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Hoy iniciamos con el primero de varios artículos dedicados a edificar al creyente, para que él pueda
tomar decisiones en su vida que glorifiquen a nuestros Dios.
Vivimos en un mundo caído, habitado por personas pecaminosas y con entendimiento limitado; y en una
sociedad egocéntrica, que valora y estimula las decisiones individuales por encima de cualquier otra cosa,
especialmente por encima del nombre y la causa de Dios. Estas circunstancias hacen que sea difícil para
muchos cristianos el transitar por las áreas “grises” de la vida El tema se hace más complejo al considerar
que la Iglesia de Cristo está compuesta por individuos en diferentes etapas de su santificación, con
diferentes grados de discernimiento y sabiduría, lo que hace que lo que para unos es obvio, para otros le
resulte poco claro o no tan evidente.
c) "Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera,
pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios". (Santiago 4:4 ). No hay áreas
grises aquí tampoco: claramente vemos como Dios entiende que o amamos al mundo, o amamos a Dios.
d) No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la
iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas? ¿O qué armonía tiene Cristo con Belial? ¿O qué
tiene en común un creyente con un incrédulo? ¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos?
Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios…” (2 Corintios. 6:14-16). No hay áreas grises
aquí tampoco. Pablo contrapone la justicia y la iniquidad, la luz con las tinieblas, Cristo con Belial, un
creyente con un incrédulo y El templo de Dios con los ídolos.
La idea de observar estos versículos no es probar que para nosotros no existen áreas grises, sino que para
Dios no existen tales áreas. Las áreas grises las crean nuestra condición caída y el pecado que sigue
habitando en nosotros. Esto hace que la llenura del Espíritu sea vital en la vida de todo creyente para
agradar a nuestro Dios de la mejor manera posible. En unpróximo post estaremos observando entonces el
concepto de la libertad cristiana a la luz de las escrituras y el comportamiento que ésta amerita.
Entendiendo el concepto de la libertad
cristiana.
30 de Marzo de 2012
En un primer
artículo sobre la libertad cristiana estuvimos hablando acerca de las llamadas áreas grises, y dijimos
que estas existen en la mente humana dada nuestras limitaciones; pero no en la mente del “único y sabio
Dios”. Este artículo siguiente lo dedicaremos de manera más específica a analizar de qué manera es
interpretado comúnmente este concepto.
Muchos creyentes entienden la libertad cristiana de tal forma que piensan tener libertad de hacer aquellas
cosas que la Biblia no prohibe directamente, según el dictamen de nuestra conciencia. Sin embargo, este
es un concepto incompleto, que surge de una mala aplicación de pasajes como el de 1 Corintios 8 , donde
el apóstol Pablo da libertad para comer o no comer carne sacrificada a los ídolos, y de pasajes como el
de Romanos 14 , donde Pablo habla, entre otras cosas, de que unos consideraban un día como sagrado y
para otros todos los días eran iguales.
Otros miran esta frase que aparece en Romanos 14: 5b “...cada cual esté plenamente convencido según
su propio sentir” (o mente, en RV 1960), para apoyar la idea de que en las cosas que la Biblia no prohíbe
directamente, yo tengo completa libertad de actuar. Si esta fuera la única instrucción del apóstol, entonces
quedaría abundantemente claro en qué consiste la libertad cristiana; pero este versículo tiene un contexto
claramente definido, en relación a cómo guardar el día de reposo. Es de vital importancia que yo entienda
que mi conciencia por si sola no es suficiente para determinar qué hacer en todas las “áreas grises”, por
varias razones. En primer lugar, la conciencia puede ser educada con el conocimiento de la Palabra, y
hasta que esto no ocurra, esa conciencia pudiera traicionarme llevándome a pensar que algo está bien,
cuando en realidad no lo está. Además, la conciencia es iluminada por el Espíritu Santo, según la llenura
concedida a cada quien. En parte es por eso que la Palabra insiste en que hay sabiduría en la multitud de
consejeros (Prov. 11:14 ). No solo el conocimiento bíblico ilumina la conciencia, sino que la conciencia
es iluminada también según el grado de sabiduría concedido por Dios, y recordemos que la sabiduría es
un don (1 Cor. 12:8 ).
a. Usualmente, las decisiones que usted toma revelan los deseos de su corazón.
b. El corazón es engañoso y por tanto no es confiable (Jeremías 17:9 ).
