Está en la página 1de 171

El Mesianismo de Jesús

Antonio Piñero

1
Índice
5.- El Mesianismo de Jesús y su condición divina (2-27-01)

9.- En el Antiguo Testamento no hay Mesías (2-27-02)

12. - El Concepto de Mesías se desarrolla en Israel gracias a la evolución histórica del país
(2-27-03)

16.- Herodes el Grande y el desarrollo de la conciencia mesiánica II (2-27-04)

19.- Revuelta con tono Mesiánico (2-27-05)

21.- El Concepto de Mesías se desarrolla en Israel gracias a la evolución histórica del país
IV (2-27-06)

24.- El Mesías es un ser humano en el judaísmo (2-27-07)

27.- Zorababel como mesías (2-27-08)

30.- El Mesías en los siglos que median hasta la época de Jesús (2-27-09)

33.- Los inicios de la concepción del Mesías en el Antiguo Testamento (2-27-10)

36.- Los inicios de la concepción del Mesías en el Antiguo Testamento II (2-27-11)

39.- Los inicios de la concepción del Mesías en el Antiguo Testamento III (2-27-12)

42.- Los inicios de la concepción del Mesías en el Antiguo Testamento y IV (2-27-13)

45.- El mesianismo a partir del siglo II a.C I (2-27-14)

47.- Dios interviene abiertamente El mesianismo a partir del siglo II a.C II (2-27-15)

49.- Figuras mesiánicas a medias entre el cielo y la tierra (2-27-16)

52.- Melquisedec Figura a medias entre el cielo y la tierra II (2-27-17)

54.- Sobre Melquisedec en los Manuscritos del Mar muerto (2-27-18)

57.- Sobre Mesías El Hijo de Dios en los manuscritos del Mar Muerto (2-27-19)

59.- El Libro de Daniel la figura del Hijo del Hombre (2-27-20)

62.- La figura del Hijo del Hombre en el libro de los sueños (2-27-21)

65.- La figura del Hijo del Hombre en el Libro de los sueños II y en el Libro de las
parábolas de Henoc (2-27-22)

68.- La figura del Hijo del Hombre en el Libro de las parábolas de Henoc II (2-27-23)

2
70.- La imponente figura del Hijo del Hombre en el Libro de las parábolas de Henoc III (2-
27-24)

72.- El juicio del Hijo del Hombre y el reino de Dios en el Libro de las parábolas de Henoc
(2-27-25)

75.- Complementos al concepto de Mesías en el Libro e las parábolas de Henoc (2-27-26)

77.- Los dos Mesías el guerrero y el sacerdote (2-27-27)

80.- Los dos Mesías el guerrero y el sacerdote II (2-27-28)

83.- El Mesías guerrero en los manuscritos del Mar Muerto (2-27-29)

86.- El Mesías guerrero en los Manuscritos del Mar Muerto II (2-27-30)

89.- El Mesías guerrero en los Manuscritos del Mar Muerto III (2-27-31)

91.- El Mesías guerrero en los Manuscritos del Mar Muerto (2-27-32)

93.- El profeta que ha de venir (2-27-33)

97.- El profeta que ha de venir II (2-27-34)

99.- El Mesías sacerdotal I (2-27-35)

102.- El Mesías sacerdotal II (2-27-36)

104.- El Mesías sacerdotal III (2-27-37)

106.-El Mesías sacerdotal y IV (2-27-38)

108.- El renacimiento del Mesías davídico en la época de Jesús I (2-27-39)

111.- El renacimiento del Mesías davídico en la época de Jesús II (2-27-40)

113.- El renacimiento del Mesías davídico en la época de Jesús III (2-27-41)

116.- El renacimiento del Mesías davídico en la época de Jesús IV (2-27-42)

118.- El renacimiento del Mesías davídico en la época de Jesús V (2-27-43)

120.- El renacimiento del Mesías davídico en la época de Jesús y VI (2-27-44)

123.- Otros textos mesiánicos del entorno de Jesús de Nazaret las Libro de Antigüedades
del Pseudo Filón (2-27-45)

125.- Otros textos mesiánicos del entorno de Jesús de Nazaret libro Cuatro de Esdras II (2-
27-46)

128.- Sobre el reino del Mesías y la Jerusalén celeste en el Libro I de Henoc (2-27-47)

3
131.- El reino mesiánico en el Libro de los Jubileos (2-27-48)

133.- El reino mesiánico en el Libro de Henoc eslavo y en los Oráculos Sibilinos (2-27-49)

136.- La imagen del Mesías en el Apocalipsis de Baruc (2-27-50)

139.- La imagen del otro mundo mesiánico en el Apocalipsis de Abrahan (2-27-51)

143.- El mesianismo de Jesús según el episodio de la entrada triunfal en Jerusalén (2-27-52)

146.- El Mesías como hijo de David (2-27-53)

149.- El Mesías como hijo de David desde el punto de vista de Brandon y otros
investigadores (2-27-54)

152.- Afirmaciones del mesianismo de Jesús por vía indirecta (2-27-55)

155.- Afirmaciones del mesianismo de Jesús por vía indirecta II (2-27-56)

158.- El Mesianismo de los discípulos de Jesús (2-27-57)

161.- Una segunda concepción mesiánica absolutamente diferente y no judía (2-27-58)

163.- El mesianismo de Jesús correspondía a las concepciones judías de la época (2-27-59)

166.- El mesianismo implícito (2-27-60)

169.- El mesianismo de Jesús Resultado final (2-27-61)

4
El Mesianismo de Jesús y su condición divina
(2-27-01)

Hoy escribe Antonio Piñero

Una vez que hemos dedicado una serie de postales/notas a uno de nuestros
temas, ayudar con una serie de notas a construir una introducción al
complejo pensamiento de Pablo de Tarso, vamos a detenernos un momento
para volvernos de nuevo al otro gran tema de este blogde
“Cristianismo e historia”: la divinización de Jesús. Así variamos de modo que
no les resulte tan pesadas las disquisiones sobre un mismo asunto.

Hasta el momento -en torno a la posible divinización de Jesús- hemos


examinado las siguientes cuestiones: la religión y la religiosidad de Jesús; el
Dios de Jesús: Dios como Padre y el caso especial de “Abbá”, etc.; Jesús
como hijo de Dios: su “filiación divina”. En todos estos temas hemos ido
indicando, por medio del análisis de los pasajes pertinentes, que Jesús
no dijo en ninguna parte que él fuera “hijo de Dios” en un sentido óntico,
físico o real, tal como lo podría entender un griego o romano de su época. Y
hemos ido insinuando que si lo hubiera dicho, los judíos de su época lo
hubieran considerado un loco. La divinización completa de un ser humano
era -y es- impensable en el judaísmo.

Ahora nos toca examinar en unas cuantas notas si Jesús aceptó, o no, el
título de “mesías”; y si lo aceptó, si ello podría significar en su
mentalidad y autoconciencia una idea especial de “filiación
divina” en el sentido real del término como acabamos de aclarar. Este tema
lo he tratado ya en el otro blog de “Religiondigital”, por lo que aquí seré
mucho más sintético, añadiendo alguna nota o idea nueva.

La elucidación de este tema no tiene más fuentes que las cristianas: los
Evangelios y el resto del Nuevo Testamento, más un conocimiento general
del judaísmo de la época. Y entre los Evangelios las deducciones más
importantes se basan en especial en una lectura crítica del Evangelio de
Marcos.

No existe consenso entre los estudiosos del Nuevo Testamento ni siquiera


sobre el punto central de la cuestión, a saber si Jesús llegó realmente en
algún momento de su vida a considerarse a sí mismo el
mesías esperado de Israel. Sin embargo, algo hubo de haber, pues el
desarrollo del judeocristianismo inmediatamente posterior a la muerte de
Jesús no se entiende ni se explica de modo conveniente si el Nazareno
careció totalmente de conciencia mesiánica.
5
La hipótesis de la existencia de una conciencia mesiánica en Jesús no
excluye el que luego ésta pudiera ser completada y remodelada
intelectual y teológicamente por los evangelistas sinópticos, es decir,
Marcos, Mateo y Lucas. Desde luego, estos evangelistas la suponen, aunque
posteriormente pudieran presentarla a la luz de la fe de ellos mismos y de su
comunidad en un Cristo ya divino. Hay, pues, que admitir como posibilidad
muy real que la imagen del mesianismo de Jesús que ellos, los evangelistas,
ofrecen esté un poco distorsionada…, precisamente porque gracias a su fe,
formada después de la muerte de Jesús y la creencia en su resurrección,
veían las cosas de Jesús de otra manera.

Parece sumamente probable que aunque hubiera una época de la vida de


Jesús, al principio, en la que éste no pensara de sí mismo que era el mesías,
o que no debía manifestarse como tal, al final de su carrera terrestre sí
opinó que era conveniente una clarificación y llegó a considerarse a sí mismo
como el mesías de Israel, al menos empujado por sus partidarios. Una serie
de pasajes evangélicos apuntan en esta dirección, a saber que Jesús se
consideró a sí mismo mesías al final de su existencia terrena. Será nuestra
tarea examinar estos pasajes. Y también si se puede barruntar o descubrir
que el posible interés teológico de los evangelistas es un factor
distorsionador de lo que bien pudo ser la realidad.

Pero no adelantemos ideas. Tenemos que partir de la curiosa constatación


de que:

· En el Antiguo Testamento no hay "mesianismo"

· El mesianismo se forma por unas circunstancias históricas determinadas


que parten desde la época del exilio en Babilonia de prte del pueblo judío.

· Para rastrear la formación de las concepciones y expectativas mesiánicas


debemos a recurrir a lo qyue hoy se llaman Apócrifos del Antiguo
Testamento, pero que en época de Jesús y en los dos siglos anteriores no
lo eran, sino escritos muy respetados.

· Para rastrear también esas concepciones mesiánicas hay que acceder a los
textos de los Manuscritos del Mar Muerto, pues ellos nos dan una idea de lo
que pensaban los esenios y muchos sacerdotes del Israel de tiempos de
Jesús e inmeditamente anteriores.

· Finalmentre: hay que impostar el tema del mesianismo de Jesús desde los
orígenes de la predicación de éste para entenderlo correctamente.

Veamos esto último:

Los comienzos de la vida itinerante del Nazareno como anunciador de la


inminente llegada del Reino/Reinado de Dios, es decir como una figura
6
relacionada de algún modo con las expectativas mesiánicas del Israel del
siglo I, aparece conectada en todos los evangelistas con la misión y el
bautismo impartido por Juan, el Bautista. Jesús debió de sentirse atraído por
la figura de Juan porque las prédicas de éste conectaban con sus propias
ansias espirituales.
Si no, no se explica que dejara su tarea y fura a bautizarse por manos de
Juan.

El Bautista era el profeta escatológico que anunciaba la llegada próxima del


juicio final de Dios sobre Israel y los paganos (Mt 3,11). Ante la ira final de
la divinidad de la Alianza, la mera pertenencia física al pueblo de Israel no
significaba ninguna garantía de salvación. Como medida preventiva para
prepararse ante el juicio Juan ofrecía a sus oyentes la
conversión/arrepentimiento y la penitencia, junto con el propósito decidido
de una vuelta a la Ley, a su entero cumplimiento. El signo externo del
arrepentimiento y la disponibilidad para abrirse al Juicio y Reino de Dios que
venían era el bautismo de agua. Y Jesús, como uno más de entre los
convencidos por Juan recibió también este bautismo.

Todo apunta a que Jesús, tras recibir el bautismo de manos de Juan no se


marchó de inmediato de la vera del Bautista, sino que fue discípulo de éste
durante un cierto tiempo, y que, en principio, al fundar su propio
movimiento lo hizo desgajándose como una porción semi autónoma del
cuerpo de seguidores de aquel seductor de multitudes que fue el Bautista.

Hay muchos indicios en los Evangelios que sustentan la suposición de que


Jesús comenzó su carrera espiritual como seguidor de Juan Bautista en su
línea ideológica.

• En primer lugar, la fácil transferencia de discípulos del grupo de éste al de


Jesús. Según nos cuenta el IV Evangelio (1,40), Andrés y Simón Pedro, dos
de los principales discípulos de Jesús, se unieron al grupo de éste
procedentes del círculo de Juan.

• Otro argumento es la igualdad de la predicación de Juan y Jesús en los


primeros momentos: las palabras de uno se repiten en boca de otro; el
discípulo, Jesús, parece copiar al principio al maestro.
- Así, en Mateo 4,17, Jesús repite con idénticas palabras el mensaje central
de Juan ("Convertíos, el Reino de los cielos está cerca");
- La imprecación contra fariseos y saduceos de Juan Bautista en 3,7 ("raza
de víboras") aparece luego con el mismo tenor en boca de Jesús en 12,34 y
23,33;
- La imagen de que "todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado
al fuego" utilizada por Juan en Mateo 3,10 aparece dicha por Jesús en 7,19.

• Que Jesús comenzó su carrera como discípulo de Juan encuentra también


un apoyo en el IV Evangelio. En 10,40 aparece el Nazareno predicando en
los mismos lugares que Juan, y en 4,1 se dice que Jesús bautizaba como
7
Juan Bautista, pero con mayor éxito. Todos estos pequeños detalles apuntan
a que tanto el movimiento de Juan como el de Jesús tenían las mismas ideas
teológicas de base y practicaban los mismos métodos. Además que se
encardinaban dentro de las ideas que hoy denominamos como “expectativas
mesiánicas del Israel del siglo I”

En Jesús debió de darse una evolución y radicalización religiosa que le llevó


desde la posición de un mero discípulo de Juan Bautista a fundar su propio
grupo y luego a llegar a considerarse, al menos, el único mediador de la
inminente llegada del Reino de Dios…, Y este mediador, con otras palabras,
podría denominarse el mesías de Israel.

En síntesis: situar los comienzos de la vida pública de Jesús en el


entorno de Juan Bautista nos va a ayudar para comprender la ideología
teológica de Jesús cuando inicia su vida pública, y para entender el tema del
posible mesianismo de Jesús, entreverado con las expectativas de salvación
de Israel en aquellos tiempos y con los deseos de la venida del Reino de
Dios.

Seguiremos con este tema que considero apasionante.

8
En el Antiguo Testamento no hay Mesías
(2-27-02)

Hoy escribe Antonio Piñero / Florentino García Martínez

Hoy utilizo unas notas de Florentino García Martínez en su artículo “Los


manuscritos del Mar Muerto y el mesianismo cristiano”, en la obra
colectiva, "Los manuscritos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de
cuarenta años de estudio”, (Dimas Fernández Galiano y Antonio Piñero
[editores], Ediciones El Almendro, 1994, pp. 189-206).

"En el Antiguo Testamento no hay mesías. Hay indicios, rastreos, gérmenes


de ideas que en épocas posteriores se plasmarán en la idea del mesías.

"En ninguna de las treinta y nueve ocasiones en las que en la Biblia hebrea
se emplea la palabra «mesías» (-ungido-) tiene esta palabra el sentido
técnico preciso de título de la figura escatológica cuya venida introducirá la
era de la salvación. Los «mesías» del Antiguo Testamento son figuras del
presente, generalmente el rey (en Isaías 54,1 se trata del rey persa Ciro);
más raramente, sacerdotes, patriarcas o profetas; y en los dos casos en los
que el Libro de Daniel emplea la palabra, dos personajes cuya identidad es
difícil de precisar pero que ciertamente no son figuras «mesiánicas».

La tradición posterior reinterpretará ciertamente varias de estas alusiones


veterotestamentarias al «mesías» como predicciones «mesiánicas», pero las
raíces de las concepciones que posteriormente emplearán el título de
«mesías» para designar a las figuras que introducirán la salvación
escatológica se hallan en otros textos del Antiguo Testamento que no
emplean la palabra «mesías».

"Textos como las bendiciones de Jacob (Génesis 49,10), el oráculo de Balaán


(Números 24,17), la profecía de Natán (2 Samuel 7) y los salmos reales
(como los Sal 2 y 110) serán desarrollados por Isaías, Jeremías y Ezequiel
en dirección a la espera de un futuro «mesías» real, heredero del trono
de David.

"Las promesas de restauración del sacerdocio de textos como Jeremías


33,14-26 (ausente en la versión griega de los LXX) y el oráculo sobre el
sumo sacerdote Josué, recogido en Zacarías 3, servirán de punto de
arranque de la esperanza posterior de un «mesías» sacerdotal, lo mismo
que la doble investidura de los «hijos del aceite», Zorobabel y Josué, en
Zacarías 6,9-14 será el punto de partida de la espera de un doble

9
«mesías», reflejo de una cierta división de poderes, presente ya desde
Moisés y Aarón.

"De la misma manera, la presencia de la triple función: rey, sacerdote,


profeta, unida al anuncio de la futura venida de un «profeta como Moisés»
de Dt 18,15.18 Y a la esperanza concreta del retorno de Elías de Mal 3,23,
servirá de punto de arranque para el desarrollo de la esperanza enla venida
de un agente de salvación escatológico, se le designe o no como
«mesías".

"Igualmente, la presentación de la misteriosa figura del "Siervo de


Yahvé" de los capítulos 40-55 de Isaías como una alternativa al mesianismo
tradicional en la perspectiva de la restauración dará como resultado el
desarrollo de la esperanza de un «mesías sufriente».

"Y el anuncio de Malalaquías 3,1 de que Dios ha de enviar a su «ángel. como


mensajero para preparar su venida permitirá desarrollar la espera de
un mediador escatológico de origen no terrestre.

"En éstos y en otros textos del Antiguo Testamento se hallan la semillas del
mesianismo posterior. En el Nuevo Testamento nos encontramos con estas
semillas ya plenamente desarrolladas. El «mesianismo" es un dato tan
central en el Nuevo Testamento que a Jesús de Nazaret se le llega a
identificar simplemente como el "Cristo", el "ungido", es decir, «el mesías».

"Esta figura poderosa, este «cristo» de la teología del Nuevo Testamento es


a la vez un «mesías-sacerdote», un «mesías-rey», un «profeta-como
Moisés», un «siervo-sufriente» y un «mesías-celeste». La comunidad
cristiana claramente ha atribuido a una persona histórica del pasado, cuyo
retorno se espera en el futuro escatológico, todos los rasgos de las figuras
mesiánicas que en el Antiguo Testamento se hallaban en semilla; ha
aglutinado en un fruto magnífico todos los gérmenes «mesiánicos» del
Antiguo Testamento.

"Pero hasta ahora no podíamos ver el proceso por el que esas semillas se
habían desarrollado y transformado en fruto, ni cómo en ese siglo I de la era
que llamamos "cristiana" (es decir, del "ungido", del "mesías") los gérmenes
de esperanza mesiánica que se encuentran en el Antiguo Testamento habían
crecido y se habían multiplicado, transformándose en un bosque de figuras
mediadoras que al final de los tiempos introducen como heraldos y agentes
eficaces la salvación de Dios. En la mayoría de los escritos judíos de la
"época del Segundo Templo" (es decir, la que va desde el Exilio hasta el
Ttemplo de Herdoes el Grande = siglo V a.C hasta el 70 d.C.) que nos eran
previamente conocidos, la figura del « mesías- o no aparece en absoluto o
desempeña un papel muy secundario.

"Es precisamente este crecimiento el que nos ilustran los Manuscritos del
Mar Muerto. Cada una de las semillas mesiánicas, tan diversas, que
10
aparecen en la Biblia hebrea, ha crecido en la tierra fecunda de la
Comunidad hasta transformarse en verdaderas figuras mesiánicas cuya
venida se espera « al final de los tiempos- y cuya acción introducirá la
salvación de Dios.

Saludos cordiales de Antonio Piñero/Florentino García Martínez.

www.antoniopinero.com
Lunes, 25 de Mayo 2009

11
El Concepto de Mesías se desarrolla en Israel
gracias a la evolución histórica del país (2-27-03)

Hoy escribe Antonio Piñero

A finales del siglo VI (hacia el 515 a.C.) pereció misteriosamente el último


rey descendiente de David, Zorobabel, y desde entonces la historia de Israel
fue para muchos judíos un mayor cúmulo de desgracias que antes del exilio
a Babilonia. Los sacerdotes que controlaron el país después de la
desaparición de la monarquía habían instaurado como norma de
comportamiento de Israel la ley de Moisés. Ésta era como la constitución del
país y la fuente de todo el derecho.Pero ya en esos mismos momentos
Israel no era un país libre, sino que estaba dominado por el Imperio
Persa, heredero de los babilonios; los persas controlaron políticamente a
Israel casi durante dos centurias.

Pasado ese tiempo, la potencia persa fue derrotada por la expedición de


Alejandro Magno, a finales del siglo IV a.C. (323 a.C.: muerte de
Alejandro). Después de los persas pusieron sus ojos en Israel los
reyes sucesores de Alejandro Magno que gobernaron Egipto, al oeste, o
la Gran Siria, el este: Israel era una pequeña tierra de paso siempre
apetecida por sus vecinos más importantes…, y éstos procuraron mantenerla
siempre bajo un control político absoluto.

Ahora bien, en Israel religión y política iban unidas, ya que el pueblo de


Israel tenía una inmensa consciencia de “pueblo elegido”, con el que Yahvé
había hecho una “alianza”, al que ese mismo Dios había otorgado una
“tierra”, cuyo dueño en verdad era la divinidad misma. Por tanto el gobierno
de la tierra de Israel = la tierra de Dios por una potencia que no fuera Dios
miso ( a través de sus delegados legítmos) no era propio de la "alianza".

No es de extrañar, pues que de un modo casi espontáneo tras tantos siglos


de sumisión, surgiera poco a poco en el pueblo el deseo de una liberación
del país del yugo extranjerode modo que sus habitantes, los israelitas,
pudieran manifestar sin trabas su apego por las leyes divinas y las
tradiciones ancestrales que aparecían recogidas sobre todo en la Ley y los
Profetas.

12
La idea común que fue tomando cuerpo poco a poco durante los siglos
anteriores al cristianismo era el anhelo por la restauración del Israel
antiguo, la reunión de las doce tribus y el surgimiento de un nuevo rey,
descendiente de David –un monarca conforme a la promesa de la profecía
de Natán, 2 Samuel 7, que más tarde se denominó “mesías”— que expulsara
a los enemigos de Israel y permitiera a éste vivir feliz, próspero y alegre, en
la tierra de Yahvé, al amparo de una divinidad contenta, puesto que su
pueblo elegido cumplía las normas –la ley de Moisés- que le había otorgado.

El comienzo de la época de los Macabeos, hacia el 165 a.C., con la


insurrección contra la tiranía religiosa y política de los reyes seléucidas (los
monarcas de la Gran Siria helenística sucesores de Alejandro Magno),
pareció al principio la realización de la utopía mesiánica. Por fin Israel sería
libre política y religiosamente. Los extranjeros no introducirían nefastas
costumbres, sociales y religiosas, y la nueva monarquía crearía el ambiente
propicio para vivir conforma a la Ley divina.

Pero esta sensación duró poco. Los monarcas macabeos fueron tan poco
ejemplares como cualesquiera otros, el país tendía a asimilarse con los
demás dentro de la cultura del helenismo, y Dios parecía no bendecir
especialmente al país. Los piadosos se desilusionaron relativamene con el
gobierno de los sucesores de Judas Macabeo.

A mediados del siglo I a.C. Israel cayó de hecho bajo el control de los
romanos por la intervención de Pompeyo Magno hacia el 60 a.C. para
mediar entre dos hermanos de la dinastía de los Macabeos que se
disputaban el trono: Hircano II y Aristóbulo II. Pompeyo se decantó por
Hircano II. Repuso en el trono a éste (aunque lo denominó con un título
menor, “etnarca”) y permitió que Israel continuara con una cierta libertad…,
al menos de nombre.

Durante el reinado de Hircano II, y tras una complicada situación política, el


joven Herodes, hijo del valido de este rey, se apoderó del reino.
Ocurrió así: Hircano II era un hombre de carácter débil que se apoyó
durante toda su vida en la fortaleza de un noble idumeo, astuto y hábil, por
nombre Antípatro, a quien nombró su valido, es decir, su mano derecha.
Antípatro era, en verdad, quien gobernaba Israel, y aprovechó su posición
para promover a dos de sus hijos, Fasael y Herodes. Al primero encargó el
gobierno directo de la capital, Jerusalén, y su región, y al segundo -un joven
muy impetuoso, fuerte, aguerrido, de notables energías y ambicioso- el
control de Galilea.

13
Aun en vida de Hircano, Herodes fue creciendo en poder fáctico, hasta que
llegó un momento en el que decidió por su cuenta tomar las riendas
absolutas de Israel apoyándose –como lo había hecho Hircano
anteriormente- en los amos del mundo, los romanos.

Gracias a su amistad con Marco Antonio, en el año 40 a.C. y por medio de


un decreto del Senado, logró Herodes que Roma entregara el reino en su
manos en sustitución de la dinastía macabea, que gobernaba hacía unos
ciento veinte años. Tanto Antonio, como Octavio –los dos personajes que en
aquellos momentos controlaban el poder de Roma- manipularon al Senado y
permitieron que aquel joven general, Herodes, no perteneciente a la familia
real, despojara a Hircano de su poder e intentara sentarse en el trono
israelita.

Esta política venía bien a Roma, pues había comenzado a ver con claridad
que los judíos eran un pueblo difícil: convenía a los intereses de la
República, y a su dominio sobre todo el Mediterráneo, que el trono de Israel
estuviese en manos amigas… y fuertes.

Sin embargo, la empresa de arrebatar la realeza a la dinastía reinante


en Israel desde hacía más de un siglo no fue tarea fácil, pues los
judíos nacionalistas o piadosos se opusieron a la decisión de Roma: ¡no era
posible que un idumeo se sentara en el trono de David! Por aquel entonces
había muerto ya Aristóbulo II -el hermano menor y antiguo adversario de
Hircano II vencido por Pompeyo-, pero mucha gente del país prefería que
siguiera gobernando Hircano, o bien había unido fuerzas en torno al hijo de
Aristóbulo II –de nombre Antígono-, quien finalmente se había proclamado
por su cuenta y riesgo, rey de Israel y había asentado su corte en
Jerusalén.

A Roma no le gustaba en absoluto que personajillos insignificantes actuaran


sin su permiso, así que ayudó a Herodes a quien había escogido como futuro
rey de Israel. Tres años –del 40 al 37 a.C.- duró la contienda entre el
idumeo, apoyado por los romanos desde la provincia vecina de Siria, y el
macabeo Aristóbulo, apuntalado por el poderío de los terribles guerreros
partos, que le ayudaron por dinero.

Pero, al final, y tras muchas vicisitudes, venció Herodes…, y vencieron


los romanos, quien desde ese momento conseguían sentar en el trono de
aquella difícil región a un rey “socio y amigo del pueblo romano” (éste era el

14
título oficial de Herodes). Así, tras esos casi tres años de guerra y
crueldades, logró por fin Herodes el ansiado trono de Jerusalén. Ese mismo
año 37 a.C. el enemigo Aristóbulo, uno de los últimos descendientes de los
macabeos, fue quitado de en medio –degollado- por orden de Marco
Antonio, y el terreno parecía libre para un gobierno sin oposición por parte
del joven idumeo.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

15
Herodes el Grande y el desarrollo de la conciencia
mesiánica II (2-27-04)
Hoy escribe Antonio Piñero

El nuevo monarca, Herodes, comenzó su reinado procurando controlar


absolutamente –o eliminar- a todos sus enemigos, que eran bastantes:
nobles adictos al antiguo régimen de los descendientes de los macabeos, los
pretendientes al trono llamados Aristóbulo/Antígono; piadosos judíos que
estaban en su contra, pues él no era plenamente israelita, poco o nada
piadoso y demasiado amigo de romanos y de otros gentiles impíos; otros
personajes promacabeos que podían suponer una amenaza para su poder
absoluto.

Se inició así un gobierno de control férreo sobre el país de Israel


fundamentado en el ejército personal del rey -profesionales bien entrenados,
muchos de ellos extranjeros, dispuestos a todo-, en la creación de una eficaz
policía interna y en un sistema administrativo que se encargó de recaudar
sin piedad los impuestos necesarios. Comenzó también la edificación de
fortalezas por todo el país y a poner en ellas guarniciones de soldados fieles,
de modo que nadie pudiera moverse sin riesgo de perder la cabeza.

Herodes intentó, y consiguió también, controlar los resortes del poder


religioso de Israel. Hizo depender de su voluntad el nombramiento del
sumo sacerdote de la nación, con lo que puso y depuso a esta autoridad
suprema para los judíos según sus conveniencias; controló las pocas
sesiones de la asamblea de Jerusalén, el sanedrín más importante de la
nación, que pudieron celebrase; no permitió que los partidos religiosos,
sobre todo los de los fariseos y saduceos, actuaran en algún momento sin su
consentimiento. Incluso el Templo de Jerusalén estaba de hecho bajo su
poder, pues una fortaleza, la Torre Antonia –nombrada así en honor de su
amigo Marco Antonio-, vigilaba cualquier reunión de gentes en el Santuario
que pudiera suponer un problema de orden público.

En los momentos en los que vino al mundo Jesús de Nazaret (en torno al 6-4
a.C.) Israel, compuesto por Judea, Galilea, Idumea al sur y algunos
territorios más allá del Jordán, Perea, era un estado semiindependiente,
vasallo de hecho de Roma, gobernado por este Herodes (37-4 a.C.).

El reinado de ese monarca, Herodes el Grande, fue revolucionario: la


antigua dinastía heredera del levantamiento de los Macabeos contra los
monarcas griegos, los Seléucidas, que habían dominado Israel desde más o
menos el 200 a.C. hasta el 165 a.C. habían sido suplantados en el poder por
una familia de Edom (Idumea), la de Herodes el Grande, casi no israelita. La
sociedad superior judía de la época anterior a Herodes sufrió un notable

16
quebranto con los movimientos políticos que situaron a Herodes en el trono,
y nuevos elementos ascendieron para ocupar su lugar. Los nuevos eran
miembros de familias judías procedentes de la Diáspora (la dispersión judía,
es decir, judíos residentes fuera de Israel) de otros reinos helenísticos,
descendientes de los judíos que se habían quedado en Babilonia después del
exilio (s. VI a.C. en adelante), o bien extranjeros griegos y romanos que
iban a Israel en busca de posibilidades comerciales y más tarde simplemente
a medrar en la corte de Herodes el Grande.

Ello significó una mayor penetración en la sociedad de elementos


helenizantes, es decir, de la cultura griega, a la que los judíos no veían con
simpatía pues adoraba a otros dioses. Esta cultura era universal y servía
como de elemento nivelador de unos países con otros dentro del poder
romano. Pero en el caso del Israel de los años finales del siglo I a.C. la
extensión de la cultura griega no contribuyó a vertebrar mejor la estructura
social del país. La hostilidad del pueblo contra Herodes fue general y duró
hasta su muerte.

La conducta política de Herodes y sus simpatías prorromanas y progriegas


hirieron a menudo la sensibilidad del pueblo. La atmósfera pagana de la
corte, que en diversos lugares había incluso aceptado el culto al emperador
Augusto como ser divino emparentado con los dioses de algún modo (“hijo
del divino Julio César”), no era tolerable para los sentimientos religiosos de
la población.

Tras la muerte de Herodes el Grande

A la muerte del rey tirano, Augusto pensó durante mucho tiempo qué hacer
con un territorio como Judea habitado por gentes que se acomodaban tan
mal al modo de vivir, a la cultura y a las creencias normales en el Imperio.
Finalmente tomó la decisión de dividir el reino. El rey difunto, en su segundo
testamento había dispuesto que su sucesor fuera su hijo Herodes Antipas, el
segundo descendiente tenido con una de sus mujeres, la samaritana
Maltace. Pero en el tercer testamento, el último, Herodes el Grande designó
finalmente como sucesor principal a su hijo Arquelao, el primogénito de los
habidos también con Maltace.

Arquelao, pues, fue nombrado sucesor de Herodes en parte del territorio,


Judea, Samaría e Idumea, mientras que Galilea, como una “tetrarquía”, fue
entregada en manos de Antipas, otro hijo de “El Grande, quien también
miraba hacia Roma continuamente. Escasos diez años después de la muerte
de Herodes, Augusto depuso a Arquelao (6 d.C.), y sus tierras pasaron a
convertirse en provincia romana. Antipas duró sin embargo durante toda la
vida de Jesús. Después, sólo por un breve lapso de tiempo (41-44 d.C.)
estuvo el gobierno de todo el país, reunificado por voluntad del emperador
Claudio, en manos de un nuevo rey judío, Agripa I, nieto de Herodes el
Grande.

17
Como es lógico –y era obligatorio en el caso de reyes “clientes” de Roma, es
decir sujetos a limitaciones políticas por parte del Imperio-, el testamento
debía ser confirmado por Augusto. Ésta es la razón por la que Arquelao se
dispuso a viajar a Roma para obtener la preceptiva aprobación imperial. Sin
embargo, antes de partir, el pueblo se sublevó contra el heredero, en verdad
porque se había quitado de encima un tanto el miedo horroroso que
provocaba su terrible padre, y en parte también en protesta por la ejecución
aún reciente (poco tiempo antes de la muerte de Herodes) de los que habían
derribado el águila del Templo, como contamos en el capítulo anterior.
Arquelao con sus propias tropas acabó con la revuelta, aunque con gran
derramamiento de sangre.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

18
Revuelta con tono Mesiánico (2-27-05)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el desarrollo de la idea de que el concepto de mesianismo se


consolida en Israel gracias a los acontecimientos históricos desde el exilio en
Babilonia (3ª entrega)

Inmediatamente después el heredero de Herodes el Grande, Arquelao, partió


para Roma. En el entretanto, y mientras dejaba madurar su pensamiento
respecto al testamento de su amigo Herodes, Augusto había enviado como
prefecto interino de Judea a un tal Sabino, personaje por lo demás oscuro y
casi desconocido.

Éste, sabiendo que su cargo iba a durar poco, se dedicó sencillamente a


robar, realizando toda suerte de tropelías y exacciones contra el pueblo.
Naturalmente las gentes se levantaron de nuevo en armas. Como el prefecto
Sabino no pudo sofocar la revuelta, intervino Quintilio Varo, legado de
Augusto en Siria, (que es conocido en la historia sobre todo por el desastre
romano en los bosques de Germania, cuando fue derrotado por una coalición
de bárbaros y el fracaso fue tal que Roma perdió nada menos que tres
legiones de un solo golpe). Hubo diversos avatares en la lucha entre los
revoltosos judíos y las tropas regulares romanas, por lo que Varo tuvo que
intervenir en dos ocasiones para defender a Sabino, acorralado por los
rebeldes judíos. También esta acción de los romanos se saldó con gran
cantidad de muertos judíos.

Lo importante de esta revuelta es que demuestra que había entre el


pueblo judío un ambiente general de deseos de liberación política
y... religiosa. En esta línea se produjeron otros tres episodios guerreros
que algunos historiadores consideran de tipo “mesiánico”. Un adjetivo de
este estilo es apropiado, ya que hasta la aparición del cristianismo con su
noción de un mesías sufriente -no político ni guerrero, un ser divino de algún
modo que sufre muerte por el pueblo-, el mesías que todo Israel esperaba
era sólo un ser sólo humano, y sobre todo de carácter político guerrero.
Según la mayoría de las opiniones -pondremos algunso textos en su
momento-, habría de ser un experto militar cuya misión –apoyada por la
divinidad ciertamente- era liberar a Israel del yugo extranjero, de modo que
estando el país libre y puro de contaminaciones ajenas pudiera cumplir
perfectamente los requisitos de la ley de Dios. Así, Éste bendeciría a Israel
con toda suerte de prosperidades.

En ese ambiente expectante, un tal Judas, hijo de Ezequías -un famoso y


antiguo rebelde al que había combatido con éxito Herodes el Grande cuando
19
era joven y jefe militar del norte del país bajo el mando de Hircano II-, se
levantó contra Arquelao y los romanos en Galilea manifestando su esperanza
de liberar al pueblo judío de los extranjeros si alcanzaba la corona real. Con
un grupo de incondicionales, asaltó en la ciudad de Séforis un arsenal real y,
tras distribuir las armas entre los suyos, gobernó en la práctica como un
reyezuelo durante unos meses en toda Galilea.

No se sabe en verdad si este Judas es distinto de otro de igual


nombre, Judas el galileo, que se levantó contra los romanos, siendo
Quirino legado de Siria, unos años más tarde (el 6 d.C.). Este levantamiento
fu muy sonado. Su motivo: negarse a que el pueblo de Dios, Israel,
fuera censado por los romanos para controlar mejor los nuevos tributos
que debían imponerse al pasar Judea a ser provincia romana. Este
movimiento fue aplastado, pero su lema principal, “Antes morir que permitir
que la tierra de Yahvé pasara a dominio de otro Señor”, y su ardor en la
defensa y cumplimiento de la Ley (“celo por Yahvé”) habrían de dar
fundamento más tarde (poco antes de la Guerra del 66-70) a las raíces del
movimiento religioso-político más trascendental en la política judía del s. I:
el celotismo.

También después de la muerte de Herodes el Grande, en la región de Perea,


en la Transjordania, un tal Simón, del que apenas conocemos más, se
levantó también en armas y pretendió igualmente ceñirse la corona real.
Esta pretendientes fue pronto liquidados por los romanos.

Por último, un antiguo pastor de gran fortaleza física, llamado


Atronges, formó una banda de resistentes junto con sus cuatro hermanos,
se impuso a sí mismo la corona real y mantuvo en jaque a los romanos
durante largo tiempo. Al parecer, en todos estos casos existía en el pueblo
que secundaba a estos revoltosos la esperanza mesiánica de liberación del
yugo extranjero sobre Israel.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

20
El Concepto de Mesías se desarrolla en Israel
gracias a la evolución histórica del país IV (2-27-06)
Hoy escribe Antonio Piñero

Da toda la impresión al leer a Flavio Josefo que en la época de Juan


Bautista y de Jesús de Nazaret la sensación continua del pueblo era la de
vivir en una perenne ocupación extranjera: Jerusalén había dejado de ser la
capital administrativa, para ocupar su puesto una ciudad nueva fundada por
Herodes el Grande: Cesarea marítima, llena de paganos. El ejército romano
se hacía visible por doquier, especialmente de modo molesto en la ciudad
santa, al lado del Templo (la Torre Antonia, fortaleza ocupada por los
romanos que vigilaba el Santuario). Los tributos (capitación y otras gabelas)
hacían recordar en todo momento a los israelitas piadosos que gran parte
del producto de la tierra de Yahvé iba a manos de gentiles.

Aunque los romanos permitieron una amplia autonomía a las


instituciones judías -la jurisdicción civil y religiosa seguía en manos del
sanedrín de Jerusalén- y aunque las autoridades romanas buscaran al menos
teóricamente la paz del territorio respetando en lo posible los sentimientos
religiosos de las gentes, la brecha entre el Estado romano y el pueblo judío
se hizo casi infranqueable.

De una manera u otra, con más o menos fuerza el espíritu de los celotas se
hizo general entre la mayoría de la población. Los judíos piadosos sentían
que estaban viviendo en un país ocupado. El control de los romanos,
paganos, sobre el territorio de Dios, sobre la ciudad santa y su Templo, era
una abominación. Muchos estaban convencidos de que la situación era tan
mala que Dios no tardaría en poner remedio a estado tan contrario a los
deseos divinos, puesto que su pueblo no podía guardar la Ley sin
impedimentos y el país no estaba libre del acoso pagano. No cabe duda de
que muchos podrían desear en su corazón que comenzara una guerra de
liberación nacional que Dios, con su ayuda especial, se encargaría de
concluir.

Otros años de grave tensión se sucedieron durante el gobierno de Poncio


Pilato (26-36 d. C.), momento en el que hubo pequeños pero continuos
movimientos antirromanos. La situación aparente era de cierta tranquilidad,
pero Pilato hostigaba de continuo la sensibilidad religiosa de sus gobernados.
Sabemos que introdujo en la ciudad santa, Jerusalén, estandartes romanos
con la imagen del emperador Tiberio, lo que casi provoca un alzamiento
popular sangriento, y también que intentó aplicar los dineros del Templo
para construir un acueducto para uso de la capital. Aportar más agua era en
sí una buena idea, pero significaba apropiarse de los tesoros sagrados, lo

21
que provocaba sentimientos unánimes de repulsa.

Otro caso, esta vez muy sangriento, fue el asesinato por parte del
Procurador de unos peregrinos galileos que estaban presentando sus
ofrendas al Templo (Evangelio de Lucas 13,1). Este hecho debió de ocurrir
porque esos galileos provocaron algún disturbio de orden público –
ciertamente en contra de los romanos y sus secuaces los herodianos
(partidarios del gobierno de Herodes Antipas en Galilea)- durante alguna de
las festividades religiosas importantes.

El caso de Barrabás (Evangelios de Mateo [27,16ss], de Marcos [15,6ss] y


de Lucas [23,17]) parece ser totalmente semejante y –por lo poco que dicen
los Evangelios- debió de ocurrir casi a la par que el incidente denominado la
“Purificación del Templo” por parte de Jesús. Como se trataba de un motín
(stásis en griego, con algún que otro muerto: Mc 15,7), es claro que era
contra los romanos. Dicho sea de paso, del incidente de Barrabás -sea o no
auténtico desde el punto de vista histórico - se deduce que Jesús estaba en
pie de igualdad con Barrabás a los ojos de los dominadores.

Un poco más tarde, un buen número de samaritanos que al parecer se


habían congregado pacíficamente en las faldas del Monte
Garizim convocados por un autodenominado profeta que les había
prometido que sobre la montaña santa Dios haría aparecer los vasos
sagrados del Templo (milagro que podía considerarse un signo de la pronta
venida del mesías) fueron asesinados por las tropas de Poncio Pilato al
intentar dispersar la multitud.

Mientras tanto en Galilea Herodes Antipas, por el contrario, tuvo un


reinado bastante tranquilo, que duró desde el 4 a.C. hasta el 39 d.C. en
tiempos del emperador Gayo Calígula. En líneas generales Antipas gobernó
astutamente (según Lc 13,32, Jesús lo llamó “ese zorro”). Era un firme
partidario de la colaboración con los romanos, de tal modo que al fundar una
nueva ciudad, donde instaló colonos en parte paganos, la denominó
Tiberíades, en honor del emperador Tiberio.

A pesar de esta disposición prorromana, Antipas supo no ofender en


demasía los sentimientos religiosos judíos, pues practicó una política
doble: por un lado fingía ser un judío piadoso, aunque no se tomara en
serio algunas de las normas de la ley de Moisés; mas, por otro, se
comportaba como un príncipe helenístico y como un fiel aliado de los
romanos. De cualquier modo, procuró la convivencia entre paganos y judíos
en su territorio de Galilea.

