partir de codificaciones es­ incipiente en algunos varones). Por trivial que parezca, recordemos que
téticas inculcadas socialmente. Tomo como ejemplo, por un lado, el tema son enfermedades que matan: violencia sutil y poderosa de los medios de
del envejecimiento y, por otro, el del cuerpo esbelto y adolescente. comunicacfón que introyecta imágenes que moldean los cuerpos de la ma­
Tengamos en cuenta que la "mirada de los otros" nos pone en "nues- yoría de las adolescentes y una mirada autocomplaciente o descalifi.catoria
. tro" lugar: el lugar que la sociedad nos ha instituido como "propio" ; el sobre sí mismas. Disciplinamientos de este tipo tienen como intención
lugar de los mandatos impartidos y asumidos de mil modos invisibles. Si fundamental no declarada generar anclaje para otro tipo de dependencias.
J. P. Sartre llevó a cabo una fenomenología de la mirada, de la que se nu­ En efecto, lo que esas "miradas externas" introyectadas construyen y po­
trió María Lugones para hablar de la "la mirada arrogante" con la que los tencian es el autocontrol y, al mismo tiempo, la desconfianza en sí mismas.
varones tradicionalmente han mirado a las mujeres por el mero hecho de Es decir, la (supuesta) autonomía que ejercen las mujeres al controlarse se
serlo, en el caso de mandatos vinculados al propio cuerpo es fácil darse tensa con la desconfianza, la inseguridad y la espera sistemática de que la
· cuenta de que el varón cumple el papel de observador objetivante y de que mirada de los otros varones en términos de la "autoridad" real o recono­
la mujer es el objeto o persona mirada y/o negada. Mas aún, en palabras cida las apruebe. De modo que, al socavarse la confianza en sí mismas, se
psicoanalíticas, las mujeres resultan "desconfirmadas" si no cumplen, al desplazan sin convicción por el espacio público, privado, laboral, etc. en
menos en su mayoría, los mandatos estéticos; en lenguaje coloquial, las
espera -candente o no- de una aprobación c;entrada en la-exterioridad de
mujeres quedan, "ninguneadas': Las mujeres inscriptas!prescriptas en el
sus cuerpos. En una "lucha'' perdida de antemano, se produce una curiosa
nivel simbólico adquieren visibilidad; es decir, reconocimiento en la ma­
yor parte de los casos sólo bajo cumplimiento de los mandatos simbólicos
implícitos en juego. 66 Spadaro, 1994: 117.
80 Violencias cotidianas
Maria hisa Femenías 81

forma de desterritorización de sí mismas, dond e su energía vital se concen­


ción de l a muj er doméstica, l a familia n uclear y el espacio privado.67 Ahora
tra en valores efuneros, externos, insostenibles, e tc.
bien, como se ha señalado m uchas ve ces, "espacio privado" ha significado
Análogamente, l a inscripción de las mujeres dentro del campo se­ fundamentalmente "privado d e le y y de eq uidad para las muj eres� donde
mántico de l a naturaleza (como op uesto a la cultura), altamente usado en l a viol encia simbólica y moral anteceden a l a física, la q ue hast a no hace
las metáforas poéticas y los disc ursos cotidianos, no se agota en s� carác­
mucho tiempo se podía ejercer sin límites.
ter nutricio (madre/tierra). Sino que, al mismo tiempo q ue ��crt�e a l�s
mujeres, les prescribe el rasero normativo del control de s u 1rrac10nali­ Heteroinscripción de la violencia en el cuerpo
dad emotiva, tutelándol as. Ese mismo campo semántico las de fine como
En el apartado anterior h emos visto q ue los cuerpos autoviolentados lo son,
"fértiles" o "yermas", "frutíferas" o "estériles". Estas designaciones se intro­ en b uena m edida, por introyección d e modelos d e disciplin�i ento c uyo
yectan hasta promover complejas redes de identificación. Para algun� de
, punto de origen suele ser externo, en términos de disc urso legitimado so­
ellas, s u proy ecto de vida se red uce al obj etivo p untual de la reproducc1on,
cialmente. D eslindar los campos de la violencia siml?ólica y de la física es
con las consec uencias psicológicas q ue todos conocemos. Aparecen de l a
difícil cuando no impostbl e o abs urdo porq ue, si nos hemos expresado
mano de las n uevas áreas de investig ación genética, complejas vertientes
con claridad, se h abrá comprendido q ue la viol encia física es el emergente
q ue invol ucran la salud primaria de l a población femenina y� conj�to
excesivo d e una viol encia estructural más profunda. En parte, esa violencia
de distorsiones de índole e conómica difíciles d e contener y aun mas de
qued a invisibilizad a hast a tanto no sobrep ase un cierto umbral tenuemen­
revertir. Con las n uevas técnicas de reproducción asistida, cuyo éxito es­
te delimitado por l a cult ura, l a clase social o la base cultural y religiosa de
tadístico es relativo, el c uerpo de las mujeres se convierte voluntariamente
sus miembros. Sólo a partir de esa transgresión podemos hablar de visibi­
en el campo propicio de e xp erimentación científica , a los efectos d dar
� lización o de reconocimiento de la violencia física.
resp uesta al mandato de la naturaleza de fructificar; man�ato �ecogido y 1
_ _ os, d e .Sea como fu ere, en los casos de violencia física, la gran mayoría de
elabor ado por discursos re ligiosos, ci entíficos, polít1c s, 1dent t
� _ �� l as víctimas son mujeres mientras q ue la amplia mayoría de los atacantes
realización personal, etc. Estos u otros ideales, construidos h1stonc�en­
son varones, incluye ndo especialmente esposos, padres, novios, jefes (97%
te por la cultura patriarcal, disciplinan el deseo de los individ uos al nem­
_ contra 3%), es de cir, varones próximos al entorno familiar d e las mujeres.
po que se proyectan como naturales, convirtié�dose en �an�atos m el u­
En l a gran mayoría de los casos, esta violencia d ebe ente nderse sobre la
dibles, salvo -como hemos visto- por anormalidad o desviación perversa.
base d e un esquema relacional en el cual la mujer ocupa el lugar de víctima
La mayor parte de las ve ces, los mandatos sociales apelan simple�en­
y el varón ocupa el lugar de victimario. Y es fundamental tener en c uenta
te al amor (d e madre, de esposa, de hija) a los efectos de sell� ret:-_cz��es
que se tr at a d e lugares (o posiciones) de sujeto porque, de lo contrario, se
disciplinadas, donde la opresión del mandato se enmascara, se mv1s1bihza
_ congela a l as p ersonas y a s us vínculos en situaciones naturalizadas únicas
0 se el ude en términos de "aceptación voluntaria" del rol de cmdado. D es­
q ue se entiend en como inmodificables.
de las primeras décadas del siglo XIX, buena parte de l a literatura q�e
_ _ Muchos son los elementos que intervienen en lo q ue se ha denomina­
exalta e l amor romántico hace uso precisamente del amor como d1sc1ph­
do el rompecabezas d e l a viol encia física : sobr an piezas, faltan piezas; pero
nador de un modelo de muj er "abneg ada': q ue se "olvida de sí misma': y
el h echo es q ue la viol enci a física contra las m uj eres, tanto en el ámbito
q ue es capaz de dar "todo" por s u esposo e hijos: se trata de la constr uc-
doméstico como en el público, constit uye una d e las formas de discrimi-

67 Armstrong: 1986.
nación "que ha sido legitimada a través d� las costumbres, los mitos, !ªs en la construcción del tejido simbólico y social.71 Para ello, es necesario
leyes, las teorías científicas, filosóficas, etc. 68 En t� dos los �asos, esta vio­ examinar cuidadosamente las posibilidades efectivas que tienen las mu­
lencia tiene por fin mantener el esquema de autondad patnarcal y supone jeres para hacerlo. Porque, ¿cuál es la "elección" posible para una mujer
la agresión material a una o varias mujeres del grupo de trabajo o del fam�­ socializada en la dependencia y la sumisión, sin medios económicos de
liar. En efecto, la violencia recae sobre empleadas subalternas, esposas, hi­ subsistencia propios, muchas veces analfabeta o con escasa educación,
jas (en menor medida hijos pequeños o ancianos) y, con menor frecuencia casada a edad muy temprana, con varios hijos, portadora además de so­
en mujeres ajenas al círculo inmediato_del agresor. _. brecarga de identidad porque es mestiza y/o pertenece a una religión de
En ese sentido, se la considera violencia sexual, y se la entiende como cuyos principios fundamentales debería previamente apartarse para poder
"... todo acto de índole sexual ejercido por una persona -generalmente un actuar de modo diverso a cómo lo hace?
varón- en contra del deseo y la voluntad de otra persona -generalmente En todo caso es fundamental que el Estado garantice derechos a todas
una mujer o una niña- que se manifiesta como amenaza, intrusión, inti­ las mujeres. Pero es necesario también que instrume�te políticas especia­
midación y/o ataque, y que puede ser expresada en forma física, verbal o les para aquellas que ocupan su posición mujer en los lugares más desfavo­
emocional."69 rables; es decir, que se les brinden posibilidades reales para el ejercicio de
Constituye una práctica de dominación que se ejerce en términos su autonomía, en términos económicos, sociales, educativos, etc. Es lo que
de ataque y/o daño material que, si está tipificado por la Ley, constituye S. Moller Okin ha denominado el "derecho a irse (to exit) de lugares o gru­
delito. Acorde con lo anterior, se denomina "geografía del miedo" a las pos (étnicos, familiares, religiosos, etc.) en los que las condiciones de posi­
limitaciones que se imponen a las mujeres (o que se imponen las mismas bilidad materiales para hacerlo son pocas o nulas.72 Porque, si "irse" no es
mujeres) de circular por el espacio público o privado, incluyendo los �ora­ para esas mujeres fácticamente posible, lo que se les ofrece es simplemente
,
rios, la vestimenta, las actitudes, etc. como efectos de autocensura física y un doble nfensaje más de los muchos que ya se propagan en l as sociedades
psicológica y como modos de introyección de mandatos que las obligaban actuales. Benhabib ha denominado esta situación dialéctica entre los impe­
a autolimitarse en el ejercicio de todas o algunas de sus libertades.7º rativos constitucionalesy la política real. Por un lado, el imperio de la ley, la
separación de poderes, el discurso de la (in)constitucionalidad y, por otro,
Miriable étnica/ intersección de clase el impedimento fáctico a la acción de cambio, la impermeabilidad social
El varón aparece como "paradigma de lo humano" y para él rige plen�­ y la censura implícita como medio de control. En síntesis, lo que se ha
mente el concepto de autonomía. Ahora bien, se considera a la autonomia denunciado a veces como el arte de la separación, el doble discurso o, más
_ un principio político y moral insoslayable. Para Seyla Benhabib, el ejerci­ llanamente, la escandalosa hipocresía de las sociedades.73
cio de la autonomía requiere de diseños de prácticas, diálogos y espacios Si entendemos situaciones de ese tipo como un modo de violencia
públicos de debate en la sociedad civil, en torno a cuestiones opinables Y simbólica y material contra las mujeres -y es difícil no hacerlo- puede
controvertidas y a los efectos de que todos/as puedan participar por igual hacerse una comparación fructífera con la situación. de entrampamiento
que viven las mujeres en los hogares violentos. Como lo ha mostrado A.

68 Rodríguez Durán, 2006. 71 Femenías, 2007, 3.4 b.


69 Velázquez, 2003: 70. 72 Moller Okin, 2002: 205-230.
70 Velázquez, 2003: 74. 73 Benhabir, 2006: 214.
84 Violencias cotidianas
María IJtisa Femenías 85

Rodríguez Durán, en la situación crítica de violencia -lo que se suele iden­


prender su vulnerabilidad. Respecto d e esto último, como advi erte Ro­
tificar como "episodio" violento- se potencian las concausas azarosas, las
drígue z Durán, al romp er (huir d e) una trama de relaciones violentas, las
fortuitas, las aleatorias y las subyacentes, por lo general vistas como "no�­
mujeres sienten que no están perdiendo solamente un objeto de amor, sino a
males" en tanto propias de una estructura social discriminatoria natu�-
sí mismas.76 Es decir, pierden junto con su imagen d e sí (mad re, esposa) un
zada.74 Ni· masculinidad ni femineidad deben pensarse como estereotipos
núcleo estructurante vital de su identidad.
únicos, sin embargo, hacerlo así es propio de las sociedades cerradas : se
Ahora bien, a la dicotomía "derecho a irse - factibilidad d e irse" debe
polarizan los géneros, se exacerban los estereotipos, se sancionan directa
sumársele la real posibilidad d e " expulsión" o de " repudio". En efecto, no
0 indir ectamente las conductas que se "desvían" del estereotipo. Por lo
es ajeno al horizont e de ciertos grupos culturales ejercer "repudio" ( expul­
general, se disciplina a las mujeres -como vimos- a partir de �a n�rma­
_ sión, rechazo o formas más o menos amo rtiguadas d e censura y exclusión,
tivización del deseo de reconocimiento. Al mismo tiempo, se minimiza la
etc.) de las miembros indisciplinados d el grupo. Es e es un d erecho que
violencia ma sculina po rque se suele identificar la representación de la mas­
paradigmáticamente ejerc en los varones sobre l as mujeres (nunca a la in­
culinidad con la violencia (piénsese los est ereotipos masculinos), situando
versa) o, en su defecto, lo actúa el grupo en gen eral haciéndose cargo d e la
la violencia como el código del grupo de igua les.75
ideología dominante (la patriarcal). El ejercicio de ese "derecho" elimina
Una cons ecuencia de todo esto es la necesaria &agilización de las mu­
el pot encial horizonte d e negociación o d e influ encia de las mujeres in­
jeres a fin de instituir a los varones como "protecto res". Otra, es la inter­
disciplinadas sobre el grupo. De modo que pa ra las mujeres siempre so­
nalización en los sujetos de lo que denominaremos la estructura de do­
brevuela la posibilidad real o fantaseada d e la "expulsión� y d e perder en
minación: esquema relacional-donde alguien (una mujer) ocupa el lugar
conse.cuencia las "ventajas" de tener una red d e pertenencia. Este suel e s er
de dominado y alguien (un varón) ocupa el lugar de dominante. Desde
el balance 9.ue ll e van a cabo muchas muje res cuando regr esan o nunca se
luego, varones y mujeres introyectan este esquema, que describimos co�o
van d e un bogar violento. Lo que en otros contextos pod ría verse como
de lugares porque se resguardan así las posiciones de sujeto, lo que per��te
una forma de extorsión, falta de autoestima o de igno rancia, en muchos
entender, además, po r qué muchas mujeres golpeadas golp ean a sus h11 os
casos s e resuelve así debido a un contundente principio de realidad, difícil
0 a sus abu elos. Ahora bien, si el Estado debe dar a las muje res posibilida­
de acompañar por quienes no tienen la misma posición socio- económica­
des reales de ejercicio efectivo de su derecho a "salirs e" de un cierto grupo
educativa e identita ria. La sol edad es la situación más común en la qu e se
violento, debe insidir, en primer término, en la ruptura de la lógica interna
encuent ran esas mujer es a la h ora d e la toma d e decisiones.
de la violencia (0 estructura de dominación) para evitar que s e reproduzca.
S e ha necesitado un trabajo analítico d e g ran envergadura y la recupe­
. Pero no sólo eso: d eb e facilitar aspectos materiales externos y de infraes­
ración de la memoria histórica d e las mujeres (en un trabajo col ectivo que
tructura para que las mujeres logren hacer efectiva la posibilida de :'irs e".
ha trascendido fronteras y posiciones políticas) a los ef ectos d e echar luz
Un modelo de autonomía presupone sujetos autónomos y homogeneos.
sobre los modos de naturalización e impl ementación d e los me canismos
Sin emb argo, ese no es el un punto de partida material. Debe examinarse
de exclusión y las tramas d e la. discriminación, d e las cuales la violencia
la situación social, económica y psicológica real de las mujeres para com-
física es su faz más cruda, d escamada y visible, pero no la única. La detec­
tamos simplemente porque la violencia Rsica rebasa el umbral de invisibi­
74 Rodríguez Durán, 2006.
lidad, que es el mismo que el d e la toler ancia d e la soci edad o del grupo.
75 Rodríguez Durán, 2006. Entiendo ªiguales" en el sentido en que lo ha hecho Amo-
rós, contraponiéndolos a ªlas idénticas": las mujeres como serie.
76 Rodríguez Durán, 2006.
86 Violencias cotidianas
María Luisa Femenías 87

Para ello, se potencian un c_onjunto inestable de variables, más o menos


entendimiento del niño y habla por él, instituyéndole significado a sus
culturalmente marcadas.
llantos. Sin embargo, d e ese modo l e ab re el acceso al orden d e lo humano,
Cuando digo "culturalmente marcadas" me refiero no sólo al estilo o
invistiendo su cuerpo de sentido: es la "puesta en hi storia d e su vida somá­
nivel cultural de los individuos involucrados sino ta mbién al estilo socio­
tica"; es su ingreso a un ord en simbólico. G racias a ello el niño se convierte
cultural de la cl ase, nación o grupo de pertenencia . Pero, po r sobre todo, a
en sujeto y tr ansform a en significativas l as sensacion es so máticas. En ese
lo que Amartya Sen (2000: 5-6) denominó el "sentimiento de injus�icia".
momento, lo que el infans necesita es lo que l a madre desea que él necesite,
En efecto, Sen entiende que, en la mayoría de los casos, son las mismas
es su por tavoz primario y l a o rganizadora de su psique en tanto por tado ra
mujeres las qu e no reconocen las situaciones de injusticia o d e viole cia
� de las significa�iones del mundo exterior. Al mi smo tiempo que disciplina
que padecen, en tanto su sensibilidad ha sido socializada y anestesiada
el deseo del niño, la madre ej erce sob re él una suer te de violencia primaria
desde la infancia en la aceptación de situaciones que se machacan co mo
necesaria y subjetivadora. 77
naturales, apropiadas y hasta justas. Es decir, la introyección del esquema
Si más allá de esta primera fase, la mad re cont.inuara postulándose
de do mino ha sido eficaz al punto de pasar inadver tido o, como sucede
como la única capaz de darle amor y significación, ejercería sobre él una
muchas veces, de invertir la carga de la prueba sobre la víctima.
violencia secundaria ind eseable. E sa violencia implicaría la imposibilidad
Para desarticular esos mecanismos y los argumentos que los sostie­
de la madre de abandonar el sab er qu e posee sobre el hijo y, a la vez, la
nen, se han construido un conjunto de teorías qu e metodológicamente
imposibilidad de aceptar la capacidad del niño de el aborar pensamientos
perm iten el abordaje de un conjunto de fenómenos (� ás o meno� graves)
propios. D e esta si mplificación más que esquemática de ciertos aspectos
que, a los efectos de este trabajo, denominamos sexismo. El sexismo es,
psicoanalíticos en los qu e no pod em os entrar, nos interesa s ubrayar que
pues, todo tipo de discriminación que toma como base el sexo de la perso­
_ un modo de ej ercer viol encia es no aceptar los pensamientos propios del otro.
na. Si bien en principio el sexismo puede producirse respecto de cualqme­
Vale la perii subrayar que, históricamente, las mujeres no h an sido acepta­
ra de los sexos, históricamente y de modo sostenido se ha llevado a cabo
das "con pensam iento propio" como sujetos a la par de los varones.
contra las mujeres.
6) La violencia como producto institucional
5) La iniciación viol enta e n el mundo simbólico
La decalificación constante, la imposición de opinión o el silenciamiento,
!·Cómo hacer una reflexión sobre los niveles en que cabe tomar en cuenta
la interrupción, la vanalización, la falta de reconoci miento de l as activida­
la exclusión (discriminacíón, invisibilización) de l as mujeres?¿C'orno re-
des, intereses y necesidades del otro mujer son modos histó ricos de ejerci­
. velar los supuestos de género que las invisibilizan una y otra vez?¿Cómo
cio de violencia secundaria. Con esto queremos advertir que antes de que
dar cuenta de los mecanismos de exclusión de las mujeres en diferentes
la violencia física se convierta en agresión violenta contra el cuerpo de una
textos, discursos y contextos? La tarea no es sencilla. Los análisis teórico­
mujer o de una niña, ha habido largos y exten sos episodios d e viol encia
críticos que exhiben los mecanismos de exclusión se suceden continua­
secundaria que no han sido reconocidos como tal es, muy probablemente
mente, lo� mecanismos qu e retrotraen la invisibilización a su lugar natural
porque constituyen la norma dentro de la cuál muchas relaciones se desa­
también.
rrollaron.
Sin embargo, no debemos considerar que toda forma de violencia es
de por sí negativa. Co mo lo ha señalado la psicoanalista Piera Aulag�ier,
hay violencia en el discurso materno en tanto se anticipa a todo posible 77 Aulagnier, 2007: 112 y ss.
88 Violencias cotidianas María úisa Femenías 89

a sorpren­ o tergiversación del relato en la transcripción policial o en el armado de


