Los Marineros Marisol

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Los marineros

Ahí hombres que nacen para habitar en mar para vivir sobre las olas y ahí mismo hacer
oficios propios de la navegación y merecer el pan de tods los días y el aplauzo de viento y de
los alcatraces el mar es la morada de estos hombres siertamente el camino que recorren a
diario para ir de la luz a la sombra la mañana ala noche y de esta al sueño que es un antisipo de
la muerte desde la infancia escucha en el canto de las sirenas el reclamo de las islas la
imbitacon de las banderas que ondean en los martiles y aun la convocatoria en las tormentas
en la primera oportunidad que le sale al pas el primer barco que ancla cerca de sus sueños
parten hacia la inmensidad del oceno y la realización de su destino los recibe la espuma en sus
brazos nevados y l agua salada los consagra de sus dominios es entonces cuando se sienten
completos y oyen correr la sangre bajo la piel como una ola roja .

Hermosa es la familia de los marineros y mas hermosa todavía el parentesco de todos


ellos con la libertad. Esta se confunde con sus vidas tan entrañablemente que liberdad es
todo cuando lleva ensima desde la piel quemada por el sol llena de tatuajes hasta la intimidad
de los huesos para los marineros la existencia tien la forma de dos alas en pleno vuelo y la
medida del mar en sus guerras azules y sus orillas inancansables este oficio de navegador el
mas libre de todos los oficios y quienes los realizan pueden ufanarse igualmente de que son
amigos de la tempestad y tienen al alcance de la mano cuantas escamas quiera para alumbrar
sus reinos interiores

El aspecto del terrible hijo de ragu produjo estupor en los raksasanas, que se detuvieron un
poco alterados y quedaron inmóviles como una antaña. Kara, poseído de impetuosa bravura,
se lanzo con su carro contra el valeroso vástago de Kaver el ejército rakasa que kara ntraba en
combate aguijoniado por el furor, se lanzo tras el en compacta falange, produciendo el ruido
de trueno, propio de las borrascas y del choque de los grandes ejércitos.

Y, encolerizados, los grandes demonios noctivados arrojaron sabre rama una lluvia de
proyectiles, que recibió el impacible lo mismo que el océano recibe el tributo de las flechas y
ya comenzado el combate, envio multitud de dardos de oro, indomables, irresistibles,
semejantes al lazo de la muerte. Las cabezas del enemigo partidas por los dardos en formaq de
garfio caian por tierra militares, agitando convulsamente labios y boca. Entonces, el resto del
enemigo se refugio junto al monarca y su hermano Dusana, rodeándole como un rebaño de
elefantes Kara, al ver a sus batallones diezmados por las flechas de rama, dijo al general de sus
tropas, guerrero de espantoso vigor y de corazón ardiente: “¡Heroe, reanima el valor de mi
ejercito!, has un nuevo esfuerzo Dusana se percipito sobre el vástago de Kakutsta con el
mismo furor que lo hiciera en otro tiempo el demonio namuchi.

Igualmente, todos los amlos genios, viendo a Dusana junto a ellos, se lanzaron tambien sobre
rama por segunda vez, provistos de toda suerte de proyectiles. El héroe de largos brazos, lo
mismo que si jugara, cortaba diestramente, dentro del circulo de los malos genios, cabezas y
brazos. De pronto, dusana, el general del ejercito, el de pavoroso vigor, tomo encolerizado
una maza horrible, como la cima de una montaña de grande. Armado con esta gran maza, el
vigoroso Duzana se lanzo, lo mismo que sus tropas, sobre el valeroso rama, como antaño se
lanzara el demonio Brita contra el poderoso indra. Al ver a Dusana, inflamado de cólera,
avanzar impacientemente para darle muerte, el rápido guerrero partio con dos flechas los
brazos armados y condecorado dl fiero demonio. La terrible maza cayo en el campo de la
batalla al propio tiempo que el brazos mutilando, escapando de la cortada mano como una
bandera de maendra cae del pináculo del templo y dusana cayo, igualmente, moribundo, con
ambos brazos tajados.

El campo de batalla quedo limpio de combatientes, pues el fuego de la flechas de Rama los
había devorado a todos. En aquella jornada, rama dio muerte a catorce mil raksasas,
espantosos, audaces, valientes y, sin embargo, el era un solo individuo a pie, un hombre solo.
Al ver Kara derribada en el campo de la batalla al héroe trisiras, su carazon se consumia de
cólera y la fiebre de las batallas se apodero de su alma. Armo s gran ardcdo y envio a Rama
veloces y rabiosas flechas, que este rompia inmediatamente con sus irresistibles dardos de
hierro. La bobeda del cielo estaba inflamada por las agudas flechas que rama y kara se
enviaran uno al otro, como cuando el cayo iluminada sus relámpagos. En aquel momento, su
cuerpo bañado en sangre por los numerosos

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