Los judíos ultrapiadosos no debían estar muy contentos con esta política. En
lo que a nosotros interesa, ello se deduce del comportamiento del Jesús
adulto y predicador ambulante: éste evitó siempre el contacto con las
ciudades bajo el control de Antipas, probablemente por considerarlas llenas
de extranjeros poco aptos para recibir su mensaje sobre el reino de Dios.
22
Y fue durante el gobierno de este Poncio Pilato y de Herodes Antipas, en un
ambiente en apariencia relativamente tranquilo pero en el fondo muy
exaltado, con graves tensiones políticas, sociales y religiosas pero a la vez
llenos de esperanzas (e implicaciones políticas) en un reino de Dios sobre el
torturado Israel, hay que situar a Juan Bautista y a su discípulo Jesús de
Nazaret.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.

www.antoniopinero.com

23
El Mesías es un ser humano en el judaísmo
(2-27-07)

Hoy escribe Antonio Piñero

Dijimos en el comienzo de esta serie sobre la concepción de “mesías” en el


judaísmo que nuestro interés primordial es reflexionar si el posible
mesianismo de Jesús –en caso de que el menos al final de su vida se
considerara como tal, de lo que muchos estudiosos albergan dudas-
implicaba o no que él creyese que comportaba al menos cierta condición
divina. Y como no tenemos textos directos en el Evangelio para responder a
esta cuestión con toda seguridad, debemos tornar nuestro ojos al judaísmo
de la época de Jesús –y un poco anterior- para ver qué es lo que pensaban
los judíos acerca de aquellas personas a los que de algún modo habían
aclamado como mesías de alguna manera.

Dijimos también que en Antiguo Testamento no hay mesías. Y nos parece


que esta afirmación se acerca a la verdad. Sin embargo, hay dos casos en
la época postexílica, en concreto a partir del 539 a.C. en el que el uso
empieza a acercarse a lo que podría ser la concepción un mesías-rey
poterior: el de Ciro el Grande, que no es ni siquiera judío y el de Zorobabel,
el último vástago de la rama de David. Pero el que a estos dos personajes se
les designe en alguna ocasión con el vocablo mesías, nos señala con nitidez
como el que ejerce esa función es un mero ser humano, por mucho que su
“contacto” con la divinidad sea excelso.

Según la tradición judía, Ciro el Grande, persa de nación, de la estirpe de


los aqueménidas, conquista Babilonia en el 539 a.C., después de haber
derrotado a los lidios (su monarca más era el proverbialmente opulento y
rico Creso) y a los medos. Por necesidades u oportunidad política, Ciro
adoptó una política de tolerancia religiosa para con los diversos pueblos de
su extenso imperio, para que al menos en ese flanco no hubiera tensiones
él.

En el ámbito de esta política Ciro decidió permitir a sus súbditos judíos (los
aqueménidas, al conquistar Babilonia se hicieron dueños automáticamente
de Israel, que estaba bajo su soberanía desde la caída de Jerusalén en el
587) la reconstrucción de las murallas en la capital de la provincia de Judea,
la reconstrucción del Templo de Jerusalén, que existía en semirruinas, y la
devolución de los objetos sagrados del Templo de Jerusalén , transportados
a Babilonia como señal de dominación por Nabucodonosor. Parece también
que emitió un edicto por el que se permitía la vuelta de los exiliados en
Babilonia –familias prominentes todas ellas- a tierras de Israel.

24
Y decimos “parece” porque hay serias dudas al respecto, puesto que la
misma tradición hebrea parece indicar que el primer retorno de los exiliados
fue en tiempos del sucesor de Ciro, Darío I en torno al 521 a.C. Pero es
probable que fuese Ciro el que primero diese, o esbozase, el decreto que
permitía la vuelta. De lo contrario no se hubiera producido lo que nos
interesa ahora: la tradición profética recogida en Isaías lo proclama “justo”
(Is 41,2), “pastor” (= buen rey: Is 44,28) y “ungido” o “mesías” Isaías
45,1. He aquí el texto:

« Así dice Yahvé a su ungido (“mesías”) ) Ciro, a quien he tomado de la


diestra para someter ante él a las naciones y desceñir las cinturas de los
reyes, para abrir ante él los batientes de modo que no queden cerradas las
puertas. »

Podríamos calificar, pues, de “esperanzas mesiánicas” las expectativas de


retorno de los exiliados a la tierra de Israel. Pero la figura del
“ungido”/”mesías” se aplica un rey, un ser humano, y además un
gentil, no judío. Este primer uso del vocablo en la línea de las expectativas
que posteriormente serán mesiánicas quedó muy grabado en la memoria
histórica del pueblo de Israel. De alguna manera Ciro fungía el cargo de
verdadero “pastor” del pueblo de Israel, al que se le permitía el retorno a la
tierra.

Pero es claro que el “mesías” es un simple ser humano. Lo mismo ocurre


con Zorobabel.Cuenta Paolo Sacchi en su Historia de Israel en la época del
Segundo Templo (Trotta, Madrid, 2004, p. 51) que “Sesbasar, hijo de
Joaquín, ocupaba el trono de Judá como rey vasallo cuando Ciro invadió
Babilonia. En Esdras 1,8, se le menciona como nasi’ de Judá. Esta expresión
debe entenderse en sentido técnico: "rey vasallo de Judá". A este Sesbassar
en el mismo libro de Esdras se le atribuye el título de pehah "gobernador"
(5,14).

“A Sesbasar le sucedió su sobrino Zorobabel, hijo de su hermano. De él


recuerda la Biblia sólo el título de pehah (cf. Ag 1,1 y 2,21: texto hebreo),
no el de nasi’, pero ciertamente tuvo también este último. La figura de
Zorobabel fue el centro de una dura lucha que al final perdió. Por ello la
tradición, la de los vencedores, conservó el recuerdo de que Zorobabel guió
una primera columna de exiliados que volvían de Babilonia en el año 520
a.C., pero censuró su título real. Lo mantuvo sin embargo en algunos
pasajes donde era posible interpretar el texto no en clave política sino
mesiánica. Véase Ag 2,23 y Zac 4,14 (el “ungido”) y 6,12 (el “germen”).

El haber guiado la columna de regreso de exiliados y el haber sido nombrado


rey y gobernador de los judíos colocó de inmediato a Zorobabel en un
ámbito ideal. Inauguraba una nueva etapa del pueblo donde parecía
que todo el esplendor del pasado iba a renacer: se reinstauraba el reino de
David y parecía que “para siempre”, pues contaba con el apoyo de los
poderosos persas.
25
En la historia del mesianismo judío la designación de Zorobabel como
“ungido” tiene importancia porque a su lado aparece también –recordemos
que estamos en los inicios del mesianismo tal como lo entendemos hoy- una
figura mesiánica complementaria, la del sacerdote Josué:

"Volvió el ángel que hablaba conmigo y me despertó como a un hombre que


es despertado de su sueño. Y me dijo: «¿Qué ves?» Dije: «Veo un
candelabro todo de oro, con una ampolla en su vértice: tiene siete lámparas
y siete boquillas para las siete lámparas que lleva encima. 3 Hay también
dos olivos junto a él, uno a su derecha y el otro a su izquierda.» Proseguí y
dije al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué es esto, señor mío?» Me
respondió el ángel que hablaba conmigo y me dijo: «¿No sabes qué es
esto?» Dije: «No, mi señor.» Prosiguió él y me habló así: Esta es la palabra
de Yahveh a Zorobabel. No por el valor ni por la fuerza, sino sólo por mi
Espíritu - dice Yahveh Sebaot – […]

11 Entonces tomé la palabra y le dije: «¿Qué son esos dos olivos a derecha
e izquierda del candelabro?» (Añadí de nuevo y le dije: «¿Qué son las dos
ramas de olivo que por los dos tubos de oro vierten de sí aceite dorado?») El
me habló y dijo: «¿No sabes qué es esto?» Dije: «No, mi señor.» Y él me
dijo: «Estos son los dos Ungidos que están en pie junto al Señor de toda la
tierra» "(Zacarías 4,1-6. 11-14).

« Los “olivos” y ungidos (“hijos del aceite” según la expresión hebrea) son
los dos mesías. »Empieza a nacer la ideología mesiánica propiamente tal en
Israel…, pero los mesías son puramente hombres…, eso sí, con especial
contacto con la divinidad.

En la próxima entrega veremos cómo Paolo Sacchi describe el nacimiento de


las esperanzas mesiánicas tras el exilio.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

26
Zorababel como mesías (2-27-08)
Hoy escribe Antonio Piñero

Dijimos en la postal/nota del otro día que con Zorobabel comenzaba en


Israel una nueva esperanza escatológica, con un nuevo gobierno que podía
calificarse de mesiánico porque inauguraba una era nueva, que muchos
judíos creían que era definitiva… en la tierra de Israel.

Paolo Sacchi la describe así:

La atmósfera que envolvió en un primer momento a los dos ungidos fue de


gran entusiasmo. Se sabían guiados por el descendiente de David, y el
profeta Zacarías vio (4,6-7) que todos los obstáculos se deshacían ante
Zorobabel gracias a la intervención milagrosa de Dios. El reino de David
estaba renaciendo. Había una atmósfera de milagro; se sentía a Dios
presente para “reconstruir y plantar”, como había predicho el profeta
Jeremías (31,28). La travesía del desierto era el anticipo de la del Mar Rojo:
la nueva dedicación del templo ampliado debía aparecer como el signo
tangible por parte de Dios de que el Orden Nuevo, del cual habían hablado
ciertas profecías, si aún no había comenzado estaba al menos a punto de
nacer. Decía el profeta Ageo:

« Ahora reflexionad bien, desde este día y en el futuro:


antes de que se comenzara a poner piedra sobre piedra en el templo de
Yahvé, ¿qué era de vosotros?
Se iba a un montón (de grano) del que se esperaban veinte medidas y no
había más que diez;
se iba a un tonel para sacar cincuenta cántaros y no había más que veinte.
Los herí con tizón, con añublo
y con granizo en todas las labores de sus manos.
…Reflexionad bien… El grano (no falta) en el granero,
la vid, el higo, la granada, el olivo dan sus frutos.
¡De ahora en adelante los bendigo!” (Ageo 2, 15-19). »

A estas palabras de Ageo hacen eco otras de Zacarías:

« Así dice Yahvé Sebaot:


‘Tomen fuerza de nuevo vuestras manos.
… Antes de estos días no había salario para el hombre…
para quien salía y para quien entraba (es decir para todos los que se
ejercitaban en alguna actividad)
no había seguridad alguna debido al enemigo.
Era yo quien ponía a los hombres unos contra otros.
Mas ahora no seré ya como he sido antes
hacia el resto de este pueblo.

27
Oráculo de Yahvé Sebaot.

Siembro la paz:
la vid dará su fruto,
la tierra dará sus productos,
el cielo dará su rocío.
Daré todo en posesión al resto de este pueblo.
Y como habéis sido maldición en medio de las gentes
¡oh casa de Judá y de Israel!
así, en cuanto os haya salvado,
llegareis a ser una bendición.
No temáis; tomen vigor vuestras manos (Zacarías 8, 9-13). »

El reino de David renacía: se habría logrado de nuevo la unidad de todo el


pueblo (Judá e Israel), el bienestar, y todo ello en una inabarcable y
grandiosa espera de la revelación del Dios de Israel a todas las naciones por
medio de Israel. El triunfo de Zorobabel no habría sido la consecuencia de su
fuerza armada y no tenía ninguna importancia que la ciudad no pudiera ser
fortificada. Dios mismo sería el verdadero e imprevisible baluarte contra
todos sus enemigos (Zac 2,8-9). La llegada de los repatriados desde el exilio
de Babilonia debió presentarse como una ventaja incluso para los que se
habían quedado en el país y puede pensarse que la comunidad en su
conjunto habría recibido inicialmente alguna ventaja.

En realidad las cosas sucedieron de modo muy distinto al que en un


primer momento habían esperado Ageo y Zacarías, ya que existían las
premisas para una guerra civil: contrastes de intereses que se radicalizaban
en ideologías distintas. De esta guerra, que la tradición inmediatamente
posterior trató de esconder, han quedado huellas en el libro de Zacarías,
especialmente, en los capítulos 3 y 12.

Hasta aquí Paolo SAcchi

En esos capítulos se habla de una guerra civil y de un homicidio que la hizo


concluir. El asesinado había sido Zorobabel…, el último rey en Judá de
estirpe davídica. La desaparición del descendiente de David debió suscitar
problemas en muchos porque la idea de que la casa reinante era garantía de
salvación para todo el pueblo (porque proporcionaba la paz y la posibilidad
de conseguir los bienes necesarios y con ellos la salvación) estaba muy
difundida.

Comenta Sacchi de nuevo:

El recuerdo de Zorobabel en el clima de unidad nacional logrado después de


su desaparición resultó incómodo: su figura recordaba a todos la dinastía
davídica, los poderes y favores divinos de los que había gozado. El deseo de
hacer desaparecer de la memoria al último descendiente de David, el último
"ungido" real, emerge en la historia de la más antigua tradición del pasaje
28
de Zac 6,9-15. El texto fue retocado justamente con el objeto de hacer
desaparecer al ungido de David. Este pasaje está corrupto por una
corrupción antiquísima y voluntaria, orientada a reducir la importancia del
ungido davídico a favor del ungido sacerdotal.

He aquí el texto tal como aparece hoy en las partes que fueron retocadas y
que indican la corrupción. Dice Dios por boca del profeta: "Toma plata y oro
y haz coronas que pondrás sobre la cabeza de Josué…, el sumo sacerdote.
Le dirás: 'He aquí el hombre cuyo nombre es Germen…, él reconstruirá el
Templo…, se sentará como soberano en el trono y sobre el trono habrá un
sacerdote. Entre ellos dos habrá un perfecto entendimiento. La corona
será…". Está claro que en el texto original estaba escrito que el profeta debía
hacer dos coronas, una de plata y otra de oro, una para Josué y otra para
Zorobabel.

Las palabras que siguen y que ahora parecen dirigidas a Josué, debían
referirse a Zorobabel: el apelativo "germen" pertenece al mesianismo real
(cf. Zac 3,8 y 4,10); es él quien debería haberse sentado a gobernar,
mientras que Josué habría sido "el sacerdote sentado en su trono". En el
texto griego ha quedado también alguna otra palabra que deja entrever aún
mejor el sentido del pasaje original compuesto cuando estaban por
comenzarse los trabajos de restauración del Templo; el pasaje agrega
respecto al hebreo después de "sentado en su trono" la expresión "a su
derecha".

Estas correcciones son bastante ingenuas, pero ciertamente correcciones, y


dan testimonio de un capítulo del proceso de afirmación del sacerdocio
sadoquita, es decir se establecen las bases aún más fuertes para que en
época posterior –como se verá sobre todo en los manuscritos de Qumrán-
pueda concebirse que en época mesiánica habrá de existir en Israel no un
mesías, sino dos y a la vez: el mesías guerrero-político y el mesías
sacerdotal, encargado de enseñar la Ley al pueblo.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

29
El Mesías en los siglos que median hasta la época
de Jesús (2-27-09)
Hoy escribe Antonio Piñero

Para hacernos una idea sobre cómo evoluciona el concepto del mesianismo
en Israel hasta llegar a los momentos en los que vivió Jesús no hay más
remedio que –salvo una excepción, elLibro de Daniel- recurrir a textos
luego declarados “apócrifos” por el judaísmo del siglo II d.C., decisión que
aceptó la Iglesia cristiana, aunque tenía a muchos de esos textos en gran
estima, como inspirados, y ciertamente como lectura espiritual.

Sin embargo, la literatura mesiánica contenida sobre todo en los Apócrifos


del Antiguo Testamento –que se desarrolla con energía en torno al siglo II
a.C. en adelante- no nació de la nada. Citábamos al principio de esta serie
acerca del mesianismo a Florentino García Martínez, el editor de textos de
Qumrán y traductor español de este conjunto, y ahora vamos a tomar como
guía a Paolo Sacchi, citado en la nota del día anterior, pues ha tratado de
una manera competente el tema del mesianismo antes de la era cristiana en
su obra Historia del judaísmo en la época del Segundo Templo (Trotta,
Madrid, 2004, capítulo 14, pp. 405-432). Dicho esto, no es necesario citarlo
de nuevo constantemente.

Aunque se ha señalado que el vocablo hebreo y arameo masiah no indica


nunca en el Antiguo Testamento una figura salvadora del futuro, es posible
extraer de los textos veterotestamentarios una noción mínima de “mesías”
de modo que veamos cómo estos inicios sirven de base a desarrollos
posteriores.

En el pensamiento hebreo existe una categoría que podemos señalar con el


nombre de mesianismo y que está construida sobre dos elementos
fundamentales:

· El primero es la certeza de la llegada de un mundo feliz en un tiempo


futuro imposible de precisar;

· El segundo, estrictamente ligado al primero, es la convicción de que este


mundo feliz del futuro no será obra de fuerzas únicamente humanas, sino
también de un mediador dotado por Dios de carismas particulares.

Llamaremos “mesías” a la figura de todo mediador de salvación,


cualquiera que sea su naturaleza.

Por otra parte, esta espera de un mundo futuro profundamente mejor

30
respecto al que se vive no es realmente distinto a éste aunque algunos
profetas hablen de que Dios establecerá en él una nueva alianza con
Israel. Es famoso el pasaje de Jeremías al respecto:

« 31 He aquí que días vienen - oráculo de Yahvé - en que yo pactaré con la


casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza; 32 no como la
alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles
de Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos -
oráculo de Yahvé -. 33 Sino que esta será la alianza que yo pacte con la
casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahvé -: pondré mi Ley
en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos
serán mi pueblo. 34 Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y
el otro a su hermano, diciendo: «Conoced a Yahvé», pues todos ellos me
conocerán del más chico al más grande - oráculo de Yahvé - cuando perdone
su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme. »

Aunque Isaías 65,17 hable de la creación de “cielos nuevos” se refiere


naturalmente alreinado de Dios en la tierra de Israel que no es
esencialmente distinta a la que fue, sino que está muy mejorada por el
establecimiento del reinado de Dios, que aporta tanto bienes espirituales
como materiales:

« 17 Pues he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva, y no serán


mentados los primeros ni vendrán a la memoria; 18 antes habrá gozo y
regocijo por siempre jamás por lo que voy a crear. Pues he aquí que yo voy
a crear a Jerusalén «Regocijo», y a su pueblo «Alegría»; 19 me regocijaré
por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, sin que se oiga allí jamás lloro ni
quejido. 20 No habrá allí jamás niño que viva pocos días, o viejo que no
llene sus días, pues morir joven será morir a los cien años, y el que no
alcance los cien años será porque está maldito. 21 Edificarán casas y las
habitarán, plantarán viñas y comerán su fruto. 22 No edificarán para que
otro habite, no plantarán para que otro coma, pues cuanto vive un árbol
vivirá mi pueblo, y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos. 23 No
se fatigarán en vano ni tendrán hijos para sobresalto, pues serán raza
bendita de Yahvé ellos y sus retoños con ellos (Isaías 65,17-23). »

Como se ve por este texto en un principio, y en general, no siempre el


concepto de mesianismo está ligado a la figura de un hombre, profeta, rey u
otro personaje.

Por esta razón, el concepto de “mesías” termina convirtiéndose en algo que


tiene múltiples facetas por la dificultad de diferenciar lo que es esencial al
mesianismo de lo que no lo es. Pero una cosa es clara desde el principio –
como lo señala la expresión misma de “mesianismo” derivada de un adjetivo
aplicado a un hombre— lo mesiánico está ligado a la concepción de un
“mesías” humano.

El concepto del “mesianismo” puede aparecer también de forma más


31
abstracta, vinculado exclusivamente a la fe en un acto salvífico de Dios. Por
tanto –se pregunta Sacchi- es necesario formularse la cuestión si el
elemento fundamental del mesianismo es el mesías o quizás más bien la
esperanza mesiánica, es decir, la esperanza basada en elementos de la
Escritura gracias a los cuales vendrá un día maravilloso en el que “el lobo y
el cordero pastarán juntos”, cualquiera que sea el modo en el que se realice
este mundo nuevo.

Éste podría nacer de la intervención directa de Dios que crea ese mundo
nuevo de la misma manera que ha creado el presente, o podría surgir de la
obra misma del hombre al poner en práctica todos los mandamientos de la
Ley.

Pero también podría producirse, de conformidad con gran parte de la


tradición bíblica, por la intervención de una figura excepcional imaginada
muchas veces como un rey que actúa como instrumento de Dios. En
realidad, al utilizar el término “mesianismo” se entiende casi siempre sólo
este último tipo.

La forma más antigua es la del mesianismo real. Ya sabemos, como


apuntó Florentino García Martínez y otros muchos que su fundamento en la
Biblia hebrea está en la profecía de Natán tal como se narra en el cap. 7 del
segundo libro de Samuel: “Tu casa y tu reino estarán seguros por siempre
ante mí; tu trono será estable por siempre”.

Ahora bien, en realidad se trata de un texto que, al menos en la forma en


que ha llegado hasta nosotros, es ciertamente muy posterior al hecho
narrado y refleja esencialmente la ideología respecto a la salvación del
redactor de los libros históricos, un monárquico convencido que reescribe
toda la historia de los reyes de Israel en época del Exilio, o posterior,
probablemente en Palestina.

Seguiremos con estos antecedentes del mesianismo en el Antiguo


Testamento.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

32
Los inicios de la concepción del Mesías en el
Antiguo Testamento (2-27-10)

Hoy escribe Antonio Piñero

Es muy probable que los orígenes históricos del mesianismo, o más bien
de las esperanzas “mesiánicas” en sentido amplio en Israel, se remonten a
un texto del Primer Isaías, por tanto del siglo VIII: Isaías 11,1-6:

« “Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. 2


Reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia,
espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé. 3 Y le
inspirará en el temor de Yahvé. No juzgará por las apariencias, ni
sentenciará de oídas. 4 Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con
rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su
boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. 5 Justicia será el ceñidor
de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos. 6 Serán vecinos el lobo y el
cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro
pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.” »

Señala Paolo Sacchi:

“El profeta afirma en este pasaje que vendrá un tiempo feliz vinculado a
la figura de un descendiente de David dotado de carismas particulares.
Tenemos, por tanto, los dos elementos fundamentales del mesianismo: un
mundo feliz en el futuro y el instrumento humano, en este caso un
descendiente de la casa de David. Se dice por ello que este mesianismo es
davídico: en sus orígenes el mesianismo fue real y davídico.

“La función de este rey futuro será juzgar con justicia a los dallim, los
“pobres o débiles” (Is 11,4), los que hoy llamaríamos
marginados. Implantará por tanto un reino donde existirá la
justicia, entendida en términos humanos todavía lejanos del mundo feliz de
la apocalíptica, un reino caracterizado por la perfección y por la ausencia
absoluta del mal.

“Posteriormente, hacia finales del siglo VII a.C., encontramos


afirmaciones mesiánicas en Jeremías, de un mesianismo aún davídico.
En Jr 23,5 se lee:

« He aquí que vendrán días, oráculo de Yahvé, en los que haré surgir de
David un germen justo. Gobernará como rey (hebreo umalak melek); será
sabio y practicará la justicia y el derecho sobre la tierra. En sus días Judá

33
estará a salvo e Israel vivirá seguro. »

En este pasaje encontramos también los dos elementos fundamentales de la


categoría mesiánica: un futuro radiante y el personaje que lo instaurará
sobre la tierra.

“El mesías será un rey de Israel y de Judá, y su función consistirá en


procurar la salvación con ayuda de Dios. Sin embargo, la salvación que
Jeremías tiene en mente, al menos en este pasaje, es poca cosa respecto a
otras interpretaciones en las que el mesías salvará en el futuro a todos los
pueblos. Para otros, la salvación se ampliará desde este pequeño mundo
hasta comprender todo el reino de Dios, es decir Dios mismo, como en la
famosa expresión de Pablo en Rom 8, 17: “Y si hijos, también herederos;
herederos de Dios”. El pasaje de Jeremías que hemos leído muestra una
concepción mesiánica estrictamente ligada a la casa de David, pues
menciona la salvación de Judá y mantiene aún una esperanza para Israel.

“Con Ezequiel comienzan ya una serie de reinterpretaciones y de


relecturas de las primeras profecías mesiánicas: el elemento real del
mesianismo permanece, pero no el davídico. Ezequiel creía, y ciertamente
deseaba, que la monarquía davídica terminara definitivamente. Él, o su
escuela, pensaba para el futuro en un Israel gobernado por dos jefes, el
nasi’, es decir el rey (vasallo), y el sacerdote. De la dinastía de este rey
nada dice”.

Ezequiel es reticente en defender la monarquía davídica quizá porque


allá en el exilio había aprendido a pensar el concepto de Dios único de una
manera más absoluta, un monoteísmo estricto: no hay más Dios que Yahvé
y éste es Dios no sólo de Israel, sino del mundo entero. Igualmente debió de
aprender que la historia de Israel debía contemplarse desde una perspectiva
más universalista: Israel insertado en el mundo, no aislado, y la religión de
Yahvé como posible religión del mundo entero. Por ello, probablemente,
insistir en una monarquía con tanto sabor nacionalista judío como la
davídica le debió de parecer poco coherente con estas expectativas
más universalistas.

“El David histórico se convierte así en una simple figura del rey ideal que
vendrá un día a salvar a Israel: este monarca será el verdadero David. En
Ez, 34,23-24 se lee: “Haré surgir sobre ellos un pastor que los apacentará,
mi siervo David, el verdadero: los apacentará y será su pastor”. Por tanto,
David, el verdadero, vendrá en el futuro y será el pastor de Israel. Antes
David era el antepasado del rey-mesías. Ahora se ha convertido en su
figura.

En Ezequiel 37,24-26 leemos también:

« Mi siervo David será rey sobre ellos y será para todos un solo pastor;
34
seguirán mis mandamientos, observarán mis leyes y las pondrán en
práctica… David, mi siervo, será su príncipe por siempre. Haré con ellos una
alianza de paz que será un pacto eterno… »

De la dinastía davídica no se hace ya mención alguna, pues Ezequiel espera


un nuevo David que habrá de materializar las esperanzas antaño
depositadas en un descendiente histórico de la dinastía davídica. La espera
mesiánica comienza así a transformarse. Este primer paso va del
descendiente de David a un David ideal, no necesariamente heredero
del David histórico.Los siguientes pasos serán más audaces.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

35
Los inicios de la concepción del Mesías en el
Antiguo Testamento II (2-27-11)

Hoy escribe Antonio Piñero

En una nota anterior hablábamos de “Zorobabel como mesías” y allí nos


ocupábamos sobre todo de la historia del personaje recalcando la idea de
cómo en el Antiguo Testamento se emplea la palabra mesías ciertamente,
pero en ningún caso con ese significado mesiánico al que ahora
estamos acostumbrados y –segundo- cómo siempre es una figura
humana la denominada como mesías.

En la nota presente queremos fijarnos de nuevo en la época de Zorobabel


(finales del siglo VI a.C. = la caravana de exiliados llega a Israel desde
Babilonia en el 521 a.C.) sobre todo en el aspecto de la ideología
teológica para precisar más la idea de que falta aún tiempo para que el
vocablo "mesías" adquiera su plenitud de significado.

Lo que se observa como llamativo en esta vuelta de exiliados es que no hay


un solo guía del pueblo, sino dos uno laico y otro sacerdotal:
Zorobabel y Josué. Los judíos estaban tratando evidentemente de poner
en práctica la constitución del país que había pensado el profeta Ezequiel en
el exilio, la cual pretendía que el pueblo judío estuviera bajo la guía de dos
jefes: un príncipe y un sacerdote.

Y no era necesario –según Ezequiel- que el príncipe fuera un


davídida en sentido estricto…, bastaba que fuera “hijo de David” en
espíritu, que siguiera las tendencias ideales religiosas que habían hecho
célebre -en la historia idealizada- la figura de David, es decir, un príncipe
siempre entregado, a pesar de sus fallos, a la causa de Yahvé.

Obsérvese, si esta interpretación del pensamiento de Ezequiel es correcta,


que se están poniendo los cimientos para que en época de Jesús pueda
admitirse a un “mesías” sin que quede claro si es hijo físico (= descendiente
auténtico por línea genealógica) o no de David. Es posible que el famoso
pasaje del Evangelio de Marcos

« 35 Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo:


«¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo
dijo, movido por el Espíritu Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi
diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37 El mismo
David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» La
muchedumbre le oía con agrado (12,35-37), »

tan difícil de interpretar -porque parece que las palabras puestas en boca de

36
Jesús niegan que él mismo sea “hijo de David”- haya que entenderlas en
este sentido: se puede ser mesías –Jesús ya ha efectuado su entrada
mesiánica en Jerusalén-, e “hijo de David”, sin ser esto último por línea
genealógica, sino espiritual. Lo que no queda claro es -en el pasaje de
Marcos- si este pensamiento es obra del Evangelista o procede del Jesús
histórico mismo. No hay manera de saberlo de un modo seguro, en mi
opinión.

Volviendo al caso concreto de Zorobabel y su momento histórico. Como el


pueblo no tenía por qué estar al tanto de las especulaciones teológicas de
Ezequiel, en este momento no había problemas: el príncipe, Zorobabel,
pertenecía a la casa de David.

El profeta Zacarías, que vivió en aquel periodo, pudo declarar ante el


pueblo: “Éstos son los dos hijos del aceite, que están en presencia del
Señor de toda la tierra” (4,14). Ambos caudillos han entrado claramente
en la esfera sacra de la realeza: ambos son “ungidos” (recordemos que el
hebreo apenas tiene adjetivos; para expresar “ungido” utiliza la expresión
“hijo de…”, en este caso del aceite. Otro ejemplo: "administrador injusto",
que en el Evangelio aparece literalmente como “el administrador de la
injusticia” = Lc 16,8 griego oikónomos tes adikías).

Que el concepto de “rey mesiánico” (atención, en este momento estamos


emplendo estos vocablos, pero volvemos a señalar que el contenido es aún
confuso) estaba presente en la mente de los religiosamente cultos se deduce
de cómo denomina Zacarías a Zorobabel: 3,8: “He aquí que envío a mi
siervo, el Germen”, frase que sin duda alguna hace referencia al dirigente
laico, el príncipe y lo interpreta como una suerte de enviado divino para
establecer una realeza en el país próspera en lo material y en lo espiritual.

“Germen” es el mismo apelativo que había utilizado Jeremías para señalar al


gran rey futuro, el que habría de establecer la justicia en Israel. Así en Jr
23,5 y 33,15 (en hebreo semah es “germen”). Comenta Paolo Sacchi que
“Las esperanzas del profeta y de una parte del pueblo debieron haber
recaído en Zorobabel justamente en esta perspectiva. Por Ageo, otro
contemporáneo, tenemos noticia de que el Templo fue refundado de hecho
por iniciativa de ambos, pero a Zorobabel siempre se le nombra primero”.

Sabemos por la historia, que por oscuros motivos hubo una guerra civil
poco después en Judá y que Zorobabel cayó asesinado. Y sabemos que
posteriormente, cuando se dedicó el templo que había sido reconstruido, el
que mandaba era sólo el sacerdote Josué, como se deduce de que Flavio
Josefo en sus Antigüedades de los judíos -cuando está recordando este
momento-, sólo nombra a Josué (XI 79).

Se deduce, pues que “el pueblo”, o sus dirigentes sacerdotales no sólo


eliminaron a la persona, sino también a la institución monárquica. Dejó de
haber rey en Israel quizá porque físicamente no existía ya n ningún sucesor
37
físico de David.

Comenta Paolo Sacchi:

“Con la supresión de la monarquía el mesianismo real perdía todo sentido.


Sin embargo, el mesianismo no desapareció de la cultura judía. De la gran
decepción quedó en el pensamiento de Israel algo destinado a tener gran
vitalidad: el mesianismo había perdido la unicidad del personaje salvador
porque los ungidos llegaron a ser dos. La espera del mesías podía
convertirse entonces en la espera de más mesías. No sólo eso, sino que el
concepto de “mesías” no estaba vinculado ya a la figura de un rey,
pues al menos un sacerdote podía convertirse también en mesías. La
función mesiánica, concebida en aras de la salvación, estaba ahora más
abierta para asumir valores religiosos al hacerse autónoma respecto a la
realeza” (p. 409, de su Historia del judaísmo en la época del Segundo
Templo, Trotta, Madrid, 2004).

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

38
Los inicios de la concepción del Mesías en el
Antiguo Testamento III (2-27-12)

Hoy escribe Antonio Piñero

De la mano de P. Sacchi seguimos comentando la época después del


exilio en Babilonia en lo que respecta a la evolución del concepto de
mesías. Para esta época interesante pero muy oscura hay otro pasaje de
Zacarías (9,9-10) que merece recordarse:

« ¡Regocíjate enormemente, hija de Sión; canta de júbilo, hija de Jerusalén!


He aquí que viene a ti tu rey. Es justo y victorioso, humilde, y cabalga en un
asno, un pollino, hijo de una asna. Haré desaparecer de Efraín los carros de
guerra, y los caballos de Jerusalén; el arco de combate desaparecerá.
Anunciará la paz a los gentiles; su dominio será de mar a mar, desde el Río
hasta los confines de la tierra (Texto hebreo masorético, es decir,
tradicional). »

Este pasaje pertenece a la segunda sección del libro de Zacarías, capítulos


9-14, que se denomina técnicamente Deuterozacarías, porque
probablemente salió de la mano de un discípulo, no del profeta mismo. No
se sabe cuándo se escribió, pero se piensa que es un producto casi un siglo
posterior al profeta Zacarías, por tanto en torno al siglo IV a.C. Este pasaje
será importante para los cristianos, porque en él se verá el trasfondo (uno
de los trasfondos) de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén = Evangelio
de Marcos 11,1-10.

Permítaseme ofrecer aquí –a modo de inciso y con un salto en el tiempo- un


complemento interesante, que se olvida siempre, a ese trasfondo de la
entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Y lo voy a hacer de la mano de
Javier Alonso en el libro La verdadera historia de la Pasión, Edaf, Madrid,
2008, pp. 132-133:

“Se suele olvidar (además del pasaje del Deuterozacarías) otros textos del
Antiguo Testamento que aportan unos matices interesantes. En el primer
libro de los Reyes leemos que, poco antes de morir, el rey David ordena a
sus servidores que lleven a cabo las acciones necesarias para asegurar el
traspaso de poderes según sus deseos:

g[ Y díjoles éste [David]: Tomad con vosotros a los servidores de


vuestro señor y montad a Salomón, mi hijo, sobre mi propia mula y bajadle
a Gihón. Allí le ungirá Sadoq con el profeta Natán, por rey sobre Israel. […]
Bajaron y montaron a Salomón sobre la mula del rey David y le condujeron
a Gihón. El sacerdote Sadoq tomó de la tienda el cuerno del óleo y ungió a
39
Salomón. Entonces hizo sonar el cuerno, y todo el mundo exclamó: “¡Viva el
rey Salomón!” Luego todas las gentes subieron tras él y las gentes tañían las
flautas y rebosaban en algazara tan grande que parecía que se desgarraba
la tierra en su vocerío (1 Re 1, 33-40). ]g

Este pasaje se refiere a Salomón como al rey de Israel que entra en su


ciudad, Jerusalén, en medio de escenas de júbilo y -lo que es más
importante para la similitud con el gesto de Jesús-,montado en un asno
uno para asemejarse a la profecía de Zacarías; el otro en una mula;
no en un caballo de guerray haciendo su ingreso en la ciudad por el
Gihón, en el valle del Cedrón que comunica el Monte de los Olivos con
Jerusalén.

La referencia es bastante clara y las gentes que estaban acogiendo a Jesús


en Jerusalén -y que apreciaban mucho la figura de Salomón- tendrían este
pasaje bíblico en la mente. Por tanto, para ellos Jesús estaría declarándose
rey de Israel ante su pueblo (en estos momentos es rey/mesías), pues
emplea el mismo procedimiento llevado a cabo por Salomón, a la vez que se
identifica conscientemente con el "rey" de la profecía de Zacarías por la
utilización del asno en vez de la mula.

Si de algo no deben quedar dudas es de que los presentes entendieron a la


perfección el mensaje, pues la sociedad judía de la época estaba
enormemente familiarizada con las citas o alusiones a pasajes del Antiguo
Testamento, y más si se referían a la posible llegada de un mesías o a la
proclamación de un rey que los liberase del yugo romano.

En consecuencia, recibieron a Jesús como lo que creían que llegaría a ser, el


nuevo rey de Israel. ¿De qué otro modo se pueden entender las expresiones
proferidas por el pueblo: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor! ¡Bendito el reino que viene de David, nuestro padre!" de Mt 21,9?
Pero no sólo eso. El acto de extender los mantos en el suelo al paso de
Jesús significa que los presentes responden actuando según el tipo
de otro texto veterotestamentariorelacionado también con la unción de
un rey, en concreto de Jehú por parte de un profeta enviado por Eliseo.

« Apresuráronse ellos a tomar cada uno su manto, los colocaron a sus pies
sobre los desnudos escalones e hicieron sonar el cuerno y exclamaron: ¡Jehú
es rey! (2 Re 9, 13). »

Debemos recordar que esta manifestación popular no se produce de manera


fortuita, sino que es el propio Jesús quien ha dispuesto todos los detalles de
su entrada en Jerusalén, y es absolutamente consciente de la reacción que
va a provocar entre sus compatriotas.

Y no sólo los judíos parecen entenderlo en este sentido. También los


romanos parecen ver en Jesús un personaje con pretensiones monárquicas y
con una actitud poco favorable hacia los señores extranjeros de la tierra de
40
Israel. La acusación ante Pilato se centrará en estos tres puntos:

« Hemos averiguado que éste revoluciona a nuestra nación y prohíbe pagar


tributos al emperador y dice que es el ungido, rey (Lc 23,2). »

Tras la acusación, la condena a muerte en la cruz, un suplicio reservado a


los sediciosos, y eltitulus crucis que se coloca sobre la misma afirmando que
el crucificado era el rey de los judíos, confirman esa imagen de mesías
davídico, si no de un marcado carácter guerrero, sí al menos de claro tono
desafiante.

De estos paralelismos ofrecidos por los textos resulta lógico deducir que al
menos al final de su vida, Jesús se consideró mesías de Israel. Y se puede
pensar razonablemente que el modelo con el que se identificó fue el más
familiar en el imaginario de sus compatriotas, el de un rey de estirpe
davídica que asumiría el gobierno del pueblo elegido tras liberarlo del yugo
extranjero.

No queda claro por el resto de los pasajes evangélicos el modo cómo iba a
actuar Jesús en concreto. Parece excluirse que Jesús emprendiera una
auténtica acción armada continuada contra los romanos. Pero no
queda claro si Jesús iba a asumir la iniciativa de comenzar una acción
violenta –se ha pensado siempre en la llamada “Purificación del Templo”
(narrada por el Evangelio de Marcos casi inmediatamente después de la
entrada triunfal)- para luego esperar que Dios actuara por su cuenta, por
ejemplo con “doce legiones de ángeles”, como indica el Evangelio de Mateo
26,53.

A este carácter de expulsión de los romanos y su administración de algún


modo –de lo contrario no podría instaurarse el reino de Dios, ni cumplirse las
funciones de rey mesiánico- habría que añadir además un tono apocalíptico
en las manifestaciones generales de Jesús que se basaría en su convicción
de la inminente llegada del fin del mundo, tal como se concebía en aquellos
instantes, y como indica el discurso escatológico del capítulo 13 del
Evangelio de Marcos.

Hemos introducido aquí un paréntesis a propósito del famoso texto del


Deuterozacarías que nos ha valido para comentar las circunstancias de la
época de Zorobabel y proyectarlas hacia Jesús. En la próxima nota
seguiremos directamente con el tema del "mesianismo" incipiente en el
Antiguo Testamento.

Seguiremos, pues. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

41
Los inicios de la concepción del Mesías en el
Antiguo Testamento y IV (2-27-13)
Hoy escribe Antonio Piñero

Volvemos a los momentos posteriores al retorno del exilio de Babilonia,


donde hemos visto que empezaron a cuajarse elementos mesiánicos,
aunque incipientes. Y comentábamos como el pasaje del Deuterozacarías
9,9-10 comenzó a tener una lectura mesiánica de futuro. Seguimos de la
mano de Paolo Sacchi, quien ha hecho ya un resumen espléndido del tema.

"La versión griega del libro de Zacarías (compuesta en el siglo II a.C.,


aproximadamente: un momento en el que -como veremos- empiezan a
crearse las concepciones más nítidas del mesianismo…, pero cuando ya se
ha cerrado el Antiguo Testamento) subraya la interpretación mesiánica
del pasaje sustituyendo “haré desaparecer” por “él hará
desaparecer”: el mismo verbo, pero en tercera persona (Véase el pasaje
reproducido en la nota anterior).

El sujeto por tanto de la frase se convierte en “el rey”, ya no habla Yahvé


por medio de un oráculo, sino que se da protagonismo al rey como mesías.
Hay además otro cambio interesante: el término “victorioso/salvado” (en
hebreo nosha’) es sustituido por el participio activo del verbo griego para
salvar (sózo), que debe traducirse como “salvador”. Gracias a estas
transformaciones del texto profético de la versión griega, podemos
saber que en el siglo II a.C. se leía seguramente esta profecía con
categorías mesiánicas.

Así pues, inmediatamente tras la época de Zorobabel -y antes de que se


produjera la versión griega de este pasaje en el siglo II- la ideología
mesiánica perdió vigor un tanto porque había desaparecido la
monarquía davídica… Se necesitaba tiempo para que las gentes
entendieran la promesa de Dios a Israel –hecha a David por medio del
profeta Natán- de que nunca faltaría un descendiente sobre tu trono… (2
Samuel 7,16, literalmente: “Tu casa y tu reino permanecerán para siempre
ante mí; tu trono estará firme, eternamente”) como algo comprensible
también alegórica o ampliamente: vendría en el futuro un “rey” o dirigente
que haría lo mismo que hizo David… restaurar a Israel en toda su gloria...
aunque no fuera descendiente suyo directamente, es decir por familia.

A falta de mejores razones, no se puede afirmar que desapareciera esta


concepción “mesiánica” aunque estuviera en sus momentos iniciales y
tambaleantes. Al menos puede decirse que los textos de la Biblia hebrea que
se consideraban “mesiánicos” continuaron leyéndose en las sinagogas. Pero
el mesianismo permaneció inactivo durante unos dos/tres siglos al

42
menos en el seno de la cultura de la clase dominante jerusalemita.