Si tenemos en cuenta lo que acabamos de decir, no deberí
tratos sean co­ expedientes de denuncia, uso equívoco del vocabulario legal, etc. inter­
dernos que la mayoría de los abusos, violaciones o malos
padrastros, ex­ pretación errónea y/o falaz de la ley, de los informes médicos, etc.); la (iv)
metidos por los varones :más próximos (incluyendo padres,
íntimo de la desprotección (falta o escasez de casas de acogida, protección limitada o
esposos, tíos, abuelos, hermanastros, ex-novios, etc.) al círculo
en cuenta tardía de las víctimas, no desarticulación de entornos vinculares violentos,
víctima.78 Sin embargo, esto tiene su explicación: se debe tener
lizada. La falta de políticas de prevención o de reversión de situaciones de violencia,
el modelo jerárquico y autoritario de la familia patriarcal natura
-an­
inestabilidad creciente que sienten los varones de cuál es su lugar incluidas las imposiciones vinculares, etc.).
que alguno s vivan esa Por ejemplo, en la República Argentina, si bien la Ley de Matrimo­
tes de autoridad indiscutida, ahora en crisis- hace
os
situación como una amenaza constante a sus libertades y a sus derech nio Civil se promulgó en 1889 -rigiendo desde entonces- adoptó como
naturales, apelando a inducidores materiales o simbólicos de violen cia. propias las disposiciones canónicas y en virtud de ellas mantuvo la supre­
Históricamente, tanto el discurso judicial como el médico permitie­ macía de la figura paterna, la subordinación de las �ujeres al esposo y la
n
ron establecer niveles importantes de desconocimiento o invisibilizació indisolubilidad del vínculo matrimonial, por lo menos hasta la promul­

de la violencia, no en tanto que individuos (jueces o abogados) insens gación en 19 87 de la Ley de Divorcio (Ley 23 S 1 S) y, más tade, de la Ley
ual
bles, sino en cuanto constructo institucional. La sensibilidad individ de Unión Civil de Parejas (Ley 1004 del 13 de diciembre de 2002, válida
de jueces/as, médicos, abogado/as, trabajadores sociales, etc. cho a, e -por ahora- sólo para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). 79 Es decir,
.� �
on. S1
muchos casos, con la ley o la imposibilidad real de su implementac1 hasta tiempos muy recientes, se aceptó una concepción naturalizada de
ción
aceptamos el orden jurídico (y el médico) como parte de una institu familia monógama, heterosexual y patriarcal y, consecuentemente, de los
lica sobre la socied ad sexos y de la autoridad, en total consonancia con los análisis hegelianos
que conforma al Estado, y que tiene fuerza simbó
en general, es fácil reconocer que puede ejercer, en su conjunto, violen �
ci sobre la farriilia como momento del Espíritu Natural.80 A esta concepción
institucional en, al menos, dos niveles: cuando se carece de un a ley pertl- de familia le cabe la definición de Claude Levi-Strauss de unión más o me­
. nente; cuando contando con ella no se la implementa (o se desatie
nden nos duraderay socialmente aprobada de un varón, una mujer y sus hijos. De
los modos de su implementación). este modo, se legitimó la familia tradicional como un fenómeno natural
Sea como fuere, las maneras más frecuentes de violencia institucio- universal, presente en todos los tipos de sociedades y épocas, ignorándose
en
nal de o.rden jurídico son la (i) negación dd delito (su "inexistencia" explícitamente los modos alternativos de constitución de relaciones hu­
tanto no recoti:ocimiento, no tipificación de delito o su tipifica ción tardía manas primarias.81
n
o ineficiente, etc.); la (ii) invisibilización (minimización de la agresió Entonces, en su formato tradicional, la familia se presenta como re­
y/o del daño, interpretación errónea o sesgada de las causales del mismo productora de cuerpos y de roles, educando mayoritariamente a sus hijas
en solidaridad implícita con el agresor/res, en términos de tergiversación en términos identitarios primarios de esposa-madre. Sólo muy reciente­
(in)voluntaria); el (iii) encubrimiento (descalificación del relato de la/s mente comenzaron a fortalecerse las identidades secundarias, vinculadas
o ,,.
mujer/es con su consiguiente inducción indirecta al silencio, descuid
79 La Ley de Divorcio (23515) se s ancionó el 3 de junio de 1987. Publicación en el
Boletín Oficial el 12/06/87. Otro tanto s ucedió con la Ley de Unión Civil, vid infta.
a pesar
78 Velázquez, 2003: Cap. 5. Freud des arrolló su teoría de la "seducción infantil" 80 W Hegel, Enciclopedia §§ 483; 552; Fenomenología del Derecho, Parte Tercera, §§
de que la evidencia señalaba a los miembros varones de la familia c om o los p rimeros
142-181.
abus adores . 81 Roudinesco, 2003.
90 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 91

a la noción de "persona de derechos" y de "ciudadana''. Aún hoy, para 7. Conclusiones


muchas mujeres, exigir derechos y garantías personales en el seno de sus Uno de los problemas de las sociedades actuales, de mayor complejidad
propias familias sigue siendo un reclamo problemático que viven con te­ para su abordaje, es el problema de la violencia, entre cuyas diversas for­
mor. En primer término, porque en algún sentido implica la pérdida de la mas destacamos la violencia de sexo-género o violencia contra las mujeres
propia identidad. En otro, porque fundamentalmente conlleva desafiar al en general y contra los grupos de opción sexual minoritaria en particular.
concepto de autoridad patriarcal, fuertemente internalizado. Esto se produce tanto en términos de violencia física cuanto de violen­
Sólo muy recientemente se ha echado luz sobre el hecho de que la vio­ cia simbólica, moral, psicológica. Hemos intentado trazar algunas líneas
lencia física; -d abuso, la violación y el maltrato son modos vinculares que comprensiv� del problema, cuyas aristas sólo comenzamos a vislumbrar.
se producen y se reproducen en el seno mismo de las familias. Se necesitó Tomamos prestada terminología de otras esferas a fin de poder plantear
que las mujeres rompieran los ancestrales y tácitos "pactos de silenc�o" y algunas cuestiones que exceden lo terminológico, y que insiden en nues­
que se decidieran a desafiar el lugar de· ejercicio arbitrario de la autond�d tra comprensión de los problemas y las múltiples dii:nensiones en juego.
y del terror que produce. 82 La violencia sexual en los lugares de trabaJO, Así, la distinción entre "político" y "social" de Hannah Arendt favorece la
los rituales atávicos de violación, la mutilación genital o el uso de la viola­ visibilización de la distancia que media entre el valor simbólico de la Ley
ción sistemática y concertada como arma de guerra (con todas las secuelas y su instrumentación como práctica de la cultura del Derecho. Incluso,
que ello implica) a fin de deshonrar a los varones considerados enemigos entre quienes deben aplicar la ley, destaca la dialéctica que denuncia S.
atacando su propiedad más preciada -sus esposas, hijas y hermanas- son Benhabib: si el universalismo y el igualitarismo son criterios consistentes
otras tantas formas de violencia contra las mujeres, que finalmente han a la hora de reivindicar los Derechos de las mujeres y de asegurar su au­
sido reconocidas como tales.83 tonomía y su calidad de ciudadanas plenas, no podemos ingenuamente
Aún así, su alcance se minimiza, como ya señalamos, gracias a los me­ suponer quJ de su valor simbólico y legitimador se sigue su cumplimiento
canismos de justificación, legitimación o invisibilización que operan. O, real y efectivo. De ahí el acento que hemos puesto en los dos niveles que,
simplemente, por falta de control estatal, colindante con el desinterés o con frecuencia, nos pasan inadvertidos.
la complicidad, prosiguen en la: impunidad. En el orden de las políticas De igual manera, admitir diversos umbrales para la comprensión de
de salud, sólo por dar otro ejemplo, la mera redacción ministerial de un la violencia responde a un doble interés. Por un lado, al de la sensibilidad
orden dé prioridades sanitarias puede implicar (o no) violencia para las de ciertos conjuntos problacionales que o no saben, no pueden o, simple­
mujeres. Con todo, ha habido importantes avances, entre otros, gracias mente, no identifican la violencia que padecen como tal. Por otro, el valor
a las contribuciones teóricas de mujeres y de varones de varios campos de la educación de la autoestima y del reconocimiento, no subestimable,
del saber, las campañas de concienciación en que se han comprometido porque hasta tanto la sensibilidad de las mujeres no sea suficientemen­
tanto los Estados, las Naciones Unidas y las ONGs. y el mayor índice de te educada, seguirán temiendo perder(se) si se salen de las posiciones de
escolaridad de las mujeres y, en Argentina, en los últimos años, la acción mujer que creen naturales y justas . A los efectos de que las mujeres -como
decidida del Ministerio de Salud. grupo vulnerable- comiencen a reconocer la viuolencia ere su situación,
es preciso -además de contar con las Leyes- emprender campañas de for­
talecimiento de su autoestima y de su propio plan de vida. En ese sentido,
82 Maladesky & Polo, 1999; Osborne, 2001. desvelar niveles no obvios (o no tan obvios) de violencia en el lenguaje, en
83 Argibay, 2007: 25-26.
92 Violencias cotidianas
María Utisa Femenías 93

la imagen de sí, en los modos en que construyen sus vínculos, contribuye


Sea como fuere, estos hitos marcan un avance sostenido en el reco­
a la mejor difusión de qué se entiende por violencia. Es preciso poner a las
mujeres como criterio de sí mismas , de su sensibilidad, de su percepción nocimiento y la punición de la violencia contra las mujeres, los modos de
control y la limitación de sus libertades. Podemos, en ese sentido, alentar
del mundo; en síntesis de su dolor y de su deseo.
Recién laJJJ ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer-que � moderado optimismo y esperar que la educación en la democracia, la
1gu��ad entre los sexos, la equidad, el respeto mutuo, las políticas de pro­
se celebró en Nairobi en 1985- denunció por primera vez el carácter sis­ _
temático de la violencia contra las mujeres. En 1993, la Asamblea General moc1on de la igualdad y la paz erradicarán los prejuicios y las actitudes
que conducen a la violencia. Este trabajo intenta ser una pequeña contri­
de las Naciones Unidas aprobó la Declaradón para la eliminación de la
violencia contra la Mujer. Sólo a partir de entonces se empezó a reconocer bución en ese sentido.
que los Estados también son responsables, de diverso modo, de las viola­
ciones a los DDHH de las mujeres, y les compete legislar al respecto. Por­
que, es fundamental el papel que cumplen las instituciones en general en
la minimización de la violencia, la naturalización de la agresividad mascu­
lina, la legitimación de estructuras de dominación que se internalizan en
la socialización familiar y escolar, el mantenimiento del ideal de la familia
unida, la falta de reciprocidad en las relaciones, la distribución económica
desigual entre los sexos, la pasivización de las mujeres, los mitos del amor
romántico, de la mujer-madre, de su realización completa y total en la fa­
milia, la falta de autonomía económica y la creencia en la naturalidad de
· las desigualdades y de la violencia.
Hasta el momento en que se tipificaron diversos modos de violencia
(abuso, violaciones, malos tratos, mutilaciones, acoso sexual en los lugares
de trabajo, discriminaciones de todo tipo, etc.), quedaban invisibilizados
bajo un paradigma que los ignoraba como delitos, careciéndose incluso
de los términos adecuados para nombrarlos. En 1996, se asimiló la vio­
.lencia doméstica (física y psicológica) a una forma de tortura que debe
ser legalmente penalizada y, finalmente en 1998, se creó el Tribuna/Penal
Internacional contra delitos de genocidio, agresión, violación de las con­
venciones de guerra y crímenes contra la humanidad que incluyó el delito
de violación utilizada como arma de guerra y los embarazos forzosos (si
bien no todos los conflictos armados quedaron bajo esta juridicción) aun­
que no siempre se los detecta, controla o pena.
Los múltiples niveles de la violencia de género

S
iempre parece oportuna una reflexión general acerca de la violencia
y, en particular acerca de la violencia de género y contra las mu je­
res.84 En principio, porque se produce mediante com le "os meca­
nismos_emre los que la brut i a con 1ana que su ren muchas personas
es sólo el em�rgente de una tramwnto �ás sohsticaaa cuanfo Cfífíc'írde

deslTl���_aJ-1::> esde 1;rtOrmas�;srr1;:;t¡rua1�s de·�g�;cia d�;:é�tica'' �S-


ta las más complejas invisibilizaciones y complacencias, los modos en que
se ha ido tejiendo el entramado ideológico de la desigualdad, la opresión,
la agresión física y el silencio -como un producto estructural- han sido
interpretados y legitimados de diversas maneras.
En este trabajo, me voy a centrar en la violencia contra las mujeres_
toC,mando co .
mo ej emolo un caso por todos conocidos: los asesinatos de
""f:.........,,a._ .• � •.._,,.... "'"'�-···
-Tl!pl:
- ... .-.. ��- ·- -�"4,...,_,_...:, __ .,,..,.-..,.,.., ...� •.\........ - •.._.••._._....... --
m�,ó.venes ,en=-���a�}�!r.�:�.xos cu.�C?!,.de��f?'.l_adps aparece1!:�,

l��,.[º��:':T�ª1c��S?-�lsti-�5 C2,mg c��.,:_id�ro que el conocimiento


c
tiene un carácter perspectivo -es decir, que se va alcanzañch:feñ"la"fiiedidá.
_ -� e����a'aeñ'ri.ü�;ª;P;�;P�-�1Ivás&'caiñpieñstoná\1ri ásunrocfa4·�-, � 1
(JJ{ �' pffleiitare"'rimeró 1�·a�s intéi ú:tadonesque� "solií-é '¡;;''qu � o�U:;r¡�n
,� Ci udad Juárez,¿ mi entender son_ m�_s S<?nsis_tentes. uego agregaré mi

\A ' análisis centrado en el coriJ unto de preconcept�ue sostienen la trama
dela violencia yque -a mi entender_: son indispensables para compre°:�er
éfespesor y la gravedad del conflisto y_ sus derivas. Por último, enhebraré
algunas conclusiones a modo de ideas para se� trabajando.

84 Conferencia dictada en el Colloque Internacional Echanges et gmstructi m cultu­


!.'
re/les dam les mondes ibériques. Univertié Toulouse Le Mirai� Centre d'Etudes sur
la Péninsule Ibérique et l'Amérique Latine (CEPIALT, rattaché a l'équipe intersi­
te IRIEC, Institut de Recherches Intersites Etudes Culturelles), IPÉALT, UFR de
Langues (UTM), Arnbassade d'Espagne. 13-15 de noviembre de 2008.
85 Washington Valdéz, 2005 -entre otros.
96 Violencias cotidianas María-Luisa Femenías 97

1) La interpretación de Rita Segato aª-.nidad analógic:i entre tl-92.�o femeni��3 f:!.te_�rits,rj_g_ _�o��_l� gar de
-
La antropóloga argentina Rip Seg�s una de las primer_� teóricas en dominio: Se puede reforzar ese argumento,apelando a una larga tradiclfui
T
' llamar la atención -�gbre.la s1s;emru:Jcidcµlfte los�sesinatos de CiudadJuá­ �e�qrica,__y si_e!ltífica-_qu�'�L;aila�iTas 1imje1"es°a-la tíerra, á- labranz:r y
rez y sus características compartidas,lo q11e la lle va a_bus�ar-�iatrón de l�.�t.9c�:,Esto q�pe rmite-ull�asoci;�ión-��nceptual y transfeiencial de
conclucca(Ségato: 2005).Kpaii:ir dé un exhaustivo rele vam iento biblio­ la violación en términos de conquista territorial; lo que muchas guerras
gráfi.c�y-d� la escucha demorada de los condenados por violación de la europ eas recientes también confirman. Incluso,me interesa re saltar que la
cárcel de Brasilia,en 2005 adelanta sus primeras hipótesis interpretativas: re ducción del enemigo, el pobre,el vencido en términos de "Otro': como
.
� tr�ta_gf (sin mengua de otros factcifes) de llila f�rrna_cle �ajación del figura feminizada, no es ajena a ese mecanismo simbólico.
.-c�e las m'!-j_eres, con l_ a ��!1..:'jguientesÚpresiÓn de_ Sll_y_º1@tad (y En suma, el cuerpo de las muj ere�se p�esen_:�m� l�g3ir priv.· g1a_
. efes� vida). Completa los resultados de su in"."��i:igacig__11�C_QI1�ci9�.2.s __ .

el ementos, qu� se �inc1:!Jan a n


la �nsión_exp.resiYe....y no s_�lª1TI�nte
para inscribir el dom}!Ü9--Yh_potencia coercitiva de un grupo. nestabie:
Eñ1aConcept�ili-;;;ión de Seg�to, e�;;p;·;¡�7-;¡s-;;uJ:.E�sMesi"n.. -�pe-
insfn.uñeilr;fde-lo"�s112aros,yJ)Jª'.P-r�s�ncia__g�J!iJ:erlQcuto.reuan.m. ra�!l ��io ��.es�ri.tJ,!,�de men�:l�s facc�:<?�,��ª-
�r�����to�ar�
o ·�ás µJ!p�rt�tes q��la prqpJe...yíctp-i�- Así, orienta la "lectura" de los La h ermandad masculina" del Pacto Social s e --vu elve hermandad ma-
hechos a lo que consid��� dos _ges de l�.!elª':!2.!L�,.fk )a interlocución: �..----�...,,-----·--···--"····- ·--·---- -- -------.._·-·---.:..-----...----�-_,--::-:-,::- -- --- -..,

§C?�ª.:_En este caso, la hermandad ( el grupo juramentado de Amarás) de


.- . .
- .

uno qJ!e::JJ_�ó "vertical� por'"v"fu�ar las posiciones asimétricas de po�r "narcos" se amplía con sicarios, jóvenes marginales violentos,funcionarios
y���-��Erador_y ví<;=_tirga; otro qu�denominó "horizontal" que actúan como cómplices temerosos o indire ctos, otros traficantes, etc.
por vinc�J_ªr _aj p�rp_et��g.Q(.fOn sus Eares. Es de�ir, se trataría �e- una red 9.11e _articul;i._ a los mieµibros de una elite
..-�];�-�-se_ �4�_ej���!!l��ribe perfe ��-��-t_��n lo�e �or��-���� e conómica, de administración pública y �usticia -local, provincial y
nominado, siguiend . � a ?_a�tr_<:!.g!UE..º de Eares q_:�ofr�.des jµ_rament�ci9( f;d�ral- �qtl� in-visibiliza, _qiluye, e ncubre o neutraliza la fu erza de la L ey
. És d��ir, se trata-de lo� �i�runo �!!f.i1:!.!=�nta al mismo tiem­ y �JaJJISticia. :gn tanto luga!"_ de frontera, la violencia contra las mujeres
po mantene�J�E�rc:p��scw- otro..s_(en este caso, las víctimas) �dona, en�!:j_nt<:�P.!f!��i..�]�.fü::_g� �o�o ��a li�gt1a Ji..t1:?J:.lª gue se
y generar (oreforiirYTa-sim�éY la recinrocidaci entre los miembros del
��fi�Il�}��r_.�!!L4�.!��f.!=fil�.L�J� !d,C:'.nti�ades_ I1'11::!9t!fil�i-Y..-4dos Bi:.
grupo de pertenencia. Según Segato,1� µiter�<:�C!_�� �e -�b'.3-s_ varja.bksA'.1 ch�_�gginariqs.
oñgena.un.á."relaci6n�de extracción de tributo a lo largo del eje vertical para
�e_n_iar 1�:�ga\JiU4ad �1-�js_horizontal. S egún_!!:Uoung, s��el 2) La lectura global de Celia Amorós
.d�splazamiento de beneficios.,_o pl�ía, reale�� � �g�_'.1-S de_ las m� El punto de partida de Amorós e� Considera que, por un lado, es
- -
!
jeres hacia los varones.8 Esa extracción tleiributo se canaliza para Segato prS9.§Q.JOIJ1� e�¿-nta el_ co�structo "Mujer del Terce r �.fondo� que
eiLe_Ul_t1j _Q_afeGtÍVG,-Se.xuaLde..ohediencia intelectual, productiva y repro­ encaman las muchachas de las maquilas y las mu ertas de Ciu dad Juáre z,
dU:� e tc., propias d e lo "femenino� y .9.:!:1-� más re cientemente se ha de­ como puntos emergentes paradigmáticos de la globalización como cul-
nQmµiagp:cJ.c; "posiciórLmuj er�_��tendida como normaly natural.En una . tu�isógin.';_-yrac:i�ta.i!ifJ>orÜt��Ji���j� �téiiC:16�-sobre la péi-cl1da'.�de
_,
segunda versión del análisis del P!º-�1�1!1.ª•_S_ega�9 (200.5) _pof!e_�n.j�9. la
t:::;c.�.,,..----�-�
límites,.en-12rincinio territorial�_pr9,g._gQ:_o de_la �ebil!!l:�-�� !��§irnªg�:
-· - -- - ..
____......------ �

nacional es frente a los volátil es capitales globales.Esta ca�encia de límites,
.- .. - - . -

