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POBLACION INDIGENA COLOMBIANA

La región arqueológica colombiana se encuentra ubicada en lo que se conoce como área intermedia, entre el territorio
maya y los Andes Centrales y está constituida, por algunos países centroamericanos, por Colombia y Ecuador. Colombia
posee costas sobre el mar Caribe y el océano Pacifico; esta magnífica situación la ha convertido en un cruce de múltiples
tendencias culturales: de las zonas mesoamericana, circuncaribe, andina, amazónica y pacífica.

PRINCIPALES FAMILIAS INDIGENAS QUE POBLARON COLOMBIA

Cuando los conquistadores llegaron al Nuevo Mundo encontraron las tierras habitadas por numerosas tribus indígenas, de
diferentes familias, con diversas religiones, idioma y costumbres.

Para los estudios sobre las tribus indígenas, los historiadores e investigadores se han basado principalmente en el aspecto
lingüístico. Estos estudios han llevado a clasificar las tribus en tres grandes familias: Familia CHIBCHA, CARIBE y ARAWAK. El
referirse a familias significa que se habla de grupos pertenecientes a una misma comunidad lingüística, en los cuales puede
haber diferentes dialectos y lenguas, pero con una base en común.

LA FAMILIA CHIBCHA

Entre esta familia sobresalieron las tribus de los MUISCAS y la de los TAIRONAS por su organización económica, social,
política y religiosa.

Característica del territorio chibcha fue la altiplanicie, situada entre 1.700 y 2.000 m sobre el nivel del mar, que facilitó el trabajo
de agricultura y el desplazamiento a través de sus zonas de dominio comercial y militar. Fue la más importante por su cultura y
población. Las numerosas tribus de esta familia tenían en común su idioma y algunos oficios como la agricultura, la cerámica y el
tejido de las mantas.

1. LA VIVIENDA

Los Chibchas no tuvieron construcciones monumentales. Tanto templos como habitaciones eran construidos de madera,
bahareque, bejucos y paja, sin contar para nada con la piedra o el ladrillo. Las casas eran de forma cuadrada y redonda,
cercadas artísticamente. Remataban en techo cónico y contaban con puertas y ventanas pequeñas

Los zipas y los zaques construían viviendas más cómodas y vistosas. En los huecos destinados a sostener la edificación
introducían bellas doncellas vivas y descargaban sobre ellas los pesados pilares que las trituraban espantosamente.

De las paredes y los cercados colgaban laminillas de oro que con el viento producían un fino timbre y en los pisos
colocaban hermosas alfombras de paja o esparto.

1. CREENCIAS Y COSTUMBRES
Para sus adoratorios se dirigían a las lagunas, allí encontraron el centro de su credo. Al sonido de alegres músicas
danzaban a sus orillas, extendían los brazos, los levantaban, se postraban en devota actitud. Allí ofrecían a sus deidades
suntuosas ofrendas de esmeraldas, de objetos de oro y de barro. Los momentos cumbres de su vida transcurrían ante
ellas: el ruego por la buena suerte de los recién nacidos, la entrada a la pubertad, los enlaces matrimoniales. Un sacerdote
o jaque, un cacique, antes de entrar en ejercicio de sus funciones, debían purificarse en sus aguas y no faltaban las
personas que disponían como acto supremo que sus cuerpos, al morir, reposaran en el fondo.

Creían que en el principio de los tiempos el mundo estaba sumergido en tinieblas. Un ser supremo retenía la luz y súbitamente
empezó a emitir los primeros rayos y dio principio a la creación haciendo que unas aves negras surcasen los espacios
repartiendo aire luminoso por sus picos. El mismo ser omnipotente creó el sol, la luna, las estrellas y todo cuanto existe. El sol o
Sua y su esposa la luna o Chía, fueron objeto de rendida veneración. El primero era el padre de la vida y como tal regalaba
alegría, fecundidad, bienestar. La luna con su pálida faz les inspiraba emoción sagrada, amor, encanto ante los fenómenos de la
naturaleza.

El origen del hombre lo situaban en las aguas: de una laguna próxima a Tunja había salido una mujer llamada Bachué o “la mujer
buena”, acompañada de un niño de tres años. Cuando creció se desposó con él y de esa pareja descendieron todos ellos. Bachué
les enseñó lecciones muy sabias en todo sentido y ya anciana se dirigió con su marido a la laguna y ambos, convertidos en
serpientes, se lanzaron a ella.