A la luz de la crisis de la dinastía davídica se explica la nueva interpretación


de los “privilegios de la realeza unida a la familia de David” en 2 Is
55,3 (“Aplicad el oído y acudid a mí, oíd y vivirá vuestra alma. Pues voy a
firmar con vosotros una alianza eterna: las amorosas y fieles promesas
hechas a David”): en ausencia de la dinastía davídica -que se ha terminado-
tienen sentido aún porque se vinculaban o aplicaban a todo Israel.

El Tercer Isaías, defraudado quizás por los acontecimientos ocurridos en


torno a Josué y Zorobabel, podía hablar entonces de un mundo futuro y
feliz que habría de llegar sin mesías alguno:

“He aquí que pondré como magistrado la Paz y por gobierno, la Justicia” (Is
60,17).

En este caso tenemos un verdadero mesianismo sin mesías que muestra


cómo las expectativas mesiánicas tenían cierta fuerza y razón de ser con
independencia de cualquier situación contingente.

La espera de un tiempo feliz en el futuro sin intermediarios aparece


también en los dos profetas que se pueden fechar con suficiente
probabilidad en el siglo V a.C.: Abdías y Joel.

Abdías escribió seguramente después de la destrucción de Jerusalén que se


recuerda en su obra. Más difícil es establecer cuánto tiempo después, porque
no conocemos los acontecimientos posteriores a los que alude. La datación
de Joel es particularmente controvertida, pero en conjunto el siglo V a.C.
parece la fecha más probable.

Los judíos de Jerusalén vivieron después de Nehemías un periodo poco


significativo pero tranquilo; los grandes ideales que habían animado a los
profetas del exilio y a los de la primera época sadoquita habían quedado
arrinconados, y la salvación parecía haberse limitado al buen funcionamiento
de Jerusalén en su condición de estado vasallo del Imperio persa.

El libro de las Crónicas refleja bien esta actitud. Sin embargo, la espera de
un mundo mejor tampoco estaba ausente de esta sociedad. Se esperaba y
se glorificaba la restauración de Jerusalén, pero la atención estaba
esencialmente dirigida al ser humano, no al rey.

Alguno podría pensar entonces que el “mesianismo”, al modo tradicional de


un rey futuro no tendría ya sentido o era una esperanza demasiado
nebulosa, porque esta esperanza estaba ya manifiestamente realizada. Así el
Sirácida (Libro del Eclesiástico) cuando escribe lo siguiente:

g[ ¿Cómo haremos el elogio de Zorobabel?


Es como sello en la mano derecha (de Dios)
43
E igualmente Josué, hijo de Yosédec;
que en su tiempo construyeron un altar
y levantaron un templo santo [al Señor],
destinado a una gloria eterna” (Eclo 49,11-12). ]g

Puede pensarse que para este autor el “mesianismo” (la idea el posible reino
feliz en esta tierra en donde dios gobierna) estaba centrado en que ya
existía el Templo, en que éste era eterno, que el culto era lo único
importante, y que las naciones acabaría convirtiéndose al culto a Yahvé…
eso sería todo lo más a lo que podría esperar una “época mesiánica”…

Si aún existía una idea mesiánica de tipo tradicional, debe buscarse en el


norte, entre los samaritanos, aunque su mesianismo no se basaba en la
espera de un ungido, sino en la de un profeta (esto lo vemos también
en tiempos de Jesús: seguía esperándose que al final de los tiempos vendría
un gran profeta. Algunos pensaron que era Jesús).

Sin embargo, veremos que estas esperanzas diluidas o casi adormecidas en


los siglo V-IV-III a.C. habrían de revivirse en el siglo II a.C., época de los
Macabeos. Indicios hay bastantes.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

44
El mesianismo a partir del siglo II a.C I (2-27-14)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos de la mano de Paolo Sacchi (Historia del judaísmo en la época del


Segundo Templo, Trotta, Madrid, 2004), que ha estudiado bien la historia,
religión y religiosidad de este período en el judaísmo, con la exposición
del nuevo sesgo y del impulso/crecimiento que adquieren las ideas en
torno al “mesías” a partir sobre todo de la crisis espiritual que
desembocó en la insurrección de los Macabeos.

Fue esta época tiempo de abundantes guerras entre Egipto y Siria (es decir,
entre los reinos sucesores de Alejandro Magno: Lágidas y Seléucidas) que se
disputaban entre otros el dominio sobre la franja palestina. Ante la
inseguridad, las injusticias y matanzas, unidas al deseo general de los judíos
de no dejarse asimilar por el espíritu griego, las esperanzas de salvación
se tornan con más fuerza hacia el cielo.

Los sabios de la época sadoquita (es decir, la que va desde la vuelta del
exilio en Babilonia hasta la gran rebelión macabea hacia el 167 a.C.; se
trataba de una teocracia gobernada por sumos sacerdotes descendientes de
Sadoc, el sacerdote de David) habían preparado con su teología la idea de la
nueva intervención divina, más o menos directa, en los asuntos de la tierra.
Creían ya en una presencia de Dios entre los hombres que debía
realizarse plenamente por ejemplo a través de la mediación de la Sabiduría,
más o menos hipostasiada, cuya función era llevar al mundo de los hombres
cierta justicia divina: la felicidad y el juicio contra los malvados. Proverbios
1,20-32; 8,1-9,6 lo indican claramente:

g[ 1, 20 La Sabiduría clama por las calles, por las plazas alza su voz,
21 llama en la esquina de las calles concurridas, a la entrada de las puertas
de la ciudad pronuncia sus discursos: 22 «¿Hasta cuándo, simples, amaréis
vuestra simpleza y arrogantes os gozaréis en la arrogancia y necios tendréis
odio a la ciencia? 23 Convertíos por mis reprensiones: voy a derramar mi
espíritu para vosotros, os voy a comunicar mis palabras. 24 Ya que os he
llamado y no habéis querido, he tendido mi mano y nadie ha prestado
atención […] 26 también yo me reiré de vuestra desgracia, me burlaré
cuando llegue vuestro espanto, 27 cuando llegue, como huracán, vuestro
espanto, vuestra desgracia sobrevenga como torbellino, cuando os alcancen
la angustia y la tribulación […] 33 Pero el que me escucha vivirá seguro,
tranquilo, sin temor a la desgracia.»

8,1 ¿No está llamando la Sabiduría? y la Prudencia, ¿no alza su voz? 2 En la


cumbre de las colinas que hay sobre el camino, en los cruces de sendas se
detiene; 3 junto a las puertas, a la salida de la ciudad, a la entrada de los

45
portales, da sus voces: 4 «A vosotros, hombres, os llamo, para los hijos de
hombre es mi voz.

8,22 «Yahvé me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más
antiguas. 23 Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la
tierra […] 27 Cuando asentó los cielos, allí estaba yo, cuando trazó un
círculo sobre la faz del abismo […] 30 yo estaba allí, como arquitecto, y era
yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo, 31
jugando por el orbe de su tierra; y mis delicias están con los hijos de los
hombres.» 32 «Ahora pues, hijos, escuchadme, dichosos los que guardan
mis caminos. ]g

« 9:1 La Sabiduría ha edificado una casa, ha labrado sus siete columnas, 2


ha hecho su matanza, ha mezclado su vino, ha aderezado también su mesa.
3 Ha mandado a sus criadas y anuncia en lo alto de las colinas de la ciudad:
4 «Si alguno es simple, véngase acá.» Y al falto de juicio le dice: 5 «Venid y
comed de mi pan, bebed del vino que he mezclado; 6 dejaos de simplezas y
viviréis, y dirigíos por los caminos de la inteligencia.» »

Comenta Sacchi:

En esos momentos surge la necesidad de que Dios mismo venga un día a


habitar entre los hombres, porque sólo Él parece poder garantizar el
contenido de lo que nosotros llamamos la esperanza mesiánica: la felicidad
en la tierra unida a una vida religiosa plena cumplidora de la Ley.

Este movimiento de espera mesiánica se encuentra documentado en su


formulación más completa en el Libro de los Jubileos. Dios mismo deberá
bajar un día a los hombres para dar vida a una renovación total del cosmos:

« Hasta que yo (Dios) descienda (a la tierra) y more con ellos (los hombres)
por los siglos de los siglos…

Y el ángel de la faz… tomó las tablas de la distribución de los años desde la


creación, (las de la) Ley y la revelación de los septenarios y de los jubileos
según cada año… desde el día de la nueva creación –cuando los cielos y la
tierra y todas sus criaturas sean renovados según las potencias celestiales y
según la creación terrestre– hasta el día que sea creado el santuario del
Señor en Jerusalén, sobre el monte Sión, y se renueven todas las luces (los
astros) para remedio, salvación y bendición de todos los elegidos de Israel, y
así sea desde aquel día por siempre en la tierra (Libro de los Jubileos 1,26 y
29; Apócrifos del Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid, 19 vol. II, 1982,
pp. 82-83). »

La nueva creación será una renovación total que afectará a todo el


cosmos, desde el santuario de Jerusalén hasta los cielos y sus astros, que
por fin dejarán de enviar a la tierra sus influjos maléficos.

46
Dios interviene abiertamente El mesianismo a
partir del siglo II a.C II (2-27-15)
Hoy escribe Antonio Piñero

La espera de un descenso de Dios a la tierra directamente, sin un rey


interpuesto o un mesías –tal como hemos visto en la nota anterior a
propósito de los textos del Libro de los Proverbios y de los Jubileos- podría
parecer una herencia de las esperanzas mesiánicas sin mesías que había
inaugurado el Tercer Isaías en el Antiguo Testamento (“He aquí que pondré
como magistrado la Paz y por gobierno la Justicia”: Is 60,17), ya que no
parece haber ningún intermediario entre la intervención divina y la salvación
humana.

Obsérvese a este propósito:

· Paz y Justicia son como personificaciones de la actividad divina que obra en


el interior de los humanos como un don,

· Se piensa que el mundo futuro estaría gobernado y condicionado de esta


manera por este impulso de Dios en el corazón de los humnos.

Probablemente, en esta concepción hay una herencia del pensamiento de un


establecimiento más claro del dominio de Dios sobre la tierra sin mesías,
pero a la vez se da la incorporación de una noción parcialmente nueva: Dios
mismo vendría a habitar entre los hombres, según el texto de
Proverbios y el de Jubileos anteriormente visto.

De cualquier modo en las dos ideas (1. Dios gobernará por medio de las
Virtudes personificadas que Él pone en el corazón de los mortales; 2. Dios
habitará entre los hombres) se concibe un mundo acá abajo, muy humano,
en absoluto sólo espiritual, sino un mundo en el que los hombres son felices
en esta tierra. Pero en la segunda noción la intervención de Dios sería
directa.

Con palabras de Sacchi (p. 413): en esta segunda idea se imaginaba que la
intervención de Dios iba a ser tan completa que Él mismo viviría entre los
hombres. O dicho de otro modo: en esta última concepción la divinidad se
convertiría en mediadora entre sí misma y los hombres, casi como si se
hiciera hincapié en la idea de que jamás hombre alguno podría ejecutar las
funciones del ungido mesiánico, dada la desmesura con la que aparecía su
tarea. Según esta noción, las funciones del mesías no pueden ser ejecutadas
por otro que no sea Dios mismo. Sólo Él puede ser el mesías.

47
Tras una concepción de este tipo se encuentra ciertamente la ideología de la
primera apocalíptica (anterior a la época de los Macabeos) que dirigía su
mirada al cosmos entero y no sólo a la tierra, y a la vez la insistencia de la
apocalíptica posterior (tras los Macabeos) que no pierde de vista el universo,
pero que se centra más en Dios que gobierna la historia de Israel.

De cualquier modo se trata de una idea que no tuvo amplia difusión. La


esperanza de que Dios habría de descender a la tierra para habitar entre los
hombres quedó en un estado embrionario: más de posibilidades extremas
que en forma de teoría completamente elaborada.

Sin embargo, tal idea -Dios desciende a la tierra- está en la base de una
noción nueva de mesianismo –un “mesianismo celeste”- en la que el mesías
tiene ribetes sobrehumanos, noción que empezó a desarrollarse en el siglo II
a.C. y que continuó en el siglo I a,C. hasta alcanzar su máxima expresión en
el cristianismo un poco de tiempo después

Seguiremos . Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

48
Figuras mesiánicas a medias entre el cielo y la tierra
(2-27-16)

Hoy escribe Antonio Piñero

Lo notable respecto al desarrollo de las ideas mesiánicas, que van a emerger


en el siglo II a.C. y que tendrán grandes consecuencias posteriormente, se
halla en que las esperanzas judías se irán fijando más y más en varios
personajes del pasado que son humanos ciertamente, pero que ocupan
un lugar intermedio entre el cielo y la tierra.

Ya antes del 200 a.C. la religiosidad judía sabía de dos personajes de su


tradición que se distinguían por no haber muerto y, en consecuencia, por
vivir en algún lugar celestial, sin precisar demasiado: Elías y Henoc.

El primero había sido llevado al cielo en un carro de fuego. 2 Re 2,11 dice:

« 11 Iban caminando - Elías y su discípulo Eliseo- mientras hablaban,


cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y
Elías subió al cielo en el torbellino. 12 Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío,
padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. Asió
sus vestidos y los desgarró en dos. 13 Tomó el manto que se le había caído
a Elías y se volvió, parándose en la orilla del Jordán. 14 Tomó el manto de
Elías y golpeó las aguas diciendo: ¿Dónde está Yahvé, el Dios de Elías?»
Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasó Eliseo.

15 Habiéndole visto la comunidad de los profetas que estaban enfrente,


dijeron: «El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.» Fueron a su encuentro, se
postraron ante él en tierra, 16 y le dijeron: «Hay entre tus siervos cincuenta
hombres valerosos; que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de
Yahvé se lo haya llevado y le haya arrojado en alguna montaña o algún
valle.» El dijo: «No mandéis a nadie.» 17 Como le insistieran hasta la
saciedad dijo: «Mandad.» Mandaron cincuenta hombres que le buscaron
durante tres días, pero no le encontraron. »

Obsérvese que la leyenda es en extremo poderosa:

· Elías desaparece;

· Continúa vivo;

· Su lugar de residencia está en los cielos;

· Pero su espíritu sigue actuando en la tierra: Eliseo hace con el manto de


Elías un milagro igual al de Moisés en el paso del Mar Rojo: dividir en dos las
49
aguas.

Un pasaje agregado por algún profeta desconocido al final del libro de


Malaquías (3,23-24; en otras versiones se numera como 4,5-6), de fecha
imposible de precisar, afirmaba lo siguiente:

« 5 He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de


Yahvé, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres a los
hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la
tierra de anatema. »

El profeta afirma que

· Elías habrá de regresar a la tierra algún día

· Su misión es pacificar a Israel e invitar al pueblo a convertirse antes del


Gran Día de Yahvé (el Gran Juicio que se concibe no como absolutamente
final, sino el previo antes del establecimiento del reino de Dios. Elías ha de
intervenir para evitar que Dios castigue a Israel.

Así pues, la tarea de Elías parece concebirse como relativamente limitada:


no tenía que establecer el reino de Israel, sino colaborar de algún modo a
la salvación, sin necesidad de ser rey ni sacerdote. Pero el resultado de
tal colaboración con Dios es de tipo mesiánico: la salvación. Y ésta sería algo
diferente y algo superior a un mero reino temporal, sin que se piense que
éste va a dejar de existir. La "salvación" es acá en la tierra.

Henoc es un personaje de características semejantes. El Libro del


Génesis dice de él:

« “Desapareció porque había caminado con Dios y Él lo tomó (consigo)” (Gn


5,24). »

Henoc tenía las mismas características sobrehumanas de Elías (había nacido


pero no muerto) y se le recordaba en el Génesis como una figura ligada a la
astronomía: vivió 365 años, tantos como los días del calendario solar. Con
otras palabras era un ser humano y al mismo tiempo celeste.

Alguna vez hemos dicho que en torno a Henoc se desarrolla una gran
literatura apocalíptica.Este personaje será el escogido por Dios para
revelar verdades desconocidas. Así, en elLibro de los Vigilantes (cuyos
orígenes son del siglo IV a.C., aunque las copias que tenemos sean
posteriores y se han conservado como parte del Libro I de Henoc = Apócrifos
del Antiguo Testamento, vol. V, Cristiandad, Madrid, 1982, pp. 39ss ) se lo
presenta como aquel que va manifestar cómo es en verdad el universo.

Afirma el inicio del Libro I de Henoc que éste personaje bendice a los
50
“elegidos y a los justos que van a estar presentes en el día de la aflicción -el
fin del mundo presente- fijado por Dios para apartar (= aniquilar) a todos
los malos y perversos”. Esto quiere decir que el enmarque de su revelación
es escatológico: el fin de los días:

« Hubo un varón justo… visiones que no son pera esta generación, sino para
una lejana que ha de venir. (En esos días) saldrá el Santo de su morada… y
se mostrará con su milicia y aparecerá con toda su fuerza desde el cielo… »

Pues bien, Henoc además del final del mundo revela cómo es el orden del
cosmos, las cámaras de los vientos, toda la creación, los fundamentos de la
tierra… cómo fue la caída de los ángeles malos y cómo ellos se encargaron
de difundir el mal en la tierra enseñando a los humanos cosas que no debían
aprenderse…

La posición de Henoc es altísima, superior a la de los ángeles, pues hace de


mediador entre éstos y Dios. Lleva mensajes a la divinidad de parte de los
ángeles caídos, que invocan el perdón, y devuelve a éstos la respuesta
negativa de Dios (1Henoc [Libro de los Vigilantes] 12-13).

Henoc fue también el primer judío que hizo un viaje a los infiernos (1Henoc
[Libro de los Vigilantes] 22), en el extremo de occidente, donde visitó el
lugar donde estaban las almas de los difuntos ya juzgadas individualmente
(las buenas separadas de las malas) y en espera del Gran Juicio colectivo y
final.

Así pues, la tradición presenta en Henoc una figura imponente que es


humana pero que habita en los cielos. Lo que revela Henoc son verdades
que sirven para la salvación, para comprender mejor los planes de
Dios y sus intervenciones. Es una figura humana y a la vez sobrehumana
porque Dios le utiliza como mensajero y revelador.

Realmente no se puede decir que en estos siglos (IV-II a.C.) Henoc fuera
considerado un mesías estricto, como se entenderá después. Pero Henoc es
un intermediario entre Dios y los hombres; tiene una posición
importante… para la salvación.

Seguiremos en la próxima nota con otro personaje sobrehumano y salvador,


Melquisedec.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

51
Melquisedec Figura a medias entre el cielo y la tierra II
(2-27-17)
Hoy escribe Antonio Piñero

Decíamos en la nota pasada que había otro personaje interesante en el


ámbito sobrehumano y semiceleste: Mequisedec.

Antes del descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto sabíamos de


Melquisedec lo que dice la Biblia hebrea, la Epístola a los hebreos del Nuevo
Testamento y un apócrifo del Antiguo Testamento, del ciclo de Henoc, el
Libro II de Henoc o Henoc eslavo.

Lo que de él se decía era los siguiente, antes del descubrimiento de


los Manuscritos:

« 1 Gn 14,18-20: “18 Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y


vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, 19 y le bendijo diciendo:
«¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra, 20 y
bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!» Y
le dio Abram el diezmo de todo.” »

El Salmo 110,4 hace de Melquisedec no sólo un rey, sino también


sacerdote:

« “Lo ha jurado Yahvé y no ha de retractarse: «Tú eres por siempre


sacerdote, según el orden de Melquisedec". »

El salmo se refiere históricamente al rey; más tarde todo él será


interpretado como un oráculo sobre el futuro mesías; finalmente los
cristianos lo aplican a Jesucristo: el fue el que cumplió al pie de la letra este
vaticinio.

2. Por la Epístola a los Hebreos conocemos una cierta teología del


paulinismo (judeocristiano, como el autor del Evangelio de Mateo) que
terminaba por hacer de Jesús, un laico piadoso, un sacerdote único cuyo
sacrificio, también único, en la cruz había eliminado todo valor del resto de
los sacrificios del templo de Jerusalén. Jesús era, pues, un sacerdote de un
orden especialísimo, el de Melquisedec, tomando la idea del Salmo 110 en
interpretación cristiana (5,6.10). Este orden es el que sustituye con su único
preste (Jesús) al orden de Aarón completo, el sacerdocio judío (Heb 6,20;
7,10-15.17).

3. El Libro II de Henoc (eslavo; Apócrifos del Antiguo Testamento, vol.


IV, Cristiandad, Madrid, 1984, pp. 196ss)

52
En él se narra que Melquisedec era hijo de Nir, personaje también
desconocido en la tradición hebrea, quien a su vez era hijo Lamec, hijo de
Matusalén, hijo de Noé, hijo de Henoc. Se trata por ello de un personaje
antediluviano que nació virginalmente, según este texto, de Sopanima,
mujer de Nir, después de que éste hubiera sido ya proclamado por el pueblo
sumo sacerdote.

Hay dos textos, uno largo y otro breve. Dice la recensión larga (no
sabemos hasta qué punto hay en ella intervención de mano cristiana):

« Encontrándose Sopanima ya en edad avanzada, concibió el día de la


muerte en su seno, sin que Nir hubiera dormido con ella ni la hubiera tocado
desde el día en el que el Señor había encomendado su ministerio entre el
pueblo. »

El niño nació con las insignias sacerdotales y capaz de hablar como un


adulto. Era “sacerdote de sacerdotes por siempre” (2 Hen 71,29 [recensión
B, más breve; 23,23 de la recensión A, larga]).

Y lo importante es que cuando sobrevino el tiempo del diluvio, el arcángel


Miguel bajó del cielo, tomó al niño y lo llevó a salvo al Edén, donde -según la
tradición judía- aún vive y vivirá para siempre.

Entre los descubrimientos de Qumrán se ha encontrado un


fragmento referido a este personaje, 11QMelch, copiado alrededor de
la mitad del siglo I a.C. El texto documenta que el mito de Melquisedec ya
estaba vivo mucho más antes de lo que podíamos pensar.

Comenta Sacchi al respecto:

« Aunque sólo sea basándonos en un notable indicio negativo, podríamos


remontarnos hasta el siglo II a.C. a propósito de estas ideas en torno a
Melquisedec: el libro de los Jubileos –un midrás del Génesis que muestra
una tendencia general a extenderse en numerosos detalles— omite
completamente el episodio de Melquisedec tal como se narra en Gn 14,17-
20. Evidentemente, el autor prefería no mencionar la figura de este patriarca
o incluso permitir que se pensara que jamás había existido… (p. 415) »

Es decir, de algún modo al autor de Jubileos no le gustan estos personajes


sobrehumanos porque acercan demasiado al hombre al ámbito de la
divinidad. Dios es absolutamente único y su figura debe ser preservado de
toda posible comparación con lo material. Pero precisamente su estatus a
medias entre el cielo y la tierra hace de Melquisedec un personaje muy
interesante para nosotros, porque –como veremos- tiene funciones
salvadoras y casi diríamos que mesiánicas.

53
Sobre Melquisedec en los Manuscritos del Mar muerto
(2-27-18)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema Figuras a medias entre el cielo y la tierra (III)

Decíamos en la nota pasada que había otro personaje interesante que,


siendo esencialmente un hombre, ocupaba sin embargo, en el imaginario
judío un lugar importante en el ámbito sobrehumano y semiceleste:
Mequisedec. El texto fundamental sobre esta figura aparece en los
manuscritos del Mar Muerto (Qumrán): He aquí el pasaje:

g[ “Su interpretación para los últimos días se refiere a los cautivos, de


los que dice: ‘Para proclamar a los cautivos la liberación… de la heredad de
Melquisedec, pues […] y ellos son la heredad de Melquisedec, que los hará
retornar a ellos. Él proclamará para ellos la liberación para librarlos [de la
deuda] de todas sus iniquidades. Y esto suce[derá] en la primera semana
del jubileo que sigue a los nue[ve] jubileos. Y el día [de las expiacio]nes es
el final del jubileo décimo en el que se expiará por todos los hijos de [Dios] y
por los hijos de [Dios] y por los hombres del lote de Melquisedec… pues es el
tiempo del ‘año de gracia’ para Melquisedec, para exal[tar en el pro]ceso a
los santos de Dios por el dominio del Juicio como está escrito sobre él en los
cánticos de David que dice: ‘Elohim se yergue en la asam[blea de Dios], en
medio de los dioses juzga ]g…

g[ Melquisedec ejecutará la venganza de los juicios de Dios [en ese


día, y ellos serán liberados de las manos] de Belial y de las manos de todos
los espíritus de su lote]. En su ayuda (vendrán) todos los ‘dioses de la
[justicia’; él] es qu[ien prevalecerá ese día sobre] todos los hijos de Dios, y
pre[sidirá la asamblea] ésta. Éste es el día de [la paz del que] habló [Dios
de antiguo por las palabras de Is]aías profeta, que dijo: ‘Qué bellos son
sobre los montes los pies del pregonero que anuncia la paz… diciendo a Sión
‘tu Dios [reina’]. Su interpretación: Los montes son los profe[tas...].
 ]g
Y el pregonero es [el un]gido del Espíritu del que habló Daniel… y el
pregonero del] bien que anuncia la salva[ción es aquél del que está escrito
que él se lo enviará… ‘para conso[lar a los afligidos’… Su interpretación]:
para instruirlos en todos los tiempos del mundo […] ella (la comunidad) ha
sido apartada de Belial… en los juicios de Dios como está escrito sobre él:
‘Diciendo a Sión: tu Dios reina’. [Si]ón es [la congregación de todos los hijos
de justicia, los] que establecen la alianza, los que evitan marchar [por el
ca]mino del pueblo… Melquisedec, que los librará de la mano de Belial” (col.
II, 1-25; versión de García Martínez, Textos de Qumrán, 186-7). ]g

54
El texto b[no es nada fácil de entender si no se tiene en cuenta la
“escatología” (ciencia [revelada por Dios] sobre le final del mundo) de los
esenios derivada del Libro de Daniel]b.

Según este “profeta” (todo el capítulo 9), desde el tiempo de la revelación a


él concedida hasta el final, hasta la gran batalla contra las huestes de
Satanás, la derrota de éste y el comienzo del tiempo escatológico, han de
pasar 70 semanas de años = 490 años = 10 jubileos de 49 años cada uno.

El texto dice que han pasado 9 jubileos y que se está en la primera semana
de años (7 años) del último o décimo jubileo. El final del mundo, pues,
está cerca. para el autor del pasaje. El que ha escrito este texto –quizá el
Maestro de justicia de la comunidad, o alguien parecido- piensa que está
viviendo en esos momentos anteriores a la gran batalla escatológica,
que precede al tiempo mesiánico o “reinado de Dios”.

Éste es el momento en el que los justos serán liberados:

a) de sus “deudas”, es decir, de sus pecados (aramaísmo: antigua versión


del Padrenuestro: “Perdónanos nuestras deudas [pecados; ofensas a Dios]
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” [los que nos han
ofendido]). En esos días “se expiará por todos los pecados”.

b) de sus enemigos escatológicos

De entre los justos hay algunos que pertenecen al "lote" de Melquisedec, es


su año de gracia. En el juicio divino, donde parece que también interviene
Melquisedec, los “santos” (= judíos justos) quedarán vindicados por la
divinidad. En ese tiempo quedarán liberados del poder de Satán = Belial.

Este tiempo mesiánico es el día de la paz, que tiene un pregonero que lo


anuncia (y lo pone en práctica). Ese pregonero es el “Ungido del Espíritu”,
por tanto un mesías, que instruirá a la comunidad que ha sido apartada de
Belial.

En ese momento se ejecutará el “reinado de Dios” (“tu Dios reina”) y el


pueblo de ese reinado es la “congregación de los hijos de la justicia, los que
son fieles a la Alianza, los que evitan marchar por el camino (de pecado) del
pueblo” en general.

Es Melquisedec el que los libera de los lazos de Belial/Satanás, pues


ejecuta la venganza de los hijos de Dios sobre los malvados.

Comentario de Sacchi:

« Del texto anterior se deducen algunas consecuencias: 1) Melquisedec es


55
un ser sobrehumano, un ’elohim . 2) Su tarea es la de conducir a los judíos
hacia el camino recto, por la conversión. 3) Es él quien proclama la remisión
de las faltas pasadas. 4) Tiene quizás también la tarea de presidir el juicio
divino (el texto no es claro) o, ciertamente al menos, de ejecutar la
venganza de Dios.

Estas funciones son típicamente mesiánicas pues se trata de acciones


salvíficas. Debe notarse que la importancia de estas funciones ha crecido
enormemente respecto al mesianismo antiguo. El incremento en importancia
de las funciones está acompañado, si puede decirse así, del crecimiento de
la naturaleza del personaje mesiánico que asume características cada vez
más sobrehumanas. El mesías futuro del Libro de los Sueños (del que
trataremos más tarde) tendrá la naturaleza de los patriarcas; pero ahora
Elías, Henoc y luego Melquisedec están decididamente por encima de lo
humano, porque nacieron pero no murieron. » (p. 415)

Pero obsérvese que este mesías no es todavía un “mesías” tal como se


entiende en el cristianismo, pero se acerca. Por ello puede ser
caracterizado al menos como “personaje mesiánico”: tiene el sacerdocio –
celeste- y es un “rey legítimo”. Lo importante es que actúa como personaje
humano-celestial, brazo derecho de Dios que asegura la victoria en el
combate escatológico, parecido en sus funciones al arcángel Miguel en el
capítulo 12 del Libro de Daniel.

En síntesis: tenemos aquí, en este texto sobre Melquisedec,

a) Un ser humano

b) Que no ha muerto

c) Que ha sido elevado por Dios al cielo

d) Que actúa como brazo de Dios

e) Que es sacerdote y juez escatológico (interviene también en el juicio


divino)

f) Que conduce al tiempo después de la batalla escatológica o tiempos


mesiánicos.

Seguiremos con estos personajes interesantes que parecen formar el


contexto inmediato del mesianismo cristianismo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

56
Sobre Mesías El Hijo de Dios en los manuscritos del
Mar Muerto (2-27-19)
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema Figuras a medias entre el cielo y la tierra (IV), es


decir comentamos las figuras “mesiánicas” semicelestiales que son una
suerte de «mesías celeste» (términos que para un judío de la época serían
una paradoja, porque si es mesías, es humano). Se trata un agente de la
salvación escatológica del que se acentúa la naturaleza «sobrehumana», aun
siendo un ser humano, y al que se atribuyen acciones claramente
mesiánicas.

Este tipo de figura aparece igualmente en dos escritos apócrifos


judíos (Las Parábolas de Henoc y el IV Libro de Esdras, que más
tarde consideraremos) en los que su presencia era generalmente
atribuida al influjo cristiano. Su presencia en los escritos de Qumrán prueba,
por el contrario, que también aquí nos hallamos ante un desarrollo
precristiano de ideas seminales del Antiguo Testamento, en este
caso provenientes del Libro de Daniel.

A este respecto hay otro texto importante en Qumrán: la segunda


columna del único fragmento conservado de una composición aramea,
datable paleográficamente (es decir por el tipo de las letras y el modo de la
escritura en general) en la primera mitad del siglo I y que lleva el título
de 4Q246 “Hijo de Dios” (Pseudo Danielª). He aquí el texto:

g[ 1 Será denominado hijo de Dios, y lo llamarán hijo del Altísimo.


Como las centellas 2 de una visión, así será el reino de ellos; reinarán
algunos años sobre 3 la tierra y aplastarán todo; un pueblo aplastará a otro
pueblo y una ciudad a otra ciudad, 4 hasta que levante al pueblo de Dios y
haga descansar a todo de la espada. 5 Su reino será un reino eterno, y
todos sus caminos en la justicia; juzgará] 6la tierra con justicia, y todos
harán la paz. Cesará la espada en la tierra, 7 y todas la ciudades le rendirán
homenaje. El Dios grande con su fuerza 8 hará la guerra por él; pondrá los
pueblos en su mano y 9 arrojará todos ante él. Su dominio será un dominio
eterno, y todos los abismos... ]g

Comenta Florentino García Martínez (en Los Manuscritos del Mar Muerto.
Balance de hallazgos y de cuarenta años de estudios, Ediciones El Almendro,
Córdoba, 1994, [eds. A. Piñero-D. Fernández Galiano] pp. 203-204)

« El contexto del pasaje conservado es el siguiente: nos habla de que


alguien (¿un vidente?) cae ante el trono de un rey y se dirige a él. Le
describe los males que han de venir, entre los que la referencia a Asiria y
Egipto desempeña un papel importante. Éste es el contexto.
57
Aún más importante será la aparición de un personaje misterioso al que le
serán dados los títulos de "hijo de Dios» e "hijo del Altísimo», personaje que
"será grande sobre la tierra” y a quien "todos servirán». A su aparición
seguirán tribulaciones, pero éstas serán pasajeras como una centella, y sólo
durarán… hasta que él levante al pueblo de Dios y haga descansar a todo de
la espada… Vencerá a todos los reyes con la fuerza de Dios, dará fin a la
guerra y establecerá un reinado eterno en el que todos harán la paz y en el
que él dominará eternamente en la justicia.

Este personaje es descrito con los rasgos del “Hijo del Hombre” del Libro de
Daniel, de donde provienen las expresiones “Su reino será un reino eterno»
(Dn 7,27) y «su dominio será un dominio eterno» (Dn 7,14) que nuestro
autor aplica al protagonista misterioso de su relato, al que considera sin
duda alguna como un individuo.

Este personaje es presentado como juez del mundo entero y su dominio se


extiende a todo el orbe. Su acción terminará el período de crisis precedente
e introducirá la situación de paz escatológica, lo que permite comprender los
títulos excelsos de «Hijo de Dios» e «hijo del Altísimo» que se le
aplican. »

Y éste es precisamente el elemento que aquí conviene subrayar: en


Qumrán, junto a un «mesías-rey » y a un «mesías sacerdote», se esperaba
la venida de un agente de salvación escatológico tan excelso como el “Hijo
del Hombre” preexistente del Libro de Las Parábolas de Henoc (del que
también hablaremos en notas sucesivas) o como el «mesías» del Libro IV
Esdras.

Y aunque nuestro texto no emplea la palabra «mesías» para designarlo, este


término sí aparece en otro de los textos qumránicos ya conocidos desde
antiguo (que hemos comentado en la nota anterior), 11QMelquisedec, en
el que a este mismo tipo de figura salvadora de naturaleza sobrehumana
que ejecuta el juicio divino, libera del poder de Belial y rescata a los
hombres de su lote en la primera semana del último jubileo de la historia, no
sólo se le llama elohim «dios», sino «ungido del espíritu», es decir “mesías”.

Estamos, pues, muy cerca del ambiente en el que desarrollará el


cristianismo su concepto peculiar de “mesías”.

Es muy claro que los Manuscritos del Mar Muerto –y como veremos los
Apócrifos del Antiguo Testamento- nos iluminan poderosamente el
contexto, la atmósfera en la que nace el cristianismo. No en vano éste
nace como una secta judía, a la que al principio se llamaban “nazarenos”/
“nazoreos” y luego “mesianistas” o “cristianos”.

58
El Libro de Daniel la figura del Hijo del Hombre
(2-27-20)
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con las "figuras (mesiánicas) a medias entre el cielo y la tierra"


que se van formando en el judaísmo a lo largo del siglo II a.C.(V).

Otra de estos tipos mesiánicos del imaginario judío es el “Hijo del


Hombre”. El pasaje básico que sirve de transfondo para esta figura es
el Libro de Daniel, capítulo 7. El contexto es una visión de este
profeta/apocalíptico que describe los momentos finales del mundo presente
y la irrupción en la tierra de Israel del mundo futuro, es decir, del reino de
Dios.

El vidente -que aunque se denomine a sí mismo Daniel, vive después del


levantamiento macabeo contra los reyes griegos seléucidas, es decir
después del 167 a.C.- ve en sueños cómo Dios le revela que antes de que
ocurra el final del mundo presente se sucederán cuatro reinos o imperio
terrenos, absolutamente injustos simbolizados por cuatro bestias terribles
(capítulo 7,2-8). Éstas son descritas del modo siguiente: la primera era
como un león; la segunda como un oso; la tercera como un leopardo. La
cuarta era diferente, de forma casi inimaginable, terrible y feroz, con diez
cuernos, más uno pequeño; tenía ojos de hombre y una “boca que hablaba
con gran arrogancia” (7,8).

Por el contexto del Libro los comentaristas están de acuerdo en que estas
bestias se corresponden con las cuatro partes de una gran estatua que –
también en sueños- había visto el rey Nabucodonosor en 2,32-35. La cabeza
era de oro; su pecho y brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de
bronce; y sus pies, parte de hierro y parte de barro. Entonces y de pronto:

« Una piedra se desprendió (de un monte cercano); sin intervención de


mano alguna, vino a dar a la estatua en sus pies de hierro y arcilla, y los
pulverizó. Entonces quedó pulverizado todo a la vez: hierro, arcilla, bronce,
plata y oro; quedaron como el tamo de la era en verano, y el viento se lo
llevó sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió
en un gran monte que llenó toda la tierra (Dn 2,34-35) »

Los comentaristas están todos de acuerdo también en interpretar los cuatro


reinos y las cuatro partes de la estatua como los Imperios babilónico; el
persa; el de Alejandro Magno y el de los Seléucidas, los sucesores de
Alejandro en la zona de Siria y tierras más al este, quienes desde el 200 se
habían apoderado de Israel.

59
El cuerno pequeño de la visión de la cuarta bestia (Dn 7,8) es el rey
Antíoco IV Epífanes,el que con sus exigencias al pueblo judío para que
renunciara a sus costumbres patrias –la Ley, la circuncisión, etc.- y adoptara
la cultura helénica, provocó el levantamiento de los Macabeos, es decir, una
reacción absolutamente en contra de todo lo griego.

La piedra que golpea la estatua, que se desprende de un monte sin


intervención de mano humana, que machaca la estatua y que “llena toda la
tierra” es el “mesías”, el agente divino que lucha contra esos reinos
malvados y los vence..., sea como fuere cómo se entienda su figura. Su
misión, pues, es acabar con los malvados reinos humanos, opuestos a los
planes de Dios sobre su pueblo elegido.

El vidente Daniel, inmediatamente después de insinuada esta idea, dibuja la


escena de una suerte de Juicio final antes de la implantación del Reino del
Altísimo, acá en la tierra. El pasaje es impresionante:

« Mientras yo contemplaba: Se aderezaron unos tronos y un Anciano se


sentó. Su vestidura, blanca como la nieve; los cabellos de su cabeza, puros
como la lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. Un
río de fuego corría y manaba delante de él. Miles de millares le servían,
miríadas de miríadas estaban en pie delante de él. El tribunal se sentó, y se
abrieron los libros (Dn 7,9-10) ».

Y luego aparece la figura que nos interesa, un “como hijo de hombre”:

« Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las


nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y
fue llevado a su presencia. A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los
pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno,
que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás(Dn 7,13-14). »

El vidente no especifica cómo es esta figura, que actúa como mano


derecha del Altísimo.De acuerdo con el pensamiento del Tercer Isaías, al
final, en la época mesiánica, habría de reinar Israel sobre todas las naciones
con la inmensa ayuda de Dios. Algunos gentiles se convertirán, y el resto
mirarán con estupor el poderío de Israel, lo respetarán, llevarán dones al
templo del Altísimo… y en resumidas cuentas comenzará la época de gloria
mesiánica para Israel en esta tierra..., cuya duración no se sabe.

Opinan por lo general los estudiosos que esta figura de “hijo de


hombre” (sin artículo ninguno, = un ser humano) es la representación
del pueblo elegido. Por tanto no es una figura individual, sino colectiva.
Así parece indicarlo con claridad el siguiente pasaje del mismo capítulo:

« Pero el tribunal se sentará, y el dominio le será quitado, para ser destruido


y aniquilado definitivamente. Y el reino y el imperio y la grandeza de los
60
reinos bajo los cielos todos serán dados al pueblo de los santos del Altísimo.
Reino eterno es su reino, y todos los imperios le servirán y le obedecerán
(Dn 7,26-27). »

Esto parece cierto, pero también lo es que los intérpretes antiguos debieron
de olvidarse de esta interpretación evidente –ofrecida por el autor mismo del
Libro de Daniel- y pensaron que ese personaje no era el pueblo elegido sino
algo más concreto, individual y real: un ser humano de carne y hueso
dispuesto por Dios misteriosamente para no tener la necesidad de intervenir
Él directamente en la tierra (peligra su trascendencia), sino por medio de
este agente.

Y lo cierto es que una figura puramente simbólica en el Libro de Daniel


adquierió con el paso del tiempo consistencia entre los piadosos del pueblo
judío y se convirtió en su imaginario en un individuo especial, que
está al lado de Dios, que tiene amplios poderes de actuación, y que bajará
a la tierra a establecer finalmente el reino divino.

No sabemos exactamente los pasos o los modos cómo ocurrió este cambio,
pero lo cierto es que cuando los Evangelios Sinópticos hablan -para los
tiempos de Jesús- del "Hijo del hombre" no necesitan explicar su figura, ni
describirla. Presuponen que todo el mundo entiende.

Veremos algunos otros textos judíos que dan cuerpo a la, en su momento,
noción sólo simbólica.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

61
La figura del Hijo del Hombre en el libro de los
sueños (2-27-21)

Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con las figuras (mesiánicas) a medias entre el cielo y la tierra que
se van formando en el judaísmo a lo largo del siglo II a.C.(VI).

Dentro del Libro I de Henoc (cuyas secciones fueron compuestas desde el


siglo III a.C....) hay una parte denominada “Libro de los sueños (o
visiones)” que ocupa los capítulos actuales 83-90 (Apócrifos del Antiguo
Testamento, vol. IV, Cristiandad, Madrid, 1982, pp. 109-123)). Contiene
este breve tratadito elementos mesiánicos muy claros y una figura simbólica
que puede considerarse como el mesías.

El tema general del es el siguiente: el autor relata como fue el contenido


del primer sueño del profeta Henoc –sueño que transmite a su hijo
Matusalén- y describe el diluvio (caps. 83-84). En el segundo sueño Henoc
ve como un esquema de la historia del mundo desde Adán hasta el reino
mesiánico, incluida la caída de los ángeles malvados. Naturalmente, este
sueño es descrito como algo que ocurrirá en el futuro.

Tras la invasión asiria del reino del norte (= Israel, con la caída de Samaría:
721 a.C.), Dios entrega el gobierno de su pueblo a setenta pastores (=
ángeles no buenos) que permiten que perezcan más israelitas de los
debidos, devorados por fieras salvajes.