.....,--·-- -·-------�-- --�-- ---·�--�-�---- - . ·-- ---- _.,,..._.__ _ -.���


86 Amorós, 1986. ... . . -. .

87 Young, 1983. 88 Amorós, 2008: parte II.


98 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 99

a su juicio, 11� ��. �-��-r a _d�_l exceso y de la tra nsgr.�s�_?I_:,_�xtr av�:n­ eso, Amorós consider a que -hoy más que nunca- debe tomarse en cuenta
temente violenta que provoca, en ealabr as de Haraway, "i_ia,s irrecon�i­ la he�fteiñiii.1smo·-radka1 .,.
kiite Mill�r-; a.eFieKtiriafiiíf.üin ·ae
ijabl�:,c:;0� es� marco, Ja ei"posición�ddos cuerpoS'"fragmentados ele las p@:�-ae��air_�ar· señtido a¡� -�le ad�X:cluyen_re� 'qué 'génúa l:i'."giob�-
c
-..,n"'"-. -
muchachas de Ciud ad Juárez alcanz a ribetes de "muerte -- s Pº:n�gráficas" lizac1o =.:_...._...,_.,..¡o..;.,:,..-.,.-.....���.F-:ll·.o.,..,..�.:..;;::"'-;-•-·-··,.. - ·�---· _._. ....• - , -- • • " .-. ··-··- = -·------�:,

....._��--,..�
cargadas de odio de género, que sobrepasan los límite de l as convencio-
l&!.>.O=,'f�..-,r..:...;¡•
s

nes (los pactos, en el análisis de Amorós) y.P,arQYP.f.ML@.J1_/ac_ez..paWJUJide 3) La violencia como forma estructural
qu�n_o P-µede an�arse �in-.w�i.J���!PJ'ª--�istb iJ:ite��ultu�aJ .Y tra_f!;sna- Para desentrañar y distinguir l as tr amas múltiples de la violencia es necesa­
cio�� ��_sis ki�sl19s,.pot�I;1.c;iªq_Q�-1:0X1ª:,globalii:�� rio tr abajar desde marcos teóricos y metodológicos que permitan analiz ar
Es;:futenta Amorós cuando retoma al�as conce,e_t�iµ��es de y poner de manifiesto los modos sistemáticos en que se produce, articula
Segªto p.ar�las e.ILclave globalizada. Primero, recurre a la,Eod� n - -ªe y encubre, realizando un trabajo analítico minucioso y exhaustivo.89 Su
pactos patriar�ale� meta estables e interclasis;�,_J>_e!-:o -�aipbi_� n JA��!ni­ ocultamiento tiene lugar gracias al denso entrecrm;amie nto de concep­
�¡
cos trans;1�_cio_r1��- s: ;h,uego; fos analiz a en contr aste con los "pactos liber: tualiz aciones elabor ad as a lo largo de los siglos, de cuy a construcción ni
tiños".-Ritomando críticamente la conceptualiz ación de "a-moder nid ad l a filosofía ni l a ciencia son ajenas. E��� constructos sistemáticos -que
de Bruno Latour y Donna Haraw ay, Amorós revela lo que denomina el suelen denominars<:;.�rr,_f,,'4t,e_�!,_/fgj}j!.!!!-f!<!!!:.l!.!f_!i'!:Ji'!
{...."h� fund ado
"pacto libertino": integr ado por transgresores absolutos, ávidos del pla­ relaciones jerárn_!!icau�de desigu¡ild afl�ntre varonesymujeres 9.ue, por lo
cer transgresivo que brinda el sometimiento total del/ a otro/a, deudores � neral, se interpretan como el subproduct� �ecesario de las �a�;��-;;_:í;rkas
de un mundo estamentario a-moderno, que desafían, pero que requieren nat�;;;Íe-_;¿;·�a �eio.;ó�Otro"'Cantásticede'co;{l;;;;��as· de etnia, cl-:Se
·-..�=:--,-�
necesa riamente como contrap artid a de su propio funcio namiento. Es de­ u Opción' sexual (Femenías, 2U07). E'sta trama engendr a diversas formas
--::,.a;:;:;;.�.r.;::-.:'..'"'C'.a-..:.:r,·
""' - ,· �}--��.,�....-·--""�.:'
•.>,;,';."'i;, ... .. . -- · - ...- - ...

cir, a la noción de "p ac,:OS narco-:-mafü>_so( 4;:.,_fü�gato_lc: añade'. el ��111,(}�,.::. & viofe�a�-; un� de ellas, quizá la más potente, sea el exacerbado disgus­
nente fr::m.s_g���9r: y hedonista delos p actos "lih�rtinos". E n tanto deseo- to S.!!
muchos grup_��-ex:_l_i:idos por fag�obaliz ació�orfos "log.1:9_s�-d�­
. n��iento absoluto de límites ético-morales, en términos de búsqued a las1ñú1ªres;-qü� enri�iicfen ;é-h;�·¡;;ód�cid� E� otro trab�jo ·;-�;;_-cosr�.'
de poder y de placer absolutos (nunca alcanzados), los miembros de esos de�;{¡i é es sensación difus� �& :heri�:-� arcis
!�;!'..,���ª�:!!:�'::1:�,?�n-
� �
pseudo-pactos sólo mantie ne n cohesión e n la medid a e n que se reafirman temporaneo.
contr a un/a otro/a jerárquicamente inferior al/ a que somete n. -Añor.tbien, parece que hoy en día todo el mundo está de acuerdo en
Para Amorós, una_E�ición _un!ve�salista g�tiz a un_enfoqueJ�­ qué consiste l a violencia de género -sosfiené"la' sod6loga espafiola R.a-·'
.r ado�p¡;� �e .91!.c:!.gµ Jmir:.�J;, �eg
1;:s" ��j�es. _ just�- r�i����ación de sus querg--��1;[t·en·úh-aitkulo recierite�- sm embargo, ag�ega, �ié�to es � !º-
,PDHl:lr-�d� S1L<;;!l.Ld::icide..persona•...Porque, el "pacto libertino" legitima que 'smo se ha empez ado a desentr añ ar el problema.92 Es declr:·-coñíéii�"v
�---�---.--- -·· "'''"' .,_._._,.•.. . ·.·· o.- ·- -..
l a transgresión y el desconocimiento de los límites ; es "pacto mafioso" que z���,�--�-�t-�!:<l.�� el fe n� d�le1;����ª l as muj.,:��m� ar:.,
-. -.•->>-�
),.;--....,-,.,:-...,.. .. ,�

utiliza a las mujeres como el "objeto" sobre el que se ejerce impunemente tir de un conjuntocte cOnceptualizaciones que han ido el aborando mu-
todas las tr asgresiones del deseo ilimitado, extendiéndose e n una superfi­
......._\•" • •• .·· • - • - • • •
�--t·,-.-----:-----.--..·-•r--:--��<,">"0••-;cC',--:".,,..,_.,.--, --.,•,;••,•T•,.-, •-;-._...),"__
,,. �?_:,o--.._,
cie de a-moralidad que incluye no sólo a los varones vincul ados a "la ma­ 89 En este volumen.
fia'' sino también al propio aparato del Estado (como observó Segato), 90 García y Cabra!, 1998.
convirtiéndolo en su cómplice y socavando su i ntegridad contractual. Por 91 Femenías, 2008; y Femenías-Soza Rossi, 2011.
92 Osbome, 2008: 99-124.
100 Violencias cotidianas Maria Ltisa Femenías 101

· res de distint
Je as á rea.s,._.competen. c::-ias-d���ipltr:ares y países tendient� a visibles y engañosos. En este apar tado, repasaré someramente esos niveles
--- - -· .., .... __,__, __ . ·-·. - ...... ------------ -
. ..,,,,.-��=�··;-.;
P�$&,.eJ!fl.�9)�9.Q���g�:_���s-������� }_l!�:l:� y eJe� _ q��-�:� -
ra ies
� � no-obvios de la violencia.
En principio, es sabido que co,!Ilpete a la Teo;Za_�e Genero mv�s�igar_l?s \ =--·-�·
modos estructurales de invisibilización, ocult_amiento y deslegmmacion ��
de í�iw�j�r��. .-':É�
-tanto-disé,ipli�a· t�ansve�i���estra c6m�e D�be�os a�- �-98_ ;°?.¿ J�_dis�i _ �ión ent��-JA9.l�!!_ci:!- ���<fü.ca
y;�-forcluye la d iscriminación de sexo-género: no nece sariamente en sus y fí�fuiidida mas tarde P,º r Pierre ourdieu 1998t5 En tanto el
manifestacione s más inmediatas, sino en sus formas estructurales, lega­ 'p�d;; simb6Hc� Iire�t;�;:���;J;�y;� un:m�" �p�
e_g_�J�.,,
les filosóficas, científicas, etc. La revisión de las definicione s de "r acio­ r�idad (no enti:emC?��s>B�<:!?-Jacuestión_metafísica de qué5�ala.reaJ,i­
nalidad", de."poder " o de "sistemas de dominación': la resignificación de dad),Ja.viQkncia simhólica.es aqJJf.!l�_g.-q_�-s-�_eL':E<:� t7!7-.P.t!!!}f!!!..tÍJ!Í!2.r!JJJlf (or­
concepto s como "patri arcado" o "género", la invención de noci
ones como_ den) baj_�-���E�t� de que son únicas y natura/,(!J. La estrategia fundante
"invisibilización sistemática'' o "acoso sexual" remiten a ese pl�o, deudor \
c
ctela1íiiposición--s1ñb6If�; ae foTmá�ategorías, en.tendidas como úni­
del empeño de las teóricas por iluminar zonas ante s poco transitadas de la j cas y legítimas, borra toda huella d e alternativa s posibles. En todo caso, si

discriminación y del ocultamiento, que ahora entendemos como modosJ las hay, se las presenta c omo éticamente inaceptables o de "mal gusto". Así
de la violencia. Desde las interpretaciones canónicas del Contrato Social se afe cta el orden creenci al (o sistema de creencias) de un ind ividuo, cuya

a sus derivac iones liberales o cla sistas, el patriarcado como estructura esta­ forma má s pregnante es la " ideología"; ya sea la implícita en el lenguaje o
blece los marcos comprensivos de una cierta forma de violencia simbólica: la explíci tamente manipulada.
la invisibilización histórica de las mujeres del ámb ito público y su confi­ _ viokn.�i:i si1!1._bólica aísla, segrega���l�Y�, g�i:1:�9-
EsJJt�ign_ifo�_:tglJ._t:;.J-ª:
nam iento al privado.93 Esta estrategia estructural las replegó en el espacio ma�id�des, di�i1�..son4��� y h��t�-c!:I].!Sml-�i;:r�E!fl���.! si �9-gkf
privado: históricamente privado de ciudadanía, de reconocimiento, de

ta.�.�?teaTñ;íjp.Q.s.indir.e.ctamente.en la.me.dida_en.que.justi6.ca,.9_kgituna
derechos, de voz legal propia, de mayoría de edad, de igual salario, etc. la v iolen�§ÍÍ.§.!f.Uins!ui�o el extermini�), por lo general con términos
· Conviene, entonces, no olvidar esa d�slegitimación histórica, _Pues sólo en p�-��_?:.ªJgwlleilt-al:iV@S,..I'O_clQ I�F-�!!!�de.dominación .(.io,c;lq_�e.ndo el 12_a-
"--.
v"
·
----·---,,-,=�=----···· . - - · -� --��---�- '"�---�-

algunos países y, en tiempos muy recientemente, algunas mu1 eres nos he­ tr:iarcal) im_P.lica violencia simbólica, a _ear tir de es�e..otipos .de-sobre-�-
mos aproximado a una igualdad que siempre ostentamos precariamente. ;1�ral�,0��d;;-��T���§.������ �e caracteres s_i�es. '!; .,· -·"/
Spn formulas ngidas que unpiden la mostrac10.!!.:!!:2� cambios1 ,.gal".'!1�
4) Aproximaciones a la violencia ,miando o soli4ificando aj��go��j9....9.caractetfa!JE� �om.c!..É!!!fJ.f!!l.al -'--ú_�,
}-"��A."(,
Como acabo de señalar, se han ido e specificando diversas formas de vio­ al sistemaj%e e,.�_:.S��}o_g�!_:�r�-�º1:1:�.t�t11y�n.:-�a. �uc:�a b�� 1:1:ª�e_rial /')
lencia. En principio, "vio lencia" significa "for zamiento" o " intimidación". �istes, ��_!netáfur�-��.::..Jas 12ecrsecuc_i_<?J:-!,S. Estas sim- ¿-:..,¿�
94

Remite a violencia física explícita y extrema, como es el caso de las asesina­ p'Ifuci�nes 9.ue no admiten modificaciones ni cambios funcionan a la
das en CiudadJuárez (y tantos otros sitios), y que acabamos de ver. Pero m����i��elllerza"'en e] Séntido ct"eñünCiaíIQpñi- Eoucaitltde
existen modos sutile s y encubiertos de legitimación de la violencia, poco qi:; los idedes del alma son la prisión del cuerpo. Dichos "ieleales " son ¡mr
logeñéraf���es socialm�nte instituidos.

93 Herrera, en Aponte & Femenías, 2008. �


94 Ver nota 53, ut supra. 95 Young, 1983; Bourdieu, 1998.
102 Violencias cotidianas María uisa Femenías 103

En el lenguaje nido efi cacia apelativa y performativa. Más aún si los discursos científicos
La violencia simbólica se ejerce fundamentalmente desde el lenguaJ e. lo ratifican.
Tanto si lo entendemos como el "mediador" entre la "realidad" y los indi­ Denomino e!!�. fo��_!._<i_�_yio!:�cia, P,!der heterodesignat!!:.:! ����::!: \ et,;�
viduos (según el modo tradicional correspondentista) o si consideramos .ef!1-.Y.��1:'=11ca i�entida�: �-':�ceJ::��!?.:����a�11::�e��E�r- }
que los sujetos y los objetos se inscriben en él y genera realidad (según el p:_!::_�!ó�, ,e_or eje�plo...E!J:1E,.f.Qi�t�,��fil§�..,!:=��-�-Si;.4�.b-�.Q.r.�..2 ��gc::5 ,.
giro lingüístico), lo cierto es que el lenguaje es portador y encubridor de
violencia. Desde expresiones más o meno� triviales _é'.°: térm_ino�_9-e pfiicu­
�-C.����ter ag:!�c!?"�.
��?e.los_ shi�t���qlq_Eefusr.z�)gs.Jug¡ires inail<;a­ /
d8�,J?g.Q.�ntc;,n9,ido�c2,.�.!?��E.¡l;t_U,t:;J-j�s':97
.
aciones omsuttosindividuales�o_proy_ips de _g�fae��9J., dirigidas a
¡;¡;_¡;�apersona ai_�!�d�����'. ����t�E!l!� cogipl?j.as.qµeinst� El orden natural
cómo de ver,el mundo, e ii1:ch1so_ al !!!.!ífl:4/!Jft.!Smq,, el lengu.aJ e CQ.Ull�Y.ª-�1st�­ Lo dicho muestra que se apela a "un orden natural': a fin de prefij ar lugares
mas 'valorativos e.mo_cionales y funci�!1Jfa::�_CJ!Yº�-��.e���,t3.s �0__1:;aml!},a­ simbólicos como "reales': desconociendo que c ualq�ier marca in re (co­
t�:q����Híps�. c.?difi��d�;-y� · �����v��4��, P�r tanto, �nS_E!tuyen "19 lor, sexo, etc.) admite los múltiples y diversas interpretaciones simbólico:
g_bv�·: lo que no se cuestiona ! s� -ª �E.:�!m. mas: son los �oda� de los �da en la naturaleza legitima un orden sgnal.disa:iminatorio,..escribfa.[J.
estereotipos rai:i��s)•_s.;��� ca
- -
de ambos), que en su func1onal1dad se ck]3eauvoir en 1949, para e�_cas����J?,��.§.�o �e l�,�� er_�· Ahora bien, en
fortihcan. Mr�acicmes del tipo "Todas las mujeres (negros, homosexua­ tanto indispensables p ara la reproducción del cuerpo social, la exclusión
les, judíos, indios, etc.) son... p� donde "p" ocupa el lugar de cualquier pre­ de las mujeres adquiere características propias: van desde su minus-valo­
dicado agraviante o discriminatorio, entendido como descriptivo, se oyen raciórÍ"sistemática , su eliminación en términos de mayor porcentaje de in­
cotidian amente. Enuncian un universal que rige para cada caso singular fanticidio femenino, una alimentación más precaria (con sus consecuen­
necesariamente, salvo excepción. -:,
cias), menor escolarización, etc. a la exaltación de su capacidad maternal y

de cuidado, en el polo opuesto.