Bochica fue otro personaje fundamental. Hombre de gran sabiduría, había aparecido por el oriente y les enseñó amor al
trabajo, réspeto a las leyes y honestidad. De él aprendieron a tejer, a construir las viviendas, a comerciar. Una mujer mala
(Chíe) les hizo olvidar las normas del profeta e introdujo la corrupción. Como castigo la sabana se inundó hasta convertirse
en un mar. Bochica escuchó las súplicas angustiosas y se presentó sobre el arco iris y dijo: “Abriré una brecha por donde
salgan las aguas y quede libre vuestra tierra”. Y al decir esto arrojó una vara de oro que abrió el cauce formidable del Salto
del Tequendama.

Enviado de Bochica fue Nemqueteba, quien les predicó sobre la inmortalidad del alma, los premios y castigos de
ultratumba, de la resurrección, a la vez que perfeccionó las normas dictadas por su antecesor.
Fuera de las deidades citadas rendían culto al arco iris, al espíritu del mal, al dios de la embriaguez y de tal modo sus
divinidades eran numerosas que cada indio podía inventarse a quien idolatrar a su antojo ya fuera para cada actividad, en
presencia de males e infortunios o para pedir a su capricho cuanto desease.

Al lado de las lagunas no faltaron los adoratorios, como el famoso templo de Sugamuxi consagrado al sol y memorable por
las riquezas que albergaba.
El culto de los muertos tenía características especiales: si el hombre estaba formado de una parte corruptible y otra
inmortal, ésta emprendía un viaje larguísimo. De aquí la costumbre de rodear los cadáveres de ollas con alimentos, de
chicha, mantas y objetos de oro según se desprende del hallazgo de tumbas o guacas, ricas o pobres según las condiciones
económicas del difunto. Dominaban el arte de embalsamar hasta el punto de que hoy se conservan en museos, como el
Nacional de Bogotá, momias en impresionante estado de conservación. Conjuntamente con los caciques eran sepultados
sus esclavos preferidos y sus mujeres Los sacerdotes o jeques eran llevados a lugares secretos que nadie podía revelar. Al
pie de la sepulturas se entonaban cánticos y se bebía chicha por espacio de varios días.
El entierro del zipa colocado en un asiento forrado de oro adornado magníficamente, constituía un hecho soberbio.
La muerte era para los Chibchas pensamiento obsesionante y la simbolizaban en una figura que llevaba en las manos una
red dispuesta a aprisionar a quien escogiese.

El código de Nemequene y las enseñanzas de Bochica y de Nemqueteba formaron a la comunidad y la condujeron


conforme a altos principios. La familia estaba integrada por el padre, la madre y los hijos. El matrimonio se efectuaba por
compra: el pretendiente ofrecía por su compañera un bulto de maíz, un venado u otras especies, según su condición. Entre
los jefes existía la poligamia o unión con varias mujeres. Mientras el varón se dedicaba a la agricultura, la minería, la caza,
la pesca, etc., la mujer preparaba los alimentos, tejía, cuidaba los niños, fabricaba la chicha.
Desde niños los Chibchas eran formados en la escuela del trabajo que los hacía físicamente fuertes, hábiles para los
menesteres de la agricultura, la caza, la minería y la guerra. No asistían a centros especiales sino que todo lo aprendían al
lado de los adultos.
1. COMERCIO Y COMUNICACIONES

El producto de la agricultura, la minería, los tejidos, la cerámica, al lado de surtirlos de lo suficiente para el consumo, les
permitía contar con un excedente para sus intercambios. Realizaban ferias o mercados en cada pueblo y semanalmente
concurrían a sitios determinados: Ráquira para el comercio de cerámica, Zipaquirá para la sal, Muzo y Somondoco para las
    
esmeraldas, etc. Usaron monedas circulares de oro y para calcular el peso y las medidas empleaban hebras de algodón o
hacían montoncitos y les fijaban precio. Si algo les sobraba, lo ahorraban en forma de granos de oro o esmeraldas que
depositaban en vasijas, a modo de alcancías.

Para comunicarse prefirieron la parte más alta de las montañas. Con ello no solo se orientaban sino que se prevenían de
los ataques sorpresivos de los enemigos. El transporte terrestre se hacía a espaldas, especialmente de las mujeres. Para
surcar los ríos usaban canoas hechas de troncos ahuecados con fuego y hachas de piedra.
FAMILIA CARIBE

Buscaron para vivir las tierras bajas y calientes como las costas y los
valles de los ríos Magdalena, Cauca, Atrato y Sinú. Esta familia fue
muy numerosa, se agrupó en territorios independientes. No se
 
unificaron en un estado sino que se disgregaron en agrupaciones
menores, de diferente organización social, distinta religión y
costumbres propias para cada una.