Dios entonces, apiadado del pueblo judío, establece un juicio que juzgará a
estos pastores, los ángeles caídos, junto con los apóstatas de entre los
judíos y a los enemigos de Israel. Luego Dios funda una nueva Jerusalén y
establece en ella su reino. Cierto número de gentiles se convierte entonces
al verdadero Dios y a la religión israelita y a continuación se consolida el
reino mesiánico. Los paganos que no se convierten se mantienen al menos
con gran respeto, a distancia de Israel.

La fecha de composición de este libro se calcula por lo que cuenta y


sabe y por lo que no cuenta y no sabe: el autor parece conocer bien la
historia hasta la batalla de Bet Sur de Judas Macabeo (164 a.C.), pero luego
no parece saber más. Es decir, el libro debió de componerse en torno a la
época inmediatamente psoterior, hacia al 160 (fecha de la muerte de Judas
Macabeo, batalla de Bet Horón) o un poco más tarde.

Para épocas posteriores, puesto que ya no sabe nada, su obra hace una
verdadera profecía de lo que cree que será la edad mesiánica. En ella piensa

62
que Dios tomará venganza de los ángeles malvados –los causantes, por sus
pésimas inspiraciones e impulsos, de que los hombres sean a su vez
también malos y que han gobernado Israel inhabitando el interior de sus
gobernantes humanos-, junto con todos los judíos que han apostatado de su
fe y a todos los pecadores de entre las naciones.

Comenta Sacchi (p. 417) sobre los elementos simbólicos que utiliza el
desconocido autor del Libro de los sueños:

En el lenguaje metafórico de nuestro autor a los judíos se les llama siempre


ovejas; los ángeles son representados como hombres y los pueblos
extranjeros, como animales feroces e inmundos. En el medio, entre los
ángeles y los hombres o, en el lenguaje del autor, entre los hombres y las
ovejas, están los bueyes, es decir, figuras de la tradición bíblica bendecidas
por Dios, como Adán y Noé. Este último es el único entre los vivientes que
se convierte directamente en un hombre, es decir, eliminando la metáfora,
en un ángel (1Hen [Libro de los sueños] 89,1.9). Sem, Abrahán e Isaac son
aún bueyes, aunque Jacob es simbolizado ya como una oveja, como lo son
también los doce patriarcas de las doce tribus de Israel. También son
ovejas, y no bueyes, Moisés y Aarón (1Hen [Libro de los sueños] 89,17 y
18).

El comienzo del reino mesiánico es descrito así en el Libro de los sueños


90,18-27:

Vi que se llegó a ellos el dueño de las ovejas [es decir, Dios mismo, quien
según el texto parece descender a la tierra; ovejas = israelitas] y en tomó
en su mano la vara de la cólera y golpeó la tierra, que se abrió. Todas las
bestias y las aves del cielo [pueblos paganos] dejaron de estar junto a las
ovejas y fueron tragadas por la tierra que las cubrió.

El vidente continúa así:

Vi que se dio a las ovejas una gran espada y salieron contra las bestias
salvajes para matarlas [batalla final contra los impíos]. Vi que era construido
un trono sobre una tierra amena, y que se sentaba en él el dueño de las
ovejas, y que otro cogía los libros sellados y los abría ante el dueño de las
ovejas…

Se juzga a los ángeles –como dijimos- simbolizados por astros y son


arrojados al infierno; se juzga a los pastores y a las ovejas apóstatas que
son condenadas y arrojadas a la misma sima llena de fuego (90,21-27).

Finalmente, tras el juicio se describe el reino mesiánico (1 Henoc


90,28-39):

Me levanté para ver hasta que él [Dios] enrolló la vieja casa [Israel dentro
del mundo caduco]… Vi que trajo el dueño de las ovejas una casa nueva,
63
más grande y alta que la primera, y la puso en lugar de la que había sido
recogida… y el dueño de las ovejas estaba dentro. Vi a toas las ovejas que
quedaron y cómo todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo
caían prosternándose ante las ovejas, suplicándoles y obedeciéndolas en
todas sus órdenes[…]

Las ovejas eran todas blancas… todas las bestias del campo y todas las aves
del cielo se reunieron también en esa casa [la Jerusalén o país mesiánico; se
piensa que la mayoría de los gentiles se convierte; el reino mesiánico no es
sólo judío, sino universalista]. El dueño de las ovejas se alegró muchísimo,
pues todas eran buenas y habían vuelto a casa.

Vi que las ovejas habían depuesto la espada que les había sido entregada, la
volvieron a su vaina y la sellaron ante el dueño [la paz mesiánica]… Toda la
casa estaba llena…

Vi que nacía un toro/buey blanco, de grandes cuernos [el mesías], y cómo


todas las bestias del campo y aves del cielo lo temían… y el dueño de las
ovejas se alegró por él y por todos los toros [los ayudantes del mesías].

Aquí, en este texto simbólico, puede observarse de nuevo la variedad


de concepciones mesiánicas del judaísmo. De este pasaje se deduce
que el mesías aparece detrás del Juicio, no antes. La tarea de juzgar es
llevada a cabo por Dios mismo, solo, sin ayudantes; el mesíasviene
después del Juicio; nace de la misma comunidad, es un mero ser
humano; tiene la misión de gobernar la comunidad de los justos
israelitas una vez establecido el reino de Dios por Éste; ante el
tiemblan todas las naciones de los gentiles que no han llegado a
convertirse.

Seguiremos con este imaginario mesiánico. Saludos cordiales de Antonio


Piñero.
www.antoniopinero.com

64
La figura del Hijo del Hombre en el Libro de los
sueños II y en el Libro de las parábolas de Henoc
(2-27-22)

Hoy escribe Antonio Piñero

Finalizamos con el Libro de los sueños y comenzamos a tratar otra parte del
riquísimo y complejo Libro I de Henoc.

Comenta P. Sacchi a propósito de los pasajes (Apócrifos del Antiguo


Testamento, vol. IV, Cristiandad, Madrid, 1982, 120-123) que he transcrito
en la nota anterior:

g[ El buey esperado es evidentemente un hombre que volverá a gozar


de la misma bendición divina que recayó sobre Adán y los patriarcas hasta
Isaac. El buey gobernará a todos los pueblos (1Hen [Libro de los sueños]
90,37). El esquema del pensamiento del autor es éste: la historia siempre
está destinada a empeorar hasta que intervenga Dios para castigar a todos
los impíos, sean o no judíos. Después del Gran Juicio Dios construirá un
templo nuevo y, finalmente, habrá un reino de justicia gobernado por este
ser excepcional, que vuelve a ser el mesías en el sentido de “rey”, pero sin
estar vinculado a la casa de David. Tendrá también una naturaleza superior
a la de los hombres de su tiempo, hasta que todos los hombres lleguen a ser
como él. El mesías vendrá después del Juicio y tendrá la función de
administrador en la tierra del orden y de la justicia deseados por
Dios. ]g

Veremos más adelante que esta concepción reaparece, con algunas


diferencias en los llamados Salmos de Salomón (compuestos
probablemente en Jerusalén hacia el 60/55 a.C.).

Aparte de Las Parábolas –que consideraremos a continuación- y lo que


acabamos de mencionar del toro/buey blanco del Libro de los sueños
(90,37) sólo hay una fugaz mención al mesías en todo el Libro I de Henoc:
en 105,2-3: al final de los tiempos habrá “recompensas sobre la tierra” para
los justos y “Dios con su Hijo” habitará entre los mortales eternamente, ya
que los hombres caminan por senderos rectos y habrá paz.

Según esta breve mención se supone que hay un reino divino, gobernado
por un emisario divino. Éste es el mesías y se lo denomina “Hijo de Dios”
como en 4Q246de Qumrán, que ya hemos comentado en una nota anterior.

Y ahora concentrémonos en el Libro de las parábolas de Henoc, que

65
ocupa los capítulos 37-71 del actual Libro I de Henoc, y que es
importantísimo para nuestro propósito de caer en la cuenta de qué pensaban
los judíos sobre el mesías y sus funciones en la época inmediatamente
anterior a Jesús y en los años de éste. Veremos cómo las ideas sobre el
mesías del desconocido autor de esta sección de 1 Henoc son notablemente
parecidas a las de los evangelistas cristianos.

El problema de estos capítulos henóquicos radica en que no sabemos


fecharlos con seguridad. Es la única sección de 1 Henoc que no ha
aparecido entre los manuscritos del Mar Muerto, mientras que el resto del
libro está bien representrado, poues hay incluso varias copias. De este
hecho deducen los estudiosos que "Las Parábolas de Henoc" son de fecha
tardía. De lo contrario, no se ve por qué no habrían sido copiados en
Qumrán. ¿Qué fecha? No se sabe, pero los estudiosos oscilan entre
comienzos del siglo I antes de Cristo hasta finales del siglo I después.

Por tanto lo que se plantea ante este texto es lo siguiente: dadas las
concomitancias de ideas mesiánicas, como vremos, ¿copiaron los
cristianos un material judío–o se dejaron influenciar- del Libro de Henoc? O
¿al revés: copiaron los judíos a los cristianos?

De cualquier modo dado que la figura del mesías del libro de las Parábolas
es una combinación de diversos estratos de tradición –en los que aparece el
Elegido; el Siervo de Yahvé; el Hijo del Hombre; el Juez final- y que estos
estratos coinciden en gran parte con lo que hallamos en los Evangelios, es
de suponer a priori que nos encontramos en un espacio cronológico similar.

En Las Parábolas de Henoc aparece el mesías con los títulos de


“justo”, “elegido” (53,6; 40,5) y “juez” + “Hijo del Hombre”. Esta
última expresión está tomadas sin duda del Libro de Daniel, cap. 7. En
etíope clásico –lengua en la que se nos ha transmitido entero 1 Henoc; en
griego conservamos los caps. 1-36- esta última expresión aparece con
variantes como “hijo del varón” o “hijo de la madre de los vivientes = Eva”,
y siempre significa “ser humano”.

En las Parábolas de Henoc (abreviado desde ahora en adelante LP = Libro de


las Parábolas) la expresión Hijo del Hombre, aunque signifique "ser
humano", deja de ser la designación de “mero hombre” y empieza a
adquirir el tono de “título” del mesías, pues está como pegada a una
figura misteriosa, sobrehumana, que tiene funciones mesiánicas…, y que el
LP identifica expresamente con el profeta Henoc (71,14). De cualquier
modo hay que insisitr que este título se fija sobre todo en la apariencia -al
menos- totalmente humana del mesías.

La unión de “juez” y “mesías” aparece también en otras obras apócrifas del


Antiguo Testamento, como el Apocalipsis siríaco de Baruc (40,1ss; finales
del siglo I d.C.) 4 Esdras (12,32ss: del año 100 d.C.) y en los Testamentos
de los XII Patriarcas (Testamentos de Leví y de Judá, que veremos en su
66
momento; entre el siglo I a.C. y siglo I d.C.)

Lo más curiso de todo es que el mesías en el LP es un ser


preexistente de algún modo, o mejor (ya que se identifica con Henoc y
éste es claramente no preexistente) el concepto de mesías/Hijo del
Hombre existe cabe Dios desde toda la eternidad. Siempre pensó Dios
en el mesías de algún modo. Por exageración retórica se dice en el texto de
LP que la figura es preexistente, aunque en verdad es sólo el concepto lo
que preexiste y que luego "se encarna" en Henoc. He aquí el texto clave:

« En ese lugar vi la fuente de justicia: es inagotable y en torno a ella hay


muchas fuentes de sabiduría. Todos los sedientos beben de ellas y se llenan
de sabiduría, siendo su morada con los justos, santos y elegidos. »

« En aquel momento fue nombrado aquel Hijo del Hombre ante el Señor de
los espíritus, y su nombre ante el “Principio de días”. Antes de que se creara
el sol y las constelaciones, antes de que se hicieran los astros del cielo, su
nombre fue evocado ante el Señor de los espíritus. Él servirá de báculo a los
justos para que en él se apoyen y no caigan; él es la luz de los pueblos, y él
será esperanza de los que sufren en sus corazones. Caerán y se
prosternarán ante él todos los que moran sobre la tierra y bendecirán,
alabarán y cantarán el nombre del Señor de los espíritus. »

« Por esto fue elegido y escogido junto a él antes de crearse el mundo y por
la eternidad. Lo reveló a los santos y justos la sabiduría del Señor de los
espíritus, pues reservó el lote de los justos porque aborrecieron y
desecharon este mundo inicuo, y aborrecieron todas sus obras y maneras en
el nombre del Señor de los espíritus, por cuyo nombre son salvos, pues ha
sido él el vindicador de sus vidas (1 Henoc 48, 1-7). »

Parece, pues, que el Hijo del Hombre henóquico espera la hora de su


manifestación permaneciendo junto al “Anciano de días” O “Principio de días”
(Dios, como lo designa el texto etíope). Realmente es impresionante, pues a
pesar de qye hemos visto entre los textos de Qumrán atisbos de que el
mesías está conectado de algún modo con el ámbito celeste, ahora
aparece con toda claridad como un personaje celestial. ¿Cómo es esto
posible?

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

67
La figura del Hijo del Hombre en el Libro de las
parábolas de Henoc II (2-27-23)
Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos con la figura del “mesías” como Hijo del Hombre en el Libro
de las Parábolas de Henoc. Debemos recordar que la fecha de este
apócrifo judío es insegura: oscila entre mediados del siglo I a.C. hasta
finales del siglo I d.C. Ello tendrá consecuencias para valorar su posible
influencia en las concepciones cristianas.

Esta suerte de mesías que pinta el desconocido autor de Las Parábolas de


Henoc presenta una teología que es muy conocida para los cristianos,
aunque sea puramente judía: él es el receptáculo de todos los dones divinos
y en él habitan los espíritus de sabiduría, fuerza y justicia:

« “En él moran el espíritu de sabiduría, e espíritu de entendimiento, el de


enseñanza y fuerza y el espíritu de los que han fallecido en la justicia”
(49,3). »

Henoc pregunta al ángel que le acompaña en su viaje celeste qué significan


siete montañas de metal que ha visto. Y responde el ángel:

“Todas estas cosas que has visto serán para el poder del mesías, para que
sea fuerte y se enseñoree de la tierra […] Ocurrirá en los días (del gobierno
del mesías) que no se salvará nadie con oro ni plata, ni podrá escapar. No
habrá hierro para la guerra, ni nada que ponerse como peto, ni servirá el
bronce, ni el estaño valdrá o contará, ni se querrá el plomo. Todas estas
cosas serán deshechas y habrán de desaparecer de la faz de la tierra,
cuando aparezca el Elegido ante la faz del Señor de los espíritus” (52,3.6-
9).

Como se ve, este mesías instaurará un reino de paz en la tierra, pero a la


vez lo dominará todo: es un mesías pacífico y guerrero a la vez.

Este mesías actúa como revelador de los tesoros celestiales que Dios quiere
que se sepan al final de los tiempos:

« “Éste es el Hijo del Hombre, de quien era la justicia y la justicia moraba en


él. Él revelará todos los tesoros de lo oculto, pues el Señor de los espíritus lo
ha elegido, y es aquel cuya suerte es superior a todos eternamente por su
rectitud” (46,3). »

El mesías es también el vindicador, el que defiende a los justos frente a


los pecadores.

68
« “Vi la morada del Elegido bajo la égida del Señor de los espíritus y todos
los justos y escogidos resplandecían ante él como luz de fuego y sus bocas
estaban llenas de bendición… la justicia anta él no se agotaba ni la verdad
cesaba junto a él” (39,7) »

« “Él servirá de báculo a los justos para que en él se apoyen y no caigan; él


es la luz de los pueblos, y él será esperanza de los que sufren en sus
corazones. Caerán y se prosternarán ante él todos los que moran sobre la
tierra y bendecirán, alabarán y cantarán el nombre del Señor de los
espíritus” (48,4-5) »

« “Los rostros de los justos brillarán de júbilo, pues en esos días el Elegido
se habrá alzado y la tierra se alegrará; los justos morarán sobre ella y los
elegidos por ella irán y andarán” (51,5). »

Otra función propia de este mesías es la de juez: sentado en su trono


de gloria, juzgará tanto a los hombres como a los ángeles:

« “Reyes poderosos que habitáis la tierra: habréis de ver a mi Elegido,


sentado en el trono de mi gloria, juzgar a Azazel (El Diablo), a toda su
compañía y toda su hueste, en nombre del Señor de los espíritus” (55,4) »

« “Y se sentó (el Hijo del Hombre) en su trono de gloria, y le fue dada la


primacía del juicio, y quitará y aniquilará a los pecadores de la faz de la
tierra y a los que corrompieron el mundo” (69,27) »

“El Señor de los espíritus colocó al Elegido sobre el trono de su gloria, y


juzgará todas las acciones de los santos en lo alto del cielo… cuando alce su
rostro para juzgar su ocultos caminos[…]. Así ha ordenado el Señor a los
reyes, poderosos y encumbrados que habitan la tierra: ‘Abrid los ojos y
levantad vuestras frentes a ver si podéis conocer al Elegido’. El Señor de los
espíritu está sobre su trono glorioso, el espíritu de justicia fluye sobre el
Elegido, y la palabra de su boca matará a todos los pecadores e inicuos, que
desaparecerán de la faz de la tierra” (61,8-9; 62,1-2)

Obsérvense las evocaciones de este texto y las concomitancias con lo que


leemos sobre Jesús como Hijo del Hombre en el Evangelio de Mateo, cap.
25,31ss cuando juzga, sentado en su trono, a las ovejas y cabritos = los
justos e injustos…

A la verdad, surge espontáneamente la pregunta: ¿quién se inspiró en


quién? ¿Mateo del anónimo autor de Las Parábolas? O ¿a la inversa? No es
fácil responder.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com
69
La imponente figura del Hijo del Hombre en el
Libro de las parábolas de Henoc III (2-27-24)

Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos con la figura del “mesías” como Hijo del Hombre en el Libro
de las Parábolas de Henoc. Para dibujarlo , el autor recoge también una
tradición especial que está emparentada con la que aparece en el libro de la
Sabiduría 4,10-14. Recordemos este pasaje:

« “10 Agradó a Dios y fue amado, y como vivía entre pecadores, fue
trasladado. 11 Fue arrebatado para que la maldad no pervitiera su
inteligencia o el engaño sedujera su alma; 12 pues la fascinación del mal
empaña el bien y los vaivenes de la concupiscencia corrompen el espíritu
ingenuo. 13 Alcanzando en breve la perfección, llenó largos años. 14 Su
alma era del agrado del Señor, por eso se apresuró a sacarle de entre la
maldad”. »

Igualmente, según esta misma concepción, Henoc es elevado por Dios al


cielo y allí es declarado “Hijo del Hombre”. Como el autor de las
Parábolas parece inspirarse en el Libro de Daniel, lo que quiere decir es que
Henoc es constituido por Dios “señor y mesías”, ese mesías misterioso del
Libro de Daniel, que es sólo mesías porque está junto a Dios (no se explica
exactamente cómo). Obsérvese en el pasaje que vamos a transcribir que (el
concepto) de Hijo del Hombre –como ya advertimos- existe
previamente ante Dios:

« “Y ocurrió que estando aún en vida fue asunta la persona de Henoc ante
ese Hijo del Hombre y el Señor de los espíritus, lejos de los que moran en la
tierra. Y ascendió en el carro del espíritu y salió su persona ante ellos”
(70,1-2) »

Inmediatamente, sin solución de continuidad, habla Henoc en primera


persona:

« “Desde aquel día no fui contado entre ellos (los ángeles) y el Señor me
puso entre dos puntos cardinales, norte y occidente, donde ya los ángeles
domaban medidas para medirme el lugar de los elegidos y los justos”
(70,3). »

Vuelve la descripción en tercera persona:

« “Y el Espíritu arrebató a Henoc a lo más alto del cielo… vi innumerables

70
ángeles… y a Miguel y Rafael… y con ellos al ‘Principio de Días’ cuya cabeza
era blanca y pura como lana y su vestidura, indescriptible…” (71,5-10). »

Dios es dibujado como en el Libro de Daniel, como un anciano venerable con


cabellos blancos… una imagen que perdura hasta hoy. Cuando Henoc está
ante el trono de ese “Principio de días”, toma la palabra el ángel que lo
acompañaba y en nombre de Dios le dice:

« “Tú eres el Hijo del Hombre que naciste para la justicia; ella ha morado en
ti y la justicia del Principio de días no te dejará” (71,14). »

Es decir, Henoc –como persona de carne y hueso, aunque ya en el cielo


junto a Dios, es investido de las prerrogativas que existían antes
previamente, pero aún sin concretizarse en una figura concreta. La
consecuencia es que Henoc -desde ese momento- será el que presida el
reino de Dios, inaugurado al parecer por Éste. Implícitamente se supone que
Henoc baja a la tierra investido de los poderes del Hijo del Hombre. El ángel
añade:

« Dios invoca para ti la paz en nombre del siglo venidero (el reino
mesiánico), pues de Él ha salido al paz desde la creación del mundo, y así
será contigo por los siglos de los siglos. Todos (los humanos) marcharán por
tu camino, no dejándote la justicia nunca. Contigo será su morada, contigo
su suerte, y de ti no se separarán por los siglos de los siglos. Habrá así
largura de días (el reino mesiánico durará mucho sobre la tierra) en la época
de ese Hijo del Hombre, y tendrán los justos paz e irán por el camino recto
en nombre del Señor de los espíritus eternamente” (71,15-17). »

Da toda la impresión, a pesar de la obscuridad intrínseca de este texto que


mira hacia el futuro, que Henoc se transforma por voluntad divina en
Hijo del Hombre. Es decir, el mesías encarnado en el cuerpo celeste
de Henoc.

Toda esta tradición, que es puramente judía, se plasmará con más claridad
si cabe en un libro posterior, un desarrollo del ciclo de Henoc, que
conocemos como Libro III de Henoc, o Henoc hebreo (Apócrifos del
Antiguo Testamento, vol. IV, pp. 221-294).

En ese texto Henoc aparece de nuevo como el “Elegido” y se transforma en


una especie de ángel, que se sitúa inmediatamente detrás del trono del
Altísimo. De ahí viene su nombre, que se pronuncia en griego dentro de la
tradición hebrea, que es “Metatrón” (un indicio de que estas doctrinas se
transmiten tanto en griego para los judíos helenizados- como en hebreo: pra
los judíos de Israel). Metatrón, qunque es un ser humano, ejerce las
funciones de virrey celeste del Altísimo. Se logra así que Dios intervenga en
la historia (sobre todo de Israel), pero que al mismo tiempo conserve su
trascendencia.

71
El juicio del Hijo del Hombre y el reino de Dios en
el Libro de las parábolas de Henoc (2-27-25)
Hoy escribe Antonio Piñero

La figura del “mesías” como Hijo del Hombre en el Libro de las Parábolas de
Henoc nos proporciona aún más material interesante. Empezamos por
el tema del juicio del que hemos ya mencionado algún rasgo muy parecido
al que también aparece del Evangelio de Mateo.

El juicio de Dios y su mesías, el Hijo del Hombre, tiene dos


momentos. Uno es el diluvio universal y la prisión de los ángeles caídos.
Estas historias ocupan los capítulos 54 y 55 del Libro de las Parábolas.

El primero parece por tanto que una unión de las tradiciones sobre el juicio
con el tema del diluvio más el tema de Henoc como juez. Veámoslo. Henoc
ve en primer lugar en sus visiones que existe un valle profundo en la tierra
que arde en llamas. Allí son llevados los reyes de la tierra y los poderosos –
naturalmente malvados- y arrojados al fuego. Igualmente Henoc ve cómo se
preparan los grillos y cadenas que sujetarán al Diablo para un momento que
llegará pronto (cap. 54).

A continuación, con la unión sólo de la frase “en aquellos días”, se pinta el


Diluvio en el que perecen todos los que moran sobre la tierra, menos Noé y
los suyos. Dios se arrepiente de un castigo tan tremendo y restaura la tierra.
A continuación, también sin solución de continuidad, Dios amenaza con el
juicio a los ángeles caídos y avisa a los reyes poderosos de la tierra:
“Habréis de ver a mi Elegido, sentado en el trono de mi gloria, juzgar a
Azazel y su huestes…” (55,4), como ya hemos visto.

Inmediatamente, Henoc pinta el combate semifinal de castigo tanto contra


el Israel infiel como contra los malvados de la tierra. Son los reyes de
los partos y de los medos -como instrumentos del castigo divino- los que se
lanzan contra Israel asolado además por una guerra intestina. En ella “nadie
conocerá a su prójimo, a su hermano, ni el hijo a su padre y su madre,
hasta que a consecuencia de sus muertes haya multitud de cadáveres y su
castigo no se en vano. Entonces el sheol (infierno o gehenna) tragará a los
pecadores a la vista de los elegidos (56,8)”. Así perece una parte de Israel,
que también contiene elementos malvados.

Pero no todo acaba aquí: el vidente, Henoc, ve como se reúnen en Israel los
judíos, justos, de la diáspora, simbolizados por otro ejército de carros,
montados por hombres que llegaban sobre los vientos (conforme a la
profecía de Isaías, 27,13 o 2 Macabeos 2,18s; Baruc 2,27ss), de oriente,

72
occidente y el mediodía… (cap. 57).

Esta noción recuerda el dicho de Jesús de Mt 8,11 y Lc 13,29: "Vendrán de


oriente y occidente a sentarse a la mesa con Abrahán…").

La concepción del reino mesiánico como tal varía en el Libro de Henoc


según las diversas secciones (autores y épocas un tanto diversas).

1. En la parte más antigua del Libro I de Henoc –Libro de los vigilantes- no


aparece el reino del mesías directamente, con esta figura, pero sí una suerte
de reino milenario, en la tierra :

“Los elegidos tendrán luz, alegría y paz; ellos heredarán la tierra [compárese
con Mt 5,4] mientras que para los impíos será la maldición: 5,7; “En
aquellos días la tierra será labrada con justicia; toda ella quedará cuajada de
árboles, y será llena de bendición. Una medida producirá mil y cada medida
de aceitunas producirá diez tinajas de aceite… (10,18-19)

2. En el Libro de los Sueños aparece la descripción de una “nueva


Jerusalén”, terrestre, donde habitan la paz y la justicia, tanto los israelitas
como cierto número de gentiles…, cómo el mesías surge de la comunidad,
etc.: 93,3-10; 91,11-17). De esto hemnos hablado ya.

3. El Libro de las Parábolas presenta un reino de Dios en el que aparece


muy claramente también la figura del mesías, que habita entre los elegidos
en una tierra y cielo transformados:

« En ese día asentaré entre ellos a mi Elegido y transformaré el cielo,


volviéndolo bendición y luz eterna. Transformaré la tierra haciéndola
bendición, y asentaré en ellas a mis elegidos, pero los que cometen pecado
no la pisarán…” (45,4-5). Habrá una nueva “casa de reunión o templo nuevo
y los justos vivirán descansados, libres de toda opresión de los reinos
terrenales y de los pecadores: »

« “Después de esto mostrará el justo Elegido su casa de reunión: desde ese


momento no serán ya rechazados a causa del nombre del Señor de los
espíritus. Y estos montes no serán ante su justicia tan firmes como tierra;
los collados serán como fuente de agua, y descansarán los justos de la
opresión de los pecadores”(53,6-7). »

Los judíos dispersos en la diáspora serán congregados por Dios en


Israel (cap. 57, como dijimos más arriba) y algunos gentiles se
convertirán:

« “En el día de la angustia se volverá contra los pecadores su propia maldad,


y triunfarán los justos en el nombre del Señor de los espíritus. Y (Él) lo hará
ver a otros para que se arrepientan y dejen la (mala) obra de sus manos; no
tendrán gloria en el nombre del Señor de los espíritus, pero en su nombre
73
serán salvos; y el Señor de los espíritus se compadecerá de ellos, pues
mucha es su misericordia (50,2-3). »

Como puede observarse, la concepción del mesianismo es bastante completa


en el Libro de las Parábolas. Ahora bien, da la impresión de que Dios mismo
es el que se encarga de instaurar el reino, no el mesías, mientras que el éste
tiene como cargo el gobernarlo en justicia una vez constituido el reino y
ejercer las funciones de juez, tanto en el juicio previo (Primer juicio “final”)
como en el Segundo o definitivo, que es el único que merecería ese
calificativo.

Y de cualquier modo –con la mente puesta en lo que nos interesa en toda


esta serie-, observe el lector:

A. Cómo el reino de Dios es siempre en la tierra, en el país de Israel;

B. Cómo el mesías es siempre también un ser humano, aunque en algunos


momentos alcanza cotas celestiales por deseo divino;

C. Cómo el reino consta de bienes espirituales, sin duda, pero también


materiales.

D. Cómo las implicaciones políticas del Reino respecto a los reyes y


poderosos que desean imponer su gobierno sobre la tierra de Israel son
igualmente evidentes.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

74
Complementos al concepto de Mesías en el Libro e
las parábolas de Henoc (2-27-26)
Hoy escribe Antonio Piñero/Paolo Sacchi

Continuamos con la figura del “mesías” en el Libro de las Parábolas de Henoc


y complementamos lo que ya se ha dicho –cuyas ideas centrales han sido
tomadas de mi propia introducción a este libro en el tomo IV de la serie
Apócrifos del Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid, 1984- con la
excelente síntesis de P. Sacchi, en su capítulo 14 del libroHistoria del
judaísmo en la época del Segundo Templo, Trotta, Madrid, 2004, 420ss.
A él cedo hoy la palabra (la versión en castellano es de Carlos Castillo
Mattasoglio y Adela Sánchez Rojas, revisada por mí):

»El fulcro del mundo regido por el Hijo del hombre es la justicia, y la
sabiduría proviene de esta justicia en un movimiento descendente hacia el
ser humano. Éste a su vez sólo podrá alcanzar la justicia por medio de la
sabiduría en un movimiento en la misma dirección, pero en sentido opuesto.
La justicia celestial se reserva solamente a los justos o elegidos, pero habrá
un tiempo en el que toda la humanidad podrá participar de la libación de la
sabiduría gracias a la obra mesiánica del Hijo del hombre.

»En el Libro de las Parábolas se lee también:

g[ En aquel lugar [En aquel lugar: así en el manuscrito “c”. El resto de
la tradición lee “entonces”] mis ojos vieron al Elegido de la justicia y de la
fidelidad. La justicia prevalecerá en sus días; los elegidos y los justos serán
innumerables ante él por la eternidad. Vi su morada bajo las alas del Señor
de los espíritus y todos los santos y elegidos resplandecían delante de Él
como luz de fuego; sus bocas estaban llenas de bendición y sus labios
alababan el nombre del Señor de los espíritus y la justicia ante Él (sentido
probable “por obra suya”) no se agotaba jamás.

Me quise quedar allá (es decir, “bajo las alas de Dios”) y mi alma (es decir,
“yo”) amó tal residencia, porque allá estaba mi parte desde antiguo, pues
así había sido establecido sobre mí por el Señor de los espíritus (1 Henoc
[Libro de las Parábolas] 39,6-8). ]g

»Uno de los instrumentos de los que se servirá el Hijo del hombre


para establecer la justicia en la tierra será su conocimiento, si se
puede decir así, absoluto de la Ley. En la época del Libro de las Parábolas ya
existían en Israel diversas interpretaciones de la Ley, varias halakhot (o
“normas”). Por tanto, debía estar vivo el problema de cuál debería ser la
interpretación verdadera de la Ley. Sólo el mesías, según este libro, tendrá

75
el conocimiento preciso del significado de cada norma:

(El elegido) es poderoso en todos los secretos de la justicia, y la iniquidad


pasará como sombra y no tendrá lugar donde detenerse, porque el Elegido
está ante el Señor de los espíritus (es decir, “hace Su voluntad”) y su gloria
y poder son eternos (1 Henoc [Libro de las Parábolas] 49,2).

»La tarea principal del Hijo del hombre es llevar a cabo el Gran
Juicio en nombre de Dios. Derrocará a todos los malvados, que para el
autor son esencialmente los políticos y los que de cualquier modo tienen el
poder, mientras que los buenos son por definición los pobres, los humildes y
marginados en general. Derribará a los reyes de sus tronos, romperá los
dientes de los pecadores. Su juicio será durísimo.

Él solo -el Hijo del hombre- ejecutará la función que la Epístola de


Henoc (otra parte, o mejor, otro de los libros que han sido fundidos en 1
Henoc) atribuía al conjunto de los ángeles vigilantes (1Hen (Epístola de
Henoc] 91,15).

Así, instaurará el reino de Dios en la tierra. En este texto la llegada del reino
de Dios coincide con la venida de la figura mesiánica a diferencia del Libro
de los Sueños, donde el juicio precedía a la llegada del mesías.

»El reino del Hijo del hombre-Mesías no es sólo una realidad futura,
como en la apocalíptica precedente, sino que existe ya. Este reino es
ya una realidad en el pensamiento divino, que Paolo Sacchi denomina
“mundo del medio”. Pero en el Libro de las Parábolas el “mundo del medio”
tiene una función distinta a la que tenía en el pensamiento de Zacarías. No
es sólo el “lugar” (es como una “proyección” de la mente divina) donde se
genera una realidad destinada a reproducirse en la tierra. La realidad del
“mundo del medio” en el Libro de las Parábolas tiene alguna
comunicación ya ahora con nuestro mundo: los justos (o los elegidos)
que han dejado esta tierra viven ya ahora en el mundo del mesías, junto con
los ángeles.

»Lo que otros esperaban para el futuro en el Libro de las Parábolas se


convierte en futuro y presente. Este escrito es un desarrollo posterior de
la ideología cósmica del antiguo Libro de los Vigilantes, estructurada de tal
modo que en ella aparece un reino con su rey.

»Así pues, lo que distingue a la ideología del Libro de las Parábolas


del pensamiento esenio es que estos últimos pensaban poder cantar las
alabanzas de Dios junto con los ángeles ya en esta tierra. Para ellos lo eterno se
iniciaba ya aquí abajo: no existía tránsito de este mundo al otro. El paso ocurría
en el momento en el que el miembro de la secta alcanzaba la virtud del “bien
eterno” (1QS 4,3) y la contemplación del “ser eterno” (1DS 11,5-6), como da a
entender la obra conocida como Shirot hashabbat, en castellano Cantos para el
sacrificio sabático o Liturgia angélica (4Q400-407 y 11QShirShabb).

76
Los dos Mesías el guerrero y el sacerdote (2-27-27)
Hoy escribe Antonio Piñero

Creo que es ya sabido que los Manuscritos del Mar Muerto no presentan
rasgo alguno de cristianismo; no son cristianos en absoluto, no contienen la
historia secreta del cristianismo primitivo –como algunos siguen
increíblemente sosteniendo- ni tampoco hay ni siquiera alusiones a Jesús.
Sin embargo, su testimonio es impresionante para comprender las líneas
teológicas que confluyen en el Nuevo Testamento: lo que los cristianos
primitivos pensaron del mesianismo de Jesús, sobre todo una vez muerto, y
cómo aplicaron al Maestro ideas que ya estaban en el ambiente judío. Tras
leer los manuscritos de Qumrán entendemos mejor, sin duda, el cristianismo
primitivo.

Numerosos textos que hablan en Qumrán del mesías subrayan la presencia,


junto al mesías guerrero –cuya finalidad es liberar al pueblo judío del poder
extranjero, con la ayuda divina-otra figura, que se denomina también
“mesías”, pero que es distinta: tiene otra función,sacerdotal y de
enseñanza de la ley de Moisés. Hay, pues, en los Manuscritos
qumránicos dos mesías, o a veces uno pero con una doble misión.
Adelantando acontecimientos, piense ya el lector la importancia que tiene en
los evangelios –sobre todo el de Mateo- la figura de Jesús como maestro de
la Ley: para los cristianos primitivos en Jesús habían confluido estas dos
funciones: mesías liberador (de algún modo, para unos más político que
para otros) y mesías-maestro de la Ley.

Comenta Florentino García Martínez (art. “Los manuscritos del Mar Muerto y
el mesianismo cristiano”, en A.Piñero- D. Fernández Galiano Los
Manuscritos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de cuarenta
años de estudio, El Almendro, Córdoba, 1994, 199ss) que todo esto estaba
ya en germen en el Antiguo Testamento:

»Junto con el rey, el sumo sacerdote es uno de los principales personajes


que reciben la “unción” en la Biblia hebrea. Nada tiene, pues, de extraño el
que ya dentro del mismo Antiguo Testamento encontremos indicios del
posible desarrollo de estas referencias al sumo sacerdote en cuanto “ungido”
en dirección de la expectación de un agente de salvación de carácter
sacerdotal en la época escatológica junto con el “ungido” de carácter real.

»En esta dirección creo que debe interpretarse la visión de Zacarías


3 y el desarrollo de Zac 6,9-14. En el primero de estos textos la futura
edad mesiánica está claramente dominada por la figura de Josué, el sumo
sacerdote, mientras que “el retoño” (una denominación del mesías) sólo

77
aparece incidentalmente y en una posición secundaria.

A ninguno de estos dos personajes se les designa ahí expresamente como


“mesías”, pero ambos textos están abiertos a esta interpretación (es más
casi la indican). Esta interpretación será desarrollada dentro de la
comunidad qumránica en un mesianismo bicéfalo, es decir, dos mesías:

El texto clásico –que los lectores conocerán probablemente es el siguiente:

« No se apartarán de ningún consejo de la Ley para caminar (= a “proceder”


– “obrar”) con toda la obstinación de su corazón, sino que serán gobernados
por las ordenanzas primeras en las que los hombres de la Comunidad (= los
de Qumrán) comenzaron a ser instruidos, hasta que venga el profeta (por
antonomasia, por ejemplo, Elías, como preparador o precursor) y los mesías
de Aarón (sacerdotal) e Israel (“político-guerrero, o simplemente laico”)
(1QS o “Regla de la Comunidad”, IX 9-11; Textos de Qumrán, Trotta,
Madrid, 1992 con múltiples reediciones, p. 60). »

Este texto tiene paralelos en otras versiones de la misma Regla que se


conocen como 1QSa II 11ss y 1QSb I 21-III 21 (que pueden encontrarse
igualmente en el volumen de textos de Qumrán)

Continúa Florentino García Martínez:

»Hay otro pasaje qumránico que nos permite entrever un desarrollo


autónomo de la esperanza de la venida de un -mesías sacerdotal-
como agente salvador al final de los tiempos. Se trata de un texto en
arameo, una de las copias del Testamento arameo de Leví, publicado por
Émile Puech (The Madrid Qumran Congress, Leiden-Madrid, 1992, pp.
449ss), que contiene interesantes paralelos con el capítulo 18 del
Testamento de Leví griego incluido en los Testamentos de los XII Patriarcas,
texto que leeremos en su momento.

Por lo que puede deducirse de los restos conservados de este texto, el


protagonista de la obra (probablemente el patriarca Leví, aunque no puede
excluirse completamente el que se tratase de Jacob dirigiéndose a Leví) se
dirige a sus descendientes con una serie de exhortaciones y les cuenta
algunas de las visiones celestes que le han sido reveladas. En una de ellas le
anuncia la venida de un personaje misterioso. Aunque el texto es
desesperadamente fragmentario, tiene un interés notable, ya que parece
evocar la figura de un “mesías sacerdotal”, un “mesías” descrito con los
rasgos del siervo sufriente de Isaías. Los dos fragmentos más extensos e
importantes de este nuevo texto pueden traducirse así:
b[
Y expiará por todos los hijos de su generación, y será enviado a todos los
hijos de 3 su pueblo. Su palabra es como la palabra de los cielos, y su
enseñanza, según la voluntad de Dios. Un sol eterno brillará 4 y su fuego
quemará en todos los confines de la tierra; sobre las tinieblas brilla¬rá.
78
Entonces desaparecerán las tinieblas 5 de la tierra, y la oscuridad del orbe.
Proferirán contra él muchas palabras, y abundancia de 6 mentiras;
inventarán fábulas contra él, y proferirán toda suerte de infamias contra él.
Su generación transformará el mal, 7 y […] establecida en la mentira y en la
violencia. El pueblo errará en sus días y estarán perplejos (4Q540, frag. 9,
col. i)]b

El próximo día continuaremos con alguna aclaración sobre estos textos. Pero
antes, el lector observará ya cómo la figura del “mesías” en el judaísmo
cercano al tiempo de Jesús es compleja, y cómo se relaciona continuamente
–aun siendo humano- con personajes que se suponen están ya en el cielo
junto a Dios.

Seguiremos Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

79
Los dos Mesías el guerrero y el sacerdote II
(2-27-28)
Hoy escriben Antonio Piñero /Florentino García Martínez

Comentamos, con Florentino García Martínez (“Los manuscritos del Mar


Muerto y el mesianismo cristiano”, pp. 201ss) el último texto (4Q540, frag.
9, col. i) citado en la nota anterior:

»El texto qumránico conservado no designa a este personaje expresamente


como “mesías”. A pesar de ello, y a pesar del estado fragmentario en que
este pasaje nos ha llegado, no hay duda de que en el personaje en él
descrito es posible reconocer una figura mesiánica cuya venida se
anuncia para el futuro. Que este futuro es el futuro escatológico (el final del
mundo presente) está claro, puesto que es descrito como el período del
dominio de la luz en el que las tinieblas desaparecerán del orbe, pero
durante el cual una parte del pueblo se mantendrá en el error y se opondrá
directamente a este enviado.

»El carácter sacerdotal de esta figura está expresamente indicado en


su función expiatoria: "Y expiará por todos los hijos de su generación”.
Este mismo personaje tendrá una clara función docente y poseerá la
sabiduría suprema, puesto que “su palabra es como la palabra de los
cielos”.

»La correspondencia del personaje así descrito con el -mesías-sacerdote-


descrito en el capítulo 18 del Testamento de Leví griego es sorprendente y
nos prueba, al menos, que la presencia de esta figura sacerdotal en la obra
“Testamentos de los XII Patriarcas” no debe ser atribuida sin más a
interpolaciones o influencias cristianas, sino que se trata de un desarrollo
existente ya al interior del judaísmo.