· Inculcación de identidad
Recordemos la siguiente situación: un transeúnte de espaldas oye "Eh, tú, 5- Eficacia simbólica: la violencia en el cuerpo
negro!" y se da vuelta. Debemos a Louis Althusser es ejemplo que repara La violencia simbólica resuelve Sf!:_efica�ia en lª_V.iQÍ!!l-ci11fís��'!:.:X�'!:!-1E.9...i9.�.
96
en lá capacidad interpelativa del lenguaje y su poder performativo. Esta
d�uErfuiiento. Entendiendo así la violencia física como el emergente
apelación puede entenderse como inc ulcación de identidad: es decir, el e;_esiv�"¿;;uñaviolen cia estructural más profunda. S e cita como ejem­
_transeúnte se reconoce en ese vocativo y se siente interpelado, respondien­ plos paradigmáticos de violencia física contra las mujeres, la ejercida por
do en cÓnsecuencia . Para ello, ha tenido lugar previamente una operación atacantes en su mayorí a miembros del entorno más próximo de la vícti­
de normatividad regulada que el lenguaje sostiene y reafirma . Análoga­ ma (maridos, ex novios o amantes, p arientes directos (tíos o abuelos), pa­
mente, podríamos decir que las apelaciones históricas a las mujeres en drastros, etc.). Grosso modo, en casi todos los casos, esa violen cia preten­
términos de: inmadura / emocional / frígida / fregona / diosa / frívola / de mantener el esquema de autoridad patri arcal tradicim1al, y apela a la
inconsciente / vulnerable / incapa� / quejosa / loca , etc., también han te- agresión material de una o varias mujeres del grupo familiar o de trabajo

97 Otro tanto sucede con el piropo y el insulto. Análogamente, respecto de la emia o


96 Véase el artículo precedente en este mismo volumen. de la cultura.
104 Violencias cotidianas • Mqtíp.J..,uisa Femenías 105

(empleada subalterna, esposa, hijas, en menor me�ida hi�os peque�os o femeninos, etc ., Todo ello funciona, a juicio de las autoras, como formas
ancianos). Con menor frecuencia, se agrede a mu3eres a3enas al circulo d e terrorismo y que resultan en la muerte de las muj eres.100
inmediato o íntimo del agresor, salvo casos de guerra. Ahora bien, es te concepto de "feminicidio" es amplio, cuestionado y
En esos casos, se los considera violencia sexual y alude a "...t�do acto d�.... resistido.101 Las siguientes y pertinentes preguntas resp onden a posicio ­
índ--ºk�eX!}��jer:i��Eº� ��-� - e���n!'l-ge1_:����1_1_t��-v����-1: �6i1.­ nes que se le enfrentan: Desde un punto de mira filosófico y feminista,
tra del deseo y dé la voluntad �e o_t�� _e��s�!l!_;::i�!:_ef�.en�e ��-��o ¿es interesante aplicar la categoría "feminicidio" a todos los crímenes per­
llilá niña- que se manifiesta como amen���·-�ntrus10n,..mtm�udac1p� petrados contra las mujeres? Es decir, a t odos los estupros seguidos de
;taque, Y que pu�de ser exptesada. enJqrma físi_ca, ver:b.� ? e�()��()n._al);" muerte, todos los asesinatos de esposas y novias, todas las muertes violen­
98

"G�ografía del mi<:�º" es el nom?�e de_las__l�����i?��� que �.e 1� rmp�n ;


e
� tas de mujeres eri manos de varones o conviene intentar una cla sificación
1 · 1n l ���1:
l
alas mu)eres para circular por �!-�spa.�-�o 1:'��1. �_ º � u. 4()�. _c:>. _
1 s
más minuciosa. ¿Cuál sería la utili dad de calificar, clasificar y separ ar los
ve1timeñfa",·etc.; rmicliás veces como efec�o. �SffflSJ::\1:_�)�c;Y.-!f�ci:i,�!_�t o
asesinatos de género? ¿Cuáles son los pros y los contr�s de hac;:erlo_?s¿,_�
s'eauto -obliga alimi�arse e�-�f�����i�cl� sus Hj) er t�des'._ puÉ.g_�-���-ºE_4erJ¡e detrás de_ esta h�omogeni�ac:iógg<; las .<:ifras_Y,j.Qs e_s_tilps?
'"� Retomo� p{:¡es,1� clásica áfirmaci ón de Kate Millet de que conceJ!.t��- ¿Tiene gue ver qmJ&.s.gJJwrad de.mdistinciQR,,,O)Jll�eJo...lfaJTIQ a veces?
d
li��r es politizar �-fin de co::.:���ir: ��inar pro��so de �0!1s���c1��­ ¿.S e vincula con la globalización?
de la implliifaad feminicicta. Retomo nm�a noc10n de fem1mcid.10
-
�� ---=--n..,...:.'-.-..:..-::,,.,�!:·!�,:-<..,...t'!et.'b.•

aruKaClap-or J�C¿ uti y=Q.i:��-�y_l1_:ego r<:_':��o a!�os �ares 6) Las violencias de la globalización
siili.bohcos tradl.cfoña1esde las rriüj eres. En un text o.27a__clas1cc:>_t_��lad Examirtar, distinguir, comparar, clasificar parecen métodos analíticos per­
o

"Femicide", Caputiy Russell de��n al ''f'emiñifiru.o" como una, si1:1J,.i�ión tinentes, quf ayudan a platear mejor los problemas y en consec uencia a
o.
er.����nt�:s1.extremo de u�-�on��nuy!!! q�--t�n;or �tiJ�menin , 1:- encamina r las s oluciones. La pinza patriarcal que atrapa a las mujeres del
99

juicio _ de la s autoras, incluye la amplia variedad de ab�bales Y fí s1- ��tardío..tie.o.�_,;g_�,IJ,PS..dQU'J:):SÍQUes inte�esante;r�ero-:Ta:s···


��xu�ÍJ>�rt1!;_ula rms:n�1:_J>�:-
J cos, tales como violac���- m
' 1;i.er�s_J!i;.J<!;Ef�,.gloJ,�.Lfilgµen..skn.do_:9h_i�.tQ..p:1�di_adqr" d� los varones
; prostitución), abuso_ �e�� -�!if�;!1_ i�<:�S����º-· o-��JE_�J<11;1il�r, J�:!1e��-.. (eso no ha cambiado ni con la globalización ni con la expansión científico ­
fmcasy emocionales, aco�<:>_s�xual (p or teléfono, en las calles, en la o fici- cibernétic a); es decir siguen funcio nando como intermedia rias . S e�do,
ital (clitoridecto ías, escisi�n, infibulado -
t n�er aula)',mucílación gen
� -=- . c...........;:,
� �yaro..t:i�;:;-a pa rtir de los cambios del mercado laboral y de la cultura en
nes), operaciones ginecológicas innecesarias (h1sterec tom1as, e tc.), hete­ ge;¡eral-, estarían intentando con mar_or ahínco discip,_li11.i];,fg"'°1'J;.!!iol�nci �
rosexualidad forzada, es terilización forzada, maternidad forzada (por la la s mujere�_gue yen como.ej�de.l!JJS_Q.!;y���y;_g��.eJ!2...<!-los valores tradicio-
'!:

criminalización de la contracepción y del aborto), negación o reducción nales de su autoridad masculina. Así, la mayor violencia cruenta contra las

• �,:!'....��'="'�

de los quantum de comida a las mujeres, cirugías plásticas, y o�ras mutila­ mujeres seríi"llii"a"' suer te �-;ategia (no -premeditada) de reafirm�ció11
ciones en nombre de la belleza y/ o la juventud, el aborto selectivo de fetos
de identidad patriarcal, redefuiidón y reacomodam1ento funcional de lo
miembros varones estruct ur mente más débiles, en vip:ud de las cri��
�conómicas, _Q�esto que-ªJJ:.:�tran c��sigQ..J11JJ:0.1lfüWJ!..Q.Qnes identidad<:.s�¡
"
98 Velázquez, 2003: 70. (3
99 El texto se publicó en�. Se reeditó en versión más extensa en 1992 Y actualmen­ 100 Caputi y Russell, 1992: 15; Segato, 2006.
te es accesible en intemet. Lagarde, 2005; 2006; Segaro, 2006. 1O 1 Entre éllas Marcela Lagarde, Dora Barrancos.
106 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 107

fuer tes ; por ej emplo, la de "varón proveedor':__�_a ��r:>.r_����_i¿� fa,�S!)-i­ desde siempre, recusando su confinación al ámbito de lo privado natur ali-
. ----------
na en el mercado de trabaj,o,_, -�unqU:e sea por menor sueldo o en razon de zado, sus "logros"secoñsid�ran r�cientes.
��;;;;�i���ay�; educación, la obtención de derechos pari­
las expondría a �i tuaciones de
tarios de ciudadanía, etc., paradój icamente 7) Silencio de muerte
mayor riesgo. Paradójicam��e tatll� iéu,.i:n .un _m���}
�_:::baj o global C on todo, aún sin olvidar el componente globalizador, los casos de vio­
son obj�t�deñíi'yor ex plotación (j unto con los niños
), sobre todo en-las­ lencia de Ci udad Juárez son paradigmáticos por su extens ión en el tiem­

.;�aq�il��" � p��·coiítra.tos'jleelance". En todo caso, pierden igual que los po, por ser los más estudiados y, quizá, los menos conocidos si bien ilu­
varones las leyes laborales con seguidas tras � siglo de luch�, pero por un mi nan otr as violencias del continente (Guatemala, Hondu ras , Colombia,

meñórsala¡iá:102-·--·--····· -�-· --····· , .. -...· ·· · .· · ·- - ... -- . . . .. - - ------· . · .... ·---,- Argentina, Brasil, entre otros). Al conjunto indeterminado de concausas
-
/ ---Y,��o���P º.:�.11º r�o!��!'.q�_e_��pi_t_���°.·.�<:>�i_alism.o y patriar

,t���;;�1tt:t�;e�J;:;:;:1:r�t'�:t'i:��!�t:�::
denunciadas por Rita Se ato (iOOS)_y,_, más _recientel:Ilente, .. por Celia
Amorós (2008 , sumo otros factore s que considero relevantes. En prin­
dpi'o:p;;��preñcterli3s· ñivelesde-eñc:ub�·ientó.é'Tiivisibili;ación se
1
muchos varones de diversas clases sociales a un orden pre-moderno: des- deben revisar los multiplesñívelescle-víOieñc:ia; ·que.he estad(; analiz;;-­
pose yéndolos de una imagen de sí, confi gurada mayormente a partir del do previamente. A&más, a 1a conviccioricle q�;·¡�·�;;;.;:pl�JI;t�a�;-J��la
varón proveedor decimonónico y �el �istema de valores � ��eceptos q�e ·g1c�!?__aj.izacióJLpotencian la viole11s�-?-�!:!l���-la_��-�e- ��:P...
, . a­
S':-��� gue
lo ac om pañan. En urna, la�-*z
��J��c.k��J?�?-s 2� %1��,! ;��A�n..1�.QS.C.fil�Sf.!!.Yle,_g�pl��,:11· S obre todo en la medida que la deste­
i

'ifl _'f�,t,,' lismo real, ha reamc� ª�� e! � :��:�:��º �n su vers!-on ma� _�xtrem:l rritorialización de los capitales y de l as comunicaciones involucra niyeles -
"' - -_. -
L{' \ . -
deT�ue cla cue�a 1�':-:_i���§����:.�!,��, _ �2��-� r,a,;1_od�E, muncf_:>., cacfa vez más altos de compliciaades, encubrimientosycrgueras. Por tilti- �­
Q �
Ü \ P:.:� que ::�11'!i?
_r1uestr��J>.�1:"��ria�} pa��ir de la dec�a de l�s ochee_ta,
_ mo , ccmsid�ro que se debe tener en cueñta lo que denomlnaréinscripción
textual e históric;-J; la'"';;iolencia e����;Oñacle frOnrera:- ·=��-�-���- "'�"'°" • ==:::.
""
quebranclo estabilidades.:_1,4.<:���q�tl.�ilih-�aJ��,sajrur<!. delt_i:_a.hªJ.º· ets El •
de
\. :��� If��1ifu�:�;��J;;"t��:� ,
� - --···---�;;.:.r��==-:�..�...,..�.....-·-�
º La historia de esa zona fronteriza no es ni lin eal ni clara. Es y ha sido
obj eto de disputa ter ritorial: m exicana primero, estadounidense despué s,
E n otr as palabras, si el patriarcado moderno se constituyo a partir de siempre albergó con fragilidad a la ley y con condescendencia a los que la
un conj unto interclasis'ta y metaesta6Ie cte pactos -como acertadamente infringían, implicando al mismo tiempo, una multiplicidad de idiomas,
=
ro dehnicraCe.H;�or6s�1a ªs!!_gTu!�iL�ctL.Ia! exc:!�e d� pacto a un religiones, culturas, étnicas, economías, sistemas de valores y de identida­
.co� unto interesante d;_varones que,_en e! -1!1.ªr_co �e l?s inlag;inario_:.�� des, etc. Del lado mexicano, se reconoce la herencia de un estado Azteca
vigente s, !1!_1E��gir:tan_y�.f��tn.J!�: Esta exclusión con su consecuente teocrático, proclive a los sacrificios humanos, donde -además- las vícti­
femu{fz;ción se lee como el desplazamien� � lc�_s_ v&.,o�__d� �E.��spacio­ mas sacrificiales ofrecían simbólicamente su sangre como su palabra a los
fi.emp_q_�J!.t!diciqnales n��E!.ª�.=,,��:a _"l�_irr_i:Eión ���-mgj..�res" dioses, en retribución de que habían creado a los hombres con su propia
en la esf�Frª p�bli���� <l:ll��J���1!1��l��gre1; el tercio pe�_s:e�un s angre. Del lado estadounidense, el ocu ltamiento_ (hasta tie mpos muy re­

rdo de la humanidad. El imaginario colectivo no se ha moctificado todavia cientes) del genoc idio de los pueblos originarios, están emblemáticamente
y aunque las muj eres hayan reclamando inclusión plena e n la ciudadanía representadp s en las marcas mestizas de los m exicanos y de las muchachas

asesinadas. E n ambos s i tios, un desprecio absoluto por la vida del "otro/ a�


102 Femenías-Soza Rossi, 2011, Introducción.
en tanto la conquista representa el modelo de violencia territorialidad re­ siendo el lugar de ejercicio de poder para humillar, deshonrar, negar
ferencial de todos, bajo la experiencia de la " brutalidad': Así, ahora "lo o enviar mensajes cifrados a otros varones. Esto se repite como una_
siniestro" reaparece como el transfondo reprimido de la tradición, que se constante histórica que se invisibiliza porque se la niega. 103 Levantar
amplifica en los crímenes que nos ocupan. _ la prohibición estructural para que algo sea visto, implica dar cuenta
.
y que se presentan sobre una pluralidad de altendades, cada vez mas de la importancia estructural que ese "algo" tiene. En nuestro caso,
inferiorizadas: otro-mujer; otro/mestizo; otro/honesto; otro/puro (no las mujeres muertas de Ciudad Juárez, sostienen y sellan los pactos
consumidor): Características típicas de los objetos sacrifi.ciales tradicio­ a-modernos mafiosos y libertinos, sobre una escritura tradicional
nales en el círculo naturalizado y fatal de de la sumisión absoluta. que ha normalizado la violencia al extremo.
Si es verdad que actualmente las tensiones se glo-localizan, adoptán­ 2) Los cuerpos de las mujeres muertas en Ciudad Juárez están 1
dose diferentes perspectivas, globales y locales, y construyéndose identi­ fragmentados, a los fines de su explotación. Paralelamente, el \
dades en consecuencia, es verdad también que las tradiciones, la mitología imaginario actual también fragmenta los cu,erpos:-8 "cuerpos )
y los relatos heroicos mexicanos y est:dounidenses s,?n fuertementela­ objeto" donde la cirugía esté�ica (a veces d�nomina�a rep� ¡
. _
triarcales. Como "experiencia cultural el lugar de la otredad radical , de mueve cuantiosas sumas de mero en un afan nnposible de eterna /
la inconmensurabilidad, de la opacidad del otro lo representan para unos adolescencia'��� genera un� est��ica � cunosos parámetr�s
"las Mujeres del Tercer Mundo" -como señaló Amorós- y para los otros, " _ l
homologadoi,/o-j c�exot1cos const1tuyen una Rroyeccio.2;
las mujeres en general, como objeto de mediación y sello de pactos de san­ ��Ío otro" sexual, cultural, étnico, etc. que mueve
gre. En ese sentido, la escritura en la cuerpo de las mujer�s �como subraya -a�l transnacional redes de prostituc10n y mífico de personas,
Segato- es escritura de/con sangre, por fuera de todo codigo contractual con �eneficios extraordinarios para sus responsables directos ypara
moderno. los g�biernos que de alguna manera indirecta -o no- la permiten
o la encubren; de cuyo uso y abuso tenemos poca e imprecisa
8) Ideas para un final abierto información. 104; (c} _ "cuerpos maquila" de productoras su�­
La convalidación de una legitimidad se instala en la conformación de un asalariadas , dondlsu trabaJO a desfaJO, sm vacaciones, s�orario,
orden simbólico, situado en el cruce de las experiencias de los sujetos so­ s!�wso,..sin.ley:es laborales, etc. adquiere -como dijimos- las
ciales con sus deseos, aspiraciones e intereses. La eficacia de esas modalida­ características de la �a aettraJia_¡o clomestzcofuera del hogar;
des de emisión y de control cambia en función del armazón tecnológico Y @�os ejempilliCad�::Tdfiaplinacl"os;-muertos), qllE_íE
cultural que asegura la circulación de las informaciones y de las imá�enes exponen en el espacio público para dar a conocer los costos para
en una suerte de "montaje" que a la vez hace visibles y encubre ciertas
las.mujeres de su inclusión en el universal�a:les­
situaciones. De lo que acabamos de decir, rescatamos algun as funciones
que sellan pactos y transmiten mensajes de los "am�.5.1.--ue..as1--se­
tradicionalmente femeninas que, con la globalización, lejos de desapare­ asíñiihnnrltYl.cl10se·fomnÍ_poreñte¡n=rciierp5scleplacer libertino
cer, parecen potenciarse. Las enumero brevemente: que soporta el poder-placer absofut6� g _C.!::_erpds re r--id.05-i'

1) Los cuerpos de las mujeres -que siempre han tenido un valor


--
ll�as.._Ror familiares,
. -
amigilli, etc. �u"'t espojados de icl.entidad

simbólico adicional como garantía de sutura de conflictos- siguen 103 Amorós, 1997.
104 Burler,J. "Prostitución Militarizada" en Mora, 14 (en prensa).
11O Violencias cotidianas

y de tumba, denuncian los sutiles cam� del encubrimiento y e.!_, Raíces y efectos de la violencia
-oiVIdo.
contra las mujeres
Aspectos de una articulación compleja

1) Leer el periódico

ALARMANTE RELEVAMIENTO
SOBRE FEMICIDIO EN LA ARGENTINA
Una mujer es asesinada cada tres días.'
En 2008, se registraron 105 crímenes de mujeres cometi­
dos por sus parejas, contra 95 casos de 2007 y 68 difundi­
dos en 2006. En lo que va de 2009, la cifra dela violencia
de género asciende a 38 muertes. La mayoría de las vícti­
mas no supera los 24 años
( Crítica, 4-5-2009)

E
n las últimas semanas, esta noticia (o similares) ha recorrido el país,
de la mano de muchos periódicos, incluidos los de circulación na­
cional, a'veces en letras catástrofe y con las modificaciones propias
del perfil editorial de cada publicación.105 En apariencia, a pesar de que los
hechos han sucedido en diferentes lugares del país, clases sociales, marcos
culturales y económicos no guardan grandes diferencias en lo que -sin
pretensiones técnicas- podemos denominar el modus operandi de los per­
petradores. En todos y en cada caso, prima una v10Iencia extrema, excesf­
va, ensañada, desbordada, como sus rasgos más caracterlstic�;,"; esf<fse
ar
suele ���-I�'pertenenóa proxrma entorno ele las víctimas. Se subraya

105 Conferencia dictada en el I° Congreso Interdisciplinario sobre Géneroy violenda, Fa­


cultad de Humanidades - Universidad Nacional de Córdoba, Programa lnterdisci­
plinario de Estudios de la Mujer y Género.
112 Violencias cotidianas Maria úisa Femenías 113

como dato no menor (e insuficientemente estudiado) que, en la mayoría allí donde la "fuerza" es ineficaz. 107 En ese sentido, la violencia -que es
de los casos, se trata de un (ex)marido, (ex)novio, (ex)pareja o (ex)amante, �t��pre un desborde- se ejerce soEre los orgaifismos vivos:Tas-úillé.s�-Ios
un padre, do, abuelo, etc. En esta presentación, quiero compartir con Uds. asemfilñferrto; h�;;.osy- f�s �eredlum��s. p��adig�itic�ent�, se'i�
algunas reflexiones (incompletas) con el objetivo de echar más luz sobre tjerce;·p�����i;:;�7ó:�:c;��,�;-;J,� /X-m'"'ü�egundo, sobr�;;;¡;_
un fenómeno que corre el riesgo de convertirse en una "normalidad" co­ pos en situación �minización; ambos constituyen el "ahí" de la vioJ��!a
-
tidiana más, de las demasiadas a las que nos estamos mal-acostumbrando. �� sexo-género. ----·--- .-.,----·-··- -
En primer lugar, recordaré de manera somera el marco general desde Ahora bien, entiendo "leg_alidad" en un sentido am_plio, gue inch!y_e
el cual abordo el problema de la violencia contra las mujeres, luego aporta­ la Ley (en términÜ:S. éÍ:ic;.:�orales), las ñoi:111as, l��- consuetudinarios
ré algunas líneas tendientes a elaborar una propuesta interpretativa y, por �ñaoscoñio"Üsosy"é:OsruiñD.res"'(;'c7b���a_;, costumbres" ), inclus�,-las
último, esbozaré algunas conclusiones que, dado el carácter provisional de "trá.clicíOñes"'ñórJ;a.lizad.as ;;p;;;upuesto, las ley�s del Estado. En otras
estas reflexiones, guardarán el mismo carácter. �ero destacar que en un paíabras, lo que constituye el entramado del "afuera� con sus diferentes
problema tan grave como este, n� puede� xtra:ercondusiones defini­ espesores y densidades. Cuando la "legalidad" -en el sentido explicitado­
_
tivas y, menos aún, formular recetas. S-ólo se puede, con mucho cmdado y

