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Josué 6.1-20
RESPONSABILIDAD
Tuvo la misión de comandar las 12 tribus de Israel hacia Canaán la tierra prometida que era
habitada por los cananeos al heteo, al heveo, al ferezeo, al gergeseo, al amorreo y al jebuseo.
SUJECCION
Josue siempre estuvo sujeto al mandamiento de Dios, siempre anduvo y estuvo sujeto a la
obediencia de Moisés
La Obediencia
La otra forma de obediencia fue cuando Dios ordeno que cruzaran el rio Jordán, de ella
recogieran 12 piedras las cuales les harían recordar a sus hijos en el futuro de como dios los
hizo cruzar el Rio Jordán y que Dios anduvo con Josué.
Responsabilidad
Josué fue responsable en la dirección de su pueblo hacia la tierra prometida ya que escuchaba
la voz de Dios para tomar decisiones en bien del pueblo, nunca actuó de su propio
conocimiento.-
Sujeción
Es muy fácil imaginarse como Marta pudo haberse sentido. Irritada, frustrada,
resentida. ¿Por qué tendría ella que hacer todo el trabajo? ¿No era justo que
María le ayudase? De hecho, Marta se sintió tan justificada en su indignación
que fue a hablar con Jesús al respecto y le dijo: “Señor, ¿no te da cuidado que mi
hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.”
Marta debió haber sentido como si le hubiesen dado una bofetada en la cara.
Allí estaba ella, haciendo todo lo posible para ser hospitalaria y que todo
marchase bien pero María solo estaba ahí sentada, ¿y lo que ella hacia era lo
correcto?
¿Te suena familiar?
La mayor prioridad en nuestras vidas debe ser escoger la parte buena, como lo
hizo María: aprender de Jesús para que podamos llegar a ser como Él. Es un
amor y una devoción hacia Él lo que hace que todo lo demás sea de poca
importancia. Es buscar las riquezas de sabiduría y entendimiento que están en
Él. Si no hacemos esto, ¿cómo podemos seguirlo, cómo podemos ser sus
discípulos? Un discípulo aprende del Maestro.
Esta no es una excusa para ser flojo y no asumir la responsabilidad de nada. Esta
es otra trampa. ¡Debemos ser hacedores de la Palabra, y no solamente oidores!
(Santiago 1:22) Pero lo que hacemos tiene que ser guiado por el Espíritu, cuya
voz aprendemos a escuchar eligiendo lo bueno. No hay bendición en
administrar nuestras propias vidas en base a nuestra comprensión humana de lo
que creemos que es importante. María entendió que necesitaba aprender más
de su Maestro y buscar las cosas que tienen valor eterno. Cuando hacemos eso
entonces podemos ser de bendición, porque así todas nuestras obras son
impulsadas por el Espíritu. El amor nos hace escuchar, aprender y guardar Sus
mandamientos. (1 Juan 5: 3)
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo,
todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud
alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” Filipenses 4:8