Comparemos la primera parte de nuestro texto con el pasaje del Testamento


de Leví griego, Testamento de Leví 18,1-4 9:

« Después que el Señor haya tomado venganza de ello se interrumpirá el


sacerdocio. Entonces suscitará el Señor un sacerdote nuevo, a quien serán
reveladas todas las palabras del Señor. El juzgará rectamente en la tierra
muchos días. Su estrella se levantará en el cielo como un rey, brillando
como luz del conocimiento, al igual que el sol durante el día, y será
ensalzado en el mundo hasta su recepción. Brillará como el sol en la tierra,
eliminará todas las tinieblas bajo el cielo, y habrá paz en todo el mundo”
(Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. V, Cristiandad, Madrid, 1987,
59). »

80
»La segunda parte de nuestro texto nos prueba igualmente que la
caracterización de este “mesías-sacerdote” con los rasgos del
“siervo sufriente” del Deuteroisaías tampoco es una innovación de
origen puramente cristiano, sino el resultado de desarrollos judíos
precedentes. Nuestro texto subraya que aunque será enviado “a todos los
hijos de su pueblo”, la oposición a esta figura, “luz de las naciones” (Isaías
42,6), será grande: “proferirán contra él muchas palabras, y abundancia de
mentiras; inventarán fábulas contra él, y proferirán toda suerte de infamias
contra él” (comparar con Isaías 50,6-8; 53,2-10).

»Este pasaje es quizá el único pasaje que trata -en las partes más o menos
bien conservadas de los Manuscritos del Mar Muerto- únicamente del
“mesías” sacerdotal. Pero hay otros muchos textos qumránicos que aluden a
esta figura al hablar del doble mesianismo, el mesianismo bicéfalo en el que
presentan juntos al “mesías-levítico o sacerdotal” y al -mesías-
davídico o real” a los que designan, respectivamente, como los “mesías de
Aarón y de Israel”.

Y vamos a terminar con otro pasaje –no ya sólo de Qumrán, pero sí de la


secta esenia, encontrado antes (en la Genizá o cuarto trastero de la
sinagoga de El Cairo y en muchas otras copias –unas doce- en diversas
cuevas de Qumrán: Textos de Qumrán, pp. 80ss): El llamadoDocumento
de Damasco:

g[ Y esta es la regla de la asamblea de los campamentos. Quienes


marchan en ellas en el tiempo de la impiedad hasta que surja el mesías de
Aarón e Israel […] y ésta es la exacta interpretación de las normas por las
que se regirán hasta que surja el mesías de Aarón e Israel. Se expiará por
sus pecados […] Éstos escaparán en la época de la visita -es decir, de Dios
en los últimos tiempos para castigar a los malvados-, pero los que queden
serán entregados a la espada cuando venga el mesías de Aarón e Israel
(Textos de Qumrán, pp. 90 y 92) ]g

Pero los apóstatas serán condenados:

« Y así todos los hombres que entraron en la Alianza nueva en la tierra de


Damasco, pero se volvieron y traicionaron y se alejaron del pozo de aguas
vivas, no serán contados en la asamblea del pueblo –los salvados- y no
serán inscritos en sus listas desde el día de la reunión del Maestro único –
desde el día en el que los qumranitas se retiraron al desierto junto con el
Maestro de justicia- hasta que surja el mesías de Aarón e Israel (Textos de
Qumrán, p. 93). »

Soy consciente de que tanto texto puede ser abrumador para el lector usual
de este blog: el mesías -diríamos- es a veces un "tipo duro": ejerce también
funciones de condenación.

81
Espero, sin embargo, que este aporte de textos judíos más o menos
contemporáneos de Jesús haga caer en la cuenta de cuán importantes son
para nuestros fines de comprender el mesianismo de Jesús y cómo lo vieron
sus discípulos sobre todo tras el momento en el que creyeron firmemente
que había resucitado, pero que tenía que volver a cumplir su frustrada –por
la muerte injusta- misión mesiánica.

Seguiremos Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

82
El Mesías guerrero en los manuscritos del Mar
Muerto (2-27-29)
Hoy escribe Antonio Piñero /Florentino García Martínez

Comentamos, con Florentino García Martínez (“Los manuscritos del Mar


Muerto y el mesianismo cristiano”, pp. 192ss) cómo desarrollan los textos
qumránicos ciertas líneas básicas del mesianismo real/davídico/guerrero del
Antiguo Testamento tal y como es ex¬presado en textos como:

1. Jr 23,5-6 [5 Mirad que días vienen - oráculo de Yahvé - en que suscitaré


a David un Germen justo: reinará un rey prudente, practicará el derecho y la
justicia en la tierra. 6 En sus días estará a salvo Judá, e Israel vivirá en
seguro. Y este es el nombre con que te llamarán: «Yahvé, justicia
nuestra.»],

2. El oráculo de Balaán en Núm 24,17 [“17 Lo veo, aunque no para


ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro
surge de Israel. Aplasta las sienes de Moab, el cráneo de todos los hijos de
Set.”]

3. Y en el Salmo 2 [1 ¿Por qué se agitan las naciones, y los pueblos


mascullan planes vanos? :2 Se yerguen los reyes de la tierra, los caudillos
conspiran aliados contra Yahvé y contra su Ungido …. 7 Voy a anunciar el
decreto de Yahveh: El me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado
hoy. 8 Pídeme, y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines
de la tierra. 9 Con cetro de hierro, los quebrantarás, los quebrarás como
vaso de alfarero, etc..].

»Estos textos nos prueban que dentro de la comunidad de Qumrán


estaba muy viva la esperanza de un “mesías-rey”. El paso de la alusión
a un rey-ungido a la esperanza de un “Ungido”, que vendrá en el futuro
como rey, la encontramos (entre otros) en un comentario al libro del
Génesis conservado en varias copias (4Q252 [4QpGena]), que interpreta en
sentido mesiánico la famosa bendición de Jacob a Judá y que nos prueba así
que la interpretación mesiánica de este pasaje bíblico era muy anterior a las
traducciones arameas de la Biblia. Esta bendición de Jacob a Judá será uno
de los textos claves del mesianismo. He aquí el texto bíblico (Gn 49,8-11):

g[ 49:8 A ti, Judá, te alabarán tus hermanos; tu mano en la cerviz de


tus enemigos; inclínense a ti los hijos de tu padre. 9 Cachorro de león es
Judá; de la presa, hijo mío, has vuelto; se recuesta, se echa cual león, o
cual leona, ¿quién le hará alzar? 10 No se irá de Judá el báculo, el bastón de

83
mando de entre tus piernas. Hasta tanto que se le traiga el tributo y a quien
rindan homenaje las naciones; 11 el que ata a la vid su borriquillo y a la
cepa el pollino de su asna; lava en vino su vestimenta, y en sangre de uvas
su sayo] ]g

»La composición que mencionamos se ha conservado en tres copias


fragmentarias (4Q252, 253 y 254), de las que 4Q252 es la más amplia.

»Por lo que puede deducirse de los fragmentos conservados, la obra


comentaba secciones escogidas del libro del Génesis: la historia del diluvio,
la maldición de Canaán, la alianza con Abrahán, el episodio de Sodoma y
Gomorra, los descendientes de Esaú y las bendiciones de Jacob. El
comentario de estas bendiciones, reconocidas como una unidad
independiente, ocupaba al menos tres columnas del texto.

»El género literario de la obra es el de un verdadero “pesher”. [Este vocablo


en Qumrán indica un comentario explicativo de un texto bíblico.
Normalmente se copia, se explica y a veces se hace una aplicación al
presente del que hace la exégesis]. En nuestro caso este pesher es
discontinuo o temático, lo que nos indica que se trata de una composición
originaria de la comunidad qumránica, un hecho evidente por el empleo de
la expresión “los hombres de la comunidad” en V,5, y de la fórmula "como
dijo a Moisés para el final de los tiempos” en IV,2.

»Como pesher, pues, el texto qumránico pretende ofrecernos el significado


profundo del pasaje bíblico. Para la comunidad, la bendición de Jacob a Judá
contiene la venida del “mesías” y se refiere realmente a ella. El texto en
cuestión (4Q252 V,1-7) puede traducirse así desde el texto hebreo:

g[ 1 [No] se apartará un soberano de la tribu de Judá. Mientras que


Israel tenga el dominio, 2 [no] faltará quien se siente sobre el trono de
David. Pues “la vara/báculo” es la alianza de la realeza, 3 [y los millares de
Israel son “los pies”. Hasta que venga el mesías de justicia, el retoño 4 de
David. Pues a él y a su descendencia les ha sido dada la alianza de la realeza
sobre su pueblo por todas las generaciones eternas, que 5 ha observado […]
la Ley con los hombres de la comunidad.  ]g

»En cuanto el carácter fragmentario del texto permite averiguar, cada uno
de los elementos de la cita bíblica ha sido provisto de su interpretación. La
“vara”, o báculo, ha sido interpretada como “la alianza de la realeza”, una
expresión que sitúa la interpretación claramente en la perspectiva de la
promesa de una continuidad dinástica que culminará, como el texto
expresa, en la venida del “mesías”.

»La ecuación de “los pies/ piernas” con los “millares de Israel” acentúa el
contexto militar de la realeza prometida, que culmina en la venida del
“Mesías de Justicia”.

84
»La expresión es única en los textos de Qumrán, pero el paralelo con el
“Maestro de Justicia” deja claro que su significado no es otro que el de
mesías verdadero, legítimo. La clara dependencia de la expresión de Jr 23,5
y 33,15: “En aquellos días suscitaré a David un retoño legítimo que
ejercitará el derecho y la justicia”, muestra igualmente el carácter polémico
de la expresión en el contexto antiasmoneo (es decir, en contra de la
dinastía asmonea/macabea) de la comunidad y nos permite así encuadrar en
un contexto apocalíptico este desarrollo de la esperanza de un “mesías rey”
para el final de los tiempos.

»A pesar de las inseguridades debidas al estado lacunoso del texto, las


líneas generales son suficientemente claras como para asegurarnos que en
la interpretación qumránica la bendición del patriarca Jacob a su hijo Judá ha
sido vista como una promesa de restauración de la monarquía davídica y de
la perpetuidad de su función real. Y puesto que al futuro representante de la
dinastía se le identifica no sólo como el retoño de David, sino explícitamente
como el “ungido verdadero”, no queda duda sobre el tenor -mesiánico- del
texto.

»Desgraciadamente, las precisiones que el texto aporta sobre este -


mesías- no son muchas. Además de su carácter legítimo y davídico, de
su inserción en una dinastía perpetua y del tenor militar de su realeza, el
texto presenta su venida en relación con la comunidad qumránica y en
polémica con los usurpadores asmoneos.

Seguiremos Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

85
El Mesías guerrero en los Manuscritos del Mar
Muerto II (2-27-30)

Hoy escribe Antonio Piñero /Florentino García Martínez/Émile Puech

Seguimos comentando, con Florentino García Martínez -al que añadimos a


Émile Puech- cómo desarrollan los textos qumránicos el tema del “mesías
davídico/guerrero/político.

La esperanza en un retoño de David como futuro rey-mesías la


encontramos en otros textos claramente pertenecientes al pensamiento de
la secta de Qumrán. A pesar de su carácter fragmentario, estos pasajes
aportan algunas precisiones más que nos permiten delinear los contornos de
esta figura.

Entre ellos se encuentra 4Q285, que hace unos años recibió una gran
publicidad y que en el fragmento 5 identifica a este “retoño de David”
con el "Príncipe de la congregación” (en la columna II 15), una
designación que aparece frecuentemente en los escritos qumránicos.

La obra de la que este fragmento proviene se ha conservado en dos


ejemplares y era conocida como Berakhot Milhamah “Bendiciones para la
guerra” (del final de los tiempos), aunque es muy posible que ambas copias
provengan del final perdido del Regla/Rollo de la Guerra, conocido por
copias de las Cuevas 1 y 4 de Qumrán.

Más tarde el investigador Émile Puech lo designa sin duda alguna como
perteneciente a la llamada “Regla de la Guerra”, en el
artículo “Mesianismo, escatología, resurrección” de la obra Paganos,
judíos y cristianos en los textos de Qumrán, editada por Julio Trebolle,
Trotta, Madrid, 1991, p. 264*

El contenido general de los fragmentos conservados, la referencia en ambos


a la destrucción de los kittim (“los romanos”/los paganos en general), la
mención de los arcángeles Gabriel y Miguel y las alusiones al "Príncipe de la
congregación” son otras tantas indicaciones en esta dirección de pertenecer
al Rollo de la Guerra.

Sea lo que fuere sobre la identidad de ambas composiciones, lo cierto es


que el fragmento 5 de 4Q285 es interesante para nuestro tema del
mesías rey.

El fragmento fue dado a conocer en los periódicos en noviembre de 1991 por

86
los profesores R. Eisenman y M. Wise afirmando que contenía la
muerte del mesías, con lo que ofrecía así un perfecto paralelo qumránico a
la idea cristiana y a la posterior concepción rabínica del mesías hijo de José,
quien muere en la batalla escatológica. Pero, como veremos, lo que el texto
dice es algo muy distinto. El fragmento 5 del texto en cuestión puede
traducirse así:

1 [como dijo] Isaías el profeta: "Serán cortados [los más gruesos del] 2
[bosque con el hierro y el Líbano, con su es¬plendor,] caerá. Saldrá un
renuevo del tocón de Jesé […] 3 […] el retoño de David, y entrarán en
conflicto con […],[…] y lo matará el Príncipe de la congregación (el jefe de la
comunidad de Qumrán), el retoño de David […] 5 […] y con heridas. Y un
sacerdote ordenará […] 6 […] la destrucción de los kittim […] (4Q285, frag.
5). (Reconstrucción de Florentino García Martínez)

La reconstrucción de Émile Puech, en el artículo arriba citado, p. 263 es la


siguiente:

1 Como está escrito en el libro] de Isaías profeta: “Y serán abatido[s 2 los


matorrales del bosque por el hierro y el Líbano aunque (¿?) poderoso] caerá
y un vástago saldrá del tronco de Jesé. 3 [Los kittim harán la guerra a Israel
y al] germen de David, y serán juzgados con 4 [los guerreros de las
naciones y caerán, los kittim y su rey] y el Príncipe de la congregación lo
maará, el ejército de los 5 guerreros golpeará a los kittim y los herirá de
muerte a golpe]s y heridas. Y dará la orden al sacerdote 6 supremo, y los
sacerdotes/levitas harán sonar trompetas y los h[eridos entre los kittim…
(Fragmento 5,1-6)

Sigue Florentino García Martínez:

La polémica que el pasaje ha suscitado se centra, evidentemente, en la


interpretación de la línea 4, que he traducido: "y lo matará el Príncipe de
la Congregación, el retoño de David", pero que puede igualmente
traducirse: "y ellos matarán al Príncipe de la Congregación, al retoño de
David".

No voy a aburrir a los lectores con los detalles filológicos que justifican mi
traducción [El interesado puede acudir a la revista Communio 26, 1993, 3-
31, en donde hay un artículo con el título b[“Nuevos textos mesiánicos de
Qumrán y el mesías del Nuevo Testamento”]]b. Es suficiente señalar que
ambas traducciones son gramaticalmente posibles, aunque la mía tiene una
ligera ventaja por acomodarse mejor al estilo habitual del hebreo qumránico.
En definitiva,sólo el contexto puede ayudarnos a decidir entre estas
dos interpretaciones gramaticalmente posibles. Pero este contexto no
deja, en mi opinión, duda alguna sobre el significado de la frase.

¿Cuál es el contexto? Es Isaías 10,34-11,1 -“Y un vástago [o retoño]


87
surgirá del tronco de Jesé”- y los versículos siguientes donde se pinta con
bellas imágenes cómo será el reino mesiánico, un reino de paz y prosperidad
en Israel una vez que los israelitas están en paz unos con otros y han
derrotado a sus enemigos. Is 11,14 lo expresa con claridad:

« “Ellos se lanzarán sobre la espalda de Filistea Marítima, a una saquearán a


los hijos de Oriente. Edom y Moab bajo el dominio de su mano, y los
ammonitas bajo su obediencia.” »

Por tanto, en el texto de Isaías, que el autor cita expresamente, no se


anuncia la muerte del "retoño de David", como afirmaban Eisenmann y
Wise, sino que será él expresamente quien juzgará y quien matará al impío.

Émile Puech comenta:

La cita de Isaías 10,34-11,1 proporciona el tono del pasaje: el príncipe es


aquí el mesías real, vástago de David, que liberará a Israel conduciéndolo a
la victoria contra los kittim. Coincide así el texto bíblico con el comentario a
Isaías y otros pasajes de Qumrán que dan la victoria al mesías. No
queda lugar para la muerte del mesías davídico contra lo que
algunos han mantenido.

En conclusión: no se prueba que se afirme en Qumrán que el mesías


guerrero tiene que morir. Por tanto no hay un antecedente claro para esta
concepción que sí encontramos en el cristianismo.

Seguiremos en la nota siguiente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

88
El Mesías guerrero en los Manuscritos del Mar
Muerto III (2-27-31)
Hoy escribe Antonio Piñero /Florentino García Martínez/ Émile Puech

Seguimos comentando, con Florentino García Martínez y Émile Puech cómo


desarrollan los textos qumránicos el tema del “mesías
davídico/guerrero/político". Aún más importante es la interpretación
qumránica del texto bíblico de Isaías 11,1-5 en 4Q161. Transcribo el texto
de los Manuscritos del Mar Muerto:

g[ 22 La interpretación de la palabra concierne al vástago de] David,


que se levantará al fin 23 [de los días para salvar a Israel y para destruir] a
sus enemigos. Y Dios lo sostendrá por un [espíritu de val]or […] 24 y le dará
un trono de gloria, una corona de santidad y vestiduras borda[das 25 y le
pondrá un cetro en su mano, y sobre todas las naciones dominará. Y a
Magog (el príncipe mítico que luchara contra Israel al final de los tiempos)
26 y a todos los pueblos su espada juzgará […] y con él (el vástago de
David) saldrá uno de los sacerdotes de renombre y en su mano llevará las
vestiduras… ]g

Comenta Émile Puech:

“Por tanto, este rey/mesías recibe el espíritu, es victorioso, reina y juzga


según la justicia, y está acompañado por un sacerdote de renombre. Ambos
personajes son ungidos o mesías. Pero por la introducción en el texto de los
sacerdotes, que hacen de intérpretes, el autor qumránico muestra la
subordinación del mesías davídico al sacerdote o ungido de Aarón en
el momento de las guerras escatológicas contra Magog, el enemigo
arquetípico del pueblo de Dios, según Ezequiel 38-39” (p. 265).

Señala también Florentino García Martínez (p. 196ss):

En la parte primera de este pasaje, que está muy estropeada, no solamente


se menciona al "Príncipe de la congregación" en la column II, 15, sino que se
acentúa su carácter victorioso y se interpreta -Líbano- y "los más gruesos
del bosque. como significando a los kittim/paganos que son puestos en su
mano (col. III, 1-8).

Esa misma exaltación victoriosa del “Príncipe de la congregación” se


encuentra en 1QSb(una versión de la llamada “Regla de la comunidad” de
Qumrán), que también emplea el texto de Isaías, y aparece igualmente en
las demás alusiones qumránicas al personaje. De la misma manera, la
referencia a la destrucción de los kittim de la línea 6 nos sitúa claramente en

89
la perspectiva del Rollo de la Guerra y de la victoria definitiva sobre las
fuerzas del mal. Ello nos indica que la idea de que es el “Príncipe de la
congregación “ quien mata a su adversarioes la que mejor se adapta
tanto al texto bíblico de origen como a las otras interpretaciones de ese
texto en los escritos qumránicos. Es la que mejor explica todos los
elementos conservados y está provista de paralelos convincentes en otros
textos relacionados.

Se confirma la conclusión que indicábamos en la nota anterior:

La idea, por el contrario, de la muerte de este “Príncipe de la congregación”


a manos de su adversario escatológico no se halla documentada en ningún
otro texto qumránico que trate del “mesías” davídico ni en ningún otro de los
textos qumránicos que mencionan al “Príncipe de la congregación”

La alusión de Daniel 9,25-26 a la muerte del “Ungido” o las alusiones al


“Siervo sufriente” de Isaías 40-45 no desempeñan ningún papel. Por lo que
debemos concluir que la muerte del “mesías” es contextualmente ajena al
tenor de los dos pasajes que hemos comentado (4Q161 y 4Q285).

Este nuevo texto nos aporta simplemente y de una forma concreta la


precisión de que lavictoria del “Mesías hijo de David” incluirá la
destrucción de su adversario escatológico en la guerra del final de
los tiempos. Y nos da la prueba explícita de que en los textos qumránicos
la figura mesiánica del “Príncipe de la comunidad” es idéntica con la del
“retoño/vástago de David”, es decir, con el “mesías-rey” tradicional.

Como puede verse el mesianismo relacionado con el título "Hijo de David" es


totalmente nacionalista, polítici y guerrero. El Hijo de David es el libertador
de Israel del final de los tiempos... y Dios le ayudará a conseguir la victoria
sobre los enemigos del pueblo elegido.

Concluiremos en la nota siguiente.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

90
El Mesías guerrero en los Manuscritos del Mar
Muerto (2-27-32)

Hoy escriben Antonio Piñero /Florentino García Martínez/ Émile


Puech.

Concluimos nuestro comentario -con Florentino García Martínez y Émile


Puech- sobre cómo desarrollan los textos qumránicos el tema del “mesías
davídico/guerrero/político.

Otro texto que parece referirse a la misma figura mesiánica ha sido


recientemente publicado por Émile Puech, al que denomina “apocalipsis
mesiánico”. Lleva la sigla 4Q521 y procede probablemente, en opinión
de Puech (p. 260) del siglo II a.C. Florentino García Martínez lo considera un
texto fascinante, aunque su interpretación no deja de presentar problemas.
La referencia al "mesías” aparece en el fragmento 2, el mejor conservado.
He aquí la transcripción:

1 [pues los cielos y la tierra escucharán a su mesías, 2 [y todo) lo que hay


en ellos no se apartará de los preceptos de los santos. 3 ¡Reforzaos, los que
buscáis al Señor en su servicio! 4 ¿Acaso no encontraréis en eso al Señor,
(vosotros) todos los que esperan en su corazón? 5 Porque el Señor
observará a los piadosos, y llamará por el nombre a los justos, 6 y sobre los
pobres posará su espíritu, y a los fieles los renovará con su fuerza. 7 Pues
honrará a los piadosos sobre el trono de la realeza eterna, 8 librando a los
prisioneros, dando la vista a los ciegos, enderezando a los torcidos. 9 Por
siempre me adheriré a los que esperan. En su misericordia él juzgará] 10 y a
nadie le será retrasado el fruto [de la obra) buena, 11 y el Señor obrará
acciones gloriosas como no han existido, como él lo ha dicho]. 12 pues
curará a los malheridos, y a los muertos los hará vivir, anunciará buenas
noticias a los humildes, 13 colmará [a los indigentes, conducirá los
expulsados, y a los hambrientos los enriquecerá (4Q521 2 ii).

El mismo texto, en 2 iii 3-7 dice lo siguiente:

(Aquel) 3 que la bendición del Señor en su benevolencia […]


4 la tierra ha exultado en todos los lugares […]
5 ya que todo Israel en la exultación[…]
6 y su cetro y ellos exaltarán

Comenta brevemengte Émile Puech:

91
Obsérvese que la mención a “todo Israel” remite al verdadero Israel de los
tiempos mesiánicos, la congregación de todos los fieles que han respondido
a la predicación del profeta-instructor. Lo que el autor espera, pues, se
refiere a los tiempos mesiánicos.

Y sobre el conjunto del pasaje es interesante la relación que efectúa


Florentino García Martínez con el Nuevo Testamento:

Conocemos todos las preguntas que los enviados del Bautista hacen a
Cristo: ¿Eres tú el que va a venir, o tenemos que aguardar a otro?” Así como
la respuesta de Jesús: “Id a contarle a Juan lo que oís y veis: los ciegos
recobran la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos
oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les predica el evangelio” (Mt
11,3-5).

En la respuesta de Jesús resuenan las palabras de Isaías, las mismas que


constituyen el entramado de la descripción qumránica de las acciones
maravillosas que el Señor obrará en la época final, en el tiempo del
“mesías”. Es más, en ellas encontramos unidos por vez primera en una sola
frase el anuncio de las buenas noticias a los anawim (hebreo “pobres”) de
Isaías 61,1 (la predicación del evangelio a los pobres, en la traducción
griega del Nuevo Testamento) con la resurrección de los muertos, una unión
a la que los comentaristas del Nuevo Testamento no habían conseguido
encontrar paralelos veterotestamentarios. Lo que nos prueba que ya en el
judaísmo precristiano la resurrección de los muertos era
considerada como una de las acciones gloriosas que Dios obrará en
la época del “mesías”.

Estos textos nos prueban suficientemente que la esperanza de un futuro


“mesías” heredero de las promesas davídicas, que constituirá el centro del
mesianismo rabínico posterior, estaban muy presentes en el pensamiento de
la comunidad de Qumrán. Pero, a diferencia del mesianismo posterior, la
esperanza mesiánica de la comunidad hemos visto ya cómo desarrolla
ciertas figuras mesiánicas que están a medias entre ser humanos y
celestiales.

Por mi parte debo concluir una vez más que en el marco de piadosos tan extremos
como los esenios no se contempla jamás un mesianismo –por mucho que
aparezcan ciertas figuras semicelestes, como el “Hijo de Dios” y Melquisedec- que
no sea humano. El mesías, como cargo y como función tiene que ser
necesariamente un hombre.

92
El profeta que ha de venir (2-27-33)

Hoy escribe Antonio Piñero

Como recordarán los lectores hemos hablado ya, aunque muy brevemente,
del tema del doble mesianismo, sacerdotal y guerrero. Pero en los siglos
anteriores a la llegada de Jesús a este mundo surge también el concepto
de una tercera figura “mesiánica” o mejor “semimesiánica”, que
prepara el terreno para la acción del mesías: es la del “profeta que ha de
venir”.

Si tomamos como una de las pautas el pensamiento de los esenios de


Qumrán, para que nos indique qué pensaban los judíos piadosos poco antes
de Jesús, observamos pensaban que ese “profeta” habría de venir antes del
mesías, a aclarar el terreno para la misión de este último. Adelantemos ya
que es fácilmente perceptible cómo los judeocristianos aplicaron este
esquema para entender las relaciones entre Juan Bautista y Jesús. El
primero es el “profeta que ha de venir” para preparar el camino al segundo.
De ahí que sea interesante –creo- detenerse unos momentos en esta figura.

El texto qumránico 4Q175Testimonia pertenece a esa sección de los textos


de Qumrán que recogen citas bíblicas (es como un florilegio) que les
ayudaban especialmente para iluminar las necesidades del presente. Eran,
pues, textos bíblicos especialmente importantes. En este manuscrito 4Q175
reúnen citas de Dt 5,28-29, de Núm 24,15-17, de Dt 33,8-11 y de Josué
6,26.

En las líneas 5-8 recoge la cita de Dt 18,15-19. Veamos primero el texto de


la Biblia hebrea y luego cómo lo recopian los qumránicos:

15 Yahvé tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un


profeta como yo, a quien escucharéis. 16 Es exactamente lo que tú pediste a
Yahvé tu Dios en el Horeb, el día de la Asamblea, diciendo: «Para no morir,
no volveré a escuchar la voz de Yahvé mi Dios, ni miraré más a este gran
fuego». 17 Y Yahvé me dijo a mí: «Bien está lo que han dicho. 18 Yo les
suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré
mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande. 19 Si alguno
no escucha mis palabras, las que ese profeta pronuncie en mi nombre, yo
mismo le pediré cuentas de ello.

93
Los esenios de Qumrán transcriben una parte (vv. 18-19) del siguiente
modo:

5 Es un profeta (hebreo nabí) como tú el que yo suscitaré de en medio de


sus hermanos y yo pondré mis palabras 6 en su boca, para que él diga todo
lo que yo le prescriba. Y así el hombre 7 que no escuche mis palabras que el
profeta (nabí) expresará en mi nombre, yo seré 8 el que le pida cuenta.

Esta copia se hizo antes de la era cristiana. Las variantes que se


observan no son importantes para el sentido, pero indican que el texto no
era exactamente igual al de hoy. Era un texto sagrado, pero fluido y
se podía manipular de algún modo, siempre que el que lo hiciera
transmitiera una tradición inspirada por el Espíritu. El concepto de
inspiración verbal (Dios ha inspirado hasta la úlñtima coma del texto sacro)
no existía aún.

El profeta designado se adelanta a la venida del mesías y el recopilador no lo


designa así, sino como profeta. Por tanto insiste en que es una figura
diferente.

Un fragmento de papiro de la Cueva IV contiene una traducción libre al


arameo, la lengua popular del pueblo, de un texto del profeta Malaquías
3,23 (4,5 en la otra numeración). He aquí primero este texto:

5 He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahvé,
grande y terrible.

El copista de Qumrán escribe:

“3 … Y he aquí que voy a purificar… 4 Yo os enviaré a Elías antes de que [la


tierra] sea reprendida por el relámpago intenso…

Tenemos aquí la prueba de que era firme la creencia en el precursor


del mesías. Comenta Émile Puech (artículo “Mesianismo, escatología y
resurrección en los Manuscritos del Mar Muerto”, de la obra Paganos, judíos
y cristianos en los textos de Qumrán, edición de J. Trebolle, Trotta, Madrid,
1999, p. 272:

La venida de Elías redivivo está ligada al “Día de Yahvé” (el momento previo,
de juicio de los malvados, antes de la instauración del reino mesiánico). El
profeta que ha de venir debe preparar los corazones, convertir a sus
94
contemporáneos antes de que llegue el día del Juicio (no el juicio final
absoluto; sino uno previo al reino; pero se denominan igual).

Este mismo pasaje de Malaquías es citado en hebreo en un manuscrito que


ya conocemos y que lleva el número 4Q521, frag. 2, columna III (p. 410 de
los “Textos de Qumrán”) que comienza (en su columna II) así “los cielos y la
tierra escucharán a su mesías, y todo lo que hay en ellos no se apartará de
los preceptos santos. Estamos, pues, en tiempos mesiánicos:

“Y los liberaré por la palabra de tu boca (se refiere al profeta)… y los padres
vuelven hacia los hijos…

Los estudiosos opinan que esta creencia en el profeta que ha de venir es


similar a la que muestran --a veces obscuramente-- varios textos bíblicos
del siglo II a.C. que –a veces no de manera clara en su afirmación de que
sea estrictamente el precursor del mesías- aluden a la creencia de la
venida de un profeta antes de los tiempos mesiánicos. He aquí estos
pasajes relacionados con la misma creencia que la de los esenios de
Qumrán:

Eclesiástico o Ben Sira 48,10 en donde se habla de la actividad de Elías


en su tiempo y en el futuro (al parecer).

Fuiste designado por Dios (Elías ) en (el tiempo de) los reproches futuros,
para calmar la ira antes que estallara, para hacer volver el corazón de los
padres a los hijos, y restablecer las tribus de Jacob.

Es posible que la misma idea subyazca a estos dos textos del primero de
los Libros de los Macabeos. En el primero se habla del altar de los
holocaustos del Templo que había sido profanado por los griegos (rey
seléucida Antíoco IV Epífanes) en su intención de cambia la religión de los
judíos. He aquí el texto:

Y depositaron sus piedras en el monte de la Casa, en un lugar conveniente,


hasta que surgiera un profeta que diera respuesta sobre ellas (4,46).

Y en 14, 41 leemos:

A los judíos y a los sacerdotes les había parecido bien que fuese Simón
(Macabeo, hermano de Judas) su jefe y sumo sacerdote para siempre hasta
que apareciera un profeta digno de fe.

95
Por tanto, parece que en los círculos de piadosos del siglo II a.C. se
esperaba ya de una manera firme que antes del mesías apareciera
un precursor que le “allanara” el camino.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

96
El profeta que ha de venir II (2-27-34)

Hoy escribe Antonio Piñero

Concluimos con el tema iniciado en la nota anterior. Hacemos hoy un doble


comentario de la mano de Paolo Sacchi y de Émile Puech

1. Paolo Sacchi comenta el texto de los Macabeos de la nota anterior


del modo siguiente:

“En cualquier caso la espera de un profeta para dirimir problemas de


naturaleza jurídica y política está documentada también en el primer libro de
los Macabeos (14,41): cuando Simón se encontró en una situación más bien
confusa jurídicamente al haber concentrado en sus propias manos el poder
civil y religioso y asumido el cargo de sumo sacerdote sin ser de la estirpe
sadoquita, pensó que un medio excelente para ganar tiempo era remitir todo
el problema a un “profeta digno de fe”. El pueblo halló aceptable esta
solución; por tanto, la posibilidad de un mediador que remitiese a los
hombres la voluntad de Dios y los guiase debió haber sido comúnmente
admitida”.

2. Émile Puech piensa también que en el pasaje –ya citado en este blog-
sobre Melquisedec (como una de esas figuras a medias entre el cielo y la
tierra, en donde se hace mención también de un “Ungido por el Espíritu”),
este personaje misterioso -el Ungido- podría hacer la función de
precursor.

Recuerdo a los lectores que el texto decía:

“‘Qué bellos son sobre los montes los pies del pregonero que anuncia la
paz… diciendo a Sión ‘tu Dios [reina’]. Su interpretación: Los montes son los
profe[tas...].

Y el pregonero es [el un]gido del Espíritu del que habló Daniel… y el


pregonero del] bien que anuncia la salva[ción es aquél del que está escrito
que él se lo enviará… ‘para conso[lar a los afligidos’”.

El pasaje bíblico que se cita es de Isaías 61,1. Puede ser Elías porque es un
profeta, es decir, un ungido.

97
Concluye Puech razonando que, a pesar de todos los textos citados, no
podemos afirmar que todo el judaísmo hiciera esta identificación “profeta
que ha de venir” = Elías/precursor, porque en la historia posterior del
judaísmo –hasta el siglo X todavía- tenemos aún noticias de rabinos que
identificaban al nuevo Elías con el mesías sacerdote. De ello se concluye que
-en ciertos círculos judíos- el profeta que había de venir se pensaba no como
Elías, sino como un scerdote sabio que explica la Ley y prepara pra la venida
del mesías. De todos modos, existe la figura del "precursor"

Ahora bien, para nuestra argumentación estas dudas no tienen mucha


importancia. Lo importante es que

1. Existía esa creencia del precursor mesiánico

2. Que –siguiendo este pensamiento- los cristianos vieron en Juan Bautista


no al maestro de Jesús (lo que fue en realidad), sino a su precursor (Jn
1,21: “¿Eres tú Elías…?”).

3. Que incluso algunos judíos que vivieron la predicación de Jesús


identificaron a éste con “ese profeta” que ha de venir (Mt 21,11: Jesús
como profeta; Mc 6,15: algunos pensaban expresamente que Jesús era Elías
o, la encarnación de éste, Juan Bautista, que había resucitado y, a su vez, se
había corporizado en Jesús), y no con el mesías.

4. y, finalmente, que siempre piensan los judíos en un personaje humano,


con especiales ayudas de la divinidad y en contacto íntimo con ella, pero que
no hay atisbos para el judaísmo del siglo I de nuestra era de que los
piadosos pensaran ni siquiera que este precursor (repito identificado a veces
con Jesús) fuera más que una persona humana, aunque especial.

Concluye E. Puech su repaso de todos los textos mesiánicos importantes de


Qumrán:

Los textos sobre el mesianismo de Qumrán revelan una gran unidad, e


incluso uniformidad, en la espera de liberadores escatológicos (para el final
de los tiempos) y no dejan entrever (demasiada) fluctuación en su
pensamiento… Desde la segunda mitad del siglo II y en la primera mitad del
siglo I a.C. los esenios esperaban la venida de un profeta, Elías redivivo de
la tradición anterior, y la de un mesías sacerdote, y un mesías rey… Su
venida inauguraría una nueva época (acá en la tierra), la época mesiánica,
destinada a traer la victoria de Israel sobre las naciones y los impíos

Saludos cordiales de Antonio Piñero.

98
El Mesías sacerdotal I (2-27-35)

Hoy escribe Antonio Piñero/ Paolo Sacchi

Hemos tocado muy levemente este punto del mesías sacerdotal cuando –
hace ya días, en la nota que lleva el número 2-27-28 abordábamos el tema
de que en los Manuscritos del mar Muerto se veía claramente cómo los
esenios tenían una concepción doble del mesianismo, el guerrero, o el
mesías de Judá, y el sacerdotal, o mesías de Aarón/Leví.

Ahora, de la mano de P. Sacchi -que he escrito muy sensatamente sobre


este tema en suHistoria del judaísmo en la época del Segundo
Templo (Trotta, Madrid, 2004, pp. 424ss)- nos detenemos un poco más en
la figura de éste “mesías puramente sacerdotal”, que es para algunos
cristianos un concepto un tanto extraño. Pero así era en el siglo en el que
vivó Jesús y en el fondo no es etraño en absoluto, ya que el tiempo
mesiánico es el momento por antonomasia en el que se cumplirá totalmente
la ley de Moisés.

Comenta P. Sacchi, al que parafraseo un tanto por mor de una mayor


claridad:

»Mientras que en los textos esenios (del Mar Muerto) la superioridad del
mesías de Aarón/Leví sólo puede deducirse del hecho de que este mesías
tiene la preferencia frente al de Israel, en los Testamentos de los Doce
Patriarcas (un apócrifo importante del Antiguo Testamento, cuya fecha es
discutida, quizá del siglo I a.C.; el texto que ha llegado hasta nosotros sin
embargo, ha sido manipulado por los escribas cristianos) el tema está más
desarrollado.

Leemos en el Testamento de Judá 21,4 con referencia a los tiempos


futuros o mesiánicos:

“Como el cielo es más alto que la tierra, así el sacerdocio de Dios es más
alto que el reino terreno”.

También en el Testamento de Rubén 6,8 se dice:

“Por ello os ordeno” –habla Rubén en su lecho de muerte a sus sucesores-


que prestéis oídos a Leví, porque él conoce la ley del Señor. Él formulará las
instrucciones precisas para los juicios y para los sacrificios por todo Israel
99
hasta la consumación de los tiempos”.

El mesías sacerdotal no sólo tendrá la tarea de dar la interpretación


definitiva de la ley en todos los casos en los que se produzca incertidumbre
sobre la halakah (literalmente “camino” = las normas sobre el recto
“caminar” o cumplimiento de la Ley, por tanto sobre cómo hay que
comportarse), sino que tendrá además la tarea de atar a Satanás (“Beliar
será atado por él”: TestLev 18,12).

El TestLev, 18,2 dice :

“A Leví (y por tanto al mesías sacerdotal, su sucesor), serán reveladas todas


las palabras del Señor”. Los piadosos judíos la necesidad de una revelación
particular para conocer la verdadera halakah.

Los esenios así lo pensaban igualmente:

No se apartarán de ningún consejo de la Ley para caminar en la obstinación


de su corazón, sino que serán gobernados por las ordenanzas primeras (por
la ley antigua que aclaró el Maestro de justicia y sus seguidores al frente de
la secta): 1QS 9,10-11.

Satanás tiene en estos textos una importancia que no posee en la Biblia


canónica. El mundo, como en el esenismo, está dividido en dos grandes
partes, dos goralim en hebreo, la de Luz y la de las Tinieblas; una guiada
por el ángel de la Luz, generalmente interpretado como Miguel, y la otra
bajo la égida del ángel de las Tinieblas, al que puede denominarse con
nombres muy distintos, pero que siempre es el diablo.

Leemos en la Regla de Qumrán 1QS 3,17-21:

Dios creó al hombre para dominar el mundo y puso en él dos espíritus para
que camine por ellos hasta el tiempo de su visita: son los espíritus de la
verdad y de la falsedad. Del manantial de la Luz provienen las generaciones
de la verdad, y de la fuente de las Tinieblas provienen las generaciones de la
falsedad.

En manos del Príncipe de las Luces está el dominio sobre todos lo hijos de la
justicia; ellos marchan: ellos marchan por caminos de luz. Y en manos del
Ángel de las Tinieblas está el dominio sobre los hijos de la falsedad: ellos
marchan por caminos de tinieblas.

Así pues, el sumo sacerdote (más tarde, sumo sacerdote mesiánico o mesías
sacerdotal) tendrá una función altísima y salvífica que culmina en liberar al
100
mundo de Satanás, es decir del mal y de esas tinieblas y su poderoso influjo
que hemos visto en el pasaje que acabamos de citar. Y veremos cómo ese
sacerdote es muy especial. En él se estarán reflejando lo que luego se verá
con más claridad en el mesías futuro.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

101
El Mesias sacerdotal II (2-27-36)
Hoy escribe Antonio Piñero/ Paolo Sacchi

Comenta P. Sacchi en su Historia de Israel en tiempos del Segundo


Templo(p. 425):

»Este sacerdote del futuro –del que habábamos en la nota anterior- no tiene
nada en común con el sacerdocio histórico de Israel, ni siquiera con el más
auténtico. Será un sacerdocio nuevo, de naturaleza excepcional.

Se lee en el TestLev 18,1-12:

Cuando el Señor se haya vengado de ellos…,


entonces hará surgir un sacerdote nuevo a quien se revelarán todas las
palabras del Señor (estará por tanto en capacidad de enseñar la halakah
verdadera).

Juzgará rectamente en la tierra durante muchos días.

Brillará como el sol en la tierra


y hará desaparecer toda tiniebla bajo el cielo;
habrá paz en toda la tierra.

En sus días los cielos exultarán,


y las nubes se alegrarán…

Se pronunciará sobre él la gloria del Altísimo,


y el espíritu de inteligencia y de santidad reposará sobre él…

Transmitirá la grandeza del Señor a sus hijos, en verdad y para siempre,


y no tendrá otro sucesor de generación en generación y para siempre…

Durante su sacerdocio desaparecerá el pecado…


y dará de comer del árbol de la vida a los santos…
Atará a Beliar"…

Como se ve estamos claramente en un mundo mesiánico. En conjunto se


tiene la impresión de que el autor de los Testamentos de los Doce
Patriarcas esperaba un mundo distinto que debía ser instituido por el mesías
de Leví y por el mesías de Judá. Es interesante que, aunque haya
desaparecido el nombre de David al ser sustituido por la denominación más

102
amplia de Judá, el autor espera sin embargo la restauración del reino de
Israel sobre la base de las profecías del antiguo mesianismo davídico (es
decir, la promesa de Dios a David a través del profeta Natán de que jamás
faltará sobre su trono un descendiente = 2 Samuel 7,9-14.

Aparentemente aquí poco tiene que ver el mesías guerrero…, pero no es así;
su presencia y su obra son necesarias: se lee en el Testamento de Judá
22,2-3:

Mi reino acabará por obra de extranjeros (o bien: entre gentes extranjeras),


hasta que venga la salvación de Israel,
hasta la parusía del Dios de justicia, para que Jacob y todos los pueblos
vivan en paz.
Él (el descendiente de Judá) custodiará la fortaleza de mi reino por siempre,
porque con juramento me ha jurado el Señor
no quitar el reino a mi descendencia por siempre.