----
no basta, la violencia es'el m2qg PP.':'il�gfa.Oo de acceso adertos fines.
sistemáticamente, separar capas de signilicados y redes conceptu�es a fin . .Aiites 4�_PS9���!:&__guier,2)la,tn�i;J� -��<:n.�ló.!1.§Q9J;i��jJi�h� mzsmo
de fivOrecer una mejor comprensió� y planteamiento del problema. de la· pre�ta _p2r la violencia de_ sexo-géI1ern. Para formular. �st� p�e:
gunt� ha sido preciso despejar antes las condi�i�esaé-"ñatüraliaaacle
2) Hacia un marco comprensivo roct:is1as n�mas consuetudinarias de comportamiento, y den@ciarlas.
Según la socióloga española Raquel Osborne, sólo recientemente se ha
empezado a desentrañar el problema de en qué consiste la violencia de
�ecir, h� dejado d����evideñ't:§Tnco·ntest�hl�� para vida de la,
nuestra soc'iedad, despejando previamente el suelo de violencia que por
género, y a contar con un corpus significativo de datos y bases teóricas su­ tanwsin.os- coñstitüyol1 (CiiOrma" de ntiestras\,idas:Ahora, l_GbJmcia - �
-- - · -· �--·· �
ficientes para una reflexión crítica que permita elaborar marcos compren­
. - - . . . . ·-

iñduidali-ae·sexo· -geñéió"-::: se "ve'más" porqué seºéstán forjando los meca-


--
sivos del problema. 106 Esto es así, gracias al trabajo sostenido de muchas .
cis�rg9�o"ifr, J.Ur.A�5:rzaJr1:J:t!-'!i�t!fi¿n (est:o dicho c��·P��aució� Y c-���e'füta
mujeres de distintas áreas y competencias disciplinares, c:m diversos países, �pl�namentela msühciencia de nuestras bases de datos y de las estadísticas
todas con la voluntad de exponer -en negro sobre blanco- la compleja que manejamos). Con todo, subrayo la importancia de las condiciones a
diversidad de la violencia. Mi interés es contribuir a esas reflexiones. partir de las cuáles ciertas pregümas pueclen seYformül"ádas: �!}--otras -¡-ra­
. En principio, diferencio, para este trabajo, entre "violencia" y "fuerza". láoias;'üíé -r�fi�r� a la-impori:áncfa de lo-que· caSi-kantiañ:imente se puede
Como tantos otros, "fuerza" es un término polisémico. Al menos en uno denominar "!::, condiciOD.es..de..p.osib.ili.dad pe ciertas jzf���J�
de sus significados -que es el que me interesa ahora-, puede entenderse m�sl��C._<J,Stpriadi�,--]-ª!>.<;:QD,dj.cjq11�s.de.lo,pensable':
"fuerza" como "conforme a legalidad", en el sentido de "lafuerza de la ley" En suma, podemos examinar lo que Butler denomina "los ethos co­
o "lafuerza de la razón". En cambio, "violencia'' siempre hace referencia
a una acción que es externa o ajena a la legalidad. En ese sentido, aguda­

lectivos�
-------����
que por cierto suelen ser bastante conservadores}08-Esro signi�

mente Jean Paul Sartre observó que la "violencia'' tiene lugar precisamente
---·-·------ - -------- ----------------- -· 107 Tomo libremente algunas consideraciones sartreanas sobre la violencia de Cahiers
pour une mora/e.
106 Osborne, 2008; Fayner, 2006. 108 Castoriadis, 2005; Butler, 2005: p. 4 y ss.
114 Violencias cotidianas
María úisa Femenías 115

l\�,.,-�
·,, fica,por un lado,que lo que alguna vez fue una idealización normativa
dejó de serlo y ya no es creíble,forzándonos a reflexionar sobre :1 modo alcanzar el fin deseado. Cuando así lo hace,incorpora performativamente
alguna variante del refrán popular "el fin justifica lo s medios':
en u _ o s "est ilos de vid� a ser leídos co��-� �- d�5-:.':�I��_:)s
-
de_discipEE����!l.JQ_��ibiéndQse así faten sións:1.ue comienza a generar�e
)_,:'rnt�e "l�s hecho- s" y -�l?:S. nop�as': Por otsro,gue en el xhiben marco general de
Pue s bien,respecto de la,vi olencia CP:J-�nta,sabemos que el lugar,el �':hí",
3) Pasadizos y retículas

. ', al' ª
lot'¡;ii9 esO .cl�. d���a,�i; 1����:P-::.:�cS �.ª1s -11���'-�e-e-: -�os � i�e s es�g máticame1:t
l u· - �-eÍ����fJ.>_?..:��-:1� ;tije�es (o �uerpo s en situac�ó� i�
extremos de ·Iano-\,islbilización ha�_ie_!3:_,Y.;�l_f:g9;i. Com o bien lo
c s 0

ferr1inizaci6nf.E11iñ (o fines) ae_quienes actuan ba10 un ethos anacron.ico,


advirtió Sartre, -��sostienen !1!1 cierto. etkos CO�C?';'? a_p�an
Iosgru_os.. _ Séá�orac:aÓnJ_Q...t J Ü_S�Ón_ O__epc,:Üb�i��t:O� es la defensa, conservación y
a diversos modos e violencia para reforzar la (ap3:re:��e) !1�EEI-4ii!���
r�fuerzo de una estruct ura de sociedad sexista y patriarcal,con to4as Jas
l�ri�Es�as-rigen 'el ..§.k!f-érefic:losOcial ·y° f� s modos en que,directa o
a;;;_-;�-;;;-�que_ conocem:o�. Sin -��b;rgo,grosso �odo ante la hipoté­
indiréct�ente,cierto s individuo s se benefician. Esta situación responde
rfc'�pre�ta de )9.uién/es desean sostener_!:1:!1:!:1:bf's,ªpa,cr9nic9._r:aún se
a lo que Bu�nGroioa -¿i���o a A�?r1!� ethos anacróni�o, que
señala si n m ás a "los varones': De hecho las estadística s m undi ales (
re fuerza form��gcu�i_e:fta�(gj,!;lstifiJ;_ad�) de viole�J�· La paradop con­ abru­
��s)°a�í_p¡;���� �o��borarlo,a pesar de que ��Yª.C:��o s_ en lo_s gu_e _l�
siste precis��nte en que el anacronismo de las normas en juego persiste _
m ujeres a s�zE:. � "arquetipo virír:· por utilizar la clásica deno minaci
- co�a.:=.a-eo--el prese�. Es decir,se convierte en "algo" fi!l _eresen:e ón
de'Ainpáro More�o: Pienso� por �j emplo,en las fotografías vejatorias de
bJ�"!a..P.!�:E�!!��é��,�!2�1:;�����'h ��9-!P-9-9.9,S�,SQ�EE!rJ�s¿�bi'.:,5, c iertas she-marines, que todx s recordamos y que recorrieron el mundo.
las resignificaciones,y �()S nu_evo s e�til?!; se trat��LT22�-'ll1e �a v�o-
Esos caso s nos alertan sobre la ÍIIlpO!JfillC!a dela variable.smgma.LQ.
knciaTmplíCi�a:,_iriiiC[�-��.eJ..�lE.l�g_c�,,,J>J.?!.1-1��¿�,�\!�, c;f��q���o­ P.J.Q_gp
e.r.i.�l gue c�a qtüfo<.?:s.��- e! �thos colectivo. �or eso,siempre es pertinen-
len'r�;,g�n�¡�a�·;nsion�� y _div:��&�t:7!a�����:�:���- ---------·--··· -- ... , . '
PiE!.i:�.?-�Y te nre011nta'.'r CUáles Varones V 'nornue: ....-,. .
· Convengamo s a priori, que las excusas que registran los expedientes
�:�1�u:�o,·t=t:��eth�s-�n�crónico como sus resignificaciones se
� .l..r.-...::t-1

judici ales en su transcripción de las declaraciones de lo s imputados no


tensan actuados por "variables singulares" o "indi vi duos". En un vocabula­
dan muestra de "razones suficientes" que justifiquen el grado de violen­
rio más próximo a Beauvoir,la "variable individual" (o suj�to) :esignií�.ca
c ia que se le s imputa. La mayor parte de la s veces s e trat a de "mo tivos
y actúa su situación. Situación en la que,de hecho,cada qmen vive su :ida "
o raci onaliza ciones a posteriori. Si bien es as excusas podrían examinar se
en tanto cuerpo sexuado,apropiándose de las le yes y de las normas sociales
me tódicamente,a fin de explorar la p sicología de los maltratadores -arro­
al vivirlas de una cierta manera,sin ignorar la existencia de las condiciones
jando buena luz sobre el problema- no es este mi objetivo. Es verdad que
sociales bajo las cuales la apropiac ión es posi ble,implicando m uchas veces

un ethos, de por sí violento. �lª��ªEl:<?Eiª�l?�i.'l�.E��f:gri�mc;:nte ca4�� �.Q.9.lY�!..<?E.��gQJR�ªdm.�ui�n.�!1 un perfi! que puede describi rse c?�.º,
"vio.ls.!.1.59:�q_,:psico . pático:,.r.e.ro��llmtvéi ���:_mé interesan--las -����ti?�:�.
sujeto singajar hace del ethos colectivo,adopta (y adapta) _dehberadam�n-
est�c turª1 es. y_pr�.fü�i;gjp.dagar s �bré-ótro orden· de' cosás� no vinculada s
te un-éstiÍ�-d��riñinado que va desde la persuasión y él di scirl0:arnie�_to,
��-���ari�ente..c�n-C��-�eto va[6iú"in.gu_lar: Por un lado,'cieo
por'im. fado� a las formas desbordadas..de viol�nc_ ia,por oi:ro,a efe.cEosde i.mport
�;nt� �ner en cuenta el �tho��;_;;�rónico en su s
��icularidades idiosi�:�
cráticas . Por otro,la s t ensiones y resi stenci as 9.ue se generan an�e la mul-
O..·--.--

tipli ci dad de si tuaciones (planeaclas O no) que lo alteran. Ambo s factores


109 He analizado algun as de escas cuestiones en El género del multiculturalismo, Bernal, __.,..___,....._.._.....,...._ ......�....,,..-·_ ·-----=��� -. ..-...,,.,.......,.,:,e,••·"'··---."�=-----.-� - - --�
·uN�,2007. ------:-.--c_�·�---,._.�--�.._...,-,r.-.- -z-
__.�-:_;;.�:-.- .;;=·'"7":.�-=-c-..a;::.,r-:,:�
., - -
116 Violencias cotidianas
María I...uisa Femenías 117

ponen en mar�la afirmación s�na de que lo.que.no se consig!!e p� l�-��E?�es violentos buscan restaurar su autoestima en el marco de las
"fuerza de ley" se obtiene por violencia. ,e���ct ras ·ac·ruales de poder, que lo 1iaoilíraii a·erro:�pel�d� ¡10 que he
Cabe, pues, la pregunta ¿qué se quiere obtener? En parte, ya la he .�
respondido: 9.11.�_l� n�tn.r��dón del ethos anacrónirn -otr_?.ra i1e�izad? .:i�.h���.a.. �;���s�s;aT'��l]>f�fü1)]aª§:Jór -�ltüñó; Bar� álgu-
���,?-�.1?�1�.
nos comentanos generales sobre disciplinamiento.
_ esti�a�l:::}1.?__S�- qu�eb_re_ ni pierc�f.�g���íi; ¿P�or· quéJ_a
:;!11cu
má:yo·na ae !os varones ejerce estmcturalmente (y se. b�ne:fic;JªJk-ello.. lo
Globalizacióny crisis
�-�fafgúri""
,_qµf¡{� -()� tipo de: víolenda. �oore" la� �uj�r��' en prjn�pj.9.i en
1
térI11inos estructurales y simbólicos. .10 Otros, ad�más, ejercen.violencia en ��.S,.Il}2_S �1!�,.E���.:.º�':ied:�m����!!E?...��.!';,&1,i�rpen.itz.4., de
. .· . -
fo;ina físi�a, cruel :ie�rema. 0 �-��!22E-�fI�9,_o,_,,�J.:>l:.�.C:,!1.�.�!ir�al, de modo que cualquier rup-
. ,.,��d��.c,,5.�en estatuido y naturalriáct;""éñ''i'érmlñ.osctetsexo:bin�do' y
Leo nuevamente al�o� titulares de periódicos: ,
La Mató de 17 puñaladas... i:�;=!':::.S��!'!;:!�����d�1�t:1.��
La mató de 113 puñaladas... denominó /Uila metafísiq_generald.<laj�deoJqgm." atriarcal,
estruc�mente una normalidad, sobre la g_ue sobresale_e acontecimien-
�.lll�<m�-�
�·- ---
La mataron a golpes y patadas... to violento:¡¡¡--·-·�---=�---- -
Ahora bien, la ..§I�.}!SE�--1:.,:V.i<?!_�!;�i-�.�?n��'.1)as mujeres parece
�,:..,n> -·""'�,...._

La mató/aron después de violarla y quemarla con...


v . c ��arición de otro acontecimier:i�º nÓved�so: ia'gí¿,�aliz;�
Enterrada viva después de ser violarla repetidas veces... � �
c¡§�,$,fil]!.:;A:ITW.t.§la. ihterptetaa partir de tres fe11ón1�n�s :c::?�:viigent�s:
f
l
e g��!!?l1�-�f.o:. T��i?_na}j�t�, la sociedad ;u·r�é y�r;;_;¡;�-;�dd�e
Violador serial ataca de nuevo...
desafrollo capitalist::..9-;15- deJest:�}i[��" el__�o..,c!_�!!! �teñor y los "lu�­
El padre abusó de ella durante 20 años....
�b� los �d�'.:�duos (varones y mujere�-��'l1T,íi'i s�--q;¡fet;;a
Etcétera ... y transgrede el paradigm"':i:·ae"cúñoñ6'fiíco"U-desñaru�JI�1ndolo". Con ello
se pone en crisis su modelo conceptual, laboral y ético que proporcionaba
\ 1 · Para explo_rar al gunas líneas que iluminen el problema de la violencia con-
criterios estándar de selección e interpretación de las "normas/leyes" del
ethos vigente. Es decir, la retícula conceptual que generaba las condiciones

tra las muJeres tal y como se nos presenta actualmente, tengo presente lo
�!} dicho hasta ahora y retomo además otra afirmación de Sartre: "qu!en ejsr:;-_ de su aceptación, modelando interpretaciones, explicaciones y estable-
ce UE:. ?.:_c:to_yipl!='.nt:Q_qgie<r� �odo inmediatam.�nte y elige consden't�II1�pt� ciendo un "qué hay que hacer" en cada caso entra en crisis.
éñ"consecuencia". En lo que sigue �oy :i'."explC>r;�JgunasrelaciC>nes vincu­ Los cambios promovidos por la globalización están desestructuran:­
ladas, pnínero, a la globalización y la crisis, segundo, � los modos en que do el ethos volviéndolo aceleradamente anacrónico y, en consecuencia, se
_ abre un vacío de reglas o leyes claras, fijas y estables.
.,-
11O Tengo presente los grados o niveles de violencia que pueden detectarse y los umbra­
111 Véase "Violencia de género: fundamentos y modelizaciones" y "Violencia contra las
les de sensibilidad de la misma que he elaborado en otros trabajos. Cf. también M.
M. Herrera "La categoría de Género y la violencia contra las mujeres" en Aponte y mujeres:' urdimbres que marcan la trama", en este volumen.
Femenías, 2008. 112 En Mujeres en el imaginario de la globalizadón (2008), Amorós retoma y analiza)
algunas hipótesis de Manuel Castells.
118 Violencias cotidianas t ?1 Maria Ltisa Femenías 119

Por razones de tiempo, no pue do�tenderme en esto,_p ero lo cierto ensu búsqueda de reconocimiento. Es de cir, de tectan el nuevo usufructo
. j9 (volatilidad de capitales
es que se ha d esa��i���o_Tu:�-�fg_a_g�J_g_<!._b.-ª pafititi� 'de -l:ls-'reglas:a�1;;�c-onomía libidinal subyacente� -
rríUnalales -��di�te), lo que ha puesto severamente en crisis la figura m�
,;-----

délica del "varón proveedo?.No se trata tanto _de q1:1_�.!�s,mujeres hem� Patriarcado y herida narcisista
ª��¿�-;;i_-· m_po �I? 9_i:_a,f-�{es_ippal y.
9 Ia:"esiera
púbU�"a. cua_ mo que el La estructura tradicional descriptagrosso modo se tensa paradojalmente:
frabaj o �dicional se h�p.sarizad según las var�ab1 s del irabato:�o:,, ¿ ué desea quien desea un "objeto" al que destruye en su deseo? En una

o

�p_a.��d�g�ático actual es el trab���ye� lanc;· ��_t=-��- dialéctica e����;;t�, ¿26mOrecortstru1r·hrau1:oestimapatriarcal,


¡i;:¿if-;;t�fil�t���Ja:;iy�pEi§�e1os-varoñe�;·centrada identitaria: cuando se destruye violentamente a quién debería repararlo? ¿No será que
mente en e;lxaloulettrabaj�o,r,"pr9.:y�-�40,r " (omnipotente). Por eso, as1 a las tradicionales heridas narcisistas· de la sociedad occidental -que tan
c��bilitan las bases e conómicas de la socíectad�-sé deBilita también bien (y patriarcalmente) desplegó Freud- habría que agregar otra?
la familia tradicional, la sociedad civil y la ciudadanía, ancladas en el mo­ Una consecuencia posible e indeseada de la cr.isis del patriarcado,
delo burgués de la dicotomía público-privado. �glol?,,��.3-f.i9JkPWm!!,e­ además de la ruptur a del ethos moderno -que fractura la dupla inferior­
ve modos_ de ..exdusión.y desconficw.JLc;j,Ón para los qt1�- �()S sujetos v��()�e; superior- es la noción de posicionalidad como "variable vacía" de emer­
s�·��;;r�macl�ente vulnerabl_��: N��"r�_.El�� s�-�xpeci:atlvas d gencia del suje to. El lugar de inscripción de los sujetos ya no depende sólo

re�onocimiento y cada vez más-ocupan una "posición mujú":Este ace­ del sexo (o del color de la piel) en términos de adjudicación inmediata del
ler actoc�;;;�;Q:"J;-ú�os 'y H;�úiinbrés, cte'leyéoñslletrtdinaria, de
-.<
lugar "superio r ': Incluso, cuando así suce de esto es políticamente inco­
generación de nuevos espacios de reconocim iento, que excede el ámbito rrecto."y éticamente impugnable. C g�..Y-t:.Z,I_l];JS.V.aron es-vien en.a poblados
doméstico y los cánones tradicionales, constituye espe�ialm��a l':s
'=-

varones una amenaza a su integridad y un eje incon3ciente deyreo�pa-


� R c: 9�
S a i
��rc:rn�
1" e c
4� ir1f [�º�J,. ��1;1.��'�e-:e_c�.!:�:�!:nt�.:Sta situació�
a
parece abnr una suerte de henda nac1S1sta en efpatt1aréaao desde las de-
ción, que se-�xp"r��;-&'CIIversos�:�.= -�§'����- o��:�ó_n_��.:�-�������e l:aaás�fiñales1ll5l°s',ig�cq{:g',1_9�q)i,f��--ª-�IªI@enrñáyoí:-viol�iicia ·coñtraTas
1as�� eres:1n�s�li:�s]1§I§?r�����ª�:;E�tª x�c�:1:_�ª
1 mujeres, objeto de des eo y de reconvención disciplinaria. D e moctoque
�.,-,,._,7>-.,,--..-�t,ro......-··w - ;_ · • • .:..· · ·' · -� •.· · · '· •,.� .-.t_.M. ,;<';"!',.�.-.y.'--:::--O-,•--,....
. •-..,.,.-,-�--

�...,_._--.;,-�.--....... -.... ·
�tetpreto-la"riüeva..violen�i��;t�;�las��}eres(tanto s1mb6llca�cÜan-
En búsqueda de la restauración de la autoestima . , . . 'fo"cruentá) · comotiña
estr ategia de:'reafirmaci6_ii id���¡J;¿ ..-:;:::;... ·ae )iªpr-;;pi� 0

¿Por qué la violencia cruenta? ¿Po! qué -me _pregunto -var�a­ patriarcal en tfrrriíñosct�Tuperior� su redefinición y reacom odami�nto
mente construido�cgmo�erio res3!brían._ de a��?-.! ese lugar de ma­ lfu{661Ic�fúñcioñiídeiosii;íeñ'ib��-;;;��;�� �1·aéb'iles· \�e.�r¡s �-;;-'ru
yo'i'j,obreza,�i�1?ilidacl,_�������-1���co�!!11..k!!t9, .etc.,_ fl.!-1...LlOn.§_��
, �..- .-::. ::- - .•. ,. .-•., ..-_, ·

conji.mto, en vi������-���,:iµtp-:r�c�no�iIJ:Lie_ J;Q psi�a.�i���-�i��rio. ��JJa,,


. ·- ·:..:..-'��- '-"º:,,.,,,:._��......,..;.•o.._::- -=:,.n;: .....-:.,-:;._.._;_,_·�-
· -- ·- " ' ,."<-·,-·,7·-:c """',..9.:�,:.,.�--=··· .--.--. .
- -, ___ -.