Los pueblos más importantes de la familia Caribe fueron: Los Muzos que habitaron la región comprendida entre los
ríos Magdalena,

Sogamoso, Ermitaño y suárez; los Panches que se establecieron entre los ríos Negro, Guarinó, Coello y Fusagasugá;
los Pijaos, vivieron en la zona comprendida entre los actuales departamentos del Tolima y Caldas, los Quimbayas que
se concentraron en el departamento del Quindío y los Motilones cuyos descendientes aún viven en la hoya del río
Catatumbo. Los Quimbayas fue la tribu más representativa de la familia caribe que logró radicarse en un solo sitio a
diferencia de los demás caribes que eran nómadas; los Quimbayas consiguieron grandes adelantos en el arte de la
cerámica y de la orfebrería. Parte de la orfebrería Quimbaya puede admirarse en el Museo del Oro del Banco de la
República, en Bogotá.

FAMILIA ARAWAK

Los Arawacos tomaron como asiento la Sierra Nevada de Santa Marta. Conforme a modernas investigaciones vivieron en
principio en las llanuras costaneras de Colombia y Venezuela, con lo cual perdieron su unidad idiomática y adoptaron dialectos
diversos.

Algunas tribus de la familia Arawak existen actualmente. De estas, la más conocida es la de los guajiros que todavía
conserva puro su tipo racial y sus costumbres.

INDÍGENAS SOBREVIVIENTES EN COLOMBIA


Se habla de una cifra de 450 a 500 mil indígenas en Colombia, pertenecientes a cerca de 81 etnias diferentes, con 64
distintas lenguas habladas. El grupo más numeroso son los Paeces, cerca de cien mil, que habitan en el suroccidente del
país. Siguen los Guajiros o Wayú, con unos 73 mil individuos, que ocupan las tierras semidesérticas de la península de La
Guajira. Otros grupos demográficamente importantes son los Chócos habitantes de las selvas húmedas del occidente del
país y de algunas áreas aledañas de cordillera. Con menor número de habitantes, pero con variedad de grupos étnicos, se
encuentran los pobladores de la Amazonía, que se estima son 50 mil, repartidos en cerca de 50 grupos étnicos, entre ellos
están los Ticunas, Witotos y Guahibos. Otros grupos menos densos en población, pero igualmente complejos en cuanto a
sus formas culturales, son los Kogis, los Guambianos, los Noananás o Waunana, los Yagua, entre otros.

1. Kogis

Los kogis habitan la Sierra Nevada de Santa Marta. Son descendientes directos de los antiguos Taironas. Se distinguen por
ser una sociedad femenina, de tipo matriarcal. De ahí que la deidad suprema es una mujer, la madre universal, creadora
del cosmos y de todo lo existente, de la cual nació el género humano, la tierra, las plantas y los animales. La mujer cultiva
la tierra, siembra, desyerba, cosecha y acarrea los productos de la sementera al hogar.

Los kogis celebran grandes ceremonias en honor al Sol y la Luna, festejando ritos en su centro sagrado, cuya casa principal
simboliza el cosmos. Realizan además conmemoraciones colectivas antes de la siembra para consagrar la semilla. A los
sacerdotes kogis se les da el nombre de mama, que también significa sol. Conservan las tradiciones culturales de los
Taironas, entre ellas la de mambiar (masticar hojas de coca), para resistir el hambre y las duras jornadas laborales.

2. Guambianos.

Habitan el departamento del Cauca, están en el occidente de Tierradentro. Los grupos domésticos son la base organizativa
de la vida social de la comunidad; se hallan generalmente compuestos por una familia nuclear (padre, madre e hijos
solteros) que viven solos en su propia vivienda. Es frecuente encontrar junto a la familia nuclear, otros miembros como
nueras, nietos, padres viudos, etc. En Guambía, las viviendas tienden a ser ocupadas por un grupo doméstico únicamente,
aunque se pueden encontrar algunas en las que reside más de uno y casos en que éste está conformado por más de una
familia nuclear. Sin embargo, estas situaciones tienden a ser transitorias y generalmente se encuentran asociadas con la
presencia de hijos varones con hogares recién conformados, que aún no han construido su propia vivienda. El tamaño
promedio de estas unidades domésticas es de 5.8 miembros.
Sus vestidos de vivos colores resultan muy llamativos y en su mezcla de falda larga y poncho o ruana se perciben
influencias indígenas y españolas.

3. Guahíbos

Los guahíbos están ubicados en el llano de Casanare, donde permanecen marginados de la civilización occidental, sin
permitir intromisión en sus asuntos y su cultura. Viven de la agricultura, la caza y la pesca.

4. Guajiros o Wayú

Están ubicados en la península de la Guajira. Tienen tendencia a la vida nómada. Se caracterizan por el matriarcado y su
población está dividida en castas. La base de su economía es la cría de ganado y la explotación de las minas de sal y de
yeso. Entre sus actividades artesanales se destaca el tejido, que trabajan con gran maestría y perfección, elaborando
túnicas, hamacas, mantas y variedad de productos. La lengua guajira posee gran sonoridad por su fuerza tonal variada.