Particular atención merece el siguiente pasaje del Testamento de


Simeón 7,1-2:

Obedeced a Leví y a Judá y no os levantéis contra estas dos tribus, porque


de ellas surgirá la salvación de Dios. Porque el Señor suscitará de Leví como
un sumo sacerdote, y de Judá como un rey [Dios y hombre]; éste salvará a
todas las gentes y al pueblo de Israel.

Este pasaje puede considerarse un ejemplo típico de los problemas de crítica


textual que rodean a los apócrifos del Antiguo Testamento, que son textos
judíos, y de algunos de siglos antes del nacimiento del cristianismo, pero
que han sido trasmitidos por ambientes cristianos. ¿Hasta qué punto el
escriba cristiano puede haber adaptado el texto a su propia fe? Es decir, al
copiarlo, ¿no ha podido añadir algo -que no estaba en el texto que debía
copiar- para que el pasaje en cuestión fuera como una profecía judía de lo
que luego iba a ocurrir con la venida de Cristo y el cristianismo?

Probablemente algo haya de esto, pero quizá no mucho.

Seguiremos en este punto. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

103
El Mesias sacerdotal III (2-27-37)

Hoy escriben Antonio Piñero/ Paolo Sacchi

Hay un buen número de investigadores que opinan que en concreto el


apócrifo Testamento de los XII Patriarcas procede de una mano cristiana. Es
decir y en concreto, tendría una base judía…, pero tan débil que casi ha
quedado sepultada por la falsificación cristiana posterior. Estaría redactado
en el siglo II d.C. o más tarde. Por tanto, no valdría para reconstruir la
prehistoria del cristianismo y los influjos que éste hubiere recibido.

Otros, por el contrario, opinan que es fácil eliminar las interpolaciones


cristianas, con lo que queda un texto que puede considerarse totalmente
judío…, y que es anterior al cristianismo. Por tanto, sería un texto
importante para reconstruir el ambiente en el que nació el cristianismo y qué
influyó en ese nacimiento

Comenta P. Sacchi (p. 426) al respecto:

»Aun sin defender la tesis que sostiene que este texto (que citamos en la
nota anterior = Testamento de Simeón 7,1-2) ha sido redactado
completamente por mano cristiana, hay investigadores que eliminan en sus
ediciones todo el pasaje siguiente

“Porque el Señor suscitará de Leví ‘como’ un sumo sacerdote, y de Judá


‘como’ un rey [Dios y hombre]; éste (lectura variante “así”) salvará a todas
las gentes y al pueblo de Israel”

por considerarlo cristiano. No estoy de acuerdo con ello. La frase “Dios y


hombre” es obviamente cristiana, pero albergo muchas dudas de que un
cristiano pueda haber escrito en el siglo II d.C. que esperaba un sumo
sacerdote de Leví y un rey de Judá. Si algo hay de cristiano en esta parte,
creo que debe buscarse en los dos “como” añadidos antes de “sacerdote” y
de “rey” justamente con el objeto de matizar un concepto inaceptable.

Para los cristianos la frase tenía sólo sentido si se interpretaba


metafóricamente de modo que quedara claro que mesías hay uno solo,
Jesús, el Cristo, que tiene la función de rey y de sacerdote, y que ante todo
es descendiente de David: al mesías davídico se agrega la expresión “Dios y
hombre”.

También la ultima parte del texto “que salvará a todas las gentes y al pueblo

104
de Israel” podría ser cristiana, pero podría también pertenecer a una fase
del judaísmo que se iba abriendo en sentido universalista, como documentan
los Salmos de Salomón por ejemplo en 17,30-31, donde se dice que el
mesías dominará todos los pueblos y que todos vendrán, según antiguas
profecías, a rendirle honor en Jerusalén.

Sin embargo, el universalismo ya había aparecido antes entre los piadosos


judíos en el llamadoLibro de los Sueños (una parte del hoy llamado 1 Henoc
y que hemos visto ya), y posteriormente reaparecerá en el Libro de las
Parábolas (también recogido en 1 Henoc y que hemos citado muchas veces
al hablar del mesías como Hijo del Hombre).

A favor de la hipótesis de que el texto -que estamos comentando, del


Testamento de Simeón- como ahora lo tenemos no haya sido compuesto por
manos cristianas sino sólo reelaborado o retocado por ellas, está la variante
“así”, en lugar de “éste”, que hemos señalado al transcribir el pasaje más
arriba. “Así” representaría al texto todavía en fase judía, en la cual el sujeto
de “salvará” es claramente Dios según un esquema que aparece también en
otras partes del libro: los dos mesías son funciones de la salvación que sólo
Dios da efectivamente a los hombres. Los cristianos habrían cambiado un
“así” por un “éste” haciendo que el sujeto de “salvará” sea el mesías
davídico = Jesús.

Se trata de un trabajo bastante sutil, pero siempre perceptible. Y al ser


perceptible podemos detectar cuando entran en acción los copistas
cristianos, por lo que eliminamos sus interpolaciones y nos quedamos –con
bastante seguridad- con un texto judío auténtico y anterior al cristianismo.

Seguiremos en este punto. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

105
El Mesias sacerdotal y IV (2-27-38)
Hoy escribe Antonio Piñero/ Paolo Sacchi

Así como el mesías davídico puede aparecer como figura única en los textos
judíos de la época de Jesús o inmediatamente anteriores, el mesías
sacerdotal aparece siempre como complemento o acompañante del mesías
guerrero/político.

He aquí un texto tomado del Testamento de Neftalí en el que se observa


mejor esta compleja correspondencia entre mesías y salvación en todos los
aspectos:

Ordenad a vuestros hijos que se mantengas unidos a Leví y a Judá,


porque por ellos [manuscritos: “por él”] surgirá la salvación para Israel,
y en ellos será bendito Jacob.
Por ellos aparecerá Dios en la tierra para salvar a la estirpe de Israel,
[manuscritos: “habitando entre los hombres”]
y para congregar a los justos de entre los gentiles (8,2-3).

Comenta Paolo Sacchi (p. 427):

El texto así presentado está reconstruido, eliminando las interpolaciones de


los escribas cristianos: los manuscritos presentan la reelaboración cristiana
que ha sustituido un “por ellos” por un “por él” que pretende centrar toda la
atención en Judá, que está claramente en un segundo plano (teniendo en
cuenta que –a la vez- se piensa en Jesús Cristo, que es descendiente de
David/Judá.

La frase “habitando entre los hombres” es ciertamente también una


interpolación, porque está fuera del ritmo hebreo que consiste en un
paralelismo de frases (el denominado técnicamente "paralelismo de
miembros", típico de la poesía hebrea: repetición de una misma idea pero
con palabras distintas): los dos miembros paralelos son “salvar la estirpe de
Israel” y “congregar a los justos”. Pero no es una interpolación
necesariamente cristiana porque, como hemos visto, existían también otras
corrientes universalistas en el judaísmo

Aunque la salvación vendrá por medio de los descendientes de Leví y de


Judá para los que mantienen la idea de un mesianismo doble, sólo se
cumplirá cuando Dios mismo aparezca al final de los tiempos para realizar la
esperanza mesiánica. En cualquier caso, mientras esperan la gran parusía
del sumo sacerdote ungido, los hijos de Israel deben seguir la halakah (es

106
decir la interpretación de la Ley) establecida por los hijos de Leví:

Se dice en el Testamento de Leví:

Por esto yo os ordeno que escuchéis a Leví, porque éste conocerá la ley de
Dios y dará instrucciones respecto al juicio, hará sacrificios en Israel hasta el
cumplimiento de los tiempos, hasta que venga el sumo sacerdote ungido
indicado por el Señor (Testamento de Rubén 6,8).

Y con mayor claridad aún:

El Altísimo ha oído tu oración


para apartarte de la injusticia y para que llegues a ser un hijo para Él, siervo
y ministro de su Faz.
Tú brillaras en Jacob con la luz del conocimiento, serás como un sol para
toda la estirpe de Israel.
A ti se te dará la bendición
y a toda tu estirpe,
hasta que el Señor visite a todos los pueblos con su misericordia para
siempre (Testamento de Leví 4,2-4).

En cualquier caso, el sacerdote actual tiene la misma dignidad que los


ángeles más altos (los que están ante la faz de Dios) y mientras el pueblo
espera que llegue la gran intervención divina, sólo a él le corresponde
proclamar la justa interpretación de la Ley.

Obsérvese cómo el mesianismo que expresan estos textos está totalmente


ligado -en Israel- a un estado político-social en el que prima la observancia
de la ley mosaica, la creación de unas circunstancias en que ella sea la
norma suprema. No puede pensarse dentro del judaísmo ningún tipo de
mesías que no sea, por un lado, un mero hombre y, por otro, que no tenga
como interés primario que, en la nueva situación de la tierra durante la paz
mesiánica, la Ley sea como la constitución religiosa-política de ese nuevo
Israel ideal.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

107
El renacimiento del Mesías davídico en la época de
Jesús I (2-27-39)
Hoy escriben Antonio Piñero/Paolo Sacchi

Hemos dicho anteriormente que el Testamento de los XII Patriarcas -que


estamos citando abundantemente- es un apócrifo del Antiguo Testamento,
muy importante, pero de fecha incierta. Pero entre los estudiosos que creen
que es posible eliminar las interpolaciones de los escribas cristianos y
quedarse con una base que es totalmente judía, se opina que su fecha de
composición oscila entre el siglo I a.C. y el siglo I después.

Pues bien, en estos "testamentos" que dan un realce cierto al complemento


del mesías sacerdotal se percibe cómo el cambio de la situación que se vive
en el presente, siempre mala y pecadora, se hará de ello gracias a la
intervención divina por medio del mesías davídico o de Judá.

Lo vemos en el texto siguiente del Testamento de Judá:

Los reyes serán como monstruos marinos,


que engullen hombres como peces…
El Señor llevará contra ellos divisiones de unos con otros
y habrá en Israel guerras continuas.
Mi reino terminará por obra de extranjeros,
hasta que llegue la salvación de Israel,
hasta la parusía del Dios de justicia,
para que Jacob y todos los pueblos vivan en paz.
Él custodiará la fortaleza de mi reino por siempre, porque con juramento me
(a Judá) ha jurado el Señor no quitar el reino a mi descendencia por siempre
(Testamento de Judá 21,7 y 22,1-3).

Hacia la mitad del siglo I a.C. se escribe una obra que es un testimonio
impresionante del renacimiento del mesías de la estirpe de David: los
llamados Salmos de Salomón. Con este título se nos ha transmitido hasta
hoy una colección de 18 (o 19) salmos compuestos al estilo de los himnos
del Salterio. La atribución al hijo de David es secundaria e imposible, porque
el autor, o autores, menciona o alude a hechos y circunstancias históricas de
su tiempo y que reconocemos claramente: pertenecen esos hechos a lo
pasaba en Israel hacia la mitad del siglo I a. C., cuando el país judío estaba
dominado por el rey Hircano II (un monarca descendiente de los Macabeos)
que había sido recolocado, o sostenido, en su trono por los romanos, en
concreto por Pompeyo el Grande.

Como Hircano II gobernaba por medio de un valido suyo, Antípatro, que era

108
idumeo, es decir, que no era judío de sangre pura, y además tenía que
agradecer a Roma su puesto, a los ojos de los más piadosos de Israel la
situación del país era lamentable: en realidad la tierra de Dios estaba
gobernada por extranjeros..., impuros.

El autor de estos Salmos de Salomón –que probablemente era un fariseo-


interpreta teológicamente todo lo que está pasando en Israel, sobre todo en
la Jerusalén de su tiempo, desde la perspectiva de una alianza de Dios con el
pueblo de Israel. Insiste en la alabanza de la divinidad, en la justicia del
hombre como resultado de la observancia de la Ley, en el castigo ejemplar
de los pecadores y en la esperanza de una era mejor, presidida por el rey-
mesías, llena de venturas espirituales y materiales.

Ahora bien, en esta época -medidos del siglo I antes de Cristo- había una
rama del fariseísmo que al parecer no propugnaba otra cosa que retirarse de
la política y vivir una vida apartada cumpliendo lo mejor posible la ley de
Dios. El dirigente de esta facción farisea era el famoso rabino Shemaya.

Se dice que con este rabino comienza un distanciamiento de la vida política,


entendida como compromiso con el mundo y con los mismos medios de
éste, que caracterizará al fariseísmo sobre todo después del desastre del 70
d.C. Entre las enseñanzas de Shemaya el tratado de la Misná llamado
Pirqé Abot (“Dichos de los Padres”) transmiten lo siguiente, que a su
autor debería parecerle interesante:

"Ama el trabajo manual, odia la grandeza y no te des a conocer ante la


autoridad" (Pirqé Abot 1,10).

Comenta Sacchi que el problema fundamental en la interpretación de este


pasaje es el valor que deberíamos dar a la expresión "odia la grandeza, y no
te des a conocer ante la autoridad", interpretada como una exhortación a la
humildad, a la renuncia a los honores y en definitiva al poder.

Otros indican que el sentido central del pasaje es una invitación a no


descuidar el trabajo manual. En este caso el hombre debería estar lejos de
los cargos públicos para tener más tiempo para dedicarse al trabajo manual.
Sin embargo, debe notarse que el verbo “odiar” es muy fuerte y sobre todo
la última invitación a no darse a conocer a la autoridad es sorprendente.
Parece una abierta invitación a aceptar exclusiva¬mente la autoridad de la
Ley y por tanto del sanedrín, y a oponerse incluso pasivamente a toda otra
autoridad.

El autor de los Salmos de Salomón, por el contrario, cree en la lucha y


espera la salvación sólo de la victoria. Frente a la superpotencia romana no
ve otro camino de salvación que un caudillo excepcional que combata en
nombre de Dios y sea enviado por Él mismo. Este caudillo deberá ser de la
estirpe de David y por ello un ungido. Así se reafirma la filiación davídica del
mesías al lado de la más genérica que hablaba de su descendencia de la
109
tribu de Judá.

Seguiremos citando en concreto los textos más importantes sobre el mesías


de estos Salmos de Salomón, apócrifos, pro un documento precioso para
conocer parte al menos de la mentalidad judía de época muy cercana a
Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

110
El renacimiento del Mesías davídico en la época de
Jesús II (2-27-40)
Hoy escriben Antonio Piñero/Paolo Sacchi

He aquí el texto, prometido en la nota anterior, de lps Salmos de Salomón,


que afecta directamente a nuestro tema del mesianismo en la ´poca de
Jesús:

Señor, tú eres nuestro rey por siempre…


Nosotros esperamos en Dios nuestro salvador, porque el poder de nuestro
Dios es eterno y misericordioso;
Su reinado y sus sentencias se mantienen siempre sobre los pueblos.

Tú, Señor, escogiste a David como rey sobre Israel; Tú le hiciste juramento
sobre su posteridad, de que nunca dejaría de existir ante Ti su casa real.
Por nuestras transgresiones se alzaron contra nosotros los pecadores;
aquellos a quienes nada prometiste nos asaltaron y expulsaron, nos
despojaron por la fuerza y no glorificaron tu honroso Nombre.
Dispusieron su casa real con fausto cual corresponde a su excelencia,
dejaron desierto el trono de David con la soberbia de cambiarlo.

Pero Tú, oh Dios, derríbalos y borra su posteridad de la tierra, suscitando


contra ellos un extraño a nuestra raza.
Según sus pecados retribúyelos, oh Dios…

Míralo, Señor, y suscítales un rey, un hijo de David, en el momento que tú


elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo [También es posible la
traducción “para reinar sobre Israel, tu siervo”]. Rodéale de fuerza, para
quebrantar a los príncipes injustos, para purificar a Jerusalén de los gentiles
que la pisotean, destruyéndola… para quebrar el orgullo del pecador como
vaso de alfarero, para machacar con vara de hierro todo su resistencia, para
aniquilar a las naciones impías con la palabra de su boca.

Reunirá un pueblo santo al que conducirá con justicia… no permitirá en


adelante que la injusticia se asiente entre ellos…
El extranjero no habitará más entre ellos; juzgará a los pueblos y a las
naciones con justa sabiduría. Obligará a los pueblos gentiles a servir bajo su
yugo; glorificará al Señor a la vista de toda la tierra, y purificará a Jerusalén
con su santificación, como al principio…

No confiará en caballos, jinetes ni arcos; ni atesorará oro y plata para la


guerra, ni el día de la batalla acrecentará sus esperanzas la multitud de sus

111
guerreros. El Señor es su Rey. Su esperanza es la del fuerte que espera en
Dios y pondrá a todas las naciones ante él con temor…

Conducirá a todos en la rectitud, y no habrá en ellos orgullo para oprimir a


los demás…
El Señor es nuestro Rey para siempre jamás” (SalSl 17, passim).

Comenta Paolo Sacchi (pp. 292-293 de su Historia del judaísmo en la


época del Segundo Templo, Trotta, Madrid, 2004:

El contenido de este salmo muestra cómo en Judea existía gente que fue
obligada a abandonar su propia tierra y a huir al desierto. Allí esperaban un
varón descendiente de David, que habría de venir para instaurar el reino de
Israel, prometido por la divinidad: el reino de Dios. Ello ocurrirá algún día,
pero siempre sucederá por obra del ungido (el término aparece varias veces
en este salmo), cuya verdadera fuerza estará en el apoyo que recibirá de
Dios. Él eliminará además todas las injusticias sociales.

Esta gente, que había abandonado su tierra y vivía como podía fuera de las
ciudades, representaba una masa inquieta y dispuesta a acudir a las armas
cuando alguien la convocara, pero no era dócil con el primer aventurero que
surgiera. Al menos es esto lo que afirma el autor del SalSl 17: él mismo no
desea participar en una batalla sin sentido, sino que quiere ser guiado por el
hijo de David, el ungido de Dios.

Un problema grave concierne a esta última pretensión. ¿Cómo podían


esperar al “hijo de David” si por siglos su estirpe parecía desaparecida, tanto
que no se tenían ya noticias de descendientes de Zorobabel? Al menos hasta
el siglo III a.C. existían listas genealógicas de los davídidas (cf. 1 Cro 3);
después se han perdido para nosotros, pero es probable que alguno las
siguiera conservando. En efecto, es difícil que el texto del salmo se pueda
entender en sentido alegórico: mencionar a un “descendiente de David” para
que se entendiera como un “rey justo”.

El autor habla de usurpación del trono y del mesías esperado que es


verdaderamente el ungido de la casa de David. Es un tono muy distinto al de
los manuscritos del Mar Muerto que esperan de modo más general al ungido
de Israel. Quien aguarda al ungido de Israel no pone condiciones
preliminares para aceptarlo; le basta que se presente como tal. Quien
espera al ungido descendiente de David presupone una limitación muy
precisa.

112
El renacimiento del Mesías davídico en la época de
Jesús III (2-27-41)

Hoy escriben Antonio Piñero/Paolo Sacchi

Tema: Seguimos con el comentario de Sacchi al mesías davídico, político-


guerrero en el apócrifo veterotestamentario Salmos de Salomón, p. 429 de
su Historia de Israel en la época del Segundo Templo (hay que tener
presente el texto transcrito en la nota anterior):

El autor de los Salmos de Salomón insiste en que el único soberano legítimo


de Jerusalén sólo puede ser un descendiente de David, y por tanto ningún
Asmoneo/Macabeo (éstos se llaman a veces “asmoneos”, porque la familia
Macabea se creía descendiente de un ilustre antepasado llamado Asmón;
este nombre, sin embargo, aparece en la Biblia del Antiguo Testamento sólo
como una localidad, por ejemplo en Números 34,4.5).

Siempre hubo entre los piadosos de Israel quienes se oponían a los


Macabeos desde que Simón, el hermano pequeño de Judas, asumió para sí
no sólo el título de rey, sino el de sumo sacerdote. Así que los Macabeos
/Asmoneos eran doblemente ilegítimos: no descendían de David y además
habían usurpado el sumo sacerdocio.

Por eso escribe el autor de estos Salmos:

“Tú, Señor, elegiste a David como rey sobre Israel y le juraste por siempre
que no faltaría el poder real a su descendencia…”.

Por un lado, en este texto percibimos la fe en la eternidad del reino


davídico, pero por otro se tiene la impresión de que la tensión escatológica
se ha relajado ya. El autor del Libro de los Sueños (compilado –
recordémoslo- dentro del Libro I de Henoc, del siglo II o I a.C.) parecía
esperar el Gran Juicio que habría de instaurar el reino del mesías en un
futuro muy próximo; quizás esperaba verlo. El autor de los Salmos de
Salomón vive su esperanza con una cierta distancia. Sabe que no conoce los
tiempos, y usa una fórmula que deja mucho espacio para la paciencia de
Dios:

“En la ocasión que Tú hayas elegido” (SalSl 17,21).

Pero el destino final de la historia no pude ser más que éste. La función del
descendiente de David, cuando venga, será la de implantar la justicia en la

113
tierra de Israel y en toda la tierra, una justicia entendida –en este caso- en
el sentido de igualdad social, según un tipo de pensamiento también
documentado en el Libro de las Parábolas, compilado en el Libro I de
Henoc, escrito un poco después, bien a finales del siglo I a.C., bien –según
otros investigadores- en el siglo I d.C.:

“Tú los guiarás en la igualdad”

se lee en el mismo salmo (17,46). Éste es el segundo elemento esencial


de la categoría mesiánica: la implantación de un reino de justicia.

Aun suponiendo que el autor de estos Salmos de Salomón fuese un fariseo,


por tanto un judío piadoso que en el fondo se creía un tanto superior a los
otros judíos normales, dado su conocimiento y cumplimiento de la Ley, los
acontecimientos de la vida lo acercaron a los judíos del campo, al
despreciado ‘am ha’ares (hebreo: “el pueblo de la tierra”; despreciado un
tanto ya que no eran tan cumplidores de la Ley como los fariseos).

Seguramente -al menos- el autor compartía con los fariseos gran parte de
su ideología. Creía en la resurrección, si bien estaba reservada solamente a
los justos, y en la destrucción de los impíos, como escribe en Salmo de
Salomón 13, 10-11:

"Perdonará el Señor a sus santos,


Y con el castigo borrará sus transgresiones.
La vida de los justos es eterna
Pero los pecadores serán arrebatados para la destrucción,
Y no se conservará su memoria".

Y en 3,11-12:

"La perdición del pecador es para siempre


De él no se acordará Dios cuando visite a los justos.
Esa es al suerte del pecador para siempre.
Mas los que son fieles al Señor resucitarán para la vida eterna,
Su vida en la luz del Señor no cesará nunca"

Creía también el autor en el libre albedrío del hombre, que sostenía con
vigor justamente porque muchos sectores del judaísmo, como los esenios lo
negaban. Escribe en Salmo 9,6-7:

6 ¿Con quiénes te mostrarás bondadoso, oh Dios, sino con los


que invocan al Señor?
Tú purificarás de sus pecados al alma convicta y confesa,
porque por ello la vergüenza ha caído sobre nosotros.
114
7 ¿A quiénes perdonarás los pecados sino a los pecadores?
Bendecirás a los justos y no les exigirás cuenta de sus transgresiones,
pues tu bondad reposa sobre los pecadores arrepentidos.

Seguiremos comentando estos Salmos, que miran casi siempre hacia la


época mesiánica.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

115
El renacimiento del Mesías davídico en la época de
Jesús IV (2-27-42)
Hoy escriben Antonio Piñero/Paolo Sacchi

Tema: Seguimos con el comentario de Sacchi al mesías davídico, político-


guerrero en el apócrifo veterotestamentario Salmos de Salomón, pp. 429s
de su Historia de Israel en la época del Segundo Templo (hay que tener
presente el texto transcrito en las notas anteriores)

El hecho de que los justos, identificados en la práctica por el autor con los
que temen a Dios y son fieles a su Ley, sufran tribulaciones se
explica mediante el principio de la corrección paterna, como dice en el
Salmo 14,1-2:

1 Fiel es el Señor con los que lo aman de verdad,


con los que aceptan su corrección,
2 con los que caminan cumpliendo sus mandatos
en la Ley con que ha ordenado nuestra vida.

El autor de los Salmos de Salomón busca la solución del problema del justo
sufriente en la misma dirección en la que la había encontrado el Eclesiástico
(2,1-6). Las desgracias del justo no son un castigo, sino una
corrección:

1 Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba.


2 Endereza tu corazón, mantente firme, y no te aceleres en la hora de la
adversidad.
3 Adhiérete a él, no te separes, para que seas exaltado en tus postrimerías.
4 Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé
paciente.
5 Porque en el fuego se purifica el oro, y los aceptos a Dios en el honor de la
humillación.
6 Confíate a él, y él, a su vez, te cuidará, endereza tus caminos y espera en
él.

Esta idea se expresa de manera más radical aún en el libro de la Sabiduría:


el justo debe ser probado, sufrir una “prueba breve”, por la cual recibirá una
recompensa que no puede compararse con el dolor padecido:

“Su pruebas, que eran un adoctrinamiento misericordioso…” (Sabiduría


11,9a).

116
“Estuvieron entre desgracias sólo por poco tiempo, para advertencia, pues
tenían así un signo de la salvación, ya que el dolor les recordaba los
mandamientos de la Ley” (Sabiduría 16,6).

El autor de los Salmos de Salomón pedía ayuda a Dios porque él, y el pueblo
estaban en la miseria:

13 Porque si no me robusteces,
¿quién soportará el castigo de la miseria,
14 cuando reproches a mi alma su error, por medio del castigo de su
corrupción,
cuando la pruebes en su carne y con la aflicción de la pobreza?
15 Pero si el justo se mantiene firme en esas pruebas obtendrá la
misericordia del Señor
(Salmo 16,13-15)

La pobreza era el correctivo más severo que Dios podía infligir a


quien ama. De cualquier modo, consideraba que la situación en la que vivía
era profundamente injusta y su esperanza descansaba en el ungido de Dios,
el mesías, que vendría a restablecer la justicia.

Se puede comparar esta esperanza del fariseo autor de los Salmos de


Salomón con la esperanza en una salvación inminente que podemos ver en
algunos de los Manuscritos del Mar Muerto, que creemos son de la misma
época (siglo I a.C.). Así, como ejemplo, en el llamado Rollo de la Guerra
(sigla 1QM). Ahora bien, entre los esenios se destaca muy claramente que
habrá que utilizar las armas en el tiempo mesiánico. En este texto (1QM) no
se niega, ni muhco menos, el uso de las armas, pero la esperanza se
funda esencialmente en Dios, quien dará la victoria a sus pobres y a sus
humildes gracias a su ejército compuesto más por legiones de ángeles que
de hombres (1QM 12,1).

Se puede concluir que a partir del siglo II a.C. la esperanza mesiánica había
resurgido impetuosamente en Israel. Pero no fue unitaria y se concretó en
las formas más diversas, teniendo sólo como común denominador la espera
de la salvación que Dios habría de procurar finalmente a Israel de alguna
manera.

117
El renacimiento del Mesías davídico en la época de
Jesús V (2-27-43)
Hoy escriben Antonio Piñero/Paolo Sacchi

Tema: Seguimos con el comentario de Sacchi al mesías davídico, político-


guerrero en el apócrifo veterotestamentario Salmos de Salomón, pp. 429s
de su Historia de Israel en la época del Segundo Templo (hay que tener
presente el texto transcrito en las notas anteriores).

La esencia del mesianismo doble nos crea ciertas dificultades de


comprensión. Hemos dicho ya que en una fase de la historia de Israel,
brevísima por lo demás, existieron efectivamente dos ungidos (después del
Exilio; el retorno de los exiliados con Zorobabel, “mesías” político, y Josué,
“mesías” sacerdotal: Libro de Esdras 2-5 y Nehemías 7,7) este hecho
pudo haber justificado la teoría; pero es difícil pensar que el mesianismo
doble haya nacido sólo por este motivo histórico.

Sacchi presupone (p. 431) que el desdoblamiento mesías civil/ mesías


sacerdotal presupone más bien una concepción del poder en el que las
funciones civiles eran distintas a las religiosas. Todo ello refleja el contraste
documentado ampliamente en la historia del judaísmo entre el sumo
sacerdote y el que es en verdad el dirigente político y que puede conducir al
pueblo casi como única figura en tiempos de guerra.

Así, es posible que la concepción del mesianismo doble haya surgido en


Israel en época anterior a Jesús como una proyección escatológica –hacia el
final de los día = a la época mesiánica- de una situación histórica. Esta
duplicidad testimonia, además, el deseo del sacerdocio de afirmar su
superioridad sobre la autoridad civil porque guaradar la Ley es más
importante que el triunfo de las armas.

Es importante observar también que en los textos esenios, o cercanos al


esenismo que hemos comentado en la nota anterior, sobre todo "El Rollo de
la guerra", la salvación se veía igualmente como un proceso que se realiza
en el tiempo histórico y en la tierra de Israel, aquí abajo. Y sabemos
también –hemos citado textos- que antes de los ungidos de Aarón y de
Israel debía aparecer un profeta, Elías.

Hay un plan divino que concierne a la historia. Incluso en medio de las


dificultades y de la difusa sensación de una posible ruina inminente, Dios
establece en la historia las bases seguras de la esperanza.

Sabemos también (los hemos comentado al hablar del “mesías guerrero”, en

118
las notas 2-27-29 al 32) que en algunos textos de Qumrán está
documentada la espera de un rey ungido, descendiente de David. Y aunque
existan textos que sólo mencionan al mesías real o al sacerdotal, o al
“profeta que ha de venir”, el mesianismo esenio debería siempre
considerarse doble. El pasaje básico es siempre 1QS 9,11, que hemos
citado (“hasta que venga el Profeta y los mesías de Aarón e Israel”).

Pero, en conjunto, los movimientos mesiánicos resultaron siempre


sospechosos para la clase dirigente de Jerusalén porque debieron
parecer demasiado peligrosos políticamente, no sólo por las complicaciones
que podían traer con los romanos, sino también por las doctrinas igualitarias
y populistas que frecuentemente los animaban.

Posteriormente los fariseos debieron también ser sospechosos de albergar el


mismo espíritu belicoso que tuvieron algunos movimientos mesiánicos, a
pesar de que éste no fue la expresión más característica de su
pensamiento.

Recordemos finalmente el Salmo de Salomón 17,21-24 (citado en 2-27-


40) que –como hemos dicho fue escrito por un fariseo:

"Míralo, Señor, y suscítales un rey, un hijo de David, en el momento que tú


elijas, oh Dios, para que reine en Israel tu siervo [También es posible la
traducción “para reinar sobre Israel, tu siervo”]. Rodéale de fuerza, para
quebrantar a los príncipes injustos, para purificar a Jerusalén de los gentiles
que la pisotean, destruyéndola… para quebrar el orgullo del pecador como
vaso de alfarero, para machacar con vara de hierro todo su resistencia, para
aniquilar a las naciones impías con la palabra de su boca".

Y tampoco olvidemos que si en algo podemos caracterizar a Jesús de


Nazaret es como un fariseo, al menos sui generis, a quien aclamaron en su
entrada a Jerusalén como “Hijo de David”, y él no protestó en absoluto, sino
todo lo contrario:

“Os digo que si éstos callan gritarán las piedras” (Lucas 19,40).

Seguiremos con otros textos de la época acerca del mesías político-


guerrero.

119
El renacimiento del Mesías davídico en la época de
Jesús y VI (2-27-44)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Seguimos con el mesías davídico, político-guerrero en tiempos en


torno a Jesús.

Para hacernos una idea más completa aún de lo sabemos que significaba en
el s. I en Palestina ser hijo de David tenemos otra excelente ayuda: la
explicitación del concepto en el Targum palestinense a Gn 49,11-12.

Pero antes una aclaración: un targum es la traducción aramea de la Biblia


hebrea. En Judea en el siglo I de nuestra era, la gene del pueblo hablaba
arameo; el hebreo lo entendían sólo los cultos, que reservaban la lengua
hebrea para la lectura de la Biblia y las discusiones eruditas en torno a ella.
Ahora bien, la traducción al arameo no era literal, sino parafrástica, o a
veces, abreviadora. Estos añadidos u omisiones nos ayudan a saber el
pensamiento teológico de la época…, o al menos del “traductor” o
meturgeman. Por cierto, este vocablo arameo se convierte en el español,
popular, en “trujamán, como se recordará de “El Quijote”, por ejemplo.

He aquí el texto bíblico que luego se parafraseaba en la traducción


sinagogal (Génesis 49,11-12):

No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre tus piernas. hasta


tanto que se le traiga el tributo y a quien rindan homenaje las naciones; 11
el que ata a la vid su borriquillo y a la cepa el pollino de su asna; lava en
vino su vestimenta, y en sangre de uvas su sayo; 12 el de los ojos
encandilados de vino, el de los dientes blancos de leche.

Este pasaje se parafraseó así:

Cuán hermoso es
el Rey Mesías
que ha de surgir
de entre los de la casa de Judá.
Ciñe los lomos
y sale a la guerra contra los enemigos

120
y mata a reyes con príncipes.
Enrojece los montes
con la sangre de sus muertos
y blanquea los collados
con la grasa de sus guerreros.
Sus vestidos están envueltos en sangre:
se parece al que pisa racimos.

(Texto y traducción de M. Pérez Fernández, Tradiciones mesiánicas en el


Targum palestinense. Valencia, Editorial San Jerónimo, 1981, p. 136 )

Esta es la pintura del primer momento de la acción guerrera del mesías. El


traductor destaca el aspecto sangriento de la matanza de enemigos de
Israel. Entonces se entendía que estos enemigos a liquidar eran los
romanos.

En el verso siguiente el meturgeman, o traductor-parafraseador como


dijimos, describe el segundo acto: tras el advenimiento del Reino, una vez
vencidos los enemigos (los romanos), se instaura una era de paz y
abundancia mesiánicas:

Cuán hermosos son


los ojos del Rey Mesías.
Como el vino puro.
[para no ver con ellos las desnudeces
ni el derramamiento de sangre inocente]
Sus dientes son más blancos
que la leche.
[Para no comer con ellos
lo arrebatado y lo robado].
Se tornarán rojos los montes
por las cepas
y sus lagares por el vino,
y blanquearán los collados
por la abundancia de trigo
y por los rebaños de ovejas.

Texto tomado omado de la misma obra y página: Los pasajes entre


corchetes son, en nuestra opinión, interpolaciones secundarias, que rompen
el ritmo del poema. De ningún modo nos parece que la 2ª parte, que
acabamos de trascribir, sea una reacción para oponerse y negar la primera
parte, anterior. No hay contradicción, sino una escena que se desarrolla en
dos tiempos: la prier es la eliminación de los adversarios de Dios y de su
mesías; la segunda es la implantación del Reino Mesiánico.

El poema es, por tanto, un testimonio tanto del concepto guerrero del
121
mesías, como de la bienandanza material de Israel cuando, gracias al
Mesías, logre vencer a su enemigos y se instaure el reino de Dios. Y creemos
que esta traducción fue hehcha en unos tiempos muy cercanos a los de
Jesús.

Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

122
Otros textos mesiánicos del entorno de Jesús de
Nazaret las Libro de Antigüedades del Pseudo Filón
(2-27-45)
Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Seguimos con el mesías davídico, político-guerrero en tiempos en


torno a Jesús. Nos quedan aún una serie de pasajes de los Apócrifos del
Antiguo Testamento que son muy importantes para hacernos una idea cabal
de cómo pensaban los judíos –y se supone que también Jesús de Nazaret,
salvo que se demuestre lo contrario-, sobre cómo iba a ser el mesías y su
reino, características…, etc.

El primer texto importante proviene del Libro de las Antigüedades


Bíblicas de un autor desconocido, que llamamos el Pseudo Filón, que debe
ser de mediados del siglo I de nuestra era, por tanto contemporáneo del
Nazareno. Trata de un discurso-plegaria de Ana, la madre del profeta
Samuel –que lo concibe por gracia de Dios en su vejez- y que exulta de gozo
por el nacimiento de este hijo suyo. Al final, Ana, como profetisa, indica
que la vida y obra de Samuel no es más que una preparación y
espera de la venida del mesías, el ungido (cap. 51, 3-6; Apócrifos del
Antiguo Testamento, Cristiandad, Madrid, 1983, vol. II, pp. 297-8 )

Acudid a mi voz todas las gentes, escuchad mi palabra todos los reinos,
porque se abre mi boca para hablar y mis labios deben cantar al Señor.
Destilad, pechos míos; anunciad vuestro testimonio, porque se os ha
mandado que amamantéis. Firme será el que se alimenta de vosotros:
iluminará al pueblo con sus palabras, mostrará los preceptos a las gentes, su
poder se elevará muy alto. Por eso hablaré con claridad, porque de mí
surgirá el designio del Señor y todos los hombres hallarán la verdad […]

El Señor da muerte con justicia y da vida con misericordia. Aunque los


malvados estén en este mundo, da vida a los justos cuando quiere. Encierra
a los malvados en tinieblas y reserva a los justos su luz. Cuando mueran los
malvados, perecerán; cuando descansen los justos, serán liberados. Así
continuará el juicio de cada uno hasta que se revele el que lo frena. Habla,
Ana, habla y no calles; proclama hija de Betuel, las maravillas que Dios ha
hecho en ti.

¿Quién es Ana para que de ella nazca un profeta? ¿Quién la hija de Betuel
para alumbrar la luz a los pueblos? Levántate, Elcaná (Es el marido de Ana.
Véase 1 Samuel, 1,1-20), y ciñe tus lomos, canta tú también los signos del
Señor, pues de tu hijo profetizó Asaf (Levita y profeta en la corte de David.

123
Véase 1 Crónicas 15-17) en el desierto: “Moisés y Aarón entre sus
sacerdotes, y Samuel entre ellos”.

Se ha cumplido la palabra, ha llegado la profecía. Así será hasta que den el


poder a su ungido y venga la fuerza al trono de su rey. Que mi hijo
permanezca a su servicio hasta que llegue la luz a este pueblo.

Obsérvese en este texto, en el el desconocido autor parafrasea la Biblia, que


se supone que el ungido esperado es un rey de la estirpe de David. En la
ficción de esta profecía piadosa, la madre de Samuel, que el autor considera
inspirada, ve ya en el comienzo de su embarazo, que su hijo acabará
ungiendo como rey a David. Y presupone también que el reino de ese ungido
David será glorioso y perpetuo.

Repetimos de nuevo que este texto está escrito en momentos en los que
vive Jesús de Nazaret, sólo que el autor finge una profecía del pasado. El
mesías que el autor espera es un guerrero-político, un rey humano…, sólo
que ayudado especialmente por las bendiciones divinas. Lo que importa de
nuevo es el que el mesías traerá un reino próspero, aquí abajo, en la tierra
presente, no en un mundo etéreo, celestial y futuro.

Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

124
Otros textos mesiánicos del entorno de Jesús de
Nazaret libro Cuatro de Esdras II (2-27-46)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Seguimos con el mesías davídico, político-guerrero en tiempos en


torno a Jesús. Hoy vamos a leer un texto de uno de los apócrifos del Antiguo
Testamento que más han marcado al cristianismo: el Libro IV de
Esdras, escrito en torno al año 100 de nuestra era. Su materia, sin
embargo, refleja el pensamiento judío, anterior al autor, de todo el siglo I.

Leemos la visión sexta: "El Hombre sobre las nubes y el combate


escatológico" (13,1-15;Apócrifos del Antiguo Testamento , tomo VI, pp. 449-
451; el texto está un poco arreglado para su abreviación y comprensión)

Y sucedió que, tras siete días, tuve un sueño durante la noche. Y vi que se
levantaba un viento del mar de manera que agitaba todas sus olas. Y vi
cómo volaba un Hombre sobre las nubes del cielo y hacia donde dirigía su
mirada, temblaban todas las cosas que estaban bajo su vista, y hacia donde
salía la voz de su boca, se encendían todos los que oían su voz, como se
derrite la cera cuando siente el fuego. Y tras esto vi cómo se congregaba
una muchedumbre de hombres innumerable de los cuatro vientos de la
tierra, para luchar contra el Hombre que había salido del mar. Y vi cómo
formó para sí el Hombre una gran montaña y voló hasta colocarse sobre
ella. Y yo quise ver la región o el lugar donde se había formado la montaña y
no pude.

Y tras esto vi cómo todos los que se habían congregado contra él, temían
grandemente y con todo se atrevían a luchar. Y he aquí que cuando el
Hombre vio el ímpetu de la muchedumbre que venía hacia él, no levantó su
mano, ni tomó la espada ni cualquiera de los instrumentos de guerra,
solamente vi cómo hizo salir de su boca como una ola de fuego y un espíritu
de llama de sus labios; y de su boca hacía salir centellas y tempestades,
mezclándose todas estas cosas: la corriente de fuego, el viento de llama y la
fuerza de la tempestad. Todo ello cayó sobre el ímpetu de la muchedumbre
que estaba preparada para luchar, y los incendió a todos de manera que
nada se viese de la muchedumbre innumerable, sino solamente el polvo de
la ceniza y el olor del humo. Y viéndolo me quedé atónito.

Y tras esto vi al mismo Hombre que bajaba del monte y llamaba hacia sí a
otra muchedumbre pacífica. Y venían hacia él rostros de muchos hombres,
unos gozosos, otros tristes, unos atados, otros trayendo ofrendas.

Y yo, por el pavor inmenso, me desperté y oré al Altísimo diciendo:

125
- Muéstrame, pues, ahora también la interpretación de este sueño […]

"El mesías. Interpretación de la visión del Hombre que procede del mar"
(13,16-33; Apócrifos del Antiguo Testamento vol. VI, pp. 452-455; el texto
está un poco arreglado para su abreviación y comprensión)

El hombre al que has visto precedente del corazón del mar, es aquél a quien
el Altísimo ha venido manteniendo oculto durante muchas edades, y que
liberará a su creación, y va a orientar a aquellos que andan defectuosos. Y
respecto a lo que has visto, a saber que sale viento, fuego y una tormenta
de su boca, y que sin blandir ninguna lanza o espada destroza a la multitud
que se dirige contra él, su interpretación es la siguiente:

Ved, se acercan los días en los que el Altísimo va a librar a aquellos que
están en la tierra. Y las gentes que la habitan sufrirán gran confusión.
Entonces planearán guerrear unos contra otros, ciudad contra ciudad, lugar
contra lugar, pueblo contra pueblo, y reino contra reino. Y cuando ocurran
estas cosas y tengan lugar los signos que os he mostrado de antemano,
entonces se revelará mi hijo (o mi “siervo”), al que habéis visto saliendo del
mar.

