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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA

“BENITO JUÁREZ” DE
OAXACA
Ciencia, Arte y Libertad

Facultad de Ciencias Químicas

ASIGNATURA:

Ética del Desempeño Laboral


CATEDRÁTICO:
Dra. En C. Alicia Sylvia Gijón Cruz.
ALUMNA:

Aranza Cristina Cruz Hernández.

LICENCIATURA: GRUPO:
QUÍMICO FARMACÉUTICO BIÓLOGO 8°”B”

ENSAYO
ÉTICA DEL DESEMPEÑO PROFESIONAL

INTRODUCCIÓN

El objetivo principal de este trabajo es exponer las diferentes partes que conforman la ética del
desempeño profesional. En el marco de la ética profesional, se desarrollan también los aspectos que
distinguen a los valores del compromiso y de la responsabilidad profesional. Se analizarán; el
término de ética desde su interpretación etimológica hasta su definición deontológica, también se
analizará el término profesión, así como sus valores y deberes profesionales que son inherentes a
ésta, además se puntualizará la importancia de la conciencia profesional de acuerdo a los códigos
éticos profesionales. Y en particular un primer acercamiento a la dimensión ética de la investigación
científica.

DESARROLLO

La palabra “ética” proviene del griego, y puede tener dos distintas etimologías, que son
complementarias. Una primera etimología nos dice que el término “ética” compartiría sus raíces
con el término “etología”, del griego ἔθοσ, costumbre, y λóγος, razonamiento, estudio o ciencia. La
etología estudia el comportamiento de los animales, sus hábitos y sus costumbres, en el medio
ambiente o en el lugar que se encuentren. Una segunda etimología del término “ética” lo haría
provenir de ἦθος (êthos) que significa “carácter” (Ortiz, 2016), lo que nos permite definir a la ética
como el estudio del comportamiento humano.

El ser humano es un ser integral que se desenvuelve dentro de un ambiente; en él influye un


sinnúmero de características biológicas, psicológicas, sociales y espirituales. Está dotado de
conciencia, inteligencia, voluntad, intencionalidad, afectividad y creatividad, en síntesis, de una
personalidad, que obedece a su ubicación temporal (momento histórico) y espacial (lugar donde
habita) (Alonso y Escocia, 2003). Considerando el entorno interdisciplinario del ser humano, en el
cual adquiere conocimientos y habilidades que lo distinguen como tal, y que además, también
adquiere el compromiso y la responsabilidad de prestar bien y de manera eficiente el servicio que
proporciona a la sociedad, podemos definir al individuo como profesionista.

Así pues, la ética profesional se entiende como la razón de ser de las profesiones, es decir, una
racionalidad que dota de sentido al quehacer profesional. Esto se refiere a que la ética profesional
busca que cada profesión proporcione los bienes y servicios propios de su profesión que justifican y
legitiman su existencia como grupo profesional en la sociedad moderna. De esta forma, la ética
profesional contribuye a que el ejercicio profesional no se transforme en una práctica estrecha y
limitada que se oriente al desempeño en sí mismo y se centre sólo en asegurar las acciones y
ejecuciones sin considerar la responsabilidad que involucra su actuación como parte sustantiva de
su profesionalidad (Ibarra, 2007).

Para regular la conducta y el ejercicio profesional, surge una serie de normas y deberes éticos. Sobre
esa base definimos la ética profesional, como “la disciplina que estudia los contenidos normativos
de un colectivo profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional”. La
deontología profesional es el conjunto de normas vinculantes para un colectivo profesional (Díaz,
2009). Eso sería la ética profesional, distinta y distante de los preceptos propios de la llamada
moralidad común (Gracia, 2006).

La moralidad es una manifestación de muchas otras cosas además de la racionalidad (emociones,


costumbres, prejuicios, etc.), que también nos llevan a tomar decisiones morales y, en ocasiones, a
tomar mejores decisiones que las que tomaríamos si decidiéramos de un modo completamente
racional. En otras palabras, la moralidad no se reduce a la racionalidad (Ortiz, 2016).

Es común asociar la ética a normas, deberes y obligaciones morales que se imponen para regir el
comportamiento. De acuerdo con esta visión, el comportamiento ético se limita al apego de los
dictados establecidos por la moral. Por lo que según esta perspectiva, la ética profesional es una
ética afirmativa porque detrás de sus principios se encuentran los valores profesionales, que le
plantea al profesionista, la posibilidad de ejercer su libertad y autonomía en la elección y adhesión
a los valores profesionales que le son propios. En este marco, el quehacer profesional ético va más
allá del acatamiento de reglas de obligación o prohibición, más bien se define como una actuación
en función de valores (Ibarra, 2007).

