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Un sermón sin Cristo no es un sermón cristiano

11 MARZO, 2015 | Jairo Namnún

“Sí, creo que el sermón estuvo bien. O sea, no hubo ninguna herejía. Pero, ¿no notaste que
ese mismo sermón se puede predicar, aunque Cristo no hubiera venido?”. Hace varios años
tuve esa conversación con mi esposa por primera vez, y creo que el Señor estaba despertando
algo en mí.
Verás, como hemos hablado antes ya en muchas ocasiones, Cristo es el personaje
principal de toda la Escritura, y el evangelio está en el centro mismo de la Palabra de Dios.
Creo que fue en aquella conversación con mi esposa que esta verdad se afianzó en mí, porque
en los próximos meses fui desarrollando un sentido de encontrar más a Cristo en las
Escrituras, en mi tiempo de lectura, y también al aconsejar a los demás. Además, empecé a
prestar cada vez más atención al lugar de Cristo y el evangelio en los sermones y las
canciones que escuchaba. ¿Cómo permite el evangelio que eso que dice el pasaje sea cierto?
¿Cómo afecta la persona de Jesús la aplicación de ese sermón? ¿Qué dice esa canción del
Cristo crucificado?
En su libro Worship Matters (p. 76) Bob Kauflin captura esta idea bastante bien:
A través de los años he tratado de desarrollar un “radar del evangelio” que sea sensible a
cualquier mención de la obra del Salvador en los versículos, canciones, mensajes, y
reuniones. De lo contrario, puede que se me pase. Por ejemplo, sé que el tercer verso del
conocido himno “Estoy bien” habla de que mi pecado fue clavado en la cruz y ya no lo cargo
más. Por su parte, “Sublime gracia” describe que he sido salvado, encontrado y que ahora
puedo ver, pero nunca articula cómo eso fue logrado por el sacrificio propiciatorio de
Cristo. Eso no lo convierte en un mal himno. Pero sí significa que (al elegir canciones para
un tiempo de adoración) voy a acompañarlo con otra canción que trate la cruz de manera
más específica. Creo que eso también explica por qué “Sublime gracia” es tan popular, aun
con los inconversos.
Más que monoteísmo
Esta es la idea que quiero comunicar: si un judío o un musulmán devoto puede salir del
servicio de tu iglesia diciendo “mira, estuvo bien”, entonces no fue un servicio cristiano. Tal
vez piensas que eso nunca va a pasar. Ciertamente hay separaciones socio-religiosas entre
los cristianos y los de las otras religiones monoteístas, separaciones muy marcadas en la
mayoría de nuestros países. Pero fíjate:
• Si al predicar un sermón, tu conclusión es “Dios es un Dios santo, justo y amoroso”,
tanto el Corán como la Torah, y el musulmán y el judío, te dirán “¡Así es!”.
• Si lo que dice tu canción es “El amanecer de hoy me habla de tu grandeza, me da
10,000 razones para alabarte”, el musulmán te citará el Corán (cp. Surat Al-
Kahf 18:109] para apoyar tu idea, y el judío te aplaudirá.
• Si en un caso de problemas entre hermanos, tu consejería revuelve en base a que “los
hermanos deben amarse, porque si no ¿cómo podrán vivir juntos? Y le están haciendo
la vida imposible a su madre que se esfuerza tanto en su trabajo por alimentarlos”, no
has dicho mucho más que lo que te diría un fariseo.
Es lamentable y doloroso, pero en muchas de nuestras iglesias, si hubiera judíos y
musulmanes en la audiencia, en general estarían totalmente de acuerdo con lo que se dijo,
aunque tal vez utilizarían otras palabras y otro estilo.
El evangelio es mucho más que eso. Dios es un Dios santo, y no puede soportar nuestro
constante pecado; Él es bueno, así que proveyó un camino para perdonarnos; justo, así que
imputó a Jesús todo nuestro pecar, y a nosotros toda la justicia del hijo. ¡Blasfemo!, te gritaría
el musulmán.
Sí, el amanecer nos habla de Su grandeza. Y por su poder podemos alabarlo. Pero ninguna
obra en la creación es más grande que la obra de la cruz. 10,000 razones para alabarle, ¿y la
cruz no es una? Como dijo Bob Kauflin más arriba: esto no la convierte en una mala canción.
Solo que es una que un judío y un musulmán pudieran cantar sin problemas. No es cristiana,
en el sentido de que Cristo no está presente, por lo que debe ser complementada con otras.
¿Y qué hacemos con los hermanos peleadores? Cristo nos ha perdonado la peor de las
ofensas. Si somos verdaderamente cristianos, nosotros tenemos un llamado a perdonar la
peor de las ofensas del otro (Ef. 4:32). No hacerlo es una muestra de orgullo y egocentrismo,
ambos ofensivos a Dios. Lo que es más, si no podemos amar a quien vemos, lo más probable
es que no somos cristianos genuinos (1 Jn. 4:20). Pero enfocarnos solo en lo de afuera no les
va a mostrar su necesidad de Cristo.
Pan sin harina
Esto es lo que quiero que recuerdes: un sermón sin Cristo no es un sermón cristiano. Tampoco
una canción, ni un tiempo de consejería, ni siquiera una amistad. El amado Charles Spurgeon
lo dijo bien:
“Un sermón sin Cristo es como pan sin harina. ¿Que no hay Cristo en su sermón? Pues
váyase a su casa y no predique más hasta que tenga algo que valga la pena
predicar”, Charles Spurgeon.
Entonces, ¿me acompañas a desarrollar un “radar del evangelio”? Revisa tus sermones, revisa
tu tiempo de consejería, revisa las canciones que cantas y escribes. Revisa las clases que
enseñas, los artículos que escribes. Hazte, una y otra vez, la pregunta: Si Cristo no hubiera
venido, ¿pudiera enseñar esto? ¿Pudiera cantarlo? Si la respuesta es afirmativa, y estás
buscando que sea algo realmente cristiano, entonces vuelve otra vez al evangelio. Sin duda
hay espacio para otras cosas, pero toda nuestra vida y ministerio debe estar informada y
afectada por el evangelio del Cristo crucificado (1 Co. 2:1-2). De lo contrario, ¿por qué
decimos que somos cristianos?

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