. -- - ·tom�-de la act�,os���.1.1:E1ujer"? Pr5>_yJ�p���<:!lte,_propongo tra�apr violenda crueniÍ ..�y SU expresión extrema qe yiolaciÓn, ll}Utilaci6ñ y_asesi,;-
sobre la hipótesis general de que buer:ia parte de los v-ar?n�s -a partir de .n.U:O de--mujeres.:.:_'ffiiiiciona"_c9P?,O un m�do de "castigo� Cl_�a,dmc;jJli�i{m"
los c�bi�� señal�do�-_: estarían dl;;pue S tOS a disgp{in.ar.con-mayor.ah{DS:..,O
·

reparatorio d fa/a�toestlll!�Ael varón, en térmi os psico �esg:.llc:t11:_raj�s.


. .'i,4... .
' .....·, ·- -- - · .;.. . --�.:....- ..�J.-��'t'.:"1\... .
-..:�.:.,.."'-'1.- - - _ .............�";'--;.

..,.
a las mujeres, porque las �né�� ��naza.)�.<:4�?..t�: (¿inconsciente­
e:: •.•_ _.11,_., ,. .......-h

Esa violencia es�á implícita en los modos en qg��s_t9:1-�tura:lm�nte �e cons- .()


�-�,----�' - --·'·'---·l.... .->_ .._.�_..,."'·.• .... .. _ . ..· . •• . ••- . . . -�

"sus
m�rÍre?)debido i logros'' ( ignorando el fenómeno de feminización
de la pobreza , por ejemplo). Las en�p.den comoeje de "sus:males, COI_:1--
, petidoras "recienvenidas" al rñlrc�iio.1�--��:�.:-1�.J?�:�-�obre to d�_:J>ª��
�1:t1��:�::r=:1itjE!!'.'íf!:;::�:.:i::':;;:.t:;:t:·
originarios, etc.) que, desplazados "hacia arriba" de sus lugares "naturales"
- _
�t
-,,,--------···--·--·-.
generan si�mnre reac�iones que van des_4e d.9_f_onci�r19. .?:_ la violencia.
·· -

-�
--
� ---�--�,-.�- -·-- --e" ... ------ - --· ··-- ,.-:--�-. --,--,. • • •• --�-- • .........,.,....--"'!��
120 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 121

El deseo y sus disciplinas producto de las tensiones entre un ethos anacrónico, la s9_c.:iedad fut11:r�
La carga libidinal a la que someramente he apuntado más arriba permite y las elecciones de sujetos emergentes que "eligen" a.ctu�1os modos m�
dar cuenta de la intransigencia del violento, que sólo afirma su derecho violeñtós""de" résfaütadóff de sü áútoidendd�d tradicional en peligro.
(patriarcal-divino) como persona humana a tener todo que quiere inme­
diatamente, donde "el otro mujer " sólo es un obstáculo denso, aunque 4) Conclusiones preliminares
inesencial, entre él y su objeto de deseo (ser reconocido como superior Retomo algunas breves consideraciones que hacen a las posiciones estruc­
. sin más), entendid9 como el "fin" a alcanzar. En el fondo, el viole11t_o sólo turales de las mujeres. En primer término, en toda sociedad, aunque con
pretende despejar·, lós bbstáculos que supuestamente lo separ::in de -o le características propias, los cuerpos de las mujeres siempre han tenido un
esconden- tal objeto. En cierto sentido, el violento cree en el "orden del valor simbólico adicional, como garaniía'clesí{rii'�;
d� "é�iifli�t�-; �- ¿��º
�-··":T -,-,.--,· -,e-,·_--\..:<,_ ----.

mundo" y en la necesidad de restituirlo. En la situación actual, "su" lugar


"- - "'•'-·---�-,,�.: .-.. -:· . • ..• ._ --� --r-,..-=--,· • .........--.
�._-:,._.---=--,..,.u,��-�
lugar de ejercicio de po_de_q�a��J111-IT.1W�E,..�f.��onra�, �egar o enviar men-
en el mundo se le presenta disimulado o escamoteado por obstáculos que
,,,. --- -�- .,...,.,_.-,.,, ..�... -'-.-e·--.-::--.-::...·-,-·--··:--... -:--- ··..,.,.
6,Qi...�r---.:...,_,,_____·--�-- _____
saj es cirrados a otros..y�pn_es� aunque se lo niegue o ignore. Levantar la
·

v
debe suprimir a fin de que el orden se restaure y así pueda volver a alcanzar jir'óJ/l{/féiJi/e;;�;;;;al q�� - rig�--��rlug�·;,ci
- e''i�'��J�-�s�''liace visible el
"su" lugar natural en ese orden. En ese sentido también, podría decirse con grado de violencia que históricamente ha ejercido la invisibilización y, a
Sartre, que el violento es "un puro" que no acepta ni el fracaso ni el límite. la vez, es un modo de autorizar una explicación alternativa en términos
Por tanto, sustituye la posibilidad de alcanzar aunque sea parcialmente sistemáticos. Es decir, �um:�ar_el eJ:IJos an'}._crópic;oy _promover la instala-.
algún fin, por la destrucción total de los "obstáculos" que le impiden llegar ción de un nuevo eth()_s potencia !111:Íl.tiples_ ydiy�i;sa.s...r��1�.1;�_n.fiªt·
a ese fin, y con ello, paradojalmente, al "fin" mismo ahora absoluto y mag­ --·-----Cct���;;�J� p�líticas de 1� identidad favorecen las identificacio­
nificado. El "fin" -como marqué más arriba- es restituir su autoestima nes, incluso las anacrónicas, por fuera de los derechos paritarios y de la
"poniendo en su lugar" al otro-inferior. Sin embargo, en sentido estricto, ciudadanía� lo que contribuye a actualizar el principio -bien señalado por
tal objetivo de deseo no puede cumplirse puesto que la misma violencia lo Rita Segato- de que ninguna sociedad trata a sus mujeres tan bierz_co1!7:0
�onsume qua tal. Pero instala, en cambio, una "moral de la violencia". Es a sus varones.113 Este lugar de vülnera6ilictadliistórÍca, se refu�rz�p��·1;­
decir, una moral que justifica la imposición "del vencedor" (¿qué es si no fug;;-�:ñr��ió� pública (medios masivos de comunicación) de los cuerpos
el "contrato" hobbesiano?). Por eso, cuando la norma consuetudinaria, el de las mujeres con fines de su e xplotación en términos de "cuerpos-obje- .
uso, la costumbre, la orden que se imparte (entendida como "persuasiva") to" de consumo erótico y pseudo-médico-estético. D e modo diferente,
fracasa, no "le " queda sino la violencia explícita de tomar al "la otro/a" en la e xplotación laboral en términos de "cuerpos maquila'' sub-asalariados
su mera facticidad de objeto interpuesto, mera intermediación o escollo genera una competencia. -entendida como "desleal" - en el mercado de
a sortear. trabajo, con características próximas a las de la economía del trabajo domés­
Oti:a._v.ez,-se-abre.unª-P.ªra� todo acto de viole��=':�.1,ps>.r.g.efui.h,. tico, peroJu.era del hogar, que comparten los varones de todos los niveles a
ci�- fy�_c:��-'. Y!l fracas�. P2Jq_�es���s���������-��L"
b C?hl:E.O.�-s.� partir de la globalización y la crisis mundial de la economía. Se producen
facticidad, s����al::i,_y�zJ�.P��i���!.9: -�i�.1?:1�-�� 1.3:���isf�.':��9?.f'EL a partir de lafeminización del patriarcado global, un conjunto de resisten­
cbn d"obj�y:o"_ d$'.J. deseg_de reconodmi��(); Más a.llá de los individuos cias más o menos explícitas que desembocan en nuevas formas de violen­
';iolentos involucrados, las estructuras sociales jerárquicas -hoy más lá- cia contra las mujeres.
. hiles que nunca- promueven, encubren o favorecen la violencia, en tanto
113 Cfr. mi ELgénero del multiculturalismo (2007) y Segato, 2003.
122 Violencias cotidianas

En este contexto, la violencia adquiere el carácter de "ejemplificadora", Monsieur Cannibale,


/ "edificante" y portadora de los "valores" tradicionales disciplinados. Se ex­
¡ hibe preferentemente en el espacio público, potenciándose el voyeurismo monstruo invisible de la violencia
televisivo que refuerza identificaciones en términos de víctima-victimario

E
individual, reforzando la "fama" o reconocimiento mediático. �e mal se
denomine "doméstica" este tipo de violencia, constituye una doble adver­ n una vieja canci�� de Sac�a Diste� ( 1973! titulada Monsieur
_
tencia. A las mujeres, les muestra los riesgos de (intentar) transgredir - Canmbale, el estnbillo reza Oh, senor cambal; no quiero mo­
simbólica y colectivamente- su lugar "natural" tradicional-consuetudina­ rir; señor caníbal, déjeme partir".115 La idea del caníbal ha sido
rio; se trata de la admonición disciplinar con intenciones reparatorias en explotada tanto en los libros de aventuras como en el cine. En general,
un doble sentido. Para los varones, si bien la violencia puede constituir un las referencias del imaginario literario tradicional remiten a un "salvaje"
"fracaso" metodológico, favorece de todos modos una suerte de reconoci­ comiendo en su sentido literal "carne humana� Prototipo de lo "extraño':
miento compensatorio: primero, en términos de publicidad; segundo en "incivilizado� "salvaje" y "ajeno": caníbales son "los otros"; ergo, no lo so­
tanto su "imagen" provoca temor, y el temor es uno de los controladores mos "nosotros"; quedando gracias a este sencillo tropo exentos de culpa y
fundamentales de la conducta de las personas, en este caso de las mujeres carg o. Siempre en clave ontologizada, "el caníbal" está próximo a la mirada
·....__en general y de quienes ocupen alguna posición mujer. folletinesca cuando se lo evoca en vinculación a la "violencia doméstica':
En cambio, se lo trata cauta y esquivamente en aquellos casos en que se
Sea como fuere, en mayor o en menor medida, todos y todas con­ presUVJ.e alguna forma real de canibalismo en aras de la supervivencia he­
tribuimos a reproducir una visión del mundo que enmascara la violencia roica de un grupo en riesgo.116
simbólica de los varones sobre las mujeres. Por eso, considerar la violencia Sea cohlo fuere, "caníbal" y "canibalismo" -atribuidos siempre a una
de género sólo como el subproducto de una relación enferma entre un va­ otredad exótica y ajena- han gozado de numerosas interpretaciones, que
rón y una mujer determinados, aislándola del marco constitutivo y repro­ vale la pena revisar. Entre ellas, me interesa retomar la que se vincula a
ductor de la desigualdad entre ambos, conlleva el peligro de quitar laparte cierra forma de violencia. Así, en Tótem y tabú, Freud (2000) asume la
política a lo personal invirtiendo el lema de los setenta. 114 figura del caníbal como la de aquel individuo que inflige violencia contra
otro del que desea poseer sus cualidades. Sobre esa base, pero apartán-

115 Una versión breve de este texto fue leído en las Jornadas sobre Monstruos y Mons­
truosidades, Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género (IIEGE), Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, octubre de 2010; esta versión
más extensa se publicó en Andamios Volumen 8, número 17,septiembre-diciembre,

2011,pp.117-132.
116 Contrástese el imaginario "canibalesco" en el caso de los rugbieJs perdidos en Los
Andes, tras el siniestro del avión donde viajaban, y el caso del asesino mexicano José
114 También, Soza Rossi "La herrda está ahí antes que el cuchillo esté ahí: revisando la Luis Calva Zepeda (1969-2007), que recibió amplia cobertura periodística. Cono­
mirada sociológica sobre la violencia de género" (pp.163-186) y Rodríguez Durán cido como Elpoeta caníbal o El caníbal de Guerrero, cobró relieve internacional en
"Armando el rompecabezas: factores que intervienen en la violencia de género" (pp. 2007, cuando se lo detuvo acusado del homicidio de tres de sus novias, su posterior
147-161) en Femenías, 2006. descuartizamiento y la consumación de actos reiterados de canibalismo.
124 Violencias cotidianas Maria úisa Femenías 125

n extendida
dome de las lecturas canónicas, esbozaré una interpretació Nivel simbólico del caníbal
des específicas
de la explicación freudiana, a la luz de algunas modalida Vuelvo a 'Tótem y tabú. En esta obra, Freud hace unas pocas referencias a
Siguiendo a
de la filosofía de género y de la co mprensión de "lo global". los caníbales (siempre en términos de "otredad� a la que significó a partir
os de
Donna Haraway y a Celia Amarás, entenderé "lo global" en términ de la comprensión hegemónica de su s�ciedad). La primera mención es
a de la
"era del paradigma informacionalista". Co mo se sabe, en la era �tual _ aleatoria; según la cual, "caníbal" y "primitivo" parecen funcionar como
ificar
globalización, según el sociólo go Manuel C3:tells, se puede� iden� sinónimos (Freud, 200: 12).11 8 Mucho más interesante es la segunda de
ciertos feIJ.Ómenos convergentes, que denomma: a} el paradigma
mfor­ las referencias. En relación con el uso homeopático de la hostilidad, Freud
llo
macionalista; b) la so �ieda:d en red, y c} el nuevo modelo de desarro advierte que el canibalismo de los primitivos ofrece una motivación aná­
cas del "parad igma
capitalista (Femenías y Rossi, 2009: 45-46). Para el o loga pero sublimada, en la que el caníbal "absorbe por ingestión partes del
informaciona lista': Castells adopta y adapta el concepto de "paradigma'' cuerpo de una persona, en la convicción de que se apropia de las faculta­
desarrollado po r Thomas Kuhn, en su ya clásico libro La estructura de
las des" de las que esa misma persona está dotada. Una derivación afín de esa
revoluciones cientifi.cas (1971). En ese sentido, el paradigma constituye un creencia -según Freud- es que las mujeres embarazadas deben abstenerse
Y
marco teórico amplio a la manera de modelo conceptual que incluye de comer ciertos alimentos cuyos caracteres indeseables se transmitirían
·
· · o' n cient í.fi c . 117
Es t e mar -
promueve tradiciones coherentes de mve · �t1gaci . � . al hijo (2000: 85). Freud subraya así que se establece una relación causal
co conceptual supera y, hasta cierto punto fagocita, movrmientos del tipo de tipo mágico -atávico, contagiosa p or contigüidad (2000: 86), inscrita
de la postcolonialidad, que quedan más vinculados a los problemas de la en lo que denomina la "omnipotencia de los pensamientos" (89), y que
identidad y de la lo calización identitaria. Ahora bien, en tanto proceso reaparéce en las neurosis o bsesivas (90).
actual de globalización del mundo, el paradigma informacionalista conju­ Más ad,elante, y basándose en la fiesta de la comida to témica,.Freud
ida
ga una producción semiótica y material, que afecta a unas formas de � responde ulía serie de preguntas que se venía formulando sobre el origen
s
más que a o tras. Como red global de poder, distribuye por sus circmto del tótem y del banquete to témico (143), introduciendo elementos de
heterogénea y socio-técnicamente información, mercancías, símbol o s, origen griego propios de la sociedad o ccidental. En alusión a su hipóte-
temporalidades, tecnologías, trabajo, patologías, y violenci�. Prec�s�en­ , sis de la "horda primitiva'' (de fuertes reminiscencias hesiódicas y hasta
te, me interesa esquematizar alguna forma de la mal denommada v10len­ hobbesianas), sostiene que un día los hermanos expulsados se reunieron,
cia doméstica" en este acelerado pro ceso de cambio de paradigma al que mataron al padre y devoraron su cadáver, poniendo así fin a la existencia
Haraway anuncia con la vieja metáfora de "los agudos dolores del parto': de la horda paterna (143). Según conjetura Freud, tal acto hubiera sido
imposible si se hubiera querido llevarlo a cab o individualmente; el progre­
so de la cultura o el desarrollo de alguna nueva arma debió inspirar en los
hermanos un sentimiento de superioridad (143), que los llevó al ataque
y muerte del padre. Por tratarse de "salvajes caníbales': Freud considera
ene al
117 Esto significa, en primer lugar, que un paradigma es un modelo o patrón � �
que tiende a atraer un grupo duradero de parndan os
aceptado. En segundo lugar, 118 Dice Freud: "De esos caníbales pobres y desnudos no esperaríamos desde luego que
que realizan sus actividades dentro de ese marco, al mismo tiempo, es lo bastante en su vida sexual observaran reglas éticas como las entendemos nosotros, o sea que
»
incompleto como para dejar que los problemas se desarrollen y se resuelvan dentro impusieran algún grado de restricción a sus pulsiones sexuales (2000: 12). Las cur­
de él. sivas son mías.
126 Violencias cotidianas Maria Luisa Femenías 127

que "naturalmente devoraron el cadáver" (143; énfasis mío). El pad��' vio­ Nivel estructural de la violencia
lento y tiránico, envidiado y temido a la vez por cada uno de s us hiJOS, es Mi interpretación -como en otras oportunidades- retoma un aspecto es ­
muerto y devorado por ellos , en asociación fraternal, identificándos e con tructural de la violencia. Por tanto, leo "caníbal" no como un individuo
él. Es decir, s e apropian s imbólicamente -por identificación- de su fuerza aislado s ino como un modus operandi aceptado y s ancionado s ocio-cultu­
y de su poder (144). De modo que, para Freud, el banquete totémic� s e ralmente, pero llevado al exceso. En otras palabras , s ólo se reconoce como"'7
ins tituyó como la primerafiesta de la humanidad, en tanto reproducc1on "violento" y, por ende, canibalís tico el plus exces ivo y dis funcional que la /
1

conmemorativa de un acto criminal, a la vez, memorable y constitutiv<? a_ mis ma violencia patriarcal es tructura y legitima. �.,.J ,<
las organizadones s ociales y las res tricciones morales y religios as (144).
La ps icóloga Liliana Fedullo realizó una relectura crítica de es te "ca­
nibalismo� centrándos e en el problema de la violencia contra las mujeres
Iris Marion Young (1983) mos tró cómo los modos de entender la Í
maternidad y de vivirla no res ponden a na naturalezafemeni�a s ino a