c. La decisión final dependerá de a quién yo decida complacer: al Yo o a Dios. Siempre la decisión
se reduce a mi voluntad o la suya.
d. Nadie está tan avanzado en la vida cristiana como para no preguntar a otros cuando las
situaciones no están claras. 1 Corintios 8:2 nos recuerda: “Si alguno cree que sabe algo, no ha aprendido
todavía como lo debe saber”.
e. Dios bendecirá decisiones:
o Que Él inicie, porque el Señor pone en nosotros tanto el querer como el hacer
(Filipenses 2:13 ).
o Que sean congruentes con su Palabra (Josué 1:7 ).
o Que procuren su propósito (Efesios 2:10 ).
o Que le glorifiquen a Él (1 Corintios 10:31 ).
¿Santificación o Legalismo?
09 de Abril de 2012
Este es el tercer artículo acerca de la libertad cristiana. Es posible que muchos, al leer lo que antes hemos
expuestos (aquí y aquí), clamen¡legalismo! Y por eso creo que se hace necesario aclarar algunos
conceptos con relación a lo que verdaderamente es y lo que no es legalismo.
Legalismo no es querer vivir a un nivel de santidad superior al que la mayoría desea. Si fuera así, el
apóstol Pablo sería el más grande legalista de todos los tiempos, porque sus expectativas del
comportamiento cristiano muchas veces parecen estar fuera de nuestro alcance. De hecho, por mucho que
queramos subir el estándar de santidad al cual queramos vivir, siempre nos quedaremos cortos de Su
gloria. “Por tanto, sed vosotros perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”, nos dice nuestro
Señor en Mateo 5:48 . Si esto no lo hubiera dicho Cristo, esta sería la perfecta ocasión para exclamar
¡legalismo!, porque, ¿quién puede ser perfecto? Pero como corresponde al estándar de Dios, entonces
ciertamente no puede ser una manifestación de legalismo.
Legalismo tampoco es el que una iglesia desee vivir un nivel de entrega y consagración que eran
razonables para el cristiano de ayer; pero que el cristiano de la iglesia del siglo XX y XXI, lo encuentra
inaceptable, porque su cosmovisión dista mucho del estándar de la palabra.
1) El legalismo establece normas que no son sustentadas por principios de la Palabra, sino por una
rigidez de la persona o del sistema que las establece. El espíritu legalista con frecuencia usa su propio
estándar para juzgar a otros, y por eso le oímos decir con cierta regularidad “yo no haría eso”, en vez de
señalar el principio bíblico que se está violando.
2) En el corazón legalista hay una ausencia de gracia hacia sí mismo y hacia los demás , a quienes
tiene dificultad en perdonar cuando las normas son violadas. La persona santificada procura y espera
cierto nivel de santidad, pero cuando otros la violan está dispuesto a enseñar, dialogar, perdonar y hasta a
esperar por el hermano. Este fue el ejemplo del Señor Jesucristo con los 12 apóstoles, y el ejempo de
Pablo con sus seguidores.
3) La persona legalista frecuentemente es ciega hacia sus propias faltas y magnifica las faltas de los
demás. Él no ve la viga en su ojo, pero si la paja en el ojo ajeno, como nos muestra Mateo 7:3-5 .
4) La persona legalista tiene un espíritu crítico hacia los demás, pero no tolera el más mínimo nivel de
crítica o de corrección de parte de los demás hacia su persona. Cuando es criticado pudiera permanecer en
silencio, pero lamentablemente aquel que le criticó no vuelve a ser el mismo para él.
5) El espíritu legalista está obsesionado con lo trivial… Mientras se tragan un camello con relación a
cosas de envergadura en el plano espiritual, se ahogan con un granito de arroz. Cristo lo dijo de esta
manera:
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del
comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la
fidelidad; y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquéllas. ¡Guías ciegos, que
coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque
limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo
ciego! Limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que lo de afuera también quede limpio.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que
por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda
inmundicia (Mateo 23:23-27 ).
Notemos que Cristo no les ordena bajar el estándar (“y éstas son las cosas que debíais haber hecho, sin
descuidar aquéllas”), sino que el problema estaba en que su conducta exterior distaba mucho de su
condición interior. Esa es otra característica fundamental del legalismo.
En resumen el legalismo está caracterizado por:
-Ausencia de gracia.
