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independientemente del color que tenga, aunque hay ciertas normas que
nadie puede negar y que solucionarán más de una duda.
Por regla general, los colores que los
fabricantes comercializan suelen tener una
eficacia probada. El problema radica en el
pescador que adquiere ese artificial, pues
tal vez no lo emplee en las circunstancias
para las cuales ha sido creado, o se rija
para su elección por parámetros
equivocados.
¿Cuál es el problema? Muy sencillo, por regla general, hasta que no se tienen en la
caja alrededor de una veintena de colores llamativos para el pescador, no se
comienzan a comprar señuelos que realmente atraigan al pez, o que cubran las
distintas necesidades o entornos donde el pescador novel lleva a cabo su hobbie
incipiente.
Antes de entrar en una tienda especializada, se han dedicado horas meditando acerca
de lo que se va a comprar. Pero la realidad es que, una vez dentro, antes de saludar a
la persona que te va a atender, ves un señuelo que no recordabas, o que ni siquiera
conocías, y te resulta increíblemente atractivo. Al final, tienes en la bolsa lo que no
pensabas comprar, en distintos colores que te parecen atractivos o llamativos, pero,
¿has preguntado al pez en alguna ocasión? Para facilitar la elección, debemos seguir
unas reglas básicas. Los colores se pueden dividir en tres tipos:
Naturales: Colores que imitan la realidad
(peces pasto, cangrejos, lombrices,
salamandras, etc.). E stos colores llaman
la atención del pez, por la similitud que
guardan con el ser vivo que se pretende
imitar. Muy empleados en aguas
cristalinas, para peces resabiados, o en
capas de agua superficiales, donde la
influencia de la luz es superior a la de las
aguas más profundas y los artificiales se
ven con mayor claridad.
Más tarde, una vez que se ha asegurado la jornada en cuanto a capturas se refiere, o
se trata de un día de perros sin una sola picada, se comienzan a emplear colores de
fantasía o mixtos, que tal vez ese día, o por el lugar de pesca en particular, funcionan
de maravilla, y pasan, de ser un señuelo olvidado por ese feo color, a ser el señuelo
preferido de toda la caja de pesca. Lo normal en muchas aguas continentales es que,
de una temporada a otra, cambien los gustos de los peces, o “aprendan” los colores,
por la gran presión que se realiza con el color más empleado en las temporadas
anteriores.
Otras especies, como los lucios, luciopercas o basses aprovechan la tonalidad más
oscura del agua para obtener un mayor camuflaje a la hora de buscar presas. Esto no
significa que con las aguas turbias sea más fácil pescar. Lo que está claro es que los
peces cambian su actividad. En estos días es más frecuente errar la clavada, ya que,
al atacar nuestro señuelo, pueden no hacerlo de una manera certera y tomar sólo
parte del engaño. Esto dificulta enormemente la pesca.
Si se emplean señuelos grandes, el pez
podrá detectarlo mejor, pero hay que
escoger bien para que, lo ataque por
donde lo ataque, se clave. Otra solución
para este problema, y es la que interesa
en este capítulo, consiste en emplear el
mismo tamaño pero cambiándolo de color.
Por supuesto, uno que se distinga mejor
en estas condiciones y sea más detectable
para el pez. Colores como el chartreuse ,
blanco, o incluso mates oscuros, que
definen muy bien la silueta a contraluz,
serán ideales para esta situación. Por el
contrario, si las aguas son cristalinas, se
deberán emplear los colores más parecidos
al alimento frecuente de la especie objeto
de pesca en ese determinado lugar, ya que
el pez, con su vista, no tiene ningún
problema en localizar a su presa.
La época del año afectará asimismo, aunque de una manera indirecta, al color que
debemos emplear. Es indirecta porque, sobre lo que realmente influye es en la
actividad del pez, que será mayor o menor respecto a la temperatura del agua, la cual
variará en relación con la época del año. También se puede deber a otros factores,
como la presión atmosférica, las diferentes eclosiones de insectos y una gran cantidad
de agentes externos que hagan variar la actividad del pez.
Cuando éste tiene poca o nula actividad, son más efectivos para su pesca los cebos
que tengan colores más naturales, ya que, en vez de irritarlo, lo que hacen es
comunicarle que lo que pasa por delante de su apostadero es comestible. Después de
esto, está claro que, cuando el pez esté muy activo, los colores de fantasía le