cómo culturalmente se la cons truye como ideal. De manera s emeJante, los
j'
(Fedullo, 2009: 2). Para Fedullo, en tanto la violencia C<?,:U.t�a la_s �llj_er.e�.�s modos de entel}�r;Ja:violenciaydexivjrlU_�,_EOC? �esponden a��__:
reiterada, repetitiva y vincular "laco��llls �y� "cªns �ici"��/a.�r_<:.e_iacj�n,
del-cuer�g:�I�tmujcr_re���rda.d.pro_q:�o..de.i_d�n.tiJi�ª<;:j.Q.n.i;.:mi..balfa.tlca iúraieza m�t;,. �51JIBE.$l.;?2l��=!R.<!���- funj��12.S.,a§�<:E.!�.,,1,
a'como�?t���m,c;:¿_�c;gn,�.ru,y�rl,idtJe.4.Ltf:ti&:JJJ!li!dttiY���_!�;
aer�;�sor". En tal proces o, s imbólicamente, el �gres or :·s �_apr<?pia de_ las ""Es'tleci7,'t�t� la identidad como el carácter del violento deben plantearse
fáCiilrad�;y las capacidades de �a E�E�Q!!ªJ�9J!l;!:ª-Ja.qµ.!!a-C!!J:rme,.t�,.:J&'Ju.:-' en términos políticos , porque las relaciones es tructurales s uperan y con­
ll0,2"009: 3):.Eñestaf�tífera interpre�����=��' el dicionan las que entablan los individuos entre s í de modo binario, y las
des eo del violerrm:yl� relfc:íon�sS::tt�-��;:.�}.�.:��.�1:1;-=��j<:�R:.• 4�AI:���, :� excedén. Young llama también la atención s obre lo que denomina tosi­
juegan "e-;ef �bit� del_�9m_�J?.�.��-�-���r�A��X5l S�P��-°.1- ficación ideológica de la realidad social. Es decir, el conjunto de dis curs os
""Ahora ·füerts"c;bre·
es ta fructífera línea interpretativa, caben algunas hegemónic�s que refuerzan costumbres, lenguajes y realizaciones como si
obs ervaciones . El anális is freudiano instala el problema del canibalismo la estructura s ocial fuera monolítica, natural e inmodificable. Es a cosifica­
�n términos. _d5;�füi''g'.'(�i{glii;1sloo:i'ilfi:s::X�19,��; IasrñiiJ�s ción res ponde; s egún nues tra filós ofa, a un sis tema central de "opresión"
p;;;��q;�d�r fuera��l�ss,.�� Es to permite conjeturar que ellas-(las que permite comprender al mis mo tiempo mecanismos individuales y
h'eCTñáñasJ ªj�ej�uil EªP� cam�:�alua�:.,:.eleíd�'! �ª:
�� s ociales , s ancionados y legitimados en us os y cos tumbres que cosifican es­
yle Rubin�:1l-�.rw1-n.g_s .de.ar c1011-S<;:fill.!1,,S._!1,,.,.V�<)._.!,.Cl.�1J�q.,_y.,,.ci¿¿am� tructuralmente cierto modo de otredad, en nues tro cas o, la de las mujeres
��s . As �i�mo, e� 1: hipótes is de �r�ud, el as e�inato s e co�ete en lugares de inferioridad.
res pecto de al 1en _ s uP-er�lJ?.�4��4.!eg,Q.YS,<;._lTil.d_Q.�d��a- f'· Para dar cuenta de tal es tructura, Young distingue cinco as pectos , re­
tade�kd9!�i.'.Jpsfia.tre..Lde�f-@..,ªP-JI?Ri�fS�: . lacionados mutuamente, todos fácilmente aplicables a la s ituación his tó­
-sr;s to es así -y concediendo utilidad hermenéutica a la explicación rica de las mujeres : i) explotación económica; ii) marginación s ocial; iii)
freudiana- es neces ario formular, al menos , una pregunta, que dejo abier­ sub-repres entación y carencia de poder; iv) imperialis mo cultural y, por
ta para retomarla más adelante: ¿ qué s e envidia y teme de las mujeres para último, v) violencia. Es to contribuye a modelar las identidades de quienes
que, s iguiendo la interpretación de Fedullo, un varón des ee violentamente (varones y mujeres ) es tán inscritos en ella. Brevemente, es to significa que
apropiarse de "es as" cualidades? Y, en todo caso, ¿cuáles s on? independientemente de que algunos varones s ean patológicamente violen-
tos , el problema res ide en que existen y subs is ten condiciones es tructura-
l
128 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 129

les naturalizadas que favorecen o habilitan la violencia natural de los va­ de las promesas incumplidas de la Ilustración a sus propias promesas de
rones. Paralelamente, las mismas condiciones refuerzan la vulnerabilidad borramiento de los límites ente lo humano y lo no-humano, constituti­
natural de las mujeres. Por tanto, la clave está en las condiciones estructu­ vas del cyborg (Haraway, 1999: 123). Para Haraway, debemos entender la
rales y estructurantes que favorecen, encubren, invisibilizan, minimizan naturaleza "como una ficción y como un hecho" porque los organismos
0 justifican la violencia contra las mujeres, que los discursos hegemónicos
"no nacen; los hacen determinados actores colectivos en determinados
aún vigentes siguen reforzando. En efecto, buena parte de la violencia que tiempos y espacios con prácticas tecno-científicas de un mundo sometido
varones singulares ejercen sobre las mujeres no hace si� respon�er exa­ a constante cambio': Esta aguda observación resulta particularmente pro­
_
cerbadamente a modelos viriles considerados propios de lá. sgndu!;;�g:"mas- vocadora en tanto desafía varios preconceptos sobre los que se asienta la
·.; culina", -�i<::eptaa�ric����������tÍpÍes maneras. explicación canibalística. Entre otros posibles, enumero tres:
:.
En suma, ·en la:-medida en que en-nuestras sociedades la violencia con-
tra las mujeres es estructural y estructurante, la que se ejerce en exceso en un 1) que existe una escala de seres primitivos inferiores = los caníbales y
determinado momento está ligada a la redefinición o el reacomodamiento seres "superiores" (los individuos occidentales· actuales);
simbólico-funcional de los espacios de poder de los varones hegemónicos.
2) que esos primitivos-inferiores-caníbales establecen sus relaciones
Sin eximir de responsabilidad singular a cada varón violento en particular,
según un modelo de pensamiento de tipo mágico-atávico, en el que
sostengo que tal es el caso en la sociedad global que está conformándose
se inscribe el pensamiento omnipotente que entiende la causación
actualmente. En efecto, los procesos actuales de globalización están rede­
·. por contigüidad;
finiendo los lugares "naturales" de mujeres y varones, produciendo varios
fenómenos de (des)re-estructuración, razón por la que los modos de la 3)" que el retorno al canibalismo -ahora en clave simbólica- se produce
violencia otrora naturalizada se hacen más evidentes. En principio, desde bajq, el rubro medicalizado de las "neurosis obsesivas".119
hace unos treinta años, las figuras del varón-proveedor y de la mujer-ama­
de-casa han entrado en una profunda crisis en la globalidad occidental, Ahora bien, por un lado, Haraway impugna la clasificación "inferior/pri­
poniendo en riesgo la simbólic� de la masculinidad y de la femineidad mitivo" y "superior/evolucionado': Siguiendo a esta bióloga, no se trata
hegemónicas . Esto promueve un complejo proceso de re-naturalización de discutir sobre organismos biológicos en un orden serial in crescendo
de la inferioridad y _de la superioridad cuyos nuevos códigos están en vías gracias a la evolucion, sino, por el c�ntrario, de entender la multiplicidad
de construcd.ón: se trata de un reordenamiento del mundo global, que de relaciones que se establecen con el mismo individuo a partir de su cons­
alienta lo que denomino "violencia reparatoria". Es decir, la que pretende trucción social como ser vivo. Aceptando la necesidad de deconstruir la
reparar el ordenjerárquico natural desafiado por_ los rápidos cambios de la ecuación poder= saber, sugiere también generar una comprensión que no
globalización. establezca sólo relaciones de dominio. Por otro lado, Haraway propone
abandonar lo que denomina "la teleología apocalíptica" y la "imaginería
Las promesas de los monstruos de la resurrección ligada a la figura del Padre': En cambio, insta a ir "más
Por su parte, Donna Haraway, la bien conocida autora de "Las promesas allá de los mitos gemelos de Marx y Freud" y de las adscripciones simbóli-
de los monstruos" y otras obras vinculadas al ciberfeminismo, encuentra al
"monstruo" y "lo monstruoso" precisamente en la secuencia que va des- 119 Esta la última premisa goza de gran reputación, puesto que la mayoría de las explica­
ciones al uso inscriben ual violento" como un uindividuo patológico".
130 Violencias cotidianas

co-representativas que estructuran la narrativa edípica y su telos, basada en


los orígenes del jardín del Edén hacia un horizonte "monstruoso". 120 Ahora bien, según esta bióloga-filósofa, en esta era de la globalización
Me interesa retomar algunos de sus conceptos. En primer término, va­ la primera tarea a realizar es deconstruir el topos, el lugar retórico o tópi­
loro positivamente su invitación a abandonar la lectura jerarquizante "del co, el lugar común, el sitio señalado por los discursos hegemónicos de la
orden del mundo" y, con ello, la imaginería apocalíptica del sufrimiento, inferiorización a fin de "reconstruir la cultura pública" (Haraway, 1999:
el final, la destrucción, el más allá, la sumisión, la nada yerma, etcétera. Esa 122), integrando a todos los actores en una interfase entre lo humano,
imaginería que se inculca particularmente a las mujeres, sostiene de. modo lo orgánico y lo tecnológico. Se trata -insiste- de repensar el saber y la
subterráneo el andamiaje que las constituye en el lugar de inferior ��tura/ acciót:i, abandonando referencias esencialistas para revisar nuestros pro­
vulnerable; una suerte de lugar de intermediación en el continuo. que va de pios vínculos. Para ello y provisoriamente se apoya en lo que denomina
animales a hombres. En segundo lugar, retomo la analogía de la "regene­ "una ontología sucia': Es decir, una ontología del presente constituida en
ración del miembro de la salamandra': ·que elabora Haraway en "Las pro­ el vientre del monstruo, en el lugar (des)ordenado del cyborg, regido por el
mesas de los monstruos" . Como hibridaciones que crecen desde fronteras paradigma informacionalista.
desestabilizadas, las mujeres pueden alcanzar su plenitud en tanto que
figuras clave en el imaginario de la globalización. Esta capacidad de repo­ El monstruoso juego de reponer el orden
ner lo perdido (metáfora de la salamandra), de re-generarse híbridamente, De acuerdo con lo anterior, la noción de "monstruo" ha entrado en una
convierte a las mujeres en lo que la misma Donna Haraway denomina nueva fase: lo monstruoso ahora es aquello que desconoce el límite del
"otro/as inapropiables/inapropiadas". Es decir, en sujetos-agentes que no
orden que crece al marge�, pero que ya no es lo temido/temible sino po­

se corresponden con la organización taxonómica de los discursos hege­ sibilicfad de un futuro que pueda ser vivido. Desconocer los límites del
mónicos. Precisamente, desde lo que las taxonomías hegemónicas exclu­
orden perIIJitiría entonces proponer una cartografía desordenad�, inclu­
yen -porque desconocen las particularidades de los espacios subalternos siva, (des)jerarquizada, que no implique incluidos hegemónicos/exclui­
dos subalternos; que tampoco suponga lugares de invulnerabilidad y de
y de la flexibilidad de la identidad y la pertenencia- las mujeres pueden
reconstruir su vida cotidiana, haciendo un diseño monstruoso que desco­ vulnerabilidad constitutiva, que no responda a reglas que operan bajo la
nozca los límites normativos del "modelo" de la vida occidental moderna carga de la doble moral. Porque, la "victimalidad" de la víctima se clasifica
y se ordena según hora, ropa, lugar,· empleo, allegados, clase, etnia, sexo,
(Haraway, 1999: 126). Por tanto, ser inapropiable no significa estar en un
sitio especial de reserva, en un recóndito reducto de lo auténtico esencial e género, estado civil..., cumpliendo con ciertas reglas implícitas, en una
intocable. "Inapropiable" es -para Haraway- capacidad de crítica, de re­ suerte de ejercicio legítimo de reparación del honor desafiado o dando
construcción y de propuestas estratégicas de supervivencia de las mujeres cauce al exceso de amor y de pasión.
en términos de sujetos políticos. Ahora bien, la dinámica actual de la globalización contribuye al des­
dibujamiento de los límites del orden natural para recomponerlos. En
efecto, a nivel general, hay cada vez más concentración de poder en cada
vez menos varones; los demás, se feminizan con escaso C'f nulo reconoci­
120 Haraway despliega un horizonte utópico: cyborgs para la supervivencia de la tierra; miento (Sassen, 2010: 478). En efecto, bajo el paradigma informaciona­
monstruos como (des)orden simbólico capaces de desestabilizar las jerarquías hacia
un mundo más vivible; un vocabulario conceptual plagado de centauros y amazo­
lista, las identidades sexuales y sus papeles históricos paradigmáticos han
nas, como figuraciones de la desestabilización de los límites de lapolis. entrado en crisis, lo que impone un reordenamiento de las relaciones de
132 Violencias cotidianas
Maria Luisa Femenías 133

poder a nivel macro, pero también a nivel m�cro. En e� p�er sentido, a


de un nuevo orden de poder hegemónico redefiniendo a muchos varones
nivel global se produce un amplio desplazamiento terntonal de person:s
por feminización. No se trata, entonces, de que un varón descargue contra
migrantes que siguen la ruta del trabajo, donde pocos ven que la m:yona
una mujer "un ritual de sacrifico, violento y macabro"; menos aún de un
de las mujeres que está "a la par" de los varones, lo ha logrado segun un
crimen perpetrado " bajo emoción violenta" o "pasión incontrolada''. Se
rasero que ha nivelado hacia abajo, feminizando en general a todos los
trata, por el contrario, de una maniobra favorecida y encubierta· por una
excluidos habituales, y reestructurando el "orden" jerárquico hacia aba­
estructura social que sigue respondiendo al orden patriarcal, jerárquico y
jo por efectos de la liberación de puestos de trabajo desregulado. Así, lo
excluyente, y que admite acciones violentas como modos de reconvención
que alguna vez fue una idealización normativa decimonónica -el �arón
_ disciplinaria y reparadora.
proveedor- ha dejado de serlo. Se abren, en consecuencia, dos cammos:
Los "varones violentos" (patologizados por la misma tradición) ope­
0 bien una reflexión sobre los modos en que puede proponerse un nuevo
ran a la manera de "custodios de las fronteras" culturales, territoriales, ét­
"orden" o "estilo de vida", tal como pretende Haraway con su imaginario
nicas, jerárquicas, precisamente en el sentido que la propuesta de Haraway
monstruoso y cyborg; o bien restituir el orden perdido, tal como lo intentan
quiere borrar. Perdido el control habitual que ejercían sobre las mujeres (o
los fundamentalismos.
visto como insuficiente), apelan a modos de violencia reparadora, con la
Según Fedullo, la aceleración de los cambios globales sienta las bases
pretensión de restaurar el orden natural perdido, basado en una jerarquía
socio-políticas para la canibalización de las mujeres. (Fedullo, 2008: 3).
patriarcal también naturalizada y en unas identidades anacrónicas asumi­
Puesto que los varones, como colectivo, reciben esa crisis como una for­
das individual y/o grupalmente como esenciales, únicas y transhistóricas.
ma de intervención violenta en su autoestima construida en términos de
Esa viólencia es un acto de reafi.rmación de su virilidad -narcisísticamen­
varón hegemónico proveedor, a nivel singular, muchos varones actúan �a
te herida-, y tiene como efecto la redefinición y el reacomodamiento
reparación del orden perdido pretendiendo restaurar su lugar de reconoci­
simbólico-�cional de los miembros varones más débiles del colectivo
miento jerárquico en el orden doméstico. Es decir, los "varones violentos"
(Femenías y Rossi, 2009: 60) Por eso, la mayoría de los varones la vive sim­
a�túan el orden perdido -el ethos anacrónico- en un esfuerzo (inútil) por
plemente como una "respuesta legítima" a un "ataque" previo, tal como lo
restituir a una mujer y por extensión ejemplifi.cadora a todas las mujeres
muestra el estudio de Silveira y Oliveira Rodrigues (2010).
a su lugar de subalternidad natural a fin de restaurar la naturalidad del
orden"perdido.
Conjeturas provisorias sobre el caníbal cotidiano
Brevemente, a fin de ratificar su identidad, configurada sobre estereo­
Al comienzo de este trabajo formulé un conjunto de cuestiones y pregun­
tipos paradigmáticos de virilidad, los varones sensibles � efecto de !emi-
tas que provisoriamente (y sin descartar más variables intervinientes y
. nización y no reconocimiento reaccionan en consecuencia, pretendiendo
muchas otras modelizaciones de la violencia, que merecen explicaciones
reafirmar supoder, dominio o autoridad ante mujeres, construidas aún bajo
puntuales diversas) voy a comenzar a responder.
el modelo de la vulnerabilidad. (Sassen, 2011: 105) Para ello, exacerban
Efectivamente, en el planteamiento freudiano el canibalismo puede
los "méritos" de cierto imaginario de inscripción hegemónica como me­
ser inscrito en una superficie de poder en términos de réconocimiento,
dio de resistencia a la expulsión del colectivo viril. Como las normas cam­
donde los actores principales son los varones y las mujeres -hasta cierto
bian aceleradamente y las mujeres vienen discutiendo espacios legítimos
punto fuera de escena-, son el objeto del deseo interdicto por el padre. Es
c;l.e igualdad y de equidad, la globalización contribuye en la recomposición
decir, las mujeres funcionan como aquello que constituye el deseo de los
134 Violencias cotidianas

varones en dos niveles: la inmediata satisfacción sexual y la capacidad de ducción de estructuras de vulnerabilidad y explotación real, económica y
procrear. La escena freudiana atribuida a los hombres en un tiempo míti­ simbólica de las mujeres. Además, en tanto invisibiliza su carácter patriar­
co, que instala la cultura y sus reglas, quizá no sea el asesinato del padre, cal, el Estado mismo se hace cómplice de esa violencia. Fenómenos como
sino la toma de conciencia del asesinato y la posibilidad de proyectar a la feminización de la migración y/o de la pobreza en el capitalismo globa­
futuro una escena similar donde el asesinado sea el mismo asesino. La ley lizado tienen una complejidad que recién se está comenzado a explorar, a
del reparto "doméstico-privado" de mujeres refuerza el mismo sentido de pesar de la gravedad e inmediatez de sus consecuencias, una de ellas es la
distribución equitativa entre los fratres y el sentido de la Ley. Las muje­ violencia. Como contrapartida, lafeminización de la supervivencia pone
res son "objetos" de posesión de los varones, valiosas en tanto "objetos" nuevamente a las mujeres en su "lugar natural de cuidadoras': no ya se sus
intercambiables y de uso, pero que las mantiene al margen de la calidad familias, sino de la humanidad global. Como ya advirtió Celia Amorós
de sujetos-agente. (2008), tras el fenómeno depredador de "tierra arrasada" del capitalismo
Según la interpretación canibalística de Fedullo, la violencia conser­ salvaje, se entrega a las mujeres la paridad en el gobier,no de los despojos
va, por un lado, a las mujeres en el lugar simbólico de "objeto" -de in­ del mundo.
tercambio, de prestigio, de circulación, etcétera- y, por otro, cumple con Ya para cerrar, retomo las primeras palabras del estribillo de la can­
la hipótesis de Freud al engullir simbólicamente susfacultades superiores, ción de Diste!, puestas en boca del prisionero del caníbal: "Señor caníbal,
claramente centradas en su capacidad reproductiva, de la que desean apro­ déjeme partir': Partir, irse, alejarse, marcharse, constituyen actos perfor­
piarse a través de su cuerpo-objeto. En la etapa actual de la globalización mativos que dan cuenta de la agencia de un sujeto. Por diversas y com­
y de biotecnología, los fratres-atávicos acumulan varias imposibilidades: plejas razones, las mujeres a pesar de estar socializadas históricamente
en primer término -en palabras de Luce Irigaray- el objeto habla y se en la sumisión, el amor romántico, la dependencia vincular, la vulnera­
hace sujeto, lo que imposibilita su "intercambio" o al menos lo limita y bilidad, van iharchando, partiendo, avanzando. Al mismo tiempo, deben
dificulta. En segundo lugar, la biotecnología desplaza el lugar simbólico enfrentar una sociedad hostil que no las provee de los medios efectivos,
de varones y mujeres en la reproducción, liberando e independizando ade­ ' materiales o de asistencia socio-psicológica para hacerlo con un equipaje
más a las mujeres del mandato de la maternidad. No es un dato menor , más ligero; con ellas va la violencia, la culpa, la doble jornada... Pero "no
que la capacidad de supervivencia, ilustrada por las redes transfronterizas, partir" refuerza la posición de fuerza del varón, en general y del violento
esté mayoritariamente en �anos de mujeres, tal como lo muestra Sassen, y en particular, legitimando su propia violencia. Esto es tanto así, que las
diseñen el futuro de las redes a las que los varones no hegemónicos vienen estructuras que impiden que las mujeres se corran de los espacios de vio­
a sumarse. Los mecanismos patriarcales atávicos se desatan y se actúan, lencia son resignificados como sus espacios de placer: "se queda porque le
r:esistiendo la caída de estructuras que fuertemente favorecen a los varones gusta; si no, no lo haría". La analogía con el caníbal tiene muchas caras. Si
como colectivo. en la interpretación de Fedullo, los varones violentos "engullen" cualida­
des "superiores" de las mujeres inferiorizadas por la cultura patriarcal, en
Alfabetismos de oposición: algunas breves conclusiones el estribillo de Sacha Diste! no sucede lo mismo. El prision�ro del caníbal
Las explicaciones psicológicas que ponen el acento de la violencia en las ruega marcharse porque tiene hacia dónde partir: el mundo occidental es
características patológicas de los agresores individuales benefician a los mejor y superior. Las mujeres pocas veces tienen hacia dónde partir, y si
esrados exculpándolos de su responsabilidad en la conservación y repro-
136 Violencias cotidianas

lo hacen, casi ninguna vez es un "lugar mejor o superior". Por eso, según la
vieja norma del mal menor, suelen quedarse en la casa. Bibliografía
Una segunda posibilidad de este prisionero del caníbal es "huir" y no
ser "comido" a costa de que no se le reconozcan sus "valiosas cualidades";
con todo, salva la vida. O bien, caso contrario, puede ser comido y obtener Abadi, S. y otros
post mortero el reconocimiento del valor de sus cualidades. El juego del (1997) Desarrollos pos.freudianos: escuelas y autores, Buenos Aires, Edito­
caníbal tiene otras reglas para las mujeres. En general, huir no les salva la rial Universidad de Belgrano.
vida a costa del réconocimiento de sus valiosas cualidades. Y, si simbólica­
mente, son "engullidas" por el caníbal pierden la vida sin reconocimiento Althusser, Louis
alguno. El absurdo y la paradoja saltan a la vista. (1970) Ideología y aparatos ideológicos del Estado, Buenos Aires, Nueva
Sólo la persistencia de inequidades socio-políticas y económicas, su­ Visión.
madas a la escasa voluntad política de distinguir, desmontar, analizar y
generar figuras descontinuadas de la violencia contribuyen fuertemente al Amorós, Celia
sostenimiento de ese modelo. En suma, se trata de una forma de violencia (1982) "Rasgos patriarcales del discurso filosófico: notas acerca del sexis­
que, para otros contextos, hace muchos años Walter Benjamin denominó mo en filosofía� en Durán, M. A. Liberación y Utopía, Madrid,
de sostén. Es decir, el extenso conjunto de pequeños y grandes actos vio­ Akal.
lentos mantienen a salvo -por invisibilización- la violencia fundante de (1986) Hacia una crítica de la razón patriarcal, Barcelona, Anthropos,
las estructuras patriarcales. 1986.
(1997) Tiempo de Feminismo, Madrid, Cátedra, 1997.
(2008) Mujeres en el imaginario de la Globalización, Rosario, Horno Sa-
piens, 2008.

