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Terapia Familiar Sistémica
Terapia Familiar Sistémica
El paradigma de la terapia familiar sistémica postula que ni las personas ni sus problemas existen
en un vacío, sino que ambos están íntimamente ligados a sistemas recíprocos más amplios, de los
cuales el principal es la familia. Como consecuencia, se precisa tener en cuenta el funcionamiento
familiar de conjunto y no sólo el del paciente identificado, al que se considera “portador” de un
síntoma, que únicamente se entiende dentro de su contexto. El origen de la sintomatología suele
situarse en las dificultades y crisis a las que se ven sometidos los grupos familiares en su devenir
vital.
Desarrollo histórico
La terapia familiar surge en torno a los años 1952 a 1962, impulsada por circunstancias clínicas y e
investigación. Estos factores clínicos que desencadenan su “nacimiento” concurren cuando
diversos terapeutas, de forma independiente, deciden entrevistar al grupo familiar para obtener
más información sobre el miembro sintomático. La experiencia de observar la dinámica familiar
desplaza el interés de lo intrapsíquico a las relaciones presentes entre los componentes de la
familia. A partir de este momento tratan de explicar cómo influyen tales relaciones en la patología
del paciente. Una vez establecidas estas variables relacionales, que en un principio abarcan sólo a
algunos miembros de la familia y más tarde a toda ella, sus tratamientos se orientarán a cambiar
dichas variables.
Conceptos básicos
Totalidad. La conducta del sistema familiar no puede entenderse como la suma de las conductas
de sus miembros, se trata de algo cualitativamente distinto, que incluye además las relaciones
existentes entre ellos. En consecuencia, de la evaluación de los individuos no puede deducirse el
funcionamiento del grupo al que pertenecen, para ello es necesario obtener información de sus
interacciones.
Causalidad circular. La “causalidad circular” describe las relaciones familiares como recíprocas,
pautadas y repetitivas, lo cual conduce a la noción de secuencia de conductas. Entre las conductas
de los miembros de un sistema existe una codeterminación recíproca, de forma que en una
secuencia de conductas muy simplificada se observa que la respuesta de un miembro A del
sistema a la conducta de otro miembro B es un estímulo para que B a su vez dé una respuesta, que
nuevamente puede servir de estímulo a A. Las familias regulan su funcionamiento incorporando
ciertas secuencias de interacción que se repiten de forma pautada, lo cual no es patológico en sí
mismo sino que facilita la vida cotidiana de sus integrantes. Cuando se habla de “secuencia
sintomática” se refiere al encadenamiento de conductas que se articulan en torno al síntoma,
reguladas por una causalidad circular. Una de las consecuencias más notorias de esta concepción
circular es que el interés terapéutico resida en el “qué”, “dónde” y “cuándo” ocurre algo en lugar
de centrarse en el “porqué”.
Equicausalidad. Se refiere a que la misma condición inicial puede dar lugar a estados finales
distintos. Esta propiedad y la anterior establecen la conveniencia de que el terapeuta abandone la
búsqueda de una causa pasada originaria del síntoma. Como consecuencia, para ayudar a la
familia a resolver el problema hay que centrarse fundamentalmente en el momento presente, en
el aquí y ahora. Por tanto, la evaluación se orienta a conocer los factores que contribuyen al
mantenimiento del problema – no a descubrir los factores etiológicos – de tal forma que se pueda
influir en ellos para iniciar el cambio terapéutico.
Ordenación jerárquica. En toda organización hay una jerarquía, en el sentido de que ciertas
personas poseen más poder y responsabilidad que otras para determinar qué se va a hacer. La
organización jerárquica de la familia no sólo comprende el dominio que unos miembros ejercen
sobre otros, las responsabilidades que asumen y las decisiones que toman, sino también la ayuda,
protección, consuelo y cuidado que brindan a los demás. Por otro lado, la relación jerárquica n
sólo se observa entre las personas sino también entre los subsistemas a los que pertenecen. Así
por ejemplo, los padres son legalmente responsables de cuidar a sus hijos, por lo que como
subsistema parental ocupan una posición superior al subsistema filial.
Teleología. El sistema familiar se adapta a las diferentes exigencias de los diversos estadios de
desarrollo por los que atraviesa, a fin de asegurar continuidad y crecimiento psicosocial a sus
miembros. Este proceso de continuidad y de crecimiento ocurre a través de un equilibrio dinámico
ente dos funciones complementarias, morfostasis y morfogénesis.