5. Witotos

Habitan la región del bajo Caquetá y el Amazonas. Practican la agricultura, la caza y la recolección. Cada familia tumba una
parcela de bosque por año y al cabo de tres años la abandona en busca de nueva tierra. Viven en malocas o grandes casas
de paja donde están el padre o dueño de la maloca, sus hijos hombres y sus familias y hermanos y viudas.

6. Ticunas

Se localizan en el trapecio amazónico. Practican la horticultura, la caza, la pesca, la recolección y el comercio. Son
excelentes artesanos y elaboran hamacas, mochilas, canastos y máscaras que son muy apetecidos por los turistas. Además
de su organización familiar, en las aldeas tienen un curaca, que es un hombre adulto que coordina el grupo, conoce las
tradiciones y creencias y se comunica con los blancos.

7. Chocoes

Habitan la costa Pacífica. Cultivan plátano, maíz, caña de azúcar y recientemente cacao y café. Complementan la
agricultura con la caza y la pesca. En sus comunidades, existen los chamanes o sacerdotes, que ejercen funciones de
curación de enfermedades y de entrar en contacto con los espíritus. No es un oficio hereditario; los chamanes transmiten
sus poderes en ceremonias que pueden durar varias noches. Como emblema de su poder, el chamán porta un bastón de
madera.

8. Paéz

Su hábitat es Tierradentro, uno de los reductos indígenas más importantes, del país. Son primordialmente agricultores y la
tierra para ellos es la razón de la vida y la fuente de su seguridad. Están organizados en cabildos que son elegidos todos los
años. Los cabildantes poseen varas de mando para simbolizar su autoridad.

El cabildo está conformado por un gobernador, un comisario, un alcalde, un alguacil y un fiscal, cada uno con funciones
específicas. En la segunda década de este siglo, el indígena Manuel Quintín Lame encabezó un movimiento que quería
defender los derechos de los indígenas a poseer sus tierras, a defender los cabildos como centro de autoridad y a no ser
discriminados por los blancos. Si bien el movimiento fue reprimido, los paeces han mantenido vivos esos ideales y han
alcanzado grandes logros como la formación del CRIC (Consejo Regional Indígena del Cauca) que busca recuperar la
autonomía política, económica y cultural de los indígenas.

Los paeces son un grupo que habita el departamento del Cauca. Combatieron ferozmente a los conquistadores y
actualmente están dedicados a la agricultura y la ganadería, conservando viva la tradición y la imagen de su heroína, la
cacica Gaitana.

9. Motilón Barí

Habitan en el departamento de Norte de Santander. Viven en la frontera con Venezuela en la Serranía de los Motilones. Se
estima que esta comunidad está integrada por unos tres mil indígenas que sobreviven de la pesca y la cacería. Se
alimentan de maíz, bananos, caña de azúcar y cacao. Crían cerdos y gallinas.

10. Waunaná o Noananá


Habitan la cuenca del río San Juan, principalmente en su desembocadura, que forma una extensa red acuática que se abre
paso entre la selva de manglares para llegar al Océano Pacífico. En una casa grande vive una pareja con sus hijos, nietos y
aún bisnietos. El sistema de residencia es patrilocal o sea que al formarse una nueva pareja, se establecerá en la casa del
hombre. Los hijos traen sus mujeres a la casa paterna y las hijas dejan su hogar para trasladarse a la de sus maridos. La
autoridad familiar es patriarcal: Es el padre, el abuelo o el bisabuelo quien tiene el mando, toma las decisiones y las hace
ejecutar. La herencia de hombres, bienes y algunas veces cargos, es bilineal; el individuo lleva tanto el apellido paterno
como el materno y se considera que pertenece a las familias de sus dos progenitores. La tradición establece que una vez el
padre fundador muere, cada uno de sus hijos se va a otro lugar, construye una nueva vivienda y establece su propia
familia. Las nuevas casas quedarán distintas unas de otras, a lo largo de la quebrada entre trescientos y quinientos metros.
Cuando la esposa queda con vida se va a vivir generalmente con el mayor de sus hijos.

Hombre y mujer se complementan para la labor agrícola; los hombres tienen a su cargo la tumba o la roza (tumba cuando
hay que derrumbar grandes árboles, roza cuando apenas se limpia una zona ya antes trabajada) y luego la quema,
quedando así preparado el terreno para que llegue la mujer a sembrar, cosechar y recoger los frutos. El hombre también
tiene a su cargo el limpiar, deshierbar, cazar y pescar.

Los Noananás practican la endogamia tribal, o sea que no pueden casarse sino con personas de la misma tribu; pero siguen
las leyes de exogamia con sus primos hermanos, no aceptándolos como cónyuges.

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