Amossy, R. Herschberg-Pierrot, A.
(2001) Estereotiposy Clichés, Buenos ·Aires, Eudeba.

Aponte Sánchez, E. & M. L. Femenías


(2008) Articulaciones sobre la violencia contra las mujeres, La Plata, Edulp.

Arendt, Hanna
(1957) "Litcle Rock" en Tiempos presentes, Barcelona, Gedisa, 2002.
.,.
Argibay, C.
(2007) "Erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres" en
Documentos y reflexiones, Programa para el fortalecimiento lnsti-
138 Viokncias cotidianas María LJtisa Femenías 139

jer,
culados a los Derechos de la Mu
cucional de Organismos Vin ­ (1989) Gender Trouble, New York, Routledge.
terio de Relaciones Exteriores, Co
Buenos Aires, UNFPA, Minis (1993) Bodies that matter, New York, Routledge.
Presidencia de la Nación, 2007:
mercio Internacional y Culto, (1995a) "Buming Acts: Injurious Speech� en (editors.) E. Kosofsky
Sedgwick & A.Parker, Performance and Perfarmativity, New
Armstrong,N . York-London, Routledge.
(1986) Deseo y.ficción domésti
ca, Madrid, Cátedra. (1995b) �Desire" en F. Lentricchia & T. McLaughlin, Critica/ Termsfar
Lzterary Study, University of Chicago Press, pp. 369-386.
Aulagnier, Piera (1997a) Excitable Speech: a Politics ofthe Perfarmative, New: York, Rout­
etación, Buenos Aires, Amorrortu.
(2004) La violencia de la interpr ledge.
(1997b) The Psychic life ofPower: Theories ofSubjection, Stanford Univer­
Roulet
Bach, A. M. L. Femenías y M. res y Filo- sity Pre
n:Metáforas filosóficas" enMuje (2001) "La cuestión de la transformación social" en Beck, E, Butler,J. Pui­
(1994) "Las apariencias engaña
PP· 184-193.
sofía, Buenos Aires, CE AL , vol. II, gvert, L. Mujeres y transformaciones sociales, Barcelona' El Rovre'
2001.
Bachofen,J. J. (2005) Giving an account oJ Onese/f, New York, Fordham University
Barcelona, Akal.
(1987 [1861)) El matriarcado, Press, 2005.
(2011) Sujetos �e deseo, Buenos Aires, Amorrortu, 2011.
Benhabib, Seyla (s/d) "Entrevista", disponible en
(2006) Las reivindicaciones de la
cultura, Buenos Aires, Katz. http://www.youtube.com/watch?v = RH3UmDBuRlY

Black,M. Casale, Rolando


wYork: Ithaca.
(1962) Models andMetaphors, Ne (2006) "Deseo y producción de agencia en Judith Butler" en M. L. Feme-
nías,Feminismos de París a La Plata, Buenos Aires, Catálogos, pp.
Bourdieu, P. 67- 96.
( 1994) Ráisons pratiques, Paris. ana)·
, Paris, Seuil (hay traducción castell
(1998) La Domination masculine Castoriadis, Comelius
(2005) Figuras de lo pensable, México, FCE.
Butler,Jennifer
da' enMora 14.
(2009) "Prostitución Militariza Coria, Clara
(1986) El sexo oculto del dinero, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoame­
Butler,Judith nce, ricano.
reflections in Twentieh Century Fra
(1987) Subjects ofDesire: Hegelian
ss.
NewYork, Columbia University Pre
140 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 141

Comell,D. Fedullo,Liliana
(2001) En el corazón de la Libertad, Madrid,Cátedra. (2009) "La intemperie simbólica de la violencia masculina" 1 ° Congreso
Interdisciplinario sobre Género y Sociedad: Debates y prácticas en
De Beauvoir,S. torno a Violencias de género, Universidad Nacional de Córdoba
(1949) El segundo sexo, Paris, Gallimard. (Argentina),27-30 de mayo.

De Gouges, O. Palm, E., de Méricourt,T. y Lancombre, C. Femenías, María Luisa


(2007) Cuatro mujeres en la Revolución Francesa, Buenos Aires,Biblos. (2001) "Condensación y analogía: dos claves en la metáfora aristotélica"
en Beristáin, H. El horizonte interdisciplinario de la Retórica,
De la Cadena, Marisol México, UNAM, vol.XIV,pp. 65-78.
(2006) "Ideologías de mestizaje y Nación� conferencia inédita, Facultad (2003)Judith Butler: Introducción a su lectura, Buenos Aires,Catálogos.
de Filosofía y Letras (UBA), 9 de agosto de 2006. (2005) ''Apuntes sobre la violencia a las mujeres� Debats, 89,Valencia.
(2005) "Lectura excéntrica y cambio de paradigma: des-invisibilización
De Lauretis,Teresa de los a-priori históricos de género" en M. Soriano, (editor), Im­
(1984) Alicia ya no, Madrid,Cátedra. prévue: Théories critiques et littérature latino-américaine actuelle,
Montpellier,Éditions du CERS, pp. 207-225.
Deleuze, Gilles (2006a) "Releyendo el camino de la exclusión de las mujeres" en M. L. Fe­
(1994) "Desir et plaisir" MagazineLittéraire, nº 325, pp. 59-65. menías,Feminismos de París a la Plata, Buenos Aires, Catálogos.
(2006b) "Elementos conceptuales para una cartografía de la violencia d�
De Miguel, Ana género" Grupo Montevideo-Área Género, Universidad de La Re­
(2005) "La construcción de un marco feminista de interpretación: la vio­ pública. CDRom
lencia de género" Cuadernos de trabajo Social 18,pp. 231-248. (2006c) "Construcción y deconstrucción de identidades: algunas obser­
(2007) "El proceso de redefinición de la violencia contra las mujeres: del vaciones entorno a la violencia" enLabrys, étudesflministes, juin/
drama personal al problema político" Daimon, 42,pp. 71-82. décembre.
_
(2007) "Hombre universal / identidades particulares" en XIVº Congreso
Eichler,M. Nacional de Filosofía (AFRA), Universidad Nacional del Tucu­
(1988) Non Sexist Research Methods: A Practica! Guide, Boston,Allen & mán, 10-13 de septiembre.
Unwin. (2007) "Multiculturalismo y paradojas de la identidad" en C. Amorós. &
L. Posada Kubissa, (coordinadoras),Multiculturalismo y Feminis­
Fayner,E. mo, Madrid, Ministerio de Ciencias e Instituto de la Mujer, pp.
(2006) Violences,Jéminin pluriel, París,Librio Document. 31-47.
(2007) El género del multiculturalismo, Bernal, Universidad Nacional de
�ilmes.
142 Violendas cotidianas Maria Luisa Femenías 143

(2008) "Identidades esencializadas / Violencias activadas" enlsegoría, Re­ García, C.T y B. E. Cabral
vista de Filosofía Moral y Política, nº 38, pp. 15-38. (1998) "Violencia y construcción de la masculinidad y de la feminidad"
(2008) "Violencia de sexo-género: el espesor de la trama" en Laurenzo, P., en Fermentum 8, nº 23.
Maqueda, M. L. y Rubio, A. (coord.): Género, violencia y derecho,
Valencia, T irant lo Blanch. Goldberg, S.
· (2009) "Las tramas de la heterodesignación" en Beristáin, H. y G. Ramí­ (1994) [1973] La inevitabilidad del patriarcado, Madrid, Alianza.
rez Vidal (comps.) Crisis de la historia, México, lJ�AM.
(ioo9) "Nuevas violencia contra las mujeres" Revista Nomadías, 1O. Haraway, Donna
(2012) Sobre sujeto y género, (Re) lecturasfeministas de Beauvoir a Butler, (1995) Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza, Madrid­
Rosario, Prohistoria. Valencia: Cátedra/Universitat de Valencia.
(1999) "Las promesas de los monstruos: una política regeneradora para
Femenías, María Luisa y Soza Rossi, P. otros inapropiados/bles� en Política y Sociedad, núm. 30, enero­
(2009) "Poder y violencia sobre el cuerpo de las mujeres", Revista Sociolo- abril, Madrid: Universidad Complutense, pp. 121-163.
gías, 2, pp. 42-65.
Héritier, F.
Foucault, M. (1996) Masculino/femenino: el pensamiento de la diferencia, Barcelona,
(1970) El orden del discurso, Buenos Aires, Tusquets. - Ariel.

Fraser, Nancy Hobbes, 'f.


(1991) "Usos y abusos de la teoría francesa del discurso" Hiparquia, IV, (1960) Leviathan, ot the matter, Forme amd Power ofthe Commonwelth
1991. Ecclesiastical and Civil, Oxford, (edición de M. Oakesshott).
(1994) [1989] "Reconsiderando la esfera pública: una contribución a
la crítica de la democracia realmente existente': Entrepasados, 7, Irigaray, Luce
1994, 87-114. (1974) Speculum. De l'autrefemme, Paris, Minuit.

Freud, S. Jelin, Elisabeth y Hershberg, E.


(2000) [1913] Tótem y tabú, en Obras Completas, Tomo XIII, Buenos Ai- (1996) Construir la democracia: derechos Humanos, Ciudadanía y Socie­
res, Amorrortu, pp. 1-162. dad en América Latina, Caracas, Nueva Sociedad.

García Messeger, A. Kant, Inmanuel _,


(1994) ¿Es sexista la lengua española? Barcelona, Paidós. (1964) "Definición de la raza humana" en Filosofía de la Historia, Buenos
Aires, Nova, pp. 68-87.
(1991) Antropología en un sentido pragmático, Alianza, Madrid.
144 Violencias cotidianas María Luisa Femenías 145

Kuhn, Thomas S. Merchant,C.


( 1971) La estructura de las revoluciones cient'!ficas, México, Fondo deCul- (1983) The death oJnature, San Francisco, Harpers.
tura Económica.
Millet, Kate
Lagarde, Marcela (1969) SexualPolitics, London, Verso-Virago.
"Feminicidio". Disponible en: www.ciudaddemujeres.org
¿�é es feminicidio? !sis Internacional. Disponible en: www.isis. Moller Okin, Susan
cl/Feminicidio/ (1996) "Desigualdad de género y diferencias culturales" en C. Castells,
Perspectivasfeministas en teoría política, Barcelona, Paidós.
Laqueur, Th. (2002) "'Mistresses ofTheir Own Destiny': Group Rights, Gender, and
La construcción del sexo, Madrid,Cátedra, 1994. Realistic Rights of Exit" Ethics 112, pp. 205-230.
(2002) "Feminismo y multiculturalismo: algunas t�nsiones" en Femina­
Laurenzo, P. et alii ria, Año XV, N ° 28/29.
(2009) Género, violencia y derecho, Buenos Aires, Ediciones del Puerto.
Moreno Sardá, Amparo
Lerner, G. (1989) El arquetipo viril, Madrid, Horas y horas.
( 1986) La creación del patriarcado, Barcelona,Crítica.
Osborne, ,Raquel
Lopes Lauro, Guacira (2001) Ldviolencia contra las mujeres: Realidad social y políticas públicas;
(2012) "Extrañar el curriculum" en Spadaro, M.C. (comp.) Enseñarfilo­ Madrid, UNED.
sofía, hoy, La Plata, Edulp, pp. 109-120. (2008) "De la 'violencia' (de género) a las 'cifras de la violencia': una
cuestión política" en Empiria, Revista de Metodología deCien­
Lugones, María cias Sociales, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 15,
(1999) "Pureza, impureza, separación" enCarbonell, N y Torrás, M. Fe­ pp. 99-124.
minismos literarios, Madrid, Arcos Libros, pp. 235-264.
(2007) "Heterosexualism and the Colonial / Modern Gender System" Pateman,Carole
Hypatia, 11.1, pp.189-209. (1988) "The Patriarcal Welfare State': en Gutman, A. Democracy and the
�lfare State, Princeton University Press.
Maladesky, F. A. y Polo, M. E. (1995) El contrato sexual, Barcelona, Anthropos.
(1999) "El silencio...un síntoma del abuso" en Revista FUNDAIH, 12.
Puleo, Alicia
Maquieira, V. Sánchez,C. (1992) Di4léctica de la sexualidad, Madrid,Cátedra.
(1990) Violencia y SociedadPatriarcal, Madrid, Pablo Iglesias. (1993) La Ilustración Olvidada, Barcelona, Anthropos.
146 Violencias cotidianas María Lui.ra Femenías 147

(2003) "Moral de la transgresión, vigencia de un antiguo orden� Isegoría. Segato, Rita


Revista de Filosofía Moral y Política nº 28, pp.245-251. (2003) Las estructuras elementales de la Violencia, Bemal, Universidad
Nacional de �ilmes.
Preciado, Beatriz (2005) "Territorio, soberanía y crímenes de segundo estado: la escritura
(2002) Manifiesto contra-sexual, Madrid, Opera Prima. en el cuerpo de las mujeres muertas en ciudad Juárez" en Feme­
nías, M. L. Perfiles del feminismo Iberoamericano, Buenos Aires,
Rodríguez-Durán, A. Catálogos.
(2006) "Armando el rompecabezas: Factores que intervienen en la violen­ (2006) "¿�é es· el feminicidio? Notas para un debate emergente" Mora,
cia de género" en M. L. Femenías, Feminismos de París a La Plata, 12.
Buenos Aires, Catálogos.
Sen, Amartya
Roudinesco, Elisabeth (2000) "Desigualdad de género y teorías de la Justicia" en Mora, 6.
(2003) Lafamilia en desorden, Buenos Aires, F.C.E.
Silveira, P. Oliveira Rodrigues, L.
Rubín, Gayle (201O) " [...] Até ela me bater também cara...� mimeo. Ponencia presentada
(1998) "El tráfico de mujeres: notas sobre la "economía política del sexo", en Fazendo Genero 9. Diásporas, Diversidades Deslocamentos, 23-
en Navarro, M., y Stimpson, C. R. (comp.) ¿Qué son los estudios de , 26 de agosto, Florianópolis, UFSC.
las mujeres? Buenos Aires, FCE, Vol. 4 vols.
Soza-Ros�i. Paula
Santa Cruz, M. l. et alii. (2006) "La herida está ahí antes que el cuchillo esté ahí: revisando la mi­
(1994) Mujeresy Filosofía, Buenos Aires, CEAL, 2 vols. rada sociológica sobre la violencia de género" en Femenías, María
Luisa (comp.) Feminismos de París a La Plata, Buenos Aires, Ca­
Sassen, Sask.ia tálogos, 163-186.
(201O) Territorio, autoridady derechos, Buenos Aires, Katz, 2010;
(2011) "Cuando el género es estratégico en la economía global: la femini­ Spadaro, M. C.
zación de la supervivencia� en Pinto, M. (comp.) Discriminacióny (1994) "Género: una categoría útil para comprender la anorexia" Hipar­
género. Lasformas de la violencia, Buenos Aires: Ministerio Públi­ quia, VII, pp. 117-122.
co de la Defensa, pp. 105-109. (2000) "Hobbes, el mago: una lectura desde el lugar de las mujeres" Bole­
tín de la Asociación de Estudios hobbesianos, 22.
Sartre,Jean Paul ,.,-
(1983) Cahiers pour une mora/e, París, Galimard. Suardiaz, D. E.
(2002) E/sexismo en la lengua española (Edición y notas de Aliaga,J. L. y
Burgos, E.), Zaragoza, Pórtico.
148 Violencias cotidianas

Velázquez, S. Procedencia de los textos


(2003) Violencias cotidianas, violencias de género, Buenos Aires, Paidós.

Washington Valdez, D. "Violencia de género: fundamentos y modelizaciones" fue originalmente


(2005) Cosecha de mujeres: Safori en el desierto mexicano, Barcelona, una conferencia dictada en el marco del Seminario Internacional de Pos­
Océano. grado, Derechos Humanos: sistemas de Protección, Ministerio Público Fiscal
de laNación-UniversidadNacional del Sur el 12 de septiembre de 2003.
Yolllig, Iris M.
(1983) "Is Male Gender Domination the Cause of Male Domination?" "Violencia contra las mujeres: Urdimbres que marcan la trama'', es un ar­
en J. Trabilcot (comp),Mothering: Essays in Feminist Theory, New tículo ya publicado en Articulaciones sobre la violencia contra las mujeres,
Jersey, Rowman & Allenheld, pp. 129-147. La Plata Edulp, 2008, compilación que realizamos. con mi colega Élida
(1990) La justicia y la política de la diferencia, Madrid, Cátedra Aponte Sánchez en el marco de un convenio de cooperación e intercam­
bio entre la Universidad del Zulia y la Universidad Nacional de La Plata.

Artículos periodísticos "Violencia de sexo-género: el espesor de la trama" fue publicado original­


Argenpress, Buenos Aires, 6/3/2005. mente en la compilación de Patricia Laurenzo, María Luisa Maqueda, y
Artículo/14Año III, número 43, La Plata, UNLP, 23/5/2011. Ana Rubio Castro Género, violencia y derecho, Valencia, T irant lo Blanch,
LaNación, Domingo 17/4/2011. 2008, pp. 61-88 y reeditado en Buenos Aires, con el mismo título por
La República de las mujeres, Montevideo, XXIII, núm., 949 del Ediciones�del Puerto, 2009, pp. 41-64.
17/4/2011.
"Los múltiples niveles de la violencia de género� por su parte, fue una
conferencia que dicté en el marco del Col/oque International Echanges et
constructions culture/les dans les mondes ibériques en la Univertié Toulouse
Le Mirail, Centre d' Études sur la Péninsule Ibérique et l'.A.mérique Latine
(CEPIALT, rattaché a l'équipe intersite IRIEC, Institut de Recherches
lntersites Etudes Culturelles), IPÉALT, UFR de Langues (UTM), Am­
bassade d'Espagne entre el 13 y el 15 de noviembre de 2008, gracias a la
gentil invitación de Michelle Soriano.

"Monsieur Cannibale: Monstruo invisible de la violencia" constituye


una versión ampliada del texto breve leído en las Jornadas de Monstruos
y Monstruosidades, organizadas por el Instituto lnterdisciplinario de Es­
tudios de Género _(nEGE), Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
150 Violencias cotidianas

Buenos Aires, en octubre de 201O, y una primera versión ampliada se pu­


blicó en Andamios Volumen 8, número 17, septiembre-diciembre, 2011,
pp.117-132.

También podría gustarte