Ciertamente es posible caer en una actitud legalista, en un libertinaje, o en una simple racionalización de
nuestras conductas, al tratar de no hacer uso de la libertad cristiana, o al querer vivirla. Sin embargo, es
nuestro deseo que el hijo de Dios pueda vivir la libertad que Cristo nos ha dado de manera plena,
honrando al Señor quien se la dio. El cristiano maduro necesita un balance entre la verdad y la gracia que
le mantenga lejos del libertinaje y lejos del legalismo. Por esta razón, en un próximo artículo estaremos
observando ciertos principios prácticos a tomar en cuenta a la hora de tomar ciertas decisiones.
Principios de sabiduría en el ejercicio de la
libertad cristiana.
18 de Abril de 2012
1) No tome una decisión sin preguntarse de qué manera puede eso glorificar a Dios. ¿Dónde está Dios o
su diseño en esto?, sería una buena pregunta. Si Dios, su diseño, su verdad, su propósito no pueden ser
visto con claridad, ¿por qué quiero participar?
2) Considere siempre quién saldrá edificado o fortalecido en lo que vaya a hacer: ¿Yo? ¿Mi hermano?
¿Mi iglesia? ¿Mi carne?
3) Al iniciar una nueva actividad, piense si esta nueva tarea tiene el potencial de esclavizarme. Este es el
caso del cigarrillo, el alcohol en cualquier cantidad que propicie el perder la inhibición, juegos de azar,
ciertos juegos de computadoras, apuestas, el uso de tranquilizantes mas allá de la prescripción médica o
cualquier otra cosa o actividad. El apóstol Pablo, decía “Todas las cosas me son lícitas, pero no todas
son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna” (1
Corintios 6:14 ).
4) ¿Hay algún elemento de immoralidad involucrado en esto? Como muchas veces se suscitan
discusiones en torno a lo que es moralmente aceptable, pregúntese si otros supieran en su iglesia que
usted participa en este tipo de actividad, ¿cuál sería su reacción? ¿Tendrían ellos confianza en usted como
líder?
5) Si una gran cantidad de personas de su iglesia participara de esta actividad, ¿cuál sería el testimonio de
la iglesia frente al mundo o a otros hermanos? Esto puede ayudarle a decidir.
6) ¿Cual es la asociación de este evento con la cultura de pecado de nuestros días? Muchos conciertos
seculares de música popular en nuestros días tienen una alta asociación con la cultura de pecado, y por
tanto deben ser evitados. Sin embargo ese no es el caso con los conciertos de ópera, y una gran cantidad
de las obras de treatro, por ejemplo.
7) ¿Cual es el testimonio de vida del artista(s) o del grupo musical que me gustaría ir a ver? Si se
identifica como cristiano, ¿es su testimonio y sus creencias doctrinales consistentes con el estándar
bíblico?
8) Películas de cine, series de televisión, obras de teatro, dibujos animados, videojuegos y demás, con
contenido de violencia, de sensualidad, con vocabulario obsceno y que usted no vería en presencia de
Cristo o de sus líderes cristianos, no deben ser parte de la vida del creyente. Efesios 5:3-4habla acerca de
esto, “3 Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros,
como corresponde a los santos; 4 ni obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino
más bien acciones de gracias”.
9) ¿Pudiera mi participación en esta actividad ser de mal testimonio para otros, y ser yo de piedra de
tropiezo para una o más personas?
Todo creyente, pero sobre todo el liderazgo de la iglesia, no debe tomar decisiones en las llamadas áreas
grises, sin preguntarse, ¿cuál es la posición de mi iglesia y del liderazgo de mi iglesia? A ellos les debo
respeto, lealtad y consideración? Mi participación en eventos no deben violar las normas establecidas por
mi iglesia, ya que mi pacto de compromiso me lleva a apoyar las normas de la iglesia a la que asisto. De
estar en desacuerdo, el sentido común, el respeto, el amor y la consideración por mis líderes debe
llevarme a conversar con ellos antes de participar en algo contrario a los lineamientos de la iglesia.
En los casos donde quizás la Biblia no dicta la conducta a seguir, y donde tampoco me puedo poner de
acuerdo con mis líderes, la Biblia no jos deja en silencio. Hebreos 13:17 , nos advierte: “Obedeced a
vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar
cuenta. Permitidles que lo hagan con alegría y no quejándose, porque eso no sería provechoso para
vosotros”. Como podemos ver, la Biblia no nos da todos los lineamientos necesarios para cada situación
en particular, pero tampoco nos deja sin directrices para saber que hacer.
Esperamos haber contribuido a su discernimiento para vivir una vida que agrade a Dios.