A continuación incluyo unas cuanta observaciones de Domingo Muñoz


León, que es el autor de la traducción, introducción y comentario de este
Libro IV de Esdras en la colección “Apócrifos del Antiguo Testamento” :

El “profeta” Esdras –es decir, el desconocido autor judío del siglo I- añade a
lo largo de su obra a esta visión del mesías una serie de catálogos de
signos cósmico y terrenos que precederán al final. En las últimas
visiones del libro el autor presupone la inminencia del reino mesiánico, que
parece ser un estadio en el camino hacia el juicio final. Al final de este
reinado el mesías morirá.

En consecuencia, parece claro que la restauración de la situación ideal de la


monarquía davídica no desempeña un papel de importancia en las
esperanzas del autor en relación con su política ideal futura. La destrucción
del Imperio romano, por el contrrio, sí era muy importante y ésta es el
centro de las visiones 5ª y 6ª. Sin embargo, la destrucción de Roma se
espera que tendría lugar a través del ejercicio de las funciones judiciales del
mesías más que de sus (acciones) militares.

Un punto oscuro es la relación mesías-Hijo de Dios. El “Hombre” de la visión


sexta es el Hijo (13,32: “Se revelará mi Hijo”; 13,37: “Mi propio Hijo
acusará de sus impiedades a los pueblos”); a veces se habla de “mi Hijo y
los que con Él están” (13,52; 14,9). La “revelación” del Hijo (7,28-29) podría
reflejar la idea de que el mesías estaba escondido en Dios antes de
manifestarse en la tierra. Sería lo mismo que ocurre con la ley de Moisés en
126
el pendamiento judío de la época: estaba escondida en Dios antes de
manifestarse en el Sinaí. En el caso del mesías no es la persoan la que
estaba escondida, sino el concepto de mesías.

La victoria del mesías sobre el águila que aparece en una visión anterior
de este libro (Imperio romano) es un elemento común de la apocalíptica. 4
Esdras nos ofrece una actualización profética de la Cuarta Bestia de Daniel
(12,11): el último imperio perverso que se opone a Dios antes de la venida
del mesías.

El combate escatológico (unas veces con la intervención del mesías, otras


con la sola intervención divina) aparece en 4 Esdras como la actuación
definitiva de Dios que aniquila a los impíos para “liberar” a su criatura, a los
que están sobre la tierra (tambien en esgta visión 13,26.29).

En cuanto a Sión y a la Jerusalén celestial (10,20; una concepción igual


a la del Apocalipsis de Juan: en el futuro reino mesiánico, el definitivo, todos
los salvados habitarán en una ciudad celeste, maravillosa) en la visión
tercera, no es fácil distinguir en el Libro 4 de Esdras en concreto si se trata
de un símbolo o si se alude a la Sión terrestre (mesiánica) o a la Sión
celestial (el correspondiente celestial de la Sión terrena).

Desgraciadamente el autor no describe claramente cómo era en su


concepción la realidad maravillosa del reino mesiánico mientras dura en la
tierra. Quizá porque supone que sus lectores ya la conocen.

Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

127
Sobre el reino del Mesías y la Jerusalén celeste en
el Libro I de Henoc (2-27-47)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Seguimos con textos sobre el mesías davídico, político-guerrero en


tiempos en torno a Jesús y nos concentramos en el reino del mesías y su
entorno

1. Comienzo del reino mesiánico (Recogido en el Libro I de Henoc. 1


Henoc 90,18-22; Apócrifos del Antiguo Testamento, IV 121-2)

Se trata en este texto del combate escatológico entre las fuerzas del mal y
del bien, inmediatamente antes de la instauración del reino de Dios. Las
“ovejas” son los israelitas justos. Las bestias y aves del cielo son los
malvados. El dueño de las ovejas es Dios (o a veces su mesías). Los
hombres blancos. Los siete hombres blancos son los arcángeles que traen
las almas pare el juicio. Los setenta pastores son los que han gobernado mal
al pueblo de Israel (reyes, normalmente).

He aquí el texto:

Vi que se llegó a ellos el dueño de las ovejas y tomó en su mano la vara de


su cólera, y golpeó la tierra, que se abrió. Todas las bestias y aves del cielo
dejaron de estar junto a las ovejas y fueron tragadas por la tierra, que las
cubrió. Vi que se dio a las ovejas una gran espada, y salieron las ovejas
contra todas las bestias salvajes a matarlas, y todas las bestias y aves del
cielo huyeron ante ellas.

Vi que era construido un trono en la tierra amena, y se sentaba en él el


dueño de las ovejas y el otro cogía los libros sellados y los abría ante el
dueño de las ovejas. El dueño llamó a los siete primeros hombres blancos y
mandó que trajeran ante él el primer astro que precedió a los astros de
penes como de caballo, y trajeron a todos ante él. Y dijo al hombre que
escribía ante él: “Toma a estos setenta pastores a quienes entregué las
ovejas y mataron a más de las que les había ordenado”.

2. El Juicio final de todas las naciones (1 Henoc 90,23-27; Apócrifos del


Antiguo Testamento IV 122)

El juicio final es a veces confuso en estos textos apocalípticos, porque se


confunden en el tiempo dos Juicios (ambos “finales”). El primero es la

128
antesala al reino mesiánico en la tierra, en el que los malvados serán
juzgados y no entrarán en el Reino. El segundo Juicio Final, el definitivo, es
como el primero, pero ocurrirá sólo cuando se termine el reino mesiánico en
la tierra y venga el “otro mundo”, ultraterreno y definitivo. Este mundo se
describe con la apariencia del primero (se dirá que es “una nueva tierra y un
nuevo cielo”), pero en realidad se trata de un mundo en el más allá.

Veamos ya el texto:

Entonces vi a todos atados, todos de pie ante él. Primero fue el juicio de los
astros: fueron juzgados, resultaron culpables y marcharon al lugar de la
condena. Los echaron en un lugar profundo, lleno de fuego flameante y de
columnas incandescentes. Y los setenta pastores fueron juzgados, resultaron
culpables y fueron arrojados también al abismo de fuego. Vi en aquel
momento que se abría un abismo como el anterior, en medio de la tierra,
lleno de fuego. Trajeron a las ovejas ciegas y fueron juzgadas. Resultaron
culpables, fueron arrojadas a aquella sima de fuego y comenzaron a arder. Y
esta sima estaba a la derecha de la casa. Entonces vi a las ovejas arder y a
sus huesos quemarse.

3. La nueva Jerusalén (1 Henoc 90,28-41; Apócrifos del Antiguo


Testamento IV 122-3)

Aquí se ve cómo esta “nueva Jerusalén” puede entenderse como “nueva”


aquí en la tierra. Pero estos mismo elementos serán tomados por el autor
del Apocalipsis del Nuevo Testamento, el vidente Juan, para describir la
“Jerusalén celestial”, el paraíso ultramundano. La clave está en que los
apocalípticos conciben el reino mesiánico en la tierra como un adelanto del
reino mesiánico definitivo en el otro mundo. Por ello las descripciones son
las mismas

He aquí el texto:

Me levanté para ver hasta que él enrolló la vieja casa. Sacaron todas las
columnas, vigas y ornamentos de la casa enrollados junto con ella; los
sacaron y los echaron en un lugar al sur de la tierra. Vi que trajo el dueño de
las ovejas una casa nueva, más grande y alta que la primera, y la puso en el
lugar de la que había sido recogida. Todas sus columnas y ornamentos eran
nuevos y mayores que los de la antigua que había quitado, y el dueño de las
ovejas estaba dentro.

Vi a todas las ovejas que quedaron y cómo todos los animales de la tierra y
todas las aves caían prosternándose ante las ovejas, suplicándoles y
obedeciéndoles en todas sus órdenes […] Las ovejas eran todas blancas, y
su lana espesa y pura. Todos los que habían perecido y habían sido
dispersados, todas las bestias del campo y todas las ovejas del cielo (el
resto que quedaba) se reunieron en esa casa. El dueño de las ovejas se
alegró muchísimo, pues todos eran buenos y habían vuelto a casa. vi que
129
depusieron la espada a había sido entregada a las ovejas, la volvieron a su
vaina y la sellaron ante el dueño […] vi que nacía un toro blanco de grandes
cuernos y cómo todas las bestias del campo y las aves del cielo lo temían y
suplicaban en todo momento. Vi que se transmutaban las especies y se
convertían todos en toros blancos…

Esta es la visión que vi cuando me dormí. Me desperté, bendije al Señor


justo y le alabé. Luego lloré con gran llanto, y mis lágrimas no se detenían…,
pues todo llegará y se cumplirá.

4. Reino mesiánico (1 Henoc 10,17-11,1; Apócrifos del Antiguo


Testamento IV 47-48)

Entonces serán humildes todos los justos, vivirán hasta engendrar mil hijos
y cumplirán en paz todos los días de su mocedad y vejez. En esos días toda
la tierra será labrada con justicia, toda ella quedará cuajada de árboles y
será llena de bendición. Plantarán en ella toda clase de árboles amenos y
vides, y la parra que se plante en ella dará frutos en abundancia. De cuanta
semilla sea plantada en la tierra una medida producirá mil, y cada medida
de aceitunas producirá diez tinajas de aceite. Purifica tú la tierra de toda
injusticia, de toda iniquidad, pecado, impiedad, y de toda impureza que se
comete sobre ella: extírpalas de ella; que sean justos todos los hijos de los
hombres, y que todos los pueblos me adoren y bendigan, prosternándose
ante mí. Sea pura la tierra de toda corrupción y pecado, de toda plaga y
dolor, y yo no volveré a enviar contra ella un diluvio por todas las
generaciones, hasta la eternidad.

En esos días abriré los tesoros de bendiciones que hay en el cielo para
hacerlos descender a la tierra sobre las obras y el esfuerzo de los hijos de
los hombres. La paz y la verdad serán compañeras por siempre, en todas las
generaciones.

Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

130
El reino mesiánico en el Libro de los Jubileos (2-27-48)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: El reino del mesías davídico en la tierra y su entorno. Hoy en el


"Libro de los Jubileos" (del siglo II a.C.

El reino mesiánico (Jub 23,26-32; Apócrifos del Antiguo Testamento II


137-138)

El vidente, que reescribe el libro del Génesis, ve lo que ocurrirá después de


la muerte de Abrahán. No indica cuándo: en un tiempo indeterminado al que
precede una degeneración de la tierra y sus habitantes, y una perversión
general de Israel. Dios suscitará a los gentiles contra su pueblo elegido, pero
tras el castigo vendrá el tiempo mesiánico de la paz y la abundancia:

He aquí el texto:

En esos días [del reino mesiánico] los niños comenzarán a examinar las
leyes y a estudiar los mandamientos, volviendo al camino de la justicia. Irán
multiplicándose y creciendo las vidas de esos hombres, generación tras
generación y día tras día, hasta que se acerquen sus vidas a los mil años y a
muchos años de muchos días. No habrá anciano ni quien se canse de vivir,
pues todos serán niños e infantes; pasarán todos sus días en salud y gozo, y
vivirán sin que haya ningún demonio ni mal destructor, pues todos sus días
serán de bendición y salud.

Entonces curará el Señor a sus siervos, que se alzarán y verán gran paz. Se
dispersarán sus enemigos, y los justos verán y darán gracias, regocijándose
por los siglos de los siglos viendo en el enemigo todo sus castigo y
maldición. Sus huesos descansarán en la tierra, su espíritu se alegrará
sobremanera, y sabrá que existe un Señor que cumple sentencia y otorga
clemencia a los centenares y miríadas que lo aman. Y tú, Moisés, escribe
estas palabras pues así está escrito y registrado en las tablas celestiales
como testimonio de perpetuas generaciones.

Bendición mesiánicas a Leví y a Judá (Jubileos 31, 13-23; Apócrifos del


Antiguo Testamento II 154)

Lo mismo que, posteriormente, el autor de los Testamentos de los XII


Patriarcas, el visionario, que ha compuesto “El libro de los Jubileos, o de la
distribución de los días”, ha recibido de Dios en visión qué es lo que
preanunció el patriarca Isaac en su lecho de muerte. Isaac bendice a sus

131
nietos –hijos de Jacob- Leví y Judá. Estas bendiciones justifican la idea –que
los lectores ya conocen- de que junto al mesías político habrá un sacerdote
que será el custodio de la recta interpretación de la Ley en el reino
mesiánico y el vigilante de su cumplimiento.

He aquí el texto:

Se dirigió primero a Leví y comenzó a decir:

— El Dios de todos, Señor de toda la eternidad, te bendiga a ti y a tus hijos


por toda la eternidad. El Señor te dé, y a ti y tu descendencia, gran
inteligencia de su gloria y te acerque, a ti y a tu posteridad entre todos los
mortales, para servir en su templo. Como los ángeles de la faz y como los
santos, tal será la descendencia de tus hijos, para gloria, grandeza y
santidad; engrandézcalos por toda la eternidad. Serán jueces, príncipes y
señores de toda la descendencia de los hijos de Jacob; dirán con justicia la
palabra del Señor, juzgarán justamente todos sus juicios, expondrán mis
caminos a Jacob y mi senda a Israel; la bendición del Señor será puesta en
su boca para bendecir a toda la descendencia del amado. Tu madre tedio el
nombre de Leví, y con verdad te puso este nombre, pues próximo al Señor
estarás y serás socio de todos los hijos de Jacob. Su mesa sea la tuya.
Comed de ella tú y tus hijos; por todas las generaciones esté tu mesa llena y
no falte tu sustento eternamente. Caigan ante ti cuantos te odien; sean
desarraigados todos tus enemigos y perezcan: bendito sea quien te bendiga,
y todo pueblo que te maldiga, maldito sea.

Y a Judá le digo:

— El Señor te dé fuerza y reciedumbre para hollar a cuantos te odien; sé tu


soberano, y uno de tus descendientes de los hijos de Jacob. Que tu nombre
y el de tus hijos se extienda por toda la tierra y sus ciudades. Entonces
temerán los gentiles ante tu faz, se turbarán todas las naciones, y todo
pueblo se conmoverá. Por ti será socorrido Jacob, y en ti se hallará la
redención de Israel. El día en que te sientes en tu trono justo y glorioso,
tendrá gran salvación toda la descendencia de los hijos del amado. Bendito
quien te bendiga, y todos los que te odien, atormenten y maldigan, sean
desarraigados, perezcan de la tierra y sean malditos. Volviéndose, lo besó
nuevamente y abrazó, y se regocijó grandemente, pues había visto a los
hijos de Jacob, sus hijos verdaderos. Saliendo Judá de su regazo, cayó pros
ternándose ante él, y los bendijo otra vez. Su padre descansó allí aquella
noche, cerca de Isaac, y comieron y bebieron con gozo. Hizo dormir Isaac a
los dos hijos de Jacob, uno a su diestra y otro a su siniestra, lo que le fue
computado como acto justo.

132
El reino mesiánico en el Libro de Henoc eslavo y en
los Oráculos Sibilinos (2-27-49)
Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: El reino del mesías davídico en la tierra (y en el mundo de


ultratumba en el Libro de Hoc y en los Oráculos Sibilinos).

Está tan arraigado en el mundo judío que el reino mesiánico tendrá lugar
sobre la tierra, y que estará tan lleno de bienes materiales, que cuando
describen teóricamente el nuevo paraíso (el “cielo” para los cristianos) lo
hacen del mismo modo, como el paraíso terrenal, lleno de frutos apetecibles
y de bienes materiales. POr tanto las descripciones del paraíso nos valen
también indirectamente para vislumbra las concepciones del reino
mesiánico.

He aquí el texto:

Ascensión de Henoc al tercer cielo. Visión del paraíso (2 Henoc 5,1-13;


Apócrifos del Antiguo Testamento IV 163-165)

Entonces los hombres me sacaron del segundo cielo y me llevaron al


tercero, colocándome en medio del paraíso. Es éste un lugar de bondad
incomprensible, en el que pude ver toda clase de árboles en pleno
florecimiento, cuyos frutos estaban en sazón y olían agradablemente. Vi
asimismo alimentos de toda especie que habían sido traídos allí y que
despedían al hervir un aroma suavísimo. Y en el centro se encontraba el
árbol de la vida, precisamente en el mismo lugar en el que suele reposar el
Señor cuando sube al paraíso. Este árbol, indescriptible tanto por su calidad
como por la suavidad de su aroma, es de una hermosura superior a todas
las cosas existentes. Por cualquier lado que se le mire tiene un aspecto como
de color rojo y gualda, parece como de fuego y cubre todo el paraíso;
participa de todos los demás árboles y de todos los frutos y tiene raíces
dentro del paraíso, a la salida de la tierra.

El paraíso está situado entre la corrupción y la incorrupción. Allí brotan dos


fuentes: de una mana leche y miel; de la otra, vino y aceite, formando
cuatro caudales que discurren plácidamente alrededor del paraíso, y salen al
jardín del Edén entre la corrupción y la incorrupción. Desde allí siguen su
curso dividiéndose en cuarenta brazos, atravesando palmo a palmo la tierra
y observando la evolución de su ciclo como los demás elementos de la
atmósfera. Allí no hay trazas de árboles estériles, sino que todos y cada uno
producen frutos sazonados y es un lugar de bendición. De la vigilancia del
paraíso están encargados trescientos ángeles, brillantes en extremo, que

133
con voz incesante y canto agradable sirven al Señor todos los días. Y
exclamé:

- ¡Qué bueno es este lugar!

A lo que los dos hombres repusieron:

- Este lugar, Henoc, está reservado a los justos que estén dispuestos a
soportar toda clase de calamidades en su vida y mortifiquen sus almas y
cierren sus ojos a la injusticia y hagan un juicio equitativo, dando pan al
hambriento, vistiendo al desnudo, levantando a los caídos y ayudando a los
huérfanos y ofendidos; a los que caminan sin mácula ante la faz del Señor y
a él sólo sirvan. A todos éstos está reservado este lugar como herencia
sempiterna.

Oráculos Sibilinos Libro VII (1-11; 139-162; AAT 2III 535-541)

Se trata de una falsificación cristiana –que en esto imitan a los judíos que lo
habían hecho antes- de en torno al siglo IV o posterior- de los famosos
Oráculos sibilinos, cuyos originales latinos se han perdido. En la primera
parte del texto que a continuación transcribo se trata de los momentos
angustiosos antes de la venida del reino mesiánico, y luego este reino, que
ocurrirá ciertamente en un tiempo indeterminado después del Diluvio.

Habla presuntamente la Sibila:

A.

¡Ay de ti, mísera Rodo! Por ti la primera, por ti lloraré.


Serás la primera de las ciudades, la primera que perecerás,
de hombres privada y carente de recursos.
¡Delos, tú emprenderás la navegación, y sobre el agua, inestable estarás!
¡Chipre, algún día te destruirán las olas del verdoso mar!
¡Sicilia, te incendiará el fuego ardiente que caerá sobre ti!
Hablo del agua de Dios, temible e invasora;
Noé será el único de entre los hombres que escapará fugitivo.
La tierra flotará, los montes flotarán, y también flotará el éter;
agua será todo y en las aguas todo perecerá.
Pero se detendrán los vientos y habrá una segunda era […].
Pero en el tercer lote, del ciclo de años de la tercera ogdóada,
se verá de nuevo otro mundo.
Y entonces el terrible olor a azufre se extenderá en derredor
anunciando la muerte, cuando aquellos perezcan
entre tinieblas y plagas.

B.

134
Entonces creará Él la mente pura
de los hombres y restaurará tu raza como antes fue.
Ya nadie trazará profundo surco con curvo arado;
los bueyes no hundirán en la tierra el hierro enderezador;
ya no habrá sarmientos ni espigas, sino que todos a una
comerán con blancos dientes el maná cubierto de rocío.
Con ellos estará también Dios, que les enseñará,
igual que a mí, mísera. Pues ¡cuántas malas acciones cometí antes […].
¡Ojalá me lapidéis! ¡Sí, lapidadme todos!
Pagaré así mis culpas y pondré mis ojos fijos en el cielo.

Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

135
La imagen del Mesías en el Apocalipsis de Baruc
(2-27-50)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Estamos terminando de mostrar todos los textos interesantes sobre


las concepciones del mesianismo en el judaísmo del siglo I de nuestra era y
alrededores, para compararlas con las concepciones de Jesús y sus
discípulos sobre Jesús mesías. Hoy abordamos el Apocalipsis de Baruc
siríaco que es muy importante. Hay otro "Apocalipsis de Baruc" en griego,
pero es más tardío y nada trae sobre nuestro tema.

En síntesis el Ap. siríaco dice sobre el mesías lo siguiente:

comenzará a manifestarse después de las tribulaciones que afectarán a la


tierra (29,3). En algunas ocasiones el mesías posee un carácter guerrero.
Ejecutará al último gobernante sobre la tierra (40,2), y permitirá vivir a
algunas naciones, pero destruirá otras (70,9; 72,2). Todos los textos están
tomados de la obra “Apócrifos del Antiguo Testamento”, Editorial
Cristiandad, vol. VI, Madrid 2009,195-218.

Veamos los pasajes

A. La batalla del final de los tiempos. Venida del mesías (que se


supone ya preparado por Dios): 70, 7-10: (Apócrifos del Antiguo
Testamento VI [Cristiandad, Madrid, 2009] p. 217)

7 El Altísimo se revelará a las naciones que preparó de antemano, y vendrán


a combatir contra los gobernantes que entonces queden. 8 Y ocurrirá que
todo el que se libre del combate morirá en un tumulto; el que se libre del
tumulto será abrasado por el fuego; y el que se libre del fuego, perecerá por
el hambre. 9 Y ocurrirá que todo el que se libre y escape de todas estas
cosas predichas -los que vengan y los que sean vencidos- serán entregados
a manos de mi siervo el mesías. 10 Toda la tierra devorará a sus
habitantes.

B. No habrá compasión contra los enemigos del Israel y del reino de


Dios (72, 2-6) AAT VI p. 70):

2 Después de que hayan venido los signos que se te dijeron anteriormente,

136
cuando las naciones sean turbadas y llegue el tiempo de mi mesías, él
llamará a todas las naciones: a unos (los) dejará vivir y a otros (los) matará.
3 Esto sucederá a las naciones que serán salvadas por él. 4 Todo pueblo que
no haya explotado a Israel ni haya pisado la semilla de Jacob vivirá. 5 Y esto
es porque algunos de entre todas las naciones habían sido sometidos a tu
pueblo. 6 Todos aquellos que te han dominado o te han explotado serán
entregados a la espada.

El mesías tiene carácter guerrero: 40,1-4 (AAT, VI, p. 199):

40 1 “El último gobernante que entonces quede vivo, cuando sea destruido
su numeroso pueblo, será encadenado y subido al monte Sión. Mi mesías lo
reprenderá por todas sus iniquidades, reuniendo y poniendo ante él todas las
acciones de su gente. 2 Luego lo matará y protegerá al resto de mi pueblo
que se encuentre en el lugar que yo elegí. 3 Su autoridad permanecerá
eternamente hasta que se acabe el mundo corruptible y se cumplan los
tiempos predichos. 4 Ésta es tu visión y ésta es su interpretación”.

C. 28,6 - 29, 8: descripción del reino mesiánico, sobre la tierra de


Israel, una especie de Jauja feliz (AAT VI pp. 194-195):

28,6: Si, por consiguiente, Señor, es verdad que va a suceder lo que me has
predicho que ocurrirá, si he hallado gracia a tus ojos, hazme saber también
lo siguiente: ¿eso sucederá sólo en un lugar o en una de las partes de la
tierra o va a ser agitada toda la tierra?

29 1 Respondió diciéndome:

- Toda la tierra se agitará entonces. 2 Por eso todos los seres vivos lo
notarán. En aquel tiempo protegeré tan sólo a los que se encuentren en esos
días en esta tierra. 3 Acaecerá que, tras cumplirse lo que debe suceder en
esas etapas, comenzará a manifestarse el mesías. 4 Behemot se manifestará
desde su lugar y Leviatán ascenderá desde el mar: los dos grandes cetáceos
que creé el quinto día de la creación y que reservé para ese tiempo.
Entonces servirán de alimento para todos los que queden 5 La tierra dará
también su fruto, diez mil por uno: en una vid habrá mil pámpanos, un
pámpano producirá mil racimos, un racimo dará mil uvas y una uva
producirá un k¿r de vino. 6 Los que desfallecían se regocijarán y también
verán prodigios todos los días. 7 Desde mi presencia saldrán vientos que
traerán cada mañana un aroma de frutos deliciosos, y al final del día nubes
que destilarán un rocío saludable 8 En aquel tiempo ocurrirá que descenderá
de nuevo desde el cielo el tesoro del maná y comerán de él durante esos
años, pues ellos son los que llegaron al final de los tiempos.

En síntesis: el mesías es un ser humano. Tiene un carácter misterioso


137
porque está preparado y escondido por Dios. Vendrá sobre la tierra cuando
Dios disponga que el mundo presente debe acabarse y a su vez debe
inaugurarse el reino mesiánico. Antes habrá signos del fin y –como en el
Apocalipsis de Juan, los reyes de la tierra lucharán contra el mesías. Dios y
el mesías lo vencerán… y se instaurará el reino mesiánico sobre la tierra.
Israel será feliz y los pueblos que hayan quedado con vida de la tierra entera
servirán, o al menos respetarán, a Israel.

Finalizado el reino mesiánico sobre la tierra, vendrá otra etapa de la


humanidad (los que se salven), pero será en un mundo diferente,
ultramundano, en el cielo.

Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

138
La imagen del otro mundo mesiánico en el
Apocalipsis de Abrahan (2-27-51)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: concluimos hoy con la presentación de los textos que nos han
parecido más importantes sobre las concepciones de los judíos del siglo I
d.C. y alrededor acerca del mesianismo. Los textos que hoy presentamos
están tomados de la obra “Apócrifos del Antiguo Testamento”, Editorial
Cristiandad, vol. VI, Madrid 2009, pp. 99-102.

En esta última entrega de textos nos ocupamos del Apocalipsis de


Abrahán, obra de base judía, pero muy reformada y acomodada al
cristianismo por los escribas cristianos. Por ello el reino mesiánico se
describe sobre todo pensando en el mundo de ultratumba (concepción
cristiana) cuyo representante es la nueva Jerusalén, celeste, futura, que
sustituye a la Jerusalén terrena con su templo terreno, hecho por mano de
hombres. Los judíos son infieles y los cristianos justos serán los únicos que
se salvarán en el mundo futuro.

Veamos los textos:

· Destrucción futura del templo de Jerusalén (27,1-8; AAT VI p. 101)

Miré y vi: he aquí que la imagen se agitaba y desde la parte izquierda


irrumpió una turba de paganos, lanzándose al pillaje de los que estaban en
la parte derecha de la imagen, hombres, mujeres y niños. A unos los
mataron y a otros los retuvieron junto a sí. He aquí que vi corriendo hacia
ellos cuatro generaciones; prendieron fuego al templo y saquearon las cosas
santas que había en él.

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte!, he aquí que las multitudes de paganos se lanzan al


pillaje de la gente que aceptaste (que nacieran) de mí: a unos los matan y a
otros los fuerzan al exilio. Prendieron fuego al templo, saquean y destruyen
las obras de arte que hay en él. ¡Oh, Eterno Fuerte!, si esto es así, ¿por qué
ahora afligiste mi corazón y por qué será así?

Me dijo:

- Escucha, Abrahán, todo lo que viste ocurrirá porque tus descendientes me


irritarán a causa del ídolo que viste y del asesinato (cometido) en la imagen

139
en el templo del celo. Todo lo que viste, será así.

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte!, que pasen ahora las malas acciones cometidas en la
impiedad, pero (haz permanecer) con más razón a los justos que han
cumplido los mandamientos. Pues tu puedes hacerlo.

Me dijo:

Se les aparecerá primero el tiempo de justicia bajo el aspecto de sus reyes


que juzgarán con justicia a aquellos que antes creé de ellos para gobernar
sobre ellos. De éstos surgirán hombres que se ocuparán de ellos, como te he
anunciado y como viste.

• Castigo de los malvados. El juicio (28,1-29,19; AAT VI pp. 102-


103).

- ¡Oh, Poderoso, santificado por tu poder, sé misericordioso ante mi ruego!


Por esto hazme saber y muéstrame, pues para eso me elevaste a tu altura.
Por esto hazme saber a mí, tu favorito, lo que pregunto: ¿todo lo que vi les
ocurrirá durante largo tiempo?

Me mostró la multitud de sus gentes y me dijo:

- A causa de esto, por las cuatro generaciones que has visto, se suscitará mi
cólera y habrá retribución de sus obras por mi parte […].

Miré y vi a un hombre saliendo de la parte izquierda, la de los paganos.


Salieron hombres, mujeres y niños desde la parte de los paganos en turbas
numerosas y lo adoraron. Seguí mirando y salieron los que estaban en la
parte derecha: unos afrentaban a ese hombre, otros le golpeaban y otros lo
adoraban. Vi que éstos lo adoraban, y acudió Azazel y lo adoró; y tras besar
su rostro se volvió y permaneció detrás de él.

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte! ¿quién es el hombre afrentado, golpeado pero también


adorado por los paganos junto con Azazel?

Respondió y dijo:

- Oye, Abrahán, el hombre al que has visto afrentado y golpeado, pero


también adorado, es el alivio ante los paganos, durante los últimos días, en
la hora duodécima de este siglo impío, para la gente que procederá de ti. En
el año duodécimo de mi siglo final estableceré a este hombre que procede
de tu descendencia y al que has visto salir de entre mi gente.
140
Antes incluso de que empiece a crecer el siglo justo, vendrá mi juicio sobre
los paganos inicuos por parte del pueblo de tu descendencia escogido por
mí. En esos días haré venir sobre toda criatura terrestre diez plagas, por
medio de la desgracia, la enfermedad y el gemido de dolor de sus almas.
Todo esto haré venir sobre las generaciones de hombres que están en la
imagen a causa de la cólera y de la corrupción de su naturaleza con las que
me irritan. Entonces serán restablecidos los hombres justos de tu
descendencia, en número dispuesto por mí, encaminándose a la gloria de mi
nombre, hacia el lugar previamente preparado para ellos, el cual viste vacío
en la imagen. Los que vivan serán fortificados con los sacrificios y los dones
de la justicia y la verdad en el siglo justo. En mí se regocijarán siempre,
destruirán a los que les destruyeron y ultrajarán a los que les ultrajaron con
la calumnia […].

· Imagen del templo futuro (25,1-26,5; AAT VI pp. 99-100):

Vi allí la imagen del ídolo celoso semejante a la imagen tallada en madera


que hacía mi padre y su cuerpo era de cobre brillante. Ante él había un
hombre que lo adoraba. Y enfrente de él un altar y sobre él infantes
degollados de cara al ídolo. Le dije:

¿Qué es este ídolo? ¿Qué es este altar? ¿Quiénes son las víctimas? ¿Quién es
el sacrificador? ¿Qué es el templo tan hermoso que veo, el arte y la belleza
de tu Gloria, que está bajo tu trono?

Dijo:

- Oye, Abrahán, este templo, altar y belleza que has visto, es mi concepto
de la sacralidad de mi Nombre glorioso. En este templo se ubicará toda
oración humana y el advenimiento de todo monarca y profeta, y cualquier
sacrificio que ordenare ofrecerme entre mi pueblo que surgirá de tu raza.
Pero el ídolo que has visto, es mi ira contra aquellos que me encolerizarán y
que procederán del pueblo que (surgirá) de ti. El hombre que viste
sacrificando es el que me encoleriza. El sacrificio es el martirio de los que
son mi testimonio del juicio final desde el principio de la creación.

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte!, ¿por qué has establecido que esto sea así? ¡Revoca,
pues, esta decisión!

Me dijo:

- Oye, Abrahán, comprende lo que te voy a decir y contesta a lo que te voy


a preguntar. ¿Por qué tu padre Taré no escuchó tu voz y no abandonó la
idolatría demoníaca hasta que pereció y con él toda su casa?

141
Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte!, es enteramente porque no le dio la gana escucharme,


ni yo le seguí en sus acciones.

Dijo:

- Escucha, Abrahán, del mismo modo que el parecer de tu padre estaba en


él, y tu parecer está en ti, así el parecer de mi voluntad está en mí y
permanece dispuesto para los días venideros. No los conocerás antes ni
verás con tus propios ojos las cosas que sucederán en ellos, pues son para
tus descendientes. ¡Mira la imagen!

En síntesis:

No se ve claro dónde será el reino futuro. ¿Sobre la tierra de Israel?


¿Ultraterreno? De cualquier modo, surgirá después de la destrucción
definitiva del templo de Jerusalén y la implantación de un templo nuevo por
mano de Dios. Los paganos –simbolizados en el padre de Abrahán, Taré-
que no escuchan la voz de Dios, manifestada en la naturaleza y la Escritura,
serán castigados. Sólo se salvarán los justos.

Probablemente, finalizado el reino mesiánico sobre la tierra (¿?), vendrá otra


etapa de la humanidad (los que se salven), pero será en un mundo
diferente, ultramundano, en el cielo.

Seguiremos con la aplicación de todo esto al mesianismo de Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

142
El mesianismo de Jesús según el episodio de la
entrada triunfal en Jerusalén (2-27-52)

Hoy escribe Antonio Piñero

Ahora, concluido el elenco de textos del mundo judío en torno a la ´peoca de


Jesús, volvemos la vista hacia el Nuevo Testamento, sobre todo los
Evangelios, para ver cómo se pensaba el mesianismo de Jesús y si este
mesianismo imoplicaba el que Jesús fuera esencialmente divino, o no.

De los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) se deduce que los


discípulos de Jesús, y otros seguidores ocasionales (Mt 9,27 “Cuando Jesús
se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de
nosotros, Hijo de David!»”; 12, 23 [después de curar a un endemoniado
ciego y mudo] “Y toda la gente atónita decía: «¿No será éste el Hijo de
David?»”, etc.) consideraron al Nazareno "hijo de David", con las
consecuencias que ello implicaba para la relación con los romanos.
Recordemos que en el supuesto de futuro del reino de Dios ya instaurado
sobre Israel, si los romanos no se convertían no tenían en él lugar alguno…
¿y cómo pensar que los romanos se iban a convertir?

Cierto que el Nazareno podía tener una idea de ese mesianismo un tanto
distinta -como luego veremos- a la usual, si es verdad que entró en
Jerusalén sentado en un pollino (Mt 21; Mc 11; Lc 19,28-38; Jn 12,12-19).
Con ello se ligaba Jesús expresamente, -que sabía su Biblia de memoria a la
concepción del profeta Zacarías tal como se leía ya en su tiempo (9,9:
“¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí
que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno,
en un pollino, cría de asna”.) de un rey humilde que deja la venida del Reino
en manos de Dios.

Aunque también Jesús estaría pensando en la entrada del entonces


futuro rey Salomón en Jerusalén, tal como se cuenta en 1 Reyes 1, 33-
40. Aquí cedo la palabra a Javier Alonso, quien el capítulo “El contexto judío
de la pasión de Jesús” en el libro colectivo La verdadera historia de la
pasión (A. Piñero- E. Gómez Segura, eds.), Edaf, Madrid, 2008, pp. 132-
133, escribe lo siguiente:

“En el primer libro de los Reyes leemos que, poco antes de morir, el rey
David ordena a sus servidores que lleven a cabo las acciones necesarias
para asegurar el traspaso de poderes según sus deseos:

Y díjoles éste [David]: Tomad con vosotros a los servidores de vuestro señor

143
y montad a Salomón, mi hijo, sobre mi propia mula y bajadle a Gihón. Allí le
ungirá Sadoq con el profeta Natán, por rey sobre Israel. […] Bajaron y
montaron a Salomón sobre la mula del rey David y le condujeron a Gihón. El
sacerdote Sadoq tomó de la tienda el cuerno del óleo y ungió a Salomón.
Entonces hizo sonar el cuerno, y todo el mundo exclamó: “¡Viva el rey
Salomón!” Luego todas las gentes subieron tras él y las gentes tañían las
flautas y rebosaban en algazara tan grande que parecía que se desgarraba
la tierra en su vocerío (1 Re 1, 33-40).

Ambos textos se refieren al rey de Israel que entra en su ciudad, Jerusalén,


en medio de escenas de júbilo y, lo que es más importante para la
identificación con el gesto de Jesús, montado en un borrico y haciendo su
ingreso en la ciudad por el Gihón, en el valle del Cedrón que comunica el
Monte de los Olivos con Jerusalén.

La referencia no puede ser más clara. Jesús está declarándose rey de Israel
ante su pueblo, pues emplea el mismo procedimiento llevado a cabo por
Salomón y se identifica conscientemente con el "Rey" de la profecía de
Zacarías.

Si de algo no deben quedar dudas es de que los presentes entendieron a la


perfección el mensaje, pues la sociedad judía de la época estaba
enormemente familiarizada con las citas o alusiones a pasajes del Antiguo
Testamento, y más si se referían a la posible llegada de un mesías o a la
proclamación de un rey que los liberase del yugo romano. En consecuencia,
recibieron a Jesús como lo que creían que llegaría a ser, el nuevo rey de
Israel. ¿De qué otro modo se pueden entender las expresiones proferidas
por el pueblo: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Bendito el reino que viene de David, nuestro padre!" de Mt 21, 9?

Pero no sólo eso. El acto de extender los mantos en el suelo al paso de Jesús
significa que los presentes responden actuando según otro textos
veterotestamentario relacionado con la unción de un rey, en concreto de
Jehú por parte de un profeta enviado por Eliseo.

Apresuráronse ellos a tomar cada uno su manto, los colocaron a sus pies
sobre los desnudos escalones e hicieron sonar el cuerno y exclamaron: ¡Jehú
es rey! (2 Re 9, 13).

Debemos recordar que esta manifestación popular no se produce de manera


fortuita, sino que es el propio Jesús quien ha dispuesto todos los detalles de
su entrada en Jerusalén, y es absolutamente consciente de la reacción que
va a provocar entre sus compatriotas. Y no sólo los judíos parecen
entenderlo en este sentido. También los romanos parecen ver en Jesús un
personaje con pretensiones monárquicas y con una actitud poco favorable
144
hacia los señores extranjeros de la tierra de Israel. La acusación ante Pilato
se centrará en estos tres puntos:

Hemos averiguado que éste revoluciona a nuestra nación y prohíbe pagar


tributos al emperador y dice que es el cristo rey (Lc 23, 2).

Tras la acusación, la condena a muerte en la cruz, un suplicio reservado a


los sediciosos, y el titulus que se coloca sobre la misma afirmando que el
crucificado era el rey de los judíos, confirman esa imagen de mesías
davídico, si no de un marcado carácter guerrero, sí al menos de claro tono
desafiante.

En conclusión, de estos datos resulta es lógico deducir una respuesta para


las dos preguntas planteadas. Jesús, al menos en algunos momentos de su
vida, sí se consideró mesías de Israel, y el modelo con el que se identificó
fue el más familiar en el imaginario de sus compatriotas, el de un rey de
estirpe davídica que asumiría el gobierno del pueblo elegido tras liberarlo del
yugo extranjero. A este carácter habría que añadir además, como ya se ha
comentado anteriormente, un tono apocalíptico en sus manifestaciones que
se basaría en su convicción de la inminente llegada del fin del mundo”.

Fin de la cita de Javier Alonso.

Por nuestra parte, comentaremos éstas y otras ideas hasta poder responder
–de nuevo- con toda claridad a la pregunta si el mesianismo de Jesús
comportaba o no un carácter esencialmente divino (pues era un mesianismo
esencialmente distinto al judío de la época). Por ahora, todos los indicios
van apuntando hacia una respuesta negativa.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

145
El Mesías como hijo de David (2-27-53)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo


de los Evangelios.

El evangelista Marcos, unos 40 años más tarde de la muerte de Jesús,


ridiculiza un tanto –desde su punto de vista; nunca sabremos qué procede
genuinamente de Jesús y qué de la pluma del evangelista en esta perícopa)-
esta concepción de la procedencia davídica del Mesías recogiendo cierta
discusión de Jesús sobre el origen de aquel (12,35-37):

Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo


dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo dijo,
movido por el Espíritu Santo: =Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi
diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37 El mismo
David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» La
muchedumbre le oía con agrado

A propósito de este texto ténganse en cuenta a la vez que los otros dos
Sinópticos –que escriben después de Marcos, y que lo utilizan y lo corrigen-
se esfuerzan por demostrar, por medio de genealogías que Jesús es hijo de
David.

Así Mt 1,6-16:

“Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:


Abraham engendró a Isaac… Jesé engendró al rey David. David engendró,
de la que fue mujer de Urías, a Salomón… y Jacob engendró a José, el
esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.”;

Igualmente Lc 3,23-38:

“ 23 Tenía Jesús, al comenzar, unos treinta años, y era según se creía hijo
de José, hijo de Helí, 24 hijo de Mattat, hijo de Leví, hijo de Melkí, hijo de
Jannái […] 31 hijo de Meleá, hijo de Menná, hijo de Mattatá, hijo de Natán,
hijo de David, […] 38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.”;

Esta "noticia" , que es tradicional, se ve confirmada también por Pablo en


146
Romanos 1,4:

“1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el


Evangelio de Dios, 2 que había ya prometido por medio de sus profetas en
las Escrituras Sagradas, 3 acerca de su Hijo, nacido del linaje de David
según la carne, 4 constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de
santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor
nuestro”.

Para Pablo, pues, el origen davídico de Jesús es auténtico. Y, atención, en


ninguna de estas menciones a la filiación davídica de Jesús se indica que tal
filiación fuera especial, es dcir que conllevara necsariamente un origen
divino real y "físico".

Ahora bien, ¡ya sabemos por otras notas de esta qué significaba en el siglo I
en Palestina ser hijo de David! Una excelente explicitación del concepto lo
teníamos en el Targum palestinense a Gn 49,10-12. Lo hemos citado ya, y
sólo recordaremos algunas frases esenciales:

“Cuán hermoso es el Rey Mesía…ale a la guerra contra los enemigos […] Sus
vestidos están envueltos en sangre: se parece al que pisa racimos […]”

A esto y a vuela pluma añadamos otros datos indudables de los Evangelios:

E primero es que Jesús fue ejecutado como un rebelde: Mc 15,27 y Mt


27,38.44: los dos hombres (ladrones: gr. leistés) crucificados con Jesús son
denominados así, utilizando el mismo vocablo que Flavio Josefo usa para
referirse comúnmente a los zelotas y como un pretendiente mesiánico
peligroso para Roma. No parece caber duda razonable de ello.

