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Aplicación de los derechos humanos como limitante.

El Tribunal Interamericano ha considerado que:

La nacionalidad, conforme se acepta mayoritariamente, debe ser considerada como un


estado natural del ser humano. Tal estado es no sólo el fundamento mismo de su
capacidad política sino también de parte de su capacidad civil. De allí que, no obstante
que tradicionalmente se ha aceptado que la determinación y regulación de la
nacionalidad son competencia de cada Estado, la evolución cumplida en esta materia
nos demuestra que el derecho internacional impone ciertos límites a la discrecionalidad
de los Estados y que, en su estado actual, en la reglamentación de la nacionalidad no
sólo concurren competencias de los Estados sino también las exigencias de la protección
integral de los derechos humanos. En efecto, de la perspectiva doctrinaria clásica en que
la nacionalidad se podía concebir como un atributo que el Estado otorgaba a sus
súbditos, se va evolucionando hacia un concepto de nacionalidad en que, junto al de ser
competencia del Estado, reviste el carácter de un derecho de la persona humana.

Analizando lo anterior el Estado de un país no debe anteponer su mejoría al socavar y


menospreciar los derechos humanos. En referencia a la nacionalidad y su distribución
las constituciones y sus reformas deben ser elaboradas para beneficiar los derechos
humanos integrales y promover la unidad e integración de los individuos, sin establecer
parámetros injustos y discriminatorios.

Tras las modificaciones constitucionales realizadas por el Estado dominicano, se han


visto afectada las formas de adquisición de la nacionalidad y la reglamentación referente
a la migración que ha afectado directamente a miles de dominicanos de descendencia
haitiana.

El Estado debe proveer las condiciones óptimas de disfrute de los derechos y no


disminuir ese nivel logrado, y son todas las autoridades que en el ámbito de sus
competencias tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los
derechos humanos consignados en favor de las personas. Al utilizar el criterio del ius
soli el Estado dominicano ha privado de la nacionalidad a los haitianos y dominicanos
de descendencia haitiana y además ha vulnerado el principio legal de irretroactividad de
ley que señala que una vez que una ley es vigente solo puede regular situaciones
posteriores a su entrada de vigencia.
Según la Organización de Naciones Unidas, la medida del Tribunal Constitucional
Dominicano ha afectado a cerca de 200 mil descendientes de haitianos. La Corte
Interamericana de Derechos Humanos fue requerida para conocer las eventuales
vulneraciones de derechos, relacionadas con la ejecución de los planes de
regularización, con la condición de apatridia en la que los afectados pudieran
encontrarse y las deportaciones que el Estado Dominicano podría realizar. La falta de
nacionalidad se conoce bajo el término “apatridia” y para el autor Ramírez Necochea
(1965:109) la condición de apátrida “atenta contra los derechos humanos”.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió su Sentencia en relación


con la situación en Republica Dominicana el 28 de agosto del año 2014, estableciendo
que “la condición de apátridas en que fueron mantenidas las víctimas, y el no
reconocimiento de su personalidad jurídica ni de su nombre desnaturalizó y negó la
proyección externa o social de su personalidad e impidió que tuvieran acceso a otros
derechos” (CIDH 2014: 86).

Sentencia de la Corte Interamericana De Derechos Humanos a Republica Dominicana.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, con fecha 28 de agosto de 2014 dictó la


Sentencia de excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas en el caso de
Personas Dominicanas y Haitianas Expulsadas Vs. República Dominicana, y declaró
que el Estado de República Dominicana es internacionalmente responsable por la
violación de los derechos establecidos en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, a saber: reconocimiento de la personalidad jurídica (artículo 3), nacionalidad
(artículo 20), nombre (artículo 18), así como por el conjunto de dichas violaciones el
derecho a la identidad, libertad personal (artículo 7), de circulación y de residencia
(artículo 22.1, 22.5 y 22.9), garantías judiciales (artículo 8.1), protección judicial
(artículo 25.1), protección a la familia (artículo 17.1), y protección de la honra y de la
dignidad en relación con la prohibición de injerencias arbitrarias en la vida privada y
familiar (artículo 11.2) (CIDH. 2014: 1).
La corte interamericana de Derechos Humanos ordenó lo siguiente a la Republica
Dominicana.

 Registrar y contar con la documentación para acreditar la identidad y nacionalidad


dominicana, adoptando medidas para regularizar a las victimas haitianas en el
territorio dominicano.
 Hacer pública la sentencia en los sitios web y el Diario Oficial.
 Garantizar que no se repetirá la situación.
 Capacitar al sistema dominicano e instituciones relacionadas con el tema migratorio,
a fin de que se excluya la discriminación racial como un factor de detención o
expulsión.
 Tomar medidas para que la Sentencia del TC 168 y la ley 169 (artículos 6,7 y 11)
dejen de producir efectos y de la misma forma cualquier norma de cualquier
naturaleza.
 Adoptar normas para un procedimiento de inscripción de nacimiento accesible y
sencillo.
 Pagar las cantidades fijadas por concepto de indemnizaciones por daños materiales
e inmateriales, así como por el reintegro de costas y gastos, y reintegrar al Fondo de
Asistencia Legal de Víctimas la cantidad establecida.
 Estado deberá rendir al Tribunal: “un informe sobre las medidas adoptadas para
cumplir con la Sentencia”.

Ante la negativa de República Dominicana de acatar la Sentencia de la CIDH por


considerarla una invasión a su derecho interno, la CIDH ha contestado que "No es
meterse en asuntos internos. Son obligaciones internacionales que la República
Dominicana adquirió voluntariamente", señaló el comisionado Felipe González, en
referencia a la adhesión de la República Dominicana a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos” (Diario Libre. 2014).

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