Los valores son nuestros principios y cualidades como persona, que nos confieren parte del
fundamento para forjar nuestra propia ética, es decir, son herramientas que nos permiten dirigir
nuestras acciones hacia el fin de obtener un comportamiento positivo o moral y así forjar un carácter
para responsabilizarnos del impacto de nuestras acciones, así como evitar defraudar al prójimo y
lograr una buena convivencia.

Aquí es pertinente recuperar la visión de los valores de González-Anleo (1991, pp. 237-238) que
establece que son “maneras de ser y de obrar que una persona o colectividad juzgan como ideales
y que hacen deseables o estimables a los individuos o a los comportamientos a los que se les
atribuye ese valor” (Ibarra, 2007). Ahora bien, la Declaración Universal de Derechos Humanos
reconoció el derecho de toda persona a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.
Aunque el reconocimiento jurídico varía en diferentes países, este derecho humano universal
significa que, ante un auténtico conflicto de conciencia, existe un derecho de las personas a negarse
a actuar en contra de sus propios valores y creencias, lo que se constituye en “objeción de
conciencia”. El fundamento es más de un derecho moral que legal, en cuanto derecho de cada
persona a construir su propia escala de valores y de actuar con fidelidad a la misma, pudiendo
oponerse a acciones que violenten su conciencia y atentando así contra su dignidad, integridad
moral y autonomía (Beca y Astete, 2015).

Sin embargo, este derecho a la objeción de conciencia es un derecho personal, las instituciones son
libres de establecer normas propias de acuerdo a consensos o códigos de ética institucional (Beca y
Astete, 2015). Por lo que el profesional deberá dar garantía al ejercicio profesional, a través de la
conciencia profesional, la cual se define como una dimensión esencial de la conciencia individual,
que se manifiesta en un comportamiento social responsable acerca de los deberes específicos de
una profesión, después de haber asumido y personalizado un código ético profesional. Ello se
cumple mediante un proceso de socialización y con una madurez y equilibrio personal suficiente
para estudiar, aplicar y resolver problemas profesionales con la mejor competencia y rectitud
posibles.

La finalidad y los retos de la ética profesional son la competencia, la responsabilidad y la integridad,


e implican un compromiso ético con los deberes profesionales. Los deberes son tareas y
compromisos, que cada uno está obligado a cumplir, por su bien y por el bien de todos, es decir,
cumplir con su obligación y es deber de los profesionales tener conocimiento, habilidad y capacidad
para cumplir con los retos de la ética profesional.

Para ser profesionales de excelencia las intervenciones deben ser evaluadas, con el máximo rigor,
en el aspecto técnico y la vertiente ética o moral. Existen requisitos éticos que son comunes a toda
investigación y publicación científica que verdaderamente se respete y que se han caracterizado, de
una u otra forma. Las investigaciones en el campo de la salud constituyen el primer y más
importante eslabón en la aplicación de los principios éticos, sobre todo en la generación y la práctica
de nuevos conocimientos, productos y tecnologías para elevar la calidad del Sistema de Salud
(Castillo y Rodríguez, 2018).
Es frecuente que los clínicos se enfrenten a decisiones éticas en el marco de su tarea profesional
que pueden hacerles sentir incómodos o fuera de lugar (Moreno et al., 2007). La preocupación por
el cumplimiento de los principios éticos en las investigaciones, regula la conducta moral de los
investigadores a partir del reconocimiento y respeto de los principios éticos en las investigaciones
biomédicas, cuyos aspectos más relevantes están relacionados con el consentimiento voluntario del
sujeto, el evitar todo sufrimiento o daño innecesario, no efectuar experimentos cuando se pueda
suponer que estos pudieran provocar discapacidad o muerte, valorar el grado de riesgo y tomar en
cuenta que este nunca puede ser mayor que el beneficio que se pretende lograr con la solución del
problema, y que la persona tiene la libertad de salir del experimento en cualquier momento (Amaro,
2015).

CONCLUSIÓN

La ética profesional hace uso de los valores, la conciencia, la moral y código éticos profesionales,
para un fin en común. La finalidad de la profesión es la adquisición, mejora o crecimiento de la
vocación y de los deberes profesionales, por medio de las competencias profesionales, cualidades y
características específicas en la ocupación. Esto en conjunto con la ética que rige, establece y
conduce al ejercicio profesional, para la resolución de problemas de manera eficiente, responsable
e íntegra, lo que conlleva al beneficio propio y social.

Bibliografía
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