La acusación romana contra Jesús era de revolucionarismo mesiánico; el


desencadenante fue la entrada mesiánica y la purificación del Templo, y
probablemente –según Lucas 23,2 “Comenzaron a acusarle diciendo:
«Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar
tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey"-, Jesús se cuestionaba la
viabilidad, santidad y sentido del culto en el Templo tal como se practicaba
en su momento. Es ésta una postura profética y apocalíptica absolutamente
típica de la época efervescente en la que Jesús vivía: profecías de
destrucción de un templo que no era satisfactorio para los cánones estrictos
de los piadosos (que creían interpretar la voluntad de Dios) y su sustitución
por otro perfecto, reconstruido por mano divina, existían en ambiente judío
desde tiempos del profeta Ezequiel.

Naturalmente, los grandes magnates entre los saduceos, que se


aporvechaban del status quo del Templo en el momento y que eran
elativamente colaboracionistas con los romanos, se opusieron a Jesús y lo
llevaron a la muerte por motivos tanto religiosos, económicos como sobre
todo políticos.
147
La conclusión que nos interesa de esta perspetiva, por lo demás usual, es
que el mesianismo de Jesús, su filiación davídica, era vista por él y por las
gentes del entorno como una pretensión religiosa ciertamente, pero terrena
y de inmensas consecuencias políticas, ejercidas no por la divinidad
directamente, sino por un ser humano, el mesías, pretendiente a rey
davídico, cuyo contacto con la divinidad no alcanzaba más que al grado de
"hombre especialmente protegido, querido y utilizado por Dios para los fines
de la Alianza".

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

148
El Mesías como hijo de David desde el punto de
vista de Brandon y otros investigadores (2-27-54)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo


de los Evangelios.

En contra de lo que afirmamos en la nota anterior, el conjunto de los textos


sinópticos, y sobre todo el Evangelio de Juan, nos presentan a un Jesús bien
alejado de los demás revolucionarios y sedicentes mesías de su tiempo. Es
lícito, pues, preguntarse: ¿hubo en nuestras fuentes un cierto cambio de un
Jesús mesías tradicional, belicoso, o al menos no opuesto explícitamente a la
violencia contra los enemigos de Dios, por la de un Jesús pacífico?

Reduciéndola a sus más escuetos términos y simplificándola, es ésta es la


conocida tesis de S. G. F. Brandon (Jesus and the Zealots. A Study of the
Political Factor in Primitive Christianity/ “Jesús y los celotas. Estudio del
factor político en el cristianismo primitivo, Manchester 1967), para quien
Jesús era un simpatizante, al menos, o un propalador de los ideales de Judas
el Galileo. Es decir, Jesús pudo no ser un militarista estricto, puesto que no
formó ejército alguno contra los romanos y esperaba que Dios hiciese un
milagro para instaurar su reino, pero no era un aborrecedor per se de la
violencia, a la que podía mirar con cierta simpatía, es decir, como un cieto
mal necesario para la implantación del Reino.

El inicio de la tesis de Brandon se apoya en el historiador judío Flavio


Josefo, Antigüedades de los judíos, XVIII 23 y Guerra de los judíos II 118,
que considera que Jesús va en la línea de este mencionado Judas Galileo,
quien pretendía con su predicación contribuir a barrer a los romanos de
Palestina para que se instaurase la verdadera autoridad de Dios en el país.
Dice Josefo en concreto:

"Cierto varón, por nombre Judas el Galileo, incitó a la rebelión a sus


paisanos, insultando a quienes consentían en pagar tributo al César y a
quienes teniendo a Dios (como Señor) soportaban a dueños
mortales": Guerra 2, 118,

También cita Josefo otros pretendientes mesiánicos de la época que tienen


cierto parecido con Jesús; los más importantes fueron dos:
en Antigüedades XX 97: Teudas; en Antigüedades XX 169: "el profeta
egipcio".

149
Esta tesis de Brandon (incoada en algunas publicaciones anteriores a las
citadas) fue durísimamente criticada por eruditos posteriores, en especial en
el libro de E. Bammel - C. F. D. Moule (eds.), Jesus and the Politics of his
Day/ “Jesús y la política de su tiempo”. Cambridge 1984, que es una especie
de Summa contra Brandon, en nuestra opinión no totalmente acertada.

Tanto antes como después encontramos un resumen de las críticas a


Brandon en diversas artículos de W. G. Kümmel (el sucesor de Rudolf
Bultmann en Marburgo) sobre la "Jesusforschung" (“Investigación sobre
Jesús”) en la revista Theologische Rundschau 22 (1954) 151-153; 41 (1976)
230-233; 45 (1980) 385-387, y, especialmente, en 54 (1989) 21-22.

La más moderna crítica a Brandon que conozco (sin especial detención en


argumentos; simplemente se afirma que no tiene) razón se encuentra en Fr.
Bovon, L’Évangile selon Luc 19, 28-24, 53 (volumen IV de su comentario al
Evangelio de Lucas), Editorial Labor et fides, Ginebra, 2009, pp. 43 y 81.

En nuestra opinión, hay en la tesis de Brandon --en lo que escribe Max


Wilcox (un excelente resumen en el artículo "Jesus in the Light of his Jewish
Environment"/”Jesús a la luz de su entorno judío”, ANRW 25,1 (1982),
apart. 4º: "The Zealot/Resistence Movement"/ “El movimiento celota de
resistencia”, pp. 169ss)-- ciertos argumentos sacados de los Evangelios que
merecen consideración y que hacen plausible que postulemos que nuestras
fuentes sinópticas han reconstruido una imagen distinta de lo que pudo ser
verosímilmen¬te el Jesús histórico.

En síntesis estos argumentos son los siguientes (que complementan lo dicho


en la nota anterior):

• Jesús tenía al menos a un celota por discípulo (Lc 6,15: Simón


cananeo, que no significa que fuera de Caná, sino “l celota”; cf. Hch 1,13: “Y
cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro, Juan,
Santiago y Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo,
Simón el celota, y Judas de Santiago”);

• En Lc 22,35-37 el evangelista dice que Jesús incita a armarse a sus


seguidores: "El que no tenga (espada) que venda el manto y se compre
una...de hecho lo que a mí se refiere toca a su fin". Cf. también Mt 10,34:
No vine a poner paz, sino espada...; Mt 11,12: los violentos toman por la
fuerza el Reino de Dios = Lc 16,16.

Naturalmente los modernos críticos confesionales ofrecen una interpretación


simbólica de estos pasajes.

• La comentada entrada en Jerusalén (Mc 11 y paralelos) es una


demostración de mesianismo judío;

150
• La purificación del templo (ib.) fue un ataque directo al satatus de la
aristocracia sacerdotal y su control del Templo, en connivencia con el poder
romano.

• Igualmente el episodio del pago del didracma o impuesto del


Templo (Mt 17,24ss) indica que Jesús era renuente a contribuir con su
óbolo al sostenimiento de las clases sacerdota¬les elevadas.

• Los pasajes de la ética de Jesús que favorecen la pobreza


extrema (Bienaventuranzas en Mt 5), y sus duros ataques contra los ricos
(por ejemplo, Lc 6,24) indican una mentalidad revolucionaria en el sentido
de querer trastocar la situación social presente;

• La exhortación a “cargar cada uno con su cruz” (Mc 8,34-37) debe


explicarse como una disposición para el martirio, la misma que abrigaban
quienes se oponían políticamente a los romanos, que eran castigados –si los
apresaban- con el tormento de la cruz;

• La revuelta a la que alude Mc 15,7 (a propósito de Barrabás,


equiparado por Poncio Pilato con Jesús) y el temor de las autoridades judías
a algún acontecimiento por el estilo provocado por la turba si se prendía a
Jesús durante la fiesta de Pascua (Mc 14,2 par) indique que Jesús estaba de
algún modo comprometido, al menos indirectamente, con movimientos
antirromanos.

Todos estos argumentos como conjunto ofrecen seria materia de reflexión


sobre la postura auténtica de Jesús respecto a su mesianismo, al reino de
Dios y su relación con los romanos, herdianos, saduceos colaboracionistas,
etc., que estarían naturalmente excluidos de ese reinado.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

151
Afirmaciones del mesianismo de Jesús por vía
indirecta (2-27-55)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo


de los Evangelios.

A juzgar por las palabras que presumimos auténticas y que de él


conservamos, Jesús apenas se mostró claramente como el mesías. Puede
decirse que casi nunca.

Algunos investigadores intentan rellenar esta laguna del pensamiento de


Jesús apoyándose en los títulos cristológicos ("hijo de dios"; "hijo del
hombre") que encontramos en el Nuevo Testamento, y en la teología que a
ellos subyace, para responder a la pregunta de la autoconciencia de Jesús.

Pero esta postura no me parece correcta, puesto que cuando se le aplica a


Jesús el título de “hijo de Dios” o “hijo del hombre” en pasajes de los
Evangelios, la inmensa mayoría de los críticos –incluidos los católicos-
afirman que no proceden de Jesús, sino de la pluma de los evangelistas, que
muestran ahí más su teología que los que Jesús dijo en verdad.

Sin embargo, la postura de los investigadores no es unánime referida a la


exégesis de ciertos pasajes concretos.

Pongo un ejemplo: el interrogatorio ante el Sanedrín de Mc 14, 53-64, tal


como está en el Evangelio de Marcos representa una reunión del supremo
tribunal (compuesto de príncipes de los sacerdotes, ancianos y escribas = el
Sanedrín: Mc 14, 55) por la noche, cosa que es insólita en toda la historia
del tribunal y que estaba totalmente prohibido por las leyes judías del
momento. Muchos investigadores piensan que ahí está la mano del
evangelista que cuenta las cosas como le han llegado por tradición, y no ha
comprobado si es posible históricamente o no. Se inclinan entonces a pensar
que toda la escena puede ser una ficción del Evangelista Marcos o de sus
"fuentes".

En esa comparecencia le pregunta el pontífice a Jesús: “¿Eres tú el mesías,


el Hijo del Bendito. Y Jesús dijo: Yo soy, y veréis al Hijo del Hombre sentado
a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo” (Mc 14,61-62).

Otra razón por la cual, en estas cortas frases, dudan muchos intérpretes que

152
representen las palabras exactas de Jesús, es la siguiente: nunca antes se
había manifestado así, con tanta rotunda claridad, ni ante sus discípulos,
diciendo “yo soy el mesías”. Su estilo de manifestarse –aunque
hipotéticamente lo creyera en su fuero interno- era otro, mucho más
modesto.

Para otros investigadores, por el contrario, es posible que Jesús manifestara


su mesianismo. Pero cosa diferente es ccómo se interpretan exactamente
sus palabras.

Así, para Gonzalo Puente Ojea, Fe cristiana, Iglesia y poder, p. 35, el pasaje
de Mc 14,62 y paralelo puede ser una prueba de la admisión explícita de su
mesianidad por parte de Jesús ante el Sanedrín. Es posible -dice- aunque
este textos se halla trufado de añadidos y perspectivas secundarias, tardías,
ya cristianas.

Según Ch. Rowland, Christian Origins. An Account of the Setting and


Character of the most Important Messianic Sect of Judaism. ("Los orígenes
cristianos. Relación del contexto y carácter de la secta mesiánica más
importante del judaísmo) Londres, 1985, 181 (citado por el mismo G.
Puente Ojea ) "parece probable que Jesús mismo expresara [ante el
Sanedrín] alguna clase de pronunciamiento que llevó a sus acusadores a
suponer que él había aceptado ser un pretendiente mesiánico; de lo
contrario no podríamos explicarnos el cargo contra Jesús de ser rey de los
judíos".

Para otros (recogidos por Leivestad, en su artículo "Jesus - Messias -


Menschensohn. Die jüdischen Heilandserwartungen zur Zeit der ersten
römischen Kaiser und die Frage nach dem messiansichen Selbsbewußtsein
Jesu" ("Jesús, mesías, hijo del hombre. Las expectativas mesiánicas judías
en la época de los primerosemperadores y la autoconciencia mesiánica de
Jesús") no queda claro el que la tradición sinóptica estuviera segura de si en
este momento Jesús aceptó, o no, el título de mesías.

Si el pasaje del Evangelio de Marcos que comentamos se hubiera detenido


en el “Yo soy”, es decir, en una confesión de su mesianidad ante quizá el
momento más crucial de su vida, creo aceptable que Jesús hubiese
manifestado así claramente su mesianidad.

El problema está en que –en el Evangelio de Marcos que citamos- la


expresión “mesías” va unida a “Hijo del Hombre” y este sintagma, en ese
contexto, significa juez supremo, en el Juicio final, de todos los hombres.
Esa es una función sólo divina, y jamás Jesús -en sus palabras que pueden
considerarse auténticas- se arrogó semejante prerrogativa (discutiremos de
ellos cuando nos toque tratar del difícil tema del “Hijo del Hombre”).

Para otros estudiosos, incluidos los católicos, la no utilización para probar el


mesianismo de Jesús, de textos dudosos en su autenticidad histórica, es
153
cosa aceptada. Se refieren a pasajes sobre todo en los se titula a Jesús “hijo
de Dios” e “Hijo del Hombre” como si fueran títulos complementarios al de
mesías y entendidos como proclamación simultánea de la divinidad de
Jesús.

Por otro lado, el desarrollo del cristianismo no se entiende ni se explica de


modo conveniente si el Nazareno careció totalmente de conciencia
mesiánica, aunque fuera un tanto imprecisa.

Muchos investigadores lo aceptan, pero sostienen precisamente este punto


de vista: esa imprecisión de concepto en el Jesús histórico fue luego
explicitada por los cristianos, sus seguidores y no siempre se puede
asegurar que lo hicieran conforme al pensamiento del Jesús histórico.

Creo que por este camino va la solución: me parece personalmente peligrosa


la teoría llevada hasta el extremo de que todo lo que los evangelistas ponen
en boca de Jesús es absolutamente histórico.

Se puede admitir que Jesús empleara los vocablos "mesías" e "hijo del
hombre" en la comparecencia ante el Sanedrín, si se matiza que la hipótesis
de la existencia de una conciencia mesiánica tradicional en Jesús no excluye
el que luego ésta pudiera ser completada y remodelada por los Sinópticos.

Desde luego, los evangelistas la suponen, aunque posteriormente pudieran


presentarla a la luz de la fe postpascual, es decir, desde la fe en que Jesús
había ya resucitado y que Dios lo había colocado “a su diestra”, es decir,
había hecho de él, por su cualidades y obediencia a la voluntad de Dios, un
ser de algún modo perteneciente ya al estrato de la divinidad.

En síntesis:

Me parece sumamente probable que aunque hubiera una época de su vida,


al principio, en la que Jesús no pensara de sí mismo que era el mesías, o
que no debía manifestarse como tal, al final de su carrera terrestre sí opinó
que era conveniente una clarificación. Una serie de pasajes evangélicos
complementarios a otros citados apuntan en esta dirección, a saber que
Jesús se consideró a sí mismo al menos al final de su vida el mesías de
Israel.

En primer lugar, Jesús fue auténticamente un discípulo del Bautista, y la


misión de éste debe caracterizarse como cercana a las pretensiones
mesiánicas,en el sentido al menos de "anunciador del juicio de dios que
viene como paso previo a la instauración del Reino". Así lo apunta
claramente Flavio Josefo, Antigüedades de los judíos XVIII 5,2: el tetrarca
Herodes Antipas manda asesinar a Juan Bautista no por una intriga de
amores (Herodías), sino porque el Bautista es un peligro público: las
multitudes se congregaban para oír sus palabra. Por tanto podía moverlas
con gran peligro para la autoridad.
154
Afirmaciones del mesianismo de Jesús por vía
indirecta II (2-27-56)
Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo


de los Evangelios, casi siempre indirecto. Decíamos en la postal anterior de
esta serie que una serie de pasajes evangélicos apuntan en la dirección de
que Jesús se consideró a sí mismo al menos al final de su vida el mesías de
Israel. Y el primero era que Jesús fue discípulo de un “agente” (ya que
quizás no pueda definirse como mesías típico) mesiánico, Juan Bautista.

Jesús continúa y potencia la predicación del Bautista (sobre todo el


evangelista Mateo presenta que los inicios de la predicación de Jesús son
iguales a los del Bautista.

Indirectamente Jesús aceptó ser el mesías al afirmar -si el texto es


auténtico- que Juan el Bautista era Elías (el precursor por antonomasia en el
mundo judío de la época) y más que un profeta: Mt 11,9-10.13-14:

"Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un


profeta.
Este es de quien está escrito: "He aquí que yo envío mi mensajero delante
de ti, que preparará por delante tu camino" [...] Pues todos los profetas, lo
mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron.
Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir".

La propia apreciación de Jesús sobre su poder de expulsar los


demonios (cf. Lc 11,20: “Pero si por el dedo de Dios expulso yo los
demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios”),

· y sobre todo su juicio severo, en Mt 12,41-42 ("Los ninivitas se levantarán


en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se
convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La
reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la
condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de
Salomón, y aquí hay algo más que Salomón"),

· y su respuesta a los que le piden un signo (del texto anterior: "Aquí hay
algo más que Jonás...y algo más que Salomón") indican una conciencia
superior a la de un predicador normal.

155
Igualmente otros pasajes como:

· Mt 13,16: los momentos de Jesús son los que desearon ver y oír tantos
justos;

· Él es el novio del banquete mesiánico; en su tiempo no se ayuna: Mc


2,18;

· Jesús tiene poder de perdonar los pecados: Mc 2,5.etc. (como instrumento


de Dios; del texto no debe deducirse que Jesús se autoproclamara Dios;
algún que otro rabino habló de la misma manera que Jesús y nadie entendía
que se proclamara por eso "Dios", sino su agente.)

Si es auténtico el logion de Mt 18,20 (“"Os aseguro también que si dos de


vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere,
lo conseguirán de mi Padre, que está en los cielos"”), "Jesús estaba
persuadido de que su persona y mensaje eran vitales para el mundo", como
dice el investigador judío David Flusser en una obra suya ya antigua, pero
de buenas perspectivas (Entdeckungen im Neuen Testament. Band I
Jesusworte und ihre Überlieferung ("Descubrimientos en el Nuevo
Testamento Vol. I Palabras de Jesús y su transmisión" . Edic. de M. Majer,
Neukirchen/Vluyn 1987, p. 107).

Los discípulos de Jesús también lo creían así, que Jesús era el mesías, como
se puede deducir de la confesión de Pedro en Mc 8,27-29 y paralelos, como
hemos indicado ya. Recordemos el texto:

“27 Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y
por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los
hombres que soy yo?» 28 Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista;
otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.» 29 Y él les preguntaba: «Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo.»”

La continuación del pasaje no la transcribo porque pertenece –al parecer de


prácticamente todos los investigadores- al pensamiento teológico de Marcos
sobre Jesús y no al Jesús histórico mismo.

Si hemos de dar crédito a Jn 6,14-15, incluso quisieron forzarle a aceptar el


título de rey:

“14 Al ver la gente la señal que había realizado (la multiplicación de los
panes), decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al
mundo.» 15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la
fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo”.

156
Finalmente, la entrada mesiánica en Jerusalén, decidida por el propio Jesús
(Mc 11,1ss y par) sólo se explica en la perspectiva de un último envite para
urgir a Dios la irrupción providencial del ansiado Reino, después de la
inutilidad de la misión de los Doce de proclamar su pronta venida por todo
Israel. De ello hemos hablado ya en una nota anterior.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

157
El Mesianismo de los discípulos de Jesús (2-27-57)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo


de los Evangelios casi siempre indirecto.

En el conjunto de los evangelios sinópticos hallamos dos


concepciones mesiánicas muy divergentes, y las dos a la vez no
pueden adscribirse a Jesús: la primera es la que podríamos denominar
tradicional, judía, la de los discípulos que convivieron con el Jesús histórico.
Su exponente más claro se halla en la confesión de Pedro en Mc 8,31-33, en
la que se rechaza cualquier posibilidad de fracaso mesiánico:

31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado
y resucitar a los tres días. 32 Hablaba de esto abiertamente. Tomándole
aparte, Pedro, se puso a reprenderle.33 Pero él, volviéndose y mirando a
sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás!
porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»

· Se ve también en la intención, que hemos mencionado en la nota anterior,


de proclamar rey mesiánico a Jesús con la consiguiente oposición a los
romanos:

14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es


verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.» 15 Dándose cuenta
Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó
de nuevo al monte él solo (Jn 6,14-15)

Y no olvidemos que tanto en el ámbito veterotestamentario como en la


mayoría de las concepciones sobre el mesías imperantes en el "judaísmo
normativo", piadoso -apocalípticos sobre todo-, o sectario - esenios de
Qumrán- de la época del Segundo Templo (entre el retorno del exilio y el 70
d. C.), se concibe "el tiempo final" del mesías como una palpable
restauración (política) de la época davídico-salomónica…

· También se trasluce este concepto tradicional de la mesianidad de Jesús


según sus discípulosen la preocupación de éstos por ser los primeros
en el futuro Reino que va a instaurar Dios por medio de Jesús. El texto del
158
Evangelio de Marcos al respecto es significativo: (Mt 18,1; Mc 10,35-45:

35 Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen:


«Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.» 36 El les dijo: «¿Qué
queréis que os conceda?» 37 Ellos le respondieron: «Concédenos que nos
sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» 38 Jesús les
dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o
ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?» 39 Ellos le
dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que yo voy a beber, sí la
beberéis y también seréis bautizados con el bautismo conque yo voy a ser
bautizado; 40 pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía
el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» (Mc 10, 35-40).

Es claro que esta prelacía, este deseo de ser primeros, no es en un


reino celestial, sino en uno terrenal. Esta perspectiva se complemente
con toda claridad cuando pensamos en el deseo de los discípulos de Jesús
por recibir recompensas materiales tras haberlo dejado todo por seguir a
Jesús, Mc 10, 28-31 y su paralelo en Mt 19,27-30:

28 Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te


hemos seguido.»
29 Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos,
hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, 30
quedará sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos,
hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo
venidero, vida eterna. 31 Pero muchos primeros serán últimos y los últimos,
primeros.»

· O en el deseo de los discípulos de sentarse en doce tronos para


juzgar a las doce tribus de Israel, que es admitido por Jesús (Lc 22,28-
30):

28 «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas; :29
yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo
dispuso para mí, 30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os
sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

Como puede observarse, este mesianismo conduce a un reino donde


se va a comer y beber bien, está compuesto de israelitas,
fundamentalmente, y los discípulos tienen en él la prioridad de “jueces-
dirigentes”.

· Así se dice en las Bienventuranzas (en una de las consideradas auténticas


por los críticos):

159
Mt 5:6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque
ellos serán saciados.

Y en la versión del Evangelio de Lucas:

Lc 6:21 Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis


saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis.

Donde se ve que no hay ningún añadido de "justicia" (Mateo), puesto por


este evangelistas para desmaterializar el Reino de Dios, según la tendencia
paulina, que Mateo recoge parcialmente.

Sin embargo, como veremos en la nota siguiente a esta concepción


mesiánica se opone otra muy distinta.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

160
Una segunda concepción mesiánica absolutamente
diferente y no judía (2-27-58)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo


de los Evangelios, casi siempre indirecto.

Como vimos en la nota anterior a esta concepción mesiánica se opone otra


muy distinta. Esta segunda noción es novedosa, pues rompe el marco
de las ideas judías corrientes, que hemos visto en tantos y tantos textos
del Antiguo Testamento, de los Apócrifos que complementan a este corpus y
de Qumrán, que hemos presentado hasta el día de hoy..., y es la noción
dque los evangelistas atribuyen a Jesús, y que sus discípulos no llegan a
comprender por mucho que se les explique.

La mayoría de los exegetas adscriben esta concepción -al menos en parte- a


la teología de la comunidad postpascual, es decir, no al pensamiento
del Jesús de la historia, sino a la reinterpretación de éste por parte de sus
discípulos tras su muerte, y a la luz de la creencia de que había sido
resucitado por Dios.

Se trata del mesianismo nuevo:

• Tomado de una interpretación absolutamente nueva en el judaísmo


de los “Cantos del siervo de Yahvé”, de Isaías 40-53, que hasta el
momento se habían interpretado en el judaísmo como referidos a un rey
terrenal futuro, sí, y al pueblo judío en su conjunto, que sufre penalidades,
pero que gracias a la bondad providente del Dios de la Alianza sale siempre
hacia delante. Ahora esta profecía se aplica exclusivamente a Jesús por
parte de sus discípulos tras la muerte y la creencia en la resurrección.

Es un “siervo de Dios” doliente, condenado a muerte por los hombres con


la anuencia divina, conforme a un plan divino desde la eternidad, que ha de
resucitar a los tres días (Mc 8,31: 8:31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo
del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos
sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días), y de un
Hijo del hombre que debe padecer mucho y ser reprobado por los ancianos,
sumos sacerdotes y escribas del pueblo (ibid.).

• Se trata de un mesías, hijo real, óntico, amado de Dios, que viene a

161
la tierra pero no quiere ser reconocido como tal (“el secreto
mesiánico”) hasta después de "que resucitara de entre los muertos" (Mc
9,9), concepción muy difícilmente comprensible (en Jesús se encarna el
Logos, según la formulación del Evangelio de Juan, para cumplir una función
mesiánica, pero no desea ser reconocido como tal hasta que no exista sobre
la tierra).

• Se trata de un mesías, al que se considera como “el cordero”, la


víctima querida expresamente por Dios, cuya muerte expiatoria habría de
salvar al mundo entero de sus pecados, como indica Jn 1,29-30:

Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo. 30 Este es por quien yo dije: Detrás de mí
viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que
yo. 31 Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea
manifestado a Israel.»

• Se trata finalmente de un mesías que no fue entendido o


reconocido como tal por sus discípulos, quienes después de estar codo
con codo, día y noche, con Jesús al menos durante un año o año y medio,
eran incapaces de captar la necesidad salvífica de la crucifixión (véase Mc
9,32: “32 Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle ”).

Parece poco razonable atribuir a Jesús tan malas condiciones y cualidades


pedagógicas. En un año y medio de convivencia Jesús fue incapaz de hacer
comprender a sus discípulos qué pensaba él en realidad sobre la condición
de “mesías”. Esto supuesto es bastante inverosímil, aunque lo afirmen los
evangelistas.

De entre estas dos concepciones, antagónicas, la de esta nota y la anterior


(2-27-57) el historiador se ve obligado a rechazar una como no de
acuerdo con la realidad histórica.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

162
El mesianismo de Jesús correspondía a las
concepciones judías de la época (2-27-59)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Cómo fue la autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del


testimonio completo de los Evangelios. ¿Incluía el mesianismo de Jesús la
idea de que él era divino?

Si Jesús fue visto y reconocido como mesías, al menos al final de su vida,


tanto por sus discípulos como por la turba (entrada triunfal en Jerusalén que
ya hemos cimentado), es lógico suponer que su mesianismo se acomodara
al que era usual en su Palestina natal del siglo I. Los dos discípulos que
caminaban a Emaús, según el Evangelio de Lucas) después de la muerte de
Jesús, lo expresan con extrema claridad:

"Jesús, el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante


de Dios y de todo el pueblo; ¡Nosotros esperábamos que era él el que iba a
librar a Israel!" (Lc 24,19.21).

No es sensato pensar que Jesús se proclamara mesías entrando en


Jerusalén, y que la plebe lo aclamara como tal, a la vez que ese mismo
Jesús lo hacía en un sentido totalmente distinto al de su época. Al no
explicarlo y dejándose aclamar, Jesús habría cometido un acto de falsía
que no encaja en absoluto con su personalidad. Así pues, según esta
escena: Jesús concintió, sin más explicaciones a ser aclamado como un
mesías de acuerdo con las concepciones "normales" (el sentir medio) que
hemos visto a lo largo de la serie.

Ser mesías implicaba acomodarse a un cierto esquema y a unas exigencias


que se habían formando en el pueblo a base de una reflexión sobre las
Escrituras, y gracias a la teología –prolongación de éstas- que se expresaba
en escritos que circulaban entre los piadosos. en concreto se han
conservadon los denominados "Apócrifos del Antiguo Testamento" y los
"manuscritos de Qumrán" y quizás algunos comentarios y traducciones al
arameo judíos a la Biblia cercanos en su composición al siglo I (llamados
"midrasim", los comentarios y "targumim", las traducciones). De no ser así,
nadie le hubiera reconocido en Jerusalén.

Añadamos que si Jesús hubiera albergado la idea de ser él un mesías nuevo,

163
inaudito en el judaísmo, cuya muerte vicaria y auténticamente expiatoria
habría de borrar los pecados del mundo, esta idea habría formado parte
tan esencial de su pensamiento que los discípulos habrían acabado
por entenderla.

Hay otros indicios directos o indirectos de la aceptación de Jesús por el


pueblo apuntados por los evangelios. El primero puede ser las noticias de
Marcos de lo que sucedía entre Jesús y las autoridades de Jerusalén después
de la denominada “purificación del Templo (Mc 11,15-17 + 14,1-2)

"Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo
podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba
asombrada de su doctrina […] Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban
cómo prenderle con engaño y matarle.
Pues decían: «Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo.»

y de Lucas:

“Y buscaban los sacerdotes y los escribas cómo acabar con él, pero temían al
pueblo” (Lc 22,2).

Este favor del pueblo no sólo se debía a la fama de su predicación y obras


portentosas (sanaciones y exorcismnos), a la entrada mesiánica en
Jerusalén y al hecho de la “purificación” del Templo, sin también –
probablemente- a que Jesús dijo en realidad, oscura y sibilinamente,que no
había que pagar el tributo al César (Jesús afirma “devolved [así el texto
griego; no dice “dad”] al César lo que es del César”, es decir entregadle si
queréis su impura moneda [nosotros tenemos las nuestras], pero a “Dios lo
que es de Dios”, es decir, hay que devolver a Dios la soberanía real sobre la
tierra de Israel y sus frutos (simbólicamente representados por las ofrendas
en el Templo) porque Él es el único Señor.

La razón de esta exégesis, para muchos extraña, de este famoso pasaje es


simple: aparte de así lo interpreta el texto de Lucas 23,2, es absolutamente
imposible que un personaje público judío hubiera mantenido –como se
afirma- que había que pagar el tributo al César, y al mismo tiempo gozara
de tanto favor entre el pueblo, tanto que las autoridades no se atrevían a
“ponerle la mano encima”. El que piense en las circunstancias de la época en
Jerusalén, y la mentalidad de los judíos respecto a los romanos, percibirá
que son imposibles las dos cosas a la vez: gozar del favor del pueblo y
ser de hecho un prorromano, abonando el pago de la capitación o
tributo al César.

Por añadidura,

164
· la agonía en Getsemaní (véase Lc 22,39ss y paralelos),
· más la terrible expresión: "Por qué me has abandonado", dirigida por Jesús
a Dios en el momento cumbre de su muerte (Mt 27,46 = Mc 15,34; Lc
dulcifica la escena eliminando la queja),
· y la huída y desbandada general de los discípulos tras el fracaso de Jesús

hacen muy improbable la suposición de que Jesús y sus discípulos hubiese


contado realmente con la absoluta realidad de su muerte ignominiosa (otra
cosa es que Jesús, en momentos de lucidez, hubiese percibido en cuán
grande peligro estaba y cuán reales eran las ocasiones de que pudieran
acabar con él sus enemigos).

Debemos concluir, por tanto, que tiene razón la mayoría de los intérpretes,
incluidos algunos notables católicos, cuando estima la segunda concepción
mesiánica –la de un mesías sufriente, cuyo sufrimiento es un plan divino y
cuya muerte es vicaria por toda la humanidad- como una
reconstrucción/reinterpretación del mesianismo de Jesús por parte
de la comunidad primitiva (representada por la tradición transmitida por
los evangelistas) a la nueva luz de la exégesis nueva de las profecías.

Esta reinterpretación del mesianismo de Jesús sólo se logró tras los eventos
de Pascua, es decir, la creencia de que Jesús había resucitado.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

165
El mesianismo implícito (2-27-60)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo


de los Evangelios.

Después de los dicho en la postal anterior sobre la verdera naturaleza del


mesianismo de Jesús, tan diferente de lo que se piensa entre los cristianos
hoy, quedaría, sin embargo, la posibilidad de que realmente el genio
religioso de Jesús concibiera un nuevo mesianismo tal como lo pintan
los Sinópticos, al menos implícitamente. Así se argumenta la mayoría
de las veces en la teología cristiana actual tras una lectura no crítica de los
relatos evangélicos.

“Implícitamente” quiere decir en este caso: Jesús lo pensaba así: él


albergaba en su interior un concepto del mesianismo radicalmente nuevo en
el judaísmo…, pero nunca se atrevió a decirlo…, o si lo dijo, no lo
entendieron sus discípulos…, y -además- era voluntad de Dios que sólo
saliera a la luz tal concepto mesiánico nuevo y "revolucionario" tras su
resurrección…; lo que hicieron los evangelistas no fue más que explicitar,
hacer evidente lo que estaba oculto…, pero en realidad siempre fue así en el
pensamiento de Jesús.

Es ésta un teoría muy en boga hoy día, pero creo que no es más que una
escapatoria dialéctica y apologética para huir de los argumentos
presentados en contrario, y que hemos intentado resumir.

Por otro lado, me parece inverosímil desde el punto de vista histórico que el
plan divino respecto al mesianismo de Jesús hubiese sido el que los
discípulos de éste y los judíos en general cayeran en un error invencible: el
mesianismo de Jesús era tan “implícito” que sólo los creyentes en la
resurrección de Jesús pueden comprenderlo... y a posteriori, ¡no en vida de
Jesús!

Tampoco encaja esta teoría con los argumentos desarrollados hasta ahora
en esta larga serie sobre la divinización de Jesús, que va concluyendo en
cada uno de sus apartados que Jesús no fue otra cosa que un judío piadoso,
que jamás se creyó ser algo más allá de un ser humano. Aunque
ciertamente un judío que en materias de ética y religiosidad pudo ser –y lo
fue- un auténtico impacto que rompió ciertos moldes éticos y de
comportamiento en general para su época. Pero de ahí a considerarse
divino, hay un abismo que -creo- Jesús nunca franqueó.

166
La “doctrina” del “mesianismo implícito” implica –lo hemos indicado- la
aceptación por parte de Jesús de que su muerte era vicario-
expiatoria por los pecados de todos los seres humanos. Me he
manifestado ya aquí, en este blog, que la idea de “muerte vicaria-expiatoria”
no es un concepto judío más que de un modo rudimentario y apenas
explícito (“siervo de Yahvé” en Isaías 40-53 y la noción de “mártir” en 2
Macabeos). Quedaría para toda una serie tratar a fondo este tema, pues es
una de las características del pensamiento greco-romano que han influido
poderosamente en la teología paulina). Lo haremos en el futuro.

Se opina, en el ámbito católico sobre todo, que quizás haya nacido la idea de
la muerte vicario-expiatoria en el mismo Nazareno (palabras de la institución
eucarística: 1 Cor 11,23-27 = Mc 14,22-25: "su sangre derramada por
muchos"); que Jesús pudo haber presentido su muerte violenta (Mc 11,15-
19.27-33), ya que tenía a la jerarquía judía y a los romanos en contra como
algo querido por Dios; Jesús, si había sentido su misión a tenor del texto de
Is 61 (cf. Lc 4,18ss), también podría haber interpretado su muerte según
Isaías 53 "siervo sufriente sde Yahvé"), lo que implica una muerte
expiatoria.

En realidad,

a) cómo fue en verdad la institución de la eucaristía es muy


dudoso, pues no aparece en el Evangelio de Juan (aunque sí sus
consecuencias como la ingestión del “pan de vida/ pan del cielo del capítulo
6), tampoco en los Hechos de los Apóstoles y tampoco en la Didaché, o
“Doctrina de los 12 apóstoles”, obra judeocristiana de aproximadamente el
110 d.C., que tiene un capítulo sobre la eucaristía con un sentido
absolutamente distinto. Así pues, no estamos seguros de lo ocurrido
históricamente en la Última cena, pues existen sólidos argumentos para
pensar que los acontecimientos y el sentido general se hallan remodelados
por los intereses del culto cristiano.
alejándose de lo que pensó el Jesús histórico.

b) No sabemos nada cierto históricamente sobre si Jesús preveía su


muerte de ese modo teológico, ya que los textos que lo afirman son
dudosos históricamente (dichos del “Hijo del Hombre” sobre su muerte y
resurrección que estudiaremos en la próxima serie).

c) La noción expresa de la muerte vicaria es postpascual, es decir, es


ciertamente adscribible a la teología de la Iglesia primitiva. Es posible que la
especulación sobre la muerte vicaria partiera de:

· 1 Corintios 15,3 (“Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez


recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; pero ¡no
dice dónde!”), texto en el que la creencia en la resurrección de los muertos,
atribuida al poder de Jesús.
167
·Esta noción debió de unirse pronto -en suelo palestino, después de Pascua,
pero sin distinguir demasiado entre judeocristianos o helenistas- con la
creencia en la virtud de la muerte de Cristo que borra los pecados, ya que
fue el ejemplo de hombre/divino de algún modo, que fue absolutamente
obediente a Dios…,

· y del mismo que la desobediencia de Adán implantó el pecado en el


mundo, igualmente la obediencia absoluta del segundo Adán, lo borró…

Pero todo esto son especulaciones teológicas que poco o nada tienen
que ver con el Jesús de la historia.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

168
El mesianismo de Jesus Resultado final (2-27-61)

Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo


de los Evangelios.¿Pensaba Jesús que su mesianismo implicaba ser
divino?

Por último, y en unión con lo dicho en las postales anteriores, opino que esta
teoría del “mesianismo implícito” no es más que una variante de la teoría
más general del “secreto mesiánico”. Explico brevemente esta noción,
puesta de relieve desde 1901 por un famosísimo libro de Wilhem Wrede, Das
Messiasgeheimnis in den Evangelien. Zugleich ein Beitrag zum Verstandnis
des Markusevangeliums, Gotinga: “El secreto mesiánico en los
evangelios. Una aportación a la comprensión del Evangelio de
Marcos):

Como los cristianos primitivos no podían explicarse muy bien la poca


proyección práctica -sobre todo en los primeros pasos de la vida pública de
Jesús- de la conciencia mesiánica del Nazareno, pensaron que la solución
radicaba en la positiva voluntad de Jesús de mantener oculta esta faceta
crucial de su personalidad. Jesús mismo pretendió, pues, -opina Wrede- que
nadie se enterara de que él era el mesías.

El hallazgo de esta explicación, o si desea de este artificio literario por parte


de la comunidad primitiva de seguidores de Jesús, y en concreto de Marcos–
supone una noción que es en sí bastante inverosímil: ¿cómo puede ser un
plan divino que Dios envíe al mundo a su Hijo, encarnado en Jesús, para que
nadie se entere de lo esencial de su persona, a saber que él es el verdadero
mesías? Sin embargo, su difusión se vio favorecida por contraste con
la tradición anterior a Marcos, que presentaba a Jesús sobre todo como
maestro y taumaturgo.

La fuertes ideas mesiánicas –que según Wrede, poco tenían que ver con
Jesús- de la comunidad primitiva, obligaron al evangelista a crear un lazo de
unión entre ambas perspectivas de Jesús (a saber, un Jesús maestro de
sabiduría / un Jesús mesías ante todo).

Pero tal conexión era puramente ideológica y no correspondía a la situación


histórica, ya que Jesús –opinaba Wrede- nunca se creyó a sí mismo mesías
(esta última faceta de su teoría es hoy mayoritariamente desechada). El
secreto mesiánico, por tanto, fue una tradición creada por la primitiva
comunidad cristiana y retomada por Marcos, que compuso su evangelio no

169
como un historiador objetivo, sino como un teólogo que escribe desde el
punto de vista de la fe.

Hasta aquí las ideas -en apretada síntesis- de W. Wrede.

Nuestra opinión: aunque descartemos los extremos de la teoría de Wrede,


personalmente me sigue pareciendo verdad que la noción de "secreto
mesiánico" y de "mesianismo implícito" es un artificio para contrarrestar la
fuerza de textos y argumentos que apuntan claramente que Jesús al final de
su vida se consideró a sí mismo el “hijo de David”, el mesías de Israel,
según concepciones judías. Jesús no lo negó nunca, incluso según el
mismo evangelista Marcos, y no digamos Lucas.

Por tanto, en nuestra opinión, el que Jesús inventara, incluso implícitamente,


un nuevo mesianismo (un mesías sufriente), choca contra la prueba
evidente, arriba mencionada, de su reconocimiento como tal mesías por la
turba y por sus propios discípulos (confesión de Pedro: Mt 16,16a), o contra
el hecho de su angustiosa agonía en Getsemaní…, etc., y contra todos los
otros indicios que hemos ido desgranando.

Jesús sólo podría ser un mesías "distinto", muy relativamente, en cuanto


que él no era un militarista y en cuanto que esperaba que el reino de Dios
fuera implantado por éste por medio de un milagro…, probablemente
realizado en el Monte de los Olivos, según la profecía de Zacarías 14,3-4:

“Saldrá entonces Yahvé y combatirá contra esas naciones como el día en


que él combate, el día de la batalla. Se plantarán sus pies aquel día en el
monte de los Olivos que está enfrente de Jerusalén, al oriente, y el monte de
los Olivos se hendirá por el medio de oriente a occidente haciéndose un
enorme valle: la mitad del monte se retirará al norte y la otra mitad al sur.”
(Léase todo este capítulo entero desde esta perspectiva, porque es
auténticamente impresionante).

Y -segundo- sólo podría ser un mesías relativamente distinto en cunto que


Jesús no tenía una carga política tan acentuada como, por ejemplo, la de
Judas el Galileo.

Pero estas variantes no justifican el que los discípulos creyeran que el


Nazareno, a quien seguían, fuera un mesías radicalmente diferente a lo que
pensaban sus contemporáneos.

En síntesis: en nuestra larga serie sobre la divinización de Jesús hemos


recorrido casi todos los temas y títulos cristológicos (nos queda el “Hijo del
Hombre”) que podrían apuntar a la idea de que Jesús se creyó a sí mismo, y
fue realmente, el hijo de Dios en pleno sentido de la palabra.

170
Ni la religión de Jesús, ni su sentido de filiación respecto a Dios, ni
el título de Señor e hijo de Dios, ni su concepción del reino de
Dios nos han llevado a pensar que Jesús se considerara a sí mismo “hijo”
real y “óntico” de Dios.

Tampoco su concepto del mesianismo en los dichos que nos parecen


auténticos considerados hasta ahora (repito nos falta tratar del sintagma
“Hijo del Hombre”), ni su aceptación de lo que pensaban quienes lo
aclamaban como hijo de David en su entrada en Jerusalén –y otros hechos y
dichos comentados- apuntan más que a la imagen de un Jesús judío,
piadoso en extremo, unido especialmente con Dios Padre, pero
hombre al fin y al cabo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.


www.antoniopinero.com

171

También podría gustarte