El ciclo vital. El curso vital de las familias evoluciona a través de una secuencia de etapas bastante
universal, por lo que se denomina “normativo”, a pesar de las diferencias culturales. Los hechos
nodales en la evolución familiar que forman parte del “ciclo vital de la familia” son: el nacimiento y
crianza de los hijos, la partida de éstos del hogar y la muerte de algún miembro. Todos ellos
producen cambios adaptativos vinculados a las variaciones en la composición de la familia que
precisan una reorganización de los roles y reglas del sistema, así como una modificación de los
límites familiares internos y externos
Familia extensa. Conjunto de personas formado por el padre, la madre, los hijos, nietos, tíos, tías,
sobrinos y sobrinas.
Estructura familiar. Pautas de interacción que ordenan a los subsistemas que componen una
familia en relaciones que presentan algún grado de constancia. Las estructuras se distinguen en
subsistemas relativamente estables, en alianzas y jerarquías que caracterizan el mapa de
organización familiar. Las estructuras se pueden considerar también procesos lentos, de larga
duración.
Juego familiar. Conjunto de reglas que definen las conductas del sistema familiar.
Mito familiar. Conjunto de creencias sistematizadas y compartidas por todos los miembros de la
familia respecto de sus roles mutuos y de la naturaleza de su relación. Las conductas, interacciones
y rutinas familiares están determinadas en el mito.
Alianza. Designa una afinidad positiva entre dos miembros del sistema familiar que comparten un
interés del que no participa un tercero. Una alianza es potencialmente neutra, pero es inherente a
ella la virtualidad de ir dirigida de manera efectiva contra un tercero, en cuyo caso se puede hablar
de coalición.
Coalición. Ordenamiento en el que participan varios miembros de la famita, con una postura
combativa de exclusión o de “chivo expiatorio” en perjuicio de un tercero.
Pautas triangulares. Patrones de relación entre tres personas, que pueden incluir una coalición
intergeneracional permanente, que somete al hijo a un intenso conflicto de lealtades, o una
desviación del conflicto entre dos personas a través de un tercero que actúa como chivo
expiatorio.
Principio de circularidad. Define la capacidad que debe poseer el terapeuta para confirmar o falsar
sus hipótesis, estableciendo diferencias y conexiones, a partir de la información elicitada en la
famita como respuesta a sus preguntas.
Preguntas circulares. Preguntas que realiza el terapeuta con la finalidad de reunir información
para confirmar o falsar las hipótesis formuladas acerca del juego familiar, poniendo de manifiesto
conexiones entre personas, acciones, percepciones, sentimientos y contextos siempre bajo los
supuestos de causalidad circular y neutralidad. Por ello, se pide a cada uno que exprese sus puntos
de vista sobre las relaciones y las diferencias existentes entre otros componentes del sistema. La
comunicación propiciada por este tipo de interrogatorio adopta en gran medida la forma de una
metacomunicación sobre la conducta de los demás.
Hipótesis. Suposición hecha para establecer un razonamiento sin referencia a su verdad, sirviendo
de punto de partida para una investigación. Las hipótesis terapéuticas son formulaciones sobre el
funcionamiento familiar que el equipo elabora con objeto de seleccionar y ordenar, dentro del
cúmulo posible, la recogida de información durante la sesión.
Hipótesis circular. Se trata de una hipótesis sistémica que explica todos los elementos contenidos
en una situación problema y el modo en que se vinculan entre sí.
La entrevista
El modelo de entrevista, inicialmente desarrollado por el Grupo de Milán, dedica una cantidad
considerable de tiempo a la reflexión del equipo terapéutico con la finalidad de configurar
hipótesis sobre el funcionamiento familiar. Por esa razón, previamente a la primera entrevista se
establece un contacto con la familia a través de una llamada telefónica, en la cual se recoge una
información básica.
Antes de ver a la familia, existe una etapa denominada presesión en la que el equipo discute la
información de la ficha telefónica o, cuando no e trata de una primera sesión, de lo acontecido en
las anteriores y elabora hipótesis que guíen el desarrollo de la entrevista, que es cuidadosamente
planificada.
La sesión es la etapa que transcurre desde que el terapeuta entra en la sala con la familia hasta la
pausa que precede a la intervención. La primera sesión se inicia definiendo las reglas del trabajo
terapéutico y evaluando la respuesta de la familia a las mismas. Siempre es importante crear una
buena relación con los miembros del sistema familiar, de forma que colaboren con el tratamiento.
La intención del terapeuta durante esta etapa es recoger información para confirmar o falsar las
hipótesis terapéuticas y, a partir de la segunda entrevista, para comprobar el cambio de la
situación sintomática y la respuesta de la famita a la intervención de la sesión anterior.
La sesión se interrumpe dos veces, en las cuales el terapeuta se ausenta de la sala de terapia para
hablar con el resto del equipo y evaluar el desarrollo de la entrevista y/o preparar la intervención
final. La cuarta fase se dedica precisamente a impartir la intervención y la quinta, llamada
postsesión, a discutir la respuesta de la familia a la prescripción impartida.